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Exercise 2

“Daisy Miller” Henry James

El pobre Winterbourne estaba entretenido, perplejo y decididamente cautivado. Aun así, él


nunca había escuchado a una joven expresarse de esta manera. Nunca, al menos, excepto en
casos donde decir cosas así pareció un tipo de evidencia demostrativa de una cierta laxitud de
conducta. Y, aun así, ¿podría el acusar a la Srita. Daisy Miller de una real o potencial mala
conducta? Como diría en Ginebra. Sintió que había vivido en Génova por tanto tiempo que
había perdido una buena parte; se había desacostumbrado al estilo estadounidense. Nunca, en
efecto, había encontrado a una joven americana de un carácter tan pronunciado como este
desde que tuvo la edad suficiente para darse cuenta. Definitivamente, ella era muy
encantadora, pero ¡que extremadamente sociable! ¿Era simplemente una joven bonita de
Nueva York?, ¿Eran todas así?, las que vivían rodeadas de una sociedad de caballeros o ¿era
también una joven audaz, intrigante y sin escrúpulos? Winterbourne había perdido la intuición
en este campo y la razón no podía ayudarlo. La Srita. Daisy Miller parecía extremadamente
inocente. Algunas personas se lo habían dicho, al fin y al cabo, que las jóvenes
estadounidenses eran excesivamente inocentes y otros le habían dicho que no lo eran. Él
estaba dispuesto a creer que Daisy Miller era una joven seductora estadounidense. Hasta
ahora, el jamás había tenido ningún tipo de relación con jovencitas de esa clase. Sin embargo,
había conocido aquí en Europa, a dos o tres mujeres mayores que Daisy Miller, provistas de
esposos por el bien del respeto, con maridos. Mujeres que eran grandes seductoras,
peligrosas, terribles mujeres con quienes una relación era posible de tomar un camino
peligroso. Pero esta muchacha no era seductora en ese sentido, era muy sofisticada. Se trataba
solo de una bella seductora estadounidense. Winterbourne estaba casi agradecido de haber
encontrado la fórmula adecuada para la Srita. Daisy Miller. Se recostó en su asiento, se dijo a si
mismo que ella tenía la nariz más encantadora que jamás había visto, se preguntó cuáles
serían las condiciones y limitaciones normales de una conversación con una seductora
americana. Sin duda, estaba en el camino a descubrirlo.
- ¿Visitaste ese viejo castillo? Pregunto la joven, señalando la joven con su sombrilla los lejanos
y relucientes muros del Chateau de Chillon.

-Si, antes, en más de una ocasión. Respondió Winterbourne. Me imagino que usted también
¿lo visito?

- No, nunca habíamos estado allí. Tengo muchas ganas de ir. No me marcharía sin haber
conocido ese viejo castillo.

-Es una excursión muy bonita- Dijo Winterbourne- Y una muy fácil de hacer. Puede ir
manejando ¿sabe? O puede ir por el buque a vapor.

- Puede ir en tren. Respondió Daisy.

-Si, se puede ir en tren. Asintió Winterbourne.

- Nuestro mensajero dice que te llevan directo al castillo- continuo la joven. Íbamos a ir la
semana pasada pero mi madre se rindió. Sufre mucho de dispepsia. Dijo que no podía ir.
Randolph tampoco pudo ir. Dice que no le interesan los viejos castillos, pero supongo que
iremos esta semana, si podemos lograr que Randolph…
- ¿A su hermano lo interesan los antiguos monumentos? - Pregunto Winterbourne, sonriendo.

-Dice que a el no le interesan mucho los viejos castillos. Solo tiene nueve años de edad. Quiere
quedarse en el hotel. Mama tiene miedo de dejarlo solo y el chofer no se queda con él. Así que
no hemos conocido muchos lugares. Pero sería una lástima si no fuéramos allí- Y la Srita. Daisy
Miller apunto nuevamente al Chateau de Chillon.

-Yo pienso que se podría organizar- dijo Winterbourne. ¿No puede conseguir que alguien se
quede por la tarde con Randolph? - La Srita. Miller lo miro por un instante y, entonces, dijo
plácidamente
- Me gustaría que usted se quede con el- exclamo. Winterbourne dudo por un momento.
-Preferiría ir al castillo con usted-
- ¿Conmigo? - Pregunto la joven de la misma manera. No se sonrojo como lo hubiese hecho
una joven de Ginebra y, sin embargo, Winterbourne, consciente de que había sido muy
atrevido pensó que era posible que ella se haya ofendido.
- Con su madre- Respondió respetuosamente.

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