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SEMINARIO MAYOR «CRISTO SACERDOTE»

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Dir. Nicolás Arteta y Antonio Clavijo (Sector “El Tropezón”) *** Diócesis de Ambato - Ecuador

AFILIACIÓN CANÓNICA

Asignatura: Pentateuco
Docente: P. Edison Paredes Año Lectivo: 2022 - 2023
Estudiante: Ronald David Achachi Semestre: Primero Teología
Tema: Redención de la tierra y el pueblo Fecha: 24/nov./2022

Dentro del primer apartado se logra identificar ciertamente que El primer texto del
Pentateuco en el que aparece el verbo ga’al forma parte del relato sobre la adopción y
bendición de Jacob a los hijos de José. La primera es sobre la inclusión que se da en este
capítulo, y que constituye el “marco” en el que hay que situar nuestro texto. En Gn 48,
21, el patriarca Israel transmite la promesa a José: “Yo muero; pero Dios estará con
ustedes y los devolverá a la tierra de sus padres”. La promesa de la descendencia, objeto
de la bendición en Gn. 48, 16, es indesligable de la promesa de la tierra.

La promesa de la posesión de la tierra a Israel entraña un proyecto cualitativamente


diferente: tierra libre para un pueblo libre; o más bien, tierra liberada del cautiverio para
un pueblo liberado de la opresión. Así pues, descendencia, tierra y liberación forman
parte de una sola y única promesa hecha por Yhwh a Israel.

El Dios de Israel se da a conocer no por su esencia, sino por su acción liberadora en la


historia. El pueblo lo reconocerá, sobre todo, como “el que liberó, libera y liberará”, y
no tanto como “el que fue, es y será”. La acción de “rescatar” (ga’al) / “liberar” es
consecuencia de la Alianza. La promesa hecha a los antepasados de otorgarles en
posesión la tierra —“la tierra de Canaán” (Ex. 6,4)—, se actualiza en la promesa de
liberación de la esclavitud de la tierra y del pueblo.

En resumen, los tres textos que hemos analizado nos sitúan en tres momentos de
especial importancia: antes, durante y después de la opresión en Egipto. El verbo ga’al
tiene un claro contenido de liberación. Liberación planteada, en primer lugar, en
términos genéricos: de “todo mal”. En este sentido el verbo se podría traducir también
por “proteger”, acción propia del “Dios de los padres” y del “Dios pastor”. Liberación
que luego se formula en términos más específicos: “de los duros trabajos” y “de la
esclavitud”. A la fase negativa, sigue una positiva: el ingreso y la posesión de la tierra.
No hay posibilidad de libertad ni de vida si no hay tierra.

Yhwh camina con Israel, e Israel camina con Yhwh: “el Dios en cuya presencia
anduvieron mis padres” (Gn. 48, 15); “yo los haré entrar en la tierra” (Ex. 6,6); “Guiaste
en tu bondad al pueblo” (Ex. 15, 13). Presencia bondadosa de Yhwh en medio de su
pueblo; caminar del pueblo junto a Yhwh a lo largo de su historia, que es historia de
redención y liberación.
En primer lugar, perjudicar al prójimo —mediante fraude, robo, apropiación de un
objeto perdido u opresión violenta— es un pecado que se comete contra el mismo
Yhwh. El último caso presentado, descubre a las víctimas del perjuicio: los pobres.
Solamente ellos sufren “opresión violenta”. Yhwh está identificado de tal manera con el
oprimido, que las ofensas contra éste son consideradas una prevaricación contra el
mismo Yhwh, protector de los pobres y oprimidos. En segundo lugar, por la razón
señalada, quien ha adquirido un bien de manera dolosa está obligado a restituir al pobre
y a Yhwh. Al primero, no sólo tendrá que devolverle íntegramente “lo robado” o “lo
exigido con violencia”, sino que deberá añadir además “un quinto” del valor total (por
lo tanto, en efectivo). Por otra parte, tendrá que ofrecer a Yhwh “un sacrificio de
reparación”.

La narración de Números tiene como tema central desde el capítulo 32— el reparto de
la tierra, tanto la de Transjordania como la de Canaán. El don de la tierra —a condición
de que el pueblo camine por las sendas de Yhwh—, es por otra parte tema central del
Deuteronomio. Esto se encuentra remarcado, además, en las introducciones de las dos
perícopas sobre el “vengador de la sangre”: lo que se legisla tendrá validez cuando se
haya entrado a la tierra (Nm. 35, 10: “cuando pasen el Jordán hacia la tierra de
Canaán”), y después de haberla conquistado, esto es, rescatado de manos extrañas (Dt.
19, 1: “cuando Yhwh tu Dios haya exterminado a las naciones cuya tierra te va a dar
Yhwh tu Dios, cuando las hayas desalojado y habites en sus ciudades y sus casas”).
Después de haber pasado por la dura experiencia del exilio, se repristina el proyecto de
Yhwh: una tierra no manchada por la sangre inocente de los pobres.

Finalmente, la ley prohíbe aceptar dinero para liberar al homicida voluntario de la pena
de muerte, y al involuntario del asilo fuera de la tierra de su propiedad. En cualquiera de
los casos se debe pagar la sangre derramada: o con la muerte o con el exilio (Nm. 35, 3
1-32). La ciudad de refugio no es apenas lugar de protección para el homicida
involuntario; es también lugar y tiempo de expiación.

El capítulo 25 del Levítico18 pertenece a la llamada “Ley de Santidad”, editada durante


el Exilio. Tiempo de desolación en el que la tierra tendrá el “descanso” que no se le dio,
tiempo de purificación en el que el pueblo tendrá que tomar conciencia de las
consecuencias de su vocación. “Sean santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo”
(Lv. 19, 2), significa “no hacer lo que se hace en Egipto... ni lo que se hace en Canaán...
no seguir sus costumbres” (Lv. 18, 3.30). El pueblo de Israel ha sido separado
“consagrado”— para Yhwh (Lv. 20, 19) y por lo tanto, llamado a vivir de manera
diferente, según la justicia y la solidaridad.

Es en este doble sentido que se orienta la función del goel y su acción “redentora”.
Prevenir las situaciones extremas en las cuales un israelita se ve obligado a vender su
tierra o su propia libertad. Carencia detierra y servidumbre, empobrecimiento y
opresión, explican las causas del destierro; no obstante, al mismo tiempo, advierten
acerca de las prácticas “egipcias” y “cananeas”, que no se deben repetir nunca más
dentro del “pueblo consagrado” a Yhwh.

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