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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE
MADRID
Facultad de Filosofía
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TESIS DOCTORAL. NIDIA IBARRA OJEDA. UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE
MADRID
INTRODUCCIÓN.
1
Sociólogo, Profesor de la Universidad Complutense de Madrid.
2
Gil Calvo, Enrique. Máscaras masculinas, héroes, patriarcas y monstruos. (2006). Editorial Anagrama.
Barcelona, 2006. pp. 236
3
Ibid pp. 238
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Ahora bien, para este autor, hay una fractura de la autoridad paterna
cuando se disminuye su capital material, es decir, cuando se ha quedado sin
empleo y no puede cubrir las necesidades de la esposa e hijos. Al no poseer
recursos económicos, no tiene suficiente respaldo para ejercer su soberanía y su
ley de antaño, lo que ha generado que su autoridad sea cada vez más incierta. Se
pone en evidencia su impotencia económica en tanto como proveedor y protector
del hogar y su palabra que era tomada como un mandato sagrado cae en el
descrédito, su autoridad en la familia se hace cada vez más endeble. Es lo que
observamos en la sociedad contemporánea, con las diversas crisis económicas,
nos comenta Gil Calvo, hay una declinación de la autoridad paterna “como
consecuencia de la erosión de los patrimonios, cuya volatilidad ha desautorizado a
los patriarcas”4.
Por otro lado, hay que mencionar que hacia la segunda mitad del siglo XX,
más precisamente hacia 1951, T. Adorno arrojaba ya la idea de una relación entre
el debilitamiento de la autoridad del padre y su falta de recursos económicos. La
relación padre-hijo -nos señala este autor- “... comienza tristemente a desdibujarse.
A causa de su impotencia económica, ya no da miedo. Antaño, nos rebelábamos
contra su insistencia en hacer prevalecer el principio de realidad y contra su
prosaísmo, siempre dispuesto a imponerse al niño que se negaba a renunciar a
sus deseos... pero en nuestros días, se inicia una regresión al cabo de la cual ya
no hay complejo de Edipo; pero si, con todo, asesinato del padre”6.
4
Ibid pp. 260
5
Ibid pp. 49
6
Adorno, Theodor. Mínima Moralia (1951). Editorial Taurus. Madrid, 1987. pp. 18
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Otro enfoque que apoya la idea de la existencia de crisis de la figura
paterna, nos lo propone E. Roudinesco, quien comenta que la autoridad del padre
ha menguado durante el proceso de evolución de la estructura familiar; que ella
sitúa en tres estadíos, que van desde la familia tradicional, a la familia moderna y
por último a la familia posmoderna o contemporánea7. En la primera familia, la
figura del padre se caracteriza por su poder absoluto sobre la esposa y los hijos.
Su figura es apreciada como amo, héroe“...guerrero... la encarnación de Dios
señor de las familias. Heredero del monoteísmo, que reina sobre el cuerpo de las
mujeres y decide los castigos de los hijos”8.Esa es la imagen que gobierna desde
la Edad Media hasta la Revolución Francesa. Ese poder además era respaldado
por la figura del monarca que gobernaba al pueblo por designación divina y que
encontraba a un sustituto en el espacio privado la de familia el padre. Sin
embargo, la decapitación de Luis XVI representó según Balzac cortarle la cabeza
a todos los padres”. Lo que trajo como consecuencia que la autoridad de “Dios-
Padre” se fuera reduciendo a favor del poder del pueblo, que buscó la igualdad de
derechos por medio de un nuevo contrato social basado en los derechos
universales del hombre y del ciudadano.
A la familia de finales del siglo XVIII y hasta mediados del siglo XX 9se le
conocerá como familia moderna, que valora la división del trabajo entre los
cónyuges. La mujer con sus obligaciones al interior del hogar y el hombre que
provee a la familia de sus necesidades con su trabajo. La educación y la autoridad
que se ejerce sobre los hijos está a cargo de los progenitores y del Estado.
Además, a lo largo del siglo XIX se empieza a hablar de los derechos del hijo que
giran alrededor de su bienestar e intereses. Este aspecto, influirá sobre la figura
del padre que lo transformará en protector y guardián de las necesidades del niño.
Imagen que se expande sobre todo en el siglo XX “...el nuevo padre, el que lleva
en brazos, cambia pañales, juega, habla babyisch con el recién nacido”10.
7
Roudinesco, Elisabeth. La familia en desorden (1993). Editorial Anagrama. Barcelona, 1995.
8
Ibid pp. 22
9
Ibid pp. 19-21
10
Julien, Philippe. El manto de Noé, ensayo sobre la paternidad (1991). Alianza Editorial. Buenos Aires,
1993. pp. 24-25
11
Op. Cit. Roudinesco E. pp. 20-21
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participa en las decisiones de los hijos. Sobre todo a partir de 1970, en donde se
habla de cooparentalidad, la madre participa como un referente de autoridad en
cuanto a la educación de los infantes; además agregamos el poder de las mujeres
en al ámbito laboral, político y económico.
12
Ibid pp. 170
13
Op. Cit. Julien, P. pp. 17-34
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díada, la labor del padre es frustrar “...lisa y llanamente al hijo de la madre”14. En
ello se establece la ley de prohibición al incesto, que alude a la prohibición de la
satisfacción de la pulsión. Hay un personaje: el padre, que imposibilita el goce
tanto el hijo como para la madre. Además la aparición del padre, le revela al hijo
que él no es todo para la madre, pues el padre parece tener lo que a la madre le
falta. Pero, de qué falta estamos hablando y sobre todo, ¿qué tiene que ver esto
con la metáfora del padre? Porque en la intervención del padre en esa relación
madre-hijo es donde se instala la falta. ¿Cuál? el dejar de ser el Uno-Todo con la
madre, abandonar el estado de completud con ella, el dejar de ser su objeto de
deseo, para convertirse en sujeto deseante, sujeto incompleto, sujeto en falta que,
intentará una y otra vez reencontrarse con ese placer, ahora perdido. Y que sólo
encontrará parcialmente pues su objeto primordial se ha esfumado para siempre.
Únicamente podrá alcanzarlo a través de objetos sustitutivos, de manera
metonímica o metafórica.
La función simbólica del padre, trata entonces de: liberar al niño del
atrapamiento con el deseo de la madre, para que éste se asuma como sujeto en
falta15, aunque esta liberación, no podría ocurrir si la madre no reconoce y presenta
al padre como aquel que hace la ley, como un “... mediador de algo que está más
allá de su propia ley y capricho y que es pura y simplemente la ley como tal, el
padre como Nombre del Padre... como algo estrechamente ligado a la enunciación
de la ley...”16. Entonces sólo habrá una eficacia si la madre se somete a esta ley, si
hace caso de la palabra del padre y por ello mismo, se muestre en falta.
14
Jacques Lacan, Seminario 5, Las formaciones del inconsciente, 15 de enero de 1958. Infobase, versión
inédita.
15
Jacques Lacan, Seminario 4, Las relaciones de objeto. 6 de marzo de 1957, traducción de Enric Berenguer,
Editorial Paidós.
16
Jacques Lacan, Seminario 5, Las formaciones del inconsciente, 22 de enero de 1958. Infobase, versión
inédita.
17
Dör, Joel. Introducción a la lectura de Lacan (1985). Editorial Gedisa. México, 2000. pág. 115
18
Ibidpp. 109
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Cerremos este paréntesis y volvamos al desgaste actual de la figura
paterna. Hay que destacar, que esas referencias sobre el debilitamiento paterno,
aluden a la historia europea, a cómo la imagen del patriarca ha ido perdiendo
autoridad en la familia, a cómo se ha modificado su poder en la familia a lo largo
de los siglos, desde el pater en la antigua Roma, pasando por el padre avalado
por el matrimonio con la influencia del Cristianismo, hasta el padre limitado con
sus derechos sobre el hijo con la intervención del Estado. Sin embargo, cabe
preguntarse ¿qué ocurre en el contexto mexicano? ¿Podemos visualizar esos
mismos cambios, ese debilitamiento de la autoridad paterna? ¿Habrá otros
factores que maticen la soberanía del padre en la familia? ¿Qué nos aporta
nuestra historia y cultura con respecto a la figura del padre? ¿Qué podemos decir
del padre mestizo? Sobre este punto, Helí Morales en su texto “Sujeto en el
laberinto”, nos comenta que el mestizo es producto de la unión de un padre
español y una madre indígena. Ese padre es caracterizado por despreciar a la
madre de sus hijos y también a sus vástagos, vive añorando a la mujer que está
del otro lado del mar “…y los hijos aquí nacidos son más resultado de una acto
sexual, que de una unión amorosa. El padre del mestizo no sólo es un padre
violento, sino fundamentalmente ausente”. Seguramente habrá más matices que
agregar sobre el patriarca mexicano.
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Su función simbólica tiene mayor efectividad en la medida que es
respaldado por los emblemas de autoridad en la familia en tanto protector, cabeza
de familia y proveedor, pero si éstos sufren una crisis -digamos por ejemplo, por la
falta de empleo del padre-, se reduce la efectividad de su valor simbólico.
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nombre del padre. Por supuesto, este capítulo, tendrá algunas aportaciones de
autores como E. Porge, J. Dör, P. Julien y O. Masotta.