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Síntesis legislativa

José Ignacio Beteta Bazán

Sentimiento y razón frente a las protestas

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JOSÉ IGNACIO BETETA BAZÁN 25/02/2023 11:05

La cada vez menos sutil dictadura de las redes sociales, los productos
streaming, la farándula global y el consumismo, alimentado todo por
una ideología postmoderna basada en la agonía de la razón, han
fortalecido la intensidad y relevancia de NUESTRAS EMOCIONES antes
que el uso adecuado de  NUESTRA RAZON para comprender hechos y
decidir sobre ellos.

Hoy pesa más el sentimiento que el pensamiento. Y así, todo lo que


rodea al pensamiento: la lógica, la memoria, la claridad en un debate
ordenado, la profundización en un tema, etc. se van dejando a un lado,
se pierden, se tornan habilidades inexistentes o que dan pereza en las
nuevas generaciones. Les pongo un ejemplo cercano.

Sabemos (nuestra razón lo acepta naturalmente) que un manifestante


que destruye una propiedad privada o pública o causa la muerte de
alguien DEBE pagar por hacer eso, debe ser sentenciado, debe recibir
una condena, debe compensar el daño realizado de una forma
proporcional pero muy concreta de modo que no lo vuelva hacer.

Sin embargo, cuando observamos que esto ocurre, por ejemplo en las
protestas ocurridas en los últimos meses en Perú (que, gracias a Dios,
se diluyen y debilitan), entra en el escenario nuestra aproximación
sentimental, y nos “exige” que prioricemos otros factores también
importantes pero que no tienen por qué anular el hecho de que esa
persona reciba una condena.

Vamos al caso: hoy, muchos jóvenes, académicos o incluso


influenciadores en redes, antes de juzgar a los vándalos que quemaron
a un policía en Puno, se preguntan “por qué lo hicieron, quién fue el
verdadero “culpable” de que mataran a este policía, qué injusticia
sufrieron para hacer eso, fue acaso la desigualdad, el maltrato de los
ricos, la historia, el capitalismo, las estructuras de dominación”….

Y preguntarse todo esto ES VÁLIDO. Recuérdenlo bien, ES VÁLIDO, pero


no anula el hecho de que una persona que asesina a alguien o destruye
una propiedad DEBE PAGAR POR ESO, debe recibir una condena y tener
una sentencia.

Las preguntas que rodean al hecho y al vándalo son importantes si


queremos generar un cambio social de fondo, y está muy bien, corren
en paralelo, pero ese personaje debe pagar por sus actos bajo el peso
inevitable de la ley.

¿Dónde se está generando un problema muy grave en torno a lo que


ocurre hoy en Perú, generado en parte por esta cultura sentimental
que nos envuelve?

Se pierde de vista, sobretodo en redes sociales y ambientes urbanos


progresistas, que un problema estructural no justifica ni perdona una
acción destructiva individual, y esta no tiene por qué ser permitida o
avalada. Así de sencillo. Ver al asesino como una víctima desde un
balcón en Miraflores o un aula en el límite de San Isidro con Jesús
María no es muy legítimo.

Por mi parte, me muero de pena de que haya gente en Perú pobre, sin
servicios y oportunidades. Trabajo años poniendo mi granito de arena
para que eso cambie. Me muero de pena de que haya tantos niños con
anemia y madres que son golpeadas por salvajes machistas. Y
podremos discutir sobre las causas y responsables de estas realidades,
pero eso no le da derecho a nadie a matar o destruir nada, bloquear
pistas, ni a poner en riesgo mi vida, mi trabajo, la de mis hijos o
familiares.

Pero, como podrán ver, el objetivo de esta entrega no es hablar de la


condena hacia los vándalos.

Quiero echar luz sobre algo más profundo: cuando sepamos analizar
los hechos entendiendo: por un lado, los sentimientos que afectan el
juicio de muchos jóvenes, líderes y académicos, de modo que
justifiquen actos vandálicos o destructivos, quizás con una sensibilidad
social honesta, y por otro, las exigencia de LA REALIDAD, realidad que
no se basa en sentimientos, emociones o pasiones momentáneas,
aprenderemos a dialogar, tomaremos mejores decisiones políticas y
sabremos compartir nuestras de ideas de forma más empática.

Solo cuando sepamos encontrar para cada caso lo que le “dice” el


sentimiento a algunos y lo que dice la razón a otros, podremos
dialogar de una manera más saludable entre quienes pensamos
diferente. Eso sí: la razón va primero, el sentimiento después. Y si no
piensan así, deberían leer TODA la literatura científica, psicológica y de
comportamiento social de las últimas décadas.

Finalmente, quienes pensamos distinto, nos estamos posicionando


claramente en dos bandos con evidentes intersecciones: uno mas
“liberal / conservador” y otro mas “liberal / colectivista” (aunque
suene contradictorio). Yo estoy en el primero. Y aquí se juega el gran
debate, en los matices, en los detalles, y tenemos que ser auto críticos
y aprender a entender cuánto está pesando el sentimiento o la razón
en nuestras convicciones, y dialogar. Nada mas.
Hay poderes muy grandes hoy, mucho más grandes que nuestros
problemas domésticos, cambiando el mundo y encaminándolo hacia
lugares que no necesariamente queremos. Lo último que necesitamos
es una gran masa de gente sentimental, fácil de dominar.

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