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Generalidades del Sistema Óseo y Articulaciones

El aparato locomotor se divide


en sistema muscular, sistema
articular y sistema óseo; el cual
será el sistema principal a
estudiar. Los huesos que
componen este sistema óseo son
órganos
duros, un tejido conjuntivo duro
muy especializado que tienen
funciones como soporte,
protección, dar forma al cuerpo
y la hematopoyesis.
También otro elemento que
conforma el esqueleto es el
cartílago, el cual es un tipo de
tejido
semirrígido y elástico, forma
parte del esqueleto responsable
del movimiento, este no tiene
irrigación capilar por sí mismo,
y este puede ser clasificado en
cartílago epifisiario, también
denominado cartílago de
crecimiento y cartílago
articular, el cual cubre las
articulaciones.
(Moore, 2003)
El esqueleto humano se
divide en axial y apendicular. El
esqueleto axial abarca la línea
media del cuerpo, es decir
cabeza cuello tronco. Por otra
parte, el esqueleto apendicular
abarca
todo lo que se sale del eje de la
línea media, es decir mimbro
inferior y superior
El aparato locomotor está compuesto por el sistema muscular, sistema articular y sistema óseo; donde juntos
permiten al cuerpo humano mantenerse en pie y realizar diversos movimientos, por lo tanto, en esta ocasión será el
principal sistema a estudiar.
El esqueleto humano está formado por huesos, articulaciones, ligamentos y cartílagos. Además, se divide en dos
tipos de esqueleto:
 El esqueleto axial: se encuentra formado por los huesos que forman la línea media del cuerpo como la
cabeza, el cuello y el tronco.
 El esqueleto apendicular: está integrado por los huesos que salen de la línea media del cuerpo, son los que
forman los miembros superiores e inferiores del cuerpo, incluyendo la cintura pélvica y escapular.

Los huesos son órganos duros muy especializados formados por tejido conjuntivo duro y constituyen gran
porcentaje del esqueleto humano. Se encargan de proporcionar funciones tales como dar forma, soporte y protección
al cuerpo; así como es la base mecánica del movimiento y contribuye en la producción de células sanguíneas a partir
de sus células madre o mejor conocido como la hematopoyesis.
El cuerpo humano está compuesto de 206 huesos articulados entre sí y se encuentran distribuidos de la siguiente
manera: 14 huesos en la cara, 6 huesos en el oído (tres en cada oído), 8 huesos en el cráneo, 1 huesos hioides (único
hueso que no se articula con otro, se encuentra suspendido), 26 huesos en la columna vertebral, 25 en el tórax, 62 en
los miembros inferiores (31 en cada lado) y 64 en los miembros superiores (32 en cada lado).
Los huesos están constituidos por dos tipos componentes: orgánicos, que incluyen a los osteocitos (brindan sostén),
osteoclastos (descalcifican los huesos) y los osteoblastos (realizan la reconstrucción ósea) estas tres partes
constituyen aproximadamente el 33% de la constitución del hueso; y componentes inorgánicos, que incluyen
materiales sin vida como sales minerales que confieren dureza y rigidez a los huesos, representando un 67% de la
composición del hueso, como fibras de colágeno, fosfato y calcio.

Figura 1. Vista anterior y


posterior del esqueleto humano.
(Marieb, 2008, p. 136).
En el cuerpo, la proporción de cartílago y hueso en el esqueleto
cambia a medida que la persona crece; cuanto más joven, más cantidad de cartílago posee (Moore, 2017, p. 91). Y
los huesos cuentan con la gran capacidad de ir alargándose y aumentando de tamaño a través de los años, lo cual
ocurre debido a que están formados por dos tipos de tejido óseo que se diferencian por su estructura a través de la
cantidad de número, tamaño de espacios y materia sólida que cada uno de los huesos posee:
 Tejido óseo compacto: está constituido principalmente por osteonas o sistema de Havers, se consideran
como la unidad mínima funcional del hueso. Entre cada osteona se encuentran los canales de Volkmann,
los cuales recorren de transversalmente el hueso y comunica a las osteonas. Este tipo de tejido se localiza
normalmente en la diáfisis de los huesos largos y en la periferia del hueso, representando aproximadamente
el 80% de nuestro esqueleto.
 Tejido óseo esponjoso: se encuentra en la epífisis de los huesos planos, generalmente en la médula ósea
roja.
Estos tejidos óseos se encuentran generalmente en los dos tipos de huesos: hueso esponjoso y hueso compacto. Los
huesos tienden a tener una capa superficial delgada de hueso compacto alrededor de una masa central de hueso
esponjoso, excepto cuando el hueso esponjoso queda reemplazado por la cavidad medular. En la cavidad medular
está situado igualmente la médula ósea roja y amarilla, o una combinación de ambas. Todos los elementos del
esqueleto son cubiertos como funda por un tipo de tejido conectivo fibroso, excepto donde hay cartílago articular. El
periostio es el elemento que rodea los huesos, mientras que el que existe en torno al cartílago es el pericondrio.
Ambos se encargan principalmente de nutrir las caras externas del tejido esquelético, proporcionando la interfase
para la inserción de los tendones y ligamentos.

Los huesos según su forma se clasifican en:


 Huesos largos: son de forma tubular, su longitud tiende a ser mayor a su espesor y anchura, tiene dos
epífisis y una diáfisis. Donde se encuentra la médula ósea, está compuesta de cartílago de crecimiento y una
cavidad medular.
 Huesos cortos: son en forma de cubo; su espesor, anchura y longitud son iguales y se hallan sólo en el tarso
de los tobillos y en el carpo de las muñecas.
 Huesos planos: se caracterizan porque su anchura es mayor a su espesor y longitud, además cumplen
normalmente una función protectora.
 Huesos irregulares: son aquellos que no poseen una forma específica. Tienen formas diferentes a las de los
huesos cortos, planos y largos.
 Huesos sesamoideos: se forman en algunos tendones y se encuentran donde estos cruzan los extremos de
los huesos largos de los miembros y se encargan de proteger los tendones frente a un excesivo desgaste.

Figura 2. Clasificación de los huesos según


su forma. (Marieb, 2008, p. 136).

Todos los huesos proceden del tejido conectivo embrionario denominado mesénquima, y se da por medio de dos
procesos totalmente diferentes:
 Osificación intramembranosa (formación de hueso membranoso): se forman durante el período embrionario
los moldes de los huesos mesenquimatosos, y la osificación directa de la mesénquima se inicia en el
período fetal. (Moore, 2017, p. 95).
 Osificación endocondral (formación de hueso cartilaginoso): a partir de la mesénquima se forman los
moldes de los huesos cartilaginosos durante el período fetal y el hueso reemplaza posteriormente a la
mayor parte del cartílago. (Moore, 2017, p. 95).

Los vasos sanguíneos más visibles que irrigan los huesos del cuerpo humano son las arterias nutricias, que surgen
como ramas independientes de arterias adyacentes extra periósticas y pasan oblicuamente a lo largo del hueso
compacto de la diáfisis de un hueso largo por medio de los forámenes nutricios. Se encargan de irrigar la médula
ósea, los huesos esponjosos y las porciones más profundas del hueso compacto, aunque el gran porcentaje de este se
nutre a partir de muchas ramas pequeñas de las arterias periósticas. Por lo tanto, se debe evitar la extirpación del
periostio porque produce la muerte del hueso. La sangre llega a los osteocitos en el hueso compacto por medio de
los sistemas de osteonas, que albergan pequeños vasos sanguíneos. Los extremos de los huesos reciben su irrigación
de arterias metafisarias y epifisarias, que se originan principalmente en las arterias que nutren las articulaciones. En
los miembros, estas arterias generalmente forman parte de un plexo arterial periarticular que rodea la articulación, lo
que garantiza el flujo sanguíneo distal a la articulación, sin importar la posición que es asumida por esta. Mediante
los forámenes nutricios las venas acompañan a las arterias a su paso. Muchas venas de gran calibre salen también a
través de agujeros cercanos a los extremos articulares de los huesos. Los huesos con médula ósea roja tienen una
gran número de venas gruesas. Los vasos linfáticos son también abundantes en el periostio. Los nervios acompañan
normalmente a los vasos sanguíneos óseos. El periostio está inervado por una gran cantidad de nervios sensitivos
portadores de fibras de la sensibilidad dolorosa. (Moore, 2017, p. 97 y 98).

Antes de proceder, es necesario el repaso de diversos términos relacionados al movimiento, así como los planos de
nuestro cuerpo como:
 Plano sagital: va a lo largo del plano longitudinal del cuerpo, dividiéndolo en partes derecha e izquierda.
 Plano frontal: se corta en un plano longitudinal que divide el cuerpo (o un órgano) en partes anterior y
posterior.
 Plano transversal: es un corte que sigue un plano horizontal y divide con ello el cuerpo o el órgano en
partes superior e inferior.

 Flexión: consiste en el movimiento que reduce el ángulo de la articulación y acerca dos huesos entre sí, se
realiza generalmente en el plano sagital.
 Extensión: es un movimiento que aumenta el ángulo o la distancia entre dos huesos o partes del cuerpo.
 Rotación: movimiento de un hueso alrededor de su eje longitudinal.
 Abducción: consiste en mover una extremidad hacia fuera (generalmente en el plano frontal) desde la línea
o el plano medio del cuerpo.
 Aducción: consiste en mover una extremidad hacia la línea media del cuerpo.
 Circunducción: es una combinación de los movimientos de flexión, extensión, abducción y aducción típica
en las articulaciones de rótula como los hombros.
Otro elemento que conforma el esqueleto son las articulaciones, son conocidas como las uniones entre dos o más
huesos o partes rígidas del esqueleto. Estas tienden a presentar dos funciones usualmente que son: mantener los
huesos juntos firmemente y proporcionar movilidad al rígido esqueleto.
Según el tipo de material que une a los huesos o el modo en el que articulan con estos mismos, describen tres tipos
de articulaciones:
1. Articulaciones sinoviales: los huesos se unen por medio de una cápsula articular que comprende y engloba
una cavidad articular. Esta cavidad es un espacio que contiene una a cantidad pequeña de líquido sinovial
lubrificante, producido por la membrana sinovial.
2. Articulaciones fibrosas: los huesos se unen por medio de tejido fibroso. La amplitud de los movimientos
que se producen en este tipo de articulación depende totalmente de la longitud de las fibras que se
encargan de unir los huesos articulados.
3. Articulaciones cartilaginosas: los huesos se unen por medio de cartílago hialino o fibrocartílago.

Las articulaciones sinoviales son las más comunes y permiten que se den movimientos libres entre los huesos que
unen. Son conocidas como articulaciones de locomoción, típicas en casi todas las articulaciones de los miembros.
Suelen estar revestidos por ligamentos accesorios, que son externos a la articulación (extrínsecos) o constituyen un
engrosamiento de una parte de la cápsula articular (intrínsecos). (Moore, 2017, p. 105).
Los seis tipos principales de articulaciones sinoviales se clasifican según el tipo de movimientos que permiten y/o la
morfología de las superficies articulares:
1. Articulaciones planas: permiten movimientos de deslizamiento en el plano de las superficies articulares.
Son numerosas y generalmente de tamaño pequeño.
2. Articulaciones trocleares (gínglimos): se da como poleas, sólo permiten la flexión y la extensión. Se
localizan en el plano sagital del cuerpo humano.
3. Articulaciones en silla de montar: permiten la abducción y la aducción, así como la flexión y la extensión,
son consideradas articulaciones biaxiales ya que permiten movimientos en dos planos, sagital y frontal.
4. Articulaciones elipsoideas (condílea): permiten la flexión y la extensión, además de la abducción y la
aducción; por lo tanto, son también biaxiales.
5. Articulaciones esferoideas (enartrosis): son articulaciones multiaxiales que permiten los movimientos en
múltiples ejes y planos: flexión y extensión, abducción y aducción, rotación medial y lateral, y
circunducción.
6. Articulaciones en forma de pivote: permiten al hueso rotar entorno a un eje central.

Las articulaciones reciben su irrigación sanguínea de las arterias articulares que se originan en los vasos que
rodean la articulación y las mismas reciben una gran cantidad de inervaciones proporcionadas por los nervios
articulares; los cuales se encargan de transmitir impulsos sensitivos de la articulación permitiendo conocer los
movimientos y la posición de las partes del cuerpo. Las arterias generalmente se comunican para formar
diversas redes que garantizan lo que es la vascularización de la articulación en las diversas posiciones.
Figura 3. Los seis tipos de articulaciones
sinoviales. (Moore, 2017, p. 106).

Referencias bibliográficas
Moore, K., Dalley, A. y Agur, A. (2017). Anatomía con orientación clínica. 8va ed. L'Hospitalet de Llobregat:
Wolters Kluwer/Lippincott Williams & Wilkins Health.

Marieb. E. (2008). Anatomía y Fisiología Humana. 9na Edición. España. 655 p.

Guía MD. (Dirección). (2018). Sistema óseo y sus 206 huesos en 31 mins. [Vídeo] Youtube.

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