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El derecho de los jueces- Diego López Medina.

La jurisprudencia en el delito de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes.

Los jueces son los encargados de interpretar, aplicar las leyes y proteger los derechos
fundamentales, para eso recurren a la jurisprudencia con la finalidad de resolver los
diversos casos que se pueden presentar y llenar o aclarar los vacíos en las normas, a
esto se ve limitado su actuar. Nuestro sistema jurídico se basa principalmente en una
superioridad de la ley y el constituyente sobre los jueces, estos deben ser capaz de
adaptarse a las disposiciones legales para el fallo de las sentencias. En la práctica la
jurisprudencia ha mantenido sus líneas centrales y esta es acertada cuando va de la
mano con los valores, múltiples objetivos y principios que fundamentan el
ordenamiento jurídico, para que así este se mantenga estable, íntegro y coherente.

Ahora bien, no es un secreto la lucha que ha tenido nuestro país referente al delito de
tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, dicha problemática nos ha afectado en
muchos ámbitos, ya que, hemos estado en una batalla constante con el narcotráfico,
que si bien se han adoptado diversas medidas, tanto nacionales como
internacionales, estas aún no son suficientes para acabar con el problema de raíz. Se
considera que este delito atenta contra la salud pública, por ende, es necesario buscar
soluciones, no solo en el ámbito penal, sino diseñar estrategias para que no se
incremente la adicción y comercialización de estupefacientes.

A lo largo del tiempo la jurisprudencia se ha encargado de desarrollar criterios


interpretativos sobre el delito en cuestión, con la finalidad de darle coherencia a la
administración de justicia, además debido a la batalla contra el narcotráfico y los
carteles de droga ha tenido que diseñar reformas legislativas, incluso, ha habido
convenios y acuerdos con otros países.

En el caso de la despenalización de la dosis personal, que de acuerdo con la Ley 30 de


1986 “la dosis mínima o dosis personal de droga es aquella que una persona porta o
conserva para su propio consumo, la cual no puede exceder los 20 gramos de
marihuana, cinco gramos de hachís, un gramo de cocaína o de cualquier sustancia a
base de cocaína y hasta dos gramos de metacualona.” El 5 de Mayo de 1994 la Corte
Constitucional Colombiana, expidió la sentencia C-221, mediante la cual se
despenalizó el porte y consumo de estupefacientes, como consecuencia que un
ciudadano llevó a cabo una demanda para que se declarara inexequible el literal J del
artículo 2° y artículo 51 de la ley mencionada anteriormente, puesto que lo consideró
inconstitucional.
En dicha sentencia se tuvo como referente los siguientes criterios, no se puede
imponer sanciones a las personas que consumen estupefacientes porque su conducta
no afecta a otros; el Estado no puede garantizar la curación de la drogadicción y
definir la cantidad de la dosis, ya que se desconocen las necesidades de cada una de
las personas la consumen.
La Corte afirmó que esta situación hace parte de la intimidad de las personas y que es
una esfera en la cual el derecho no puede intervenir, pues, si bien este tiene como
finalidad regular el comportamiento de los individuos en la sociedad, no tiene que
intervenir cuando una conducta no atente contra el bienestar de otras personas.
“Puede afirmarse con certeza que lo que caracteriza a esa forma específica de control
de la conducta humana es el tener como objeto de regulación el comportamiento
interferido, esto es, las acciones de una persona en la medida en que ingieren en la
órbita de acción de otra u otras, se entrecruzan con ella, la interfieren. Mientras esto
no ocurra, es la norma moral la que evalúa la conducta del sujeto actuante
(incluyendo la conducta omisiva dentro de la categoría genérica de la acción). Por eso
se dice, con toda propiedad que mientras la norma jurídica es bilateral, la moral es
unilateral.” (Sentencia C-221/94)

Se logró establecer que la persona que portara la dosis personal, debía demostrar su
adicción a dicha sustancia, además demostrar que no tiene como finalidad la
comercialización o distribución de la misma, solo se permite el consumo siempre y
cuando no afecte a terceros. Por consiguiente, aquellos decretos que buscaran
penalizar esto, estarían actuando en contra de la Carta Magna.
Ahora bien, nos encontramos con la Sentencia C-574 de 2011, la cual podemos tomar
como un segundo punto que nos permite actualizar la línea jurisprudencial y lograr
identificar así, una perspectiva más amplia del tema en cuestión. Esta trata de un
caso de control de constitucionalidad sobre actos legislativos, también hace un
recuento de la doctrina y una analogía de los precedentes de la línea jurisprudencial.

En esta Sentencia, un grupo de ciudadanos, demandó como inconstitucional lo


establecido en el artículo 1° del Acto Legislativo 02 de 2009 (por el cual se reforma el
artículo 49 de la Constitución) “El porte y el consumo de sustancias estupefacientes o
sicotrópicas está prohibido, salvo prescripción médica.” Señalaron que esta
expresión sustituye la autonomía personal como elemento fundamental de la Carta,
se basaron en la sentencia que mencionamos en un principio, puesto que despenalizó
el consumo personal de drogas bajo el criterio que las personas somos libres y
autónomas, también argumentaron que esto podría llevar o dar cabida a la
penalización del porte de estas sustancias.

La Corte finalmente rechazó dicha demanda, y afirmó que esta interpretación no era
acertada. “La Corte estima que la demanda contra el artículo 1 (parcial) del Acto
Legislativo 2° de 2009, es sustancialmente inepta ya que no está suficientemente
argumentada (requisito de insuficiencia) y no se formula la proposición jurídica
completa, indispensables para que pudiera entrar a realizar un examen y proferir una
decisión de fondo.” (Sentencia C-574/11).

En conclusión, luego de plantear la problemática del tráfico, fabricación y porte de


estupefacientes en Colombia, y analizar las sentencias, podemos decir que la
jurisprudencia ha jugado un papel fundamental desde sus inicios en este ámbito,
puesto que es la parte formal y material del derecho en el ordenamiento jurídico, nos
permite destacar la importancia del papel de los jueces en la formación de criterios
para impartir justicia, que si bien es limitado, es vital para evitar la violacion de lo
establecido en la Constitución y el correcto funcionamiento del sistema.

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