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M1 - MEDIDAS ESTATALES DE PREVENCIÓN

Introducción

El grado de afectación sobre sus poblaciones, la incidencia que ha tenido tanto en la economía y como en la política de los
Estados, la posibilidad de que nuevas personas se involucren en la actividad, son cuestiones que han sido debidamente
receptadas por instituciones internacionales, generado políticas tendientes a erradicar la actividad del narcotráfico en el
mundo.

La organización de las Naciones Unidas ha atacado especialmente este flagelo, en particular con la creación de la Oficina
contra la droga y el delito (ONUDD) y la Comisión de Estupefacientes, las que trabajan en forma coordinada con los
países afectados y otras agencias internacionales. 

En este sentido se ha puesto especial foco en dos cuestiones fundamentales: primero la de conseguir la ratificación y
aplicación de los tratados internacionales sobre la materia en los distintos Estados; y segundo, a incentivar la elaboración
de leyes penales locales de combate a las drogas, a las organizaciones transnacionales, la delincuencia y el terrorismo.

Asimismo, se ha instado a los estados han elaborar políticas de prevención al consumo de estupefacientes en la órbita de
la educación, la salud y la asistencia social.

Desde este lugar se han trazado acciones concretas dedicadas al tratamiento, rehabilitación y reinserción posterior de los
consumidores afectados por este padecimiento, ponderando en ellas el debido respeto a los Derechos Humanos de las
personas.

Las políticas de combate al narcotráfico, pasaron primero por un modelo de prohibición, declarando a las drogas y a los
grupos que las producían, introducían y comercializaban como enemigo público número uno de los estados. Luego se
pasó a una estrategia -en muchos países- de despenalización del consumo de estupefacientes, elaborando normas que
fiscalicen su producción y uso, atacando el tema como una cuestión relacionada a la salud pública.

Desde este punto de vista y analizadas las estadísticas judiciales que dan que el mayor número de procesos, imputados y
condenados en causas relacionadas a Estupefacientes, son los relacionados directamente con consumidores o los llamados
puntos de venta al menudeo, es que se han elaborado distintos trabajos desde instituciones especializadas, publicado
artículos doctrinarios y pronunciado resoluciones judiciales, destinados a despenalizar la tenencia para consumo y el
consumo de estupefacientes en el ámbito privado, a morigerar las escalas penales, declarando incluso la
inconstitucionalidad –en algunos casos- del mínimo de la escala penal prevista por la ley 23.737, y la regulación de la
producción y venta del cannabis.

Existen vacíos legales y falta de consensos sobre los cuales se debe avanzar, dada la complejidad que presenta la
problemática del narcotráfico. Es necesario crear políticas dirigidas a la atención y prevención, sumados a otras que se
ocupen del problema de la producción y comercialización de las drogas.
MEDIDAS DE PREVENCIÓN POR PARTE DEL ESTADO

Conforme hemos venido estudiando y analizado respecto al tema de la narcocriminalidad, desde el punto de vista del
abordaje por parte del Estado, pasamos primero desde una única perspectiva legislativa penal caracterizada por una
marcada tendencia a la persecución de todas las actividades relacionadas con el narcotráfico (que incluso llegaba a
penalizar determinadas conductas que afectaban únicamente a la intimidad de las personas); para  luego seguir con el
tratamiento de estos comportamientos (uso y consumo de estupefacientes) ya como parte de una problemática
perteneciente a la salud pública de los Estados, estigmatizando a los usuarios de estupefacientes como enfermos
susceptibles de tratamientos de internación, incluso en algunos casos de forma coactiva.

Este nuevo paradigma propone el análisis de la cuestión desde una perspectiva humanitaria, que demanda un mayor
esfuerzo del Estado, requiriendo una intervención conjunta de todos sus ministerios y partes que lo componen.

Se trata de un enfoque de la problemática que analiza aspectos multicausales y que necesita, en consecuencia, un
tratamiento multidisciplinario.
Uno de los principales desafíos ha sido determinar cuál es el perfil del consumidor en la República Argentina, ¿Quién,
¿cómo y qué consume?, ¿Cuáles son los centros de atención destinados a los consumidores?, ¿De qué están compuestas
las sustancias que consumen?, ¿Cuáles son los factores determinantes y coadyuvantes del consumo?, ¿Conoce la
población cuáles son los efectos del consumo de sustancias? (Baigun y Zaffaroni, 2013, pp. 439-440).  

Estas son las principales preguntas que debemos respondernos.

Las respuestas a estos interrogantes requieren de una interacción multidisciplinaria por parte del Estado, tratando de que
esta sea lo más precisa posible.

Uno de los principales medios que el Estado debe garantizar es el de acceso a la justicia, principio enmarcado
principalmente en los tratados internacionales a los que nuestro país ha adherido, principalmente incorporados a nuestra
legislación a partir de la reforma constitucional de 1994 y de la anexión del artículo 75, inciso 22, que les otorga jerarquía
superior a las leyes.
Toda persona puede ocurrir a los tribunales para hacer valer sus derechos. Asimismo, debe disponer de un procedimiento
sencillo y breve por el cual la justicia lo ampare contra actos de la autoridad que violen, en perjuicio suyo, alguno de los
derechos fundamentales consagrados constitucionalmente. 1 

Este acceso a la justicia es un derecho que incide directamente sobre la salud pública y requiere que este sea receptado en
forma inmediata y multidisciplinaria, con atención directa y especializada, debiendo sortearse los problemas cotidianos,
como la falta de estructura adecuada, de personal capacitado y de información correcta.

Desde este punto de vista, no podemos dejar de lado el hecho de que toda norma que se dicte al respecto debe adecuarse a
los preceptos de nuestra Carta Marga y a los tratados internacionales a los que nuestro país ha adherido. Asimismo, deben
ser evaluadas judicialmente a partir de estas pautas mediante los debidos controles de constitucionalidad y de
convencionalidad (incluso de oficio por los tribunales intervinientes).

Control de Constitucionalidad
Es un grupo de herramientas jurídicas el elaborado para examinar la correspondencia entre los actos
emanados por los organismos que dictan las normas en el ejercicio del poder y lo regido en la Constitución
Nacional, revocándolos cuando aquellos resulten contradictorios a los principios constitucionales. 
Control de convencionalidad 
Es una creación pretoriana a partir de la cual los tribunales (aún de oficio) deben ejercer entre las normas
internas y los  tratados internacionales a los cuales ha adherido y ha incorporado.

Como caso práctico traído a estudio, reproduciremos parte de la resolución dictada por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación (CSJN) en el caso “Rodríguez Pereira” 2. Se trata de la posición fijada por la Corte respecto al control de
convencionalidad y constitucionalidad que deben hacer los jueces, incluso de oficio.

Lo importante de esta resolución es que cualquier derecho individual o colectivo consagrado por nuestra Constitución
Nacional y receptado por los tratados internacionales a los que nuestro país ha adherido deben ser contemplados de oficio
por los tribunales intervinientes en cualquier causa que sea traiga para la resolución de estos.

Esta primera parte es una introducción que la sentencia hace a la causa propiamente dicha.

CASO PRÁCTICO Fallo “R. 401. XLIII. Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otra c/Ejército argentino s/daños y
perjuicios”, Bs. As., 27/11/2012.
La Cámara Federal de Apelaciones de La Plata admitió, con fundamento en normas de derecho común, el reclamo
indemnizatorio del actor por las lesiones que sufriera mientras cumplía con el servicio militar obligatorio y elevó el monto
de la condena impuesta en la instancia anterior. A raíz de ello, el demandado dedujo recurso extraordinario. La Corte, por
mayoría, confirmó lo resuelto. El juez Fayt coincidió con tal criterio. El juez Petracchi, en disidencia, se remitió al
dictamen de la Procuración General que a su vez, reiteró el criterio sostenido en los precedentes “Bertinotti”, “Fiarosky”,
“Picard”, “Soubie” y “Morelli” (Fallos: 315:2207; 318:1621; 319:2620; 324:488 y 326:407)-. La Corte Suprema declaró
la inconstitucionalidad de oficio del art. 76, inc. 3º, ap. c), de la ley 19.101 -régimen indemnizatorio específico para el
personal militar-, texto según ley 22.511 porque entendió que el monto de la indemnización conforme la aplicación de ese
régimen especial no repara integralmente el daño sufrido por el actor -lesiones sufridas mientras cumplía el servicio
militar obligatorio-, y confirmó la sentencia que admitió el reclamo indemnizatorio -sustentada en el derecho común-, en
el que no solo se tiene en cuenta el resarcimiento del perjuicio moral que el sistema especial no contempla, sino también
otras pautas que exceden de la mera incapacidad.  3

Vemos cómo la Suprema Corte de Justicia valora la normativa dictada por el Poder legislativo, a la luz de los derechos y
garantías individuales; incluso lo hace apartándose de la regla que circunscribe el estudio a las materias sobre las que las
partes se sienten agraviadas, haciendo un debido control de respeto, goce y cumplimiento de los derechos y garantías
individuales consagrados por nuestra Constitución Nacional.

En relación al derecho de los consumidores de estupefacientes y al adecuado acceso a la justicia, es necesario garantizar el
ejercicio y goce de derecho de información; disponer y proveer centros terapéuticos de tratamiento e internación y un
servicio de justicia rápido y oportuno, como así también a las prestaciones correspondientes a la dolencia en el sistema de
salud pública. A su vez, todo ello deberá estar en sintonía con todo nuestro sistema legal y superar los controles de
constitucionalidad y convencionalidad necesarios.

Así se ha pronunciado al respecto la “Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre”, aprobada en la
Novena Conferencia Internacional Americana, en Santa Fe de Bogotá, en 1948, donde se dispuso:

“Que los pueblos americanos han dignificado la persona humana y que sus constituciones nacionales reconocen que las
instituciones jurídicas y políticas, rectoras de la vida en sociedad, tienen como fin principal la protección de los derechos
esenciales del hombre y la creación de circunstancias que le permitan progresar espiritual y materialmente y alcanzar la
felicidad;… Que la protección internacional de los derechos del hombre debe ser guía principalísima del derecho
americano en evolución; … Que la consagración americana de los derechos esenciales del hombre unida a las garantías
ofrecidas por el régimen interno de los Estados, establece el sistema inicial de protección que los Estados americanos
consideran adecuado a las actuales circunstancias sociales y jurídicas, no sin reconocer que deberán fortalecerlo cada vez
más en el campo internacional, a medida que esas circunstancias vayan siendo más propicias.” 4

Consideró un contrasentido aceptar que la Constitución Nacional confiera rango constitucional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (art. 75, inc. 22), incorpora sus disposiciones al derecho interno y, por consiguiente,
habilita la aplicación de la regla interpretativa –formulada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos- que obliga
a los tribunales nacionales a ejercer de oficio el control de convencionalidad mientras que, por otro lado, impida a esos
mismos tribunales ejercer similar examen con el fin de salvaguardar su supremacía frente a normas locales de menor
rango. Agregó que el ejercicio del control de constitucionalidad de oficio presupone que el contralor normativo a cargo
del juez se realiza en un proceso judicial ajustado a las reglas adjetivas y la descalificación constitucional se encuentra
supeditada a que en el pleito quede palmariamente demostrado que irroga a alguno de los contendientes un perjuicio
concreto que entraña un desconocimiento o una restricción manifiestos de alguna garantía, derecho, título o prerrogativa
fundados en la Constitución, siendo la actividad probatoria de las partes así como sus planteos argumentales los que deben
poner de manifiesto tal situación. 5

Vemos cómo la Corte, en esta parte, efectiviza la totalidad de derechos, garantías, prerrogativas y beneficios que
consagran los distintos tratados y convenciones internacionales, privilegiando ante todo el derecho a la vida de las
personas como derecho fundamental y, a partir de eso, los derechos a la salud, a la educación, al debido proceso, al juicio
justo y oportuno, a la libertad, entre otros. Además, podemos observar cómo impone su adecuado control a los tribunales.

Esto, a su vez, ha sido reforzado por la Comisión Americana de Derechos Humanos, que establece las garantías judiciales
que debe gozar toda persona humana, resaltando principalmente las de recurso sencillo, rápido y efectivo, que amparen el
libre ejercicio y goce de sus derechos constitucionales, convencionales y legales ante tribunales competentes. 6

Manifestó que si bien los tribunales judiciales no pueden efectuar declaraciones de inconstitucionalidad de las leyes en
abstracto, no se sigue de ello la necesidad de petición expresa de la parte interesada, pues como el control de
constitucionalidad versa sobre una cuestión de derecho y no de hecho, la potestad de los jueces de suplir el derecho que
las partes no invocan o invocan erradamente -iura novit curia- incluye el deber de mantener la supremacía de la
Constitución (art. 31 de la Constitución Nacional) aplicando, en caso de colisión de normas, la de mayor rango, la
constitucional, desechando la de rango inferior (Criterio sostenido en su disidencia en “Peyrú” -Fallos: 310:1401-;
delineado en “Mill de Pereyra”- Fallos: 324:3219- y finalmente adoptado por la mayoría del Tribunal en “Banco
Comercial de Finanzas S.A”-Fallos:327:3117-).7

Es importante apreciar cómo la Suprema Corte hace una clara distinción entre la cuestión de derecho (aplicación de la
normativa o capacidad jurídica) y la cuestión de hecho (ejercicio de los derechos concedidos), y determina que la función
de control constitucional de los jueces se enmarca dentro de la primera.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación, a partir de sus resoluciones sobre la materia, ha ratificado por sobre todo la
supremacía de nuestra Constitución Nacional. También ha resaltado la importancia de esa instancia como máximo
tribunal federal, reforzando el valor de sus decisiones y apuntando a lograr una justicia más apegada a los principios de
economía y celeridad procesal, a la par de minimizar las causas de litigiosidad, brindando mayor certeza acerca del
resultado del pleito, asegurando con ello coherencia, es decir, la no contradicción del sistema jurídico.
El control de constitucional debe ser introducido como materia de agravio a fin de que el tribunal actuante

pueda pronunciarse.

 Falso, porque no es necesario que la parte introduzca el agravio particular. La Corte y los
tribunales de oficio deben hacerlo.
El ejercicio del control de constitucionalidad de oficio presupone que el contralor normativo a cargo del juez se
realiza en un proceso judicial ajustado a las reglas adjetivas y la descalificación constitucional. Los tribunales
judiciales no pueden efectuar declaraciones de inconstitucionalidad de las leyes en abstracto, no se sigue de
ello la necesidad de petición expresa de la parte interesada, pues como el control de constitucionalidad versa
sobre una cuestión de derecho y no de hecho, la potestad de los jueces de suplir el derecho que las partes no
invocan o invocan erradamente -iura novit curia- incluye el deber de mantener la supremacía de la Constitución
(art. 31 de la Constitución Nacional) aplicando, en caso de colisión de normas, la de mayor rango, la
constitucional, desechando la de rango inferior.

La Suprema Corte introduce el control de convencionalidad de oficio al análisis que debe hacerse al momento

de dictar sentencia.    

 Verdadero, porque como creación pretoriana, la CSJN impone a los tribunales inferiores el
control de la convencionalidad, es decir, que la situación o causa para estudio no lesione
los derechos reconocidos por tratados internacionales a los que nuestro país ha adherido.
La Constitución Nacional… confiere rango constitucional a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (art. 75, inc. 22), que incorpora sus disposiciones al derecho interno y, por consiguiente, habilita la
aplicación de la regla interpretativa –formulada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos- que obliga
a los tribunales nacionales a ejercer de oficio el control de convencionalidad con el fin de salvaguardar su
supremacía frente a normas locales de menor rango.

El control de constitucionalidad es considerado una cuestión de derecho.

 Verdadero, porque no integra la cuestión fáctica traída a resolución. Por ello, su control no
implica un apartamiento de la materia de apelación propuesta por las partes en el pleito.
El control de constitucionalidad versa sobre una cuestión de derecho y no de hecho, la potestad de los jueces
de suplir el derecho que las partes no invocan o invocan erradamente -iura novit curia- incluye el deber de
mantener la supremacía de la Constitución (art. 31 de la Constitución Nacional) aplicando, en caso de colisión
de normas, la de mayor rango, la constitucional, desechando la de rango inferior.

Además, con ello amplía la independencia del Poder Judicial, al permitirle realizar el control de
constitucionalidad de oficio sobre otras disposiciones o actos que realicen los otros poderes del Estado
nacional, con el fin de defender los derechos individuales de las personas frente al avasallamiento del Estado.

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