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TRABAJO PRÁCTICO

Grupo 1
Integrantes: Martin Tula, Walter Rodriguez, Tiago Hazarabedian, Joaquin Maañon
Y Nicolas Peralta.
Comisión: 75011
Cátedra: Halperin.

Arriola, Sebastián y otros s/ RECURSO DE HECHO causa n° 9080


Análisis
El caso Arriola se basa en los hechos ocurridos en los años 2005 y 2006, en la
ciudad de Rosario, donde luego de la realización de tareas de inteligencia por parte
de la Policía Federal Argentina y varios procedimientos ordenados por la justicia
federal, se verificó la existencia de la venta de estupefacientes en una casa y se
realizaron varias detenciones, en las que se incluyeron a los vendedores de estos y
a quienes los adquirían para consumo personal.
Todas las personas fueron juzgadas por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°
2 de Rosario, que produjo dos tipos de condenas: Por un lado, a quienes poseían
estupefacientes con fines de comercialización, los sentenció con penas de prisión
efectiva y multas; y a quienes tenían estupefacientes para consumo personal, los
condenó a penas de un mes de prisión de ejecución condicional, les ordenó la
abstención de usar de estupefacientes, de abusar de bebidas alcohólicas y de
relacionarse con personas vinculadas al expendio o consumo de estupefacientes.
La aplicación de la pena de prisión se sustituyó por medidas de seguridad educativa.
Por último, rechazó el planteo de inconstitucionalidad del artículo 14, segundo
párrafo, de la Ley 23.737, el cual establece la penalización de la tenencia de
estupefacientes para consumo personal.
Las sentencias fueron apeladas, hasta llegar finalmente a la CSJN, la cual mantuvo
firmes las penas impuestas a los vendedores y desestimó los recursos presentados
por estos. También llegaron a la Corte Suprema los recursos contra las penas
aplicadas a quienes consumían los estupefacientes.
Sin embargo, antes de analizar y profundizar sobre los argumentos de la CSJN en
este caso, se debe revisar la jurisprudencia de esta en cuanto a los casos de
tenencia de estupefacientes para consumo personal. En el caso Colavini, en 1978,
la Corte Suprema designada por la dictadura cívico-militar, declaró la
constitucionalidad de la penalización de la tenencia de estupefacientes para
consumo personal. Con el retorno de la democracia y bajo el gobierno del presidente
Raúl Alfonsín, tendrá lugar una nueva Corte, conformada por Augusto Belluscio,
José Severo Caballero, Carlos Fayt, Jorge Bacqué y Enrique Petracchi; la cual
sentenció en el caso Bazterrica, en 1986, la inconstitucionalidad de la penalización
de la tenencia de estupefacientes. En octubre de 1989, la Ley 23.737 sobre
Tenencia y Tráfico de Estupefacientes derogó los artículos 1º al 11 de la Ley 20.771,
manteniendo la criminalización de la producción, fabricación y comercialización de
estupefacientes y, a pesar de la jurisprudencia de la CSJN en el caso Bazterrica,
también la penalización de la tenencia de estupefacientes para consumo personal,
la cual fue ratificada por la Corte suprema en el caso Montalvo.
También se debe tener en cuenta la composición que tenía la CSJN al momento en
que se emite el fallo sobre el caso en cuestión. En el año 2003, el presidente Néstor
Kirchner había promovido juicio político contra cinco miembros del Alto Tribunal que
habían formado parte de la Corte Suprema designada por Carlos Menem. Tres de
ellos renunciaron (los jueces Nazareno, López y Vázquez) y dos fueron destituidos
por juicio político (los jueces Moliné O’Connor y Boggiano). Posteriormente se
produjo la renuncia del juez Belluscio. La nueva CSJN quedaría integrada por dos
miembros designados en 1983 por el presidente Alfonsín –Carlos Fayt y Enrique
Petracchi–; un juez designado por el presidente Duhalde –Juan Carlos Maqueda– y
otros cuatro magistrados propuestos por el presidente Kirchner: Ricardo Lorenzetti,
Elena Highton de Nolasco, Raúl Zaffaroni y Carmen Argibay.
Llegado el punto de tener que profundizar sobre los argumentos invocados por las
partes y por la Corte, se puede destacar que la defensa sostuvo que la sentencia
apelada era violatoria del principio de reserva consagrado en el artículo 19 de la
Constitución Nacional, el cual sostiene que las acciones privadas de las personas
que no ofendan el orden y la moral pública, no pueden ser objeto de penalización,
debido a que no afectan ningún bien jurídico. Alegó que la escasa cantidad de droga
encontrada no permitía concluir que esta generaría dependencia psíquica o física
en el consumidor y que tampoco podía afectar a la salud pública.
En lo referido a la argumentación desarrollada por la CSJN, esta señala para
comenzar, que una de las cuestiones centrales en el caso era el alcance que cabe
otorgarle a las “acciones privadas” previstas en el artículo 19 de la Constitución
Nacional y al bien jurídico “salud pública”, las cuales, según el Alto Tribunal, habían
sido resueltas acertadamente en el caso “Bazterrica” y que decidía también
apartarse de la doctrina jurisprudencial del caso “Montalvo”, en el cual se había
considerado legitima la criminalización de la tenencia para consumo personal. Estos
argumentos son un indicio de como falló finalmente la Corte Suprema.
Luego, menciona que habiendo pasado 17 años de la Ley 23.737 y 18 años de la
doctrina “Montalvo”, este fue tiempo suficiente para revisar y replantear la postura
de la Corte misma sobre este tema. Sostiene que la extensión de ese periodo resultó
adecuada para demostrar que los fundamentos pragmáticos y utilitaristas que se
plantearon en “Montalvo” habían fracasado, debido a que en este último se sostuvo
que la penalización de la tenencia para el consumo personal permitiría combatir más
fácilmente a las actividades vinculadas con el comercio de estupefacientes y llegar
a resultados óptimos. Sin embargo, un informe de 2007, correspondiente a la Oficina
de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), indicaba un notorio
aumento del comercio, consumo y producción de cocaína en el país, por lo que la
interpretación restrictiva de los derechos individuales no había solucionado el
problema, sino que contribuyó a que profundizara.
Lo que diferencia a este fallo de la jurisprudencia referente a esta problemática, es
que en “Arriola” la CSJN utiliza como base de su argumentación los cambios
introducidos por la reforma constitucional de 1994, principalmente el artículo 75
inciso 22 de la Constitución Nacional, donde se les otorga jerarquía constitucional a
11 tratados internacionales de derechos humanos. Estos reconocen al derecho a la
privacidad, el cual se encuentra protegido por artículo 19 de la Constitución
Nacional, como un derecho fundamental que todos los estados deben proteger, y al
cual la Corte diferenció de la intimidad domiciliaria (art 18 CN), definiendo a esta
última como un espacio físico no accesible a terceros, mientras que la privacidad es
un ámbito de libertad subjetiva que le permite a la persona tomar decisiones
fundamentales sobre su vida sin la interferencia del estado, el cual solo puede
intervenir si se ven afectados derechos de terceros o el interés público. Esta
interpretación de la CSJN se adecua a la jurisprudencia internacional, la cual
sostiene que los estados deben disminuir el punitivismo y bregar por un marco de
mayor libertad para el desenvolvimiento de los individuos.
Se hizo énfasis también en la preocupación del derecho internacional en evitar la
revictimización de aquellas personas que son acusadas por la tenencia de
estupefacientes para consumo personal, debido a que, para la CSJN, el consumidor
seria víctima, al mismo tiempo, de la adicción a las drogas y de la criminalización
impulsada por el estado.
Por último, se invocó el principio de dignidad, proclamado por el sistema
internacional de derechos humanos, el cual apunta a tratar a la persona como un
fin en si mismo y prohibir que sea sometida a un trato utilitarista, es decir, a que se
la trate como un instrumento del interés general.
Por último, en este caso la CSJN aclara que no se esta expresando a favor de la
legalización del consumo de drogas, sino en contra de la penalización de la tenencia
para consumo personal, y también sostiene y ratifica el compromiso asumido por el
estado argentino, en diferentes tratados internacionales, de combatir contra el
narcotráfico y la adicción.
Teniendo en cuenta todos estos argumentos expuestos por la CSJN, esta terminó
declarando la inconstitucionalidad del artículo 14, segundo párrafo, de la Ley
23.737, en cuanto incriminaba la tenencia de estupefacientes para uso persona, y
también dejó sin efecto la sentencia apelada. Se debe mencionar que en la
sentencia emitida por la CSJN no hubo votos negativos.
Repercusiones
Si bien la resolución de la Corte suponía un cambio en la estrategia del estado, en
relación a dejar de perseguir a los consumidores y centrar los recursos en investigar
las grandes redes de narcotráfico, los hechos demostraron que esta expectativa era
errónea. A partir de este fallo, se presentaron más de 25 proyectos de ley que
pretendían despenalizar los delitos de consumo, pero ninguno tuvo tratamiento. Sin
embargo, en los últimos años se produjo un avance en la materia con los proyectos
relacionados al consumo con fines medicinales y terapéuticos.
Según datos de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), del año 2019, el
36% de las causas iniciadas en la Justicia federal estaban vinculadas a la tenencia
para consumo personal.
Sin prevención, ni campañas públicas masivas, el consumo fue en aumento: del
3,6% de la población consumidora en el año 2010, se pasó a un 8,3% en la
actualidad, de acuerdo a datos recolectados por el SEDRONAR.
Sin embargo, como se menciona anteriormente, la criminalización contra quienes
cultivan cannabis se mantuvo tras la sanción de esta normativa, con penas que
incluyen de 4 a 15 años de prisión. También se puede evidenciar la falta de voluntad,
por parte del sistema político, en hacer cumplir lo dispuesto por este fallo, pese a
los reclamos y movilización de numerosos sectores y organizaciones de la sociedad
civil.

Conclusión
Nuestra conclusión final como grupo es que consideramos acertada la sentencia de
la CSJN en el caso “Arriola”, ya que otorga una mirada actualizada sobre esta
cuestión, teniendo en cuenta lo establecido por la jurisprudencia internacional y el
cambio de paradigma que se ha dado en gran parte del mundo, donde la privacidad
y autodeterminación de las personas son factores de suma relevancia, y donde el
accionar del estado ha cambiado notoriamente. Creemos que ese cambio de
paradigma debe terminar de conformarse en el país, ya que los resultados que se
han observado con el paso del tiempo demuestran el fracaso del modelo de estado
punitivista, el cual debe ser reemplazado por un estado contemplativo que elimine
la condición de “tabú” que caracteriza hoy en día al debate de las adicciones y que
se replantee como se debe considerar al consumo ocasional. Este debate se tiene
que abrir, permitiendo la participación de los diferentes sectores de la sociedad y de
los especialistas, a la par de una nueva forma de abordar estos casos, en la que se
contenga a las personas que presentan este comportamiento y donde no se las
estigmatice. Por ende, consideramos que la democratización del debate sobre el
consumo y la aplicación de una perspectiva más social y humanitaria, respetuosa
de los derechos humanos, son los factores clave para avanzar en la búsqueda de
un avance, la cual contemple las necesidades y demandas exigidas por la
población.

Indalia Ponzetti De Balbin C/ Editorial Atlantida S.A. S/ Daños Y Perjuicios


Análisis
En el caso que se analizará a continuación, un fotógrafo de la revista “Gente”
obtiene subrepticiamente fotografías del entonces líder radical, Ricardo Balbín,
agonizando en la sala de terapia intensiva de una clínica de La Plata. Un día
después de su fallecimiento, el 10 de septiembre de 1981, las fotos son publicadas
en la tapa y páginas interiores de Gente, mostrando a Balbín con el torso y el vientre
desnudo, con sondas y conectado a un respirador artificial. Este hecho provocó el
sufrimiento de la familia del político fallecido y la desaprobación de esa violación a
la intimidad por parte de las autoridades y de la población. Los demandados
alegaron en su defensa el ejercicio sin fines sensacionalistas, crueles o morbosos,
del derecho de información, sosteniendo, que se intentó documentar una realidad;
y que la vida del doctor Balbín, como hombre público, tiene carácter histórico,
perteneciendo a la comunidad nacional, no habiendo intentado infringir reglas
morales, buenas costumbres o ética. La sentencia de Cámara, al confirmar la
dictada en primera instancia, hizo lugar a la a demanda sobre la base de lo dispuesto
por el art. 1071 bis del Código Civil, el cual protegía el derecho a la imagen,
establecía los requisitos para su captación y cuyas disposiciones se ven reflejadas
en el art. 53 del actual Código Civil y Comercial de la Nación. Contra ella la
demandada dedujo recurso extraordinario.
Por un lado, se encuentra el derecho a la imagen, el cual es el derecho que tiene
cada persona sobre su propia imagen, que le permite negarse a que esta sea
captada, difundida o reproducida y que se encuentra dentro de los derechos
implícitos del artículo 33 de la Constitución Nacional, a la vez de que se encuentra
garantizado por diversos tratados internacionales. Junto a este, se coloca el derecho
a la intimidad, que esta destinado a proteger la vida privada de las personas y que
se encuentra consagrado en los artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional y en
los tratados internacionales de derechos humanos. Estos dos derechos se
enfrentaron, en este caso, al derecho a la información o libertad de prensa, el cual
se basa en el derecho que tiene el pueblo a ser informado, a informar y de que se
publiquen las ideas sin censura previa. Este último derecho también se encuentra
amparado por la Constitución Nacional, en el artículo 14.
Cabe destacar que la conformación de la Corte al momento de emitir el fallo, era la
designada por el presidente Raúl Alfonsín luego del retorno de la democracia. Esta
estaba compuesta por Genaro Carrió, Augusto Belluscio, Carlos Fayt, José Severo
Caballero y Enrique Petracchi.
La Corte Suprema deja en claro que en este fallo no se encontró nunca en juego el
derecho de publicar las ideas por la prensa sin censura previa, sino los limites
jurídicos del derecho de información en relación directa con el derecho a la
privacidad o intimidad. Reconoce que la prensa se convirtió en un elemento
integrante del Estado constitucional moderno, con el derecho e incluso el deber de
ser independiente a la vez que responsable ante la Justicia de los delitos o daños
cometidos mediante su uso, con la consecuencia jurídica del ejercicio pleno de dicha
libertad. Teniendo en cuenta esta última condición, sostiene que la Constitución no
garantiza la impunidad de prensa, ya que, si la publicación es de carácter perjudicial
y si con ella se difama o injuria a una persona, se hace la apología del crimen, se
incita a la rebelión o sedición, se desacata a las autoridades nacionales o
provinciales, no pueden existir dudas acerca del derecho del Estado para reprimir o
castigar tales publicaciones.
Menciona también que el desenvolvimiento de la economía de la prensa y la
aparición de nuevas técnicas de difusión e información, obligan a un replanteo de la
concepción tradicional del ejercicio autónomo del derecho individual de emitir y
expresar el pensamiento. De este modo, se hace necesario distinguir entre el
ejercicio del derecho de la industria o comercio de la prensa, cine, radio y televisión;
el derecho individual de información mediante la emisión y expresión del
pensamiento a través de la palabra impresa, el sonido y la imagen; y el derecho
social a la información. Es decir, el derecho empresario, el derecho individual y el
derecho social, que se encuentran interrelacionados y operan en función de la
estructura de poder abierto que caracteriza a la sociedad argentina.
Al igual que en el fallo “Arriola”, la CSJN sitúa al derecho a la privacidad más allá de
la esfera doméstica, extendiéndolo a otros aspectos de la personalidad espiritual o
física de las personas tales como la integridad corporal o la imagen, las cuales no
pueden verse afectadas sin el consentimiento de la persona en cuestión o el de sus
familiares autorizados para ello.
Teniendo en cuenta los argumentos desarrollados anteriormente, la CSJN concluyó
que la publicación de la fotografía del doctor Ricardo Balbín efectuada por la revista
“Gente y la actualidad” excedió el límite legítimo y regular del derecho a la
información, dado que la fotografía fue tomada subrepticiamente la víspera de su
muerte en la sala de terapia intensiva del sanatorio en que se encontraba internado;
y que la presencia no autorizada ni consentida de un fotógrafo en una situación
límite de carácter privado que furtivamente toma una fotografía con la finalidad de
ser nota de tapa en la revista “Gente y la actualidad” no admite justificación y su
publicación representó una violación del derecho a la intimidad. Por ello, confirmó
la sentencia apelada, fallando a favor de la familia de Ricardo Balbín.

Repercusiones
El fallo “Ponzetti de Balbín” estableció que el derecho a la libertad de prensa no es
un derecho absoluto y consolidó la doctrina de la Corte sobre las figuras públicas,
la cual implica que la afectación del derecho a la imagen de estas personas debe
estar relacionada con aquellos aspectos que les otorgan popularidad, y no con
aquellos aspectos relacionados a su vida privada y de su intimidad. Esta sentencia
obtuvo el apoyo de la mayor parte de la población, que había expresado
sentimientos de rechazo frente a la publicación de la revista “Gente”.
Conclusión
Hemos llegado, como grupo, a la conclusión final de que se debe encontrar un
balance adecuado entre el ejercicio de ambos derechos, debido a que, a pesar del
precedente establecido por la CSJN en este caso, en el presente la libertad de
prensa ha avanzado sobre la autonomía de las personas, difundiendo aspectos de
la vida privada de personas que desempeñan funciones importantes dentro de la
sociedad, como los políticos u otros que, sin tener responsabilidades públicas,
despiertan el interés y la admiración de la población como actores, músicos,
deportistas, etc., y que se ven expuestos a la intromisión en su intimidad. Por lo
tanto, consideramos que el derecho a la libertad de prensa debe ser regulado para
garantizar el derecho a la privacidad, pero que también debe ser garantizado y
protegido, para asegurar el funcionamiento pleno del sistema democrático.

Fuentes:
GENOVESI, MARIANO. “Derecho a la imagen, derecho a la intimidad y libertad de
expresión”. En M. Genovesi (director). Principios Generales de Derecho Privado,
(pp. 599-635). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Eudeba, 2021.
GENOVESI, MARIANO. “Derecho a la intimidad y tenencia de estupefacientes”. En
M. Genovesi (director). Principios Generales de Derecho Privado, (pp. 635-685).
Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Eudeba, 2021.
RODRIGUEZ, GASTÓN (25 de agosto de 2019). “A 10 años del fallo Arriola
aumentan las causas por tenencia de drogas”. Tiempo Argentino. Edición N° 2323.
Recuperado de https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/a-10-anos-del-
fallo-arriola-aumentan-las-causas-por-tenencia-de-drogas/.

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