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La persona describe haber experimentado violencia desde la niñez debido a su identidad de género no binaria. Explica que la violencia en Colombia ha afectado a muchas personas a través de actos como la muerte de la amiga de su madre en un atentado de Pablo Escobar. Finalmente, concluye que la violencia ha moldeado su percepción del mundo como un lugar peligroso y polarizado, y que es importante sensibilizarse ante el otro para superar la estigmatización y el odio que perpetúan el conflicto.
La persona describe haber experimentado violencia desde la niñez debido a su identidad de género no binaria. Explica que la violencia en Colombia ha afectado a muchas personas a través de actos como la muerte de la amiga de su madre en un atentado de Pablo Escobar. Finalmente, concluye que la violencia ha moldeado su percepción del mundo como un lugar peligroso y polarizado, y que es importante sensibilizarse ante el otro para superar la estigmatización y el odio que perpetúan el conflicto.
La persona describe haber experimentado violencia desde la niñez debido a su identidad de género no binaria. Explica que la violencia en Colombia ha afectado a muchas personas a través de actos como la muerte de la amiga de su madre en un atentado de Pablo Escobar. Finalmente, concluye que la violencia ha moldeado su percepción del mundo como un lugar peligroso y polarizado, y que es importante sensibilizarse ante el otro para superar la estigmatización y el odio que perpetúan el conflicto.
La violencia en mi se ha visto como un manto que lo cubre todo desde la
incertidumbre, el miedo al acercamiento de lo diferente: lo distinto. Fui criada
sobre esta bruma del deber ser de mi cuerpo, de mi ser y aún mas normado, el deber ser de una niña y mujer. Y si bien, actualmente me identifico como persona queer, en específico como no binario, lo violento siempre ha asechado mi presencia. Se me enseñó a temerle a la existencia en la calle. Como buena niña de casa, entendí desde muy pequeña que en mi ciudad habían peligros, que no debía acercarme a ciertas cosas. La calle en mi significó un sin fin de posibilidades de ser acechada, mi cuerpo entonces se convirtió en un terreno palpable y visible. Entendí el sabor del miedo en las tardes, cuando volvía con mi mamá a mi lado. Entendí las miradas agobiantes de figuras robustas y sudorosas. Le temí a los gritos y susurros de esos hombres desde muy lejos, también en mi oído, dejé de justificar el tacto como un acto de equivocación y lo experimenté como un manto que acechaba mi cuerpo intencionadamente cada que podía, experimente la violencia de ser niña en las calles de una ciudad como esta pero más pequeña, calurosa y estrechamente poblada. Ahora bien, qué significó para mí la violencia armada en Colombia. Es una pregunta compleja porque puede ser vista de muchas formas, me retoma a pensar en la vez en que mi mamá me contó como su mejor amiga de la universidad murió explotada en uno de los buses que rechino bajo las órdenes de Pablo Escobar, pienso en ello y vuelvo a caer en este proceso mental de: ¿y qué pasó luego? ¿habrá quedado en nada como siempre? Este proceso tan colombiano del no saber qué con la violencia, la incertidumbre ensordecedora de experimentar tanto de lo del otro y no saber qué hacer con ello. Este no entender como cada día se convive con tantos actos de desdicha humada, cuantas masacres percibidas, cuantos cuerpos y acechos. Pero ¿qué hacer con todo esto? Con culpa puedo admitir que he sido victima de estos desparpajos de la violencia en mi país. Debo aceptar que por momentos he perdido el sentido de sensibilidad ante el mundo, he visto la realidad de personas lejanas a mi contexto y lo he visto tanto que ya ni el tono me conmueve, pero ¿qué hago con tanto?, creo que se vuelve un temor ser sensible ante este panorama de violencia, la violencia me ha hecho percibir el mundo desde lo lejano. Siguiendo con la percepción del conflicto, el estrés que conlleva cada elección gubernamental se convierte en un todo. El ambiente cercano se nuble para convertirse en un campo de batalla ideológico, donde siento con completa incertidumbre y miedo, que de ahí depende un posible futuro próspero en este país, la constante polarización, significa estar ante un panorama de violencia ideológica total y tajante. Por otro lado, otra consecuencia de la violencia son los ideales heredados de lo otro. Este miedo injustificado que he aprendido desde la escuela a lo diferente, la otredad que se deforma y se construye como seres ajemos y peligrosos. ¿Por qué heredé este odio al uribista? este no soportar la existencia del otro. Este entender que la otra persona por diferente, directamente es mala, significa exclusión, odio y profundo rechazo. Creo, es consecuencia directa de la violencia partidista de la cual soy claramente heredera. A modo de conclusión puedo decir que mi experiencia en cuanto a la violencia y el conflicto se traslada a mi visión sobre el cuerpo, lo otro, sobre habitar las calles y percibir el territorio desde lo político y como un campo de guerra constante, la violencia me ha trastocado desde las decisiones diarias hasta la forma en que me relaciono con el mundo, creo que el hecho de sensibilizarme ante la forma en percibo el mundo, me permite entender que el miedo y la incertidumbre son sentires normalizados en una sociedad azotada por el conflicto. Que la sensibilización ante el mundo es consecuencia de acercarse al otro y de dejar la estigmatización a un lado, y que aún más importante entender que el odio ha sido el eje que sigue perpetuando la diferencia y por consiguiente la violencia, de ahí la importancia de deconstruir los tabúes hacia lo ajeno.