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BLOQUE II

DIRECCIÓN Y SUPERVISIÓN DE ACCIDENTES DE


CONTROL DE RIESGOS PRODUCIDOS POR
FENÓMENOS NATURALES

Técnico superior en coordinación de emergencias y


Protección Civil
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Bloque II Supervisión de la Intervención en Riesgos Producidos por Fenómenos Naturales


1. Procedimientos de valoración in situ y evolución.
Los estudios de riesgos ocasionados por fenómenos naturales se basan en dos bases
teóricas: la peligrosidad natural y la vulnerabilidad. Los procesos naturales pueden ser una
amenaza potencial para todo tipo de infraestructuras, orden social, estabilidad institucional
y bienes de una comunidad, por eso algunos autores lo expresan en términos de
vulnerabilidad territorial. Según Ayala, la valoración de riesgos naturales más que una
cuestión teórica, es quizás un asunto de confusión terminológica. Los distintos autores que
trabajan en este campo han debido adaptar teorías, lenguaje, métodos y escalas de
tratamiento a las necesidades de un estudio concreto. En este contexto puede
argumentarse que la peligrosidad natural está causada por los procesos naturales, y que
estos han existido siempre al margen de la voluntad humana.

Se puede pensar que el riesgo natural surge como consecuencia de una interacción de esos
bienes humanos con los procesos naturales que los amenazan. Al conjunto de elementos
vulnerables lo denominamos: capital de riesgo, y en principio no incluye el patrimonio
natural.

Hay que tener en cuenta también otros factores de interés como las escalas de percepción
y las de estudio. La escala de percepción está referida al cómo se ve a sí misma cierta
comunidad ante un desastre natural. Además, hay que contar con los conceptos de
magnitud e intensidad.

La magnitud es hasta cierto punto una elaboración administrativa y, en consecuencia, se


estima a partir de los medios económicos disponibles por un gobierno para indemnizar a
las víctimas de una catástrofe natural. Hablamos de una distribución espacial de los daños
en función de las responsabilidades.

La intensidad estaría relacionada con las características intrínsecas del fenómeno de


peligrosidad natural, el cual puede ser más o menos fuer te. Por ejemplo, no siempre los
mismos procesos se comportan de igual manera en el mismo espacio, existiendo
diferencias entre unas zonas y otras. Con frecuencia las tormentas estivales provocan
puntualmente grandes problemas, así como el comportamiento de unos flujos de ladera
varía según el tipo de precipitación, sustrato o la propia orientación de la ladera.

En el contexto de las ciencias del medio ambiente y de la Tierra, resulta muy habitual
recurrir a modelos matemáticos como herramientas de prospección. Las valoraciones
expuestas en este punto no son ajenas a esa idea, y por tanto se expondrán dos
procedimientos cuantitativos a diferentes escalas de análisis:
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 Valoración de pérdidas en términos económicos. Un problema muy común cuando
se aplican modelos matemáticos directos es la naturaleza y origen de la información
que los alimenta. Cuando se utilizan datos económicos se recurre al mercado
inmobiliario, así como de servicios, a fin de conseguir unos valores guía.
Posterior mente esto ha de plasmarse sobre el territorio, ya que es allí donde se
efectúa la tasación de los bienes amenazados. La utilización de la información
económica, se efectúa por medio de un peritaje de una serie de tipos impositivos:
viviendas, infraestructuras de comunicaciones, red de alcantarillado o mobiliario
urbano. Todos ellos por tanto son parámetros subjetivos que mueven el mercado.
Ahora bien, la expresión matemática general para calcular el índice de riesgo
potencial será la que se muestra a continuación:

Donde:

IRjn: índice de riesgo natural potencial.


Vjn: valor de las cosas amenazadas.
vjn: porcentaje de pérdida.
Xi: pérdida económica.
Tj: retorno en años de la amenaza considerada.

Si se considerase el riesgo natural para distintas amenazas, el total lo constituirá la


suma de los resultados parciales obtenidos.

 Valoración de pérdidas en términos no económicos. Se pueden usar aproximaciones


indirectas para la valoración de riesgos naturales, manejando matrices de
diagnóstico, del mismo modo que en la evaluación de impactos ambientales. Todas
ellas valoraran la peligrosidad natural, la vulnerabilidad y el riesgo.
Peligrosidad natural. Iniciamos del hecho considerado de que el riesgo es el
producto de la vulnerabilidad por la peligrosidad ambiental. En consecuencia,
quedaría calcular qué cantidad de peligrosidad tenemos dentro del área de estudio,
así como ver cuánta vulnerabilidad hay. Por ello, en un primer momento se
configura una matriz, en cuyo margen izquierdo se anotan las unidades
ambientales. Con posterioridad se hace un listado de los procesos más importantes
presentes en el área de estudio. La siguiente formula sintetiza todas las operaciones
realizadas con una matriz para valorar la peligrosidad natural de cualquier suceso.
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Vulnerabilidad. Se considera a partir de un listado de infraestructuras que pudieran
existir en cada una de las unidades ambientales, ponderando de la misma manera
que se hace con la peligrosidad. Los índices que se obtienen en el margen derecho
de la matriz representarían el índice de vulnerabilidad total apreciada en el área de
estudio.
Riesgo. Arrancando de la igualdad propuesta con anterioridad, puede efectuarse el
producto de los índices parciales obtenidos en el apartado de vulnerabilidad por el
de peligrosidad, y así conseguir unas cifras que nos darían el riesgo que podría
existir en cada una de las unidades ambientales.

Despues se establecerían categorías de riesgo, tomando como referencia la


desviación estándar de los valores obtenidos en el producto. Así surgen cuatro
categorías:

Una vez explicados estos conceptos veremos cómo en este punto se desarrollarán los
procedimientos de valoración de riesgo o peligrosidad, según la tipología de catástrofe.

1. Avance y embalsamiento de agua en la zona afectada. Mediciones de velocidad y


caudal de agua. Medición del nivel del agua.

En España las inundaciones constituyen el riesgo natural que a lo largo del tiempo, ha
producido los mayores daños tanto materiales como en pérdida de vidas humanas. La
lucha contra los efectos de las inundaciones ha sido, desde hace muchos años, una
constante en la política de aguas y de protección civil. Así el enfoque tradicional
consistente en plantear y ejecutar soluciones estructurales, como la construcción de
presas, encauzamientos y diques de protección, se ha revelado en determinados casos
insuficiente. Por ello, ha sido complementado en las últimas décadas con actuaciones no
estructurales, tales como planes de Protección Civi l, implantación de sistemas de alerta,
corrección hidrológico-forestal de las cuencas y medidas de ordenación del territorio, para
atenuar las posibles consecuencias de las inundaciones. Este último tipo de actuaciones
son menos costosas económicamente y, a la vez, menos agresivas medio ambiental m
ente. Toda esta problemática y la búsqueda de soluciones han tenido un importante
respaldo en nuestra legislación. Así, la seguridad de las personas y bienes frente a las
inundaciones ha sido recogida tanto en el texto refundido de la Ley de Aguas, aprobado
por el Real Decreto Legislativo 1/2001, de 20 de julio, así como en la Ley 10/2001, de 5 de
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julio, del Plan Hidrológico Nacional, modificada por la Ley 11/2005, de 22 de junio.

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Esta Directiva viene a crear nuevos instrumentos a nivel comunitario, para reducir las
posibles consecuencias de las inundaciones mediante la gestión del riesgo, apoyada en
cartografía de peligrosidad y de riesgo.

La extensa normativa estatal y autonómica dictada en materia de protección civil afronta


un conjunto de cuestiones mucho más amplio que las inundaciones, pero éste es, desde
luego, uno de los riesgos naturales que se trata de prevenir y afrontar a través de aquella.
Dejando al margen los problemas de articulación competencial entre ambas esferas
territoriales que fueron abordados frontalmente en las SSTC 123/1984 y 133/1990, hay que
mencionar aquí la aprobación por el Consejo de Ministros, en 9 de diciembre de 1994, de la
"Directriz Básica de Planificación de Protección Civil ante el Riesgo de Inundaciones" [BOE
14 de febrero de 1995].

Esta directriz define como avenida el "aumento excepcional del caudal de agua en un
cauce, que puede o no producir desbordamientos o inundaciones". En esta definición lo
decisivo es el carácter "inusual " de la crecida, siendo, en principio, irrelevante que se
produzca o no un desbordamiento del cauce. Aunque sólo sea por este dato, es manifiesta
la asimetría con el concepto de zona inundable que maneja la legislación de aguas.
Podemos definir las inundaciones como "sumersión temporal de terrenos normalmente
secos, como consecuencia de la aportación inusual y más o menos repentina de una
cantidad de agua superior a la que es habitual en una zona determinada”. En esta
definición destaca el carácter temporal y ocasional de la inundación, consecuencia de la
avenida, aunque ésta no siempre produzca inundaciones.

Al listar los "elementos básicos para la planificación de protección civil ante el riesgo de
inundaciones ", se incluye el "análisis de las zonas inundables", cuya finalidad es "la
identificación y clasificación de las áreas inundables del territorio a que cada plan se
refiera", con arreglo a los criterios que se indican [zonas de inundación frecuente, de
inundación ocasional y de inundación excepcional]. La "zonificación territorial" así realizada
" se revisará teniendo en cuenta la delimitación de zonas que, al objeto de la aplicación del
artículo 14 del Reglamento del Dominio Público Hidráulico se derive del desarrollo de los
Planes Hidrológicos de Cuenca". Como puede apreciarse, aquí hay un punto de conexión
importante con la legislación de aguas. La zonificación que deben contener los planes de
protección civil no es necesariamente coincidente con la "delimitación" que resulte del
desarrollo de los PHD, pero debe " tenerla en cuenta", así pues, se deberá revisar una a la
vista de la otra.
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La clasificación de las zonas se hace lógicamente, en función del riesgo [alto, significativo y
bajo). Identificando también las áreas de posibles evacuaciones, las que puedan quedar
aisladas y los posibles núcleos de recepción y albergue de las personas evacuadas. Esta
zonificación será objeto de los planes de las comunidades autónomas, que habrán de
precisar los datos relevantes de cada zona, incluyendo su localización y superficie, lo que
implica una identificación precisa de sus contornos.

En resumidas cuentas, la normativa de protección civil exige la identificación de las áreas


inundables, mediante una zonificación que no es necesariamente coincidente con la
delimitación que de ellas se realice conforme a la legislación de aguas, pero que debe
"tenerla en cuenta".

1.1. La evaluación y gestión de riesgos de inundación.

Los procedimientos para desarrollar la evaluación preliminar del riesgo de inundación, los
mapas de peligrosidad y riesgo y los planes de gestión de los riesgos de inundación. Estos
son los tres instrumentos que articulan las políticas públicas en la materia. La avenida se
define en los mismos términos que emplea la directriz básica de protección civil, antes
comentada como: el aumento inusual del caudal de agua en un cauce que puede o no
producir desbordamientos e inundaciones. La inundación se define como el anegamiento
temporal de terrenos que no están normalmente cubiertos de agua ocasionadas por
desbordamiento de ríos, torrentes de montaña y demás corrientes de agua continuas o
intermitentes, as í como las inundaciones causadas por el mar en las zonas costeras y las
producidas por la acción conjunta de ríos y mar en las zonas de transición. Estas
definiciones coinciden en lo sustancial: el carácter temporal y el origen en el
desbordamiento de cursos de agua o la acción del mar [o la conjunta de ambos].

La evaluación preliminar del riesgo

Se realizará en cada demarcación hidrográfica una evaluación preliminar del riesgo de


inundación, con objeto de determinar aquellas zonas del territorio para las cuales se haya
llegado a la conclusión de que existe un riesgo potencial de inundación significativo o en las
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cuales la materialización de ese riesgo pueda considerarse probable [art. 5]. El resultado
de la evaluación preliminar se someterá a consulta pública durante un plazo mínimo de
tres meses.

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El Sistema Nacional de Cartografía de Zonas lnundables

El siguiente paso es la elaboración de mapas de peligrosidad por inundación para las zonas
determinadas en la evaluación preliminar. Estos mapas contemplarán, al menos, los
siguientes escenarios:

 Alta probabilidad de inundación.


 Probabilidad media de inundación. Periodo de retorno mayor o igual a 100 años.
 Baja probabilidad de inundación o escenario de eventos extremos. Periodo de
retorno igual a 500 años.

Por otro lado, en cada demarcación hidrográfica se elaborarán mapas de riesgo de


inundación para las zonas identificadas en la evaluación preliminar. Estos mapas incluirán,
como mínimo, la información siguiente para cada uno de los escenarios mencionados:

 Número indicativo de habitantes y tipo de actividad económica que puede verse


afectada.
 Instalaciones industriales que puedan acarrear contaminación accidental en caso de
inundación, así como las estaciones depuradoras de aguas residuales.
 Zonas protegidas para la captación de aguas destinadas al consumo humano, masas
de agua de uso recreativo y zonas para la protección de hábitats o especies que
pueden resultar afectadas.

La información recogida en los mapas se integrará en el Sistema Nacional de Cartografía de


Zonas inundables [SNCZI], con el fin de que tenga la condición de cartografía oficial, se
inscribirá en el Registro Central de Cartografía. Estos mapas constituirán la información
fundamental en que se basarán los Planes de gestión del riesgo de inundación. El SNCZI es
accesible desde la web del MAGRAMA, a través de un visor que permite examinar los
estudios de delimitación del Dominio Público Hidráulico y los de cartografía de todas las
zonas inundables.

Los planes de gestión del riesgo de inundación

La tercera y última fase es, precisamente, la creación de planes de gestión del riesgo de
inundación. Su ámbito es también el de la demarcación hidrográfica, pero se centrarán,
lógicamente, en las zonas inundables conforme a las cartografías de peligrosidad y riesgo
elaboradas para estas zonas. Los planes están sometidos a evaluación ambiental
estratégica y se someterán a información pública durante un plazo mínimo de tres meses,
así como a informe del Consejo Nacional del Agua y de la Comisión Nacional de Protección
Civil. Se aprueban por el Gobierno de la Nación, a propuesta del organismo de cuenca en
las intercomunitarias y de la Administración hidráulica competente en las
intracomunitarias, si bien la elevación al Consejo de Ministros se hace a propuesta conjunta
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del MAGRAMA y del Ministerio del Interior lart. 13.4], este último para asegurar la
coordinación con los planes de Protección Civil.

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En las demarcaciones hidrográficas internacionales se creará la necesaria coordinación en
la elaboración y ejecución de los planes respectivos.

Los primeros planes que se elaboren contendrán, en síntesis:

 Las conclusiones de la evaluación preliminar ante el posible riesgo de inundación.


 Los mapas de peligrosidad y los mapas de riesgo de inundación.
 Una descripción de los objetivos de la gestión del riesgo de inundación en la zona
concreta a que afectan.
 Un resumen de los criterios especificados por el plan hidrológico de cuenca sobre el
estado de las masas de agua y los objetivos ambientales fijados para ellas en los
tramos con riesgo potencial significativo por inundación.
 Un resumen del contenido de los planes de protección civil existentes, una
descripción de los sistemas y medios disponibles en la cuenca para la obtención de
información hidrológica en tiempo real durante los episodios de avenida, así como
de los sistemas de predicción y ayuda a las decisiones disponibles.
 Un resumen de los programas de medidas, con indicación de las prioridades entre
ellos, que cada administración pública, en el ámbito de sus competencias, ha
aprobado para alcanzar los objetivos previstos.
 El conjunto de programas de medidas [preventivas y paliativas, estructurales o no
estructurales] y, en concreto, las de restauración fluvial, conducentes a la
recuperación del comportamiento natural de la zona inundable, las de mejora del
drenaje de infraestructuras lineales, las de predicción de avenidas, las de protección
civil, las de ordenación territorial y urbanismo y las de promoción de seguros frente
a inundaciones [en especial, los agrarios].
 Las medidas estructurales planteadas y los estudios coste beneficio que las
justifican, así como las posibles medidas de inundación controlada de terrenos.

1.2. Mediciones de velocidad y caudal de agua.

La medida de caudal en conducciones cerradas, consiste en la determinación de la cantidad


de masa o volumen que circula por la conducción en unidad de tiempo transcurrido.
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Los instrumentos que llevan a cabo la medida de un caudal se denominan, habitualmente,
caudalímetros o medidores de caudal , constituyendo una modalidad particular los
contadores, los cuales integran dispositivos adecuados para medir y justificar el volumen
que ha circulado por la conducción.

Los medidores de caudal volumétrico pueden determinar el caudal de volumen de fluido


de dos formas:

 Directamente. Mediante dispositivos de desplazamiento positivo.


 Indirectamente. Mediante dispositivos de presión diferencial, área variable,
velocidad y/o fuerza.

Por consiguiente, a grandes rasgos, el caudal de agua se podrá calcular multiplicando la


velocidad del agua [m/s] por el área de la sección [m2l. lo que produce un volumen [m3/ s].
Este aspecto solamente será aplicable a sistemas de aguas corrientes como ríos, arroyos o
cañadas.

La selección eficaz de un medidor de caudal exige un conocimiento práctico de la


tecnología del medidor, además de un profundo conocimiento del proceso y del fluido que
se quiere medir, en este caso, el agua.

Entre los principales medidores que se estudian podemos encontrar:

 Los medidores de presión diferencial. Esta clase de medidores presentan una


reducción de la sección de paso del fluido, dando lugar a que el fluido aumente su

 velocidad, lo que origina un aumento de su energía cinética y, por consiguiente, su


presión tiende a disminuir en una proporción equivalente, de acuerdo con el
principio de la conservación de la energía, creando una diferencia de presión
estática entre las secciones aguas arriba y aguas abajo del medidor.
Entre los principales tipos de medidores de presión diferencial se pueden destacar
los siguientes: placas de orificio, toberas, tubos Venturi, tubos Pitot, tubos Annubar,
codos, medidores de área variable y medidores de placa.

 Los medidores con accionamiento mecánico. Incluyen medidores de


desplazamiento positivo y medidores de tipo turbina.
Medidores de desplazamiento positivo. Miden la cantidad de fluido que circula por
un conducto, dividiendo el flujo en volúmenes separados y sumando los volúmenes
que pasan a través del medidor. Se suelen utilizar para esta tarea medidores de tipo
pistón, medidores de paletas deslizantes y/o medidores de engranajes.
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Medidores tipo turbina. Los medidores para gas y para líquido funcionan bajo el
mismo principio. Consta de una longitud de tubería en el centro de la cual hay un
rotor de paletas múltiple, montado sobre cojinetes, para que pueda girar con
facilidad, y soportado aguas arriba y aguas abajo por un dispositivo de centrado tipo
cruceta que habitualmente, incorpora un enderezador de la vena fluida. La energía
cinética del fluido circulando hace girar el rotor con una velocidad angular que, en
el margen lineal del medidor, es proporcional a la velocidad media axial del fluido y,
por tanto, al caudal volumétrico.

 Los medidores de tipo electromagnético. Emplean el mismo principio básico que el


electrogenerador, es decir, cuando un conductor se mueve a través de un campo
magnético se genera una fu erza electromotriz en el conductor, siendo su magnitud
directamente proporcional a la velocidad media del conductor en movimiento. Si el
conductor es una sección de un líquido conductor circulando por un tubo aislado
eléctricamente, a través de un campo magnético y se montan los electrodos
diametralmente opuestos en la pared de la tubería, la fuerza electromotriz
generada a través de los electrodos será directamente proporcional a la velocidad
media del fluido observado.

 Los medidores de tipo ultrasónico. Hay dos tipos de medidores ultrasónicos para la
medida de caudal en circuitos cerrados. El primero (tiempo de tránsito o de
propagación) utiliza la transmisión por impulsos, mientras que el segundo (efecto
Doppler) usa la transmisión continua de ondas.

Medidores ultrasónicos por impulsos. Estos son los más precisos y se utilizan,
preferentemente, con líquidos limpios, aunque algunos tipos permiten medidas de
líquidos con cierto contenido de partículas y gas.
Medidores ultrasónicos que utilizan el efecto Doppler. Emplean el concepto de que,
si se deja pasar el ultrasonido en un fluido en movimiento con partículas, el sonido
será reflejado de nuevo desde las partículas.

1.3. Mediciones del nivel de agua.

Ya sea de la lluvia o del nivel de agua por embalsamiento la medición, tiene como objetivo
un seguimiento de las condiciones hidrológicas que pueden producir una inundación.

Los medidores de nivel de agua están constituidos por dispositivos generalmente muy
simples y, en algunos casos pueden ser construidos localmente en las mismas empresas de
saneamiento o servicios de agua. En estos campos son innumerables las posibilidades; la
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creatividad y el ingenio producen las soluciones más variadas. No obstante, los medidores
más comunes son:

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 Escala hidrométrica. Facilita solo indicación. Las escalas hidrométricas no son otra
cosa que reglas con las cuales se lee el nivel del agua en ríos, represas, pozos de
succión, cajas de arena y tanques sin cubierta. Esta escala debe ser lo
suficientemente larga para medir el nivel cuando el río esté muy alto. Existen dos
tipos de escalas:
-Escala hidrométrica sujeta a estructura fija. Se usa cuando existen estructuras fijas.
Se emplean los pilares de los puentes, muelles o embarcaderos para colocar la
escala. El nivel inferior de la escala hidrométrica [sin contar la parte enterrada]
debe coincidir con el nivel mínimo del río, el cual será considerado como su punto
O. Cuando el nivel del agua se encuentre entre dos puntos se tomará la lectura
utilizando el punto más cercano. Las lecturas se deben tomar a cada hora en punto
e inmediatamente después que el nivel del río comienza a subir, aunque no esté
lloviendo.
-Escala hidrométrica en serie. Se emplean si no hay ninguna estructura fija cerca del
lugar donde se quiere medir el nivel del agua. Al inicio de la inundación se leen los
niveles, por ejemplo, en el árbol más cercano a la orilla del río y a medida que vaya
subiendo el nivel del agua las lecturas se hacen a mayor distancia del río hasta llegar
al segundo árbol y así sucesivamente de un árbol a otro.

 Pluviómetro. Se utiliza para calcular la cantidad de lluvia que cae en una zona
concreta durante un periodo de tiempo determinado. Los pluviómetros más
comunes utilizados por los servicios meteorológicos y en aeropuertos consisten en

 un cilindro de gran tamaño a modo de embudo que desemboca en un tubo más


estrecho con el que se realiza la medición. El cilindro, de medio metro de alto,
dirige el agua recogida hacia el tubo interior, cuya sección es la décima parte de la
que posee la parte superior del embudo. Esta diferencia permite realizar
mediciones más precisas. Además, los radares meteorológicos de largo alcance
cumplen también las funciones de una red de pluviómetros densa.
El cálculo de las precipitaciones y la calidad de las mediciones por parte de los
pluviómetros contribuyen al correcto funcionamiento de la red de alcantarillado, las
depuradoras y la detección temprana de un posible riesgo de inundación. Entre
otras cosas porque las precipitaciones intensas son capaces de desbordar los
sistemas de alcantarillado urbano y anegar ciudades en un tiempo record.
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 Medidor neumático. Lo empleamos para medir el nivel de agua en situaciones de
difícil acceso a la misma, como por ejemplo en pozos tubulares. Consiste en un
tubo de diámetro pequeño, abierto en el extremo. Este se sumerge bajo el agua,
después se introduce aire comprimido al tubo hasta lograr que elimine el agua
contenida. Habrá que mantener una continua alimentación de aire, de forma que se
pueda garantizar la salida permanente de burbujas por el extremo inferior del tubo.
Una vez observado este patrón, se verificará un equilibrio entre la presión interna
del tubo y la altura de agua sobre el punto de descarga del aire.

2. Incremento de la concentración de nieve.

En meteorología, la precipitación es cualquier forma de hidrometeoro que cae del cielo y


llega a la superficie terrestre. Este fenómeno incluye lluvia, llovizna, nieve, aguanieve,
granizo, salvo virga, neblina ni rocío, que son formas de condensación y no de
precipitación. La cantidad de precipitación sobre un punto de la superficie terrestre es
llamada pluviosidad o monto pluviométrico.

Con ello, los cristales de nieve se forman en la atmósfera por la condensación del vapor de
agua a temperaturas inferiores al punto de congelación. Los cristales se crean alrededor de
materias extrañas, como por ejemplo polvo, y estos van creciendo a medida que se va
condensando vapor de agua en su estructura. Estos cristales suelen ser hexagonales,
aunque las variaciones de tamaño y forma son casi ilimitadas. La forma depende de la
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temperatura del aire y la cantidad de vapor que éste contenga, como vemos a
continuación:

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Cuando hay temperaturas por debajo de O grados, los cristales se pueden adherir entre sí
hasta formar copos de nieve. Cuando los cristales caen atravesando una masa de aire que
tiene gotas de agua, estas se congelan sobre los cristales y forman el granizo.

En hidrología, es normal describir las capas de nieve en términos de la densidad de la nieve


acumulada en comparación con la profundidad del agua que se obtendría al derretir la
nieve. La profundidad del agua que produciría la fusión total de una capa de nieve sobre
una superficie horizontal. Por ejemplo, al derretir 1O unidades de profundidad de una capa
de nieve con un equivalente líquido del 20 % se obtienen 2 unidades de equivalente
líquido.

Esto también se puede manifestar en términos del valor adimensional que se deriva de la
razón entre la profundidad de la nieve y el equivalente líquido, que se conoce como
relación de nieve a líquido. En este ejemplo, 1O unidades de profundidad de nieve en el
suelo corresponden a 2 unidades de profundidad de líquido, lo cual corresponde a una
relación de nieve a líquido de 5:1.

Aquí hay algunos ejemplos de valores típicos de relación de nieve a líquido. La nieve recién
caída con vientos generalmente calmos y temperaturas por debajo de cero grados tiene un
equivalente líquido aproximado del 5 %, lo cual equivale a una relación de nieve a líquido
de 20 a 1.

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El reparto de la nieve puede variar considerablemente sobre distancias cortas,
especialmente donde se producen cambios abruptos en el terreno o la vegetación. A la
hora de preparar un pronóstico hidrológico que tenga en cuenta el agua de deshielo es
importante comprender las diferencias temporales y espaciales de la acumulación de la
nieve, especialmente en aquellas regiones donde las mediciones de profundidad del manto
nevoso son escasas.

La presencia de vegetación y las estructuras del terreno pueden ejercer un efecto


importante en la manera en que la nieve se acumula en el suelo, tanto por la intercepción
directa de la nieve a medida que cae, como por efectos locales que determinan la
velocidad y dirección del viento.

Dos fenómenos principales afectan a la cantidad de nieve que se acumula en el suelo en las
zonas arboladas:

 El movimiento turbulento del aire. Puede causar variaciones en la carga de nieve en


el suelo; es común observar acumulaciones relativamente mayores a sotavento de
las arboledas.

 La intercepción directa de la nieve por la vegetación. La nieve que se acumula en la


vegetación está más expuesta a la acción del viento y la radiación solar que la nieve
acumulada en el suelo como su relación superficie-masa es más alta, es más
susceptible a los efectos de sublimación y fusión.

La cantidad de nieve que puede acumularse en el dosel depende enteramente de los tipos
de árboles que crecen en la zona. Las coníferas interceptan la nieve de forma
relativamente eficiente. Por otra parte, las copas de los árboles caducifolios, que están sin
hojas durante la mayor parte de la temporada fría, capturan relativamente poca nieve.

Vamos a considerar los valores de acumulación relativa para ambientes abiertos. Estos
valores se han normalizado respecto de lo que se denomina "llanura plana en barbecho",
es decir, terreno relativamente plano donde hace mucho tiempo que no se ara, siembra ni
cosecha. Por ejemplo, en un arbolado, donde el viento desacelera y las acumulaciones
tienden a ser un poco más altas, tal vez podríamos ver 2,4 veces más nieve acumulada que
en una llanura plana en barbecho. Esta tabla presenta un resumen de las acumulaciones
relativas de nieve para varios tipos de terreno.
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2.1. Nieve superficial.

Escarcha

Es un tipo de nieve que se forma directamente a nivel del suelo. Es una capa densa que se
forma por la congelación del agua que se encuentra condensada sobre plantas, rocas y
demás objetos expuestos a los elementos climáticos. Se acumula mayoritariamente en las
caras donde sopla el viento. Puede formar grandes copos de textura plumosa o
incrustaciones sólidas, pero no presenta un modelo regular de cristalización.

Escarcha helada

A diferencia de la escarcha, esta sí manifiesta formas cristalinas definidas como hojas de


espada, cálices y volutas. Su formación obedece a un proceso de sublimación, es decir, el
paso directo de vapor a hielo [sin pasar por el estado líquido]. Cuando este material se
deposita encima del manto de nieve forma la llamada escarcha de superficie, muy común
en las noches frías y despejadas.

Nieve en polvo

Con este nombre popular se conoce la nieve recién caída, esponjosa y ligera. La nieve en
polvo se define como nieve recién caída que ha perdido cohesión o densidad por las
grandes diferencias de temperatura entre los extremos y el centro de los cristales
dendríticos. Esta nieve alterada, por lo tanto, suelta y pulverulenta, permite un buen
desplazamiento del esquí, pero caminar sobre ella puede resultar complicado. Puede
causar aludes de nieve seca y suelta en zonas con pendiente pronunciada.
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Nieve granulada

En un período de buen tiempo (soleado). Empiezan a formarse cristales gruesos y


redondeados. Su origen se debe a los diarios y repetidos ciclos de deshielo y recongelación.
A medida que sube la temperatura la nieve se vuelve más blanda permitiendo la fusión de
esta con las capas inferiores, hecho que puede causar una avalancha de nieve húmeda.

Nieve podrida

Es un tipo de nieve típico de la primavera y se distingue por las capas blandas y húmedas
que ofrecen poco soporte a las capas superiores, más consistentes. En las peores
condiciones no soporta ni siquiera el peso de un esquiador. Mientras la temperatura esté
baja, esta nieve puede presentar condiciones aceptables, pero a medida que el día se
calienta es sumamente peligrosa. Este tipo de nieve puede causar avalanchas de nieve
húmeda o aludes de placa. Es más frecuente encontrarla en zonas o épocas de baja
precipitación.

Nieve costra

Este tipo de nieve se forma cuando el agua de fusión superficial se vuelve a congelar y
forma un estado firme. Entre las fuentes de calor que dan las condiciones para la formación
de este tipo de nieve encontramos el aire templado, la condensación superficial de agua, la
incidencia del sol y la incidencia de la lluvia. Con frecuencia esta capa es fina y se rompe al
paso humano, por lo que resulta molesta para desplazarse sobre ella. Pero hay una
situación en la que se puede formar una costra gruesa: cuando llueve, ya que el agua se
filtra a través de la nieve. Si el agua se congela forma unas estructuras de soporte de la
nieve, lo que la convierten en una capa muy resbaladiza y por tanto peligrosa.

Placas de Viento

El viento produce un efecto de envejecimiento, rompimiento, compactación y


consolidación de las capas superficiales de nieve. Esta consolidación es aún más notoria
cuando el viento está acompañado o aporta calor. Cuando el calor no basta para fundir la
nieve, el calentamiento y posterior enfriamiento de la capa superficial de nieve, incrementa
el efecto de endurecimiento.

Firnspiegel

Nombramos así a una capa muy fina de hielo transparente que cubre las superficies
nevadas. Este hielo puede producir un centello por reflejo [fi rn spiegel, palabra en
alemán, que significa espejo de nieve]. Se produce cuando el sol funde la nieve superficial y
luego se vuelve a solidificar. Entonces esta capa de hielo crea un efecto invernadero en las
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capas inferiores de nieve, derritiéndolas. Se rompe con mucha facilidad por lo que no
genera avalanchas.

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Verglás

Es una fina capa de hielo transparente que se produce cuando el agua se congela sobre la
roca. El agua puede ser de lluvia o de fusión. El verglás [palabra francesa que significa
cristal de hielo] forma una superficie sumamente resbaladiza, y al igual que el hielo en las
carreteras puede ser difícil anticipar su presencia.

Huecos de Fusión

Estas cavidades alcanzan profundidades muy variables, entre los 2 y 60 cm. Su


profundidad suele ser mayor en zonas de altitud o en zonas de baja latitud, es decir,
donde la radiación solar es intensa y el aire seco. En los bordes de cada oquedad, las
moléculas de agua se evaporan de la superficie de nieve, y en el centro de la oquedad el
agua producida por el calentamiento queda atrapada en la nieve. Esto forma una capa
líquida que, a su vez, hace que se funda más nieve con el agua fundida esa oquedad sigue
aumentando su profundidad ya que la fusión sólo requiere la séptima parte de ene rgía que
para la evaporación. Además en el fondo se acumulan partículas de arena que atrapan
calor y que aceleran el proceso de fundición. Los huecos de fusión se funden más rápido
por el lado que más sol reciben.

Penitentes

Cuando crecen mucho a los huecos de fusión se los llama penitentes. Los penitentes son
pilares producidos por la intersección de oquedades, dejando entre ellas columnas de
nieve. Son característicos de campos de nieve en áreas de gran altitud y bajas latitudes,
donde la radiación y las condiciones atmosféricas que dan lugar a los huecos de fusión son
más intensas. En zonas como los Andes o el Himalaya pueden llegar a medir más de un
metro.

Canales de Drenaje

Cuando se inicia el deshielo, en las superficies nevadas aparecen redes de drenaje formada
por la escorrentía del agua. Sin embargo, el verdadero flujo de agua se produce en el
interior del manto de nieve y no en la superficie. El agua fundida se filtra hasta que
encuentra alguna capa impermeable o el suelo. Estos canales de drenaje crecen de tamaño
fácilmente porque el agua fundida funde a su vez más agua.

Sastrugi y Dunas

Los Sastrugi (cueva) tienen forma de ola con proa, como vemos en la imagen, apuntan en
la dirección del viento. La acción del viento sobre la superficie de la nieve seca desarrolla
diversas formas erosivas, como pequeñas ondas y otras irregularidades. En las crestas altas
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y los desnudos territorios árticos sometidos a la acción de los vientos, estos relieves
alcanzan alturas considerables .

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Cornisas

Las cornisas son acumulaciones de nieve de las crestas u otros accidentes. Constituyen un
riesgo especial porque cuelgan formando una masa extraplomada e inestable que puede
llegar a desprenderse. Las tormentas de nieve y los vendavales proporcionan nuevo
material que se acumula en las cornisas. Por lo general las cornisas que se forman durante
las tormentas son menos consistentes que las formadas por nieve traída del viento.

2.2. Envejecimiento de la nieve.

Con el paso del tiempo la nieve va cambiando. Los cristales experimentan un proceso de
transformación o metamorfosis, que suele reducirlos a formas más pequeñas y sim ples ,
de lo cual se deriva un asentamiento y una pérdida de grosor del manto de nieve. Esto
comienza en el momento en que la nieve cae y finaliza cuando ésta se funde. El proceso
convierte a las variadas formas originales de los cristales de nieve en hielo. Cuanto más frío
haga, más lentos se reproducirán los cambios, los cuales solo cesan a temperaturas
cercanas a los -40°C. La presión que ejerce el peso de las nuevas caídas de nieve acelera el
proceso.

La nieve vieja (cercana al primer año de edad), con todos sus cristales convertidos en hielo,
acoge el nombre de neviza o firn. Este paso será el previo a convertirse en glaciar.

Otro tipo de metamorfismo tiene lugar cuando el vapor de agua se traslada de una parte
del manto de nieve a otra parte del manto debido a fenómenos de difusión vertical,
depositándose en forma de cristales de hielo con características diferentes a las de la nieve
original.

La solidez del manto de nieve es uno de los factores de la naturaleza con mayor rango de
variabilidad: el 90% de la nieve recién caída es aire, mientras que en la nieve cohesionada
puede contener menos del 30% de aire. La nieve vieja puede ser 50 000 veces más dura
que la nieve recién caída. Esta variabilidad hace que las condiciones puedan transformarse
radicalmente de un sitio a otro o de una hora a otra.

Glaciares

Los glaciares se crean por la acumulación de nieve que no se evapora ni se funde. Los
cristales de nieve se transforman en granos de hielo, cuando los espacios de aire entre
ellos van desapareciendo y la masa se vuelve impermeable al aire esos granos de hielo se
convierten en glaciar, pueden llegar a medir hasta 30 cm de diámetro. Las grietas en los
glaciares son fracturas que se producen cuando el hielo se estira o se curva. Una grieta
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puede llegar a medir entre 25 y 30 metros.

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3. Avalanchas y desprendimientos. Procedimientos de observación y previsión de
zonas potencialmente afectadas.

Un alud, también conocido como avalancha [galicismo]. es el desplazamiento ladera abajo


de una importante porción de nieve manto nivall, que puede incorporar parte del sustrato
y de la cobertera vegetal de la pendiente.

Dichos aludes de nieve se enmarcan dentro de los procesos naturales gravitacionales que
afectan a las laderas en zonas de montaña. Este fenómeno, como ocurre en otras
ocasiones cuando interaccionan elementos del medio natural deja de ser un peligro
inevitable y de poca repercusión social para convertirse en un verdadero riesgo natural
ocasionando en todo el mundo numerosas pérdidas humanas y un fuerte impacto
socioeconómico.

A lo largo de la historia el riesgo de aludes ha existido siempre. Así, algunos cronistas han
descrito algunos de los episodios más catastróficos provocados por este fenómeno. Tito
Livio, en su narración de la travesía de Aníbal y las tropas cartaginenses por los Alpes,
describe como los aludes acabaron con la vida de más de 19 000 soldados en el año 218
a.c. Otro episodio histórico, tuvo lugar en el año 1916, durante la I Guerra Mundial,
cuando, en el frente austro italiano más de 1O 000 soldados perecieron bajo los aludes
provocados por los disparos de la artillería enemiga en el macizo de los Dolomitas [Italia).
Mucho mas reciente es la catástrofe de Yungay, en plena Cordillera Blanca del Perú, donde
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un alud desencadenado por un movimiento sísmico en las laderas del monte Huascarán,
arrasó completamente el pueblo de Yungay dejando sin vida a más de 20 000 personas.

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En Europa, han sido los pueblos de montaña situados en los Alpes y en el Pirineo los que
han sufrido de una forma más recurrente los efectos devastadores de los aludes. Las
crónicas relatan como en 1601, un alud arrasó los pueblos de Cheze y St Martín, en el
Pirineo francés, matando a 107 personas. Más tarde, en 1689, más de 300 personas
perecieron en Saas-Fee [Suiza] y en el Valle de Montafon [Austria]. En 1720, quedaron
sepultadas más de 200 personas entre Obergsteln, Rueras y Brig [Suiza].

Entre la documentación histórica referente a los accidentes de aludes que han ocurrido en
España, cabe destacar el que tuvo lugar en el siglo XVI, cuando un alud arrasó
completamente el pueblo de Tavascán en Lérida. Otro alud destruyó completamente el
Hospital de Benasque [Huesca] en 1789. Más tarde, y después de la reconstrucción del
Hospital de Benasque en una cota inferior, tuvo lugar otro alud en la otra orilla del río
Esera, volviendo a destruir el Hospital de Benasque y llevándose consigo a tres niños y
cinco mujeres.

No es hasta comienzos del siglo XX, con el desarrollo de la población y la necesidad de


construir vías de comunicación con Francia, cuando este fenómeno empieza a adquirir una
importancia más relevante. Desde entonces, acrecentado en los últimos años por el
desarrollo turístico y la popularización de los deportes de montaña, se han venido
sucediendo, cada invierno, accidentes provocados por aludes, dejando un número
importante de fallecidos, heridos y numerosas pérdidas materiales.

Entre los aludes del último siglo registrados en España, cabe destacar los aludes producido
en 1916 en las obras de la Estación Internacional de Canfranc; el alud de 1947 en Riosetas;
los producidos en el Balneario de Panticosa durante los inviernos de 1960 y 1970; el alud
de 1985 en Candanchú y otros.

Se cree que, desde 1929 hasta 1998, los datos globales sobre aludes producidos en España
son de 92 accidentes, con un total de 332 personas involucradas , 102 muertos y 71
heridos, de los cuales más de 80 accidentes se han producido en los últimos diez años de
ese periodo, con una media de 7 personas fallecidas por año. En la Cordillera Pirenaica
cabe destacar que el 50% de estos accidentes fatales ocurren en el Pirineo oscense.

Por otra parte, los desprendimientos y los deslizamientos son dos de los procesos
geológicos que mejor ejemplifican el concepto de riesgo natural. Técnicamente constituyen
ambas dos formas de modelado del relieve de las laderas.

Tal y como ocurre con los ríos o los glaciares, los fenómenos de ladera son consecuencia de
la gravedad terrestre y desencadenan la erosión de grandes masas rocosas hacia zonas más
bajas de la superficie, a diferencia de los primeros, el agua tiene un papel secundario y lejos
de ser el medio de transporte del sedimento es un mero lubricante que puede acelerar la
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caída del bloques o deslizamientos al disminuir el rozamiento entre la masa y el sustrato.

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Los deslizamientos son característicos de masa de roca en las que existe una superficie de
despegue que separa la roca desplaza de la subyacente o sustrato inmóvil. Tal superficie de
despegue puede ser una superficie de estratificación, una capa de materiales plásticos o
discontinuidades tectónicas previas.

El comienzo de este tipo de desplazamientos tiene lugar cuando el esfuerzo tangencial


derivado del peso del bloque supera el rozamiento interno de la superficie de despegue.
Cuanto mayor sea la pendiente, mayor será el riesgo de deslizamiento, lo mismo ocurriría
en caso de agua (subterránea o de lluvia], ya que si la roca está impregnada de agua
aumentará en peso.

Los desprendimientos son procesos menos específicos y se caracterizan por la caída de


bloques individuales de diferentes tamaños. Todos los desprendimientos de carácter
geológico son considerados como movimientos gravitacionales de laderas, es decir,
producidos a favor de la gravedad e inducidos por el propio peso de los bloques rocosos
que se desprenden en el área donde se producen.

El inicio de estos movimientos lo desencadenan factores que pueden ser naturales o


inducidos, mientras que los factores que condicionan o producen las condiciones propicias
para el movimiento de materiales, son de varios tipos:

 Litológicos. En función del tipo de roca en el que se desarrollen.


 Estructurales. Dependiendo del grado de deformación tectónica de los materiales.
 Climáticos. En relación con la frecuencia de la alternancia hielo deshielo o de épocas
lluvia-sequía.
 Hidrológicos. Según el régimen hídrico y de precipitaciones de la zona.
 Topográficos. Dependiendo de la pendiente baja o elevada del área donde se
producen.
 Vegetación. Según sea escasa o abundante y de qué tipo.

Además, los movimientos de laderas más importantes se enmarcan en estos seis tipos:
reptación; coladas de barro; solifluxión; deslizamientos, que pueden ser a su vez
traslacionales y rotacionales; avalanchas y desprendimientos. Estos últimos, los
desprendimientos, denominados así por la caída brusca y aislada de fragmentos rocosos
de un talud, suelen ser muy aparatosos y vistosos, siendo, a su vez, de tres tipos: de vuelco,
de caída libre y de rodadura, como vemos en las siguientes imagenes.
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Los tres están favorecidos por la pendiente, el tipo de roca y la presencia significativa de
discontinuidades y fracturas, como fallas y diaclasas.

Los desprendimientos se pueden contener o minimizar con diversas técnicas. La más


evidente es la construcción de muros de contención en la pared excavada. En segundo
lugar, pueden perforarse las cuñas (bloques limitados por discontinuidades,
potencialmente deslizables] y ”graparse” al sustrato inmóvil mediante bulones, y en tercer
lugar se pueden colocar drenajes que recorran las cuñas evacuando así el agua intersticial,
dejando seco el material, aumentando el rozamiento interno en las discontinuidades y
disminuyendo por tanto el riesgo de caída.

La siguiente imagen muestra una ladera que presenta la colocación de una red como
medida prevención ante desprendimiento y/o deslizamiento.

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3.1. Procesos de observación y presión de zonas potencialmente afectadas.

Tal y como hemos visto en el punto anterior, durante el invierno pueden producirse las
condiciones necesarias para que se desencadenen aludes, bien de forma espontánea o
bien debido al paso de personas. Estos riesgos pueden evaluarse mediante sondeos del
manto nival, pudiendo comunicarse a los interesados mediante una escala internacional
fácilmente comprensible.

La escala europea de riesgo de avalancha comporta cinco niveles de riego definidos por
una evaluación de la estabilidad y de sus consecuencias en términos de probabilidad de
activación de avalancha. En montaña el riego cero no existe y el peligro al que se expone
una persona crece con el valor del índice.

La siguiente tabla muestra la escala europea de riesgo de aludes.

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Antes de ir a zonas de difícil acceso cubiertas de nieve se debe tener información de
predicciones meteorológicas para el día y de días anteriores de la zona a la que se va a
acceder, con el fin de poder anticipar si las condiciones ambientales van a ser favorables o
existe riesgo de avalanchas.

Los teléfonos de montaña proporcionan información meteorológica hasta el quinto día


para algunos de los sistemas montañosos de la Península. Los números son los siguientes:

 807 - 170 381. Para los Picos de Europa.


 807 - 170 380. Para los Pirineos (navarro, aragonés y catalán).
 807 - 170 382. Para la Sierra de Madrid.
 807 - 170 383. Para el Sistema Ibérico.
 807 - 170 385. Para Sierra de Gredos.
 807 - 170 384. Para Sierra Nevada.

El personal que llega a las estaciones de radio sobre máquinas pisanieves, debe recibir
información sobre peligros y riesgos en la montaña, en especial sobre el estado de la nieve
y riesgos de aludes o avalanchas. En las zonas de montaña y con condiciones climáticas
adversas, se ha de utilizar, tanto la ropa adecuada a las condiciones de trabajo existentes:
frío, nieve, ventisca o lluvia; así como la utilización de los equipos de protección individual
en los momentos en que sea preciso. La utilización de estos equipos de protección se
realizará siempre siguiendo las instrucciones del fabricante o suministrador y en las
condiciones y usos para los que fueron diseñados.

Cada vez que se acceda a las estaciones de radio en máquinas pisanieves, se recomienda
llevar consigo bebida [agua). gafas contra radiaciones solares, crema de protección solar y
protectores labiales.

El tiempo que dure la estancia en zonas montañosas nevadas, se debe evitar emitir gritos o
cualquier tipo de vibraciones innecesarias que pueden desencadenar un alud de nieve. Se
recomienda también evitar las laderas convexas cubiertas de nieve (ya que se encuentran
en tensión), y también las laderas a sotavento [en dirección opuesta a la señalada por los
vientos dominantes) donde la nieve se acumula con facilidad y además se hacen inestables.

Será peligroso durante el mediodía transitar por las laderas de nieve expuestas al sol, se
recomienda hacerlo por zonas de sombra. Después del mediodía hay que tratar de ir por
las laderas que han estado expuestas al sol y evitar las que están expuestas ahora por
primera vez.

El ascenso de temperaturas o la lluvia después de una nevada puede aumentar el riesgo de


avalanchas. Las nevadas abundantes con bajas temperaturas también pueden provocarlas
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debido al poco tiempo que tiene la nieve para poder estabilizarse.

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Cuando ocurren bruscos aumentos de temperatura, especialmente en primavera, se debe
evitar transitar por lugares con abundante nieve sobre todo en las horas centrales del día.
Debe tenerse en cuenta que el riesgo de avalanchas y aludes aumenta con la lluvia caída
sobre la nieve en polvo.

Se deben evitar las laderas lisas, sin grandes rocas ni árboles. Si se ve a alguna persona que
haya ha sido arrastrada se deben seguir los siguientes pasos:

 Llamar al 112 para dar aviso del incidente.


 Señalar el último punto donde se vio a la persona. Será de mucha utilidad para el
equipo de rescate.
 Buscar a la persona por la zona de nieve arrastrada, peinando la zona, buscando
indicios de presencia y prestando mucha atención a los sonidos bajo la nieve.

Si se percibe el desprendimiento de un alud, se deberá correr en sentido perpendicular a la


línea de caída para salir de su trayectoria. Si nos vemos sorprendidos por un alud,
tendremos que:

 Alertar a los compañeros para que todos pongan atención en la evolución de


la avalancha y en la situación de los que hayan quedado atrapados.
 Tratar de mantenerse en la superficie a la vez que se trata de escapar por un lado .
 Si no se consigue salir, hay que "nadar" sobre la nieve que ira cubriendo el cuerpo
para intentar mantenerse en todo momento en la superficie del alud.
 Cubrirse la nariz y la boca para impedir la entrada de nieve, ya que se corre el riesgo
de asfixia al inhalarla en grandes cantidades.
 Cuando la avalancha o alud se pare hay que llevar los brazos delante de la cara y el
pecho, haciéndose un hueco de aire para respirar y así aumentar las posibilidades
de supervivencia. Igualmente, si se puede, hay que adoptar una posición encogida,
para evitar la pérdida de calor por la mayor exposición de superficie corporal a la
nieve y que la compresión impida respirar.
 Una vez que el alud ha parado, se hará un intento para salir o sacar un pie o una
mano a la superficie. Se puede estar desorientado, por lo que para determinar la
orientación [algo que a veces es complicado identificar después de varias vueltas
en un alud). se puede dejar caer un poco de nieve con la mano o incluso saliva. De
esta forma, se busca una referencia de donde se encuentra la superficie.
Comprobada la imposibilidad de salir, hay que tratar de mantener la calma y
ahorrar energías. Sólo se gritará si se oye a los compañeros cerca, pues la nieve
amortigua mucho el sonido.
 Ahorrar movimientos violentos ya que esto hace consumir mayor cantidad de aire.
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 Reservar energías para gritar con fuerza cuando se escuche que viene el rescate.

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4. Emisiones volcánicas: lenguas magmáticas y nubes toxicas. Mediciones de niveles
tóxicos y comportamiento. Niveles de afectación.

Un volcán es el resultado visible en la superficie terrestre de un largo proceso geológico,


por el cual aflora material rocoso fundido [magma] y gases del interior de la tierra de una
manera más o menos violenta. La sucesiva acumulación de este material en los alrededores
de la zona de emisión forma un relieve, que generalmente adopta una forma cónica que se
denomina edificio volcánico y que puede llegar a tener considerable altura. El orificio por el
que sale este material se denomina boca eruptiva.

Un volcán puede lanzar material fluido y calienta al exterior de forma no explosiva,


denominándose entonces lava, la cual se desliza por la acción de la gravedad por las
pendientes del edificio volcánico pudiendo cubrir grandes extensiones en las cercanías del
volcán.

Un volcán puede lanzar también de manera violenta fragmentos de lava al aire de muy
diversos tamaños y diferente grado de consolidación con trayectorias de gran alcance, así
como formar una gruesa columna de material ascendente [principalmente gases y del
material más fino] encima de la boca emisora, cuya altura depende del grado explosivo
de la erupción y que al dispersarse o colapsar entrañan un grave peligro . Estos
materiales se denominan genéricamente piroclastos [bombas volcánicas, lipilli o ceniza] y
se diferencian por su tamaño, composición y por su dinámica de deposición.

El proceso de salida de magma al exterior se denomina erupción volcánica, durante una


erupción pueden desarrollarse procesos muy distintos, dependiendo de las características
del magma.

Normalmente se distinguen siete peligros volcánicos principales: coladas de lava, caída de


cenizas, flujos piroclásticos, emanaciones de gases, lahares, deslizamientos de ladera y
tsunamis, sin embargo, en este punto solo nos ocuparemos de los daños causados por
emisiones.

Si el magma es expulsado a la superficie como un líquido, la erupción se denomina efusiva


y su principal peligro volcánico asociado son las lenguas magmáticas o coladas de lava. El
camino que seguirá una colada de lava y su velocidad dependen fundamentalmente de la
topografía, de las propiedades físicas de la lava [especialmente de la viscosidad) y del ritmo
de emisión. En general, las lavas muy fluidas tienden a ocupar grandes extensiones con
poco espesor, mientras que las lavas más viscosas son de mayor altura y recorren
distancias menores. Al irse enfriando la colada, su viscosidad aumenta rápidamente y su
velocidad disminuye. Lejos del centro de emisión, la velocidad típica de la lava es de paces
metros por hora.
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Si el magma es muy viscoso y es emitido lentamente, no se formarán coladas de lava y se


acumulará alrededor del centro de emisión formando un domo.

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Con todo, los gases que inicialmente se encuentran disueltos en el magma, se separan de
éste al originar una erupción explosiva, siendo inyectados en la atmósfera a altas
temperaturas y velocidades. Además de ser emitidos de forma violenta durante una
erupción, los gases pueden escaparse por pequeñas fracturas o fisuras del edificio
volcánico y alrededores, de forma más o menos continua, dando lugar a lo que se
denomina como fumarolas. Algunos gases como el dióxido de carbono pueden escapar por
difusión a través del suelo en extensas áreas alrededor del edificio y generar una nube que
se mueve sobre el suelo, de acuerdo con la topografía, hasta que se diluyen en la
atmósfera.

En España pueden encontrarse varias áreas volcánicas, como son las Islas Canarias, la
comarca de La Garroxta (Girona). Cabo de Gata (Almería), Cofrentes (Valencia). las Islas
Columbretes (Castellón) y Campos de Calatrava (Ciudad Real). Entre ellas, solamente en La
Garroxta y en Canarias han tenido lugar erupciones durante los últimos 10.000 años, y
únicamente en el archipiélago canario han ocasionado erupciones en épocas históricas.

Para poder anticiparse o prever la evolución de una erupción volcánica, debemos conocer
el estado del volcán en todo momento, para así detectar cualquier cambio, por mínimo que
sea, de su actividad.

Estos cambios, que pueden ser detectados con una instrumentación apropiada, incluyen
las deformaciones del suelo, la sismicidad, las variaciones de temperatura, la emisión o el
cambio de composición de gases, los cambios en los campos gravitatorios y magnéticos , y
pueden correlacionarse con los posibles movimientos del magma y de los fluidos asociados.
La correcta y conjunta detección e interpretación de estos cambios, en términos
precursores de una reactivación volcánica, son el objetivo de los sistemas de vigilancia
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volcánica y lo que, hoy en día, permite reducir el riesgo potencial que los volcanes
representan.

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La vigilancia volcánica incluye las técnicas geofísicas, geodésicas y geoquímicas, usando las
observaciones tanto terrestres como remotas para detectar cambios en el volcán y sus
alrededores.

Desde junio de 2004 [Real Decreto 1476/2004, de 18 de junio] el IGN tiene como nueva
competencia la "Observación, vigilancia y comunicación de la actividad volcánica y
determinación de riesgos asociados". Desde esta fecha, se inicia una nueva área de trabajo,
la vigilancia y alerta volcánica, ampliando las labores de los diferentes servicios de red
sísmica, geodesia, geomagnetismo y gravimetría, así como del Centro Geofísico de
Canarias.

Desde entonces, el IGN ha trabajado en el diseño e implementación de un sistema de


vigilancia y alerta volcánica cuyo proyecto se está poniendo en marcha, primero en la isla
de Tenerife para luego extenderse al resto de islas volcánicamente activas.

Este proyecto incluye el diseño de estaciones sísmicas, geodésicas y geofísicas, del sistema
de comunicaciones y de procesamiento y análisis de datos que permita realizar un
seguimiento continuado de los cambios de los parámetros físicos asociados a la actividad
volcánica, y constituya un sistema operativo de alerta [en sus fases de tranquilidad o
actividad].

En estos momentos, en la isla de Tenerife existen dos estaciones sísmicas de banda


ancha [CRAJ y EBAJ] y tres de corto periodo [CCA N, ICOD y CHIO]. diseñadas y distribuidas
para el control de la sismicidad de la isla, que resultan

insuficientes para las labores encomendadas de vigilancia volcánica. Por este motivo,
alguna de ella se ha reforzado con un nuevo y mejorado diseño de su infraestructura
[CCAN) y se han planeado la instalación de cinco nuevas estaciones geofísicas y geodésicas.

Además, se ha ampliado la red de nivelación de alta precisión hasta alcanzar los 307 Km, se
ha diseñado una densa red gravimétrica para la medida absoluta de la gravedad y se ha
ampliado la red de mareógrafos.

Estas estaciones geofísicas y geodésicas contribuirán con datos en tiempo real, e irán
dotadas de la siguiente infraestructura:

 CCAN. Estación sísmica de tres componentes de banda ancha, estación sísmica de


corto periodo, gravímetro, magnetómetro, estación GPS permanente y dilatómetro.
 Galería de Río de Guía. lnclinómetro, array sísmico lineal, estación GPS permanente.
 Fortaleza. Array sísmico de cuatro estaciones con configuración en estrella, cámara
de control visual, estación GPS permanente.
 Pico del Teide. Cámara térmica en el infrarrojo, estación GPS permanente.
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 Morro de la Arena. Estación sísmica de banda ancha.

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Aparte de estas labores de diseño de la red de vigilancia, el IGN ha ampliado su personal
técnico con la dotación de 18 nuevas plazas de personal laboral, de las cuales diez plazas
corresponden a titulado superior y que ya han sido cubiertas. Este personal contribuirá a la
instalación, mantenimiento y análisis de los datos.

Como ayuda a sus labores, el Instituto Geográfico Nacional colabora con el Consejo
Superior de Investigaciones Científicas [dentro del marco del convenio suscrito entre
ambas instituciones) en el diseño, implementación e interpretación de datos de la red de
vigilancia.

4.1. Mediciones de niveles tóxicos y comportamientos.

El dióxido de azufre (SO) es uno de los gases más liberado durante las emisiones volcánicas,
en forma gaseosa es preocupante a escala global debido a su alto nivel de contaminación.
Se caracteriza por ser un gas incoloro con un olor irritante muy característico, perceptible a
0,3-1,4 ppm, aunque también dependerá de la sensibilidad sensorial de cada persona.

En 1971, el Environmental Protection Agency de EE.UU (Agencia de ProtecciónAmbiental]


fijó los niveles de SO2 que pueden causar daños significativos a la salud de las personas,
estableciéndolos en 2 620µg m3 (1ppml (promedio de 24 horas!. Si las partículas de
material u otras huellas de componentes están también presentes, este nivel baja.

Los lineamientos de SO2 para el ambiente y las ocupaciones internacionales, cambian


significantemente en los diferentes países. La Unión Europea estableció los parámetros
mostrados en la siguiente tabla:

El monitoreo del índice de la calidad del aire se debe realizar de manera continua antes,
durante y después de la erupción volcánica, mediante la ubicación de puntos estratégicos
identificados para la región, teniendo en cuenta las condiciones climáticas y
meteorológicas. En consecuencia, en las áreas de riesgo es recomendable instalar equipos
de lectura directa para medir las concentraciones ambientales de dióxido de azufre (SO) y
equipos gravimétricos para determinar las concentraciones del material particulado en
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suspensión. Para realizar la medición se ilumina la muestra con luz ultra violeta (214 nm) y
las moléculas de SO emiten luz fluorescente en el visible de 350 nm.

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4.2. Niveles de afectación.

Teniendo en cuenta los efectos en la salud, los gases volcánicos pueden ser clasificados en
irritantes y no irritantes.

Irritantes:

Sus efectos pueden notarse a mucha menor concentración y a muchos kilómetros del
volcán. Su acción irritante la efectúan a nivel del árbol respiratorio y sobre el resto de
mucosas con las que entra en contacto, provocando de esta manera irritación en los ojos,
lagrimeo, odinofagia o estornudos. La afección del tracto aéreo depende del tiempo de
exposición, de la concentración del gas en el aire y de la solubilidad acuosa. Así, los gases
poco solubles penetran con facilidad hasta los alvéolos, provocando tos, bronco espasmo,
dolor torácico y fundamentalmente insuficiencia respiratoria por afectación del
intercambio gaseoso, es decir, hipoxemia. Estas afecciones son provocadas por la
inhalación de las sustancias mostradas a continuación:

 Dióxido de azufre (5 02 ). Provoca constricción del tracto respiratorio y aumenta las


resistencias al flujo del aire, por lo que se observan cambios en los patrones
normales de la función pulmonar. Se requiere de una dosis pequeña de bióxido de
azufre para producir una respuesta biológica, como la irritación e inflamación de las
vías respiratorias, las conjuntivas y la piel, además de la intensificación de
enfermedades respiratorias crónicas, que ocurre durante o tiempo después de la
manifestación.

 Sulfuro de hidrógeno (H 2S ). En bajas concentraciones puede irritar los ojos y


ocasionar depresión. En altas concentraciones irrita el tracto respiratorio superior
y, en exposiciones prolongadas, produce edema pulmonar. En una exposición de 30
minutos a 500 partes por millón [ppm] produce dolor de cabe za, excitación,
inestabilidad al caminar y diarrea. En algunas ocasiones se puede presentar
bronquitis o bronconeumonía.
 Cloruro de hidrógeno (HCL). Irrita las membranas mucosas de los ojos y el tracto
respiratorio. Para concentraciones por encima de 35 ppm se irrita la garganta
después de una exposición corta. Por encima de 100 ppm se produce edema
pulmonar y a menudo espasmo laríngeo.

 Fluoruro de hidrógeno (HF). Es irritante y causa conjuntivitis, irritación en el


tracto respiratorio, degeneración de huesos y dientes. En los animales, al ser
consumido en el pasto en concentraciones mayores a 250 ppm y con menos de 1
cm de espesor de ceniza, ocasiona su muerte por flúorisis que destruye los huesos.
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No irritantes

Es más probable la acumulación de los gases asfixiantes o no irritantes en concentraciones


letales en las pendientes de un volcán, dentro de un cráter o cerca de una fisura. Actúan sin
provocar lesiones a nivel local, se absorben hacia la sangre y ejercen su efecto a nivel
sistémico, interfiriendo fundamentalmente la cadena respiratoria tisular. De esta manera
provocan hipoxia tisular, por lo que se denominan gases asfixiantes. Los representantes
más importantes de este grupo son los cianuros y el monóxido de carbono. Otro grupo de
gases son aquellos cuyo efecto lo ejercen desplazando al oxígeno del aire inspirado dióxido
de carbono o nitrógeno.

El dióxido de carbono pesa más que el aire y puede acumularse en las áreas bajas,
alcanzando eventualmente altas concentraciones que pueden terminar con la vida de
personas, animales y plantas. Adicionalmente el C0 2 puede acumularse en el agua de los
lagos cratéricos hasta alcanzar grandes concentraciones y ser expulsado violentamente a la
atmósfera.

Principales gases emitidos

Se presentan a continuación las características y fisiopatología de los principales gases


emitidos por erupciones volcánicas, tales como ácido sulfhídrico, derivados del flúor y
monóxido de carbono, basado en estudios de contaminación industrial.

-Características: Es un gas muy tóxico que en elevadas concentraciones en el aire inspirado


provoca parálisis del nervio olfativo. Es muy irritante, incoloro, inflamable y con un peso
mayor que el aire, por lo que tiende a ocupar zonas más bajas del lugar donde es liberado.
Es mal oliente, con un característico olor a huevos podridos.

-Fisiopatología: En bajas dosis posee un efecto local irritante sobre la mucosa. Se ha


descrito su acción directa sobre el cuerpo carotideo lo cual conduce a una intensa
taquipnea, pero también es capaz de actuar sobre el tronco del encéfalo inhibiendo el
centro respiratorio, lo cual se traducirá en apnea.

-Toxicocinética: El S2H es absorbido rápidamente por vía inhalatoria casi de forma


exclusiva, efectuando a este nivel su efecto irritante, incluso a concentraciones tan bajas
como 50 ppm.
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-Características: Este gas se caracteriza por ser menos denso que el aire, incoloro,
inodoro e insípido, que no tiene características irritantes, pues su mecanismo de acción
es asfixiante. Ingresa al organismo por vía respiratoria. Se combina con la hemoglobina
para formar carboxihemoglobina lo que interfiere en la capacidad del transporte
de oxígeno por la sangre y provoca hipoxia tisular presentando mareos, somnolencia ,
vómito, colapso y muerte.

-Fisiopatología: El monóxido de carbono es absorbido rápidamente por los alvéolos, y pasa


a la sangre donde se une a la hemoglobina. La absorción pulmonar es directamente
proporcional a la concentración de CO en el ambiente al tiempo de
exposición, así como a la velocidad de ventilación alveolar que a su vez depende del
ejercicio realizado durante el tiempo de exposición. Una vez en la sangre el CO se une
con la hemoglobina con una afinidad de 210-270 veces superior a la del oxígeno,
formando un compuesto denominado carboxihemoglobina. De forma resumida, una
vez en contacto con el CO, éste es absorbido hacia la sangre y se une con la hemoglobina
desplazando al oxígeno y, además, el escaso oxígeno transportado es difícilmente cedido
a los tejidos para su utilización, provocando todo ello hipoxia.

-Características: El ácido fluorhídrico es un gas incoloro, cuya característica más importante


es la de ser altamente corrosivo en cualquiera de sus formas de presentación.

-Fisiopatología: El componente ácido tiene un fuerte efecto corrosivo, produciendo


necrosis de tejidos orgánicos con los que entra en contacto. El grado de quemadura que
produce está determinado por la concentración, el tiempo de exposición y el grosor del
tejido expuesto. La vida media plasmática es de 1,4 horas ya que el HF una vez absorbido
rápidamente se deposita en el hueso o es eliminado vía renal, por lo que solo encontramos
niveles significativos de flúor en la sangre en las primeras horas de intoxicación.

5. Previsión de zonas de derrumbe provocadas por el impacto de ondas sísmicas en


el área urbana.

La llegada de terremotos que provocan una gran destrucción y pérdida de vidas humanas
ponen ante la opinión pública la pregunta ¿es posible predecir los terremotos o
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movimientos sísmicos?

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5.1. Predicción de terremotos.

La ciencia para la predicción en tiempo, lugar y magnitud de un terremoto está aún en su


infancia. Aunque algunos terremotos importantes han sido presagiados por temblores que
los preceden, los cambios en las aguas subterráneas, la actividad geotérmica y aún en el
comportamiento animal, la mayoría de los terremotos han ocurrido súbitamente y sin
aviso.

Con todo, la posibilidad teórica de la predicción rutinaria de terremotos permanece y si


cada cual fuera avisado oportunamente y evacuara sus edificaciones, muy poca gente
moriría por el colapso de las construcciones. Entonces, la predicción de terremotos
ciertamente abriría la posibilidad de una prevención muy alta de lesiones y muertes en el
futuro.

Conductas correctas para las acciones de evacuación durante el terremoto.

Es importante mantener una conducta correcta en los terremotos. Estos, aunque súbitos,
usualmente no son instantáneos. Los ocupantes de las edificaciones generalmente tienen
unos pocos segundos para reaccionar antes de que la sacudida alcance su máxima
intensidad, surgiendo la posibilidad de tomar acciones de evacuación para escapar de las
lesiones. A pesar de la relativa falta de datos sobre la eficacia de varias acciones de
evacuación, parece que todas las personas en el mundo ponen en práctica algunas,
particularmente si tienen unos pocos segundos para actuar cuando el terremoto golpea.
Los temblores previos pueden dar aviso invaluable que llevaría a acciones salvadoras. Por
ejemplo, el terremoto de Montenegro en 1969, dio dos golpes con suficiente tiempo entre
ellos par a que la gente saliera de sus casas.

Los estudios de los terremotos de 1980 en Italia, nos sugieren que quienes salieron
corriendo afuera inmediatamente tenían menos probabilidad de lesionarse o morir. A
pesar de lo cual, mientras correr afuera puede ser una buena medida en áreas rurales, no
necesariamente es la mejor en áreas urbanas densamente pobladas. Las calles estrechas
no brindan protección. Los reportes del terremoto chileno de 1985 sugieren que un
número de personas murió por salientes de las edificaciones que cayeron sobre ellos
cuando trataron de escapar. La acción preparatoria más popular recomendada en este país
es "agáchese y cúbrase", la cual está basada en historias anecdóticas de personas que se
protegieron bajo escritorios o camas.

Por lo tanto, las anécdotas no deben ser la base para la respuesta ante un terremoto.
Hay necesidad de replantear tales acciones de seguridad ampliamente aceptadas por los
ciudadanos para asegurar que se están dando las mejores respuestas.
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Solamente la conducción de estudios epidemiológicos sobre la ubicación de las personas
lesionadas y no lesionadas, puede determinar qué comportamientos tienen probabilidad
de reducir el riesgo de lesión. La determinación de los comportamientos más seguros es
probable que dependa de la calidad de la construcción y del potencial de colapso de un
tipo particular de edificación y será diferente para las áreas urbanas densamente
pobladas que para las áreas rurales . Si uno está en un edificio con buena resistencia a los
terremotos, que probablemente no sufra colapso, quizá la mejor idea sea meterse bajo un
escritorio y cubrirse la nariz y la boca con una pieza de ropa para proteger el sistema
respiratorio contra el polvo excesivo. De otro lado, si uno está en una edificación con alta
probabilidad de colapsar [dada la pobreza del diseño, los materiales o las prácticas de
construcción). La única esperanza puede ser salir corriendo rápidamente.

Las muertes y lesiones causadas por estampidas en instalaciones públicas, como escuelas,
acentúan la necesidad de conductas correctas ante los terremotos. Las personas deben ser
estimuladas a practicar las acciones que tomarían durante un terremoto. Los programas de
preparación ante terremotos y el material educativo, desde los recordatorios regulares o
"consejos en caso de terremoto" difundidos por los medios, hasta las conductas adecuadas
para ocupantes de instituciones específicas, como hospitales y escuelas, deben probar su
utilidad.

Planear escenarios para los terremotos.

Generalmente predomina el caos inmediatamente después de un terremoto importante.


Los residentes, desde afuera, tratarán inicialmente de ayudarse a sí mismos y a sus vecinos.
Podrán hacerlo mejor si previamente han planeado su respuesta a los más probables
escenarios y practicado las habilidades adquiridas. Los planes de preparación médica se
pueden levantar alrededor de los cálculos para esos escenarios, basados en los tipos de
edificaciones probablemente afectadas, la densidad de población, los patrones de
asentamiento, el tamaño, las características del terremoto esperado en la región y las
facilidades médicas disponibles en el área. Tal abordaje del riesgo regional, incluyendo los
"escenarios de casos", permitiría desarrollar programas específicos de entrenamiento para
médicos y personal de rescate, tanto como el empleo apropiado del equipo antes de que
ocurra el desastre.

Sobre la base del escenario del terremoto desarrollado, las autoridades de salud pública
deben trazar un plan.

Este plan debe incluir lo siguiente:

 Recomendaciones a las personas durante el terremoto.


 Instrucciones para la evacuación de edificios después o durante el terremoto, si se
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pueden realizar con cierta facilidad y/o seguridad.

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 Un listado de los sitios seguros donde las personas que viven en las áreas
amenazadas por deslizamientos durante temblores secundarios puedan ser
reubicadas.
 Medios para el cuidado de jóvenes, ancianos, enfermos y personas que puedan
entrar en el rango de débiles.
 Procedimientos para extinguir fuentes de incendios potenciales y hacer seguras las
situaciones peligrosas.
 Un protocolo para el reconocimiento personal y recuento de personas
desaparecidas en el seísmo.
 Un plan para brindar primeros auxilios y tratar las personas que se encuentren en
estado de estrés.
 Procedimientos para inspección y reporte de daños,
 Medidas de limitación de daños.
 Procedimientos para informar a las autoridades acerca del momento seguro para
volver al trabajo o ir a casa.

Ya que nunca hay recursos o servicios médicos suficientes en los grandes desastres, las
comunidades vulnerables a los terremotos deben establecer programas para enseñar al
público qué hacer cuando ocurre un terremoto: primeros auxilios, entrenamiento básico en
rescate y conductas adecuadas durante incendios. Los ejercicios de simulación se pueden
llevar a cabo conjuntamente por grupos voluntarios, brigadas locales de incendios y
hospitales. Este entrenamiento también podría ayudar a mejorar la respuesta de los
espectadores durante cada día de emergencia.

5.2. Respuesta al desastre por terremoto.

La respuesta al desastre por terremotos es más parecida al tratamiento médico que a la


prevención, pero algunos aspectos de la respuesta pueden parecerse a la prevención
terciaria en la cual se busca limitar lesiones adicionales y controlar los efectos secundarios
del terremoto. El rescate rápido debe mejorar el pronóstico de las víctimas y el tratamiento
médico temprano disminuye las secuelas de las lesiones primarias [por ejemplo,
complicaciones de las heridas o discapacidades neurológicas crónicas]. La provisión de
alimento adecuado, agua y albergue debe ayudar especialmente a las personas en grupos
de edad vulnerables y aquéllos con enfermedades previas. Las medidas efectivas de control
ambiental deben evitar los problemas secundarios en salud ambiental. La identificación y
el control de riesgos a largo plazo [por ejemplo, escombros de asbestos] debe reducir los
efectos crónicos en la salud.
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Evaluación Rápida del Impacto del terremoto.

El rescate de las víctimas atrapadas y el rapido tratamiento de aquellas con lesiones que
amenazan sus vidas puede mejorar su pronóstico, el abordaje rápido de la extensión del
daño y las lesiones es necesario para ayudar a movilizar recursos y dirigirlos a donde más se
necesitan. Infortunadamente, los muchos factores que probablemente causan el gran
número de lesiones son también los que trastornan las comunicaciones y el transporte y
dañan las instalaciones médicas. Las autoridades de salud necesitan establecer
anticipadamente cómo se investigarán las áreas.

Aunque no se pueden prevenir los terremotos ni dejar los pequeños para prevenir los
grandes, debemos tomarlos en consideración antes de asumir actividades que los
precipitan, como las excavaciones profundas, las represas de agua y las descargas de
explosivos nucleares bajo tierra.

Evitar construir en áreas de alto riesgo sísmico.

Es importante evitar la construcción residencial y comercial innecesaria sobre o cerca de


fallas geológicas activas y en áreas sujetas a tsunamis o deslizamientos, la licuefacción del
suelo y las fallas en la roca, es técnicamente una medida de prevención secundaria ante los
terremotos, pero primaria para las lesiones relacionadas con los terremotos.

Las áreas de alto riesgo sísmico están muy bien delineadas y la información acerca de tales
áreas debe estar disponible para los planificadores locales. Es bien conocido que ciertos
tipos de terreno vibran más severamente durante los terremotos y, por tanto, causan más
daños a las construcciones levantadas sobre ellos. Al evitar la construcción en áreas
potencialmente peligrosas, los constructores pueden ayudar a prevenir el daño futuro en
los terremotos.

Construcción Segura

Recientes hallazgos de investigaciones apoyan la visión de que la prevención del colapso


estructural es la forma más efectiva de reducir las muertes y las lesiones serias.

Las intervenciones en ingeniería han sido dirigidas sobradamente a incrementar la


capacidad de las nuevas edificaciones para soportar las sacudidas y también para reforzar
las construcciones existentes. El más estricto nivel de seguridad sísmica llevará a las
edificaciones a resistir los terremotos con poco o ningún daño. Como mínimo, las
edificaciones deben estar diseñadas para permanecer funcionales aunque estén dañadas
[un importante criterio de diseño para los hospitales].
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En países en vías de desarrollo, puede haber reglas o prácticas estándar de construcción
que pudieran ser establecidas y aprendidas aún por constructores de oficio para que, en
el futuro, se eviten grandes errores en la construcción. Una construcción puede fallar en
un terremoto, pero las lesiones pueden evitarse o reducirse si aquellas partes de la
edificación que probablemente sean ocupadas por un mayor número de personas se
diseñaren de tal forma que haya menor riesgo para los ocupantes. Puede ser posible
diseñar edificios para que, si se caen, colapsen de tal forma que los ocupantes tengan la
mayor probabilidad posible de ser rescatados. Por ejemplo, casi todos los tipos de
edificaciones dañadas contendrán vacíos o espacios en los cuales las personas atrapadas
puedan permanecer vivas por períodos comparativamente largos de tiempo.

El diseño de nuevas edificaciones podría agregar características como un centro estructural


o estructura de viga profunda que, se piensa, producirá más espacios seguros o vacíos para
las víctimas atrapadas después de un colapso total o parcial.

La evidencia anecdótica de los terremotos en Guatemala [1976].

Ciudad de México [1985) y Armenia [1988] sugieren que la sofocación por inhalación de
polvo puede ser un factor importante en la muerte de muchas personas que fallecieron sin
aparente trauma externo severo. Sin embargo, el uso de algunos materiales de
construcción y acabados puede reducir la producción de polvo, por ejemplo, el cartón de
yeso puede producir menos polvo al colapso que el yeso húmedo. Quizá el desarrollo y el
uso de métodos de reducción de polvo durante el colapso de las construcciones evitaría
muchas muertes.

El refuerzo de las construcciones existentes, es decir, el anclaje de viviendas o el refuerzo


de paredes, puede ser muy caro y muchos propietarios no tienen los fondos para
adelantarlo, aún con requerimientos menos estrictos. Entonces, una política de reajuste
selectivo de edificaciones sobre la base del riesgo relativo puede ser apropiada. Por
ejemplo, en el caso de las edificaciones de mampostería no reforzada, las investigaciones
de Durkin y Thiel mostraron que muchas de las lesiones en los terremotos recientes en
California han ocurrido fuera de las construcciones, a menudo entre ocupantes que
intentan evacuarlas. Estos hallazgos proponen que, con la protección de las rutas de
evacuación de estas edificaciones y los perímetros de las mismas, pueden conseguirse
sustanciales reducciones en el número de lesiones y muertes a un coste moderado. Otras
modificaciones relativamente simples que pueden reducir el riesgo de lesiones son el
refuerzo de las escaleras o de los baños y el crear corredores seguros. Finalmente, muchos
de los 22 000 puentes de las autopistas en California están en riesgo de un daño severo o
un colapso en un terremoto mayor. Cualquier plan para mitigar el riesgo en un área
sísmicamente activa como California, debe originar una alta prioridad al refuerzo
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sistemático de las estructuras de transporte.

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5.3. Desarrollo y refuerzo de los códigos de seguridad sísmica.

Debido a la mejora de los códigos de construcción, la planificación en el uso de la tierra y


de los preparativos, las pérdidas en la zona de la bahía de San Francisco por los terremotos
de Loma Prieta en 1989 y el área de Los Angeles en 1994, fueron mucho menores que las
ocurridas en regiones menos preparadas. El diseño sismorresistente es una ciencia en
evolución y los códigos requieren actualización periódica para reflejar lo que se ha
aprendido del comportamiento de las edificaciones durante los terremotos. Debe ponerse
particular atención en las áreas al este de los Estados Unidos y en el valle alto del río
Mississippi, donde el riesgo actual puede ser mayor que el percibido y donde, en
consecuencia, los códigos locales pueden no ser los más adecuados.

Cómo, cuándo y a qué coste las viejas edificaciones se deben ajustar a los códigos, es un
asunto importante en salud pública ya que esas edificaciones probablemente son las más
vulnerables. Sin embargo, el buen diseño requerido por los códigos puede ser sólo
aparente si los constructores reducen costos en los materiales y técnicas de construcción.
El riguroso reforzamiento de los códigos de construcción puede prevenir la mala calidad y
el trabajo por debajo de las normas.

Medidas no estructurales

Muchas de las veces las lesiones, así como las consecuencias de los terremotos son
causados por los contenidos de las edificaciones, incluyendo equipo, maquinaria y otros
elementos no estructurales. Más allá del alcance de los códigos de construcción lo
cualquier razonable perspectiva de una ley más coercitiva en esa materia). los muebles
pesados, los gabinetes de vidrio, las aplicaciones y los objetos ubicados donde podrían
caer o ser lanzados , se deben asegurar firmemente para evitar que golpeen a las
personas en un terremoto .Se deben tomar especiales precauciones con las fuentes de
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llama o filamentos eléctricos en hervidores, calentadores, calefactores de ambiente, luces


piloto o estufas, pues las sacudidas violentas pueden causar incendios.

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6. Elevación del nivel del agua marina y mareas vivas

6.1. Elevación del nivel del mar.

Debido al calentamiento global el nivel del mar se eleva, esto sucede debido a dos factores:
a que el hielo en las plataformas continentales se derrite y a que el agua del océano se
expande al calentarse.

La contribución relativa de los dos factores es muy difícil de medir. Anny Cazenave, del
Laboratorio para Estudios en Geofísica, Oceanografía y Espacio (LEGOS) en Toulouse,
Francia, y sus colaboradores lograron medir ambos procesos de forma separada gracias a
los datos gravitatorios de los satélites GRACE y a los registros de temperaturas oceánicas
conseguidas por la red de boyas Argo. La expansión térmica del agua del océano se ha
reducido recientemente y ha contribuido sólo a una elevación de 0,3 mm por año del
nivel del mar, durante los años 2003 a 2008 . Durante dicho periodo, el hielo continental
derretido ha contribuido a una elevación de unos 2 mm por año. Estos datos son
preocupantes, ya que una investigación reciente de la m is ma autora nos indica que en el
periodo 1993-2007, la contribución de la expansión térmica fue del 30% y la del deshielo
continental del 55% [en el último lustro ha pasado a ser del 80%]. Estos datos parecen
indicar que el deshielo de las regiones continentales se está acelerando alarmantemente.

El estudio del cambio del nivel del mar en el pasado es complejo. Se cree que en los últimos
milenios su tasa de crecimiento era de unos pocos centímetros por siglo. Sin embargo, en
los últimos decenios ha crecido hasta una tasa de varios decímetros por siglo. Los
modelos parecen indicar que seguirá creciendo. ¿Hay que preocuparse? Se estima que
durante el siglo XXI el nivel global medio del océano crecerá menos de un metro, sin
embargo, la variación regional de este nivel puede alcanzar varios decímetros. Los datos
muestran una gran variabilidad espacial, hay regiones incluso en las que el nivel del
océano está decreciendo. Se cree que la contribución dominante en la distribución espacial
de estos cambios es la expansión térmica del océano que está controlada por la
distribución de la temperatura en función de las grandes corrientes oceánicas y su
dinámica.

Los grandes deltas serán las regiones más afectadas del planeta debido a la subida del nivel
del mar. Muchos de ellos están densamente poblados por habitantes del tercer mundo que
se dedican fundamentalmente a la agricultura. Sus habitantes sufrirán inundaciones y
fuertes pérdidas económicas conforme el mar vaya ganando terreno. James P.M. Syvitski
de la Universidad de Colorado y sus colaboradores han estudiado los 33 deltas más
importantes del mundo con objeto de determinar los efectos que están sufriendo y sufrirán
en un futuro próximo debido al efecto conjunto del cambio climático y de 1.a degradación
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de los mismos por las actividades humanas.

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El 85% de estos deltas ya han sufrido inundaciones severas en la última década que han
provocado la inmersión temporal de 260 000 Km 2. El panorama que dibujan para lo que
resta de siglo es bastante pesimista. Más de 500 millones de personas viven en los deltas
de grandes ríos o en sus proximidades. Los sedimentos depositados por los ríos en estas
regiones las hacen muy productivas para la agricultura. El cambio climático las convierte en
zonas de alto riesgo. Un riesgo que se ha acrecentado debido a las actividades humanas.

6.2. MAREAS

Cuando decimos mareas nos referimos al movimiento periódico y alternativo de ascenso y


descenso del nivel del mar, producido por las acciones atractivas del sol, la luna y demás
cuerpos astrales, que se repite cada 12 horas y 24 minutos. Su intensidad está en íntima
relación con las posiciones relativas que el sol y la luna tienen respecto a la tierra.

No es posible hacer de este complejo fenómeno una descripción general y completa, pues de un
lugar o otro del globo terrestre, varían de tal modo sus características, que es difícil por ellas
solamente afirmar que siempre tiene el mismo origen. Tomando el caso más general en Europa, el
fenómeno de las mareas puede describirse como si un observador que está atento al movimiento
en altura del nivel del mar en el muro de un muelle, lo verá si empieza su observación en el
momento en que está más bajo, subirá lentamente hasta alcanzar una altura máxima, descenderá
después hasta llegar a una cota mínima, para continuar sucesiva y regularmente en análoga
oscilación. El tiempo que separa a dos máximos o dos mínimos consecutivos es de 12 horas y 24
minutos aproximadamente, es decir, un semidía lunar (el día lunar tiene 50 minutos más que el día
solar). Un máximo y el mínimo anterior o posterior distan en tiempo 6 horas y 12 minutos.

También se ha examinado que las alturas máximas y mínimas varían de un día a otro y que
en cada mes hay dos días en que la amplitud de la oscilación es máxima y otros dos en que
es mínima, correspondiendo los primeros con la luna nueva y la llena, y los segundos con
los cuartos. Cuando el nivel está en uno de los máximos de altura, se dice que la marea está
llena o que es pleamar, y cuando está en uno de los mínimos, que la marea está baja o que
es bajamar.

La marea es entrante o que sube cuando el nivel aumenta, y en tanto que desciende se
dice que es saliente, vaciante o que baja. Se denomina flujo al movimiento ascendente y
reflujo al descendente. A lo que sube el nivel desde una bajamar a la pleamar siguiente se
le da el nombre de amplitud de la marea, continuando periódicamente la oscilación sobre
una posición media llamada nivel medio.

La nomenclatura más importante, además de la vista hasta ahora, al hablar de las mareas
es la siguiente:
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 Carrera de marea. Diferencia de altura entre pleamar y bajamar.
 Semiperíodo de marea. Diferencia en el tiempo entre los estados de pleamar y
bajamar.
 Estoa de marea. Es el momento en el que el nivel permanece fijo en la pleamar o en
bajamar.
 Estoa de corriente. Es el momento en que la corriente asociada a la marea se anula.
 Establecimiento del puerto. Es el desfase existente, debido a la inercia de la
hidrosfera, entre el paso de la luna por el meridiano del lugar y la aparición de la
pleamar siguiente.
 Edad de la marea. Es el desfase existente, por la misma razón, entre el paso de la
luna llena por el meridiano del lugar y la máxima pleamar mensual siguiente.
 Unidad de al tura. Promedio durante 19 años (un cielo nodal] de las dos máximas
carreras de marea (equinoccios] de cada año del ciclo acaecido.

Mareas vivas y mareas muertas

Tal y como vimos anteriormente, el sol, a pesar de ser mucho mayor que la luna, se
encuentra de la Tierra mucho más distante que ella, por lo que la fuerza productora de
mareas de origen solar es tan solo 5/11 de la lunar. La luna controla siempre la hora de la
marea alta y de la marea baja, mientras que el sol modifica el grado de ascenso o de
descenso del nivel del agua considerablemente en diferentes épocas del mes sinódico.

Se conoce que en las mareas vivas o de sizigias, las fuerzas productoras de mareas de
origen lunar y solar se ejercen de tal manera que sus efectos se suman. Esto produce
mareas muy considerables, denominadas mareas vivas que tienen lugar dos veces al mes
(cada 14 3/4 días] en la luna nueva y en la luna llena, cuando el sol y la luna se encuentran
en conjunción y oposición respectivamente. Cuando el sol y la luna están en cuadratura, en
las fases de cuarto creciente y cuarto menguante, la fuerza productora de mareas de
origen solar tiende a contrarrestar la de origen lunar, dando lugar a mareas de pequeña
oscilación, denominadas mareas muertas. Las mareas vivas superan en un 20% a la
marea media, las mareas muertas son inferiores a la marea media en este mismo
porcentaje.

Mareas de perigeo y apogeo

En el momento en que la luna se encuentra en el perigeo de su órbita, en su posición más


cercana a la tierra, la fuerza productora de mareas es muy superior a la fuerza media y da
lugar a las llamadas mareas de perigeo, que superan a la media del 15% al 20%. El intervalo
de tiempo que separa dos perigeos sucesivos es de 27,5 días. Cuando la luna se encuentra
en su apogeo, en su posición más alejada de la Tierra, las correspondientes mareas son
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inferiores a la media en un 20% y se denominan mareas de apogeo. Si se diera el caso


de coincidir en el tiempo el paso del sol por su perihelio y la luna por su perigeo, se
produce el máximo anual o marea máxima viva anual.

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Si ello coincidiera con el paso del sol por el Ecuador celeste se produce la pleamar máxima
viva equinocional y bajamar máxima viva equinocional, cuyo nivel se fija como 0
batimétrico. Estas oscilaciones tienen una periodicidad de 18,5 años.

2. Establecimiento de distancias de seguridad según incidentes y


materias implicadas o los riesgos posibles.

1. Perímetro de intervención de los equipos.

El escenario es el marco geográfico en el que se produce una catástrofe, en él podemos


encontrar de manera desordenada y mal delimitadas personas sanas y heridas, espacios
distorsionados, elementos deteriorados, restos de materiales y sobre el mismo se
acumulan de igual manera espectadores, socorristas, medios de difusión, fuerzas de
orden, equipos de rescate y un largo etcétera que contribuyen a crear una situación de
caos, confusión y desorden.

El objetivo de este apartado es introducirnos en los procedimientos y técnicas necesarios


para la resolución de accidentes, en las mejores condiciones posibles de seguridad.

En cuanto a las actuaciones sanitarias inmediatas se dividen en dos grandes bloques:


organizativas y asistenciales Las actuaciones organizativas se dirigen a acciones de
coordinación, control del escenario, preparación de los espacios asistenciales y ubicación
de los medios móviles para apoyar las tareas sanitarias que se desarrollen. Las actuaciones
asistenciales serán siempre proporcionales al número de victimas, íntimamente ligadas a la
esperanza asistencial y reguladas por las posibilidades de supervivencia. Comprende todo
el conjunto de maniobras y tareas efectuadas sobre los accidentados con fines curativos.

La asistencia inmediata en el lugar tiene varios objetivos:

 La búsqueda y salvamento de los supervivientes.


 El tratamiento inicial [gestos salvadores] a los heridos.
 La organización de la evacuación hasta los centros de atención definitiva.

1.1. Los procedimientos para controlar el escenario:

Reconocimiento.

El encargado del equipo hace una inspección rápida y rigurosa de todo el contorno del
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accidente, identificando los peligros potenciales, presencia de víctimas dispersas y los


límites del escenario.

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Balizamiento para impedir la difusión.

Necesitamos controlar el escenario en todo su perímetro. Un siniestro habitualmente no es


un suceso estático, comporta una dinámica de agresiones añadidas o de rebote que deben
controlarse para evitar la extensión a nuevas víctimas, por eso hay que real izar una labor
de delimitación o acotamiento de un área. Los balizamientos con cinta perimetral y
señalización requerida son competencia de las Fuer zas y Cuerpos de Seguridad del Estado
o Protección Civil, y se establecerán fuera de los límites de riesgo mínimo.

Los habituales medios para el control de los accesos son la utilización de balizas o cintas de
señalización, entre otros. Son de utilidad mensajes radiofónicos que alerten a la población
acerca del uso de rutas alternativas. Los equipos sanitarios en su despliegue estarán
siempre protegidos y dentro de áreas de seguridad. Los límites de seguridad son en cada
caso diferentes y no es posible establecer unas reglas fijas.

Se establecerán, en caso necesario, por ejemplo, si el número de heridos es elevado, o


están en condiciones de difícil extracción de la escena, o hay riesgo añadido, como suele
ocurrir en caso de fenómenos naturales, tres perímetros:

 Perímetro interno de intervención o de rescate. Es el lugar en el que ocurre el


fenómeno y los alrededores que se consideren peligrosos por las circunstancias del
mismo y en la que hay o puede haber víctimas. A este perímetro solo pueden
acceder los especialistas en rescate y el personal sanitario si es requerido por ellos
para hacer una valoración inicial rápida y sencilla; se intentará una clasificación por
prioridades que nos ayuden a decidir el orden en que van a ser atendidos (triaje).
Aquí llegan camilleros para evacuar a las víctimas que hayan sido clasificadas y
trasladarlas al área base, donde se establecerá el puesto médico avanzado para ser
tratadas. Debe ser un perímetro aislado.
La evacuación indiscriminada de heridos de esta zona debe evitarse a toda costa,
excepto en el caso de grave peligro o riesgo inmediato. Todos los heridos deben de
ser trasladados al puesto médico avanzado.

 Perímetro medio, de base, de socorro o asistencia. Envuelve al anterior y tiene que


estar a una distancia de seguridad. Debería ser de fácil acceso desde el lugar del
siniestro y permitir cierto grado de comodidad para la atención de los pacientes. En
él se establecen las bases de asistencia sanitaria [puesto médico avanzado]. cuyo
tamaño y despliegue se amoldarán a los recursos existentes y magnitud del
siniestro. Está atendida solo por personal sanitario. Aquí llegan las camillas con las
víctimas etiquetadas, a las que se les realizará una valoración y tratamiento de
sostén con el protocolo adecuado. Se recogerán datos, se priorizará su transporte y
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se procederá a su traslado ordenado cuando lo considere oportuno el responsable


sanitario del puesto medico avanzado si no hay estación médica de evacuación.

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En el perímetro medio se señalará un punto bajo vigilancia constante por parte del
personal de orden público o sanitario para los etiquetados como negro y un lugar al
abrigo para todos aquellos que, sin estar aparentemente heridos, hayan estado
involucrados en el suceso, también bajo control. Desde el puesto medico avanzado,
habrá una segunda noria de camilleo hasta la Estación Médica de Evacuación o
hasta las ambulancias, dependiendo del caso. También debe estar aislada, para que
no se acerquen otras personas que se encuentren en la zona de siniestro.

 Perímetro externo, o de seguridad. Este perímetro se establece cuando la magnitud


del siniestro permite esperar un número elevado de víctimas o la zona de
actuación presente riesgos importantes. Es exterior al perímetro de base y evita
aumentar el caos existente y posibles nuevas víctimas. Su finalidad es que ahí se
ubiquen los medios de transporte y es donde se trasladarán los pacientes en el
momento que su situación lo permita. En el área delimitada por este perímetro se
debe instalar la estación médica de evacuación, lugar donde una segunda noria de
camilleo hará llegar los pacientes que ya hayan sido atendidos en primera instancia
y preparados para transporte y se estacionarán las ambulancias en espera de
trasladar pacientes. No es un área de permanencia de enfermos, sino de espera de
ambulancias. Además deberá tener una comunicación fácil con las vías de
evacuación, y estará a cargo de un responsable no sanitario cuya misión consistirá
en ordenar las ambulancias, así como ordenar el material de apoyo y facilitar su
distribución hacia el puesto médico avanzado.
Este perímetro, a diferencia de los otros, no lo establece el personal sanitario
interviniente en primera instancia, sino Protección Civil o los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado, representa el perímetro externo del área de actuación y
concentra todas las actuaciones no sanitarias; no tiene límites definidos y su
tamaño y contorno depende de la amplitud e importancia del evento, así como de
las necesidades de apoyo logístico. También tiene que estar aislado, sin embargo, el
responsable del despliegue puede valorar la posibilidad de acceso de los medios de
comunicación o de público que ayude en ciertas labores corno camillero o alguna
otra labor.

1.2. Sectorización.

Normalmente distinguimos tres sectores asistenciales: área de salvamento, área de socorro


y área de base. Este esquema se repite de manera permanente con una extensión que
puede ir desde un accidente de tráfico a un terremoto.
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Área de salvamento.

Es el punto de mayor impacto de la agresión. Los límites son virtuales y confusos.


Normalmente el acceso está limitado por el propio daño o los peligros añadidos y en él van
a actuar en primer lugar los propios supervivientes y en un segundo tiempo los equipos
de salvamento. Nuestros esfuerzos irán dirigidos a la búsqueda de supervivientes, a retirar
a las víctimas de daños potenciales y al rescate de los atrapados. En general hemos de
disminuir el intervalo libre de actividad terapéutica y controlar las evacuaciones que se
producen en un primer tiempo.

La atención sanitaria in situ puede ser inicialmente primitiva y rutinaria, hasta la llegada de
equipos especializados, la función principal es evacuar a los supervivientes a zonas seguras,
reunirlos y conducirlos a sectores en los que puedan ser socorridos.

Las acciones terapéuticas que se ejecutan en este sector van dirigidas al apuntalamiento de
la vía aérea y circulatoria, analgesia, inmovilización y evacuación. Se efectúan provistos del
mínimo material para facilitar el acceso y la operatividad [chaleco salvavidas].

Área de socorro.

Es la frontera externa a la zona de salvamento, un espacio de transición entre la zona


afectada y el perímetro inmediato. Aquí se despliegan los servicios sanitarios que prestarán
las primeras atenciones, se hará la primera clasificación y dispersión de damnificados. Es el
espacio en que se deben tratar las extremas urgencias aplicando las técnicas
imprescindibles para ganar tiempo a la vida. Se controlarán espacios abiertos, fuera de
peligro, con accesos rápidos y permeables que ofrezcan la posibilidad de efectuar
despliegues del material para inmovilización.

Área base

Conocemos como área base, el espacio limítrofe con la zona de socorro en la que se
organizan todos los apoyos disponibles para asistir al salvamento y socorro de las víctimas.
A ella se debe acceder con cierta facilidad desde zonas vecinas y es posible concentrar en
ella elementos de mando, coordinación, asistencia especializada y equipos pesados.

Estacionamiento del vehículo sanitario

A la hora de elegir el lugar del estacionamiento del vehículo hay varios factores que
intervendrán: el tráfico rodado, características de la carretera, visibilidad, condiciones
meteorológicas y la presencia de determinados riesgos añadidos. Como norma general se
estacionará separado del accidente, manteniendo un espacio de seguridad ante la
eventualidad de que el o los vehículos afectados pudieran explosionar o ser arremetidos
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por otros elementos en ruta. Como norma general el vehículo sanitario estacionado
mantendrá siempre el motor en marcha y los reflectantes activados, generalmente:

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 En el arcén.
 Fuera de la carretera.
 En la carretera, a unos 20 m del accidente.

El vehículo mantendrá las luces de emergencia y los sistemas rotativos o de destellos


encendidos, así como las luces de indicación de peligro, para así reforzar nuestra presencia
y seguridad.

En el caso de condiciones meteorológicas desfavorables, situaciones con disminución de la


visibilidad, riesgos añadidos como derrame de sustancias químicas, harán que la elección
del lugar de estacionamiento tenga peculiaridades diferentes.

2. Perímetros exteriores a zonas afectadas por impactos sísmicos.

Igual que ocurre para los casos generales de desastres naturales el perímetro de seguridad
establecido alrededor del área afectada responderá a distinción entre tres zonas que
realizará conjuntamente la dirección de sanidad en la zona [MMO) con el mando de
Bomberos y Fuerzas de Seguridad.

La zona de socorro es por excelencia el área de actuación de los servicios sanitarios y de los
cuerpos de emergencias como protección civil; ésta se sitúa entre el área de salvamento,
en principio reservada exclusivamente al personal de los servicios de extinción y rescate,
con posibilidad de medicalizarlos en situaciones muy concretas, y el área base en la cual se
situará el Centro de Coordinación Operativa [CECOP) y el puesto de mando avanzado. En el
área de socorro se desplegaran las siguientes estructuras:

 Nido de heridos. Primera zona de concentración de heridos. No está presente en


todas las catástrofes, variará en función del número de víctimas, extensión del foco
y características de la catástrofe sucedida.
 Redil. Zona de concentración de víctimas que puedan caminar.
 Área de triaje. Zona donde se realizará el triaje de las víctimas, en esta zona
únicamente se aplicarán los llamados gestos salvadores y una vez finalizado se
decidirá el orden de evacuación al puesto médico avanzado.
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 Puesto médico avanzado (PMDA). Estructura sanitaria eventual donde se aplicarán
medidas de soporte vital avanzado, previas al traslado a los distintos centros
médicos de evacuación.
 Puesto de Evacuación. Compuesto del puesto de carga de ambulancias [PCAMB] y el
puesto de evacuación aérea [PEA].
 Morgue. Zona de concentración de los cadáveres.

A pesar de todo, la zona de seguridad creada en caso de impacto sísmico siempre


dependerá de la magnitud de este, por tanto, en la evaluación del riesgo se deberá
comprobar la peligrosidad sísmica de este.

2.1. Peligrosidad sísmica.

La peligrosidad sísmica es la posibilidad de que ocurra un fenómeno físico como resultado


de un terremoto, como pueden ser el movimiento mismo del terreno, así como la
licuefacción, los deslizamientos de tierra, inundaciones o rupturas de fallas, fenómenos a
los llamaremos efectos colaterales. El tamaño y localización de estos efectos colaterales
dependerán de diversos factores, principalmente de las características geológicas del lugar,
pero indudablemente de las características del terremoto: hipocentro, mecanismo,
intensidad, magnitud, duración o contenido influencial. Con todo ello vemos como se
deberá atender al estudio de todos estos factores para poder establecer la zona de
seguridad.

2.2. Evaluación de la sismicidad.

Los terremotos pueden cambiar ampliamente en el tamaño o liberación de la energía, es


decir, pueden ser desde pequeñas fracturas a grandes deslizamientos a lo largo de varios
kilómetros en una falla. Un terremoto pequeño que ocurre a pocos kilómetros de la
superficie se puede detectar sin necesidad de instrumentos, pero un terremoto grande que
ocurra a muchos kilómetros bajo la superficie a veces sólo puede detectarse con la
utilización de instrumentos.

Por suerte en las últimas décadas ha habido un avance en la sismología teórica y


computacional que ha permitido reducir esta variabilidad en la evaluación de los
movimientos del terreno. Como hemos apuntado anteriormente el tamaño de un
terremoto se puede caracterizar por la intensidad, la magnitud o por el momento sísmico
[magnitud sísmica], siendo quizás este último la caracterización más adecuada, debido a
que está relacionado directamente con el producto del área de la ruptura de la falla y el
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desplazamiento promedio de la misma.

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Intensidad.

Los efectos del movimiento del terreno sobre las estructuras construidas por el hombre
se describen en términos de intensidad, es decir, de una manera subjetiva ya que no
depende de medidas instrumentales, sino de la información que un observador obtenga
del daño o del movimiento de un terremoto.

Sin embargo, la naturaleza de la intensidad sísmica crea problemas para comparar los
efectos de los impactos sísmicos evaluados durante diferentes épocas de estudio o por los
efectos provocados por el terremoto.

Por ejemplo, los valores bajos de la intensidad dependen de lo que ha sentido la gente,
valores medios dependen de la respuesta de las estructuras y valores altos describen lo
que ha ocurrido cuando se produce la ruptura de una falla. Una de las escalas más
utilizadas para medir la intensidad sísmica es la Mercalli Modificada, a partir de la cual se
han desarrollado otras.

Las escalas de intensidad históricamente tienen una importancia especial debido a que no
utilizan ningún instrumento para hacer la medición. La primera vez que se utilizó el
concepto de intensidad como hoy en día lo conocemos se debe a Egen, cuando describió
los efectos del sismo de Bélgica en 1828.

De esta manera, el uso de la intensidad como medida de un terremoto, permite identificar


zonas con un mismo nivel de daño y efectos similares con los que se puede formar un
mapa de isosistas.

Al analizar estos mapas se puede observar que la intensidad decrece con la distancia,
por lo que este fenómeno recibe el nombre de atenuación de la intensidad sísmica. Esta
atenuación de la intensidad no sólo depende de la distancia o de la distribución
geométrica, depende también de los fenómenos de absorción y dispersión de ondas, de la
magnitud, de las condiciones del suelo, entre otras.

En este contexto es posible generar mapas de peligrosidad sísmica calculando una


intensidad epicentral y aplicando leyes de atenuación para el sitio en estudio, según:

Donde:

 lo: es la intensidad epicentral.


 I: es la intensidad atenuada con la distancia.
 K: factor que relaciona la intensidad y el logaritmo de la aceleración pico del sismo.
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 Y: atenuación anelástica (0,001 Km·1 ).


 b: coeficiente de extensión geométrica.
 h: profundidad focal en Km.

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Magnitud.

La idea de magnitud la introdujo por primera vez el profesor Charle Richter en 1935, en
California, definiéndolo como una medida cuantitativa del tamaño de un terremoto.
Richter la relacionó indirectamente con la liberación de la energía la cual es independiente
del lugar de observación. Actualmente, es la forma más usada para medir el tamaño de
los sismos en todo el mundo, aunque no es la única.

La forma de calcularla es a partir de la medición de la amplitud en un sismógrafo del tipo


Wood-Anderson de torsión y se expresa en escala logarítmica en números rea les. La
escala que más se utiliza es la correspondiente a la magnitud local de Richter, denotada
por M o ML y que se define de la siguiente manera:

Donde:

 ML : es la magnitud local, calculada como la diferencia entre el logaritmo decimal


de la amplitud y el logaritmo decimal de la amplitud estándar.
 A: es la amplitud máxima registrada de un terremoto a cierta distancia.
 A0 : es un terremoto particular seleccionado como estándar.

Por otro lado, pese a que la magnitud se define como una medida cuantitativa de un
terremoto, las diferentes formas de medirla arrojan en algunos casos valores diferentes,
esto se debe a que las escalas de magnitud fueron diseñadas en un principio para una clase
específica de sismogramas y para un tipo de ondas.

Momento sísmico.

El instante de un terremoto o momento sísmico M0 es quizás el mejor parámetro que


puede utilizarse para medir el tamaño de un terremoto.

Mientras que la magnitud es una medida conveniente del tamaño de un terremoto


determinado directamente de un sismograma, M0 es una medida físicamente significativa
del tamaño del terremoto sin estar sujeta a los problemas que se encuentran en la
magnitud. De hecho, M0 está directamente relacionada con los parámetros fundamentales
del proceso de falla. Esta medida está siendo cada vez más usada por los sismólogos debido
a su mayor fiabilidad.

La relación entre el momento sísmico y cualquiera de las magnitudes no es inmediata, pero


algunos autores utilizan un ajuste logarítmico lineal del tipo:
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Mecanismos de los terremotos.

La radiación de las ondas a partir del foco sísmico depende del tipo de falla que lo origina.
Una forma muy eficaz para estudiar los distintos tipos de falla es a partir de la construcción
de mecanismos focales. Estos pueden ser simples cuando sólo se estudia un terremoto o
compuestos cuando se estudian varios asociados a un mismo tipo de falla. El modelo
matemático más aceptado es el que está formado por un doble par de fuerzas sin
momento resultante. La radiación de la energía desde el foco para los distintos tipos de
ondas, depende de la expresión matemática que representa el modelo
correspondiente. Por ejemplo, las ondas P dan lugar a compresiones o dilataciones sobre la
superficie terrestre.

El mecanismo focal basado en las observaciones de compresiones y dilataciones en


diversos observatorios se obtiene mediante la aplicación de un método gráfico que permite
determinar el tipo de falla correspondiente al terremoto o a los terremotos.

3. Determinación de zonas seguras fuera del alcance del incremento del volumen,
altura y caudal de agua.

El fenómeno natural de la aparición de avenidas a un determinado punto de un río es


enormemente variable en frecuencia y magnitud, estando en esencia determinado por el
azar y siendo, por tanto, imposible de predecir. Esto hace que la determinación de zonas
seguras fuera del alcance del agua, se convierta en un estudio profundizado de la cuenca,
caudal o río concreto.

El objeto fundamental del mapa de caudales máximos, como el de la mayoría de los


estudios hidrológicos de crecidas, consiste en caracterizar estadísticamente dicho
fenómeno mediante el conocimiento de su ley de frecuencia, la cual relaciona la magnitud
del caudal punta de avenida con su frecuencia de presentación (expresada mediante el
periodo de retorno) o, lo que es lo mismo, con su probabilidad anual de ocurrencia.

De esta manera, la determinación de dicha ley es un problema fundamentalmente


estadístico y tiene que ser, por tanto, abordado mediante la aplicación de las técnicas que
ofrece dicha disciplina. Dado que la estadística se ocupa del tratamiento de los datos
para, en base a ellos, tomar decisiones y realizar predicciones, es fundamental disponer
de mediciones directas del fenómeno aleatorio en estudio para que sus técnicas puedan
ser aplicadas, siendo crítica la calidad y extensión de los datos disponibles en la fiabilidad
de los resultados obtenidos. El estudio debe, por tanto, partir del análisis detallado de la
información foronómica sobre caudales máximos de que se disponga en la cuenca.
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La metodología utilizada en el estudio ha partido, por tanto, de la selección de estaciones
de aforos y embalses con suficiente información sobre caudales máximos como para
realizar una estimación suficientemente fiable de los valores correspondientes a distintas
probabilidades o periodos de retorno que sean cuantibles.

A las series de datos seleccionadas se les han aplicado diversas técnicas estadísticas para
verificar la calidad de la información, así como la coherencia en la información de las
distintas estaciones entre sí, y se les ha ajustado una función de distribución con la
finalidad de determinar sus cuantiles, es decir, su ley de frecuencia, habiéndose
seleccionado los siguientes periodos de retorno para el trabajo: 2, 5, 10, 25, 100 y 500
años.

En el análisis de las leyes de frecuencia se han integrado las siguientes técnicas estadísticas
con objeto de mejorar la precisión de la estimación de los cuantiles, fundamentalmente de
los correspondientes a los más altos periodos de retorno (100 y 500 años) para cuya
estimación es necesario extrapolar la ley de frecuencia fuera del rango de probabilidad
cubierto por los datos presentes en la serie:

 Estudio de la combinación función de distribución. Procedimiento de ajuste con un


mejor comportamiento para el tipo de datos de la cuenca.
 Empleo de información regional en la determinación del valor del coeficiente de
sesgo. Este estadístico tiene una gran influencia en la extrapolación de la función de
distribución a altos periodos de retorno y, sin embargo, su estimación a partir de
muestras de pequeña longitud presenta una gran imprecisión.
 Incorporación de información histórica al análisis de las leyes de frecuencia en
aquellos lugares donde ese tipo de información está disponible. La información
histórica correspondiente a las mayores avenidas ocurridas en la zona, es decir, a
eventos de pequeña probabilidad de ocurrencia, proporciona información directa
sobre el valor de los caudales en el rango de probabilidad no cubierto por los datos
de aforo sistemático, mejorando de forma importante la estimación de los cuantiles
de alto periodo de retorno.

El estudio estadístico de los datos foronómicos permite saber los cuantiles en aquellos
puntos en los que existen medidas de caudal, pero no puede aplicarse en aquellos puntos
donde no están disponibles dichas medidas.
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Dicha estimación debe desarrollare forzosamente mediante extrapolación de los resultados
obtenidos previamente para los puntos aforados.

La extrapolación de resultados se puede hacer básicamente mediante dos procedimientos.


Por una parte, pueden emplearse modelos hidrometeorológicos calibrados de tal forma
que reproduzcan adecuadamente los resultados, desde un punto de vista estadístico en los
puntos aforados, es decir, para que las hipótesis de cálculo adoptadas den como resultado
los cuantiles previamente calculados mediante el análisis estadístico, asumiendo que el
modelo así calibrado da resultados correctos en los puntos no aforados.

Debemos tener en cuenta, como se comentó anteriormente, que la obtención de los


cuantiles de caudal es fundamentalmente un problema estadístico y no un problema de
modelación hidrometeorológica.

La interpretación estadística de los resultados del modelo sólo podría llevarse a cabo si se
conociese la probabilidad conjunta de las distintas variables que intervienen en la
determinación del caudal [cantidad total de precipitación durante la tormenta, distribución
espacial y temporal de la precipitación o humedad antecedente del suelo en la cuenca!.

Dichas probabilidades en la práctica no se conocen, por lo que hay que recurrir a adoptar
determinadas hipótesis de cálculo (precipitación uniforme sobre la cuenca, distribución
temporal según hietogramas sintéticos) y a calibrar determinados parámetros de la
modelación (habitualmente los parámetros del modelo de infiltración) para forzar el ajuste
de los resultados del modelo hidrometeorológico a los del análisis estadístico en las
estaciones de aforo.

Esto acarrea que estos modelos sólo puedan aplicarse a cuencas de tamaño que no sea
muy grande en las que puedan asumirse las hipótesis realizadas.

Otra opción sería el empleo de modelos estadísticos basados en relacionar mediante


ecuaciones de regresión múltiple, bien los propios cuantiles calculados a partir de las series
temporales de las estaciones de aforo, bien determinados estadísticos de dichas series
temporales, con determinadas características fisiográficas y climáticas de las cuencas, lo
que permite realizar estimaciones de los cuantiles en aquellos puntos no aforados
simplemente conociendo el valor en sus cuencas de las características fisiográficas y
climáticas empleada en la regresión.

4. Determinación de distancias de traslado a partir de las previsiones de replicas


sismológicas.

Las réplicas son movimientos sísmicos posteriores a un sismo, de magnitud menor que este
y que ocurren en la misma región. La imagen siguiente muestra los epicentros de las
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réplicas ocurridas en el lapso de 24 horas posterior a un terremoto de 7,3 Mw en el 2012


con epicentro entre las costas de El Salvador y Nicaragua; Es normal que se registren
numerosas réplicas después de un terremoto.

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Casi todos los terremotos son seguidos por réplicas, algunas de las cuales pueden llegar a
ser tan fuertes como el mismo terremoto. Un ejemplo de ello, es el terremoto acaecido en
Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985, en el cual se sucedieron numerosas
muertes y lesiones serias por una fuerte réplica dos días después del terremoto, en el cual
fallecieron 1O 000 personas.

Para poder controlar las réplicas se deberá tener una constante vigilancia de la información
sísmica, esto se hace mediante la red de vigilancia sísmica del IGN y será reforzada según
el volumen de información que se registre, con información de causas y posibles sucesos.

Está demostrado que hay menos posibilidades de que se produzcan réplicas a medida que
avanza el tiempo. Cuando pasan 24 horas del primer terremoto, las posibilidades de que se
produzca otro movimiento se reducen a la mitad. Cuando pasan diez días, la posibilidad es
una entre diez.

Pese a que se ha estudiado el comportamiento de las réplicas, los geólogos no han podido
determinar el número, el momento ni la ubicación. De ahí que sean motivo constante de
preocupación para las autoridades que deben gestionar el salvamento tras un terremoto.

Por dicho motivo se aconseja encarecidamente a las personas que, en las noches siguientes
a los grandes temblores, traten de dormir en la calle o en sitios cuya seguridad esté
garantizada.

Con las réplicas de un terremoto se añaden nuevos peligros muy graves para los habitantes
de núcleos poblacionales. Cuando se ha producido un gran terremoto como el de Nepal,
muchas estructuras están dañadas sin que esta situación haya podido ser advertida por los
equipos que evalúan el estado de los edificios.

Con ello será prioritario el reconocimiento y la valoración preliminar de efectos sobre las
personas y bienes, para poder establecer una distancia prudencial al área afectada.

Los objetivos de esta evaluación preliminar serán:

 La evaluación del área y perímetro afectado por el terremoto.


 El cálculo del número de víctimas (muertos y heridos), personas desaparecidas y
personas que hayan abandonado su lugar de residencia.
 El estado general en que se encuentran los servicios básicos de las poblaciones
incluidas en el perímetro (agua, saneamiento, electricidad y combustibles), los
establecimientos de salud y otros fundamentales para la gestión de la emergencia y
las infraestructuras y vías de transporte que pueden facilitar la llegada de ayuda
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exterior.

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 Identificación de efectos sobre el terreno (movimientos de ladera. Licuefacción,
subsidencia, colapsos del terreno, inundaciones, ruptura de falla y agrietamientos
asociados en superficie], con vistas a una correcta planificación de la posible
situación de campos de refugio o hospitales de campaña.
 Observación de situaciones de riesgos añadidas en el área: incendios, explosiones,
emanaciones de gases, desbordamientos, riadas, o por ejemplo roturas de presa.

Esta evaluación contendrá la estimación inicial de daños mediante la utilización de modelos


de simulación.

Se instalarán fuera de la zona afectada centros de recepción de ayudas (CRA], estos


constituyen los centros logísticos de recepción, control y distribución de ayuda externa,
tanto nacional como internacional. Las funciones principales de estos centros serán: la
recepción, control, almacenamiento y distribución de la ayuda extern a, así como la
recuperación de los elementos no consumidos o del material que haya dejado de ser
necesario.

De esta forma, la dirección de operaciones de plan estatal sectorizará la zona afectada


según barrios, municipios o grupos de municipios, con el objetivo de conseguir una mejor
eficacia en el desarrollo de las operaciones de emergencias, en cada sector quedará
establecido un puesto de mando avanzado.

También se instalarán en el perímetro externo centros de atención al los ciudadanos con


las misiones de: distribuir alimentos y enseres, facilitar lugares de albergue,
abastecimiento, prestar apoyo psicosocial, y confeccionar listados de víctimas y
desaparecidos, remitiéndolos periódicamente a la oficina "ante mortem", para que sean de
dominio público.

A modo de conclusión, vemos como el perímetro de seguridad cambiará según el caso,


para delimitarlo se tendrá en cuenta la magnitud del movimiento, la intensidad y la
distancia a la que se produce.
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5. Interferencia entre las rutas de evacuación y evolución de lenguas magmáticas,
avenidas, riadas y otros.

5.1. Establecimiento de pautas de control, puntos de acceso y salida, y zonas


seguras de evacuación y concentración de población.

Comenzaremos este punto con la definición de conceptos generales que se irán repitiendo
a lo largo del mismo:

 Rutas de evacuación. Son caminos señalizados que se definen para garantizar la


rápida evacuación de zonas de peligro, estos conducen a zonas seguras o a zonas de
concentración transitoria para la recogida. Se pueden definir rutas de evacuación
principales y rutas de evacuación secundarias o alternas.
 Evacuación. Se refiere a la acción de desocupar de manera ordenada, planificada y
rápida un lugar con el fin de dirigir a la población a una zona segura establecida
previamente. Esta puede iniciarse al recibir la alarma de evacuación o al identificar
un peligro inminente que pueda poner en peligro la vida de personas.
 Puntos de concentración para la recogida. Son zonas donde no es posible la
evacuación rápida a una zona segura, se establecen para que la población sea
recogida y transportada hacia una zona segura. Sólo se encuentran operativos de
existir protocolos activos para la evacuación terrestre, aérea o marítima de la
población.
 Zonas seguras. Se refiere al lugar que se encuentra fuera del área de peligro y
donde la población se puede refugiar de manera temporal hasta que las
autoridades señalen que ha pasado el peligro o hasta la movilización hacia los
albergues temporales, ocasionalmente las zonas de seguro se convierten en zonas
de albergues temporales.
 Evacuación vertical. Se refiere a la acción de desarrollar la evacuación hacia
infraestructuras altas que hayan sido identificadas y validadas previamente como
seguras, por la autoridad competente. En esta se refugian de manera temporal las
personas que no puedan alcanzar zonas seguras a mayor distancia del epicentro del
riesgo.

Vías y salidas de evacuación.

El Real Decreto 486/1997 sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares
de trabajo, establece en su Anexo I que las vías y salidas de evacuación, así como las vías de
circulación y las puertas que den acceso a ellas, se ajustarán a lo dispuesto en su normativa
específica. En todo caso, y a salvo de disposiciones específicas de la normativa citada,
dichas vías y salidas deberán satisfacer las condiciones que se establecen en los siguientes
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puntos de este apartado.

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 Las vías y salidas de evacuación deberán permanecer expeditas y desembocar lo
más directamente posible en el exterior o en una zona de seguridad.
 En caso de peligro, los trabajadores deberán poder evacuar todos los lugares de
trabajo rápidamente, siempre y cuando sea en condiciones de máxima seguridad.
 El número, la distribución y las dimensiones de las vías y sal idas de evacuación
dependerán del uso, de los equipos y de las dimensiones de los lugares de trabajo,
así como del número máximo de personas que puedan estar presentes en los
mismos.
 Las puertas de emergencia deberán abrirse hacia el exterior y no deberán estar
cerradas , de forma que cualquier persona que necesite utilizarlas en caso de
urgencia pueda abrirlas fácil e inmediata mente . Estarán prohibidas las puertas
específicamente de emergencia que sean correderas o giratorias.
 Las puertas situadas en los recorridos de las vías de evacuación deberán estar señal
izada s de manera adecuada. Se deberán poder abrir en cualquier momento desde
el interior sin ayuda especial. Cuando los lugares de trabajo estén ocupados, las
puertas deberán poder abrirse.
 Las puertas situadas en los recorridos de las vías de evacuación deberán estar
señalizadas de manera adecuada.
 Las vías y salidas de evacuación, así como las vías de circulación que den acceso a
ellas, no deberán estar obstruidas por ningún objeto de manera que puedan
utilizarse sin trabas en cualquier momento. Las puertas de emergencia nunca y bajo
ningún concepto deberán cerrarse con llave.
 En caso de avería de la iluminación, las vías y salidas de evacuación que requieran
iluminación deberán estar equipadas con iluminación de seguridad de suficiente
intensidad.
 La distribución y las dimensiones de las vías y salidas de evacuación dependerán del
uso de los equipos y de las dimensiones de los lugares de trabajo, así como del
número máximo de personas que puedan estar presentes en los mismos.

Señalización de las vías de evacuación.

En el Anexo VII del R.O. 485/1997 se especifica que la señalización en situaciones de


emergencia va dirigida a alertar a los trabajadores o a terceros de la aparición de una
situación de peligro y de la consiguiente y urgente necesidad de actuar de una forma
determinada o de evacuar la zona de pelig ro. Esta señalización abarca tanto la señalización
de la localización de los medios de protección contra incendios como la señalización de
evacuación, salvamento y socorro en sus diferentes tipos y modalidades.

Las vías y salidas específicas de evacuación deberán señalizarse conforme a lo establecido


en el R.O. 485/1997, de 14 de abril, sobre disposiciones mínimas de señalización de
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seguridad y salud en el trabajo. Esta señalización deberá fijarse en los lugares adecuados y
ser duradera.

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Salidas. Disposición y distancias máximas.

Las salidas reglamentarias del edificio tienen que estar repartidas de manera que aseguren
la evacuación rápida de los ocupantes e impidan la inutilización de varias salidas a causa del
siniestro.

La distancia máxima, medida sobre el eje de circulación, que el público debe recorrer en
planta baja a partir de un punto cualquiera de un local hasta una salida al exterior o una vía
de evacuación protegida, no puede exceder:

 50 metros si existen vías alternativas.


 30 metros en caso contrario.
 Cuando la distancia lineal entre las jambas de puertas de salida sea inferior a 5 m,
se contabilizarán como una única salida, con un ancho igual a la suma de unidades
de paso de ambas puertas.
 En el caso de baterías de puertas de gran ancho, pueden ser divididas en diversas
salidas de más de 5 m. Las puertas comprendidas entre estos intervalos no son
tenidas en cuenta ni en el número de salidas ni en el cálculo de unidades de paso.
 Esta distancia sólo se impone en las vías de evacuación normales con un ancho
superior a 1O m.

Plan evacuación.

La evacuación como último fin de la emergencia se puede definir, como el desalojo rápido,
ordenado y controlado de un área en la que ha ocurrido una situación de emergencia. El
plan de evacuación es la planificación y organización humana para la utilización más
adecuada de los medios técnicos previstos con la finalidad de reducir al mínimo las posibles
consecuencias que pudieran derivarse de una situación de riesgo, es por lo tanto una forma
de actuación que se debe elaborar para que cada persona involucrada sepa lo que tiene
que hacer y llevarlo a la práctica en el menor tiempo posible. Los factores que se han de
tener en cuenta en la evacuación con carácter general son los que se muestran a
continuación:

 El número de personas a desalojar.


 Superficie a desalojar.
 Características de las vías de evacuación y las salidas de recinto exterior.
 Los sistemas de comunicación y detección de alarma.
 Formación del equipo de emergencias.
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Las recomendaciones de seguridad son las siguientes:

 Es importante que el edificio tenga vías de evacuación correctamente señal izadas.


 Se dará la orden de evacuación, la cual la realizará el responsable de la emergencia,
ya sea a través de la megafonía, por vía telefónica o personal mente.
 El mensaje de alerta debe repetirse unas dos veces por minuto, será el responsable el que
decida que mensaje transmitir dependiendo de la situación.
 Una vez que se ha dado la orden de evacuación, el personal que allí se encuentre se
desplazara al punto de encuentro de los equipos de alarma y evacuación.
 En el caso en el que sea conveniente se dará el equipo de evacuación necesario al personal.
Hay que tener presente si en el edificio hay algún trabajador con un impedimento físico,
en este caso se asignará, antes de que ocurra la emergencia, otro trabajador para que
pueda ayudar a dicha persona con impedimentos físicos .
 Si se producen heridos los encargados de su traslado hacia un lugar seguro serán los
miembros del equipo de intervención de la empresa .
 Si hay personas de visita en la empresa en el momento de la emergencia, estas deben ser
guiadas y acompañadas hasta llegar al exterior de la empresa.

Cómo establecer un plan de evacuación.

El plan debe ofrecer una respuesta cuando el suceso requiera una evacuación y/o
confinamiento del personal, en un lugar seguro del inmueble, para lo cual se estudian los
sectores de incendio del edifico, para elaborar zonas seguras ante una evacuación o un
confinamiento según proceda en cada caso.

De la misma forma, hay que detallar el medio o medios (mejor si son redundantes) por el
que se comunica la orden de evacuación o confinamiento, el equipo o persona que debe
hacerlo y la forma de asegurar que la transmisión ha sido eficaz y total.

Las circunstancias por las que se deba realizar una evacuación o un confinamiento deben
estar definidas para cada situación de emergencia.

También, en ambas situaciones, tiene que estar definido el medio y la forma de transporte
de los grupos críticos. Además, se deberá tener en cuenta que cada una de ellas tendrá sus
particularidades específicas:

 Evacuación:
Los puntos de reunión donde deben dirigirse las personas evacuadas tienen que
estar perfectamente ubicados. Se situarán próximos al establecimiento y a salvo de
la emergencia, con capacidad suficiente y con posibilidad de acceso a los equipos
exteriores de emergencia.
Tienen que estar también definidos los recorridos de evacuación seguros para cada
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situación.
Se debe disponer de los mecanismos necesarios, para poder disponer en todo
momento, del control del personal evacuado.

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Una vez dada la orden de evacuación, los ocupantes seguirán las instrucciones del
Equipo de Alarma y Evacuación y una vez en el exterior se dirigirán al punto de
reunión definido.

 Confinamiento. El confinamiento se lleva a cabo ante un riesgo en el exterior


[amenaza de bomba o fuga de una sustancia tóxica] o en el interior [incendio o
fugas de gases]. y, ante la posibilidad de un tiempo de permanencia que puede ser
indeterminado.
A la hora de planificar la zona de confinamiento hay que tener en cuenta que esta
disponga de capacidad suficiente, medios de comunicación con el exterior, que sea
confortable, con aseos o agua. En el plan es muy importante definir:
Las circunstancias por las que no se debe realizar una evacuación o un
confinamiento en zonas determinadas al efecto, teniendo en cuenta la magnitud
del mismo.
Los puntos de reunión de las personas evacuadas. Los recorridos de evacuación.
Los medios y forma de transporte de los posibles heridos, ancianos, niños y
discapacitados.

5.2. Procedimientos operativos de evacuación.

Estudio y definición de rutas in situ. Rutas principales y alternativas.

Si el caos es la particularidad más llamativa de las situaciones de crisis es lógico que los
equipos de salvamento y ayuda humanitaria en catástrofes dirijan sus esfuerzos a absorber
la desorganización desplegando in situ una cadena de mando bien estructurada y una serie
de infraestructuras eventuales que permitan asegura r un socorro precoz en el lugar. Las
características más comunes en la zona de catástrofe suelen ser:

 Tensión ambiental.
 Imprevisión.
 Dramatismo.
 Confusión organizativa.
 Agotamiento de recursos.
 Hostilidad ambiental.
 Meteorología adversa.
 Falta de infraestructuras.
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Las condiciones ambientales del propio siniestro del terreno, la iluminación insuficiente y la
posibilidad de riesgos añadidos hacen que las funciones asistenciales se desarrollen bajo
fuertes preceptos de seguridad, autoridad y disciplina Las catástrofes son explosivas,
imprevistas y los primeros intervinientes son habitualmente inexpertos en el manejo de
situaciones límite, lo que plantea tomas de decisiones que no siempre están bien dirigidas,
por ello, se debe de actuar en el menor tiempo posible para evitar un desenlace fatal. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que la celeridad de la atención no tiene que suponer un
deterioro en la calidad asistencial.

Aun así, vemos que en caso de catástrofe se tienen que fijar y seguir unos principios
organizativos básicos que proporcionarán la cohesión entre todos los miembros de la
entidad colaboradora y generará que la organización funcione adecuadamente, estos
principios son tales como: autoridad, jerarquía, unidad de mando, subordinación, control,
responsabilidad, convergencia, disciplina o trabajo en equipo.

Los puestos de mando avanzados [PMA] son centros de coordinación eventuales próximos
al punto de impacto, es el lugar o espacio físico en el que se agrupan los responsables de
los diferentes servicios llamados a resolver el problema. En el PMA están representadas
todas las instituciones que participan en la catástrofe y es a través de sus mandos naturales
como se ejerce la dirección y el esfuerzo de conjunto, la autoridad.

Del PMA salen órdenes a diferentes organizaciones [sanitarias, seguridad o salvamento,


entre otras]; el jefe de cada una de estas, de forma directa o por enlace, mandará sobre sus
subordinados y será responsable de sus resultados.

En el PMA se fijarán las diferentes rutas de evacuación, estas se crearán in situ


respondiendo a la cualidad de caos que rodea a las catástrofes, sin embargo, deberán
delinearse respondiendo a los principios organizativos vistos con anterioridad.

Las rutas de evacuación son carreteras o caminos que se marcan para poder ejecutar el
transporte de personas y/o suministros, se establecen dos tipos de rutas, las principales y
las alternativas. Las rutas principales son los trayectos o caminos señalados para realizar las
evacuaciones sanitarias, en primer término, no obstante, las rutas alternativas solo se
transitarán en caso de inutilización o saturación de las rutas principales.

Criterios de seguridad

Los criterios de seguridad en el procedimiento de evacuación se determinarán según el


enfoque que se haya escogido para la gestión de la crisis, existen dos tipos de enfoque: el
básico y el más sofisticado. El enfoque básico establece que cuando se produce un
accidente se tendrá que recoger a las víctimas y se llevarán a un centro de salud donde
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puedan recibir atención médica, por lo que no requiere ninguna capacidad técnica de los
encargados de la catástrofe. En el enfoque clásico el personal cualificado solo deberá
ejecutar el triaje básico.

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El enfoque más sofisticado para la atención de víctimas en masa incluye procedimientos
preestablecidos para la movilización de recursos, actividades en el lugar del siniestro y
recepción en los hospitales. Incorpora enlaces entre el lugar del incidente y las
instalaciones asistenciales de salud mediante un puesto de m ando. El trabajo en equipos y
por equipos es imprescindible para resolver aquellas situaciones en las que los efectos
destructivos de las fuerzas naturales o provocadas por el hombre sobrepasan la capacidad
asistencial de los servicios habituales de atención urgente.

De esta manera en cada uno de los dos enfoques se deberán establecer criterios de
seguridad para la evacuación estos responderán a los siguientes ítems:

 Controlar el escenario.
 Marcar objetivos concretos.
 Mandar.
 Asistir.
 Comunicar.
 Adaptar la respuesta hospitalaria.
 Controlar las ambulancias u otros vehículos de transporte.
 Evacuar ordenadamente.

Para poder cumplir con cada uno de estos puntos se establece un gabinete de crisis que es
una estructura eventual de análisis, decisión y control que se organiza de manera
extraordinaria para solucionar un conflicto. Sus componentes variarán en cada caso según
el problema a resolver y tienen la máxima autoridad de su cadena funcional.

Se estructura bajo una autoridad final, que se hará responsable de las decisiones tomadas,
su composición es variable, habitualmente se constituyen unas secciones fijas y otras de
apoyo y algunas específicas ligadas a la peculiaridad del problema. Las responsabilidades
genéricas del gabinete crítico para la evacuación son:

 Fijar los objetivos de gestión del incidente.


 Gestionar la autoridad.
 Establecer las prioridades.
 Asignar los recursos críticos.
 Asegurar el desarrollo de los trabajos de la zona.
 Asegurar la comunicación entre partes afectadas, autoridades, medios de
comunicación y público.
 Coordinar la gestión de recursos que se encuentran alejados de la zona del
incidente.
 Actuar como un órgano auxiliar y de apoyo técnico del director del plan de
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emergencias.
 Encontrar soluciones técnicas a las demandas del incidente.

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 Asegurar la incorporación de recursos del Estado.
 Realizar planificación operativa.
 Asegurar la coordinación de todos los organismos y administraciones implicadas en
la emergencia.

Reconocimiento de la situación de rutas y valoración de su practicabilidad.

El sistema de alerta y evacuación en caso de catástrofe es el elemento más importante


para garantizar la seguridad de los habitantes. En el plan de evacuación, el tiempo de
llegada siempre es hipotético, hay poco tiempo para que las personas se trasladen de
manera segura a las zonas de refugio.

En consecuencia, deben seleccionarse los sitios y rutas de evacuación con mucho cuidado.
Por ejemplo en caso de tsunami puede que la primera onda no produzca necesariamente
la inundación [run-up] más alta. Los planes de seguridad deben contemplar una serie de
ondas.

Para la decisión de los sitios de evacuación y las zonas de seguridad debe examinarse la
disponibilidad de zonas de seguridad que puedan emplearse como sitios de evacuación a
los cuales se pueda llegar caminando. Las zonas de seguridad potenciales son colinas con
una altura superior a diez metros o terrenos abiertos fuera del área de inundación. Estas
zonas tienen que estar libres de la amenaza de incendios. Debe estudiarse la posibilidad de
utilizar edificios altos para realizar una evacuación vertical en las áreas que no cuenten con
terrenos seguros.

Para la evaluación y el reconocimiento de estas rutas el Instituto Geográfico Nacional


aportará a los equipos de salvamento y seguridad toda la información referida al relieve de
la zona de catástrofe. Con ayuda de toda la documentación topográfica se establecerán y
delinearán las rutas más estables y como consecuencia más seguras.

Técnicas y procedimientos para asegurar la practicabilidad y el mantenimiento de las


rutas. Equipos y medios

Las audiencias públicas, grupales o individuales, son importantes para este proceso de
revisión. Aportarán ideas y evaluaciones de la planificación y preparación basados en la
vida cotidiana de la comunidad.

Es necesario consultar a un amplio espectro de residentes, incluidos los más jóvenes, y


evitar elegir con criterio selectivo a las personas conocidas o importantes de la comunidad.
A nivel comunitario los simulacros constituyen una oportunidad única para comprobar cuál
es la preparación para casos de catástrofe. Se ha demostrado que los ejercicios de
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evacuación son una manera efectiva de dar confianza a los ciudadanos en los planes de
seguridad.

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Es importante visitar el sitio personalmente en lugar de basarse únicamente en fuentes
secundarias, como los registros y testimonios. Es primordial recorrer el sitio con los propios
ojos para comprender cabalmente cómo se usa la tierra, dónde se encuentran los
establecimientos cercanos y cómo se utilizan y cómo se mantienen las estructuras de
protección y las rutas de escape.

Para evaluar con precisión el peligro, deben examinarse tres aspectos de las zonas costeras
y del interior:

 Entorno natural. Se refiere a las características naturales de las áreas objetivo, entre
ellas, la topografía, la pendiente y la profundidad del lecho marino, las condiciones
fluviales, el nivel del mar [en particular los promedios de la marea alta en los meses
lunares) y las ondas oceánicas, así como la topografía del interior.
 Estructura socioeconómica. Se relaciona con las características de la población y la
actividad económica de la comunidad [por ejemplo, el tipo de empresas, la cantidad
de empleados y la producción). También debe determinarse la resistencia y la
vulnerabilidad de l-as edificaciones, su tamaño y la fecha de construcción. Otros
elementos son el nivel de conciencia de la comunidad, la distribución de las
viviendas y los grupos de mayor riesgo, tales como los ancianos y las personas con
discapacidad.
 Patrones del uso de las tierras. Son la condición del terreno y del suelo costeros, la
forma urbana, la ubicación y distribución de los establecimientos urbanos, los
planes vigentes relativos al uso de las tierras, los planes de desarrollo, las
tendencias más recientes y la planificación a largo plazo. La ubicación de los
establecimientos y las redes de servicios esenciales, así como de los hospitales y
escuelas, son fundamentales para asegurar el mantenimiento de las rutas de
escape.

Determinación de los puntos de salida y llegada de la ruta.

Carreteras principales.

Las carreteras principales, por ejemplo, las rutas nacionales y provinciales, realizan un
papel fundamental como rutas de abastecimiento durante una emergencia. Dentro de lo
posible, se debe evitar que atraviesen zonas peligrosas. De lo contrario, las carreteras
deberán reforzarse contra terremotos e inundaciones.

En el caso extremo en que las carreteras principales fueran inaccesibles durante un


tsunami, también tendría que construirse y reforzarse una red alternativa de desvíos de
modo que estuviera lista para el transporte de emergencia.
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El desarrollo tiende a extenderse a lo largo de las carreteras principales. Por consiguiente,


la ubicación de carreteras principales en zonas seguras servirá como incentivo para el uso
de tierras seguras.

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En los casos donde los caminos elevados y el tránsito pesado atraviesen áreas costeras,
deben existir medidas para designar rutas de evacuación alternativas.

Carreteras locales.

Las carreteras locales también tienen que reforzarse para funcionar como rutas de escape.
La construcción de rutas directas que unan los puertos con las áreas residenciales que se
encuentran tierra adentro y en terrenos elevados es clave para promover el uso de tierras
seguras.

Líneas de ferrocarril.

Tienen que construirse líneas de ferrocarril en zonas seguras. Cuando crucen zonas
peligrosas, deben estar correctamente reforzadas.

Líneas de transporte utilizadas como dique doble.

Algunas comunidades tienen la ventaja de contar efectivamente con dos diques


constituidos por las carreteras y las vías férreas. En tales casos, es necesario reforzar los
diques elevando la infraestructura de las vías y el revestimiento de roca u hormigón del
terraplén. La brecha [en la zona del empalme] entre el relleno del terraplén y el muro
lateral del estribo de hormigón constituye un punto débil. Las vigas livianas de los puentes
ferroviarios también son vulnerables a los daños causados por los escombros flotantes.

Mantenimiento de la seguridad en los puertos.

Es muy importante poder enviar suministros de emergencia por vía marítima a aquellas
zonas a las que el transporte de emergencia no llega, tales como las zonas rodeadas de
montañas o las penínsulas. En consecuencia, los puertos deben reforzarse contra ter
remotos de manera que puedan emplearse como centros de reconstrucción, rescate y
suministro. También debe prestarse atención a la seguridad de las embarcaciones ancladas
y de aquellas que están navegando. Además, debe mejorarse la función del puerto como
centro de auxilio.

Organización y modificación de los flujos de circulación: zonas de intervención y áreas de


evacuación

Las zonas de evacuación [lugares de asamblea] deben elegirse como parte de los planes
locales para mitigar los riesgos vinculados a las catástrofes las áreas de evacuación pueden
ser:

 El traslado a zonas más altas. Esta posibilidad debe estudiarse y formar parte de una
política de reconstrucción del gobierno cuando las viviendas se encuentran en
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zonas en las cuales se prevén daños sustanciales.

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 Uso planificado de las tierras. Una política de uso restringido de las tierras es una
solución eficaz en las áreas costeras en riesgo donde el traslado es una opción
complicada, aunque deben tenerse en cuenta los patrones actuales del uso de las
tierras, el desarrollo futuro de la zona y las comodidades de los residentes.

Durante la evacuación, los residentes más débiles, como los niños, los ancianos y las
personas enfermas o con dificultades físicas tienen necesidades especiales y requieren un
cuidado diferente del resto de la población. A lo largo de las costas, las escuelas y las
guarderías a menudo están construidos en terrenos altos. Sin embargo, algunas escuelas,
clínicas y hospitales se estan dentro de las áreas de inundación de tsunamis anteriores y
deben tomarse medidas para reubicarlos en zonas más altas y seguras. Es necesario
verificar que las personas que frecuentan dichos establecimientos ubicados en zonas de
alto riesgo, por ejemplo, el personal médico, los pacientes, los maestros y alumnos posean
manuales sobre los procedimientos de evacuación y periódicamente realicen simulacros.

Protocolos de coordinación con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y otros
servicios públicos competentes.

Una de las preferencias del cuerpo de Protección Civil y Emergencias es la formación


teórica y práctica en la gestión de riesgos y emergencias, incluyendo el entrenamiento de
mandos y personal de los diferentes servicios y organizaciones implicados en las
actuaciones de emergencias, en particular, servicios de extinción de incendios y
salvamento, servicios sanitarios, Fuerzas Armadas y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Siempre que las circunstancias lo hicieren necesario Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
participarán en las acciones de Protección Civil. En tiempo de paz, cuando la gravedad de la
situación de emergencia lo exija, las Fuerzas Armadas, a solicitud de las autoridades
competentes, colaborarán en la Protección Civil, dando cumplimiento a las misiones que se
les asignen. La colaboración de las Fuerzas Armadas, que actuarán, en todo caso,
encuadradas y dirigidas por sus mandos naturales, deberá solicitarse de la autoridad militar
que corresponda.

De la misma manera, se requerirá a las autoridades locales y autonómicas la intervención


de sus Cuerpos de Policía y demás servicios relacionados con la Protección Civil, y estos
actuarán bajo la dirección de sus mandos naturales.

En un tercer ámbito de coordinación los servicios de emergencia tienden a crear grupos


sanitarios especializados para cubrir los distintos campos especiales de la emergencia
sanitaria. Tradicionalmente, sin embargo, estos campos eran cubiertos exclusivamente por
otros profesionales que poseían la competencia legal en la materia. La extricación de un
accidentado de tráfico era y es responsabilidad de los cuerpos de extinción de incendios y
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salvamento, el rescate de un montañero herido lo realizan los grupos de la Guardia Civil de


Montaña [GREIM) o los cuerpos de bomberos en las comunidades que poseen estas
competencias.

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Un despliegue ante un posible siniestro u otra catástrofe mayor es competencia inicial,
normalmente, de los cuerpos de bomberos, pasando a ser competencia del Estado, a
través de sus Fuerzas Armadas, cuando se activan los niveles mayores de gravedad de los
planes de catástrofes naturales.

Durante la intervención de estos grupos, centrada en el control de la situación y


priorizando el rescate, aparecen los profesionales con la prioridad (a veces única prioridad)
de prestar la mejor asistencia sanitaria posible independientemente de dónde, cómo y
cuándo se encuentre el accidentado, enfermo o herido. Invariablemente hay que moverse
en un terreno minado de posibles conflictos de prioridades y responsabilidades en el que, a
menudo, no sólo está en riesgo la vida de los pacientes, sino también, la de la mayoría de
los intervinientes del plan.

La imprescindible coordinación entre los diferentes grupos debe existir siempre.


Conseguirla resulta imprescindible. Rescatadores sanitarios y Fuerzas de Seguridad, como
principales y más habituales intervinientes, son los principales interesados en ello. Avanzar
en el conocimiento mutuo, desde la comprensión de las técnicas generales de cada
profesión, el desarrollo de ejercicios prácticos conjuntos, hasta conocer las cualidades
individuales de los miembros de cada colectivo, ayuda a conseguir la confianza mutua
necesaria para lograr la excelencia en la intervención conjunta. Hay que evitar egos
superfluos y peligrosos, y desde la prudencia que da el conocimiento y la seguridad en
nuestras acciones, ayudar a que el grupo interviniente sea un equipo real.

Casi todos los servicios de rescate de España gestionan un único campo de actuación, sea
sanitario, rescatador o de seguridad. En estos casos la emergencia es gestionada por los
centros coordinadores que activa, según su naturaleza, a los distintos servicios de forma
independiente. En la escena, cada servicio actúa de forma particular, siendo necesario
establecer las necesidades y prioridades "in situ " entre los intervinientes que hayan
acudido. En algún caso existen modelos que integran a varios de los diferentes
profesionales con competencias en la emergencia. Aportan la ventaja de conseguir un
buen entendimiento entre los profesionales que lo forman impregnando a cada trabajador
con algo del resto de profesiones. Estos ser vicios para las intervenciones relacionadas con
el rescate mejoran la visión "global" del siniestro de los intervinientes lo que siempre
redunda en la calidad, eficiencia y seguridad de la intervención.

Las distintas administraciones en alguna Comunidad Autónoma han desarrollado un


modelo intermedio que consiste en prestar o ceder profesionales [médicos y/o
enfermeros] para integrarlos de forma funcional en los cuerpos de rescate que posean las
competencias [GREIM o bomberos). Manteniendo la dependencia administrativa de esos
profesionales.
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Tanto los Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias [ERIES) de la Cruz Roja Española
como la Unidad Militar de Emergencias del Ministerio de Defensa surgen más con la idea
de intervenir en desastres o catástrofes, dando una respuesta global a las pocas horas tras
un llamamiento o emergencia, que con la de participar en rescates puntuales, en los que la
rapidez de la respuesta sea vital.

Cada grupo específico de rescate presenta su propia cartera de servicios, esta se ajusta a
las necesidades de su ámbito de actuación que justificaron su creación, dependiendo de su
disponibilidad de medios materiales y humanos.

Entre todos los supuestos de actuación que precisan de la presencia de profesionales


sanitarios y de rescate especializados, en esas áreas para la resolución más óptima de los
siniestros se pueden citar los siguientes:

 Accidentes en montaña. Participaran en la asistencia, apoyo sanitario del rescate y


evacuación de personas accidentadas en montaña o en cualquier otra zona natural
de difícil acceso, se harán en todo caso dejando de lado cualquiera que sea la
actividad que estuviera realizando el accidentado.
 Accidentes en simas. Darán apoyo sanitario en los rescates en cuevas y simas
naturales en coordinación con otras instituciones, grupos de bomberos o GREIM y
grupos de espeleosocorro.
 Accidentes en estructuras. Realizarán apoyo sanitario al rescate en estructuras
artificiales especialmente complicadas [antenas, minas, pozos, túneles] a solicitud
de los grupos de rescate que estén interviniendo. También colaboraran en la
asistencia sanitaria a personas atrapadas o sepultadas por colapso de estructuras
artificiales o naturales [derrumbamientos, corrimientos de tierras] cualquiera que
sea el origen que lo haya motivado, es decir de origen natural o artificial.
 Búsqueda de perdidos. Participarán en la búsqueda de personas o grupos perdidos
coordinados con el resto de grupos participantes.
 Rescate acuático. Colaborarán con el objetivo de vigilar, prevenir, real izar
asistencia sanitaria a las personas que, por accidente o enfermedad, necesiten
ser atendidas durante su estancia en aguas abiertas, ríos, lagos, pantanos, piscinas,
entre otros.
 Asistencia a grupos aislados. Cuando por efecto de la climatología o de cualquier
otra catástrofe natural queden poblaciones, grupos de personas o personas
aisladas, los miembros del grupo de rescate participaran en él, garantizando la
asistencia sanitaria de esas personas o grupos de población . En ocasiones esto
puede suponer el desplazamiento del grupo a zonas remotas de su ámbito habitual
de actuación en virtud del cumplimiento de convenios nacionales e internacionales
de ayuda y cooperación.
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 Colaboraciones. Tendrán que colaborar en la medida de sus medios en la atención
sanitaria cuando sea precisa la evacuación de personas aisladas o grupos de
población. De nuevo el cumplimiento de acuerdos de ayuda, puede suponer el
desplazamiento de los distintos grupos de rescate de sus zonas de cobertura
habitual.
 Otras intervenciones. En calidad de recurso avanzado de emergencias sanitarias
tendrán que atender a personas enfermas, accidentadas o heridas comunes al resto
de recursos avanzados extrahospitalarios [accidentes de tráfico o patologías
médicas] de las que tenga conocimiento directo o a demanda de su centro
coordinador por ser el recurso avanzado más cercano a la víctima hasta la llegada
de otras dotaciones que asuman la asistencia y permitan liberar el recurso de
socorro específico para las funciones propias del grupo.

Establecimiento de los servicios esenciales en los puntos de llegada y zonas seguras.

Los hospitales de campaña se consideran servicios fundamentales, en caso de catástrofe


son infraestructuras de atención sanitaria móvil autosuficiente, se pueden desplegar,
instalar y expandir, o en su defecto desmantelar con rapidez para satisfacer las necesidades
inmediatas de atención a la salud durante un lapso determinado.

Tienen un coste alto, por ello, el uso estará siempre justificado en base a criterios técnicos
adecuados, tendrán responsabilidades definidas y las siguientes funciones:

 Facilitar atención médica inicial de emergencia y atención hasta 48 horas después


del siniestro.
 Brindar atención de seguimiento de emergencias y atención sanitaria de rutina.
 Funcionar como instalación provisional en reemplazo de la infraestructura sanitaria
mientras se repara o reconstruye.

La atención médica inicial de emergencia en hospitales de campaña tiene que


proporcionarse sólo en base a los siguientes requisitos fundamentales:

 Capacidad operativa in situ en el transcurso de las primeras 24 horas tras el


desastre.
 Capacidad para funcionar de manera totalmente autosuficiente.
 Proporcionar atención médica de una calidad igual o superior a la existente en el
lugar antes del desastre.

Como criterio optativo se considera el conocimiento de la situación sanitaria de la zona en


riesgo.
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Atención médica inicial y avituallamiento.

La atención médica inicial se basa en el triaje, término del que ya se habló en módulos
anteriores y que ahora vamos a profundizar, este es un término que de origen francés
[del verbo trier, que significa cribar u ordenar] y que originariamente se utilizó en conflictos
militares, dándole el significado de priorizar, seleccionar o escoger; se utilizó por primera
vez en las guerras de Napoleón, en relación con la atención del gran número de heridos en
combate. Desde entonces, el concepto de triaje ha ido evolucionando y adaptándose a
las nuevas condiciones de atención médica de emergencias y desastres, y
actualmente se aplica tanto a los desastres naturales, como a aquellos originados por el
hombre.

Por triaje se entiende "proceso de categorización de lesionados basado en la urgencia de


sus lesiones y la posibilidad de supervivencia", diferente al criterio de atención en
condiciones normales, en las que el lesionado más grave tiene prioridad sin tener en
cuenta el pronóstico inmediato o a largo plazo.

Ha de ponerse en marcha el triaje generalmente ante situaciones que desbordan la


capacidad habitual de asistencia en la zona, por lo que el objetivo primordial de esta
clasificación será la de proporcionar a los equipos y medios de rescate una visión global
del número de víctimas, alcance de las lesiones y las prioridades en cuanto a tratamiento
inicial y evacuación. Al tratarse de un proceso dinámico, y poco habitual en nuestro
entorno, es recomendable la práctica de simulacros en los que intervengan las distintas
fuerzas de rescate, ya que de la experiencia de los equipos involucrados en estos procesos
depende el éxito de las operaciones de triaje y de la práctica en la realización de las
mismas. Los objetivos que se pretende cubrir ante este proceso de categorización son
principalmente:

 Actuación lo más rápida posible en el lugar de los hechos.


 Clasificación y atención a los heridos más graves con maniobras salvatorias, rápidas
y sencillas, como vía aérea, dificultad respiratoria o hemorragias.
 Control del flujo y distribución de las víctimas según la prioridad de cada una.
 Discernir rápidamente entre pacientes críticos y pacientes que no son críticos.
 Aplicación de medidas diagnósticas y terapéuticas si procede.
 A la hora de priorizar considerar que salvar una vida tiene preferencia sobre salvar
un miembro, y la función sobre el defecto anatómico de este.
 Documentar a las víctimas con sus datos de filiación, lesiones, prioridad o atención
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recibida.

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Es difícil dar unas normas fijas para realizar un buen triaje ya que este dependerá del:

 Las características del terreno.


 El tipo y magnitud del desastre.
 El número y calidad de los heridos en el desastre.
 La cantidad y calidad de recursos.

Lo que es importante es seguir unos principios básicos para realizar cualquier tipo de triaje:

 Debe ser totalmente personalizado, es decir, ha de realizarse de individuo a


individuo.
 Hay que evitar en todo momento las evacuaciones indiscriminadas.
 Nunca se deberá retener a una víctima para realizar un tratamiento más completo.
 Nunca se tiene que evacuar en sentido retrógrado.
 Se realizará triaje en cada punto de la cadena asistencial.
 El triaje se realizará en función del número de pacientes, de la distancia a los
centros asistenciales, del número de medios de transporte y de la capacidad
asistencial de la zona.
 Tendra que ser rápido, para no retrasar la atención de las víctimas que esperan su
turno.

Nunca se retomará una víctima ya clasificada y estabilizada, por tanto no se deberá en


ningún caso demorar su evacuación.

El tiempo estimado para clasificar a una víctima en función de la gravedad y sus


posibilidades, son 30 segundos para clasificar una víctima como muerta, 1 minuto para
clasificar una víctima como leve y 3 minutos para clasificar una víctima como grave o muy
grave.

Ninguna víctima debe evacuarse antes de ser clasificada, con las excepciones de oscuridad,
condiciones meteorológicas adversas, o existencia de riesgo potencial importante. Además,
hay que tener en cuenta los tres elementos básicos para atender a las víctimas:

 Inspección. Localización e identificación grosera del paciente, signos vitales, nivel de


conciencia, respiración y movimientos de origen espontáneos.
 Evaluación. Valoración hemodinámica sencilla y del patrón respiratorio normal.
 Decisión terapéutica. Qué hacer con el paciente, quién lo ha de hacer y dónde se
hará.

Los diferentes niveles en los que debe ser realizado el triaje vienen determinados en
función de la disponibilidad de los recursos en el lugar del incidente y de la red de
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instituciones prestadoras de servicios en la zona y proximidades. Generalmente existen


tres niveles en los que se debe hacer triaje.

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Nivel I (Primer Triaje o Triaje Primario)

Se realiza en la zona de impacto. Es una clasificación en función de la necesidad de


tratamiento médico inmediato, rápido y sencillo, en el que la primera actividad que se
realiza es la de obtener una visión general de la magnitud de la emergencia y la necesidad
de recursos extras.

Durante el triaje primario se persiguen los siguientes objetivos:

 Realizar una evaluación diagnóstica inicial de los lesionados.


 Prestar auxilio inmediato a los que presenten compromiso vital para la vida del
lesionado.
 Clasificar los lesionados de acuerdo con la evaluación inicial de sus lesiones y
asignarles una prioridad.
 Trasladar los lesionados al centro de atención y clasificación de heridos más
cercanos y/o idóneo.

El procedimiento de triaje inicial es el primer filtro en el flujo de los lesionados, lo cual


puede impedir mediante una correcta clasificación, el colapso y probable bloqueo de los
siguientes niveles de atención. El personal de socorro que llega al sitio de la emergencia,
define entre las personas de mayor experiencia el responsable del triaje primario, quien
después de establecer el criterio de clasificación de cada lesionado, procede a realizar el
"tagging" o rotulado. Sus compañeros lo acompañan para llenar la información inicial de la
tarjeta e iniciar de inmediato la atención de los lesionados que requieran maniobras
básicas salvadoras, y preparar la evacuación en orden de prioridades.

La severidad del criterio de clasificación será directamente proporcional a la magnitud del


evento.

Nivel II (Segundo Triaje o Triaje Secundario)

Se hace en el Puesto Médico Avanzado IPMA) o Centro de Atención y Clasificación de


Heridos ICACH). Es una clasificación basada en la urgencia de evacuación para el
tratamiento definitivo. El responsable de este nivel de triaje debe ser un médico o un
enfermero con amplio criterio y experiencia en el manejo de los diferentes tipos de
traumatismo.

Durante el triaje secundario se persiguen los siguientes objetivos:

 Comprobar la prioridad de los lesionados provenientes de la zona de impacto y


evaluar su estado clínico.
 Estabilizar a los lesionados de acuerdo con la valoración clínica.
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 Dar un tratamiento prehospitalario a los lesionados que no requieren atención


institucional.

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 Trasladar los lesionados hacia las unidades hospitalarias de acuerdo con la prioridad
asignada y la complejidad de cada institución.
 Llevar un registro colectivo adecuado de todos los casos atendidos.
 El procedimiento de triaje secundario es el siguiente filtro en el flujo de los
lesionados, lo cual puede evitar el bloqueo de los hospitales, siendo éste el objetivo
más importante de todo el proceso de atención de lesionados.

El puesto médico avanzado (PMA) es el sitio donde se va a desarrollar y llevar a cabo todo
el segundo nivel del triaje. Por ello la ubicación del mismo es de vital importancia para el
correcto desarrollo del triaje. Es importante para la localización del PMA los siguientes
aspectos:

 Cercania a la zona de impacto, pero fuera del área de riesgo.


 Fácil visibilidad para las víctimas o los organismos de apoyo.
 Ubicación en una zona segura, localizada en contra de la dirección del viento en
casos de contaminación química.
 Rutas de acceso para evacuación terrestre y aérea.
 Protección de elementos climáticos.

En cuanto a los procesos de actuación, se llevarán a cabo una serie de actividades de forma
cronológica, en la medida en que los lesionados ingresan provenientes de la zona de
impacto. De forma general, se puede establecer que en una primera fase se identificarán y
tratarán los pacientes con prioridad roja. Posteriormente y una vez estabilizados éstos, se
iniciará el tratamiento de los pacientes con prioridad amarilla.

Lo antes posible se iniciará la evacuación de los lesionados con prioridad roja y se


estabilizarán todos los pacientes con prioridad amarilla. En último término se iniciará, si es
preciso, el tratamiento a los pacientes con prioridad verde, mientras se evacuan los
pacientes con prioridad amarilla.

La prioridad en la evacuación depende en gran parte, de los recursos de transporte


disponibles. Si el número de lesionados iguala el número de vehículos (situación
compensada, que es raro en un accidente de múltiples víctimas, sobre todo en las primeras
evacuaciones], el procedimiento puede ser sencillo: aquellos que son estabilizados primero
se evacuan de inmediato.

Ahora bien, si el número de lesionados supera el número de vehículos disponibles


(situación descompensada, que suele ser lo habitual en un accidente de múltiples víctimas,
sobre todo en las primeras evacuaciones), la prioridad de evacuación debe ser dada a
aquellos lesionados críticos, seleccionándolos incluso dentro de un mismo grupo de
prioridad.
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Nivel III de Triaje (Triaje Terciario o Hospitalario)

Se desarrolla a nivel hospitalario, en aquellas unidades de salud a las que son remitidos los
lesionados (generalmente hospitales con especialidades en cirugía y traumatología). La
responsabilidad de este triaje será, preferentemente, de un médico con experiencia en el
campo de la traumatología, entrenado en el triaje, informado de la magnitud del evento y
con conocimiento claro de los esquemas habituales de atención de emergencias, tanto a
nivel extra como a nivel intrahospitalario.

Los objetivos del triaje terciario serán:

 Comprobar la prioridad de los lesionados provenientes de la zona de impacto y del


PMA y evaluar su estado clínico.
 Estabilizar los lesionados de acuerdo con la valoración clínica.
 Ofrecer tratamiento hospitalario a los lesionados.
 Planear la utilización racional de quirófanos, ser vicios de rayos X, banco de sangre y
laboratorio, así como del recurso humano.
 Trasladar los lesionados hacia otras unidades hospitalarias.
 Hacer un registro colectivo adecuado de todos los casos atendidos.

Dependiendo de la gravedad de la lesión que el paciente presente, se puede realizar un


traslado interhospitalario, con el fin de ubicar al paciente en el hospital más idóneo para
dar tratamiento definitivo a sus lesiones.

Determinación medios de transporte para la evacuación.

Los programas locales de prevención suelen prohibir a los residentes emplear sus
automóviles privados para una evacuación ante cualquier tipo de catástrofe, los equipos de
salvamento proporcionarán medios de transporte y equipos sanitarios en todo momento.
Ya que durante una emergencia el tiempo es limitado y los vehículos que huyen no sólo
bloquean los caminos, sino que también representan una amenaza a la vida. Por estos
motivos, generalmente no se permite la evacuación en coche. Sin embargo, es posible
contemplar excepciones cuando por el tiempo disponible para la evacuación no se pueda
llegar caminando a las zonas de seguridad.

Tal y como sucede con las comunicaciones, el sector salud debe estar coordinado con las
instituciones nacionales para obtener apoyo logístico en el transporte. Es esencial
identificar la entidad responsable de la coordinación del transporte en situaciones de
emergencia. Durante la fase de planificación del manejo de los desastres, hay que
establecer acuerdos con los ministerios de obras públicas o transporte, el ejército, la
policía, las empresas privadas y públicas de transporte de pasajeros y mercancías, las
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compañías de navegación, las líneas aéreas y las organizaciones no gubernamentales


implicadas en la ayuda después del desastre.

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A menudo, estas instituciones u organizaciones proporcionan vehículos después de un
desastre, y la institución a la que se pide ayuda se hace cargo del coste del combustible y
del salario de los trabajadores. Las líneas aéreas transportan los suministros para ayuda
humanitaria a un coste reducido. Como parte de la planificación para casos de desastres,
el sector salud debe establecer relaciones con determinadas entidades e identificar los
recursos económicos necesarios para llevar a cabo las operaciones previstas.

Como parte de la planificación previa al desastre, debe hacerse un inventario de los


vehículos existentes en la localidad o en la provincia que podrían ser utilizados y de las
instituciones propietarias de los mismos [el Ministerio de sanidad , la Seguridad Social,
los servicios de salud municipales o las organizaciones no gubernamentales).

Debe especificarse el tipo de vehículo en el inventario [con énfasis especial en los


transportes colectivos, vehículos con tracción en las 4 ruedas o vehículos refrigerados]. su
mantenimiento y el combustible necesario, su capacidad para transportar personas o
carga, su localización y los nombres y números de teléfono de las personas que pueden
autorizar su uso. En este mismo inventario deben incluirse los acuerdos a los que se llegue
durante la fase de planificación con las empresas de transporte públicas y privadas y los
nombres de las personas con quienes establecer contacto. Es importante señalar que, en
caso de desastre, la contratación local de vehículos debe hacerse de inmediato, ya que la
competencia entre los distintos organismos por vehículos en buenas condiciones será
intensa.

Transporte de equipamientos.

Las necesidades iniciales de transporte suelen centrarse en operaciones destinadas al


salvamento de vidas, el traslado de personal esencial, equipamientos y pacientes, en llevar
al personal especializado para que evalúe y determine las condiciones sanitarias de las
zonas afectadas, el aporte de los suministros necesarios a los centros de tratamiento
médico, la retirada de los cadáveres y restos de animales, la limpieza de las vías de acceso
a hospitales y centros de salud y el transporte de los representantes de los donantes
internacionales y del personal de los medios de comunicación desde la zona afectada y
hacia esta.

Normalmente se exagera la necesidad de ambulancias. En la fase inicial del salvamento de


vidas, la demanda es muy alta y se recurre a casi cualquier tipo de vehículo. Muchas
organizaciones emplean ahora de forma sistemática vehículos de uso múltiple a los que
pueden adaptarse camillas. El transporte de agua potable y combustible es un aspecto de
especial importancia dentro de las operaciones sanitarias de tipo humanitario.
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Procedencia del equipo

La utilización del transporte depende de la situación real (como sucede con las
embarcaciones en caso de inundación) y la procedencia potencial variará de unos países a
otros. A menudo, resulta más práctico depender de fuentes nacionales y locales que de
donaciones internacionales.

El coordinador del sector salud para la gestión de desastres tiene que prever el apoyo
logístico necesario para llevar a cabo las operaciones de ayuda, que incluye combustible y
lubricantes, equipo de limpieza de carreteras y manipulación de las cargas, conductores
expertos y mecánicos. Estos últimos son necesarios para garantizar que los vehículos de
reserva para emergencias se encuentren en condiciones de ser usados.

En la siguiente página se muestran dos tablas que recogen los posibles usos y las
procedencias de los vehículos y de los equipos de apoyo logístico utilizados en caso de
catástrofe.

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Determinación de zonas de concentración y embarque. Valoración de espacios urbanos
de concentración: hitos sociales y redes de comunicación

La selección de una zona segura debe desarrollarse por su topografía y altura y fuera del área
estimada de inundación. El sitio de evacuación debe tener una capacidad suficiente tanto para la
distribución como para la cantidad de viviendas evacuadas, ser accesible desde las rutas de escape
y tener un sistema de orientación para los evacuados. A menudo los sitios de evacuación
empleados cuentan con escuelas, salones comunitarios, templos o santuarios, guarderías y
parques.

Es importante comprobar que los sitios designados sean seguros y que resistan a cualquier riesgo.

Sitios de evacuación temporales.

Un sitio de evacuación temporal es un punto de reunión para los evacuados, en el que se


tienen que evaluar las circunstancias antes de movilizar a los evacuados hacia un sitio de
evacuación más espacioso. Ofrece protección a los evacuados, se utiliza con el fin de
formar grupos para continuar la evacuación y constituye un centro para la actividad de los
voluntarios. Normalmente se ubica en parques, áreas verdes, patios de colegio o espacios
comunes de los edificios de departamentos.

Sitios de evacuación más amplios.

Los sitios de evacuación más amplios son los parques o extensiones de tierra
suficientemente grandes para proteger a los evacuados de las zonas aledañas durante un
terremoto, incendio o tsunami de gran intensidad.

Sitios de evacuación

Los sitios de evacuación o refugios protegen y albergan temporalmente a los evacuados


después de que sus viviendas hayan sido destruidas o amenazadas por un terremoto o
incendio. Comúnmente se emplean los colegios y salones comunitarios.

Dependiendo de la topografía y las circunstancias locales, los residentes y las empresas


privadas deben ponerse de acuerdo acerca del uso de los edificios altos y estructuras
similares durante una emergencia. En los barrios comerciales, donde la población es
mucho mayor de día que durante la noche, tienen que establecerse sitios de evacuación
para los no residentes. Lo mismo rige para las zonas turísticas y recreativas.

En los centros de la ciudad y barrios de viviendas más antiguos, los residentes acostumbran
a estar al tanto de las áreas de evacuación, mientras que los residentes de barrios más
nuevos tienden a saber menos. Por tanto, las autoridades locales deben elegir ubicaciones
apropiadas y señalarlas con claridad. Hay que prever y almacenar alimentos, mantas y
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otros suministros, necesarios para solventar situaciones de emergencia, así como construir
depósitos para poder almacenarlos.

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Las redes de comunicación se establecen para poder mantener un contacto rápido y eficaz
con los servicios de salud y el personal de ayuda local, así como con las organizaciones
gubernamentales, no gubernamentales, privadas e internacionales implicadas en la ayuda,
es esencial disponer de un servicio de comunicación adecuado para casos de emergencias.
En la mayoría de los países, el gobierno destina radiofrecuencias específicas y
equipamientos al ejército, a los servicios de bomberos y urgencias, a la policía, a los
radioaficionados o al sector privado, siguiendo las normas establecidas por la Unión
Internacional de Telecomunicación [ITU], un organismo de las Naciones Unidas. En el
último decenio, las tecnologías de los servicios de telecomunicaciones experimentaron un
enorme crecimiento.

Los sistemas de radio ofrecen muchas ventajas en las situaciones de desastres, sin
embargo, aunque sus costes de funcionamiento son bajos, la instalación y el
mantenimiento de sistemas eficaces puede generar gastos elevados. En la mayoría de los
países, los servicios de bomberos y de urgencias médicas, el ejército, la policía y otras
instituciones relacionadas mantienen cierto tipo de enlace radiofónico, aunque los
sistemas suelen funcionar de forma independiente. El sector salud debe asegurar su
conexión con el sistema o sistemas nacionales, para así aprovechar la experiencia técnica
de estos, puesto que son personal especializado.

Son cada día más frecuentes los mensajes por medio de localizadores en la mayoría de los
países. Su cobertura puede variar desde local a internacional, y su valor en el manejo de los
desastres es incuestionable. El acceso y la fiabilidad de estos sistemas durante los desastres
dependen de varios factores, que van desde la disponibilidad de teléfono y de móviles o vía
satélite para interconectar y operar con el sistema, hasta la disponibilidad de fuentes
independientes de energía eléctrica y la calidad del transmisor de los mensajes.

Pese a que la mayoría de los sistemas de localización son de una sola dirección y no
garantizan la llegada al receptor, están apareciendo sistemas de dirección y media
[confirmación de la recepción del mensaje] y de dos direcciones, a menudo enlazados con
el correo electrónico. En los países en los que la penetración del sistema GSM [teléfono
móvil] es ya importante, los sistemas localizadores tradicionales están siendo sustituidos
por el sistema SMS [servicio de mensajes cortos) introducido en los protocolos GSM. Si bien
la limitación de los recursos puede imposibilitar el uso sistemático de localizadores, si se
dispone de este servicio puede ser aconsejable ceder su utilización al personal esencial en
caso de desastre.

Los servicios tradicionales de telecomunicaciones terrestres, de los que el más


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característico es el servicio telefónico a través de hilos, resultaron costosos de instalar,


difíciles de reparar y vulnerables a los desastres, sobre todo en las zonas remotas de los
países en desarrollo.

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Con un único poste telefónico que se pierda en una red territorial, todas las
comunicaciones que pasen por ese punto quedarán interrumpidas hasta que puedan
repararse ese poste y su conexión al sistema. Por tanto, aunque pueden desempeñar un
papel en la planificación de los desastres y en las primeras fases de alerta, no puede
confiarse en las comunicaciones terrestres para un uso continuado durante el desastre y en
la fase aguda de respuesta al mismo.

Incluso aunque el suceso catastrófico no dañe el sistema telefónico, es probable que la


gran demanda procedente de la población afectada lo haga inseguro e inutilizable. Los
cortes debidos a la sobrecarga de los circuitos pueden durar desde varias horas a varias
semanas.

El tono telefónico para marcar puede verse afectado por cortes y sobrecargas eléctricas,
convirtiéndose en un obstáculo adicional para el manejo adecuado del desastre.

Los responsables de la gestión de desastres en el sector salud tienen que establecer y


mantener buenas relaciones con los proveedores locales y nacionales de servicios de
telecomunicaciones y trabajar con ellos para desarrollar servicios especiales para
situaciones de desastre y protocolos de emergencia basados en la infraestructura
existente.

Procedimientos para la priorización de afectados y el establecimiento de la secuencia de


evacuación

Hay más de 120 modelos de clasificación que pueden orientar en la toma de decisiones, en
todos ellos se tendrá siempre presente el número aproximado de víctimas versus recursos
sanitarios.

El modelo de clasificación será más simple cuanta mayor distancia exista hasta los distintos
centros médicos de evacuación y mayor sea la desproporción entre necesidades y medios.
La clasificación elegida bajo circunstancias específicas de presión debe responder siempre a
criterios de sencillez.

Clasificación bipolar

Se fundamenta en la elección simple entre dos escenarios; se aplicará en situaciones límite,


excepcionales y generalmente, en el área de salvamento en los primeros momentos y por
los primeros intervinientes.

En este esquema nos muestra los pasos que hay que seguir:
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Clasificación tripolar.

Elección entre tres escenarios; representa una situación clásica de triaje, su objetivo
fundamental reside en recuperar a todos aquellos afectados caminantes que puedan ser
retirados del área. Con mínimo esfuerzo y grandes beneficios organizativos. Este tipo de
triaje no necesita una gran especialización y resulta expeditivo en el área de salvamento. La
clasificación Tripolar suele ser empleada en el área de socorro y PMDA realizando una
equivalencia cromática en función del subtipo de triaje.

La clasificación Tripolar más clásica es la que realiza la siguiente descripción:

 Aquellos que morirán se haga lo que se haga.


 Aquellos que se pueden morir a pesar de lo que se haga
 Aquellos que se beneficiarán mucho con poco esfuerzo.

Clasificación tetrapolar.

Consiste en la agrupación de pacientes según criterios de gravedad, en función de una


valoración hemodinámica simple y en códigos de colores, siendo ésta la clasificación más
utilizada en el área de socorro.

 Rojos. Gravedad extrema. Urgencias absolutas, no se puede demorar su asistencia.


 Amarillos. Graves. Urgencias relativas. Se puede demorar hasta tres horas.
 Verdes. Leves. No precisan atención inmediata, puede demorarse sin riesgo vital.
 Negros o Grises. Pacientes fallecidos o irrecuperables.
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Clasificación pentapolar.

Reside en la agrupación de pacientes según criterios de gravedad, en función de una


valoración hemodinámica simple y con los mismos criterios cromáticos del modelo
tetrapolar, al cual se añade el color azul/gris que corresponderá a aquellos pacientes
desahuciados o irrecuperables en un primer momento, debido a la desproporción existente
tanto cuantitativa como cualitativa de los medios de auxilio.

 Rojos. Gravedad extrema. Urgencias absolutas.


 Amarillos. Graves. Urgencias relativas.
 Verdes. Leves.
 Negros. Fallecidos, situación omega.
 Azul/ Gris. Desahuciados.

Otra consideración pentapolar, pero en este caso propia de los servicios hospitalarios, es la
debida al abanico que abren las distintas especialidades médicas. Dicha gama de
especialidades centralizadas provoca directamente mayor rentabilidad como, por ejemplo:

Hay disponibles unos instrumentos útiles para realizar dicha clasificación de víctimas; éstos
son las tarjetas de triaje y van a estar basadas principalmente en los métodos tetra y
pentapolar.

Ayudan el propósito de inspeccionar, evaluar y tomar decisiones sabiendo que si se usan de


forma correcta el tratamiento de los heridos será justificado respecto a los recursos que se
tienen.

Asi pues, los heridos más graves con escasas posibilidades de supervivencia utilizarán
menos recursos que aquellos que tengan más posibilidades. Igualmente, los heridos que ya
estén clasificados o triados, no volverán a serlo hasta una segunda fase, en el puesto
médico avanzado, evitando el flujo retrógrado de los pacientes y por tanto, la pérdida de
tiempo que supondría la doble o triple clasificación de un mismo paciente por diferentes
triadores, en el que caso que los hubiera.
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Las tarjetas de triaje que se tienen que utilizar tanto para catástrofes como para AMV no
son universales y dependiendo de la ciudad, del país e incluso del continente en el que se
esté, se podrán hallar distintos diseños. La generalidad mantiene unos puntos en común:

 Espacio para la filiación y antecedentes personales.


 Códigos de barras. En la mayoría de ellas se pueden localizar tanto en zonas móviles
como en las fijas, con el objetivos identificar al paciente con rapidez.
 Diagrama del cuerpo humano para apuntar la localización de las heridas registradas.
 solapas desprendibles. Codificadas por colores, símbolos y/o palabras descriptivas
de la prioridad que indican.

 Zona para rellenar. Las constantes vitales, vía, hora y medicación administrada al
paciente.

A continuación veremos algunas de las tarjetas de triaje más representativas tanto de


Europa y de E.E.U.U.

METTAG (Medical Emergency Triaje Tag)

Se desarrollaron en los años 70 con el objetivo de aumentar el ratio de supervivencia de las


víctimas y desde entonces han sido las más utilizadas por diferentes servicios de urgencias
y emergencias.

Son sencillas de utilizar por usar símbolos que no necesitan conocer ningún idioma en
concreto. Contienen cuatro solapas de colores [negro, rojo, amarillo y verde].
Desprendibles, identificadas mediante números romanos, símbolos [cruz, conejo, tortuga y
ambulancia tachada] y el mismo código de barras que se encuentra en la parte superior de
la tarjeta.

EMS Disaster Tag (Emergency Medical Services)

Es semejante a la anterior. Destaca el espacio autocopiativo destinado a la evolución de


constantes vitales, la figura del cuerpo humano y tratamientos administrados. Las solapas
desprendibles mantienen la misma codificación de colores, pero cambian los números
romanos por los arábigos y los símbolos, por palabras descriptivas de la prioridad
(Deceased, lnmediate, Delayed y Hold). En la parte posterior de las mismas se puede leer
una pequeña leyenda sobre los pacientes que incluye cada grupo.
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MRCC Kit (Método Rápido de Clasificación en Catástrofes)

Están confeccionadas por tres módulos bien definidos. El primer módulo es para la
identificación del paciente, particularidades del traslado y las solapas desprendibles en las
que se leen las características básicas de cada una de las prioridades. En el segundo módulo
se pueden rellenar los datos médicos de interés, las lesiones que padece el paciente, las
constantes vitales y los tratamientos administrados. En el tercer y último módulo, existe un
espacio libre para anotaciones, además de cuatro pegatinas autoadhesivas codificadas por
colores y por el mismo código alfanumérico que se mantiene en la parte superior y en las
solapas desprendibles del primer módulo.

Tarjeta SMART

Es un desplegable en el que las caras visibles están rotuladas con un número de prioridad y
teñidas con su color correspondiente, mientras que las caras posteriores están dispuestas
en:

 Filiación del paciente y antecedentes personales de interés.


 Un sumatorio compuesto por la Escala de Coma de Glasgow, la frecuencia
respiratoria y la tensión arterial sistólica que da como resultado una cifra que se
corresponde con la prioridad que se le debe dar al paciente.
 Un diagrama del cuerpo humano, las lesiones más importantes y un espacio para el
tratamiento y constantes vitales.

Para hacer el triaje se introduce el desplegable en una bolsa de plástico transparente


quedando visible sólo la cara coloreada con su prioridad sanitaria y médica
correspondiente.

Ciertas organizaciones sanitarias y de seguridad modifican estas tarjetas de triaje


adaptándolas a sus propias necesidades y características, y asociando al uso de estas
tarjetas otros métodos clasificatorios como tarjetas de colores, pinzas de colores,
imperdibles de colores o rotuladores de tinta indeleble.
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5.3. Comportamientos humanos en una situación de emergencia y pautas de
intervención.

Gran parte de las personas no han tenido la experiencia de hallarse ante una situación de
peligro inminente y cuando esto ocurre algunas personas toman decisiones que
incrementan al peligro para ellas y también para los demás. Así, los comportamientos que
se producen van desde una actitud de calma hasta un verdadero pánico. Parece un hecho
constatado en la historia de los grandes siniestros que el miedo a morir ha causado muchas
más víctimas que el siniestro mismo. Se afirma por ejemplo que, en caso de catástrofe de
regulares proporciones, sea cual sea su naturaleza (incendio, explosión, inundación), el
pánico ocasiona más daños y víctimas que la catástrofe en sí.

Por ejemplo en física, se puede prever exactamente la reacción de un material sometido a


una presión exterior. En las ciencias del comportamiento no existe un criterio simple que
permita predecir al detalle la reacción de un individuo ante una situación crítica. Las
variables a tener en cuenta son extremadamente numerosas y las reacciones ante estas
situaciones son diversas y además, están en función del contexto en el que se presenten.
Por otra parte, si ante un mismo estímulo dos sujetos reaccionan de forma distinta, puede
provenir de otras variables que da una diferencia objetiva a la causa perturbadora.
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Podría ser debido, por ejemplo, a la percepción distinta de la intensidad de la causa. Sería
la noción de amenaza experimentada, de gran importancia en el estudio del
comportamiento humano frente a amenazas exteriores. Así, para poder realizar un trabajo
preventivo eficaz, tendremos que detectar las variables que pueden determinar
semejantes comportamientos, y conocer las reacciones humanas ante estas situaciones de
amenaza con el fin de evitar conductas inadecuadas.

Ya la Ley de Protección Civil [Ley 2/85 de 21-1-851, en la exposición de motivos, hace


alusión a la extraordinaria heterogeneidad y amplitud de las situaciones de emergencia.
Los contextos en los que se presenta la situación crítica son variados y con características
físicas tanto propias [referidas al entorno] como simbólicas (referidas al contexto social).

Hay muchas creencias comúnmente aceptadas respecto a la conducta humana frente a la


emergencia, no todas ellas fundamentadas en la investigación; por otra parte, se planifican
los medios técnicos y la organización formal, pero se olvida a menudo un aspecto esencial,
que es el funcionamiento de las personas en estas situaciones, lo que permite y determina
la eficacia, el éxito o el fracaso en su resolución.

A menudo ante una catástrofe las reacciones de las personas no son las apropiadas,
pudiendo provocar como resultado numerosas pérdidas de vidas. Si describimos las
reacciones más generalizadas, se puede decir que durante el período de impacto:

 El 75 % manifiesta conducta desordenada, desconcierto.


 Del 10-25 % muestran confusión, ansiedad, paralización, gritos histéricos y pánico.
 Del 10-25 % de las personas permanecen unidas y en calma, estudian un plan de
acción y posibilidades.

La dinámica social de una emergencia la determina una complicada red de acciones


individuales y acciones de los grupos, así:

 Los individuos pueden actuar aisladamente.


 Los individuos pueden actuar en colaboración con otros.
 Los grupos humanos pueden actuar aisladamente.
 Los grupos humanos pueden actuar en colaboración con otros.

El proceso de reacción conductual ante la emergencia

Se exhibe un modelo de proceso de generación de excitación emocional que tendrá como


expresión la emisión de una determinada conducta.
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Las medidas preventivas y las actuaciones serán más eficaces si intervienen sobre las fases
iniciales del proceso. En cuanto las medidas preventivas tiendan a cortar esta secuencia de
excitación emocional extrema, el proceso de toma de decisión (combatir, evacuar,
protegerse ...) resultará más sencillo y se evitarán contagios, a otras personas, de
comportamientos inadecuados a la situación.

El proceso de conducta de las personas ante la emergencia se inicia por la propia forma de
presentar se, el contexto, el espacio y las características del mismo. Se produce, por parte
de los sujetos, una percepción de la situación y de la amenaza que supone.

En este momento, se activa el sistema nervioso autónomo y se producen en paralelo


evaluaciones sobre el contexto y los recursos adaptativos propios para superar cualquier
daño o pérdida. Estas evaluaciones pueden no ser conscientes, pero producen un estado
emocional consciente a partir de su interacción con nuestros planes de acción o nuestras
acciones. Así, la persona, tras la activación y la evaluación realiza acciones o planes de
acción, inicialmente de evitación, huida o protección, entre otros.

En este momento, un determinante de conductas adaptadas a la situación es la


información o el conocimiento, puesto que cabe la posibilidad de que estos planes y/o
acciones que se realizan queden interrumpidos por el desarrollo de la situación de
emergencia. La discrepancia o la interrupción que en estos casos se puede producir es el
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elemento central para que percibamos la situación como altamente emocional: algo no se
ajusta a lo previsto y el organismo debe prepararse para la emergencia, fisiológica y
psíquicamente.

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Es en este punto del proceso cuando la persona tiene las exigencias mayores, reevalúa la
situación y tiene información del éxito o no de sus esfuerzos. Si la interrupción no
desaparece, o no son posibles planes alternativos, se traducirá tras cambios en el sistema
fisiológico y cognitivo en un estado de excitación emocional etiquetado de miedo, ansiedad
o cólera, que por su naturaleza tiende a inhibir la capacidad de respuesta del individuo.
Aquí la experiencia o adiestramiento previo juega un papel fundamental para la adecuada
resolución de la situación crítica.

Por ende, el aprendizaje juega un papel importante, pues las experiencias previas del
sujeto, sean reales, simbólicas (a través de información) o generadas y reforzadas por la
opinión de terceras personas, influyen modulando la percepción de amenaza, así como la
reacción ante la misma.

Medidas preventivas

Como medida preventiva a nivel individual es muy importante incidir en proyectos de


información y educacionales, como:

 Planes de información con el objetivo de transmitir conocimiento sobre riesgos,


medidas preventivas, de autoprotección y conocimiento del plan de emergencia
especifico y su papel en el mismo.
 Planes de formación y adiestramiento con el fin de lograr la automatización de las
conductas y con objetivos parciales de control de emotividad, instrucción en
especificidad de emergencias, instrucción en decisiones basadas en opciones ante
dichas situaciones críticas.

Por sí misma, sin embargo, la información no necesariamente produce los


comportamientos esperados, pero sí que sensibiliza y orienta las respuestas ante el riesgo.
La difusión de la información deberá estar adaptada al personal, lugar y actividad que
desarrolla.

5.4. Procedimientos de seguridad en la evacuación, concentración de la población y su


aplicación prioritaria en beneficio de la comunidad.

Según Fundación para la Cooperación y Salud Internacional, el procedimiento de


evacuación y el confinamiento poblacional será seguro siempre que se cumplan los
siguientes parámetros:

 Tasa bruta de mortalidad (tbm) por 10.000 Y día.


Menor de 1 = Situación controlada.
Mayor de 1 = Emergencia grave.
Mayor de 2 = Emergencia fuera de control.
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Mayor de 4 = Situación de Desastre.

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 Tasa mortalidad en menores de 5 años (tmm5) por 10.000 Y día
1 = Normal en países en vías de desarrollo.
Menor de 2 = Emergencia controlada.
Mayor de 2 = Emergencia grave.
Mayor de 3 = Emergencia fuera de control.

 Agua
Mínimo para mantenimiento [beber, cocinar, higiene] = 15 litros/persona/día.
Centros de alimentación= 30 litros/paciente/día.
Centros de salud y hospitales= 40-60 litros / paciente/ día.
1 grifo/250 personas < 500 metros de distancia.

 Alimentos
Mínimo para mantenimiento= 2.100 Kcal/persona/día.

 Refugio
 Espacio mínimo cubierto por persona= 3,5 m2/ persona.
 Espacio total de asentamiento [parcela repercutida] = 45 m2/ persona en el
emplazamiento [incluye viales, espacios comunes, etc].

 Saneamiento
 Al menos 1 letrina para cada 20 personas.
 Máximo a un minuto andando desde el asentamiento [>6 m y <50 m).

Tal y como vemos se deberá atender a la situación nutricional, al agua y saneamiento, al


abastecimiento del agua, a la evacuación de excretas, a los desechos sólidos y sobre todo a
las enfermedades transmitidas por vectores.

5.5. Procedimientos de comunicación a la población en caso de confinamiento.

Transmisión de información clara y precisa a través de los medios de comunicación.

Instantes después de la concurrencia del desastre son momentos que se caracterizan por
ser de confusión e incertidumbre en todos los niveles, tanto por parte de la población
como por parte de las instituciones especializadas, autoridades de gobierno y de los
mismos medios de comunicación, que procuran obtener los primeros datos confiables y las
primicias sobre el evento que ha acontecido.

Durante una situación adversa e imprevista como la que genera una catástrofe, una
emergencia, un desastre o una crisis, el miedo puede generar distintos comportamientos
en las personas que pueden transformarse en pánico colectivo. La circulación y producción
transparente y oportuna de información contribuye a generar confianza y credibilidad, por
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tanto, la rapidez en la transmisión y el flujo de la información serán puntos vitales en esos


momentos.

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Autoridades nacionales, organismos internacionales, organizaciones de acción humanitaria,
población afectada y medios de comunicación son algunos de los actores que demandarán
datos, cifras, informes y análisis de la situación en los primeros momentos de crisis. En esta
línea de acción los expertos en comunicación son elementos clave para movilizar recursos,
motivar acciones de solidaridad y apoyo, incrementar la visibilidad y consolidad el
posicionamiento de los actores humanitarios en general.

Los mensajes que se emitan durante la respuesta tienen que ser cortos, concisos
tranquilizadores y directos. La noticia puede ser altamente informativa, sin necesidad de
ser sensacionalista y sin caer en la victimización de las personas.

En estos primeros momentos la comunicación efectiva de la emergencia ayuda a


salvaguardar tanto la integridad física como la vida de las personas ante la ocurrencia de
réplicas o nuevos eventos y a facilitar la movilización de la ayuda humanitaria hacia las
comunidades mayormente afectadas. Aunque sean momentos críticos los medios de
comunicación pueden fortalecer su credibilidad, el comunicador debe preocuparse para
que la información que transmita sea correcta y su fuente de información pueda ser
verificada.

De la misma manera, la reputación de una institución se fortalecerá acorde a la calidad y


certeza de la información que suministre tanto a los medios de información como al
público general. Durante la respuesta tanto las instancias gubernamentales como las no
gubernamentales tienen que estar preparadas y aplicar sus estrategias de comunicación
previamente diseñadas para brindar eficientemente la información que la población
necesita.

Difusión a través de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y Protección Civil

Las operaciones en situaciones de emergencia provocadas por un terremoto,


particularmente cuando su intensidad y extensión hacen necesaria la declaración de
interés nacional, se agrega a la gran diversidad de organismos y entidades intervinientes,
un escenario en el que las telecomunicaciones basadas en soportes fijos pueden quedar
anuladas o seriamente dañadas, lo que dificultaría, sino impediría, la dirección de las
operaciones.

Asimismo, es necesario que los medios de mando y control presentes en la zona de la


emergencia faciliten la obtención de una visión integrada de la emergencia, es decir, la
síntesis de la situación en el tiempo oportuno, integrando sucesos con medios de cualquier
administración u organismo desplegados, con el fin de tomar decisiones.

Por todo ello, es necesario disponer de medios y procedimientos que permitan, en todo
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tiempo, contar con información precisa y fiable para:

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 Saber cómo evoluciona la emergencia.
 Identificar la disposición de los medios pertenecientes a los organismos que
interviene [Unidad Militar de Emergencias, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad,
bomberos o servicios sanitarios] desplegados en la zona de emergencia.
 Conocer cómo evoluciona el plan de despliegue y disposición.
 Evaluación de la situación [daños, heridos o nuevos riesgos].
 Evaluación de los resultados.

Estos condicionantes y la posibilidad de carecer de medios de mando y control basados en


instalaciones fijas, obligan a utilizar sistemas desplegables de telecomunicaciones y de
mando y control. Estos sistemas tienen que permitir la integración de alertas y sistemas de
conducción, la dirección centralizada y la gestión de medios de forma descentralizada, por
lo que han de ser adaptables, modulares y escalables en cualquier situación en zonas de
emergencias e interoperables con los sistemas, civiles y/o militares, de los organismos
implicados en la emergencia.

Por otro lado, los sistemas desplegables han de integrarse en las redes de
telecomunicaciones permanentes manteniendo su capacidad de ser desplegados en Zonas
de Emergencias, permitiendo la materialización de una red propia de emergencias para
operaciones en cualquier entorno, como pueden ser las radiocomunicaciones de tipo
HF/VHF/UHF y/o PMR.

Para terminar, los sistemas de telecomunicaciones deben estar preparados para dar
soporte al manejo de cantidades considerables de información y soportar comunicaciones
de voz, datos, fax, mensajería y videoconferencia.

Sobre la base de los requisitos de dirección centralizada y la gestión de medios de forma


descentralizada, se establecerá una estructura de nodos con diferentes niveles en función
de su capacidad para participar en la gestión de emergencias. Un nodo es una entidad tipo
puesto de mando con capacidad para ejercer el mando y control de la fuerza asignada y,
normalmente, la gestión de emergencias.

En el caso de una emergencia declarada interés nacional en la que no se puedan utilizar los
medios sobre infraestructura fija por haber sido dañados o inutilizado, los nodos a emplear
serán los que actualmente dispone la Unidad Militar de Emergencias [UME] y los medios de
telecomunicaciones desplegables, tanto de la Administración Central del Estado como de
las Administraciones de las Comunidades Autónomas y otros organismos y empresas
relacionados con la gestión de emergencias.

Los nodos de la UME, tanto en sus emplazamientos fijos como los que despliegan en la
zona de emergencia, incorporan integradores de comunicaciones que garantizan a los
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distintos actores intervinientes, tanto desde la zona afectada como desde instalaciones
fijas, el acceso a los sistemas de redes de telecomunicaciones y sistemas de información
establecidos.

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Los tipos de nodos son:

 Tipo l. Se desplegará, normalmente, para apoyar de forma puntual a los


intervinientes en la zona de emergencia. Estarán asignados para garantizar las
comunicaciones de las Unidades Intervinientes que están subordinadas a los
Puestos de Mando Avanzado. Asegura el enlace en todo tipo de condiciones
orográficas y meteorológicas, y con disponibilidad o no de infraestructura civil,
facilitando la integración limitada con sistemas de telecomunicaciones civiles y/o
militares, con capacidad suficiente de movilidad, flexibilidad y captación y recepción
de datos de las emergencias.

Este nodo nos proporciona las siguientes capacidades:

Telecomunicaciones vía satélite civil/militar.

Radiocomunicaciones 8 bandas HF/VHF, tierra aire o PMR].

Proceso de datos para albergar servicios de información, incluida la mensajería.

lnteroperabilidad con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado [sistema de


Radio Digital de Emergencias del Estado, SIRDEE].

 Tipo II. Se empleará para apoyar a los puestos de mando, disponiendo de un


módulo de telecomunicaciones, un módulo de servicios, un módulo de conducción
y un módulo de seguimiento. No será desplegado en un asentamiento permanente,
aunque posteriormente tratará de emplear infraestructura civil/militar ya existente
desde un emplazamiento semipermanente. Este nodo permitirá la coordinación con
los organismos de la Administración General del Estado, autonómicos, provinciales
y locales afectados. Tiene la capacidad de recibir alarmas, información de sistemas
de conducción ajenos, así como de poder gestionar los servicios propios de un nodo
secundario en situación desplegada.

 Nodo desplegable Tipo II ampliado. Servirá de Puesto de Mando Operativo


Integrado. Está organizado de en los siguientes módulos:
Módulo de telecomunicaciones Tipo II. Este módulo constituye el Nodo de
Telecomunicaciones radio y satélite del Puesto del Mando Operativo Integrado.
Dispone de las siguientes capacidades:
a) Telecomunicaciones vía satélite [militar y civil].
b) Radiocomunicaciones.
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c) Proceso de datos para albergar servicios de información, incluida la mensajería.


d) Videoconferencia.

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e) lnteroperabilidad con redes de telecomunicaciones civules y militares [red básica de
área (RBA) red radio de combate (CNR) y SCTM, entre otros].

 Módulo de servicios Tipo II. Con capacidad de proceso de datos par albergar
servicios de información y mensajería, de almacenamiento de datos y
videoconferencia.
 Módulo de seguimiento Tipo II. Proporciona la capacidad de proceso de datos para
los servicios de información, mensajería, videoconferencia, radiocomunicaciones y
televisión.
 Módulo de conducción Tipo II. Contiene la sala de conducción desplegable, con
capacidades de proceso de datos para servicios de información, mensajería,
videoconferencia, radiocomunicaciones y televisión.

En el caso del Comité Estatal de Coordinación, este tendrá que estar relacionado
permanentemente con la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, además de
con la Dirección Operativa, con los Centros de Coordinación Operativa Integrados
constituidos en Comunidades Autónomas no afectadas, todo ello, mientras la situación de
emergencia dure.

Dichas comunicaciones, aunque no con los problemas derivados de la posible destrucción


de instalaciones fijas, pueden verse dificultadas por sobrecargas de uso que es preciso
prever y solventar mediante la utilización de un sistema de telecomunicaciones específico.

Se dispone el sistema integral de comunicaciones de emergencia vía satélite de la Dirección


General de Protección Civil y Emergencias [RECOSAT].

Este sistema proporciona enlaces entre todos los Centros de Coordinación de las
Subdelegaciones del Gobierno entre sí y con la Dirección General, posibilitando
comunicaciones de voz, fax y acceso a las redes públicas de telefonía a través de la estación
central de la Dirección General.

Esta red ofrece una gran fiabilidad, puesto que todos sus elementos, excepto el segmento
satelitar, son propios de la Dirección General, lo que evita las saturaciones que se
presentan en las redes convencionales cuando el acceso a ellas se realiza de forma masiva
o se supera la dimensión prevista por las diferentes operadoras.
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3. Supervisión y aplicación de procedimientos de seguridad
personal en la intervención en riesgos naturales.

1. Equipos de protección colectiva: uso y distribución.

Entendemos por protección colectiva aquella técnica de seguridad cuyo principal objetivo
es brindar la protección simultánea a varias personas expuestas a un determinado riesgo.

Una vez adoptadas tales medidas, y como complemento de éstas, se pueden utilizar
medidas de protección individual; aquellas para uso exclusivo de una sola persona.

Algunos ejemplos de protección colectiva serían:

 Andamios y redes antiácidas.


 Sistemas de ventilación.
 Barreras de protección acústicas.
 Barandillas, pasarelas y escaleras.
 Vallado perimetral de zonas de trabajo.
 Marquesinas contra caída de objetos.
 Medios húmedos en ambientes polvorientos.
 Extintores de incendios.
 Carcasa de protección de motores o piezas en continuo movimiento.
 Barreras de protección térmicas en centros de trabajo.
 Orden y limpieza.
 Señalizaciones e indicaciones.

Hay muchos más, dependiendo de los tipos de riesgos. El criterio de clasificación a aplicar
es el de protección a una colectividad.

Varios de los ejemplos mostrados anteriormente sólo se pueden aplicar en un ámbito


laboral. Así pues, veremos cómo las entidades de protección ciudadana establecen planes
formativos ante situaciones de catástrofes natural o emergencia, con ello se pretende
disminuir el número de afectados y víctimas en caso de riesgo.

2. Equipos de protección individual.

Entendemos por equipo de protección individual [EPI] cualquier equipo destinado a ser
llevado o sujetado por la persona para que le proteja de uno o varios riesgos que puedan
amenazar su seguridad o su salud, así como cualquier complemento o accesorio destinado
a tal fin, pueden ser botas, mascarillas, cascos o por ejemplo unos guantes. Debemos tener
en cuenta que nunca eliminan, ni tan siquiera controlan una situación de riesgo, puesto
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que el control consiste en implantar los medios que impidan la presencia de riesgos en el
puesto.

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Dicho equipo de protección individual si ocurre una catástrofe tiene que poder cubrir todas
las exigencias que una emergencia pueda requerir, dado que una catástrofe puede ser
indeterminada y existir riesgos desconocidos para las unidades de intervención. Es por ello
que los equipos deben de tener la capacidad de adaptarse y cubrir cualquier riesgo o
inconveniente no determinado que se pueda ocasionar en una catástrofe.

Tenemos que recurrir al uso de los EPI cuando se han agotado todas las otras vías
prioritarias de seguridad, como son las organizativas o las de protección colectiva. También
deben usarse como complemento cuando el control del riesgo no esté garantizado por esas
medidas o de forma provisional mientras se adoptan los sistemas de protección colectiva.

Deben dar una protección eficaz sin suponer un riesgo adicional para el usuario, por lo que
han de cumplir con los requisitos legales de fabricación [marcado de conformidad CE],
adaptarse a la anatomía y condiciones de salud de las personas que los usaran y ser
compatibles entre sí, por ello son de uso individual y su distribución debe ser
personalizada, ya que deben ajustarse a las características de cada individuo. Antes de
utilizarlos, cada usuario debe recibir información y formación sobre los equipos que se le
entregan [cursos, reuniones, instrucciones escritas personales, etc.], así como en qué
momento se deben usar.

Se pueden clasificar en siete tipologías diferentes según su finalidad:

 Protección respiratoria. Los equipos de protección respiratoria son equipos de


protección individual de las vías respiratorias en los que la protección contra los
contaminantes aerotransportados se obtiene disminuyendo la concentración de
éstos en la zona de inhalación por debajo de los niveles de exposición
recomendados.

Esencialmente se tienen los siguientes tipos de protectores:

- Dependientes del medio ambiente (equipos filtrantes). En estos casos, el aire


inhalado pasa a través de un filtro donde se eliminan los contaminantes. A su vez se
subdividen en:
a) Equipos filtrantes contra partículas. Filtro contra partículas más adaptador facial,
mascarilla filtrante contra partículas y equipos filtrantes ventilados; cascos, o por
ejemplo capuchas.
b) Equipos filtrantes contra gases y vapores. Filtro para gases más adaptador facial y
mascarilla filtrante contra gases y vapores.
c) Equipos filtrantes contra partículas, gases y vapores. Filtro combinado más
adaptador facial y mascarilla filtrante contra partículas, gases y vapores.
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- Independientes del medio ambiente (equipos aislantes). Suministran protección
tanto para atmósferas contaminadas como para la deficiencia de oxígeno. Se basan
en el suministro de un gas no contaminado respirable [aire u oxígeno]. Los
principales tipos existentes se indican a continuación:

a) No autónomos. De manguera [sin asistencia, manualmente asistidos y asistidos con


ventilador) y con línea de aire comprimido [de flujo continuo, a demanda y a
demanda de presión positiva).
b) Autónomos. De circuito abierto [de aire comprimido y de aire comprimido a
demanda con presión positiva). de circuito cerrado [de oxígeno comprimido, de
oxígeno líquido y de generación de oxígeno].

 Protección ocular y facial. Cuando hablamos de la protección ocular y facial, se


suelen subdividir los protectores existentes en dos grandes grupos en función de la
zona protegida, a saber, si el protector sólo protege los ojos, se habla de gafas de
protección y si además de los ojos, el protector protege parte o la totalidad de la
cara u otras zonas de la cabeza, se habla de pantallas de protección. A continuación,
se presentan los principales elementos de ambos grupos en términos de
definiciones y clasificación:
Gafas de protección. Se poseen fundamentalmente dos tipos de gafas de
protección: las gafas de montura universal [son protectores de los ojos cuyos
oculares están acoplados a/en una montura con patillas] y las gafas de montura
integral [son protectores de los ojos que encierran de manera estanca la región
orbital y en contacto con el rostro]. Aparte de para el riesgo contra el que están
diseñadas [impactos, polvo fino y gases, líquidos, radiaciones o polvo grueso], las
gafas de protección se clasifican en función de los siguientes elementos:

-Según los datos relativos a la montura del protector.

a) Según el tipo de montura se tienen las siguientes categorías. Universal simple,


universal doble, integral simple, integral doble, adaptables al rostro, tipo cazoleta y
suplementarias a estas.
b) Según el sistema de sujeción, se tiene. Por patillas laterales, por anda de cabeza,
por acople al casco y por sujeción de arnés.
c) Según el sistema de ventilación pueden ser. Con ventilación o sin ventilación.
d) Según la protección lateral pueden ser. Con protección lateral o sin protección
lateral.
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-Según los datos relativos al ocular del protector.

a) Según el material del protector, se tiene. Cristal mineral orgánico y malla.


b) Según su clase óptica pueden ser. Tipo 1,2 o 3 ordenadas de mayor a menor calidad
óptica.
c) Según sus características ópticas. Pueden ser correctoras o no.
Pantallas de protección. Según la norma se distinguen en pantallas faciales
[protectores de los ojos que cubren la totalidad o una parte del rostro], pantalla de
mano [pantallas faciales que se sostienen con la mano]. pantalla facial integral
[protectores de los ojos que, además de los ojos, cubren cara, garganta y cuello,
pudiendo ser llevados sobre la cabeza bien directamente mediante un arnés de
cabeza o con un casco protector] y pantalla facial montada [pueden ser llevadas
directamente sobre la cabeza mediante un arnés de cabeza, o conjuntamente
con un casco de protección]. Aparte de para el riesgo contra el que están
diseñadas [calor radiante, salpicaduras de líquidos, arco eléctrico de cortocircuito,
radiaciones U.V. e I.R., impactos, salpicaduras de metal fundido y soldadura), las
pantallas de protección se clasifican en función de los siguientes elementos:
Según los datos relativos a la montura del protector.
a) Según el tipo de montura, se tienen las siguientes categorías. Soldadura, textil con
recubrimiento reflectante y otras variedades.

Según el marco o mirilla.


a) Ninguno.
b) Fijo.
c) Móvil.

Según el sistema de sujeción.


a) Sujetadas a mano.
b) Por arnés.
c) Acopladas a casco de seguridad.
d) Acopladas a dispositivo respiratorio.

Según los datos relativos al visor.

a) Según el material del visor, se tiene. Plástico, malla de alambre o malla textil.

b) Según su clase óptica pueden ser.

Tipo 1, 2 o 3 ordenadas de mayor a menor calidad óptica.


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 Protección de la cabeza. Un casco de protección para la industria es una prenda
para cubrir la cabeza del usuario, que está pensada esencialmente a proteger la
parte superior de la cabeza contra heridas producidas por objetos que caigan sobre
el mismo. Para lograr esta capacidad de protección y reducir las consecuencias
destructivas de los golpes en la cabeza, el casco debe estar dotado de una serie de
elementos que posteriormente se describirán, cuyo funcionamiento conjunto sea
capaz de cumplir las siguientes condiciones:
-Limitar la presión aplicada al cráneo. Distribuyendo la fuerza de impacto sobre la
mayor superficie posible.
-Desviar los objetos que caigan. Por medio de una forma adecuadamente lisa y
redondeada.
-Disipar y dispersar la energía del impacto. De modo que no se transmita en su
totalidad a la cabeza y el cuello.

Los cascos usados para trabajos especiales tienen que cumplir otros requisitos
adicionales, como la protección frente a salpicaduras de metal fundido [industrias
del hierro y del acero]. protección frente a contactos eléctricos, etc.

 Ropa y guantes de protección. Un guante es un equipo de protección individual


[EPI) que protege la mano o una parte de ella contra riesgos. En ciertos casos puede
cubrir parte del antebrazo y el brazo. Principalmente los diferentes tipos de riesgos
que se pueden presentar son los que a continuación se indican: riesgos mecánicos,
riesgos térmicos, riesgos químicos y biológicos, riesgos eléctricos, vibraciones y
radiaciones ionizantes. La ropa de protección se define como aquella ropa que
sustituye o cubre la ropa personal, y que está diseñada para proporcionar
protección contra uno o más peligros. Usualmente, la ropa de protección se clasifica
en función del riesgo específico para cuya protección esté destinada. Así, y de un
modo genérico, se pueden considerar los siguientes tipos de ropa de protección:
frente a riesgos de tipo mecánico, frente al calor y el fuego, frente a riesgo químico,
frente a la intemperie, frente a riesgos biológicos, frente a radiaciones [ionizantes y
no ionizantes]. de alta visibilidad, frente a riesgos eléctricos y de protección
antiestática.

 Protección de pies y piernas. Por calzado de uso profesional se entiende cualquier


tipo de calzado dedicado a ofrecer una cierta protección contra los riesgos
derivados de la realización de una actividad laboral.

-Calzado de seguridad. Es de uso profesional proporciona protección en la parte de


los dedos. Incorpora tope o puntera de seguridad que garantiza una protección
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suficiente frente al impacto, con una energía equivalente de 200 J en el momento


del choque.

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-Calzado de protección. Es un calzado de uso profesional que protege en la parte de
los dedos. Incorpora tope o puntera de seguridad que garantiza una protección
suficiente frente al impacto, con una energía equivalente de 100 J en el momento
del choque, y frente a la compresión estática bajo una carga de 1O KN.

-Calzado de trabajo. Es un calzado de uso profesional que no proporciona


protección en la parte de los dedos.

 Protección contra caídas de altura. Un sistema de protección individual contra


caídas de altura [sistema anticaídas] garantiza la parada segura de una caída, de
forma que: la distancia de caída del cuerpo sea mínima, la fuerza de frenado no
provoque lesiones corporales y la postura del usuario, una vez producido el frenado
de la caída, sea tal que permita al usuario, dado el caso, esperar auxilio. Un sistema
anticaídas está formado por:
-Arnés anticaídas. Dispositivo de prensión del cuerpo destinado a parar las caídas. El
arnés anticaídas puede estar formado por bandas, elementos de ajuste y de
enganche y otros elementos, dispuestos y ajustados de forma adecuada sobre el
cuerpo de una persona para sujetarla durante una caída y después de la parada de
ésta.
-Dispositivo anticaídas retráctil. Artilugio provisto de una función de bloqueo
automático y un mecanismo automático de tensión y de retroceso para el elemento
de amarre retráctil. Dicho elemento de amarre retráctil puede ser un cable
metálico, una banda o una cuerda de fibras sintéticas. El dispositivo anticaídas
retráctil puede llevar incorporado un elemento de disipación de energía, bien en el
propio dispositivo anticaídas o en el elemento de amarre retráctil.
-Dispositivo anticaídas deslizante. Equipo provisto de una función de bloqueo
automático y un elemento de guía. El dispositivo anticaídas deslizante se mueve a lo
largo de la línea de anclaje, acompaña al usuario sin requerir intervención manual
durante los cambios de posición hacia arriba o hacia abajo y se bloquea
automáticamente sobre la línea de anclaje cuando se produce una caída.
-Dispositivo anticaídas deslizante sobre línea de anclaje rígida. Equipo formado por
una línea de anclaje rígida y un dispositivo anticaídas deslizante con bloqueo
automático que está unido a la línea de anclaje rígida. Dicha línea de anclaje rígida
puede ser un raíl o un cable metálico y se fija en una estructura de forma que
queden limitados los movimientos laterales de la línea. Un elemento de disipación
de energía puede estar incorporado en el dispositivo anticaídas deslizante o en su
línea de anclaje.
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-Dispositivo anticaídas deslizante sobre línea de anclaje flexible. Equipo formado
por una línea de anclaje flexible y un dispositivo anticaídas deslizante con bloqueo
automático que está unido a la línea de anclaje flexible. Dicha línea de anclaje
flexible puede ser una cuerda de fibras sintéticas o un cable metálico y se fija a un
punto de anclaje superior. Un elemento de disipación de energía puede estar
incorporado en el dispositivo anticaídas deslizante o en su línea de anclaje.

-Absorbedor de energía. Dispositivo que, mediante su deformación o destrucción,


absorbe una parte importante de la energía desarrollada en la caída.
-Conector. Equipo que permite unir entre sí los diferentes componentes que
forman el sistema anticaídas, y a este sistema con el punto de anclaje estructural.
Dispone de cierre automático y de bloqueo manual o automático.

3. Equipos especiales de protección.

Los equipos especiales de protección se emplearán en Planes de defensa Nuclear,


Radiológica, Bacteriológica y Química INRBQ]. Las soluciones de protección contra las
emergencias nucleares, biológicas y químicas no se reducen exclusivamente a la prenda o
el EPI, sino que incluye tanto la protección personal como colectiva, sistemas de
descontaminación y mantenimiento del producto. Estos equipos tienen aplicación en el
ámbito industrial, militar, hospitalario y cualquier otro escenario de emergencias.

 Protección Personal.
Protección respiratoria equipos autónomos, semiautónomos, filtrantes motorizados
con capucha ó mascara y filtros de origen específicos.
Protección corporal, con trajes desechables, de vida limitada o reutilizables con o
sin suministro de aire y refrigeración.
Estructuras flexibles desmontables, neumáticas, rígidas plegables y en
contenedores desplegables. Sistemas estancos C0LPR0 (Collective Protection).
Consiste en tiendas neumáticas (o contendores) presurizadas o sistemas de forro
interior de las mismas, donde se instalan sistemas de filtrado de aire y
presurización. Esto nos permite crear zonas de esclusas y sentidos de corrientes que
impiden la contaminación del interior y, en algunos casos, es reversible, interior-
exterior.

 Detección e identificación. Para radiación nuclear, agentes químicos industriales y


de guerra, biológicos, en equipos portátiles fijos o de detección remota. Se utilizan
plataformas de intervención en aéreas:
Para reconocimiento, análisis, extinción, refrigeración, y/o caso de rescate.
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De propulsión híbrida, aerotransportable, monocasco y/o no tripuladas por


personal.

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 Descontaminación y detoxificación.
Bombas con baja y alta presión con agua fría o caliente y vapor, en elementos
portátiles, remolcables o en ISO contenedores.
Descontaminantes para equipos y materiales, personas y equipos sensibles, en
polvo, líquidos y aerosoles.

4. Equipos de alerta ante riesgos de uso.

La alerta temprana es uno de los principales elementos para la disminución del riesgo de
desastres. La misma evita la pérdida de vidas y disminuye los impactos económicos y
materiales de los desastres. Para ser eficaces, los sistemas de alerta temprana tienen que
incluir activamente a las comunidades en riesgo, facilitar la educación y la concientización
del público sobre tales riesgos, diseminar eficazmente mensajes y alertas y garantizar una
preparación constante. En enero del 2005, la Conferencia Mundial sobre la Reducción de
Desastres aprobó el "Marco de Acción de Hyogo para el 2005-2015: Aumento de la
resiliencia de las naciones y las comunidades ante los desastres". El mismo destaca
claramente la importancia de la alerta temprana y exhorta al desarrollo de "sistemas de
alerta temprana centrados en la población, en particular sistemas que permitan alertar a
tiempo y en forma clara a las personas expuestas [...) que den orientación sobre la forma
de actuar en caso de alerta [...)".

El objetivo de los sistemas de alerta temprana centrados en la población es facultar a las


personas y comunidades que enfrentan una amenaza a que actúen con suficiente tiempo y
de modo correcto para disminuir la posibilidad de que se produzcan lesiones personales,
pérdidas de vidas y daños a los bienes y al medio ambiente. Un sistema completo y eficaz
de alerta temprana comprende cuatro elementos interrelacionados, que van desde el
conocimiento de los riesgos y las vulnerabilidades hasta la preparación y la capacidad de
respuesta. Los sistemas de alerta temprana basados en las mejores prácticas también
establecen sólidos vínculos internos y ofrecen canales eficaces de comunicación entre
todos estos elementos.

Los servicios de alerta forman el componente fundamental del sistema. Es necesario contar
con una base científica sólida para prever y prevenir amenazas y con un sistema fiable de
pronósticos y alerta que funcione las 24 horas al día.

5. Procedimientos de seguridad y vigilancia activa.

Un continuo seguimiento de los parámetros y los aspectos que antecedieron las amenazas
es indispensable para elaborar alertas precisas y oportunas. Los servicios de alerta para las
distintas amenazas deben coordinarse en la medida de lo posible para aprovechar las redes
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comunes institucionales de procedimientos y de comunicaciones.

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5.1. Conocimiento de los riesgos.

El objetivo principal será el de establecer un proceso sistemático y uniformizado para


recopilar, evaluar y compartir información, mapas y tendencias en cuanto a las amenazas y
vulnerabilidades.

Arreglos organizativos establecidos.

 Identificación y definición de las funciones de las principales agencias


gubernamentales nacionales que participan en la evaluación de las amenazas y
vulnerabilidades.
 Asignación a una sola organización nacional de la responsabilidad de coordinar la
identificación de amenazas, y de evaluar las vulnerabilidades y los riesgos.
 Adopción de medidas legislativas o gubernamentales que exijan la elaboración de
mapas de amenazas y vulnerabilidades para todas las comunidades.
 Elaboración de normas nacionales para la recopilación, socialización y evaluación
sistemáticas de información sobre amenazas y vulnerabilidades y, cuando sea
pertinente, su estandarización con países vecinos o de la misma región.
 Desarrollo de procesos para que expertos científicos y técnicos evalúen y examinen
la precisión de la información y datos acerca de los riesgos.
 Elaboración de estrategias para que las comunidades participen activamente en el
análisis de amenazas y vulnerabilidades locales.
 Establecimiento de procesos anuales de revisión y actualización de la información
sobre riesgos, incluida la información sobre cualquier nueva vulnerabilidad o
amenaza o riego y emergencia en proceso de formación.
 Identificación de amenazas naturales.
 Análisis y evaluación de las características de las principales amenazas naturales
[intensidad, frecuencia y probabilidad] y de sus datos históricos.
 Elaboración de mapas de amenazas para identificar las zonas geográficas y
comunidades que podrían verse afectadas por las amenazas naturales.
 Elaboración de mapas integrados de amenazas [cuando sea posible] para evaluar la
interacción de diversas amenazas de origen natural.

Análisis de la vulnerabilidad en las comunidades.

 Conducción de evaluaciones de vulnerabilidad en las comunidades para todas las


amenazas naturales relevantes. Consideración de las fuentes de datos históricos y
de posibles amenazas futuras en las evaluaciones de vulnerabilidad.
 Consideración de factores tales como género, discapacidad, acceso a la
infraestructura, diversidad económica y puntos sensibles del medio ambiente.
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 Documentación y elaboración de mapas de vulnerabilidad [por ejemplo,


representación gráfica y localización de poblaciones que viven en las zonas
costeras].

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Evaluación del riesgo.

 Evaluación de la interacción entre las vulnerabilidades y las amenazas para


determinar los riesgos que enfrenta cada región o comunidad. Conducción de
consultas entre la comunidad y las industrias para garantizar que la información
sobre los riesgos sea exhaustiva e incluya conocimientos históricos e indígenas, e
información en los ámbitos local y nacional.
 Identificación y evaluación de actividades que aumenten el riesgo. Integración de
los resultados de las evaluaciones de los riesgos en los planes locales de gestión de
riesgos y en los mensajes de alerta.

Almacenamiento y acceso a la información.

 Creación de una biblioteca central o de una base de datos de información


geográfica para almacenar toda la información sobre los riesgos de desastres y
amenazas naturales.
 Disponibilidad de la información sobre amenazas y vulnerabilidades para los
gobiernos, el público y la comunidad internacional [cuando sea pertinente).
 Desarrollo de un plan de mantenimiento para asegurarse de que la información
está actualizada.

5.2. Servicio de seguimiento y alerta.

Se intenta establecer un servicio eficiente de seguimiento y alerta de amenazas con una


sólida base científica y tecnológica. A través de:

Establecimiento de mecanismos institucionales

 Establecimiento por ley de procesos uniformizados y de funciones y


responsabilidades para todas las organizaciones que generen y emitan alertas.
 Adopción de acuerdos y protocolos interinstitucionales para garantizar la
coherencia del lenguaje de las alertas y de los canales de comunicación, cuando
diferentes agencias se encarguen de distintas amenazas.
 Creación de un plan para todas las amenazas a fin de obtener una mayor eficiencia
y eficacia entre los diversos sistemas de alerta.
 Establecimiento de colaboradores de los sistemas de alerta, incluyendo a las
autoridades locales.
 Aprobación de protocolos para definir responsabilidades y canales de comunicación
para los servicios técnicos de alerta.
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 Adopción y puesta en funcionamiento de acuerdos en materia de comunicaciones


con organizaciones internacionales y regionales.

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 Adopción de acuerdos regionales, mecanismos de coordinación y centros
especializados sobre temas regionales tales como ciclones tropicales, inundaciones
en cuencas comunes, intercambio de información y desarrollo de capacidades
técnicas.
 Realización de pruebas y ejercicios que abarquen todo el sistema al menos una vez
al año.
 Creación de un comité integrado sobre sistemas técnicos de alerta, vinculado a las
autoridades nacionales encargadas de la gestión y reducción de desastres,
incluyendo una plataforma nacional para la reducción del riesgo de desastres.
 Creación de un sistema para verificar que las alertas hayan llegado a sus
destinatarios.
 Centros de alerta con personal en todo momento [24 horas al día, los siete días de
la semanal.

Desarrollo de sistemas de seguimiento.

 Documentación de los parámetros de medición y de las especificaciones para cada


amenaza.
 Existencia de planes y documentos para las redes de seguimiento, disponibles y
acordados con expertos y autoridades competentes.
 Existencia de equipo técnico, adaptado a las condiciones y circunstancias locales y
personal capacitado para usarlo y mantenerlo en todo momento.
 Acceso a información y a los análisis de las redes regionales, territorios vecinos y
fuentes internacionales pertinentes.
 Recepción, procesamiento y disponibilidad de información en formatos útiles en
tiempo real o casi real.
 Adopción de estrategias para obtener, revisar y difundir información sobre las
vulnerabilidades relacionadas con cada una de las amenazas relevantes.
 Archivo rutinario y acceso a la información para fines de verificación y estudio.

Establecimiento de sistemas de pronósticos y alerta.

 Análisis de información, predicción y generación de alertas, basados en métodos


científicos y técnicos aceptados.
 Emisión de información y alertas de conformidad con las normas y protocolos
internacionales.
 Capacitación de analistas de alertas según las normas internacionales pertinentes.
 Suministro de equipo adecuado necesario para que los centros de alerta procesen
la información y ejecuten modelos de predicción.
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 Establecimiento de sistemas a prueba de fallas, como generadores auxiliares,


duplicación de equipos y sistemas de personal en espera.

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 Generación y difusión de alertas de forma eficiente y oportuna, en un formato
adaptado a las necesidades de los usuarios.
 Implementación de un plan para el seguimiento rutinario y para la evaluación de
procesos operativos, incluyendo la calidad de la información y la efectividad de las
alertas.

4. Aplicación de procedimientos de dirección y control de intervenciones en riesgos


naturales.

La estructura organizativa de Sistema de Protección Civil español para la intervención de


catástrofes naturales revela los niveles básicos en los que se articulan las Administraciones
Públicas, a nivel estatal, autonómico y local.

Corresponderá a cada uno de estos niveles de intervención una estructura propia de


Protección Civil para el desarrollo de las funciones que son de su competencia, organizada
de acuerdo a que las unidades de Protección Civil responden ante las delegaciones y
subdelegaciones, estas ante la Comisión Nacional de Protección Civil, que dependen de la
Dirección General de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior, que
responde en última instancia ante el Gobierno de la Nación.

El Consejo de Gobierno se hará cargo a nivel autonómico de la Consejería Competente, la


cual se responsabiliza de la Comisión Autonómica de Protección Civil que a su vez dirige la
Dirección de Protección Civil que tendrá intervención en las Delegaciones Territoriales.

A nivel local se respondería al siguiente esquema:

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Tal y como puede verse el estado ocupa un escalón superior del Sistema nacional de
Protección Civil. La autoridad máxima la ostenta el Gobierno de la Nación y en particular el
Ministro de Interior, que según la Ley 2/85, puede delegar toda o parte de sus funciones en
la autoridad competente de la Comunidad Autónoma o de las Entidades Locales.

El ministerio del Interior cuenta con la Dirección General de Protección Civil y Emergencias,
como órgano directo de la asistencia al titular del Departamento. Esta Dirección General
tiene encomendada en el ámbito estatal de la dirección y ejecución de, entre otras, las
siguientes funciones:

 La preparación de normas y directrices básicas para la planificación y actuación en


emergencias de ámbito estatal, así como la realización de ejercicios y simulacros en
el marco de los citados planes.
 La organización y el funcionamiento del Centro de Coordinación Operativa y de las
redes de alerta y alarma específicas de Protección Civil.
 La difusión de alertas a las organizaciones de Protección Civil y a los ciudadanos.
 La tramitación de subvenciones y ayudas para la atención de necesidades derivadas
de siniestros o catástrofes.
 La formación teórica y práctica de mandos y personal, respecto de los distintos
riesgos y técnicas, para el desarrollo de las actividades de Protección Civil.
 La organización de un fondo documental especializado y el desarrollo de estudios y
programas de información a la población.
 La promoción de iniciativas para la organización y desarrollo de la participación
ciudadana y en especial de la autoprotección.
 La coordinación de relaciones con organismos homólogos de otros países, con
la Unión Europea, las Delegaciones y Subdelegaciones del Gobierno, con las
Comunidades Autónomas y las Administraciones Locales.
 La solicitud de intervención de la Unidad Militar de Emergencias.

De esta manera, el Sistema Nacional de Protección Civil, a nivel estatal, realiza un papel
importante la Unidad Militar de Emergencias (UME) creada en el año 2005, como fuerza
conjunta, organizada con carácter permanente, que tiene como misión la intervención en
cualquier lugar del territorio nacional en los supuestos de grave riesgo, catástrofe o
calamidad pública. En particular, la intervención de la UME podrá ser ordenada cuando se
produzcan situaciones de emergencia de gravedad, con independencia de que sea de
interés nacional o no, en las que concurran estas características:

 Las que tengan su origen en riesgos naturales, como inundaciones, avenidas,


terremotos, deslizamientos de terreno, grandes nevadas y otros fenómenos
meteorológicos adversos de gran magnitud.
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 Los incendios forestales.


 Las derivadas de riesgos tecnológicos, y entre ellos el riesgo químico, el nuclear, el
radiológico y el biológico.

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 Las que sean consecuencia de atentados terroristas o actos ilícitos y violentos,
incluyendo aquellos contra infraestructuras críticas, o con agentes nucleares,
biológicos, radiológicos o químicos.
 La contaminación del medio ambiente.
 Cualquier otra que decida el Presidente del Gobierno.

La UME no hace tareas de prevención y sus efectivos actúan siempre encuadrados en la


unidad a la que pertenecen y dirigidos por sus cuadros de mando. Cuenta para sus
intervenciones con medios aéreos, ambulancias, autobombas, campamentos de albergue,
embarcaciones, quitanieves, vehículos de transporte, material NRBQ y medios específicos
para inundaciones y comunicaciones, como hemos visto en el punto anterior.

Comité de coordinación.

El mando mientras duren las actuaciones del Plan de Emergencias ha de ser único,
recayendo en la persona que ostente la máxima autoridad en el ámbito en el que se
produce la emergencia. El director de las operaciones se aconsejará del Comité de
Coordinación, transmitiendo órdenes a través de la cadena de mando establecida.

El desencadenamiento de las actuaciones previstas en el Plan de Emergencia, ha de ser


decidido en un Comité de Coordinación, formado por representantes calificados de los
departamentos que se ven involucrados en la emergencia:

Equipos de emergencia.

Los equipos de emergencia básicos, cuyos componentes deben estar designados de


antemano, instruidos y dotados de los medios de intervención necesarios, son:

 Brigadas de incendios. Están formadas por Servicios de Bomberos profesionales o


Brigadas Voluntarias. Su instrucción debe ir dirigida, además de a la extinción de
incendios como peligro más habitual, al control de los accidentes mayores que se
puedan producir en las dependencias de la industria.
 Equipos de apoyo. Formados por el personal de mantenimiento y/o conocedores de
las características de la zona de riesgo, como pueden ser las instalaciones eléctricas,
las redes de agua o el alcantarillado.
 Equipos de control. Su misión es evitar el acceso del personal no autorizado para
intervenir en el plan de emergencia.
 Equipos de evacuación. Los equipos de evacuación se encargarán de dirigir y
controlar la evacuación de los ocupantes del edificio. Estos equipos son de gran
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importancia en caso de que la emergencia de produzca en un edificio singular,


como puede ser el caso de confinamiento en un hospital por derrumbe de ladera.

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 Equipos de rescate. Estos se organizarán cuando el riego de aislamiento de
personas se apreciable, como ocurre en minas subterráneas, plataformas marinas y
similares. Se les dotará de material apropiado para el desarrollo de esta función.
 Equipos de Salvamento y Reanudación de la Actividad. La función que cumplen en
la emergencia es la retirada, o protección frente a elementos no deseados, de
mercancías y maquinaria.
 Equipos de Asistencia Médica. El tratamiento inmediato de posibles accidentados
debe ser prestado por organismos específicos de asistencia sanitaria temprana.
 Equipo de telecomunicaciones. Como ya sabemos cumplen una función
fundamental en grandes catástrofes es la transmisión de instrucciones al recinto o
zona afectada. El sistema de comunicación en emergencias debe tener garantizado
su funcionamiento a pesar del accidente.
 Servicio de relaciones públicas. La información de los hechos acontecidos debe ser
transmitida a los medios de comunicación a través de un portavoz, normalmente
este suele pertenecer a un órgano gubernamental.

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