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Beneficios de la Técnica de la Tortuga

Cuando hablamos de autocontrol nos referimos a aquella capacidad de dominarse a uno mismo. En
otras palabras, se trata de la capacidad de controlar los propios impulsos, emociones, deseos, acciones,
entre otros.
Es más, el autocontrol es una capacidad que permite alcanzar una serie de beneficios, tales como:
 Una mejor expresión
 Tener en cuenta los puntos de vista y opiniones ajenos
 Pensar con más claridad
 Mejorar las relaciones sociales
 Mejora la autoestima
 Provoca un sentimiento de menor vulnerabilidad
 Mayor facilidad para resolver conflictos
 La toma de mejores decisiones

Esta técnica no sólo favorece el autocontrol del niño, sino que también le ayuda a:

 Pensar antes de actuar. Tomarse un tiempo para pensar en la mejor respuesta y favorecer así
conductas más asertivas.
 Desarrollar la autonomía. Después de practicar varias veces esta técnica, el niño sabrá reconocer
cuándo la tiene que poner en marcha y por tanto, será más autónomo y no dependerá de un
refuerzo externo.
 Disminuir los niveles de ansiedad y las respuestas impulsivas

Paso 1: Lectura de un cuento

A modo de ejemplo, se adjunta una historia genérica que puede servir base, pero es interesante que
cada familia lo adapte a una situación personal con la que el niño/a se identifique.

Paso 2. Aprender a realizar la postura de la tortuga.

Una vez leída la historia, se le explicará al niño/a cómo imitar a la tortuga en los momentos de enfado.
Para ello, tiene que juntar la barbilla al pecho, pegar los brazos al cuerpo, juntar las piernas y cerrar los
ojos. Debe mantenerla durante 10 segundos y después, aflojar la tensión de su cuerpo. Recuerda
hacerlo tú también, ya que servirás de modelo.

Para ello, tiene que:

 Juntar su barbilla con su pecho.


 Pegar sus brazos a su cuerpo.
 Juntar las piernas.
 Cerrar los ojos.
Recuerda que estás jugando, así que tú también tienes que meterte en tu
caparazón. Además, así serás el modelo que siga tu hijo para saber cómo lo
tiene que hacer.

Paso 3: Aprender a respirar correctamente.

Es esencial para disminuir el nivel de ira y poder pensar con claridad. En este sentido, la respiración
abdominal es la clave. Centrando la atención en la respiración, se inspira lentamente por la nariz
llevando el aire hasta el estómago. Hay que imaginar que hay un globo en la barriga y tenemos que
llenarlo de aire. Después de contener el aire unos segundos, lo soltamos suavemente por la boca.

Una buena técnica para conseguir la relajación, es utilizar la respiración abdominal.

 Centramos la atención en la respiración.


 Inspiramos lento por la nariz.
 Llevamos el aire al estómago, inflándolo como un globo.
 Soltamos el aire despacito por la boca.

Paso 4: Aplicar la técnica a una situación real.

Fuerza una situación que sepas que a tu hijo/a no le gusta y cuando empiece a perder los nervios, dile:
“tortuga”. Y, a continuación, realizas el proceso anteriormente explicado. Cuando se haya tranquilizado,
no olvides brindarle la oportunidad de explicar cómo se siente y los motivos que le han llevado al
enfado.
CUENTO DE LA TORTUGA

Hace mucho tiempo, había una hermosa y joven tortuga que se llamaba DELMA.
DELMA acababa de comenzar las clases, tenía justamente 8 años, DELMA No podía
estar quieta mucho tiempo, y se pone ansiosa y luego se aburre cuando no está
haciendo nada interesante y le da por morder todo lo que tiene enfrente de ella.

De repente parece no escuchar o no entiende lo que se le dice, Le parecía muy


complicado estar quieta y tiende a interrumpir a los demás para poder hablar
ella. Tampoco le gustaba escuchar y atender a lo que explicaba el maestro, para
ella parecía más divertido hacer ruidos imitando el sonido de los motores de
coches, y nunca recordaba que no debía hacer esos ruidos mientras el profesor
hablaba.

Todos los días, cuando Delma iba de camino a la escuela, se decía a sí misma que se
comportaría de la mejor manera posible para no meterse en problemas con su mama.
Pero aunque se prometiera todo esto a sí misma, le resultaba muy fácil que alguna
cosa la descontrolara y, al final, siempre terminaba castigada, enfadándose y
peleándose. Así pues, Delma lo pasaba muy mal, muchas veces pensaba “siempre
ando metiéndome en líos, si sigo por este camino, al final voy a terminar odiando al
colegio y a todos los compañeros y profesores”.
En uno de sus peores días, en el que se sentía mal, se topó con una vieja y sabia
tortuga, la más grande que había visto en toda su vida. Era una tortuga muy grande en
todos los sentidos, tenía más de 300 años y de un tamaño grande como una montaña.
Delma estaba un tanto asustada, se dirigía a la vieja tortuga con una voz pequeña y
vergonzosa. Pero al cabo de poco tiempo, Delma se dio cuenta de que la gigantesca
tortuga era muy agradable y simpática y, parecía estar dispuesta a ayudar a Delma en
su mal día.

Entonces la vieja tortuga le dijo a Delma: “¡Oye! ¿Sabes qué? Te contaré un pequeño
secreto que te ayudará: la solución para resolver tus problemas la llevas contigo,
encima de ti”. Delma no le entendió, y le miró expresando que no entendía nada con su
mirada de curiosidad. “¡Tu caparazón es la solución! ¿No sabes para qué sirve tu
caparazón?”. Delma le seguía mirando con cara de saber más. “El poder de tu
caparazón es que tú puedes meterte dentro de él y esconderte siempre que tengas
sentimientos como la rabia, la ira, aburrimiento, estrés, etcétera. Así, por ejemplo, te
puedes esconder siempre que tengas ganas de romper cosas, de chillar, de pegar a
algo o alguien, de morder cosas, de interrumpir a los demás, entre otros. Cuando te
escondas dentro de tu caparazón, puedes aprovechar ese instante para descansar,
y esperar a no estar tan estresada. Por eso te recomiendo que la próxima ocasión en
que te estreses, métete en el caparazón”.
A Delma le pareció muy buena idea. Estaba muy contenta y con ganas de probarlo e,
así, intentar controlar su aburrimiento y estres. El siguiente día de clase ya lo
practicó, cuando de sopetón, uno de sus compañeros le dio un golpe, sin querer, en la
espalda. En ese instante, Delma empezó a enfadarse, tanto que casi pierde los papeles
y le devuelve el golpe. Pero de repente, recordó el sabio consejo de la vieja tortuga.
Entonces recogió, tan rápido como pudo, sus brazos, sus piernas y su cabeza dentro
de su caparazón y se mantuvo allí hasta que se le pasó el enfado.
Delma se dio cuenta de que era una muy buena idea, ya que le encantó poder estar
tan bien dentro de su caparazón, donde nadie podía molestarla. Al salir de allí dentro,
se asombró al ver que su maestro le estaba mirando con una gran sonrisa en su rostro,
contento y orgulloso de lo que había hecho Delma.
Por eso, decidió seguir usando ese truco durante lo que quedaba de año. Lo usaba
cada vez que algún compañero o alguna cosa le estresaba, pero también lo usaba
cuando ella tenía ganas de pegar, correr o discutir. Al cabo de un tiempo, logró actuar
siempre de esta manera, una manera muy diferente de la que actuaba antes. Se sentía
muy contenta y orgullosa de sí misma y, todos sus compañeros le admiraban por
como lo hacía y, se mostraban muy curiosos por saber cuál era su secreto.

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