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Tema 8

Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta


Terapéutica

Evaluación de los
trastornos de la
personalidad
Índice
Esquema 3

Planteamiento del caso clínico 4


Evaluación de la personalidad patológica 4

Material de estudio 6
8.1. Introducción y objetivos 6
8.2. Los trastornos de la personalidad (TP) en el DSM
6
8.3. Tipos de trastornos de la personalidad 8
8.4. Evaluación y diagnóstico de los trastornos de la
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personalidad 13
8.5. Referencias bibliográficas 26

Resolución del caso clínico 28

A fondo 30

Test 32
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E VA L U A C I Ó N D E L O S T R A S T O R N O S D E L A P E R S O N A L I D A D

Cambios en DSM Tipos de TP Evaluación y diagnóstico

Modelo tradicional:
- Paranoide
- Esquizoide
- Áreas relevantes: patrones
- Esquizotípico
DSM-IV modelo categorial habituales de emoción,
- Narcisista
vs DSM-5 dos alternativas: acción y cognición,
- Antisocial
modelo categorial (sección relaciones interpersonales,
- Límite
II) interferencia en el
- Histriónico
Modelo dimensional- funcionamiento cotidiano,
- Dependiente
categorial (sección III) abuso de sustancias...
- Evitativo
- Obsesivo-compulsivo
Escala del nivel de - Herramientas evaluación:
funcionamiento de la baja fiabilidad y validez,
Modelo Sección III DSM5:
personalidad excesiva longitud…
- Antisocial
Inventario de personalidad
- Evitativa
del DSM-5 - MCMI, MMPI, IPDE,
- Límite
instrumentos del DSM5
- Narcisista
- Obsesivo-compulsiva
- Esquizotípica

Tema 8. Esquema
Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica
Esquema

3
Planteamiento del caso clínico

Evaluación de la personalidad patológica

Marina tiene 23 años y estudia 4º de Medicina. Viene a consulta porque últimamente


se siente mal, tiene dificultad para conciliar el sueño, da muchas vueltas a
pensamientos acerca del futuro, y se siente más irritable de lo habitual, sobre todo
cuando tiene que trabajar en equipo con sus compañeros de la universidad. Durante
la entrevista su discurso es claro y coherente y su aspecto físico resulta limpio y
cuidado.

Refiere que para ella lo más importante es su carrera, ya que aspira a ser una gran
médica. Actualmente tiene una media de sobresaliente, pero siempre ha sido
brillante en el aspecto académico, por lo que ha disfrutado de diferentes becas de
excelencia a lo largo de su vida escolar y universitaria. Se considera inteligente,
responsable, alguien en quien se puede confiar, comprometida con lo que hace.
También reconoce que tiene un carácter fuerte y a veces se pone irritable si algo no
sale como ella lo planea. Le cuesta delegar responsabilidades en los demás, lo que le
hace muy difícil trabajar en grupo. Es consciente de que eso puede ser un problema
en su futura vida laboral y le gustaría cambiarlo, pero señala que «es superior a sus
fuerzas».

La madre de Marina, que ha venido con ella, señala que es incapaz de relajarse, y que
vive en un estrés constante porque siempre quiere hacerlo todo perfecto. Además,
es obstinada y poco flexible en general (le cuesta tolerar diferentes opiniones,
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cambios de planes, formas de proceder diferentes a la suya, etc.), lo que facilita el


desarrollo de discusiones en casa y también en otros ámbitos. Sale poco de casa y
apenas tiene amigos, ya que prefiere ocupar su tiempo en estudiar. En casa también
le molesta mucho que alguien deje las cosas fuera de su sitio, parece que «está
obsesionada con el orden». Sin embargo, la madre se queja de que, al mismo tiempo,

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Tema 8. Caso clínico
tiende a acumular cosas viejas en su habitación, a las cuales ya no da uso pero de las
que le cuesta mucho desprenderse. Marina comenta enseguida que: «Es verdad, pero
las tengo siempre perfectamente ordenadas y limpias», a lo que la madre asiente.

Tanto la progenitora como la propia paciente indican que ella «siempre ha sido así».
¿Qué dificultades tiene Marina? ¿Qué diagnóstico crees que podría tener? ¿Qué
áreas habría que explorar más? ¿Conoces algún instrumento de evaluación que
pueda ser útil en un caso como el de Marina?
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Tema 8. Caso clínico
Material de estudio

8.1. Introducción y objetivos

En este tema estudiaremos los trastornos de la personalidad: sus características


clínicas, los tipos, las áreas en las que se debe centrar la evaluación, los instrumentos
más utilizados para su evaluación y diagnóstico, los cambios que han tenido lugar en
el DSM-5, y las cuestiones más relevantes en cuanto al diagnóstico diferencial.

De este modo, los objetivos que nos planteamos en este tema son:

 Estar al tanto de los cambios producidos respecto a este grupo de trastornos en el


DSM-5.
 Afianzar los conocimientos en cuanto a las características clínicas centrales de los
trastornos de la personalidad.
 Saber enfocar la evaluación de estos pacientes (áreas relevantes, instrumentos).
 Conocer las principales entidades con las que se debería hacer el diagnóstico
diferencial y los aspectos principales en los que se debe centrar el clínico para
poder efectuarlo.

8.2. Los trastornos de la personalidad (TP) en el


DSM
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El DSM-IV-TR contempla tres grupos de trastornos de la personalidad: grupo A


(esquizotípico, esquizoide y paranoide); grupo B (antisocial, límite, histriónico y
narcisista) y grupo C (dependiente, evitativo y obsesivo-compulsivo), más la categoría
de trastorno de personalidad no especificado. En el apéndice que contiene

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Tema 8. Material de estudio
propuestas para estudio se incluyen también el trastorno de la personalidad pasivo-
agresivo y el depresivo).

Recientemente, con la publicación del DSM-5, su diagnóstico ha pasado de ser


totalmente categorial a tener en cuenta la perspectiva dimensional. El DSM-5 incluye
dos enfoques diagnósticos diferentes para los trastornos de personalidad. En primer
lugar, estos trastornos aparecen en la Sección II junto con los demás trastornos
mentales (ya no se sitúan en un eje diferente), manteniendo las mismas categorías y
criterios del DSM-IV-TR, si bien se expone una categoría general de trastorno de la
personalidad, estableciéndose luego el trastorno específico que presenta cada
persona. Además, se han añadido el cambio de la personalidad debido a otra afección
médica (en el que se debe especificar si es de tipo lábil, desinhibido, agresivo, apático,
paranoide u otro tipo) y el diagnóstico de Otro trastorno de la personalidad
especificado.

En la Sección III, sin embargo, plantea un diagnóstico general de trastorno de la


personalidad, caracterizado por dificultades en el funcionamiento de la personalidad
y rasgos patológicos de personalidad, del que se derivan 6 subtipos: antisocial,
evitativo, límite, narcisista, obsesivo-compulsivo y esquizotípico, así como el
trastorno de la personalidad especificado por rasgos.

Además, proporciona una escala, la Escala de nivel de funcionamiento de la


personalidad, para determinar el nivel de deterioro en el funcionamiento. De esta
manera, el enfoque presentado en la Sección III del DSM-5 es una mezcla de
dimensional y categorial, ya que considera que existe un continuo entre un
funcionamiento adaptado y no adaptado, y entre los rasgos patológicos y no
patológicos, pero también establece una serie de categorías en función del tipo de
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rasgos desadaptados que presente la persona.

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Tema 8. Material de estudio
8.3. Tipos de trastornos de la personalidad

Los trastornos de la personalidad son patrones rígidos y desadaptativos de


conducta, forma de pensar, sentir y percibir el entorno, que se apartan
acusadamente de las expectativas de la cultura que se inician en la adolescencia o
edad adulta temprana, y son estables a lo largo del tiempo y las situaciones. Además,
provocan malestar o deterioro significativo del funcionamiento de la persona.

Citando a Esbec y Echebúrua (2014), resulta relevante señalar que, a pesar de la


reticencia de muchos profesionales a realizar el diagnóstico antes de los 18 años, los
TP se pueden diagnosticar ya en la adolescencia, que es cuando la patología de la
personalidad parece ser más severa. Quizá el diagnóstico temprano pueda facilitar el
inicio de una intervención precoz que sea más efectiva a la postre.

Vamos a pasar a comentar las principales características clínicas de cada uno de los
TP especificados en el DSM-IV y Sección II del DSM-5:

Grupo A

Trastorno de la personalidad paranoide: se caracteriza por la suspicacia generalizada


y la desconfianza hacia los demás, de manera que interpretan las motivaciones de los
otros como malvadas. Sienten que les quieren engañar, aprovecharse de ellos,
dañarles, etc., a pesar de no tener base para este tipo de interpretaciones. Esto hace
que sean reacios a confiar en los demás y a mantener relaciones cercanas. Se sienten
fácilmente despreciados y son rencorosos, pudiendo reaccionar de forma hostil.
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Trastorno de la personalidad esquizoide: se caracterizan por el distanciamiento en


las relaciones sociales y una afectividad limitada. No obtienen satisfacción de
pertenecer a un grupo ni de prácticamente ninguna actividad. No desean intimidad
con otras personas, y frecuentemente son solitarios, prefiriendo ocupaciones
individuales. Suelen parecer indiferentes a lo que los demás puedan pensar de ellos.

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Tema 8. Material de estudio
Trastorno de la personalidad esquizotípica: malestar, capacidad reducida y/o escaso
interés en las relaciones cercanas, así como distorsiones cognitivas o perceptivas y
comportamiento excéntrico. Suelen presentar ideas de referencia o paranoides, pero
con un nivel de convicción inferior al de los delirios. Pueden ser supersticiosos, estar
preocupados por fenómenos paranormales, creer que tienen algún tipo de poder
especial sobre los demás… También pueden tener alteraciones perceptivas (por
ejemplo, creer que escuchan a alguien pronunciar su nombre). Prefieren mantenerse
apartados de los demás porque «no encajan».

Grupo B

Trastorno de la personalidad antisocial: se caracterizan por la hostilidad, la agresión


y la manipulación. Suelen ser mentirosos e impulsivos, y no se ajustan a las normas
sociales ni legales. Desprecian los derechos, deseos y sentimientos de los demás.
Tienden a ser muy irresponsables en todos los ámbitos: laboral, como padres, etc.
También son despreocupados e imprudentes respecto a su seguridad o la de los
demás. El diagnóstico requiere que algunos de los síntomas estén presentes desde
antes de los 15 años.

Trastorno límite de la personalidad: lo que define a este TP es la inestabilidad de las


relaciones interpersonales, la autoimagen y las emociones, así como una enorme
impulsividad (que puede llevarles a autolesionarse, a consumir drogas, juego
patológico, etc.). Tienen un miedo intenso al abandono, y hacen esfuerzos
exagerados para evitarlo, pudiendo presentar también una intensa ira ante las
separaciones o los cambios en sus planes. Son muy sensibles a las circunstancias
ambientales. Sus relacione suelen ser inestables e intensas, que pueden variar de
forma repentina y dramática. Tendencia al estado de ánimo disfórico, aunque las
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emociones pueden ser muy cambiantes. Suelen manifestar sensación crónica de


«vacío».

Trastorno de la personalidad histriónica: sus características principales son el


comportamiento de búsqueda de atención y una expresión emocional superficial y

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Tema 8. Material de estudio
dramática. Suelen mostrarse alegres y teatrales y se sienten poco apreciadas o
incómodas cuando no son el centro de atención. Es frecuente que su aspecto y su
forma de comportarse sea sexualmente seductora, incluso en situaciones en las que
no resulta adecuado o hacia personas por las que no tienen realmente ningún interés
sexual. Muy preocupados por su aspecto físico. Sugestionables y con tendencia a
considerar que sus relaciones son más íntimas de lo que en realidad son.

Trastorno narcisista de la personalidad: se definen por sus sentimientos de grandeza


y su gran necesidad de admiración, así como por la falta de empatía. Sobrestiman sus
capacidades y exageran sus logros de manera arrogante. Se consideran especiales, y
suelen considerar que solo otras personas con estas características pueden
entenderles. Buscan un trato de favor, aunque supongan un perjuicio para otros, y se
sienten contrariados cuando no lo reciben. Suelen resultar fríos a nivel relacional y
ser envidiosos o creer que otros les envidian.

Grupo C

Trastorno de la personalidad evitativa: sus rasgos distintivos son la inhibición social,


los sentimientos de incompetencia y la hipersensibilidad a la evaluación negativa.
Suelen evitar actividades sociales y laborales que impliquen un elevado contacto
interpersonal y suelen evitar iniciar nuevas relaciones. El propio DSM reconoce que
no hay una diferenciación clara entre este trastorno y el de ansiedad social.

Trastorno de la personalidad dependiente: lo esencial de este TP es una necesidad


excesiva de ser cuidado por otros, que les lleva a comportarse con extrema sumisión
y apego, así como miedo intenso a la separación. Tienen dificultades para tomar
decisiones cotidianas y necesitan constante aprobación por parte de los demás, sobre
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los que dejan recaer la mayor parte de responsabilidad sobre su propia vida. Tienen
dificultades para expresar desacuerdo porque temen que con ello pierdan el apoyo
de los demás, sin quienes se sienten incapaces de funcionar. Pueden llegar a
extremos para lograr el cuidado y la aprobación de los otros, lo que da lugar en

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Tema 8. Material de estudio
ocasiones a relaciones desequilibradas o distorsionadas. Cuando finalizan una
relación, enseguida suelen buscar otra que la sustituya.

Trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo: su patrón de comportamiento y


emociones está caracterizado por una gran preocupación por el orden, el control y el
perfeccionismo. Son excesivamente cuidadosos y respetuosos con las reglas, los
detalles triviales, los procedimientos… aun cuando de ello deriven molestias para sí
mismos o para los demás. Suelen conceder una excesiva importancia al trabajo y la
productividad, de forma que llegan a excluir las actividades sociales y de ocio, y les
cuesta delegar tareas o trabajo salvo que los otros se sometan exactamente a su
manera de hacer las cosas. Suelen ser tacaños y ahorradores (por posibles catástrofes
futuras), y también rígidos y obstinados.

Como se ha señalado previamente, la Sección III del DSM-5 ofrece un modelo de


diagnóstico dimensional-categorial alternativo. Según explica el manual, se decidió
incluir ambos sistemas para dar una cierta continuidad al DSM anterior, pero desde
el conocimiento de que el sistema categorial resulta insuficiente en muchos casos. El
uso del sistema categorial supone muchas veces la codificación de los pacientes como
TP no especificado por no cumplirse criterios suficientes para cualquiera de las
categorías específicas, lo que resulta de poca utilidad clínica.

El modelo dimensional señala que las dos características principales que tiene que
reunir un TP son las dificultades en el funcionamiento y la presencia de rasgos
patológicos de personalidad. Tanto las dificultades en el funcionamiento personal e
interpersonal como los rasgos se evalúan en un continuo. El funcionamiento
personal se refiere a:
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 La identidad (capacidad para regular emociones, autoestima estable, límites claros


entre uno mismo y los demás y exactitud en la autoevaluación).

 La autodirección (objetivos y metas coherentes y significativas, normas internas


de comportamiento prosociales, autorreflexión).

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Por su parte, el funcionamiento interpersonal incluye:

 La empatía (comprensión de experiencias y motivaciones ajenas, tolerancia de


diferentes puntos de vista).

 Intimidad (deseo y la capacidad de mantener relaciones cercanas, profundidad y


duración de las relaciones interpersonales, reciprocidad en el comportamiento
interpersonal).

La Escala del nivel de funcionamiento de la personalidad permite diferenciar cinco


niveles de deterioro de estos aspectos, desde un nivel 0, indicativo de un
funcionamiento saludable y adaptativo, hasta un nivel 4, que señala un deterioro
extremo. Se requiere un nivel de deterioro moderado para el diagnóstico de un TP.
Veremos en más detalle esta herramienta en el próximo apartado.

En cuanto a los rasgos patológicos de personalidad, estos hacen referencia a cinco


grandes ámbitos: el afecto negativo, el desapego, el antagonismo, la desinhibición y
el psicoticismo. Los rasgos también se consideran dimensionales, de forma que todos
nos ubicamos en algún punto del continuo entre dos puntos opuestos en relación a
una misma característica. Así, el rasgo de la afectividad negativa sería el extremo de
un continuo que empezaría en la estabilidad emocional, el desapego sería el polo
opuesto a la extraversión, el antagonismo lo sería de la amabilidad, la desinhibición
de la escrupulosidad y el psicoticismo de la lucidez.

El tipo de rasgos que se encuentren más acentuados en un paciente permitirá


diferenciar (siempre en una persona con un funcionamiento moderadamente
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deteriorado) entre los trastornos de la personalidad antisocial, evitativa, límite,


narcisista, obsesivo-compulsiva y esquizotípica. Cuando, además de cumplir con los
criterios de uno de estos diagnósticos, se presentan otros rasgos de personalidad
problemáticos con relevancia clínica, estos se codifican como especificadores.

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Tema 8. Material de estudio
Se incluye, asimismo, un último TP denominado trastorno de la personalidad
especificado por rasgos, para aquellos casos en los que se considera que existe un
trastorno de la personalidad pero no se cumplen los criterios de ningún trastorno
específico.

En el caso de estar usando el modelo dimensional del DSM-5, la evaluación requiere


revisar cada uno de los dominios de la personalidad descritos en el manual, para que
no se pueda escapar ningún área de funcionamiento deteriorada por otros rasgos
que sobresalen. Para ello, el DSM-5 propone el uso del Inventario de personalidad
del DSM-5 (Krueger, Derringer, Markon, Watson y Skodol, 2012), que veremos en el
próximo apartado.

8.4. Evaluación y diagnóstico de los trastornos de


la personalidad

La evaluación de la personalidad con frecuencia se omite en las evaluaciones clínicas,


y casi siempre se realiza de manera informal. Algunos autores han explicado esta
situación por el conocimiento por parte de los clínicos de que los TP tienden a ser
permanentes y se resisten al tratamiento. Sin embargo, como plantean Esbec y
Echeburúa (2014), conocer la personalidad de una persona y su perfil de rasgos
patológicos proporciona una base de información que puede resultar de utilidad para
la planificación individualizada del tratamiento, por lo que podría ser relevante
tanto en personas que tienen un TP, como en las que no.

La evaluación y diagnóstico de los TP resulta compleja por varios motivos. Por un


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lado, la conceptualización de los propios trastornos es poco clara y ha cambiado con


el tiempo. No parece haber un acuerdo entre investigadores y profesionales clínicos
respecto a si los trastornos de personalidad son patrones distintos a los patrones de
comportamiento sano o son formas extremas de los patrones normales.

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Tema 8. Material de estudio
Para realizar un diagnóstico de acuerdo a los criterios del DSM-IV o de la Sección II
del DSM-5, deberemos valorar más el comportamiento que los rasgos o disposiciones
internas, lo que convierte en esencial conocer la biografía del paciente y su historia
clínica. Para ello, la herramienta preferida es la entrevista, que es además un
excelente medio para observar la conducta del paciente. Sin embargo, es preciso
tener en cuenta que el paciente con trastorno de la personalidad generalmente no
va a ser el informador más fiable sobre su propio comportamiento. Ello puede
deberse a diferentes motivos, más probables unos u otros en función del tipo de TP
del que se trate: por deseo de agradar, para impresionar al terapeuta, con intención
de ocultar determinados aspectos, por una percepción diferente de su propia
conducta, etc.

Además, a menudo los rasgos resultan egosintónicos, por lo que el individuo no los
percibe como problemáticos, y considera que son los otros con los que interactúa los
causantes de sus dificultades. Por ello, también resulta muy recomendable recoger
información, tanto en entrevista como mediante otros procedimientos (registros de
conducta, por ejemplo), de familiares, pareja o amigos cercanos. Dado que la
observación en la vida real puede resultar complicada, así como lograr la
colaboración de allegados para este fin, el clínico puede observar la conducta
espontánea durante las entrevistas o plantear situaciones hipotéticas en consulta en
las que se pongan en juego aspectos que generalmente resultan problemáticos para
estos pacientes, con el objetivo de ver cómo reacciona.

A nivel sintomatológico, habrá que prestar atención a:

La conducta: el comportamiento resulta desadaptado social y personalmente,


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generando conflictos internos o interpersonales, e incluso legales. Las conductas


concretas varían en función del TP específico o de los rasgos de personalidad
prominentes. En las tablas siguientes aparecen algunas de las conductas más
habituales en cada uno de los trastornos de personalidad del DSM-IV y 5 (según el
modelo categorial de la Sección II):

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Tema 8. Material de estudio
TP paranoide TP antisocial TP esquizoide TP histriónico
Escaso contacto Apariencia y
Comportamientos
Hipervigilantes ocular, ausencia de comportamiento
fraudulentos/ilegales
sonrisa, frialdad seductores
No se inhiben ante el
Provocadores Actividades solitarias Búsqueda de atención
peligro

A la defensiva Agresividad Falta de iniciativa Impulsivos

Falta de respuesta a
Comportamiento frío Impulsividad e los refuerzos
Extravertidos
y controlador irresponsabilidad habituales o a los
elogios

Teatrales

Tabla 1. Comportamientos típicos en los distintos TP.

TP esquizotípico TP narcisista TP por evitación TP límite


Conducta
Vestimenta particular Prepotentes Torpes socialmente
inconsistente
Comportamientos
impulsivos y dañinos
Comportamiento Falta de humildad y Reservados y para sí mismos:
excéntrico generosidad distantes automutilaciones,
juego patológico,
inducción de vómitos
Relaciones intensas,
Socialmente aislados Explotadores Búsqueda de
caóticas y
y/o ineptos interpersonalmente privacidad
dependientes

Tabla 2. Comportamientos típicos en los distintos TP.


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TP obsesivo-compulsivo TP por dependencia


Meticulosidad y perfeccionismo
Búsqueda de ayuda y consejo
extremo

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Tema 8. Material de estudio
Pasividad, sumisión, no
Dedicación excesiva al trabajo
asertividad
Relaciones sociales distantes y Fieles, acríticos, conformistas,
formales gentiles

Tabla 3. Comportamientos típicos en los distintos TP.

Los aspectos cognitivos: las creencias, las ideas, la interpretación del mundo y del
comportamiento de los demás, la autoimagen, la autoestima y, en general, el
funcionamiento cognitivo, también se alejan de las normas sociales o producen
malestar a las personas con TP. Vamos a ver las respuestas cognitivas típicas en cada
uno de los TP concretos (tabla 4):

TP paranoide TP antisocial TP esquizoide TP histriónico


Incapaz de aprender Necesidad de
Ideas
de las consecuencias Carece de ambición aprobación y apoyo
autorreferenciales
negativas social
Percepción del mundo Falta de valores Carece de interés por Pensamiento
como amenazante morales lo sensorial y lo sexual impulsivo, vago
Temor a ser utilizados,
Carencia de
humillados o Falta de empatía
introspección
dominados
Desprecio por las Muy preocupado por
normas sociales aspecto físico

Tabla 4. Aspectos cognitivos típicos de los distintos TP.


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TP esquizotípico TP narcisista TP por evitación TP límite
Preocupación por la
Pensamiento mágico, Autoimagen inestable
Total falta de empatía crítica y el rechazo
supersticioso y extrema
social
Creen que son Autocríticas,
Ideas de referencia Baja autoestima
especiales, únicos autocastigos
Distorsiones Necesidad de ser Sensación crónica de
perceptivas admirados vacío
Pensamiento
Inflexibles
dicotómico

Tabla 5. Aspectos cognitivos típicos de los distintos TP.

TP obsesivo-compulsivo TP por dependencia


Necesidad constante de consejo y
Reacio a delegar tareas
reafirmación

Temor al fracaso y a los errores Falta de confianza en sí mismo

Temor a la desaprobación y la
Rigidez
separación

Tabla 6. Aspectos cognitivos típicos de los distintos TP.

Aspectos emocionales: la falta de expresión emocional o el exceso de la misma


constituyen uno de los elementos centrales de los TP. Vemos cómo varían en función
de los TP específicos en las siguientes tablas:
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Tema 8. Material de estudio
TP paranoide TP antisocial TP esquizoide TP histriónico
Emocionalmente
Baja activación
Irritables Impulsivos, irritables superficiales y
emocional
exagerados
Incapacidad para
Malestar si no son el
Tensos Emocionalmente fríos expresar tristeza,
centro de atención
alegría, culpa, ira…
Alta dependencia
Sin sentido del humor Hostiles
emocional

Tabla 7. Aspectos emocionales típicos de los distintos TP.

TP esquizotípico TP narcisista TP por evitación TP límite


Ansiedad ante el Cólera y envidia Hipersensibilidad al Inestabilidad
mínimo desafío social inapropiadas rechazo emocional constante
Afectividad
Relaciones Sentamientos de Ira intensa, fácil de
restringida o
superficiales soledad, tristeza provocar
inapropiada
Variaciones extremas Tendencia a la Emociones
del estado de ánimo ansiedad contradictorias

Sentimientos de vacío

Tabla 8. Aspectos emocionales típicos de los distintos TP.

TP obsesivo-compulsivo TP por dependencia

Control de las emociones Inseguros y ansiosos

Incapacidad de relajarse Desamparo si se encuentran solos

Desesperación cuando se finaliza


Ansiedad ante la novedad
una relación
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Tabla 9. Aspectos emocionales típicos de los distintos TP.

Otros aspectos relevantes: será fundamental explorar cómo son las relaciones
familiares y sociales, los aspectos académico-laborales, los traumas infantiles, la
historia familiar o personal de maltrato o abuso de sustancias, etc.

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Tema 8. Material de estudio
La investigación ha señalado que estos pacientes suelen buscar contextos
congruentes con su personalidad, que podrían estar reforzando las conductas
inadaptadas (por ejemplo, búsqueda de amistades o pareja con personalidades
también desadaptadas), por lo que evaluar las características del entorno es
fundamental para poder plantear la intervención y proponer cambios si se considera
pertinente.

Respecto a todos estos aspectos comentados, lo principal de los TP y lo que debe


guiar el diagnóstico, es la consideración de que los síntomas son crónicos e
inflexibles, constituyendo la forma habitual de desenvolverse de estos individuos.
Además, no se trata de una forma de comportarse surgida durante la madurez, sino
que se ha debido gestar durante la adolescencia o inicio de la etapa adulta, y que
interfiere con un funcionamiento adaptativo de la persona.

El DSM-5 nos propone el uso de dos herramientas para facilitar el diagnóstico de los
TP:

 La Escala del nivel de funcionamiento de la personalidad: es un instrumento


heteroaplicado, en el que el clínico selecciona el nivel de deterioro en el
funcionamiento de la personalidad que muestra su paciente en el momento
actual. Según esta escala, una personalidad adaptativa tiene la conciencia
permanente de un yo único, mantiene roles apropiados, aspira a metas razonables
que están en consonancia con una evaluación realista de las propias capacidades,
habitualmente comprende las experiencias y motivaciones de los demás y
mantiene relaciones satisfactorias y duraderas. Por el contrario, una persona con
una patología grave de la personalidad tiene un mundo psicológico empobrecido,
desorganizado y/o en conflicto, tendrá un autoconcepto inadecuado, será
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propenso a experimentar emociones negativas y mantendrá relaciones


interpersonales inapropiadas o insatisfactorias.

 Inventario de personalidad del DSM-5 (Krueger, Derringer, Markon, Watson y


Skodol, 2012): se trata de un cuestionario de doscientos veinte ítems que cubren

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Tema 8. Material de estudio
cinco dominios y veinticinco rasgos de personalidad, que se responde de forma
escalar, y puede ser autoadministrado o heteroadministrado (a través de un
informante que conozca bien al paciente). Los cinco dominios son:

• Afectividad negativa: que incluye los rasgos de labilidad emocional, ansiedad,

inseguridad de separación, sumisión, hostilidad, perseverancia, depresividad,


suspicacia y afectividad restringida (estos tres últimos son comunes a otros
dominios).

• Desapego: que incluye las facetas de retraimiento social, evitación de la

intimidad, anhedonia, depresividad, afectividad restringida, suspicacia.

• Antagonismo: que incluye la manipulación, falta de honradez, grandiosidad,

búsqueda de atención, insensibilidad, hostilidad (común a otros dominios).

• Desinhibición: que agrupa la irresponsabilidad, impulsividad, distraibilidad,


temeridad, carencia de perfeccionismo.

• Psicoticismo: que comprende las creencias y experiencias extrañas,


excentricidad, desregulación cognitiva y perceptiva.

Accede a la escala a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
http://www.seetp.org/materiales/PID-5_Cuestionario.pdf

Al margen de estos instrumentos de evaluación, relativamente nuevos y poco


estudiados, carecemos de herramientas con buenas propiedades que faciliten el
diagnóstico de los TP. Aunque existen algunas entrevistas estructuradas o
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semiestructuradas e instrumentos de autoinforme parece que su validez y fiabilidad


no son muy adecuadas y, por ello, deben usarse con cierta cautela.

Se ha señalado que esto se debe (al menos en parte) a lo que señalábamos al principio
de este apartado, la poca claridad con que se han descrito los trastornos de

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personalidad y los cambios en su conceptualización. La longitud de estas
herramientas es un hándicap adicional, ya que suelen ser muy extensas, lo que podría
tener el efecto de cansar y disminuir el interés por contestar de la persona que
responde. Para trata de solventar este problema, algunos autores han recomendado
pasar inicialmente algún test de cribado, cuyo resultado pueda orientarse al clínico
sobre un posible diagnóstico, de forma que posteriormente pueda aplicar solo la
parte de la entrevista que corresponda a ese TP o grupo de TP. Las entrevistas
estructuradas se han desarrollado con el objetivo de aumentar la fiabilidad y validez
de los diagnósticos, gracias a la estandarización del proceso de evaluación y a la
aplicación de los criterios del DSM:

 Entrevista clínica estructurada para los trastornos de personalidad del Eje II del
DSM-IV (SCID-II; First et al., 1997): entrevista semiestructurada que permite el
diagnóstico de los TP en base a los criterios del DSM-IV. Se acompaña del
Cuestionario SCID-II, que pretende ser una herramienta de cribado.

 Examen internacional de los trastornos de la personalidad (Loranger, 1999):


entrevista semiestructurada que evalúa los TP en función de los criterios
diagnósticos DSM-IV y de la CIE-10 (en dos módulos diferentes). Contiene también
un cuestionario en el que el paciente responde «verdadero» o «falso» para cada
elemento, con una duración inferior a quince minutos. Así, si el cuestionario
genera la sospecha de algún TP, el clínico deberá pasar la entrevista completa para
ver si se cumple el diagnóstico. Su formato mantiene un equilibrio entre una
entrevista clínica espontánea y la objetividad de una estructurada. Las preguntas
están organizadas en secciones (información laboral, uno mismo, control de
impulsos, relaciones interpersonales, etc.) e incluyen preguntas abiertas al
principio de cada sección. Es una herramienta fácil de usar y clínicamente
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significativa, con fiabilidad interevaluadores y la estabilidad temporal.

En cuanto a los autoinformes de personalidad como el MCMI-III (Inventario clínico


multiaxial de Millon III; Millon, Davis y Millon, 1997) o el MMPI-2 (Inventario
multifásico de personalidad de Minesota 2; Colligan, Offord, Malinchoc, Schulman y

Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


21
Tema 8. Material de estudio
Seligman, 1994), se ha indicado que más que trastornos de personalidad, miden
estilos de personalidad, por lo que su uso para el diagnóstico de los TP ha sido
cuestionado. De igual forma que las entrevistas semiestructuradas, se trata de
instrumentos largos y tediosos de completar, por lo que el clínico deberá valorar bien
si su uso le va a reportar información útil y, por tanto, si el mismo está justificado. Sin
embargo, se trata de instrumentos muy empleados por los psicólogos, por lo que
vamos a comentarlos brevemente a continuación:

 MMPI-2-RF (adaptación española de Santamaría, 2009): cuestionario de


trescientos treinta y ocho ítems, que componen cincuenta escalas (entre las que
se incluyen las escalas somáticas/cognitivas, de internalización, de
externalización, interpersonales, de intereses y de personalidad psicopatológica).
Las puntuaciones de las cinco escalas de personalidad patológica convergen con
el sistema pentafactorial de evaluación de la personalidad incluido en la Sección
III del DSM-5, por lo que se trataría de un instrumento potencialmente útil para la
evaluación de la personalidad patológica.

 MCMI-III (adaptación española de Cardenal y Sánchez, 2007): consta de ciento


setenta y cinco ítems que se agrupan en una serie de escalas que incluyen once
patrones clínicos de personalidad de severidad moderada (esquizoide, evitativo,
depresivo, dependiente, histriónico, narcisista, antisocial, sádico, compulsivo,
negativista y masoquista); tres patrones de personalidad graves (esquizotípico,
límite y paranoide); además de una serie de síndromes clínicos de gravedad
moderada y severa. Se trata, por tanto, de un intento por evaluar los síndromes
clínicos del Eje I y los TP del Eje II del DSM-IV. Sin embargo, se ha señalado que las
escalas por sí mismas carecen de validez suficiente para efectuar el diagnóstico de
los TP.
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 El Inventario de Evaluación de la Personalidad (adaptación española de Ortiz,


Tallo, Santamaría, Cardenal y Sánchez, 2011): este cuestionario, extenso como los
anteriores, permite una evaluación tanto de la personalidad como de la
psicopatología en adultos mediante una serie de escalas clínicas, consideraciones

Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


22
Tema 8. Material de estudio
para el tratamiento (agresión, ideaciones suicidas, estrés, falta de apoyo social y
rechazo al tratamiento) y de relaciones interpersonales, así como subescalas con
información más pormenorizada. Destaca por su fácil interpretación y la cantidad
de información clínicamente relevante que proporciona. Además, los ítems son
más fácilmente comprensibles que los de otras herramientas como el MMPI, y sus
escalas están directamente relacionadas con los criterios DSM.

Diagnóstico diferencial de los trastornos de la personalidad

Muchos de los criterios de los TP describen características que también aparecen en


otros trastornos mentales o en personas mayormente adaptadas y sin un deterioro
funcional importante. Como ya hemos comentado previamente en este tema, los TP
son patrones de funcionamiento del individuo a largo plazo, que ya existían al inicio
de la edad adulta y que tienen lugar en muchas situaciones diferentes.

Por ello, cuestiones como la duración de los síntomas, el momento de aparición, su


cronicidad, su consistencia a través de distintas situaciones son aspectos esenciales
para el diagnóstico diferencial. Además, los TP se caracterizan por la inflexibilidad de
los rasgos y por una desadaptación que afectan a muchos ámbitos de la vida
cotidiana, por lo que cuando se dan rasgos de personalidad que no son
suficientemente inflexibles, desadaptativos, persistentes o causan un deterioro
funcional significativo o malestar, no debe ser diagnosticado un TP.

El diagnóstico diferencial se vuelve especialmente difícil (y poco útil, según reconoce


el propio DSM-5) en relación a trastornos mentales persistentes o con los que
mantienen una relación de espectro (esquizofrenia con TP esquizotípico, ansiedad
social con TP evitativo).
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También es importante diferenciar los TP de los rasgos de personalidad que no llegan


a constituir un trastorno. Solo se debe diagnosticar un TP cuando dichos rasgos son
inflexibles, desadaptativos, persistentes y causan un deterioro funcional significativo
o malestar a la persona.

Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


23
Tema 8. Material de estudio
Otra cuestión relevante es la gran cantidad de síntomas que comparten los distintos
TP entre sí, especialmente aquellos que están clasificados dentro del mismo grupo.
El diagnóstico diferencial en estos casos exige un conocimiento exhaustivo de la
clínica de cada trastorno para poder apreciar los matices que hay entre ellos. En
cualquier caso, también es posible que en una misma persona confluyan diferentes
TP, pudiéndose diagnosticar todos para los que cumplan criterios diagnósticos.

De forma general, los principales trastornos con los que puede ser necesario hacer el
diagnóstico diferencial son:

 Trastornos por consumo de sustancias: si los comportamientos desadaptados


están asociados exclusivamente al consumo o la obtención de sustancias, el
diagnóstico de TP no será procedente.

 Cambio de personalidad debido a otra afección médica: en el caso de que los


cambios en la personalidad aparezcan a consecuencia de los efectos fisiológicos
de otra afección médica (un traumatismo cerebral, un tumor, etc.).

 Trastornos de estrés: si los cambios de personalidad surgen y persisten después


de una exposición a un estresor extremo, se debería considerar un diagnóstico de
TEPT.

 Trastornos psicóticos u otros trastornos mentales con características psicóticas


(en relación a los TP del grupo A): en estos, el comportamiento está más
circunscrito al episodio psicótico, mientras que en los TP el patrón de
comportamiento debía existir antes y perdurar después de pasado el episodio. Los
síntomas psicóticos, además, son mucho más claros en los trastornos psicóticos
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que en los TP del grupo A, donde pueden aparecer alteraciones perceptivas e ideas
autorreferenciales y mágicas más difusas. Es posible diagnosticar ambas
entidades.

Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


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Tema 8. Material de estudio
 Trastornos del neurodesarrollo (fundamentalmente en relación al TP
esquizotípico): los niños con formas leves de TEA y trastornos de la comunicación
pueden presentar un comportamiento con un marcado aislamiento social,
excentricidad y peculiaridades del lenguaje. Sin embargo, los niños con TEA
presentarán una mayor falta de sensibilidad social, así como conductas e intereses
estereotipados, y los niños con trastornos de la comunicación presentarán una
mayor gravedad de los déficits comunicativos.

Manejo de la ideación suicida

La evaluación y el manejo de la ideación suicida puede ser un aspecto relevante en


personas con trastorno límite de la personalidad pues, como se ha explicado, pueden
presentar intentos autolíticos. No obstante, conocer los elementos clínicos de la
ideación suicida es un aspecto relevante en la intervención terapéutica en general.

Puede haber muy diversas causas para la aparición de la ideación y conducta suicida,
algunas teorías explicativas consideran que la aparición de un suceso estresante que
evoque emociones de frustración o rechazo, junto con el deseo de escapar de la
situación y que dicha opción de escape no se valore como posible, sumado a la falta
de recursos para aliviar el malestar, puede llevar a sentimientos de indefensión que,
a su vez, favorecen las conductas suicidas.

En terapia, los pensamientos sobre suicidio no siempre son expresados de forma


directa o como motivo de consulta, por lo que es importante que el psicólogo sea
capaz de reconocer los signos de ideación suicida. Es fundamental, al detectar signos
o factores de riesgo, explorar con detalle si existe riesgo actualmente y qué nivel de
riesgo en concreto, para tomar medidas específicas en cada caso. El terapeuta debe
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hablar abiertamente de la idea de cometer suicidio y mostrar seguridad a la hora de


manejar la situación, a la vez debe mostrar empatía, comprensión y apoyo sobre la
experiencia del individuo.

Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


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Tema 8. Material de estudio
El suicidio y la tentativa de suicidio constituye uno de los principales problemas de
salud pública en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda
que cada 40 segundos una persona se suicida en el mundo. Además, es la segunda
causa de muerte en la población mundial entre jóvenes de 15 a 29 años. En España,
se está trabajando en una línea estratégica que permita el abordaje integral de la
prevención de la conducta suicida.

Se han elaborado diferentes guías breves para la detección y prevención de la


conducta suicida:

Accede al documento a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
http://www.madrid.org/bvirtual/BVCM017859.pdf

8.5. Referencias bibliográficas

Caballo, V., Irurtia, M. y López-Gollonet, C. (2010). La evaluación de los trastornos de


la personalidad. En V. Caballo (Dir.), Manual para la evaluación de los trastornos
psicológicos. Trastornos de la edad adulta e informes psicológicos. Madrid: Pirámide.

Del Barrio, M. V., Silva, F., Conesa-Peraleja, M. D., Martorell, M. C. y Navarro, A. M.


(1993). Evaluación de la Depresión (EDD). En F. Silva y C. Martorell (dirs.), EPIJ:
Evaluación de la personalidad infantil y juvenil (pp. 57-82). Madrid: MEPSA.

Fenigstein, A. y Vanable, P. A. (1992). Paranoia and selfconscienciousness. Journal of


© Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Personality and Social Psychology, 62, 129-138.

First, M. B., Spitzer, R. L., Gibbon, M., Williams, G. B. W. y Benjamin, L. (1997).


Structured Clinical Interview for DSM-IV Axis II Personality Disorders (SCID-II).
Washington, DC: American Psychiatric Press.

Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


26
Tema 8. Material de estudio
Gunderson, J. G., Ronningstam, E. y Bodkin, A. (1990). The diagnostic interview for
narcissistic patients. Archives of General Psychiatry, 47, 676–680.

Hamilton, M. (1960). A rating scale for depression. Journal of Neurology,


Neurosurgery and Psychiatry, 23, 56-62.

Krueger, R. F., Derringer, J., Markon, K. E., Watson, D. y Skodol, A. E. (2012). Initial
Construction of a Maladaptive Personality Trait Model and Inventory for DSM-5.
Psychological Medicine, 42, 1879-1890

Loranger, A. W. (1999). The international personality disorder examination (IPDE)


DSM-IV and lCD-10 modules. Odessa, FL: Psychological Assessment.

Millon, T., Davis, R. y Millon, C. (1997). Millon Clinical Multiaxial Inventory-III (MCMI-
III) Manual (2nd ed.). Minneapolis: National Computer Systems.

Raine, A. (1991). The SPQ: A Scale for the Assessment of Schizotypal Personality
Based on DSM-III-R Criteria. Schizophrenia Bulletin, 17, 555-564.
© Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


27
Tema 8. Material de estudio
Resolución del caso clínico
Resolución del caso clínico

Después de la información recogida al principio de la entrevista, el psicólogo tiene


sospechas de que las dificultades puedan relacionarse con un TP, ya que parecen
indicar formas de actuar rígidas, que se mantienen desde la adolescencia y a lo largo
de muchas situaciones diferentes, y que crean un cierto malestar en la paciente.

Se ha obtenido, en general, información sobre las distintas áreas que suelen estar
afectadas en los TP (conducta, emociones y cogniciones). Sin embargo, sería
conveniente ahondar un poco más y, sobre todo, valorar las repercusiones que esto
puede tener en el entorno y la interferencia con el funcionamiento cotidiano de
Marina y las personas de su entorno más próximo. Para valorar el grado de deterioro
del funcionamiento, el psicólogo decide usar la escala que proporciona el DSM-5,
Escala del nivel de funcionamiento de la personalidad, que le permite valorar los
aspectos de la identidad, la autodirección, la empatía y la intimidad. Obtiene el
siguiente resultado:

 A nivel de la identidad, encuentra que la regulación emocional y la autoestima


dependen de la obtención de evaluaciones externas por parte del entorno
(principalmente en relación a sus estudios y capacidades académicas), de forma
que pequeños signos de evaluación negativa (comentario de algún compañero,
profesor o de sus padres, una nota más baja de lo esperado en un examen) pueden
desencadenar rabia o vergüenza intensas.
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 En cuanto a la autodirección, se observa que las normas personales son


excesivamente exigentes (siempre tiene que obtener la máxima calificación en un
examen para no sentirse mal), y que las metas personales son más un medio para
obtener aprobación externa que autogeneradas (siempre espera ser felicitada por
una nota, un buen trabajo, etc., y cuando habla de ser buen médico en el futuro

Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


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Tema 8. Resolución del caso clínico
hace referencias a obtener la admiración y el respeto de los demás, premios, etc.,
más que de ayudar, curar…).

 En relación a la empatía, Marina muestra dificultades para apreciar y comprender


las experiencias de otros, y sobre todo, para tener en cuenta perspectivas
alternativas a la suya (cuando trabaja en grupo, todo tiene que hacerse a su
manera y no le importa herir los sentimientos de otra persona al descalificar sus
ideas si no las considera adecuadas), y no es realista al evaluar las repercusiones
de sus acciones sobre los demás (no cree que pueda realmente causar un daño
importante a alguien si le dice que su modo de hacer algo es inadecuado, más bien
considera que debería agradecérselo porque le está enseñando a hacerlo mejor).

 Finalmente, en lo que atañe a la intimidad, sus relaciones tienden a ser


superficiales y escasamente recíprocas, de forma que se implica en ellas
principalmente por obligación o para obtener algún beneficio a efectos prácticos,
aunque no llegan a ser manipuladoras (pocas relaciones, fundamentalmente para
llevar a cabo trabajos de clase o grupos de estudio, sin interés en obtener mayor
intimidad, ya que considera que «en este momento de su vida lo prioritario es
terminar la carrera y las relaciones son una distracción»).

Con estos resultados, obtiene un nivel de deterioro que se podría considerar


moderado, por lo que se podría diagnosticar un TP. Aunque en principio los datos
parecen encajar en un trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo (gran
preocupación por el orden y el control, perfeccionismo, excesiva importancia al
ámbito académico/laboral y la productividad, relegando actividades sociales y de
ocio, dificultad para delegar tareas, rigidez), sería conveniente evaluar de forma más
amplia los rasgos de personalidad, por si se dieran características también de otros
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TP. Para ello, el psicólogo le pide que cumplimente en los últimos minutos antes de
acabar la sesión el cuestionario del Examen Internacional de los Trastornos de la
Personalidad (IPDE) y, en función del análisis de los resultados que realice tras la
sesión, decidir si aplicar el protocolo completo de entrevista en la próxima sesión con
la paciente.

Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


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Tema 8. Resolución del caso clínico
A fondo
Dimensiones de la personalidad y alianza terapéutica en TLP

Pierò, A., Cairo, E. y Ferrero, A. (2013). Dimensiones de la personalidad y alianza


terapéutica en individuos con trastorno límite de la personalidad. Revista de Psiquiatría
y Salud Mental, 6(1), 17–25.

Las personas con trastornos de la personalidad y, en especial, con


diagnóstico de TLP, frecuentemente tienen dificultades para
construir una buena alianza con su terapeuta. En este estudio se
investiga si ciertos aspectos del temperamento y de la
psicopatología de los pacientes con TLP permiten predecir la
alianza terapéutica. De esta manera, una evaluación inicial de estos aspectos
permitiría al psicólogo ajustar los tratamientos y conseguir una mayor efectividad de
los mismos.

Accede al documento a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
http://www.elsevier.es/es-revista-revista-psiquiatria-salud-mental-286-pdf-
S1888989112000997
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Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


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Tema 8. A fondo
El modelo híbrido de clasificación de los trastornos de la personalidad en el DSM-5:
un análisis crítico

Esbec, E. y Echeburúa, E. (2015). El modelo híbrido de clasificación de los trastornos de


la personalidad en el DSM-5: un análisis crítico. Actas Españolas de Psiquiatría, 43(5),
177-86.

En este artículo se analizan en detalle los dos modelos de evaluación de los trastornos
de la personalidad en el DSM-5, ofreciendo una visión crítica, además de incluir la
propuesta para los TP del borrador de la CIE-10. Interesante para profundizar en el
tema.

Accede al artículo a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
https://actaspsiquiatria.es/repositorio/17/97/ESP/17-97-ESP-177-86-790955.pdf
© Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


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Tema 8. A fondo
Test
1. Respecto a la evaluación de los trastornos de la personalidad:
A. Contamos con instrumentos altamente fiables y válidos.
B. Uno de los problemas que presentan los instrumentos existentes es que son
muy largos y tediosos.
C. Uno de los problemas que presentan es la ausencia de baremos para
población hispanohablante.
D. Uno de los problemas que presentan es que evalúan los aspectos
comportamentales pero no los emocionales de los trastornos de personalidad.

2. El DSM-5:
A. No ha introducido ningún cambio en el apartado de los trastornos de la
personalidad.
B. Mantiene los trastornos de la personalidad en el Eje II, aunque ha cambiado
sustancialmente los criterios diagnósticos de algunos de los trastornos.
C. Traslada los trastornos de personalidad al Eje III, y considera la existencia de
una categoría de diagnóstico general de trastorno de la personalidad.
D. Contempla dos posibilidades para el diagnóstico de los trastornos de la
personalidad.

3. La carencia de empatía es propia del TP:


A. Evitativo.
B. Límite.
C. Narcisista.
D. Obsesivo-compulsivo.
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Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica


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Tema 8. Test
4. Los sentimientos de vacío son habituales en los pacientes con TP:
E. Antisocial.
F. Paranoide.
G. Evitativo.
H. Límite.

5. En el DSM-5, el TP esquizotípico:
A. No se incluye dentro de los TP, sino que se considera un trastorno del
espectro de la esquizofrenia.
B. Se incluye dentro de los TP, pero también se considera un trastorno del
espectro de la esquizofrenia.
C. Ha desaparecido del manual porque se consideraba indistinguible de la
esquizofrenia.
D. Ninguna es correcta.

6. La Escala del nivel de funcionamiento de la personalidad permite establecer una


serie de niveles en el funcionamiento de las personas. Se puede diagnosticar un
TP a partir de un nivel de disfunción:
A. Leve.
B. Moderado.
C. Severo.
D. Extremo.

7. Las conductas manipuladoras interpersonalmente son características del TP:


A. Antisocial.
B. Obsesivo-compulsivo.
C. Esquizoide.
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D. Evitativo.

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Tema 8. Test
8. Para diferenciar el TP evitativo del Trastorno de Ansiedad Social:
A. Debemos fijarnos en la intensidad de las conductas evitativas, mayores en el
TP evitativo.
B. Debemos fijarnos en la intensidad de las conductas evitativas, mayores en el
Trastorno de Ansiedad Social.
C. Debemos fijarnos en el inicio, anterior generalmente en el Trastorno de
Ansiedad Social.
D. Resulta bastante difícil hacer la diferenciación en contextos clínicos reales y
el propio DSM reconoce que pueden ser dos formas de conceptualizar la misma
realidad.

9. Las personas con TP histriónico suelen mostrar:


A. Gran preocupación por su aspecto físico.
B. Comportamientos dañinos para sí mismos, como las autolesiones.
C. Conductas impulsivas.
D. Emociones profundas.

10. Lucía tiene 22 años y estudia Filosofía. En clase no tiene ningún amigo y suele
sentarse sola. Los demás piensan que es «rara» y suelen cuchichear acerca de su
forma desaliñada de vestir. Fuera de la universidad también suele pasar la mayor
parte del tiempo sola, ya que no se la da bien relacionarse con la gente, siente que
no encaja. En alguna ocasión ha creído haberse comunicado telepáticamente con
alguien que camina por la calle. Lucía encaja en un TP:
A. Esquizoide.
B. Esquizotípico.
C. Evitativo.
D. Obsesivo-compulsivo.
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Tema 8. Test

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