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Esta lectura de El ala del tigre (1969) consiste en reconocer el trasfondo mítico que
del quinto sol, el Sol de Movimiento, en el que los pueblos nahuas ubicaban su presente.
Para que este tiempo diera su inicio, para que los astros comenzaran a moverse, fue
necesario el sacrificio de los dioses, al cual habrían de responder los hombres con su propio
sacrificio. De este modo, el destino del universo permanecería unido a la voluntad de los
hombres.1
entre movimiento y creación. Para sustentarla, tanto en la estructura métrica de los poemas,
como en el título mismo del libro que los reúne, se origina una dinámica de encuentro y
movimiento entre las imágenes que simbolizan las fuerzas ascendentes y aquellas que
simbolizan las fuerzas descendentes. La imagen del “ala del tigre” proviene precisamente
Dentro de una cosmovisión que establece un vínculo inquebrantable entre los ciclos
del sol y la sangre que se ofrece para fortalecerlo, una fracción de la realidad es entendida
como una parte indivisible del todo. Bonifaz Nuño integra esta equivalencia entre
1
Véase Miguel Leó n-Portilla, Toltecayotl. Aspectos de la cultura náhuatl, pp. 53-71.
microcosmos y macrocosmos a la forma y al simbolismo de sus poemas, a partir de las
correspondencias internas del volumen, ya que El ala del tigre –conformado por ochenta y
cinco poemas que comparten la misma distribución métrica, tres estrofas de seis versos
cada una– puede comprenderse como un libro unitario, al revelar la propuesta que compone
en su totalidad.
constante interacción entre las líneas que dividen el horizonte, como el cielo y la tierra, y
aquellas que configuran un orden vertical, como el hombre y el poema mismo. Aunque esta
concentrada en las imágenes individuales de sus versos: “sol bajo las olas” (poema 61),
“ciudad celeste sobre el valle” (poema 9), “alas en ruinas” (poema 41), “navega sobre el sol
un filo / de tigres oscuro” (poema 44), “Mañana celeste de las tierras” (poema 65), “verde
abrevadero de los ángeles / de la ciudad, cuando se mezclan / con las hojas tristes y los
En este sentido, la metáfora del árbol juega un papel fundamental dentro del
poemario. Al tratarse de un organismo que crece paralelamente hacia arriba y hacia abajo,
espacial que Bonifaz Nuño desea recrear en estos poemas. Las raíces, comúnmente
interpretadas como aquello que sujeta e inmoviliza, entrañan otro sentido al reformularse en
esta poética: “Como los árboles, partimos / en años de raíces” (poema 1), “…se enraíza el
aire / en torno tuyo, renovado” (poema 5), “Raíz fundamental y viento” (poema 42), “Frágil
cimiento de raíces” (poema 63), “Suena un árbol de hielo. Sube / el año su escala de raíces”
(poema 74), “y sus raíces/ en la sal profunda concebidas,/ te escalan de fuentes y de alas”
(poema 68), “Del árbol muerto, de su tronco / quemado, sus volátiles ramas, / una hoja
sólo, verde y fría, / permanece y dura y siembra un cielo / perfecto en torno suyo: un río /
entre las estrofas, ya que en todos los poemas existe un juego de correspondencias entre
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¿Y hemos de llorar porque algún día
sufriremos? Sobre los amantes
da vueltas el sol, y con sus brazos.
Amigos míos de un instante
que ya pasó, regocijémonos
entre risas y guirnaldas muertas.
Ambas estrofas comienzan con una pregunta retórica casi idéntica, lo que difiere en
ellas es el orden en que aparecen los verbos llorar y sufrir, además de que en la tercera
estrofa, al aumentar las palabras “entonces / sólo porque”, se reafirma la intención de
Nezahualcóyotl: “¿A dónde iremos / donde la muerte no existe? / Mas, ¿por esto viviré
llorando?”.
dinámica cósmica, sólo que en el poema se invierte el valor positivo de la luz y el negativo
alrededor, lo cual puede interpretarse como la idea de que durante el día los amantes son
víctimas del paso del tiempo, ya que la inmovilidad, como hemos visto, representa muerte o
envejecimiento. En la tercera estrofa los amantes se han liberado, son ellos los que giran
con la noche alrededor, son ellos el astro imantado. El amor se concibe como parte de la
El final de las estrofas complementa el diálogo entre éstas. Se habla en ellas del
instante, de la fugacidad de la vida, tema esencial de la lírica náhuatl que equivale al carpe
compara con una guirnalda, es decir, que el instante se entiende como una victoria de la
vida sobre la muerte, lo cual se confirma con los verbos regocijémonos y alegrémonos. El
término “amigos”, con que el sujeto lírico apela a sus oyentes, es también un rasgo
característico de la oralidad de los cantos nahuas; el reconocer a los otros en la voz del
poeta por medio del plural y del uso del vocativo, reafirma esta evocación constante.
Por otro lado, el uso de los tiempos subraya la circularidad mítica, ya que en la
primera estrofa el instante es concebido como un pasado inmóvil “ya pasó”, mientras que
en la tercera estrofa el instante se asume como un pasado que permanece presente, es decir,
del poema. Parece haber en ella un cambio de tono y de tema, pero al mismo tiempo, se
reafirman las ideas planteadas en la primera y la tercera estrofa. En ella se menciona a las
águilas y a los tigres, los guerreros que se enfrentan tanto con la dualidad del universo,
claridad y oscuridad, como con los opuestos que participan de la vida humana: el gozo y la
mundo no se sustentaba en la victoria de las fuerzas del bien sobre el mal, en las de la luz
sobre la oscuridad o en la del espíritu sobre la carne. La lucha entre los contrarios, el sol y
la noche, engendraba la tensión necesaria para renovar los ciclos de la vida, y este vínculo
Al final de la segunda estrofa, el uso del plural da paso a la primera persona. Lejos
complementariedad de los contrarios que participan del amor: “para hacerte vivir; por
en el poema. Es importante insistir en que todos los textos que forman parte de El ala del
tigre ahondan en esta relación entre ruptura y continuidad; el fin de un ciclo como principio
de otro.
En “La cosmogonía prehispá nica como abrevadero simbó lico poético en El ala
del tigre de Rubén Bonifaz Nuñ o”, Tesis de Maestría, México, D. F., UNAM, IIFL,
FFyL, 2012, pp. 48-80.