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Romero I
Romero I
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ROMERO I
Postula realidad como una Mente Social que se articula a representaciones colectivas y
que se diferencia de la Mente Individual.
La conciencia colectiva es la forma más elaborada de la vida psíquica, está situada fuera y
por encima de contingencias individuales y locales. Cristaliza en ideas comunicables, los
aspectos permanentes y esenciales de las cosas.
En la naturaleza de lo social debe buscarse una explicación de la vida individual. Se la
sociedad impone sus creencias y la obediencia a sus normas, estos controles deben pensarse
diferentes del pensamiento y acción individuales.
Las representaciones colectivas se hallan por fuera del individuo y llegan a su mente en
forma de normas, dotadas de poder. Estas normas, le posibilitan a las representaciones
colectivas, imponerse sobre el individuo sin tener en cuenta sus deseos.
Esta Escuela del Determinismo Social, estudia los efectos de coacción que ejercen las
fuerzas e instituciones sobre los individuos, promulgando la idea de que las instituciones son
producto de tendencias autónomas de grupo.
La polémica continuó con representantes de las corrientes:
INDIVIDUALISTA:
ALLPORT: Postula al individuo como una cosa concreta y al grupo como una abstracción
que no puede verse ni tocarse. Afirma que, en el mejor de los casos, los grupos pueden
resumir las acciones de numerosos individuos.
MENTALISTA:
MAC DOUGALL: Postula que los hombres son agentes de condiciones exteriores, que
encuentran sus propósitos, sus maneras de pensar y de sentir y, hasta en algunos casos, su
propio carácter por fuerzas sobre las que carecen control. Los fenómenos grupales no pueden
ocurrir en los individuos aislados.
La crítica recae en la precariedad de ambas posturas para explicar los fenómenos
grupales, ya que se descuida el hecho de que para comprender lo grupal, se debe tener en
cuenta tanto la realidad social como la del individuo simultáneamente. Considerando que los
fenómenos grupales son tanto el producto como la condición de las acciones de los individuos.
Para Mead el contexto grupal regula mentalmente la idea personal. Si bien esta última
posee autonomía en función de su compleja estructura, el grupo social proporciona al individuo
su unidad de persona. Pero cada persona, si bien refleja en su estructura la pauta de conducta
de dicho proceso social, lo hace desde su punto de vista particular y único. La polémica entre
Nominalismo Realismo queda superada por Mead, pero es Freud quien establece las bases
sobre las que se supera otra falsa opción: Individualismo-Mente.
4) La propuesta freudiana.
Freud postula imposibilidad de estudiar al individuo aislado. La Psicología Individual es a
su vez Psicología Social. Toma de Le Bon la descripción de las masas como irracionales,
donde se exalta lo afectivo y se opaca lo intelectual. Para Le Bon el inconsciente es
equiparable a un inconsciente colectivo, relativo a la naturaleza humana. Sin la fachada de
cultura, aparecerían los impulsos incontrolables.
Para Freud, el inconsciente es también producto de la Represión, por eso se resiste a
pensar que la emergencia de formas que no están permitidas por la cultura oficial constituya la
emergencia de un estado natural.
Se reivindica no sólo que las masas aparecen actuando en momentos de caos, sino que
las masas tienen carácter creador de nuevos contenidos de cultura. Hasta lo más
estrictamente individual tiene un influjo de lo colectivo.
Mucho de lo postulado como asocial resulta un producto social.
Introduce el concepto de Libido para explicar que es la fuerza que produce el enlace de los
individuos en formaciones colectivas.
Es así que se ocupa de la Iglesia y el Ejército. En ambos reina una misma ilusión, la de la
presencia visible o invisible de un jefe, que ama con igual intensidad a todos los miembros de
la comunidad. De esta ilusión depende todo. Todos convergen en el amor a Cristo, en el deseo
de que Él los ame. Secundariamente esto enlaza a los individuos entre si, integrados en una
comunidad afectiva, unidos por amor a Cristo.
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Todo esto, es en realidad, una comunidad que va desde la independencia infantil al amor
del padre Cristo. Los miembros de la “comunidad del amor”, no se aman por lo que son, sino
porque Cristo los ama.
La forma de familia permanece como modelo de la norma social global, y el individuo está
ligado doblemente por lazos libidinales (al jefe y a lo restantes miembros).
En el Ejército, Cristo no aparece personificado, aunque igualmente aquí opera un punto de
convergencia que unifica a todos los individuos. Freud destaca que esta relación es más
importante y central que la que establecen los miembros entre sí, porque esta última se deriva
de la primera. Cristo representa al poder, es el padre de la dependencia infantil, pero un padre
que crea una relación fraternal y todos (supuestamente) se aman entre sí (ilusión). Este amor
que aparece en una institución, a diferencia de las masas espontáneas, es congruente con el
sistema social, es un amor que tiene la característica de abstracto: los individuos no se aman
por lo que son, sino que todos participan de un amor que los unifica.
El fenómeno de pánico pone de manifiesto la características de los enlaces, ya que se
produce cuando matan al jefe y se rompen los lazos libidinales: el lazo con el líder. Lo que
aparece en el pánico colectivo es comparable con la angustia neurótico: es un miedo que no
tiene relación con el peligro real, sino que la falta del enlace es lo que produce el pánico. Aquí
se observa que los individuos forman parte de un lazo ilusorio. Cuando se rompen los lazos
libidinales, el individuo queda nuevamente inerme, con sus terrores individuales e infantiles.
5) ¿Qué sucede con los líderes de las masas artificiales?
La masa le proporciona un poder significante, o lo requiere de él, y el jefe se transforma en
un poder personal, es le lugar hacia el cual convergen las relaciones colectivas. Si el líder
personifica esta significación, la encubre simultáneamente: usa en su propio provecho la
fuerza colectiva creadora, desde lo subjetivo se encubre la identificación jefe-padre, del mismo
modo que desde lo histórico se encubren las relaciones de producción, para apropiárselas.
Un líder narcisista mantiene fomenta las demandas narcisistas y también los deseos
insatisfechos, fomentando la dependencia infantil en el adulto. Es así que el narcisismo es otro
elemento interviniente: la búsqueda de gratificación narcisista puede determinar este tipo de
enlaces.
Entonces, al romperse los lazos con el líder, los individuos aparecen nuevamente aislados,
egoístas. El individuo es básicamente narcisista, y si no se lo contiene, `por medio de la
represión o la cultura, siempre nos encontraremos con la emergencia de la agresión. La cultura
permite contener el narcisismo del individuo, para que éste sea menos egoísta en su relación
con el otro. Si falta esta contención, el sujeto pierde estabilidad y equilibrio.
Asimismo, los individuos necesitan estar juntos para defenderse de la naturaleza y para
enfrentar ciertos hechos que individualmente son difíciles. Esto está en la base de los
fenómenos sociales. Pero cuando los humanos se juntan también se molestan, hay
ambivalencia, hay amor-odio. Cuando el otro es real hay hostilidad que se reprime, esto
reprimido puede tomar distintos destinos: expresarla por la persona que se ama o dirigirla
hacia las personas o grupos más ajenos. En el caso de las masas, la hostilidad desaparece, la
masa se une, los integrantes se homogenizan y se comportan como si todos los individuos
formaran un único individuo, y así la hostilidad aparece desplazada hacia oros grupos. A su
vez, las relaciones de real afecto también actúan amortiguando la intolerancia narcisista.
Por otra parte, Freud aborda la identificación desde la masa, los fenómenos colectivos
pueden inferir o modificar la estructura del propio sujeto.
La identificación es un enlace afectivo primario, es la primera relación que establece el ser
humano cuando nace. Es así que las primeras identificaciones serán con los adultos que
satisfagan las necesidades del bebé. El Yo se hace a sí mismo, se modifica, se transforma
tomando al otro como modelo, se constituye en el sujeto a partir de la identificación.
La identificación aparece como forma primitiva de lazo afectivo al objeto, como sustituto
regresivo de una elección objetal abandonada; en ausencia de toda catexis sexual con el otro,
el sujeto, puede identificarse a éste en la medida en que tienen un elemento en común (ej.: el
deseo de ser amado, en donde por desplazamiento, la identificación se produce sobre otro
punto).
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