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Tres años habían pasado desde la batalla contra Loki, pero Lyfía continuaba yendo todos los días a

la estatua de Odín.
Pasaba varios minutos arrodillada a los pies de ella, orando por su pueblo e intercediendo por el
alma de todos los guerreros muertos en
batalla.
- Odín, Señor de Asgard, vengo a agradecer por todas las gracias que nos ha concedido a lo largo
del tiempo, y en especial,
por la victoria que nos ha conferido hace tres años, en la terrible batalla contra Loki. Estoy
agradecida por haberme concedido el honor de ser tuyo
receptáculo en aquel momento y por habernos enviado guerreros valerosos, que pudieron dar fin
a todo el sufrimiento provocado por
aquel ser perverso. Que ellos hayan encontrado la paz tan merecida después de una vida de tantos
sacrificios en nombre del bien
de aquellos que no pueden luchar por sí mismos. - aquellas eran las palabras que pronunciaba en
voz alta, pero en su interior, otra
también gritaba, de tristeza, de nostalgia y, sobre todo, de arrepentimiento, por no haber osado
declarar lo que sentía antes que
era demasiado tarde. Su pecho dolía y las lágrimas se deslizaban por su cara. Una cascada plateada
que se cristalizaba bajo la luz
impiedosa acción del vórtice polar.

Lejos de allí, mucho más allá del espacio y del tiempo, Aiolia oía su silenciosa y más secreta
oración. Una mancha en la felicidad
eterna que reinaba en Elias.
Aiolos observaba al hermano en un silencio respetuoso. Ya se había acostumbrado a verlo siempre
parado y meditativo cuando
aquella hora llegaba, una rutina que jamás abandonaba. El leonino no necesitaba decir una sola
palabra para que su tormento
era adivinado por el más viejo. Había visto la forma en que miraba a la bella doncella asgardiana.
Una mirada tan intensa que
prácticamente alardeaba lo que sentía por ella.
Lo que los dos apasionados no sabían es que un ser poderoso también era testigo de su dolor y
que un milagro
estaba a punto de suceder ...
Después de hacer su oración, Lyfía volvió al Palacio Valhala y sus obligaciones como sierva. Hace
tres años había tenido la
la oportunidad de convertirse en representante de Odín, pero, a pesar de la insistencia de Hilda y
de los guerreros dioses remanentes,
renunció al puesto en favor de la princesa de cabellos plateados y volvió a su rutina anterior, con
la que se acostumbraba y se
se sentía mucho más a gusto. Sin embargo, había recibido una promoción, haciéndose supervisora
de las demás sirvientes.
Después de dar una vuelta por el palacio confiriendo si todo estaba en perfecto orden, caminó
hasta la cocina, donde supervisó
la preparación de las comidas y el servicio del almuerzo. A pesar de haber aceptado de buena
voluntad su renuncia al puesto de representante del
Padre de todos, Hilda no abrió la mano de tenerla consigo y con la princesa Freya a la hora de las
comidas, como una igual; y en
momento tenían todavía la compañía de Frodi y Sigmund.

La rutina se repitió en la tarde y en la hora de la cena, después de lo cual Lyfía finalmente pudo
recogerse a sus aposentos,
en el área principal del palacio, donde también quedaban las habitaciones de las princesas - otra
exigencia de Hilda. Antes de dormir, ella
se bañó e hizo su higiene personal como de costumbre. Se vistió una larga e inmaculada camiseta
de satén blanca y se acostó
lecho lujoso, dormido casi instantáneamente debido al cansancio. Una rutina ardua y previsible,
pero muy
gratificante.
Algunas horas más tarde, cuando todos ya descansaban y la más perfecta paz reinaba en el
palacio, alguien se disuinó
por los silenciosos corredores y adentro los aposentos de la sierva, ligando la luz suave de la
lámpara. Los ojos cariñosos se posaron
rostro delicado y en los lujosos cabellos color de anil, las únicas partes que se mantenían fuera de
las mantas pesadas. no
se resistió a la tentación de deslizar la mano por las mechones sedosos y rodear los trazos de la
alva cara con la punta de los dedos, y eso
fue suficiente para despertar a la bella dormida.
Los ojos de Lyfía se abrieron perezosamente, pero ella dio un salto, como si la cama estuviera
electrificada, al percibir la luz
presencia del invasor. Abrió la boca para gritar, pero antes que cualquier sonido saliera, una mano
grande se encargó de taparla y,
aprovechando la oportunidad, tirar de ella hacia sus brazos.
- Shhh, no grite. ¡Soy yo! - los orbes azulados se fijaron en el rostro tan conocido y tan amado e
inmediatamente un llanto
sufrió el inicio. Aiolia la miró aterrorizado, sin entender su reacción - ¿Por qué llora, mi amor? Me
pareció que me alegraría de mí
tener a tu lado, aunque por una sola noche.
- ¿Quién eres tú? ¿Por qué juega conmigo de esta manera?
Sólo entonces el leonino percibió que ella no creía que realmente fuera allí.
- ¡Mírame! - la joven lo obedeció, aunque reaciamente - Yo soy real, me toca y verá.
Condujo la mano de la asgardiana hasta su pecho, haciéndole sentir su corazón, que golpeaba
descompasado por la emoción de
estar al lado de ella.
- Ai ... Aiolia! - Lyria tiró los brazos alrededor de él y enterró la cabeza en su pecho, llorando aún
más, pero ahora de
la felicidad al darse cuenta de que realmente estaba sucediendo - ¿Cómo es posible que esté aquí?
Yo ... Me sentía tanto a ti
falta ... Deseé tanto estar en tus brazos una última vez. Aiolia, yo quería tanto poder decirte lo que
siento por ti ...

- Lo sé ... lo sé. He escuchado todas tus oraciones, has sido testigo de tu dolor, de tu nostalgia ... Y
he sufrido
usted! - ella secó las lágrimas y lo miró con el semblante confuso. El leonino resolvió responder a
la pregunta reflejada
hermosos ojos color de cielo - De alguna manera, mientras estamos allí, en Elias, somos capaces
de escuchar cada pensamiento que las
las personas que amamos nos dirigimos de aquí.
- Todos ... ¿Mis pensamientos? - él asintió con una sonrisa - ¿Usted dijo a las personas que
amamos? - Aiolia se ha convertido
asentir.
- Siento este mismo amor tan fuerte que usted siente por mí, y el mismo arrepentimiento por
haber partido sin declararlo
usted.
Un brillo intenso inundó los ojos de color de zafiro y una amplia sonrisa iluminó aquella cara
encantadora.
- No sé si puedo soportar tanta felicidad, como la que estoy sintiendo ahora.
- No digas tonterías, claro que puedes. Y soporta aún más ... - una leve malicia se insinuó en los
orbes esmeraldas,
haciendo que la asgardiana enrojezca - Quiero hacer esta noche inolvidable para ti, para que no
despierte y que todo no
¡pasó de un sueño!
- ¿Cómo?
Aiolia la estrechó aún más en los brazos, trayendo el cuerpo hacia su cuello y deslizándose la mano
por las mejillas
manchada.
- Quiero besar tus labios y hacer el amor contigo. - el rostro femenino se quemó aún más, y este
calor se extendió por todo el mundo
su cuerpo - ¿Me permite hacer eso? - preguntó con la voz ronca, rozando los labios en la oreja de
ella y haciendo toda aquella piel de
la porcelana se estremeció.
- Uhun.
- ¿Está seguro?
- Sí.

Aiolia no esperó más para tomar la boca de ella en un beso intenso y cargado de amor. Lyria
agarró su cara con las manos
dos manos y lo retribuyó con toda su pasión, todo su ardor, queriendo guardar cada segundo de
aquella noche en su alma y,
en su corazón. El leonino se deslizó las manos por la cintura y la espalda hasta alcanzar las nalgas,
sujetándolas y encajando
cuerpo femenino sobre el suyo. La asgardiana enlazó su cadera con las piernas, sintiendo la
masculinidad rígida pulsando debajo de
si, lo que hizo su región íntima pulsar también.
Después de dejar sus labios, Aiolia bajó una senda de besos por la mandíbula hasta enterrar su
cara en la curva del cuello,
aspirando profundamente el perfume que brotaba de la piel de la amada.
- Tu olor ... ¡Delicioso!
Lyria volvió a enrojecer con el elogio y cerró los ojos, aprovechando el escalofrío delicioso
provocado por el toque caliente y
húmedo en su cutis, que descendía hacia el hombro. Aiolia sacó el asa de la camiseta hacia abajo y
volvió a depositar besos en la cama.
piel delicada al mismo tiempo que, de alguna forma, consiguió pasar la mano hacia abajo de la
pieza de satén y empezó a
acariciar los muslos suaves directamente. Lyfía enmarañó los dedos en sus cabellos y suspiró
profundamente al recibir uno
apretón firme en el trasero. Y sentía cada vez más calor ...
- Aiolia ...
- Sí, mi linda?
- ¡Está tan caliente aquí!
- Y va a quedarse aún más ... - los ojos de ella encontraron los del leonino y los vieron centellear
con un misterio que aclaró la
seguir - Voy a hacer cada célula de tu cuerpo arder de deseo. - una promesa sellada con un beso y
un nuevo apriete en el trasero
que la hizo estremecerse.

Lyfía no pudo dejar de saborear nuevamente los labios y la lengua que la provocaban con increíble
habilidad y un delicioso
vagar, apenas percibiendo que Aiolia hacía la camiseta deslizarse suavemente, subiendo por su
cuerpo. Y se quedó sin reacción cuando, con
un simple tirón, la pasó por su cabeza en el milésimo de segundo en que sus bocas se separaron y,
en un impulso delicado,
hizo que volviera a acostarse en la cama, totalmente a merced de ojos curiosos. Sólo se quedó
mirando con los orbes muy
abiertos y la cara cada vez más roja.
Aiolia apartó las cubiertas de la cama antes de que su bella amante estuviera tentada a cubrirse
con ellas.
- Esta es una imagen que voy a guardar por toda la eternidad ... - Aiolia dijo con encantamiento y
quedó esperando por la
la respuesta, ciertamente desconcertada que vendría de la boca de ella, pero cuando ésta no vino,
volvió a sonreír con lascivia - Pero no es
justo que te deje en la desventaja, entonces también me libraré de las vestimentas.
El leonino tuvo la impresión de que el rostro de Lyfía quedaba aún más rubio, pero se mostró
satisfecho de ver que, tal vez de forma
involuntaria, los ojos de ella no dejaban de acompañar el movimiento de sus manos mientras
tiraba de la camiseta hacia arriba y
que humedeció los labios con la punta de la lengua cuando abrió la braguilla de los pantalones y la
tiró hacia abajo hasta retirarla por completo.
No pudo, por supuesto, quedar indiferente a la tan tentadora visión, y sintió que su masculinidad
se hinchaba bajo la cueca boxer, hacia donde las
las esferas de los zafiros se dirigieron antes de que ella se volteó la cara, avergonzada. Se
aprovechó la oportunidad y luego cubrió el cuerpo femenino
con el suyo, lamiendo el cuello desprotegido y clavando sus dientes delicadamente allí hasta
arrancar un arfar de su adorada.
- Aiolia ... - murmuró su nombre entre suspiros por segunda vez, sin, sin embargo, decir cualquier
otra cosa después de eso.
¿Acaso tenía noción del efecto devastador que eso provocaba en el santo de león?
Aiolia levantó el rostro ligeramente para ver la expresión tímida y excitada que la asgardiana hacía
y, sin decir una palabra,
volvió a dar atención al cuerpo de ella, con besos por todo el cuello y caricias en los senos
turgados, que fueron masajeados ora con
delicadeza ora con mayor fuerza e intensidad, los pezones endureciéndose bajo el apretón de sus
dedos, hasta quedar listos para
ser tomados por labios hambrientos que los chuparon hasta hacerla contorsionar. Labios que
luego descendieron por el vientre liso, que
también recibió leves mordeduras que dejaron suaves marcas rojizas en la piel alva.

Los ojos del leonino se posaron en los pantalones de algodón y la respiración acelerada calentó
una región que, por sí sola, ya
estaba en brasas. Cuando se dio cuenta de donde Aiolia estaba, Lyfía tuvo el impulso de cerrar las
piernas, pero sus manos fueron
más rápidas al agarrar sus muslos y colocarlos alrededor de la cabeza, en una prisión auto
impuesta. Y luego volvió a besarla, aún
por encima del tejido, que estaba cada vez más mojado, pegándose al cuerpo de su dueña.
- No tema los besos y las caricias del hombre que ama, él sólo quiere darte placer ... - susurró,
mientras dejaba
los dedos se deslizan por toda aquella región caliente y pulsante, ahora de forma directa, por
debajo de las bragas.
Lyfía arqueaba las espaldas y gemía languidamente, sin poder resistir al inmenso deleite que sentía
con los maravillosos
estímulos que recibía. Y antes de que percibiera, tal cual había sucedido con la camiseta, la ropa
interior también dejó su cuerpo.
No tuvo tiempo de protestar por la velocidad de los actos del caballero, pues luego se sumergió
entre sus piernas,
besando sus labios íntimos con la misma avidez que había demostrado con la boca, lamiéndolos
suavemente y dando pequeñas
mordiscos que se mostraban increíblemente placenteros; y hacía la lengua subir y bajar entre
ellos, proyectándose cada vez
más profundamente en su interior. Sólo consiguió agarrarse a las sábanas y gemir aún más alto,
desesperada por más y más
más de algo que ni siquiera sabía definir.
Cuando la lengua de Aiolia finalmente subió y la tocó en su región más sensible, y dos dedos se
proyectar hacia adentro
de sí, ella dio un grito tan alto que juró que despertaría el palacio entero. Lo que no sabía es que el
leonino había adorado tal reacción,
absolutamente entusiasmada de su parte, y, para provocar nuevos sonidos, prendió el pedacito de
carne rosada con los labios y
empezó a golpearlo incesantemente con su lengua, circulándolo, lamiéndolo hacia arriba y hacia
abajo y de un lado a otro.
otra. Lyria se discutió frenéticamente, completamente enloquecida, pero él no dio tregua y, para
dejarla sin aliento de vez,
le sugirió hasta hacerla ver las estrellas.
El pecho de la asgardiana subía y bajaba sin parar, en busca de aire, cuando él volvió a subir por su
cuerpo y tocó sus ojos
labios con un sello suave.
- ¡Eso, mi amor, es el paraíso! - Lyria estaba demasiado entumecida para decir cualquier cosa - Y va
a ser aún mejor ...
Los ojos azules se arregalaron, a tiempo de verlo levantar la cadera lo suficiente para deshacerse
de la ropa interior y luego encajar
sobre ella. Aiolia sabía que, siendo la primera vez de su amada, el dolor sería inevitable, pero
estaba decidido a hacerla tan breve
en cuanto posible, por eso, en vez de penetrarla poco a poco, dando tiempo para que se
acostumbrase a su tamaño, se arremetió
de una sola vez, robando su castidad con un golpe único y certero, pero que acabó con su agonía
tan rápido como
querido. Enjugó con sus propios labios las lágrimas que escurrían por la hermosa cara,
depositando besos tiernos sobre la
la mejilla y frotando su nariz en la suya.
Lyria apretó los hombros del leonino con fuerza, sintiendo relajarse poco a poco y, entonces, sus
músculos internos abrazar
el miembro que la invadía despiadadamente. Algunas idas y venidas fueron necesarias antes de
que el dolor empezara a desvanecerse
para dar lugar al deleite, pero conforme las estocadas quedaban más rápidas y más vigorosas, el
éxtasis volvía a cuidar de ella
y la permitía disfrutar del más íntimo contacto que podría tener con el hombre que amaba.
Espasmos de placer comenzaron a tomar
cuenta de su cuerpo y, percibió maravilla, del de Aiolia también. La sensación de satisfacerlo era
indescriptible, dándole una
alegría tan plena que no tardó en entregarse al orgasmo, siendo seguida por él unos minutos
después.
Una gran moleza se apoderó del cuerpo de ella tan pronto como el leonino se retiró de su cuerpo,
pero se apretó a él con toda
la fuerza, rehusándose a soltarlo por un segundo ni siquiera. Y tenía los ojos nuevamente
mareados.
- Aiolia, te amo tanto. Por favor no me dejes...
El caballero necesitaba valerse de todas sus fuerzas para no caer en lágrimas ante la asgardiana. yo
sabía
que el dolor de la separación sería aún mayor si se permitiría entregarse a ella.
- Yo también te amo. Nunca se olvida de eso, de que es correspondida con todo el ardor de mi
corazón y que, no
importa cuán lejos seamos el uno del otro, siempre velar por ti. Cada pensamiento hermoso que
dirigir a mí será
recibido y me hará sonreír, y cada segundo de mi día será gastado pensando en ti. Hasta el día en
que finalmente volveremos a
nos encontramos y nos quedamos juntos por toda la eternidad ...

Abrazó a la asgardiana y permitió que se retractara en su pecho, haciendo cariño en su cara y


cabellos hasta el momento
en que ella, por fin, se rindió al cansancio. Sonrió tristemente y depositó un último beso en los
labios entreabiertos antes de
desaparecer en una lluvia de estrellas ...
***
Ocho años después ...
Lyfía se reunía con Saori en la sala de visitas del decimotercer templo, donde tomaba té y cogía
una conversación animada
con la diosa.
- ¿Está seguro de que el santuario es la mejor opción?
- Ya he pensado mucho a este respecto y creo que no puede haber elección mejor, aunque, de
hecho, quedarse en Asgard,
entre los guerreros dioses, sea un gran honor para cualquiera.
- Si está seguro, entonces será un gran placer para mí atender a su petición y ...
Saori tuvo el discurso interrumpido cuando la puerta se abrió y un hombre de rasgos severos y
cabellos de un tono oscuro de azul
introducido.
- ¿Acaso me llamó?
- Sí, Ikki. ¡Gracias por venir! - él meneó la cabeza y desvió la mirada hacia la otra mujer presente,
preguntándose qué
ella hacía allí. Había creído que sería una reunión privada - Creo que aún no conoce a Lyfía, una
gran amiga y
consejera de Hilda, en Asgard.
- ¡Es un placer conocerlo, caballero de león! - la asgardiana dijo con una sonrisa, no pudiendo
evitar la comparación del
santo actual con su amado. Tenía la misma rigidez de él, constató. Se preguntaba si tenía la misma
bondad también, aún
que oculta por la misma máscara de arrogancia y orgullo que su antecesor también poseía.

¡El honor es mío, señora! - Ikki retribuyó, haciendo una reverencia educada sin alterar su fe, antes
de mirar a la diosa
de forma interrogativa.
- Si no me equivoco, todavía está en busca de un pupilo, cierto Ikki? ¿O has encontrado a alguien
de tu agrado?
- Todavía no he encontrado a nadie que valga mi esfuerzo, pero estoy seguro de que no tardaré en
encontrar a alguien apto para ocupar
este puesto.
- Quizás no necesite más buscar ... - los ojos del antiguo caballero de fénix se volvieron al otro lado
de la sala, donde una
la puerta se abrió y un niño de pelo castaño claro y penetrantes orbes azules entró, caminando
hasta ellos con una altivez
que es una de las cosas que más me gustan.
Y entoncesoooo, ¿qué creyeron? Espero que hayan disfrutado ♥♥♥
Esta es mi única ficción hasta aquí que tiene en cuenta la historia de Soul of Gold, por lo general
me corto de la cronología para combinar
con las cosas que escribo. Pero fue muy bueno finalmente escribir esta historia, me sentí muy feliz
con el resultado.
La idea de hacer que los caballeros en los Elisios oyen los pensamientos que las personas aún vivas
tienen con ellos fue sacada de las series
de Hércules y de Xena, donde eso sucede. Me pareció muy poético y combinaría con la historia.
Sobre el final, ése es el hijo de Lyfía con Aiolia (no una reencarnación de él, Lyfía apenas puso el
nombre del padre como una
que ella prefirió que siguiera los caminos del padre, como caballero de oro, que que pleiteara una
plaza entre
los guerreros dioses.
Era eso, obligada por leer hasta aquí. ¡Hasta la próxima ficción!
Bejitos: ***********
PS: Yo no dije de propósito quién fue la divinidad que dio estas horas de vida para que Aiolia
pudiera declarar y
consumando su amor con Lyfía. Pueden considerar que fue quien más les gusta, sea Atena, Eros o
Odín.
Link de la canción que abrió el capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=p2Rch6WvPJE
(https://www.spiritfanfiction.com/link?l=https:
//www.youtube.com/watch?v=p2Rch6WvPJE)

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