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LA
 P I ST MOLOGi

o os  tau
 

L PIST MOLOGí
 

EN LENGUA CASTELLANA

N o 91

L
PIST MOLOGÍ
POR

Rü RT BLANCHÉ
Profesor honorario en la Univer ü ad d Toulouse

eíkes tau a ediciones


AP AR TA DO 5347 • BA RC ELON A

VILASSAR DE M A R · BARCELONA ESPAÑA


 

Traducci 6n de A. G iralt Pont

Primera edici6n en lengua castellana 1973

Título original de la obra:


 L ÉPISTÉMOLOGI E
par Robert Blanché
Copyright © Presses Universitaires de France 1973

ISBN 84-281-0228-7
Depósito Legal: B·l.688-1973

© oikos-tau, s, a   ediciones
Derechos reservados para todos los países de habla castellana

Printed   Spain - Impreso en España


Industrias Gráficas García
Montserrat, 12·14 - Vilassar de Mar Barcelona-España
 

PRIMERA PARTE

VISIÓN DE CONJUN O

CAPÍTULO PRIMERO

LOS ORíGENES

La palabra epistemología que literalmente signi-


fica teorta de la ciencia es de reciente creación
Si la palabra es nueva lo que designa también
lo será Sin duda cualquier filosofía incluye deter-
minado concepto del conocimiento; por ejemplo
el Teaitetos de Platón ya expone en sentido amplio
una teoría de la ciencia tal como lo indica su sub-
título 7T€P € TU:JT ]p:r¡S; A partir del siglo x vm la
palabra ciencia tomó un sentido más estricto y más
preciso el que entendemos cuando actualmente
hablamos de la Academia de Ciencias de la cultura
científica de las aplicaciones de la ciencia etc Los
antiguos filósofos podían intentar determinar en qué
condiciones un conocimiento de la naturaleza debía
satisfacer para poseer las características de certeza
íntima y de validez universal las únicas que per-
mitían que se la considerara propiamente como
una ciencia Pero el único medio para saber ver-
daderamente lo que sería esta ciencia era ante
 

6 L EPISTEMOLOGÍ

todo hacerla. A n en el siglo X V I I y tras el decisivo


impulso dado p or Galileo, la nueva ciencia perma
nece insuficientemente desligada de la filosofía. Con
Newton y Descartes la ciencia aparece bajo el
nombre de Principios de la Filosofía. E n Ingla
terra, hasta fines del siglo X IX la natural
philosophy seguirá designando a la física. Inversa
mente, la palabra alemana ciencia (Wissenschaft)
ha conservado siempre algo del sentido más amplio
con el que antaño se confundía con la de filosofía .
Por consiguiente, aunque ofrezcan más de una
observación interesante para el epistemólogo, no
pueden considerarse obras de epistemología el No-
vum Organum ni la Gran instauración de las cien-
cias de Bacon, el Discurso del método de Descartes,
la Reforma del entendimiento de Spinoza ni la
Búsqueda de la verdad de Malebranche. Ya se
acerca más al sentido actual el libro IV del Ensayo
sobre   inteligencia humana de Locke y en especial
la respuesta que le da Leibniz en sus Nuevos
Ensayos. E n el siglo X V I I I la obra que mejor pre
dice lo que será la epistemología es, sin duda
alguna, el Discurso preliminar a la Enciclopedia de
D Alembert. A comienzos del siguiente siglo se con-
sideran precursores el segundo volumen de La filo-
sofía del espíritu humano  1814) de Dugald Stewart,
el Curso de filosofía positiva  a partir de 1826) de
Augusto Comte y el Discurso preliminar al estudio
de la filosofía natural  1830) de J o h n Herschel.
Pero hasta el s eg un do t er ci o del siglo X IX no apa-

1 Por ejemplo, la «ciencia» a la que apela la MetaJUlica futura que p od rá pre ..


• entarse como eieneia   Kant) o la F il os of ía como c ie nc ia rig uro sa  Husserl), es
evidentemente una ciencia distinta a la de 10 8 sabios. Por ello, cuando quieren
precisar   sentido más restringido en qu e fra nc es es e in gl es es toman general-
mente en la actualidad la palabra «ciencia», los autores alemanes se ven obligados
a veces a buscar otro término. Así, G. Frey (Philosophie und Wisseruehaf , pá-
gina 33, Stuttgart, 1970) distingue entre   i••enochafdiche y •• ien i. iache A   agen.
 

LOS ORiG N S  

recen y lo hacen de manera casi simultánea las


dos obras fundamentales con las que aunque la
palabra no existiera podría comenzarse a hablar
de lo que hoy llamamos epistemología: una de
ellas se refiere a la s ciencias formales, lógica y mate-
máticas la Wissenschaftslehre   1837) de Berhard
Bolzano y la otra relativa a las ciencias de la
naturaleza la Filosofía de las ciencias inductivas
  1840) de William Whewel12.
L a p al ab ra Wissenschaftslehre, que Bolzano men-
ciona al comienzo de su obra merece ser examinada.
Literalmente corresponde en alemán a lo que quiere
decir en u n castellano inspirado en el griego epis
temología: teoría de la ciencia. Y sin embargo
am bos vocablos el alemán y el castellano   o el
inglés epistemology) no son exactamente seudó-
nimos habiendo conservado el primero de sus orí
genes más antiguos u n sentido m ás amplio que el
que ha tomado el segundo que se forjó para de-
signar una disciplina más estricta. No siempre es
m uy distinto del de la palabra Erkenntnistheorie,
que significa teoría del conocimiento general y
tiene pues u n carácter mucho más filosófico.
Incluso se ha extendido más y a que hacia 1800
Fichte eligió esta palabra Wissenschaftslehre para
designar la exposición   mejor las sucesivas
exposiciones de toda su filosofía.
A pesar de que en la segunda mitad de su obra
abarque u n campo más amplio Bolzano considera
la palabra Wissenschaftslehre en u n sentido más
concreto, aquel en que Wissenschaft designa pro-o
piamente el conocimiento científico, excluyendo
cualquier otra forma de conocimiento. Con gran

Sobre la epistemología de estos autores Berg, J., Bolla ,, , L gie Abnqvist


2
  WikseIl, Estocolmo, 1962; y Blanché, R . L raIÍDna/¡ me de Whewell, Alean,
París 1935.
 

8   EPISTEMOLOG

minuciosidad y rigor su estudio se centra en no-


ciones fundamentales de la l ó ~ c como las de
analítica y derivación Así anuncia el estilo y anti-
cipa algunos de los problemas que se encontrarán
en nuestra época en los trabajos de metalógica
Recordemos que actualm ente tras haberse for-
mado para casos especiales p ala br as m eta ma-
temática y metalógica s llama metaciencia al
estudio que v a después de una ciencia y que t r a t a
de e a tomándola a su vez como objeto y pregun-
tándose a u n nivel superior sobre sus principios
fundamentos estructuras condiciones de validez
etcétera La epistemología que es una reflexión
sobre la ciencia con este título entra a formar
parte de la metaciencia y sólo se distingue de esta
por algunos matices: generalmente la metaciencia
se preocupa por tener el estilo y el rigor de la ciencia
y sólo la practican los sabios especializados; mien-
tras que la epistemología en relación con la ciencia
es u n poco más amplia y todavía conserva a pesar
de sus esfuerzos para atenuarlo un carácter filo-
sófico más o menos marcado
Aunque engloben una teoría de las matemáticas
que no tiene nada de original y en su momento
ya se encontraba algo retrasada las investigaciones
de Whewell se centran esencialmente en las cien-
cias inductivas Su propósito e ra r en ov ar el Novum
Organum teniendo en cuenta lo sucedido durante
su intervalo Bacon creía haber trazado el programa
que las ciencias inductivas debían seguir: pero
sea cual fuere su geni no podía prever cómo iban
estas a formarse Después de más de dos siglos de
presenciar el desarrollo y la expansión de estas
ciencias era hora de sustituir el concepto a priori
de la naturaleza de las ciencias inductivas por u n
concepto basado en el análisis de los procedimientos
 

LOS ORÍ N S  

que estas ciencias inductivas emplearon Whewell


inaugura así el método histórico-crítico que para
la epistemología, será una de las vías de aproxi-
mación m ás fructuosas Trata directamente el estu-
dio h istóri co y el crítico, y sólo ante la amplitud
del sujeto se decide a separarlos publicando pri-
mero la Historia q ue s er vir á de base a lo que poco
después será la Filosofía de las ciencias inductivas
y manteniendo siempre u n estrecho contacto entre
ambas como indica el título completo de la se·
gunda obra Philosophy of the inductive sc ences
founded upon their history. De la escala de las
ciencias intenta deducir para cada una de ellas,
las «ideas fundamentales» sobre las que se basa
y los procedimientos mediante los que se construye
Dos de las obras epistemológicas más significa
tivas que pronto van a aparecer seguirán el ca-
mino abierto por Whewell3 • E n primer lugar la de
Antoine Augustin Cournot a quien no es exagerado
considerar el mayor epistemólogo del siglo X I X
Tras su Essai s r les fondements de la connaissance
humaine et sur les caracteres de la critique philo:
sophique  1851 , su Traité de l enchaínement des
idées fondamentales dans les sciences et dans l histoire
 1861 , por su planificación e incluso por la expre-
si n de «idea fundamental» que aparece en el título
evidencia la influencia de Whewell aunque en él
la alusión a la h is to ri a se a menos sistemática Uno
de sus méritos es haber colocado en primer
y entre estas ideas fundamentales la de azar
durante mucho tiempo considerada opuesta a la

3 Junto a estas dos obras maestras h y que mencionar al menos los trabajos
de Helmholtz cuy re:8exi6n epistemol6gica se extiende por una amplia escala
y t mbién en el campo más restringido de la fisiología Introdue wn   I éhule
tk  a médeeine expérimerdale de Claude Bernard. Sobre Cournot De la Harpe J.
De l orMe el da h s r ~   réali.me eritique tI'A. A. Coumot Vrin París 1936;
sobre Mach Bouvier R. La p nsé tI'Ernest Mcu h VQin d Or Ginebra 1923.
 

10 LA   P I S T ~ O L O G Í

idea de ley y ajena a la ciencia; de ella da una


definición que será célebre: la intersección de dos
series causales independientes De esta manera pa-
rece haber presentido la gran importancia que iban
a adquirir e la ciencia contemporánea los datos
estadísticos y las probabilidades Indudablemente
es menos directa la influencia de en Mach,
que pertenece a la generación siguiente. No obs
tante su obra Die Mechanik und i rer Entwicklung
 1883 , duradera y ejemplar es también de inspira-
ción histórico-crítica, ta l como lo indica explicita
mente el título de su traducción francesa: La
mécanique étude historique et critique de son dévelop-
pement En esta obra se encuentra una crítica
exacta de los absolutos de Newton critica que ha
preparado y en parte inspirado la mecánica rela
tivista de Einstein No hay que olvidar tampoco
que por influencia de Mach, v a a surgir con el
Círculo de Viena una de las principales corrientes
de la epistemología de este último medio siglo.
Hacia 1900, momento en que se ponen seria
mente en duda algunos de los principios de lo que
pronto v a a llamarse ciencia «clásica», se desarrolla
el gran movimiento llamado de «crítica de las cien
cias». Esta crítica dirigida contra   dogmatismo
cientificista y llevada a cabo por autores de forma
ción científica, se centra esencialmente en la natu-
raleza de las leyes y teorías de la física. Recordemos
ta n sólo los nombres de H Poincaré P Duhem
G. Milhaud y E. Le Roy en Francia los de Mach
y Ostwald en Alemania y los de C. S. Peirce y
K Pearson en los países anglófonos. E n la misma
época la «crisis de los fundamentos» abierta por
las antinomias de os conjuntos obligaba también
a los matemáticos a preguntarse por los principios
de su ciencia; en este trabajo de elucidación iban
 

  S ORi N S 11

a destacar G Frege en Alemania y B Russell en


Gran Bretaña Debido a esta unión entre lo cien-
tífico   lo filosófico unión vivamente exigida por
el mismo estado de la ciencia   que la especializa-
ción científica debida al desarrollo de aquella había
distanciado cada vez más la epistemología estaba
constituida como disciplina original de hecho
fue este estado el que iba a consagrar su nacimiento
 

CAPÍTULO  

EL ÁMBITO

Es difícil trazar las fronteras que separan la


epistemología de sus disciplinas más próxima Al
igual que para cualquier prohlema de definición
nos encontramos con una dificultad de vocahulario
y por lo tanto de lihre decisión que determina no
lo verdadero y lo falso sino lo conveniente Para
emitir un juicio hay que tener cuenta uso
más extendido y el más razonahle Cuando ambos
criterios concuerden se intentará establecer la defi-
nición la delimitación del dominio más recomen-
dahle. Pero la dificultad está tam bién en que sea
cual fuere el sentido precisado de la palabra las
fronteras que así se hahrán trazado continuarán
siendo imprecisas puesto que los prohlemas de la
epistemología se centran a veces en ámhitos que
hahrán quedado fuera de dichas fronteras Hay que
tener en cuenta por consiguiente estas reservas
al leer lo que viene a continuación

1. Epistemología   teoría del conocimiento

  principio la relación de la epistemología con


la teoría del conocimiento es la existente entre
la especie y el género limitándose la epistemología
a una sola forma de conocimiento: el conocimiento
 

14 L EPISTEMOWG

científico. No obstante la diferencia desaparece


cuando el género se ve reducido a una sola especie
como en los autores que conceden   nombre de
conocimiento  tan sólo al conocimiento científico
considerando   resto como un juego verbal sin
alcance cognoscitivo. Esta era la actitud de los
neopositivistas vieneses y la del posterior empiris-
mo lógico. Así Carnap sólo reconoce como válida
teoría del conocimiento cuando esta se reduce
a la epistemología y más concretamente al análisis
lógico de la ciencia. E n Francia Rougier que
está de acuerdo en este punto con el empirismo
lógico es autor de una obra titulada Traité de la
connaissance que como él mismo dice hubiera
debido llamarse para ser más exacta Structure de
la connaissance scientifique tal como afirma en la
conclusión sobre «La nouvelle théorie de la con
naissance» cree que hay un único conocimiento:
el científico.
De ello puede deducirse que esta tesis es ya una
tesis filosófica y no científica. Sin duda alguna es
la misma ciencia la que debe trazar sus propias
fronteras aceptar o rechazar este o aquel tipo de
especulaciones. H y «falsas ciencias» que hace ya
tiempo resolvieron este problema; Descartes se
jactaba de que «no le engañaban las promesas de
un alquimista las predicciones de u n astrónomo
n i los embustes de un mago» . Pero no obstante
ya el mismo Descartes hacía depender la ciencia
de la metafísica del mismo modo que el árbol se
alimenta por la raíz. Actualmente es la ciencia
quien debe decidir si otorgar o no u n carácter cien
tífico a las investigaciones sobre la telepatía o
incluso simplemente a la fisiognomonía o la grafo-

  iM UTOO del mélodo. Primera Parte.


 

 L Á M ITO 15

logía y también a las disciplinas agrupa das bajo


el nombre de «ciencias normativas». P or   con-
trario no es u n problema científico saber si h a y o
no posibilidades de conocimiento más allá de la
ciencia E s t a cuestión deriva de u na teoría general
del conocimiento uno de cuyos objetos es situar
el conocimiento científico entre otras formas de
conocimiento. ¿Existen o no procedimientos de
conocimiento que sigan otros caminos que los de
la ciencia? Algunos han aludido a facultades no
intelectuales o parcialmente intelectuales como el
corazón que «tiene sus razones que la razón no
conoce» o bien la intuición entendida como un
« in st in to il um in ad o por la inteligencia»: ello jus-
tificaría la autenticidad de un conocimiento místico
o metafísico. Otros p ro po ne n e nc am in ar nuestras
facultades hacia otra dirección hacia «la intuición
de las esencias» fundando así una ciencia fenome-
nológica más allá de la ciencia factual. A pesar de
que se r ec ha ce n e st as pretensiones nos hemos en-
caminado por ello mismo hacia un a determinada
filosofía del conocimiento.
Admitiendo la separación teórica entre la epis-
temología y la teoría del conocimiento h ay que
reconocer que efectivamente la distinción no
puede observarse siempre. E n primer lugar debido
puramente a razones de vocabulario; a falta de un
sustantivo simple y dé a un
adjetivo y un adverbio la expresión «teoría del
conocimiento» puede ree mplazarse fácilmente po r
u n a p a l a b r a mucho más cómoda: «epistemología».
Se h a in ten tad o solucionar el inconveniente idean-
do la palabra «gnoseología» pero este neologismo

2 Esta dificultad no existe en alemán debido a   aptitud de esta lengua a


formar palabras compuest s como Erkenmnü heo1 ie con el   djetivo corres ,
pondiente.
 

16 LA EPISTEMOWGÍA

no ha arraigado en absoluto; en italiano se usa


a veces pero e n francés e inglés es m uy raro
siendo una palabra pedante y casi inexistente en
alemán si no es bajo el término clásico Erkennmis-
theorie o Erkenntnislehre Así pues se opone fácil-
mente el punto de vista epistemológico al ontoló-
gico, el dualismo epistemológico del sujeto cono-
cedor y del objeto conocido al dualismo ontológico
de alma y cuerpo etc. E n la confusión entre ambos
términos h a y razones mucho m ás profundas que
u n simple motivo de vocabulario. Se comprende
perfectamente por qué Piaget p or ejemplo toma
c om o s in ón im os « ep is te mo lo gí a» y «teoría del co-
nocimiento». Tanto en la evolución de las socieda-
des como en el de sar ro llo del individuo la ciencia
y el espíritu científico van formándose progresiva-
mente sin llegar nunca a un límite. E n estas con-
diciones cu alq uie r t ip o de e pi st em ol og ía g en ét ic a
tanto si se t r a t a de la historia de las ciencias como
de la psicología infantil se amplía necesariamente
en una teoría del conocimiento y a que esta intenta
recorrer todos los estadios de lo q ue a ctu alm en te
se llama conocimiento científico; en otras palabras
considerar el conocimiento bajo determinadas for-
mas que p od em os c on si de ra r precientíficas y a las
que no podemos negar u n valor cognoscitivo puesto
que preparan los progr sos ulteriores

a Añadamos q u e. e f ec ti va m en te . la identificación p u r a y simple de la episte-


mología con la teoría del conocimiento a u nq u e a c tu a lm e n te no coincidan en la
práctica t od av ía e st á latente e n muchos autores qu e la admiten si n discusión
alguna como si se tratara de algo suyo. Así el largo a rt íc ul o q u e la Eneyclopedio
  1philo phy  1967 dedica a la epistemología la define de la manera siguiente:
«La epistemología o teoria del conocimiento es la rama de la filosot A que se
ocupa de la naturaleza y capacidad del conocimiento de sus s up os ic io ne s y funda-
mentos y del crédito que puede otorgársele»; le sigue una amplia exposición
hist6rica que parte de la Antigüedad griega para llegar hasta los fil6sof08 ..de
vocabulario sencillo», pasando p or s an to Tomás Spinoza y Schopenhauer. E n su
edici6n de 1961. la Eooyelopedia 6ritannica definíe a la epistemologia casi con las
mismas pelabres: cE s la rama de la filosofía que se ocupa de los problemas de
la naturaleza de los límites y validez del conocimiento y de la creencia». La
 

 L ÁM ITO 17

11. - Epistemología y filosofía de   ciencia

Todavía es mucho más difícil establecer la dife


rencia entre la epis temología y la filosofía de la
ciencia, debido a la elasticidad de esta última
expresión. Si se toma en un sentido amplio la
epistemología forma parte de uno de sus capítulos
o bien es u na de las formas de practicarla. Uno de
los autores de Lectures sur la philosophie de la science
distingue cuatro aspectos diferentes de filosofar
sobre la ciencias¡ el estudio de sus relaciones con el
sabio y con la soc edad, el esfuerzo para situar a la
ciencia dentro de los valores humanos las espe-
culaciones que se hacen a partir de los resultados
obtenidos de la ciencia para desembocar en lo que
más exactamente se ha llamado la filosofía de la
naturaleza o sea el análisis lógico del lenguaje
científico. Después de ello, confiesa tomar la última
acepción, la única que en efecto puede coincidir
con lo que designa el nombre de epistemología.
Algunos van mucho más lejos y salvan las dife
rencias entre ambas nociones. E n efecto, desean
desligar a la epistemología de todo prejuicio con la
filosofía y evitan por ello, el uso de esta últim a
palabra. A ello se han inclinado naturalmente
aquellos que sólo reconocen como única forma de
conocimiento el conocimiento científico, excluyendo
así toda filosofía incapaz de someterse a un análisis
científico, y además con la condición de que este
mismo anális s se realice a través de métodos cien-
tíficos. Otras razones independientes de una posi-
ción antifilosófica, han actuado en el mismo sen

Ent:ielopedfa ilalfa.... IUltituye   palabra epiBlemología po r la de gno oologf


Al coutrario, La Ene ..lop dia ..niver.aliB   1970), yendo al extremo opuesto.
rechaza cualquier tipo de relaci6n eutre epistemología y 6losofla.
4 Feig1, H.; Brodbeck M•• Rsading. in  he philolOphy o/ .ciBnee, pAgI.3 7.
Appletou Century Crofta, Nueva York 1953.
 

18 L EPISTEMOLOGÍ

tido. E n la época actual la epistemología se aleja


cada vez más de los filósofos para pasar a manos
de los sabios. U na de las características de la epis-
temología actual es pues la progresiva aceptación
de sus problemas por los sabios especializados; no
se debe a una m o da p as aj er a sino a que las recien-
tes crisis que han sufrido las diversas ciencias y las
revoluciones por las h an pasado han obligado
a aquellos qu las practicaban a preguntarse por
sus propios fundamentos. No es un juego de pa-
labras decir como Brunschvicg que los progresos
de la ciencia no son siempre progresivos, ya que
también pueden ser reflexivos; en este mismo as-
pecto G. Frey hace una distinción entre los progresos
lineales y los circulares , Este progreso reflexivo o
circular ilustra el desarrollo contemporáneo de las
epistemologías que pueden calificarse de internas
y regionales: internas y a que están elaboradas por
sabios interesados; y regionales porque cada una
Se construye de acuerdo con las necesidades de una
determinada ciencia. Desde principios de siglo los
matemáticos y no los filósofos se h an preocupado
por eliminar las antinomias y resolver las crisis
de los fundamentos; a través de las vías y medios
del formalismo logístico se reconocen las limitacio-
nes internas de los formalismos. Sin embargo el
problema de la relatividad de la longitud duración
y velocidad lo h an tratado los sabios y cuando
Bergson quiso intervenir   u p ri me ro s e st ud io s
se centraron no obstante en la m e c á n i c a tuvo
m uy pronto que renunciar a ello. Poco después
llegó a ridiculizarse más de un filósofo al pretender
intervenir en la querella del indeterminismo en la

6 Brunschvicg L. L ,pirio,..e hamaine e l l a  a..... liU p h y ~ págs. 433 34;


Frey G. Philo.ophie ami Wi   enat:hafl, pág. 25.
 

 L ÁM ITO 19

que se enfrentahan los físicos de la teoría de los


cuantos
Por lo tanto es cierto que la reflexión sobre la
ciencia reanimada actualmente por los impedi-
mentos que surgían en el interior de la iencia
tiende cada vez más a replegarse en una disciplina
científica al aludir por u na p ar te a un instrumento
de precisión el lenguaje logístico y por otra al
intentar multiplicar sus relaciones con los hechos
sean estos de origen histórico o de origen psicoge-
nético Sin emhargo aunque uno intente limitarse
a lo que es propiamente reflexión sobre la ciencia
no puede desprenderse por completo de una de-
terminada filosofía
Primeramente se constata que en efecto algunas
las grandes epistemologías nuestro tiempo
han permanecido asociadas a una
filosofía tanto si la sugerían como si la confirmaban
determinándola: por ejemplo Meyerson Cassirer
Brunschvicg Eddington Bachelard y Gonseth
Junto o mejor sobre las epistemologías regionales
subsi st en p ro bl em a s de epistemología general que
seguramente pueden ser tratados por el sahio
pero que sohrepasan su privilegiada competencia
de especialista E n un momento de extrema divi-
sión del trahajo científico una epistemología in-
terna puede ser al mismo tiempo general al re-
currir a una relación interdisciplinaria en la que
el filósofo no puede ser sustituido o bien en la que
el sahio es sustituido por el filósofo P or último
las epistemologías internas y regionales difícilmente
pueden dejar de tratar tarde o temprano proble-
mas que podrían calificarse de paracientíficos po r
el hecho de que continúan siendo el motivo de
separación de los sahios cuyos métodos no permiten
su oposición; estos problem as también podrían
 

20 L EPISTEMOWG

llamarse filosóficos, puesto que forman parte de la


tradición filosófica.
Sin duda alguna el retorno reflexivo sobre los
principios y métodos de una ciencia no ocurre
siempre en una filosofía. Así, la metamatemática
de Hilbert o de G6del, que es u n discurso sohre el
lenguaje matemático actúa de acuerdo con los
métodos formales, los de la lógica matemática.
Debido al indefinido desdoblamiento de la reflexión
  p u s cualquier metalenguaje puede tomarse a su
vez como objeto de u n metalenguaje s u p e r i o r
y a medida que vayamos elevándonos en la jerar-
quía de los metalenguajes irán reapareciendo pro-
gresivamente en las discusiones entre sabios y
bajo formas nuevas viejos problemas filosóficos;
los sabios se separarán como pobres filósofos en
dos clanes que no llegarán a comprenderse en los
dos sentidos de la palabra: ni ponerse de acuerdo
en una solución ni comprenderse entre sí. Un
ejemplo particularmente i ns tr uc ti vo n os lo ofrecen
precisamente las ciencias lógico m atemáticas: du-
rante mucho tiempo se enfrentaron las certezas a las
interminables controversias tema de los filósofos.
En un determinado nivel de reflexión y en lo que
m uy bien podría llamarse filosofía de su ciencia,
reaparecen en los lógicos y matemáticos discusio-
nes sin salida entre platónicos y nominalistas; dis-
cusiones que son ta n diferentes por su contexto
  argumento como por su viejo problema metafí-
sico sobre el que se enfrentaron ya en la Edad
Media los realistas y nominalistas. Por un lado
tenemos a Bolzano Frege Hermite el Russell del
comienzo y el actual Church; y por otro a Helm-
holtz los vieneses, Quine y Goodman6 •

• En su prefacio de Fondemenl. deo malómaliquu de Gonoetb Blanchard.


París, 1926 . págs. V I· VII J. Hadamard habla de   cextraordinariOll retornos»
 

 L ÁM ITO 21

Si se quiere distinguir a la epistemología de la


ciencia, habrá que hacerlo p or una diferencia de
extensión, ya que la epistemología es una parte de
la filosofía de la ciencia y, hoy más que nunca, por
su espíritu y métodos; será también porque se ex-
tiende en un a z on a i n te rm e di a entre la ciencia y la
filosofía, llegando al límite de ambas.

IIJ. - Epistemología y metodología

¿Hay que considerar a la epistemología y me-


todología como dos disciplinas distintas y simple-
mente conexas, o al contrario, incluir a la metodo-
logía dentro de la como uno de sus
elementos? El oc bul rio de L al an de l as considera
por separado, E n él se lee que la epistemología
«no es propiamente el estudio de los métodos
científicos, que es objeto de la metodología y forma
parte de la lógica»; sino que la epistemología es
«esencialmente el estudio crítico de los principios,
hipótesis y resultados de las diversas ciencias».
Así, la metodología surge de l a lógica, de la que
seria una «subdivisión». Actualmente esta división
no es válida, d eb id o especialmente a razones his-
tóricas accidentales y y a m u y pasadas de moda.
Hacia 1900 en la enseñanza universitaria francesa,
se acostumbraba d ar a la palabra lógica u n sentido
m uy Se la dividía dos la lógica

que había hecho sobre sí mismo, c on st at an do , c on e st up or y a propósito del


axioma sobre   elección de Zermelo, que « U I l controversia muy parecida a una
controversia m et af ís ic a n ac e entre los m a te má ti co s» , d iv id id os en idealistas
y empiristas t a l como le les llamaba entonces a 108 que actualmente se eenooen
por el nombre de p la tó ni co s y nominalistas .
7 Quizá fuera un progreso en relación a la extensi6n francamente inaceptable
que se h ab la d ad o a esta palabra. Hasta mediados del siglo XIX.   última elase
de los estudios Becundarios, la denominada cl as e de filosofía, le la Damaba
lógica. Por m ás a be rr an te que pueda parecernoa actualmente. no deberíamos
sorprendemos si,   consultar   manual e so ol ar de l giea de aquella época,
viéramos que era pura metafisica.
 

22 L EPISTEMOWGÍ

general que hace abstracción de los objetos mate-


ria del conocimiento y cuya parte principal es la ló
gica formal; y la lógica especial o aplicada que estu-
dia los métodos propios de cada una de las diversas
ciencias . La metodología se hallaba incluida dentro
de la lógica como una de sus partes. Tal extensión
de la palabra lógica y a no c on cue rd a con lo que
hoy conocemos por dicha palabra. Aunque se ase
meje a ella la metodología no le pertenece en ab-
soluto. Por ello no hemos creído conveniente añadir
aquí una rúbrica sobre epistemología   lógica
Descartando la idea de que la metodología forma
parte de la lógica ¿hay que yuxtaponerla a la
epistemología? Es difícil hacer u n estudio crítico
de los principios de la diversas ciencias de «su
valor y objetividad» como dice Lalande sin pre-
guntarse al mismo tiempo sobre la naturaleza y
valor de los procedimientos a través de los cuales
se forman las ciencias y llegan a un conocimiento
científico. Piaget d es ta ca c on razón que <da reflexión
epistemológica nace siempre con las  crisis de
esta o aquella ciencia y que sus  crisis resultan
de alguna laguna de los m éto do s a nt eri or es que
van a ser superados por la aparición de nuevos
métodosa . Integra pues el análisis de los métodos
científicos a la epistemología. E n efecto lo s dos
tipos de investigación difícilmente pueden disociar
se. Cuando H. Poincaré ponía de relieve el papel
del razonamiento recurriendo a la aritmética lo
hacía con la metodología; pero con la importancia
que e n m at em át ica s han tomado la noción de re-
currencia y   uso de los procedimientos recurren-
ciales es casi imposible no estudiarla en episte-

o Ver. por ejemplo la   ogiq  de Rabier que data de 1886.


8 1..QgitJue   connoi8lClnce M:ien ifique pá s 8
 

 L ÁM ITO 23

mología relacionándola con las restantes ciencias.


EH una de las más amplias corrientes de la episte-
mología contemporánea la que surge del empirismo
lógico se han multiplicado los estudios sobre la
inducción sobre las condiciones de verificación o
confirmación de las proposiciones experimentales ...
sin pensar jamás en encontrar u n punto de se-
paración
Debemos situar pues a la metodología dentro
del campo de la epistemología no dentro del de la
lógica.

IV Epistemología y ciencias del hombre

Las ciencias del hombre como tales ofrecen a la


epistemología uno de sus o bjetos E n principio su
relación con estas ciencia es parecida a la que
tiene con las ciencias matemáticas o con las de la
naturaleza E n relación con ellas la epistemología
se sitúa en un nivel superior desde donde las do-
mina; ciertamente las domina desde un nivel más
o m en os a lt o Puesto que la reflexión epistemológica
nace directamente de las dificultades del trabajo
científico se mantiene todavía m uy cerca de lo
especifico de este trabajo: por ejemplo la episte-
mología interna de las matemáticas se ve fuerte-
mente por el espíritu y métodos de las
matemáticas y parece completamente ajena a las
ciencias del hombre Mientras que por la misma
razón los análisis a que pueden someterse y las
controversias con las que se enfrentan los historia-
dores psicólogos economistas o lingüistas sobre
cómo abordar y conseguir sus estudios aún están
completamente influidos por las investigaciones
mismas objeto de estas ciencias. Pero por su
 

L PIST MOWGI

naturaleza se distinguen del mismo modo que una


metaciencia se distingue de la ciencia sobre la que
trata Y mientras la reflexión se aleja de su objeto
abarcando un campo más amplio, va desligándose
poco a poco de lo específico de su objeto L epis-
temología general, la relacionada con todas las
ciencias, no afecta a las ciencias del hombre y, por
ello, parece que no tiene relación alguna con as
matemáticas ni con la física.
Pero l s c sas no son ta n sencillas. Podemos
preguntarnos si en algunos aspectos por un cam-
bio completo de perspectiva la epistemología en su
totalidad no dependerá de las ciencias del hombre
E n primer lugar se constata efectivamente que
ello se confirma en las instituciones sociales, al
menos en Francia Tanto en Academias como en
Universidades como en el CNRS el lugar de la
epistemología está junto a las llamadas ciencias
«morales» o «humanas» Bachelard ocupaba u n
puesto en la Academia de Ciencias Morales   Polí-
ticas   tenía la cátedra de la Facultad de Letras
y Ciencias Humanas ¿Representa u n atraso en
las instituciones u n fenómeno de supervivencia?
No cabe duda alguna; pero tam bién deben haber
algunas razones menos accidentales, ya que con
frecuencia dudan aun los más indicados para «hacer
ciencia» de la epistemología. Cabe recordar que
Brodbeck por ejemplo, de entre las cuatro ma-
neras de filosofar contaba con la ciencia y, por su
parte abandona el estudio de sus relaciones con
el sabio   con la sociedad, considerando a la ciencia
como u na actividad humana   u n fenómeno social.
R ei ch en ha ch a si gn a a la epistemología tres tareas
sucesivas vs la primera surge de la psicología  
10 Reiohenbaeh, B E perúne. ami predielÜ>n. § 1, UDivenity of Chieago
P  , 1938.
 

 L ÁM ITO 25

sociología   se inscribe n el «contexto del descu-


brimiento»; a continuación en el «contexto de la
justificación» habría un trabajo de «reconstrucción
racional» del proceso del descubrimiento; y p o r
último una tarea esencialmente crítica ya comen-
zada en la r ec on st ru cc ió n r ac io na l pero ahora
completamente desligada de sus relaciones con los
factores empíricos del descubrimiento. L a tarea
propia del e pi st em ól og o s er ía la tercera; pero esta
presupone la segunda y esta a su vez a la primera.
Si lo hemos entendido hay dos maneras una des-
criptiva y otra crítica para tomar a la ciencia
como objeto de estudio: sea que exista a título de
orden psicológico sociológico e histórico; sea que
pretenda alcanzar una verdad impersonal e intem-
poral.
Podemos considerar ajenas a la epistemología la
historia de la ciencia y la psicología d el d es cu bri-
miento científico y a q ue p er te ne ce n a las ciencias
empíricas unidas al conocimiento de hechos que
forman parte del m ar co e sp ac io t em po ra l; mien-
tras que el análisis lógico de la ciencia es de otra
naturaleza. Para determinar esta prim era opción
hay que tomar inmediatamente una segunda: ¿se
acusará la separación entre ambos órdenes de
investigación?; ¿se admitirá que la epistemología
completamente distinta de la historia psicología
y sociología debe servirse más o menos amplia-
mente de informaciones que se le puedan propor-
cionar? E n el primer partido se han agmpado los
epistemólogos unidos al empirismo lógico Sus tra-
bajos tienen por objeto lo que hoy llamamos
ciencia es decir la ciencia presente lo que anula
cualquier alusión a su historia pasada; en esta
ciencia se toma como objeto de análisis todo lo
objetivo o sea su lengu je lo que descarta cual
 

26 L PIST MOWGÍ

quier intrusión de elementos mentales. E s t a m a-


nera de entender a la epistemología h a sido expe-
rimentada; pero no por ello h an sido cerr das las
demás vías de acceso ¿Acaso lim itar su análisis
a la ciencia del siglo rechazando la manera cómo
esta se ha ido construyendo no haría que gran
parte de lo que le precede y le h a preparado
incluida la ciencia clásica retornara a una prehis-
toria de la ciencia o al menos a una especie de
E d a d Media científica? Y por otra parte ¿no se
corre el peligro de caer en u n extremo nominalismo
al considerar ta n sólo el significante como si este
se bastara a sí mismo y no tendiera a u n significado?
Po r ello también se puede retroceder y y a que la
ciencia es u na obra del hombre asociar a s aná-
lisis los datos que las ciencias del hombre puedan
darle. H ay que otorgarle en consecuencia otro
concepto que se base en el análisis epistemológico
de datos históricos o psicológicos Los epistemó-
logos franceses prefieren a menudo el camino
abierto por Whewell Mach sacando datos de la
historia de las ciencias. Los autores que siguen
a Hegel o a Marx tampoco se olvidan d el d es ar ro ll o
histórico ni de las influencias sociales P or otra
parte la ciencia ya no es propiamente lo que se
dice en los libros; está en el espíritu del que sabe
leerlos y primero en el de quien los h a escrito.
La epistemología sólo debe hacer u n a historiol
nimoe porque los pensamientos al buscar la ver-
dad no se e nc ad en an c au sa lm en te como hechos;
no sabría desinteresarse totalmente de las estruc-
turas mentales que favorecen o contrarían la apari-
ción de las ideas científicas R Berthelot estudia
la mentalidad «astrobiológica»;   Rougier carac-
teriza las mentalidades «ontológica» «animista»
«simbolista»; R. Lenoble ex plica cómo el «naci
 

 L ÁM ITO 27

miento d e l m ec an is mo » o sea el espíritu científico


moderno h a exigido u n esfuerzo m u y difícil para
desligarse del «naturalismo» del Henacimiento tr
estos trabajos de orden histórico   psicológico no
están totalmente desligados del campo epistemo-
lógico Si en la segunda parte de su carrera G Ba-
chelard realizó paralelamente a sus trabajos de
epistemología investigaciones sobre la imaginación
poética que le valieron el interés de un amplio
público no hay que olvidar tampoco que las ha
anticipado en u n a obra sobre L a formation de
l esprit seientifique contribution   une psychanalyse
de la connaissance objetive12   en la que hace u n
análisis de orden psicológico con bases históricas.
E n esta obra precisamente ofrece una aproxima-
ción sobre una de las nociones de la epistemología:
la de obstáculo epistemológico.
Al igual que Piaget podemos pensar que aunque
sin establecer estricto paralelismo onto-
génesis y filogénesis el estudio de las fases por las
que el niño pasa a la llamada edad de razón   e n
la civilización occidental es el momento en que
el niño adquiere las estructuras i nt el ec tu al es q ue
le permiten u n pensamiento científico a veces
puede provocar por a experiencia controversias
epistemológicas sobre el origen de esta o aquella
noción científica po r ejemplo l de número; o
bien la de este o a qu el p rin ci pio de causalidad.
Todo ello se verá mucho más claro en el capítulo
siguiente dedicado a las diversas nociones de la
epistemología.

11 Berehelot R   l as robiologie, Payot París, 1938  publi


La pensée de l Asie
cado primero en la Revue métaphysique   de m or al e, 1932-37 . Rougier, L.,
  e
e. pamlogismes da ra ionalinne, Alean, París, 1920; Lenoble, R MersenrJeoa
la   du méeanume Vrin, París, 1943.
U Vrin Parls 1938
 

28 L PIST MOLOGi

E n cuanto al problema de las relaciones de la


epistemología con las ciencias del hombre la posi-
ción que nos parece más adecuada es la siguiente:
por una parte no hay que limitar la epistemología
a un análisis científico lo que s er ía p rov ec hos o
pero nos daría u n c oncepto reducido y parcial; hay
que tener un campo de investigaciones más amplio
siendo las principales investigaciones las que se
centran en la construcción progresiva de la ciencia
nacimiento y desarrollo del espíritu científico inves-
tigaciones po r las que es indispensable recurrir a las
ciencias del hombre Po r otra parte no ha y que
clasificar a la epistemología entre las ciencias del
hombre ni colocarla en el mismo plano qu e a lg unas
de las ciencias en las que ella es objeto incluso
si en la práctica no es siempre clara la distinción
entre   fin y los medios entre el propósito del
epistemólogo y las en señ an za s qu e para lograr su
finalidad pide a la sociogénesis y a la psicogénesis
Los epistemólogos americanos aluden generalmente
en sus análisis a las fuentes del lenguaje formali-
zado: mas por ello no se debe considerar a  
epistemología como ciencia formal Simétricamente
la f re cu en te a lu si ón de los epistemólogos europeos
a las fuentes de las ciencias no parece
razón suficiente para incluir a la epistemología en
dichas ciencias E n cuanto a los motivos de como-
d id ad a dm in is tr at iv a ue estas nociones pueden
suponer evidentemente no deben figurar aquí
 

CAPÍTULO  

LAS   PROXIM CIONES

  Aproximación filosófica
  aproximación científica

Poco a poco la epistemología se ha ido desligando


de la filo ofía y más exactamente de la teoría
del conocimiento cuando esta fue considerada tras
Locke y Kant un prohlema previo a cualquier
filosofía
El punto de partida de la filosofía kantiana es
un interrogante sobre la posibilidad de la ciencia;
pero por ello no debe considerarse epistemólogo
a Kant En primer lugar porque su análisis de la
ciencia es muy poco circunstanciado parándose a
veces en determinadas nociones fundamentales con-
sideradas necesarias y definitivas Y en segundo
lugar porque el prohlema de la posihilidad de la
ciencia no se trata en sí mismo sino como medio
para resolver el auténtico problema: saber si se
puede otorgar a la metafísica el mismo carácter
científico que tienen la geometría de Euclides y la
física de Newton El título del libro en el que se
expone popularmente   crític de l r zón pur
y cuyos dos primeros tercios se preguntan cómo
son posibles la matemática pura y la ciencia pura
de la es este aspecto perfectamente
explícito:  rolegómenos cu lquier met físic futur
 

30 L PIST MOLOGÍ

que pueda presentarse como ciencia Aunque lo pa-


anunciar el título de las obras no pueden
relacionarse con la epistemología el Fondement de
l induction de J Lachelier ni la Contingence des
lois de la nature de E Boutroux E n ellas el análisis
de la ciencia se e nc am in a h ac ia fines filosóficos que
no sólo sobrepasan la filosofía de la ciencia sino
también la filosofia del conocimiento en general
Sin embargo la epistemología actual no puede
ignorar totalmente las enseñanzas de los antiguos
filósofos por la razón de que a menudo hoy se
encuentran bajo formas nuevas y precisadas en
el estado actual de nuestro conocimiento viejos
problemas que y a antes se habían tratado Las
controversias contemporáneas sobre el fundamento
de las matemáticas reactivan la querella de los
universales y la denominación de «platonismo» ac-
tualmente se usa para designar una de las tesis
presentes Por otra parte el empirismo lógico se h a
aplicado ampliamente para atacar la síntesis a
priori de Kant; mientras que Piaget renueva su
interpretación y Quine intenta establecer la sepa-
ración rota entre lo analítico y lo sintético r ello
ya no parece imposible como algunos pretenden
distinguir propiamente una epistemología filosófica
desvalorizada y una epistemología científica la
ún ica a ut én ti ca
Evidentemente en principio s er ía s im pl is ta e st a-
blecer esta doble s ep ar ac ió n s obr e el origen inte-
lectual del epistemólogo Algunos sabios se han
convertido en filósofos pasando sus nombres a la
historia de la filosofía y no a la historia de la ciencia
como por ejemplo Cournot Meyerson y Gonseth;
otros como Eddington y J eans han trabajado en
extrapolaciones metafísicas bastante temerarias E l
m ovimiento inve rs o es m uy poco frecuente; el
 

L S   PROXIM CIONES 31

filósofo actual y a no se arriesga a hacer epistemo-


logia sin haber tenido antes una cultura científica,
al menos en a lg ún c am po de la ciencia: J Cavaillés
en m atem áticas; P. Février en física; y G Can-
guilhem en biología No hay que olvidar tampoco
a los que ya desde un principio han adquirido esta
doble cultura; si lo vemos en el empirismo lógico
siendo este el caso del francés Bachelard. E n general
hay que admitir que existen, por una parte, otros
sabios de los que K a n t llama cíclopes porque les
falta el punto de vista filosófico y, por otra, los
filósofos q ue t ie ne n cierto afán por lo científico,
Independientemente de cualquier problema per-
sonal, deberíamos basarnos en la manera cómo los
epistemólogos realizan sus trabajos para dividirlos
así en dos grupos. La dificultad estriba en que la
epistemologia al igual que u n espectro, se extiende
c on ti nu am en te e nt re las amplias teorías del cono-
cimiento y las especulaciones metacientificas más
especializadas Si las primeras sobrepasan amplia-
mente a la epistemologia porque se desarrollan
con una filosofía las segundas, al contrario, se
reducen de tal manera que permanecen en el terreno
de la ciencia: el teorema de Godel y el de Von
Neumann tienen u n capital interés para la epis-
temologia, p ero proceden más de un trabajo cien-
tilico que de la misma epistemología Entre ambos
extremos los trabajos de epistemologia sirven de
enlace en una cadena sin ruptura y sería arbitrario
intentar determinar dónde comienzan y dónde
acaban. Las dos grandes ob ra s de   Brunschvicg,
Les étapes de la philosophie mathématÚ ue y L expé-
rience humaine et la causalité physique se han
incluido unas veces en la epistemologia  Piaget
y otras han s id o e xcluidas de ella Rougier . Piden
a la historia de las ciencias que precisen y confirmen
 

32 L P I S T ~ O L O G i

un a filosofía previamente concebida Con E. Me-


yerson con G Bachelard nos acercamos a una
epistemología independiente: Meyerson desemboca
en una teoría general del conocimiento pero no
parte de ella; en cuanto a Bachelard su filosofía
inicial se debilita y se pluraliza bajo el efecto de
sus análisis Sin embargo el empirismo lógico no
está dispuesto admitir tales t ra ba jo s e n   campo
epistemológico debido a los lazos que m antienen
por su método y tesis con la especulación filosófica
Pero estos lazos ¿no pueden romperse nunca?;
¿el empirismo lógico está exento de cualquier
filosofía? Y por otra parte ¿cuál es la gran teo-
ría científica que no tiene implicaciones filosóficas?
La teoría de la gravedad universal h a dividido
durante medio siglo a cartesianos y newtonianos.
E n matemáticas las implicaciones filosóficas se
manifiestan en las discusiones sobre el fundamento
del análisis infinitesimal discusiones que han exis-
tido durante todo el siglo X V I I I para desembocar
en 1797 en la obra de Lazare Carnot cuyo título
es y a significativo: Réflexions sur la métap ysique
du   kul infinitésimal E n la física contemporánea
según se interprete el continuum espacio temporal
de la mecánica relativista como una espacialización
del tiempo o como una dinámica del espacio y
según se interprete el indeterminismo de la mecá-
nica cuántica como esencial o como la manifestación
de u n determinismo oculto u no p en etr a se quiera
o no en el campo filosófico
Más q ue d is ti ng ui r entre una epistemología cien-
tífica y una filosófica quizás sería mejor distinguir
y aún a condición de p re pa ra r la transición entre
una aproximación científica y na aproximación
filosófica de la epistemología según que el est lo
adoptado se parezca más al de los sa ios o al de los
 

L S  PROXIM IONES 33

filósofos. Todavía sería mejor distinguir entre lo


que se llama epistemología interna y obligada y
epistemología externa y facultativa Entendemos
por epistemología interna u obligada la que nace
bajo los m is mo s pas os del sabio la que es exigida
por p rob le ma s q ue se plantean en el interior de la
ciencia. E n este punto el sabio sin quererlo y casi
sin saberlo hace epistemología. L a qutJ hemos
calificado de externa o facultativa es ya más in-
dependiente; se practica deliberadamente tras una
decisión arbitraria Tiene u n interés más especulati-
vo cultivada por sí misma como fin y no como
medio E n este sentido podemos calificarla de más
filosófica.

II análisis directo o intemporal

Una segunda división en las maneras de estudiar


la epistemología verifica la precedente Puede cen-
trarse el interés en la ciencia contemporánea
estudiando su estructura actual desde un punto
de vista estático o s ncrónico; o al contrario puede
seguirse la formación y el desarrollo de la ciencia
considerándola desde u punto de vista diacrónico
o evolutivo Según términos de Piaget pueden
distinguirse: métodos de análisis directo y métodos
genéticos.
El análisis directo que no tiene en cuenta la
dimensión °t:emporal y trata a la ciencia tal como
se presenta en la actualidad es la aproximación que
a menudo h an preferido los sabios lo que es na-
tural pero no necesario.
E n este aspecto un ejemplo ilustre es el de Henri
Poincaré Los diversos estudios recogidos en las
cuatro célebres recopilaciones de Is Biblioteca de
s
 

  L PIST MOLOGi

Filosofía Científica que tratan sobre las relaciones


entre las matemáticas y la lógica sobre la natura-
leza del razonamiento matemático sobre la rela-
ción entre el espacio geométrico y el de la repre-
sentación sobre el significado de las teorías físicas
y la naturaleza de los principios y sobre el valor
objetivo de la ciencia se basan esencialmente
sobre el estado actual de la ciencia aunque a veces
haya algunas alusiones al pasado Un hecho digno
de destacar y que explica que la o bra epistemológica
de H Poincaré se haya desarrollado ta n amplia-
mente es el de que sus análisis se hayan hecho si
puede decirse al desnudo en lengua vulgar con
un mínimo de vocabulario técnico científico E l
hecho es tanto más importante por cuanto encon-
traba a su disposición un lenguaje m uy preciso
elaborado cuidadosamente por y Russell:
el lenguaje de la lógica simbólica Además se sabe
que lejos de usarlo ha adoptado una actitud franca-
mente crítica a este respecto Su oposición a la
f losofía logística inicial es decir a la reducción de
las matemáticas a la lógica le ha llevado a rechazar
al mismo tiempo y confundiéndola en el mismo
rechazo la técnica logística; en o tr as p al ab ra s h a
rechazado el lenguaje simbólico de mayor precisión
que la logística ofrecía para el análisis de la ciencia
Al contrario debido a un uso sistemático de la
logística se distingue una de las corrientes más
importantes de la epistemología contemporánea: la
que partiendo de Viena se ha extendido amplia-
mente por Estados Unidos bajo la influencia de os
emigrantes de Europa central Una de las carac-
terísticas del empirismo lógico reside en la unión
aparentemente paradójica entre una filosofía em-
pirista surgida del fenomenismo de Mach que
basaba en datos sensoriales todas las ciencias de la
 

L S  PROXIM IONES 35

realidad y la filosofía logística de Russell en la


interpretación que de ella daba Wittgenstein al
ver en la lógica un simple lenguaje una forma pura
que ta n sólo permite transformaciones tautológicas
del discurso sin llevar por sí mismo ning ún tipo de
conocimiento. Al intentar traducir en simbolismo
logístico como lo hicieron los matemáticos todos
los enunciados científicos se les dará una expresión
precisa y además se separará por desprovistas de
sentido todas las f ór mula s ve rb ale s qu e no puedan
someterse a tal expresión. Naturalmente hay que
completar con las ciencias de la realidad el vocabu-
lario lógico matemático que sólo aporta la estruc-
t u r a del discurso es decir una forma vacía e
introducir símbolos ue expresen los conceptos
propios de cada una de estas ciencias.
Aunque este método d análisis formal sea un
elemento caracter ístico del empirismo lógico por
ello no hay que asociarle indisolublemente todas
las tesis de esta teoría filosófica. E l uso del simbo-
lismo logís ico no i mplica necesariamente que se
acepte la vacuidad del lenguaje lógico matemático
ni la separación radical entre los enunciados ana-
líticos y tautológicos y los enunciados sintéticos y
empíricos ni el rechazo p o r falta de sentido de los
problemas metafísicos. Cuando menos se debe al
empirismo lógico el haber introducido el empleo
sistemático en epistemología del lenguaje logís-
tico y mostrado por   ejemplo su utilidad.

III.   análisis histórico crítico

Hasta este momento el estudio logístico se ha


aplicado casi únicamente al análisis de la ciencia
en su estado no actual. P a r a la ciencia como para
 

36 L PIST MOWGÍ

todos los demás tem as hum anos el presente sólo


puede entenderse gracias al pasado. L a historia
ofrece u n buen medio de análisis separando por
fechas y circunstancias de aparición los diversos
elementos que han contribuido a formar poco a
poco las nociones y principios de nuestra ciencia.
ejemplo autores del sigl. AXV¡¡¡:
como D Alembert consideraban los principios de
la mecánica; ta l como los había enunciado Newton
como verdades necesarias que se imponían al es-
p íritu p or su propia evidencia como los de geome-
tría y aritmética. No obstante s ur gía n du da s y la
Academia de B erlí n p la nt eó la cuestión de saber
si eran de verdad necesaria o de verdad contingente;
en otras palabras si su origen era a priori o empírico.
Recurrir a la historia demuestra lo superficial que
es la alternativa y da a la pregunta una respuesta
más matizada. P o r u na parte ta l como lo constata
Whewell «nadie puede dudar y a que es u n hecho
histórico que estas leyes se hayan obtenido a
partir de la experiencia. No cabe conjetura alguna.
Conocemos el momento personas y circunstancias
que están ligadas cada etapa de estos descubri-
mientos. He dado cuenta de ello en mi   istorias»
Pero esto no significa que como lo afirma el
empirismo estos principios tengan por sí mismos
u n espíritu pasivo e indiferente ante lo que se les
p re sen ta. Pr oc ed en de u na determinada manera
de interrogar a la experiencia de plantearle pro-
blemas y de interpretar sus respuestas; se produce
este diálogo por determinadas exigencias que se
manifiestan permanentemente y a las que se puede

1 Phiw.ophy of  h indtU:live ;ene  111 VIII l . Esta constatación plantea


  problema a Whewe1l que continúa considerando a estas proposiciones como
evidencias racionales Resuelve   paradoja con una audaz teoria del progreso
de   evidencia y evolución de la razón.
 

L S  PROXIM IONES 37

considerar por ello constitutivas de la razón:


antes que nada debido a la obstinada voluntad de
encontrar de nuevo bajo los diversos cambios de los
fenómenos una identidad como concluía Meyerson
o al menos una invariabilidad
Considerada así la epistemología se distingue de
la historia de las ciencias en que esta es en sí
misma un medio y no u n fin Basada en la historia
su investigación es esencialmente crítica: su fina-
lidad es distinguir gracias a los datos que le pro-
porciona el estudio de su pasado los elementos que
han contribuido a la formación de la ciencia y del
ideal científico Todavía en este punto es difícil
establecer una clara separación entre ambas disci-
plinas Por un lado acudir a la historia puede ser
para el epistemólogo un hecho intermitente y oca-
sional Por otro la historia de las ciencias oscila
t am bi én e nt re a mb os lím ites Objetivamente se la
puede concebir como una recopilación casi anecdó-
tica de nombres propios y fechas: más que una
verdadera historia quizá se trate de una cronología
que intenta ser inteligible Esta historia al ser una
historia de ideas no puede escribirse con el mismo
estilo que el de una historia de acontecimientos
ya que los encadenamientos no son de la misma
naturaleza en ambos casos Lo que por metáfora
se llama el movimiento de las ideas no está regido
como   movimiento de los cuerpos por una cau-
salidad eficiente sino orientada hacia esta finalidad
que es la búsqueda de lo verdadero Se trate de
ideas científicas morales estéticas etc su historia
sólo puede escribirse partiendo desde su interior
si cabe Precisamente por ello la recurrencia tem-
poral que para describi rla de una manera com-
prensible proyecta sobre el pasado las luces del
presente puesto que obliga a escribir de nuevo la
 

38 L PIST MOLOGÍ

historia de cada generaclOn es más importante


para la historia de la ciencia que para la historia
de los acontecimientos tal como lo afirma Bache-
lardo La historia de las ciencias además de pura-
mente narrativa es en algún grado filosófica E n
efecto a veces se duda si considerar a ta l autor
historiador o epistemólogo El caso es relativa-
mente sencillo cuando son más historiadores por
algunas de sus obras en las que no obstante las
consideraciones filosóficas no faltan como Milhaud
y Meyerson; y más epistemólogos por sus trabajos
en los qu e fr ec ue nte me nte aluden a la historia
Puede suceder también que ambos elementos se
compenetren tanto que sólo el orden de exposición
y el titulo de los trabajos permiten distinguir entre
un epistemólogo historiador como Meyerson y un
historiador epistemólogo como A Koyré
¿Podemos concluir c om o a lgu no s hacen en que
ambas disciplinas se funden finalmente en una y
que del mismo modo que «sólo hay una historia
epistemológica de las ciencias recíprocamente hay
ta sólo una epistemología histórica»2? Se com-
p re nd e p er fe ct am en te que esta absorción de la
epistemología en la historia de las ciencias historia
en la que el desarrollo temporal se entiende como
movimiento dialéctico esté de acuerdo con un a
determinada filosofía De esta manera se intenta
que la epistemología sea algo más científica Ahora
bien si mientras es posible se confiere a una dis-
ciplina la objetividad científica lo primero que
debe procurarse es desligarla de los elementos filo-
sóficos con los cuales quienes la cultivan todavía
no se han puesto de acuerdo; de no ser así se v a
a oponer u n dogmatismo a otro Cabe recordar de

I Artlcu10 «Epistemología» en la Eneyelop dio U ¡venalio vol VI pág 372


 

L S  PROXIM IONES 39

nuevo lo que se h a dicho anteriormente sohre el


tema de la penetración del empirismo lógico en la
epistemología. H ay va rio s caminos de acceso a la
epistemología y varios tipos de comprensión.

IV. -   epistemología genética

Una de estas vías de acceso parecida a la de la


historia por t r a t a r del estudio del conocimiento a
través de su futuro tomándola no como un estado
sino como un proceso es la ahierta por Piaget y
en la que él y su equipo han trabajado.
Se había preparado con numerosos trabajos que
él solo o en colahoración había dedicado a la
psicología del niño: la génesis de las estructuras
lógicas elementales la génesis de las ideas del
número a génesis de la causa la génesis del azar ...
Efectivamente la psicología del niño que estudia
a este en sí mismo es el medio en vistas a u n a psi-
cología genética que husca una explicación causal
de los mecanismos intelectuales a través del análisis
de su formación. Y la psicología genética es a su
vez una de las disciplinas fundamentales que con-
tribuyen al estahlecimiento de una epistemología
genética; e st a p er mi te la «transición entre la psico
logía genética y la epistemología en general que
espera enriquecer con el estudio del desarrolloa .
Por otra parte la psicología genética se asemeja
a la epistemología histórico critica porque toma
el desarrollo del conocimiento en el momento e n
que comienza la historia de la ciencia. E n este
punto la psicogénesis completa a la sociogénesis.

a Piaget. Prefacio al Diclionnair d lpillémologi4 gbillique de   M. Battro.


PUF. París 1965.
 

40 L A EPISTEMOLlJ lA

Incluso en sus comienzos, la ciencia aludía a no-


ciones elaboradas por u n pensamiento y a consti-
tuido y estas mismas nociones sólo pueden com-
prenderse gracias a una especie de embriología
de la razón.
Para instaurar y promover este tipo de inves-
tigaciones que le preocupaban desde el comienzo
de su carrera Piaget tras publicar su Introduction.
a l épistémologie génétique fundó en 1 55 el Centro
Internacional de Genética ligado a
la Facultad de Ciencias de Ginebra. La organiza-
ción de los estudios que en él se llevaron a cabo
estaba presidida por dos imperativos: el primero
asegurar una estrecha colaboración entre psicólogos
especialistas del desarrollo genético y lógicos es-
pecialistas de la formalización, o sea sabios de
diversas disciplinas que se plantean problemas de
epistemología; el segundo imperativo era reducir
estos problemas a formulaciones que puedan tra-
tarse por medios de la psicología experimental; y
por último desembocar en soluciones confirmadas
por la experiencia.
Debido a esta alusión sistemática a la expe-
riencia, entendida en el sentido riguroso de expe-
riencia científica, esta epistemología genética se
distingue de la simple intervención de consideracio-
nes genéticas m ás o menos elaboradas que pueden
encontrarse en los trabajos anteriores de algunos
epistemólogos. Los sabios que reflexionan sobre su
ciencia muchas veces aluden a estas consideracio-
nes. Unas veces, se trata más bien de reconstruc-
ciones racionales arbitrarias que desembocan en

• Sus resultado. se publican en las P U F al ritmo de varios v o úm annale.


con  l titulo general de Elude. d epislém gie généliq l y bajo l ineei n de
J. Piaget. El número de volúmenes aparecidos ba.ta abora se aproxima a la
treintena ·   primer volumen contiene   exhaustivo estudio de iaget referente
al programa y los mét odos de la epistemologla genéti ca.
 

L S  PROXIM IONES 41

tesis filosóficas y no en resultados científicos; por


ejemplo Frege y RusselI h ac en d ep en de r las nocio-
nes y aritméticos de y princi-
pios puramente lógicos Otras veces acercándose
y a al punto de vista de los psicólogos se han de-
jado influir como Poincaré por sugerencias intros-
pectivas como si la i nt ro sp ec ci ón p u di er a comu-
nicar al sabio la formación de sus nociones funda-
mentales y principios básicos. Y otras veces hay
quien intenta fundar una epistemología realmente
genética en una psicologia; como F. Enriques.
Pero esta psicologia a la que se alude h a pasado
de moda actualmente estando todavía influida por
la psicologia clásica Contrariamente el uso re-
gular de procedimientos experimentales como los
practicados por Piaget en sus trabajos sobre la
psicologia del niño permite trasladar al terreno
de la experiencia todos los problemas de episte-
mologia relacionados con ma-
nera en los debates en que a nivel teórico se opo
nen las diversas teorías epistemológicas se podrá
contrastar y sustituir una epistemologia de carác-
er científico por una epistemologia todavía insu-
ficientemente liberada de especulaciones de tipo
filosófico P or ejemplo se podrá distinguir lo justo
y lo erróneo de RusselI al hablar de la noción de
número bajo sus dos aspectos cardinal y ordinal
de las nociones lógicas de clase y de relación transi-
tiva asimétrica. También podrá verse lo excesivo
que resulta la brutal separación establecida por el
empirismo lógico sobre todo en sus comienzos
entre el c on oc im ie nt o e mp ír ic o co ns id era do como
simple constatación sensorial y el instrumento
lógico matemático considerado como simple ins-
trumento lingüístico.
Otro elemento esencial de los trabajos de l C en tr o
 

42 L PIST MOWGÍ

de Ginebra es su carácter interdiseiplinario E n


primer lugar es m uy natural sobre todo en un
momento en que los problemas de epistemología
tienden a especializarse e integrarse en las diversas
ciencias que se pongan de acuerdo los sabios que
se enfrentan con dichos problemas E l trabajo del
psi ólogo es trasladar e st os p ro bl em as al menos
los que tratan de la génesis a un nivel experimental
y proporcionar así los medios para resolverlos de
una manera científica; además de estos problemas
el psicólogo debe aprender de los sabios cuáles
son y debe pedirles su control ta l como los vayan
trasponiendo La colaboración de los lógicos no es
m en os i nd isp en sa bl e debido a la estrecha depen-
dencia de la génesis con la estructura L a génesis
se hace por grados cada uno de los cuales indica
un e st ad o p as aj er o de equil ibrio caracterizado por
una determinada estructura Para fijar las etapas
del desarrollo es preciso que cada una de ellas sea
objeto de u n análisis estructural que sólo puede
realizarse con precisión con el instrumento logístico
Pero colaboración no significa confusión de tareas:
la psicología ciencia de lo real no debe intervenir
en cuestiones de validez formal; y la lógica ciencia
formal no debe inte rvenir e n cuestiones reales
Si hasta ahora el Centro de Ginebra no ha aludi-
do a ningún historiador de las ciencias aunque la
historia de las ciencias como la psicología genética
trabaje de acuerdo con la d im en si ón d ia cró ni ca
y sea una ciencia de hechos no se debe sólo a que
la investigación histórica no estudia la misma etapa
de desarrollo sino también a que se practica con
métodos distintos de los de la psicología infantil
que han sido la b as e e xp er im en ta l en los trabajos
de un Centro cuyo animador es precisamente u n
psicólogo infantil Pero entre   psicogénesis y la
 

L S  PROXIM IONES 43

sociogénesis hay u n lazo estrecho pues el estudio


de la segunda es como una p ro lo ng ac ió n d el de la
primera.  Tanto en un caso como en otro el análisis
genético de be s om eter se a u n análisis estructural.
Píaget ilustra las relaciones que en epistemología
establecerse entre la aproximación por
lisis logístico la aproximación por psicología ge-
nética y la aproximación histórico-crítica com
parándolas con las que en biología h an resultado
positivas entre la anatomía comparada la embrio
logía y la teoría de la evolución.
Al estudiar la epistemología a través de la psico-
logía genética la escuela de Ginebra no excluye
los d em ás m éto dos a no ser que no satisfagan las
exigencias científicas; colabora con estos métodos
mostrando cómo articulan con el suyo propio.
Los valiosos r es ul ta dos que y a ha obtenido la episte
mología genética no impiden que se reconozca que
tal como lo indica el adjetivo que la especifica su
campo sólo coincide parcialmente con el de la epis-
temología general. E n c ie rt o s en ti do es más estre
cho e i nc lu so c asi ajeno ya que se le conoce en las
etapas precedentes a su ascensión en la ciencia.
De ahí la reacción molesta para Piaget del em
pirismo lógico: vuestros estudios se le objeta son
interesantes per o proceden de la psicología y no
de la epistemología. Y por esta m ism a ra zón su
campo es más amplio puesto que abarca el co-
nocimiento general considerado este desde su punto
de partida y no en el momento en que accede al
nivel científico. No es por azar como y a se a visto
que Piaget considera de entrada a la palabra episte
mología como sinónimo de teoría del conocimiento.
U na de las razones que no obstante ofrecen el

  P 1Io1ogie   ópü émologie plig 34.   cmdñer P u f I . 1970.


 

44 L PIST MOLOGÍ

gran interés de sus trabajos para la epistemología


entendida en su sentido estricto como análisis del
conocimiento científico es que sus trabajos elimi-
nan determinadas ilusiones que ofrecía u estudio
estrictamente limitado al análisis de dicho conoci-
miento Los psicólogos nos han hablado del retraso
de esta toma de conciencia y nos han dicho que
es m uy difícil reconocer las nociones más antiguas
siendo las últimas que se esclarecen L a ciencia
se construye in medi s res sólo poco a poco y
difícilmente vuelve de nuevo a sus principios anali-
zándolos Si aceptáramos sin crítica alguna el orden
de aparición histórico podríamos engañamos Esta
crítica teórica se verá reforzada por los hechos al
estar de acuerdo con la psicología genética Por
ejemplo la geometría métrica ha precedido por
mucho tiempo a la geometría proyectiva y a la
topología mientras que su orden psicogenético es
inverso y concuerda con un orden racional de
dependencia La mecánica clásica subordina la
noción de velocidad a las de espacio y tiempo
mientras que la mecánica de Einstein cambiando
la subordinación establece el orden que se constata
en el desarrollo mental del niño
 

CAPÍTULO IV

LOS PROBLEMAS

Los problemas de la epistemología se reparten


en dos grandes grupos: los de carácter general que
abarcan la totalidad de las ciencias;   los propios
de cada grupo de ciencias más o menos amplio
o concernientes a una sola ciencia e incluso a una
rama de una determinada ciencia Por ejemplo la
historia de las ideas suscita frente a la historia de
hechos militares y diplomáticos
epistemológicos nuevos en cuanto a métodos natu-
raleza de explicación etc. Pero rechazan esta divi-
sión aquellos que en su preocupación por preservar
a la epistemología de cualquier contacto filosófico
quieren limitarla a los únicos problemas de episte-
mología interna problemas que cada sabio debe
resolver en su especialidad   con sus propios medios.
Para ellos la epistemología es tan sólo la agrupa-
ción de epistemologías regionales ligadas cada una
de ellas a una determinada ciencia o al menos
a un grupo restringido de ciencias Pero no habría
epistemología general porque la Ciencia en sin-
guIar y mayúscula sería una invención filosófica
Por más respetable que sea esta preocupación
de rigor científico se plantean problemas que con-
ciernen si no a la ciencia al menos a las relaciones
entre las diversas ciencias La decisión de excluirlos
de la epistemología y de considerarlos problemas
de la filosofía de la ciencia sólo se justificaría si
 

46 L PIST MOWGI

hubiera una clara frontera que separara ambos


órdenes de trabajo y si por otra parte los sabios
como tales se desinteresaran p or completo de ellos
La misma pluralidad de las ciencias y su ince-
sante proliferación con sus encabalgamientos y
enlaces no pueden satisfacer el espíritu del sabio
quien no se contenta con una simple dispersión sin
plantearse problemas de coordinación. Actualmente
se ha transformado el viejo problema de la «clasi-
ficación» de las ciencias denominación que por
a qu e l e nt on ce s era bastante incorrecta. No se t r a t a
ya de construir un sistema rígido e inmutable en
el que cada ciencia tendría su lugar propio y defi-
nido con sus diversos compartimentos y en donde
incluso se indicaría como en la clasificación de
Ampére los lugares todavía vacíos para las ciencias
futuras. No es una clasificación análoga a la de las
especies vivientes o al cuadro de los elementos
químicos: las ciencias no se distinguen entre sí por
discontinuidades evidentes y absolutas como los
elementos químicos; sus t ra n sf or ma ci on es s on infi-
nitamente más rápidas que las de las especies
vivientes. L a clasificación que a mediados del si-
glo X V I I I trazaba D Alembert y a no es válida
a ct ua lm en te . P er o u cuadro siempre es necesario;
se exige ta n sólo que sea manejable y abierto que
refleje el estado presente de la ciencia y admita
comunicaciones y reorganizaciones.
J u n t o a este problema de coordinación de con-
junto se plantea todavía u n problema general
concerniente a las relaciones entre los dos grandes
grupos en que se distribuyen las ciencias Aunque
no nos pongamos de a cuerd o sob re su interpreta-
ción en general se admite la división entre las
ciencias formales por una parte lógica y matemá-
ticas y las ciencias de lo real por otra. A partir
 

  S PRO LEM S 47

del nacimiento de la matemática racional uno se


pregunta por el acuerdo aparentemente milagroso
entre sus explicaciones y las de la experiencia Con
el nacimiento de la física m ate má tic a en la época
moderna el problema se ha planteado de una ma-
nera más aguda y todavía m ás hoy en día debido
a la aplicación en conjunto de las ciencias de la
matemática que no es sólo cuantitativa sino tam-
bién estructural interesándose como Descartes lo
presentía tanto por el orden como por la medida
Si este problema de aplicabilidad todavía conserva
un aspecto filosófico quedan al menos a nivel
estrictamente científico m uc ho s p ro ble ma s que re-
sultan de la a pl ic ac ió n e fe ct iv a La importancia
que en la actualidad va adquiriendo la teoría de
los «modelos» puede proporcionarnos un vivo ejem-
plo: se trata de una e pi st em ol og ía g en er al aun
siendo una epistemología interna Pueden mencio-
narse otros ejemplos más tradicionales sobre pro-
blemas de epistemología general que permanecen
a nivel subfilosófico especialmente los concernientes
al análisis de algunas nociones comunes a todas las
ciencias o a la mayoría de ellas E l matemático
físico naturalista y lexicógrafo se sirven también
de definiciones: ¿basta distinguir a partir de Aris-
tóteles entre las definiciones de cosas y las de
número o como lo hace Liard entre las defini-
ciones geométricas y las empíricas? Para el mate-
mático la probabilidad es objeto de cálculo; el
físico sabe que sus métodos inductivos desembocan
en probabilidades y considera a todas sus leyes
como probabilidades; el historiador se pregunta
sobre la probabilidad de los testimonios: ¿se trata
siempre de una misma probabilidad en estas di-
versas ciencias o si no cómo se organizan entre
sí e stos dive rs os sentidos?
 

48 L PIST MOWGÍ

Si las ciencias son diversas y diversas las cuali-


dades de espíritu que cada na de ellas pide
algunas e xp er ie nc ia s comunes caracterizan   espí-
ritu científico en general: una es la exigencia de
inteligibilidad que compara al sabio con el filósofo;
otra que lo r elaciona con el ingeniero es la exi-
gencia de positividad esto es de posibilidad de u n
control intersubjetivo. Cuando se intenta acatarlos
escrupulosamente ambos imperativos no concuer-
dan siempre entre sí y la tensión resultante deter-
mina en el interior de cada ciencia u n desacuerdo
sobre el ideal científico Se le reconocerá fácilmente
bajo l as d iv er sa s fo rm as qu e a do pta en cada ciencia
Quizá sea en las ciencias del mundo físico donde
se manifiesta m ás claramente en las dos maneras
de concebir las relaciones entre la parte teórica
y la experimental; o lo que es casi lo mismo el
significado de las teorías: ¿intentan profundizar
nuestro conocimiento de los fenómenos buscando
detrás de las leyes las causas explicativas o bien
no son más que una sistematización de u n conjunto
de leyes? Persiste este conflicto a lo largo de la
historia tras la distinción que desde Platón hasta
Copérnico existió entre la astronomía física que
intenta explicar los fenómenos po r sus causas
ocultas y la astronomía formal q e sólo se enca-
mina a «salvarlas» hasta las discusiones actuales
sobre l interpretación del i nd et er mi ni sm o c uá n-
tico pasando por la rivalidad entre cartesianos
y newtonianos a comienzos del siglo X V I I I y luego
en el siglo X IX entre mecanicismo y energetismo con
s us r ep er cu si on es sobre la áspera querella entre los
químicos partidarios de la r ep re se nt ac ió n a tó m ic a
y los de la representación po r eqnivalentes. Pero
también ocurre algo semejante en otras ciencias
E l parecido intelectual se manifiesta entre el intui
 

  PRO LEM S 49

cionismo de Brouwer en matemáticas y el fenó-


meno positivista en física; en biología l oposición
del mecanicismo frente al vitalismo; en psicología
la d l behaviorismo frente a la reHexología en la
psicología entendida como hermenéutica; en histo-
ria la oposición de la historia de los aconteci-
mientos con la hi st ori a e xpl ic at iva o más bien
comprehensiva que proceden de una dualidad en
el ideal científico Pero hay algo más que u n hecho
de epistemología general y Meyerson se refirió a ello
en su defensa contra el positivismo de lo que él
llama realismo o causalismo
Por debajo de estos problemas y descendiendo
un grado en la generalización hacia la especializa-
ción se encuentran aquellos que se relacionan con
uno u otro de los dos grandes grupos de las cien-
cias Desde una época reciente la lógica bajo su
nueva forma de lógica simbólica o logística figura
junto a las matemáticas y en estrecha unión con
ellas: ello plantea bajo una nueva forma el pro-
blema de la relación entre ambas disciplinas Actual-
mente cuando se estudia la naturaleza del razona-
miento matemático y a no se intenta confrontarla
con el silogismo Con la nueva lógica el problema
esencial es saber si la matemática se puede reducir
a ella lo que sería una manera de fundarla D e
cualquier modo cada problema de la epistemología
matemática tiene su correspondiente en lógica y
a la inversa Quizá sería mejor decir que son co-
munes a ambas ciencias: por ejemplo el problema
del estatuto ontológico de sus nociones o del corres-
pondiente objetivo de sus t ér mi no s Con facilidad
podríamos plantearnos en matemáticas el pro-
blema de saber si los principios de la lógica expresan
leyes del ser normas del pensamiento o b ie n r eg la s
para la manipulación de los símbolos; en otras

 
 

50 L PIST MOLOGÍ

palabras si la lógica es una ciencia objetiva nor-


mativa o bien u n arte del cálculo.
Los problemas de epistemología comunes a las
ciencias de lo real se plantean en física de una
forma ejem plar; pues al hablar de dichos pro-
blema s c as i s ie m pr e se piensa en ella y se toman
s us e je mp lo s. E m e s t NageIt divide estos problemas
en tres según afecten a la construcción de los con-
ceptos a la estru ctu ra de las explicaciones o a la
validez de las conclusiones Los problemas rela-
tivos al método experimental y a la naturaleza y
justificación de los procedimientos inductivos ocu-
pan evidentemente un lugar importante en dichos
estudios. Uno se p reg unta tam bién sobre la fun-
ción de las teorías sobre la naturaleza de las
leyes y sobre la de lo hechos junto con la posi-
bilidad de construcción y acuerdo que admiten.
Se plantea así el g ran problem a de la unidad de
las ciencias de lo real: ¿pueden agruparse to da s
en un solo t ipo fun da men tal cuyo modelo más
completo sería la física?; ¿o están irremediable-
mente separadas en dos o tres ramas?
Sobre este último problema se relacionan más
o menos directamente la m ay oría de los problemas
que se plantean en las ciencias de la vida y en las
ciencias del hom bre que son relativamente más
restringidas que las ciencias vistas hasta ahora.
Efectivamente aparecen conceptos fundamentales
que son completamente ajenos a los de la física
y aparentemente irreductibles a ella No se habla
sólo de leyes abstractas sino también de seres; se
tienen en cnenta los hechos y los valores. Induda-
blemente puede analizarse u n ser como una inter

The  tructure o cienee problems in  he logie o cientifit: e t planalion ar-


court Beaee   World Nueva York   Bur1ingame 1961
 

  S PRO LEM S 51

sección de leyes pero eludimos asi su característica


esencial: la individualidad. Se pueden considerar
los v alo re s c om o datos de hechos pero estos hechos
son de la misma na tura lez a que la de los hechos
que trata la ciencia del mundo fisico; abarcan no-
ciones como las de tendencia función éxito y fra-
caso normal y patológico   nociones todas ellas
que gravitan en torno a la noción de finalidad L a
palabra atemoriza al biólogo pero no puede rehusar
a la idea y le quita todo aquello que podría rela-
cionarle con la conciencia o con la intención: de las
«causas finales» de Aristóteles a la «teleonomia»
de J acques Monod pasando por lo que Goblot
llama la «conveniencia compleja»; el recorrido es
largo. Todas estas nociones comportan un análisis
epistemológico E l problema más grave es saber
si estas nociones pueden finalmente o hasta qué
punto interpretarse con el lenguaje de la fisica o
cuando menos ponerse de acuerdo con él
Con la aparición de la conciencia clara de la
actividad voluntaria del lenguaje de los utensilios
luego de las sociedades politicas de la religión del
arte de la ciencia surgen nuevos conceptos o
«ideas fundamentales» de las que todavia sólo se
encuentra u n esbozo en las ciencias de la vida.
De ahi surgen nuevos problemas; por ejemplo ¿en
este n ue vo c am po hay que sustituir la «comprehen-
sión» por la «expücación»?; ¿las finalidades pueden
y de qué manera considerarse causas?; ¿en qué
medida o en qué forma la aplicación del instru-
m ento m atem ático es posible y deseable? E n el
interior de estas ciencias que se agrupan bajo la
denominación global de ciencias del hombre se
plantea la de su Comunes
por su objeto que es el hombre no son m uy dis-
paratadas por sus estudios. La antropología a pe
 

52 L PIST MOLOGÍ

sar de su nombre es u n simple fragmento de ellas;


la historia es científica pero no es una ciencia en
sentido que son la
las llamadas ciencias normativas son bastante dife-
rentes de las otras para que a menudo puedan res-
ponder al título de ciencias; etc
También en estas disciplinas surgen problemas
relativos a su jerarquía Por varias razones y en
determinados momentos una de estas disciplinas
e incluso una teoría surgida de una de ellas preside
el conjunto o se atribuye una función rectora E n
el siglo X I X al que a veces se ha llamado el siglo
de la historia esta no sólo se desarrolla por sí
misma sino que parece reinar en todas las partes
en donde se habla del hombre; así lo han recono-
cido aunque cada uno a su modo Cournot Dilthey
y también Marc Blochs quien dice con humor: «El
buen se parece al ogro; allí donde huele
carne humana sabe que está su caza» E n nuestros
días la lingüística por   éxito de sus métodos de
estudio toma frente a sus ciencias más cercanas
u n valor ejemplar Algunas t eo rí as e la bo ra da s en
el interior de u na de estas ciencias como el mate-
rialismo dialéctico o el psicoanálisis a veces sirven
de principio general de explicación para todos los
temas humanos
Esta insustanciosa e i nc om pl et a enu mera ci ón
puede dar y a u na idea sobre los problemas que la
epistemología trata y sobre su variedad Para enri-
quecerla hay que presentar algunos ejemplos aun-
que sea someramente: será   objeto de nuestra
segunda parte Nuestros dos primeros ejemplos son
de epistemología general; los tres siguientes de

I Apologie poor I ioloiro o.. lo mélier d iolorien pág 4 Colin P e r ú 1949;


o ún eete autor más que   pasado «el objelo de la  ielori o. por naluralaa
01 hombre».
 

  S PRO LEM S 53

epistemologías algo más especiales ya que dos se


relacionan con las ciencias formales y el otro con
las ciencias de lo real Sin duda se desearía des-
cender u n poco más hacia la especialización y aña-
  r un capítulo cuyos ejemplos hubiesen sido sa-
cados uno de las ciencias de la vida y otro de las
ciencias del hombre Pero d eb ía mo s d et en er no s en
algún punto en u n libro de dimensiones limitadas
E n el campo de las llamadas ciencias exactas ma-
temáticas y física los trabajos de epistemología
han sido los más desarrollados y tamhién los más
alejados de los problemas filosóficos y de los pro-
blemas que son el objeto mismo de la ciencia:
r az ón s up le m en ta ri a para darles preferencia
E n la elección de nuestros ejemplos hemos pro-
curado que sean de dos tipos que sólo se distinguen
entre sí por una diferencia de grado Se constatará
que algunos de nuestros p ro bl em as e xp ue st os los
de los dos úl tim os capítulos aunque no sean total-
mente nuevos al menos h an tomado una forma
y extensión nuevas en la época actual mientras
que los demás es tá íntim am en te ligados a u na
l ar ga t ra di ci ón P ue s i nt en ta mo s mostrar que si la
epistemología contemporánea presenta un nuevo
espíritu no por ello está necesariamente desligada
de su ascendencia filosófica
 

SEGUNDA PARTE

 LGUNOS PRO LEM S


DE EPISTEMOLOGí

CAPÍTULO V

LA ORGANIZACIÓN DE LAS CIENCIAS

l.   La unidad de la ciencia
¿Ciencia o ciencias? Múltiple por la pluralidad
de objetos y por la diversidad de métodos
la ciencia es una para el sujeto que la concibe.
Según se la considere bajo uno u otro de estos as-
pectos se hablará de su división o de su unidad.
Al comienzo de los tiempos modernos Descartes
opone a la dispersión de las ciencias como asigna-
turas que se enseñan en las escuelas la u nid ad del
saber en el espíritu de quien las concibe. «Todas
las ciencias no son más que la sabiduría humana
que perm anece siempre una   la misma por más
diferentes que sean los objetos a que se aplica
y que sólo recibe como cambios de estos objetos al
luz de todo lo que ilumínan .» El método es uni

1   egulre 1 traducción de G. Le Roy.


 

56 L EPISTEMOux i

versal; la física engloba a la biología y todo lo que


en psicología es común al hombre y a los animales
como los sentidos la memoria la imaginación y las
pasiones. E l auge de la ciencia en el siglo X V I I
hace que esta no pueda ser concebida en su tota
lidad por u n espíritu en el que hubiera conservado
su unidad. Leibniz es el último sabio universal.
E n el siglo X V I I I la ciencia entendida como con-
quista intelectual personal es sustituida por la
enciclopedia cuya finalidad es «reunir los conoci-
mientos extendidos en la superficie de la tierra» lo
que «no puede ser hecho sólo por u n hombrea
Auguste Comte habla de este estado reconociendo
la división de la ciencia en seis ciencias funda
mentales y presentando su irreductibilidad como
esencial y definitiva y no accidental y provisoria.
Todas las tentativas para relacionar una ciencia
con la anterior y explicar así lo superior por medio
de lo inferior son calificadas de «materialistas» y
también y con mayor motivo los intentos de expli
cación universal de los fenómenos por medio de
una ley única. E n cada una de las ciencias funda
mentales un tabique separa irremediablemente sus
diversas ramas; por ejemplo los cinco capítulos de
la física cuya separación se basa en la heteroge
neidad de los fenómenos; tabiques que sin em
bargo a dm i te n c ie rt a colaboración. Y si hay diver
sidad debida objetos estudio hay unidad
en cuanto al espíritu científico o sea al conjunto
de cualidades requeridas para toda investigación
científica; cualidades resumidas en lo que Comte
l lam a e sp ír it u positivo.
A partir de Comte y con los acelerados progresos
de la ciencia cada una de las ciencias fundamen-

• Did ero t artleuIo cEncyclopédie» en L Eru yclopUie


 

L ORG NIZ IÓN DE L S   IEN I S 57

tales se divide a su vez en disciplinas particulares


entre las que se distribuyen los sabios al especiali-
zarse en ellas Pero precisamente para remediar
esta constante dispersión se aspira a cierta unifi-
cación y no como lo creía Comte a través de la
institución de u n cuerpo de especialistas de gene-
ralidades científicas sino a través de la unificación
interna de cada una de las grandes disciplinas:
actualmente el positivismo al igual que en su
concepción de la separaciones definitivas se pre-
senta según términos de A. Lichnerowicz como u n
estadio infantil de la ciencia. Bourbaki reagrupa
«todas las ciencias particulares llamadas común-
mente matemáticas» como ya decía Descartes;
luego estas ciencias se han multiplicado bajo la
u ni da d m at em át ic a en singular diversificada t a n
sólo por un número m uy pequeño de estructuras
que rigen una organización sistemática La física
del siglo X IX reagrupaba sus diversos capítulos tra-
dicionales que surgieron debido a la heterogeneidad
de las cualidades sensibles bajo la dualidad de la
mecánica y electromagnetismo de la física puntual
y de la física de campo L a física del siglo x x
reduce esta dualidad de los dominios a la comple-
mentariedad de dos puntos de vista: el corpuscular
y el ondulatorio E s t a física tras haber presen-
ciado el desmoronamiento de la física clásica y el
auge de la física relativista y de la cuántica en la
que la física tradicional se presenta como una dege-
neración intenta r e u n i r l o s dos extremos con la
construcción de una teoría unitaria de campo Po r

3 «No hay h om br es q ue p or ejemplo conozcan toda   física de su tiempo


como era el caso de Langevin Cotton   Debye ni incluso hombres que conozcan
u na rama importante digamos la tIsica nuclear como Rutberford y  Jolíct
Si se concede el título de sabios a los hombres que tengan una visi6n general de
u na determinada disciplina debe reconocerse que y a no h ay sabios y qu e sólo
quedan científicos» Magat M. en   e Monde 12 mayo 1971.
 

58 L PIST MOLOGÍ

otra parte se establecen relaciones entre las di-


versas ciencias de una m a ne ra t od av ía desconocida
en la época de Comte a medida que la creciente
matematización de las ciencias se combina con los
axiomas de la matemática. E n este momento se
reconoce la existencia de una ciencia a otra de
isomorfismos o sea de identidades de estructura
bajo contenidos totalmente heterogéneos. Así están
relacionadas como «modelos» de una única y misma
teoría abstracta teorías específicas aparentemente
m uy distanciadas entre sí. Finalmente se
llan investigaciones interdisciplinarias que ya Comte
había recomendado pero que h a s t a hoy no se han
realizado y no h an adquirido u n carácter m uy dis-
tinto del que podía otorgarles el dogmatismo posi-
tivista. Ya no se intentan establecer conexiones
bastante excepcionales entre ciencias próximas
cuyo estatuto permanecería no obstante fijo para
siempre como l constitución de la química física
o de la óptica fisiológica. Actualmente las disci-
plinas mixtas se convertirían casi en reglas. Las
ciencias se multiplican se comunican entre sí no
se ponen fronteras; se unen las disciplinas más
distanciadas y en a pa ri en ci a l as m ás disparatadas
como la cibernética en la que cooperan la lógica
bivalente la teoría de los circuitos eléctricos y la
fisiología nerviosa. De este modo cada ciencia sale
de su aislamiento y se obtiene la unidad por medio
de lazos cada vez m ás numerosos entre todas las
partes del saber. L a ciencia actual admite la rela-
ciones i m pr ev is ta s ; t ol er a la convivencia entre múl-
tiples y diversas reagrupaciones; acepta la continua
reorganización; y por su debilidad se opone a la
rigidez positivista. Bajo las diversas aptitudes re-
queridas para ser matemático biólogo o historia-
dor el espíritu científico tiene siempre las mismas
 

L ORG NIZ CI N DE L S CIENCI S 59

carac te rí st ic as f u nd amentales además de las exi-


gencias comunes de verificabilidad y objetividad
que definen   n el sentido propio de esta palabra
limitan conocimiento científico ante las demás
formas de conocimiento.
Si a nivel de práctica científica se admite el ideal
de unificación a nivel teórico el t e m a de la unidad
de la ciencia ocupa u n importante lugar en el
empirismo lógico en donde tiene u n matiz filosófico
más acentuado. De una manera aparentemente
paradójica concuerda la tesis de la dualidad
radical entre las ciencias formales lógica y mate-
máticas juntas y las ciencias de lo real conside-
radas las primeras como u n instrumento científico
más que ciencias propiamente dichas y a que no
nos enseñan n a d a del mundo. E l problema de la
unidad de la ciencia sólo se plantea en las ciencias
de lo real en donde la unificación se concibe no
a nivel de sujeto como en Descartes ni a nivel
de objeto como en el m a te ri al is m o t ra di ci on al
sino a nivel de lenguaje. No se quiere reconocer
la irreducible especificidad de los conceptos funda-
mentales de las div ersas ciencias y se exige que se
reduzcan todos los términos q e los expresan a
términos del lenguaje físico
Al comienzo Carnap presentó este «fisicalismo»
de una manera m u y directa que a pesar de la
transición del nivel ontológico al lingüístico se
pa re cía m uc ho al «materialismo» de Comte en el
sentido de reducción de lo superior a lo inferior: la
biología se rí a m ec an ic ist a la psicología behavio-
rista etc. Pues r e la c ionaba todos los términos cien-
tíficos con los de la física por medio de definiciones
lo que permitiría excluirlos y traducir todas las
proposiciones de la ciencia a proposiciones de la
física La imposibilidad actual de reducirlo todo
 

60 L PIST MOLOGi

a dichas proposiciones ha hecho que Carnap adop


tara u n tipo de unificación mucho más débil, para
él provisorio y admitiera a falta de la definición
de u n concepto biológico, psicológico y sociológico,
su «reducción» a un concepto físico por medio de
una frase que determina el sentido del nuevo con-
cepto indicando la condiciones de la experiencia
por la que sería puesto a prueba. E l término así
introducido no puede ser eliminado; este es el caso
de las defiuiciones; y en consecuencia, los enun
ciados en que dicho término figura no pueden con-
vertirse en proposiciones en las que sólo habrían los
t ér mi no s a nt er io re s. pues del lenguaje
hay que distinguir u n lenguaje «fisicalista», am
pliación del anterior por la introducción de nuevos
signos adecuados gracias a la <<reducción». La tesis
de la unidad de la ciencia significa que toda pro
posición científica puede expresarse en términos
fisicalistas y en consecuencia, que u n lenguaje fisi-
calista podrá considerarse como el lenguaje uni
versal de la ciencias. E l establecimiento de este
lenguaje ha constituido la principal finalidad del
empirismo lógico y ha sido objeto de trabajos agru
pados en colecciones de títulos significativos:  in-
heitswissenschaft International Encyclopedia o f uni-
fied science y también en el Journal o f unified
science
Aunque niegue tener algo de ontológico y pre
tenda rechazar su lenguaje aunque le haya llevado
más allá del lenguaje propio del físico, esta concep-
ción es totalitaria por lo que muchos sabios dudan
aceptarla. E n efecto, implica una o pi ni ón p re co n-

, V er C er ua p R . «Deber die Einheitssprache der Wissenschaft» Á s da


  ongre bUe ,, ional de Philosophie d .. Scie , Paeís, 1935. fase. 11, 1936;
Y «Testability and Meaning». Philosophy 01 Scienee, III-IV. 1936·37 (reproducido
en la obra de Feigl y Brodbeck anteriormente citada .
 

L O RG N IZ CI N DE L S CIENCI S 61

cebida de los problemas fundamentales que les


dividen: p er o n in gu no de ellos rechaza el concepto
más modesto de la unificación por medio de síntesis
parciales ni el reconocimiento de isomorfismo ni la
de

11. división de las ciencias

E n su creciente dispersión las ciencias han per-


manecido agrupadas en grandes conjuntos según
sus objetos de estudio puntos de vista y métodos.
Es este n hecho que la epistemología debe cons-
tatar; no se pregunta por su significado ni por su
relación con   punto de vista teórico.
Podríamos pedir a las instituciones oficiales que
dieran una objetiva de la distribución
de las ciencias en u n m om en to d ad o de su historia.
Pero desgraciadamente las instituciones van siem-
pre atrasadas y cuando se intenta actualizarlas
a menudo no se hace más que u n simple arreglo
poco eficaz. E n Francia por ejemplo la Academia
de Ciencias   c o m o también lo h acían las Faculta-
des de Ciencias antes de la reciente reforma univer-
s i t a r i a sólo conserva las ciencias de la parte
central: en uno de los extremos falta la lógica y el
otro llega hasta la biología. Si bien algunas pocas
Facultades de Ciencias daban tím ida importancia
a la lógica esta dependía siempre administrativa-
mente de las Facultades de Letras. A u n lógico
eminente s le cerrarían ante sí las puertas del
Instituto: pues la Academia de Ciencias no tiene
una sección para admitirlo y teóricamente tam-
poco encontraría en la Academia más pró-
xima y a que la lógica actual ciencia formal h a
 

62 L PIST MOWGi

dejado de ser una ciencia moral y nunca ha sido


una ciencia política. E n el otro extremo de la escala
tanto en la Academia de Ciencias Morales y Polí-
ticas como en las Facultades de Letras y Derecho
se han relegado las disciplinas consideradas todavía
indignas de s er a dm it id as en el santuario. P o ello
ambas facultades creyeron oportuno am pliar su
titulo introduciendo la prestigiosa palabra «cien-
cia»: para unas ciencias hum anas y para otras
ciencias e co nó mi ca s. D ec is ió n que se explica por
dos razones completamente externas pero no se
justifica intelectualmente: ¿la economía es extraña
a las ciencias humanas? y a la inversa ¿las ciencias
humanas admitirían en su seno a la geografía física
y a la psicología animal?
Con frecuencia la reflexión epistemológica basa
la división de las ciencias en una dicotomía funda-
mental que ha sido presentada bajo formas m u y
diversas.
Algunas de ellas son bastante superficiales Como
la distinción entre ciencias abstractas y concretas
que sólo se la acepta como indicadora de los dos
límites ideales entre los que se escalona el conjunto
de las ciencias. Spencer que había adoptado esta
división tuvo que intercalar u n grupo de ciencias
« ab st ra ct o co nc re ta s» ; p er o una vez abierto este
compartimiento todas las ciencias debían entrar
en él Pues las ciencias m ás concretas se sirven de
conceptos y por ello aluden a la abstracción.
Tampoco h ay ciencias totalmente abstractas cien-
cias que hayan perdido todo contacto con lo con-
creto del que ha partido; i nc lu so l as ciencias pura-
mente simbólicas y formales se basan aún en lo
concreto como la intuición de los signos Más que
una división binaria se h a hecho u n desarrollo
continuo. Lo mismo ocurre en la distinción entre
 

L ORG NIZ IÓN DE L S   IEN I S 63

ciencias deductivas   ciencias inductivas Las mate-


máticas comenzaron por ser inductivas; las llama-
das ciencias inductivas toman con frecuencia
siempre aspiran a ello la f or ma d ed uc ti va Deduc-
ción e inducción marcan dos etapas en el desarrollo
de la ciencia encuadradas por una etapa inicial
y por otra final Parece ser que todas las ciencias
que se distinguen ta n sólo por su grado de des-
arrollo siguen u n m is mo r ec or ri do o des-
tinadas a pasar sucesivamente por los estadios
descriptivo deductivo   axiomático
Es más justificada la división hecha desde la
Antigüedad y de acuerdo con las instituciones que
separa las matemáticas y la física en el amplio
sentido de este ú lt im o t ér mi no que designa el estu-
dio de la naturaleza en toda su extensión E n la
E d a d Media las matemáticas están en las Faculta-
des de Artes como disciplina preparatoria mientras
que la física se enseña en las Facultades superiores
como una parte de la filosofía A comienzos de los
tiempos modernos mientras la matematización de
la física estrecha los lazos entre am bas disciplinas
el estudio de la naturaleza a nivel científico divide
al conocimiento científico en dos Esta separación
entre el conocimiento a priori y el conocimiento
experimental está de acuerdo con la filosofía racio-
nalista de las ideas innatas y de la separación
radical entre el entendimiento   la sensibilidad; es
una filosofía que v a ligada a la dualidad de la
naturaleza humana E l mismo empirismo se ve
obligado a reconocerla Hume divide el conoci-
miento humano en dos según trate de las relacio-
nes entre las ideas o bien entre las cosas de hecho:
las leyes del primer conocimiento son intuitiva y
demostrativamente seguras y las del segundo cono-
c im ie nt o s on ta n sólo probables Pero esta dualidad
 

64 L PIST MOWGÍ

molestaba al empirismo que centra todos los cono-


cimientos en una sola fuente: la experiencia il
propone una solución radical: ve en las proposi-
ciones no sólo geometría sino t am b ié n a ri tm ét ic a;
las considera simples verdades experimentales Más
que oponerse radicalmente al pensamiento mate-
mático poco a poco el empirismo se h a desviado
por otro camino. L a matemática no es una ciencia
en el mismo sentido que lo son las demás Sin duda
es científica incluso de una manera ejemplar por
su rigor precisión y certeza; pero no ofrece u n
conocimiento de las cosas. Su lenguaje es coherente
pero indiferente a lo real. Este nominalismo y a
aparece en Hobbes y principalmente en el siglo X V I I I
cuya tendencia general es el empirismo Buffon 5
scribe: «Lo que se llama verdad matemática se
reduce a identidades de ideas y no tiene n in gu na
realidad: suponemos razonamos sobre nuestras su-
posiciones de ellas sacamos consecuencias y luego
conclusiones. La conclusión o última consecuencia
es una auténtica proposición relativa a nuestra
suposición; pero esta verdad es ta n real como la
misma suposición... Las verdades matemáticas son
ta n sólo verdades de definición; o si se quiere
expresiones diferentes de una misma cosa» y por
ello son «siempre exactas y demostrativas pero
abstractas intelectuales·y arbitrarias» Indepen-
dientemente de toda especulación filosófica los sa-
bios que se sirven de la matemática como auxiliar
son conscientes a menudo y de forma más o menos
confusa de la función esencialmente lingüística de
la matemática; en ella ven el lenguaje que mejor
se adapta a la expresión de sus conocímíentos .

5 Hü i.... I1GlureI l. primer discurso.


S Un asloo a quien hablaba yo u n cHa de sus eolegee matem6t1coe. me rote-
rrwnpi6 y alzando loo homb..... dijo: «Bah ¡son literariosl».
 

L ORG NIZ IÓN DE L S   IEN I S 65

E n la época actual, esta idea, de la que se h a


hablado y de la que volverá a hablarse, ha renacido
de manera explícita, detallada y sistemática en el
empirismo lógico que opone a las «ciencias de lo
real» las «ciencias formales», lógica y matemáticas,
consideradas com o elabor aciones de carácter lin-
güístico. U n sistema de lógica simbólica, dice
Carnap , «no es un a teoría ni un sistema de afir-
maciones sobre algunos objetos, sino una lengua,
u sistema de signos con las reglas para su empleo».
Sin embargo, este concepto comporta reservas,  
no sólo de parte de los matemáticos «platonistas».
La división que este concepto traza se establece
menos entre dos grupos de ciencias que entre los
sistemas puramente formales y las interpretaciones
concretas que puedan recibir tanto en el campo
ógico o matemático como en el de la física o bio-
logía L a construcción de estos sistemas sólo es
posible en ciencias ya axiomatizadas; por ello se
comprende que sean las más avanzadas en cuanto
a la formalización axiomática, que son uno de sus
mejores ejemplos.
Otra dicotomía en el interior mismo de las cien-
cias de lo real es la mencionada por Comte que
conserva en su clasificación de las ciencias el pri-
m er grupo de ellas: «Las unas, abstractas y gene-
rales, tienen por objeto el descubrimiento de las
leyes que rigen los diversos tipos de fenómenos  
Las otras, concretas, particulares, descriptivas  
consisten en la aplicación de estas leyes en la his-
toria efectiva de los diferentes seres existentesa ,
E s un a distinción sobredeterminada: en ella hay,
al menos, tres oposiciones Dejemos a un lado la

  Einführung in die symbolische   o i k ~ p á g l Springer, Viena, 1954


8   aUTa de philosophie posi ive lección segunda
 

66 L PIST MOLOGi

de abstracto y concreto y tam bién la de general


y particular. E n primer lugar nos queda la de las
leyes y los seres; este último término puede tomarse
a su vez en sus dos sentidos fuerte y débil. Si al
igual que Leibniz planteamos que todo aquello
que no es u n ser no es verdaderamente u n ser
entonces la división se establecería entre la física
y las ciencias siguientes: la biología y l s ciencias
del hombre. Si como Comte tomamos el sentido
más débil vemos que son ciencias «descriptivas»;
por ejemplo lo es la mineralogía en relación con
la química y la física; y en el campo de los seres
vivos lo es la zoología o la botánica en relación
con la fisiología Pero al introducir la palabra
historia Comte establece una tercera división. Este
término aún continúa siendo equívoco. E n su sen
tido primitivo que se ha conservado en la expre
sión «historia natural» designa u n grupo de obser
vaciones siendo sinónimo de «ciencia descriptiva».
Pero p ara u n moderno dicho término evoca la
idea de sucesión cronológica E n este último sen-
tido la distinción más que entre dos ciencias
o grupos de ciencias se establece entre dos puntos
de vista: el histórico y el dogmático. P o r ello
Cournot amplía cada ciencia teórica de lo real en
su correspondiente ciencia histórica; por ejemplo
la fisica por la cosmología añadiendo no obstante
que el e le m en to h is tó ri co tom a una creciente impor
tancia a medida que cambiando de escalón se
pasa de la física a la biología y de ahí al estudio
de las ciencias hum anas en las que nos dice nos

9   ssai Cap. X X I I « De la e o or d io a ti o n d es c on na is sa nc es h u m ai n es » .  n u n
cuadro co n doble entrada Coum o t establece un a divísién por series e n l suce
sión de los d i ve r so s g r ad o s- teórica y cosmológica o histórica; añade un a tercera
serie: técnica o práctica. E s t a triple distinción es bastante parecida a l de Adrian
Navilles teoremática o ciencia de las leyes historia o ciencia de los hechos
y canónica o ciencia de las reglas
 

L ORG NIZ IÓN DE L S   IEN I S 67

hallamos en plena historial , H a s t a el punto de


que los filósofos alemanes, como Dilthey, han hecho
coincidir a la historia con las ciencias del hombre
o como ellos dicen, con las ciencias del espíritu,
opuestas así a las ciencias de la naturaleza; estas
explican sus fenómenos, mientras que las ciencias
del espíritu intentan comprenderlos Estos puntos
de vista son d iscu tib le s; p od em os mencionar la
distinción que hacía otro alemán, Rickert, entre las
ciencias nomotéticas que establecen leyes y las cien
cias idiográficas que describen lo singular y se
agrupan junto a la historia.
Esta distinción entre ciencias nomotéticas o teo
remáticas y ciencias descriptivas o históricas es
más la distinción de dos grupos de ciencias que la
distinción interior de cada uno de los objetos de
estudio entre los que actualmente se está de acuerdo
para d is tr ib uir las ciencias de lo real: ciencias del
mundo inanimado, de la vida y del hombre t.
Entre a mbo s e xtr em os   l s ciencias del mundo
inanimado y las ciencias del h o m b r e - , las ciencias
de la vida ocupan u n lugar inestable, balanceán
dose hacia u o u otro de ambos polos. E l dualismo
clásico de materia y espíritu, de física y moral,
precisado por los cartesianos con la oposición de la
extensión y pensamiento, rechazaba en física a la

10 Algunos, como C o u rn o t, r e st ri n ge n el t ér m in o h is to ri a para los aconteci


mientos humanos   rechazarían por expresiones impropias las de « hi st or ia d el
cielo» e «historia de las especies»; en efecto, la calificación de historiador sólo
la aplican a los qu e estudian el desarrollo cronológico de las sociedades h u m a n a s .
11 Preferimos esta e xp re si ón q u e la de «ciencias humanas» q u e , a c tu a l m en t e ,
ha suplantado a la de « c ie n ci a s m o ra l es » ; como ocurre c on la de «ciencias del
e sp ír it u» , f re c ue n te en Alemania, o co n la de «ciencias de la cultura», cuya
abolición es l am e nt ab le . T od as las ciencias so n humanas, incluso las que no
t r a t a n del hombre. La denominación oficial por desgracia, de «ciencias h u m a n a s » ,
es u n a manifestación de la enfermedad de nuestra l en g ua , e nf er me da d l la m a da
adjetividad  conflicto p e tr o le r o, p o lí t ic a g a n a d e r a , etc.}. Aquellos q ue d eb er ía n
c on se rv ar m u ch o más q ue otros la pureza de la lengua, DO dudan e n otorgar
la expresión ehistoria literaria» al referirse a la historia de la l i te r a tu r a : ¿ p o r qué
no decir u na historia musical o una historia química? U na historia de la revolu
ción no es necesariamente un a historia revolucionaria.
 

68 L PIST MOLOGÍ

biología La teoría del animal máquina del   iglo


X V I I y la del hombre máquina del siglo X V I I I son
todavía teorías filosóficas Pero e n los siglos X IX
y X X el trabajo científico impulsa cada vez más
lejos la reducción de los fenómenos vitales a fenó-
menos fisico químico s Los mismos investigadores
que por prudencia científica no se adhieren al dog-
m a mecanicista admiten con frecuencia el meca-
nicismo como hipótesis de trabajo fecundo La sepa-
ración fundamental parece estar entre la materia
inanimada o viviente y la conciencia Pero en
otros aspectos la separación más profunda parece
estar entre lo inanimado y lo viviente dotado o no
de conciencia clara E l dualismo cartesiano se sus-
tituye por u n dualismo de tipo bergsoniano que
opone la duración o interiorización de la vida y de
la conciencia a la espacialidad y exteriorización de
la m ateria bruta Otros rasgos de la vida cons-
ciente se encuentran también en la v i d a orgánica
mientras que la revolución científica del siglo X V I I
e xc lu ía d el mundo físico todo lo que podía recordar
dichos rasgos Pretenden introducir un nuevo con-
cepto radicalmente opuesto al de la física y común
a la biología y a la psicología  2• P or ejemplo el
mundo físico desconoce la individualidad; induda-
blemente tiene sistemas de cierta unidad pero
todavía son ta n sólo partes de ser si cabe Cournot
destacaba precisamente que mientras la materia
en singular es u na realidad la vida no es más
que  nna abstracción y a ue sólo existen los vivien-
tes Los sistemas materiales incluso los más com-
plejos no están verdaderamente organizados: no
tienen órganos propios pues no tienen funciones
y es justo que se califique de inorgánico el mundo

12 Por ejemplo Ver Ruyer R EléJ lents de psychobiologie PUF París 1946
 

L ORG NIZ IÓN DE L S   IEN I S 69

al que pertenecen. Este mundo   a b s t r a y e n d o el


uso que de él hace el hombre para sus f i n e s no
tiene necesidades   problemas; desconoce   éxito
y el fracaso: nociones igualmente esenciales para
el biólogo psicólogo sociólogo e historiador.
Si en a lg un os a sp ectos el ser viviente no s más
que un cruce de acciones fisicoquímioas en otros
es una mónada centro individualizado de percep-
ción y apetito; e sta p ar ad ój ic a d ua li da d es preci-
samente su rasgo característico Está en el espacio
en donde se yuxtaponen sus partes en donde se
desplega su actividad: se manifiesta en   exterior.
Pero esta apariencia no es toda su realidad parece
s r ta n sólo el fenómeno de lo que m uy bien puede
l la ma rs e i nt er io ri da d: término metafórico sacado
del dominio del espacio precisamente para expresar
lo que se opone a la espacialidad. No se trata exac-
tamente de la conciencia que no es más que una
de sus formas sino de algo mucho más profundo
sobre lo que la conciencia se inserta. Es la existen-
cia en sí de la que carecen la piedra y el cristal
pero que ya en algún grado tiene la planta e in-
cluso la amiba. Si bien al pertenecer al mundo físico
el s er v iv ie nte es u n objeto es u n objeto que pa-
radójicamente tiene la propiedad de ser un sujeto.
De ahí surge la s it ua ci ón a m bi gu a de la biología
en precario equilibrio con las ciencias de la materia
y las del espíritu: irreductible tanto a unas como
a otras. Sin embargo participa en algún grado de
unas y otras. E n las ciencias de lo real ocupa una
posición no sólo media sino también y ta l como
lo afirmaba c on agrado Cournot- un a posición de

18   ambiénle gustaba destacar como tanto en un a parte como en otra de esta


-zona de máxima oscuridad las dos partes que une tienden hacia una determf-
nada simetría en la que ella sería el eje: en los dos e xt rem os de la cadena el puro
mecanismo en la materia y las deliberaciones de la raz6n en la conciencia son Jos
dos modelos más perfectos de inteligibilidad y de previsión.
 

70   PIST rOLOGÍ

«núcleo»: es el punto de unión en el que las fuerzas


ciegas de la materia se mezclan con el mundo de
los valores.

III. - E l orden de las ciencias

La organización sistemática de las ciencias   o que con


frecuencia se llama, aunque impropiamente, su clasificación-
todavía no se ha logrado si uno se contenta en distribuir las
múltiples ciencias en conjuntos mayores. H ay que disponerlas
en u n determinado orden que indique sus relaciones; lo que
puede hacerse de dos m an er as , s eg ún se pretenda establecer
u n cuadro sinóptico o una clasificación jerárquica. U n cuadro
como los de Bacon y D Alembert relaciona a las ciencias
unas con otras, pero las deja a un mismo nivel. Contraria-
mente, u na clasificación compara a las ciencias entre sí según
u n determinado valor que cada u n a de ellas tiene y desde su
punto de vista les asigna una pos ición a cada una. E l primer
concepto alude a la idea de en ci clo pedi a en la que en cada
período de la evolución de las ciencias se dispone u n con
junto de ciencias empíricamente dadas; ello se hace de una
manera práctica para así poder reconocerlas fácilmente. La
segunda noción se encamina ya hacia u n sistema en el sentido
fuerte de la palabra, sistema en el que se fija en virtud de u n
pr in ci pi o a priori u n orden necesario que se rá respetado por
los progresos de la ciencia. Aunque u n orden jerár-
quico no es necesariamente lineal   normalmente es piramidal:
jerarquia militar, eclesiástica etc. al aplicarse en las cien
cias toma la forma de una cadena, como la catena scientiarum
de la que habla Descartes, comparable a la serie de números
enteros, en la que cada anilla representa un a ciencia relacio
nada con la anterior.
E l principal mérito de la famosa clasificación de Comte
aunque en detalle se hagan algunas reservas, es haber esta-
blecido u n orden jerárquico de dependencia entre sus seis
ciencias fundamentales, desde las matemáticas hasta la socio
logía de acuerdo con los dos criterios de complejidad cre-
ciente y generalización decreciente que hacen que, a partir
de   segunda ciencia cada un a de ellas suponga a la anterior
como su co nd ici ón necesaria; de esta manera se determinan
y especifican unas a otras. Este orden de dependencia lógica
estaría confirmado por el orden cronológico de desarrollo de
 

L ORG NIZ IÓN DE L S   IEN I S 71

estas ciencias y dictaría el plan de u n a educación racional


tanto p a r a la instrucción general como para la de los sabios
Con algunas variantes en la interpretación de conjunto y en
la división detallada la jerarquía establecida por Comte se
encontrará en el siglo X I X en varios autores c om o W he we ll
Cournot y Emile Boutroux; en general hoy continúa siendo
reconocida
Sin embargo comporta algunas reservas La idea de poder
disponer de las ci en cias en serie lineal de acuerdo con u n
orden de subordinación jerárquica se
sobre postulados discutibles A saber: las ciencias forman
u n a cadena y esta está orientada esto es la dependencia no
es recíproca Ciertamente nadie ignora algunas recurrencias
y el mismo Cornte destacaba el hecho pero lo consideraba
accesorio y accidental Además los recientes cambios de la
ciencia h a n acusado la importancia de e st as r ec ur re nc ia s
comprometiendo la rigidez dogmática del sistema de Comte
Actualmente ya no es p os ib le c on ce bi r el conjunto de la
ciencia a la manera positivista como u n m onu me nt o qu e se
construiría escalón por escalón sobre bases definitivamente
seguras L a matemática se pregunta por sus bases los fenó-
menos electromagnéticos h an suscitado u n a transformación
completa de la mecánica; los progresos de la química contra-
riamente a las imprudentes previsiones de Comte h an deter-
minado los de la a st ro no mí a; l as leyes estadísticas se h a n
trasladado del mundo social al físico E n general si es normal
ir de lo simple a lo complejo también es útil e instructivo
pasar de lo complejo a lo simple; lo simple sólo p ued e s er lo
simplificado y lo simplificado sólo se comprende a través
de u n a estructura más compleja a la que se inserta c om o d eg e-
neración J u n t o a las recurrencias h ay las concurrencias
o sea cooperaciones interdisciplinarias P ue de n n ac er ciencias
nuevas de la relación inesperada entre unas disciplinas en
principio m uy distanciadas y aparentemente independientes:
y a hemos mencionado el caso de la cibernética al que podemos
añadir el desarrollo de la informática T am bi én p ue de s uc ed er
que el orden jerárquico no se respete y se salten algunos de
sus escalones: todas las ciencias precisan de las matemáticas
pero las ciencias del hombre se dirigen directamente a ellas
sin pasar por el intermediario de la química y física P o r
último la cadena de las ciencias en algunos aspectos puede
encerrarse en sí misma formando u n círculo o al menos
elevándose en espiral pues h a y que constatar sin caer po r
ello en u n psicologismo y sociologismo que las estructuras
intelectuales objeto de la lógica y matemática se encuentran
 

72 L PIST MOWGi

en el extremo de la psicología y sociología como término del


desarrollo de la inteligencia Individual e instituciones sociales.
No hay que o lv id ar t am po co q ue el establecimiento de un a
jerarquía supone un principio normativo explícito o implícito
y que según se elija este o aquel el orden jerárquico puede
verse modificado.  n la Edad Media normalmente se juzgaba
la dignidad de u n a ciencia por la de su objeto: la teología
iba en cabeza y las matemáticas que se creía trataban ta n
sólo de abstracciones se veían relegadas. lJ1 último puesto
tras la física qu e p erm itía el conocimiento del mundo con-
creto de las criaturas Con los promotores de la ciencia mo-
derna la jerarquía h cambiado y a que la certeza se con-
vierte en criterio . Comte apoya el hecho de que todas las
ciencias. desde el momento en que satisfacen las exigencias
de la positividad son igualmente ciertas pero desiguahnente
imprecisas; toma como principio normativo el orden lógíco
de dependencia. Es instructivo ver cómo según él la jerarquía
cambia de sentido sin que se modifique el ordene ello se
constata cuando uno va penetrando en el   U TS de philo-
sophie positioe y sobre todo cuando se pasa del   U T S lJ1
  ysteme de polisique positioe o sea cuando se considera la
utilidad social como criterio del valor: pasar de las ciencias
de la materia bruta a a física social es   de lo inferior a lo
superior. Lo contrario ocurre en la mayoría .de las jerarquías
en donde lo superior depende de lo inferior.
Por más necesario que sea para l uc ha r c on tr a I os In co nv e-
nientes de la multiplicación y dispersión de las ciencias
y para intentar organizarlas en u n sistema ordenado estos
sistemas sea cual fuere JI forma en que se presenten y espe-
eialmente si vienen completados por u n a clasificación jerár-
quica d eb en a ce pt ar se tan sólo si se tiene en cuenta que son
aproximativos relativos   provisionales.
 

CAPÍTULO VI

LAS MATEMÁ ICAS Y LA EXPERIENCIA

Con el establecimiento realizado por los antiguos


griegos de una matemática teórica y racional ne-
tamente separada de las prácticas empíricas del
cálculo y medida el conocimiento se encontraba
dividido en dos partes completamente distintas:
por encima del conocimiento sensible que no reba-
saba el nivel de la opinión y trataba tan sólo los
fenómenos en continuo desarrollo reinaba total-
mente ind epend ient e de l pri mero un conocimiento
puramente intelectual que abriéndonos a un mundo
de esencias eternas nos presentaba verdadera-
mente la ciencia A pesar de algunas brillantes
excepciones como la obra de Arquímedes que tra-
taba sobre la mecánica terrestre y los trabajos de
los astrónom os sobre los conocimientos celestes
la matemática ya no intervenía en el estudio de la
naturaleza: la física antigua y medieval ligada a
múltiples elementos sensoriales permanecía esen-
cialmente cualitativa En la época moderna y bajo
el impulso de Galileo que se inspira nuevamente
en Arquímedes la física se matematiza El libro
de la naturaleza afirma sólo puede ser leído por
aquellos que conocen su alfabeto y este no es el del
lenguaje formal sino el matemático A partir de
este momento se plantea agudamente cómo es
posible que una ciencia que sólo se ha desarrollado
 

74 L PIST MOLOGÍ

tras haber abandonado la experiencia sensible se


haya convertido en la clave capaz de descifrarla
Se conocen las dos respuestas tradicionales a
esta pregunta ta n poco satisfactoria la una como
la otra El empirismo que hace derivar a las ma-
temáticas de la experiencia sensible no expone
este sentimiento de ruptura con el conocimiento
experimental que el matemático sufre grandemente
expresándolo al hablar de esencias ideales o de la
a ct iv id ad c on st ru ct or a del pensamiento Llevando
la tesis hasta   final J S Mill considera ilusorio
el carácter de necesidad que se asigna a l as v er da de s
de las matemáticas P o r su parte el racionalismo
aunque reconozca e incluso subraye la necesidad
racional de las verdades matemáticas las relaciona
con la experiencia por medio de hipótesis de un
intermediario divino: Dios h a creado el mundo
conforme a e sta s v erd ad es eternas que ocupan un
lugar en su entendimiento; ello explica que se las
encuentre en la experiencia Así pueden
b el la s m et af ís ic as pero la epistemología desearía
librarse de ellas
K a n t creía haber puesto de acuerdo los dos ca-
racteres intuitivo y apodíctico de las matemáticas
rechazando lo que en ellas había de inaceptable en
el intelectualismo y empirismo El hecho de que las
verdades matemáticas aunque necesarias a priori
se apliquen a la experiencia obliga a admitir que
la intuición sensible está sometida a condiciones
a priori; en otras palabras que e xi st en f orm as a
priori de la intuición sensible que por una parte
rigen la estructura de nuestra experiencia pero que
por otra se prestan a ser estudiadas independiente-
mente de su contenido sensible como formas puras
Estas dos formas son: el espacio y el tiempo P o r
lo tanto y a no h ay que preguntarse por ejemplo
 

L S M TEMÁTI S Y L EXPERIEN I 75

cómo se ponen de acuerdo el espacio que encontra-


mos en nuestra experiencia de las cosas y el espacio
cuyas propiedades determina el geómetra de una
forma a priori y a que se t r a t a siempre del mismo
espacio L as v er da de s matemáticas contrariamente
a los elementos de la experiencia sensible son a
priori de ahí su necesidad y contrariamente a las
puras leyes lógicas son intuitivas y aquí se explica
su carácter sintético su aptitud a acrecentar nues-
tros conocimientos: Y como este conocimiento es el
mismo que el de los principios de acuerdo con los
cuales nuestra experiencia se estructura en la intui-
ción se comprende por qué las matemáticas son el
lenguaje de la física De este modo K a n t había
laicizado el racionalismo mientras que por otra
parte y tal como lo quería el empirismo reconocía
q ue l as m at em á ti ca s tenían su raíz en la sensualidad
Pero la teoría kantiana y a retrasada en relación
con las matemáticas de su época se fundaba en la
geometría y aritmética elementales e incluso expe-
rimentaba algunas dificultades al relacionar la in-
tuición de número con la de tiempo Inspirada por
lo paradójico de las figuras simétricas la teoría
kantiana sólo se hallaba a gusto con la geometría
ciencia en la que parecen asociarse armoniosamente
lo inteligible y lo sensible Si la geometría clásica
parecía ser a la vez racional e intuitiva se debe
a que reunía y confundía en un a sola dos disciplinas
d is ti nta s q ue m uy pronto la axiomática disociará
Se puede leer un tra ta do de geometría c lá si ca c om o
una construcción axiomática pura cuyos términos
h an perdido su sentido intuitivo y cuya verdad se
mide con la lógica; o al contrario d a r de nuevo
a sus términos y proposiciones su significado intui-
tivo inicial; pero en este mom ento uno t r a t a con
un a ciencia de lo real cuyos axiomas y teoremas y a
 

76 L PIST MOWGÍ

son en realidad leyes físicas P o r lo tanto parece


que con su concepto de síntesis a priori la teoría
kantiana pierde su razón de ser y a que la  i i-
cultad que la suscitaba se explica p or  l desarrollo
mismo de la ciencia
E l empirismo del siglo x x se servirá de este
resultado negativo para establecer la separación
entre las proposiciones de la lógica y matemática
que son a priori pero analíticas y vacías y las pro-
posiciones empíricas de las qué las ciencias de lo
real saca todo su contenido. Contrariamente al
empirismo tradicional el empirismo d e l siglo x x se
niega a d edu cir l as matemáticas de la experiencia.
Pero como empirista reconoce que la experiencia
es la única fuente de nuestro conocimiento y a que
las leyes de la lógica y de la matemática no nos
ofrecen u n verdadero conocimiento pues nos dan
ta n sólo reglas para transformar el discurso con el
que expresamos nuestros conocimientos. Y a los
físicos newtonianos tendían a considerar a la m a-
temática como u n l en gu aj e p re ci so y cómodo ex-
presivo de lo real pero n o c on st it ut iv o;  l positivis-
mo de Comte lo consideraba u na p ar te constituyente
de nuestro conocimiento de la naturaleza el n   s-
trumento más poderoso para la investigación de los
fenómenos naturales. L a idea v a clarificándose.
E l empirismo lógico h a aprendido de RusseIl que
hay homogeneidad entre la lógica y la matemática
y de W itt ge ns te in q ue los enunciados de la lógica
son tautologías esto es proposiciones con sentido
pero sin contenido y en consecuencia propias a
adaptarse a cualquier contenido. D e este m odo las
leyes lógico matemáticas valen para todos los
mundos posibles; y así no debemos sorprendernos
cuando se aplican al mundo real como u n a armonía
maravillosa entre el espíritu y la s cosas.
 

L S M T EM ÁT I S Y L EXPERIEN I

Uno se admira que dos piedras m ás dos piedras


sumen cuatro piedras. Efectivamente se encuentran
cuatro piedras; ello no se debe n i porque la natu
raleza obedece misteriosamente a las exigencias del
pensamiento ni porque este sea u n hecho contin
gente y que si el curso de la naturaleza hubiese
sido otro hubiera podido suceder que encontrara
tres o cinco Simplemente dice lo mismo en virtud
de la convenciones de lenguaje que uno pone
cuando dice dos más dos y cuando dice cuatro.
N o es esta un a verdad de experiencia que une dos
hechos ni tampoco una verdad caída del cielo; se
t r a t a simplemente de u na equivalencia entre dos
expresiones producto de las reglas q ue a rb itr ar ia 
mente uno fija para el uso de los signos: 2 4 =.
Pero ¿ha quedado resuelto el problema? Se-
parando radicalmente los dos elementos de todo
conocimiento reduciendo la forma a una sintaxis
arbitraria y el contenido a datos brutos que serían
las experiencias inmediatas rle nisse  rojo ale-
gría etc.] ¿acaso no resulta todavía m ás inexpli
cable su relación acusando su homogeneidad? Lo
simbólico puro y la experiencia b r u t a son ficciones
ideales. Se obtienen cuando se llega a u n límite en
el que precisamente desaparece el conocimiento.
Lo abstracto puro y lo concreto puro son los dos
polos en relación a los cuales se organiza el cono-
cimiento. D e este pueden deducirse las estructuras
abstractas y asegurar su relación con lo concreto.
Pero la reducción de las leyes lógico-matemáticas
a sim ples r egl as de lenguaje y la reducción de la
experiencia física a la aprenhensión de u n fenómeno
anterior a cualquier concepción son igualmente
desmentidas po r la psicología genética y po r el
análisis histórico-crítico de la ciencia Contraria
mente a la tesis empirista Piaget establece que la
 

 8 L PIST MOWGÍ

lectura de la experiencia presupone en el sujeto


estructuras organizaddoras y contrariamente a la
tesis nominalista que en su etapa primera estas
estructuras son anteriores al lenguaje y ligadas
a la coordinación de las acciones A nivel del cono-
cimiento científico también se encuentra esta amal-
gama que posteriormente se podrá analizar como
forma y contenido como estructura ideal y dato
empírico Y a Whewell señalaba que las ideas por
medio de las cuales interpretamos los hechos se
incorporan poco a poco a los hechos que percibimos
aunque no les distingamos y a como tales y creamos
leerlos d ir ec ta me nt e e n la experiencia; así las ideas
de u n a ge ner ac ió n s on hechos para la generación
siguiente
E n la epistemología contemporánea se observa
pues que el empirismo y el racionalismo h a n cam-
biado su posición Mientras que bajo su nueva
forma el empirismo defiende actualmente la prio-
ridad de las matemáticas y su total independencia
de la experiencia rechazando una de las tesis
características del empirismo tradicional contra-
riamente sus a dv er sa rio s in si st en en su enraiza-
miento con la experiencia Estos nuevos raciona-
listas tienen una preocupación común: conservar
la matemática como una ciencia auténtica que
trate de lo falso y de lo verdadero en vez de ser u n
simple auxiliar lingüístico Muchos de ellos lo hacen
abandonando u n a de las tesis maestras del raciona-
lismo clásico la referente a u n a realidad su pra -
sensible a u n mundo de vidas eternas P a r a ellos
la experiencia no es ta n sólo la intuición pasiva de
u n elemento sino una actividad por la cual la
razón reclamada por los s s d el e le me nt o y los
problemas que le plantean somete sus ideas a
hechos; esto es lo que los distingue de los empiristas
 

L S M TEMÁTI S   L EXPERIEN I

P or lo tanto en la cadena de las ciencias no h a y


separación entre las matemáticas y las ciencias
de lo real sino niveles sucesivos de abstracción a
partir de lo concreto.
Antes del empirismo lógico era esta la posición
de L. Brunschvicg. Decía: del mismo modo que
una física sin el armazón intelectual que sólo le
puede proporcionar la matemática no sobrepasaría
el nivel de una especulación sobre las cualidades
asimismo aunque en otro sentido la aritmética
que no fuera una disciplina físico aritmética esto
es cuyas proposiciones no estuvieran directa o
i nd ir ec ta me nt e e n conexión con lo real no mere-
cería ser llamada ciencia. La ciencia racional no se
constituye independientemente de la experiencia
sino tras una reflexión so bre las prácticas empíricas
eficaces. E n lugar de convertirse en un dogmatismo
debe saber amoldarse para proporcionarse ella
misma los medios intelectuales capaces de resolver
sus problemas cada vez m ás complejos y sutiles
con los que debe enfrentarse a medida que avanza
hacia l inteligencia de lo real. Actualmente y del
mismo modo F. G o ns et h r ec ha za la separación. No
hay más abstracto autónomo que lo concreto puro.
Lo abstracto sólo se concibe ligado a una deter-
minada realización un «modelo» en el que el es-
píritu lo aperciba y este mo del o co nc re to h a sido
abstracto en r el ac ió n c on un concreto anterior. P o r
ejemplo la recta geométrica que el niño ha tenido
que abstraer del hilo tenso y de la arista de una
regla se h a convertido en concreto pudiendo ilus-
trar la recta más abstracta d e l a xi om át ic o. La física
es relativamente abstracta a lo sensorial pero re-
lativamente concreta a las matemáticas que p a r a
la lógica serán concretas; y la misma lógica en
su abstracta no es más «una fí
 

8 L PIST MOLOGi

sica de cualquier objeto» E l sistema de leyes ló-


gicas no se h a fijado ne varietur es susceptible de
modificarse abriéndose paso a u n a experiencia que
nunca se acaba P o r su parte G Bachelard h a
aludido con frecuencia el necesario «diálogo de la
razón y de la experiencia» Las ciencias de lo real
sólo se forman po r la racionalización de la expe-
riencia por el paso hacia lo apodíctico Lo racional
sólo se justifica por su capacidad de aplicarse a la
experiencia E l racionalismo arquitectónico el de
los grandes principios inmutables debe sustituirse
p or u n racionalismo activo e incluso polémico que
haga funcionar sus principios para interpretar la
experiencia que los juzgue según su uso y que esté
s ie mp re d is pu e st o a adaptarlos de nuevo de manera
que sean operatorios
Este doble concepto de una razón activa que se
construye e instruye ella misma en su contacto
con la experiencia experiencia p or sí misma activa
y destinada a controlar el trabajo de la razón llena
el vacío que separaba las matemáticas y las cien-
cias de lo real; se entiende mejor su constante co-
laboración Se establece una relación entre lo ra-
cional y lo empírico entre lo abstracto y lo con-
creto entre la forma y el contenido De ello se
podría deducir u n a especie de confirmación en la
misma evolución del empirismo lógico que por
razones internas v a atenuando sus tesis iniciales
E l nominalismo se atenúa cuando tras haber en-
caminado el análisis del len gua je for mal hacia su
sintaxis se siente cada vez más u n mayor interés
por su semántica introduciéndose nuevamente en
el discurso la importancia del sentido Y por otra
parte se atenúa tam bién el fenomenismo cuando
ay que reconocer q ue la objetividad de la física
no puede basarse en la conciencia e n la Erlebniss
 

L S M TEMÁTI S   L EXPERIEN I

trñ con la que cada uno se encierra en su objeti-


vidad individual
Sin embargo si la historia con varias teorías
matemáticas permite reconocer bastante claramente
su origen empírico como es el caso por ejemplo de
la g eo me tr ía e uc li di an a o del análisis infinitesimal
  d e quienes puede decirse que si h an podido apli-
carse a la experiencia es porque antes se habían
desligado penosamente de e l l a también sucede
que algunas teorías m uy abstractas que parecen
haber sido concebidas independientemente sin apo-
yo alguno con la experiencia ni siquiera con l a
intuición se h an encontrado un buen día en que
son el instrumento intelectual adecuado antes pre-
parado milagrosamente para la expresión de al-
g u a s teorías físicas así les ha sucedido primero
a la mecánica relativista y luego a la cuántica
de ahí también la gran sorpresa de Einstein: l a
cosa m ás incomprensible del mundo es que  
mundo s ea c om pr en si bl e
 

CAPÍTULO VII

LA EXISTENCIA MATEMÁTICA

Si bien la problemática de las entidades lógicas


no se ha tratado explícitamente hasta hace poco
ya desde la Antigüedad se plantearon los problemas
de las entidades matemáticas. ¿Qué realidad tiene
el número   o el triángulo equilátero? Evidente-
mente esta realidad no se trata de la agrupación
de tres piedras ni tampoco del triángulo que dibujo
en la arena que son realidades empíricas singula-
res y concretas; sino que nos referimos a las enti-
dades generales y abstractas que encarnan y tratan
las matemáticas puras. Tampoco es a idea que
tengo de ellos en este momento y como sujeto in-
dividual; sino que se trata del objeto común e
intemporal de esta idea.
El problema surgió cuando Pitágoras sustituyó
la matemática empírica de los egipcios por la ma-
temática racional. «Pitágoras   d i e Eudemo -
transformó el estudio de la geometría e hizo de él
una enseñanza liberal; se remontó a los principios
superiores e investigó de nuevo los problemas ahs-
tractamente y con la inteligencia pura.» Actual-
mente no gusta dar la impresión de novedad que
produjo este cambio que separaba netamente dos
tipos de investigaciones aparentemente semejantes
y sin embargo esencialmente distintos; por una
parte la aritmética y geometría; por otra el cálculo
 

84 L PIST MOLOGÍ

y medida de los terrenos De las segundas a las pri-


meras se pasa de la utilidad a la ciencia de los
sentidos a la inteligencia del mundo empírico al
mundo de las ideas o de las esencias Cuando se h a
realizado esta conversión ilustrada po r la alego-
ría platónica de la caverna no sólo se descubre
otro mundo junto al familiar sino también que
este nuevo mundo se presenta mucho más noble
y estimable que   que nos ofrece la experiencia
sensible Sin duda las religiones y a nos hablaban
de este otro mundo pero sólo como creencia; ahora
podemos verdaderamente c nocerlo e incluso nos
damos cuenta de que sólo podemos conocerlo ver-
daderamente a él Con la matemática no sólo pa-
samos de la creencia u opinión a la ciencia sino que
esta misma ciencia elevándonos el alma nos lleva
a un mundo de realidades suprasensibles De este
m od o a dq uie re un valor metafísico y casi religioso;
y comprendemos por qué Platón lo convertía en el
vestíbulo obligado de a filosofía
Ello  explica que   término «platonismo» se
utilice actualmente para designar este realismo de
las esencias matemáticas que se ha perpetuado
hasta nosotros formando siempre una de las es-
cuelas entre las que se divide la filosofía matemática
H a sido  revivificado po el resurgimiento de la
teoría de los conjuntos pero también se le encuen-
tra en los aut res no cantorianos entre los que
destaca Hermite q u e pide al m atem ático que se
convierta en naturalista para «observar los fenó-
menos del mundo aritmético» Durante cierto tiem-
po dicho término se había conservado gracias al
racionalismo  clásico Malebranche respondía cuan-
do s e objetaba a la realidad del mundo inteligible
que el mundo sensible manifestada su existencia por
la resistencia que nos enfrenta por ejemplo cuando
 

L EXISTEN I M TEMÁTI 85

se golpea el suelo con el pie: «¿Mis ideas y a no se


m e o po ne n? ; ¿puedo hacer variar como yo quiera
la suma de los án gulos de un triángulo?». E n tanto
que estas ideas tienen propiedades descubiertas por
a matemática la nada no tiene duda alguna. La
realidad de este mundo inteligible se la concebía
como la realidad de las ideas en el entendimiento
divino ideas a las que nuestra razón nos llevaba
siempre que llegáramos a separar de nuestra mente
lo s datos de los sentidos abducere menteni a sen-
sibus como Descartes. P o r nos extraña
que gran número de matemáticos no se hayan de
jado influir por este tipo de metafísica incluso si se
la desligaba de sus reminiscencias teológicas sin las
que no obstante difícilmente podía concebirse:
pues ¿en qué podía consistir esta «verdad en sí»
[Holzano], esta «subsistencia»  Russell de las ideas
matemáticas opuesta a la «existencia» de las cosas
sensibles? E s esta una de la razones que expl ican
la evolución del pensamiento de Russell quien en
su Autobiografía escribe: «He partido de una cre
encia más o menos religiosa de u n mundo eterno
platónico en el que las matemáticas se destacaban
con una b ri ll an te z c om pa ra bl e a la de los últimos
cantos del Paradisio He llegado a la conclusión de
que el mundo eterno es una futilidad y de que las
ideas matemáticas son ta n ólo el arte de decir lo
mismo on palabras diferentes».
De este modo emparejaba el extremo nominalista
con el empirismo lógico, preparado por el empiris
mo clásico y luego más exactamente por el desarro
llo de las matemáticas en el siglo X I X que  había
presenciado el comienzo del «declive de los abso
lutos lógico-matemáticos». Las verdades matemá
ticas no sólo son relativas al sistema de axiomas
arbitrariamente elegido, sino que el sentido de las
 

86 LA EPISTEMOWGÍA

palabras se reduce a las reglas de su uso fijadas


implícitamente p or e st os a xio ma s. L a m atem ática
no va más allá de l as i de as de los signos; se mantiene
en los mismos signos y en sus leyes de combinación.
Helmholtz considera a los números como «una
serie de signos arbitrariamente elegidos, pero a los
que aplicamos un tipo determinado de sucesión a
título de sucesión regular». Poco después Hilbert
decía: «E n aritmética tenemos los signos 1, 11,
  ... ; cada uno de ellos tiene por intuición este
carácter distintivo formado por una continuidad
de l. Estos signos numéricos objeto mismo de
e ste estudio no tienen de por sí ningún serrtidoa
Este nominalismo se h a visto favorecido a comien
zos de nuestro siglo, por la reducción russelliana de
la matemática a la lógica, seguida p or la reduc-
ción de Wittgenstein de las leyes de la lógica a
simples tautologías. L a conjunción de estas dos
tesis nos lleva al traslado de la vacuidad de las
proposiciones de la lógica a las proposiciones de la
matemática. Las fórmulas lógico matemáticas no
nos ofrecen propiamente ningún conocimiento; dan
ta n sólo las recetas que nos permiten transformar
el discurso, o sea, decir lo mismo en términos di
ferentes.
Tomemos u n simple ejemplo: la ley lógica que
enuncia entre la implicación la no conjunción la
conjunción la relación siguiente:

  J q . = p V q. = . p . q
nos muestra s im pl emente que cuando hemos plan-
teado por ejemplo si nieva hace frío también

1 Helmholtz citado por Brunschvicg, Le étapes pág. 365; Hilbert citado


en a Rovue philosophique vol. eXIII págs. 103-104, 1932. A decir verdad la
posición de Hilbert es e s p ec i al m e nt e m e to d o ló g ic a ; d ic ta da p or la necesidad de
someter a la matemática a un tratamiento metamatemátioo no prejuzga la
interpretaci6n que luego podrá darse de este sistema de signos.
 

L EXISTEN I M TEMÁTI 87

tenemos derecho a decir, no nieva pero hace frío


 o ambas cosas a la vez , o incluso, no es cieno
que nieve y que no haga frío Las fórmulas lógicas
o matemáticas m ás complejas no desempeñan otro
papel que el d e ga ra nti za rn os la validez de tales
transformaciones; fundamentalmente, no son más
que reglas de lenguaje y es en ello precisamente don
de reside su i nm e ns a u ti li da d para la ciencia. Pero,
«la asociación de la ciencia formal con la ciencia
de lo real no introduce ningún elemento objetivo
nuevo como lo c re ía n m uc ho s filósofos que oponen
a los objetos  reales de la ciencia de lo real los
objetos  f or ma le s , e sp ir it ua le s o  ideales de
la ciencia formal. La ciencia formal no tiene en
absoluto ningún objeto: es un sistema proposicional
auxiliar desligado de c ua lq ui er o bj et o y vacío de
todo contenidoa-,
Este extremo nominalismo, aunque evita de
e ste m od o co mprom eterse en una arriesgada meta
física comporta muchas reservas de su parte.
Frege ya se oponía a los nominalistas alemanes de
su época, q uie ne s gustaban comparar la actividad
matemática con un a actividad lúdica, como una
partida de a je dr ez ; v éa se algunas objeciones: en el
ajedrez la posición de las piezas no significa nada
y no pueden usarse fuera del juego; mientras que
las fórmulas de la a ri tm ét ic a e xp re sa n ideas, sus
leyes se prestan a ilimitadas ampliaciones y en
cuentran innumerables aplicaciones fuera de la
aritmética. Actualmente, la tesis de la separación
radical entre las ciencias formales y las ciencias
de lo real, que permite al empirismo lógico sacar
todo el contenido de l as m at em át ic as y otorgarles

I Ca m ap R e probleme de la logit¡ de la seíenee scieru e form ll el seienee


du ri l trad fr pág 37 Hermann Parls 1935
 

88   EPISTEMOLOGiA

como umca tarea   establecer las reglas para  


discurso también dicha tesis ha provocado muchas
críticas como se h a visto.
Entre a mb os e xtre mo s el realismo de las cien-
cias y el puro nominalismo hay posicioneajnter-
medias. Muchos matemáticos para evitar introdu-
cirse en un realismo metafísico conservando en los
enunciados de su ciencia un sentido propiamente
matemático se contentan con definir la existencia
matemática por la falta de contradicción sentido
mucho más débil que la existencia empírica y que
permite pues distinguir a ambas. Decir   una
noción matemática que existe quiere d e c i r s i m -
plemente que puede entrar en el sistema por el
simple hecho que no introduce ninguna contra-
dicción en él No porque la no contradicción sea el
signo revelador de una entidad preexistente lo que
n os l le va rí a al platonismo sino porque la propiedad
de existir para una noción matemática tiene exac-
tamente el significado de ser no contradictoria Hil-
bert señala la diferencia al escribir a Frege : «De
la verdad de los axiomas deducís que no pueden
contradecirse entre sí; m ie nt ra s q ue yo por mi par-
te creo lo contrario que cuando los a xi om as p ue s-
t os a rb it ra ri am e nt e no se contradicen entre sí por
este motivo son v erd ad ero s y por este m otivo los
objetos que definen existen». Lejos de tener un
carácter absoluto tal existencia participa de la
relatividad de la no contradicción. Las geometrías
no euclidianas ha n revelado ta l como se verá
claramente gracias a la representación axiomática
que para una noción o proposición el hecho de ser
O no contradictoria depende del sistema al que se

3  Carta mencionada por Bochenski M ormale Logik pág 341 K Alber


Friburgo MUDich 1955
 

L EXISTEN I M TEMÁTI 89

le relacione. Por ejemplo, en la geometría euclidiana


no existe el t ri án gu lo r ec tá ng ul o e qu il át er o, puesto
que la suma de sus ángulos sería igual a tres rectos,
lo que contradiría el teorema euclidiano que lo
iguala a dos; pero e ste t riá ng ulo existe en la geo-
metría de Riemann, en la que la suma de los ángulos
varía h a s t a tres rectos a medida que aumenta la
longitud de los lados. Para una noción o proposi-
ción la propiedad de ser o no contradictoria depende
ta n sólo de los axiomas p ro p ia m en t e m a te m át ic os
a los que se le relacione, siendo la consistencia  no
contradicción de un sistema axiomático relativa
a la legislación lógica a la que se le somete.
Si esta reducción de la existencia matemática
a la s im pl e c oh er en ci a del discurso, junto a la rela-
tividad que c o mp o rt a, e v id e nt em e nt e h a sido juz-
gada insuficiente p or el realismo de las esencias, es
igualmente insuficiente, aunque por otros motivos,
para los matemáticos intuicionistas de l escuela
h ol an de sa B ro uw er , H ey ti ng . Estos t od av ía e st án
más lejos del absolutismo platonista; creen que,
aunque la s im pl e co nsi ste nc ia lógica permanezca
siendo una condición necesaria de la existencia, no
es por ello una condición suficiente. E l nombre de
«empiristas», que a comienzos del siglo actual se
otorgaba a s us p re cu rs or es franceses, como Borel,
señalaba m uy bien esta tendencia a completar la
no contradicción lógica por la alusión a un tipo de
experiencia, de puesta a prueba. Del mismo modo
que u n inculpado puede m uy bien no ser inocente,
aunque no se p ue da p ro ba r que lo sea, así   hecho
de no encontrar una contradicción en u n a noción
o proposición matemática no prueba que la pro-
posición verdadera o la noción Para
asegurar su existencia, h a y que poder construirla
en la intuición, o al menos, indicar la regla que nos
 

90 L PIST MOLOGÍ

permita construirla en u n determinado número de


etapas.
E n la continuación decimal de 7T ¿existe u na
secuencia en la que los 9 primeros números se sigan
inmediatamente en su orden normal? Es posible
en el sentido de que no puede dem ostrarse que sea
imposible; para poder afirmar que efectivamente
existe habría que decir cómo buscarla y es esto
precisamente lo que no s ab em os h ac er . No se debe
aludir a a ley del tercio excluso uno
de los términos de una alternativa aunque se ignora
cuál. No h ay alternativa allí donde no e xi st a n i ng ú n
medio de impedirla. No se puede probar por una
demostración de lo absurd que ta l secuencia no
existe ni probar que existe al producirla en la
intuición.
A pesar del interés que se concede a las matemá-
ticas edificadas en estas bases por los intuicionistas
con frecuencia los m atemáticos o bj eta n a esta
concepción que si se ace depen der de este modo
a l as v er da de s matemáticas de un hec ho accidental
dicha concepción rechaza de nuevo la objetividad.
«Por mi parte   e s c r i b e uno de e l l o s deseo en la
medida en que sea posible poner en evidencia el
carácter objetivo de las cosas y distinguir sus
p ro pi ed ad es o bje ti va s de las circunstancias que
dependen del estado de nuestros conocimientos  
No me gusta un lenguaje que proyecte de algún
modo nuestra ignorancia sobre los mismos heohos »
E l intuicionista que intenta poder decir de u n
determ inado n úm ero tras haberlo determinado
que se ha  onverti o en racional responde al ejemplo
del número que va a ganar en el próximo sorteo
del Crédito Hipotecario al del número de personas
llegadas a Egipto en el barco de Cleopatra después
de la batalla de Actium: por el hecho de que los
 

L EXISTEN I M TEMÁTI 91

ignoramos y de que no tenemos ningún medio para


romper con la alternativa ¿podemos decir que
estos n úm eros son pares o ímparesf  

Sin duda para comprender lo qu puede haber


de justificante en cada una de estas concepciones
aparentemente inconciliables primeramente h ay
que intentar captar la profunda intención que
existe más allá de lo literal de las fórm ulas que
encaminadas a iluminar el pensamiento acaban
po r ensombrecerlo; en segundo lugar hay que
deducir especialmente su lado crítico o polémico
aquel p or el cual se revelen los oscuros dogmatis-
mos de las d oc tr in as o pu es ta s. E n otras palabras
anulando la máxima favorita de Leibniz conven-
dría considerar verdadera a una filosofía según lo
que niegue y falsa según lo que afirme porque las
afirmaciones exceden a menudo el pensamiento y
porque toda filosofía como dice Bergson se define
primeramente por una negación. Entonces se vería
que la profunda intención del nominalismo es re-
c ha za r d e nuevo y enérgicamente toda alusión a una
metafísica realista y absolutista lo que po r otra
parte no es propio del nominalismo lógico matemá-
tico actual. E n la larga querella de los universales
que ha durado toda la E d a d Media el propósito de
Occam pri ceps nominalium era esencialmente
preservar a la lógica de toda intrusión metafísica
para mantenerla al nivel del lenguaje scientia sermo-
cinalis Y todavía hoy el nominalismo lógico de
Quine o el de Goodman expresa la intención de
construir según expresión de Nagel una «lógica sin
ontología». Esta misma oposición a una ontología
de las esencias matemáticas es una de las princi

4   este caso el intuicionista es Wavre R . Revue   métaphy sique pág. 74


1926; el oponente es Lévy P . ibíd págs 548 Y 253·54
 

92 L PIST MOLOGÍ

p a le s p re oc up ac io n es del intuicionismo; también se


encuentra n ue v am e nt e e n la teoría de l a consistencia
lógica A la inversa el platonismo aparece sobre
todo en sus adeptos como una barrera contra todo
aquello que comprometer la objetividad de
las matemáticas su independencia en relación a
las contingencias de su desarrollo histórico. La
alusión a esencias trascendentes e inmutables. sig-
nifica contra el nominalismo y convencionalismo
que las v er da de s m a te má ti ca s no son arbitrarias
que no se reducen a u n simple juego de escritura;
también significa contra el intuicionismo que la
verdad matemática es independiente del conoci-
miento que de él tomamos del hecho accidental
que ta l matemático ha descubierto y que sólo
su enunciado pero no ella misma es nuestra obra.
E l platonismo de Frege era primeramente una
negación del nominalismo de E . Heine del mismo
modo que actualm ente el platonismo de Church
rechaza el nominalismo de Quine. Efectivamente
desde el momento en que u n au to r quiere defender
el carácter de las matemáticas se ve im-
pedido sea de buen o m al agrado a hablar  l
lenguaje del realismo platonizante ta l como se
constata p or ejemplo en alguien con t a n poca
atracción hacia dicha filosofía como era Léon
Brunschvicgs

er su r tículo sobre «L aeítbmérique et l théorie de l ecnneissaneee vu


r laph rsjqu•• págs 331 42 1916
 

CAPÍTULO VIII

EL FUNDAMENTO DE LAS MATEMÁTICAS

La.naturaleza de los seres matemáticos plantea


un problema tan antiguo como la m is ma m at em á-
tica racional pero el problema de su fundamento
no se ha planteado verdaderamente hasta la época
moderna El análisis infinitesimal ya había sus-
citado numerosas discusiones sobre su legitimidad.
N s e había planteado su éxito técnico pero la
forma demasiado intuitiva con que se servía de las
nociones de infinito y de continuo provocaba la
existencia de una dificultad de orden técnico: ¿cómo
era posible que un instrumento tan eficaz se fun-
dara en bases cuya racionalización no era muy
segura? E n la segunda mitad del siglo XIX el pro-
blema se consideró resuelto. Por una parte Kro-
necker y Weierstrass aritmetizan el análisis: mues-
tran que los números irracionales e imaginarios
suficientes para las necesidades del análisis, pueden
definirse a partir de los números enteros de la arit-
mética. Por otra Dedekind y Cantor in te nta n u na
reconstrucción intelectual de lo continuo a través
del establecimiento de una correspondencia biuní-
vqca entre el conjunto de los números reales. Así
pues toda la matemática se basa en la aritmética.
En un nivel mucho más profundo Cantor hace
  Para una iniciaci6n a este problema ver un pequeño libro de C o m b ~ M
Fo t d u mathématiquu. PUF ParI. 1971.
 

94 L EPISTEMOWGÍ

hasar la noción en la esta


última es mucho m ás general: los n úm er os e nt er os
no son más que una pequeña clase en el conjunto
de los números cardinales transfínitos El parentes-
co manifiesto entre la noción matemática de con-
junto y a noción lógica de clase sugería inmediata-
mente la idea de hasar la aritmética en u n a cien-
ci t o d a v í a m ás fundamental e intelectualmente
m ás pura: la lógica Frege pensaba haber realizado
el sueño de Leibniz que veía en las matemáticas
una «promoción particular de la lógica» en sus
run gesetze er   rithmetik vol 1893
Poco después Russell que también se preocupa-
ha por esta reducción logicista se apercibió de que
en Frege desembocaba en una antinomia U na
antinomia es m ás que una contradicción Cuando
una p ro po si ci ón d es em bo ca en una contradicción
se llega a la conclusión de que dicha proposición
es falsa se la rechaza y las cosas se quedan ta l como
estaban Sin emhargo si esta falsedad o lo que es
lo mismo si la negación de la p ro p os ic ió n i ni ci al
nos lleva a una contradicción entonces debe mos
rechazar tanto la negación de la proposición inicial
como su afirmación lo que v a en contra del prin-
cipio de la alternativa de lo verdadero y lo falso
y nos deja esta vez en medio de la dificultad
Russell se ñal a q ue una noción como l del conjunto
de los conjuntos ue no se contienen a sí mismos
como elementos noción aceptada por la teoría de
Cantor y F reg e n os co nd uc e a una antinom ia al
plantearnos el prohlema perfectamente lícito en
dicha teoría de saber si ta l conjunto se contiene
a sí mismo como elemento Hacia la misma época
1900 se habían reconocido otras antinomias n la
teoría de los conjuntos de Cantor
Ante e st e d ec ep ci on an te r es ultado u no se sentía
 

EL FUND MENTO DE L S M TEMÁTI S  

inclinado como les pasó a algunos a relacionar


el origen de la antinomia con los m is mo s p ri nc ip io s
de la eoría de los conjuntos y se la rechazó pues
por completo pu esto que desembocaba en absurdas
consecuencias Si los c an toria no s c ay ero n en la
contradicción decía Poincaré se debe a que han
olvidado que no hay infinito actual Pero Russell
afirmaba que la contradicción tenía raíces mucho
más profundas que se remontaba hasta llegar a la
lógica que no ponía ningún obstáculo suficiente
contra la irrupción de tales antinomias E n efecto
construía una antinomia lógica exactamente com-
parable a la precedente p er o s in r el ac ió n alguna con
la teoría de los conjuntos ni con las matemáticas;
la relacionaba con paradojas lógicas conocidas desde
m u y antiguo como la del hombre que dice: «Yo
miento» Una barr ra obstaculizaba esta s antino -
mias barrera que creía h ab er la l ev a nt ad o él mismo
por su teoría de los tipos lógicos: estableció una
jerarquía que obligaba a la existencia de una sepa-
ración de un solo grado entre una clase y sus ele-
mentos; esta t eo rí a p ro hi bí a por ello la existencia
de la noción de una clase en la que ella misma se
contendría como elemento Vencida así la dificultad
Russell podía proceder a la construcción lógica del
número creyendo haber colocado a la aritmética
en el firme campo de la lógica.
Pero todavía quedaban dificultades P a r a poder
llegar a s us d ed uc ci on es Russell tuvo que aludir
a d et er mi na do s a xio ma s extraños a la lógica lo
que resultaba bastante desagradable para una
reducción logicista y sobre todo porque estos
a xi om as c ar ec ía n de evidencia intuitiva; además
la teoría de los tipos junto a las complicaciones que
había t en id o q ue soportar para ser admisible desem-
bocaba en consecuencias q e se aceptaban con des
 

96 L PIST MOLOGÍ

agrado L os u lt er io re s progresos de la construcción


russelliana han permitido la desaparición de algu-
nas de estas dificultades pero no han sido suficien-
tes para implantarla como una verdad científica  

mente establecida
O tr a m an era de hacer basar la m atem ática en un
fundamento sólido era la reconstrucción de  
teoría de los conjuntos exponiéndola en términos
axiomáticos; los a xi om as d eb ía n elegirse de manera
que y a no permitieran la deducción de las antino-
mias E s t a situación sólo difería en un punto esen-
cial de la que se habían e nc on tr ad o P ea no y Hilhert
cuando algunos años antes habían axiomatizado
respectivamente la aritmética y la geometría Como
nadie dudaba de la consistencia de ambas ciencias
no era indispensable que los axiomas de punto de
partida fueran p or sí mismos absolutamente evi-
dentes y ciertos; bastaba con que fueran tales que
las proposiciones de la aritmética y geometría
deducirse contrario con  
teoría de los conjuntos era preciso que en primer
lugar uno estuviera seguro de la solidez de los
axiomas iniciales y a que había de garantizarse
a través de ellos la seguridad del sistema seguridad
de que en él no pudieran surgir po r ningún lado las
antinomias conocidas o cualquier contradicción
Cuando Zermelo presenta su axiomática de los
conjuntos los matemáticos se dividen inmediata-
mente en dos grupos: uno de los axiomas invoca-
dos llamado «axioma de elección» era completa-
mente claro y evidente para unos m ientras que
para los otros era absolutamente arbitrario incluso
s in s ent id o
A falta de una evidencia perfecta y total de sus
axiomas se intentará como se lo propuso Hilhert
y su escuela establecer la consistencia del sistema
 

EL FUND MENTO DE L S M TEMÁTIC S  

demostrando que en él no puede producirse la con-


tradicción. Esta demostración no puede producirse
en el interior del sistema; exige la formación de
una nueva ciencia de una <<metamatemática» que
tenga por objeto la misma ciencia matemática.
Naturalmente, para evitar el círculo vicios o la
petición de principio, será preciso que las nociones
y proposi cion es usadas a nivel metamatemático,
constituyan un s is tem a m ás sencillo y más próximo
a la evidencia intuitiva que las del sistema matemá-
tico que se estudia a través de él. E s t a metamate-
mática, que «por objeto de estudio no tiene los
objetos que habitualmente el matemático,
sino las mismas frases que pronuncia sobre estos
objetose s er ía im po sib le si las «frases» estuvieran
escritas en el lenguaje corriente, lleno de irregula-
ridades lógicas y de ambigüedades. Pero, a partir
de Peano y Russell ya se enuncia a la matemática
e n el lenguaje simbólico de la logística. Además, se
deberá abstraer el sentido de este simbolismo con-
siderando ta n sólo sus signos y leyes de combinación.
¿En qué consistirá una demostración de no
contradicción? Una teoría es contradictoria si es
posible dem ostrar en ella a a vez, un teorema p
y su negación   p . Entonces, uno podrá propo-
nerse, por ejemplo, encontrar una determinada pro-
piedad formal A  por ejemplo, la que consiste en
contener o no tal signo o simultáneamente este y
aquel signos o ta n sólo uno u otro de esa pareja
de signos etc. que satisfaga las siguientes condi-
ciones: 1.3   ser tal que siempre se pueda reconocer
en u n determinado enunciado su ambigüedad, si
posee o no esta propiedad   2.   que todos los

I Horbrand, J .• eLe. bases de la Iogique hilbertieDDu R tUI métaphYSit e


página 243 1930.
 

98 L PIST MOLOGi

enunciados verdaderos de la teoría posean dicha


propiedad; 3 a que si u n enunciado   posee esta
propiedad,   no pueda poseerla. Naturalmente,
habrá que demostrar que la propiedad   satisface
las condiciones 2 y 3; en cuanto a la primera con
dición es fácil v er si se cumple en cada caso en
particular.
Las grandes esperanzas que había suscitado esta
«teoría de la demostración», por medio de la cual
los seguidores de Hilbert es pe ra ba n p od er fundar
la teoría de los conjuntos y con ella la aritmética
- v e n c i e n d o así a las resistencias del intuicionismo,
y a que en él se reemplazaba la eonsideracién :de
u n infinito actual por la intuicióu visual del número
finito de signos que ha blan de é l se vieron brus
camente truncadas en 1931 por u n descubrimiento
básico de Godel Este, aplicando precisamente los
métodos formales de la metamatemática, p ro bó q ue
para demostrar que un sistema formal no es contra
dictorio h ay que acudir a medios de demostración
mucho más fuertes que los del sistema y sobre los
que v a trasladándose el problema de no contradic
ción y así indefinidamente. De este modo el for-
malismo no puede encerrarse en sí mismo. Simul
táneamente, otros autores desembocaban, aunque
por otros caminos, en r es ul ta do s s em ej an te s.
Otra solución más radical sobre el problema del
fundamento es la del intuicionismo de Brouwer,
Rechaza lo esencial de la teoría de los conjuntos
por cuanto alude a nociones que no pueden cons-
truirse con la intuición, como la de infinito actual;
basa la aritmética en las dos nociones intuitivas
de la unidad y de la d ía da ; e fe ctiv am en te esta
última le permite reconstruir la continuación de los
números enteros. Las antinomias se producen por el
hecho de que, ciegamente, se siguen aplicando a Ios
 

  L FUND MENTO DE L S M TEMÁTI S  

conjuntos las reglas de nuestra lógica especial-


mente las d el t er ci o excluso   de la doble negación
reglas que h an sido desligadas de razonamientos
que se centren en agrupaciones finitas pero de las
que no podemos estar seguros de que todavía se
aplicarán cuando tratemos un campo completa-
mente nuevo E l papel de la lógica es ta n sólo re-
gular el discurso; si nos dejam os guiar ciegamente
por ella nos exponemos a trabajar en un discurso
verbalmente correcto pero sin relación alguna con
los verdaderos objetos matemáticos De esta forma
el intuicionismo toma lo contrario dellogicismo de
Russell que da primacía al intuicionismo lógico
sobre la intuición propiamente matemática lo
contrario también d el fo rma li smo de Hilhert que
subordina la intuición matemática a la intuición
visual de un juego con reglas simbólicas
Por desgracia la aplicación de estos principios
precisados   codificados luego por la elaboración
de un cálculo original debida a Heyting produce
un grave efecto en la teoría de los conjuntos  
arrastra también en su caída partes considerables
de las matemáticas clásicas que teóricamente
nunca se ha dudado de ellas que desde hace
mucho tiempo han demostrado su eficacia ins-
trumental
Actualmente no es ta n agudo el conflicto entre
estas diversas formas de asegurar el fundamento
de las matemáticas en una base que les preserve
de la antinomia Por una parte la aparición  
multiplicación de los cálculos lógicos no clásicos
relativizando la lógica permiten reconocer la va-
lidez de sistemas contradictorios entre sí desde el
momento en que cada uno de ellos es coherente
conformándose a las reglas lógicas que él mismo se
ha a sig na do: situación com par able pero en otro
 

100 LA EPISTEMOLOGÍA

nivel a la que un siglo antes había p erm itid o a d-


mitir la legitimidad de las geometrías no euclidia-
nas. La matemática intuicionista adquiere así de-
recho en l ciencia. Al ser sus exigencias más se-
veras que las de la matemática tradicional impone
la intuitividad y se la considera una parte muy
sólida.de dicha matemática. O bien aparentemente
a la inversa   y tal como se hace más bien hoy en
día s se admiten en su seno las proposiciones de la
matemática clásica siempre que se vean afectadas
por la doble negación que en la lógica del intuicio-
nismo no conduce a la afirmación: estas proposi-
ciones son <IDO falsas» y en relación con las de la
matemática intuicionista son de una verdad debi-
litada. El edificio matemático tendría dos niveles:
el de las aserciones fuertes o afirmativas y   de las
aserciones débiles o «estables». Por otra parte esta
libertad en la construcción de las axiomáticas
formalizadas o sea acompañadas de las reglas de
construcción y transformación de las fórmulas ha
multiplicado las tentativas de axiomatización de la
teoría de los conjuntos corrigiendo poco a poco
todos sus defectos: unas prohíben la formación
de antinomias pero su rigurosismo es tal que deben
también prohibirla en proposiciones que las ma-
temáticas no quisieran sacrificar; al contrario otras
las aceptan pero también deben admitir a las an-
tinomias. El problema es hallar el grado exacto
de rigurosismo que permita excluir sólo los enun-
ciados indeseables. En este sentido se ha progresado
bastante. Sin duda un espíritu particularmente
riguroso podría reprochar a cualquiera de estas
axiomáticas lo mismo que se reprocha a la axio-
mática de Zermelo: ¿quién nos garantiza en
3 V H ao Wang y McNaughtollo R. Les  y hnu OXÚ»1UJliqu  de lalhiori
des em lee Gauthier.ViJlaro. Parls 1953.
 

EL FUND MENTO DE L S M TEMÁTI S  

los ulteriores desarrollos de la teoría no pueda


aparecer la contradicción de una manera inespe-
rada y bajo una nueva forma Pero a medida que
se avanza en este desarrollo sin e nc on tr ar no s c on
ninguna sorpresa se adquiere una seguridad moral
más débil sin duda pero del mismo orden que
aquella que nos hace creer en la consistencia de la
aritmética clásica
 

CAPÍTULO IX

ELSENTIDO Y L VERIFI IÓN


 E LOS ENUN I DOS EMPíRI OS

Dejando a un lado los enunciados analíticos de la


lógica y de la matemática y considerando sólo los
enunciados sintéticos los que afirman o niegan algo
de lo real podemos disponer en tres grados de
orden creciente las tesis que relacionan estos enun-
ciados con la experiencia
En primer lugar se dirá que la verd d o la
f lsed d de un enunciado sólo puede establecerse
si recurrimos a la experiencia es decir si recurrimos
directa o indirectamente a la observación Este
es el postulado fundamental de toda ciencia expe-
rimental y como tal no hay discusión alguna por
parte de los sabios Sin emb rgo hay que señalar
queexcluye del campo de la verdad al menos del
de la verdad científica a la mayoría de los enun-
ciados de la metafisica Además plantea un pro-
blema sobre la manera cómo se relacionan con
las experiencias singulares las proposiciones u -
versales como por ejemplo las que enuncian as
leyes La tesis siguiente no trata de la verdad de un
enunciado sino de su sentido y quizá ya no es tan
unánimemente aceptada por los sabios: un enun-
ciado sólo tiene sentido si pueden indicarse las
experiencias por las que puede ser controlado Por
ejemplo el enunciado · presión norm l el gu
 

104 L PIST MOLOGi

entr en ebullición 35
es seguramente falso,
 
pero tiene u n sentido p re ci sa me nt e p or qu e no es
difícil de concebir ni de realizar la experiencia que
demuestre su falsedad. Al contrario un enunciado
como el de  l universo  é despl z de este oest co
un movimiento rectilíneo y uniforme una velocid d
de 35 km por segundo n . es falso,
no puede concebirse una experiencia
su falsedad ni su veracidad; pero precisamente por
la misma razón de que escapa a la alternativa de
verdadero y falso, no t ie ne n in gú n sentido aunque
lo tengan todos los términos que lo componen-;
para el gramático este enunciado es una propo
sición, y a que su sintaxis está de acuerdo con as
reglas de la lengua; pero para e l lógico no lo es,
pues este define a la proposición como aquello
susceptible de ser verdadero o falso. A mayor
abundamiento puede sostenerse una tercera tesis: el
sentido de un enunciado no e n d más que el
conjunto de sus consecuencias experimentales: estas
serían el ,criterio que permitiría determinar e l sen
tido y e donde el m is mo s en ti do se acabaría.
Esta última tesis que ya aparece en Leibniz con
su principio de lo indiscernible   <<poner dos cosas
indiscernible s es poner la misma cosa. bajo dos
nombres» y con su principio de la observabilidad
  <<cuando no h a y n i n g ú n cambio observable no se
produce ningún cambios] ha sido sostenida re
cientemente por C. S.   e i r l l ~ e n su a c t i t u d prag
matista. Habla de los conceptos como predicados
posibles de proposición: «Consideremos --es
c r i b e - cuáles son los efectos prácticos que pensa
mos pueden ser producidos por el objeto de nuestra

1 Se deotaeará la analogía de esta tesis relativa a 108 enuncíedee- I IIlpbicllo


 O la del i nt ui ci on is mo de B ro uw er r el at iv a a   8 enunciados de 88matemáticas
 

VERIFIC CI N   W ENUNCI DOS 105

concepción: la concepción de todos estos efectos


es la concepción completa del objeto». Y dice aún:
pueden exactamente todos
menos experimentales concebibles que puede impli
car la afirmación o negación de u n concepto se
obtendrá un a definición completa del mismo   en
él ya no hay absolutamente nada más Más reciente
mente P. W . Bridgman - b a s á n d o s e en la renova
ción epistemológica que él descubre en la mecánica
relativista-y también en la declaración formal de
E in st ei n d e que el concepto de simultaneidad existe
para el físico a partir del momento en que se le
presenta la posibilidad de reconocer en u n   caso
concreto si el concepto se aplica o   o ha conver
tido esta manera de comprender el sentido de u n
concepto o del enunciado en que figura en la tesis
esencial de su <<operacionismo»: « E n u n concepto
sea cual fuere sólo podemos ver en él u n conjunto
de operaciones; el concepto es sinónimo del corres-
pondiente conjunto de operacionesos De ello deduce
que una misma palabra por ejemplo longitud que
tie ne p re ci sa do su sentido para las operaciones des-
tinadas a medirla cambia de s en ti do c ua n do varían
las operaciones de m edida: aunque uno intente re
lacionarlas la longitud de la que habla. el ebanista
n o es exactamente la misma que aquella longitud
de la que habla el geodesta que también difiere
de la del astrónomo.
Con frecuencia aunque no necesariamente   liga-
da la tercera tesis la segunda plantea que u n
enunciado que trate de lo real sólo tiene sentido
si admite u n c on tr ol e xp er im e nt al . Esta segunda

2 ~ Con Cl ke IV 6 Y V 52; Peirce C S «Comment nmdre nos


  ~ s c1ainil» R phiIOlOplaii¡ e pág. 48 enero 1879 y ColI popen V 412;
Briclgman P W The log or modern play pág. 5 ;MacmillaDi
1927
 

106 L PIST MOWGÍ

tesis a sido actualmente objeto de numerosos


análisis sobre todo por parte de autores más o
menos ligados al empirismo lógico
H an tenido q ue e xp li ca r el sentido de la expre-
sión controlable por la observación o capaz de so-
meterse a tests
Claro está que para que un enunciado tenga un
sentido no es necesario que haya sido sometido a
test ello sólo se requiere para decidir si es verda-
dero o falso; pero para reconocer si tiene un sentido
s cae en la alternativa de lo verdadero y lo falso
basta que la prueba a la qu e p od rí a sometérsele sea
posible
Ya en este punto se produce una ambigüedad:
¿se trata de una posibilidad efectiva de una expe-
riencia de la que se tengan los medios físicos y
financieros para realizarla o bien de una posibi-
lidad simplemente teórica cuya concepción no
pueden p ro hi bi r l as leyes de la física? En general
se admite la segunda interpretación: se requiere
la posibilidad efectiva para establecer la verdad o
la falsedad pero la posibilidad teórica e suficiente
para dar un sentido También la posibilidad teórica
y no sólo la efectiva varia según e l estado de la
ciencia convirtiéndose lo imposible en posible y
viceversa Por ejemplo de una edición a otra de un
mismo libro Ostwald debe reconocer que u n
al que primero había considerado sin sen-
tido lo tiene más tarde debido a los avances de la
teoría cinética de los gases que permiten concebir
la posibilidad de una prueba experimental Con-
trariamente los físicos de la segunda mitad del
siglo X IX creían en general que teóricamente era
posible pues ellos mismos intentaron hacer la
experiencia descubrir el movimiento  de la tierra
en relación con el éter; incluso poco después
 

VERIFI IÓN D E   S ENUN I DOS 107

creían igualmente posible al menos en principio


medir la posición del estado de movimiento de una
partícula elemental; todas ellas cosas a las que
actualmente la teoría prohíbe d arl es sen ti do
¿En qué puede consistir ahora la prueba expe-
rimental de un enunciado? Si la proposición a
experimentar es singular e incluso existencial no
h a y dificultad para realizarla o al menos no la
h ay para concebir la experiencia adecuada P a r a
probar que existe u n objeto que posee o no tal
propiedad basta con presentar u n ejemplar Sin
embargo si ha y que negar y no afirmar que de-
te rm in ad o o bje to no habrá ninguna expe-
riencia que lo pueda establecer pues n se llegará
nunca a la infinidad de casos; evidentemente ello
sería distinto en una a gru pa ci ón r ed uc id a Para
probar que existe un mirlo blanco bastará con
m ostrar uno; pero para demostrar que no existe
ninguno el fracaso de las investigaciones realizadas
para encontrarlo no es una prueba decisiva ya que
este p áj ar o ex tr añ o ha podido escapar a nuestras
investigaciones Además la negación de una exis-
tencial afirmativa equivale a la posición de la uni-
versal contradictoria; por ejemplo no ha y ningún
mirlo blanco Del mismo modo la negación de una
existencial negativa equivale a la posición de la
universal afirmativa Con todas estas universales
sucede lo contrario: la falsedad se puede establecer
por medio de la experiencia como por la producción
de un caso contradictorio: el descubrimiento de un
solo mirlo blanco es suficiente para que quede
invalidada la ley que dice que todos los mirlos son
negros A decir verdad una prueba refutativa como
esta no es absolutamente decisiva debido a la
solidaridad que reina en una ciencia ta n sistema-
tizada entre sus diversas proposiciones como lo es
 

108 L PIST MOLOGi

la física. P Duhem h a subrayado en su célebre


crítica de la llamada experiencia crucial que la
experiencia no juzga una proposición aislada sino
u n conjunto teórico en el que ella forma parte;
sobre este conjunto t r a t a el desmentido experimen-
tal que prueba ta n sólo que en él hay algo de falso
s in p re ci sa r qué es. Pero con el elemental ejemplo
que hemos tomado se p od rí a r es po nd er siempre a
quien mostrara un mirlo b la nc o: ¡ Re al me nt e no
es u n mirlo
Las leyes de la naturaleza cuyo establecimiento
es el principal objeto de las ciencias de lo real llama-
das «n om oté tic as » se enuncian como proposicio-
nes universales de manera que su verdad nunca
puede establecerse por medio de la experiencia Si
se interpreta lo universal como na simple afirma-
ción sobre la totalidad de un conjunto indefinido o
como algo apodíctico que expresa un a necesidad
ni una cosa ni la otra pueden verificarse; ni siquiera
pueden someterse a t t por la experiencia: ello
es embarazoso para un empirismo puro P a r a seguir
fieles a este empirismo fenomenista algunos h an
propuesto considerar a lo enunciados de las leyes
no como auténticas proposiciones sino c om o r eg la s
que indican lo bueno y lo malo y destinadas a
orientarnos e n n ue str as relaciones con la experien-
cia. No expresarían verdaderos juicios pero serían
simples incitaciones dignas de tener en cuenta en
los casos particulares con que tratamos: por ejem-
plo juzgar que el mirlo que oigo en   jardín es
negro E n los primeros tiempos del Círculo de
Viena era esta la posición de Schlick que nunca
fue seguido por los demás miembros del grupo
Fue uno de los aspectos de la querella «de los enun-
ciados protocolarios» que provocó u n a escisión en
el grupo
 

VERIFI IÓN   E ros ENUN I DOS 109

E l empirismo lógico contemporáneo no se niega


a considerar los enunciados universales como pro-
posiciones. Sin duda reconoce q ue tales enunciados
no se prestan a ser «verificados» por la experiencia;
esta puede más o menos «confirmarlos», esto es,
aumentar más o menos su credulidad. Efectiva-
mente la ciencia actual tiende a considerar a sus
leyes como enunciados prohahles. Carnap intenta
determinar cómo puede medirse esta prohahilidad
 en el sentido de «grado de confirmación» de un
e nu nc ia do u ni ve rs al en relación con las proposi-
ciones experimentales sobre las que se apoya. Pero
los trahajos contemporáneos se han encaminado
especialmente precisar sentido ciertas
presiones usuales manifiestamente metafóricas
como «basarse sobre la experiencia», «estar de
acuerdo con la experiencia» etc. ¿Qué es la expe-
riencia?; ¿qué es este acuerdo?
Primeramente dehe decirse que a fin de cuentas
la experiencia se reduce a una impresión vivida por
el sujeto un Erlebnis como or ejemplo: «Aquí
ahora rojo».
  sus comienzos, el Círculo de Viena había adop-
tado este criterio fenomenista. Pero hay una dis
tancia cada vez m ayor entre este hecho completa-
m en te s uh je ti vo y el hecho científico. E n Francia
hacia 1900, la crítica de las ciencias y a había insis
tido mucho sobre la separación entre el hecho na-
tural hecho nivel inferior:
veo u na a gu ja que se desplaza en el cuadrante y di
go que co mp ru eb o qu e la corriente pasa. Cassirer
subraya que el l en guaje hase de la física no es e de
los elementos sensoriales, sino el de los enunciados
de medida que constituyen la «materia primitiva
con la que el físico construye su mundo los ele
mentos simples de la   realidad que intenta de-
 

no L PIST MOLOGi

signar y determinar en sus juiciosa , Actualmente


el empirismo lógico, disminuyendo su fenomenismo
inicial hace apoyar a la física, o m ás generalmente
a la ciencia en «enunciados protocolarios» esto es
en informes proporcionados con experiencias. D e
este m odo se evita fundamentar a la ciencia en
impresiones s ub je ti va s. A de má s se plantea el pro
blema en términos homogéneos. E l control expe
rimental ya no consiste en com parar proposiciones
con datos naturales situados fuera del discurso;
la relación se establece entre proposiciones: el
acuerdo con la experiencia se reduce a u n acuerdo
lógico entre proposiciones.
Se h a intentado explicar en qué consistía exac
tamente la verificabilidad experimental u n enun
ciado o m ás generalmente su capacidad de someter
se a tests en su relación lógica con u n conjunto
dado de enunciados de observaciérr . L a dificultad
estriba en encontrar u n criterio sobre la capacidad
de someterse a tests y en consecuencia sobre el
sentido de u n enunciado que sea lo suficientemente
liberal como para admitir todos los que se han
considerado científicamente aceptables - q u e r e m o s
decir significantes independientemente del proble
m a de saber si son verdaderos o si son f a l s o s - y,
también lo suficientemente rigurosos como p a r a pro
hibir c u al q ui e r e n un c ia d o de tipo metafísico como
  l absoluto es perfecto. No obstante los primeros
criterios propuestos tendrían este doble fallo: re-

3 Cassirer, E. Detenninismus und l n í k t e r m i n i s m u s in der modernen   h y ~ i k


página 41 Goteborg 1937.
.. Sería düícil presentar estos análisis sin ha cer us o del simbolismo logistioo
y difícil tambié n resumirlos permaneciendo inteligibles. P a r a una p r im e ra a p re 
ximación v e r Y a x L. L'empiri me logique, cap. 11, PUF París 1970. P a r a un
e st ud io m á s proCundo, Carnap R . Tes.ability and rneaning, y a c it a do ; H em pe l
C. G., «Problema an d changes in the empirist criteríen oCmeaning» Rev. interno
de philos phie, enero 1950; Pap A., Analytische ErkennJnutheorie. cap. 1, SpriDger,
Viena 1955; Schemer L,   n a t o m i e de la scienee  1963), trad. Er. Segunda Parte
SeuiJ, París 1966.
 

VERIFIC CI N DE LOS ENUNCI DOS 111

eh azar ciertos enunciados con sentido y aceptar


otros que carecen de él o hien que carecen de
sentido científico Se ha i nt en ta do a da pt ar lo s p or
medio de condiciones suplementarias sin llegar no
obstante a u n r es ul ta do c om pl et am en te satisfac-
torio.
Carnap decide también modificar   problema.
Intentará construir un lenguaje artificial cuyo vo-
cabulario y sintaxis sean fijados de tal manera que
prohíban la formación de enunciados del tipo de
El absoluto es perfecto Este «lenguaje empirista»
tendrá como sintaxis la de las reglas ordinarias de la
lógica y como vocabulario básico además de los
t ér mi no s n or ma le s de la lógica y de l a m at em át ic a
términos de observación directa como rojo caliente
mayor que etc. A este l en gu aj e e le m en ta l se super-
pondrá por medio de reglas de correspondencia
otro m ás complejo que permita introducir sea po r
simple «reducción» sea por definición términos
como los de carga eléctrica
imantación ctc.; a un nivel superior y siempre
por medio de reglas de coordinación que nos per-
mitirán llegar finalmente a predicados de obser-
vación se superpondrán términos m ás ab str ac to s
como los de temperatura absoluta campo electro-
magnético potencial e gravitación onda  Y E n
consecuencia el cri te ri o d el sentido empírico de u n
enunciado será la posibilidad de traducirlo a este
lenguaje empírico o de reducirlo a él Se cree que
la construcción de este lenguaje con la precisión
que requieren especialmente las reglas de corres-
pondencia está lleno de dificultades.
Algunos predicados han producido numerosas
p reo cup acio nes ; predicad os que enuncian no una
cualidad directamente observable sino una simple
disposición en pr es en ta rla : e sta cualidad está la
 

112 L PlST MOWGÍ

tente no patente. Ello ocurre a todos los adjetivos


terminados en -able -ihle -uble; como filtrable
combustible soluble etc. La experiencia trata .d e
lo actual no de lo posible: este sólo se revela por
su actualización. Para saber. si este trozo de azúcar
es soluble lo echo en u n vaso de a gu a; ahora cons
tato no que es soluble sino que es disoluble de
donde puedo concluir en que ha sido soluble Se
destacará que las mismas palabras verificable con
trolable etc. forman parte de esta categoria de
términos de disposición. Esta dificultad se parece
a la existente en las condiciones irreales  si hubiera
echado   o que no he h e c h o - el azúcar en el
agua se habriadisuelto dificultad que los lógicos
intentaban por todos los medios esclarecer pero
nunca lo lograron por completo.
Estas correcciones sucesivas que anulan a las
precedentes o se avienen a ellas estos retornos a las
nuevas direcciones no permiten que la tarea fracase.
Mejor seria decir como lo subraya L. Vax que
caracterizan el nuevo estilo de la epistemología con
el cual se distingue de la epistemología filosófica.
Normalmente una filosofía se presenta como per
fecta por primera vez o al menos hasta la muerte
de su autor. E n ella todo es ta n perfecto que no
se puede variar nada sin comprometer el equilibrio
del sistema. Contrariamente es una característica
del trabajo científico proceder por perfeccionamien
tos graduales gracias a una colaboración en la que
los sabios se corrigen y complementan mutuamente;
en este modelo se basan actualmente los que se
relacionan con el empirismo lógico. E l empirismo
tiende cada vez a se r m en os una escuela si se con
sidera a esta como u n conjunto de t es is e ns eñ ad as
dogmáticamente; y cada vez más tiende a ser una
escuela entendiendo por esta la agrupación de
 

VERfFIC CI N DE   S ENUNCI DOS  

hombres unidos por una determinada disciplina


de trabajo Puede o bj et ar se q ue la epi temología se
dirige por completo a investigaciones de este tipo
pero debe reconocerse que estas investigaciones cons-
titu yen u na de las corrientes más activas y atrac-
tivas de la epistemología contemporánea
 

CONCLUSIÓN

 PIST MOLOGí Y Fll osoFl

Dividida entre sus orígenes filosóficos y su rela-


ción directa con la ciencia la epistemología posee
un estatuto indeciso En los organismos adminis-
trativos y universitarios permanece unida a la
filosofía como una de sus ramas Sin embargo desde
hace un siglo se ha ido afirmando poco a poco como
una disciplina distinta; tiende cada vez más a des-
ligarse de la filosofía y de sus controversias enca-
minándose hacia resultados objetivamente contro-
lables y universalmente válidos adquiriendo así
las características de una verdadera ciencia Aque-
llos que la practican continúan pues divididos en
cuanto al problema de su enraizamiento filosófico
En relación con la ciencia la epistemología es
un segundo escalón que trata de una actividad
primera E una reflexión sobre la ciencia del mismo
modo que la estética es una reflexión del arte y la
filosofía moral lo es de la ética: se considera a la
ciencia arte y ética como elementos a respetar
  no como dominios a regir A partir de Kant la
actitud reflexiva se ha considerado a menudo como
la característica del filósofo Sobre este último punto
surgen hoy en día algunas reservas habiendo
reconocido claramente los lógicos la jerarquía de
los lenguajes y habiéndose preocupado particular-
mente por distinguir entre el lenguaje objetivo   el
 

116 L PIST MOLOGÍ

metalenguaje Si a u n nivel superior la metaciencia


se establece según la ciencia de la que trate en
principio no hay nada que im pida que se imponga
a sí misma las condiciones de rigor y objetividad
que reconoce en su objeto y que se coloque a su
vez en el nivel de cientificidad como por ejemplo
la metamatemática La reflexión sobre la ciencia
no es pues necesariamente filosófica; no hace
abandonar necesariamente las exigencias científi-
cas; admite su integración en el campo de la ciencia
Pero hay una condición: debe abstraer totalmente
las cosas sobre las que trata la ciencia a la que
toma por objeto; en otras palabras que se asigna
como exclusivo campo de estudio no aquello que
estudia la ciencia de la que ella trata sino lo que
dice de ello Bajo peligro de confusión entre los
niveles del lenguaje debe servirse exclusivamente
del  is urso científico tratado como un sistema de
signos que se combinan entre sí de acuerdo con de-
terminadas reglas independientemente de lo que
puedan evocar Pero ¿es siempre fácil esta sepa-
ración? E n principio si la distinción entre las cosas
y el lenguaje con el que se habla de ellas parece
clara su imbricación es tal que uno no puede ocu-
parse de lo segundo sin aludir más o menos a lo
primero
Ante todo ello se debe a que u n lenguaje no es
una simple manipulación lúdica de grafismo es u n
lenguaje sólo por su sentido o sea por su referencia
a algunos objetos Y en segundo lugar se debe
a que el lenguaje no se sobrepone a las cosas sin
haberlas tratado La manera con la que hablamos
de las cosas contribuye a informarlas en el sentido
de darles una forma U n ejemplo lo ofrece el des-
arrollo de la ciencia Si   mundo físico de Aristóteles
no es el nuestro se debe a que para hablarnos
 

EPISTEMOLOG A y FlLOSOFi 117

había elegido el lenguaje de las cualidades sensibles


m ie nt ra s q ue los modernos han adoptado el lengua-
je matemático A medida que progresa cada ciencia
tiende a modificar su objeto de estudio para adap-
tarlo a sus propios medios de concepción y de expre-
sión La ciencia no se define por u n o bj et o p re vi a-
mente tratado sino que llega u n momento en
que sucede lo contrario: el objeto se define como
  o que hace el objeto» de la ciencia L a m at em át ic a
ya no puede caracterizarse como el estudio del
número y de la magnitud ni la física como el estudio
de las apariencias sensibles ni la psicología como el
estudio de los fenómenos de conciencia Los sabios
actuales hablan de ello de lo que se les impone como
algo auténtico más allá de l as a pa ri en ci as q ue
tanto para su sensibilidad como para la nuestra
prisioneros todos de la caverna hacen surgir la
utilidad biológica y social; todo ello fue construido
por los sabios de ayer y actualmente se expresa en
el discurso científico El lenguaje no se disocia ta n
fácilmente de su objeto
No se debe a que en general se pide que no haya
confusión entre la reflexión sobre la ciencia que
tiende cada vez más a afirmar su independencia
filosófica y la reflexión sobre la filosofía que trata
del propio objeto de la ciencia a fin de prolongar
o profundizar su estudio Sin duda alguna la lla-
mada «filosofía de la naturaleza» no tiene de
epistemología y no debe asimilarse a una filosofía
de la física De esta manera permanecen en princi-
pio distintas la filosofía de la vida y la filosofía
de la biología: de la primera se producen L évolunon
créalrice de Bergson L a struetur«   l organisme
de K Goldstein y diversas obras de   Ruyer Pero
ya en estos autores la separación no es ta n clara y
cada vez lo será menos a medida que vayamos
 

118 L PIST MOLOGÍ

adentrándonos en las ciencias E n historia. la con-


fusión se ve favorecida por el hecho bastante
significativo de que la misma palabra designa a la
ciencia y al objeto de esta ciencia: la historia es la
sucesión de los acontecimientos res gestre. y es
también el estudio de esta sucesión studium rerum
gestarum. Para evitar lo equívoco algunos autores
alemanes reservan el término Geschichte para de-
signar lo que ha sucedido  geschehen y vuelven
a tomar   viejo término Historia para su ciencia
correspondiente. E n el mismo punto de vista B
Croce exigía la distinción entre la historia y la
historiograña; actualmente   uso de es ta ú ltim a
palabra va extendiéndose. Sin duda hay que acudir
a esta distinción para no confundir la epistemología
de la historia que es una filosofía de la Historia.
con la llamada «filosofía de la h ist or ia » q ue es una
filosofía de la Geschichte: siendo esta la homóloga
de lo que son cada un a en su campo la filosofía
de la naturaleza y la filosofía de la vida. Pero la
separación entre la ciencia y su objeto nunca es ta n
clara como lQ exige la t eo rí a. O bs er va rl a estricta-
mente sería como algunos lo querían reducir la
epistemología al estudio del lenguaje científico Mas
a menos de ser un puro filólogo ¿cómo estudiar u n
lenguaje desinteresándonos totalmente de la imagen
que nos presenta de las cosas que trata?
No hay q ue o lv id ar t am po co q ue la misma ciencia
no es completamente científica e el sentido de que
se entienda esta palabra como un saber perfecta-
mente objetivo. sin dejar lugar a protesta alguna.
No hacemos alusión a esta multitud de problemas
todavía no resueltos que en cada época consti-
tuyen   campo de la investigación científica Que-
remos decir que por el modo en que el sabio plantea
y trata algunos problemas a menudo se compro
 

 PIST MOLOGÍ Y FIWSOFÍ 119

mete se de m ala gana o s in s ab er lo en problemas


de manifiesto carácter filosófico No existe sino
a título de ideal a tratar una ciencia completa
mente «positiva» por lo que sería absoluta y defi-
nitivamente excluida de cualquier controversia de
tipo filosófico; en ella todos los sabios competentes
habrían llegado a una perfecta unanimidad y sólo
quedarían en suspenso los problemas del día que
m uy pronto iban a resolverse p or métodos que
i mp ed ir ía n c ua lq ui er discusión aplicando el pre
cepto: ¡Calculemos y observemos Y a hemos en
contrado ejemplos de estos compromisos
filosóficos Para no repetirnos indicaremos dos ás
que tomamos de las ciencias que han alcanzado
el grado más elevado de cientificidad esto es de
las ciencias lógico-matemáticas. Según rechace o
acepte integrar en la lógica las nociones modales
el lógico formalista se encuentra con el problema
de saber si la necesidad está en lo real o en nuestra
manera con la qu e h ab lam os de él es decir si está
en las cosas o en el espíritu. La división de los
matemáticos en «idealistas» y en «empiristas» y
algo más tarde en «lógicos» y en «intuicionistas»
despierta la pugna entre leihnizianos y kantianos
sobre el carácter lógico y analítico o intuitivo y
sintético de las verdades matemáticas. Tales im
plicaciones multiplican cuando pasa
de las ciencias formales a las cien ias de la natura
leza y todavía más a las ciencias del hombre.
¿No es significativo que entre los más ardientes
defensores de una epistemología puramente cien-
tífica se encuentren aquellos que reduciendo esta
epistemología en una especie de historia de la
ciencia c om pl em en ta n e st e programa con una vi
si ón e sc at ol óg ic a de la historia multiplicando la
reducción de la epistemología de la historia istoria
 

120 L EPISTEMOLOG

en una concepción filosófica de la historia Gesclai-


el te No exijamos a la epistemologia u n grado de
p os it iv id ad q ue sobrepase al de la ciencia sobre la
que trata
Hemos sacado dos conclusiones que nos parecen
razonables. L primera es que mientras los sabios
permanezcan divididos en cuanto a los problemas
de orden filosófico en los que ellos mismos se ven
comprometidos no podemos esperar que el epis-
temólogo logre despojarse a si mismo de toda
influencia filosófica. Y la segunda que tempera el
primera que apreciar
esfuerzos que hace el epistemólogo para transferir
su problemática del plano de la discusión filosófica
al de la objetividad científica y tener en cuenta
que según vaya penetrando en él h a hecho real-
mente progresar nuestro conocimiento.
 

BIBLIOGRAFíA SUMARIA

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Virioux-Reymoad, Ao, L épistémalegie PUF, 1966.
 

íN I E

PRIMER P RTE

VISiÓN DE  ONJUNTO

l Los orígenes 5
11 El ámbito 13
111 Las aproximaciones   29
IV s problemas 45

SEGUNDA P RTE
 LGUNOS PROBLEMAS DE EPISTEMOLOGÍA

V La organización de las ciencias 55


VI Las matemáticas y la experiencia 73
VII La existencia matemática   83
VIII El fundamento de las matemáticas 93
IX El sentido y la verificación de los enunciados
empíricos 1 3

CONCLUSIÓN Epistemología y filosofía 115

BIBLIOGR FÍ SUM RI • • • • 121


 

1. Historia de la civilización europea 53. Los movimientos clandestinos en


C. Oelmas Europa - H. Michel
2. La pr om oc ión soclal G. Thuillier 54. Geografla soc ial del mundo
3. La polución atmosférica - P. Chovin P. George
  Roussel 55. Las probabilidades y la vida - Borel
4. La genética de las poblaciones 56. Sintaxis del f ranc és - P. Guiraud
E. Binder 57. Cuba -   Lamore
5. La electrónica cuántica - O. Launois 58. Descartes y el racionalismo
6. La IIngülstlca - J. Perrot G. Rodis-Lewis
7. La alergia - B. Hal pern 59. El Derecho en Estados U ni do s
8. La Inquisición - G. y J. Testas A. Tune
9. Las partfculas elementales - Kahan 60. La formación de las cavernas
10. La Información - F. Terrou P. Renault
11. Mussolini y el fascismo 61. Soclologia de la literatura - Escarpit
P. Guichonnet 62. Las migraciones humanas - L. Oollot
12. Los Jesuitas - A. Guillermou 63. Materia y antlmateria - M. Ouquesne
13. Cibernética y blologia 64. La alimentación humana R. Lalanne
A. Goudot·Perrot 65. Carlos Q uin to - H. Lapeyre
14. El hambre - M. Cépéde y H. Gounel e 66. Las doctrinas económicas - Lajugie
15. La opinión pública - A. Sauvy 67. Psicosis y neurosis - H. Baruk
16. Biologia social - G. Bouthoul 68. La vida soviética - Froment·Meurice
17. La simbología - O. Beigbeder 69. Historia de Vietnam - A. Masson
18. La resistencia de los materiales 70. La publicidad - B. Plas y H. Verdier
A Oelachet 71. El Inconsciente -   C. Filloux
19. La salud en el mundo 72. La soclologla Industrial - P. Mottez
J. Morichau·Beauchant 73. Sismos y volcanes -   Rothé
20. La conducción de automóviles 74. La grafología - H. Hertz
J. Rives 75. El medio ambiente - P. George
21. Las mentalidades - G. Bouthoul 76. El surrealismo - Y. Ouplessis
22. El espiritismo - Y. Casteilan 77. Técnica del periodismo - P. Gaillard
23. La estética industrial 78. La Primera Guerra Mundial
O. H isman y G. Patrix P Renouvin
24. La ayuda a los paises subdesarro- 79. La empresa en la vida económica
llados - F. Luchaire J. Romeuf
25. La televisión en color - R. Guillien 80. Análisis químico cualitativo
26. H is to ria de la cirugía - C. d Allaines C Ouval
27. Historia de las exploraciones 81. La orientacíón escolar y profesional
H. Oeschamps M. Reuchlin
28. Las toxicomanías - A. Y M. Porot 82. La Segunda Guerra Mundial
29. La química de los seres vivientes H. Michel
M. Javillier y J. Lavollay 83 El cooperativismo - G. Lasserre
30. Historia del deporte - B. Gillet 84. La toxicología - R. Fabre
31. Hipnosis y sugestión - hauchard 85. La química del vino - J. Caries
32. El vestido antiguo y medieval 86. Geografía de consumo - P George
M. Beautieu 87. El control de gestión·   Meyer
33. Los monos ant ropoides - Goustard 88. Los oligoelementos - A. Goudot y
34. Las guerras de religíón - G. Livet 89. Los sentimient os -   Maisonneuve
35. La esclavitud - M. Lengellé 90 La inflación - M. Flamant
36. El Frente Popular - G. Lefranc 91. La epistemología - R. Blanché
37. Los derechos naturales - Marquiset
36. Crisis y recesiones económicas
M. Flamant y J. Singer·Kerel EN PREPARACiÓN
39. La fatiga - P Chauchard
40. La egiptología - S. Sauneron La voluntad - P. Foulquié
41. Las Instituciones políticas del Afri O Bertrand
ca n gra - H. Oeschamps Alcaloides y plantas alcaloideas
42. Las clases sociales - P. Laroque F. Moreau
43. Geografla de la población - George Las enfermedades de la nutricíón
44. La guerra - G. Bouthou I M. Oérot y M. Goury-Laffont
45. La autoridad - M. Marsal El Islam - O. Sourd l
46. Técnica de los deportes - J. Oauven La piel - G. Blum
47. Soclologla de la vejez - P. Paillat Los métodos de la geografía - Pierre
48. Historia de los concilios - R. Metz George
49. La criminología - Fernand Ceccaldi La prospectlva - A. Clement
50. El hombre contra el anlmal Fiasson Las Intersexualldades - G. Oreyfus
51. Las epidemias - H. Harant Los nillos inadaptados - R. Perron
52. Historia de la fotografia -   A. Keim La fecundación -   Caries
 

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las plantos cultiltOdol y foresto les. Chisholm-Geograffa y economía técnico
3 vol6menl S De Plas y Verdier-La publicidad Tinbcrgen - Hacia una cconomfa
Cotton Si los y gt'Qf\eI OI Dobb-Copitalismo, crecimiento y sub mundial
  o u t a n c e a ~ r u t i c u l furo desarrollo Tsuru-lAd6nde va el capitolismol
Detroux y GosUnchar-Los herbicidas Flamant-La inflación Walters-Introducción a la econometrfa
y su empleo flamant y Singer-erisis y recesiones
Garda Palacios-La lechuga econ6micos CIENCIASPOLfTIC S
GOell-Malas hierbas (Diccionario) Fleming-lntroduccl6n al análisis eco Bouthoul-La guerra
Klimmer Plaguiddas n6mico Bull-Pol(f Ca vatlcona
Kononova-Materla orgónica del suelo Foroe-H6.bltat, economía y sociedad Caute-EI comunismo y los intelectua
Meaiaen y Lafon-Enfermedades de las Fax. Sengupta y Thorbecke-Teorfa de les franceses
hortalizas la poUtico económica cuantitativa Cerrcnl, Miliband. PoulantzQ5y Tadic-
Panella Árboles de jardln Harris-Schumpeter. cientrfico scclct Marx, el derecho y el Estado
Pape-Plagas plantos ornamentales Horvat-Teorra planific. econ6mica Cotteret Emeri-Los sistemas elec-
Ravel d'Esclapon-Variedades america Hunker-lntroducci6n a los recursos torales
nos de manzano mundiales Deschamps-Las instituciones polfticas
Sommereyns-Virvs de los vegetales Jané-EI problemo de los salarios en del África negra
espal la Gaillard Técnica del periodismo
  STRONOMI y   STRONÁUTIC Kcpp-Los costes sociales de la empresa Guichonnet-Mussolini y el fascismo
Mateu Sancho-Iniciación Q la astro- privada Lamore-Cuba
nóutica Klrschen-Pctfñcc econ6mica contem- Lapeyre-Carlos Quinto
Muirden-lniciaciÓR Q la cstrcncmlc poránea Lefranc-El Frente Popular
Lajugie-Los doctrinas econ6micas Lefranc-EI socialismo reformista
BELL S   RTES lasserre-EI cooperativismo Marsal la autoridad
Beoulieu-EI vestido antiguo y medievo 1 liberman-Planificaci6n del socialismo Michel-Los movimientos clandestinos
Duplesis-El.surrealismo Luchclre-Lc ayuda a los po sessubdes- scow-t,c opini6n pública
Hulsman   Polrhe-Est't¡cQ Industrial arrollados Schapiro-Gobierno y administraci6n
Keim Hlstorla de la fotogratra Meyer-EI control de gestión en la U. R.S.S.
Sauneron-Lo egiptolog(Q Mishan-Los costes del desarrollo eco- Terree-Le informaci6n
n6mico Thornton-El ncnismo, 1918-1945
BIOGR FI
Napoleoni-Curso de ecenemrc palrtleo Woolman-Abd el-Krim y la guerra
Cid-Seis testimonios de la medicino
Napoleoni-EI pensamiento económico del Rif
lbm-ica
en el siglo XX
Ch'en-Moo y la revoluci6n china NlchollOn-Econometrfa y problemas CIENCIAS PURAS
Lapeyre CarIOl Quinto Borel-Los probabilidades y lo YkSa
econÓmicos
Ogilvy-Confesiones de un publicitario Delachet-La resistencia de los. male-
Nourse-Economra regional
Sthoenman - Homenaje a 8ertrand riales
Odell - Geograna económica del
Russell petr61eo Duquesne-Mo.terla y antimaterio
BIOLOGIA Ohlin-Comercio interregional e inter- Kahan-Las partfculas elementales
~ l ~ n i l f n l de control de los nacional
Romeuf-La empresa en la vida eco- OEMOGR FI
seres vivientes
n6mica Borel-Las probabilidades y lo vida
Bouthoul-Biologfa social Santos-Geograna y economfa urbanos Dollot-Las migraciones humanos
Goudot   Bertrand-Los oligoelementos en los pofses subdesarrollados Souvy-Lfmites de la vida humano
Goudot-Perrot';'clbern'tica y biologfa Sargant-Economfa y sociologfa de la Stamp-Poblaci6n mundial y recursos
Javllller y lclvollay-La qufmica de los industria naturales
serdvivietltfll Schumpeter-Ensayos
Schumpeter-S ntesis de la evoluci6n de DEPORTES
BOTÁNICA la ciencia econ6mica y s s métodos Oauven-Técnico de los deportes
Bernardl y Oianl-Vegetocl6n acu6:tica Seldon y Pennance-Diccion. economía Gíllet Historia del deporte
GGeII-Ma,kIIhierbal (Diccionario) Seligman-Principales corrientes de la Rives-La conducción de autom6vi les
Moreau-Alcaloides y plantaa alca ciencia econ6mica moderna
SmaI -lntroducci6n a la economfa em - DERECHO,
1 -

-
_ I a Á r b o l  de lord n presarial Ceccaldi-Lo criminologfo
Sroffa-Produccl6n de merconc os por Cerronl. Miliband. Poulantzas y Tadic-
 C RTOGR FI medio de mertancfos Marx, el derecho y el .Estado
MoIIIch  Wllklnoon Mapas dio Stamp-Poblaci6n mundial y recunos M a r q u i s ~ I L o s derechos naturales
naturales Tune-El Derecho en .EstodOl Unidos
 

DICCIONARIOS Darryll Forde - Hébttct, eccnomlc y INFANTILES


Brech, y Robet tson-Oiccio-
Jcbcnreen sociedad Benejam-Los Lépea   kI herencia
nario de monogement Deschamps-Historio exploraciones lo s L6pez y el sofori
Fcutqulé-Diccioncrtc de pedagogía Fras er -La ti erro, el mar, lo atmósfera Los L6pez   el yeraneo
Güell-Molcs blerbcs (Diccionario) George-EI medio ambiente Carb6-Madorell-Lo casa bajo lo arena
Monkh ou se -D icc io nario de término s George-Geogroffa de la población Devcs-Steve contra Dr. Ves
geogr6ficos George-Geogrorra del consumo O p er a ci 6 n r e lá m pa g o
Roui Hcrd-Dlccionctlc de los santos George-Geograrro sociol del mundo Frant;ois-Georges :
Setdcn y Penecree-Dlccloo. eccnomfc Hunker-lntroducci6n a los recursos Los 4 Ases Y el oeroduHutdol
mundiales Los 4 Ases y la serpiente de mar
DOCUMENTOS Y R PORT J S Johnson-Geogrofra urbana Los 4 Ases y la YQCO sogrcdo
Borwíca-Lc insurrecci6n del ghetto de Lacoste y Salanon-Biogeografra Los 4 Ases y el fantasma
Varsovia Lomore-Cuba Los 4 Ases   el curut{i
Butt-Poltttcc vaticana Monkhouse-Oiccionario de términos Los 4 Ases y lo copa de or a
Deschomps-Historio exploraciones geogróficos Los 4 Ases   el dragón de tc:t nieves
Gvichonne1-Mv5:solini y el fascismo Monkhouse y Wilkinson-Mapos   d i a  Los 4 Ases Y el r al ty o If mp ko
Jones-El primer descubrimiento de gramas Los 4 Ases y la isla de l RobiJ SÓn
AméricQ Ncvrse-Eccncrnfo regional Los 4 Ases   el tirano
Lefronc-EI f re nt e P op ul ar Odel l - Geografra económica del Morlin-La tiara de Oribol
Poliakov-Auschwitz petr61eo   garra negra
Stampp-La esclavitud en EE.UU. Santos-Geograrra y econcmfc urbanas Las legiones perdidos
Thomton-EI nczlsmo, 1918-1945 en los pcfses s ub de sar ro lla do s El  ltimo esportono
Woolmon-Abd l- Krim y la guerra Stomp-Pobtoci6n mundial y recursos La tumba etrusco
del Rif naturales La islo moldita
vlers-Ctlmctoloqfc La esfinge de oro
ELECTRÓNICA El dios salvaje
Guillien-Lo televisi6n en color GEOLOGIA
Launois-la el ectrén lc c cu6ntica Renoult-Lc formación e las cavernas INGENIERIA Y MECÁNICA
Rothé-Sismos y volcanes Delochet-La reststencic de los ma
ENSAYO vlers-Gecmcrfcloqfc teriales
Blockhcm-Seis pensadores exlstenctc Hulsmcn y Potrtx-Estéflcc induslrial
lisioS HISTORIA Rlves-Lc conducción de Qutomóviles
Copmany-EI feminismo ibérico Beaulieu-EI vestldc antiguo y medieval
Cid-Seis testimoni s de la medicina Beigbeder-La simbologro LINGUISTICA
ibérica Borwicz-la insurrección del ghetto de Baty-Inglés paro empresarios
Schumpeter-Ensoyos Varsovia Guiraud-Sintaxis del froncl s
Caute-EI comunismo   los intelectua Perrot-Lo lingü(stica
FILOSOFIA les franceses
Auaios-Lc y las técnicas
ñtosoñc Ch en-MGo y ta revolución china. Con LITERATURA
Blcckbcm-Seis pensadores existen «37 poemas», de Moa Tse-Tung Escarpit-Sociologfa de Ja Iltercfurc
clallstcs D Allctnes-Hlsterlc de la cirugra
Btcncbe-Lc epistemologfo Detrncs-Hlstcrtc civilización europea MANAGEMENT
Cerrcnl Milibond. Poulontzos y Todlc Deschomps-Historia exploraciones (ORGANIZACiÓN DE EMPRfSAS)
fIAorx el derecho y el Estado Deschamps-Las instituciones polfticas Argenti-Planificaei6n de la empresa
Cid-Seis testimonios de la medicina del Áfr ca negra Argenti-Técnicas del rnonogemenl
ibérica Froment-Meurice-La vida soviética Boltersby-Matem6.ticas pora empresa
Chiadi-Sortre y el marxismo Gillet-Historia del deporte 8aty-lnglés para empraoriot
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tgens ein Gultlermcu-Lcs jesuitas significado
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moderna lamore-Cuba nogement del m6.rketing
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lismo Lefranc-EI Frente Popular Mate y Monlgomery-Monooement de
Schoenmon - omen aje o 8ertrand Lengellé-La esclavitud la fusi 6n de empraas
Russell Livet-Lcs guerras de religión O Shaughnessy-CrgonizQdón empresas
Mosson-Historio de Vietnam ReviIIa-Hocerlo bien y hocerto so.ber
FlslCA Mea-Historia de los conci lios Sargant-Econom(a y sociok:Jolo de te
Dejccbet-Lc resistencia de los mote Michel-La Segunda Guerra Mundial industria
rlcfes Michel-Los movimientos clandestinos Shackle-PerspectiyOl empresarlales y
Duquesne-Mo.teria y ontimoteria Poliakov-Auschwitz beneficio
Kcbcn-Lcs partfculas elementalea Renouvin-la Primera Mundial del monagement
Sauneron-La egiptologra Small-lntroduccl6n o la eEonom(Q
GEOGRAFIA Testas-La Inquisición empresariol
Clavel-Evolución de la geogrotra Thornfon-EI nazismo, 1918-1945 Suavet-Vida económico de la empresa
humana Woolman-Abd el-Krim   la guerra Toylor-Management ·clenlfftCO
Chisholm-Geograffo y economfa del Rif Urwick y Brech-Historia rnanagtment
 

MÁRKETING Debesse y Mlalaret Pedagogfa com- George Geografra de la población


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Izquierdo Novorro-La tercera sociedad Debesse y Mialaret-Psicologfa de la l;Ia;ont las epidemias
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ductos Manacorda-Marx y la pedagog fa mo Izquierdo Navorro-Espal la erótica
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Spi Ilord to vento Q presión Izquierdo Navarro E s p a ~ a vende mol
pOEsíA
Underwood Thompson Esfrategio del Izquierdo Navarro la tercera sociedad
Moo Tse-Tung-37 poemas
producto Kopp-Los costes sociales de la empresa
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Bcruk-Pslccsts y nevrosts Mishan-Los costes del desarrollo eco
PUBLICIDAD Y nómico
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ibérica
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Chcuchcrd Hipncsls y sugestión
Pecrscn y Turner-La industria de la
Chauchard lo fatiga en los pafses subdescrrcllcdos
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Chovin   Roussel Poluci6n atmosférica
Reviüc Hccerlc bien   hacerlo saber
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Stebbins-Píldoras publicitarias Sauvy-La opinión público
Oérot y G c v ry L cs e nf e rm e da de s de
Watts La nueva publicidad
la nutrición Sauvy límites de lo vida humana
Dlerkens Freud. Antologfa sistemática QUiMIC Stampp-La esclavitud en EE.UU.
reeee-t,e toxicología Caries La qufmlcc del vino Terrou La información
FilIoux-E1 inconsciente Detroux. y GosHnchar-Los herbicidas Thu¡ Ilier-La promoción social
Foulquié-La voluntad y su empleo TEATRO
Gf ocionsky-los enfermedades venéreas Dvvct ndtlsts químico cualitativo
Corvin-EI teatro nue o
Halpern La o lergio Jcvtfller y lavollay La qufmica de los
 

Desuché-La técnica teatro de Ber tct


HafQnf-Las epidemias seres vivientes Brecht
Hertz-La grafologfa Klimmer-Plaguicidas
Klimmer-Plaguiddas URBANISMO
RELIGIONES Y MITOS y uso etel
LCllonne-La alimentación humana Cbcpin Plonlñccclón suelo
Beigbeder-La simbología
Laplane y Lasforgues-La pubertad urbano
Bull-PoUtica vaticana Hall-Modelos <leon41isis territorial
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Guillermou-Los jesuitas Johnson-Geografía urbon.a
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Uves-Las guerras de religión Perloff-La calidad del medio ambiente
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Metz-Historia de los concl lios
Perot Las toxicomanfas urbano
Palou la brujeda
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Richard-Psicoanálisis   educación Rouillard-Diccionario de los santos Wingo Transporte   suelo urbano
Testas la Inquisición
Sauvy-Lfmiles de la vida humana
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Binder-La genética de los poblaciones Deschamps--Historia exploraciones
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Bordas-C6mo elq¡ir profesi6n Capmany-EI feminismo ibérico Bonnemaison-Enemigos animales de
Comes-Gufa para la redacción   pre Cépéde y Gcunefle El hambre las plantas cultivadas y forestal-es.
sentación de trabajos científicos. in- Clavol-Evolución de la geografra 3 volOmenes
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