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(enero-marzo 2019)

Cuadernos de cultura crítica y conocimiento

DOSSIER
EL TRABAJO EN EL CAPITALISMO GLOBAL. PROBLEMÁTICAS
Y TENDENCIAS
Número coordinado por:
Adrián Sotelo Valencia, Universidad Nacional Autónoma de México
Dirección editorial
Jaime Labastida, José María Castro, Adolfo Castañon, Dídimo Castillo y Carlos Díaz

Consejo Científico Asesor


Tomas Albaladejo (Universidad Autónoma de Madrid): área Teoría de la Literatura | Anna Bus-
quets (Universitat Oberta de Cataluyna): área Bussines, Relaciones Internacionales y Comercio |
Nicolás Caparrós (España): área Psicoanálisis | Daniel Cassany (Universitat Pompeu Fabra): área
de Didáctica| Adela Cortina (Universitat de València): área Filosofía | Teresa Ferrer Valls (Universitat
de València): área Literatura y Teatro | Edward Friedman (Vanderbilt University): área Literatura y
Estudios Culturales | Miguel Ángel García (Universidad de Granada): área Literatura | Javier Gar-
ciadiego (UNAM, El Colegio de México): área Historia | Luis Íñigo Madrigal (Chile):área Literatura
Colonial | Miguel León-Portilla (UNAM. El Colegio Nacional. México): área Historia Pensamiento y
Literatura Náhuatl | Reyes Mate (CSIC. España): área Filosofía, Memoria y Holocausto | Josep Joan
Moreso (Universitat Pompeu Fabra): área Derecho y Filosofía | Ricardo O. Moscone (Argentina):
área Psicoanálisis | Rosa Navarro Durán (Universitat de Barcelona): área Literatura | Anastacio Ove-
jero (Universidad de Valladolid): área Psicología Social | Gloria Pérez Salmerón (Biblioteca Nacio-
nal. España): área Biblioteconomía y Documentación | Evangelina Rodríguez Cuadros (Universitat
de Valencia): área Literatura y Teatro | José Sarukhán (UNAM. México): área Ciencias Naturales.
Ecología | Jaime Siles (Universitat de Valencia): área Estudios Clásicos, Poesía y Arte | Lorenzo
Silca (España): Escritor | Juan José Solózabal (Universidad Autónoma de Madrid): área Derecho
Constitucional | Jenaro Talens (Universitat de Valencia): área Teoría de la Literatura | Jorge Urrutia
(Universidad Carlos III de Madrid): área Literatura | Eliseo Valle (University of Virginia-HSP): área
Ciencias de la Educación | Teun Van Dijk (Universitat Pompeu Fabra): área Lingüistica y Periodismo
| José Luis Villacañas (Universidad Complutense de Madrid): área Filosofía

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SUMARIO

Presentación
A modo de presentación. El Trabajo en la crisis contemporánea
del capitalismo, Adrián Sotelo Valencia 5
el trabajo en el caPitalismo global
Debate sobre el imperialismo, el neocolonialismo y la
sobreexplotación laboral como principales características
del mundo capitalista en el siglo XXI, Andy Higginbottom 11
Trabajo y superexplotación: una revalorización positiva
para el siglo XXI, Adrián Sotelo Valencia 27
Capitalismo global y superexplotación del trabajo.
Breves notas teóricas, Giovanni Alves 39
Servicios y valor en la era del proletariado digital, Ricardo Antunes 55
El ejército industrial de reserva y la superexplotación
del trabajo. Categorías de análisis necesarias para comprender
el siglo XXI, Ana Alicia Peña López y Nashelly Ocampo Figueroa 67
exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

Desigualdad salvaje global: el precariado


y la humanidad superflua, William I. Robinson 79
Precariedad del trabajo y de la vida como paradigma
de la reestructuración en la fase de la crisis sistémica
en la europa del capital, Luciano Vasapollo 93
Trabajo, juventud y género, Joana Das Flores Duarte 105

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Formación de recursos humanos, nuevas trayectorias


ocupacionales y exclusión laboral de los jóvenes profesionistas
en México, Dídimo Castillo Fernández y Silvia Irene Arcos Sánchez 119
Los trabajadores migratorios de México y Centroamérica
en la conformación del mercado laboral regional de América
del Norte (1980 - 2018), Juan Manuel Sandoval Palacios 139
clases sociales, subjetividad y organización obrera

Valor, empleo, clase y capital en la cuarta


revolución industrial, Andrés Piqueras 155
Trabajo y subjetividad, Sergio Novoa Girón 179
Retos del sindicalismo frente a la globalización
neoliberal, Manuel Mera 193

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A modo de presentación. El Trabajo


en la crisis contemporánea del capitalismo

ADRIÁN SOTELO VALENCIA

El tema del trabajo siempre ha constituido una preocupación del pensamiento hu-
mano y de las ciencias sociales de todos los tiempos. Sin embargo, en las últimas
décadas, particularmente desde los años ochenta del siglo pasado, por diversas
razones, ha quedado relegado o subordinado a otras preocupaciones temáticas
consideradas prioritarias como la economía, la política o la cultura. Fundamen-
talmente se argumenta que el trabajo ya no es más la categoría central en el capi-
talismo contemporáneo y de las relaciones sociales y humanas; por consiguiente,
sus sujetos históricos (los trabajadores) han sido desplazados, entre otros, por
nuevos movimientos encabezados por indígenas, campesinos, estudiantes, mo-
vimientos feministas, ONGs, altermundistas, ecologistas, el precariado, etc., así
como por toda una gama de nombramientos y figuras representativos de dichos
sujetos y movimientos sociales. Se pretende, en esencia, “demostrar“ que el
sujeto revolucionario —que Marx y otros pensadores como Lenin, entre otros,
identificaron en la clase obrera y el proletariado como sujetos históricos de la
transformación social del modo de producción capitalista con el fin de construir
uno nuevo identificado con los intereses sociales, económicos y culturales de
la mayoría de la humanidad— no es ya más la fuerza motriz de la historia, sino
que, ahora, son otras las fuerzas, como la ciencia y la tecnología in abstracto, las
que ocupan su lugar, obviamente no para transformar el capitalismo, sino para
reforzarlo y “humanizarlo“. De aquí las diversas fórmulas como “el fin de la
historia“, “el fin de las ideologías“, el post-capitalismo o el advenimiento de las
“sociedades post-industriales”, “la era del acceso”, etc., que pretenden demostrar
lo anterior.
De una forma sintética identificamos en la actualidad dos corrientes o posturas
teóricas, ideológicas y políticas respecto a esta importante y trascendente temá-
tica: autores y corrientes que ubicamos bajo el cobijo del “fin del trabajo”, y los
que, como los que presentamos en el presente Dossier, se mueven en el redil del
mundo del trabajo y realizan sus múltiples reflexiones teóricas, metodológicas y
analíticas desde ese prisma de investigación y reflexión.
La presente temática aborda el trabajo en el capitalismo global y sus princi-
pales problemáticas y tendencias. Procura captar las nuevas fenomenologías y
metamorfosis del mundo del trabajo contemporáneo en el entorno contradictorio
y catastrófico del sistema capitalista que cada vez más se precipita a un foso

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6 Presentación

sin salida de recesión, depresión y crisis civilizacional que desafortunadamente


afecta a la mayoría de los trabajadores y ciudadanos del planeta no ofrecién-
doles otra alternativa más que la de aceptar dócilmente, y sin cuestionar, el orden
existente.
En este número ofrecemos un conjunto de ensayos que de manera directa o
indirecta reflexionan en torno a estas problemáticas y tendencias, divididos en
tres secciones.
En la primera sección, “El trabajo en el capitalismo global”, incluimos cinco
trabajos que tienen su epicentro en el tema de la superexplotación del trabajo en
el capitalismo contemporáneo.
El primero, de Andy Higginbottom, profesor Asociado en la Universidad de
Kingston de Londres, intitulado: “Debate sobre el imperialismo, el neocolonia-
lismo y la sobreexplotación laboral como principales características del mundo
capitalista en el siglo XXI”, se interroga acerca de que si todavía el concepto
“imperialismo” explica las principales características del mundo capitalista glo-
balizado en el siglo XXI. Esto sirve de transfondo para polemizar con el geógrafo
marxista David Harvey en torno a que si la transferencia de valor fluye o no fluye
de las ex-colonias a las antiguas potencias imperiales, o sea, desde el “Sur global”
al “Norte global”. De este modo el autor retoma una temática fundamental rela-
tiva a las transferencias de valor y el intercambio desigual que, de acuerdo con la
teoría marxista de la dependencia, sellaron las relaciones histórico-estructurales
Centro/Periferia, Imperio/Dependencia o Metrópoli/Satélite, entre las economías
del mundo subdesarrollado y dependiente y las potencias imperialistas capita-
listas de antaño y contemporáneas.
Por su parte, Adrián Sotelo, investigador del Centro de Estudios Latinoameri-
canos de la FCPyS de la UNAM, en su ensayo: “Trabajo y superexplotación: una
revalorización positiva para el siglo XXI”, considera la categoría de superexplo-
tación como el pilar-eje de la teoría de la dependencia, ya que constituye un fenó-
meno global que explica la situación de crisis de la economía capitalista mundial
y la realidad económica y productiva de los países del capitalismo avanzado.
En el mismo tono, Giovanni Alves, profesor-investigador de la UNESP-Ma-
rília, Brasil, en su “Capitalismo global y superexplotación del trabajo. Breves
notas teóricas”, realiza una revisión crítica de la categoría superexplotación del
trabajo exponiendo su morfología social y considerándola como la forma do-
minante de explotación del capital en el siglo XXI. De manera propositiva y
novedosa, concluye con la propuesta de elaborar una concepción ampliada de
la morfología social de la superexplotación del trabajo como categoría analítica
necesaria para la crítica del sistema mundial del capital en el siglo XXI.
En su ensayo: “Servicios y valor en la era del proletariado digital”, Ricardo
Antunes, Profesor Titular de Sociología del Trabajo en la UNICAMP, sostiene
que el mundo del trabajo presenta una morfología multifacética, tanto al ampliar
las actividades digitales, como al intensificar los modos de ser de la precarización

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Presentación 7

de la clase trabajadora en escala global. Responde a algunas preguntas como:


¿cuáles son las principales consecuencias del avance de las tecnologías de infor-
mación y comunicación (TIC) en el mundo del trabajo en el sector de los servi-
cios? ¿Qué significan los nuevos trabajos on line, intermitentes, flexibles, terceri-
zados, etc., que se expanden en escala global? ¿Qué modalidades de trabajo viene
generando la “industria de servicios”, dada su inserción creciente en la lógica
de la “mercantilización”, de la “comoditización” y en el proceso de creación de
valor? Pone algunos ejemplos relativos a los llamados contratos de cero horas y
el sistema Uber, entre otros, como ejemplos empírico para el análisis. Termina
preguntándose: ¿estos ejemplos sugieren la creación de una “nueva clase media”,
o más aún, una “nueva clase” denominada precariado? ¿O son expresión de la
expansión del nuevo proletariado de servicios?
Por último, las profesoras e investigadoras de la Facultad de Economía de la
UNAM, Ana Alicia Peña López y Nashelly Ocampo Figueroa, en su artículo:
“El ejército industrial de reserva y la superexplotación del trabajo. Categorías
de análisis necesarias para comprender el siglo XXI”, analizan los mecanismos
de subordinación y control de la población trabajadora dentro de los procesos de
trabajo (fábricas, campo, oficinas, cafés internet o en los domicilios) y la subordi-
nación de la reproducción diaria de la fuerza de trabajo. Para ello recuperan dos
categorías propuestas por Marx hace más de ciento cincuenta años y que, según
las autoras, siguen siendo vigentes: el Ejército Industrial de Reserva y la Supe-
rexplotación del trabajador, consideradas claves para comprender las formas de
subordinación y las que asume el capital para ejercer el poder contra la población
trabajadora.
La segunda sección, “Exclusión social, precariedad laboral y desigualdades
globales”, la integran cinco ensayos.
El primero es de William I. Robinson, investigador del Departamento de
Sociología de la Universidad de California en Santa Bárbara, intitulado: “Des-
igualdad salvaje global: el precariado y la humanidad superflua”. Plantea, en sín-
tesis, que la globalización ha resultado en una polarización social sin precedente
en todo el mundo. Las desigualdades globales salvajes son un fiel reflejo de la
crisis del capitalismo global que es tanto política como estructural, o de sobrea-
cumulación. El sistema se está acercando a una crisis general de dominio capi-
talista, para lo que la clase capitalista transnacional recurre a varios mecanismos
para sostener la acumulación, entre los que destaca la acumulación militarizada
o acumulación por represión. La digitalización de la economía global acelera la
precarización, una mayor fragmentación del trabajo y de la conciencia de clase y
una dramática ampliación de las filas de la humanidad superflua. El concepto de
lumpenprecariado capta bien la idea de la masa de la clase obrera global que tra-
baja en condiciones de precariedad y/o se encuentran estructuralmente excluida
de la economía global, sujeta a sofisticados sistemas de control social y represión.
Por último, plantea que el desafío para desplegar los proyectos emancipadores

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8 Presentación

consiste en cómo lograr la solidaridad y una capacidad de acción política colec-


tiva entre la masa de los trabajadores precarios junto con la humanidad superflua.
El Profesor del Departamento de Estudios Europeos, Americanos e Intercul-
turales de la Universidad de la Sapienza de Roma, Luciano Vasapollo, en su en-
sayo: “Precariedad del trabajo y de la vida como paradigma de la reestructuración
en la fase de la crisis sistémica en la Europa del capital”, centrado en Italia y en
el ámbito europeo, sostiene la hipótesis de que el trabajo metropolitano, en el ám-
bito político-productivo, hace necesaria la caracterización específica del carácter
social del trabajo para comprender la estructuración y diversificación de la com-
posición de clase y la condición de vida de los trabajadores. Como antecedente,
se analizan los cambios que en el ámbito del trabajo acarrea la crisis del sistema
fordista y el advenimiento del post-fordismo en la época de la precariedad la-
boral y de la globalización capitalista. Como arista, se vislumbra la extensión
del desempleo a partir de las constantes deslocalizaciones de las empresas que
se reubica bajo las más variadas formas del trabajo precario con elevadas tasas
de explotación. El Estado Social (Walfare State) cada vez más se convierte en un
estorbo para garantizar la reproductividad del capital y extender la globalización
en beneficio de la rentabilidad general del capital.
En su ensayo “Trabajo, juventud y género”, Joana Das Flores Duarte, Pro-
fesora de la Universidade Federal de Rio de Janeiro, Brasil, analiza las nuevas
configuraciones de la división sexual y de género del trabajo juvenil en la so-
ciedad brasileña que implica reconocer que ese no es un fenómeno reciente, pues
las relaciones desiguales entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo son,
y siguen siendo profundizadas, por el modo de producción capitalista. Frente a
esos cambios de la forma de ingreso, los espacios de producción y de reproduc-
ción de la fuerza de trabajo, así como el papel del Estado en la regulación de la
misma, también son profundamente alterados. El desmantelamiento del Estado
en relación con la garantía del derecho humano al trabajo seguro y la amplia-
ción de la penalidad neoliberal sobre la clase trabajadora, han obligado a la más
empobrecida población habitante de las favelas a ocupar los peores puestos de
trabajo y a vivir en condiciones degradantes. Incluso, es sobre las mujeres que los
resultados de esas desigualdades son más expresivas, contrastando pasado y pre-
sente, riqueza y pobreza como fenómenos intrínsecos marcados por la relación:
sexo-género.
A tono con el tema de la juventud, el profesor-investigador de la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México,
Dídimo Castillo Fernández y la Maestra en Políticas Públicas y Gobierno de la
misma Universidad, Silvia Irene Arcos Sánchez, en su trabajo: “Formación de
recursos humanos, nuevas trayectorias ocupacionales y exclusión laboral de los
jóvenes profesionistas en México”, sostienen que a pesar de que México tiene
el potencial económico y la fuerza laboral suficiente, las condiciones en las que
se encuentra el mercado laboral y el relativamente bajo crecimiento económico

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Presentación 9

limitan la creación de empleos, particularmente de los jóvenes que son los más
afectados por la desocupación, la informalidad y los bajos ingresos; inclusive,
son relegados al desempleo desalentado. La masificación de la educación, la in-
flación o devaluación de los títulos, sumada a la poca creación de empleos, está
dejando atrás los tiempos de la “carrera laboral” en relación con la formación
profesional y a los jóvenes a pesar de su capital humano y la adquisición de ma-
yores elementos de competencia. El artículo analiza la manera como la lógica del
capital relegó la formación profesional a los problemas inherentes del mercado
de trabajo y cómo las competencias se han planteado y vuelto centrales como
condición para la inserción en los mercados laborales, particularmente, para los
jóvenes profesionistas, ante entornos de rápida evolución de los conocimientos
y su aplicación, y de fuertes limitaciones reales de oportunidades en el mercado
laboral.
La sección culmina con el ensayo de Juan Manuel Sandoval Palacios adscrito
al Seminario Permanente de Estudios Chicanos y de Fronteras de la Dirección de
Etnología y Antropología Social del Instituto Nacional de Antropología e His-
toria, intitulado: “Los trabajadores migratorios de México y Centroamérica en la
conformación del mercado laboral regional de América del Norte”, donde estudia
y analiza el papel que los trabajadores migrantes de México y de algunos países
de Centroamérica han jugado en la configuración del mercado laboral regional de
América del Norte a partir de la reestructuración del capitalismo mundial por la
crisis estructural del mismo en las décadas de 1970 y 1980 en el contexto de lo que
llama el nacimiento de la Clase Capitalista Transnacional (CCT) encabezada por
la fracción estadounidense que impulsó la fase actual del capitalismo mediante la
dispersión y concentración del capital que globalizaron los circuitos financieros y
de producción. Este trabajo sirve como un importante soporte y contexto teórico
y empírico para comprender la reciente problemática de la migración masiva de
Centroamérica hacia Estados Unidos a través del territorio mexicano.
La tercera sección, “Clases sociales, subjetividad y organización obrera”, con-
templa tres ensayos. En el primero Andrés Piqueras, profesor-investigador de la
Universitat Jaume I. en su ensayo: “Valor, empleo, clase y capital en la cuarta
revolución industrial”, expone un conjunto de consideraciones teóricas y me-
todológicas sobre las causas estructurales del declive del capitalismo histórico,
que no puede sobreponerse a su enfermedad de sobreacumulación, vislumbrando
algunas consecuencias en la relación Capital-Trabajo, como la dilución de la re-
lación salarial y la acentuación de la explotación en el ámbito laboral, donde se
brutalizan las relaciones laborales, pero también fuera de él, en lo que podríamos
llamar el ámbito amplio de la explotación. Se trata de explotar el trabajo impago,
no sólo como elemento reproductor de una fuerza de trabajo con cada vez menos
capacidad de auto-reproducción a través del salario, sino de extraer beneficio
del cúmulo de actividades que los seres humanos establecen para posibilitar la
vida. Por último, plantea que las actividades extra-humanas, como los procesos

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10 Presentación

de la vida natural, son puestas sin precio al servicio de las ganancias más allá de
la acumulación de capital, lo que provoca que los beneficios y la acumulación se
divorcien cada vez más.
En “Trabajo y subjetividad” Sergio Novoa Girón, Profesor-Investigador de
la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), analiza un tema
por demás mayúsculo y complejo: la centralidad del trabajo en la psicología so-
cial. Para ello expone las tesis de algunos autores que han reflexionado acerca de
la relación trabajo/subjetividad buscando valorar la importancia de tal análisis.
Asimismo, repasa las ideas que conceptualizan la subjetividad como una cate-
goría diferente del llamado idealismo subjetivo. Por último, aborda el tópico de
la restructuración productiva y su impacto en las relaciones sociales, aspectos que
inciden en la subjetividad social, en general, y en la laboral, en particular.
Por último cerramos esta sección con el escrito de Manuel Mera, Ex-Secre-
tario de la Intersindical Nacional dos Traballadores Galegos, Ex -Presidente de
la Confederación Intersindical Galega y Director de la Fundación Moncho Re-
boiras; “Retos del sindicalismo frente a la globalización neoliberal” que plantea
que el capitalismo está en su fase senil, pero no destruido, ni superado. El re-
troceso de los sindicatos y de los partidos de izquierda impide que cumplan el
papel histórico que les corresponde. Y se interroga: ¿Dónde están las debilidades,
los errores? ¿Qué relación guarda la explotación y la opresión en los países de-
pendientes, entre sindicato y partido de clase, entre movilización y lucha de las
ideas? Estas son las preguntas que orientan su reflexión a la luz de los aconteci-
mientos contemporáneos.

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11

Debate sobre el imperialismo, el neocolonialis-


mo y la sobreexplotación laboral como
principales características del mundo capitalista
en el siglo XXI

ANDY HIGGINBOTTOM*

Un gran debate se ha desarrollado en el mundo marxista angloparlante en torno a


sus bases teóricas y sus fundamentos. ¿El concepto imperialismo todavía explica
las principales características del mundo capitalista globalizado en el siglo XXI?
Esta pregunta ha dividido la opinión de una manera tal vez sorprendente. Por un
lado, dentro de este debate la corriente dirigida por David Harvey niega, incluso,
la viabilidad del imperialismo como un concepto útil para el siglo XXI. Especí-
ficamente argumenta que la transferencia de valor ya no fluye de las ex-colonias
a las antiguas potencias imperiales, o sea desde el “Sur global” hacia el “Norte
global”. Afirma que efectivamente con el ascenso de China y la dinámica capi-
talista de Asia oriental, la situación se ha invertido y ahora la plusvalía fluye del
oeste al este. Es así como este autor afirma que:

[…] aquellos de nosotros que pensamos que las antiguas categorías de imperialismo
no funcionan demasiado bien en estos tiempos no negamos en absoluto los flujos
complejos de valor que amplían la acumulación de riqueza y poder en una parte del
mundo a expensas de otra. Simplemente pensamos que los flujos son más complica-
dos y cambian constantemente de dirección. El drenaje histórico de la riqueza del este
al oeste durante más de dos siglos, por ejemplo, se ha invertido en gran medida en los
últimos treinta años (Harvey, 2017: 169).

En el presente artículo sostengo que desde el otro lado de este debate, Smith
tiene razón al insistir en que la teoría marxista clásica del imperialismo mantiene
su relevancia, y además que los conceptos de neo-colonialismo y sobreexplota-
ción laboral son indispensables para profundizar nuestra comprensión de la diná-
mica de clase contemporánea (Harvey, 2018).
En su intercambio con Harvey, Smith hace tres observaciones cruciales:
a) Existe una transferencia continua y sistémica del valor desde el Sur global
(incluida China) al Norte global.
b) La base o fuente de esta transferencia internacional es la sobreexplotación de
los trabajadores en el Sur global.
* Profesor Asociado en la Universidad de Kingston, Londres. Participa en grupos solidarios de apoyo a
los movimientos sociales en Colombia, Sudáfrica y Tamil Eelam.

250
12 el trabajo en el caPitalismo global

c) Mientras que la sobreexplotación capitalista del trabajo existe desde los


tiempos de Marx, su expansión se ha acelerado en el último período hasta
abarcar el período manufacturero que impulsa la globalización neoliberal.
Harvey no niega el segundo supuesto por completo; al menos reconoce que
la sobreexplotación laboral ocurre, pero no acepta que sea necesario repensar
Marx para tenerla en cuenta como un concepto. Argumenta, más bien, que la so-
breexplotación no debe hacerse demasiado esencialista, ni tampoco puede estar
de acuerdo con las determinaciones sistémicas del primer y tercer punto. En
resumen, Harvey niega el significado categórico tanto del imperialismo como de
la sobreexplotación laboral.

La selectividad de Harvey de la evidencia

En un importante libro Smith (2016) afirma que el imperialismo hoy procede


de patrones globales de producción y distribución de valor, e incluye un análisis
crítico de los datos disponibles para identificar esas tendencias, en particular, la
lente distorsionadora que provoca la “ilusión del PIB”. Tanto en el libro como en
su respuesta a Harvey, Smith reúne evidencias de la masiva e incluso creciente
fuga de valor desde el Sur global hacia los Estados Unidos, Europa y Japón y reta
a Harvey a corroborar su afirmación de que este flujo se ha invertido.
En un marcado contraste metodológico con el estudio sistemático de Smith,
hasta ahora la respuesta de Harvey carece de datos y suele ser más bien anecdó-
tica. Pero incluso estas anécdotas deben ser objeto de escrutinio. Por ejemplo,
Harvey (s/f) escribe que “una mirada superficial a los acaparamientos de tierras
en toda África muestra que las empresas y los fondos soberanos chinos están muy
por delante de todos los demás en sus adquisiciones. Las dos empresas mineras
más grandes que operan en el cinturón de cobre de Zambia son indias y chinas.”
De hecho una mirada superficial a Zambia revela que, de las cuatro grandes
empresas mineras de cobre, dos son canadienses (Barrick y First Quantum); una
es suiza (Glencore) y la otra es propiedad del conglomerado anglo-indio Vedanta.
Las empresas chinas tienen varias minas más pequeñas, pero ni una de estas
cuatro grandes (véase Minin for Zambia, s/f). En cambio, China ha desempe-
ñado un papel distinto en los grandes proyectos de infraestructura (Xinhua, 28 de
agosto de 2017).
Las fuentes de stock de inversión extranjera directa acumulada en Zambia, a
partir de mediados de 2016 son Canadá: 27,3%; el Reino Unido: 20,3%; China:
14,5% y Suiza: 12,9% (Gobierno de Zambia, 2017).
Si bien la participación de China es significativa, sin embargo, lo que no se
menciona en el resumen de Harvey, es la mayor participación de Canadá y del
Reino Unido, dos potencias tradicionales de la minería imperialista occidental.
Los datos de la UNCTAD confirman el rápido aumento de la IED minera de

250
trabajo y suPerexPlotación: una revalorización Positiva... 13

China en África. ¿Pero es esta la única conclusión que sacamos de la siguiente


tabla?

Los primeros diez países de la IED minera en África


País de origen 2010 $bn 2015 $ bn
Estados Unidos 55 65
Reino Unido 47 58
Francia 52 54
China 13 35
Sudáfrica 19 22
Italia 10 22
India 12 17
Singapur 20 16
Suiza 12 14
Malasia 17 12
Fuente: UNCTAD, 2017: 44.

El panorama general no contemplado por Harvey pero que revela el cuadro


anterior es la preeminencia continua de los Estados Unidos, Reino Unido y
Francia, las tres grandes potencias establecidas en África. China todavía no está
“muy por delante” del imperialismo occidental, pero está avanzando rápidamente
y amenaza con alcanzarlo pronto. Hoy existe toda una industria de observadores
de China, pero el tema es: ¿en qué contexto y contra qué competencia se levanta
China?
El imperialismo occidental es “el centro inadvertido” del escenario. No es
necesario añadir que la realidad del centro no marcado es que todas estas cifras
se reportan rutinariamente en dólares estadounidenses, la moneda mundial de
facto. ¿Dónde están los observadores críticos de las continuas súper-ganancias de
Estados Unidos, Reino Unido, Francia Suiza, Canadá y Australia, cuyos bancos y
corporaciones extractivas siguen siendo los principales beneficiarios de la explo-
tación de los recursos laborales y naturales de África, de Asia y de Latinoamérica?
Al mismo tiempo, la industria minera mundial es un índice del dramático as-
censo de China. PwC Global (2017) publica un informe anual sobre las 40 em-
presas mineras más importantes del mundo. Las dos compañías más grandes cla-
sificadas por capitalización de mercado son BHP Billiton y Rio Tinto Zinc, ambas
corporaciones BI-nacionales de UK/Australia. Hay sólo una empresa china en
el Top 10, pero tiene 11 corporaciones dentro del Top 40. El informe muestra
que China está pasando a ser la principal fuente de demanda, como lo fue en el
último “súper-ciclo”, para anticipar el próximo ciclo. En la parte inferior del ciclo
de productos básicos, las empresas chinas han estado comprando activos y están

250
14 el trabajo en el caPitalismo global

listas para aprovechar la próxima mejora, es decir, establecer líneas de suministro


a las fábricas y convertirse en vendedores además de compradores de minerales
industriales. Este es otro desafío para los intereses de las potencias existentes.
Hace tiempo Nkrumah (1965) señalo que las corporaciones mineras son un
agente importante del neo-colonialismo. Hasta qué punto la creciente incidencia
de las corporaciones chinas modifica esa relación explotadora en África hace
parte de una discusión aún más amplia, la cual abordaremos a continuación.

El sub-imperialismo o el neo-colonialismo con dos caras

Bond (s/f) destaca la aparición del subimperialismo de los países BRICS como un
fenómeno importante del último período que debe tenerse plenamente en cuenta.
En eso podemos estar de acuerdo, pero, como argumenta Daum (s/f), el surgi-
miento de los BRICS no marca la desaparición del imperialismo, sino que es
evidencia de un imperialismo modificado que está entrando en una nueva fase.
En cualquier caso, existe una fuerte diferenciación al interior del grupo de
los BRICS entre los antiguos gigantes socialistas como Rusia y China, que son
potencias mundiales reales y potenciales respectivamente, por un lado; y Brasil,
Sudáfrica e, incluso, la India (a pesar de su enorme tamaño), por el otro. El gran
capital en estos últimos países no es totalmente independiente de Occidente, sino
que en general trabaja como socio menor en alianza con el capital occidental.
Estas relaciones asumen varias formas, pero el punto clave es la de una alianza
en beneficio de ambas partes. Un aspecto de esta alianza es el papel de Londres
como un importante centro financiero. Algunas de las empresas extractivas más
fuertes han trasladado sus casas matrices desde su principal país de operaciones a
esa capital donde consiguen mejores condiciones en los mercados de capitales y
la protección del Estado del Reino Unido para sus operaciones globales.
Sudáfrica permitió que sus grandes corporaciones, los beneficiarios del apar-
theid, emigraran a Londres a fines de la década de 1990. Vedanta ha seguido esa
tendencia, aunque ya no es simplemente una corporación india, sino binacional
entre el Reino Unido y la India. Con sus raíces en la fortuna de Anil Agarwal,
dueño todavía de más de 60% de la empresa, Vedanta cotiza en la bolsa de Lon-
dres. Se trata de un patrón del gran capital basado en la sobreexplotación que ha
emergido en el Sur global, y que busca consolidar su posición y alcance al aso-
ciarse con el capital financiero y el Estado en el centro imperialista.
Es importante recordar que el concepto de sub-imperialismo que Marini (1972:
14-24) desarrolló en relación particularmente con Brasil, y que Bond aplica más
generalmente, presenta dos caras. Por un lado, los Estados sub-imperialistas po-
seen una condición singular en la jerarquía internacional de los Estados-nación.
Como Estados subimperiales están en nivel medio limitados por reglas estable-
cidas a favor de los intereses de Estados más poderosos, mientras que como Es-
tados subimperiales tienen cierta capacidad para imponerse sobre sus vecinos

250
trabajo y suPerexPlotación: una revalorización Positiva... 15

regionales. En términos de explotación económica internacional, esto se traduce


en un patrón donde el valor se transfiere a las capitales subimperiales, princi-
palmente de “su” región, al mismo tiempo que fluye desde estos países al norte
imperialista (o al oeste como se prefiera). El sub-imperialismo todavía se basa en
la sobreexplotación de las clases oprimidas que están en la parte inferior, con una
división más refinada de las superganancias a lo largo de la cadena.
Por lo regular el imperialismo, en el siglo XXI, no gobierna directamente
por medios coloniales, sino indirectamente a través de una alianza con las élites
nacionales que han capturado su Estado nacional y han apostado por un pacto
voluntario y enriquecedor con el sistema global. El neo-colonialismo es una con-
dición endémica tan conocida en África, y en todo el Sur global, que sorprende
que Bond lo haya perdido de vista en su análisis. Sobre la corrupción en África
Bond escribe:

el truco aquí es la capacidad de las élites locales —no sólo de las corporaciones occi-
dentales o BRICS— para acumularse en lugares como Mauricio (el centro de dinero
caliente más importante del continente africano). Esta parte de salida de fondos no
es una función del ‘imperialismo’, sino la codicia local y mayores ganancias obte-
nidas por una burguesía antipatriótica que puede mantener fondos offshore (incluso
ociosos) en lugar de invertir en economías africanas cuyas monedas a menudo están
rápidamente perdiendo su valor.

El punto es relacional, ya que la forma neo-colonial del imperialismo es una


alianza de intereses con dos partes involucradas, pero lo que apuntala la corrup-
ción de las élites locales es en efecto una función del control supremo del imperia-
lismo sobre el destino de las naciones africanas. Militarmente, desde Lumumba,
los poderes imperialistas han intervenido enérgicamente para asegurar que los
codiciosos y antipatrióticos sean los que gobiernen.1 Económicamente, son las
relaciones imperialistas las que determinan que las monedas africanas se desva-
loricen y las corporaciones imperialistas las que están succionando la riqueza de
África. Los oligarcas locales lavan sus ganancias en los centros imperialistas.
El auge del subimperialismo no significa el fin del imperialismo, sino una mu-
tación del capitalismo neocolonial que sigue demostrando muchas de sus carac-
terísticas, con una mayor internalización y diferenciación de clases entre campos
pro y anti-imperialistas. El concepto del subimperialismo no puede separarse del
concepto de sobreexplotación laboral.

1 Este tema lo aborda Frank (1970) como indica Beinstein (2016) y Sotelo (2017).

250
16 el trabajo en el caPitalismo global

La sobreexplotación laboral como reducción de costes

Retornemos a la teoría de la sobreexplotación del trabajo2 como una forma espe-


cífica de plusvalía que acentúa aún más la distinción que Marx estableció entre el
costo de la fuerza de trabajo (para el capitalista) y su valor de uso como su única
fuente de producción. El capital puede aumentar el valor excedente al reducir el
costo de la fuerza de trabajo, el precio que paga por la fuerza de trabajo de una
determinada cualidad. Esto disminuye el tiempo de trabajo socialmente necesario
para producir el valor equivalente de “trabajo remunerado” y, al mismo tiempo,
aumenta el “trabajo no remunerado” que se apropian los capitales. Al reducir
el costo de la fuerza de trabajo, el capital expropia una plusvalía adicional al
costo del trabajador, y consecuentemente, el trabajador es aún más explotado que
antes. Esta dimensión del aumento de la explotación que se logra al reducir los
salarios (incluso hasta anular el salario) se mantiene en combinación con las otras
dimensiones que determinan la plusvalía, concretamente, la duración del tiempo
de trabajo, su intensidad y la productividad de la mano de obra. Como sostengo
en otros escritos, y basándome en el avance en este campo que han hecho Marini
y otros autores, la sobreexplotación del trabajo requiere una nueva elaboración
del concepto de plusvalía de Marx más allá de la plusvalía absoluta y la plusvalía
relativa (Higginbottom, 2012; 251-270).
Smith (2012) y varios otros autores han analizado las relaciones involucradas
en Foxconn/Apple, al igual que Harvey, quien aparentemente converge con
nuestro análisis en Diecisiete Contradicciones, donde señala la diferencia entre
la ubicación de la producción de plusvalía y su realización como ganancia.
Dice al respecto que:

al ejercer una inmensa presión sobre los productores capitalistas, los capitalistas mer-
cantes y los financistas, por ejemplo, pueden reducir las ganancias de los productores
directos a los márgenes más reducidos mientras acumulan grandes ganancias para sí
mismos. Así operan Walmart y Apple en China, por ejemplo. En este caso no sólo se
produce la realización en un sector diferente, sino que también ocurre al otro lado del
océano en otro país (creando una transferencia geográfica de riqueza de considerable
importancia) (Harvey, 2015: 84)”.

De hecho, sí. Pero entonces, ¿cómo encaja esta explicación con la tesis de la
transferencia inversa de Harvey?
Daum comenta con cierto humor “¿Hay transferencia de riqueza de Este a
Oeste?” En el mismo libro, Harvey, como ya ha señalado Smith, argumenta que
la transferencia se ha invertido; que el flujo de riqueza de este a oeste, que había
prevalecido durante unos dos siglos, se invirtió y que China se convirtió cada
vez más en el centro dinámico de un capitalismo global mientras que Occidente,
2 La tesis clásica de la sobreexplotación laboral es de Marini (1973); del mismo autor véase: 1978 en
Martins (2008: 165-233) y Marini, (abril-junio de 1979: 18-39).

250
trabajo y suPerexPlotación: una revalorización Positiva... 17

después de la crisis financiera de 2008, perdió gran parte de su impulso (Harvey,


2015: 124).
¿Es esta la Decimoctava Contradicción de David Harvey? (comunicación per-
sonal, 15 June 2018).
Cuando combinamos los dos ingredientes de la sobreexplotación con la rea-
lización de la ganancia se produce una explosión teórica. El precio en el que
Foxconn vende a Apple permite que ambos capitales obtengan un beneficio, pero
el precio de compra de Apple se establece en el costo de producción más una
ganancia significativamente menor para Foxconn. Esto significa que la plusvalía
adicional producida por los trabajadores en China se realiza como superganan-
cias para Apple, y no para Foxconn, en virtud de la amplia discrepancia entre su
precio de compra y su precio de venta. La sobreexplotación laboral está oculta
a plena vista, en los términos del intercambio de productos básicos. El papel de
Apple en comparación con el de Foxconn en esta relación es similar (no es lo
mismo) que entre el terrateniente y el agricultor arrendatario en la teoría de la
renta de la tierra de Marx. La propiedad de la tecnología y la marca de Apple es
una expresión del monopolio dentro de la ley del valor (Lauesen y Cope dan una
buena explicación en July-August 2015: 54-67).
Al combinar las condiciones de la sobreexplotación con una alta producti-
vidad laboral se llega a las puertas del cielo capitalista, ya que esta combinación
realmente hace que los productos baratos sean baratos. Sin embargo es una com-
binación mortal para la fuerza de trabajo sobreexplotada, como en Foxconn, y se
basa a menudo en la opresión de género en muchos sectores.
Para explicar el caso paradigmático de Foxconn/Apple, donde la plusvalía se
produce en una parte del mundo y se realiza en otro, necesitamos llenar otro vacío
en la teoría y explicar la diferencia entre el costo de producción de un producto
y su valor total. Marx analiza esta distinción en el Volumen III de El Capital,
donde explica la relación entre la producción de plusvalía y su realización como
ganancia. En la realidad superficial del capitalismo, el valor de una mercancía
no aparece como sí mismo, sino en la forma modificada del costo de producción
más la ganancia. Esto es realmente lo que el capitalismo sabe de sí mismo, pero
no puede ni tiene por qué explicar que la fuente de la ganancia es la plusvalía ex-
traída de los trabajadores. La explicación de Marx se basa en el cambio de forma
desde la plusvalía, como esencia, hasta la ganancia como apariencia.
El capitalista sólo ve ganancias, pero detrás de ellas debe haber plusvalía.
Como ya hemos señalado, Marx no integró la sobreexplotación de la fuerza de
trabajo en su teoría de plusvalía en el Volumen I, pero la necesidad de hacerlo
es aún más pronunciada en el Volumen III cuando consideramos este cambio de
forma tanto cualitativo como cuantitativo de la plusvalía a la ganancia. La plus-
valía adicional se convierte en superganancias que son retenidas por un grupo de
capitales que disfrutan de un acceso preferencial a la mano de obra barata, o bien
se difunden para elevar la tasa general de ganancia.

250
18 el trabajo en el caPitalismo global

Este patrón general da otro giro en las industrias extractivas. En el capitalismo


extractivo la productividad laboral se ve reforzada por la apropiación de parte
del capital de cualquier condición particular de la naturaleza que da un alto ren-
dimiento de los valores de uso frente al esfuerzo gastado: los depósitos de cobre,
por ejemplo. Bajo las relaciones sociales imperialistas la reducción de costos da
un paso más allá y no cubre los costos sociales y “externos” de la destrucción
del medio ambiente. Este cóctel letal ya es más que ‘la acumulación por despo-
sesión’, según la frase de Harvey. El acceso a la tierra y su conversión a medios
de producción se obtiene en un principio por desposesión, como en la limpieza
de los habitantes locales de su territorio, y luego por la sobreexplotación combi-
nada con el fin de generar una alta tasa de plusvalía y realizarla como ganancia.
Enmarcar el imperialismo extractivo como despojo sólo muestra una cara de la
verdad [una verdad apenas parcial]. El despojo establece las condiciones previas
de la acumulación extractiva, pero no explica por sí solo la condición interna
que genera las superganancias a partir de la realización de la plusvalía adicional
producida por los trabajadores
La acumulación capitalista por medio de la sobreexplotación implica el agota-
miento prematuro de todas las formas de vida: las energías de los trabajadores y
las energías que el capitalismo extrae de la naturaleza que constituyen fuentes de
vida y que dicha acumulación nunca repondrá.

Los límites de Harvey

Harvey dice que está llegando al final de su ciclo marxiano. Señala que desde
el derrumbamiento de la Unión Soviética y, con él, de los partidos comunistas
tradicionales el pensamiento marxista ha sobrevivido más que todo en la aca-
demia. Sólo se puede añadir, con las distorsiones que conlleva. En mi opinión, la
contribución de Harvey es la de un geógrafo influenciado por el marxismo, más
que en el campo de la economía política crítica. A pesar de su importancia como
comunicador y educador, y su fama como “el principal experto mundial sobre
Karl Marx” RSA, 5 de febrero de 2018 es una guía poco fiable para El Capital.
Harvey bromea con una enfermedad llamada “tomo-dos-itis” que consiste en
creer que estudiar el primer tomo de El Capital es suficiente para comprender la
teoría de Marx, y con razón argumenta que no lo es (RSA, 5 de febrero de 2018,
video, minuto 4:08). Enfatiza la necesidad de estudiar los tres volúmenes de El
Capital para obtener una visión holística de Marx. Pero él no sigue su propio
consejo, ni saca provecho de la primera mitad del Volumen III (Secciones I y III).
Como geógrafo comenta la sección seis del Volumen III y la teoría de la renta
de Marx, pero en general extrae sus tesis principales de su interpretación de la
totalidad del sistema del Volumen II, en vez del Volumen III.
De hecho, Harvey sufre de la enfermedad más rara pero creciente de la “tomo-
dos-itis”. Vinculado a esto, es su taquigrafía asevera que el Volumen I trata de la

250
trabajo y suPerexPlotación: una revalorización Positiva... 19

producción de los valores de la mercancía, el Volumen II, de la realización y el


Volumen III de la distribución. Este marco es sólo parcialmente correcto, porque
falta la observación fundamental de Marx completa respecto a su explicación de
la esfera de la realización: la realización de la plusvalía como ganancia en las
secciones 1 a 3 del Volumen III, culminando en la formación de la tasa general
de ganancia y su tendencia a declinar (Harvey, 2013). Sólo una vez que Marx
establece las leyes de la ganancia, luego pasa al análisis de su distribución en las
formas de interés, la ganancia comercial y la renta de tierra; O sea, desde la cuarta
sección en adelante. Callinicos y Choonara (2016: 481-494) hacen una crítica
parecida a la de Harvey, pero sin sondear sus consecuencias ya que comparten su
negación del imperialismo como tesis de la transferencia de valor.
La interpretación de Harvey de El Capital minusvalora la importancia de las
leyes generales y sistémicas de Marx que demuestran la inevitabilidad de ten-
dencia a la crisis del modo de producción capitalista. Harvey, más bien, teoriza
el capitalismo como proceso distinto del capital en tanto relación social, mientras
que la metodología de Marx combina ambos aspectos que se expresan en las
leyes del movimiento.
En El Capital las relaciones internas, contradictorias, se articulan como leyes
sistémicas de movimiento que apuntan claramente a la inevitabilidad de la crisis
sistémica. Incluso antes de llegar a Lenin (SMITH, 2018b), Harvey cavila contra
la determinación en Marx. Hay muchas expresiones de esto en su obra su pre-
ferencia por la definición de Marx del capital como “valor en movimiento” en
lugar de “valor en auto-expansión”; su tergiversación de la explicación de Marx
sobre la plusvalía relativa: concepto clave en el Volumen I3; su aversión a la ley
de la tendencia de la tasa de ganancia a declinar; su preferencia por el Volumen
II respecto al III; el énfasis continuo en el capital excedente y así sucesivamente.
Pero el desenlace revelador del enfoque equivocado de Harvey se deriva de su
exposición del modo de producción capitalista como un circuito en una analogía
con el ciclo hidrológico: el agua del mar se evapora, forma nubes que llueven,
y se convierte en ríos y retornos — por lo que el circuito del capital pasa por la
producción, la realización y la distribución, y continúa. El momento clave surge
después cuando Harvey pregunta “¿de dónde viene la energía para impulsar el
sistema hacia adelante?” En el ciclo hidrológico la respuesta es el sol: los rayos
de energía del sol. Luego pregunta: ¿Cuál es la fuente de energía que entra al
circuito del capital? Haga una pausa allí, ¿qué respuesta le darías?
¿No esperarías que la respuesta sea el trabajo, o tal vez el trabajo en combi-
nación con la naturaleza, como fuente de energía? ¿No es de ahí, desde dentro

3 Harvey (2010: 169) resume la posición de Marx: “…las máquinas son una fuente de plusvalía relativa
pero no de valor”. Esto es simplemente absurdo, a esto llegó mediante recorte de frases fuera de contexto.
El punto subyacente es que el capital utiliza las máquinas como una “fuente” de plusvalía relativa sólo
porque al hacerlo el trabajo se hace más productivo y el tiempo de trabajo individual que se toma para
producir una mercancía determinada producida es menor que la socialmente necesaria del tiempo de
trabajo. El trabajo crea valor y plusvalía relativa, utilizando máquinas para hacerlo.

250
20 el trabajo en el caPitalismo global

de la caja marcada como “producción de mercancía”, que la energía viva del


trabajo crea el nuevo valor que anima todo el sistema? Ya sea como esclavo en
una plantación colonial, cargando en un muelle, sudando el frente en una planta
de ensamblaje, limpiando inodoros o poniendo ladrillos, la mano de obra anima
el sistema. La fuente de energía aún más profundamente ocultada en el sistema
es el trabajo de cuidados no remunerado y socialmente no reconocido, casi en su
totalidad realizado por mujeres, que contribuye a la reproducción de la fuerza de
trabajo. Sin embargo, la respuesta de Harvey causa muchísima sorpresa ya que
no menciona ninguno de estos factores. Para él, la nueva energía fluye al sistema
desde tres lugares, del capital, en la producción, del capital, en la realización y
del capital, en la distribución. Pero de ninguna manera del trabajo.4
Esto es entonces el reductio ad absurdum de la posición de Harvey: su priori-
zación del proceso capitalista sobre las relaciones sociales capitalistas; el no ver
la agencia del capital como otra cosa más que una inversión; el poder social a
través del dinero acumulado totalmente derivado de la expropiación del trabajo.
La negación del imperialismo no es sólo una negación de la sobreexplotación del
trabajo, en ultimas es una negación del trabajo mismo.

Por un marxismo rejuvenecido, por el anti-imperialismo

La última contribución de Harvey consistió en un “comentario”, o más bien, “co-


rrección”, a la de la “teoría del drenaje” de los Patnaiks (2017).5 Estos autores
critican tanto las teorías del imperialismo de Luxemburgo y de Lenin, y al mismo
tiempo enfatizan que el imperialismo es una “relación duradera bajo el capita-
lismo” (Ibid., p. 87). Desde su perspectiva, el capitalismo siempre ha sido impe-
rialista. La teoría de la derrama india tiene una larga tradición desde los días de
la colonización británica (Para este tema consúltese Tharoor (2017, Capítulo 1).
La ciencia social crítica en América Latina y África ha producido teorías simi-
lares que corresponden a las condiciones del capitalismo colonial y sus secuelas.
No son sólo los marxistas los que reconocen el colonialismo como una explota-
ción, y que su legado persiste en las relaciones de la India con la economía mun-
dial. Pero como estamos particularmente interesados en la elaboración teórica
marxista de la teoría del drenaje (drain theory), existe el riesgo de que estas voces
se ahoguen.
¿Puede hablar el marxista subalterno contra el imperialismo? El solo hecho de
hablar del imperialismo como formador del capitalismo contemporáneo corre el

4 Véase el video: “Visualizing Capital’ con el Profesor David Harvey a partir del minuto 22 en adelante,
en: https://www.youtube.com/watch?v=83Yx6RBvoFc.
5 Nota del traductor. Traducimos “drain theory” (“teoría del drenaje”) con el significado sinónimo de
“teoría de la derrama” que supone que el crecimiento económico tarde o temprano beneficia —se de-
rrama— a los sectores de la población de menores ingresos (por ejemplo la India) al inlfujo de la inver-
sion, aunque el Estado mantenga una “actitud pasiva” en este proceso.

250
trabajo y suPerexPlotación: una revalorización Positiva... 21

riesgo de irritar al más gran experto en Marx a nivel mundial. Después de explicar
el impacto del pensamiento colonial e imperialista británico en la India, Radha
D’Souza (2015) concluyó que “no podemos usar el conocimiento capitalista para
construir el socialismo, o el conocimiento imperialista para ejercer la autodeter-
minación”. Harvey respondió: “…podrías resolver todas esas preguntas sin cam-
biar la dinámica capitalista”, y preguntó: “¿Qué significa ser anti-capitalista?”6
Esto nos lleva a la pregunta: ¿dónde reside el poder del imperialismo y de
dónde viene la resistencia a ella en el siglo XXI? La tercera guerra mundial ya ha
comenzado en la forma de violencia estructural y guerras de poderes contra los
oprimidos en el “tercer mundo”, su significado en gran parte ha pasado inadver-
tido por los decanos del marxismo eurocéntrico.
Una excepción a la regla fue la masacre de Marikana, Sudáfrica, cuando la po-
licía mató a balazos a 34 mineros, cuya transmisión por televisión la convirtió en
un acontecimiento inmediato para el mundo que tomó conciencia global, al grado
de que, por ejemplo, Thomas Piketty (2013) abríó su famoso libro justamente
comentando esa masacre. Pero, pese a la explicación de Piketty, Marikana tenía
que ver con relaciones sociales de explotación estructurales que no se pueden en-
tender a través de la estrecha lente de la desigualdad. El sistema de trabajo migra-
torio y la condición de sobreexplotación del trabajo racial y de género caracteriza
la minería de platino tanto como la del oro y la minería de diamantes antes de ella.
Como el compañero activista Patrick Bond, la masacre se basó en la connivencia
tóxica (toxic collusion) entre el liderazgo del CNA, como partido político, la po-
licía y el Lonmin Corporation con sede en Reino Unido.7 Después de la masacre,
uno de sus autores principales Cyril Ramaphosa fue protegido por Farlam en la
investigación oficial y desde entonces ha llegado a la Presidencia, desde donde él
ahora solicita más inversión extranjera. Si la masacre de Marikana y sus secuelas
no son evidencia de la continuación del imperialismo neocolonial, ¿qué es?
Los mineros de platino recurrieron nuevamente a la huelga, y su lucha con-
tinúa, igual que la lucha de los estudiantes negros contra la educación colonial y
las matriculas neoliberales (Business Tech, 5 October 2016). También el Comité
de Crisis Amadiba, lucha contra la destrucción de su forma de vida por la Corpo-
ración australiana MRC, la cual está despojando la costa.8 Al igual que las luchas
de Abahlali baseMjondolo9 y la Asamblea de Vivienda de Cape Town para una
vivienda elemental y decente (The Housing Assembly, 11 de abril de 2017). En
todas estas luchas los pueblos se enfrentan a la criminalización y el asesinato,
pero continúan luchando por la dignidad: la suya es la energía de la humanidad.

6 Véase video minuto 22:14 en: https://www.youtube.com/watch?v=63-2J5KbIxY y Harvey, Speech at


Network AQ Conference II, 2015 minuto 18:45, http://networkaq.net/2015/2015/speeches/index.html.
7 Término acuñado por Mpofu, Mpati y Reghana, Tulk 2014. Para una revisión de la literatura, veáse
Higginbottom (2018).
8 Video_ “Amadiba Crisis Committee”, en: https://www.facebook.com/amadibacrisiscommittee/.
9 Video: Abahlali baseMjondolo http://www.abahlali.org, 27 de septiembre de 2018.

250
22 el trabajo en el caPitalismo global

Como demostración ulterior de la violencia neo-colonial estructural y en


curso que se normaliza como negocio, como de costumbre, en Colombia desde la
firma del “acuerdo de paz” en noviembre de 2016 la guerra sucia del Estado ha
desplazado forzosamente a 150.000 personas (Norwegian Refugee Council, 22
May 2018) y ha asesinado a más de 300 activistas de los movimientos sociales y
ambientales (Gill, 22 de febrero de 2018). Sin embargo, aquí también continúa la
movilización masiva real, como lo demuestran las tres semanas de huelga general
de los afro descendientes de colombianos en Buenaventura en mayo/junio 2017,
literalmente una lucha por la vida o la muerte de medio millón de personas para
tener un hospital público en su ciudad portuaria (Ordóñez y Kane, 31 de mayo de
2017 y Colombian Solidarity Campaign, 5 de junio de 2017).
En cuanto a las guerras de poderes, fueron los Estados Unidos y el Reino
Unido como potencias militares imperialistas quienes instrumentaron la masacre
genocida de más de 70 mil Tamiles de Eelam en 2009, y no China, a pesar de
su fortaleza económica y apoyo egoísta para el régimen asesino de Sri Lanka
(Bremen Human Rights Association, en: https://humanrights.de/ y Permanent
Peoples Tribunal on Sri Lanka at http://www.ptsrilanka.org/). Los tamiles de
Eelam tienen la desgracia de buscar la independencia en un lugar estratégico
para el juego de las rivalidades interimperialistas, justo donde se cruzan las prin-
cipales vías marítimas del mundo en el Océano Índico. Los Estados Unidos y
el Reino Unido necesitan un estado unitario de Sri Lanka, y especialmente el
puerto de Trincomalee, como parte integrante de su geo-estrategia del siglo XXI,
el llamado “pivote a Asia”. Ya sea Obama, Trump o Clinton, Estados Unidos está
indicando claramente que usará la fuerza naval para bloquear la consolidación de
China como un actor global independiente. Tal es la geografía del imperialismo.
Tomemos un último ejemplo de la misma parte del mundo: el levantamiento
popular en Thoothukudi, Tamil Naadu contra Sterlite Copper, una filial de Ve-
danta que prevé duplicar la producción en su planta de fundición de cobre que ya
produce el 40% del cobre de la India (Vedanta Resources, 7 de febrero de 2017:
19). Las comunidades cercanas han sufrido la contaminación de la fundición
durante años y han dicho ¡basta! Se movilizaron para exigir al District Collector
(designado como el recaudador de impuestos para los británicos en épocas co-
loniales) que bloquee la extensión. La policía asesinó a balazos a trece mani-
festantes en lo que parecen ser asesinatos selectivos, seguidos de detenciones
masivas y de torturas (NDTV, 29 de mayo de 2018). Un aspecto alentador de
una situación espantosa es la respuesta inmediata de los tamiles en la diáspora, la
campaña sobre el florete y otros que han montado fuertes protestas en Londres.
El esfuerzo solidario de Londres añade un importante impulso al corazón de la
lucha: el movimiento masivo en la India (Foil Vedanta, 2018.

250
trabajo y suPerexPlotación: una revalorización Positiva... 23

A modo de conclusión

Luchas como Marikana, Buenaventura y Thoothukudi son el contexto del mo-


vimiento real con respecto al desafío de John Smith a David Harvey. El debate
confirma la necesidad urgente de un marxismo rejuvenecido que contribuya a la
renovación del anti-imperialismo, con nuestra responsabilidad especial de ha-
cerlo en el norte global.
¿Puede el marxismo euro-céntrico seguir negando el hecho de que el
imperialismo capitalista implica el saqueo sistémico de la clase obrera en el
Sur global? ¿Qué significa, en efecto, ser anticapitalista, si no al mismo tiempo,
ser anti-imperialista? Si no ayuda la lucha contra el imperialismo ¿qué vale el
marxismo? El imperialismo capitalista tiene que ser combatido en la teoría y en
la práctica. Dondequiera que exista el imperialismo, tarde o temprano habrán
resistencias en su contra. Estos son valores que también necesitan ser transferidos
de sur a norte, y no antes de tiempo.

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250
27

Trabajo y superexplotación: una revalorización


positiva para el siglo XXI

ADRIÁN SOTELO VALENCIA*

Introducción

El presente ensayo tiene como objetivo central mostrar la importancia que, para
el análisis de los problemas y tendencias del mundo del trabajo en general in-
merso en el sistema capitalista, tiene la teoría marxista de la dependencia, par-
ticularmente, la categoría de superexplotación de la fuerza de trabajo que fue
concebida por el intelectual brasileño Ruy Mauro Marini para el análisis de las
sociedades capitalistas dependientes, en particular, las de América Latina. Asi-
mismo, consideramos que en la actualidad el capitalismo global muestra fuertes
tendencias al (cuasi) estancamiento estructural que lo precipitan por la senda de
su decadencia planetaria y civilizacional afectando los componentes esenciales
del trabajo como son los salarios, el empleo, las categorías contractuales, la anti-
güedad y la pertenencia sindical y política de los trabajadores.

Capitalismo y crisis: dos coordenadas articuladas

Nunca en la historia, como sucede en la actualidad, se habían combinado tan


frenéticamente la crisis y el capitalismo en un solo comportamiento histórico
que lo caracteriza en escala global. De ello da cuenta la dinámica reciente de
la economía capitalista mundial caracterizada, entre otros comportamientos, por
una marcada tendencia a la caída de su tasa promedio de crecimiento desde por
lo menos la II Segunda Guerra Mundial. De un promedio de 5.5% anual entre
1945 y 1980 a 3.1% promedio anual entre 1980 y 2018 (datos recabados de Ver-
gopoulos, 2005: 73; para 2000-2010, varias fuentes del FMI; para 2011-2016:
FMI, Octubre de 2016). Si restamos las economías dinámicas como China, India,
Sudáfrica, Nigeria, etcétera, que mantienen tasas de crecimiento relativamente
altas, el polo de las economías de los países del capitalismo occidental decrece en
promedio significativamente en los últimos años.

* Sociólogo. Profesor-investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias


Políticas y Sociales de la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT,
México. Correo electrónico: adriansotelo@politicas.unam.mx

250
28 el trabajo en el caPitalismo global

Según Shaikh (2006:71) en 35 ciclos económicos ocurridos en 150 años en


Estados Unidos desde 1834, al lado de las grandes depresiones norteamericanas
de 1873-1893 y 1929-1941, la de 2008-2009 constituye la primera gran depresión
del Siglo XXI (Shaikh, 4 de febrero de 2011) que prácticamente se extiende hasta
la actualidad. Después de esta crisis la recuperación de la tasa de ganancia —la
relación entre la cuota de plusvalía y el capital total constituido por la maquinaria
y las materias primas— en 2010 obedeció, según Shaikh, a un incremento de la
tasa de explotación del trabajo a través de una disminución del crecimiento de los
salarios reales de los trabajadores (Shaikh, op. cit.)1, y la aplicación de políticas
públicas, como el rescate de las empresas que se habían declarado en quiebra
después de la crisis, con medidas francamente keynesianas.
La errática política económica neoliberal seguida por el gobierno norteame-
ricano se inclinó a favor del capital ficticio y estimuló aún más la desaceleración
económica, al grado de provocar, en 2009, una severa caída del producto econó-
mico de Estados Unidos (del orden de -2.8%, según el FMI (octubre de 2016)
y una disminución de la actividad económica de ese país que se contrajo a un
ritmo anual del 5.7% entre enero y marzo de ese año, según el Departamento de
Comercio de ese país.
De este modo se estimuló aún más la crisis mundial de enormes consecuen-
cias particularmente en la industria automovilística que sigue siendo una de las
más dinámicas del sector manufacturero, cuyas administraciones privadas lle-
garon a anunciar, y ejecutaron, despidos masivos de cientos de trabajadores a
los que no será posible absorber nuevamente en el futuro a no ser en condiciones
muy desventajosas como derechos disminuidos y con puestos de trabajo precari-
zados y segmentados como está ocurriendo de hecho en varios países del mundo
desarrollado.
La crisis capitalista, con centro en Estados Unidos y bifurcada al resto de la
economía mundial, no se deriva de una contradicción entre la llamada economía
real y la economía especulativa, como la presentan formalmente los medios de
comunicación y la mayoría de los expertos financieros en la materia, por más que
una de las coordenadas de la crisis derive efectivamente del poder y comporta-
miento del capital ficticio con toda su secuela de quiebre y dificultades de em-
presas, bancos, comercios y sistemas productivos, como está sucedió en Estados
Unidos y en otros países europeos.
Los problemas financieros, inmobiliarios y de insolvencia crediticia
—que son tan reales como reales son las caídas de las tasas de ganancia para los
empresarios— son sólo manifestaciones de las dificultades, obstáculos y pro-
blemas que ocurren en la dimensión productiva y en la valorización del capital.
Este es el suelo fértil donde brotan y se recrean constantemente las contradic-
ciones que ahora los gobiernos tratan de paliar recurriendo a medidas de corte
monetarista como la emisión de moneda y la regulación del déficit fiscal para

1 Véase también The White House, enero de 2017: Cuadro 1-3: 25.

250
trabajo y suPerexPlotación: una revalorización Positiva... 29

subsidiar a empresas y negocios cuyo objetivo es lisa y llanamente la especula-


ción, como sucede en Europa, en Estados Unidos y se está extendiendo al resto
del mundo.2
Otras medidas, como la tímida intervención del Estado en la economía y en la
regulación de los tipos de cambio, resultan insuficientes, ante la hecatombe que
representa la crisis del emporio empresarial norteamericano y europeo, que no
encuentra la forma de solventar el capitalismo sin agudizar sus contradicciones y
precipitar nuevas escaladas de inflación, destrucción de activos y desempleo. Por
supuesto, no es el fin del sistema capitalista, como a veces se plantea, pero sí el
preludio del agotamiento de la fase progresiva del capitalismo, en tanto modo de
producción, y el comienzo de una nueva fase tendiente al estancamiento estruc-
tural mucho más destructiva y contradictoria para la humanidad, porque ahora
incorpora los recursos naturales, el medio ambiente y los sistemas ecológicos del
planeta a la explotación irracional, masiva e indiscriminada para la producción
de mercancías y de servicios (Véase Saxe-Fernández, 2013: 9-40). Sólo así el
sistema puede solventar su destrucción y postergarla por algún tiempo…hasta
que vuelva a extenderse y profundizarse.
Desde la segunda guerra mundial y fuera del breve período de recuperación
y crecimiento de la economía norteamericana en la época de Clinton, no ha ha-
bido otro desde entonces que se equipare y supere sus dificultades. En el primero
cuando entró en moda la llamada new economy, como se le denominó, asociada
exclusivamente a la revolución microelectrónica y a internet, fue como un suspiro
y una ilusión de intelectuales trasnochados que imaginaron que el capitalismo
tendría finalmente la capacidad de doblegar sus contradicciones al encontrarse
con un sendero macizo de crecimiento y desarrollo a largo plazo, incluyente y
democrático venido para siempre. Así, por ejemplo, a finales de la década de los
noventa la OCDE publicó un libro con el significativo título de The future of the
Global Economy. Towards a Long Boom? (1999) y en su contraportada resumía
que:

A medida que el siglo XX se acerca a su fin, las poderosas fuerzas del cambio repre-
sentan un largo y sostenido auge económico para las próximas décadas: la transición
a una sociedad basada en el conocimiento con sus ganancias de productividad poten-
cialmente enormes; el surgimiento de mercados globales más integrados para bienes,
servicios, capital y tecnología; y una creciente conciencia ambiental que podría ace-
lerar el cambio hacia nuevos patrones de producción y consumo que requieren menos
recursos. El resultado podría ser varias décadas de crecimiento económico por encima
de la media, aumentos sustanciales en el ingreso y la riqueza, y mejoras significativas
en el bienestar de todo el mundo (OCDE, 1999, traducción nuestra).

2 En Estados Unidos la gravedad de la crisis se expresó con la Reforma Financiera del gobierno de
Barack Obama del 21 de julio de 2016, conocida como Dodd-Frank Wall Street Reform and Consumer
Protection Act encaminada a estabilizar los mercados financieros sin conseguirlo del todo.

250
30 el trabajo en el caPitalismo global

De ese modo durante la década de los noventa el capitalismo norteamericano


pareció dibujar una trayectoria que algunos presumieron de estructural, de estabi-
lización y crecimiento económico con tendencia a la baja de la tasa de desempleo
y control de la inflación, y que fue acompañada de un comportamiento similar al
de las finanzas.
El “milagro” era sorprendente como sorprendentes sus resultados: se estaba
ante un nuevo escenario que parecía sacar del bache a la economía norteameri-
cana. Sin embargo, incapaz de mantener el ciclo de crecimiento sostenido que,
por lo mismo, “…acabó al final de los años noventa en el cataclismo bursátil de
las empresas “punto. com” (Piqueras, 2014: 143), la recesión de Estados Unidos
(en 2001 el PIB sólo creció 1%) echó por la borda en definitiva esas ilusiones que
fueron sustituidas por las dificultades y las crisis recurrentes.
A diferencia de las añoranzas de los teóricos de la new economy, el capita-
lismo se encuentra sumergido en una profunda crisis estructural que no es sólo
comercial, financiera, cambiaria y monetaria como se afirma, sino de naturaleza
mucho más compleja, multifacética y profunda que se expresa en la cada vez
mayor dificultad que presenta ese sistema para producir el valor y la plusvalía su-
ficientes como para, por un lado, generar capital excedente que se pueda reinvertir
y, por el otro, contrarrestar la recesión económica y, al mismo tiempo, garantizar
una nueva etapa de crecimiento de la economía mundial similar a la identificada
por esa new economy (planteamos esta tesis en Sotelo, 2010 y 2012. Carchedi,
2017, también sostiene la tesis de la insuficiencia de la producción de plusvalía
por el capitalismo)3, aunque fuera muy por debajo de la que dibujó en el período
posterior a la segunda guerra mundial, durante los Trente Glorieuses y que hoy
presenta un difícil cuadro de cuasiestancamiento en la mayoría de las regiones
económica (Gráfica 1) sólo solventado por las economías todavía dinámicas de
China y la India que, sin embargo, también comienzan a experimentar dificul-
tades que preocupan a los círculos monetarios y financieros y a los hombres de
negocios de Occidente.
Harvey (2012: 109) asegura que, para sobrevivir en el largo plazo, el capi-
talismo tiene que crecer a una tasa compuesta por lo menos de 3%; es decir,
para recrear un ambiente propicio de crecimiento en el que poder invertir los
excedentes de capital creados por la fuerza de trabajo, tesis también presente en
Piqueras cuando argumenta la reducción de sus espacios de inversión, por lo que
“No parece haber solución capitalista para semejante desafío, más allá de pro-
vocar salidas falsas a través de nuevos inflamientos del capital ficticio” (Piqueras,
2014: 142). Por su parte Saxe-Fernández y Fal (2012: 41) certeramente plantean

3 Por otro lado, hay que aclarar que no hablamos de “desarrollo”, sino de crecimiento, el cual, desde el
punto de vista de la teoría neoclásica, “…consiste en eliminar las instituciones y organizaciones de cual-
quier clase que limiten los mercados y la competencia, ya sean carteles, cámaras de comercio e industria,
sindicatos y gremios de taxistas o salarios mínimos y protección del empleo”, Streeck, 2016: 131. Se
entiende, así, que ese crecimiento cuantitativo excluye el desarrollo social y beneficio de las mayorías,
particularmente las trabajadoras.

250
trabajo y suPerexPlotación: una revalorización Positiva... 31

que “…lo que está en juego es la imposibilidad que manifiesta el capital, periódi-
camente, de poder garantizar sus condiciones de reproducción”.

Gráfica 1
PIB por Regiones en el mundo: 1998-2016

1998-2007 2008-2016
12
9.9
10

8
6.28
6
4.2
4 2.8 2.8 3 3.1
2.4 2.13
2 1.16 1.27 1
0.34 0.25
0
Mundo Países Industrializados USA Zona Euro Japón América Latina China
 
Fuente: The White House, enero de 2017, Cuadro B-4: 569.
 
Este es el meollo del capitalismo: cómo mantenerse en una situación decli-
nante y, al mismo, tiempo, lograr un constante incremento de sus tasas de ga-
nancia. Y la fórmula más socorrida, si no es que la única, es el incremento de la
tasa de explotación del trabajo a través de múltiples procedimientos.

Estado neoliberal y des-regulación social:

El siglo XXI se caracterizó por la consolidación de las principales tendencias y


problemáticas desencadenadas en las dos últimas décadas del siglo anterior. ¿Y
cuáles son estas problemáticas y tendencias? Fundamentalmente la crisis y desar-
ticulación del viejo modelo de relaciones sociales, laborales y de producción de-
nominado fordista-keynesiano. Pero, de mayor dimensión, fue la crisis del Estado
social capitalista que floreció después de la Segunda Guerra Mundial y su conver-
sión en Estado capitalista-imperialista monopólico de tipo empresarial, represor
y neoliberal que custodia y promueve los intereses geopolíticos y estratégicos de
la gran burguesía y del capital ficticio con el concurso de organismos como el
Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que interactúan como ver-
daderos instrumentos del Estado, en particular, del Departamento del Tesoro de
Estados Unidos.
Sólo así se posibilitó el despliegue del proceso de reestructuración del sistema
económico y productivo para adaptarlos a las necesidades de la acumulación y re-
producción del capital de los países desarrollados de occidente, para lo que el neo-
liberalismo recurrió a la privatización de buena parte de las funciones que antes

250
32 el trabajo en el caPitalismo global

desempeñaba el Estado y a la imposición de políticas económicas de choque-ajus-


te-estabilización durante los años ochenta y noventa del siglo anterior. También se
facilitó dicha adaptación a través de procesos de crecimiento económico (relativo)
que, sin embargo, más tarde produjeron crisis estructurales y financieras del sis-
tema capitalista mundial. Independientemente de los comportamientos al alza o a
la baja de las economías capitalistas prácticamente de todo el mundo, lo notable
es la desaceleración y su desenvolvimiento dentro de un ciclo depresivo de la eco-
nomía capitalista mundial que viene desde mediados de la década de los setenta
del siglo pasado, tal y como lo han advertido varios especialistas en el tema.
La dimensión neoliberal-conservadora que asumió el Estado capitalista es
sustancialmente mucho más funcional a la reproducción del capital y completa-
mente incapaz de cubrir las crecientes necesidades alimentarias, de salud, educa-
ción, vivienda y recreación de las grandes masas poblacionales como postularon
los autores keynesianos y las corrientes neoclásicas y weberianas cuando apenas
despuntaba el neoliberalismo en el mundo y apostaban a que mediante la imple-
mentación de políticas mercantilistas de corte neoliberal sin intervención estatal
se iban a “corregir” supuestamente los desequilibrios estructurales del sistema y,
al mismo tiempo, garantizar el “bienestar general” de la población. Por supuesto,
nada de esto ha ocurrido y para una muestra figura el caso de Grecia que, a pesar
de los diez años de imposición de políticas fondomonetaristas de “corrección”
del déficit financiero y de draconianas políticas de austeridad social contra la
población durante los cuales pagó su deuda de 2000 mil millones de euros (unos
2,170 millones de dólares) según anunció oficialmente el FMI (El mundo, 20
de agosto de 2018), el gobierno de ese país encabezado por el partido de “iz-
quierda” Syriza, declaró que continuarán las políticas neoliberales de austeridad
por lo menos hasta el año 2060. Ello da muestra de que las políticas de austeridad
impuestas por el capital y el Estado neoliberales no son coyunturales, sino que
atiende a problemas profundos de la acumulación de capital y su reproducción,
mediante el despojo de los trabajadores asalariados que resarcen las alicaídas
tasas de ganancia derivadas de la producción de plusvalía y que sólo se obtienen
en la esfera financiera, en otras palabras constituyen ganancias ficticias que ad-
ministra la llamada Troika forma por la Comisión Europea, el Banco Central
Europeo y el Fondo Monetario Internacional.

Capitalismo avanzado, dependencia y superexplotación


del trabajo

Debemos explicar qué entendemos por superexplotación del trabajo o de la fuerza


de trabajo. Se sabe que Marx se refirió a ella en el Libro III, capítulo XIV de El
capital, cuando la concibió dentro de las causas que contrarrestan la ley de la
tendencia a la caída de la tasa de ganancia en el punto de la reducción del salario
por debajo de su valor, junto con otras 4 que enseguida señalamos: 1) Elevación

250
trabajo y suPerexPlotación: una revalorización Positiva... 33

del grado de explotación del trabajo; 2) Abaratamiento del capital constante, 3)


incremento de la población sobrante o desempleo y, por último, 4) el aumento del
comercio exterior.
Pero antes, en el capítulo XXII del Libro I, ya había establecido que:

Se recordará que la cuota de plusvalía depende en primer término del grado de explo-
tación de la fuerza de trabajo. La economía política atribuye tanta importancia a este
factor, que a veces identifica el fomento de la acumulación mediante la intensificación
de la fuerza del rendimiento del trabajo con el fomento de la acumulación mediante la
explotación redoblada del obrero. Al estudiar la producción de la plusvalía, partimos
siempre del supuesto de que el salario representa, por lo menos, el valor de la fuerza
de trabajo. Sin embargo, en la práctica la reducción forzada del salario por debajo de
este valor tiene una importancia demasiado grande para que no nos detengamos un
momento a examinarla. Gracias a esto, el fondo necesario de consumo del obrero se
convierte de hecho, dentro de ciertos límites, en un fondo de acumulación de capital.
(Marx, El capital, L.1, 2000: 505, los subrayados son del autor).

Debido al supuesto metodológico relativo a considerar la identidad entre


precio (de la fuerza de trabajo) y su valor, Marx no desarrolla esta categoría
en virtud de que él necesitaba explicar el problema de la ganancia mediante las
causas que tendían a evitar su caída, y donde operaban otros factores como los
señalados anteriormente.
Marini trasladó esa premisa-ley (la reducción del salario por debajo de su
valor) al estudio de las formaciones sociales dependientes, en particular, las de
América Latina y la constituyó en el pilar de su argumentación: como un pro-
ducto de la expropiación de una parte del tiempo de trabajo socialmente necesario
del obrero que, de este modo, se constituye en un factor adicional de la acumula-
ción del capital.
De esta manera resume que:

[…] los tres mecanismos identificados —la intensificación del trabajo, la prolonga-
ción de la jornada de trabajo y la expropiación de parte del trabajo necesario al obre-
ro para reponer su fuerza de trabajo— configuran un modo de producción fundado
exclusivamente en la mayor explotación del trabajador, y no en el desarrollo de su
capacidad productiva. Esto es congruente con el bajo nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas en la economía latinoamericana (Marini 1973: 40. Cursiva nuestra).

Por lo que la superexplotación “…constituye…el principio fundamental de la


economía subdesarrollada, con todo lo que implica en materia de bajos salarios,
falta de oportunidades de empleo, analfabetismo, subnutrición y represión poli-
ciaca” (Marini, 1985: 8).
A diferencia de lo que ocurrió en las economías desarrolladas del capitalismo
avanzado lo anterior forjó un ciclo propio del capital de la economía dependiente

250
34 el trabajo en el caPitalismo global

sustentado en el predominio de la superexplotación de la fuerza de trabajo y, en


menor medida, en el incremento de su capacidad productiva derivado del desa-
rrollo científico-tecnológico en relación con la producción de plusvalía relativa
que implica la reducción del tiempo de trabajo socialmente necesario que corres-
ponde a la magnitud del valor de la fuerza de trabajo del obrero.4
El resultado de lo anterior es la constitución de economías estructuralmente
dependientes de los grandes centros económicos y de poder —así como de sus
grandes corporaciones multinacionales— de los países imperialistas más de-
sarrollados (Inglaterra en el siglo XIX y Estados Unidos en el XX) que, para
mantenerse y reproducirse, necesariamente tienen que subordinarse a las leyes y
políticas que imponen esos centros de poder hegemónicos del capitalismo mono-
polista de los países avanzados.

Superexplotación constituyente y operativa

Diferenciamos superexplotación operativa en el capitalismo avanzado de supe-


rexplotación constituyente en el capitalismo dependiente. Esta diferencia consiste
básicamente en que la primera está subordinada a la producción de plusvalía
relativa y es hegemónica en el sistema económico y productivo, así como en la
acumulación y reproducción del capital, mientras que la segunda sobredetermina
a la plusvalía relativa que está subordinada a la hegemonía del régimen de Sft. Lo
importante consiste en determinar si la superexplotación del trabajo se implanta
y desarrolla bajo la conducción del ciclo económico y de la plusvalía relativa y
con los límites y bloqueos estructurales que estos le imponen en el capitalismo
avanzado —Sft operativa— o, bien, si ella constituye el hegemón del ciclo del
capital, de las relaciones de explotación, de producción de plusvalía y de las
relaciones laborales entre el trabajo y el capital en los países dependientes (Sft
constituyente).
En otras palabras:

La diferencia sustancial del capitalismo avanzado, respecto al dependiente, consiste


en que en aquél el plusvalor relativo es hegemónico en el sistema productivo, mien-
tras que en este último dicho plusvalor está subordinado a las antiguas formas de
producción capitalistas, al plusvalor absoluto y a la superexplotación del trabajo que
precedieron al plusvalor relativo (Sotelo, 2012: 165).

En el capitalismo dependiente la categoría dependencia no pierde su espe-


cificidad porque sigue orbitando en torno al eje de la Sft; tampoco la economía
imperialista pierde la suya puesto que el eje de sus procesos de producción, acu-

4 Históricamente la plusvalía relativa surge en Inglaterra con la Revolución Industrial a mitad del siglo
XVIII. Para el concepto de la plusvalía en general, y absoluta y relativa en particular, véase Marx, El
capital, 2000, L. I, capítulos VII, VIII, IX y X.

250
trabajo y suPerexPlotación: una revalorización Positiva... 35

mulación, reproducción y explotación del trabajo sigue dependiendo hegemóni-


camente de la producción de plusvalía relativa en torno de la cual se configura, de
manera subordinada, pero estructuralmente, la Sft.
Lo anterior es congruente con la definición de dependencia como:

[…] una relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en


cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modifica-
das o recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia (Marini,
1973: 18).

Se entiende que las naciones formalmente independientes son las de América


Latina y cuya reproducción está subordinada por múltiples mecanismos a las
naciones hegemónicas del capitalismo avanzado, en forma particular a Estados
Unidos desde por lo menos el fin de la II Guerra Mundial hasta la actualidad.

Trabajo y superexplotación: la tablita de salvación del sistema


capitalista

La profunda crisis del capitalismo mundial que sacudió al mundo entre las dé-
cadas de los años sesenta y setenta del siglo pasado repercutió fuertemente en el
pensamiento y en la ideología en las siguientes décadas. Pudiéramos decir que en
lo sucesivo las tesis que, en el plano del pensamiento, se levantaron como reflejo
de dicha crisis estructural capitalista se sintetizaron en las fórmulas del “fin del
trabajo” y el “fin de las ideologías”. En cuanto al primero, por ejemplo, destaca la
obra de Rifkin intitulada: El fin del trabajo, publicada originalmente en inglés en
1995 y, en relación con la segunda, el libro de Daniel Bell (1973) publicado, en
castellano, en 2015. Posteriormente Bell publicó otro libro en inglés (1973): El
advenimiento de la sociedad post-industrial traducido y publicado al castellano
en 1976, donde refuerza las tesis del fin del trabajo y de las ideologías, con un
fuerte mensaje de desahucio contra el marxismo, en particular contra la teoría del
valor/trabajo de Marx.
Así se abrieron de par en par las puertas para la edificación de la vertiente
ideológica de lo que será llamado posteriormente el pensamiento único que asume
una de sus mayores expresiones e influencias en la obra El Fin de la historia de
Francis Fukuyama publicada en inglés en 1992 (Fukuyama, 1992).
Las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado no harán otra cosa más
que reforzar esta ideología del pensamiento único que tendrá importantes rami-
ficaciones prácticamente en todas las ciencias sociales y humanas. De tal suerte
que se habrán echado las raíces ideológicas para la plena vigencia de la ideología
neoliberal sustentada en considerar que todo desarrollo humano y social sola-
mente es posible si se fundamenta en el “libre” desenvolvimiento de las llamadas
las fuerzas del mercado sin intervenciones extra económicas, es decir, de fuerzas

250
36 el trabajo en el caPitalismo global

sociales y políticas como el Estado, los partidos políticos, las organizaciones po-
pulares y sociales y las instituciones, porque supuestamente estropean el “libre
funcionamiento de los mercados”.
Desde el punto de vista del trabajo y su relación contradictoria con el capital
estas obras, junto con otras escritas por destacados pensadores como André Gorz
y J. Habermas, entre otros contribuyeron a consolidaron la idea-fuerza de que el
Trabajo (en el sentido ontológico de Lukács (2004) había quedado desvalorizado
como la principal fuerza productiva de la sociedad capitalista contemporánea. Su
lugar, en el nivel de la producción, por tanto, sería ocupado básicamente por la
ciencia y la tecnología, así como por las maquinarias en su versión más ultramo-
derna y sofisticada que es la robótica. Y en el plano de la circulación se atribuía
que dichas fuerzas ahora estaban cimentadas en el mercado in abstracto y en el
sistema financiero.
Se entraba así en un universo fetichista, de enajenación ideológica (Mészáros,
1970) encaminado a presentar al capitalismo como un sistema en “equilibro
perfecto y perpetuo”, sin fluctuaciones bruscas y donde finamente se había “re-
suelto” la dependencia del capital del trabajo y, en general, del mundo del trabajo,
al mismo tiempo que se aseguraba el bienestar general de la problación.
Sin embargo, la realidad será muy distinta. La década de 2000 pondrá al des-
nudo varias realidades que habían transcurrido ocultas en el manto ideológico
del neoliberalismo y la globalización. Para los motivos que nos interesa en este
ensayo, de manera breve señalamos dos: a) las crecientes dificultades del capital
para producir valor y plusvalía de tal manera que asegure su reproducción am-
pliada y, b) la constitución del trabajo como principal fuerza productiva produc-
tora de ganancias extraordinarias para el capital.
El primero provocó la concentración del capital en la esfera financiera y su
conversión en capital ficticio —(véase Chesnais, noviembre de 1993: 21-53)—
debido a la caída del promedio histórico de la tasa de crecimiento de la economía
mundial, mientras que, el segundo, ante la cada vez mayor homogenización del
capital constante, particularmente el fijo, extendió la competencia intercapitalista
por la reducción de los costos laborales y, dentro de estos, de los salarios al influjo
del incremento de la tasa de explotación para elevar la tasa de ganancia (Ma-
rini, 1996: 49-68). Para ambos ha sido de enorme importancia tanto el desarrollo
científico-tecnológico que auspicia el incremento de la productividad como el
despliegue de una nueva organización del trabajo basada en el sistema toyotista
de origen japonés y en la automatización flexible (flexible automation) de los
procesos productivos y de trabajo.

250
trabajo y suPerexPlotación: una revalorización Positiva... 37

Conclusión

Podemos concluir señalando que el trabajo social, cualquiera que sea la forma
que adopte (precario, polivalente, flexible, informal, part time, fragmentado a
contrato, domiciliario, material, inmaterial, etcétera) al contrario de lo que sos-
tienen las teorías del fin del trabajo y del capital ficticio, constituye de hecho el
eje fundamental de la producción capitalista de mercancías y de la plusvalía que
se apropia el capital. Pero debido a la crisis que presentan los diversos métodos
de producción de esta plusvalía (particularmente la absoluta y la relativa) la su-
perexplotación de la fuerza de trabajo —es decir: la expropiación de una parte
del fondo de consumo y del valor de la fuerza de trabajo del obrero— se erige
en el eje decisivo de producción de ganancias extraordinarias en el promedio
del sistema capitalista mundializado que caracteriza a la actual fase neoliberal
e imperialista de dicho sistema. Por ello esas tres formas se sintetizan en lo que
Marini denomina “…modo de producción fundado exclusivamente en la mayor
explotación del trabajador, y no en el desarrollo de su capacidad productiva”
(cursivas nuestras).
En suma debido a los anteriores planteamientos las distintas disciplinas que
componen la sociología del trabajo contemporánea deben integrar en sus aparatos
teórico-metodológicos y analíticos la categoría de superexplotación (en el ám-
bito de la teoría de la dependencia) como un importante aporte del pensamiento
crítico latinoamericano a la comprensión de la dinámica del mundo del trabajo
como un todo en el turbulento y contradictorio escenario de la crisis y mutaciones
constantes del sistema capitalista mundial.

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250
39

Capitalismo global y superexplotación


del trabajo. Breves notas teóricas

GIOVANNI ALVES*

Introducción

De entrada es importante hacer algunas breves consideraciones metodológicas.


La categoría de superexplotación del trabajo no está (y no podría estar) presente
en la exposición lógico-estructural hecha por Karl Marx en el Libro 1 de El ca-
pital (1867), cuando el discutió en un nivel elevado de abstracción, las formas de
explotación en el modo de producción capitalista. Marx no trató en El capital una
forma histórico-concreta de capitalismo sino que, partiendo de la forma histórica
más desarrollada del capitalismo de su época (el capitalismo inglés), aprehendió,
en un elevado nivel de abstracción, las determinaciones fundamentales (y funda
antes) del modo de polución capitalista (valor, valor de cambio valor de uso,
trabajo abstracto/trabajo concreto y plusvalía absoluta/plusvalía relativa como
formas de explotación de la fuerza de trabajo).
En los Grundrisse (1857-1858), Marx destacó un importante principio meto-
dológico de la dialéctica histórico-materialista: “La anatomía del hombre es una
clave de la anatomía del mono” y luego más adelante dice: “[...] el mono se de-
sarrolla en el hombre (Marx, 2011). Es la forma más desarrollada la que explica
a la menos desarrollada. Considerando el dinero y el capital observó: “El dinero
como capital es una determinación de dinero que va más allá de su determina-
ción simple como dinero [...] el dinero como capital es diferente del dinero como
dinero. La nueva determinación (el dinero como capital —GA) tiene que desa-
rrollarse”. Aunque en el capital aparezca como dinero no significa que retroceda
a una forma inferior. Pero es solamente —dice Marx— “en su particularidad que
ya existía antes de él como no capital que constituye uno de sus presupuestos”. Y
prosigue diciendo: “El dinero reaparece nuevamente en todas las relaciones pos-
teriores; pero allí ya no funciona más como simple dinero. [...] Lo importante es,

* Giovanni Alves es profesor-investigador de la UNESP-Marília, Brasil; libre-docente en teoría so-


ciológica, Doctor en Ciencias Sociales (UNICAMP), Pos-doctor en Sociología por la Universidad de
Coimbra, investigador del CNPq y Coordinador General de la RET (www.estudosdotrabalho.org). Es
autor de varios libros y artículos en el área de Sociología del trabajo, globalización y reestruturación
productiva; entre los que figuran: Trabalho e subjetividade (2011) y “O Duplo Negativo do Capital: En-
saio sobre a crise do capitalismo global” (2018). Página Web: www.giovannialves.org. E-mail: giovanni.
alves@uol.com.br.

250
40 el trabajo en el caPitalismo global

ante todo, seguirlo hasta su totalidad como un mercado monetario, el desarrollo


restante está presupuesto [...]”(Marx, 2011).
Al analizar minuciosamente la forma plusvalía, categoría-clave y forma más
desarrollada de la explotación del hombre por el hombre, Marx proporcionó ele-
mentos para explicar, a partir de ella, la anatomía de las formas menos desa-
rrolladas de explotación de sobre trabajo existentes en otros modos de produc-
ción (tales como esclavismo y el feudalismo). La categoría de plusvalía relativa,
la forma desarrollada de extracción de plusvalía, en su movimiento incorpora
formas arcaicas de explotación y a la misma plusvalía absoluta, que no funcionan
como simple arcaísmo, pero se insertan en la totalidad de la explotación como
plusvalía relativa. Sin embargo, la categoría de superexplotación del trabajo, ca-
tegoría histórico-concreta originalmente presente en las formaciones capitalistas
dependientes se encuentra subsumida a la lógica de la plusvalía relativa, la forma
de explotación más desarrollada del modo de producción capitalista constituye un
error considerar la categoría de superexplotación del trabajo, que está en un nivel
inferior de abstracción, al lado de categorías como plusvalía absoluta y plusvalía
relativa, considerándola, incluso, como si fuera una tercera forma de incremento
de la tasa de plusvalía (Smith, 2016; Higginbotton, 2010). Del mismo modo, la
superexplotación del trabajo no constituye “violación” de la ley del valor en la
medida en que el valor se encuentra en un nivel de abstracción superior (la ley
del valor en Marx opera en otro nivel de abstracción lógico-dialéctica, por encima
de aquél nivel de exposición en que más trató el precio de la fuerza de trabajo, el
nivel de exposición lógico-dialéctico en que se encuentra la categoría de superex-
plotación del trabajo).

Superexplotación del trabajo y plusvalía relativa

Al tratar de las formaciones históricas del capitalismo dependiente, Roy Mauro


Marini (1973) identificó tres mecanismos que configuran un “modo de produc-
ción” fundado exclusivamente la mayor explotación del trabajador y no en el de-
sarrollo de su capacidad productiva: 1) la intensificación del trabajo; 2) la prolon-
gación de la jornada de trabajo y, 3) la expropiación de parte del trabajo necesario
al obrero para reponer su fuerza de trabajo. Dice él:

[...] En los tres mecanismos considerados, la característica esencial está dada por el
hecho de que son negadas al trabajador las condiciones necesarias para reponer el
desgaste de su fuerza de trabajo: en los dos primeros casos, porque le es obligado
un desgaste de fuerza de trabajo superior espacio al que debería proporcionar nor-
malmente, provocando así su agotamiento prematuro; en el último, porque le retira
incluso la posibilidad de consumo de lo estrictamente indispensable para conservar
su fuerza de trabajo en estado normal. En términos capitalistas, esos mecanismos
(que además se pueden presentar, y normalmente se presentan, de forma combinada)

250
caPitalismo global y suPerexPlotación del trabajo.breves notas ... 41

significan que el trabajo es remunerado por debajo de su valor y corresponden, pues,


a una superexplotación del trabajo [el subrayado es nuestro] (Marini, 1973).

Al utilizar la categoría de superexplotación del trabajo, Marini aprehendió el


modo histórico-concreto de explotación de la fuerza de trabajo y de acumulación
de capital en los países capitalistas dependientes, vinculándola a la teoría de la
dependencia (la teoría marxista de la dependencia) (Marini, 1973). Sin embargo,
más tarde, a partir de la década de 1980, Marini pasó a utilizar la superexplota-
ción del trabajo para entender la explotación de la fuerza de trabajo en las con-
diciones histórico-concretas del capitalismo global, admitiendo la compatibiliza-
ción entre superexplotación del trabajo y desarrollo de la capacidad productiva (o
hegemonía de la plusvalía relativa) (Marini e Millán, 1996).
Para los teóricos marxistas de la dependencia, la superexplotación del trabajo
se convirtió en un “modelo” de explotación de la fuerza de trabajo basado, no en
el aumento de la capacidad productiva o de la inversión del capital y en la pro-
ductividad del trabajo, sino en la “mayor explotación” (o superexplotación); esto
es, en bajos salarios (el trabajo sería remunerado por debajo de su valor en virtud
de que la superexplotación significa expropiación de parte del trabajo necesario al
obrero para reponer su fuerza de trabajo). Dice Marini: “(la superexplotación del
trabajo) es congruente con el bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas
en la economía latinoamericana” (Marini 1973: 40-41).
Un importante teórico marxista de la dependencia, Adrián Sotelo Valencia,
señaló que existe un “modo de producción” dependiente basado en el régimen
de superexplotación de la fuerza de trabajo que —de acuerdo con expresiones
utilizadas por el— sobre determinada, subordina, bloquea y obstaculiza siste-
máticamente la implantación de la plusvalía relativa como eje del proceso de
reproducción y acumulación de capital. Y expresa que: La diferencia sustancial
del capitalismo avanzado, en relación al dependiente, consiste en que en el pri-
mero, la plusvalía relativa es hegemónica en el sistema productivo, mientras que
en el segundo, esa plusvalía está subordinada a las antiguas formas de producción
capitalista, a la plusvalía absoluta y a la superexplotación del trabajo que prece-
dieron a la plusvalía relativa (Sotelo, 2018: 29).
Por lo tanto, desde Dialéctica de la dependencia (1973), teóricos marxistas
de la dependencia mantuvieron la posición original de Marini, considerando que
la superexplotación del trabajo es un régimen sustitutivo de explotación en el
capitalismo dependiente que al revés de utilizar el desarrollo tecnológico como
medio para aumentar la explotación, utiliza formas antiguas con el aumento de
los salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo (bajos salarios). Décadas
después, la percepción de Marini fue adoptada por ejemplo en el libro: El impe-
rialismo en el siglo XXI de John Smith (2016). El economista inglés observó que
las corporaciones industriales a la luz del recorte de costos y de aumento de las
ganancias, al revés de invertir en tecnologías que aumentará la productividad,

250
42 el trabajo en el caPitalismo global

transferían la mayor parte de su producción hacia los países de bajos salarios.


Dice que la substitución de trabajadores de salarios relativamente altos en nuevos
países “imperialistas” por trabajadores de bajos salarios más intensamente explo-
tados en los países “oprimidos”, fue el medio predominante utilizado por el ca-
pital para aumentar la tasa de explotación —al revés de la extracción de plusvalía
absoluta o de relativa. De este modo, afirma, el capital utilizó la superexplotación
del trabajo como régimen de explotación del imperialismo en el siglo XXI (lo que
explica, por ejemplo, la acelerada terciarización de las corporaciones industriales
y el colapso histórico de la inversión del capital en los países “imperialistas”).

La nueva productividad del capital y la superexplotación


del trabajo

Al transferir la mayor parte de su producción a países de bajos salarios, las cor-


poraciones industriales que operan en la línea del capital productivo, no optan
simplemente por dejar de lado, como dice Smith, la inversión en tecnología que
aumenta la productividad y utilizar los bajos salarios como estrategia predomi-
nante para el aumento de la explotación. Lo que existe en las plantas industriales
en reestructuradas del capital en las regiones de bajos salarios, consiste en una
articulación entre plusvalía relativa, plusvalía absoluta y estrategias de bajos
salarios.
Fue el desarrollo de la plusvalía relativa (y absoluta) lo que permitió la ar-
ticulación estratégica con los bajos salarios. En verdad, la nueva división in-
ternacional del trabajo y la movilidad del capital productivo hacia regiones de
bajos salarios sólo serán posibles mediante el notable desarrollo de los medios
de información y de transporte impulsados por el capitalismo global. La forma
predominante del comercio global es el comercio intra-firmas, con el notable
desarrollo de las cadenas globales de valor y las líneas de producción global que
articulan Ásia, América y Europa (Chesnais, 1995). Por lo tanto, en la perspectiva
del mercado mundial fue notable el desarrollo de la base tecnológica del capital
(y, por ende, de la plusvalía relativa) con el capitalismo tardío, que permitió la
mayor explotación —primero, mediante la síntesis de la plusvalía absoluta lapso
de relativa, y después con la superexplotación de la fuerza de trabajo, con la relo-
calización industrial en función de las regiones de bajos salarios, respondiendo,
de este modo, a las formas arcaicas, propias del capitalismo tardío, en el interior
del movimiento de las formas más desarrolladas de explotación.
Frente a la crisis estructural de la tasa de ganancia, la desvaloriza-
ción del capital constante mediante el desarrollo tecnológico constituyó
una función necesaria, además de hacer lo propio con el capital variable (v)
—considerando el crecimiento histórico de la composición orgánica capital (c/v)
y su impacto en la tasa de ganancia. Sin embargo, con las nuevas revoluciones
tecnológicas, el costo de inversión en C&T (capital fijo) aumentó, provocando

250
caPitalismo global y suPerexPlotación del trabajo.breves notas ... 43

mayor concentración y centralización del capital. 10 de la crisis de rentabilidad de


mediados de la década de los 1970, la desvalorización del capital fijo ha ocurrido
de modo más o menos lento, a pesar del desarrollo tecnológico. Esto se debe,
en parte, al endeudamiento de las empresas por cuenta del elevado (y creciente)
costo de inversión en C&T. En el escenario de la crisis estructural de rentabilidad,
la línea de menor esfuerzo para el capital consiste en reducir el costo del trabajo
y desvalorizar el capital variable por medio de estrategias de superexplotación,
aunque, para que la desvalorización de v pueda operar como efectiva contra-ten-
dencia al aumento de la composición orgánica del capital, fue necesario que la
velocidad de desvalorización de c fuera mayor que la de v.
Por consiguiente, la superexplotación del trabajo no significa el abandono de
la explotación mediante la extracción de plusvalía relativa en pro de la superex-
plotación (el pago del salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo), sino
que ella representa la nueva articulación de la explotación de la fuerza de trabajo
(y expoliación del trabajo vivo) bajo la vigencia histórica de la plusvalía relativa.
Tanto el imperialismo del siglo XXI, descrito por Smith, como la presencia de la
superexplotación del trabajo en el seno de los países imperialistas, demuestran
que el capital como proceso global, opera una nueva síntesis histórica de acu-
mulación, utilizando la nueva base tecnológica informacional en el umbral de
la Cuarta Revolución Industrial —el salto histórico del dominio suprema de la
plusvalía relativa en el capitalismo global.
La Cuarta Revolución Industrial se caracteriza por la fusión de tecnologías
físicas, digitales y biológicas (sistemas si ver-físicos), caracterizada por avances
tecnológicos en los campos de la robótica, de la inteligencia artificial, de la na-
notecnología, la computación cuántica, la biotecnología, la Internet de las cosas,
tecnologías wireless de quinta generación (5G), manufactura aditiva-impresión
3D y vehículos totalmente autónomos. La función del capital fijo y el capital
variable, expresado, por ejemplo, en el big data, la nueva materia-prima vital de
los sistemas ciber-físicos del capital, expresan en mutaciones estructurales en el
elemento del capital constante y la propia relación entre el capital constante y el
variable.1
Desde el siglo XVI, la voracidad del capital por la extracción de sobre tra-
bajo, han movilizado estrategias articuladas de dominación y explotación (con
el apoyo del Estado capitalista en pro del desarrollo tecnológico). Desde la gé-
1 En el reportaje “Data is the new lifeblood of capitalism” (The Guardian, 01.02.2018), Ben Tarnoff se
observó que la circulación global de datos (big data) es realmente la circulación global del capital. Dice
él: “[La circulación global de datos] tiene enormes consecuencias en la organización global de la riqueza
y del trabajo. Los flujos de datos permiten que los empleadores en los países con salarios más altos ter-
cericen más las tareas para los trabajadores de los países de bajos salarios. Ellos ayudan a las empresas a
coordinar las cadenas complejas de suministro que orientan a los empleos industriales hacia los locales
con los más bajos costos de la mano de obra. De esta forma capacitan a un puñado de grandes empresas
para dominar los mercados y monopolizar la infraestructura digital en todo el mundo. Por estas razones,
los países intentan confeccionar reglas sobre la información que determinen cómo debe viajar la infor-
mación a través de sus fronteras”.

250
44 el trabajo en el caPitalismo global

nesis del modo de producción capitalista, mientras que el capital promovía la


expoliación del trabajo vivo de los pueblos oprimidos por dicha “acumulación
primitiva”, se constituyó la base material para el desarrollo del modo de produc-
ción basado en la explotación sistemática de la plusvalía. A partir de la Primera
Revolución Industrial de finales del siglo XVIII, las estrategias de dominación y
explotación (colonialismo imperialismo) se articularon en torno al desarrollo tec-
nológico – impulsando la producción industrial de mercancías, las innovaciones
tecnológicas y las guerras. En el movimiento de la contradicción en proceso del
capital industrial, la plusvalía relativa y la plusvalía absoluta, o dominación y ex-
plotación, (expoliación; o aún explotación y expoliación, se constituyen determi-
naciones reflexivas predominantes del movimiento contradictorio expansivo del
sistema de acumulación de capital. En la contradicción viva en proceso, la pre-
sencia de la superexplotación del trabajo (el pago de los salarios por debajo del
valor de la fuerza de trabajo) y la utilización de antiguas formas de explotación
(y expoliación) de la fuerza de trabajo, representan la in-eliminable reposición de
“lo arcaico” en el movimiento de “lo moderno”, tal como ocurrió desde siempre
en los países del capitalismo dependiente; y en el seno del capitalismo global del
siglo XXI.
Por consiguiente, en el siglo XXI, el proceso de explotación de la fuerza de
trabajo articula necesariamente lo “arcaico” y lo “moderno”, poniendo (y repo-
niendo) relaciones salariales “primitivas”, cuasi-esclavistas, al lado de formas
tecnológicas “modernas” de elevada productividad por unidad de capital. Bajo
el influjo del desarrollo tecnológico en los países capitalistas centrales (o países
imperialistas), las corporaciones industriales desarrollaron los medios de trans-
porte, de comunicación e información, que redujeron el tiempo y un espacio de
la producción del capital (Harvey, 1992). De este modo, el capital descubrió las
condiciones históricas (y tecnológicas) para re localizarse territorialmente, ar-
ticulando no solo la plusvalía relativa y la plusvalía absoluta, sino además la
superexplotación del trabajo (expresada en el pago de los salarios por debajo del
valor de la fuerza de trabajo).
En este caso, la superexplotación del trabajo se propició por la síntesis de la
nueva productividad, que posibilitó que el capital en crisis estructural, articularse
en su movimiento “posmoderno” (Harvey, 1993), por un lado, las condiciones
“arcaicas” de pagar salarios de miseria para el nuevo proletariado industrial de
los países “oprimidos” y, por otro lado, aumentar la explotación de la fuerza de
trabajo del nuevo proletariado de servicios en los países imperialistas. La mayor
explotación —en los países “oprimidos” (o países capitalistas dependientes) y en
los países “imperialistas” (o capitalismo avanzado)— es resultado efectivo del
mayor desarrollo tecnológico (plusvalía relativa) ocurrido en el núcleo orgánico
del capital en las condiciones históricas de crisis estructural de rentabilidad (a
consecuencia del aumento de la composición orgánica del capital).

250
caPitalismo global y suPerexPlotación del trabajo.breves notas ... 45

El capitalismo global constituyó dos movimientos históricos a partir de la


década de 1980:1) por un lado, la mundialización del capital (mundialización
productiva, comercial y financiera) (Chesnais, 1995), del “centro” hacia la “pe-
riferia”, que engendró la nueva división internacional del trabajo y el imperia-
lismo del siglo XXI; 2) por otro lado, la globalización de la superexplotación
del trabajo, de la “periferia” dependiente hacia el centro imperialista, al influjo
de la nueva precariedad salarial expresada en la “brasiliñización” del Occidente
(Beck, 1999). Por consiguiente, el capitalismo global, en tanto producto histórico
del desarrollo del sistema de la plusvalía relativa, diseminó (y particularizó) el
régimen de superexplotación del trabajo en el seno de la nueva productividad del
capital (Mészáros, 2001).
La vigencia histórica de la superexplotación del trabajo se refiere al capita-
lismo global considerando, por un lado, las condiciones históricas de la crisis
estructural de rentabilidad (a partir de mediados de la década de 1970) (Kliman,
2011; Roberts, 2016), la nueva división internacional del trabajo (Smith, 2016), la
reestructuración productiva del capital y las mutaciones estructurales de la mor-
fología de la fuerza de trabajo (el nuevo y precario mundo del trabajo) (Antunes,
2018; Alves, 2001). Por otro lado, a la ofensiva política e ideológica neoliberal y
la crisis de las instituciones de defensa del trabajo (Mészáros, 2001).

Superexplotación del trabajo y lucha de clases

Un dato histórico que explica el movimiento de la universalización de la supe-


rexplotación del trabajo se refleja en una nueva ofensiva política e ideológica del
capital que condujo al debilitamiento de los sindicatos y de los partidos obreros
y socialistas, principalmente a partir de la década de 1980 del siglo pasado, en la
transición hacia el capitalismo global, contribuyendo efectivamente a aumentar
la explotación global de la fuerza de trabajo (lo que identificó Mészáros bajo la
característica de la “perecuación de la tasa diferencial de explotación de la fuerza
de trabajo (Mészáros, 2001).
La superexplotación del trabajo que se manifiesta en el capitalismo global es
el producto histórico de la lucha de clases y de la desestructuración del poder
de los intereses históricos de la clase trabajadora organizada, capaz de delimitar
el precio de la fuerza de trabajo en las formaciones capitalistas a partir de la vi-
gencia histórica de la plusvalía relativa a finales del siglo XIX (para la relación
entre plusvalía relativa y sindicalismo industrial, véase Martin Nicolau, 1967).
El movimiento de la superexplotación del trabajo expresa la operación de la
ley del valor bajo determinadas condiciones históricas. Para que el capital pro-
duzca y obtenga ganancia, necesita comprar dos mercancías: medios de produc-
ción y fuerza de trabajo, siendo ésta última una mercancía extraordinaria. Que no
puede ser sólo una mercancía ordinaria —una mercancía como cualquiera otra—;
sino la única “mercancía” capaz de producir más valor (los medios de produc-

250
46 el trabajo en el caPitalismo global

ción que operan como mercancías sólo se desgastan con el uso y transfieren su
valor hacia los objetos y servicios producidos). El descubrimiento del secreto o
misterio (en alemán Geheimnis) de la “fuerza de trabajo en tanto mercancía” es el
descubrimiento esencial de Marx.
La fuerza de trabajo en tanto mercancía se compra en un mercado especial
(el mercado de trabajo) por un precio que está determinado por innumerables
circunstancias históricas y ligado directa o indirectamente a la lucha de clases
y establecido por una relación de clase. Por consiguiente, la mercancía “fuerza
de trabajo” no se paga por el tiempo de trabajo contenido de las mercancías que
ella produce, sino por el precio de mercado. El salario (o precio de la fuerza de
trabajo) —que puede ser directo o indirecto— constituye una parte del valor
creado “devuelto” por el capitalista, ya que el quantum de la parte devuelta es
función histórica de la lucha de clases y depende del poder social de negociación
(la capacidad política y sindical de la fuerza de trabajo organizada de hacer valer
sus intereses de clase).
En la medida en que la fuerza de trabajo organizada (el movimiento sindical y
político de los trabajadores), fue incapaz históricamente de negociar y hacer valer
sus intereses de clase, por lo menos para obtener un salario justo que representara
su valor (el valor de la fuerza de trabajo), el quantum de la parte retornada por
el capitalista se ubica por debajo del valor necesario para la reproducción de la
fuerza de trabajo. De esta forma, se produjo un desgaste prematuro de la fuerza
de trabajo y la expropiación de parte del fondo de consumo del trabajo vivo —en
un primer momento, en el caso de los países capitalistas centrales el surgimiento
del fondo público intentó contrarrestar el movimiento de la plusvalía relativa—.
Pero, con la expoliación del fondo público, el capital puso al desnudo la afirma-
ción de la del valor en las condiciones históricas de su colapso-expansión con el
“salto mortal” de la productividad del trabajo (Oliveira, 2003).
De este modo, se constituyó la llamada superexplotación del trabajo. Al revés
de que la superexplotación del trabajo represente la “violación” de la ley del
valor, por el contrario expresa la afirmación del propio movimiento de la del
valor en las condiciones del “colapso” de la lucha histórica de la clase de los
trabajadores asalariados, la lucha de clases y la capacidad de la fuerza de trabajo
organizada, para hacer valer efectivamente sus intereses de clase (incluso con la
afirmación del anti-valor en tanto fondo público).
Por consiguiente, el consumo de la fuerza de trabajo “por debajo de las condi-
ciones normales”, que conduce a su agotamiento prematuro, deriva irremediable-
mente de la condición histórica de explotación que articula la plusvalía absoluta
con la plusvalía relativa; y de la condición histórico-política de dominación de
clase, que hace que el precio de la fuerza de trabajo (los salarios) se fije por de-
bajo de su valor, conllevando no solamente la degradación del fondo de consumo,
sino, aún más grave, del fondo de la vida.

250
caPitalismo global y suPerexPlotación del trabajo.breves notas ... 47

Tanto el nuevo proletariado de servicios de los países capitalistas desarro-


llados (el precariedado) (Standing, 2010), originario de las nuevas formas de
contratación precaria y de la morfología laboral del sector de los servicios, que
dificulta históricamente la organización y lucha sindical, como el nuevo proleta-
riado industrial del Sudeste Asiático, protagonista de los greenfields sindicales
dirigidos por la deslocalización industrial del capital hacia Asia, de una fuerza
de trabajo joven, con buena calificación y poca experiencia sindical, originario
de la nueva división internacional del trabajo y del imperialismo en el siglo XXI
(Smith, 2016), son creaciones históricas genuinas del movimiento histórico-po-
lítico del capitalismo global. En la medida en que el nuevo proletariado precario
de servicios y el nuevo proletariado industrial no poseen una tradición histórica
de organización y lucha sindical y política, son incapaces de obstaculizar la su-
perexplotación del trabajo y la nueva estrategia de acumulación de capital basada
en el pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor —y más aún: un valor
incrementado derivado del aumento del elemento histórico-moral del valor de la
fuerza de trabajo.
La nueva lógica del capitalismo global posee como presupuesto fundamental,
primero, la nueva empresa capitalista flexible, difusa y fluida (Bihr, 1991) y des-
pués, las políticas neoliberales caracterizadas por la “acumulación por expolia-
ción” (Harvey, 2002). La nueva empresa capitalista y las políticas neoliberales
son elementos presupuestos fundamentales (y fundantes) de la superexplotación
del trabajo. Sotelo (2018) sostiene la interesante hipótesis concerniente a que las
políticas neoliberales en la década de los ochenta —década de transición hacia
el capitalismo global en los países imperialistas (Alves, 2018)— contribuyeron
efectivamente para implantar el régimen de superexplotación del trabajo en el
“núcleo orgánico del sistema”. Al mismo tiempo que el neoliberalismo de la
década de los noventa reforzó en los países del capitalismo dependiente, como
Brasil, el atraso histórico ontogenético de su propia integración a la mundializa-
ción del capital: la superexplotación del trabajo.
Al caracterizar la nueva empresa capitalista como empresa fluida, Bihr (1991)
trató el aspecto puramente técnico (la producción ideal sin tiempos muertos dada
por la automatización). Sin embargo, podemos ampliar la noción de fluidez, con-
siderando la capacidad de la organización empresarial para operar la explota-
ción de la fuerza de trabajo, sin obstáculos políticos, sindicales e ideológicos,
adoptando plenamente las nuevas estrategias de acumulación de capital. Por eso,
además de la nueva base tecnológica informacional, fue necesario proceder a la
“captura” de la subjetividad del trabajo por los valores del capital operada por la
ideología de la colaboración y concertación social (Alves, 2010). De este modo,
la “fluidez” de la “modernidad líquida” impuso la propia “extinción” de la con-
ciencia (y lucha) de clase. Así creció, de forma intensa y extensa, la manipula-
ción ideológica neoliberal bajo el dominio social del léxico empresarial (la nueva
razón del mundo); y el movimiento de las corporaciones capitalistas hacia los

250
48 el trabajo en el caPitalismo global

greenfields sindicales, o territorios libres de sindicalismo y de la lucha de clases


(el nuevo imperialismo del siglo XXI).

La morfología de la superexplotación del trabajo

La superexplotación del trabajo tal como la concebimos, representa 1) la síntesis


de la plusvalía relativa y de la plusvalía absoluta, donde la nueva productividad
del capital combina la prolongación de la jornada de trabajo y su intensificación
con cargo en la nueva base tecnológica de producción (gestión toyotista y tec-
nología informacional), provocando un mayor desgaste de la capacidad física y
espiritual del trabajo vivo en tanto fuerza de trabajo al mismo tiempo que pro-
vocando su agotamiento prematuro (expropiación del fondo de vida del traba-
jador por el capital; 2) y la expropiación (o expoliación) de la parte del fondo de
consumo (la parte del trabajo necesario a la persona que trabaja para reponer su
fuerza de trabajo) – esto es, el pago de su salario (directo e indirecto) por debajo
del valor de la fuerza de trabajo, no sólo en el sentido de reponer las condiciones
de reproducción física y espiritual de la fuerza de trabajo, sino de los elementos
histórico-morales del valor del trabajo vivo. La expoliación del fondo público por
medio de las políticas neoliberales, representa un modo específico de reducir los
salarios indirectos —por ejemplo, los servicios públicos de salud y educación,
seguridad y previsión social— por debajo del valor de la fuerza de trabajo.
La morfología de la superexplotación del trabajo posee como presupuestos
materiales —enfatizados anteriormente— la constitución de 1) la nueva empresa
capitalista flexible, fluida y difusa, y 2), el Estado neoliberal, la forma política de
gobernabilidad corporativa de los recursos de la explotación.
De este modo, podemos aprehender cuatro formas de la “condición de supe-
rexplotación”, es decir, las modalidades por las cuales el capital en el umbral de
la Cuarta Revolución Industrial, el capital se apropia del fondo de consumo y/o
del fondo de vida de la fuerza de trabajo y del trabajo vivo en las condiciones
históricas del capitalismo global:
La remuneración de la fuerza de trabajo por debajo de su valor —conversión
del fondo de consumo del trabajador en el fondo de acumulación de capital—,
la vigencia de bajos salarios que caracteriza a la gig economy2 y a las contrata-
ciones precarias; y, por el otro, la expoliación del fondo público por las políticas
neoliberales que conducen a la corrosión de los salarios indirectos.
La prolongación del tiempo de trabajo con el desgaste prematuro de la corpo-
reidad físico-psíquica de la fuerza de trabajo (con el modo de vida justo a tiempo,
el tiempo de vida es reducido a tiempo de trabajo), la ideología de la nueva pro-
ductividad del capital (gestión toyotista e ideología de la competencia y emplea-
bilidad) opera la nueva forma de extrañamiento del trabajo vivo.
2 Uma espécie de trabajo temporal en un mercado laboral caracterizado por el predonio de contratos
temporales a corto plazo com trabajadores autónomos o independientes (nota del traductor).

250
caPitalismo global y suPerexPlotación del trabajo.breves notas ... 49

El aumento de la intensidad del trabajo por la nueva forma de organización


flexible y las nuevas tecnologías informacionales y sistemas de gestión de metas
y de evaluación de la productividad que operan en la “captura” de la subjetividad
y la precarización de la vida en el trabajo (Alves, 2011; Linhart, 2013).
El proceso civilizatorio del capital con la expansión de las individualidades
humanas en virtud de la reducción de las barreras naturales, el aumento de las
capacidades de producción intelectual-cognitivas, expansión de las carencias ra-
dicales, intensificación de los intercambios sociales, contribuye para aumentar
los elementos histórico-morales del valor de la fuerza de trabajo sin ser acompa-
ñado por el aumento de la remuneración salarial.
Los ítems 1 y 4 corresponden el precio de la fuerza de trabajo bajo deter-
minadas condiciones históricas de la lucha de clases. En el primero, el salario
queda por debajo del valor de la fuerza de trabajo (parte del fondo de consumo de
subsistencia y reproducción de la fuerza de trabajo incluyendo salud, educación,
vivienda, seguridad y previsión social es expropiado por la fuerza política del
capital. En el segundo, el precio de la fuerza de trabajo (el salario) no representa
—o no logra incorporar el aumento del valor de la fuerza de trabajo derivado
del elemento histórico-moral. En el proceso histórico de la lucha de clases, la
debilidad político-sindical de los intereses de clase, es un importante elemento
de rebaja del precio de la fuerza de trabajo y, por consiguiente, del aumento de
la tasa de explotación.
Los ítems 2 y 3 refieren las condiciones estructurales de la explotación del
capital representadas por la plusvalía absoluta y la plusvalía relativa, tal como
son caracterizadas por Marx en el Libro I de El capital, así como al modo de
producción capitalista y a sus leyes: ley del valor, ley de la rentabilidad y ley de
la acumulación —en el caso de que la plusvalía relativa altere la base tecnológica
de explotación y, por consiguiente, la forma de cooperación y de la división del
trabajo, y el modo de organización y de gestión de la fuerza de trabajo y del tra-
bajo vivo. Marx enfatizó desde el siglo XIX el desgaste de la fuerza de trabajo
producido por el modo de ser del capitalismo industrial, y sólo excepcionalmente
hizo referencia a la lucha sindical y política de los obreros por impedir el debili-
tamiento físico-espiritual de la fuerza de trabajo (en “Salario, Precio y Ganancia”
de 1865, Marx señaló la necesidad de la clase trabajadora de imponer obstáculos
a la saña voraz del capital para debilitarlo física y espiritualmente).
La superexplotación del trabajo no sólo alude al aumento de la explotación
de la fuerza de trabajo en tanto mercancía (la precarización salarial) operada
mediante los mecanismos de extracción de plusvalía absoluta y relativa, articu-
lada con expropiación de parte del fondo de consumo necesario a la reposición
del valor de la fuerza de trabajo (los bajos salarios y la expoliación del fondo
público). Además, implica también —y hoy, más que nunca— la expoliación
del trabajo vivo y de las individualidades personales de clase en su dimensión
humano-genérica.

250
50 el trabajo en el caPitalismo global

Es la apropiación del fondo de vida por el movimiento del capital —esto es,
la “precarización de la vida” (Danielle Linhart) o la “precarización de la persona
humana que trabaja” (Alves).

Superexplotación del trabajo


Síntesis de la plusvalía relativa y de la plusvalía absoluta
(LA NUEVA PRODUTIVIDAD DEL CAPITAL)

ò
Nueva precariedad salarial
Extensión e intensificación del tiempo de trabajo extrañado
(tiempo de vida reducido a tiempo de trabajo)
“vida reducida”
modo de vida just-in-time
agotamiento prematuro de la fuerza de trabajo
[Expoliación del Trabajo Vivo]
corrosión de la vida

ò
SALARIO (DIRECTO E INDIRECTO) POR DEBAJO DEL VALOR DE LA FUERZA
DE TRABAJO

[Apropiación del Fondo de Consumo]


servidumbre financiera, especulación inmobiliaria
[Expoliación del Fondo Público]
servicios de salud, educación, transporte, seguridad y bienestar social

En verdad, explotación de la fuerza de trabajo y expoliación del trabajo vivo


son determinaciones reflexivas ontogenéticas del modo histórico de producción
capitalista acoplado estructuralmente a la relación-capital. Sin embargo, el pro-
tagonismo del movimiento de expoliación de la vida humana por el capital como
modo de control del metabolismo social es el resultado del movimiento del au-
mento de la explotación de la fuerza de trabajo en las condiciones históricas de
crisis estructural de rentabilidad y de la desmedida del valor. Es por el capita-
lismo global que se constituye el movimiento de degradación de la totalidad iba
de trabajo por el capital social total.

250
caPitalismo global y suPerexPlotación del trabajo.breves notas ... 51

Consideraciones finales

Al referirnos a la “superexplotación del trabajo” procuramos ir más allá de la


perspectiva de la explotación de la fuerza de trabajo en tanto mercancía (lo que
muchos autores denominan: “superexplotación de la fuerza de trabajo). Es im-
portante enfatizar la superexplotación del trabajo en el sentido amplio del trabajo
como trabajo vivo que no se reduce a la fuerza de trabajo como mercancía (el
secreto y el misterio la mercancía-fuerza de trabajo es el trabajo vivo como capa-
cidad vital que, en las condiciones históricas del trabajo asalariado, es capaz de
producir plusvalía.
El término superexplotación” destaca el plus ultra [más allá] da explotación
que implica la mente y el cuerpo del “trabajo vivo” como fundamento ontoló-
gico de la persona humana, producto civilizatorio del capital (lo que implica
para la determinación del valor de la fuerza de trabajo considerar el elemento
histórico-moral indicado por Marx”. Al intensificar la explotación de la fuerza
de trabajo, el capital precariza la vida humana y pronuncia la expoliación del
trabajo vivo en el movimiento de la superexplotación. En verdad, en el capita-
lismo global, la intensificación de la explotación de la fuerza de trabajo (como
mercancía) por medio de la nueva base tecnológica informacional de la explo-
tación, con el florecimiento de la Cuarta Revolución Industrial, y los métodos
de gestión toyotista; y el poder de la ideología con la cultura del mercado y el
movimiento sociometabólico de la “captura” de la subjetividad, provocaron irre-
mediablemente la degradación de la fuerza de trabajo y del trabajo vivo como
“genericidad humana”, lo que explica la plétora de enfermedades psicosomáticas
en el mundo del trabajo.
La expoliación del trabajo vivo reflejada en la expropiación del fondo de vida
se produce no sólo por el modo de producción del capitalismo flexible (síntesis
de la plusvalía relativa y absoluta) y por el modo de vida justo-a-tiempo (el fe-
nómeno de la vida reducida, Alves, 2014), sino también en el movimiento de
acumulación por expoliación-desposesión del fondo público bajo el dominio del
Estado neoliberal (la forma de dominación política que opera la financiarización
de la riqueza y la captura del fondo público mediante la privatización de la cosa
pública, expropiando a la fuerza de trabajo de los derechos de seguridad y previ-
sión social para convertirlos en activos del mercado), expone la amplitud del mo-
vimiento de expoliación del trabajo vivo operado mediante la superexplotación);
y la expoliación del fondo de consumo a través de la especulación inmobiliaria
y la servidumbre financiera (el endeudamiento de la fuerza de trabajo o servi-
dumbre financiera) que orilla a las familias a recurrir al crédito para mantener el
patrón de consumo necesario adecuado al patrón histórico de vida.
El aumento del endeudamiento de las familias de trabajadores expresa no sólo
el poder del capital financiero y la hipertrofia en la esfera del crédito, sino además
la precarización salarial que acompaña a la superexplotación del trabajo – tanto

250
52 el trabajo en el caPitalismo global

en el sentido de los bajos salarios, como en el de que las remuneraciones sala-


riales no compensan el aumento histórico-moral del valor de la fuerza de trabajo.
La crisis del capitalismo global se compone de dos movimientos que caracte-
rizamos como a) “el doble negativo del capital” (Alves, 2018). La expoliación del
trabajo vivo complementa la explotación de la fuerza de trabajo, en el sentido de
completarla o perfeccionarla. b) El aumento de la tasa de explotación refleja una
“desmedida” – la explotación más allá de sí misma, que aparece en la noción de
superexplotación: el pago del salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo
y/o la remuneración salarial que no se corresponde con el aumento del valor de
la fuerza de trabajo porque descarta el ineliminable elemento histórico-moral,
poniendo al desnudo no solamente la desvalorización de la mercancía-fuerza de
trabajo (que se manifiesta en la relación c/v de la fórmula que integra la compo-
sición orgánica del capital), sino la desefectivación (extrañamiento) del trabajo
vivo (forma esencial de la plena incapacidad para efectuar el intercambio de equi-
valentes en el plano de la apariencia del sistema productor de mercancías).

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250
55

Servicios y valor en la era


del proletariado digital*

RICARDO ANTUNES**

Introducción

Al contrario de la conocida tesis de la pérdida de vigencia de la ley del valor, el


capitalismo actual presenta un proceso multiforme, donde informalidad, precari-
zación, materialidad e inmaterialidad constituyen mecanismos vitales, tanto para
la preservación como para la ampliación de la ley del valor.1 La expansión del
sector de servicios y de los denominados trabajos inmateriales representa impor-
tantes elementos que fortalecen la ley del valor, al revés de eliminarla, especial-
mente a partir de la expansión del capitalismo digital-informacional-financiero de
las últimas décadas. La tesis que propugnaba el advenimiento de una “sociedad de
servicios” capaz de hacer irrelevante al proletariado y a la generación de valor, se
mostró insuficiente y, en el límite, profundamente equivocada (Habermas 1989;
Gorz, 2005 y Kurtz, 1991). Al contrario del “fin del proletariado y de la clase
trabajadora” hay una expansión, en escala global, de una masa de asalariados que
se expande exponencialmente en el denominado “sector de servicios”, ofreciendo
nuevos componentes para la comprensión de la teoría del valor del trabajo en la
actualidad.
Las más distintas modalidades de trabajo presentes en el capitalismo infor-
macional-digital, bajo el comando del capital financiero, al contrario de hacer
irrelevante la ley del valor, vienen ampliando sus formas de vigencia, aunque
frecuentemente bajo la apariencia del no valor.

* Traducción de Adrián Sotelo.


** Ricardo Antunes es Profesor Titular de Sociología del Trabajo en la UNICAMP. Autor, entre otros
libros, de O Privilégio da Servidão (Boitempo, 2018); Los sentidos del Trabalho (Herramienta, publicado
originalmente en Brasil, Editorial Boitempo, y también en Italia, Inglaterra-Holanda, Estados Unidos,
Portugal y la India); Adeus ao Trabalho? (Editorial Herramienta, publicado originalmente en Brasil y
también en la Argentina (por Herramienta), Italia, España, Colombia y Venezuela. Coordina las Co-
lecciones: Mundo do Trabalho, por Boitempo y Trabalho e Emancipação, por la Editorial Expressão
Popular. Es miembro del Consejo Asesor de Herramienta.
1 Este artículo es parte de nuestro proyecto de investigación que desarrollamos en el CNPQ: O Uno e o
Múltiplo: Desenhando a Nova Morfologia do Trabalho, que presenta tesis e ideas que están desarrolladas
en nuestro reciente libro: O Privilégio da Servidão, Boitempo, São Paulo, 2018.

250
56 el trabajo en el caPitalismo global

Como el capital no se valoriza sin realizar alguna forma de interacción entre


trabajo vivo y trabajo muerto, procura aumentar su productividad, ampliando
los mecanismos de extracción de plusvalía a través de la expansión del trabajo
muerto corporificado en la maquinaria técnico-científico-informacional y tam-
bién a través de la intensificación y diversificación del trabajo vivo, recreando
nuevas formas de explotación e, incluso, de superexplotación de la fuerza de
trabajo (Lojkine, 1985; Antunes, 2013 y 2018; Sotelo, 2012).
En este movimiento, todos los espacios posibles se vuelven potencialmente
generadores de plusvalía, una vez que los servicios que fueron privatizados
crearon nuevos mecanismos utilizados por el capital; mecanismos desempeñados
por los trabajadores y trabajadoras2 que actúan en las tecnologías de información
y comunicación (TIC), call centers, telemarketing, hotelería, limpieza, comercio,
fast food, hipermercados, trabajo de cuidados personales, etc. que frecuentemente
realizan trabajos intermitentes, temporales, informales, autónomos.
Un ejemplo reciente de estas “nuevas” formas de explotación del trabajo lo
encontramos en Italia, donde se desarrolla una modalidad de trabajo ocasional in-
termitente: el trabajo pagado por voucher por las horas efectivamente trabajadas.
Una vez que el trabajo pagado mediante esta forma obligaba al empresario Italia
a pagarlo por el salario mínimo legal (por hora trabajada), ese mismo empresa-
riado no pocas veces ofrecía más horas de trabajo excedentes, sin embargo, por
un valor por debajo del mínimo obligatorio, lo que significa una precarización
y superexplotación aún mayores del trabajo ocasional e intermitente. Los tra-
bajadores inmigrantes fueron, por cierto, intensamente afectados por esa prác-
tica nefasta que finalmente fue derrotada por el sindicalismo italiano. Podemos
citar también el uso del zero hour contract (contrato de cero horas) que es una
forma de trabajo que se desarrolló en el Reino Unido y que hoy se encuentra
en prácticamente todos los países, aunque con denominaciones diferentes donde
los contratos son indeterminados y aquí quedan a la exclusiva disposición de
los empresarios esperando una llamada de trabajo, independiente del tiempo que
permanecerá en espera. Y cuando recibe la llamada para realizar alguna actividad
(generalmente en los servicios) les informan estrictamente lo que van hacer y no
el tiempo que van a quedar esperando. De esta forma los capitales informáticos
globales crean, así, una nueva esclavitud digital que no deja de expandirse. Es por
eso que la flexibilización total del mercado de trabajo es uno de los imperativos
exigidos por el empresariado.
El caso más emblemático es el de Uber, donde los trabajadores y trabajadoras
con sus automóviles (sus instrumentos de trabajo) Utilizan sus gastos de salud,
de mantenimiento de sus coches, de alimentación, etc. configurándose como un
asalariado disfrazado bajo la forma de trabajo “autónomo”. Y, al hacerlo, de este
modo, las empresas se eximen de procurar los derechos de los trabajadores, bur-

2 Dada la importancia de la división socio-sexual del trabajo, concebimos a la clase trabajadora en su


dimensión de género, considerandolos siempre como trabajadores y trabajadoras.

250
servicios y valor en la era del Proletariado digital 57

lando abiertamente la legislación social en diversos países donde actúan. Y con


el trabajo on line, al generar una fuerte ampliación del tiempo disponible para el
trabajo, se amplía aún más lo que he denominado como esclavitud moderna en la
era digital (Antunes, 2018).
¿Por qué entonces estas modalidades de trabajo de la era digital dejan de ser
la excepción y se convierten en la regla del capitalismo digital-informacional?
Como veremos, ese conjunto de cambios en el universo de los servicios hi-
cieron que, en gran parte, dejaran de ser improductivos para el capital y se convir-
tieran en generadores de valor y de plusvalía. Es lo que abordamos en el siguiente
apartado.

El trabajo en los servicios, producción inmaterial y valor

Debemos a Marx la distinción seminal entre producción material y producción


inmaterial,3 particularmente cuando el autor presenta su hipótesis relativa a que,
para ser productivo, no es necesario solamente trabajar manualmente¸ sino
además ser parte del órgano conjunto del trabajo productivo, ejecutando cual-
quiera de sus funciones. Agrega que si el predominio de la producción material
es válido para el conjunto de la producción colectiva, no lo es para el trabajo
tomado aisladamente (Marx, 1990, Book One, pp. 643-644).
La propuesta marxista agrega que sólo es productivo el trabajador que produce
plusvalía para el capitalista, es decir, que participa del proceso de valorización
del capital. Marx cita el ejemplo del profesor, cuya actividad se encuentra fuera
de la esfera de la producción material; en este caso él es productivo, pues actúa
bajo la dirección del capitalista, que es dueño de una “fábrica de enseñanza”. Y
recuerda que el mismo profesor será improductivo cuando enseñe generando so-
lamente un valor de uso, al contrario del otro, que genera valor de cambio. Y esto
ocurre porque se inserta en una relación social dirigida prioritariamente hacia la
valorización del capital (Ibíd., p. 644).
Con esto queremos enfatizar que Marx reconoce la existencia de actividades
no materiales o inmateriales necesarias para la valorización del capital, incluso,
sabiendo que la producción material es la forma dominante de la producción en
el capitalismo. Lo que remite a otro punto central referente a los significados del
trabajo productivo improductivo.
En nuestra lectura de Marx, se da trabajo productivo cuando:
1. Crea más plusvalía y valoriza el capital.
2. Es la modalidad de trabajo remunerada por el capital-dinero y no por la renta.
Al contrario, el pago en renta es aquel que caracteriza el trabajo improduc-
tivo, creador de valores de uso y no valores de cambio.

3 Tomaremos aqui las indicações de Marx, presentes em El capital (y en particular, en su capítulo XIV),
así como el Capítulo VI, inédito, anteriormente referido.

250
58 el trabajo en el caPitalismo global

3. Es aquél que resulta del trabajo colectivo, social y complejo y no del trabajo
individual. Es por esto que en la firma que no es el obrero individual el que se
convierte en agente real del proceso de trabajo en su conjunto sino más bien
la capacidad de trabajo socialmente combinado.
4. Es aquél que valoriza el capital sin importar si el resultado de su producto es
material o inmaterial.
5. Depende de su relación social y de la forma social como se inserte en la crea-
ción y valorización del capital. Es por esto que trabajos idénticos en cuanto a
su naturaleza concreta, puede ser productivos o improductivos, dependiendo
de la relación con la creación del valor.
6. Tiende a ser asalariado, pero lo inverso no es verdadero, esto es, no todo tra-
bajo asalariado es productivo (ídem).
En contrapartida, el trabajo es improductivo cuando crea bienes útiles y no
está orientado a la producción de valores de cambio. Es por esto que el capital
suprime todo trabajo improductivo que es innecesario, además de realizar la fu-
sión entre actividades productivas e improductivas siempre que esto sea posible.
En ese mismo volumen II de El capital, Marx señaló importantes hipótesis
para comprender las actividades de producción y materiales, especialmente en
algunos sectores de los servicios. Su principal indicación aparece cuando, al ana-
lizar la “industria del transporte”, el autor demuestra que hay en esta actividad el
desarrollo de un “proceso de producción dentro del proceso de circulación”. Esta
indicación es central para ubicar a los servicios (o parte de ellos) como genera-
dores de valor. Debido a que Marx tiene una concepción ampliada de la industria
(Marx, 1992), incluyendo varios sectores de los llamados servicios, es posible
comprender porque y un “proceso de producción” en el ramo de los transportes,
almacenamiento, industria del gas, ferrocarriles, navegación y comunicaciones,
entre otros señalados por Marx, aunque estas actividades generen producción
material. La industria de los transportes, constituida en una forma de producción
inmaterial que actúa en la esfera de la circulación, además de ser imprescindible
para concretar la producción material y hacer efectiva la creación plusvalía en la
producción de alimentos, germina dentro de ella un “proceso de producción” sin
que nada de material sea efectivamente producido.
Sabemos que estos ejemplos no significan que la plusvalía sea creada fuera de
la producción. Pero, en el Volumen II de El capital, Marx indica claramente que
la producción no se limita a su esfera material (aunque ésta sea dominante). Es
por eso que la formulación marxiana también destaca que una cosa es generar ga-
nancia y otra es crear plusvalía. Al tratar el comercio, en el Libro III Marx (1991)
desarrolló la tesis relativa a que la actividad comercial, aunque necesaria para la
venta de lo que fue producido, no genera plusvalía, ya que es improductiva.4 Él se
apropia de parte de la plusvalía generada en la industria, pero no responde por su
creación. Por eso afirma que los trabajadores del comercio tiene similitudes con
4 Véase: Marx, Book 3 (1991), especialmente el Capítulo 17: “La ganancia comercial”, pp. 394/416.

250
servicios y valor en la era del Proletariado digital 59

los demás trabajadores: es un asalariado como cualquier otro, comparado como


capital variable por la burguesía comercial y no por la renta (Marx, 1011 91, p.
406). Pero, agrega que hay una diferencia fundamental entre ellos: la misma que
existe entre el capitalista industrial y comercial. Eso porque el proletario indus-
trial genera la plusvalía, lo que no ocurre con el asalariado del comercio (Ibíd.,
pp 414-415).
En pleno siglo XXI, dadas las profundas mutaciones experimentadas por
el capitalismo de la era digital-informacional-financiera, es decisivo obtener
un entendimiento actualizado acerca del papel del trabajo en los servicios en
la creación de plusvalía. Anteriormente indicamos que estamos verificando el
nacimiento de nuevas formas de extracción de plusvalía, especialmente en los
servicios y en sectores de producción inmaterial que se expanden contemporá-
neamente. Esto debido a que la principal transformación de la empresa flexible
no fue la conversión de la ciencia en la principal fuerza productiva (Habermas,
1975 y 1989), sino la imbricación progresiva entre el trabajo y ciencia, materia-
lidad e inmaterialidad, trabajo productivo improductivo (Antunes, 2013 y 2018;
Mészáros, 1989). El crecimiento del fenómeno social que Úrsula Huws deno-
minó como Cyberproletariat (Huws, 2003) y Ruy Braga y yo concebimos como
infoproletariado (Antunes y Braga, 2009) constituyen importantes ejemplos de
la ampliación de las actividades de servicios que se expanden, participando cre-
cientemente del proceso de valorización del capital. Integradas cada vez más en
las cadenas de valor, se convierten en partícipes decisivos del proceso de genera-
ción de valor del capitalismo de nuestro tiempo.5 De esta forma tanto los trabajos
materiales como los inmateriales, cada vez más interrelacionados en las cadenas
productivas, son partes integrantes y subordinadas a la forma mercancía (Tosel,
1995; Antunes, 2013).
Otro ejemplo de esta ampliación de la ley del valor en las esferas anterior-
mente consideradas improductivas se expresa en la tendencia global de expansión
de la tercerización en todos los ramos de la producción y en particular en los
servicios. Esto porque la tercerización es uno de los mecanismos vitales del capi-
talismo para intensificar la explotación de la plusvalía y, de ese modo, aumentar
la valorización del capital en aquellos sectores que, en el pasado, eran menospre-
ciados. La expansión global de las empresas especializadas que ofrecen amplios
“servicios industriales” es ejemplar.6
5 Vale recordar que la Toyota, en su unidade de Takaoka, estampaba en la entrada de la fábrica que: “Yoi
kangae, yoi shina” (“buenos pensamientos significan buenos productos”). La empresa japonesa sabe
medir el valor de la mercancía-información que los críticos de la teoría del valor desconocen. (Business
Week, 18/11/2003).
6 La Foxconn, por ejemplo, es una fábrica del sector de informática y de las tecnologías de comunica-
ción que se expande en China es un ejemplo de Electronic Contract Manufacturing, empresa tercerizada
global responsable por el ensamble de productos electrónicos para las compañía Apple, Nokia, entre otras
transnacionales. En su unidad de Longhua (Shenzhen), donde se fabrica el iPhone, desde 2010 se incre-
mentaron los suicídios de trabajadores, en su mayoría denunciando la intensa explotación del trabalho al
cual están sometidos. (Chan, Ngai e Selden, 2012; Antunes, 2013).

250
60 el trabajo en el caPitalismo global

Si esta hipótesis es pertinente, sus desdoblamientos sociales y políticos se


evidencian y asumen gran relevancia. Podemos resumirlos en las siguientes cues-
tiones: ¿los trabajadores y las trabajadoras de servicios son, en última instancia,
partes de la clase media emergente? ¿O son expresión del llamado precariado o
de lo que denominamos como nuevo proletariado de servicios? Enseguida despe-
jamos estas preguntas.

¿Clase media, precariedad o un nuevo proletariado


de servicios?

Entendemos que los trabajadores y las trabajadoras (de call centers, telemarke-
ting, industria de software, tecnologías de información y comunicación, hote-
lería, shoping center, hipermercados, fast food, comercio al mayoreo, entre otros)
están cada vez más distanciados de las modalidades del trabajo intelectual que
particulariza a las clases medias y se encuentran cada vez más aproximados a lo
que denominamos como nuevo proletariado de servicios.
Si los segmentos más tradicionales las clases medias son definidos por su in-
serción en la producción, donde realizan trabajo predominantemente intelectual y
no manual (como los médicos, abogados y otros profesionales liberales) estamos
presenciando, hoy, una expansión significativa de asalariados medios, como los
bancarios, profesores, asalariados del comercio, supermercados, fast food, call
center, tecnologías de comunicación e información, etc. que sufren un creciente
proceso de proletarización, profundizando la formulación pionera de Braverman
(1974).
Como las clases medias, dadas sus oscilaciones estructurales típicas, también
se definen por sus idearios y valores culturales, simbólicos, de consumo espacio
(Bourdieu, 2007), sus segmentos más altos se distinguen de la clase media baja y
se aproximan, en el plano valorativo, a las clases propietarias. Pero, al contrario,
en sus estratos más bajos, la clase media asalariada tiende, en el plano de la ob-
jetividad, aproximarse a la clase trabajadora. Es por eso que la conciencia de las
clases medias aparece frecuentemente como conciencia de una no clase, por un
lado, más aproximada a las clases propietarias, como es el caso de los gerentes
medios y altos, administradores, ingenieros, médicos, abogados y, por otro lado,
se aproxima a las condiciones de vida y de trabajo de la clase trabajadora, si con-
sideramos a los segmentos más pauperizado.
Así, estos contingentes más proletarizada dos, especialmente en el sector ser-
vicios, participan cada vez más (directa o indirectamente) del proceso de valoriza-
ción del capital. Los asalariados en los call center, tele marketing, hipermercados,
fast food, el gran comercio, de oficinas y hoteles, entre otros, se encuentran más
próximos a ese nuevo proletariado que se expande en gran escala y que ha desen-
cadenado luchas sociales, manifestaciones y huelgas en el mundo actual.

250
servicios y valor en la era del Proletariado digital 61

Esa constatación, sin embargo, si nos diferencia de aquellos que tienden a


caracterizarlos como si fueran parte de la clase media, también nos separa de los
que la conciben como si fuera parte de una supuesta “nueva clase”, la “clase del
precariedad o” (Standing, 2011).
En otra oportunidad planteamos que desde la irrupción de la crisis estructural
del capital (Mészáros, 2002; Kurz, 1991 y Chesnais, 1996) se amplió significa-
tivamente el proceso de precarización estructural del trabajo. El aumento de la
explotación, que pasó cada vez más a configurarse como superexplotación de
la fuerza de trabajo, además de aumentar el desempleo, amplió enormemente
la informalidad, la tercerización y la precarización, en un proceso que afecta no
solamente los países del Sur, sino también a los del Norte (Antunes, 2018; Sotelo,
2016).
Fue en este contexto que el escenario social se alteró. En Portugal, por ejemplo,
estas luchas fueron emblemáticas: en marzo de 2011 estalló el descontento de
la “generación precaria” (“geração à rasca”). Miles de manifestantes, jóvenes e
inmigrantes, hombres y mujeres precarizados y precarizados, desempleados y
desempleadas expresaron su revuelta a través del movimiento anti-precariedad
denominado: “Precári@s inflexíveis”.
En España irrumpió el movimiento de los indignados, jóvenes luchando
contra las altas tasas de desempleo y la completa ausencia de perspectiva de vida:
estudiando o no, los jóvenes son candidatos al desempleo o, en el mejor de los
casos, a la precariedad.
En Inglaterra hubo un fuerte levantamiento social que se inició después de que
un trabajador taxista negro fue asesinado por la policía que se originó después de
que un trabajador taxista negro fue asesinado por la policía. Jóvenes pobres, ne-
gros inmigrantes y desempleados se rebelaron y en pocos días los levantamientos
alcanzaron a varias ciudades. Fue la primera gran explosión social en Inglaterra
(y en partes del Reino Unido) después de la revuelta contra el Poll Tax que selló
el fin del gobierno de Margaret Thatcher.
En Estados Unidos floreció el movimiento de masas Occupy Wall Street de-
nunciando la hegemonía de los intereses del capital financiero con sus nefastas
consecuencias sociales: aumento del desempleo y del trabajo precarizado que
afectó aún más duramente las condiciones de vida de las mujeres, de los negros
y de los inmigrantes.
En Italia, avanzaron los nuevos movimientos de representación del preca-
riedad o, en Milán, con insurrección conocida como MayDay, en 2001, en lucha
por los derechos y por una representación autónoma de ese amplio y heterogéneo
conjunto de trabajadores y trabajadoras, jóvenes, inmigrantes, calificados y no
calificados (véase en: San Precario, http://www.precaria.org/).O aún el ejemplo
del grupo colectivo Class City Workers anteriormente referido.
Estos ejemplos, entre otros, se constituirían en la base de un amplio debate,
especialmente en los países del norte, acerca de la emergencia de ese nuevo con-

250
62 el trabajo en el caPitalismo global

tingente de clase trabajadora. Y, dentro de este debate, el más polémico fue el que
vislumbró el advenimiento de una supuesta “nueva clase” o precariado” (Stan-
ding, 2011).
Según Standing el precariado es una clase distinta de aquélla que se conformó
durante el capitalismo industrial, heredero de la era tayloriano-fordista. Ella se
aproximaría, entonces desde una nueva clase más desorganizada, ideológica-
mente difusa y fácilmente atraída por “políticas populistas”, a otra susceptible
de acoger, inclusive, el sobrenombre de “neofascista”. Con ese diseño crítico
—aunque en la descripción del autor haya informaciones relevantes— esa nueva
clase asume el perfil de “una clase peligrosa” en-sí y para-sí diferenciada de la
clase trabajadora (Ibíd., 1-25).7
Nuestra tesis se orienta en dirección opuesta a las de los que conciben al pre-
cariado como una nueva clase social. Por el contrario, entendemos que la cla-
se-que-vive-del-trabajo, en su nueva morfología, comprende varios y distintos
segmentos, aunque ellos se presenten de modo bastante diferenciado. Cuestión
que no es novedad en la historia de la clase trabajadora, siempre separada por di-
ferencias de género, generación, etnia, nacionalidad, migración, calificación, etc.
Al contrario, por consiguiente, de constituirse en una nueva clase, el deno-
minado precariado es un sector diferenciado de la clase trabajadora, en sus he-
terogeneidades, diferenciaciones y fragmentaciones. En los países capitalistas
avanzados, los más precarizados, sean jóvenes, inmigrantes, negros, etc., que
componen el “precariat”, nacieron bajo el signo de la corrosión de sus derechos y
luchan por conquistarnos y preservarlos.
Por otro lado, los sectores de la clase trabajadora más tradicional, herederos
del Walfare State, luchan por impedir el desmoronamiento aún mayor de sus con-
diciones de trabajo. Estos dos polos fundamentales de la misma clase-que-vive-
del-trabajo, en aparente contradicción, parece tener su futuro indisolublemente
ligado: el joven precario, en sus luchas, demanda el fin de la precarización com-
pleta que le avasalla y, al mismo tiempo, sueña con un mundo mejor. Los traba-
jadores más tradicionales, más organizados sindical y políticamente, herederos
del welfare state, a su vez, desean evitar su degradación aún mayor y rechazan su
conversión en nuevos precarizados del mundo.
Como la lógica destructiva del capital es múltiple en su apariencia, pero una
en su esencia, estos polos vitales del mundo del trabajo, si no son capaces de
articularse solidaria y orgánicamente, sufrirán una derrota mayor. En virtud de
que entendemos la precarización como un proceso, que puede tanto ampliarse
como reducirse, ella será el resultado de la capacidad de resistencia, organización
y confrontación de la clase trabajadora. Si estos dos segmentos lograran construir
lazos de solidaridad y sentido de pertenencia de clase (Bihr, 1991), conjugando
sus luchas cotidianas, se podrían contraponer más fuerte y organizadamente a la
lógica destructiva del capital, que es profundamente adversa al trabajo.

7 Ver otras críticas en: Global Labour Journal, op. cit.

250
servicios y valor en la era del Proletariado digital 63

Y aquí el papel del nuevo proletariado de servicios es emblemático. Su aglu-


tinamiento como parte constitutiva y creciente de la clase trabajadora ampliada,
y como parte integrante de sus luchas, de sus embates y resistencias, tendrá gran
importancia en las luchas del conjunto de la clase trabajadora.
Finalmente, dada la conformación desigual y combinada de la (nueva) divi-
sión internacional del trabajo, debemos enfatizar algunas mediaciones, cuando se
trata de definir el denominado precariado. La primera de ellas está dada por la di-
ferencia entre el Norte y el Sur. En la periferia, el proletariado nació impregnado
de la condición de precariedad. Basta recordar al respecto que en Brasil y en otros
países de América Latina (para no hablar de Estados Unidos), cuya historia está
marcada por la existencia del esclavismo colonial, el proletariado floreció a partir
de la abolición del trabajo esclavo, de modo que su condición de precariedad no
es la excepción, pero si un trazo constante desde sus orígenes.
Como en el Sur no se desarrolló ningún tipo persistente de la aristocracia
obrera, el proletariado siempre se confundió con la condición de precariedad y
sus diferencias internas nunca fueron tan acentuadas como en el Norte. Aquí, al
contrario, históricamente se desarrolló la aristocracia obrera y posteriormente el
proletariado heredero del welfare state. El advenimiento reciente del precariado
constituye un trazo expresivo de diferenciación que, sin embargo, no encuentra
simetría con el proletariado del Sur. En la periferia, las diferencias dentro de la
clase trabajadora no tienen la intensidad de los países centrales, de modo que
hablar de “una nueva clase” constituye un equívoco aún mayor.
Si parece factible, entonces reconocer empíricamente la emergencia reciente
del precariado como si fuera uno de los polos más precarizados de la clase traba-
jadora en los países centrales, en la periferia este precariado es algo diferenciado,
ya que él es parte constitutiva de la clase trabajadora desde sus orígenes, aunque,
en el presente, ella asuma nuevas configuraciones. Ya se ha denominado como
precariedad o, o como parte del nuevo proletariado de servicios, son trabajadores
y trabajadoras que frecuentemente oscilan entre la heterogeneidad en su forma
de ser (género, etnia, generación, calificación, nacionalidad, etcétera) y la homo-
geneidad que resulta de su condición precarizada, desprovista de derechos y de
regulación contractual.
Las formas de intensificación del trabajo, la evasión de los derechos, la supe-
rexplotación, la fluctuación entre la informalidad y la formalidad, las exigencias
de metas, la rutinización del trabajo, el despotismo de los jefes, coordinadores y
supervisores, los salarios degradados, los trabajos intermitentes, el asedio, las en-
fermedades y muertes, todo ello indica un fuerte proceso de proletarización y de
explosión de ese nuevo proletariado de servicios que se expande en escala global,
diversificando y ampliando a la clase trabajadora.
Si existe una nueva morfología del trabajo, es necesario constatar también el
surgimiento de una nueva morfología de las formas de organización, de represen-
tación y de las luchas de la clase trabajadora.

250
64 el trabajo en el caPitalismo global

El mundo actual ha sido un excepcional laboratorio para comprender esta


nueva era de las luchas sociales.

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250
67

El ejército industrial de reserva y la


superexplotación del trabajo. Categorías de
análisis necesarias para comprender el siglo XXI

ANA ALICIA PEÑA LÓPEZ* Y NASHELLY OCAMPO


FIGUEROA**

Introducción

La lectura de El Capital ha demostrado a lo largo del siglo XX y lo que va del


XXI, ser una herramienta muy potente para la vida y la lucha cotidiana contra
el capitalismo. Es un libro escrito para l@s trabajador@s, para comprender pro-
cesos de enajenación y, por tanto, de desenajenación y transformación para la
humanización, que tanta falta hacen actualmente para entender los mecanismos
de subordinación y control de la población trabajadora, no sólo dentro de los pro-
cesos de trabajo —sean en las fábricas, el campo, las oficinas, los cafés internet
o en nuestras casas—, sino también los procesos de subordinación en nuestra
reproducción diaria, así como en los procesos de desarrollo histórico sociales.
Para abordar el tema de la subordinación productiva y reproductiva de la clase
trabajadora en el capitalismo actual, nos interesa detenernos en recordar dos cate-
gorías propuestas por Marx hace 150 años, pero tan vigentes hoy día: el Ejército
Industrial de Reserva y la Superexplotación de los trabajadores. Ambas nos pa-
recen claves para comprender las formas de subordinación y las formas que tiene
el capital para ejercer el poder contra la población trabajadora.

El EIR, su actualidad y vigencia

La escasez de empleo directo, el subempleo y el empleo precario, subrayan el


carácter sacrificial que tiene el capitalismo para la población, en tanto que la

* Profesora e Investigadora de la Facultad de Economía de la UNAM, Miembro del Sistema Nacional


de Investigadores, nivel 1. Líneas de investigación: Mercados laborales, migración laboral, situación de
los jóvenes, entre otras.
** Profesora e Investigadora de la Facultad de Economía de la UNAM y de la Universidad Pedagógica
Nacional, Unidad Morelos. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 1. Perfil PRODEP.
Líneas de investigación: Problemas de la reproducción de la fuerza de trabajo, situación de los jóvenes,
migración laboral, condiciones de vida, entre otros.

250
68 el trabajo en el caPitalismo global

posibilidad de que los obreros mueran o degraden su condición de vida, aparece


para el capital como una “ventaja” que le permite regular el monto de los salarios
en función de las necesidades del ciclo de acumulación de capital.
Esta es la base del mecanismo que permite al sobrante de la población fun-
cionar como EIR.
Para Marx, la producción de población o riqueza subjetiva no es un hecho
desligado del proceso de producción de riqueza objetiva, sino más bien subordi-
nado a éste pues lo explica junto con la Ley General de Acumulación de Capital,
donde subraya la correlación que ejerce el aumento del capital sobre la suerte de
la clase obrera, destacando cómo el factor más importante en esta dependencia, a
la composición del capital y los cambios que experimenta la misma en el trans-
curso del proceso de acumulación. (Marx, 1990:759)
Es decir, la Ley general de Acumulación tiene como correlato la Ley General
de Población Capitalista, que recuerda cómo a medida que crece la Composición
Orgánica (el impacto del desarrollo de las fuerzas productivas tecnológicas en la
composición del capital tanto en términos de valor como de valor de uso) crece
la cantidad de población que excede la necesidad del capital y que por lo tanto
aparece como excedentaria o sobrante para la cantidad y ritmo de crecimiento del
capital.

[…] al acrecentarse el capital, en vez de convertirse ½ de su valor total en fuerza de


trabajo, se convierte progresivamente sólo 1/3, 1/4, 1/5, 1/6, 1/8, etc. […] Al incre-
mentarse el capital global, en efecto, aumenta también su parte constitutiva variable,
o sea la fuerza de trabajo que se incorpora, pero en proporción constantemente decre-
ciente. Los intervalos en los que la acumulación opera como mero ensanchamiento de
la producción sobre una base técnica dada, se acortan […] La acumulación capitalista
produce de manera constante, antes bien, y precisamente en proporción a sus energías
y su volumen, una población obrera relativamente excedentaria, esto es, excesiva
para las necesidades medias de valorización del capital y por tanto superflua (Marx,
1990:783-784).

Marx nos plantea que como resultado del desarrollo tecnológico del proceso
productivo y la consiguiente modificación de la composición del capital existen
dos formas en las que se produce este EIR:
a) la más notoria, la expulsión de trabajadores que ya laboran, y
b) la menos evidente, una menor atracción de los que se incorporan (fundamen-
talmente los jóvenes) o se reintegran a los procesos productivos. Se trata de
un proceso progresivo y en escala creciente (que se expresa como creciente
desempleo juvenil).
Otro elemento que influye en la creciente producción del EIR, sin que haya
modificación en la composición del capital (como desarrollo tecnológico), es a
partir de un incremento directo de la tasa de explotación de los trabajadores em-

250
el ejército industrial de reserva y la suPerexPlotación del trabajo... 69

pleados o la incorporación de nuevas fuerzas de trabajo precarizadas. Es impor-


tante señalar que esta forma de incremento del EIR, a través de la superexplota-
ción del trabajo, aunque pone en riesgo la reproducción normal y saludable1 de
la clase trabajadora, ha sido utilizada de manera generalizada en el desarrollo
capitalista reciente. Este proceso ocurre de tres formas:
1] Con la posibilidad de que un capital variable mayor movilice más trabajo sin
necesidad de contratar más obreros; por tanto, no se absorbe más mano de obra
aunque haya incremento del capital variable. En este caso a pesar de existir la
posibilidad de un incremento de salarios, en la mayoría de las ocasiones implica
una mayor explotación intensiva del trabajador, ya que no se compensa su mayor
desgaste con el incremento del valor de su fuerza de trabajo. Un elemento clave
para lograr esta intensificación es tener disponible una fuerza de trabajo joven
que soporte este ritmo creciente en la intensidad de la jornada laboral.
2] Un capital variable de la misma magnitud pone en movimiento más trabajo
con la misma masa de fuerza de trabajo. Esto implica una mayor explotación de
los trabajadores tanto en términos extensivos como intensivos, nuevamente la
potencia de la fuerza de trabajo juvenil es clave para sostener esta forma.
3] Un capital variable de la misma magnitud pone en acción más fuerzas de tra-
bajo incompletas mediante el desplazamiento de las más complejas:
• se sustituyen obreros más diestros por menos diestros;
• se sustituyen trabajadores experimentados por inexpertos;
• sustitución de trabajadores calificados por menos calificados;
• sustitución de trabajadores por trabajadoras;
• sustitución de la fuerza de trabajo adulta por juvenil e incluso infantil;
• sustitución de un trabajador nacional por varios inmigrantes.
• sustitución de un trabajador inmigrante con papeles por uno inmigrante sin
papeles.
De esta forma tenemos un crecimiento constante del EIR dónde los niños y
jóvenes tienen un papel central para sostener su incremento y de todos aquellos
que son forzados a emigrar para ser explotados en otro país o región productiva
(incluyendo el mercado negro de sobreexplotación, prostitución y abuso para
niños, jóvenes y migrantes, como quedo expuesto con las recientes caravanas de
centroamericanos que cruza nuestro país rumbo a EU).
La función general de la sobrepoblación relativa en la acumulación de capital
es constituirse como una población a disposición del capital; le pertenece tan
absolutamente como si la hubiera criado a sus expensas. Con él, crea el material
1 Actualmente la crisis de la salud golpea a la población trabajadora desde varios puntos: 1)
los salarios no son el suficiente para su reproducción cotidiana; 2) la crisis ambiental (aire,
agua, basura, etcétera); 3) los valores de uso destructivos para el sistema inmunológico
—desde los alimentos chatarra y el resto de productos dañinos al cuerpo—; 4) las relaciones tóxicas y
destructivas; 5) se arma un RED que impacta en la salud física y emocional de la población; y 6) los
valores de uso para la guerra.

250
70 el trabajo en el caPitalismo global

humano explotable y siempre disponible, de acuerdo a las variables necesidades


de valorización del capital, independientemente del aumento real experimentado
por la población.
Derivadas de esta función general, podemos observar funciones específicas
del EIR de acuerdo a los distintos momentos del ciclo de la acumulación (Marx,
1990:787-797):
1. En momentos de creciente acumulación de capital, cuando hay una amplia-
ción súbita de viejos y nuevos ramos productivos, el EIR permite que se
vuelquen súbitamente grandes masas de trabajadores, sin alterar la escala de
otras esferas productivas.
2. ermite el curso vital de la industria global.
3. Un creciente EIR presiona al Ejército Obrero en Activo (EOA) a trabajar
excesivamente, es decir, genera una mayor explotación del trabajador activo,
con ello apuntala el proceso de la acumulación de capital y promueve el creci-
miento del EIR. Esto es, facilita un control al interior del proceso productivo.
4. Los movimientos generales del salario son regulados exclusivamente por la
expansión y la contracción del EIR, los cuales dependen de periodos del ciclo
industrial.
5. Regula el mercado de trabajo, a través de la regulación de la oferta y la de-
manda de trabajo.
6. Divide y confronta a la clase obrera (en empleados y desempleados o subem-
pleados) y, por tanto, facilita su control político, el cual sólo es neutralizable
mediante la organización y cooperación de todos los trabajadores.
Estas funciones son claves para pensar la situación actual de crisis económica
dónde la ampliación del EIR (regional y mundial) se da de manera masiva, lo
que permite que se cumplan todas estas funciones de manera compleja y con un
amplio margen de maniobra.
El EIR no es un elemento coyuntural o secundario del desarrollo capitalista,
sino que es el polo que da cuenta de la miseria creciente de la clase trabajadora
como un factor estructural a la dinámica del desarrollo capitalista. Es la otra cara
de la globalización de capitales y el crecimiento del capital acumulado inter-
nacionalmente. Así pues, nos parece que la condición de precarización de los
trabajadores en México, América Latina y resto del mundo, debe ser enmarcada
en este amplio proceso de conformación del EIR regional y mundial. (Ocampo,
2015: 23-28)
Sin embargo, son pocos los trabajos que, a propósito de la reflexión de la
acumulación de capital contemporánea, explicitan la problemática del EIR, y al-
gunos otros, aunque tratan los problemas de la sobrepoblación relativa (desem-
pleo, subempleo, caída salarial, etc.), no utilizan la categoría de EIR, o sí la men-
cionan, pero no amplían la reflexión desde ella (Peña, 2014:66). De esta forma,
concluyen que, en el presente, el EIR está en proceso de disminución (Feijóo,

250
el ejército industrial de reserva y la suPerexPlotación del trabajo... 71

2006:44-45) o ha dejado de ser útil para explicar la situación de la población


pobre o marginada (Nun, 1969; Quijano, 1973 y Cardoso, 1971).
Así, la pobreza y marginación de la población dejan de ser pensadas como un
producto del proceso de acumulación de capital, como un producto del desarrollo
de la riqueza social, y aparecen como externas a él y no originados por el proceso
económico, sino del comportamiento social o demográfico de la población, lo
cual se vuelve peligroso en tiempos de crisis y gobernantes fascistas como vi-
vimos hoy día.
Consideramos importante repensar a la clase obrera de manera amplia, como
población trabajadora compleja, diversa y en movimiento, para dar cuenta de
sus problemáticas (como su miseria o su incorporación/expulsión en el mercado
laboral). Cuando Marx presenta al EIR, nos hace reflexionar sobre sus diversas
formas: fluctuante, latente, estancado, pauperismo e incluso lumpemproletariado.
En esas diversas formas se muestra claramente que el ejército industrial de re-
serva, para Marx, no está únicamente referido al trabajador fabril o al que se
mueve según la dinámica de la industria moderna, la máquina o la división mo-
derna del trabajo, ya que este sector sólo lo constituye el EIR fluctuante. El EIR
abarca también a la población rural (en proceso de metamorfosearse en población
urbana) es decir, el EIR latente; y a la población trabajadora de las ciudades que
viven en condiciones miserables, lo que posibilita que sean parte del EIR por esa
precariedad de sus condiciones de vida. Este EIR estancado, aunque tiene em-
pleo, su situación contractual es tan irregular que se vuelve prácticamente incapaz
de reproducirse adecuadamente (con salarios bajos y largas jornadas laborales).
A nuestro parecer, esta fracción del EIR hace referencia a todo el sector moderno
de los llamados “trabajadores flexibles”, con empleo precario o informal, que el
neoliberalismo ha acrecentado masivamente en países desarrollados, pero sobre
todo en los subdesarrollados, como en el caso de México.
Así, tenemos que la amplitud de la sobrepoblación relativa es enorme, ya que
Marx no sólo incluye a los desempleados, sino también al sector de los subem-
pleados, y no sólo a la población urbana industrial, sino a la urbana en general y
a la del campo. Sin duda, hace falta una reflexión puntual del tipo de población
que se incluye en cada categoría según el desarrollo actual del capitalismo y su
respectiva contabilización, así como reflexionar si hay nuevas formas del EIR o
si las ya existentes se han complejizado y cómo. (Peña, 2014)

La superexplotación de los trabajadores hoy

La crisis social por la que atravesamos hoy en nuestro país se expresa en diversas
manifestaciones: bajos salarios, simulación de procesos educativos y del cuidado
de la salud, la devastación socio-ambiental, que se suman a la pobreza extrema,
rematan con corrupción, extorción, desapariciones y violencia; todas ellas, resul-
tado del tipo de política económica que hemos estado sosteniendo como nación

250
72 el trabajo en el caPitalismo global

durante los últimos 30 años. Es importante observar que la superexplotación del


trabajo (SE) ha sido pilar de desarrollo de las empresas y capitales que se asientan
en el territorio y marcan el tipo de subjetividad que se está masificando, cómo re-
sultado de un proceso de devastación de población del que son claros ejemplos la
migración indocumentada de jóvenes a los Estados Unidos, los suicidios, depre-
siones, enfermedades mentales y los homicidios y desapariciones forzadas que se
han incrementado en los últimos años; con esto se destruye el bono demográfico
nacional sumiendo a muchos en la decadencia y la deshumanización.
Este colapso para la población mexicana lo podemos explicar desde el con-
cepto de SE heredado del siglo XIX y más vigente que nunca en el XXI. La SE
explícita cómo el incremento de ganancia tiene como base el proceso de degra-
dación del cuerpo del trabajador, de su subjetividad, de su deshumanización en
beneficio del capital.
El deterioro de la calidad de vida de la población es cada día más evidente no
sólo por la masificación de los casos de esclavitud cada vez más abiertos por la
globalización, como es el caso de mujeres y niños, jornaleros, o de las maquilas
clandestinas de trabajadores inmigrantes centroamericanos y asiáticos en los só-
tanos de la ciudad de México (como quedo descubierto con el temblor del 19
de septiembre de 2017); sino también, por el deterioro de la salud que la homo-
genización de la alimentación a través de la racionalidad del mercado mundial
impone. Tenemos también el desgaste excesivo y el estrés de la jornada de trabajo
cotidiano que están provocando el quiebre del límite de sobrevivencia humana.
Este debilitamiento del sistema inmunológico y nervioso está provocando por
ejemplo, que en el estado de Morelos el dengue vuelva a ser una epidemia como
no lo era desde el siglo XIX, y que haya un incremento de casos de leucemia.
La insensibilidad de la conciencia crece por un lado y por otro, la hipersen-
sibilidad del cuerpo a las enfermedades. La caída salarial, que se ve reflejada en
la destrucción de las viviendas, del medio ambiente, del transporte y de la salud,
se sintetiza en la devastación de la calidad de vida como producto de la SE de la
tierra y el cuerpo de los trabajadores.
Recordemos que la SE del trabajo es el pago de la fuerza de trabajo por debajo
de su valor, y que implica la degradación y pauperización de la reproducción
inmediata de los trabajadores. Por ello nos parece importante reflexionar como
opera este mecanismo.
El tratamiento del problema de la SE no es tematizado por Marx en un apar-
tado específico de El Capital sino que lo encontramos en forma implícita en dis-
tintos apartados de los tres tomos de su principal obra, solo referiremos algunos
elementos que se plantean en relación a las formas de explotación del plusvalor
absoluto y relativo.
Al explicar Marx cómo se determina el valor de la fuerza de trabajo señala:

250
el ejército industrial de reserva y la suPerexPlotación del trabajo... 73

El límite último o límite mínimo del valor de la fuerza laboral lo constituye el valor de
la masa de mercancías sin cuyo aprovisionamiento diario el portador de la fuerza de
trabajo, el hombre, no puede renovar su proceso vital; esto es, el valor de los medios
de subsistencia físicamente indispensables. Si el precio de la fuerza de trabajo cae
con respecto a ese mínimo, cae por debajo de su valor, pues en tal caso sólo puede
mantenerse y desarrollarse bajo una forma atrofiada. Pero el valor de toda mercancía
está determinado por el tiempo de trabajo necesario para suministrarla en su estado
normal de calidad (Marx, 1990: 210).

Existen varios mecanismos que permiten la SE del trabajador. Pasaremos a


explicarlos brevemente.
El hecho de que la fuerza de trabajo se pague después de haber sido con-
sumida en el proceso productivo permite desde la pérdida ocasional del salario
acreditado cuando el capitalista se declara en quiebra, hasta otro tipo de ano-
malías que impiden que los salarios paguen el valor de la fuerza de trabajo. Por
ejemplo, en el caso de los trabajadores inmigrantes, muchas ocasiones los empre-
sarios dejan de pagarles sus salarios devengados aprovechando situaciones como
su condición clandestina o simplemente su falta de organización laboral.
Otra de las anomalías que ocurren por pagar los salarios después de haber con-
sumido la fuerza de trabajo, es la adulteración de los medios de subsistencia del
trabajador, como otra forma de reducir el valor de la fuerza de trabajo, y con ello
su calidad reproductiva sana2. La imposición de un patrón alimenticio degradado
nos ha colocado a la población en México en un primer lugar de obesidad infantil,
que se acompaña de serios problemas de desnutrición por falta de alimento y por
el consumo adictivo de alimentos chatarra, que produce la industria del fast food
estadounidense, con la peor calidad pero con la mayor publicidad del mundo.
Otro mecanismo que permite la SE es el pago del salario a crédito. A través de
mecanismos circulatorios de manipulación de precios, estas situaciones son muy
frecuentes hoy día para los trabajadores en general. El ejemplo más inmediato es
la vivienda a crédito que está ofreciendo el gobierno de la Ciudad de México a
la población que perdió sus casas con el temblor del 19 de septiembre de 2017.
La prolongación de la jornada laboral más allá de sus límites normales nos
lleva, por un lado, a la obtención de la plusvalía absoluta, pero también es un
mecanismo que permite la SE del trabajador en tanto produce el desgaste exten-
sivo de la fuerza laboral, lo cual implica la imposibilidad de pagar el valor del
uso real que se hace de dicha fuerza laboral en una jornada extendida; el desgaste
del obrero no equivale “a unas horas más de trabajo” sino que la reposición de
la fuerza para laborar lleva mucho más tiempo que esas horas; ahí radica el robo

2 Es muy importante considerar este mecanismo consuntivo en la SE del trabajador, ya que en todo el
siglo xx y lo que va del xxi, el capitalismo se ha dedicado de manera sistemática a la adulteración de los
valores de uso cotidianos que consume la población (trabajadora), degradando sus contenidos para lograr,
entre otros efectos, el abaratamiento de sus costos sin disminuir los precios de esos productos. Ver trabajo
de Jorge Veraza (1993) sobre la Subordinación Real del Consumo.

250
74 el trabajo en el caPitalismo global

al valor de la fuerza de trabajo, al tiempo de vida del obrero, por consiguiente


existe una SE del trabajador (Marx, 1990:280-281). Además, la prolongación de
la jornada laboral atenta directamente contra los tiempos de la reproducción del
trabajador y, por tanto, contra la calidad de esa reproducción. Por esa vía conecta
con la SE del trabajador:

La comisión entiende que prolongar la jornada laboral a más de 12 horas constituye


una usurpación de la vida doméstica y privada del obrero y provoca efectos morales
desastrosos, entrometiéndose en la intimidad hogareña de cada hombre y exonerán-
dolo de sus deberes familiares como hijo, hermano, marido, padre. Ese trabajo de
más de 12 horas tiende a minar la salud del obrero y provoca así una vejez y muerte
prematuras… (Marx, 1990:303).

La SE de los trabajadores implica así no sólo su reproducción atrofiada, sino


también es una aniquilación prematura de la fuerza de trabajo.
A propósito de la reflexión sobre el plusvalor relativo (capítulo 10, tomo I), la
SE es vista como una situación violatoria de los límites normales del proceso de
explotación del trabajo en tanto implica que se toma parte del tiempo de trabajo
necesario del trabajador (capital variable) como único método para extender el
plustrabajo sin recurrir a la extensión de la jornada ni a la creciente producti-
vidad que abarate el costo de los medios de subsistencia que conforman el valor
de la fuerza de trabajo. Un ejemplo claro de esta situación son los trabajadores
inmigrantes, donde el monto de sus salarios disminuye a medida que aumenta su
vulnerabilidad; esto es, si son indocumentados, temporales, indígenas, mujeres,
jóvenes, trabajadores agrícolas o que laboren en una nueva región de inmigración
o de expulsión de población, etcétera. (Peña, 2012 y Ocampo, 2015).
En relación al uso de la maquinaria y la SE del trabajador, Marx (1990:479)
nos plantea que al incorporar a todos los miembros de la familia al trabajo asa-
lariado, la maquinaria desvaloriza la fuerza de trabajo del obrero ya que obliga
a su mujer y sus hijos a aportar su trabajo para obtener el salario familiar, que
antes obtenía él solo. Además de la desvalorización de la fuerza laboral de los
integrantes de la familia obrera, la incorporación de mujeres y niños como parte
de los asalariados, aumenta el ritmo y nivel de degradación reproductiva del tra-
bajador y su familia llevándolos a situaciones completamente inhumanas3. En el
caso de los trabajadores inmigrantes mexicanos en EU encontramos cómo el cre-
cimiento del trabajo de las mujeres migrantes va depauperando las condiciones de
reproducción física, emocional y espiritual, no sólo de ellas como trabajadoras,
sino de sus hijos e incluso de sus esposos. Si a esto añadimos que los trabajos que
se les asignan a las mujeres son retribuidos con un menor salario y con peores

3 Entre los temas que aborda Marx en relación a esto tenemos: la esclavización de los hijos por los padres,
la enorme mortalidad de los niños de los obreros en sus primeros años de vida, el descuido y maltrato de
los niños por la ocupación extra domiciliaria de las madres, la devastación intelectual del trabajador y su
familia, y la crítica a la “educación” fabril. (Marx, 1990)

250
el ejército industrial de reserva y la suPerexPlotación del trabajo... 75

condiciones laborales, tenemos una población trabajadora predispuesta a la SE y


a la degradación de su calidad de vida (Peña y Ocampo, 2018).
Otro efecto que produce la incorporación de la maquinaria sobre el obrero es
la prolongación de la jornada laboral hasta sus límites máximos, y como hemos
visto, esto es un medio para la SE. Así el desarrollo de la maquinaria y la gran
industria no sólo se complementa con la SE del trabajo sino que la promueve
y la amplía. Es importante ubicar esta relación porque a veces se piensa que la
SE del trabajo es producto de una falta de desarrollo de las fuerzas productivas,
pero como vemos, más bien, la SE se facilita con el uso de las máquinas. No nos
extrañe entonces, encontrar un amplio uso de la SE en un país desarrollado como
Estados Unidos,4 y no sólo como un fenómeno de la periferia capitalista5.
Lo que tenemos frente a nosotros es una paradoja del desarrollo capitalista:
tanto el desarrollo de la productividad, como su opuesto, el desarrollo de la SE,
son parte de la forma como se lleva adelante el proceso de crecimiento capitalista.
Estas dos formas se determinan mutuamente ya que el desarrollo de la tecno-
logía, y con ella, de la productividad, produce una población sobrante que será
la base para que se opere la SE de forma más adecuada y continua (Marx, 1990:
496-497).
Si bien el uso de la maquinaria permite incluso la reducción de la jornada,
gracias a la creciente productividad del obrero, esto no significa menos trabajo
para el obrero sino la posibilidad de expoliarle aún más, ya que la mayor pro-
ductividad del trabajo no ha sido acompañada por una reducción de la jornada
laboral, al contrario incluso se combina con una extensión de la misma. Así, la
mayor productividad del trabajo en la jornada laboral no deja ver tan claramente
como la extensión de la jornada, el mayor desgaste del obrero, pero sí se siente.
Así el desgaste creciente de la fuerza laboral nos remite a la SE del trabajo, cada
vez bajo mecanismos más complejos como el aumento de la velocidad de la má-
quina o la ampliación del campo de trabajo del obrero. Con estos mecanismo de
extensión, intensificación o mayor productividad del trabajo nos queda más claro
cómo opera la SE en los países desarrollados; en los trabajadores industriales,
agrícolas y de servicios urbanos y, por supuesto, en los trabajadores inmigrantes
que llegan a estos países a laborar a un ritmo de trabajo mucho más arduo que en
sus países de origen. Sin duda, sería interesante un estudio de cómo operan estos
mecanismos en las diversas ramas productivas hoy día. La creciente mortalidad
de los trabajadores, así como las nuevas enfermedades del trabajo son un hecho
palpable y escandaloso del actual desarrollo capitalista6.
4 En relación con la SE en los países desarrollados véase el texto de Grossmann (1979) sobre la teoría de
los salarios que explica la SE como una tendencia de los salarios a medida que se desarrolla el capitalismo
y el texto de Sotelo (2003) sobre la reestructuración actual del mundo del trabajo, en el que ejemplifica
cómo opera la SE entre los obreros nacionales de las industrias de los países desarrollados.
5 Un texto clave sobre la periferia capitalista y la SE los tenemos en Ruy Mauro Marini (1973) quien
desarrolla la problemática de la dependencia latinoamericana.
6 Revisar las referencias sobre la muerte por exceso de trabajo en Japón, fenómeno llamado Karoshi (en.
wikipedia.org/wiki/karoshi) y la página de Internet sobre estrés en el lugar de trabajo que mantiene la

250
76 el trabajo en el caPitalismo global

La SE del trabajo también es lo cotidiano en la manufactura moderna y la


industria domiciliaria. Basta con asomarse a las actuales condiciones de la indus-
tria maquiladora y el call center, para comprender la crudeza de la situación que
viven los trabajadores que laboran en estos ámbitos productivos.
En la revisión que hemos hecho de la SE, vemos que es un mecanismo que se
da en la circulación de la mercancía fuerza de trabajo (en el momento de la com-
pra-venta) pero que es apuntalado por procesos de la producción, la distribución y
el consumo de la fuerza de trabajo o de los bienes de subsistencia que conforman
el valor de la fuerza laboral (Barreda, 1994: 222-223). Así, la SE es una forma
que adopta el proceso de reproducción social, que se ha puesto de “moda” con el
neoliberalismo

Reflexiones finales

Hemos visto como el EIR se ha constituido no sólo como categoría teórica expli-
cativa, sino como forma efectiva o mecanismo práctico de control y de someti-
miento real de la población para empujarla a la explotación y superexplotación de
su fuerza de trabajo. Después de la crisis de la década de 1970, el capital mundial
ha recurrido ya, en una escala verdaderamente global, al uso de la sobrepobla-
ción relativa como mecanismo para contrarrestar la caída tendencial de la tasa
de ganancia y estimular el relanzamiento del proceso de acumulación ampliada
de capital. Con el neoliberalismo, el capital ha logrado consolidar el EIR como
pivote del desarrollo capitalista. Todas las funciones de éste se desenvuelven
plenamente.
La SE ya no funciona como un mecanismo de excepción, sino que se ha con-
vertido en la forma neoliberal de explotación constante de los trabajadores mexi-
canos y en el resto del mundo.
La masificación de la atrofia del cuerpo de los trabajadores en general es parte
de un fenómeno global ligado a la expansión del mercado mundial, que crece
gracias a vulnerar la salud física, emocional y espiritual de los seres humanos,
haciendo evidente cómo se ha masificado el cuerpo humano como una mercancía
desechable para amplios procesos productivos y consuntivos después de un uso
intensivo de la misma, se muere.
Por lo que consideramos estas categorías más vigentes que nunca, frente a la
necesidad de resistir y construir colectivamente la defensa de la vida ante la cre-
ciente devastación de la población que padecemos actualmente.

Organización Internacional del Trabajo (oit). Véase también Sotelo (2003).

250
el ejército industrial de reserva y la suPerexPlotación del trabajo... 77

Referencias bibliográficas
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250
79

Desigualdad salvaje global: el precariado


y la humanidad superflua

WILLIAM I. ROBINSON*

Hablando en la “Cumbre de productos de lujo”, en Mónaco en 2015, el multimi-


llonario propietario de la compañía de joyería de lujo Cartier, Johann Rupert, dijo
a la audiencia que la posibilidad de que los robots reemplacen a los trabajadores
y a los pobres “me mantiene despierto por la noche”. Igualmente alarmante, con-
tinuó diciendo, es que ante la inminente agitación social, las clases medias ya no
querrían comprar artículos de lujo por temor a exponer su riqueza (Withnall, 12
de junio de 2018). La clase capitalista transnacional (CCT) a la que pertenece
Rupert tiene buenas razones para asustarse. Los datos sobre la desigualdad global
ya se han difundido ampliamente. La globalización capitalista ha resultado en
una polarización social sin precedentes en todo el mundo. En 2015, solo el 1%
de la humanidad poseía más de la mitad de la riqueza mundial y el 20% superior
posee el 94,5% de esa riqueza, mientras que el 80% restante debe conformarse
con apenas el 4,5% (Oxfam, 4 de marzo de 2018). Además, esta polarización con-
tinúa intensificándose. La Cámara de los Comunes británica publicó un informe
en 2018 que advirtió que el uno por ciento más rico de la humanidad está en ca-
mino de controlar hasta dos tercios de la riqueza del mundo para 2030 (Savage,
7 de abril de 2018).
Si tales desigualdades salvajes mantienen a los miembros de la CCT despiertos
en la noche, imponen dificultades indecibles a miles de millones de personas que
enfrentan luchas diarias por la supervivencia y futuros inciertos. Sin embargo,
también reflejan una crisis del capitalismo global que es tanto política como es-
tructural. La globalización capitalista ha socavado las políticas redistributivas
que surgieron después de la Gran Depresión de la década de 1930, el resultado
de las luchas sociales y de clase generalizadas desde abajo que forzaron tal redis-
tribución en los estados capitalistas. Pero ahora la digitalización está impulsando
una nueva ronda de reestructuración mundial que promete expandir las filas de
mano de obra superflua y extender la “precarización” del trabajo. Cuanto más se
expanden las desigualdades globales, más restringido sea el mercado mundial y
más se enfrenta el sistema a una crisis estructural de sobreacumulacion.
Pero las crecientes desigualdades y la incapacidad del capitalismo global para
asegurar la supervivencia de miles de millones de personas arrojan a los estados a
crisis de legitimidad y empujan al sistema hacia medios más abiertamente repre-
sivos de control social y dominación que exacerban el conflicto político y social.
* Departamento de Sociología, Universidad de California en Santa Bárbara, California, Estados Unidos.

250
80 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

El sistema se está acercando a una crisis orgánica; Una crisis general del dominio
capitalista. Hemos entrado en un período fluido de gran incertidumbre que abre
los peligros del neofascismo y la guerra, pero también nuevas posibilidades para
proyectos emancipadores. Parte de la lucha por una contrahegemonía desde abajo
implica comprender la naturaleza del nuevo capitalismo global; cómo ha modifi-
cado las relaciones globales de clase, el terreno de las luchas sociales y de clase,
las formas de conciencia y las perspectivas de la solidaridad transnacional de
clase.

La crisis del capitalismo global

¿Qué explica la escalada de las desigualdades mundiales que han alarmado tanto
a gente como Johann Rupert? Como analizó Marx en El capital, la polariza-
ción es inherente al sistema capitalista, ya que los capitalistas poseen los medios
para producir riqueza y, por lo tanto, los capitalistas apropian como ganancias la
mayor riqueza posible que la sociedad produce colectivamente. Pero tales des-
igualdades terminan socavando la estabilidad del sistema, ya que la masa de tra-
bajadores no puede comprar la riqueza que produce en abundancia la economía
capitalista en la medida en que los capitalistas y los acomodados retienen cada
vez más el ingreso total en relación con lo que se eroga al trabajo. Si los capita-
listas no logran la venta (o no logran “descargar”) de los productos de sus plan-
taciones, fábricas y oficinas, entonces no pueden obtener (realizar) de ganancias.
Esto es lo que en la economía política crítica constituye la contradicción interna
subyacente del capitalismo, o el problema de la sobreacumulación. Los capita-
listas acumulan enormes cantidades de excedentes, pero no encuentran salidas
para continuar invirtiendo de manera rentable ese excedente. Por lo tanto, si no se
controla, la creciente polarización social que es endémica al capitalismo da lugar
a crisis: estancamiento, recesiones, depresiones, trastornos sociales y guerra.
El orden social fordista-keynesiano que tomó forma en las décadas posteriores
a la Gran Depresión de la década de 1930 implicó altas tasas de crecimiento, un
aumento en los niveles de vida de sectores importantes de la clase trabajadora
y una disminución de las desigualdades en los centros desarrollados del capita-
lismo mundial. ¿Por qué “fordista-keynesiano”? Fue Henry Ford quien reconoció
por primera vez que el nuevo sistema de producción en masa y estandarizada
(“fordismo”) no se podía mantener sin introducir un consumo de masas y estan-
darizado. Esto significaba establecer un acuerdo de empleo estable, es decir, una
relación capital-trabajo estable, para una parte significativa de las clases trabaja-
doras y salarios suficientemente altos para que la clase trabajadora pudiera con-
sumir los bienes y servicios que su trabajo producía, a cambio de la obediencia de
los trabajadores al capital. . A su vez, John Keynes analizó que la Gran Depresión
se debía a una demanda insuficiente como resultado de la concentración de la
riqueza. En opinión de Keynes, el estado necesitaba intervenir en la economía

250
desigualdad salvaje global: el Precariado y la humanidad suPerflua 81

para regular el mercado (especialmente los mercados financieros) e impulsar la


demanda a través del gasto estatal en proyectos públicos como infraestructura y
servicios sociales, así como a través del establecimiento de salarios mínimos y
desempleo, seguros y pensiones.1
Estos arreglos fordistas-keynesianos surgieron debido a las luchas masivas de
las clases obreras y populares desde fines del siglo XIX hasta la década de 1930,
incluidos los movimientos obreros, populistas y socialistas, la revolución bol-
chevique y las luchas de liberación nacional y anticolonial en el Tercer Mundo.
El período de prosperidad posterior a la Segunda Guerra Mundial en los países
del centro se debe en gran medida a esta combinación de producción fordista y
relaciones de capital-trabajo reguladas y políticas monetarias, presupuestarias,
y regulatorias keynesianas. La intervención estatal en el mercado capitalista y
un componente de la redistribución llegaron a definir la política económica a
mediados del siglo XX en el primer mundo de ese entonces, así como en el tercer
mundo posterior a la descolonización. El capitalismo redistributivo del Esta-
do-nación evolucionó, por lo tanto, del ajuste por parte del capital a las subleva-
ciones masivas desde abajo a raíz de la crisis de las dos guerras mundiales y la
Gran Depresión.
A raíz de la próxima gran crisis, la de la década de 1970, el capital transna-
cional emergente se globalizó como una estrategia de una CCT emergente para
reconstituir su poder social liberándose de las limitaciones a la acumulación que
imponían los Estado-nación y acabando con los arreglos fordista-keynesianos.
El “compromiso de clase” posterior a la Segunda Guerra Mundial sirvió bien al
capital durante varias décadas. Las ganancias corporativas aumentaron conside-
rablemente de 1945 a 1968, y luego disminuyeron hasta principios de la década
de 1980, cuando nuevamente aumentaron muy rápidamente, esta vez como re-
sultado de la globalización. La clase corporativa y sus agentes identificaron las
luchas y demandas de masa de las clases populares y trabajadoras y la regulación
estatal como obstáculos a su libertad para hacer ganancias y acumular riqueza a
medida que la tasa de ganancias disminuía en los años setenta. A medida que la
CCT se consolidaba, forjó lo que se conoció como el “Consenso de Washington”
o el acuerdo sobre una amplia reestructuración económica mundial a través del
neoliberalismo para establecer un nuevo orden corporativo transnacional y pasar
a la ofensiva en su lucha de clase contra la mano de obra y las clases populares.
Las clases populares y trabajadoras han sido menos efectivas en la defensa de los
salarios frente a la nueva movilidad global del capital. Y los estados han visto la
erosión de su capacidad para capturar y redistribuir los excedentes dada la priva-
tización de los activos públicos, los sistemas tributarios cada vez más regresivos
y las perspectivas de evasión de impuestos corporativos, el aumento de la deuda
con el capital financiero transnacional, la competencia interestatal para atraer ca-

1 Existe una buena literatura sobre fordismo y keynesianismo. Ver, entre otros, Harvey, 1990 y Robinson,
Press, 2014.

250
82 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

pital transnacional, y la capacidad de la CCT para transferir dinero instantánea-


mente alrededor del mundo a través de nuevos circuitos financieros digitales.
Sin embargo, al escalar la polarización y la desigualdad social global, la glo-
balización alimentó el problema crónico de la sobreacumulación. A fines de la
década de 1990, el sistema enfrentó una vez mas el estancamiento y el espectro
de una crisis renovada a medida que se iban agotando las privatizaciones, las
regiones conquistadas fueron integradas al sistema, los mercados globales se sa-
turaron y las nuevas tecnologías alcanzaron los límites de la expansión del capital
fijo. Dada la extrema polarización de la riqueza y los ingresos, el mercado global
no puede absorber la producción de la economía global. La Gran Recesión de
2008 marcó el inicio de una nueva crisis estructural de sobreacumulación. Las
corporaciones transnacionales están inundadas de efectivo; han registrado ganan-
cias récord, pero no encuentran oportunidades para reinvertir de manera rentable
estas ganancias (Robinson, marzo de 2018).
La CCT recurrió a varios mecanismos para sostener la acumulación frente al
estancamiento. Una es la acumulación militarizada, ya que la CCT adquiere un
interés creado en la guerra, el conflicto y la represión como medio de acumula-
ción. Un segundo es el saqueo y el pillaje de las finanzas públicas y los ciclos de la
deuda pública, lo que refleja una transformación más general de las finanzas esta-
tales capitalistas. El capital financiero transnacional depredador extrae cantidades
cada vez mayores de plusvalía del trabajo a través de las finanzas públicas reci-
cladas como rescates, subsidios y la emisión de bonos. Un tercer mecanismo es la
frenética especulación financiera en el casino financiero global. El capital ficticio
ahora supera tanto la producción real de bienes y servicios que un nuevo colapso
de proporciones devastadoras parecería casi seguro. Si bien ayudaron a mantener
un crecimiento vacilante de la economía mundial, estos tres mecanismos han
agravado aún más las desigualdades, la sobreacumulación y el conflicto político
a medida que el tejido social colapsa en todo el mundo. Pero ahora parece que la
CCT ha apostado por una nueva ronda de reestructuración económica mundial y
de beneficios a través de la digitalización. ¿Qué efecto tendrá la digitalización en
la desigualdad, la sobreacumulación y las relaciones capital-trabajo?

Digitalización, precariado global y humanidad superflua

En todo el mundo la proletarización se ha acelerado a través de nuevas oleadas


de acumulación primitiva de capital en la mediad en que miles de millones de
personas han sido desposeídas y arrojadas al mercado laboral mundial (ver más
abajo). “La fuerza laboral asalariada mundial se duplicó de unos 1.500 millones
en 1980 a unos 3.000 millones en 2006, cuando los trabajadores de China, India
y el antiguo bloque soviético entraron en el fondo laboral mundial” (Freeman, 5
de marzo de 2010). Estos trabajadores han ingresado en la fuerza laboral asala-
riada en un momento en que estos mercados laborales han sido desregulados. La

250
desigualdad salvaje global: el Precariado y la humanidad suPerflua 83

reorganización espacial ha ayudado al capital transnacional a romper el poder


territorial del trabajo organizado e imponer nuevas relaciones capital-trabajo ba-
sadas en la fragmentación, la flexibilización y el abaratamiento del trabajo. A
medida que los trabajadores se volvían “flexibles”, se unieron a las filas de un
nuevo “precariado” mundial de proletarios que trabajan bajo el trabajo a tiempo
parcial, temporal, informalizado, no sindicalizado, contratado y otras formas de
trabajo precario.
Esta fragmentación de los mercados laborales ha sido posible, en parte, por la
digitalización, que ha facilitado la descentralización espacial, la reorganización
del proceso laboral y las nuevas formas de extracción de valor. El sector tec-
nológico está ahora a la vanguardia de la globalización capitalista, impulsando
la digitalización de toda la economía global sobre la base de una tecnología de
computarización e informática más avanzada (CIT, por sus siglas en inglés), la re-
copilación, el procesamiento y el análisis de datos (big data) y la aplicación de la
digitalización a todos los aspectos de la economía global, incluida la producción,
los servicios y las finanzas, así como a los sistemas de guerra, control social y
represión. El sector tecnológico se ha convertido en una importante nueva salida
para el capital no invertido frente al estancamiento y la sobre acumulación.
La primera generación de globalización capitalista desde la década de 1980
involucró la creación de un sistema globalmente integrado de producción y fi-
nanzas, mientras que más recientemente la digitalización y la extensión de las
“plataformas” han facilitado una transnacionalización muy rápida de los servi-
cios. A medida que la dependencia de la actividad económica en las plataformas
se extiende, el sector tecnológico se vuelve cada vez más estratégico para el capi-
talismo global. El comercio de productos de CIT en 2015 superó los 2 billones de
dólares, según datos de las Naciones Unidas, mientras que las exportaciones de
servicios de CIT aumentaron en un 40 por ciento entre 2010 y 2015. En ese año,
la producción de bienes y servicios de CIT representó el 6, 5% del PIB mundial
y 100 millones de personas empleadas en el sector de servicios CIT. Además,
las ventas globales de comercio electrónico alcanzaron los $ 25 billones, ya
que 380 millones de personas realizaron compras en sitios web en el extranjero
(UNCTAD, 2017: 17). Para 2017, los servicios representaban alrededor del 70%
del total del producto mundial bruto (Mariois, abril de 2017) e incluían comuni-
caciones, informática, tecnología digital y de plataforma, comercio electrónico,
servicios financieros, trabajo profesional y técnico, y una serie de otros productos
no tangibles como el cine y la música.
Estamos ante las puertas de la aniquilación digital de los principales sectores
de la economía global. Cualquier cosa puede digitalizarse, y esto es cada vez
más casi todo. La automatización ahora se está extendiendo de la industria y las
finanzas a todas las ramas de servicios, incluso a la comida rápida y la agricul-
tura. Los economistas neoliberales y los formuladores de políticas afirman que
la economía digital traerá empleos altamente calificados y bien remunerados. Sin

250
84 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

embargo, la evidencia sugiere que la digitalización acelerará la tendencia hacia


el desempleo masivo y el subempleo a medida que la producción sin mano de
obra se expande a lo largo de la economía junto con formas de empleo precarias
e informales para aquellos que continúan trabajando, ya que los miembros de la
CCT tratan de reducir los salarios, eliminar a los trabajadores y superarlos unos
a otros mediante una feroz competencia. En última instancia, la digitalización
en la medida en que reemplaza la mano de obra por la tecnología hace que los
costos tiendan a bajar hasta cero. Todas las contradicciones del capitalismo se in-
tensifican. La tasa de ganancia disminuye. El problema de realización se agrava.
Por lo tanto, la economía digital emergente no puede resolver el problema de la
sobreacumulación..
Ya era evidente a fines del siglo XX que la reestructuración del capitalismo
mundial asociada con la globalización y la CIT ha implicado una polarización de
la clase trabajadora entre aquellos cuyo trabajo ha sido des-adiestrado y rutinario
y aquéllos que ingresaron a las filas de los llamados “trabajadores del conoci-
miento” (conocido en inglés como knowledge workers) ocupados en trabajos
altamente calificados (y supuestamente altamente remunerados). Estos trabaja-
dores son lo que Robert Reich (1992) llamó “analistas simbólicos” y otros se han
referido como aquellos que realizan trabajo inmaterial. Sin embargo, la digitali-
zación trae consigo la mayor mercantilización del trabajo cognitivo y la proletari-
zación y precarización de quienes realizan dicho trabajo. Este proceso implica la
subsunción real del trabajo cognitivo. La subsunción formal se refiere al proceso
mediante el cual las personas se separan de sus medios de supervivencia o pro-
ducción, como la tierra o las pequeñas empresas, de modo que se ven obligadas
a trabajar por el capital, mientras que la subsunción real se refiere a la subordina-
ción de los trabajadores al proceso de producción capitalista directamente, en el
cual dicho proceso está estrechamente controlado por el capital en la fábrica, la
plantación, el sector de servicios o, en este caso, a través del control del trabajo
inmaterial mediante el Internet. La subsunción real implica la disciplina corporal
total, la opresión y la dominación de la mano de obra, de modo que uno pierde
todo lo que queda del poder y la autonomía individuales, incorporado, en las pa-
labras de Marx como un “apéndice vivo” en el proceso de producción.
Existe una importante dimensión generacional en estas nuevas relaciones ca-
pital-trabajo en la medida en que la “generación milenaria” es la primera en nacer
en un mundo digital en el que el trabajo precario se está convirtiendo en la norma
y que podría formalizarse en ausencia de un movimiento contra la precarización
impulsado por una conciencia de clase. El contrato social del siglo XX que re-
gulaba el trabajo es cosa del pasado para muchos, tal vez la mayor parte de la
generación milenaria nacida entre 1980 y el viraje de siglo, y más aún la próxima
generación a la que algunos se refieren como “Generación Y” (“Millennials: The
Trials of Generation Y”, marzo-abril de 2016). Esto en un momento en que la
clase obrera global se parece cada vez más a un ejército global de jóvenes. “Mien-

250
desigualdad salvaje global: el Precariado y la humanidad suPerflua 85

tras que los países de Europa y Asia oriental están lidiando con la disminución
de las tasas de natalidad y el envejecimiento de la población, las sociedades de
Oriente Medio, África y el sur de Asia están experimentando un auge juvenil
de proporciones asombrosas”, señaló un informe de 2016. “Más de la mitad de
la fuerza laboral de Egipto es menor de 30 años. La mitad de la población de
167 millones de Nigeria tiene entre 15 y 34 años. En Afganistán, Chad, Timor
Oriental, Níger, Somalia y Uganda, más de dos tercios “La población es menor de
25 años” y 300 millones de indios eran menores de 15 años (Lord, 12 de agosto
de 2016).
Los jóvenes de todo el mundo se enfrentan a una ola de tecnología que susti-
tuye a la mano de obra y que plantea las perspectivas reales de la producción sin
mano de obra. Al mismo tiempo, el marketing global seduce a los jóvenes con
un flujo interminable de productos y servicios. ¿Cómo responderán políticamente
los jóvenes de hoy a la contradicción de ser arrastrados por esta ubicua “cultu-
ra-ideología del consumismo” y la realidad del desempleo y la pobreza?
Los jóvenes trabajadores del conocimiento, en particular, están dispuestos a
engrosar las filas del proletariado digital cada vez más empobrecido y alienado
(enajenado). Una parte cada vez mayor de este proletariado se esfuerza por pro-
porcionar servicios digitales “a pedido” en línea, lo que a veces se denomina
“nube humana”. “En todo el mundo”, señala Starzmann (2 de junio de 2018), “in-
numerables figuras solitarias se han comprometido a vivir en frente de pantallas,
dedos que se mueven sin cesar a través de los teclados, pensando, escribiendo,
produciendo”. Y Bradley y Lee advierten que la energía revolucionaria [de este
joven proletariado digital] se gasta en otros lugares: en juegos de computadora,
pornografía, juegos de azar, infinitas formas de intoxicación para escapar de “la
realidad de la jornada laboral” (Bradley y Taek-Gwan, 5 de mayo de 2018: 642).
Aquí debemos explorar las implicaciones de tal cambio para la formación de
sujetos, para la conciencia y para lo que Pierre Bourdieu ha denominado habitus,
como “un sistema adquirido de esquemas generativos” ajustado a un conjunto
dado de condiciones sociales (Bourdieu, 1977: 95). El desarrollo de las inter-
subjetividades y la conciencia de clase se ven obstaculizados por la naturaleza
individualizada y aislada de gran parte del trabajo cognitivo. ¿Qué tipo de con-
cepción del mundo puede surgir de este trabajo sin una movilización política
fuera del proceso de trabajo? Los trabajadores cognitivos pueden estar más in-
clinados a identificarse con los estratos medios y profesionales que con la clase
trabajadora global a la que más pertenecen. La fragmentación del proceso laboral
y del trabajo en momentos dispersos e irregulares de la fuerza de trabajo plantea
nuevos desafíos a la organización de la clase trabajadora y al desarrollo de su
conciencia de clase. Ciertamente, cualquier proyecto emancipador para que tenga
éxito debería reunir a la humanidad superflua y sus luchas de “vida cotidiana” en
los márgenes y en los puntos de reproducción social con aquellos formalmente
insertados en los circuitos del capital global bajo acuerdos laborales precarios.

250
86 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

Del lumpenproletariado al lumpenprecariado

En el cuadro más amplio, la clase obrera global reúne a los explotados más inten-
samente a través del empleo precario y casualizado con los excluidos. Se espera
que la digitalización, además de generar formas de empleo precarias, aumente
exponencialmente la población laboral superflua. El “futuro sin empleo” y el
“ascenso de los robots” que reemplazan a los trabajadores humanos es un tema
común entre académicos, periodistas y políticos. Millones de personas expulsadas
del empleo formal han logrado ganarse la vida a través de Uber y otras “compa-
ñías de plataforma” como trabajadores informales y “autónomos”. Pero en 2016,
Uber anunció que reemplazaría a un millón de conductores con vehículos autó-
nomos (Mitchell y Lien, 19 de agosto de 2016). Foxcomm, el conglomerado con
sede en Taiwán que ensambla Ipads y otros dispositivos electrónicos, anunció en
2012 tras una ola de huelgas de sus trabajadores en China que reemplazaría a un
millón de trabajadores con robots. A medida que aumenta la productividad, el
sistema arroja más y más trabajadores. A medida que la digitalización concentra
el capital y aumenta la polarización y la desigualdad, el proceso expande las filas
de la mano de obra superflua. La humanidad superflua se esfuerza en todo tipo
de estrategias de supervivencia en el mundo informal de un “planeta de ghettos”
(la frase es de Davis, 2006).
Bajo la globalización, las líneas entre formalidad e informalidad se vuelven
cada vez más borrosas. La humanidad superflua no es de uso directo para el ca-
pital transnacional. Sin embargo, en general, la mano de obra superflua es crucial
para el capitalismo global en la medida en que ejerce una presión bajista sobre
los salarios en todas partes y permite que el capital transnacional imponga una
mayor disciplina sobre aquellos que permanecen activos en el mercado laboral.
“El trabajo en exceso de la parte empleada de la clase trabajadora aumenta las
filas de la reserva”, señala Marx, “mientras que, a la inversa, la mayor presión que
esta última por su competencia ejerce sobre la primera, obliga a estos a someterse
a un trabajo cada vez mas intensivo y subyugación bajo los dictados del capital”
(Marx, 1972: 425). Sin embargo, la reestructuración del capitalismo mundial a
través de la globalización ha dado lugar a un nuevo ejército global de trabajadores
superfluos que va mucho más allá del tradicional ejército laboral de reserva que
Marx discutió. Los procesos por los cuales se genera la mano de obra superflua
se han acelerado bajo la globalización.
Las crisis brindan al capital la oportunidad de reestructurar y acelerar el
proceso de forzar una mayor productividad de menos trabajadores, un proceso
que puede aumentar exponencialmente a través de la digitalización. Al mismo
tiempo, ha habido una nueva onda masiva de acumulación primitiva y de despojo
de cientos de millones, quizás miles de millones, en todo el mundo. La CCT em-
prendió una hiper-acumulación en las últimas décadas mediante la aplicación de
nuevas tecnologías CIT para organizar un sistema globalizado de producción y

250
desigualdad salvaje global: el Precariado y la humanidad suPerflua 87

finanzas, y mediante políticas neoliberales y nuevas modalidades de movilizar y


explotar a la fuerza laboral global. Rápidamente la CCT conquistó nuevos mer-
cados en la antigua Unión Soviética, Europa del Este y el Tercer Mundo. Varios
cientos de millones de nuevos consumidores de clase media en China, India y
otros lugares en los llamados “países emergentes” proporcionaron nuevos seg-
mentos de mercado global que impulsaron el crecimiento. Pero al mismo tiempo,
cientos de millones, tal vez miles de millones de personas, fueron desplazados
del campo del Tercer Mundo a través de nuevas rondas de acumulación primi-
tiva provocadas por políticas neoliberales y limpieza social y por la violencia
organizada mediante la “guerra contra las drogas” y “contra el terror”, que han
servido como instrumentos de acumulación primitiva y para la violenta reestruc-
turación e integración de los países y regiones en la nueva economía global (ver
por ejemplo, Paley, 2014).
Todo esto ha generado un vasto ejército de inmigrantes internos y transna-
cionales que han aumentado las filas de los desempleados y los estructuralmente
marginados. En 2015 había 232 millones de migrantes internacionales y 740
migrantes internos, según la Organización Internacional para las Migraciones
(World Migration Report 2015, 2015). Algunos de los millones desarraigados
son sobreexplotados a través de la incorporación a las fábricas, granjas y ofi-
cinas de la economía global como mano de obra precaria, mientras que otros son
marginados y convertidos en humanidad superflua, relegados a un “planeta de
ghettos”. La OIT informó que 1,553 millones de trabajadores En todo el mundo
se encontraban en acuerdos de empleo “vulnerables” en 2009, que representan
más del 50 por ciento de la fuerza laboral mundial, mientras que otro tercio de las
fuerzas laborales globales ha sido arrojado a las filas de los superfluos y excluidos
de la economía global (para el “empleo vulnerable véase: OIT, 2011 y para el
desempleo, OIT, 1997). Juntos, alrededor del 80% de la fuerza laboral mundial es
superflua o está empleada de manera precaria.
Revisemos la crisis de acumulación y vinculémosla con esta expansión de la
mano de obra superflua en todo el mundo. La competencia capitalista y la lucha
de clases empujan el capital para reducir costos y / o aumentar la productividad
al aumentar la composición orgánica del capital, lo que lleva a la tendencia a
la caída de la tasa de ganancia (Marx, El capital, Vol. III., extracto, en: Tucker,
1978).
Esta tendencia, la “ley más fundamental” de la economía política, se expresa
como una crisis de sobre-acumulación. Como analizó Marx, la producción capi-
talista necesita constantemente reproducir un “ejército industrial de reserva” o
“población superflua”:

Es la acumulación capitalista en sí misma la que produce constantemente, y produce


en proporción directa de su propia energía y extensión, una población de trabajadores
relativamente redundante, es decir, una población en mayor medida que suficiente
para las necesidades promedio de la autoexpansión de capital, y por lo tanto una po-

250
88 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

blación superflua. Por lo tanto, la población trabajadora produce, junto con la acumu-
lación de capital producida por ella, los medios por los cuales se hace relativamente
superfluo, se convierte en una población relativa superflua; y lo hace en una extensión
siempre creciente... La forma total del movimiento de la industria moderna depende,
por lo tanto, de la transformación constante de una parte de la población trabajadora
en manos desempleadas o semidesempleadas...Esta es la ley general absoluta de la
acumulación capitalista (Marx, El capital, Vol I, en Tucker, 1972: 422,424, 429-430).

El ejército de mano de obra de reserva constantemente repuesto para el pulso


de la acumulación de capital es para Marx “la ley general de la acumulación
capitalista”. Marx continúa identificando tres formas de mano de obra superflua:
flotante, latente y estancada. Los dos primeros fueron vistos como aquellos que
entran y salen del proceso de producción de acuerdo con los ciclos de acumula-
ción de capital y los cambios en la división del trabajo. El tercero, sin embargo,
es un grupo que ha sido empujado estructuralmente fuera del proceso de produc-
ción, es decir, que no es de uso directo para el capital en épocas históricas enteras.
Marx tendió a denigrar a aquéllos en esta última categoría como lumpenproleta-
riado. Pero dado que la digitalización, en la medida en que reemplaza la mano de
obra por tecnología, tiene el potencial de reducir drásticamente la necesidad de
trabajo (“capital variable” en el léxico de Marx) y de impulsar los costos hacia
cero, puede ser que la expansión de las filas de la humanidad superflua en todo
el mundo es un fenómeno estructural permanente del capitalismo global en lugar
de una dislocación transitoria en espera de la absorción en nuevos circuitos de
acumulación.
Marx discutió por primera vez el lumpenproletariado en términos despectivos
como “déclassé” y elemento degenerado entre el proletariado: prostitutas, vaga-
bundos, pequeños criminales, una subclase sin conciencia de clase y propenso a
servir como “una herramienta sobornada de intriga reaccionaria” (Marx, 1952:
38). Las connotaciones negativas del lumpenproletariado desaparecieron a me-
diados del siglo XX cuando quedó claro que el racismo, el colonialismo y el
imperialismo empujaban a cientos de millones de sus víctimas a las filas de des-
plazados, desempleados y excluidos.
El proletariado global ahora apareció como una ubicación estructural (y a
veces legal) de la marginalidad y la informalidad en el sistema capitalista mun-
dial con una agencia política contingente. En Los Miserables de la tierra, Franz
Fanon se refirió al lumpenproletariado como campesinos desplazados que consti-
tuían una fuerza potencialmente revolucionaria contra el sistema colonial, aunque
advirtió que es impredecible y que podría convertirse en soldados contratados
de los colonialistas (Fanon, 1963). En los Estados Unidos, los Panteras Negras
buscaron organizar al lumpenproletariado negro como una base social de masas,
aunque esta estrategia no estuvo exenta de limitaciones y críticas (ver Booker, en
Jones, 2005: 337-362).

250
desigualdad salvaje global: el Precariado y la humanidad suPerflua 89

Pero ahora, en esta era de globalización capitalista, la humanidad superflua


puede ser un concepto tanto analítica como políticamente superior para dar sen-
tido a la masa de la humanidad arrojada a los márgenes del sistema. Si bien hay
un elemento delincuente entre la masa de la humanidad que ha sido “arrojado de
aquí para allá” por la desestabilización del capital global, la humanidad superflua
parece ser una categoría estructural producida por una reestructuración acelerada
y una etapa más avanzada de la acumulación global de capital. La humanidad
superflua incluye a aquellos que sufren de desempleo estructural y subempleo
a largo plazo, la masa de personas que se ganan la vida (o ni siquiera logran
hacerlo) en la economía informal de los barrios marginales de las megaciudades
del mundo, también como refugiados internacionales, aquellos desplazados in-
ternamente por guerras, represión y desastres naturales, trabajadores migrantes
que pueden ser forzados a permanecer clandestinos e incapaces de ingresar al
mercado laboral formal, entre otros que existen en lo que Bradley y Lee llaman
los “no lugares del mundo”. En este sentido, la humanidad superflua existe junto
con el precariado y puede entrar y salir de un empleo más formal pero precario.
Lumpenprecariado capta la idea de una clase obrera global que une al precariado
con la humanidad superflua.

Conclusiones: la lucha contra el estado policiaco global

Es este lumpenprecariado el que genera tanto espanto para a gente como Johann
Rupert y el CCT y que da impulso a un estado policiaco global para contener
la rebelión real y potencial del lumpenprecariado. Las desigualdades globales
salvajes son políticamente explosivas y, en la medida en que el sistema simple-
mente no puede incorporar a la humanidad superflua, recurre a formas cada vez
mas violentas de contención, fenómeno expresado en el concepto de “Estado
policiaco global” (desarrollé este concepto en: Robinson, 2018 y mayo de 2018).
Estado policiaco global refiere tres fenomenos interrelacionados. Primero están
los sistemas cada vez más omnipresentes de control social de masas, represión
y guerra promovidos por los grupos gobernantes para contener la rebelión real y
potencial de la clase obrera global y la humanidad superflua. En este sentido, el
estado policiaco global está dirigido centralmente a la exclusión coercitiva de la
humanidad superflua. La segunda es cómo la economía global se basa cada vez
más en el desarrollo y despliegue de estos sistemas de guerra, control social y
represión simplemente como un medio para obtener ganancias y continuar acu-
mulando capital frente al estancamiento, lo que he denominado: acumulación
militarizada o acumulación por represión, y eso ahora va más allá del keynesia-
nismo militar. Y tercero, el movimiento creciente hacia sistemas políticos que
pueden caracterizarse como fascismo del siglo XXI, o incluso en un sentido más
amplio, como totalitarios. Una cultura neofascista surge a través del militarismo,
la misoginia, la masculinización extrema y el racismo. Dicha cultura genera un

250
90 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

clima propicio para la violencia de masas, a menudo dirigida contra las minorías
religiosas, inmigrantes, refugiados y otras comunidades vulnerables, oprimidas
racialmente, perseguidas étnicamente, etc.
Los grupos gobernantes han recurrido a la limpieza social de la humanidad
superflua mediante la criminalización, como es el caso de la farsa de las gue-
rras contra las drogas y el terror. En muchos casos, la criminalización hace que
la humanidad superflua sea un lugar tanto estructural como legal, como en la
criminalización legal de los trabajadores inmigrantes en los Estados Unidos. En
Dinamarca, el gobierno anunció en 2018 planes para legalizar la discriminación
contra las comunidades pobres e inmigrantes a través de un proyecto de ley que
destacaría como comunidades “ghettos” donde más del 50 por ciento de los resi-
dentes son inmigrantes no occidentales, donde el desempleo es superior al 40 por
ciento, y donde el ingreso promedio es inferior al 55 por ciento del promedio de
la región (véase: BBC News, 27 de febrero de 2018).
Aquí hay una espiral peligrosa en la contradicción entre una digitalización
que arroja cada vez más trabajadores a las filas de la humanidad superflua y la
necesidad de que el sistema descargue cantidades cada vez mayores de exce-
dentes acumulados. Una vez que las masas de personas ya no son necesarias a
largo plazo e incluso de manera permanente, surge el problema político de cómo
controlar esta masa expandida de humanidad superflua. Se requiere una mayor
disciplina, tanto para aquellos que logran obtener un trabajo bajo los nuevos
regímenes de empleo precario y de superexplotación, como para los expulsados
y convertidos en mano de obra sobrante. El orden global como unidad se vuelve
cada vez más represivo y autoritario en la medida en que el proyecto del fascismo
del siglo XXI cobra fuerza (ver Robinson, 2014, Capítulo 5).
Pero los temores de Rupert y la CCT no son infundados. En los últimos años
ha habido un aumento de las luchas de los trabajadores y de las actividades de
huelga en todo el mundo. Sin embargo, como hemos visto, la clase obrera global
no se parece en nada a la de mediados del siglo XX. Su posición de lumpenpreca-
riado cambia los términos de sus luchas y los desafíos de regenerar la conciencia
de clase de la clase trabajadora y de desarrollar una capacidad de acción colectiva.
Cualquier respuesta tendrá que desafiar la exclusión y la lucha contra la precaria-
tizacion del trabajo junto con las luchas más tradicionales de aquéllos que logran
tener empleo formal. El repertorio de luchas de la clase trabajadora global debe
incluir estrategias, además de la actividad de huelga, para la interrupción genera-
lizada del sistema, ya que los excluidos no pueden luchar mediante el retiro de su
labores. Las condiciones a las que se enfrenta el lumpenprecariado, combinadas
con el aislamiento y la naturaleza individualizada de los trabajadores cognitivos,
sugieren que el eje de la conciencia de clase y la agencia colectiva deben implicar
un cambio desde puntos de producción aislados a la vida cotidiana de las comuni-
dades y al sistema político. El desafío para los proyectos emancipatorios es cómo
lograr la solidaridad entre los trabajadores que experimentan ese aislamiento in-

250
desigualdad salvaje global: el Precariado y la humanidad suPerflua 91

dividualizado junto con aquellos que no están en condiciones de retirar su trabajo


y aquellos que enfrentan una vulnerabilidad extrema en el empleo precario.

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tier-boss-with-75bn-fortune-says-prospect-poor-rising-up-keeps-him-awake-at-
night-10307485.html

250
93

Precariedad del trabajo y de la vida como


paradigma de la reestructuración en la fase
de la crisis sistémica en la europa del capital

LUCIANO VASAPOLLO*

En la mayoría de los países de Europa y en otros del capitalismo maduro nos


encontramos en una fase de transición del fordismo al post-fordismo; de la pro-
ducción al consumo de masas; de los sistemas de producción a la distribución
flexible. El ingreso de la comunicación, del lenguaje, en la esfera de la produc-
ción es el origen verdadero y propio del cambio económico y productivo que
estamos viviendo. Hubo, en los últimos años, reestructuraciones de empresa, in-
novaciones tecnológicas que no crearon nueva ocupación, sino que provocaron
una disminución de puestos de trabajos más fuerte respecto a la que se pudieran
haber creado por los despidos de trabajadores. Una realidad sin analogías con
el pasado, que ha convertido el desempleo en uno de los fenómenos más dra-
máticos de nuestro tiempo con características siempre menos coyunturales asu-
miendo fuertes connotaciones estructurales.
Los provechos de productividad se realizan por medio de la producción de
pequeñas cantidades de muchos modelos de producto con la posibilidad de tener
una respuesta rápida a las continuas variaciones del mercado. Es la dirección de
los procesos de globalización de las redes informático- comunicativas que deci-
dirá sobre la nueva división internacional del poder y de la riqueza.
El sistema de producción postfordista conduce a la apertura de los mercado,
con la consiguiente globalización neoliberal y de las empresas, o mejor a una
mundialización económico-productiva en la continua búsqueda de costos de tra-
bajo más bajos y de posiciones de eficiencia estratégica sobre los mercados ex-
tranjeros. Un mercado saturado que crea además concurrencia feroz dentro de
cada país y en el ámbito internacional.
Es así que en Europa muchas empresas, para reducir el peso de las obliga-
ciones sociales y reducir el costo del trabajo utilizan siempre más el llamado
“outsourcing”, es decir, la exteriorización de fases y de procesos productivos para
aumentar la eficiencia y la productividad de la empresa y disminuir los costos.
La deslocalización implica un menor costo del trabajo en el país destinatario;
precios de las materias primas más ventajosos, mejores tratamientos fiscales,
leyes ambientales menos restrictivas, sindicados más permisivos, etc.

* Luciano Vasapollo (1955). Profesor de Politiche Economiche locali e settoriali e di Economia dello
Sviluppo, Departamento de Estudios Europeos , Americanos y Interculturales , a “Sapienza” Universidad
de Roma.

250
94 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

La difusión del post- fordismo impone además de nuevas reglas económicas


también una nueva redefinición del Estado y de su relación con el mercado. El
estado social se convierte para el capitalista post-fordista en un obstáculo que es
preciso eliminar. La actual fase de la mundialización de la economía añade un
ulterior elemento a la deslegitimación del papel económico del Estado.
Las transformaciones estructurales que están caracterizando el sistema so-
cio-económico son también, y quizás sobre todo, transformaciones del ser y del
interactuar de nuevos sujetos productivos y sociales en general, y eso no es po-
sible leerlo o interpretarlo sólo por medio de análisis basados en la centralidad
obrera y de empresa y en el papel del Estado ya superado. Dichos procesos de
transformación son muy frecuentemente ignorados. Los nuevos sujetos econó-
micos no son protegidos, muy a menudo no son considerados, pues es predomi-
nante la cultura de la compatibilidad industrial: un nuevo ciclo del capitalismo;
un nuevo modelo que, al lado de la expulsión de mano de obra y al desempleo
que es ya estructural, desarrolla una aristocracia salariada que se hace cómplice
y sujeto de congestión.
En la actualidad el desempleo es acompañado por una precariedad y por al
explotación creciente de los salariados que continúan trabajando. El empresa-
riado considera el tiempo de trabajo un elemento esencial de la superexplotación
de los salarios y de la redefinición de la sociedad a partir de la empresa, con su
centralidad también en el vivir social. Los jóvenes, las mujeres, los dependientes
con cargos menos especializados, son los más fuertemente golpeados. La dismi-
nución de los empleos marcha paralelamente con el desarrollo tecnológico que
lleva plusvalor, siempre mayor, del cual se adueñan los rentistas financieros y con
incrementos de productividad que producen sólo provecho y se redistribuyen en
el factor trabajo.
Aunque si se analiza el sector del trabajo reglamentado (entonces con una
significativa presencia sindical), nos damos cuenta que la diferencia en realidad
entre horario efectivo contractual y horario ha aumentado mucho y es grande la
diferencia entre derechos disciplinados por leyes y derechos aplicados realmente.
Muchos estudios realizados en Europa y en Estados Unidos han evidenciado
cómo en los últimos años, el problema de las “nuevas pobrezas” es atribuible no
tanto —y no sólo— a los que no tienen un rédito o un trabajo regular y reglamen-
tado, sino también, y sobre todo, a los que, aunque trabajando, no logran obtener
certidumbre de sus derechos y alcanzar un nivel mínimo de rédito que pueda
garantizarles un adecuado nivel de vida.
Fuentes de los sindicatos confindustrial, gubernamentales y de la mayoría de
los centros de estudios académicos, y no sólo ellos, afirman que el Estado so-
cial es el mayor responsable del desempleo; una observación de las estadísticas
disponibles señala que hay una relación entre desempleo y gasto para el Estado
social, pues no es verdad que entre más alto es el gasto social, mayor es la tasa
de desempleo.

250
Precariedad del trabajo y de la vida como Paradigma... 95

Por lo que se refiere también al desempleo juvenil son muchos los “Informes
de estudio” que evidencian la grave carencia de trabajo para los jóvenes y la
prolongación del periodo de precariedad hasta más de 30 años. De estos aná-
lisis emerge que nos encontramos en una fase de transición aún en vía de defini-
ción pero que presenta características muy claras en el ámbito de la competencia
global a nivel macro y microeconómico. Hubo un aumento de la producción de
los servicios respecto a la de los bienes materiales, pero esto pasa sobre todo
con los procesos de exteriorización de los servicios y de las fases del proceso
productivo de bajo valor agregado, basadas en la superexplotación del trabajo.
Un trabajo a menudo buscado en los procesos internacionales de deslocalización
con escasos derechos y salarios muy bajos; a esto se suma una fuerte presencia
de trabajos intelectuales y técnicos profesionales a menudo precarios como los
manuales y repetitivos.
Por ejemplo, en Estados Unidos la ausencia de normas reguladoras en las
relaciones de trabajo y de los sistemas de representación de los trabajadores ha
favorecido la creación de una determinada cantidad de puestos de trabajo pre-
carios que inicialmente Europa no ha logrado aún a alcanzar sobre todo por las
redes de protección social todavía existentes heredadas por el fordismo. Hay que
subrayar que en una primera fase en Estados Unidos, contra un menor desempleo,
se registran altas tasas de trabajos y salarios precarios, de mayor pobreza respecto
a los países europeos y Japón. Ahora también en Europa se impuso el modelo
norteamericano en los órdenes del modelo anglosajón de capitalismo salvaje.
La empresa se convierte en minimalista pues todo lo que supere la capacidad
de absorción del mercado tiene que ser suprimido. Otra diferencia fundamental
entre la manera de producir fordista-taylotista y postfordista consiste en que,
mientras en la primera la fuerza el trabajo tiene que ser especializada, alienada al
trabajo y siempre igual, en el post-fordismo, al contrario, hay necesidad de que
el trabajador posea un alto grado de adaptación a los cambios de ritmo y de los
roles desempeñados.
Esto conlleva también otro importante cambio: en el sistema fordista, los de-
rechos sociales de los trabajadores tenían una validez universal y eran protegidos
por las leyes, mientras que en el post-fordismo, éstos derechos desaparecen. Eso
pasa porque cuando son las leyes del mercado las que gobiernan e imponen ca-
lidad y cantidad en tiempo real, el trabajo es siempre más constrictivo, destinado
a la obediencia y a la fidelidad.
La nueva organización capitalista del trabajo se caracteriza por la explosión de
la precariedad, de la flexibilidad y la no reglamentación, bajo formas sin prece-
dentes para los asalariados en actividad. Es el malestar del trabajo, con el miedo
de perder el empleo, de no tener más vida social o, el miedo de empeñarla to-
talmente al y para el trabajo, con la angustia vinculada a la conciencia de una
evolución tecnológica que no resuelve las necesidades sociales. Es la precariedad
de todo el vivir social.

250
96 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

La flexibilización no es una solución para aumentar la ocupación sino una


imposición a la fuerza-trabajo para la aceptación de salarios reales más bajos y
con peores condiciones de trabajo. Y en este ámbito se ha reforzado un nuevo
segmento de la oferta de trabajo a través del llamado mercado sumergido en que
se difunde el trabajo irregular, precario y sin garantías. Con el postfordismo y la
actual fase de la mundialización económico-productiva, el trabajo “sumergido”
ha asumido dimensiones mucho más grandes, debido a que los países industria-
lizados han trasladado sus producciones más allá de los confines nacionales y,
sobre todo, han invertido en países donde son mínimas las garantías, y donde es
alta la especialización del trabajo, produciendo de esta forma costos fundamen-
tales menos elevados, al mismo tiempo que aumentando la competitividad.
Nos encontramos hoy frente a una variedad de prestaciones de trabajo di-
versas, entre ellas, que se caracterizan por un común nivel de explotación mucho
más penetrante del que existía hace 20 o 30 años. La nueva división del trabajo
permite que exista una nueva composición de los mismos trabajadores distri-
buidos entre especializados y con mayor conocimiento (que ocupan trabajos con
alta actividad cognitiva), trabajadores especializados en actividades técnicas (que
ocupan puestos flexibles de tipo ejecutivo) y, finalmente, trabajadores con poca
especialización que ocupan los puestos más degradantes y serviles.
Las tendencias actuales, con el aumento del número de los trabajadores sa-
lariados empeñados afuera de la producción material, el aumento del número
de empleados, de flexibles, de precarios, de temporales, de atípicos en general,
el incremento de la tasa de trabajo intelectual, o en realidad del falso trabajador
autónomo, en la composición de “obrero colectivo”, están lejos de testimoniar la
“desaparición” de la clase obrera o de la clase trabajadora en general.
Las nuevas figuras del mercado del trabajo, los nuevos fenómenos empresa-
riales siempre más a menudo se configuran en formas ocultas o de trabajo asala-
riado, trabajo subordinado, precario, no garantizado, autónomo de última gene-
ración que esconde la realidad cruel de la expulsión del ciclo productivo. Se trata
de nueva marginación social y no de un ¡”auto-empresariado”!
No obstante, hubo transformaciones en los métodos de producción, el creci-
miento del trabajo autónomo, precario, mal retribuido, y una siempre más amplia
difusión de la empresa en el territorio, por lo que el trabajo continúa activo en el
centro del sistema productivo, por lo que hay que dirigir siempre la atención a la
clase obrera para poder desencadenar una radical transformación de los actuales
órdenes económico-productivos y politico-sociales.
Por primera vez, la crisis del trabajo amenaza, además de a los desempleados,
también a los trabajadores ocupados; el cambio más grande se registró además
que en el sistema del trabajo y en el sistema de protección social. Es necesario en-
tonces comprender profundamente el fenómeno para poder descubrir la solución
para permitir a los trabajadores no perder, sino acrecer, su seguridad económica y
mejorar sus condiciones generales de vida.

250
Precariedad del trabajo y de la vida como Paradigma... 97

La transformación de la geografía del desarrollo, en Italia y otros paies de


Europa Mediterranea, ocurrida en particular en los últimos dos decenios, res-
pondió, además de a un intenso proceso de producción terciaria, también a una
diversa connotación cualitativa y cuantitativa de las actividades productivas de
una empresa social generalizada que, por medio de la flexibilización empresarial,
determina fuertes procesos de redefinición, especialización y diversificación, pro-
duciendo, de esta manera, una imposición y adaptación activa de nuevos sujetos
del trabajo y del no trabajo a su tipología y cultura organizativas.
Además está presente una forma típica italiana de exteriorización de los servi-
cios: la subcontratación a cooperativas.
La disminución de los puestos fijos y estables se vincula a una mayor pre-
cariedad, y también a la afirmación de actividades que no dependen más de la
organización empresarial.
Para comprender el fenómeno es necesario establecer primero las principales
características del trabajo estándard, es decir:
• El horario previsto es a tiempo completo.
• La contratación para los trabajadores dependientes y el inicio de la actividad
autónoma para los independientes, tienen tiempo y lugar determinados.
• Una evidente diversidad de posición y de papel entre quién trabaja como
dependiente y quién lo hace como independiente.
• En el trabajo atípico desaparecen una u otra característica, o las tres juntas.
• Casi el 25% de la ocupación en Italia tiene un carácter independiente, contra
una media europea del 15%. Esto confirma el modelo mediterráneo, repre-
sentado por España e Italia, en que el porcentaje del trabajo independiente en
la ocupación total es mayor al 20%.
• Formas de trabajo autónomo están presentes sobre todo en el sector terciario
de la economía y en las actividades precarias temporales en la agricultura, el
turismo, los transportes y en las telecomunicaciones.
• Los mismos incrementos del empresariado que emergen de los datos oficiales
son causados sobre todo por el desproporcionado aumento, por ejemplo en
Italia, de “partidas IVA”. Estas nuevas figuras del mundo del trabajo no son
otra cosa que “empresas individuales” que representan el llamado trabajo au-
tónomo de última generación. Se trata, en la mayoría de los casos, de ex-tra-
bajadores dependientes, de hecho precarios, sin garantías de continuidad en
el trabajo, expulsados por la empresa madre y sometidos a una nueva forma
de trabajo a destajo, fuera de las garantías normativas y retribuidas del tra-
bajo dependiente.
Pero detrás del tan magnificado desarrollo del empresariado local, la explo-
sión del “pueblo de los empresarios”, que es sencillamente trabajo parasubordi-
nado, es decir trabajo autónomo de última generación, no existe otra cosa que
un capitalismo salvaje de carácter europeo similar al norteamericano que recrea

250
98 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

mitos con el objetivo de esconder sus contradicciones. Se provocan, así, incre-


mentos muy grandes de desempleo evidente e invisible, precariedad del trabajo,
en un territorio que se convierte en empresa local de control social, como lugar de
experimentación y afirmación de la compatibilidad de la empresa.
Si miramos la situación desde el punto de vista de los trabajadores, podemos
decir que tienen inseguridad económica, falta total de perspectivas, dificultad
de conciliación de los tiempos, precariedad en cada fase de su existencia, etc.
Contratos de formación de trabajo, becas de doctorado y de trabajo, aprendizaje,
planes de colocación profesional, contratos temporales de ancianos con requisitos
para la jubilación, trabajos socialmente útiles y trabajos de utilidad pública, con-
tratos atípicos en la administración pública, son sólo algunas de las decenas de
formas y combinaciones de trabajos atípicos.
Es necesario recordar que el aumento de la precariedad del trabajo conlleva
un crecimiento de la instabilidad del resto de los trabajadores, a lo que se añade
la gradual derrota del Estado social sobre todo en el sector de la seguridad social
y sanitaria. Todo esto permite que la situación empeore y determine un estado de
precariedad permanente en el vivir social.
Y es con esta flexibilidad impuesta por las reglas de eficiencia de las empresas
que se llega a las condiciones de trabajo precarias, discontinuas y temporales
en las cuales se abandona al trabajador y él mismo se encuentra solo frente a su
empleador, con el cual tiene que negociar las condiciones económicas y el tiempo
de su trabajo.
La presencia de todas estas nuevas formas de trabajo no se acompaña de la
determinación de nuevos recursos económicos y nuevas inversiones productivas
que disminuyen el desempleo o van dirigidas a una nueva política del Estado So-
cial, capaces de asegurar adecuadas coberturas a todos los trabajadores caracteri-
zados por un trabajo discontinuo, precario y que se encuentran en una situación
de extremo malestar e incertidumbre.
En el pasado la pobreza ha sido casi totalmente asociada a los países menos
industrializados, menos desarrollados, más marginados por el moderno sistema
económico de desarrollo y se alejaba de los países del capitalismo maduro consi-
derados como “países ricos”.
Pero en los últimos años no es esta la situación real. El sistema fordista nos
había acostumbrado al trabajo a tiempo total y de duración indeterminada. Ahora,
como se ha observado anteriormente, por los datos oficiales un gran número de
trabajadores tiene un contrato de corta duración o con horario reducido. Los
nuevos trabajadores pueden ser utilizados por pocas horas al día durante cinco
días a la semana, o por determinadas horas al día pero sólo por dos o tres días a
la semana.
La nueva condición del trabajo está cada vez más privada de los derechos
sociales y laborales, de los amortiguadores sociales, de la democracia misma;
todo se convierte en precario, sin alguna seguridad de continuidad en el quehacer
laboral.

250
Precariedad del trabajo y de la vida como Paradigma... 99

La actual cuestión económico-social del trabajo no está solamente vinculada


al desempleo de carácter estructural, sino a una serie de problemas de carácter
cualitativo y cuantitativo; a nuevas figuras de trabajo, del trabajo denegado y
del no trabajo, figuras todas ellas características internas del mismo modo de
producción capitalista. El problema del trabajo existe también para aquéllos que
ya tienen un empleo, ya que se trabaja siempre más y en condiciones precarias,
no tuteladas, con salario social absoluto, y también relativo a cada trabajador,
siempre menor y con altos niveles de movilidad e intermitencia.
Hay que hacer entonces un análisis en el ámbito de las nuevas relaciones in-
dustriales, en particulares, en varios paises europeos que, como Italia, tenían en el
pasado formas de “capitalismo suave y social”. Se individualizan, de este modo,
los caracteres estructurales de los sistemas productivos locales basados en el tra-
bajo especializado; en la intensificación de los ritmos, en la elevada división del
trabajo, en la promoción de la especialización productiva; en la variedad de los
sujetos económicos, de nuevos sujetos del mundo del trabajo; en la difundida
profesionalidad acompañada de los trabajadores, para los trabajos más pobres
con un fuerte componente de trabajo ilegal y mal retribuido; en la difusión de las
relaciones cara a cara sin intermediaciones sindicales.
Estamos frente al fracaso de grupos sociales y a un empobrecimiento de las
clases sociales que se consideraban inmunes a cada crisis de sistema.
Hay una nueva intensidad de la pobreza cultural, un mayor ataque a las formas
de protección social y del Estado social, una debilidad de los modelos de re-
presentación política y, quizás, por primera vez hay que tutelar la identidad, el
papel y la función social de las clases medias, obligadas a enfrentarse a un riesgo
de progresivo empobrecimiento teniendo como perspectiva inmediata la preca-
riedad de cada forma y de cada momento del vivir social.
La derrota del Estado Social, que garantizaba un estándar minino de segu-
ridad para la salud, la vivienda, las necesidades primarias, se refleja ahora no sólo
en los marginados y en las personas ubicadas en la pobreza absoluta, sino tam-
bién en la mayoría de los que hasta hace algunos años se consideraban seguros y
garantizados.
No obstante, cabe subrayar que el nuevo protagonismo de las metrópolis ha
requerido también una adecuación estructural al modelo de producción pos-for-
dista, cuyos principios de fondo, como la disgregación de la gran unidad pro-
ductiva, la difusión de la producción en el territorio, la introducción en el ciclo
de nueva figuras de trabajadores, han sido asumidos y elaborados por el sistema
metropolitano. Por este motivo hemos asistido, en los últimos años, a la acentua-
ción de una tendencia que se manifiesta desde hace tiempo, en la ampliación del
territorio al espacio metropolitano y la difusión de las actividades productivas, de
las viviendas, de las relaciones socio-económicas en las áreas limítrofes subsu-
midas bajo el control de los poderes metropolitanos.

250
100 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

Es evidente, en este sentido, la transformación con respecto al pasado: en


efecto antes la imagen de la ciudad era bien definida y precisa; se trataba de
una aglomeración urbana a la cual hacían referencia niveles institucionales bien
claros y sistemas productivos compactos, como la gran fábrica típica de las viejas
ciudades industriales. En estos últimos decenios, los diferentes procesos de in-
dustrialización y “terciarización” post-fordista han caminado junto al creciente
desarrollo de los centros metropolitanos que, entre otras cosas, han llevado a
una disminución de la convergencia entre extensión del territorio y poder insti-
tucional y administrativo. El crecimiento de las metrópolis ha ido más allá del
confín administrativo, interesando y desarrollando territorios alrededor del nú-
cleo central urbano.
Si el sistema de los modelos fordistas metropolitanos parece haber ido per-
diendo terreno en los últimos años, una parte de la propia capacidad propulsora
a beneficio de las metrópolis, las áreas metropolitanas, en cierto sentido, se han
“subdivido en distritos” creando sistemas y subsistemas económicos integrados
con el territorio circunstante.
De los anteriores consideraciones se evidencia claramente que continua la ten-
dencia del orden productivo de los países del capitalismo maduro a la terceriza-
ción centrada en la todavía existente estructura industrial acompañada, además,
por una evidente disminuida importancia de la agricultura y por procesos de
des-industrialización caracterizados por altas tasas de desempleo y una inclina-
ción cada vez más fuerte a la precariedad del trabajo.
En particular, emerge un “sector terciario” que se interrelaciona e integra con
otras actividades productivas, especialmente con las industriales, determinando
un nuevo modelo localizador de desarrollo que puede definirse como “tejido a
multinivel terciario” que soporta a la industria. Se trata de un terciario que ha
asumido un papel siempre más propulsor y conductor del modelo de desarrollo
económico.
De este modo debemos leer en Italia y en varios países europeos centrales
y, en particular mediterráneos, las modalidades de un desarrollo basado en la
interdependencia relativa del distrito industrial, de las cadenas productiva, de las
empresas en red, de las nuevas subjetividades del mundo del trabajo.
Dichos procesos necesitan de una diversa y más articulada documentación
estadístico-económica y de una más atentas lectura socio-política; de nuevas ló-
gicas interpretativas, nuevos instrumentos ignorados por los análisis típicamente
“fordistas”. Las transformaciones estructurales que están caracterizando al sis-
tema socio-económico son, sobre todo, las que nacen de la continua interacción
del terciario con el resto del sistema productivo, y que han nacido por la exigencia
de redefinición productiva del capital.
Para comprenderlas es necesario realizar análisis disgregados de la distribu-
ción económica relativa a las determinantes de la composición de clase y también
de los nuevos fenómenos empresariales que se configuran en formas ocultas de

250
Precariedad del trabajo y de la vida como Paradigma... 101

trabajo subordinado, precarizado, no garantizado, de trabajo autónomo de última


generación que enmascara la cruel realidad de la expulsión de los trabajadores
del ciclo productivo.
La crisis del sistema, debida al proceso de transformación del trabajo en la
sociedad post-fordista, se puede explicar también por un contexto de desarrollo
del trabajo inmaterial que se caracteriza por la forma de cooptación social que
supera a la empresa y al trabajo material, e intensivamente por la comunicación
e información que son, recursos del capital sustentados en la abstracción y en la
intangibilidad.
El trabajo inmaterial, intelectual, cognitivo, mental, etcétera, se considera
como un trabajo que produce el “contenido informativo y cultural de la mer-
cancía” y que modifica el trabajo obrero en la industria y en el sector terciario
donde las tareas son subordinadas a la capacidad de tratamiento de la información
y de la comunicación horizontal y vertical.
Es en este sentido que hay que leer la enorme importancia que se atribuye al
nuevo concepto de “empresariado territorial” que se proyecta más allá del distrito
industrial de una paticular configuracion de la economia local terciaria industrial.
Un modo de representación del capitalismo italiano y de países de la Europa
Mediterránea consiste en que tiene una fuerte especificidad, una dimensión so-
cio-económica y territorial definida en función de las relaciones de coerción de
comportamiento que se establecen entre empresas y comunidades locales. Se
trata de una forzada capacidad de autocontención en relación con la demanda y
oferta de trabajo realizado por marginalización, precariedad y expulsión de su-
jetos económicos y productivos no compatibles.
h. La hipótesis de este ensayo se mueve en el plano del análisis político-pro-
ductivo en función del trabajo metropolitano, en el que queda fuera del análisis la
caracterización especifica del carácter social del trabajo que seguramente resulta
necesaria para comprender mejor la estructuración y diversificación en la compo-
sición de clase y la condición de vida de los trabajadores
Mientras los teóricos reformistas del desarrollo concentraban su atención en
la llamada “nueva economía del conocimiento”, indicando en los distritos y en la
pequeña y mediana empresa la fórmula del futuro desarrollo no sólo en Italia, las
grandes áreas metropolitanas han continuado generando la mayor parte del pro-
ducto interno bruto y, contextualmente, concentrando las situaciones de mayor
sufrimiento y las más duras condiciones de la explotación.
Las contradicciones económico-sociales hoy se concentran en las áreas me-
tropolitanas; aquí radica el eje del conflicto: capital-trabajo-no trabajo. El análisis
de la producción metropolitana y del trabajador metropolitano, o mejor dicho, del
nuevo sujeto del trabajo y del trabajo denegado metropolitano, representa segura-
mente un momento de ruptura con las configuraciones enunciadas anteriormente,
centradas en los análisis localizadores que utilizan particiones funcionales del te-

250
102 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

rritorio, es decir, unidades territoriales que permiten individualizar y estudiar los


perfiles productivos locales en funcion de la compatibilidad social y ambiental.
De esta manera se supera la lógica interpretativa industrializadora y “obrera”
para pasar a una jerarquización de los modelos del desarrollo basada, sobre todo,
en las modalidades de transformación social y económica producidas por el sector
efectivamente responsable de las transformaciones y de los sujetos de clase invo-
lucrados que determinan aquel nuevo bloque social antagonista que, organizado
en el plano político, origina una estructuración del conflicto social dirigido por
un nuevo y fuerte sindicalismo conflictual metropolitano que se pueda mover
en el terreno de la transformación socio-económico-productiva en interés de los
sujetos del trabajo, del no trabajo y del trabajo denegado.
De aquí la urgencia de volver a hablar, a partir de las condiciones reales, de
los trabajadores y no más en términos de “medias estadísticas”. Reabrir entonces
la cuestión salarial, por medio de una nueva política de los ingresos que pase por
la retribución total de los salarios y los aumentos de productividad para actualizar
los salarios en función de los aumentos del costo de la vida e incrementarlos en
términos reales tanto en relación con el salario directo, como del indirecto y di-
ferido, con énfasis en el sistema de jubilación público, con el objetivo de lograr
una ocupación digna, con salario digno y con todos los derechos para todos los
ciudadanos, junto a una reducción del horario de trabajo: en suma, un Estado
Social de una nueva ciudadanía con el reconocimiento inmediato de un Ingreso
Social para desempleados, trabajadores precarios y jubilados.
i. En el curso de los últimos años, las figuras productivas progresivamente se
han concentrado en las áreas urbanas, donde las diversas formas de remunera-
ción, como las rentas, son más altas y difundidas. Es exactamente en estos lugares
que el efecto colateral de la gran concentración de clase puede producir las condi-
ciones de un nuevo antagonismo social, en que los nuevos sujetos diversificados
de la explotación puedan encontrar la síntesis necesaria a una acción común.
Para echar las bases, es necesario trazar las nuevas geografías de la clase, frag-
mentada por las violentas reestructuraciones del capital y, sobre todo, alteradas
por el ingreso de nuevas figuras de explotados y de nuevos sujetos del malestar,
procedentes de las rutas de la inmigración, de los estratos más depauperados del
trabajo, pero también de grupos anteriormente pertenecientes a la llamada “clase
media”.
Es claro a muchos que el capitalismo no es reformable: los efectos devasta-
dores que ha producido en las condiciones de vida de los trabajadores, en la se-
guridad social, en las perspectivas y las expectativas de futuro de la gente común,
muestran que hoy, en la fase de su mayor agresividad, el mismo sistema se estre-
mece bajo el peso de sus propios fracasos y es más frágil que nunca.
Saldar las reivindicaciones de los excluidos, de los precarios, de los inmi-
grados sin perspectivas que abultan las periferias de nuestras áreas metropoli-
tanas y articularlas con las luchas que marchan en América Latina (como en Eu-

250
Precariedad del trabajo y de la vida como Paradigma... 103

ropa y en todo el mundo) en los campos, en las ciudades de los lugares sometidos
por el yugo del imperialismo, representa hoy la premisa concreta de la lucha para
el cambio del actual modelo capitalista.
Una nueva temporada de derechos del trabajo a partir de la abolición de cada
forma de trabajo precario, mal retribuido, que refuerce y aplique los derechos
para todas las categorías de trabajadores; una nueva política fiscal a favor de
los ingresos más bajos que golpee a los grandes capitales y a las nuevas rentas
financieras. Por una sociedad del ingreso para todos que devuelva dignidad a los
sujetos del trabajo y al trabajo denegado.
Hay que realizar un nuevo análisis de clase que, por medio de las investi-
gaciones caracterizadas por al construcción de modelos dirigidos, por un lado,
evidencie las peculiaridades y el localismo del capitalismo italiano y de los países
europeos mediterráneos y, por otro lado, comprenderlos en el ámbito de un cre-
cimiento total caracterizado por el papel predominante realizado por el sector
terciario, oficial y atípico o sumergido, que sea capaz de identificar cómo dicho
proceso modifica las subjetividades del trabajo que crea nuevos sujetos produc-
tivos, nuevas figuras sociales y, sobre todo, marginales, modificando al mismo
tiempo las identidades productivas y aquéllas más agregadas exclusivamente en
la empresa, pero que se destruyen en el territorio, transformando, de este modo,
la misma identidad y la composición de clase de los trabajadores.
La característica central de los nuevos sujetos del mundo del trabajo está de-
terminada no sólo por la transformación de las actividades productivas locales en
las áreas metropolitanas, sino además por su configuración socio-política y su ca-
pacidad de organizarse dentro de un renovado sindicalismo social metropolitano
capaz de interpretar las necesidades de emancipación de la clase que vive y muere
de la explotación capitalista, referida tanto al viejo como al nuevo proletariado.
Aquí radica el papel prioritario de las áreas sociales metropolitanas que, si
por un lado se mantienen estratégicamente funcionales a los procesos de acu-
mulación del capital, en una dimensión de producción social, al mismo tiempo
evidencian de manera más directa y con escasas posibilidades de mediación, las
características y condiciones en que se manifiesta actualmente el conflicto capi-
tal-trabajo y las contradicciones capital-ambiente, capital-derechos, en una con-
flictividad social global.
Un aspecto, si se quiere, de la moderna cuestión de las “periferias”.

Referencias bibliográficas
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250
105

Trabajo, juventud y género

JOANA DAS FLORES DUARTE*

Introducción

El presente artículo pretende llenar una laguna en la producción teórica sobre


criminalización de la pobreza y segregación socio-espacial en la perspectiva de
género. Se trata de una investigación teórica, mediada por las experiencias so-
ciales de jóvenes que habitan las “favelas” —[ciudades perdidas o barrios mar-
ginados:AS]—, y ponen al desnudo las contradicciones del modo de producción
capitalista, al denunciar profundas transformaciones contemporáneas de la so-
ciedad, entre las que destacan las profundas modificaciones de la vertebración
del orden moderno en el mundo del trabajo, la flexibilización del sistema de pro-
tección social y el ascenso del neoliberalismo. Manifestaciones que se expresan
en la involución urbana, en el proletariado(a) informal, en el estrechamiento del
sector público y en la concentración de la riqueza que auspicia la masificación de
la pobreza.
Este trabajo analiza la realidad social de jóvenes habitantes de las favelas
y su inserción en el trabajo informal e ilícito en el tráfico de drogas. Al mismo
tiempo, resulta de un esfuerzo colectivo de la investigadora con jóvenes del sexo
femenino que cumplen medidas cautelares y están privadas de libertad, y donde
la calle ganó sentido y referencia para denunciar las violaciones de los derechos
que sufrieron antes de perpetrar el acto delictivo.
Al mismo tiempo este artículo muestra una realidad poco estudiada y com-
prendida y que es la relación de género en el mercado informal e ilícito de drogas
como una nueva expresión o reflejo del desmantelamiento del Estado social,
cuyo objetivo es denunciar la penalidad neoliberal y el fortalecimiento del Es-
tado penal, el proceso simultáneo de desindustrialización y “ghettización” de los
barrios así como de su degradación espacial. Las voces de esas jóvenes denuncian
la forma como la sociedad y el Estado brasileño obligan a la más empobrecida
habitante de la favela a ocupar los peores puestos de trabajo, a tener las peores
condiciones de vida, contrastando pasado y presente, riqueza y pobreza como
fenómenos inherentes.
* Joana das Flores Duarte. Licenciada en Serviço Social por la Pontifícia Universidade Católica do Rio
Grande do Sul y Maestra en Servicio Social por la misma universidad. Se desempeña como Profesora de
la Universidade Federal de Rio de Janeiro. Entre sus publicaciones figura su último libro intitulado: Me-
ninas e território - Criminalização da pobreza e seletividade jurídica, Cortez Editora, São Paulo, 2018.

250
106 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

En este escenario la carencia de ingresos y la ausencia de derechos sociales


asegurados, constituyen el resultado brutal del empobrecimiento y la invisibi-
lidad social. Situación que ubica a familias enteras viviendo de la informalidad
en el mercado de drogas. Por ello, es necesario superar la falsa idea de que ese
ingreso se deriva de una “acción voluntaria”; por el contrario: lo que revelan los
datos oficiales de desempleo es esa una nueva y desastrosa forma de vida de esa
parcela poblacional y segregada en el trabajo informal e ilícito, caracterizado por
un alto riesgo de vida y promotor de una guerra lucrativa y duradera: la guerra a
las drogas.

Capitalismo y regresiones civilizatorias: la juventud


prolearia en el circuito de la precarización

Cuanto más progresa la civilización, más se ve obligada a encubrir


los males que necesariamente trae consigo, ocultándolos con el
manto de la caridad, embelleciéndolos o simplemente negándonos
(Engels, 2012: 222).

El “progreso civilizatorio” en la sociedad capitalista se constituye en la lógica


de la opresión de una clase social por otra. De este modo, Engels (2012) resalta
que la visión ideológica de la clase dominante sólo tiende a justificar la continua
concentración de la riqueza y de los medios de producción implícita directamente
en la sociabilidad humana mediada por el poder de compra y venta, descaracte-
rizando al hombre en cuanto se social histórico, restringiendo sus relaciones a la
esfera de la comercialización y precarización del trabajo.
Dentro de la sociedad de clases, la totalidad se contempla solamente en su
forma abstracta, inmediata, y las relaciones y sus formas establecidas se pre-
sentan como ya dadas, sin vislumbrar sus causas y las posibilidades de cambio,
inclusive, del propio sistema que niega las contradicciones del movimiento de la
historia donde solamente se vislumbran un pequeño fragmento, que obscurece las
relaciones de opresión y dominación de una clase por otra. Es por medio de estos
fragmentos de la realidad que se constituyen los pilares de la dominación y se
falsea la imagen de esa realidad con el supuesto desarrollo económico que niega
sus efectos nocivos inmersos en la profundización de las desigualdades.
En la realidad brasileña, el Proyecto de Ley (PL) nº 4.330/2004, que instituye
la tercerización se puede citar como un ejemplo concreto. Este Proyecto permite
a las empresas, a los capitalistas, “la contratación de trabajadores especializados
en cualquier ramo de actividad para la ejecución de cualquier tarea” y amplia
significativamente los estratos de invisibilidad del mundo del trabajo. Se trata
un proyecto cuyo objetivo es la institucionalización de nuevas formas de preca-

250
trabajo, juventud y género 107

rización ajustadas a la lógica del capital en lo que respecta a la explotación de la


fuerza de trabajo.
De acuerdo con Mészáros (2011: p.69) Este fenómeno no se restringe a los
países subdesarrollados, pues la intensificación de la tasa de explotación del tra-
bajo mantiene una relación con “las tensiones generadas al interior del sistema de
producción del capital”. Para este autor, el desarrollo de las fuerzas productivas
en concordancia con la libre expansión e internacionalización del capital mono-
polista posibilita que el capital alcance un punto de saturación su propio espacio.
Ello significa que incluso los países desarrollados experimente tasas de desem-
pleo y “deterioro de la tasa de ganancia” (2011:70).
En este sentido se debe comprender que el análisis referido está correlacio-
nado con la esfera productiva y que, cuando está experimenta una crisis, el pro-
yecto societario vigente se pone en jaque, en la medida en que la fetichización de
la mercancía pierde —aunque momentáneamente— el imaginario de inserción en
el tejido social y muestra al mismo tiempo el proceso “aglutinador de los indivi-
duos en un patrón jerárquico estructural y funcional para el capital” (Mészáros,
2011: 55).
Situación ésta que se expresa de forma más compleja cuando se relaciona con
la condición de vida y sociabilidad del segmento juvenil proletario. Según los
datos del último censo del Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE,
2010), la población total del país era, en 2010, de 190,755.799 habitantes, de
la que más del 50% (alrededor de 95.377.899) eran adultos. De este total, 51,3
millones son jóvenes de entre 15:29 años de edad. Según esta información del
censo, el 84,8% de ese contingente poblacional juvenil habita en ciudades, mien-
tras que sólo 15,2% en el campo.
En investigación más reciente de 2016 y divulgada a finales de 2017, ese
mismo órgano oficial público su Síntesis de Indicadores Sociales (SIS) con base
en datos del IBGE y de otras fuentes, en relación con las condiciones del mercado
de trabajo, de la distribución del ingreso y de la formación educativa del país. De
acuerdo con sus resultados, en el año de 2016, 11,6 millones de jóvenes (25,8%)
entre 16 y 21 años de edad no estudiaban ni tenían alguna ocupación laboral.
Considerando la población actual estimada por este órgano oficial en 208 mi-
llones 672 mil 78 habitantes en 2017, de ese total 50% (104.337.039) son jóvenes
((IBGE, 2017)).
Respecto a las condiciones del mercado de trabajo, se destaca que los em-
pleados con vínculo formal de trabajo representaban 50,7% de la población
ocupada en 2012. Ese porcentaje mostró regresión en 2016 al llegar a 49,8%,
mientras que el porcentaje de empleados sin contrato firmado (“sem carteira assi-
nada”) declinó en 2015 y se situó en 17,9% mostrando una leve recuperación en
2016 (18,5%) y el de los trabajadores por cuenta propia creció de 2012 (22,9%) a
2016 (24,7%). En lo referente a los desocupados, en 2016, el 62,6% eran negros
o morenos, constituyendo el 54% de la población en edad de trabajar.

250
108 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

Sobre la distribución del ingreso, en términos de clase, género y raza se hacen


evidentes las diferencias ya que del 10% de la población de menor ingreso el
78,5% son negros o morenos. Si se considera al 10% de la población de mayores
ingresos, sólo 24,8% pertenecen a esas categorías. La mayor proporción de traba-
jadores/as ocupados/as formalmente es blanca (68,6%), mientras que las personas
negras o morenas ocupan el 54,6%. Respecto al trabajo sin vehículo de empleo,
el 21,8% son negros o morenos y el 14,7% son blancos. Según este documento,
un 25% de la población vive con ingreso de hasta $5,50 dólares por día (R $387
por mes), incluyendo 42.4 por ciento de niños y adolescentes de hasta 14 años de
edad. Ese cálculo se hizo con base en las líneas de corte utilizadas por el Banco
Mundial y por el IBGE: US$1,90 per cápita por día (R$ 133,72 mensuales) en lo
que respecta a la pobreza extrema y de US$5,50 por día (R$ 387,07 mensuales)
para la pobreza moderada.
En este contexto solamente entre 2015 y 2016, más de 9 millones de brasi-
leños alcanzaron la línea de pobreza, cuyos impactos fueron específicamente el
deterioro del empleo y del ingreso. De ese total, cerca de 5,4 millones se vol-
vieron extremadamente pobres. Sólo en el año de 2016, más de 52,2 millones
de personas vivían por debajo de la línea de pobreza (el 25,4%) respecto al total
de la población del país, y 13,5% millones en la pobreza extrema (6,5% del con-
tingente poblacional). El crecimiento de la extrema pobreza en el país es ya una
realidad: en 2014 representaba 4,1% lo que demuestra que en dos años registró
un aumento de 2,4% de acuerdo con el IBGE (2017).
Dentro de este panorama hay que destacar que es el segmento juvenil el más
afectado. En efecto, el nivel de ocupación que era de 59,1% en 2012, pasó a
50:6% en 2016. Con esa disminución, las mujeres jóvenes fueron las más per-
judicadas, con ocupación laboral de 44 8%, mientras que para los hombres ese
porcentaje alcanzó 65,5%. De acuerdo con el SIS, la tasa de desocupación de los
jóvenes llegó a 18,9% para el sexo masculino y 24% para el femenino. La des-
ocupación para el estrato de edad de entre 16 y 29 años es de 21,1% es la más alta
respecto a los demás grupos de edad. Mientras que los ocupados jóvenes desem-
peñan una jornada de trabajo de alrededor de 49 horas semanarias, sin embargo
la disminución de esa jornada 2016, en promedio de 40 a 44 horas por semana,
representó una pérdida real de ingreso del orden de 1,5% de ese grupo pobla-
cional correspondiente a un valor mensual de R$1,321. Esta cantidad es menor
en R$700 reales que el respectivo a la media nacional: R$2,021 (IBGE, 2017).
En relación con el tema del género, el por ciento de trabajadoras que poseen
enseñanza superior completa alcanzó 23,8%, mientras que los hombres en este
mismo rubro 14,4%. Sin embargo, el hecho de estar en una mejor situación es-
colar no les provee mayores ventajas en el mercado de trabajo, pues la propor-
ción de hombres en función laboral sin instrucción y con enseñanza fundamental
incompleta era de 32,2% mayor que la de las mujeres con 21,8% (IBGE, 2017).
Las mujeres siguen estando en desventaja también cuando comparamos sus
ingresos con respecto a los de los hombres tanto del sector formal como en el

250
trabajo, juventud y género 109

informal de la economía. Es así como, por ejemplo, en 2012, las mujeres con ac-
tividad laboral en el mercado formal de trabajo ganaban 73% respecto a los hom-
bres, a pesar de que en 2016 ese porcentaje mejoró un poco a situarse en 76%. En
la ocupación laboral informal además de la diferencia que esa actividad implica
en el ingreso, en que pese a una pérdida significativa de 20% para los hombres y
de 30% para las mujeres, la falta de instrucción y baja escolaridad provocan que
reciban 20,6% menos que los hombres con el mismo nivel de formación escola-
rizada (IBGE, 2017).
El Módulo de Educación Continua de la PNAD publicó a finales de 2017
datos actualizados relativos a la educación de los jóvenes en el país. De manera
alarmante, la investigación arrojó que 24,8 millones de jóvenes de ambos sexos
de entre 14 y 29 años de edad no frecuentaban la escuela ni recibían cursos pre-
paratorios para elevar su calificación. Otro dato preocupante que revela es el rela-
tivo a que alrededor de 39% de los entrevistados expresaron tener falta de interés
en la formación profesional. Entre los obstáculos señalados las adolescentes y los
jóvenes (21,6%) identificaron la discontinuidad con la vida escolar que mantiene
una estrecha relación con la demanda de los quehaceres domésticos y los cui-
dados de terceros, evidenciando esta manera la existencia y permanencia de un
“papel social femenino” restringido al ámbito privado. Situación que se agrava
aún más en la población que habita en los barrios populares (“favelas”), a la vista
de las dificultades de acceso al mercado de trabajo formal, a la evasión escolar y
la informalidad como moneda de cambio para obtener supuestamente un mejor
ingreso y “oportunidades”, ya que el trabajo informal e ilícito de tráfico de drogas
constituye uno de los grandes empleadores y “demandante de trabajo”.

Favela y des-urbanización: la informalidad como moneda


de cambio

El obrero moderno, en vez de elevarse con el progreso de la in-


dustria, decae cada vez más, por debajo de las condiciones de su
propia clase. El obrero se transforma en un indigente.
(Marx; Engels, 2009: 44).

No es necesario entrar a una favela para comprender cómo se constituye, dadas las
especificidades regionales, políticas, económicas y culturales. Aún más. Existen
tres niveles o componentes históricos en las favelas de asociación que le da ese
fenómeno una misma interpretación en cualquier parte del mundo: la enfermedad,
la violencia y la pobreza. Del África subsahariana al Brasil, la forma como las
personas la describirán ciertamente contendrá similitudes que las conforman.
En el Censo de 2010 el IBGE constató que 11.425.006 score de cuatro per-
sonas, lo que representa 6% de la población del país, habitaban en aglomerados

250
110 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

subnormales1 distribuida en 3.224.529 domicilios particulares ocupados (5,6%


del Brasil). En ese mismo estudio en el IBGE llegó a afirmar que 49,8% de esos
domicilios estaban concentrados en la Región Sudeste, con predominio en los
estados de Sao Paulo, que congregaba 23,2% de los domicilios del país, y de Río
de Janeiro, con 19,1%. Los estados de la Región Nordeste tenían entre 8,7% del
total (94% en Bahía y 7,9% en Pernambuco) La Región Norte congregaba 14,4%
y el Estado de Pará el 10,1%. En las Regiones Sur (5,3%) y Centro-Oeste (1,8%),
la proporción era menor (IBGE, 2010, p.38).
A partir de estos datos podemos observar que buena parte de los conglome-
rados están localizados en las capitales de la región Sudeste, regiones que fueron
escenario del proceso migratorio interregional a finales del siglo XIX y durante
todo el siglo XX. Proceso ligado directamente a la dinámica productiva, de la
cual buena parte de la mano de obra provino de la región nordeste del país. Esto
ocurrió debido al declive económico de la producción azucarera y a la apertura
del incipiente proceso de industrialización, precedido de la expansión económica
de la actividad cafetalera en el Estado de Sao Paulo, que fue el que más absorbió,
en ese proceso, fuerza de trabajo migratoria.
Esa fuerza de trabajo fue indispensable en la ampliación del espacio urbano,
particularmente empleada en la construcción civil y en el área de urbanización
e infraestructura. Fue partir de allí, que los estados de Río de Janeiro y de Sao
Paulo se desarrollaron sin planificación urbana capaz de incorporar a esa pobla-
ción trabajadora migrante y local como parte constitutiva de la ciudad. Proceso
que se desencadenaría más tarde en las demás regiones centrales de todo el país.
Paulatinamente la delimitación del espacio público fue diseñada por el Estado y
el capital. La ciudad pasó ser vista como parte individual y segregada, compuesta
sólo por el núcleo duro de los empleadores; y las favelas tanto en el seno de la
ciudad como en sus regiones metropolitanas pasaron a constituir el lugar extra
oficial del Estado y de la fuerza de trabajo del capital.
Ese trayecto migratorio estuvo marcado por dos factores centrales: 1) la im-
posibilidad del trabajador(a) rural de ser dueño de la tierra a la luz de la disputa
desigual con la gran propiedad territorial; 2) debido al movimiento de transfor-
mación en la región Sudeste, desencadenando la migración motivada por nuevas
oportunas de trabajo y generación de renta. Aún más, esa transición del campo a
la ciudad, conocida en la literatura como éxodo rural, no implicó de suyo la em-
pleabilidad de toda la mano de obra (que fue masiva). La falta de trabajo, sumada
a las dificultades de habitación y movilidad, ese contingente de trabajadores y tra-
bajadoras pasó a ocupar las regiones periféricas y próximas al trabajo2, creando
así un contraste entre riqueza y pobreza humana.

1 Este término se utiliza para describir las características y condiciones territoriales de las personas que
viven en las favelas brasileñas.
2 Esa realidad de vivir cerca del trabajo comienza a ser puesta en jaque con la valorización de los barrios
y el proceso de higienización instaurado por los gobiernos dictatoriales. Con el avance de la especulación

250
trabajo, juventud y género 111

Cuadro 1
Mayores favelas de Brasil por número de habitantes
Rocinha - Rio de Janeiro 69 161 habitantes
Comunidade Sol Nascente - Distrito Federal 56 483 habitantes
Rio das Pedras - Rio de Janeiro 54 793 habitantes
Coroadinho - Maranhão 53 945 habitantes
Nova Jurunas - Pará 53 129 habitantes
Casa Amarela - Pernambuco 53 030 habitantes
Pirambú - Ceará 42 878 habitantes
Paraisópolis - São Paulo 42 826 habitantes
Cidade de Deus - Amazonas 42 476 habitantes
Heliópolis - São Paulo 41 118 habitantes
Fuente: Sistematizado por la autora con base en los datos del IBGE, Censo 2010.

En Brasil existe más de 6.300.000 favelas, y algunas de ellas poseen más


habitantes que la mayoría de los municipios brasileños. Esta afirmación extraída
también del censo 2010 del IBGE, muestra un dato estremecedor: las 10 mayores
favelas del país poseen más de 40.000 habitantes y todas juntas concentran más
de 509.800 centenares de personas (IBGE, 2010), de acuerdo al Cuadro 1.
De acuerdo con el IBGE, las favelas no son iguales en todas las ciudades:
mientras que Río de Janeiro por ejemplo, es común que sean constituidas por
callejones y callejuelas, con habitaciones de dos o tres pisos, en otras capitales,
como fortaleza, esas regiones poseen calles que se intercomunican con otros ba-
rrios y las casas apenas tienen pavimento. Ello debido a que la formación de las
favelas considera el espacio geográfico. En la ciudad de Río de Janeiro buena
parte se formó en las colinas (“morros”), en las áreas boscosas, mezclando ri-
queza y pobreza en el mismo espacio. Al respecto es digno de mención la comu-
nidad de Vidigal, en el barrio La Leblon. En realidad esta distinta a Porto Alegre,
donde las favelas están situadas en áreas “aislada” de los barrios más elitistas.
Incluso con base en los datos del IBGE es posible inferir que aproximadamente
90% de las personas que habitan en las favelas en el país reside en las capitales y
en sus regiones metropolitanas.
La favela permanece como fenómeno atemporal, aunque con sus especifici-
dades regionales y delimitaciones históricas. De este modo podemos decir que
las favelas de ayer dicen todo, o casi todo, de las favelas de hoy. Esto porque las
relaciones de producción y reproducción del modo de producción capitalista no
fueron superadas; por el contrario, la dominación de una clase por otra solamente
profundizó los niveles que sustentan esta realidad, al punto de que es práctica-
mente inviable pensar en la actualidad en el fin de las favelas en Brasil, y quizás
inmobiliaria, la creciente transferencia de habitantes de las favelas hacia regiones cada vez más distantes,
ha sido hasta nuestros días una práctica recurrente del Estado y del capital.

250
112 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

en el mundo. No es casual que esta figura de la favela siga siendo el locus del
empobrecimiento, de la baja escolarización, de la marginación y criminalización
de los sujetos que la habitan, y de la masa de trabajadores y trabajadoras incluso
en condición de asalariadas en el mundo del trabajo formal, marcado por el nivel
de dependencia y subordinación cada vez mayor, confluyendo así, categorías an-
tagónicas como formalidad e informalidad.
Considerar el trabajo informal en tanto dinero de cambio, tiene como obje-
tivo explicar que esa masa de trabajadores/as informales, al ingresar al mercado
de trabajo también informal, ya sea dentro o fuera de la favela, mantienen en el
modo de producción capitalista, a su fuerza de trabajo como un valor de uso, pero
con remuneración inferior a las condiciones de manutención y reproducción de la
misma. La informalidad al mismo tiempo que no asegura la imprevisibilidad de
los derechos de los trabajadores, transfiere hacia el sujeto la responsabilidad de
proveer y desempeñar funciones, como la necesidad de la vida y la emergencia de
sobrevivencia, y las despojan de las condiciones concretas de profesionalización
e ingreso en el mercado de trabajo formal con alguna estabilidad. Junto a la infor-
malidad figura la permanencia de la inseguridad alimentaria para esa población
que para el Brasil, de acuerdo con los datos proporcionados por la FAO (Organi-
zación de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) posee más
de 7 millones de pobres sin asistencia social. El documento muestra que en el año
de 2016 cerca de 2 millones de familias brasileñas sobrevivieron con menos de
133,72 reales mensuales, este grupo no recibió ningún auxilio monetario del go-
bierno, ni de Bolsa Familia, ni el Beneficio de Prestación Continuada (BPC). La
gravedad de la crisis económica mundial de 2008 y, más precisamente, el empeo-
ramiento de la situación económica actual del país, dejó solamente en el año del
2017, según datos del IBGE (PNAD Continua), más de 12 millones de personas
desempleadas. Aumento que, de acuerdo con el Instituto, se viene incrementando
desde 2014, afectando mayoritariamente a las personas que habitan las ciudades
y regiones metropolitanas.
El desempleo, sumado a la caída del poder de consumo de los brasileños,
afecta directamente las personas pobres y a los habitantes de las favelas de todo
el país. Sin embargo, la condición del asalariado formal para las personas de baja
escolarización y habitantes de la periferia confluyen con los mecanismos de la
informalidad, porque esos sujetos en la escala productiva ocupan los puestos de
trabajo más precarizados y rotativos, lo que en la realidad los ubica constante-
mente en un punto singular de la informalidad. Por eso, el ingreso de los jóvenes
habitantes de las periferias de tráfico de drogas requiere ser entendido también
como resultado de la ausencia de trabajo formal, seguro y estable.
Importa destacar que para el segmento joven que vive en la favela del riesgo
del trabajo en el tráfico de drogas constituye sólo un riesgo más experimentado
por ellos. Esto tal vez explica por qué de la adhesión masiva de los jóvenes po-
bres en ese mercado informal e ilícito. Aunque la cuestión monetaria sea señalada

250
trabajo, juventud y género 113

como la necesidad central para el ingreso en dicho mercado, la idea de perte-


nencia y poder también atraviesan esa realidad. Si en el mundo del trabajo formal
de las clases subalternas habitantes de la favela conviven con el preconcepto y la
rotulación en las áreas urbanas desarrolladas, permaneciendo todo el tiempo bajo
la mirada de la vigilancia de los empleadores, en la favela, el tráfico no sólo as-
ciende en el ingreso sino que también hace de ese espacio un lugar de visibilidad
del segmento que fuera de la favela es invisible o criminalizado por su condición
social.
Por siguiente, la masa de jóvenes de ambos sexos (predominantemente negra
y de baja escolarización) que ingresan en el tráfico de drogas, experimenta un
lugar de ascenso —porque hay jerarquía y deseo por asumir puestos dentro de esa
organización—. Otra cuestión al respecto de la alta tasa de desempleo para ese
segmento, según datos del IBGE (2017), Brasil tenía 850.000 jóvenes de entre
14:19 años de edad en busca de empleo hace más de un año. Son jóvenes deno-
minados desempleados de larga duración. Esto desmitifica la falsa idea de que el
ingreso de jóvenes en el tráfico es siempre la primera opción, y ese dato hace un
contrapunto importante con el discurso relativo a que “trabajo no falta”. No sólo
falta trabajo, sino, sobre todo, condiciones para que ese trabajo genere nuevas y
enriquecedoras experiencias sociales al segmento juvenil, pues en general esa
mano de obra además de ocupar puestos más precarios, posee menos remunera-
ción comparada con los otros segmentos, de acuerdo a lo que ya mencionamos.
Cabe recordar que ese número de personas señalado por el Instituto, refiere a los
jóvenes que no desistieron de buscar empleo, sin embargo, hay un número del
cual no se tiene acceso de jóvenes que renuncian a encontrar un empleo y están
desempleados. Otra cuestión es que el valor monetario y simbólico del trabajo
formal dirigido al segmento, de modo general es precario y visto por la sociedad
como una actividad de menor valía.
Con la reciente modificación de jurisprudencia de la justicia laboral, donde
más de 100 artículos de la Consolidação das Leis do Trabalho, CLT (Consolida-
ción de las Leyes del Trabajo) fueron modificados, se puede decir que el marco
destructivo de esos cambios está directamente relacionado con la liberalización
de la tercerización de los contratos de trabajo, que establece prioridad de lo ne-
gociado por sobre lo legislado. Eso significa una pérdida histórica en el campo
del derecho social del trabajo, que permite al patrón poder rebajar y negociar los
salarios, el aumento del horario de trabajo de 44 a 48 horas por hora, despidos en
masa, negociación de las vacaciones que pueden ser divididas hasta en tres partes
por año, la substitución del contrato formal del trabajo por intermitente3, el fin de
la contribución sindical y la modalidad de trabajo home office4. Éstas son algunos
de los cambios recientes aprobados por la reforma laboral.
3 El empleado intermitente solamente es llamado cuando hay demanda. Modelo muy próximo al “con-
trato de cero horas” utilizado ampliamente en el Reino Unido, donde actualmente se calcula que más de
1 millón de trabajadores empleados bajo esta modalidad.
4 Trabajo en casa o a domicilio.

250
114 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

De acuerdo con Sotelo (2015: 80):

La flexibilización del trabajo y su precarización constituyen el producto más acabado


de las transformaciones estructurales e institucionales que han ocurrido en las dos úl-
timas décadas y que se hay proyectado negativamente en los salarios, en la categoría
contractual y en las funciones desempeñadas por los trabajadores para colocar esos
componentes en función de las necesidades de la producción, de la productividad, de
los mercados y de la tasa de ganancia.

Las implicaciones de esa reforma para el mundo del trabajo son desastrosas
pero, si las enfocamos en el corto y largo plazos para el segmento juvenil, el
escenario es catastrófico. El tono no es de alarde, sino un hecho concreto. El des-
empleo alcanzó en 2017 la mayor tasa de 30% entre los jóvenes de entre 15 y 24
años de edad en busca de ocupación. Los datos divulgados por la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) en un estudio intitulado: “Tendencias Globales
de Empleo para la Juventud 2017” muestra que la tasa brasileña e más del doble
de la media mundial, de alrededor del 13,1%. El estudio, con un enfoque global,
agrega que la juventud representó, sólo en 2017, 70,9 millones de jóvenes des-
empleados, lo que significa más de 35% de la población desempleada en todo el
mundo. En sus proyecciones para 2018, la OIT no es optimista al considerar un
aumento de más de 200 mil que situaría el desempleo total en 71,1 millones de
jóvenes desempleados y en búsqueda de ocupación. Al respecto en su evaluación
la OIT estima que Brasil ocupa la 36ª posición entre más de 190 economías del
planeta.
En lo relativo a la dimensión de género, el informe destaca a nivel global que
las mujeres aún son las más perjudicadas respecto al acceso al mercado formal de
trabajo. En el año de 2017, por ejemplo, la tasa de participación de las mujeres
jóvenes en la fuerza de trabajo fue de 16,6% menor que la de los hombres de
igual condición de edad. Las tasas de desempleo también son significativamente
mayores que las de los hombres jóvenes. Además de esto, la diferencia de género
en la tasa de jóvenes que no están trabajando y estudiando o recibiendo entrena-
miento es aún mayor: globalmente, esa tasa es de 34,4% de las mujeres jóvenes,
comparado con el 9,8% de los hombres jóvenes.
En lo que respecta al ingreso, el informe muestra que 160 millones 800 mil
jóvenes (39%) de los países llamados emergentes y en desarrollo sobreviven con
menos de tres dólares por día, lo que los ubica en situación de pobreza moderada
o extrema. Por este conducto, el informe afirma que tres de cuatro jóvenes están
empleados en el mercado informal. También señala un aumento de la fuerza de
trabajo de baja calificación en los países en desarrollo y emergentes (OIT, 2017).
Sobre las tasas de desigualdad, de acuerdo con el Instituto de Pesquisa
Econômica (IPEA), durante el periodo de 2013 a 2016, favoreció direc-
tamente el ingreso de los más ricos, con rendimiento mensual superior a
160 salarios mínimos (R$152,640,00). Este beneficio se dio mediante los

250
trabajo, juventud y género 115

ingresos de capitales, tales como aplicaciones financieras y dividendos


—que es la participación accionaria en las ganancias de las grandes empresas.
Contraponiéndose a ese escenario, según datos que la PNAD continúa publi-
cando a inicios de 2018, el número de personas que desistieron de buscar em-
pleo entre 2000 y 2017 pasó de 1,9 millones de personas a 4,3 millones (PNAD,
2018). Junto a este dato, el número de sus empleados alcanzó 23,6% de la fuerza
de trabajo, lo que significa la existencia de 26 4 millones de personas u empleadas
en el país. Para Sotelo (2015, p. 175), “no cabe duda de que la categoría social
más afectada de la población por las crisis y la precariedad laboral, salarial y
existencial a nivel mundial es la Juventud.
Nótese que a partir de los datos reseñados, el índice de jóvenes desempleados/
desocupados en Brasil no es un fenómeno reciente, sino que prefigura un agrava-
miento frente al índice de desempleo que asola no solamente la población joven,
sino sobre todo al contingente de trabajadores y trabajadoras. Es en este con-
texto que le conferimos centralidad a la categoría Trabajo por ser ella el principio
orientador de las contradicciones sociales antagónicas, huyó punto de partida es
la desmitificación crítica “…del antagonismo de clases entre trabajo-capital, que
subyuga y oprime a la mayoría de la sociedad bajo la dominación estructural y
jerárquica del capital” (Mészáros, 2009, p.189). En lo relativo a la división sexual
y de género del trabajo en la órbita del capital, es posible afirmar que recae sobre
las mujeres/jóvenes los mayores índices de desempleo y baja remuneración, au-
nado a las sobrecargas de los cuidados relativos a la manutención de la fuerza de
trabajo vía actividad laboral doméstica, que es invisibilizada y no remunerada.
Por último, existe un significativo límite por parte del Estado en relación con
los recursos sociales dirigidos a la población económicamente afectada por la
crisis, considerada por el nivel de empobrecimiento y reducción del consumo de
los trabajadores.

A modo de conclusión

Cuanto más numerosos son los que sufren, más naturales parecen
sus sufrimientos, por consiguiente. ¿Quién desea impedir que se
mojen los peces del mar? Y los sufrimientos mismos comparten esa
dureza contra sí y dejan que les falte entre sí. Es terrible que el
hombre se resigne tan fácilmente con lo existente, no sólo con los
dolores ajenos, sino también con los suyos propios. Todos los que
meditan sobre el mal estado de las cosas renuncian a apelar a la
compasión de unos por los otros. Pero la compasión de los oprimidos
por los oprimidos es indispensable. Ella es la esperanza del mundo.
Bertolt Brecht

250
116 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

Hasta aquí buscamos dar un pequeño panorama de la formación del trabajo y de


sus expresiones en la economía brasileña de formación económico-social peri-
férica, mediante datos y elementos importantes en lo relativo a la desigualdad
social contemporánea y sus consecuencias en el segmento juvenil y en la faveli-
zación del espacio público, como resultado de la alta concentración de la riqueza
en detrimento de la masificación de la pobreza.
El párrafo extraído de Bertolt Brecht es una invitación a la lucha y a la insumi-
sión al orden social vigente. El propósito de este artículo fue denunciar la deuda
histórica de nuestro país en lo que respecta a la desigualdad social y a la crimi-
nalización de los pueblos pobres, las sobrecargas del mundo del trabajo formal y
doméstico que afectan especialmente las mujeres, la castración de los cuerpos y
las múltiples expresiones de violencia que se originan por la vía de la soberanía
del sexo masculino sobre el femenino.
En este artículo, fue posible obtener, mediante los indicadores sociales del
IBGE, el perfil de de las jóvenes/mujeres pobres habitantes de las periferias, de-
velando las continuidades de la aristocracia burguesa del Estado brasileño que,
en tiempo presente, coquetea con la ideología liberal conservadora, marcada por
agresivas prácticas neoliberales de desregulación del mercado, disminución del
Estado social y advenimiento del trabajo informal y precario, validando la regu-
lación y prisionalización territorial del subproletariado urbano.
Urge, por tanto, el debate sobre la democratización del espacio público y la
descriminalización de la favela. Se evidencia la necesidad de ampliación en el
debate de la base popular sobre las atribuciones de la seguridad pública y del
Estado, con el fin de que se construyeron las bases críticas de enfrentamiento al
proyecto de segregación y erosión del espacio público. El ingreso en el tráfico
de drogas se muestra como una de las alternativas, tanto económica como de
significado e identidad social. Contradictoriamente, la visibilidad del segmento
en la esfera criminal traduce en datos la emergencia de un modelo contrapuesto
al que se viene ejecutando relativo al endurecimiento de la legislación penal en
el área de las drogas. En la perspectiva conservadora, la cual en Brasil y en el
mundo se viene consolidando, hace de la cuestión un tema mediático, manipular
la opinión pública y construye el arsenal ideológico e institucional contra el (la)
enemigo (a).
Entonces, es por la vía política que el gobierno actúa en la propaganda del
terror y de proyectos que apuntan a la cristalización y conservación de los in-
tereses de la clase dominante. Con base en los datos presentados en el presente
artículo, concluimos que son personas con ingreso en el mercado de trabajo se
hace por la vía de la informalidad, aunado a las precarias condiciones de acceso
a las políticas sociales y públicas que subsidian sus demandas. Es el segmento
juvenil, por consiguiente, permanecen condiciones limitadas de inserción, de ciu-
dadanía, de visibilidad, promoviendo lo que se denomina “ciclos generacionales
de invisibilidad”.

250
trabajo, juventud y género 117

Por otro lado, se aprenderán, frente a las circunstancias, formas de sociabi-


lidad comunitaria, territorial y familiar muy específicas. Algunas atravesadas por
la violencia, otras, constituidas por ella. El aumento de adolescentes privadas de
libertad y su involucramiento en el mercado informal e ilícito de drogas ponen en
jaque la falacia del proyecto gobiernista-reformador, al mostrar que el perfil de
las adolescentes hoy, presas, coincide con los estratos más vulnerables de nuestra
sociedad: predominantemente negra, pobre y habitante de la periferia.
Tales factores sólo contribuyen para mantener el estereotipo de la joven en
“situación irregular”. Como en el pasado, la vigilancia policiaca está restringida
al segmento pobre y habitante de la favela, la cual está compuesto por sujetos
históricamente invisibilizados, pero que frente a las transformaciones sociales,
emergen como nuevos. Las jóvenes son, de esta forma, incorporadas al control
punitivo del Estado penal. Se destaca la necesidad de promoción de la promoción
integral articulada a las políticas públicas, acciones y programas de prevención
de la violencia intrafamiliar como, por ejemplo, las políticas de enfrentamiento
a la violencia contra la mujer, pero de modo ampliado, contemplando demandas
del segmento juvenil. Los desafíos de superación del orden aristocrático burgués,
consisten en la crítica radical a la judicialización de la vida y de las expresiones
de la cuestión social, suprimiendo la lógica de culpabilización del individuo y
redimensionándola como expresión del conflicto socio histórico entre el trabajo
y el capital.
Nótese que a partir de los datos presentados, riqueza y pobreza son dos caras
de la misma moneda, y no solamente esto, una está directamente subordinada a
la otra, en la medida en que opera una significativa reducción por parte del Es-
tado de los recursos sociales que el Estado dirige a la población económicamente
afectada por la crisis, expresada en el nivel de empobrecimiento y reducción del
consumo de los trabajadores, especialmente del segmento juvenil, en contraposi-
ción a la mayor des-regulación y flexibilización del mercado en las operaciones
financieras.
Develado el fenómeno de la criminalización de la pobreza como resultado de
una sociedad desigual marcada por los altos índices de concentración del ingreso,
por el cercenamiento del espacio público, por la “guetización” de las áreas peri-
féricas, así como por el encarcelamiento de los más pobres, en su mayoría negros
(a) y con baja escolarización, que habitan esos territorios hoy considerados e
institucionalizados por el poder público como guetos, villas o favelas.
En este artículo mostramos un pequeño panorama de la formación del trabajo
contemporáneo y sus expresiones en la economía brasileña de formación peri-
férica, mediante datos y elementos importantes en lo relativo a la desigualdad
social y sus efectos negativos en el segmento juvenil; la favelización como resul-
tado del alta concentración de la riqueza en detrimento de la masificación de la
pobreza, donde la calle y la cárcel para los jóvenes constituyen fenómenos intrín-

250
118 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

secos, porque ambos espacios el Estado Penal los confina a costa de la reducción
del espacio público.

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250
119

Formación de recursos humanos, nuevas


trayectorias ocupacionales y exclusión laboral
de los jóvenes profesionistas en México

DÍDIMO CASTILLO FERNÁNDEZ*


SILVIA IRENE ARCOS SÁNCHEZ**

Introducción

A pesar de las modificaciones sustanciales experimentadas en el mundo del tra-


bajo en las últimas décadas, éste mantiene aún un papel central en la vida de los
individuos. Todas, o casi todas, las actividades giran directa o indirectamente en
torno a él; no sólo como fuente de ingreso y estabilidad personal y familiar, sino
también como forma de cohesión e integración social. De ahí que su escasez
y condiciones deficitarias de calidad desencadenen un abanico de problemas y
desajustes sociales. La incorporación al mercado de trabajo es aún una de las
transiciones más importantes y complejas en la vida de las personas, con conse-
cuencias diversas particularmente en los jóvenes que aspiran al primer empleo y
a quienes lo logran en condiciones de mala calidad, inestabilidad, precariedad y
bajos ingresos.
Cabe decir que, durante el Estado de bienestar, promovido en nuestros países
con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, se crearon empleos caracteri-
zados por la estabilidad de contratos y seguridad en los ingresos acordes con las
necesidades mínimas socialmente establecidas, que permitieron el ascenso en la
escala social ligado al nivel educativo de los trabajadores. No obstante, con la
implementación del modelo neoliberal, la flexibilización y la desregulación la-
boral, se originaron nuevas formas de empleo con las que se vieron deterioradas
las condiciones laborales y de bienestar general de los trabajadores. En el mo-
delo económico actual, los empleos tradicionales y nuevos pueden coexistir en
el espacio laboral; pero son más notorios los empleos desprovistos de seguridad
social, derecho a la jubilación, carentes de prestaciones e ingresos suficientes,
entre otros indicadores; y son las nuevas formas de empleabilidad con contratos

* Profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del


Estado de México. Correo electrónico: didimo99@prodigy.net.mx y didimocastillofernandez@gmail.
com
** Egresada de la Maestría en Políticas Públicas y Gobierno de la Facultad de Ciencias Políticas y So-
ciales de la Universidad Autónoma del Estado de México. Correo electrónico: arcos.silvia.ir@gmail.com

250
120 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

de prueba, de capacitación inicial y de temporada, con bajos ingresos, las que


tienden a prevalecer.
El lento crecimiento del país, el incremento de la población en edad de tra-
bajar, la escasez de empleo, el aumento de la informalidad, los bajos salarios y la
masificación de la educación, son algunos de los factores que han desencadenado
un desequilibrio estructural que afecta a toda la fuerza de trabajo. Las desigual-
dades sociales y de capital humano son factores que condicionan el acceso al
mercado laboral y definen la calidad y distribución de ingresos; de ahí que los
más vulnerados participan en el mercado laboral como desocupados, empleados
informales, o empleados formales pero precarios con bajas remuneraciones. Los
cambios en las formas de ocupación y uso de la fuerza de trabajo repercuten sobre
todos los sectores sociodemográficos; pero son los jóvenes el sector que ha visto
más reducidas sus oportunidades en el mercado laboral; su exclusión del empleo
da cuenta del desaprovechamiento de esa fuerza laboral, dadas las condiciones de
precariedad del ingreso y pobreza laboral en la que se encuentra una parte impor-
tante de dichos trabajadores. Algunos estudios recientes muestran que los jóvenes
que realizaron estudios profesionales con la expectativa de mejorar sus condi-
ciones laborales y sociales se han topado con un mercado laboral deteriorado y
más exigente —que a través del discurso de las competencias ha trasladado la
problemática de creación y limitaciones de empleos al ámbito de la educación—,
que hace obvia la contradicción de que son los jóvenes instruidos profesional-
mente los relativamente más afectados en su inserción en el mercado laboral, en
cuanto a desocupación y desempleo desalentado y quienes mayormente han visto
reducidos sus ingresos medios (Castillo, 2017).
Una particularidad del modelo neoliberal es que generó una forma de ex-
clusión laboral institucionalizada, basada en la flexibilización y desregulación
segmentada e inestable de los procesos de trabajo, con el consiguiente deterioro
de las condiciones laborales; originando nuevas formas de exclusión en las que
educación tiene cada vez menos incidencia en la inserción en un empleo y/o lo
hace generando trayectorias laborales erráticas e inciertas entre los nuevos tra-
bajadores. Normalmente se asume que la exclusión laboral y las desigualdades
sociolaborales y de ingresos son el resultado directo del rezago educativo y de
las incapacidades o limitaciones individuales en un mundo laboral cada vez más
competitivo. No obstante, los jóvenes con estudios profesionales son los más
afectados por el desempleo abierto, los bajos ingresos y el desempleo desalen-
tado; contrario a aquellos que en épocas anteriores pudieron movilizarse social-
mente teniendo como base sus estudios y la adquisición de capital humano (Cas-
tillo, 2017). La masificación de la educación, la inflación o devaluación de los
títulos, sumada a la poca creación de empleos, está dejando atrás los tiempos de
la “carrera laboral” en relación con la formación profesional, y dejando fuera a
los jóvenes a pesar de su capital humano y la adquisición de mayores elementos
de competencia. Los mercados laborales globalizados, supuestamente más cen-

250
formación de recursos humanos, nuevas trayectorias ocuPacionales... 121

trandos en las competencias, el conocimiento y las habilidades no están com-


pensando con empleos dignos ni salarios suficientes el esfuerzo de los jóvenes,
quienes tienen que enfrentar un mercado laboral con pocas oportunidades, más
inseguro y menos rentable.
A pesar de que México tiene el potencial económico y la fuerza laboral su-
ficiente, las condiciones en las que se encuentra el mercado laboral y el rela-
tivamente bajo crecimiento económico, limitan la creación de empleos, siendo
dicha fuerza de trabajo desaprovechada por la desocupación, informalidad y los
bajos ingresos. En los jóvenes se ponen las esperanzas de desarrollo del país,
sin embargo, no se les están brindando las oportunidades en educación ni em-
pleo, suficientes y de la calidad demandada, relegándolos del mercado laboral.
De ahí que, si bien al gobierno le corresponde hacer respetar y garantizar los
derechos laborales, constitucionalmente establecidos, por el contrario ha operado
en consonancia con las demandas y requerimientos del capital, adecuando la ley
a conveniencia de dicho sector, desregulando y flexibilizando el mercado laboral;
olvidando, incluso, el papel que la educación pudiera jugar como determinante
en una mayor productividad, vinculada a las posibilidades de estimular el creci-
miento económico e incidir sobre la estructura salarial.
El abordaje del tema tiene como referentes investigaciones como las de De
Oliveira (2006), Navarrete (2012), Castillo (2017), entre otras; centradas en el
análisis de la situación de los jóvenes con estudios profesionales en comparación
con sus pares menos escolarizados y en dar cuenta de las condiciones de inserción
al mercado laboral. El artículo analiza la manera como la lógica del capital relegó
a la formación profesional los problemas inherentes del mercado de trabajo y
cómo las competencias se han planteado y vuelto centrales como condición para
la inserción en los mercados laborales, particularmente para los jóvenes profesio-
nistas, ante entornos de rápida evolución de los conocimientos y su aplicación, y
las limitaciones reales de oportunidades en el mercado laboral.

Exclusión laboral y nuevas trayectorias ocupacionales

Durante la vigencia del modelo de Estado de bienestar, la intervención del Es-


tado jugó un papel central en la resolución de los problemas económicos y de
integración social, así como las políticas planteadas desde el keynesianismo, que
incentivaban la demanda del mercado mediante la política de pleno empleo, de
asignación salarial y redistribución del ingreso, y seguridad social laboral de los
trabajadores. El Estado aseguraba, modificaba y regulaba las fuerzas del mer-
cado, a través de medidas legislativas y administrativas, actuando como el agente
central en la organización de la economía y mediador en la relación capital y
trabajo (Hernández, 2010). No obstante, con la crisis del Estado de bienestar,
a mediados de la década de 1970 y comienzos de la de 1980, y la adopción del

250
122 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

modelo neoliberal1, se dio paso a una nueva era de flexibilización de los procesos
productivos, que cambió la forma de organización de la producción y gestión del
trabajo subordinado, con consecuencias en las condiciones de vida de los traba-
jadores (Castillo, 2017).
Si antes prevalecía el principio del Estado en la regulación, con la transición
al modelo neoliberal, los principios rectores fueron los del mercado; ahora la
intervención del Estado sería cuidar la no obstaculización de los objetivos de la
política económica liberalizadora.

El neoliberalismo es el modelo económico y político, surgido de la crisis de acumula-


ción experimentada por los países capitalistas avanzados a mediados de la década de
1970 y consecuentemente de las nuevas estrategias globales de competencia orienta-
das a la recuperación de la rentabilidad perdida por parte de los sectores capitalistas
(Castillo, 2009: 33).

El cambio del modelo keynesiano al neoliberal, fue uno de los aconteci-


mientos que más impactó a la clase trabajadora, no sólo porque el Estado dejó
de participar en los asuntos económicos, sino porque otros organismos externos
intervinieron en la vida económica, política y social del país, e implementaron
reglas para el funcionamiento a nivel nacional e internacional, introduciendo al-
teraciones que afectaron al mercado laboral y a sus trabajadores. De acuerdo con
Castillo y Baca (2017), la reestructuración económica no incentivó la creación
de empleos, pero sí promovió la segmentación de los mercados de trabajo, con el
deterioro de las condiciones laborales. El modelo neoliberal introdujo cambios en
la forma de organización y gestión del trabajo, flexibilizándolo, desregulándolo
y precarizándolo. Con el repliegue del Estado y la promoción de la producción
y organización flexible, se modificó la relación capital-trabajo, y las nuevas re-
laciones laborales implicaron nuevas estructuras ocupacionales. La estrategia de
flexibilización de las relaciones laborales se fundamentó en la idea de que los
problemas del mercado laboral se encontraban en su rigidez y por lo tanto en
los costos de la mano de obra; ante lo que el capital pugnó por la desregulación
contractual del trabajo.

Esta organización flexible de la producción implica la proliferación de toda una nueva


clase de jornaleros urbanos que construyen sus trayectorias de forma desordenada e
impredecible, quedando sus expectativas de promoción sociolaboral ascendente peli-
grosamente supeditadas a las necesidades del mercado (Zubiri, 2008: 3).

1 El modelo neoliberal surge del Consenso de Washington, a partir de éste se diseña una política econó-
mica que busca la reducción del papel del Estado, la desregulación, la liberalización de los mercados y
la privatización de bienes y servicios. Fue impuesta, en mayor medida, a los países en desarrollo como
condicionante para recibir importantes préstamos de los organismos financieros, como el Fondo Mone-
tario Internacional y el Banco Mundial (Hernández, 2010).

250
formación de recursos humanos, nuevas trayectorias ocuPacionales... 123

En este entorno laboral, el concepto de desempleo ha perdido sentido y signifi-


cado ante la expansión del trabajo independiente, autónomo o por cuenta propia;
la misma noción de trabajo ha perdido valor conceptual, al desaparecer las formas
salariales convencionales y cobrar importancia formas de contratación inestables
salarialmente precarias (Castillo, 2009; Castillo y Baca, 2017). La “gran fábrica”
y las relaciones de trabajo tradicionales fueron desplazadas por las nuevas estruc-
turas de empleo del sector servicios o terciario y por otras formas de empleo dife-
rentes al industrial —trabajo a domicilio, subcontratación, outsourcing—; en las
que los excluidos del campo laboral terminan siendo sujetos débiles, sin derechos
en la negociación económico-comercial (Hernández, 2010). Los jóvenes son uno
de los grupos más afectados por el modelo neoliberal: unos, pocos quizás, alcan-
zaron el modelo clásico del empleo, otros están insertos en las nuevas formas de
empleo que resultaron de las nuevas reglas económicas del modelo neoliberal. A
pesar de representar la fuente generadora de ingreso, la realidad es que las ocu-
paciones se han tornado excluyentes; la desocupación e inclusive el desempleo
desalentado son formas de exclusión.
Aunque el término de “exclusión” es controvertido y se ha utilizado para re-
ferirse a distintos fenómenos sociales, en el ámbito laboral se plantea como un
rasgo de la modernización globalizada, en la que la tendencia es la generación de
un amplio excedente laboral, que va más allá de las condiciones de funcionalidad
sistémica propias del capitalismo monopólico (García, 2006). La globalización
neoliberal ha implicado cambios importantes: por un lado, modificó la función
del espacio y el carácter de los procesos “locales” vinculados a la producción
globalizada y, por el otro, estableció una mayor fragmentación y diferenciación
económica, social y en los mercados de trabajo. La globalización originó una
paradójica tensión entre las tendencias de homogenización y uniformización, pre-
sumiblemente derivadas de las condiciones globales de operación de los procesos
sociales, y las desigualdades sociales, resultadas de la formas de exclusión y so-
breexplotación del trabajo (Castillo, 2009). Se pretende así la homogenización,
por ejemplo, en el consumo, pero todo lo contrario en cuanto a la distribución de
la riqueza, en la que se afirma la lógica de la dependencia económica en la que
unas naciones son más ricas y otras más pobres; unas desarrolladas y otras en
proceso de desarrollo, aunque difícilmente lo alcancen, dado que las reglas que
hacen funcionar las economías global están diseñadas para aventajar y beneficiar
a los controladores del capital (Wallerstein, 1999)2. Las desigualdades entonces
se hacen presentes a nivel macroeconómico, local y entre los individuos, que
entran en la dinámica del mercado laboral de manera formal, informal, precari-
zada o desocupada, o se repliegan del mercado en la condición de desempleados
desalentados.
2 En la conceptualización de Wallerstein (1999: 132), el desarrollo como desarrollo nacional, además
de no ser posible, “para la mayoría de los estados es imposible de alcanzar”; de serlo podría ser incluso
“pernicioso” como objetivo político; ya que siempre sus beneficios por fuerza serían a expensas de alguna
otra zona o país.

250
124 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

Durante el modelo de Estado de bienestar, antes de la crisis de mediados de


la década de 1970 y comienzos de la de 1980, la característica más importante
del mercado de trabajo fue la centralidad del empleo formal o empleo moderno,
que implicaba el reconocimiento y respeto de derechos laborales y salariales
instituidos; lo que no impidió la existencia de una amplia masa de trabajadores
marginalizados e informales que tuvo que generar esquemas de autoempleo en
la “periferia” del mercado laboral como estrategia de vida y sobrevivencia. Con
la crisis y el agotamiento del modelo de acumulación por sustitución de importa-
ciones y el inicio del proceso de desindustrialización sistemática en los distintos
países, se incrementó el empleo informal, el cual fue adquiriendo protagonismo
por la vía institucional con el concepto de “microempresa” y el emprendimiento
como forma de participación en el mercado laboral, que supuestamente ofrece-
rían condiciones para enfrentar el futuro (Pérez y Mora, 2004).
El modelo de desarrollo económico actual expresa en mayor medida las con-
tradicciones económicas y sociales, al acentuar las desigualdades laborales y de
ingreso por el trabajo de manera considerable. De acuerdo con Dubet y Martuc-
celli (2000), en una época en la que el empleo industrial es escaso y la organi-
zación sindical es mínima, coincidentemente se presentan cambios de forma y
posibilidades de integración profesional. Las nuevas exigencias de la producción
y el consumo han transformado la organización productiva, tanto en la segmen-
tación del empleo como en la fragmentación del estatus; por un lado, hay un
mercado primario de empleos estables en condiciones aceptables y, por otro, se
desarrolla un mercado secundario en el que los trabajadores tienen estatus pre-
carios o inestables —bajos salarios, malas condiciones de trabajo, baja califica-
ción—, generando nuevas exclusiones a través de los periodos de desocupación
y ocupación momentáneas y erráticas. Esta idea coincide con el planteamiento de
Fitoussi y Rosanvallon (1997), en el sentido de la desconexión que expresan las
trayectorias laborales, la existencia o no de capital humano y la movilidad social
de los trabajadores.
Si bien las desigualdades han existido siempre, en toda sociedad de clase, an-
teriormente eran “aceptadas” porque había movilidad en la escala social que per-
mitía a los individuos salir de la condición en la que se encontraban y había opor-
tunidades de ascenso a través de la educación y el empleo. No obstante, con el
modelo vigente no sólo se produce un estancamiento de la movilidad que permite
solo a los más afortunados cambiar sus condiciones y ascender en la estructura
social, sino que además de mantenerse las formas de desigualdades y exclusión
“categoriales” o estructurales, emergen formas de desigualdades “intercatego-
riales” o dinámicas, caracterizadas por el carácter incierto de las trayectorias,
desligadas de los antecedentes de capital humano de los trabajadores (Fitoussi
y Rosanvallon, 1997). Las desigualdades estructurales, referidas a la escala de
ingresos entre las categorías, estratos o clases sociales, han dado origen a las
formas dinámicas de desigualdad, las que reflejan la diversidad de situaciones de
los individuos en su paso por el mercado laboral. Se esperaría que las desigual-

250
formación de recursos humanos, nuevas trayectorias ocuPacionales... 125

dades dinámicas fueran transitorias; no obstante, dado el carácter duradero de sus


trayectorias, producen exclusión, al desdibujar las fronteras que separaban a los
grupos sociales.
Las desigualdades estructurales o categoriales, generalmente llevan un pro-
ceso de interiorización social, sin embargo, no por ello son legítimas; a estas
desigualdades se les superponen las desigualdades dinámicas, las cuales repro-
ducen la diversidad de situaciones de los agentes individuales, económicos, so-
ciales y culturales, que se esperaría fueran circunstanciales o transitorias, pero no
siguen trayectorias lineales, sino permanentemente amorfas y, en cierto modo,
imprevistas.

Las nuevas desigualdades, denominadas también dinámicas, son producto de la vola-


tilidad que caracteriza a los procesos globalizadores. Establecen desigualdades intra-
categoriales haciendo que individuos pertenecientes a una misma categoría confron-
ten oportunidades distintas con resultados muy disímiles en términos de la obtención
de recursos materiales o simbólicos (Pérez y Mora, 2004: 38).

Es aquí donde las nuevas desigualdades laborales se hacen notar claramente.


Antes, en el modelo anterior, había un lugar al que se podía acceder y un espacio
seguro en donde se mejoraban las condiciones de los individuos, a fin de forjarse
un destino laboral, relativamente seguro y estable; actualmente, por el contrario,
el único lugar con mayores probabilidades al que se puede aspirar es el de la
inseguridad social y laboral. La desocupación en el modelo clásico del trabajo
asalariado no afecta a los individuos de la misma manera, la coexistencia de éste
con el trabajo precario no es nueva; lo que sí es novedad es la manera aleatoria
en la que un individuo puede insertarse en cualquiera de estos dos mundos. Antes
si había movimientos se iba del mundo precario al seguro; ahora en cambio, el
trabajo asalariado expulsa hacia el mundo del empleo inseguro, escogiendo a sus
“víctimas” de una manera que parece totalmente aleatoria (Fitoussi y Rosanva-
llon, 1997).
Lo anterior, nos permite explicarnos cómo el desempleo y la precariedad se
han introducido y permeado todas las dimensiones del mundo laboral, indepen-
dientemente de las categorías de clase y grupos a los que estructuralmente se
pertenezca, e independientemente de las condiciones del saber, acumulación de
capital humano y competencias adquiridas en sus trayectorias, así como —y par-
ticularmente— a quienes lograron una trayectoria académica, en este sentido. De
ahí que,

Ya no basta o tiene cada vez menor incidencia la educación sobre las posibilidades de
insertarse en el mercado laboral, teniendo en cuenta que el desempleo permea toda
la estructura de la fuerza de trabajo, e incluso sus efectos tienden a ser iguales o más
drásticos entre los trabajadores con mayor capital humano y antecedentes profesiona-
les (Castillo, 2017: 69).

250
126 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

Desde comienzos y mediados de la década de 1980, los procesos de ajuste


estructural introdujeron cambios significativos en los mercados de trabajo en este
sentido. La crisis del empleo formal, ligada a los procesos de desindustrialización
emprendidos desde entonces, ha traído como consecuencia tendencias laborales
excluyentes en las que, en contraste con el modelo de trabajo clásico, propio del
modelo de Estado de bienestar; el desempleo, la precarización salarial y el des-
aliento laboral adquieren un carácter estructural. En términos de desigualdades,
la precarización se convierte en uno de los elementos que conforman el nuevo
excedente laboral (Pérez y Mora, 2004), pero que dada su institucionalización,
aparece como la norma y no como una forma de excepción derivada de los des-
ajustes y distorsiones del modelo o falta de crecimiento económico, como se
asumía en el modelo anterior. Es el marco en el que la inserción profesional de los
jóvenes pasa por empleos con poca estabilidad, y el empleo precario es una parte
integrante del recorrido profesional, definitiva o circunstancial. La ausencia de
empleo ya no constituye un criterio de diferenciación importante en la situación
de los jóvenes, sino que “adquieren relevancia las trayectorias en las cuales esta
situación se inscribe” (Dubet y Martuccelli, 2000: 142).
En términos de desigualdades, el desempleo tiene una doble consecuencia:
por un lado, erosiona el capital social y en específico las redes de acceso al mer-
cado de trabajo; y por otro, repercute sobre los mecanismos de construcción de
identidad de los potenciales, aspirantes o nuevos trabajadores: “las identidades
laborales son centrales en una sociedad donde el trabajo es reconocido social-
mente mediante las remuneraciones” (Pérez y Mora, 2004: 44). El desempleo
y la precariedad suponen para quienes pierden su empleo, una ruptura sobre la
continuidad de la carrera laboral y los proyectos de vida, y para quienes recién
ingresan al mercado de trabajo en condiciones desventajosas, un “no” recono-
cimiento al esfuerzo y a las capacidades adquiridas. Los jóvenes son, en este
sentido, los más afectados ocasionando entre ellos, otros fenómenos como la vio-
lencia, ante la presión que impone el consumismo y las limitaciones de posibi-
lidad para realizarlo (Pérez y Mora, 2004).
En términos sociodemográficos, visto a través del concepto de “bono demo-
gráfico” y su supuesta potencialidad como reserva de mano de obra disponible
para ser incorporada a los procesos productivos, la funcionalidad que tenía dicho
excedente laboral se está difuminando. Durante el proceso industrializador ba-
sado en la sustitución de importaciones, tal excedente permitía, por un lado,
abaratar los costos salariales, a través de una salarización encubierta materiali-
zada en actividades formales hacia actividades informales; y por otro, como el
sector formal no podía proveer los bienes y servicios necesarios para reproducir
la fuerza de trabajo, las actividades informales lo hacían, proveyendo bienes y
servicios básicos para la subsistencia (Pérez y Mora, 2004) 3.
3 En la conceptualización de Pérez y Mora (2004: 46), con el nuevo modelo acumulativo neoliberal “esta
doble funcionalidad no parece tan necesaria”. De ahí que la precarización de las relaciones salariales
“desformaliza” el empleo y relativiza la primera de estas funciones. “Y la globalización del consumo,

250
formación de recursos humanos, nuevas trayectorias ocuPacionales... 127

La formación profesional e inserción laboral de los jóvenes

En México se considera como jóvenes a aquella población cuya edad queda com-
prendida entre los 12 y 29 años. Aunque la noción de juventud no está reducida al
criterio de la edad, en este trabajo se considera como jóvenes a la población entre
15 y 29 años, correspondiendo con el inicio de la población en edad de trabajar,
además de representar una parte importante de la fuerza de trabajo o población
económicamente activa. De acuerdo con Castillo y Baca (2017), los jóvenes re-
presentan un grupo altamente vulnerable con mayor riesgo a las contingencias
de las transformaciones económicas, sociales y culturales; al estar insertos en
dinámicas completamente diferentes a las de sus antecesores, con oportunidades
más amplias, pero con mayor competencia y expuestos al riesgo de exclusión
social y laboral.

La participación de los jóvenes en el mercado de trabajo es una problemática sobre la


que inciden directa e indirectamente diversos factores. El capital humano ha pasado
a ser uno de los elementos más importantes en la determinación de la calidad de los
empleos y en los niveles de ingresos laborales. La educación es quizá la variable con
mayor influencia en las posibilidades de acceso al mercado de trabajo en circunstan-
cias menos desfavorables. Los escasos niveles de educación suelen corresponder a
formas de la inserción en actividades de mala calidad, y en ocupaciones laborales y
socialmente desprotegidas, generalmente con ingresos bajos (Castillo y Baca, 2017).

Es cierto que hoy en día los jóvenes cuentan con mayor capital humano y
que están más capacitados que las generaciones precedentes; sin embargo, en la
actualidad los niveles educativos son menos determinantes en el acceso al mer-
cado de trabajo. A pesar de la realidad del contexto laboral de desempleo, preca-
riedad, subempleo, desigualdad salarial, se continúa poniendo en la educación la
esperanza de desarrollo de las naciones, misión que la propia economía parece
haber puesto en duda, dadas las posibilidades de acceso al mercado laboral. Cier-
tamente, la escuela representa socialmente la institución encargada de otorgar
los saberes necesarios para enfrentar el campo de trabajo; sin embargo, en los
últimos años se percibe que los jóvenes atraviesan por una situación compleja al
momento de buscar y obtener empleos de calidad, lo que pone en evidencia la
incapacidad o capacidad limitada del mercado laboral.
De acuerdo con Handy (1986), la educación es algo cuya definición se mo-
difica rápidamente: de contar con escuelas tradicionales en donde el profesor se
posiciona frente a su clase para explicar el tema, se pasó a espacios virtuales que
permiten aprender infinidad de conocimientos mediante la computadora o dispo-
sitivo móvil; estas nuevas formas educativas coexisten con las tradicionales y han

propiciada por la apertura de las economías, hace lo mismo con la segunda función. Es decir, el excedente
laboral no le es tan funcional al proceso acumulativo como antaño”.

250
128 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

contribuido a los cambios económicos y sociales, repercutiendo también en las


decisiones políticas de reducción a la inversión en educación.

Estamos en un punto crítico de la historia de la educación. Por una parte, resulta claro
para mucha gente que se requiere más educación, más variada, para más gente y en
más épocas de su vida de lo que nunca fue necesario antes. Ello ha de ser así si es
que queremos que tenga éxito el nuevo mundo del trabajo y del ocio. Por otra parte,
poseemos un sistema de educación formal que tradicionalmente ha ido dando vueltas
sobre sí mismo y que, bajo la presión de la recesión, parece que se está convirtiendo
en un modo de enseñar a la gente las cosas que puede aprender por sí misma más que
de enseñarle lo que necesita saber. Lo que se requiere es una educación que prepare
a la gente no a pasar al siguiente estadio de esa misma educación, sino que la prepare
para la vida misma (Handy, 1986: 182).

En cierto modo, la escuela se encuentra imposibilitada para capacitar y ofrecer


a sus egresados las competencias para aspirar y acceder a empleos dignos. Los
cambios económicos, el crecimiento demográfico y el avance tecnológico han
sobrepasado la capacidad educativa, al operar con rezagos. La heterogeneidad y
diferencias en la calidad y niveles de formación profesional de las instituciones
hacen que en los mercados de trabajo se postule una variedad de individuos con
experiencia y competencias muy diversas. México pretende que con la reforma
educativa, recientemente promovida e igualmente cuestionada por sus alcances
formativos, se mejore la calidad de los egresados, además de ser incluyente y
equitativa. No obstante, cualquiera que sea su fuente generadora, se trata de un
proceso a largo plazo, por lo que mientras se hacen tangibles los resultados de
cualquier iniciativa, o se materializara en uno u otro sentido, se continuará gra-
duando alumnos de todos los niveles educativos bajo los mismos preceptos.
La estrecha relación que tienen las competencias con el trabajo actual, carac-
terizado por el cambio constante y con exigencias cada vez mayores a los trabaja-
dores hace que el recurso humano sea el activo más valioso de las organizaciones
de la producción, en la medida en que el trabajador supuestamente competente
aporte al cumplimiento de las metas de producción y consiguiente generación de
ganancias en los espacios en los que se labora. No obstante, más allá de las con-
tradicciones que entraña este supuesto; en un contexto de cambio constante, los
conocimientos, habilidades y destrezas resultan rápidamente obsoletos (Vargas,
2016). Los cambios acelerados en los mercados laborales hacen que las compe-
tencias también se transformen recurrentemente a ritmos no previsibles, por lo
que los conocimientos difícilmente se podrían adecuar a los procesos, más que
en periodos relativamente cortos ante el cambio de las tecnologías y la continua
actualización. Las capacidades sujetas a las demandas “fluctuantes” del mercado
laboral, imposibilitan a la educación ajustarse a dichos requerimientos. En el pro-
ceso de adquisición de competencias, la educación formal desempeña un papel
relevante como espacio de formación del ser humano. De esta manera, la univer-

250
formación de recursos humanos, nuevas trayectorias ocuPacionales... 129

sidad cumple una función importante pero limitada, a fin de ofrecer las capaci-
dades necesarias básicas que garanticen la inserción y movilidad laboral de los
individuos.
Los estudios en educación superior son el último estadio de la educación formal
en México —sin contemplar otros cursos como especialidades y posgrados—,
por lo que para De Garay y Casillas (2002), los jóvenes que tienen acceso a estos
estudios conforman una “elite” o “clase privilegiada”, dado que la mayor parte
de la población no logra acceder a esta educación. De ahí que, socialmente se
considere a este sector juvenil como el futuro responsable de los destinos del país
con las profesiones que fueron formados, al ubicarse en determinados ámbitos
del sector público o empresarial, en instituciones nacionales y extranjeras o como
trabajadores independientes. La inconsistencia aquí es que se tienen puestas todas
las esperanzas para que estos jóvenes continúen con el proyecto de desarrollo de
la nación, pero a la vez se les está excluyendo del mercado laboral, o se encuen-
tran en el mercado informal, o si las condiciones de desaliento son cada vez más
visibles y dados los bajos niveles de ingresos que impiden llevar una vida digna e
independiente de su hogar troncal, y forjar sus proyectos personales y familiares
en condiciones mínimas de certidumbre y bienestar.
Mora y de Oliveira (2011), estudiaron cómo la crisis mundial y la recesión de
2009 en México, acentuaron la vulnerabilidad laboral entre los adolescentes al
fomentar procesos de informalización, precarización y desprotección laboral más
intensos. Guadarrama, Hualde y López (2012), en su estudio concluyeron que la
carrera en una ocupación o profesión ya no moldea la trayectoria laboral de los
individuos, que los límites entre el trabajo asalariado y por cuenta propia cada
día son más borrosos; la transitoriedad, intermitencia y el multiempleo atraviesan
las ocupaciones no importando los niveles de calificación, sexo y edad, y que la
protección social es limitada. Navarrete (2012), dio cuenta en su estudio que a
mayor nivel escolar más inversión de tiempo en la búsqueda de un trabajo. Los
pocos empleos que genera el mercado laboral mexicano presentan condiciones
deterioradas, pero los jóvenes universitarios pueden alcanzar con mayor éxito un
espacio en el deteriorado mercado laboral y en mejores condiciones que sus pares
menos escolarizados. Castillo (2017), por su parte, observó la participación de la
fuerza de trabajo en el empleo, desempleo, nivel de ingreso y desaliento, a través
de los niveles de instrucción de los jóvenes en México, y de manera particular en
Tlaxcala; encontrando que el desempleo afecta mayoritariamente a las personas
formalmente más educadas, mientras que la percepción de mayores ingresos para
los jóvenes más escolarizados está perdiendo fuerza.
En años recientes las demandas en el mercado laboral tienen características
específicas de competencias y habilidades con determinado nivel de instrucción
que excluyen a aquellos que no cumplen con el perfil requerido, con lo que los
puestos quedan vacantes, sin embargo, la realidad es que existen más postulantes
que puestos de trabajo. Entre más se demande una oferta laboral, los empleadores

250
130 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

buscarán mejores competencias para cubrirlas, la situación es que las búsquedas


activas de empleo con el tiempo se manifiestan en desempleo persistente de larga
duración (abierto u oculto), y estas búsquedas prolongadas con resultados no exi-
tosos conducen al desaliento. Algunos de los factores podrían ser la carencia de
conocimiento, la falta de entrenamiento o experiencia suficiente, la edad y sexo
(factores personales); o limitadas ofertas de trabajo en el área geográfica o espe-
cialidad (factores exógenos) (Groisman y Sconfienza, 2014).
Los cambios estructurales que abrieron la economía mexicana, la orientaron
también a mayores niveles de competencia. De acuerdo con Llamas y Garro
(2003), la asociación de la escolaridad y la capacitación con la productividad
del trabajo y con la mejora de la calidad de vida han puesto mayor interés en el
sistema educativo para que sus actividades se orienten a impulsar el crecimiento
y desarrollo económicos. Navarrete (2012), reconoce que los estudios univer-
sitarios son una posibilidad solo para los más afortunados y que las diferencias
socioeconómicas de origen hacen que este tipo de educación sea heterogénea
respecto a la relevancia de las instituciones en las que se realiza, su calidad de
enseñanza y su ubicación, lo que limita el acceso a los sectores pobres y despo-
seídos, a los que, además, la deserción escolar suele afectar mayoritariamente. De
ahí que la atención que requieren los jóvenes con educación superior debe mani-
festarse en los dos espacios más importantes: en la escuela y el mercado laboral.
Egresar de una institución educativa representa un cambio, un logro meritorio,
pero el mayor reto es insertarse en la vida productiva independientemente del
nivel educativo que se logró obtener, y que como sostienen De Garay y Casillas
(2002) y De Garay (2012), resulte importante enfocarse en las dificultades que
aquejan a este sector, haciendo visibles sus necesidades; ya que sus problemáticas
pudieran ser ocultadas como resultado de las insuficiencias y carencias de institu-
ciones educativas y del sistema en general.
La educación profesional, en la cual se incluyen las licenciaturas universita-
rias y educación normal, tiene como objetivo preparar a los estudiantes en algún
conocimiento específico para ejercer una actividad de manera legal. De Garay
(2012), reconoce que la educación tiene por objeto la socialización sistemática,
ordenada y jerárquica en torno a conocimientos, valores, actitudes; procura con-
formar un habitus en torno al conocimiento de la ciencia, la racionalidad, la tec-
nología y la cultura, por lo que reconoce como valor dominante el saber. Pero
también es importante señalar que este tipo de educación va más allá de los sa-
beres, es un espacio de intercambio de existencias, de sentir, de vivir, de pensar,
sobre el que convergen día a día y se van conformando espacios de significados
que sólo son reconocidos por los propios integrantes.

Se suele olvidar que la escuela no es sólo un lugar donde se aprenden cosas, ciencias,
técnicas, etcétera, sino también una institución que otorga títulos, es decir, derechos,
y que con ello confiere aspiraciones. El antiguo sistema escolar producía menos des-

250
formación de recursos humanos, nuevas trayectorias ocuPacionales... 131

ajustes que el actual, con sus trayectorias complicadas, que hacen que la gente tenga
aspiraciones que no corresponden a sus posibilidades reales (Bourdieu, 2002: 167).

Los títulos son uno de los vínculos que existen entre la escuela y el mercado
laboral, el sujeto que los posee tiene conocimientos y experiencias que fue desa-
rrollando en su paso por la escuela; y como los títulos también son derechos que
confieren aspiraciones, los individuos que los tienen buscarán el mayor provecho
que les puedan otorgar en el mercado laboral. La escuela al no ser sólo el lugar de
conocimiento, sino de derechos y aspiraciones, se ha visualizado como una pla-
taforma de ascenso; sin embargo, en la actualidad ésta no impulsa con la misma
fuerza a los individuos, sino con la fuerza acorde con la realidad del sujeto en
su espacio social. De acuerdo con Bourdieu (2002), la escuela tiene el efecto de
manipular las aspiraciones, y hoy en día es fácil que los estudiantes se confundan
porque las trayectorias ya no son claras, hay trampas en las vocaciones y títulos
devaluados. Anteriormente el sistema escolar tenía sus límites que eran recono-
cidos por cada individuo; cuando la educación comenzó a ser accesible a más
personas, el mismo sistema educativo impulsó a esperar lo mismo que otorgaba
a generaciones pasadas, cuando aun estos individuos no tenían acceso a esas ins-
tituciones. Lo cierto es que la dinámica del sistema también cambia y a medida
que las instituciones educativas se van haciendo accesibles para más individuos,
la calidad de estas se ve reducida y ya no pueden seguir otorgando los mismos
beneficios que concedieron a generaciones pasadas.

A causa de todo esto hay una devaluación por simple inflación y también porque
cambió la “calidad social” de los que poseen los títulos. Los efectos de la inflación
escolar son más complicados de lo que se suele decir: como un título vale siempre lo
que valen sus poseedores, un título que se hace más frecuente se devalúa y pierde aún
más valor porque se vuelve accesible a gente ‘que no tiene valor social’ (Bourdieu,
2002: 168).

Ciertamente en la actualidad son notorios los efectos de la inflación de los


títulos académicos, ya la matrícula se ha incrementado rápidamente en los úl-
timos años, no así los espacios en el mercado de trabajo; por el contrario, cada
vez resulta más complicado posicionarse, no sólo por los pocos espacios, sino
porque los jóvenes buscarán un empleo acorde con sus títulos y tomando como
referencia las aspiraciones y beneficios que obtuvo la generación pasada. El fe-
nómeno de la inflación, de acuerdo con Bourdieu (2002), trae como consecuencia
la “frustración de las aspiraciones”, aquellas registradas objetivamente en el sis-
tema, como era en la etapa anterior. Lo que genera es un desfasamiento entre las
aspiraciones que se cree puede otorgar el sistema escolar y las posibilidades que
realmente otorga; causa de desencanto, aunque como bien menciona el autor, esto
no es válido para toda la juventud; ya que los jóvenes en condiciones sociales de

250
132 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

existencia más vulnerables son los que están propensos a sufrir este tipo de des-
ilusión con mayores consecuencias.
La escuela es una esfera en la que los jóvenes conviven, pero cuando están
próximos a concluir su estancia en esta institución, el porvenir ante el mercado de
trabajo se visualiza confuso. Hubo una época en la que la educación permitió la
movilidad social, a raíz de ello diversos estudios plantearon que aumentar los ni-
veles de escolaridad de la población, así como generar más empleos era un buen
camino para solucionar los problemas económicos y sociales de los países, dando
pauta a creer que una población con mayor educación impulsaría la economía,
situación que se vería reflejada en una mejor calidad de vida de la población
(Navarrete, 2012). Algunos datos parecieron coincidir sobre este particular. Amé-
rica Latina experimentó los niveles más elevados de crecimiento educacional en
la década de los sesenta, en los entornos del Estado benefactor: alfabetización,
incorporación de la mujer al sistema educativo y escolarización primaria, evo-
lucionaron positivamente. A principios de los setenta, se dieron las reformas al
sistema educativo como respuesta a los movimientos estudiantiles que exigían
más y mejor educación, el sistema funcionó de manera relativamente constante,
su desarrollo era insuficiente pero permanente (Puiggrós, 2014).
El avance positivo de la consolidación de la educación junto con la política
de pleno empleo y seguridad social del Estado interventor, permitieron el avance
en la escala social, situación que posicionó a la educación como el principal
factor para superar las condiciones de pobreza o ascender en la escala social.
No obstante, con la introducción del modelo neoliberal la educación también se
vería impactada, favoreciendo la masificación, pero, en contraparte, afectada por
limitaciones de los mercados laborales, flexibles, más exigentes, cambiantes y
polivalentes.

Estas nuevas exigencias de una calificación elevada coinciden en un primer momento


con los planteamientos de la teoría del capital humano, extensión del modelo neoclá-
sico, que acepta las diferencias en el grado de calificación de cada trabajador (Román,
2013: 174).

El nuevo modelo encontró justificación en la teoría del capital humano de


corte neoclásico que señala a la educación como determinante del éxito en el
mercado laboral, lo cual se manifiesta o debe expresarse en mayores niveles de
ingresos y productividad (Angulo et al, 2012). El progreso técnico en las indus-
trias favoreció el trabajo calificado por lo que la educación representó un factor
dominante, y la teoría del capital humano pudo explicar los fenómenos ocurridos
en el mercado laboral. “Dime cuál es tu ‘capital humano’ —o, para aquellos a los
que no les gusta el concepto, las calificaciones que lograste obtener— y te diré
qué probabilidad tienes de estar desocupado” (Fitoussi y Rosanvallon, 1997: 82).
De acuerdo con el Foro Económico Mundial (2016), el capital humano se
entiende como aquellos conocimientos y habilidades que poseen las personas,

250
formación de recursos humanos, nuevas trayectorias ocuPacionales... 133

los cuales les permiten crear valor en el sistema económico global; se considera
como un activo dinámico que se va desarrollando con el tiempo. La educación
formal y el trabajo desarrollan y mejoran dicho capital, pero si no se mantiene en
actualización constante este se puede depreciar. Por muchos años, la educación
funcionó como un motor para avanzar en la escala social. Las condiciones eco-
nómicas, el mercado laboral y la sociedad en general eran diferentes. Con el paso
del tiempo la tesis de que a mayor educación mejor empleo y mejores ingresos, ha
perdido valor; sobre todo por la masificación de la matrícula y la nueva dinámica
del mercado laboral bajo un modelo de acumulación neoliberal.
Para Navarrete (2012), escuela y mercado laboral sufren tensiones ocasionadas
por las expectativas de progreso y bienestar que el sistema educativo ofreció por
muchos años permitiendo una mejor inserción laboral. Sin embargo, de acuerdo
con Castillo (2016), la devaluación de la educación es cada vez más visible en la
calidad de las ocupaciones, en los ingresos y en las aspiraciones, mientras que la
devaluación del capital humano trasciende en la estructura de distribución de los
recursos, en la desigualdad social y en la movilidad intergeneracional más pola-
rizada y reducida para las siguientes generaciones. Las condiciones del mercado
laboral y la heterogeneidad de la oferta educativa desdibujan los límites entre
los empleos que ocuparía un joven con educación profesional, y los que en rea-
lidad está ocupando; la precariedad y desocupación se han introducido en otras
dimensiones en donde las condiciones del saber perturban a quienes lograron una
trayectoria académica.

Cuando los egresados de la educación superior no pueden encontrar trabajo concor-


dante con sus estudios, sus títulos profesionales les ayudan a obtener un mejor empleo
que los que no tienen estudios superiores; los primeros ocupan entonces gran parte
del mercado de las ocupaciones a las que antes accedían los egresados de la escuela
secundaria (Carlson, 2002: 131-132).

Como bien señala Bourdieu (2002), existe la trampa de las vocaciones y los
títulos devaluados, los cuales conviven en mercados laborales modernos y tradi-
cionales sin garantía de que puedan insertar y posicionar de manera digna a los
jóvenes en los espacios laborales. La época de la igualdad de trayectorias, que ga-
rantizaba a los individuos igualmente dotados —provenientes del mismo medio
social y con los mismos resultados escolares finales— el mismo tipo de carrera
salarial, ya pertenece por lo tanto al pasado (Fitoussi y Rosanvallon, 1997: 88).
Para Carlson (2002), conseguir y mantener un empleo en el mundo globalizado
es una tarea compleja, y no se ha prestado atención, ni se conoce suficientemente
el impacto del libre comercio, la liberalización del mercado, las estructuras regu-
ladoras nacionales y otros factores sobre las perspectivas que tienen las personas
con distintos grados de educación y capacitación de mantenerse empleados con
salarios crecientes y seguridad en el cargo.

250
134 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

En México, los jóvenes con trayectorias escolares concluidas se están viendo


afectados de la misma manera que quienes tienen menores niveles de educación
formal; no es sólo cuestión de educación, no se trata únicamente de que los traba-
jadores estén mejor y más capacitados, se trata de que los sectores público y pri-
vado busquen la mejora del mercado laboral así como la calidad de la educación.

Consideraciones finales

El mercado laboral se ha vuelto cada vez más selecto; supuestamente requiere


personas más capacitadas con las destrezas y flexibilidades “adecuadas” para la
realización de diversas tareas a la vez; además de asumir que cuanto más pre-
parado se encuentre un individuo, mayores serían sus posibilidades de acceso y
permanencia en un espacio laboral. No obstante, acceder a un puesto de trabajo
requiere de superar exclusiones que la misma economía promueve. En particular,
los jóvenes tienen que lidiar con estos obstáculos para poder insertarse en un
empleo que les permita redituar los años y recursos invertidos en la educación
formal. De ahí que en la actualidad es común que los reclutadores se resguarden
en el discurso de las competencias y exhiban las carencias del sistema educativo,
exponiendo que las vacantes que se ofertan en el mercado laboral no pueden ser
cubiertas dada la falta recursos humanos más capacitados para ocupar dichos
espacios; además de existir un excedente de fuerza de trabajo o aspirantes ca-
pacitados en áreas que ya no son funcionales a las demandas de los mercados
laborales.
De acuerdo con Castillo (2017), la respuesta institucional ante las adversi-
dades del mercado laboral ha sido enmascarar y desplazar el problema al ámbito
de la educación y a las capacidades de competencia de los trabajadores.

La masificación de la educación y el discurso asociado a ella, enmascaran dicha rea-


lidad o, planteado en otros términos, desplaza las limitaciones del modelo económico
y político y del mercado laboral, al ámbito de las capacidades y competencias perso-
nales, en la que la generación de diplomas excede la demanda de empleos, en circuns-
tancias de desequilibrio cada vez más creciente y con pocas posibilidades de salidas
deseables (Castillo, 2017: 69).

No obstante, la educación continúa jugando un papel trascendental; ya que,


como sostienen Ruiz, Jaraba y Romero (2005), debería responder a las exigen-
cias de la dinámica del mundo globalizado, mediante la generación de competen-
cias que permitan a la fuerza de trabajo insertarse “adecuadamente” al sistema
productivo. Los recursos humanos deberían mostrar sus capacidades de generar
resultados en el ámbito de la producción y de las condiciones de ingreso e, in-
directamente, en las condiciones de bienestar de los trabajadores. De hecho, el
concepto de competencia laboral, acuñado originalmente en los países industria-

250
formación de recursos humanos, nuevas trayectorias ocuPacionales... 135

lizados a partir de la necesidad de fomentar la formación de personas que pu-


dieran responder a los cambios tecnológicos, organizacionales y, en general, a las
nuevas demandas del mercado laboral tuvo, además, como propósito el “mejo-
ramiento de los sistemas de formación para lograr un mayor equilibrio entre las
necesidades de las personas, las empresas y la sociedad en general (Ruiz, Jaraba,
Romero, 2005: 67).
Desde otra perspectiva, el concepto de competencia se afirma en el discurso
empresarial que considera que con la implementación de las nuevas políticas eco-
nómicas era necesario que el mercado laboral contara con los recursos humanos
que le permitieran cumplir la función de maximizar las ganancias capitalistas, al
considerar el factor humano como “trascendental” y una de las principales fuentes
con que la economía mundial puede asegurar una mayor productividad y generar
mecanismos de mayor competencia económica. De ahí que las competencias se
volvieran el eje central en los mercados de trabajo, y que de acuerdo con Ruiz,
Jaraba y Romero (2005), la discusión iniciada a nivel internacional, a comienzos
de la década de 1980, se enmarcara en un debate proveniente de empresarios y
gobiernos, en el que se prestó atención a la importancia de las cualificaciones y
calificación de la fuerza de trabajo. El discurso apuntaba a que sólo mediante la
elevación de la calificación de los recursos humanos sería posible incrementar la
productividad y la competitividad de las empresas y con ello, por añadidura, se
podrían aumentar los ingresos de la población trabajadora. La calificación sería
una parte sustantiva del modelo económico globalizador orientado a la exporta-
ción, basado en la organización flexible y desregulada, que fomentara una corre-
lación o articulación secuencial: calidad-calificación-productividad-competitivi-
dad-mejores ingresos.
Las instituciones educativas tienen una gran tarea, si se asume que deben enca-
minar todos sus esfuerzos en dotar a los alumnos de los conocimientos necesarios
que les permitan ser competentes en los mercados laborales. No obstante; no es
responsabilidad completa de la educación, aun pudiéndola cumplir. De nada ser-
viría contar con el mejor capital humano, si las condiciones del mercado laboral
no garantizan su inserción con estabilidad e ingresos suficientes. Es aquí donde
se da una gran paradoja en el mercado laboral; por un lado, la de buscar la me-
jora del trabajo a partir de la innovación y difusión de las nuevas calificaciones,
y por otro, el deterioro de los salarios y las condiciones del trabajo, disminución
de la organización laboral, incremento de la rotación y segmentación del empleo
(Ruiz, Jaraba y Romero, 2005).
La formación de profesionales competentes y comprometidos con el desa-
rrollo es un reto que se debe enfrentar. No obstante, la reconfiguración de los
mercados de bienes y servicios y las tecnologías para producirlos, impiden ga-
rantizar un empleo para toda la vida, por lo cual estar en constante capacitación y
renovación de los conocimientos podría permitir a las personas ser competitivas
por mayores periodos, ser productivas, obtener nuevos empleos o mantener el

250
136 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

que se dispone; lo que hace que una persona sea capaz para realizar un trabajo
o una actividad, a través de conocimientos, habilidades, disposición y conductas
específicas. En el discurso de los sectores empresariales se aduce que el país en-
frenta grandes retos para encontrar los profesionales con habilidades y competen-
cias que demanda el mercado laboral actual, que quienes cuentan con los títulos,
no son portadores de las competencias, al considerar que no es suficiente contar
con los conocimientos teóricos, sino que debe existir un balance con la práctica.
Se argumenta que hay una escasez de profesionales con habilidades necesarias
para industrias más avanzadas como el sector energético; y que es aquí donde se
evidencia la separación entre escuela y mercado laboral respecto a la formación
y competencias que se requieren hoy día.
Esta contradicción en la que discurre el mercado laboral está afectando a toda
la fuerza laboral, pero también se hace contradictorio que de manera específica
esté afectando a la población que logró obtener, a través de la educación formal,
credenciales escolares profesionales y ciertas capacidades para integrarse en un
empleo. La economía actual no está permitiendo que, particularmente, los jó-
venes se integren al mercado laboral y si logran hacerlo, lo hacen en condiciones
poco favorables y con bajos ingresos, o peor aún el mercado laboral los está ex-
cluyendo por considerar que no tienen las competencias necesarias. Los jóvenes
al concluir trayectorias escolares profesionales buscarán puestos acordes con los
estudios realizados. Si bien el mercado laboral exige una mejor profesionaliza-
ción; es decir, mejores competencias y mayores esfuerzos individuales, debe ser
coherente y compensarlo con mejores condiciones para los trabajadores.
México necesita disponer de su capital humano para incorporarse en los mer-
cados modernos; no obstante, de nada sirve si la gente que cuenta con credenciales
educativas carece de las oportunidades de acceso al mercado laboral. Los desa-
fíos del sistema educativo nacional son grandes: debe entre otras cosas, elevar su
calidad, ser un factor de movilidad e inclusión social y mostrar correspondencia
con los requerimientos del mercado. Las economías actuales se basan en el co-
nocimiento y en la tecnología, por lo que es necesario preparar a las próximas
generaciones con capacidades que les permitan el aprendizaje constante. La es-
colaridad y el trabajo guardan una estrecha relación. Actualmente se cuenta con
una fuerza laboral joven y más capacitada que generaciones precedentes, pero
también con mayores expectativas en cuanto a la calidad de las ocupaciones y
percepciones de ingresos. No obstante, de acuerdo con Navarrete (2013), las ven-
tajas que la educación superior brindaba en el mercado laboral se han perdido.
El desgaste entre la educación formal y el trabajo se ha documentado; mostrando
que los jóvenes con estudios superiores enfrentan mayores problemas para en-
contrar un empleo (Castillo, 2017).
En cierto modo, los cambios en los lugares de trabajo y la forma en la que se
realizan las actividades productivas se han adecuado a las configuraciones mun-
diales, la manera como las empresas contratan, además de la velocidad con la

250
formación de recursos humanos, nuevas trayectorias ocuPacionales... 137

que se da la rotación en los entornos laborales, que obligan a modificar dichos


procesos y a incrementar el capital humano de manera constante, conforme a los
requerimientos y adecuaciones de la tecnología. Estas nuevas dinámica han de-
jado atrás los ascensos graduales en los que poco a poco se iba escalando en los
puestos; los empleos estables, que probablemente durarían para toda la vida, con
una jubilación ya son raros en el mercado laboral; ahora los jóvenes se mueven en
espacios diferentes y variados para adquirir así el mayor número de experiencias
y competencias que les permitan posicionarse en diferentes puestos. El trabajo
con contrato a término, eventual o de tiempo parcial es la constante, por lo que
la demanda, va en el sentido de contar con capital humano que permita el mo-
vimiento y rotación en los espacios laborales inestables. La flexibilidad laboral
vuelve a las competencias y habilidades en herramientas recurrentemente desfa-
sadas para el posicionamiento en el mercado laboral.

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250
139

Los trabajadores migratorios de México


y Centroamérica en la conformación
del mercado laboral regional de América
del Norte (1980 - 2018)

JUAN MANUEL SANDOVAL PALACIOS*

1. Introducción

En este artículo analizo el papel que los trabajadores migrantes de México y


algunos países de Centroamérica han jugado en la configuración del mercado
laboral regional de América del Norte, a partir de la reestructuración del capita-
lismo mundial por la crisis estructural del mismo en las décadas de 1970 y 1980,
a instancias de la naciente Clase Capitalista Transnacional (CCT) encabezada
por la fracción estadounidense de aquélla, y que impulsó la fase actual del capi-
talismo mediante la dispersión y concentración del capital que globalizaron los
circuitos financieros y de producción (Kolko, 1988; Robinson, 2013).
En esa reestructuración se reconfiguró el mapa económico de América del
Norte a fines de la década de 1970 y principios de la de 1980, con la localización
y/o desarrollo de complejos industriales vinculados al Complejo Industrial-Mi-
litar estadounidense para conformar lo que Markusen et al. (1991) denominaron
el Cinturón de las Industrias de Armamentos (Gun Belt) en el perímetro que va a
lo largo de ambas costas hasta articularse con los estados que conforman la fron-
tera sur estadounidense donde se ha impulsado la creación de un Espacio Global
para la expansión del capital transnacional, que incluye el norte de México (Ro-
binson, 2013; Sandoval, 2017). Y toda esta reconfiguración ha requerido la crea-
ción y desarrollo de un mercado laboral regional, articulado al mercado laboral
global, donde los trabajadores migrantes de México y algunos países de Centro-
américa juegan un importante papel. En el desarrollo de este mercado laboral los
Tratados de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y de Estados Unidos
con Centroamérica y República Dominicana, han sido claves al haberse conver-
tido en instrumentos de desplazamiento de poblaciones rurales y urbanas que se
incorporan a la masa marginal que alimenta la reserva laboral de donde salen los
flujos migratorios (Sandoval, 2013).

* Seminario Permanente de Estudios Chicanos y de Fronteras, Dirección de Etnología y Antropología


Social, Instituto Nacional de Antropología e Historia.

250
140 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

Al mismo tiempo se han establecido mecanismos de control, mediante la “se-


curitización” de las fronteras y de las migraciones tanto en la de Estados Unidos
con México y la de éste último con Centroamérica; así como las de los países
de esta región, para redirigir y redistribuir los flujos migratorios hacia las zonas
donde se requiere de su fuerza laboral (Sandoval, 2011).

2. El nuevo mapa económico de América del Norte y el cinturón


de las industrias de armamentos (gun belt)

De acuerdo con Robinson (2013), nos encontramos en las primeras fases de la


cuarta época del capitalismo, la globalización, que dio inicio a una nueva y dramá-
tica expansión de este sistema a fines del siglo XX, de manera más intensiva que
extensiva, en la cual las relaciones de intercambio capitalistas invaden y mercan-
tilizan todas las esferas públicas y privadas que habían permanecido fuera de su
alcance. En esta etapa surge el capital verdaderamente transnacional y una nueva
producción y un sistema financiero globales. La globalización de la producción
ha llevado a la creación y desarrollo de Espacios Globales para la expansión del
capital transnacional en diferentes partes del mundo, principalmente mediante
la deslocalización-localización industrial, pero también mediante la creación de
grandes complejos de infraestructura para la extracción de bienes naturales y su
transporte a otros espacios globales como insumos de producción industrializada
y/o para su comercialización en los mercados globales.
Los Espacios Globales para la expansión del capital transnacional se ubican
en regiones estratégicas dentro de un territorio nacional, dentro de dos o más (en
el caso de regiones fronterizas), o que abarcan varios territorios nacionales, las
cuales se supeditan a instancias transnacionales. Y estas regiones estratégicas lo
son debido al desarrollo geográfico desigual (Harvey, 2006)
La zona fronteriza Estados Unidos – México empezó a ser reconfigurada
desde la década de 1980 para ser uno de los Espacios Globales para la expansión
del capital transnacional y el TLCAN es uno de los mecanismos que han ayu-
dado a consolidar la inserción de esta región en el emergente capitalismo global.
El Espacio Global que se ha venido configurando como una zona de intensa
acumulación global en la zona fronteriza de Estados Unidos y México abarca las
franjas fronterizas de ambos países. Y esta zona forma parte del Cinturón de las
Industrias de Armamentos (Gun Belt), vinculado al Complejo Industrial Militar
(Figura 1).
Sin embargo, hay que considerar que los Espacios Globales para la expansión
del capital transnacional no son homogéneos, sino que dentro de éstas se pro-
ducen escalas espaciales y diferencias geográficas para la intensa acumulación.
Se determinan de esta manera la creación y/o desarrollo de Zonas Específicas de
Intensa Acumulación (ZEIA).

250
los trabajadores migratorios de méxico y centroamérica... 141

Figura 1
El cinturón de las industrias de armamentos (Gun Belt)

Fuentes: a) Markusen et al. (1991); b) Garreau (1982).


Mapa elaborado por Alfonso Velasco Hernández.

Podemos encontrar entonces varias de estas ZEIA distribuidas a lo largo del


perímetro del Cinturón de Industrias de Armamentos (Gun Belt) y específica-
mente en el Espacio Global para la expansión del capital transnacional de la
frontera Estados Unidos-México, (la subregión fronteriza del sur de California
-Los Angeles y San Diego-1 y el norte de Baja California -Tijuana y Mexicali-;
la Megarregión Arizona-Sonora; y la ZEIA de El Paso, Texas y Ciudad Juárez,
Chihuahua, entre las principales), que son alimentados, a su vez, por corredores
industriales que van a lo largo de los estados del centro y centro norte de México
o de las montañas Rocallosas a Arizona y California, que pueden ser conside-
rados también como ZEIA.
La creación del Espacio Global para la expansión del capital transnacional
en la frontera Estados Unidos-México ha sido impulsada para facilitar la acumu-
1 Markussen et al consideran a Los Angeles, California como el centro del Gun Belt.

250
142 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

lación capitalista no sólo de las Corporaciones Transnacionales que han asentado


ahí grandes clusters o complejos industriales productivos, principalmente de las
industrias automotriz, electrónica, aeroespacial y de Tecnologías de Informática
(TICs); sino también, y de manera creciente, para la acumulación militarizada del
Complejo Industrial Militar en proceso de transnacionalización.
Al mismo tiempo que se llevó a cabo la creación del Cinturón de Industrias de
Armamentos y del Espacio Global en esta frontera, un proceso de militarización
se desarrolló en ésta bajo el supuesto de detener la migración indocumentada, el
narcotráfico y el terrorismo. La escalada de esta militarización cubrió el período
de principios de la década de 1980 a la década de 1990, cuando se establecieron
estrategias de control como la Operación Guardian y otras (Dunn, 1996; San-
doval, 1996; 2011). Durante las décadas de 2000 y 2010, la “securitización” y
la militarización de esta frontera se ha incrementado con el objetivo principal de
controlar y proteger este Espacio Global, contribuyendo con ello a la acumula-
ción militarizada (Sandoval, 2011, 2017).
A partir del ingreso de México al Acuerdo de Wassenaar sobre Control de
Exportaciones para Armas Convencionales y Bienes y Tecnologías de Uso Dual
en enero de 2012, las inversiones, sobre todo en los sectores aeroespacial, de tec-
nologías de la información y automotriz han aumentado de forma considerable
principalmente en los estados fronterizos y en estados del centro y centro norte
(Sandoval, 2017).
La configuración de este mapa económico de América del Norte requiere, por
supuesto, de una fuerza laboral regional alimentada constantemente por flujos
migratorios de México y países centroamericanos. Como apunta Peña (2009: 13),
en el caso de Estados Unidos,

el uso de esta mano de obra le ha permitido de un lado, responder a su proceso de pro-


ducción y reproducción capitalistas, mediante el apuntalamiento de ramas avanzadas
tecnológicamente, por el empleo de trabajadores calificados de todo el mundo (espe-
cialmente europeos y asiáticos) y de otro, en las ramas retrasadas tecnológicamente,
que utilizan en forma masiva la fuerza laboral menos calificada, más barata y supe-
rexplotada, en particular la latinoamericana, dentro de la cual destaca la mexicana.

3. La creación de un mercado laboral transnacional

De acuerdo con Overbeek (2002: 74-75), la emergencia de un mercado global


de fuerza laboral es parte sustantiva de la llamada globalización, que integra una
creciente proporción de la población mundial directamente en los mercados labo-
rales capitalistas y encierra a los mercados laborales nacionales y regionales en
un mercado laboral global integrado.
Sassen (1988: 1-2) plantea que la movilidad del capital ha creado nuevas con-
diciones para la movilidad del trabajo. Para Sassen, a la internacionalización del

250
los trabajadores migratorios de méxico y centroamérica... 143

comercio, tan central a la era y la teoría de libre comercio, debemos ahora añadir
la internacionalización de sitios de producción por vía de la inversión extranjera
(Inversión Extranjera Directa).
El análisis de Sassen se enfoca en tres procesos que contienen formas pro-
nunciadas de esta internacionalización: Una, es el desarrollo de la producción
para la exportación en diversos países del “Tercer Mundo” a través de un masivo
incremento de Inversión Extranjera Directa y de la subcontratación internacional
por países industrializados. El segundo proceso es el desarrollo de grandes ciu-
dades en nodos para el control y administración del sistema económico global. Y
el tercer proceso es la emergencia de Estados Unidos como el mayor recipiente
de Inversión Extranjera Directa en el mundo. Sassen menciona que el período
donde se inician estos procesos, es también el período de las nuevas migraciones
masivas. Los más grandes flujos de estas migraciones son los de Europa del Sur
y África del Norte a Europa Occidental, de la Cuenca del Caribe —que incluye
a México— y el Sureste de Asia a los Estados Unidos, y del Medio Oriente y
Sur de Asia a los países árabes exportadores de petróleo. Menciona que la es-
pecificidad de la migración laboral en el periodo histórico actual está no en las
condiciones generales o motivaciones individuales, sino en su articulación con la
internacionalización de la producción, una dinámica que asume formas concretas
en locaciones particulares.
Estos grandes flujos, sin embargo, tienen otra característica: en su mayoría son
de carácter irregular, es decir son migrantes indocumentados. Peña (op. cit: 65),
plantea que el capital estadounidense ha generado un nuevo tipo de trabajador,
el cual, a lo largo de más de un siglo y medio se ha producido histórica y social-
mente, con necesidades y capacidades que están determinadas por su carácter de
trabajador migrante, y por las necesidades productivas que satisface esta fuerza
de trabajo. Se trata de un trabajador específico, con un valor de su fuerza de tra-
bajo específico; este valor es lo que determina la posibilidad de que su trabajo
sea sometido a una mayor explotación, ya que no hay un reconocimiento social
(salarial) adecuado de las necesidades que aquél requiere para que su reproduc-
ción sea suficiente.
Para la inserción de estos trabajadores migratorios en los mercados laborales
regionales y de éstos en la integración del mercado mundial de fuerza laboral, el
capital requiere de nuevas formas de control y regulación de los flujos migrato-
rios. Pero al mismo tiempo, requiere de mecanismos de negociación que lleven a
la integración y a la consolidación del mercado mundial de fuerza laboral.
Así, el gobierno estadounidense ha venido estableciendo mecanismos para
tener un mayor control y regulación de esta fuerza laboral mediante la regio-
nalización de sus políticas de migración, criminalizando los flujos migratorios
irregulares, y “securitizando” la migración y las fronteras. El gobierno mexicano
y los de países de América Central y del Caribe han colaborado en este proceso.

250
144 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

4. Los flujos de migrantes laborales de mexicanos


y centroamericanos en América del Norte

El desarrollo del nuevo mapa económico de América del norte, y principalmente


el desarrollo del Cinturón de Industrias de Armamentos (Gun Belt) y del Espacio
Global para la expansión del capital transnacional en la Frontera México-Es-
tados Unidos, ha requerido de la creación de un mercado laboral regional en
América del Norte (Sandoval, 2013).
A partir de la reestructuración del modelo de acumulación capitalista en las
décadas de 1970 y 1980, la política económica estadounidense denominada Re-
aganomics dio un nuevo impulso a ese país, y los sectores industriales y agrí-
cola requirieron de más fuerza laboral inmigrante descalificada, pero también
semicalificada. Para esto último, se impulsó la regularización de casi 3 millones
de trabajadores indocumentados —la mayoría de ellos mexicanos— mediante
la Ley de Reforma y Control de la Inmigración de 1986 (Immigration Reform
and Control Act/IRCA) mejor conocida como Ley Simpson-Rodino. Y la inmi-
gración indocumentada, desde fines de la década de 1980, durante la de 1990 y
en la primera década del Siglo XXI alcanzó números nunca vistos, con 500 mil
inmigrantes por año como su cifra más alta. Actualmente, y aunque se considera
que la migración de mexicanos ha disminuido, se calcula que aproximadamente
12 millones de inmigrantes sin documentos residen en Estados Unidos, la mitad
de ellos mexicanos, los cuales, junto con otros 6 millones de mexicanos resi-
dentes legalmente, da una cifra de 12 millones de inmigrantes nacidos en México
(Passel, Cohn y Gonzalez-Barreto, 2012).
Pero estos migrantes ya no sólo se dirigieron a los estados y regiones del
Suroeste y del Medio Oeste, sino se dispersaron por otras entidades y regiones
donde no existían o si existían comunidades mexicanas, éstas eran muy pequeñas.
Ya para la década de 1990 la proporción de mexicanos concentrados en los es-
tados fronterizos de California, Arizona y Texas estaba disminuyendo, no en tér-
minos de la cantidad de inmigrantes que seguían llegando en grandes cantidades,
sino en términos de porcentajes porque los flujos migratorios a nuevos destinos
se incrementaban rápidamente. Entre 1990 y 2000 la población mexicana creció
645% en Utah; más de 800 % en Georgia; entre 500% y 600% en Iowa, Indiana
y Nebraska; más de 1,000% en Arkansas y Minnesota; entre 200% y 400% en
New York, Pennsylvania, Washington y Wisconsin; y más de 1,800% en Carolina
del Norte, Tennessee y Alabama (Zúñiga y Hernández-León, 2005: xiv). Otros
estados que han recibido población mexicana son: la Península de Delmarva,
conformada por los estados de Delaware, Maryland y Virginia (Dunn, Aragonés
and Shivers, 2005), Kentucky (Rich and Miranda, 2005) y Louisiana (Donato,
Stainback, and Bankston III, 2005). Oregon, Kansas, Michigan, Missouri, In-

250
los trabajadores migratorios de méxico y centroamérica... 145

diana y Oklahoma también han recibido población mexicana en las últimas 3


décadas (Durand, Massey and Capoferro, 2005).
Los sectores laborales en los que se han incorporado estos mexicanos son: em-
paque de carne de res; procesamiento de mariscos y pollos; agricultura, cultivo
y corte de árboles de navidad y plantaciones de tabaco; industria maderera; ex-
tracción y refinamiento de petróleo; construcción de barcos, operación de puertos
y canales para la industria petrolera fuera de las costas; sectores de turismo y de
salud; servicios (procesamiento de comida en restaurantes y servicio de comida
rápida; jardinería; limpieza de hogares y oficinas; cuidado de niños y adultos
mayores, comercio); costura; construcción de conjuntos habitacionales, plantas
industriales, comercios, etcétera. Durante la crisis financiera de 2008, muchos
trabajadores inmigrantes que laboraban en la construcción fueron afectados
Las formas de atracción de estos trabajadores varían desde el uso de visas
H2B, agencias de contratación, bonos a empleados que recluten parientes o
amigos y el envío de reclutadores profesionales directamente a ciertas regiones
de México en busca de trabajadores calificados o semicalificados. Las redes so-
ciales de los migrantes cumplen una función importante en este proceso. Sobra
decir que la mayoría de estos empleos son sucios, insalubres, inseguros y pagados
pobremente. En algunos sectores, la rotación de la fuerza laboral es intensa por
las condiciones en que laboran los inmigrantes, por lo que la demanda de éstos
es constante. Por ejemplo, en las procesadoras de pollo en Carolina del Norte, las
tasas de rotación y de accidentes laborales son muy altas.
El TLCAN se ha convertido en el mecanismo para desplazar poblaciones ru-
rales y urbanas de diversas regiones de México, para incorporarlas a los flujos
migratorios tanto a diversas regiones de la frontera norte de México, como a
distintos estados norteamericanos y provincias canadienses, principalmente de
aquellas con poca tradición migratoria, como son el sur y sureste de México,
donde existe una gran población indígena, a la que se ha venido sometiendo a
la sobreexplotación de su fuerza laboral en diversos sectores económicos. Los
estados con larga tradición migratoria han continuado con su dinámica, aunque
en algunos casos han quedado rebasados por las entidades que se han incorporado
a los flujos migratorios a partir de la década de 1980, pero principalmente las de
1990 y 2000, tanto en cantidad de migrantes que salen de sus comunidades a dife-
rentes regiones del norte de México, la Unión Americana y Canadá, como por la
cantidad de remesas que envían a dichas comunidades. Aquí sólo hago referencia
a las entidades del sur-sureste de México. Al revisar diversos autores que han
estudiado las migraciones de dichas entidades, tenemos los siguientes resultados:
a) Chiapas: a 3 estados de la frontera norte, 20 de Estados Unidos y dos provin-
cias canadienses.
b) Guerrero: a 4 estados de la frontera norte, 19 de la Unión Americana y 3 pro-
vincias canadienses.

250
146 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

c) Oaxaca: a 5 estados de la frontera norte, 15 estadounidenses y 3 provincias


canadienses.
d) Puebla: a 5 estados norteños, 5 de Estados Unidos y 3 provincias de Canadá.
e) Tabasco: a dos estados de la Unión Americana y 3 provincias canadienses.
f) Tlaxcala: a 18 estados de la Unión Americana y a 4 provincias canadienses.
g) Veracruz: a 5 estados de la frontera norte, 23 de Estados Unidos y 9 provin-
cias de Canadá.
h) Yucatán: a 7 estados de la Unión Americana y 3 provincias canadienses.
Cabe mencionar que estos resultados son parciales, pues aún faltan revisar
más estudios, los resultados de cuyo análisis serán publicados en un libro en pre-
paración por el autor.
En el caso de las migraciones a Canadá, éstas resultan de un Programa de Tra-
bajadores Agrícolas Temporales (PTAT) firmado como Memorandum de Enten-
dimiento entre ambos gobiernos en 1974 (Vanegas, 2018); y también es el caso de
algunos migrantes mexicanos que van a Estados Unidos mediante los programas
unilaterales llamados H2-A y H2-B.
Tomemos como uno de los más claros ejemplo de estado emisor emergente
a Veracruz, el cual hasta 1980 fue una entidad de equilibrio migratorio en donde
la generación de empleo en las regiones petroleras, industriales, agropecuarias,
portuarias y turísticas fue un importante factor de atracción de personas; pero a
partir de 1990 comenzó a mostrar un notorio incremento de emigrantes con des-
tino a la frontera norte y a Estados Unidos. Y en el 2000, siendo el tercer estado
con mayor población en el país, la que sumaba casi 7 millones, adquirió la cate-
goría de emisor migratorio (Anguiano, 2005: 83). Para ese año 2000, ya se había
convertido en el quinto estado emisor de migrantes internacionales y el séptimo
receptor de remesas (para 2006 ya era el sexto) (Mestries, 2011: 343).
Zamudio, Rosas, Pérez, Cruz y Chávez (2004), por su parte, plantean que las
características socioeconómicas de cada una de las 7 regiones en que oficialmente
se divide a la entidad pueden estar condicionando diferentes dinámicas migra-
torias. Diversas formas en cómo los factores estructurales y otros de carácter
coyuntural se combinan hacen del proceso migratorio de esta entidad una de los
más acelerados a partir de mediados de la década de 1990.
Al revisar la literatura para ubicar los destinos de los migrantes veracruzanos
encontré que la migración de esta entidad es una de las más dispersas tanto en los
estados de la frontera norte de México, como en los estados de la Unión Ameri-
cana (23) y en las Provincias canadienses.
Otro estado que merece ser mencionado es el de Chiapas, el cual a partir
del comienzo del siglo XXI (2000 a 2007) tuvo un acelerado incremento en la
migración internacional a Estados Unidos, la dispersión de la migración chiapa-
neca alcanza 20 estados de la Unión Americana. En ese estado, si bien ha habido
proceso económicos determinantes para las migraciones, también hay regiones
y municipios donde las dinámicas políticas y los impactos de huracanes han ju-

250
los trabajadores migratorios de méxico y centroamérica... 147

gado un papel clave para ello (Castillo, González e Ibarrola, 2018). Y aunque los
flujos de chiapanecos ya habían iniciado desde los últimos veinte años del siglo
XX (Nájera y López, 2012: 465), es en el período de 2000 a 2007 cuando se
observó el mayor crecimiento de las migraciones chiapanecas a Estados Unidos.
El aumento de los flujos migratorios en esta entidad fue mayor que el promedio
nacional (Castillo, 2016).
Antes de estos flujos a Estados Unidos, los chiapanecos ya habían llegado a la
frontera norte (López y Peláez, 2013). Castillo, González e Ibarrola (op. cit.: 135)
muestran que las migraciones chiapanecas indocumentadas a Estados Unidos, si
bien presentaron un crecimiento acelerado entre 2000 y 2007, no fueron de ca-
rácter uniforme ni homogéneo; de hecho, en determinados años el aumento fue
mucho más acentuado.
Por otro lado, en el caso de la migración internacional de algunos países cen-
troamericanos, principalmente del llamado Triángulo Norte (Guatemala, El Sal-
vador y Honduras), ésta se inició a fines de la década de 1970 y creció durante la
de 1980 debido a los conflictos armados. La misma se ha incrementado por las
reformas estructurales y los llamados “desastres naturales” y el cambio climático.
En el caso de las migraciones de estos países a México, Estados Unidos y Ca-
nadá, al revisar diversos estudios, se tienen los siguientes resultados:
a) Guatemala: a 6 estados de México, 31 de la Unión Americana y una provincia
canadiense.
b) El Salvador: a varios estados de México, 10 estados de la Unión Americana
y una provincia de Canadá.
c) Honduras: a varios estados de México y a dos de la Unión Americana.
d) Nicaragua: a dos estados de la Unión Americana.
En esta región, Guatemala resalta porque es un país de origen, tránsito, destino
y retorno de población migrante (Roldán, Hernández y Gramajo, 2017: 179). Du-
rante las últimas 4 décadas la tendencia de la migración internacional de este país
ha sido hacia los Estados Unidos, donde en 2016 se encontraba el 97.1 de todos
las y los migrantes (OIM, 2017). De acuerdo con Rosenblum y Ruiz (2015), la
población guatemalteca ocupa el segundo lugar con mayor número de migrantes
en condición irregular en Estados Unidos, después de la población mexicana.
Jonas y Rodríguez (2015: 26-69) han establecido 5 fases en el proceso de la
migración guatemalteca a Estados Unidos: la primera (1977-1985) se inicia in-
mediatamente después del terremoto de 1976 y cubre la época más violenta del
conflicto armado interno. La segunda fase (1986-1988) corresponde al período
de la aprobación y puesta en marcha de la llamada Ley Simpson Rodino en 1986.
La tercera fase (1989-1991) consolida la presencia de guatemaltecos en Estados
Unidos mediante la reunificación familiar. La cuarta fase (1992-2003) es cuando
crece la inmigración en situación irregular, principalmente de hombres jóvenes
y adultos, que supera a la que ya estaba de forma regular. La quinta (2004-2015)

250
148 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

es aquella en que se registra un gran aumento de migrantes irregulares, princi-


palmente de mujeres, niños y núcleos familiares, debido al empeoramiento de
las condiciones socioeconómicas, el incremento de la violencia y el impacto del
huracán Stan.
Para 2016, de acuerdo con la Organización Internacional de las Migraciones
(Rosenblum y Ruiz, op. cit.), 2, 301,175 guatemaltecos viven en el extranjero, en
su mayoría en Estados Unidos (97.1%). El 73% de todos ellos se encuentran en
situación irregular.
Al elaborar mapas donde se trazan líneas entre las entidades emisoras en Mé-
xico y Centroamérica con los estados del norte de este país (y algunos del sur-su-
reste), así como de los estados de la Unión Americana y de las Provincias de
Canadá donde llegan los migrantes mexicanos y centroamericanos, se muestra
una distribución de los mismos de la siguiente forma: (Figuras 2 y 3).
Si se coloca el mapa del Cinturón de las Industrias de Armamentos (Gun Belt)
sobre el mapa de la distribución de los flujos migratorios del sur-sureste de Mé-
xico y de los flujos de Centroamérica que se han dado principalmente a partir de
la década de 1990, dirigidos ya no sólo a las regiones de migración tradicional en
los estados fronterizos y al medio oeste estadounidense, sino a nuevos destinos a
lo largo de ambas costas, vemos que hay una coincidencia en la distribución de
estos flujos en los estados que conforman este perímetro (Figura 4).

5. A manera de conclusiones: la frontera México-Estados Unidos


y la migración transnacional en América del Norte en la era
Trump

Durante la campaña electoral por la presidencia en 2016, Donald Trump pro-


metió incrementar el presupuesto militar para hacer a Estados Unidos nueva-
mente grande; así como deportar a millones de inmigrantes irregulares y construir
un muro a lo largo de la frontera con México.
Cuando asume la presidencia el 25 de enero de 2017, una de las primeras me-
didas que Trump impulsa es la firma de dos órdenes ejecutivas en las que se espe-
cifica el inicio de la construcción del muro entre los dos países; la creación de más
centros de detención para los inmigrantes que cruzan la frontera sin documentos,
ampliar las facultades de los agentes fronterizos y retirar fondos federales a las
Ciudades Santuario que se nieguen a cooperar en la deportación de inmigrantes
indocumentados y la negativa de otorgar asilo a personas procedentes de países
considerados como terroristas. Dijo que la construcción iniciaría tan pronto como
fuera posible y que Estados Unidos podría pagar la construcción, aunque even-
tualmente México tendría que reembolsar ese dinero.

250
los trabajadores migratorios de méxico y centroamérica... 149

Figura 2
Distribución de los flujos migratorios del sur sureste de México
a la frontera norte, Estados Unidos y Canadá

Fuentes: a) Garreau (1982); b) Cuadro 2 de este texto.


Mapa elaborado por Alfonso Velasco Hernández.

250
150 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

Figura 3
Distribución de los flujos migratorios de Centroamérica a la frontera norte,
Estados Unidos y Canadá

Fuentes: a) Garreau (1982); b) Cuadro 3 de este texto.


Mapa elaborado por: Alfonso Velasco Hernández

250
los trabajadores migratorios de méxico y centroamérica... 151

Figura 4
Distribución de los flujos migratorios del sur sureste de México principalmente
en los estados del cinturón de industrias de armamentos (Gun Belt)

Fuentes: a) Markusen et al. (1991); b) Garreau (1982); Cuadros 2 y 3 de este texto


Mapa elaborado por Alfonso Velasco Hernández

250
152 exclusión social, Precariedad laboral y desigualdades globales

Uno de los discursos más cambiantes de Trump ha sido sobre la cantidad de


deportaciones. Durante los primeros tiempos de su campaña, en agosto de 2016,
hablaba de deportar 11 millones de estos inmigrantes. Una vez que tomó pose-
sión de la presidencia, Trump declaró que en sus primeros 100 días de gobierno,
instrumentaría un plan para deportar a “dos o tres millones de extranjeros delin-
cuentes (criminal aliens)”.
Hay que recordar que el gobierno de Barack Obama deportó casi 3 millones
inmigrantes indocumentados (2008-2015). Y el gobierno de George W. Bush de-
portó a más de 2 millones en el periodo de 2001-2008. Ambos intentaron impulsar
leyes de reforma a la inmigración, donde, al mismo tiempo que se trataba de re-
gularizar el estatuto legal de algunos inmigrantes, se buscaba que otros salieran
del país para regresar a trabajar legalmente, pero de manera temporal; al igual
que los nuevos migrantes que quisieran ir a ese país. Es decir, se busca impulsar
programas de trabajadores migrantes temporales como una forma de gestión de
los flujos migratorios.
Como apunta William Robinson (2017) la clase capitalista trasnacional, y el
mismo Trump, dependen de la mano de obra inmigrante para la acumulación de
capital, y en realidad no pretenden deshacerse de una población que se encuentra
en peonaje laboral debido a su condición de inmigrante indocumentado y no de
ciudadano/residente legal. Se trata, por un lado, de convertir a la población inmi-
grante en chivo expiatorio de la crisis y canalizar el temor y la acción de la clase
obrera ciudadana (mayoritariamente blanca) contra ese chivo expiatorio, y no
hacia las elites y el sistema. Por el otro lado, los grupos dominantes han estado
explorando cómo reemplazar el sistema actual de super-explotación de la mano
de obra inmigrante, por un sistema de mano de obra inmigrante con visas labo-
rales temporales que sería más eficiente en combinar la super-explotación con el
super-control. A la vez, apunta Robinson, Trump busca intensificar las presiones
para que los salarios en Estados Unidos sean más bajos a fin de hacer “competi-
tiva” la mano de obra norteamericana con la mano de obra barata en otros países.
Frente a estas políticas, los trabajadores inmigrantes mexicanos y centroa-
mericanos, han realizado protestas y grandes manifestaciones, como las del 1º
de mayo de 2017 y de 2018 en diversas ciudades de Estados Unidos. Pero estas
luchas son la continuación de otras que han realizado estos inmigrantes, princi-
palmente frente a las políticas neoliberales iniciadas desde la década de 1980.

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250
155

Valor, empleo, clase y capital en la cuarta


revolución industrial

ANDRÉS PIQUERAS*

Composición orgánica del capital y caída de la tasa


de ganancia

El desarrollo capitalista comporta una tendencial mayor utilización de (e innova-


ción en) tecnologías intensivas en capital, lo que entraña una menor utilización
de fuerza de trabajo por unidad de capital puesto a producir. Dicho de otra forma,
el capitalismo presenta una tendencia a reducir el trabajo vivo (seres humanos)
en la producción directa de mercancías. Circunstancia que lleva implícito un cró-
nico proceso de sobreacumulación de capital invertido por unidad de valor (y por
tanto de plusvalor) que se es capaz de generar.
El valor refleja un tiempo abstracto que tiende a promediarse, el tiempo so-
cialmente necesario para la obtención de una determinada mercancía (objeto
o servicio), en función del desarrollo tecnológico alcanzado en cada momento
histórico.
A lo largo del decurso del capitalismo ese avance tecnológico ha seguido la
flecha desde la manufactura a la robotización, pasando por los procesos de meca-
nización y automatización:
Manufactura è Mecanización è Automatización è Robotización [inteli-
gencia artificial]
¿Qué significa esto? Que según aumenta el peso relativo del capital fijo
(maquinaria o tecnología en general) sobre el variable (seres humanos) en la
composición orgánica del capital, puede aumentarse la productividad, pero no
tanto el valor. Esto es, se genera en proporción a la productividad un menor
valor, dado que disminuye el tiempo socialmente necesario para producir las
mercancías1.

1 En realidad con esta expresión aludimos a la cantidad de trabajo directo e indirecto que está depositado
en ellas (siendo el directo el que realizan los seres humanos y el indirecto el que contienen los medios de
producción —materias primas e instrumentos de producción— que utilizan aquéllos, y que ya procuraron
otros seres humanos —por eso llevan incluido un tiempo pasado o “trabajo muerto”-).
Sin embargo, consideremos simplificadamente, para facilitar el ejemplo, el tiempo de trabajo socialmente
necesario, sin desglosar. Si en un determinado momento (T) hacer una mercancía, p.e. una mesa de escri-
* Universitat Jaume I.

250
156 clases sociales, subjetividad y organización obrera

También significa que el trabajo humano abstracto propio de la relación sa-


larial capitalista, va perdiendo relevancia como generador de valor. El “trabajo
vivo” (el ser humano) va quedando relegado como agente de la producción, mien-
tras que el protagonismo es para el “trabajo muerto” (las máquinas). Éstas (que
contienen un valor en función del tiempo abstracto de producción que conllevó
concebirlas, diseñarlas y fabricarlas) se desgastan con el uso, es decir, transfieren
parte de su valor en cada función que realizan produciendo objetos o servicios2.
Pero no generan valor nuevo: fueron fabricadas para producir esas mercancías
(esa potencialidad estaba incluida en su valor original: por eso forman parte de
lo que Marx llamó capital constante). En cambio los seres humanos trabajan,
generando valor nuevo al hacerlo. De ahí que, mediante el proceso de sustitución
de seres humanos por máquinas, el capital sin quererlo va socavando no sólo su
fuente de valor, sino consecuentemente también, la de plusvalor, pues la fuerza
de trabajo no sólo es la única que crea valor nuevo por capital monetario inver-
tido, sino que ese valor es mayor que el que estaba contenido en la maquinaria y
en ella misma como mercancías; es decir procura a la clase capitalista, que es la
que compra la fuerza de trabajo, un “plus”-valor o plusvalía: esta es la sustancia
del valor. El valor como plusvalor, fuente de toda ganancia capitalista, es la me-
dida al cambio con otras mercancías de la plusvalía extraída en cada una de ellas
(el tiempo de trabajo humano abstracto empleado para producirlas y que no ha
sido pagado: el plustrabajo o trabajo de más). Parte de esa plusvalía se convierte
en capital al ser reinvertida en la producción. El capital, pues, no es sino trabajo
no pagado reinvertido para producir: la base de este modo de producción que
toma de él su nombre, y que, por tanto, está basado intrínsecamente en la explo-
tación del ser humano por el ser humano.
En definitiva, la sobreacumulación de capital se da cuando el capital pro-
ductivo, aquel que se reproduce a sí mismo de forma indefinida [en el ciclo di-
nero-mercancías (medios de producción y fuerza de trabajo)-producción-nuevas

torio, pudiera llevar 10 días de trabajo abstracto (valor = 10 días = 240 horas = 14.400 minutos); y más
tarde (T’) esa mercancía pudiera hacerse en 10 horas (10 días o 240 horas pasarían a ser 10 horas o 600
minutos = 0,04 veces del valor conseguido en T). Si en algún otro momento (T’’) el desarrollo tecnoló-
gico permitiese hacer la mesa en 10 minutos [600 minutos pasarían a 10 minutos = 0,016 veces el valor
en T’, y 0,0007 el valor original en T (dado que de 10 días o 14.400 minutos se ha pasado a 1 día o 1.440
minutos)], el valor de esa mercancía tendería a reducirse en proporciones parecidas al intercambiarse en
el mercado. Recientemente, Cockshott y Nieto (2017), a partir de la línea de investigación de Cockshott y
Cottrell en Towards a New Socialism, están llevando a cabo un esfuerzo importante en mostrar cómo hoy
podría hacerse la contabilidad de los distintos trabajos (directo e indirecto, más o menos simple o com-
plejo), así como la distribución y compensación de lo producido por ellos en una economía planificada.
2 Cuanto más sofisticadas, más compendian el desarrollo conjunto de la sociedad, el saber colectivo
depositado a lo largo de generaciones. Cuando contribuyen a aumentar aceleradamente la productividad,
también reducen en proporción el valor de cada mercancía que generan: depositan menos parte de su
valor en cada una de ellas (las cantidades de trabajo indirecto son, como las del trabajo humano directo,
también menores). Con el proceso de tecnificación de la producción se va dando una estructural despro-
porcionalidad entre el científicamente desarrollado capital fijo y la masa de fuerza de trabajo que puede
ser todavía empleada con rentabilidad.

250
valor, emPleo, clase y caPital en la cuarta revolución industrial 157

mercancías-nuevo(mayor) dinero (D—M—P—M’—D’)], no es capaz de crecer


en un nuevo ciclo en medida correspondiente al nivel adquirido previamente, y
por tanto no puede completar su ciclo de valorización, generando un capital que
compense el capital invertido (no puede ni siquiera conservar el mismo valor que
ya tenía antes de comenzar el nuevo ciclo de valorización). Con ello se descom-
ponen también las condiciones materiales de producción y de reproducción de la
existencia social del capital, vale decir, de la propia sociedad.
Ese dramático camino pasa por diferentes procesos. Vamos a seguirlos opor-
tunamente, empezando por los más inmediatos:
1) Como cada vez hay menos fuerza de trabajo implicada en la generación de
valor, crece enormemente en la economía capitalista el peso de las actividades no
dedicadas directamente a la generación de valor (lo que clásicamente se ha lla-
mado “trabajo improductivo”: el capital a interés y el capital mercantil, pero tam-
bién la esfera estatal), y consecuentemente hay más capitalistas y asalariados no
productivos que tienen que repartirse para sus ganancias y salarios respectivos el
menguante valor que se va generando. Con el tiempo esta inversión de la impor-
tancia entre el capital productivo y el improductivo supone un enorme peso para
la economía capitalista en general, que conduce a su lenta pero constante asfixia.
2) Por otro lado, la más escasa fuerza de trabajo que va quedando en los pro-
cesos productivos, ha de ser explotada más para compensar la pérdida de plus-
valor ocasionada por la incesante incorporación de tecnología. Pero tampoco la
plusvalía aumenta proporcionalmente a la explotación de la fuerza de trabajo,
sino de forma decreciente.
Esto es así porque según aumenta para el capital social global su composi-
ción orgánica, tiende a aumentar también con ello la tasa de plusvalor o tasa de
explotación: mayor va siendo la proporción del trabajo excedente (no pagado)
frente al trabajo necesario (el que precisaría la fuerza de trabajo para mantenerse
a sí misma si no tuviera que generar plusvalía para otros, y que es el tiempo que
cuenta en el salario). Pero no aumenta en cambio la masa total de plusvalor en
la misma proporción, dado que el trabajo necesario que resta por capitalizar va
disminuyendo drásticamente según avanza esa inversión y composición orgánica
del capital. Dicho de otra manera, el trabajo necesario disminuye en la misma
dimensión que crece el trabajo excedente (es decir, el que trabajan los produc-
tores exclusivamente para la ganancia de quien compra su fuerza de trabajo). Y
conforme disminuye ese trabajo necesario es más costoso en inversión de ca-
pital apropiarse del trabajo necesario (ver demostración matemática en GPM,
2003).
Además, por mucho que se explote a la fuerza de trabajo en la obtención de
más plusvalía, si su número se reduce, al final la plusvalía no puede compensar
la pérdida de valor. Veamos, si en un determinado momento se avanza un capital
para producir, y tenemos 10 personas asalariadas, y cada persona proporciona
4 horas de plusvalía por día, tendremos un resultado de 10 x 4 = 40 horas por

250
158 clases sociales, subjetividad y organización obrera

día. Si en un segundo momento introducimos maquinaria hasta el punto de dejar


sólo 2 personas trabajando, aunque aumentemos la plusvalía a 8 horas por día
(la totalidad de la jornada laboral oficial), el resultado será 2 x 8 = 16 horas de
plusvalía. Y finalmente, como señalaba Marx, por mucho que la clase capitalista
quiera aumentar la explotación, el aumento de la plusvalía por persona no puede
exceder las 24 horas del día.
En definitiva, si el proceso de acumulación se quiere llevar al límite
—como es la tendencia de cada unidad de capital, por definición-—, hasta el
propio beneficio (fuente de la acumulación misma) se convierte en obstáculo para
la acumulación, de forma que el capitalista pretende acumular a un ritmo superior
al de los beneficios. Se explica así también porqué la tasa de acumulación tiende
históricamente a ser más alta que la tasa de plusvalía (de nuevo sobreacumula-
ción). O dicho de otra forma, cada vez se necesita más capital constante para ge-
nerar valor en escala decreciente del cada vez menor tiempo de trabajo necesario
que va quedando. Cuando esto ocurre, y el capital crece aún más deprisa que el
beneficio, el capital se siente a sí mismo en su apogeo, la acumulación parece
atravesar una etapa próspera e incuestionable, la conciencia social ve confirmada
su fe en el progreso que el capitalismo es capaz de generar, pero al mismo tiempo,
por debajo, imperceptiblemente, la Tasa General de Ganancia Media tiende a
descender, independientemente de que algunos capitalistas puedan ver aumentar
su particular tasa de ganancia (GPM, 2003).
En la Tabla 1 se expresa cómo se ha dado la caída de la tasa de ganancia para
las 500 principales corporaciones transnacionales estadounidenses.
La tasa de ganancia industrial en Japón pasó de 31,6 entre 1955-59, a 14,5
entre 1991 2000; y en Alemania cayó de 30,3 entre 1949-59 a sólo 5,2 entre 1991-
2000. En EE.UU. lo hizo de 25 a 17,7 para esas mismas fechas (Brenner, 2009),
y en el año 2000 todavía era la mitad de la de 1948 (Dumenil y Lévy, en Roberts,
2017: 348).
Para explicar esta tendencia sigamos fijándonos en los propios problemas de
la productividad. Si, como hemos visto, cada vez queda menos margen para que
los aumentos de la productividad repercutan en la elevación de la tasa de plus-
valía, la propia productividad se convierte en un problema cada vez más difícil de
resolver para la ganancia capitalista. Expresado desde otro prisma, según la au-
tomatización de los procesos productivos va haciendo que la cantidad de tiempo
de trabajo depositada en cada producto sea menor, la productividad de cada tra-
bajador debe aumentar (debe de ‘hacer’ más productos o servicios en la misma
unidad de tiempo) para que la masa de beneficio realizable no disminuya (es
decir, si ahora una mercancía sale con una décima parte del valor que tenía hace
una década, han de fabricarse 10 veces más elementos de esa mercancía para no
perder el total del valor anterior y por tanto la posibilidad de ganancia capitalista).
Lo cual conduce a la paradoja de que más aumenta la productividad de las fuerzas
productivas, más se necesita que aumente para intentar salvar el beneficio. Así, si

250
valor, emPleo, clase y caPital en la cuarta revolución industrial 159

la productividad crece por ejemplo un 5%, la producción ha de crecer al mismo


nivel para mantener el empleo (y por tanto las posibilidades de plusvalía). Pero
para ello, además, el consumo se ha de intensificar exponencialmente de cara a
adaptarse a los aumentos de productividad y paralela elevación de la produc-
ción. El capitalismo, por tanto, está condenado a mantener una continua expan-
sión del consumo a escala planetaria (lo que le obliga al logro de una pulsión
consumista en las poblaciones —al menos en las que tienen una cierta capacidad
de compra— y lleva a una permanente pugna entre los capitales por expandir el
mercado y apropiarse de una mayor cuota del mismo).

Tabla 1
Tasa de beneficio, ajustada por fecha, después de impuestos, de las 500 prin-
cipales corporaciones transnacionales estadounidenses (media anual década
por década, 1954-2002)
Onda larga Años Tasa de beneficio
Ascendente 1954-1959 7,71
Ascendente 1960-1969 7,15
Descendente 1970-1979 6,30
Descendente 1980-1989 5,30
Descendente 1990-1999 4,02
Descendente 2000-2002 3,30
Fuente: O’Hara (2004).

Esta circunstancia tiene sus lógicos límites absolutos en la finitud de los re-
cursos y sumideros naturales. También en las propias posibilidades de consumo
de las poblaciones. Éstas, a la postre, se mostraron incapaces de seguir el ritmo
requerido por la producción capitalista y su trepidante reducción del valor, aún
más según bajaba su poder adquisitivo en función de la ofensiva generalizada
de la clase capitalista por rebajar el precio de la fuerza de trabajo o por apartarla
incluso de los procesos productivos (contradictoriamente, la pugna por expandir
y adueñarse del mercado termina expulsando a más población del mercado o
reduciendo su participación en él). Efectivamente, según el valor (el tiempo
socialmente necesario de producción) tiende a cero (con la inteligencia artificial,
la robótica, microelectrónica, informática y biotecnología que componen la 4ª
Revolución Industrial), el mercado tendría que expandirse a infinito en un planeta
muy finito (para seguir ese ritmo de producción y de mercado, toda la población
mundial debería tener una capacidad de compra cada vez más ilimitada y no sólo
todos los recursos y energía planetarios se deberían multiplicar también expo-
nencialmente, sino igualmente la capacidad de la biosfera de asimilar residuos).
Hay que ser muy irrealista para pensar que algo así es factible. O dicho de otra
forma, estamos insertos en un modo de producción cuyas dinámicas estructurales

250
160 clases sociales, subjetividad y organización obrera

resultan cada vez más irrealizables. De hecho, el capitalismo alcanza sus puntos
críticos cuando sus posibilidades de expansión son sobrepasadas por el propio
desarrollo de las fuerzas productivas que desata.
Tal situación se empezó a alcanzar en los años 70 del siglo XX, y desde en-
tonces el trabajo improductivo global superó un umbral histórico crítico, tanto en
sentido absoluto como relativo, mostrando en adelante que “la sociedad mundial
cientifizada ha crecido demasiado para caber en las formas del sistema productor
de mercancías” (Kurz, 2009: 34).3 La contra-cara de ello es que sólo la dictadura
de la tasa de ganancia que preside este sistema, permite desaprovechar todo el
potencial tecnológico en favor de las grandes mayorías, simplemente porque no
es rentable.
Vemos ahora cómo los procesos de automatización y robotización en curso
han afectado al pilar del modo de producción capitalista: el trabajo asalariado
(trabajo abstracto), del que se derivan el valor y el plusvalor.

La dilución del trabajo asalariado

Hasta ahora la lógica del pensamiento económico ortodoxo nos indicaba que el
desarrollo tecnológico eliminaba trabajo en los campos en que se implantaba,

3 La globalización y sus dinámicas de deslocalización empresarial, así como la ofensiva político-econó-


mica neoliberal, no fueron procesos ni naturales ni casuales, sino el resultado forzado para compensar,
durante un tiempo, la caída de la tasa de ganancia en las economías centrales del sistema capitalista. En
el primer caso invirtiendo el capital en las economías periféricas (más conocidas como “Tercer Mundo”)
donde todavía no se había dado el proceso de sobreacumulación y donde aún se puede incorporar más
trabajo vivo para la extracción de plusvalía (re-emprendiéndose así una acumulación extensiva de ca-
pital); también expandiendo al tiempo el mercado, la velocidad de rotación del capital y el acortamiento
de la vida de los productos. En el segundo caso, ofensiva neoliberal, imprimiendo mayores tasas de
explotación de la fuerza de trabajo y menor redistribución del (menguante) beneficio conseguido al con-
junto de la población; también buscando nuevos espacios de valorización donde antes se instalaban los
bienes comunes y las actividades humanas de preservación de la vida (es decir, el conjunto de la riqueza
social que quedaba fuera del mercado; lo que supone a escala interna igualmente una nueva acumulación
extensiva de capital). Todo esto implica, asimismo, intensificar el abaratamiento de la naturaleza como
fuente energética y de recursos (acentuación del fosilismo). La combinación de todos esos procesos ha
proporcionado un margen temporal al capitalismo, pero al final uno tras otro van mostrando su agota-
miento para continuar compensando la caída tendencial de la tasa de ganancia: la sobreacumulación llega
también más rápido de lo deseado a las economías periféricas convertidas mediante la masiva inversión
de capital externo en “emergentes” (mientras que cada vez es más difícil reinvertir masivamente en otras
periferias según va quedando menos producción de valor para hacerlo); la velocidad y amplitud a la que
se reproduce el mercado no pueden contrarrestar la densidad a la que desciende el valor; el incremento
de la explotación tendente a aumentar la plusvalía alcanza un momento, como hemos visto, que no
compensa la caída del valor; al tiempo que el empobrecimiento de la sociedad es contradictorio con la
realización capitalista (o venta de lo producido). En cuanto a la mercantilización de las actividades sus-
tentadoras de la vida y de la riqueza social en general, en su mayor parte tienen como objetivo apropiarse
de más porción del valor ya generado, antes que crear nuevo valor. Por su lado, los límites ecológicos
inherentes a todas estas dinámicas se hacen inocultables (es importante tener en cuenta, por eso, que es el
límite “interno” del capital el que presiona al sistema a su límite “externo” o ecológico).

250
valor, emPleo, clase y caPital en la cuarta revolución industrial 161

pero que tal proceso no generaba pérdida de empleos sino un desplazamiento de


los mismos, dado que la tendencia a la cualificación cada vez mayor de la fuerza
de trabajo se correspondía con la creación de nuevas profesiones o tareas produc-
tivas. Así se abrió camino la tesis de la “sociedad postindustrial”, de Touraine,
Galbraith, Bell, Toffler y otros. Sin embargo, y aunque Marx ya mostró que a la
larga no es así4, esta tesis pudo ser válida hasta cierto punto5 para la Primera Edad
de las Máquinas, en que la relación entre seres humanos y máquinas estaba más o
menos sujeta a una razón de complementariedad. Esto es, aquéllas permitían a los
seres humanos desligar el esfuerzo físico de sus habilidades, para poder desarro-
llar nuevos ámbitos de producción intelectual, al tiempo que las máquinas que-
daban bajo el control humano. La Segunda Edad de las Máquinas, sin embargo,
implica que éstas sustituyan también las capacidades intelectuales humanas.
El ya famoso informe de Frei & Osborne (2013) sobre este asunto prevé dos
próximas ondas de automatización. La primera ola tiene que ver con trabajos
rutinarios o susceptibles de rutinarización. Trabajos en transporte, ocupaciones
logísticas, administrativas y de oficina en general. La automatización y roboti-
zación se expanden además por las ocupaciones relacionadas con las ventas (ca-
jeros, empleados de contabilidad y alquiler, así como televendedores), el trabajo
de prefabricados y de construcción en general (el mercado para robots personales
y de hogar está creciendo alrededor de un 20% anual).
La segunda ola, sin embargo, estará centrada en sobrepasar el cuello de botella
de la ingeniería relacionada con la creatividad y la inteligencia artificial (serán
quizás los últimos reductos ante la computarización los trabajos relacionados
con las artes, la creatividad, la percepción social, la asistencia y cuidado de ter-
ceras personas, la dirección y “management” que requieran conectividad social,
alta capacidad de interpretación y de comunicación). Por su parte, el informe del
Bank of America Merrill Lynch (2015) destaca ocho sectores estratégicos donde
los robots tendrán un efecto económico revolucionario: inteligencia artificial; de-
fensa e industria aeroespacial; transportes; finanzas; salud; producción industrial;
servicios domésticos y minería. El informe señala también que la llamada inte-
ligencia artificial, es decir, la robótica en su aspecto más teórico (informática,
matemática y lógica) relacionada con el Internet de las cosas crecerá 36% hasta
2020, gracias a empresas líderes como Apple, Facebook, Google, Hitachi o IBM.
En su informe de 2013, el Mckensey Global Institute indicaba 12 tecnolo-
gías con un potencial “disruptivo” para la economía de aquí a 2025: el internet
4 Ver la Sección Cuarta del libro I, dentro del capítulo XIII, “La teoría de la compensación, aplicada a los
obreros desplazados por las máquinas” (Marx, 1981).
5 En realidad, una buena parte de los empleos se “desplazaron” gracias a la terciarización económica
expresada en forma de servicios sociales, es decir, por mor de la redistribución de la plusvalía que acom-
pañó a la construcción del Estado Social, el cual a su vez es resultado de las luchas de clase históricas
Capital/Trabajo; en gran medida una conquista histórica de este último, posibilitada por la desconexión
soviética con el orden capitalista y el (relativo) equilibrio mundial de fuerzas. Conquista que, paradójica-
mente, a su vez salvó al capitalismo de sí mismo, permitiéndole un nuevo ciclo de acumulación gracias
al aumento de la redistribución y la consecuente alza de la demanda.

250
162 clases sociales, subjetividad y organización obrera

móvil, la automatización del trabajo del conocimiento, el internet de las cosas,


la tecnología de nube, la robótica avanzada, la genómica de última generación,
vehículos autónomos y casi-autónomos, almacenamiento energético, impresión
3D, materiales avanzados, exploración y recuperación avanzada de gas y petróleo
y la energía renovable6.
Por su parte, el informe del Foro Económico Mundial presentado en Davos en
2016, señala que una mayor automatización y aplicación de la inteligencia artifi-
cial en los lugares de trabajo dará lugar a la pérdida de 7.1 millones de empleos en
los próximos cinco años en las 15 principales economías, al tiempo que ayudará
a crear solo 2 millones de nuevos puestos de trabajo durante el mismo período
(detalles en Roberts, 2016).
La automatización que combina los avances en microelectrónica, informá-
tica, biogenética, nanotecnología, inteligencia artificial, neurociencia y robótica
(Cuarta Revolución Industrial), promoverá cada vez más la delegación de los
ámbitos de creación, inteligencia, conocimiento, así como los sistemas de super-
visión y control productivos a las propias máquinas (“inteligentes”), capaces de
desarrollar mejores registros que los humanos en todos estos campos. La automa-
tización que reinó durante los treinta años finales del siglo XX (1970-2000) no es
igual que la “robotización” en curso, porque las máquinas que están siendo desa-
rrolladas a partir de ahora incorporan la informática (“cerebro”), sistemas ópticos
y sensores muy sofisticados (“ojos y sensibilidad”) y disponen de “brazos” y
“manos con dedos sensibles”, lo que las hace entrar en la categoría de una auto-
matización que prácticamente se desprende de la asistencia humana.
Así, una nueva generación de software con capacidades de “aprendizaje pro-
fundo” está en ciernes. Se trata de programas diseñados para tomar o proponer
decisiones a partir del análisis semiautomático de grandes conjuntos de datos,
como los capturados en millones de interacciones con clientes o los recogidos por
los sensores ubicuos del Internet de las cosas.
Recientemente un informe del City GPS (2016) señaló que en los próximos
10-15 años la computarización y la automatización podrían hacer desaparecer
alrededor del 47% de las 702 ocupaciones que analizó (ofreciendo también un
repertorio de aquellas actividades que podrían estar más afectadas).
Ciertamente esto no quiere decir ni que todos esos empleos vayan a desapa-
recer del todo ni que la automatización esté tan asegurada. De hecho, el propio
City GPS advierte que ningún empleo de su lista desaparecerá totalmente. Al-
gunos perderán la mayor parte de la fuerza de trabajo, mientras que otros sólo
una pequeña parte de ella. De momento, para el futuro cercano, lo previsible es
que los robots no puedan sustituir totalmente a los humanos en la mayoría de los
campos. Los robots son imbatibles en las grandes series, la reproductibilidad,
6 Todo indica que esta edad de las máquinas no es comparable a la que inauguró la máquina de vapor (una
incursión a fondo sobre estos puntos en Brynjolfson y McFee, 2014; Rabilotta y Agnaïeff, 2016) y es pre-
visible que por primera vez asistamos al hecho de que el avance tecnológico-científico no abra nuevas po-
sibilidades de acumulación ni de proliferación de nuevos empleos con mayor demanda de cualificación.

250
valor, emPleo, clase y caPital en la cuarta revolución industrial 163

las altas cadencias y en los esfuerzos tanto intensos como continuados. Pero las
personas seguimos siendo más fiables en términos de percepción, comprensión,
decisión, planificación, memorización de resultados obtenidos y mejoramiento de
los mismos, así como en la auditoría de lo hecho, en general. Lo que quiere decir
que más bien, en muchos casos, humanos y robots en adelante tendrán que coo-
perar (Measson, 2014), aunque tal circunstancia no contradice la tendencia hacia
la eliminación de empleos, dado que se necesitarán menos humanos para trabajar
en la mayor parte de los campos profesionales.
Lo que podemos constatar hasta el presente es que se ha dado una creciente
sustitución de los trabajos más rutinarios y repetitivos, y que ya empezaron a caer
también los trabajos de cualificación intermedia (Gráfico 1).
Las tendencias proyectadas por estos estudios indican que en las próximas
décadas, ya veremos en qué proporción, la sustitución afectará también a los
altamente cualificados. Lo curioso, hoy por hoy, es que si bien hay un descenso
generalizado de empleos en todos los niveles, el saldo neto entre puestos de tra-
bajo creados y destruidos es claramente perjudicial para los empleos de mediana
cualificación.

Gráfico 1
Coeficientes anuales estimados de empleo para diferentes tipos de cualificaciones
0.01
0.005
0
-0.005 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009
-0.01
-0.015
-0.02
-0.025
-0.03
-0.035
-0.04
-0.045

empleo de baja calificación empleo de calificación intermedia


empleo de alta calificación

Fuente: Rodrik (2015), a partir del World Input-Output Database, Con datos de 40 países de Asia, África,
América y Europa.

De ahí que en los últimos años la proporción de empleos de baja cualificación


y los altamente cualificados aumentó con relación a los de cualificación inter-
media, que se han visto los más perjudicados en términos proporcionales. Esto
tiene su explicación en que, paradójicamente, en la mayoría de las economías

250
164 clases sociales, subjetividad y organización obrera

centrales los empleos de baja cualificación aumentaron para compensar el pro-


ceso de sobreacumulación, dado el rápido abaratamiento de la fuerza de trabajo,
pero subieron sobre todo en proporción los empleos mejor remunerados
Sin embargo, poco a poco entramos también en un proceso de pérdida de em-
pleos de alta cualificación, en la medida en que las computadoras y la robótica se
hacen cargo de más tareas analíticas e incluso de la de toma de decisiones (como
muestra Carr —2014a y 2014b— que está sucediendo ya en EE.UU.); lo cual
está llevando a una dinámica de pérdida de cualificación punta entre la altamente
formada fuerza de trabajo, paralela a la subocupación de la misma (con la consi-
guiente presión a la baja en toda la escalera profesional). A partir de ahora lo más
probable es que esa tendencia se acentúe.
Para calibrar unas u otras posibilidades de sustitución y determinar la exten-
sión de la automatización, un factor clave radica en el propio precio de la fuerza
de trabajo. Lo que hace que en muchos lugares y en muchos empleos continúen
estando seres humanos empleados no es que las máquinas robóticas o automa-
tizadas no puedan hacer su trabajo, sino que hasta el presente los humanos lo
pueden hacer más barato (de hecho, la ratio costo/función útil es todavía, en con-
junto, favorable al trabajo vivo, por lo que quedan campos y ámbitos empresa-
riales que se resisten a la automatización).
De ahí que si muchos empleos rutinarios se eliminan por cuenta de la au-
tomatización, la explotación extensiva de la mano de obra en trabajos que no
precisan de cualificación es todavía también un factor de empleo contrarrestante
de la sobreacumulación, al que se recurre tanto a escala interna como a través del
“offshoring”. Sin embargo, con la rápida caída de los precios de la automatiza-
ción, es previsible que esa circunstancia no se mantenga mucho tiempo o lo haga
en menor escala para cada vez más ámbitos del mercado laboral (de hecho la
automatización irrumpe con fuerza también en sectores y países donde el precio
de la fuerza de trabajo es sumamente bajo). Lo que es posible anticipar para el
futuro inmediato es que la probable propensión a la contención en la inversión
tecnológica en ciertas ramas de actividad —tanto en orden a evitar la sobreacu-
mulación (falta de rentabilidad), como debido al rápido y drástico abaratamiento
de la fuerza de trabajo—, podrá ser combinada con una selectiva y elitista inver-
sión en tecnologías y en las citadas ciencias emergentes (nanotecnología, inteli-
gencia artificial, robótica, neurociencia...), las cuales, no lo olvidemos, son aún
más ahorradoras de trabajo.
Obviamente, no debe perderse de vista en todos estos análisis prospectivos
que la creciente probabilidad de automatización futura, o incluso la exageración
de la misma, pueden servir también como amenazas para disciplinar a la fuerza
de trabajo, obligándola a aceptar peores condiciones laborales y salariales. Pues
tanto la posibilidad material como la mera expectativa de automatizar procesos
económicos juega en contra de su poder social de negociación, no sólo por fac-
tores objetivos, en el primer caso, sino por condiciones subjetivas, en el segundo.

250
valor, emPleo, clase y caPital en la cuarta revolución industrial 165

La tendencia actual es que a falta de una correlación de fuerzas sociales que


haga bajar significativamente el tiempo de trabajo y por tanto generalice un re-
parto del mismo con condiciones no degradadas, se dé una erosión de la relación
contractual salarial, esto es, un declive del empleo7. Hasta ahora la combatividad
social había logrado que la multiplicación por 13,6 de la productividad horaria
del trabajo a lo largo del siglo XX en las formaciones sociales de capitalismo ma-
duro, fuera acompañada de una reducción del 44% del tiempo de trabajo, con la
posibilidad que tal correlación ha entrañado de repartir un empleo con garantías
(circunstancia que evitó una enorme subida del paro). La intrínseca debilidad del
Trabajo (en mayúsculas, como el “trabajador colectivo” de Marx) en la actua-
lidad, dificulta la repetición de esos procesos, con la consiguiente acentuación de
la tendencia a la eliminación de empleos, que ya es patente. Lo cual no lleva im-
plicada, necesariamente, una supresión proporcional del trabajo humano, como
veremos más tarde. Lo que está en vías de desaparición es el trabajo asalariado
a tiempo completo y con garantía de larga duración, “como base principal para
construir la propia vida, una identidad social, un futuro personal” (Gorz, 2008).
De hecho, lo que se está dando por el momento es un “reparto del empleo
degradado”, que se traduce en una multiplicación de fuerza de trabajo para los
mismos puestos laborales, con pérdida del salario y del tiempo completo, amén
de las condiciones laborales asociadas a la seguridad en el empleo8.
Pero aun así, se hace cada vez más evidente la pérdida de capacidad del modo
de producción capitalista de acompañar el crecimiento de la población activa con
proporcionales incrementos de la asalarización, o dicho de otra manera, el sistema
pierde capacidad de asalarizar. Inocultable, pues la tasa mundial de desempleo va
en aumento desde los años 70 hasta la actualidad. Veamos, entre 1980 y 2007 la
fuerza de trabajo mundial creció un 63%, de 1.900 millones a 3.100 millones de
personas. Pues bien, si consideramos dentro de ella la población desempleada, la
empleada o auto-empleada de forma altamente vulnerable y la inactiva en edad
laboral, sumaban unos 2.400 millones de personas, 70% más que la población
ocupada regularmente (Foster, McChesney y Jonna, 2011, advierten que en ese
enorme ejército de reserva mundial no se cuenta la creciente población que está
sometida a relación salarial de forma parcial o discontinua).
Según un estudio de la OIT (2012), en 2008 (cuando todavía la crisis actual
no había ahondado los estragos en los mercados laborales) más de la mitad de la
7 Ya estamos viendo cómo en cada vez más formaciones sociales se necesita un mayor incremento del
PIB para asegurar la creación de empleos (lo que sustenta también la tendencia a que en cada recesión
capitalista se eliminen más empleos de los que en el magro remonte posterior se puedan recuperar).
8 Así por ejemplo, España contaba al acabar 2016 con 374.500 ocupados más, según la EPA, de los
que había en el cuarto trimestre de 2011. Pero eso no significa que haya más trabajo. Según el Instituto
Nacional de Estadística (INE) las horas trabajadas en España al finalizar el año 2015 ascendían a 31.428
millones, 1.359 millones de horas menos de las que se registraron aquel primer año. Cuando estallaron
las burbujas financieras, se trabajaban en España más de 36.518 millones de horas, pero hoy se trabajan
4.436 millones de horas menos. Si el crecimiento del empleo está aumentando más que el número de
horas trabajadas es porque se está produciendo un reparto del empleo degradado o basura.

250
166 clases sociales, subjetividad y organización obrera

fuerza de trabajo mundial estaba desempleada. En el reciente nuevo informe de la


OIT, de mayo de 2015, esta organización indica que el empleo asalariado afecta
sólo a la mitad del empleo en el mundo y no concierne nada más que al 20% de
la población trabajadora en regiones como África subsahariana y Asia del Sur.
Dice el informe que las formas de empleo “que no devienen de la relación tradi-
cional empleador-asalariado están en alza” (0IT, 2015: 3)9. También se señala que
menos de un 45% de la fuerza de trabajo que está asalariada detenta un empleo
permanente a tiempo completo, y que esa proporción tiende claramente a decaer
en lo venidero. Ya en 2008 advertía que incluso en las economías centrales el
empleo asalariado “no estándar” se había convertido en el rasgo predominante de
los mercados de trabajo.
Realizo a continuación una representación gráfica aproximada de las propor-
ciones descritas, con el fin de facilitar la visibilidad del fenómeno (Gráfico 2).
Puede verse que probablemente sólo en torno al 10% de la población activa
mundial está vinculada a la relación salarial mediante un empleo “permanente” a
tiempo completo (entrecomillo la designación de permanente para indicar la poca
firmeza que la misma tiene en la actualidad).
Pero con toda probabilidad el indicador más grave de decadencia en esta cues-
tión es el de la creciente incapacidad de asalarizar a las nuevas generaciones. Al
acabar 2009 había 81 millones de jóvenes desempleados entre los que se con-
taban como población activa (entre 15 y 24 años), en el mundo. La población
entre 16 y 24 años en busca de empleo tenía porcentajes de desempleo por encima
del 50% en países del norte de África y del sur de Europa (Goldstein, 2011). Eso
quiere decir, ni más ni menos, que el capitalismo abandona a las nuevas genera-
ciones a su suerte, se desentiende de ellas. Por el momento pasan a constituir algo
así como una provisión mundial de reserva del propio ejército de reserva, pero
con cada vez menos posibilidades de ser utilizadas regularmente como fuerza de
trabajo.
Podemos entonces calibrar lo que venimos anunciando sobre la importancia
de la pérdida de fuerza de trabajo productiva en la valorización del capital debido
al enorme incremento de la productividad (con la automatización-robotización),
y su repercusión en la caída de la masa global de valor.
Indisociablemente unido a ello se da la pérdida del valor del salario como
satisfactor de necesidades; su dilución como elemento de integración social, de
garantía contra unas u otras formas de dependencia e incluso contra la pobreza.
También tienen lugar cambios sustanciales en la relación de clase.

9 Dentro de éstas incluye a) empleo temporal; b) arreglos contractuales que implican múltiples partes; c)
relaciones de empleo ambiguas; d) empleos a tiempo parcial (para una explicación de las mismas OIT,
2015: 33).

250
valor, emPleo, clase y caPital en la cuarta revolución industrial 167

Gráfico 2

]
Población desempleada
Empleada o autoempleada en situación de alta vulneravilidad
Población activa mundial

77 % Inactiva en edad laboral

]
Población ocupada
56 % 23 % Vinculación parcial o discontinua con la relación laboral.
Relaciones de empleo ambiguas. Arreglos contractuales
diversos
44 %
Con empleo “permanente” a tiempo completo

Fuente: Piqueras (2017). Los porcentajes son meramente aproximativos, dado que el gráfico tiene un cometido más
heurístico que de exactitud.

Cambios en la relación de clase

Afrontamos a continuación las consecuencias de las tendencias estructurales y


procesos hasta aquí analizados, por lo que respecta a la relación de clase capi-
talista, basada fundamentalmente en la explotación asalariada del trabajo ajeno
(como trabajo abstracto) en beneficio del Capital (como capitalista colectivo)10.
Veremos también algunos posibles cambios en la composición de las clases.

Acentuación del despotismo de las relaciones laborales

La automatización en curso afecta negativamente a la organización de la fuerza


de trabajo, reforzando por contra el poder y control de la supervisión, haciendo
más y más fácil la monitorización de la actividad laboral y socavando al mismo
tiempo las posibilidades de solidaridad entre la población trabajadora.
Lo más probable es que el despotismo patronal aumente según se debilitan
las formas organizativas del Trabajo, crece el ya de por sí ingente ejército laboral
de reserva mundial y se obstaculiza, por otra parte, la fluida consecución de la
ganancia.
Según disminuye la potencialidad de generar valor, tales tendencias expanden
en cada vez más sectores de la fuerza laboral la posibilidad no sólo de que su

10 Más detalles sobre los cambios históricos en la relación de clase, en Piqueras (2014).

250
168 clases sociales, subjetividad y organización obrera

precio (“salario”) caiga por debajo de su capacidad de reproducción sino de que,


en general, se expropie parte creciente de su fondo de consumo para traspasarlo al
fondo de acumulación del capital. Esta circunstancia se conoce con el nombre de
sobreexplotación, que conlleva que cada vez más parte del trabajo necesario sea
hecho también “excedente” (expropiación de una parte creciente del trabajo nece-
sario del obrero que el Capital colectivo convierte en acumulación de capital). En
lógica, a menudo este proceso está asociado, aunque no indefectiblemente, con el
hecho de que el salario y/o cualquier otro tipo de retribución no alcance a cubrir
el mantenimiento de la fuerza de trabajo, esto es, cuando el precio de ésta está
por debajo de su valor (del valor que incorporan las mercancías que necesita para
su supervivencia). La sobreexplotación de la fuerza de trabajo que permanece in-
serta en los procesos productivos se dispara y esparce en el capitalismo terminal
para intentar compensar tanto la pérdida del valor como del plusvalor general (y
viene potenciada por la división internacional del trabajo y la globalización del
capital que se inicia con la fase neoliberal)11. Aumenta también incluso, de nuevo,
la explotación por fuera de la relación salarial o con vinculación sólo parcial a
la misma (es decir, se multiplican las formas de explotación mientras decae la
estricta relación salarial).
O sea, que la automatización y la consiguiente expulsión de fuerza de trabajo
y disminución de la capacidad de generar valor, tienden a expandir como acom-
pañante cada vez más frecuente la sobreexplotación de la fuerza de trabajo que
permanece en otros ámbitos y lugares de la producción capitalista mundial12. Esto
a menudo trae también como consecuencia la pobreza salarial, que significa que
11 El concepto de sobreexplotación fue desarrollado por la teoría de la dependencia para resaltar la con-
dición especial de explotación que pende sobre la fuerza de trabajo en las formaciones sociales periféricas
del capitalismo mundial y que puede hacerse efectiva en unos u otros momentos para ciertos sectores
de la población asalariada. Marini (1978, 2008), lo formuló en la forma que acabamos de expresar en
el texto (apuntando que en caso extremo el fondo de consumo de la población asalariada puede pasar
así también a formar parte del fondo de acumulación del capital). Recientemente Sotelo (2012, 2017,
2018) ha realizado una defensa y actualización del concepto frente a algunos de sus críticos. Concuerdo
también, por eso mismo, con Carcanholo (2017), en que su difusión para el conjunto de las formaciones
capitalistas no constituye una categoría nueva (que ya está construida para diferenciar un determinado
grado de explotación en las formaciones de capitalismo dependiente o periféricas), sino que sirve para in-
dicar que comienza a darse cada vez con más frecuencia para ciertos sectores vulnerables de su fuerza de
trabajo un acrecentamiento (más o menos duradero) de la explotación hasta los límites indicados, como
consecuencia de las dificultades capitalistas para mantener unas aceptables tasas de ganancia mediante la
“normal” extracción de plusvalor.
12 Tendencia ya anunciada por Marx en los Grundrisse: “El tiempo de trabajo como medida de la riqueza
pone la riqueza misma como fundada sobre la pobreza y al disposable time como existente en y en virtud
de la antítesis con el tiempo de plustrabajo, o bien pone todo el tiempo de un individuo como tiempo de
trabajo y consiguientemente lo degrada a mero trabajador, lo subsume en el trabajo” (1972: 232). Por
eso, si el desarrollo tecnológico acorta el tiempo socialmente necesario para la producción, esto no se tra-
duce en más tiempo libre proporcional, sino ante todo en la expulsión de seres humanos de los procesos
productivos, y en el sobre-trabajo de los que todavía permanecen en ellos. Smith (2016) explica porme-
norizadamente en qué consiste hoy la tendencia a la sobre-explotación, así como su expansión a escala
mundial, que deja a más y más fuerza de trabajo por debajo de su valor. También especifica la tendencia
a la disparidad de salarios tanto intra como interestatalmente.

250
valor, emPleo, clase y caPital en la cuarta revolución industrial 169

la asalarización pierde más y más su garantía contra la pobreza, lo que extiende de


nuevo también en las formaciones centrales la condición de los “working poor”
(trabajadores pobres), propia de la primera industrialización (Piqueras, 2014).
Tal circunstancia se traduce en una variada gama de dispositivos de extrac-
ción de plusvalía absoluta (formas de explotación pre-tyloristas), combinadas con
otras tyloristas y neo-tyloristas, y todas ellas correlacionadas con una vinculación
altamente inestable, fragmentada o parcial a la relación salarial, o incluso con
modalidades de trabajo fuera de la misma, dado que el tiempo de trabajo empieza
de nuevo a desligarse paulatinamente del tiempo de empleo para más capas de la
población trabajadora.
Las secuelas para la población de que sea la tasa de explotación la que palie
la pérdida de valor de la economía capitalista, son, como puede fácilmente espe-
rarse, terribles.
Para empezar, la precariedad laboral concomitante es del todo patente en as-
pectos como: a) la temporalidad laboral; b) la importancia de las modalidades
de trabajo sin relación contractual y a menudo tampoco salarial; c) la creciente
extensión de la figura de los “falsos autónomos”; d) la enorme dimensión de la
economía sumergida; e) las peores condiciones laborales en relación a aspectos
como los bajos salarios, el desajuste entre la formación adquirida y el puesto de
trabajo desempeñado, la prolongación de la jornada laboral (a menudo sin com-
pensación económica) y la flexibilidad horaria, así como la elevada incidencia de
la siniestralidad laboral; f) el menor acceso a la protección social; y g) una tutela
colectiva debilitada por el recorte de los derechos protegidos por las normas in-
ternacionales de trabajo, incluidas la libertad sindical, la negociación colectiva y
la protección contra el acoso y la discriminación (ejemplificación y datos pueden
encontrarse en Piqueras, 2017). Obviamente, todo ello redunda, como dijimos,
en la reducción del poder social de negociación de la fuerza de trabajo, hasta el
punto de verse prácticamente incapacitada para la protesta laboral organizada
(como los indicadores sobre huelgas muestran claramente a partir sobre todo de
los años 90 del siglo XX, Piqueras, 2014, cap.5.3). Más bien la población asala-
riada queda en condiciones de hacer de ejército de reserva de sí misma: contra-
tada y despedida a discreción, abordará cada nueva relación laboral con un listón
reivindicativo más bajo, con un mayor nivel de aceptación laboral.
Sin embargo, el aumento de la explotación laboral es un signo evidente de
fallo sistémico más que señal de vitalidad, por cuanto si es cierto que la tasa de
ganancia aumenta cuando lo hace la tasa de explotación, este hecho puede ocultar
una disminución de la producción de valor como plusvalor por unidad de capital
invertido, aunque procure una mayor asignación del valor a favor del capital (más
plusvalía). Pero sólo la producción de plusvalía (no su reparto) por unidad de
capital invertido, denota el estado de salud de la economía capitalista.

250
170 clases sociales, subjetividad y organización obrera

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad, el sistema es cada


vez menos capaz de producir plusvalía por unidad de capital invertido, un hecho ocul-
to por una creciente tasa de explotación, pero revelado si la tasa de explotación se
mantiene constante. El aumento de la tasa de ganancia con una tasa variable de explo-
tación desde mediados de la década de 1980 en adelante no denota una mejora de la
economía, sino su deterioro. (…) La torta disminuye, mientras que aumenta la parte
que se apropia el capital. (Carchedi, 2017: 6).

Esto nos conduce a un segundo punto, que enunciamos de forma más sintética.

Redefinición de la composición del Trabajo y de la relación


Capital-Trabajo

A partir de lo desarrollado hasta aquí, y especialmente de la necesidad para el Ca-


pital de intentar compensar el descenso en el valor con el aumento de la plusvalía,
podemos resumir algunas de las claves más importantes de las relaciones Capital/
Trabajo y de la composición de clase del Trabajo en la actualidad:
1. La desposesión generalizada e intensificada de medios de producción de la
población a escala mundial, así como el desmantelamiento de las redes esta-
tales de redistribución y protección, conllevan un continuo proceso de (re-)
proletarización en la mayor parte de las formaciones sociales.
2. La clase obrera es una fracción cada vez más pequeña del salariado en las
formaciones centrales y no deja de ser minoritaria en el conjunto del Sistema
Mundial, a pesar de haber aumentado su número en el mundo.13
3. El salariado, a su vez, cede terreno frente a otras expresiones del proletariado
en la mayor parte del planeta, ya también en las formaciones centrales.
4. Este conjunto de circunstancias está en sintonía con, al tiempo que refuerza,
un acelerado aumento y extensión de la vulnerabilidad (descenso en la pro-
tección y seguridad laboral de las personas empleadas) y la precariedad la-
boral. También tiene que ver con la expansión de formas de trabajo gratuito
(cívico, en prácticas, voluntario...).

13 El empleo industrial no ha cesado de decaer en las formaciones de capitalismo avanzado desde las
décadas centrales del siglo XX. En EE.UU. la industria pasó del 10% del PIB en 1840 al 20% en 2010,
mientras que los servicios pasaron del 20% al casi el 70% en las mismas fechas (la agricultura del 68%
al 2%). Datos en Johnston (2012). Por su parte, en Alemania la contribución del sector industrial al PIB
bajó de 51% en 1970 a 30% en 2016, a pesar de la importancia relativa de la industria alemana (ingeniería
mecánica, los equipamientos eléctricos y electrónicos, el sector automotriz y los productos químicos).
La población ocupada en la industria en 2016 era del 28,3% de la población activa (PA), según el indi-
cador económico del Banco Santander (https://es.santandertrade.com/analizar-mercados/alemania/politi-
ca-y-economia). En el conjunto de la UE, la PA ocupada en la industria pasó del 26% en 2001, al 21,9%
en 2014, y en la zona euro del 26 al 21,2%. En cuanto al resto de formaciones, ya vimos en el capítulo
anterior que el aumento del empleo industrial en algunas de ellas no compensa el empleo precario y el
“paraempleo” que predomina a escala mundial.

250
valor, emPleo, clase y caPital en la cuarta revolución industrial 171

Vamos a ver en el siguiente apartado qué repercusiones tiene, precisamente,


esta última circunstancia.

La “cosecha del valor” va sustituyendo a la generación de valor.


Explotación amplia y desposesión generalizada se solapan en el
capitalismo terminal

Hasta aquí tenemos que la gestión de la fuerza de trabajo por el Capital se hace
más despótica, al tiempo que se extiende el consumo productivo de la misma
mediante el incremento de la explotación intensiva y extensiva, con tendencia a
extender la sobre-explotación a más ámbitos y lugares. Pero es que además ese
consumo productivo se realiza asimismo crecientemente a costa de la relación
salarial, al desvincularse cada vez más de ésta y abarcar más y más ámbitos de la
vida de los individuos. Dicho de otra manera, en el capitalismo terminal se intenta
hacer del conjunto de relaciones sociales una fuente de ganancia más allá de la
producción de servicios o mercancías a través del trabajo abstracto (mediado por
el salario). Lo que significa a la vez, en definitiva, un suministro de tiempo que
produce valor a través de una cada vez más débil mediación salarial, y el aprove-
chamiento de una masa de trabajo social que no produce valor pero que permite
estirar “ficticiamente” la ganancia.
Esto se explica porque ante la profunda y persistente contradicción del valor
que padece el capitalismo, la única fuente de ganancia a escala individual que ven
cada vez más capitalistas es apropiarse del valor producido por otros capitalistas.
No importa que con ello no se amplíe la masa global de valor, es decir, no se lleve
a cabo una generalizada reproducción ampliada de capital (lo que sirve al nivel
individual no funciona para el capital en su conjunto).
La traducción de estos procesos es que la que ha constituido históricamente
la base de la acumulación capitalista y que marca la relación de clase intrínseca a
este modo de producción, la extracción de plusvalor a costa del trabajo abstracto
en el ámbito productivo reducido o Ámbito Estricto de la Explotación (que se ex-
presa a través de una relación salarial o para-salarial), recrudece su dependencia
e interacción con el Ámbito Amplio de la Explotación, el del beneficio extraído
a través del trabajo no asalarizado –a menudo impagado- que los seres humanos
despliegan para la garantía y preservación de la vida común.
El capitalismo siempre convivió con esas formas de explotación (Van der
Linden, 2008). De hecho, es crucial el papel jugado en la acumulación de capital
por el trabajo que no es pagado, en forma de trabajo generizado, etnificado, ra-
cificado… dependiente, que ha tenido en común quedar fuera de la ciudadanía
que se construyó en torno al trabajo “libre”-asalariado, como la contraparte (a
menudo no libre, marcada con un estatus inferior, de exterioridad) basada en la
expropiación o desposesión que siempre fue necesaria para mantener las diná-

250
172 clases sociales, subjetividad y organización obrera

micas de explotación salarial (Fraser, 2016). Pero la relación fundamental del


capitalismo, a la que las otras se subordinaban, y que le distinguía como modo de
producción, fue la salarial y la generación de valor como plusvalor en la produc-
ción14. Sin embargo, ahora, aquellas otras formas de explotación vuelven a crecer
en importancia respecto a ésta, lo que indica también un proceso de involución
de este sistema.
Por un lado, en el Ámbito Estricto aumentan, como ya vimos, tanto la explo-
tación como la auto-explotación. El emprendedorismo, las cooperativas laborales
y, en general, el “trabajo autónomo”, en especial el organizado colectivamente, se
instauran como modalidades tanto de nueva gestión de la fuerza de trabajo como
de explotación del trabajo autónomo organizado: segmentos enteros de la cadena
de valor se derivan hacia la autoorganización productiva (Rodríguez y Gámez,
2016). Más allá de él, en lo que llamaríamos Ámbito Amplio, se lleva a cabo una
“explotación difusa” que permite a través de la apropiación mercantil de cada vez
más partes del conjunto de actividades humanas que posibilitan y reproducen la
Vida, la apropiación también de más partes de la masa total de valor generada.
Esto es, los capitalistas que se van apropiando de la trama del mundo de la vida
y la mercantilizan, se quedan con una proporción de los salarios (que es la parte
del valor generado que se devuelve a la fuerza de trabajo); y también con parte
del valor como plusvalor obtenido por otros capitalistas (que también tienen que
pagar por las nuevas “mercancías”). Es decir, capitalistas particulares se apro-
pian de una mayor parte del valor total generado, realizando algo así como una
“cosecha del valor” (Hanlon, 2014). Para ello se valen de una enorme cantidad
de trabajo gratis realizado por la sociedad. Se da así una acentuada tendencia a
que la Esfera de la Explotación se amplíe a más y más ámbitos de la sociosfera.
Esto es, se trata de que todas las actividades humanas que desde el origen de la
especie han sustentado la vida, y que a lo largo del tiempo quedaron al margen del
mercado (la reciprocidad e intercambio, la distribución, el don, la cooperación
voluntaria, la ayuda...), queden bajo la dictadura de la tasa de ganancia. Con ellas
también las actividades extra-humanas, de la ecosfera15.
La Esfera de la Explotación, a través de la extensión a su Ámbito Amplio,
se solapa crecientemente, además, con la Esfera de la Desposesión, como resul-
tado de la Apropiación para la acumulación capitalista de lo que históricamente
fue conseguido como Común para el conjunto de la sociedad, tanto “material”
como social e “inmaterial”. El solapamiento entre esas esferas quiere decir que
la explotación sin salario que se realiza de las personas, relaciones, creaciones
y actividades humanas dedicadas al sostenimiento, preservación y reproducción
de la Vida, va acompañada de la Desposesión como bien común de esas rela-
ciones, creaciones y actividades (que hasta ahora no entrañaban contrapartida
14 Aunque en este punto ahora no haremos distingos entre el “trabajo productivo” en cuanto generador
de valor, y el “trabajo improductivo” en cuanto que posibilitador de la realización de la plusvalía en
ganancia.
15 No tenemos espacio aquí para desarrollar este último punto, que puede consultarse en Piqueras (2017).

250
valor, emPleo, clase y caPital en la cuarta revolución industrial 173

monetaria). La Desposesión penetra también cada vez más el mundo productivo


clásico, al empobrecer la condición salarial, y dejarla sin vínculos de protección
o seguridad social que pudieran paliar la carencia de medios de producción. Eso
quiere decir que si el Trabajo ha establecido a través de sus luchas de clase formas
sociales e institucionales para combatir el movimiento (la acumulación) del ca-
pital y desproletarizarse parcialmente a través de protecciones sociales, deshacer
esas formas con miras a garantizar la reproducción ampliada sin limitaciones, es
la manera en que se ha dicho que se despliegan hoy los procesos de “acumulación
originaria” emprendidos por el Capital. Pero es, en realidad, la forma en que se da
la reproletarización de las poblaciones, como oxígeno o muleta de un moribundo
valor, o incluso como medida de crecimiento que sustituya en parte al valor. Por
eso, en todo caso, tendríamos que hablar de un intento de “acumulación postrera”
más que “originaria”. Si bien, muy probablemente de lo que se trate en realidad,
dada su dinámica parasitaria, es de una des-acumulación terminal del capital, que
impele a que se busquen cualesquiera posibles vías de crecimiento y lucro fuera
del valor o mediante la “cosecha del valor” ya generado, sin real acumulación
de capital. Lo que puede estar apuntando también a otro movimiento histórico
inverso, de la subsunción real a la subsunción formal del Trabajo al Capital: un
indicador más de la degeneración de este sistema.
La Desposesión a gran escala, en cualquier caso, se erige de nuevo en parte
primordial de la acumulación capitalista. Explotación (generación de valor o de
las posibilidades de que se genere valor) y Desposesión (apropiación del valor o
de las posibles fuentes de posibilidad del mismo) por parte del Capital, se entre-
lazan e imbrican tan profusa como complejamente, en una aparente simbiosis de
ganancia y dominio.
Represento algunos de los contenidos expuestos en el gráfico a continuación:
Para poder entender mejor este empotramiento se ha de tener en cuenta que
la condición estructural del tiempo de trabajo socialmente necesario es el social-
mente necesario trabajo impagado o, en general, el no retribuido mediante salario
(Moore, 2014), el que se realiza para sostener la Vida: cuidados, crianza, protec-
ción, atenciones de proximidad..., y que generalmente desempeñan las mujeres.
Pero cuentan también aquí todas las actividades de cooperación, apoyo mutuo,
etc., sin las cuales la sociedad no existiría, amén de la amplia gama de formas
de trabajo que no pasan por la relación salarial (Van der Linden, 2008). Trabajo,
por tanto, que no se transforma directamente en valor, pero que permite (sine qua
non) que otros generen valor, pues permite la vida y la calidad de vida.
Es decir, que la explotación del salariado requiere imprescindiblemente de la
apropiación y explotación del trabajo humano no asalariado. La total asalariza-
ción de una población resultaría inviable en términos de coste capitalista, por eso
este modo de producción precisa que subsistan remanentes de población no asa-
lariada e incluso no (totalmente) proletarizada, tanto para preservarla en cuanto
que ejército de reserva externo a la relación capitalista, como para que pueda

250
174 clases sociales, subjetividad y organización obrera

contribuir al mantenimiento del salariado mediante su trabajo no pago, y paliar el


costo de reproducción de la población que fue convertida en fuerza de trabajo16.
De ahí que las relaciones sociales de producción capitalista, que han hecho de su
centro el trabajo abstracto, asalariado, recreen permanentemente para sustentar al
mismo el trabajo no asalariado, a menudo impagado.

Gráfico 3
ESFERAS EN LA ACUMULACIÓN DE CAPITAL

Ap
r
op
Producción-Circulación-Reproducción
n

iac


ac

n-
ot

De
pl

Ámbito amplio
Ex

sp
os
de la explotación

es
Ámbito extricto Comunes y


n
de la explotación actividades
(trabajo abstracto) Actividades extrahumanas
humanas

Trabajo concreto
trabajo para la vida

Fuente: elaboración propia.

Pero si la Desposesión y la Explotación Amplia continúan su curso ascendente


terminarán poniendo en peligro la propia subsistencia del Trabajo no pago y en
general de las estructuras reproductivas de la sociedad capitalista. Por tanto tam-
bién, la propia viabilidad del salariado. Trabajo pago y no pago se ven abocados
de esta manera a la extenuación a través de las tendencialmente incrementadas
sobre-explotación y sobre-desposesión.
Efectivamente, al tender a la sobre-explotación del trabajo pago, se fuerza
la extenuación también del trabajo impago, sobre todo generizado, para poder
cubrir las carencias de la reproducción de la fuerza de trabajo que por lo general
16 Los salarios de la población asalariada pueden ser tan bajos porque se sabe que las mujeres proveerán
gratuitamente la parte más importante de su cuidado. A la generación joven de hoy se la puede pagar la
miseria que se le paga en el mercado laboral porque se cuenta con que su grupo doméstico cuide de su
mantenimiento, a menudo también a través del trabajo (femenino) gratuito. La población etnificada y a
menudo considerada como “extranjera” incluso en su propia tierra, sobrevive porque sus comunidades
sociales suelen suplir con su trabajo impago la carencia del salario. Algunos de estos puntos los ex-
plicó Meillassoux (1961, 1979) con maestría en el caso de África, y especialmente en la Sudáfrica del
apartheid.

250
valor, emPleo, clase y caPital en la cuarta revolución industrial 175

aquélla conlleva. Si además se desposee de bienes comunes y se mercantilizan las


actividades del trabajo impago, el grado de vulnerabilidad de éste crece exponen-
cialmente. Esto deberá ser tenido en cuenta por cualquier tipo de feminismo: lo
más probable es que en adelante el capitalismo sólo pueda deteriorar la situación
social de las mujeres, por muchos discursos sobre igualdad de género que exhiba.
Sin embargo, y por contra, todas estas dinámicas proporcionan un suelo “ob-
jetivo” para engarzar las luchas que se dan en la esfera de la reproducción-cir-
culación con las luchas existentes en la esfera de la producción, dado que ambas
“esferas” en realidad forman un todo único, sin separación. Es decir, se acre-
cientan (objetivamene) las posibilidades de confluencia de los sujetos, formas
organizativas y luchas existentes, o tendentes a surgir, en el Ámbito Amplio de la
Explotación y en la Esfera de la Desposesión (en torno a la conquista y amplia-
ción del Común, provenientes de los sectores de población “exogeneizados” o
“desenganchados” de la relación salarial -el precariado, el trabajo impago, gene-
rizado, juvenizado, etc.-), con los y las que se dan en el Ámbito Estricto de la Ex-
plotación (donde en adelante, debido a las dinámicas descritas, es más probable
que las luchas en torno a la plusvalía se vean forzadas a complementarse también
con la persecución de Comunes).
De las luchas contra la Desposesión, por la conservación o (re-)Apropiación
de la Vida y de los procesos y fuentes que la hacen posible y preservan, surgen
formas políticas comunitarias, movimientistas, que comienzan a aprehender la
connotación biopolítica de lo Común. Esas luchas albergan, según se dijo, ma-
yores posibilidades de intersectarse con las del Ámbito Estricto de la Explotación
en cuanto que hoy éste se solapa más y más con la Esfera de la Desposesión. Pues
en el capitalismo terminal, las clásicas distinciones entre clase, género, etnia, etc.,
se reajustan al tender a solaparse para la extracción de ganancia ajena al valor o
para permitir la escasa reproducción de valor que va quedando. La relación de
clase se amplía para incluir más y más fracturas de subordinación, opresión, mar-
ginación y, en general, desigualdad de la sociedad.
En suma, el mismo desarrollo de las fuerzas productivas que convierte a la
fuerza de trabajo cada vez más en superflua, abarata los costos de la fuerza de
trabajo todavía utilizada, aumentando así la parte alícuota de la plusvalía en el
tiempo de trabajo total gastado, al tiempo que pone a trabajar sin pago a más y
más sectores de la sociedad tanto para permitir ese proceso como para “cosechar”
el escaso valor que se va generando. Pero, como puede deducirse fácilmente, la
eliminación subrepticia de la substancia del valor a través de la minimización de
la fuerza de trabajo total implicada en la producción, da lugar a un proceso ga-
lopante de disolución de esa implicación (por pérdida generalizada de ganancia)
(Kurz, 2016), en un círculo vicioso sin salida que implica también el agotamiento
del trabajo de reserva impago. No hace falta demasiada perspicacia para inferir
de ahí la destrucción de la propia sociedad. Y sin sociedad, no olvidemos la ad-
vertencia polanyiana, no hay posibilidades de existencia de ninguna economía.

250
176 clases sociales, subjetividad y organización obrera

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250
179

Trabajo y subjetividad

SERGIO NOVOA GIRÓN*

Introducción

El desarrollo de una psicología social crítica se orienta a cobrar cada vez más
fuerza, lo cual implica un replanteamiento de los diversos problemas que afectan
al sujeto en su vivencia psicosocial.
Aunque en la psicología social se han explorado aspectos de la vida social
como la socialización, las relaciones de poder, la ideología, la grupalidad, la iden-
tidad nacional, etc., se han soslayado las dificultades de la subjetividad en el
mundo del trabajo, lo cual representa procesos de subjetivación derivados de me-
canismos complejos de interrelación, expresados en comportamientos y acciones
de individuos en una época histórica determinada.
En este ensayo se mencionan esquemáticamente elementos que han configu-
rado a la subjetividad, así como a las fuerzas sociales y sus sistemas de interrela-
ción que influyen al sujeto laboral en la esfera del trabajo.

Trabajo y psicología social

Este apartado nos invita a reflexionar sobre los aspectos teóricos más significa-
tivos acerca de la centralidad de la categoría trabajo, al interior de la psicología
social entendida ésta de manera muy breve como la disciplina que estudia la
producción de subjetividad o, más aún, “la que analiza las diferentes formas de
subjetivación dentro de la institución de la sociedad, diferenciando claramente las
dimensiones (mal llamadas) ‘individuales’, de las grupales, institucionales, así
como las que correspondan al ‘socius’, entendido como totalidad estructurada,
en sus propias especificidades de análisis e intervención”(Baz-Perrés,1997:5).
Analizar y explicar la realidad humano-social en un periodo histórico determi-
nado, conlleva la necesidad de abordar el estudio del trabajo en tanto fundamento
ontológico de la existencia humana, y los procesos de subjetivación que genera
en las múltiples relaciones, significaciones y determinaciones en la producción y
reproducción de la vida ocial entendida como proceso de lucha por la existencia.
Lukács interpreta el trabajo como principio originario del desarrollo humano, y lo

* Sociólogo mexicano con maestría en psicología social. Profesor-Investigador de la Universidad Autó-


noma de la Ciudad de México (UACM).

250
180 clases sociales, subjetividad y organización obrera

define “como fenómeno originario (Urphänomen), como modelo del ser social”
(Lukács, 2004:19).Entiende que, por medio del trabajo, el ser orgánico, natural,
evoluciona de manera ascendente al ser social, es decir, mediante la adaptación
activa y consciente al medio, el trabajo se transforma en un acto que caracte-
riza la nueva cualidad del ser social, así como el modelo que da forma al ser
completamente nueva. Este principio de evolución genera determinaciones más
complejas como la cultura, la ética, el arte, la ciencia y el lenguaje humano, De
ésta manera, “la adaptación del hombre a través del trabajo no sólo se da en
dirección del paso de lo instintivo a lo consciente —problema fundamental de
toda psicología—, sino en circunstancias que han sido previamente elegidas y
deseadas por el sujeto en permanente proceso de desarrollo y transformación …,
(es decir) un sujeto que se realiza mediante el trabajo, e ingresa al complejo
mundo del ser social que él mismo creó” (Sotelo,2010:58).Por otro lado, cuando
el hombre reproduce la propia vida está reproduciendo al género humano, siendo
el trabajo el principal instrumento de esta actividad. El trabajo colectivo aumenta
la posibilidad de reproducir la propia vida, y sitúa la reproducción de la especie
humana en niveles cada vez más altos. De esta manera el individuo siente perte-
necer a una civilización amplia y cada vez más compleja; se reconoce miembro
del género humano debido a que la propia experiencia se convierte en un patri-
monio común, y la vivencia de los otros, en patrimonio propio. Prácticamente
todo ser humano es una comunidad debido a su vinculación recíproca consigo
mismo, con los otros y con la humanidad: “se trata de una nueva concepción de
la subjetividad, que se encuentra originada a partir del trabajo y en el trabajo”
(Lukács, 2004: 22). De acuerdo con esto, Lukács concibe ontológicamente al
trabajo como el principio fundamental del individuo y su subjetividad. Se refiere
al hombre que hace historia y reproduce en su conciencia y en la praxis cotidiana
la propia humanidad: “En síntesis, el Urphänomen, o principio originario del ser
social y de la humanidad que es el trabajo, es la categoría fundacional en la que
reposan las demás categorías sociales como el lenguaje, la cultura, la ética, la
moral, la conciencia y la personalidad, categorías que por cierto, se van desarro-
llando hasta adquirir dimensiones complejas y, en momentos coyunturales, sobre
determinantes”(Sotelo,2010:62).
Complementando esta idea de Lukács sobre la subjetividad derivada del tra-
bajo, no pensamos en ella como el estigma que se le atribuye por su vinculación
con el subjetivismo idealista; tampoco restringimos su papel a los conceptos re-
lacionados al individuo tales como sus facultades, sentimientos, angustia, dolor,
juicio, temor, etc., pues estos aspectos desplazan la atención necesaria sobre el
factor social como parte ineludible de la subjetividad. En otras palabras, la sub-
jetividad social se produce en el intercambio con los otros, partiendo de factores
singulares y sociales constituyentes de un panorama complejo distinto al del indi-
viduo aislado. De esta manera, la subjetividad se presenta como un proceso en la
constitución de los sujetos en términos grupales, institucionales y comunitarios.

250
trabajo y subjetividad 181

Sin embargo, dicho proceso no se limita a la autorreflexión y a la conciencia, ya


que en su desarrollo se encuentran también aspectos irracionales e inconscientes
de los sujetos, lo cual denota la presencia de enigmas, contradicciones e incom-
pletud, poniendo con esto en claro que no todo es conciencia. Luego entonces, en
la subjetividad se encuentran también elementos como la condición enajenada del
sujeto, y el lugar que ocupan en ésta los demás. (Fernández, 1998)
En otro orden de cosas, la subjetividad incorpora una relación del sujeto
consigo mismo, una reflexividad que implica un pensarse y no ser únicamente
pensado. No obstante, la subjetividad es alteridad y pluralidad, es el producto
de múltiples modos de subjetivación derivados de los móviles de las acciones
humanas (dentro de las cuales se encuentra el trabajo). En este sentido, es un
proceso marcado por una singularidad histórica que se manifiesta en las diversas
prácticas sociales de una época históricamente determinada. Por tal motivo puede
confirmarse que las subjetividades generan efectos y crean significaciones en
los grupos, en las instituciones y en el Estado. Intervienen en la orientación que
asume la historia y la sociedad; y en sus dinámicas de cambios o de parálisis: “Si
no se incorpora la dimensión de lo subjetivo, no podrá entenderse la complejidad
de los procesos sociales”. (Fernández,1998:42)

Algunos planteamientos en torno al trabajo y la subjetividad

En distintos países de América Latina, así como en México, se han realizado en-
cuentros académicos sobre las transformaciones en el mundo del trabajo, y como
algo novedoso, su impacto en la subjetividad de los trabajadores. En dichas reu-
niones se han abordado temas como las nuevas condiciones laborales, el empleo /
desempleo, la transformación social, la práctica multidisciplinaria en la organiza-
ción del trabajo y otros más. A continuación, esbozaremos los planteamientos de
algunos autores sobre la relación del trabajo con la subjetividad

Leonardo Schvarstein

Este autor se refiere a la salud psíquica (Schvarstein, 2005: 33) partiendo de dos
concepciones: a) como adaptación activa a la realidad (Pichon Rivière) y b) como
movimiento de apropiación del acto (Mendel).

Para la primera, el sujeto es modificado para la realidad y es capaz de modificar la rea-


lidad —organización— en la que actúa; según la segunda, puede y quiere apropiarse
del acto voluntario y consciente que allí realiza. Para nosotros… ese acto es acción,
actuación del trabajo, en el trabajo, en las organizaciones en la que el sujeto trabaja,
y en las resonancias, consonancias y disonancias que experimenta cuando actúa fuera
de ellas (Ibid, 33).

250
182 clases sociales, subjetividad y organización obrera

Por otro lado, se argumenta que la organización se manifiesta como instru-


mento o como dependencia institucional: “En el primer caso, el actor es el sujeto
de sus actos; en el segundo, se disfraza de personaje para encubrir una identidad
no lograda más allá de esa cáscara” (Ibid, 34), por lo que la distancia entre una y
otra posición resulta de la dialéctica entre autonomía y dependencia.
En salud, nos dice Schvarstein, tal distancia siempre es dinámica con relación
al contexto externo (situación de trabajo) y al ámbito interno (internalización de
esa situación); esto da cuenta de la interiorización del mundo externo y la exte-
riorización del mundo interno: “Dialéctica que es fundante de la subjetividad del
sujeto en situación de trabajo” (ídem). Pero cuando el autor habla de subjetividad
se refiere al sujeto sujetado, al sujeto en situación de sujeción, ya que en el es-
pacio laboral la organización se presenta regularmente “en posición de restricción
(soy uno más del conjunto al que me debo)”. Se refiere también al sujeto atado
a sí mismo “cuando no encuentra el espacio para expresar su dimensión humana
en la organización” En otro sentido, al hablar de subjetividad incluye al sujeto
productor, es decir, al acto que lo impulsa a superar los límites impuestos por los
guiones organizacionales para expresarse en plenitud más allá de ellos (soy uno
más que hace que juntos seamos más).
En función de lo anotado hasta aquí, el autor concluye que “la dependencia
conduce a la ausencia de un proyecto personal… y la autonomía conlleva la vi-
gencia de un proyecto organizacional articulado con el propio desarrollo del su-
jeto puesto en ligazón con la función creadora de la organización” (ídem). De
acuerdo a esto se afirma que la subjetividad del sujeto tensada entre estos dos
extremos, puede comprenderse como el efecto de la relación individuo – orga-
nización en su dialéctica interno/externo, en un espacio donde la organización
representa para el sujeto un lugar de sueños, de esperanzas y temores.

Enrique de la Garza Toledo

Con respecto a la relación entre la subjetividad y el trabajo este autor plantea que
la experiencia laboral sigue siendo muy importante para las personas en la tota-
lidad de sus vidas, aunque el trabajo coexiste en otros espacios de los trabajadores
como pueden ser las vivencias sindicales, las experiencias en familia, el ocio, las
relaciones de amistad, la cotidianidad en el barrio, etc., y ocasionalmente en los
vínculos con la política pública o los partidos políticos.
Por otro lado, hace referencia a la heterogeneidad de la clase obrera en sus
espacios de experiencias y a las prácticas realizadas en diferentes ámbitos, por
ejemplo, la vida laboral distinta en función de las particularidades tecnológicas,
organizacionales, en las que las relaciones de trabajo pueden ser nacionales, re-
gionales o locales. Tal diversidad de espacios puede presentar una experiencia
articulada, o no, por ser exclusiva de los trabajadores o compartida con otros sec-

250
trabajo y subjetividad 183

tores sociales. La articulación entre los distintos espacios puede ser espontánea o
construida voluntariamente.
Ahora bien, en esta multiplicidad de expresiones dentro del ámbito laboral
obrero, se pregunta el autor: ¿cuál es la importancia del trabajo en la construcción
social de subjetividades? Y responde:

La sociedad capitalista sigue siendo… una sociedad de asalariados. Con todo y sus
transformaciones el trabajo capitalista sigue caracterizado por el comando (aunque
con nuevas formas) de capital; por la división del trabajo (aunque diferente a la taylo-
rista), y por la cooperación entre hombres en el proceso productivo para lograr los
objetivos de producción (De la Garza, 1997: 89).

Agrega el autor que la empresa capitalista a pesar de las concepciones taylo-


ristas conlleva una distribución inequitativa de beneficios y de poder abriendo
posibilidades de conflicto. También comenta algunos cambios dados en los
mundos del trabajo derivados de la reestructuración capitalista y afirma que tales
transformaciones han tenido impactos en la subjetividad y en la identidad de los
trabajadores.
Concluye que la importancia del trabajo para la mayoría de los trabajadores
del sistema capitalista permite sostener que se trata de un “espacio de experien-
cias que, junto a otros, contribuye a la rutinización o reconstitución de subje-
tividades e identidades” (Ibid, 90). Y dadas las nuevas heterogeneidades en la
vida de los trabajadores, dice el autor, que no es posible hablar de un solo sujeto
obrero: “Los diversos mundos de la vida y las diversas subjetividades fosilizadas
lo impedirán”. (Ibid, 90).
Para De la Garza está pendiente la investigación de las configuraciones sub-
jetivas prevalecientes entre los diferentes agrupamientos obreros, las relaciones
entre los elementos y las formas de razonamiento con la vida laboral, y el estudio
sobre los cambios de las configuraciones subjetivas provocadas por la restructu-
ración del mundo del trabajo que no se reduce a la incorporación de nuevas tecno-
logías o formas toyotistas de organización, sino que conlleva una transformación
más amplia del mercado de trabajo.

Tommy Wittke

Con respecto a los dispositivos utilizados para la producción de la subjetividad


en el trabajo, este autor se refiere a la empresa como una entidad que remite a dos
planos diferenciados: a) por un lado, comprende establecimientos con infraes-
tructura orientados hacia fines productivos – lucrativos; b) por otro lado alude a
horizontes de imaginarios colectivos. Por tal motivo, para Wittke resulta nece-
sario el análisis histórico sobre la forma en que se condensan los estados plenos

250
184 clases sociales, subjetividad y organización obrera

de sentido en su uso actual y los modos de subjetivación derivados de ello en la


organización del trabajo.
Se considera a la empresa como una entidad que genera identidad y permea
la vida cotidiana que modela la producción de subjetividad y configura así, la
“empresarización de la vida” (Wittke, 2005: 148).
Refiriéndose al ámbito económico considera a la empresa como una institu-
ción que no sólo produce riquezas, sino que también genera valores morales.
En cuanto al modelo denominado “Toyotismo”, debido a que éste incorpora
las demandas del mercado al proceso de producción, el autor indica que el traba-
jador debe utilizar todas sus capacidades para satisfacer, a través del proceso del
trabajo, todo un cúmulo de exigencias siempre variables. Esta novedad en el uso
de las facultades cognitivo – afectivas del trabajador ha propiciado una revalori-
zación del trabajo como actividad humana que Moulian denomina intrínseca, lo
cual se refiere a la apreciación subjetiva que el trabajador otorga a su labor, y que
hace omisión a las relaciones actuales entre capital y trabajo.
Sin embargo, también ocurre una desvalorización extrínseca ocasionada por la
modificación de las relaciones sociales, o sea, el sometimiento completo del tra-
bajo al capital observado en la incertidumbre de los trabajadores ocasionada por
la flexibilización de los mercados laborales y la proliferación del trabajo precario
o informal. Como señala Moulian: “Un mundo laboral plagado de incertidumbre
e inseguridades, un trabajador sometido a las coacciones disciplinarias y a la vo-
luntad omnímoda de jefes y patrones” (Citado en Wittke, 2005: 149).
Por otro lado, se hace referencia a que las reformulaciones económicas han
propiciado que el capitalismo se constituya como un sistema semiótico y de axio-
matización del socius, el cual para Guattari es una “noción que comprende las
múltiples formas de interacción dentro de una comunidad, grupo, familia. El so-
cius es la instancia básica de la sociedad, el organismo resultante de la interacción
social desde sus formas más elementales (amistad, pareja, etc.) hasta las más
complejas (sociedad global)” (Citado en Wittke, 2005: 152). De esta manera se
genera una amplia y profunda reconversión en los procesos de subjetivación y en
las maneras de producirlos.
Tales cambios conducen a una forma de sociedad “managerial” compuesta de
mecanismos organizacionales, prácticas directivas, sistemas de representaciones
y valores, así como un estilo de personalidad anclado a la búsqueda del “éxito”.
Dicho capitalismo “managerial” orienta a las personas a utilizar sus capacidades
para la consecución de la realización personal según los objetivos y resultados se-
ñalados por la empresa, lo cual encubre cualquier antagonismo entre el beneficio
individual y el de la organización empresarial. Dicho de otra manera, se destruye
la confrontación trabajo–capital pues “el trabajador no se siente explotado, es
su propio patrón” resultando entonces que “…el enfrentamiento entre capital y
trabajo, que siempre había tenido como campo natural a la empresa, pasa a produ-
cirse en el interior del individuo, (el cual) se debate entre su tendencia a trabajar

250
trabajo y subjetividad 185

menos para protegerse de las exigencias de la empresa, y su inclinación a trabajar


cada día más para aumentar sus beneficios y mejorar siempre los resultados”
(Auber y Gaulejac, citados en Wittke, 2005: 154)
Estos rendimientos buscan establecer una “equidad” entre el trabajador y la
empresa, ya que los sujetos son manejados como una organización del trabajo,
donde se aparenta que son responsables de sí mismos estando ligados a su propia
iniciativa. Por tal motivo, la empresa es considerada como un medio para trabajar
en lo que a cada quien le guste, y que contribuye a depender de uno mismo; es
decir, se posibilita que el control del trabajo sea “interno” y se instale en el propio
sujeto.
Los efectos de estas medidas se manifiestan en los siguientes aspectos: 1)
permiten enfrentar la incertidumbre del mercado al no depender de un patrón
pues se tiene la percepción de “no estar sometido” a los procesos del mercado
laboral ya que se depende de uno mismo; y 2) la idea del control “interno” sobre
la realidad laboral, en la cual sólo se depende de la capacidad propia para obtener
los ingresos personales, deriva en un desconocimiento del papel del mercado que
puede ofrecer la obtención del éxito o bien del fracaso. Esto puede vehiculizar
una sobrexplotación autoinflingida a través del autocontrol y el disciplinamiento,
pues se es jefe de uno mismo o, aún más, se es una organización porque el propio
sujeto se ha convertido en una empresa.
En síntesis, nos dice Wittke “la transformación de la responsabilidad de la
(empresa) y de la gestión del proceso de trabajo que adquiere diferentes formas,
converge en un mismo objetivo: la autogestión. Estos mecanismos han permitido
producir las formas más eficientes y profundas de internalización del control co-
nocidas en la historia de la humanidad” (Wittke, 2005: 155).

Ricardo Antunes

En su libro Los sentidos del trabajo: ensayo sobre la afirmación y la negación


del trabajo, Antunes reflexiona en el capítulo VIII sobre los aspectos teórica-
mente significativos que constituyen la centralidad de la categoría Trabajo. Para
tal fin se basa en la polémica entre Lukács y Habermas revisando las diferencias
existentes entre estos autores, y considerando los vínculos entre praxis laboral e
interactiva o intersubjetividad, entre trabajo e interacción. Sin embargo, aunque
tal análisis resulta interesante para efectos del presente ensayo aquí referimos
solamente las formulaciones realizadas para establecer la relación trabajo/subje-
tividad presentadas en su esbozo crítico a Habermas.
Antunes entiende que la praxis interactiva, como momento de expresión de
la subjetividad, halla su base ontológica fundante en la esfera del trabajo. Se
concibe al trabajo como una categoría central y fundante que se constituye como
forma originaria del ser social, ya que posibilita la síntesis entre teleología y cau-
salidad que produjo al ser social:

250
186 clases sociales, subjetividad y organización obrera

El trabajo, la sociabilidad, el lenguaje, se constituyen en complejos que permiten la


génesis social… En el trabajo el ser se expone como subjetividad por el acto teleoló-
gico, por la búsqueda de finalidades que crea y responde al mundo causal (Antunes,
2005: 151, subrayados del autor).

Si se le concede al trabajo un sentido dominante, el lenguaje y la sociabilidad,


en tanto componentes fundamentales del ser social, se encuentran estrechamente
relacionados a él, y debido a que forman parte de la praxis social no pueden ser
separados ni ubicados en disyunción, pues se perdería la articulación recíproca
entre teleología y causalidad, entre el mundo de la objetividad y de la subjeti-
vidad, elementos importantes para la comprensión social.
Por otro lado, para abordar el tema de la subjetividad auténtica y la subjeti-
vidad inauténtica, Antunes recurre a Nicolás Tertulian cuando éste se refiere a la
Ontología del ser social y lo que Lukács construyó en ella:

…una verdadera fenomenología de la subjetividad, para volver inteligibles las bases


socio–históricas del fenómeno de la alienación. Distingue dos niveles de existencia: el
género humano en–sí y el género humano para–sí. Lo que caracteriza al primero es la
tendencia a reducir al individuo a su propia ‘particularidad’; el segundo es la aspira-
ción en busca de una… personalidad ya no más particular… Lukács exalta el espacio
de la autonomía de la subjetividad en relación a las exigencias de la producción y
reproducción sociales (…) El campo de la alienación se sitúa en el ‘espacio interior’
del individuo, como una contradicción vivenciada entre la aspiración en búsqueda de
la autodeterminación de la personalidad y la multiplicidad de sus cualidades y de sus
actividades, que apuntan a la reproducción de un conjunto extraño (Tertulian citado
en Antunes, 2005: 154).

Para Antunes el sujeto que acepta las condiciones impuestas por el statu quo
y no tiene aspiraciones orientadas hacia su autodeterminación es considerado por
Lukács como un sujeto en estado de “particularidad”, es decir, el modelo del
género humano en-sí. Dicho de otra manera, y según lo afirmado por Tertulian,
es el momento en el cual la subjetividad presenta elementos de inautenticidad.
Por el contrario, la búsqueda permanente para conquistar una auténtica condición
humana, implica la práctica y el ejercicio de una voluntad dirigida al encuentro
de una fuerza activa y consciente que permita la realización de una personalidad
autónoma. Al respecto dice Antunes: “La vida cotidiana no se muestra entonces
como el espacio por excelencia de la vida alienada, sino, al contrario, como un
campo de disputa entre la alienación y la desalienación” (Antunes, 2005: 155).
Refiriéndose nuevamente a Tertulian y su búsqueda sobre las diferencias que
se presentan en la vida social, Antunes hace mención de las distintas manifes-
taciones en las que se expresan las reificaciones “inocentes” y las reificaciones
“alienantes”: 1) las primeras ocurren cuando se da la condensación de las acti-
vidades en un objeto, una cosa, ocasionando así la “cosificación” de las energías

250
trabajo y subjetividad 187

humanas que actúan como reflejos condicionados. En este caso la subjetividad


es apropiada por el objeto, sin realizarse una “alienación” propiamente dicha; 2)
con relación a las reificaciones “alienadas”, éstas se dan cuando la subjetividad
es convertida en objeto, o sea, en un “sujeto – objeto que funciona para la auto-
afirmación y la reproducción de una fuerza extrañada. El individuo (…) llega
a autoalienar sus posibilidades más propias vendiendo, por ejemplo, su fuerza
de trabajo bajo condiciones que le son impuestas o, en otro plano, se sacrifica
al ‘consumo de prestigio’ impuesto por la ley del mercado (Tertulian citado en
Antunes, 2005: 156).
Luego entonces, nos dice Antunes, la lucha entre autenticidad e inautenti-
cidad, entre alienación y desalienación, se manifiesta en la tensión de la subjeti-
vidad observada en el esfuerzo por superar la “particularidad” (género en-sí) y
alcanzar un nivel real de humanidad (género para-sí): “La autodeterminación de
la personalidad que hace estallar los sentimientos de la reificación y de la aliena-
ción, es sinónimo de emancipación del género humano” (ídem). Sin embargo, la
búsqueda de la genericidad para-sí no cancela la posibilidad del “debilitamiento
trágico del sujeto en el curso del combate” (Ídem).
Por otro lado, constatando la positiva vinculación entre subjetividad y ob-
jetividad realizada por Lukács en su Ontología del ser social se subraya la im-
portancia de la subjetividad como el momento constitutivo de la praxis social a
través de la interrelación dada entre el sujeto y la actividad del trabajo, pues onto-
lógicamente no es posible separar la esfera de la subjetividad del universo laboral
ya que “con el acto teleológico intrínseco al proceso de trabajo dio nacimiento a
la propia subjetividad en el acto social laboral” (Antunes, 2005: 157)

Restructuración productiva y su impacto en las relaciones


sociales

En este apartado nos basamos en el artículo de Fátima Otormín (2005: 185) que
parte de un análisis de la mercancía para explicar las modalidades de sociabilidad
impuestas por el capitalismo monopólico para, de esta manera satisfacer sus ne-
cesidades de acumulación en sus fases fordista y en el modelo flexible o toyotista.
Los tipos de mercancía que se busca producir se adaptan a los dispositivos
institucionales y de forma análoga, esto se presenta en los procesos del mundo
del trabajo y las instituciones sociales, mismas que acompañan dichos desarrollos
y el producto que se busca generar. Por tal motivo la mercancía producida en el
modo de acumulación fordista-keynesiano es muy diferente a la fabricada en el
modelo flexible-toyotista.
Para la autora revisar las transformaciones en las relaciones de producción
considerando además que en el capitalismo el trabajo subjetivo es una mercancía
adicional sujeta a las leyes del mercado, posibilita un mejor entendimiento de los

250
188 clases sociales, subjetividad y organización obrera

cambios en las instituciones y en las relaciones sociales que el sistema promueve


para su reproducción y legitimación:

La economía no es sólo producción de bienes materiales sino también y al mismo


tiempo producción de las relaciones sociales en el seno de las cuales se realiza esta
producción (Kosik, citado en Otormín, 2005: 187).

El modelo de acumulación fordista-keynesiano procuró generar un patrón


hegemónico centrado en una sociabilidad homogénea y estabilidad del trabajo,
de las instituciones, la cultura y las subjetividades. Castro Gómez (citado en
Otormín, 2005:189) señala: “La construcción del perfil de subjetividad que re-
quería el proyecto moderno exigía entonces la supresión de todas estas diferen-
cias”. Dicho modo de acumulación estaba sustentado en la estabilidad de los
mercados y el consumo, así como en un sistema de producción en masa; las
mercancías eran homogéneas durables y poco diversificadas. Las relaciones de
producción se encontraban totalizadas (contrario a la fragmentación actual) y su
regulación incluía soportes institucionales que conseguían la reproducción y legi-
timación del sistema: concentraciones fabriles, empleo estable y protegido, nego-
ciaciones colectivas, políticas universales y garantía de una paz social continua.
En otro orden de cosas, el trabajo estable y protegido que desempeñaba un
papel importante en el modelo fordista y en la estructura del mercado, se empieza
a deteriorar de manera acelerada dando pauta a la ampliación del uso combinado
del trabajo social y, paralelamente, a la fragmentación del mundo del trabajo.
Este proceso de reorganización del capital, que podemos llamar modelo de acu-
mulación flexible, involucra a las condiciones materiales y a las bases políticas,
simbólicas y los estilos de vida que solían llevar los trabajadores. Estas modifi-
caciones complejizan las relaciones sociales ya existentes que se regían por las
leyes que caracterizan al modelo de acumulación capitalista. Hay que hacer notar
que en dicha reestructuración productiva destaca la importancia que adquiere
para el capitalismo el trabajo subjetivo: en el plano ideológico el capital intenta
generar un proyecto “por medio del culto de un subjetivismo y un ideario frag-
mentador que hace apología del individualismo exacerbado contra las formas de
solidaridad y actuación colectiva y social” (Antunes, en Otormín, 2005: 191). Así
pues, la transformación de las bases técnicas y organizacionales del fordismo per-
mitió al capital establecer nuevas medidas de gestión, uso y control de la fuerza
de trabajo.
Las estrategias capitalistas de cambio organizacional y tecnológico siguen
orientándose al control de los mercados de trabajo y del trabajo, lo cual evidencia
la dominación tradicional de la lucha de clases. El aumento del sometimiento y
la explotación sobre el trabajo vivo bajo el argumento de la flexibilización de los
mercados, los procesos y las organizaciones que representan a los trabajadores,

250
trabajo y subjetividad 189

posibilita la vulneración de las relaciones interclases otorgándole mayor poder al


capital.
Los métodos utilizados en la fragmentación se realizan en el uso combinado
del trabajo, la descentralización y desterritorialización de la producción, la terce-
rización y flexibilización de los procesos laborales, entre otras formas de control
institucional. Se constituye un abanico de maneras de ocupación más abundantes
y precarizadas, aunadas a índices inéditos de desocupación, y por ende, minimi-
zando el trabajo estable. De esta forma, la “flexibilización productiva” penetra en
las relaciones laborales y recae en las relaciones sociales afectando las distintas
dimensiones del ser social: económica, política, ideológica, cultural, subjetiva, de
resistencia organizada.
Las modificaciones en las relaciones de producción y su impacto sobre las re-
laciones sociales adquieren la siguiente característica: dadas las fragmentaciones
del mercado de trabajo y considerando a éste como una mercancía, se torna en
la actualidad: desechable, flexible y destruible. La flexibilidad organizacional,
la desechabilidad de los productos, la inutilidad de las relaciones laborales son
aspectos que afectan los estilos de vida de los trabajadores y generan crisis en los
vínculos sociales.
Actualmente, las relaciones se efectúan de manera análoga al manejo de las
mercancías: son efímeras, flexibles, desechables, fragmentadas, inestables, etc.
La satisfacción de las necesidades y la creación de otras nuevas intentan llenar
el vacío instituido en una sociedad consumista, individualista y egoísta donde
sobresale la ausencia de lazos comunes, sólo eventuales o como facilitadores de
intercambio de bienes. En este sentido, la subjetividad se modela hacia la inme-
diatez de las relaciones, acentuando la individualidad y generando sentimientos
de transitoriedad en las situaciones vividas por los sujetos: no hay perspectivas
comunitarias a largo plazo, es decir, los vínculos de pertenencia y la noción de
“nosotros” son cuestionadas por las inestabilidades y fragmentaciones producidas
por el “modelo de acumulación flexible”. De tal manera que el barrio, la casa, el
ámbito laboral, entre otros espacios fundantes de la sociabilidad humana, quedan
sometidos a las demandas del capital “…Desde la perspectiva de la antropología
de la modernidad… la economía occidental debe ser vista como una institución
compuesta por sistemas de producción, poder y significación. (Estos sistemas)
Deben ser vistos como formas culturales a través de los cuales los seres humanos
son transformados en sujetos productivos. La economía no es sólo, ni siquiera
principalmente, una entidad material. Es, ante todo, una producción cultural, una
forma de producir sujetos humanos y órdenes sociales al mismo tiempo” (Es-
cobar, en Otormín, 2005:198).
Hasta aquí una síntesis sobre el análisis de Fátima Otormín, quien con sus
reflexiones intenta identificar las transformaciones del capitalismo y sus reper-
cusiones sobre las formas de vivir, sentir y valorar de la clase trabajadora, para

250
190 clases sociales, subjetividad y organización obrera

develar las grietas sobre las que se necesita abordar para promover el desarrollo
de un nuevo ser social.

Conclusión

Todo fenómeno social es importante objeto de estudio para la psicología social


en la medida en que se analice su implicación en el desarrollo de la subjetividad
según los momentos, niveles y relaciones que integran el desenvolvimiento del
sujeto al interior de una sociedad. Cualquier proyecto social debe apoyarse en las
necesidades de desarrollo de la subjetividad, por lo que es fundamental analizar
su implicación y evolución a través de la cultura, el sistema político/económico,
la diversidad institucional, el ambiente social, etc., aspectos que debe contemplar
un enfoque crítico psicosocial.
En el mundo del trabajo la psicología social debe de esforzarse por desen-
mascarar lo que desgarra el interior del sujeto laboral, y apoyarlo para recuperar
su mismidad en la atmósfera social a la que pertenece y que lo habilita. La tarea
pues, consiste en esclarecer el origen y el carácter de la inseguridad básica ge-
nerada en un sistema socioeconómico del cual se deriva la incertidumbre en la
obtención de los medios de subsistencia.
Dicho lo anterior, es imperativo resaltar que, en el nivel de la significación, y
de la misma manera en el de las relaciones y los momentos de la estructura so-
cial capitalista, el sujeto laboral es el producto y el resultado del funcionamiento
social de un sistema productivo y, en consecuencia, de un modo de producción.

Referencias bibliográficas
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250
trabajo y subjetividad 191

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subjetividad: entre lo existente y lo necesario, Editorial Paidós, Argentina.

250
193

Retos del sindicalismo frente


a la globalización neoliberal

MANUEL MERA*

El capitalismo llega a esta coyuntura, triunfador, exhausto y fracturado, después


de desarrollar una etapa de globalización neoliberal en la que creció enormemente
la concentración y centralización de la riqueza y el poder, tanto a nivel mundial
como en cada Estado. Es decir, aumentó la explotación sobre la clase trabajadora
y otros sectores populares, así como la opresión de las naciones subordinadas.
Tampoco se puede ignorar, por su importancia, la hegemonía del imperialismo
en lo ideológico. La confrontación mundial está centrada en este momento, en
los Estados Unidos y aliados, por un lado, y las potencias emergentes que buscan
un mundo multipolar, por el otro. A esta contradicción principal se suman otras
secundarias, en lo económico y militar, entre aliados de ambos bloques. La con-
tradicción fundamental, la lucha de clases, está en un segundo plano, para los par-
tidos y medios hegemónicos, aunque sea parte destacada de las movilizaciones.
Ahora bien, por más que se niegue la realidad, no se puede ocultar por mucho
tiempo que el sistema es incapaz de ofrecer salidas a las mayorías sociales, que
está agotado, y por lo tanto, no puede ampliar sus alianzas para garantizar un
futuro estable para las corporaciones y grandes fortunas. Esto no es una novedad.
Ya en el año 2002, el marxista egipcio Samir Amin (2002: 10, cursivas mías)
reflexionaba sobre este aspecto:

El carácter parasitario, cada vez más marcado, del imperialismo colectivo de la triada,
sin nada que ofrecer al mundo (representado por la mayoría), y de los Estados Unidos,
punta de diamante de este imperialismo, representa un signo de senilidad del sistema
(…) la senilidad se une a un nuevo desarrollo de la violencia, concebida como último
recurso para perpetuar el sistema.

La globalización y las consecuencias sociales

La globalización neoliberal y la última crisis sistémica (reajuste) han implicado


además un retroceso del movimiento sindical y los partidos de la izquierda anti-

* Nació en Seoane de Allariz (1946); emigra a los 5 años a Argentina. Allí milito tanto en fuerzas de la
emigración gallega como de aquel país. Al retornar a Galicia (1972) fundo la organización estudiantil
ERGA y comenzó la actividad sindical. Fue Secretario General de la INTG y Presidente de la CIG. Es-
cribe habitualmente en la prensa. Es director de la Fundación Moncho Reboiras.

250
194 clases sociales, subjetividad y organización obrera

sistémica; dando lugar a una creciente desconfianza de la clase trabajadora hacia


las fuerzas sindicales, a partir de la “concertación” (pactismo social) que en Occi-
dente buena parte de éstas han protagonizado. Ésta es una compleja realidad sobre
la que trabajar, que afecta al sujeto social y político, y por lo tanto condiciona el
éxito de la lucha a favor de un sistema justo, solidario, democrático y sostenible,
o sea: avanzar en la socialización, en la soberanía popular. Esta debilidad se ex-
tendió a los partidos socialdemócratas y progresistas que buscaban un reparto
“más justo” del trabajo y la riqueza producida sin modificar las bases del capita-
lismo. Fue así, porque en la práctica ejercían de intermediarios “razonables” con
el capital en las luchas que dirigían o alentaban las fuerzas anti-sistémicas.
La ruptura de las normas internacionales nacidas de la Segunda Guerra Mun-
dial y de un mundo dividido en bloques, el control por las corporaciones de los
avances científico-técnicos, el libre movimiento del capital, la deslocalización de
la producción industrial a países con bajos salarios y con una abundante mano de
obra, la inmigración forzada, la imposición de normas comerciales funcionales a
las potencias hegemónicas y grandes corporaciones, son tendencias dominantes,
que dan empuje a la globalización neoliberal. Y que tienen como la otra cara de
la moneda el aumento en todas sus formas de la opresión y explotación, sobre las
naciones y clases subalternas.
Acerca de este tema decía el sociólogo brasileño Ricardo Antunes, en el año
2008:

La llamada acumulación flexible, la empresa flexible, es aquella que sustituye la plan-


ta de origen taylorista-fordista que fue dominante en el siglo XX. Fundamentalmente,
su diferencia está en que el trabajo, la fuerza de trabajo es considerada como costo
y, como todos los costos, debe disminuir. En segundo lugar, es la consecuencia de
un intenso desarrollo de la maquinaria tecno-científica informacional y hoy digital.
Esto es importante para el capital porque, por ejemplo, integrada en una red través de
una computadora, no es necesaria una empresa concentrada, sino muchas pequeñas
unidades desparramadas por distintas partes del mundo. Esto tiene una consecuencia
directa: fragmenta la clase trabajadora y dificulta inmensamente la organización sin-
dical (Antunes, 05 de marzo de 2008, subrayados míos).

En este contexto, en muchos países, el exceso de mano de obra de reserva


como consecuencia de los despidos, por la crisis y la deslocalización, junto con
la inmigración masiva, degradaron las condiciones laborales y redujeron los sa-
larios. Por ejemplo, en mi país, Galicia (y lo mismo sucede en los del entorno),
en el sector de la hostelería y construcción es normal que se realicen jornadas de
56-60 horas semanales. Es decir que hay una media de 20 horas por las que no se
cotiza a la Seguridad Social y por las que no se paga salario o se hace en cuantías
inferiores a las que corresponden (con consecuencias negativas sobre los ingresos
en pensiones, desempleo, etc.). Otro tanto pasa en comercios, panaderías, pelu-
querías, talleres, etc. O sea, en la pequeña empresa. Las más grandes deslocalizan

250
retos del sindicalismo frente a la globalización neoliberal 195

o externalizan (subcontratan) la producción, por ejemplo con falsos autónomos o


cooperativas que no lo son, ya que trabajan para una sola empresa. No hay duda:
el capitalismo es creativo a la hora de aumentar la explotación laboral y optimizar
los beneficios.
Algunos datos sobre la evolución del aumento de la explotación laboral en
la última década en el Estado español. El País (16 de abril de 2018, subrayados
míos) destacaba sobre este particular:

Diez años después del inicio de la Gran Recesión, las empresas españolas no finan-
cieras obtienen unas rentas por valor de 267.000 millones, unos 98.000 millones más
que en 2008, según datos del INE. Con esas rentas, distribuyen unos 15.000 millones
más en dividendos, invierten casi tanto como en el pico de la burbuja y se han desen-
deudado mucho. Sin embargo, dedican unos 10.000 millones menos a salarios pese a
producir lo mismo.

Estamos hablando de una inmensa transferencia de recursos de la clase traba-


jadora al capital, que como ya se dijo, tiene su contrapartida en el aumento da la
precariedad, la jornada laboral y los ritmos de trabajo. Las estadísticas también
ponen en evidencia que mientras los salarios se redujeron un 22% en el 10% de
la clase obrera con menos ingresos, aumentaron un 2% en el 10% que obtiene
salarios más altos
A esta transferencia directa de recursos debemos sumar la reducción y exen-
ciones de la presión fiscal a las empresas, por ejemplo en el impuesto de socie-
dades. Este año, la recaudación se calcula en 24.258 millones, frente a 44.823
millones en 2007, cuando hoy los beneficios son superiores. Tampoco se pude ob-
viar que se dedicaron 61.000 millones de euros, según el Banco de España, para
salvar los bancos por la excesiva exposición al “ladrillo” y operaciones de riesgo
en la Bolsa. Estos datos demuestran que la crisis fue, además de un ajuste en el
seno del capital, en perjuicio de la pequeña empresa y de los países subalternos,
un duro reajuste entre el trabajo y el capital.

Precarización, dependencia y cuestión de clase

El sociólogo mexicano Adrián Sotelo formula la siguiente síntesis sobre el tema:

podemos decir que el sujeto social general, el trabajo asalariado y la clase obrera (o
trabajadora en general), se encuentran inmersos en crecientes procesos de precariza-
ción cubriendo todas las categorías, calificaciones, ingresos, edades, sexos y orígenes
étnicos y no solamente a los jóvenes que cubren las distintas capas de las clases socia-
les. Contrariamente a quienes ven en la precariedad una característica que sólo opera
en ciertos segmentos del mundo del trabajo, particularmente en los más desamparados
que no cuentan con derechos ni con contratos estables, muchos autores sostienen que

250
196 clases sociales, subjetividad y organización obrera

la precarización es cada vez más una dimensión global del mundo del trabajo que
afecta por igual, si bien de manera diferenciada, a todas las categorías profesionales y
laborales independientemente de las remuneraciones y las características de los con-
tratos colectivos e individuales de trabajo (Sotelo, 2017: 178).

La fragmentación y precarización de la clase trabajadora no ha dejado de


crecer, tanto por las formas de contrato (indefinido, temporal, a tiempo completo
o parcial, aprendizaje, falsos autónomos, “colaborativo”, etc.) como por el hecho
de la terciarización de la actividad laboral. Es normal que en un mismo centro de
trabajo encontremos personas haciendo idéntica actividad contratadas por dife-
rentes empresas y con salarios distintos. Toda esta variedad de relaciones labo-
rales, que también se dan en el sector público, crearon paralelamente una enorme
bolsa de trabajo en negro, con horas que no se pagan y por las que no se cotiza,
degradando la negociación colectiva y el papel de los sindicatos. Un fraude que
se consintió desde las instituciones, para aumentar los beneficios del pequeño y
mediano empresario, que fue perdiendo mercado como consecuencia del proceso
de concentración.
El fenómeno es semejante en todos los países de la Unión Europea, con un
matiz que no se puede despreciar, como es el papel que tiene cada nación en la
cadena de valor en relación a los centros de poder. Es decir, además de la ex-
plotación de unas clases por otras, es relevante la cuestión de la dependencia,
de la falta de soberanía, especialmente cuando se carece de un estado propio.
El carácter subalterno condiciona el grado de explotación, dando lugar a una
superexplotación. Este es un fenómeno tratado en la Teoría de la Dependencia,
desde un punto de vista marxista por Ruy Mauro Marini. En la misma línea de
pensamiento, Sotelo destaca sobre esto:

La diferencia sustancial entre el capitalismo avanzado y el dependiente consiste en


que en el primero la producción de plusvalía relativa es hegemónica en el sistema eco-
nómico y productivo, así como en la acumulación y reproducción del capital, mientras
que en los países capitalistas dependientes dicha plusvalía está subordinada a la hege-
monía que guarda el régimen de superexplotación de la fuerza de trabajo (Sotelo, 22
de diciembre de 2017).

La dependencia, recrea el atraso, ya que limita el desarrollo, el crecimiento se


hace funcional en lo fundamental a los intereses imperialistas.
Por lo tanto, la lucha por la liberación nacional, para conquistar la soberanía,
es esencial tanto para defender la identidad cultural como para desarrollar el país
y lograr la justicia social. A este respecto Samir Amin (13 de octubre de 2016,
cursivas mías) profundiza en la cuestión:

¿La soberanía de quién? Esa es la pregunta. Hemos sido acostumbrados a través


de la historia a conocer lo que se ha denominado como la soberanía nacional, la

250
retos del sindicalismo frente a la globalización neoliberal 197

implementada por la burguesía de los países capitalistas, por las clases dominantes
para legitimar su explotación, en primer lugar sobre sus propios trabajadores, pero
también para fortalecer su posición en la competición con los otros nacionalismos
imperialistas. Es el nacionalismo burgués. Los países de la triada imperialista
nunca han conocido hasta el momento más nacionalismo que ese. Por contra, en las
periferias hemos conocido otros nacionalismos, procedentes del deseo de afirmar una
soberanía antiimperialista, trabajando contra la lógica de la globalización imperialista
del momento (…) Hablamos de otra soberanía. Una soberanía popular, en oposición a
la soberanía nacionalista burguesa de las clases dominantes. Una soberanía concebida
como un vehículo de liberación, haciendo retroceder la globalización imperialista
contemporánea. Un nacionalismo antiimperialista, por tanto, que nada tiene que
ver con el discurso demagógico de un nacionalismo local que aceptaría inscribir las
perspectivas del país implicado en la globalización local, que considera al vecino más
débil como su enemigo.

La expansión capitalista en esta etapa cuestiona más que nunca la soberanía


y el desarrollo nacional, las culturas y lenguas, y al mismo tiempo, maximiza el
grado de explotación, en los países subordinados y dependientes.
Sobre este último aspecto, nos dice Sotelo (2003: 49, cursivas mías):

En la década de los setenta del siglo XX, la tesis de la superexplotación del trabajo
describía la realidad de la reproducción capitalista dependiente. Lejos de debilitarse,
esta tesis adquiere aún más vigencia con la dinámica de la globalización y del patrón
capitalista neoliberal”, destacando que: “el capitalismo neoexportador es responsable
de la generación de procesos internos de recesión, y consecuentemente del desempleo
y subempleo estructural que profundizan las características de la economía depen-
diente: a) incremento inusitado de la tasa de explotación de la fuerza de trabajo; b)
concentración del ingreso; c) disminución de los salarios reales; d) predominio de la
inversión extranjera y, en una etapa avanzada como la actual, de la inversión parasi-
taria de cartera, y e) des-industrialización y especialización del aparato productivo.

Es decir, existe una interdependencia entre la cuestión de clase y la nacional


en los países dependientes, coloniales, neocoloniales. Sólo en casos excepcio-
nales una de estas contradicciones se subordina a la otra. Por ejemplo, en el con-
texto de una invasión militar exterior, como fue la de China por Japón, o durante
la ocupación francesa de Argelia. No es casual entonces que el discurso domi-
nante, lo funcional a las potencias y corporaciones sea la meritocracia individual
en el trabajo y asimilar el avance personal y colectivo con la incorporación a las
culturas y lenguas dominantes. Atacando de este modo la unidad de clase, por
un lado, y la soberanía nacional por el otro, cuando para las clases dominantes
representa un obstáculo a su expansión. Por lo tanto, el imperialismo en esta
etapa, dados los avances científico-técnicos y su capacidad para actuar a nivel
global, reforzó las desigualdades entre clases y territorios, pero también, y de
un modo muy superior a cualquier otra etapa anterior, agudizó la destrucción de

250
198 clases sociales, subjetividad y organización obrera

culturas y lenguas, y llevó a que se esquilmaran los recursos y se degradaran los


ecosistemas, en muchos casos de modo irreversible. La globalización no es sólo
un hecho económico y político. Se extiende a todos los ámbitos. También al de
las ideas y comportamientos sociales.
Además, en casi todos los países los gobiernos reformaron las normas labo-
rales en beneficio de la patronal. Por ejemplo primando los acuerdos de los con-
venios de empresa sobre los de sector, dado que en muchos de los primeros la
organización sindical es débil; o eliminando la continuidad de los acuerdos del
convenio anterior cuando este vence, dejando a los trabajadores y trabajadoras en
la indefensión, si la patronal se niega a negociar, como sucede en muchos casos
(o cuando quiere imponer retrocesos). Esta es la situación en el Estado español
y Grecia, después de las reformas laborales que realizaron respectivamente el
Partido Popular y Syriza, de derechas uno e “izquierda” el otro. Estas medidas
regresivas fueron acompañadas en el Estado español por reformas en el código
penal (por ejemplo, la “Ley Mordaza”) que limitan, sancionan, y condenan con
prisión, aquellos actos reivindicativos que se ejercen en la calle o en la empresa
desde el movimiento obrero, cuando tienen un carácter combativo (cortes de trá-
fico, ocupaciones, piquetes de huelga, etc).

La fisura entre clase y partidos de izquierda

En este contexto de colaboración tan grande de la socialdemocracia con el ca-


pital, es lógico el alejamiento de una parte importante de la clase trabajadora,
aunque existan diferencias de matiz entre la derecha y el socialprogresismo. El
aumento de la abstención en el movimiento obrero y la juventud era sólo cuestión
de tiempo.
Dice al respecto la feminista norteamericana Nancy Fraser (12 de enero de
2017):

La victoria de Trump no es solamente una revuelta contra las finanzas globales. Lo


que sus votantes rechazaron no fue el neoliberalismo sin más, sino el neoliberalismo
progresista. Esto puede sonar como un oxímoron, pero se trata de un alineamiento,
aunque perverso, muy real: es la clave para entender los resultados electorales en los
EEUU y acaso también para comprender la evolución de los acontecimientos en otras
partes. En la forma que ha cobrado en los EEUU, el neoliberalismo progresista es una
alianza de las corrientes principales de los nuevos movimientos sociales (feminismo,
antirracismo, multiculturalismo y derechos de los LGBTQ), por un lado, y, por el otro,
sectores de negocios de gama alta “simbólica” y sectores de servicios (Wall Street,
Silicon Valley y Hollywood). En esta alianza, las fuerzas progresistas se han unido
efectivamente con las fuerzas del capitalismo cognitivo, especialmente la financiari-
zación. Aunque maldita sea la gracia, lo cierto es que las primeras prestan su carisma
a este último. Ideales como la diversidad y el “empoderamiento”, que, en principio
podrían servir a diferentes propósitos, ahora dan lustre a políticas que han resultado

250
retos del sindicalismo frente a la globalización neoliberal 199

devastadoras para la industria manufacturera y para las vidas de lo que otrora era la
clase media.

La reflexión que realiza Fraser sobre el triunfo de los republicanos en los


Estados Unidos, da algunas de las claves para entender la enorme brecha que se
ha abierto entre la clase trabajadora y los partidos socialdemócratas. O aquellos
que bebiendo en el marxismo giraron hacia estas posturas después de la caída de
la URSS. Lo propio hicieron muchas organizaciones sindicales con las que man-
tenían relaciones. Otro tanto sucedió con sectores del feminismo, el ecologismo,
etc.
A este respecto, no se puede obviar que la actitud de estos partidos, organiza-
ciones sociales, y los medios, no reproduce exactamente las contradicciones de la
sociedad, las prioridades de la mayoría. Por ejemplo en el Estado español, todo
lo relacionado con el empleo y la situación de la economía es la primera preocu-
pación social según todas las encuestas. Además, en Galicia, y no creo que sea
una excepción, la mitad de las movilizaciones se producen por motivos laborales,
y reúnen un número de participantes muy superior al que consiguen otras cues-
tiones que ocupan mayor espacio en los medios y en el mensaje de los partidos
(también en los de izquierda). No se puede obviar que, a pesar de su retroceso
en la última década, las centrales sindicales multiplican varias veces en número
de afiliados y afiliadas a otras asociaciones. A lo que hay que añadir, que cuentan
con fuertes estructuras de “liberados y liberadas”, y una amplísima presencia en
las empresas, a través de los delegados y delegadas y de las secciones sindicales.
Estructuras de las que no disponen otras organizaciones de masas.
Tampoco se puede olvidar o ignorar, que siendo verdad que la precariedad
se ha extendido mucho con la crisis de 2008, el proceso es anterior. Siempre
formó parte de la agenda del capital. Y se reforzó a medida que se ha debilitado
el movimiento obrero y la lucha de liberación nacional, en los años posteriores
a la caída de la Unión Soviética. Ambos procesos confluían en la confrontación
con el imperialismo y los monopolios. El retroceso en las condiciones laborales,
incluyendo los salarios, se fortaleció a medida que se fue imponiendo el dominio
absoluto del imperialismo, representado por los Estados Unidos, también en el
campo de las ideas (ayudado por el control sobre la revolución en las comunica-
ciones y la información), la financiarización de la economía, la deslocalización
empresarial, la universalización del consumo, y el aumento de la mano de obra
de reserva (inmigración masiva, crecimiento del desempleo, etc.). Y entonces,
¿por qué las organizaciones de la clase trabajadora y de las clases populares, que
deberían recoger este descontento, están tan debilitadas en todo el mundo? ¿Y por
qué en algunos países existen experiencias sindicales y/o partidarias que fueron
capaces de soportar mejor esta regresión?

250
200 clases sociales, subjetividad y organización obrera

Experiencias desde Galiza (“Galicia en castellano”)


y el sindicalismo gallego

A respecto de las respuestas a estas preguntas puede ser válida la experiencia del
sindicalismo de clase de Galicia (Galiza en nuestro idioma) y algunas reflexiones
sobre la misma. La nuestra es una nación sin Estado de la periferia de Europa.
La Confederación Intersindical Galega (CIG) tiene su origen en 1994. Fue un
proceso de construcción largo, en el que participé desde sus comienzos durante la
dictadura franquista, en la clandestinidad, desde el año 1973.
Los primeros pasos del sindicalismo nacionalista gallego se dieron a partir del
“Frente Obrero” de la Unión do Povo Galego (UPG) en la primavera de 1973, y
la constitución posterior del Sindicato Obreiro Galego (SOG) en 1975. Con la re-
cuperación de libertades básicas se constituye y legaliza la Intersindical Nacional
Galega, en 1977. Ese mismo año la UPG se definiría en su Primer Congreso como
partido comunista patriótico. La matriz del proyecto era fundir la lucha de clases
(explotación) y la reivindicación de la soberanía para Galicia (opresión). En aquel
momento, las fuerzas dominantes en el movimiento obrero en nuestro país, du-
rante la oposición al franquismo y la transición, fueron Comisiones Obreras (CC.
OO) y el Partido Comunista de España (PCE), como en el resto de las naciones y
pueblos del Estado español.
Lo que convirtió a lo que después sería la CIG en la primera central sindical,
fue hacer una lectura adecuada de la interdependencia entre lo social y nacional,
y oponerse a la conciliación de clases (Pactos de la Moncloa (1977) y posteriores
acuerdos). Este pacto social frenaba las aspiraciones del movimiento obrero, que
en aquel momento tenía arrinconada a la patronal. Este acuerdo de cúpulas abrió
una confrontación en las empresas, colocando al sindicato y al partido que habían
estado en la vanguardia en la lucha contra la dictadura en el campo incorrecto y a
la defensiva. La ING (la actual CIG) confrontó con la política de pacto social, en
los convenios colectivos y mediante las “Jornadas de Lucha” (1978).
Posteriormente, la CIG tuvo el atrevimiento de hacer frente a la pretensión del
Gobierno de reestructurar los astilleros, convocando una huelga nacional gallega
(1984). El ajuste, condicionado por la futura entrada del Estado español en el
Mercado Común (UE) cerraba algunos astilleros y reducía drásticamente la plan-
tilla en otros, afectando especialmente a Galicia. Con esta convocatoria de paro,
la primera que tenía un carácter general en mi país desde la Segunda República
(1931-1936), se demostraba que era posible hacer una huelga general. Y no sólo
una. Se realizaron tres ese año, las dos últimas junto con CC.OO., que tuvo que
rectificar su postura inicial, la UGT no participó (ya gobernaba el PSOE). Esta
postura sindical combativa, de oposición al pacto social, el carácter decisivo de
las asambleas, y una gran agitación y propaganda, fueron las señas de identidad
del sindicalismo nacionalista, que ganó espacio a costa de CC.OO. (otro tanto

250
retos del sindicalismo frente a la globalización neoliberal 201

hizo UGT por su derecha). Y sobre todo, a una vinculación de las luchas con-
cretas con el proyecto político, para garantizar cambios estratégicos.
Sobre la vinculación entre lo concreto y lo general nos dice la socióloga ar-
gentina Isabel Rauber:

La historia enseña que no hay formas de incorporar al pueblo a la lucha política, a la


lucha por el poder, al margen de las necesidades concretas. No debemos ignorar que
existen situaciones político-sociales, que potencian la participación política con alto
grado de espontaneísmo, debido, precisamente, a la dicotomía, a la falta de nexos que
existen entre lo político y lo reivindicativo. Tenemos que reconocer que en todas las
etapas históricas han existido reacciones espontaneas de los pueblos, pero han tenido
graves limitaciones en su continuidad y permanencia. A mi entender, eso ha llevado a
que se saquen conclusiones teóricas equivocadas por parte de sectores aparentemente
marxistas o de izquierda. La experiencia acumulada por el campo popular indica que
no hay posibilidad de que los sectores oprimidos lleguen a asumir y emprender la
lucha por objetivos de largo y mediano plazo si éstos no se articulan con objetivos
de corto plazo, inmediatos, cotidianos, es decir, con las luchas por reivindicaciones
concretas de cada sector (Rauber, 2003: 21).

Coincidiendo con este análisis, que entiendo sigue vigente, se trataba de cons-
truir poder popular, a partir de los problemas concretos y de una propuesta estra-
tégica, en el ámbito laboral, así como en el sector agrario el Sindicato Labrego
Galego (CC.LL), en el estudiantil Estudantes Revolucionarios Galegos (ERGA),
en la cultura, ecología, etc. Todas estas organizaciones de masas constituían un
Movemento Nacional-Popular Galego (MN-PG), y tenían como partido de refe-
rencia a la Unión do Povo Galego (UPG) que se definía como partido comunista
patriótico. Esta fue la base sobre la que se construyeron los antecedentes de lo que
hoy es la CIG, permitiendo consolidar, primero el sindicato con mayor iniciativa
y capacidad movilizadora; luego, el que tenía mayor afiliación; y por último, la
primera central en delegados y delegadas en Galicia, destacando su presencia en
la industria, construcción y el sector público.
Podemos afirmar que la relación partido-frente-organizaciones de masas, es-
pecialmente respecto al sindicato de clase, funcionó. Ahora bien, los asalariados
y asalariadas, en la década de los setenta sumaban el mismo número que el cam-
pesinado autónomo, y además la mayoría de la población vivía en el rural. Aun
así, acertadamente, se consideró central al movimiento obrero (que crecía mien-
tras el campesinado decrecía). En la lucha contra la dictadura, y en las décadas
posteriores, los sindicatos de clase tuvieron un papel muy importante. A estos se
sumaron las organizaciones agrarias y estudiantiles, las asociaciones a favor de la
cultura y lengua, las ecologistas. Por eso tiene tanta tradición la política de frente
en Galicia.
Sé que éste es el viejo manual de la izquierda marxista, especialmente en
América Latina, con adaptaciones a nuestra realidad: la de un proceso de coloni-

250
202 clases sociales, subjetividad y organización obrera

zación muy prolongado, de la proximidad de la potencia dominante, y de la per-


tenencia al continente Europeo. Esta praxis funcionó durante décadas. Es verdad
que fue posible con muchos sacrificios militantes, ya que sólo se contaba con los
recursos humanos y económicos aportados por la afiliación. No hubo ayudas de
otros partidos o sindicatos del exterior con los que había coincidencias. Y esto
implicó dificultades, pero también mucha libertad para aprender de la propia rea-
lidad y considerar las experiencias exteriores sólo como aportaciones. Para unos
éramos muy radicales, para otros y otras, poco ortodoxos, y se nos tildó durante
mucho tiempo de “tercermundistas”.
Sin duda, este modelo conllevaba los peligros de la falta de autonomía de las
organizaciones de masas en relación al partido. Pero el alejamiento no soluciona
este problema. Y, lo más grave, puede convertir a la clase trabajadora en votante
pasiva, reproduciendo en la izquierda el clientelismo electoral que normalmente
es parte da la práctica de la derecha. Haciendo de los partidos que se consideran
de clase meros intermediarios de las instituciones del sistema, aun sin pretenderlo.
Esta es la historia de muchas más organizaciones políticas, sindicales y so-
ciales. La virtualidad de la CIG es que, a pesar del triunfo del neoliberalismo, del
retroceso de la izquierda rupturista, y del ajuste que implicó la crisis, mantuvo
su combatividad e iniciativa (como demuestra la convocatoria en solitario de la
huelga general en Galicia del 27 de enero de 2011 contra la reforma regresiva de
las pensiones, o la creación hace más de una década de una Caja de Resistencia
para apoyar económicamente a afiliados y afiliadas al sindicato participantes en
huelgas de empresa o sector)1. Pero eso no evitó que se produjera un retroceso en
lo laboral, en lo social y democrático, tanto por la hegemonía del neoliberalismo,
como por la actitud pasiva que mantienen CC.OO. y UGT, que ya no cuestionan
el capitalismo. Sólo en situaciones muy extraordinarias y condicionadas por el
estado de ánimo de la clase trabajadora, es posible contar con estas centrales
sindicales. No es una cuestión menor. Hay luchas que, para ser más eficaces,
deben darse en todo el Estado español, y contar con la máxima unidad sindical y
complicidad popular, y mantenerse en el tiempo. Por ejemplo, la derogación de
las reformas laborales del PP y del PSOE, de la Ley mordaza, de la reforma de las
pensiones, etc. El Gobierno del PSOE no es garantía de avanzar en estos temas,
para conseguir condiciones laborales dignas y un mínimo marco democrático que
favorezca a las clases populares.

Reconstruir la relación entre partido y sindicato

Por otra parte, y como un problema más profundo, tampoco se puede ignorar
que ya no existe la complicidad de hace unas décadas entre el sindicato y los
1 El 19 de Junio de este año la CIG convocó una huelga general en Galiza, que después suspendió para
darle un tiempo al PSOE, que acababa de asumir el Gobierno del Estado, para que pusiera en práctica
sus promesas en el ámbito laboral.

250
retos del sindicalismo frente a la globalización neoliberal 203

partidos de izquierda con presencia institucional. Esta es una fractura que va a


más. A veces no se nota a simple vista, porque los cuadros de los dos ámbitos
pertenecen al mismo partido. Pero las sensibilidades, las propuestas principales,
el discurso, están cada vez menos implicados en la problemática de clase y por
lo tanto en lo laboral, que es esencial y urgente para la mayoría social. La clase
trabajadora retrocedió a la empresa, alejándose de la política, tal como demuestra
el alto nivel de abstención en las elecciones y la baja participación en los actos
partidarios. Solo una franja de la clase trabajadora, la más vinculada al sector pú-
blico y aquella con salarios más elevados mantiene una importante presencia en
este tipo de eventos y actos. Esta cuestión se refleja en las encuestas electorales,
y se percibe en la práctica diaria de las organizaciones de izquierda, incluso en
aquellas que conservan un alto grado de participación en las movilizaciones, todo
hace pensar que más por tradición que por tener una hoja de ruta y la iniciativa
en la lucha de clases.
El anterior es uno de los problemas fundamentales, quizás el mayor, que im-
pide en este momento histórico ampliar los sindicatos y fortalecer a la clase tra-
bajadora: la debilidad del partido de clase. Éste es fundamental para relacionar la
lucha económica con el proyecto estratégico, de manera tal que se pueda cons-
truir poder popular e imponer un sistema que termine con la explotación y opre-
sión. Los partidos de la clase trabajadora son necesarios para formar los cuadros
y darle una dirección transformadora a la lucha de clases. Sobre el particular
reflexionaba Rossana Rossanda (1981: 14) hace ya algunas décadas:

que la tensión que afecta a las instituciones históricas de clase, partidos y sindicatos,
no provienen sólo de un límite subjetivo. Provienen del crecimiento de una dimensión
política cada vez más estrechamente ligada al ser social, cada vez más celosamente
interior a su toma de conciencia. En síntesis, esta distancia se acorta entre vanguardia
y clase que fue el origen del partido de Lenin. La hipótesis de Marx se perfila entre los
movimientos de mayo en Francia, en los sobresaltos que recorren nuestra sociedad y
que tienden a eludir un encuadre, aunque lo más flexible y próximo, en una dimensión
puramente política. Sólo de esta comprobación puede partir en adelante el problema
de la organización. De Marx estamos volviendo a Marx.

La relación entre sindicato y partido no puede ser de sumisión, pero tampoco


formal y subordinada a ser un caladero de votos. El partido, además de objetivos
y un discurso que plantee la lucha contra la explotación laboral, debe tener una
práctica y composición, también en los organismos de dirección, que refleje la
centralidad de la clase trabajadora, y muy especialmente de la clase obrera.

250
204 clases sociales, subjetividad y organización obrera

Recobrar la iniciativa en el debate de las ideas

La menor presencia de lo laboral en el debate social y político no obedece ex-


clusivamente a la caída de la URSS, y lo que esto implica en la destrucción de
una alternativa de las clases subalternas en el imaginario colectivo. Tampoco es
producto del aumento de la precariedad y el desempleo, o a que una parte im-
portante del sindicalismo se conforme con reformar el capitalismo. Hay además
otras razones, máxime cuando la conflictividad laboral sigue siendo hegemónica
en el día a día. Los motivos, sobre este aspecto concreto se encuentran tanto en
que los partidos de izquierda relegaran las reivindicaciones laborales, como en el
hecho de que el sindicalismo abandonase en buena medida el debate en el campo
de las ideas y el protagonismo político. Con lo que esto implica de renuncia en
la praxis al proyecto estratégico, y a aceptar pasivamente la ideología del capital.
El sindicalismo, incluso el más combativo, cayó en el practicismo, abando-
nando la crítica y autocritica, el análisis del trabajo realizado y los objetivos lo-
grados, las tareas pendientes, los planes a medio plazo, etc., cayendo en la rutina.
En este aspecto, recordemos como señalaba Lenin (1978, 270), la importancia
que, para la acumulación de fuerzas, tenía la divulgación, ofrecer una versión
propia de los hechos:

Hemos visto como en dos años de existencia del periódico se han agrupado ideoló-
gicamente, y hasta cierto punto también en el terreno de la organización, los obreros
“pravdistas” conscientes, que con sus esfuerzos han podido crear y sostener, consoli-
dar y desarrollar una prensa obrera marxista consecuente (…) construyendo lo nuevo
sobre la base de lo viejo y avanzando metódicamente, sin desviarse.

Una experiencia positiva la tenemos en el nacimiento y fortalecimiento del


sindicalismo nacionalista durante la dictadura franquista, los primeros años de la
transición y décadas posteriores. Después, paulatinamente, los medios sistémicos
dieron espacio a la protesta y la opinión, y a las direcciones les pareció que esto
hacía innecesarios, en parte, los periódicos y panfletos. El sistema ganó la partida
en este aspecto, y poco a poco fue excluyendo de los medios o distorsionando la
información sobre ciertos conflictos o protestas “incómodas”. Y en ese momento,
los sindicatos, los partidos de clase, ya carecían de capacidad de respuesta efec-
tiva en el campo de la información de masas. La información es, sin duda, uno
de los grandes retos para construir el cambio. Claro que no se trata solamente de
tener medios propios, si no de que ofrezcan la realidad con sus protagonistas, con
sus errores y aciertos, con propuestas alternativas, con métodos de trabajo y una
hoja de ruta. Y esto debe hacerse siempre, tanto a través de una nota informativa,
de una entrevista o un artículo. Por medio de la prensa escrita, de las redes, de
video, de la radio, etc.

250
retos del sindicalismo frente a la globalización neoliberal 205

No se puede competir con el sistema en la comunicación, ofreciendo lo


mismo, y con menos calidad por falta de recursos. Es necesario priorizar el de-
bate en el campo de las ideas, de una visión global, en la formación de los mili-
tantes y simpatizantes. Hay que romper con los análisis que no contextualizan,
que ignoran el proceso histórico de los hechos y las fuerzas en conflicto, que
reproducen una visión parcial y coyuntural de los acontecimientos, y destacan
a los “salvadores supremos” sobre la problemática y conflictividad de clases, la
soberanía, la igualdad, la justicia y la democracia. En este aspecto, es importante
fortalecer la relación del movimiento obrero con los intelectuales que teorizan y
aportan respuestas, ya que redundará en beneficio de la creación de cuadros, de
una divulgación más eficaz del proyecto de cambio, de la superación de errores y
la elaboración de alternativas a medio plazo, que son fundamentales para avanzar.

Referencias bibliográficas
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frente a la ofensiva del del capital”, Investig’Action, 13 de octubre de 2016, en:
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