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Evolución histórica de la contabilidad

La contabilidad es una actividad tan antigua como la propia Humanidad pues


desde que el hombre existe y aún mucho antes de conocer la escritura, ha
necesitado llevar cuentas, guardar memoria y dejar constancia de datos relativos a
su vida económica y a su patrimonio: bienes que recolectaba, cazaba, elaboraba,
consumía y poseía; bienes que almacenaba; bienes que prestaba o enajenaba;
bienes que daba en administración; etc.
En este sentido, recientes investigaciones como las de Denise Schmandt-Besserat
y, sobre todo, las de Hans Nissen, Peter Damerow y Robert Englund (1990),
arqueólogos e historiadores de la antigua Mesopotamia, permiten afirmar, que los
primeros documentos escritos que se conocen, constituidos por millares de
tablillas de arcilla con inscripciones en caracteres protocuneiformes, elaboradas
hace más de 5.000 años, contienen tan sólo números y cuentas, sin textos ni
palabras. Este hecho hace concluir a los citados investigadores que la escritura
debió de surgir, hacia el año 3 300 a.c., para satisfacer la necesidad que sentían
los antiguos habitantes de Mesopotamia de registrar y dejar constancia de sus
cuentas. No fue, pues, el deseo de legar a la posterioridad el recuerdo de hazañas
guerreras, relatos de héroes o dioses, o de plasmar normas jurídicas para su
permanente constancia y cumplimiento, lo que motivó el nacimiento de la
escritura, como se creía hasta ahora, sino simple y llanamente la necesidad de
recoger y conservar las cuentas originadas como consecuencia de procesos
productivos y administrativos.
Desde esos primeros tiempos, las actividades de registro contable se han venido
sucediendo ininterrumpidamente, aunque sólo a partir de los siglos XIV y XV se
conservan testimonios escritos con un carácter regular y relativamente abundante.
Los datos contenidos en la documentación contable, aun la más antigua y
fragmentaria, son cuantitativos y exactos, y no digamos ya en el caso de las
contabilidades modernas llevadas por partida doble, en las que los datos se
presentan formando un todo coherente, completo e íntimamente interrelacionado.
Por ello, su estudio e interpretación permiten arrojar una luz muchas veces
enteramente nueva e insospechada sobre hechos históricos que, a falta de ellos,
habían sido explicados de manera errónea o insuficiente.
Para remontar a los orígenes de la Contabilidad es necesario recordar que las
más antiguas civilizaciones conocían operaciones aritméticas rudimentarias
llegando muchas de estas operaciones a crear elementos auxiliares para contar,
sumar restar, etc. Tomando en cuenta unidades de tiempo como el año, mes y
día. Una muestra del desarrollo de estas actividades es la creación de la moneda
como único instrumento de intercambio.
De tal manera que se puede aseverar que los orígenes de la Contabilidad son
tan antiguos como el hombre, por lo tanto, la Historia de la Contabilidad merece el
estudio detallado de cada etapa.
Contabilidad en la Edad Antigua
En el año 6.000 antes de Cristo, existieron elementos necesarios para considerar
la existencia de actividades contables, por un lado la escritura, por otro los
números y desde luego elementos económicos indispensables, como el concepto
de propiedad y la aceptación general de una unidad de medida de valor.
El antecedente más remoto de ésta actividad, es una «tablilla de barro» que
actualmente se conserva en el Museo Semitico de Harvard (Boston –
Massachusetts), considerado como el testimonio contable más antiguo de la
Mesopotamia, donde años antes se había desarrollado una civilización llegando la
actividad económica a tener gran importancia. En tal sentido, investigaciones
efectuadas por: Denise Schmandt-Besserat, Hans Nissen, Peter Damerow y
Robert Englund (1990), arqueólogos e historiadores de la antigua
Mesopotamia, afirman que los primeros documentos escritos que se
conocen, son tablillas de arcilla con inscripciones en caracteres
protocuneiformes, elaboradas hace más de 5.000 inducen aseverar que contienen
información contable. Este hecho hace concluir a los citados investigadores, que la
escritura debió de surgir, hacia el año 3300 antes de Cristo. Entre los años 5.400 a
3.200 antes de Cristo, se originaron los primeros vestigios de una organización
bancaria, situada en el Templo Rojo de Babilonia donde se recibían depósitos y
ofrendas que éstas se prestaban con interés. Para el año 5.000 antes de Cristo,
en Grecia, existieron leyes que imponían a los comerciantes la obligación de llevar
determinados libros, con la finalidad de registrar las transacciones realizadas.
Hacía el año 3.623 antes de Cristo, en Egipto, los faraones tenían escribanos que
por orden superior, anotaban las entradas y los gastos del soberano debidamente
ordenados. Por el año 2.100 antes de Cristo, Hammurabi, que reinaba en
Babilonia realiza la celebre codificación que lleva su nombre y en ella se menciona
la práctica contable.

Por el año 594 antes de Cristo, la legislación de Salomón, establece jurídicamente


que el consejo nombrase por sorteo, entre sus miembros, diez legistas, para
constituir «Tribunal de Cuentas” destinado a juzgar a funcionarios de diversos
servicios administrativos que debían rendir cuentas anualmente. Entre los años
356 al 323 antes de Cristo, periodo de apogeo del imperio de Alejandro Magno, el
mercado de bienes creció de manera tal hasta cubrir la península Báltica Egipto y
una gran parte del Asia Menor (India), originando ejercitar un adecuado control
sobre las operaciones suscitadas por medio de anotaciones.
En Roma, las personas dedicadas a la actividad contable dejaron testimonio
escrito en los «Tesserae consulares», tablillas de marfil o de otro hueso de animal
de forma oblonga con inscripciones que muestran el nombre de algún esclavo o
liberto, de su amo o patrón y la fecha, así como la anotación de «Spectavit» es
decir, «Revisado por». Como fehaciente testimonio, el año 85 antes de Cristo, se
encontraron tablillas que textualmente una de ellas decía: «Revisado por Coecero,
esclavo de Fafinio, el 5 de octubre, en el consulado de Lucio Cinna y Cneo
Papiro». Con certeza se sabe que durante la república, como del imperio, la
contabilidad fue asignada a plebeyós.
Contabilidad en la Edad Moderna
La Edad Moderna se inició oficialmente en 1453 con la conquista de
Constantinopla por los turcos. Con el avance de los turcos en el este, se cerró la
ruta comercial entre Europa y Asia y que había sido abierta por las Cruzadas
Fuente original: Escuelapedia.com en la Edad Media. La necesidad de abrir
nuevas rutas a Asia llevó a varios países de Europa Occidental, como Portugal,
España, Francia, Inglaterra y los Países Bajos, en busca de nuevas rutas
marítimas orientadas a Asia que no pasaran a través del Oriente.

Con el descubrimiento de América y la ruta marítima a la India, se produjo un gran


aumento en el flujo de comercio de Europa. Las naciones que llevaron esta
expansión requerían la técnica contable desarrolladas por las ciudades del norte
de Italia para rastrear las transacciones. Esa técnica contable tuvo como figura
principal a Luca Pacioli, un fraile italiano que sistematizó y popularizó el sistema
de partidas dobles desarrollado por las ciudades del norte de Italia en la Baja Edad
Media.

Para tal auge, contribuyó el hecho de que la obra de Pacioli hubiera surgido junto
con la creación de la impresora de tipo móvil por Gutenberg, lo que posibilitó la
amplia difusión del libro que exponía el sistema de partidas dobles. La primera
edición de la obra clásica en contabilidad de Pacioli, ‘La Summa de Arithmetica,
Geometria, Proportioni et Proportionalità’, fue impresa el 10 de noviembre de 1494
en Venecia.

La escuela representada por Pacioli tenía como fundamento el control del


patrimonio de la empresa a través de la apuración de saldo de las cuentas. Las
cuentas serían el sumatorio de los derechos y obligaciones que el propietario tenía
en relación a cada persona. Además de Luca Pacioli, otro importante personaje de
la escuela fue Benedetto Cotrugli. Una innovación de esta escuela fue la creación
de la cuenta de capital, que determinaba la deuda de la empresa con los
propietarios. La creación de numerosas sociedades por acciones en esa época
generó la necesidad de esta separación del patrimonio de la empresa de la de los
propietarios.

Al final del siglo XVIII eclosionó la Revolución Industrial el Inglaterra. El


surgimiento de las grandes industrias hizo a la contabilidad tradicional, que
calculaba el coste con base al gasto de adquisición de las mercancías que habían
sido vendidas, no suficientemente evolucionada. Surgió la contabilidad de costos,
que pasó a calcular el coste de cada producto pedido como base en la estimativa
del gasto de fabricación de cada producto vendido.

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