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Módulo 1

IN TR ODUCCIÓN AL MÓDULO

Introducción

UN IDAD 1: CON CEPTOS GEN ER ALES

Introducción a la unidad

Concepto y denominación

El Derecho Penal como parte del ordenamiento jurídico

División General

División según la materia o competencia

El derecho penal como ciencia: objeto y método

La Misión del Derecho Penal

Disciplinas técnicas auxiliares de la actividad judicial


Referencias

UN IDAD 2: ESCUELAS PEN ALES

Introducción a la unidad

La Escuela Clásica

Positivismo cientí co. La Escuela Dogmática

Modernas tendencias

Referencias

UN IDAD 3: TEOR ÍA DE LA LEY PEN AL

Introducción a la unidad

Concepto

Clases

Principio de reserva

Validez de la aplicación de la ley penal en el tiempo

Referencias

UN IDAD 4: APLICACIÓN DE LA LEY PEN AL EN EL ESPACIO Y VALIDEZ PER SON AL

Introducción a la unidad

Validez espacial de la ley penal


Validez personal de la ley penal

Métodos de Interpretación

Referencias

CIER R E DEL MÓDULO

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Lección 1 de 27

Introducción

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Contenidos del Módulo

Unidad 1- Conceptos Generales

Tema 1: Concepto y Denominación 

Tema 2: El Derecho Penal como parte del ordenamiento jurídico 


Tema 3: División General 

Tema 4: División según la materia o competencia 

Tema 5: El derecho penal como ciencia: objeto y método 

Tema 6: La Misión del Derecho Penal 

Tema 7: Disciplinas técnicas auxiliares de la actividad judicial 

Referencias 

Unidad 2- Escuelas Penales

Tema 8: La Escuela Clásica 

Tema 9: Positivismo científico. La Escuela Dogmática 

Tema 10: Modernas tendencias 

Referencias

Unidad 3- Teoría de la ley penal

Tema 11: Concepto 

Tema 12: Clases 
Tema 13: Principio de reserva 

Tema 14: Validez de la aplicación de la ley penal en el tiempo 

Referencias 

Unidad 4- Aplicación de la ley penal en el espacio y validez personal

Tema 15: Validez espacial de la ley penal 

Tema 16: Validez personal de la ley penal 

Tema 17: Métodos de Interpretación 

Referencias 
Lección 2 de 27

Introducción a la unidad

Conceptos Generales

Chiara Díaz, con acertado criterio jurídico-político, afirma que el


derecho penal es uno de los mecanismos más fuertes y
formalizados de “control social”; y que dicho control, es una
condición básica e irrenunciable para la coexistencia armónica de la
vida social, que se asegura mediante normas y expectativas de
conducta de los miembros de una comunidad, indispensable para
seguir existiendo como tal, colocando límites a la libertad del
hombre y conduciendo a su socialización como integrante del grupo;
tendiendo a evitar comportamientos sociales indeseables mediante
la amenaza de imposición de sanciones. Según Hassemer, la noción
de “control social” en manos del derecho penal es una condición
irrenunciable. 

Contenidos de la Unidad

1 Concepto y Denominación.

2 El Derecho Penal como parte del ordenamiento jurídico.

3 División General.

4 División según la materia o competencia.

5 El derecho penal como ciencia: objeto y método.

6 La Misión del Derecho Penal.

7 Disciplinas técnicas auxiliares de la actividad judicial.

8 Referencias.
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Lección 3 de 27

Concepto y denominación

Concepto y Denominación

El "Derecho Penal", puede estudiarse, entenderse y distinguirse desde dos


aspectos o perspectivas:
a) Derecho Penal como parte del ordenamiento jurídico o de un sistema normativo,
que se denomina derecho penal objetivo u ordenamiento penal positivo vigente, y

b) Derecho Penal como rama del saber jurídico (desde el punto de vista científico
o académico o intelectivo), como un sistema de conceptos y principios,
ordenados sistemáticamente con su propio objeto y método de estudio: ciencia
del derecho penal.

Chiara Díaz, con acertado criterio jurídico-político, afirma que el derecho penal es
uno de los mecanismos más fuertes y formalizados de “control social”; y que
dicho control, es una condición básica e irrenunciable para la coexistencia
armónica de la vida social, que se asegura mediante normas y expectativas de
conducta de los miembros de una comunidad, indispensable para seguir
existiendo como tal, colocando límites a la libertad del hombre y conduciendo a
su socialización como integrante del grupo; tendiendo a evitar comportamientos
sociales indeseables mediante la amenaza de imposición de sanciones. Según
Hassemer, la noción de “control social” en manos del derecho penal es una
condición irrenunciable[1].

Núñez con más rigor dogmático, dice que “es la rama del derecho
que regula la potestad pública de castigar (penar) o aplicar medidas
de seguridad, a los autores de infracciones punibles, regulando el
ejercicio del poder punitivo del estado”[2]. 
Ahora bien,  en materia de definición del derecho penal ¿debe tener preeminencia
el concepto de delito o crimen (derecho criminal) ó el de pena (derecho penal)?
Adelantaremos que en la discusión doctrinaria ha prevalecido este último. La
razón esencial de esta postura mayoritaria, radica -como bien enseña Creus[3]-
en que el contenido y propósito fundamental del Derecho Penal como sistema
de normas, se asentó en la represión del delito por medio de la pena (aunque
también incluya como consecuencias excepcionales a las medidas de
seguridad). Por ende, la expresión "pena" es idónea para distinguirlo de otros
sistemas que contienen igualmente disposiciones sancionatorias no retributivas
extrañas al Derecho Penal.

Sin embargo, Núñez[4], al igual que Maggiore[5], advierten que la designación de


Derecho Penal (a la que igualmente adhieren) puede parecer estrecha o
insuficiente[6], pues no designa la regulación de medidas de seguridad cuya
aplicación es cada vez mayor, aunque el objetivo principal de esta rama del orden
jurídico siga centrando su finalidad en el aspecto punitivo (tal como se lo
concibe en Francia -según Shöne-)[7].

A pesar de existir una moderna tendencia que postula imponer “penas


alternativas”, en reemplazo de la pena de prisión, nuestra ciencia comenzó a
adoptarlas como “medidas alternativas a la pena” (trabajos comunitarios,
indemnizaciones, multas, reglas de conducta, etc.) para dar una respuesta
estatal diversa a los conflictos que plantea la criminalidad creciente en los
diversos países, no por ello dejan la denominación indicada[8]. Mir Puig, postula
la utilidad cada vez mayor de las medidas de seguridad, no solo como respuesta
a los delitos cometidos, sino como prevención especial para evitar que se
cometan (da como ejemplo, las medidas tratamentales para adictos)[9].

En cambio, actualmente hay otras alternativas que prevé el Código Penal


Argentino, como la Suspensión del Juicio a Prueba (que tiene el poder de impedir
la prosecución del juicio, evitar el juicio y conducir al sobreseimiento del reo –
cumplida ciertas condiciones que se le imponen-), o la Condena Condicional (que
impide la aplicación efectiva o ejecución de las penas de encierro). En fecha más
reciente, se pretende incorporar institutos como la Mediación, o métodos
tratamentales (de dudosa eficacia) que no implican necesariamente respuestas
retributivas frente al delito y cuyo tratamiento reservamos para el final de este
trabajo[10].
Sin embargo, esta rama punitiva del orden jurídico, en la generalidad de los casos

y en esencia o por regla, conduce a la imposición de una pena como

consecuencia necesaria del delito, ya que las otras alternativas mencionadas

(aún las medidas de seguridad) sólo se aplican en casos excepcionales. La regla

es que “la consecuencia natural del delito sea una pena” y la medida de

seguridad, una herramienta del derecho penal, para los casos donde no se puede

aplicar aquélla (por falta de imputabilidad por minoridad u otra falta de

desarrollo madurativo-intelectual, o para alienados y a veces adictos crónicos). 

Definiciones

Autores Nacionales

1 . S E BA S T I Á N 3 . RO BE RT O T E RÁ N 4 . LU I S J I M É N E Z 5. CA
2 . RI C A RD O N Ú Ñ E Z :
S O LE R: LO M A S : D E A SÚ A : B

Derecho Penal, es la parte del derecho compuesta por el conjunto de normas


dotadas de sanción retributiva.
1 . S E BA S T I Á N 3 . RO BE RT O T E RÁ N 4 . LU I S J I M É N E Z 5. CA
2 . RI C A RD O N Ú Ñ E Z :
S O LE R: LO M A S : D E A SÚ A : B

Es la rama del derecho que regula la potestad estatal de castigar o aplicar


medidas de seguridad a los autores de infracciones punibles.

1 . S E BA S T I Á N 3 . RO BE RT O T E RÁ N 4 . LU I S J I M É N E Z 5. CA
2 . RI C A RD O N Ú Ñ E Z :
S O LE R: LO M A S : D E A SÚ A : B

Es la rama del derecho constituida por las normas referentes al delito como ente
jurídico, su autor, su punibilidad y sus consecuencias jurídicas (pena retributiva o
medidas de seguridad)

1 . S E BA S T I Á N 3 . RO BE RT O T E RÁ N 4 . LU I S J I M É N E Z 5. CA
2 . RI C A RD O N Ú Ñ E Z :
S O LE R: LO M A S : D E A SÚ A : B

Es el conjunto de normas y disposiciones jurídicas que regulan el ejercicio del


poder sancionador y preventivo del estado, estableciendo el concepto de delito
como presupuesto de la acción estatal y la responsabilidad del sujeto activo; y
asociando a la infracción de la norma una pena finalista y/o una medida
sancionatoria[11]. A diferencia de otros, Jiménez refiere al carácter preventivo del
derecho penal, ya que en su opinión, cuando amenaza la aplicación de penas o
medidas de seguridad pretende que no se cometan delitos. Y en cuanto a las
penas agrega su “carácter finalista”, ya que ellas no son un fin en sí mismo (como
en las teorías absolutas), sino que tienen el fin trascendente de pretender que no
se cometan nuevos delitos. (A los fines de su estudio nos parece la definición
más completa).

1 . S E BA S T I Á N 3 . RO BE RT O T E RÁ N 4 . LU I S J I M É N E Z 5. CA
2 . RI C A RD O N Ú Ñ E Z :
S O LE R: LO M A S : D E A SÚ A : B

Es la rama del ordenamiento jurídico que agrupa las normas que el Estado impone
bajo amenaza de sanción, limitando y precisando con ella su facultad punitiva.

Autores Extranjeros

1. Giuseppe Maggiore:

Este autor nos da dos conceptualizaciones diversas. a) Concepto normativo: Es
el sistema de normas jurídicas, en fuerza de las cuales el autor de un delito, es
sometido a una pérdida o disminución de sus derechos personales. b) Concepto
científico: Es el sistema de conocimientos científicos relativos al derecho de la
pena.
2. Francesco Carrara (Italia):

El derecho de castigar se funda en la razón de justicia y se legitima en la
necesidad de la defensa para la conservación de los derechos de la humanidad.

3. Feuerbach:

Ciencia de los derechos que el estado puede tener sobre los ciudadanos en razón
de las violaciones de leyes que éstos cometen.

4. Franz Von Liszt (Máximo exponente del positivismo jurídico alemán y precursor
de la criminología).

Es el conjunto de reglas jurídicas establecidas por el Estado que asocian el


crimen como hecho, a la pena como legítima consecuencia. Y agrega: el derecho
penal en sentido objetivo se llama “Derecho Criminal” y en sentido subjetivo
(como derecho de castigar) “Ius puniendi”[12]. El crimen y la pena (como legítima
consecuencia), son las dos ideas fundamentales del derecho penal.

5. Hans Welzel (Alemania - máximo exponente del “finalismo”):



Es la parte del ordenamiento jurídico que determina las características de la
acción delictuosa y le impone penas o medidas de seguridad.
6. Edmund Mezger (Alemania - Máximo exponente del “normativismo jurídico”):

El derecho penal es el conjunto de normas jurídicas que vinculan la pena como
consecuencia jurídica a un hecho cometido.

7. Hans Heinrich Jescheck (Alemania –ver referencia al pie de página-):



El Derecho Penal determina qué infracciones del orden social son delitos, y como
necesaria consecuencia jurídica del delito, señala la pena[13].

8. Johannes Wessels (Alemania):



Es la parte del ordenamiento jurídico que establece los presupuestos de la
punibilidad y las distintas características de la conducta merecedora de pena,
amenaza penas determinadas previendo las consecuencias jurídicas, además de
medidas de corrección y seguridad.

Caracteres

Cada rama del derecho (al igual que en otras ciencias) posee caracteres propios
que la distinguen y diferencian de otras, pero también tiene caracteres que
comparte o tiene en común con las demás ramas propias. En el caso de nuestra
materia podemos decir que:

1-Es Derecho Público:



El derecho penal común regula intereses que escapan a la competencia de las
personas privadas, en tanto interesan al todo social (interés público por la
persecución y represión del delito). Los intereses que atañen al derecho penal
son públicos (el delito alarma a la sociedad, que lo considera conducta
indeseable); y en caso de conflicto, su regulación y la decisión a su respecto sólo
corresponde a los órganos del Estado. Sólo la ley puede establecer delitos y
penas; y solamente la Justicia puede resolver conflictos jurídico‑penales.
Las normas, a diferencia de lo que ocurre en el derecho privado, no son
disponibles para las partes. Regula relaciones jurídicas entre los individuos y el
Estado, siendo su objeto esencial la tutela del interés público.
Además, este carácter se proyecta en otro sentido, pues las normas
jurídico‑penales se dirigen hacia el Estado para controlar o limitar sus facultades
represivas. Solo el Estado puede legislar, juzgar y ejecutar las penas a través de
sus órganos predispuestos. Por ello, la primera garantía irrenunciable en materia
penal, es el sistema republicano o de división de los poderes, ya que ejercen
mutuo control en la sanción, aplicación y ejecución de la ley penal.

2-Sólo realizable judicialmente:



La sentencia respecto de la existencia de un delito deberá emanar de un órgano
público que la Constitución y las leyes establecen específicamente a tales fines
(jueces naturales). Según nuestro derecho positivo, los únicos órganos
encargados de conocer y resolver las causas por responsabilidad penal, son los
tribunales inferiores judiciales, que deben ser designados por ley antes del hecho
de la causa (juez natural, conforme al Art.18 C.N.).

3-Naturaleza sancionatoria:

El carácter sancionatorio del Derecho Penal (según Núñez) encuentra su
fundamento para alguna doctrina en hecho que aquél no tendría más función que
la de sancionar -privación de un determinado derecho (como el de locomoción)-
las acciones que descubre como punibles, cuando quebrantan una norma
preestablecida y situada fuera de él, con lo que de esta manera el derecho penal
sólo sería un derecho meramente sancionador.
Pero otra corriente doctrinaria[14], opina que el D. Penal tiene carácter autónomo,
constitutivo de sus propias ilicitudes, porque protege tanto a intereses (que se
llaman por lo general bienes jurídicamente protegidos) y que ya están amparados
por otras ramas jurídicas como a otros que no lo están (propias).

4-Regulador de actos externos:



El derecho penal sanciona conductas exteriorizadas (o sea, que trascienden la
esfera de intimidad del sujeto autor del delito). Donde no hay acción, exteriorizada
o alteración real (o peligro potencial) del mundo externo, no hay represión,
especialmente en virtud del 19 de la Constitución Nacional que dice: "Las
acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la
moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas
de la autoridad de los magistrados".

5-Normativo:

El Derecho Penal -como todas las ramas del ordenamiento jurídico- está inserto
en el mundo del deber ser y estructurado sobre la base de normas que “desde lo
abstracto” gobiernan el “mundo real”. Esta característica es consagrada por el
principio "nullum crimen, nulla poena sine lege praevia" con rango constitucional
en el 18 de nuestra Carta Magna.

6-Valorativo:

Las disposiciones penales exigen juicios de valor, que se establecen según la
base de una escala de valores, cuya graduación la determina el interés que resulta
de estimar los hechos relevantes a la luz de la finalidad propuesta por el Derecho
penal (esto es que al momento de confeccionar la ley penal se selecciona los
bienes jurídicos protegidos que interesan a la sociedad, es decir: relevantes para
la sociedad). Pero en segundo lugar, al aplicar la ley penal el juez realiza una
nueva valoración para aplicar razonablemente la ley penal conforme a aquellos
fines. Por ello “cada sentencia (penal) es un acto de gobierno que realiza el poder
judicial y debe estar fundada en estos juicios de valor para ser legítima”[15]. En
derecho penal nada se aplica porque sí o arbitrariamente. Es necesario motivar
(en los hechos) y fundar (en la norma) –luego de la correspondiente valoración-
el por qué una determinada conducta resulta ser contraria al derecho y, por ende,
merece una sanción.

7-Finalista:

Hay una doble finalidad del derecho penal que lo legítima: por una parte está
establecido para la protección de bienes jurídicos (individuales y sociales)
mediante la sanción de las conductas (disvaliosas) que vulneran o atacan estos
valores (llamados delitos en derecho penal común, contravenciones o faltas en el
derecho penal contravencional e infracciones en el derecho penal disciplinario).
Pero se sostiene también que es finalista porque, mediante la imposición de una
pena, tiene por fin evitar la comisión de nuevos delitos (prevención general y
especial), gracias a la labor de readaptación social del condenado -fin
resociabilizador de la pena (art 18 de la C.N.)-.

8-Garantista (función de garantía):



La ley penal actúa con criterio de autolimitación en cuanto a la potestad punitiva
del Estado. Ello para asegurar el respeto de las garantías individuales, propia de
un Estado de Derecho. Además de los expresos mandatos del art 18 y 19 de la
C.N. y los tratados internacionales, ello se ve reflejado especialmente en la
formulación de tipos penales cerrados, estrictos y escritos (garantía de tipicidad),
a los que la conducta debe ajustarse exactamente para ser punible. Los espacios
que no llena la ley o allí donde guarda silencio representan el ámbito de libertad de
la persona humana (art 19 C.N.).

9-Personalísimo:

En el derecho penal común sólo responde la persona que comete el hecho
delictivo (sea autor mediato o inmediato y coautor) o quien de algún otro modo
participa en el mismo (cómplices, instigadores). Esta responsabilidad penal es
intransferible a terceros.

10-Sistemático:

Las normas penales están ordenadas racionalmente de acuerdo a ciertos
principios y reglas que permiten su estudio científico dogmático integrado. Ello
responde a una concepción sistemática integral del Derecho, lo que contribuye a
posicionarlo también como una ciencia autónoma. En virtud de los principios de
integridad y congruencia, no pueden existir disposiciones penales que se
contradigan con otras reguladas por las demás partes del ordenamiento jurídico
general. Con lo que su integración al sistema jurídico general es ineludible.

11-Coactivo:

El ordenamiento penal está dotado de sanciones que se aplican en caso de que
se violen sus mandatos o prohibiciones, con independencia de la voluntad de los
particulares. Para ello, el Estado está dotado del imperium necesario a fin de
imponer tales regulaciones.
Lección 4 de 27

El Derecho Penal como parte del ordenamiento


jurídico

Relaciones con Otras Ramas del Derecho


El derecho penal como orden normativo (en su aspecto objetivo), o ciencia
propiamente dicha, se relaciona con otras disciplinas y ramas jurídicas. En este
último sentido, conforma ese todo integral que conocemos como el orden
jurídico positivo vigente, que rige esa sociedad determinada y cuyas
disposiciones deben interpretarse y aplicarse integrada y sistemáticamente.

En cuanto a las principales relaciones con otras partes del ordenamiento positivo,
se destacan (además de otras no menos importantes):

a) Con el Derecho Constitucional

La Constitución es el ordenamiento supremo del orden jurídico vigente. A ella


deben sujetarse las leyes inferiores, tales como la ley penal.  En la norma
fundamental se encuentran los principios de derecho público y las garantías cuya
tutela provee el derecho penal entre otras.

Por ello, en primer lugar la Constitución es fuente de la ley penal. El Art.75 -


Inc.12 de la Constitución argentina (reformada en 1994), establece que es
atribución del Congreso de la Nación dictar el Código Penal; consagra principios
fundamentales como el de legalidad (Art.18), el de reserva (Art.19), el de
inviolabilidad del domicilio, de la correspondencia y de la propiedad (Art. 17)
entre otros.
A continuación, también estatuye garantías respecto de la
aplicación y ejecución de las penas, prohibiendo la aplicación de
torturas y tratos degradantes o medidas que inflijan mayores
sufrimientos a los penados. Pero por sobre todo, la recta aplicación
del derecho penal‑ en un estado de derecho-, debe apegarse íntegra
e irrestrictamente al mandato constitucional en cada caso y a los
tratados internacionales que tienen jerarquía constitucional por su
incorporación a la carta magna. 

Finalmente y tal como lo señala  Ferrajoli (comentado por Nicolás Guzmán)[16],


hoy día ha existido un cambio de paradigma en el derecho: el positivismo de los
inicios o paleopositivismo que identificaba la validez de las normas con su mera
existencia formal (requisitos para la producción legislativa), evolucionó a una
nueva forma de positivismo (neopositivismo), el cual exige no sólo la vigencia
formal de la norma sino también su adecuación o coherencia con los postulados
de la Constitución (con sus contenidos).

Por ello ahora “se distingue entre validez formal (mera vigencia) y validez
sustancial (a secas) de las normas”. Una norma penal puede estar vigente y no
ser válida, porque no tolera el control jurisdiccional (o test) de constitucionalidad
(que actualmente no sólo está contenido por las normas legitimantes de la
Constitución sino también de los Tratados).
Que una norma sea vigente, no garantiza que sea válida ni justa. Ese control de
constitucionalidad, es tarea constante del jurista, del legislador y del Juez. Pero
claro que esto en nuestro País, sucedió desde casi los comienzos de la vigencia
del C.P., aunque se acentuó  -obviamente- con la incorporación de los Tratados
internacionales desde 1994 (por disposición del art. 75 – inc. 22).

b) Con el Derecho Civil

Todo delito produce al menos daño psíquico y muchas veces daño material. Por
ende, el delito genera siempre responsabilidad patrimonial. Con relación a la
obligación de reparar los daños causados por el delito, ambos ordenamientos
coinciden en extender la reparación a las pérdidas e intereses así como también
al daño moral. Por su parte, el Art. 29 del C.P., faculta al juez del proceso a
ordenar la indemnización del daño moral causado a la víctima, a su familia o a un
tercero, cuando dicha reparación sea reclamada por los damnificados (Art. 29).

En ciertos casos, se establecen las llamadas cuestiones de “prejudicialidad”


(civil o penal), que implican la necesidad de resolver una cuestión en una sede
(civil o penal), para recién expedirse en la otra, como ocurre con la necesidad de
declaración de quiebra por parte del juez civil o comercial, para recién perseguir
penalmente por el delito de quiebra fraudulenta o culposa. Viceversa, en juicios
por daños y perjuicios, el juez civil deberá esperar a que el juez penal se expida
por la existencia del delito cometido que dio causa al reclamo indemnizatorio y
mientras ello ocurra, se suspende la prescripción de la acción civil.
c) Con el Derecho Administrativo

En este caso, las relaciones son de diverso orden, pero recordando que ambas
son ramas del derecho público. Así el Código Penal en la Parte Especial, prevé un
catálogo de delitos contra la administración pública, sin perjuicio de la
responsabilidad administrativa que genere la infracción.

Comparte un ámbito de interés común (en cuanto a la función administrativa),


protegiéndola desde el punto de vista estático con las normas penales y desde
su aspecto dinámico (como actividad estatal) con las normas del llamado
derecho penal administrativo o contravencional.

Por otra parte, el derecho penal en su realización, se vale de órganos

administrativos como la Policía o el Servicio penitenciario o el Patronato de

Presos y Liberados o el Consejo del Menor, que colaboran con la Justicia penal

(o están bajo sus órdenes en muchos casos), pero sin embargo mantienen su

pertenencia y consecuente sujeción jerárquica con el órgano ejecutivo al cual

pertenecen naturalmente. 
En los llamados sumarios administrativos, el sujeto (sumariado), su
autor, puede estar siendo investigado por un delito (Por ejemplo, un
Policía que atropella u mata a un peatón. O durante un
procedimiento, donde el agente de seguridad mata al delincuente y
es denunciado por supuesto homicidio o exceso en sus funciones, O
en una causa por narcotráfico, donde se investiga simultáneamente
a un miembro de las fuerzas de seguridad que participó del delito,
etc.). En la generalidad de los casos si ambos objetos de
investigación tienen identidad de objeto, de causa y resultado,
prevalece la decisión del Juez penal, con lo que el sumario
administrativo avanza hasta  antes de resolverse y se espera el fallo
judicial para no generar decisiones encontradas o contradictorias. 
Pero no siempre es así, pues bien puede ocurrir que la justicia penal
esté investigando el homicidio culposo, y el sumario administrativo
la inconducta del policía que conducía en estado de ebriedad,
uniformado y en automóvil oficial. Estas últimas, son infracciones al
deber disciplinario, con total independencia del resultado del delito y
pueden ser sancionadas antes de que el juez arribe a una sentencia
por el hecho luctuoso.

d) Con el Derecho de Familia

Las recientes reformas en materia de legislación penal, incorporaron figuras


relativas al Impedimento de contacto de los hijos con los padres no convivientes
o sobre Violencia intrafamiliar o Delitos contra identidad de los menores, las que
se agregaron a otras como el incumplimiento de deberes alimentarios. En todos
estos casos, el juez penal debe interactuar necesariamente con el juez de familia
que -antes o después- resuelve cuestiones definitivas sobre aspectos atinentes a
tenencia, alimentos, status familiae, etc., siempre con la intervención obligatoria
del defensor o asesor de menores.

e) Con el Derecho Internacional

Suárez advierte esta creciente relación de nuestra materia, con las normas
penales internacionales vigentes, no sólo a través de los tratados suscriptos por
nuestro País, sino además por la creciente necesidad de la transnacionalidad del
tratamiento, persecución y represión de delitos que afectan a la comunidad
internacional en su conjunto. No está lejana la era en que las naciones
establezcan Tribunales Regionales o Supranacionales para contener mejor la
criminalidad transnacional y ello no importará mengua alguna sobre la soberanía
de los estados, sino una mejor coordinación para luchar contra el delito
(especialmente el crimen organizado, que hoy provoca tantos dolores de cabeza
a las políticas de seguridad de los estados).

f) Con el Derecho Disciplinario 

Si bien pocos autores se refieren a este vínculo, por tratarse de ordenamientos


que tienen objetivos claramente diversos, sin embargo confluyen a veces en la
investigación de hechos en los que resulta autor un agente público, o cuando es
perjudicada la Administración central o descentralizada.

No es poco frecuente, que la investigación


disciplinaria pueda aportar pruebas al
legajo penal y viceversa, lo cual debe ser
perfectamente admitido, ya que aun
cuando se persigan objetivos diversos, en
ambos ordenamientos rige en materia
procesal, la búsqueda de la verdad real
como premisa fundamental, para efectuar
el correspondiente reproche normativo.
Lección 5 de 27

División General

Objetivo y Subjetivo 

Por razones de estudio y para facilitar su comprensión efectuaremos una serie


de distinciones respecto a nuestra materia.

La primera división mira al ordenamiento penal como:

1. Potestad o facultad represiva del estado que ejerce en forma exclusiva y


excluyente (aspecto subjetivo).

2. Rama del orden jurídico u ordenamiento objetivado traducido en normas


(aspecto objetivo).

D E RE C H O PE N A L S U BJ E T I V O D E RE C H O PE N A L O BJ E T I V O

La voz Ius Puniendi  (que algunos autores como Terragni resisten) refiere al
aspecto o perspectiva subjetiva desde donde se estudia al derecho penal. Se dice
que, desde esta visión (del Estado como sujeto), se observa al Derecho Penal
como la facultad del Estado (o el poder-deber) -que posee como sujeto de
derecho público- para alcanzar los fines de seguridad, tranquilidad y la paz de la
sociedad. 
En el ejercicio del  Ius puniendi,  el Estado actúa a través de sus tres poderes.
Chiara Díaz sostiene que el poder punitivo del Estado se manifiesta en dos fases
de criminalización: una de carácter primario que se da cuando el estado establece
la ley penal (la penalización para determinadas conductas en defensa de intereses
individuales/sociales) y otra de carácter secundario, manifestada cuando el
estado aplica las penas -juicio previo mediante- a los autores de infracciones
punibles.
Se conceptúa al Ius Puniendi, como la suma de atribuciones punitivas o represivas
que corresponden al Estado en forma exclusiva y excluyente (que consisten en las
funciones de legislar -Poder Legislativo y las limitadas atribuciones del P. Ejecutivo
al promulgar y reglamentar-, perseguir penalmente -Ministerio Público Fiscal-, de
juzgar y aplicar la ley penal -mediante el P. Judicial.; y ejecutar o hacer cumplir la
pena -Poder Ejecutivo controlado por el P. Judicial-).

D E RE C H O PE N A L S U BJ E T I V O D E RE C H O PE N A L O BJ E T I V O

Desde esta mirada (objetivamente), se estudia al D. P., como el sistema de leyes (o


normas) penales vigentes y aplicables que conforman una rama completa y
científicamente autónoma dentro del Orden Jurídico de un País; o la potestad
represiva del estado objetivada en normas que regulan el funcionamiento del
sistema penal en su integridad (tanto de fondo como de forma) y que igualmente
limitan o pautan la potestad represiva del Estado, especialmente en garantía de los
derechos individuales y sociales.
Este derecho penal objetivado, como sistema integrado de normas, se
subdivide para su mejor estudio en: 

Derecho Penal de Fondo o Sustancial o Material:



Cuando nos refiramos al derecho penal material o de fondo, haremos alusión al
grupo de normas (o leyes) contenidas en los códigos penales o de fondo, y sus
leyes complementarias, que están dotadas de sanción retributiva. Este derecho
material o de fondo únicamente refiere a la parte general y a la parte especial de
cada legislación represiva (sea común, contravencional, disciplinaria, fiscal, etc.).
Pero estas normas están formuladas en abstracto y de un modo general, y solo
pueden aplicarse mediante un procedimiento legal (conforme a las reglas del
derecho procesal) a cada caso en concreto.

Derecho Penal Procesal o Formal o Adjetivo:



-El derecho procesal o formal o adjetivo, refiere  al grupo de normas que regulan
el procedimiento a seguir en cada caso, para aplicar el derecho material o de
fondo.
En el caso del derecho penal común, regulan la actividad de los órganos de
Justicia (ordinaria o federal) que intervienen para la aplicación de las penas por
delitos cometidos, previa realización del juicio correspondiente. En el caso del
derecho contravencional, regulan la actividad de órganos administrativos o
judiciales que intervienen en la aplicación de tal ley de fondo. En el caso de la
aplicación del derecho disciplinario, regulan el procedimiento a seguir por los
órganos administrativos en los sumarios administrativos que se labran a tal fin y
así sucesivamente.
-El Derecho Procesal Penal es igualmente derecho público y está dominado en
todas sus etapas y en cualquiera de las ramas del derecho penal que instrumente,
por el sistema de garantías constitucionales, de entre las que se destacan la
judicialidad y el debido proceso (que supone acusación, prueba, defensa y
sentencia fundada en ley), conforme al Art. 18,  de la Constitución Nacional. Es un
derecho accesorio que tiene por objeto la realización o concreción del derecho
penal de fondo[17]. Como asimismo el funcionamiento y limitaciones de los
órganos que lo aplican (el tribunal, el fiscal, la defensa, la policía de
investigación.).

Derecho Penal de Ejecución:



Es la rama del derecho penal que regula las normas y procedimientos necesarios
para el cumplimiento, aplicación o ejecución de la pena. Su parte más destacada
es el derecho penitenciario y, en algunas provincias, está a cargo del juez de
Ejecución de Sentencia (véase ley 24.660 y sus modificatorias).
En Argentina, salvo respecto del derecho penal común, no se prevén normas de
ejecución para las demás ramas del derecho penal, salvo algunas excepciones en
materia contravencional.
Lección 6 de 27

División según la materia o competencia

Hay otra manera de clasificar al derecho penal desde el punto de vista


objetivo y esto es según la materia que rige o los valores que protege. 

Desde esta perspectiva, podemos dividir al Derecho Penal del siguiente modo:
1

Derecho Penal Común

Las conductas humanas que ponen en peligro o vulneran bienes jurídicos,


individuales o sociales, comunes a todos los habitantes de un País(o sea tienen
vigencia y validez universal), son lo que llamamos delitos comunes. Estas
infracciones que interesan o son comunes a todos, se encuentran previstas y
reprimidas por el llamado derecho penal común.

Desde el punto de vista de su fuente de creación, el derecho penal común sólo


puede ser establecido por el Congreso de la Nación. Los artículos 75 inc. 12 y
108 de la C.N. le confieren a éste órgano la facultad exclusiva de dictar el Código
Penal y leyes complementarias. En ese Código y leyes complementarias
dictadas con posterioridad, se encuentra la materia propia de los delitos y sus
penas. El único órgano de aplicación del D. P. común, es el Poder Judicial (por
mandato constitucional) ordinario (o provincial), o de excepción (federal).

Las provincias no pueden castigar delitos comunes, pero regulan


infracciones y penas de carácter local en el llamado Derecho Penal
Administrativo o Contravencional, en el Derecho Penal Disciplinario
provincial y en materia de infracciones sanitarias, municipales y
medioambientales. 

La Corte Suprema de Justicia de la Nación, ha dicho que las provincias pueden


establecer libremente sanciones e infracciones, siempre que no estén previstas
en el Código Penal; y que el Congreso puede legislar sobre faltas o
contravenciones, cuando considere que interesa al orden o moral de la Nación,
ampliando las potestades legisferantes, pero solo aplicables en jurisdicción
federal (como ocurre en materia de contrabando, estupefacientes, espectáculos
deportivos o penal‑tributario).

Derecho Penal Administrativo o


Contravencional

La infracción o falta de carácter contravencional se parece a la infracción penal


común (delito), en cuanto a la formulación legal (precepto seguida de pena), pero
difieren en cuanto al objeto de protección.

El Derecho Penal Contravencional, ampara valores locales (provinciales o


regionales), válidos y vigentes en ese lugar únicamente. Además garantiza el
normal desenvolvimiento de los servicios públicos y tienen una eminente función
preventiva de delitos. Por ello, en lugar de ser un derecho penal común en
nuestro país, es una rama especial propia de cada provincia y excepcionalmente
de la Nación, cuando regula conductas contravencionales punibles en su ámbito
excepcional de actuación.

Desde el punto de vista de su fuente de creación, el Derecho Contravencional


provincial aplicable solo emana de la Legislatura de ese estado provincial.

El órgano de aplicación del D. P. administrativo o Contravencional puede ser el


poder judicial (tendencia creciente) o el poder Ejecutivo (a través de la Policía),
jueces de naturaleza administrativa o municipal, o los de Paz (como ocurre en El
Chaco, San Juan. Mendoza, CABA, Córdoba y otras, aunque son varias las
provincias que han optado por judicializar los procesos, para evitar algunos
excesos en que han caído los jueces administrativos o la Policía)

La mayoría de los autores niega que el delito y la falta tengan distinta naturaleza
jurídica   y sólo admiten entre ambos una diferencia “de cantidad” determinada
por la especie o la medida de la pena (es la postura legislativa que adoptaron
casi todos los países latinoamericanos, que prevén las contravenciones a
continuación de los delitos).

Las sanciones contravencionales son: arresto, multa, clausura, decomiso,


instrucciones especiales y otras menores, pero con carácter más preventivo y de
contralor, que el neto corte retributivo de la pena por delitos.

Derecho Penal Disciplinario

El ámbito del derecho penal disciplinario es más reducido, pues corresponde a la


más restringida relación del Estado o sus entes descentralizados, con las
personas sometidas al orden de sujeción público o jerárquico que existe dentro
de tales organismos.
Es inherente a esta rama del derecho penal la potestad pública de establecer y
mantener el orden jerárquico, de servicio, profesional, o en general, de sujeción
de carácter público, cualquiera que sea su causa, sancionando o reprimiendo
aquellas conductas que constituyen infracciones disciplinarias a este orden. Allí
se encontraría el objeto de protección propio de esta rama del derecho.

Este poder estatal disciplinario se extiende a asociaciones privadas (como las


asociaciones profesionales o sindicatos) por delegación expresa del estado,
para regular igualmente la disciplina y ética profesional dentro de una actividad
pública o con carácter de servicio o interés públicos. (Potestad disciplinaria de
los colegios profesionales de ética y disciplina o asociaciones de carácter
deportivo o instituciones educativas).

Sin embargo, esta facultad disciplinaria del Estado o el concedido a


cada órgano, reconoce límites que se hallan establecidos y
garantizados por los principios constitucionales (comunes a todo el
derecho punitivo): ley previa, determinación anterior de la pena,
proceso legal, jueces naturales y sentencia fundada. 

Los titulares del derecho penal disciplinario estatal son las autoridades
pertenecientes a los tres poderes del estado (tanto en la esfera nacional,
provincial, como municipal), los de entes descentralizados, autárquicos, y los
cuerpos privados a cuyo cargo está la realización de actividades públicas o
vigiladas por la potestad pública, como los colegios profesionales, sindicatos,
etc.

Derecho Penal Militar

Esta rama punitiva, tiene expresa consagración legislativa en la misma


Constitución Nacional. Si bien no es más que un sector del derecho penal
disciplinario, se justifica su autonomía en la necesidad de mejor y específico
gobierno de las fuerzas armadas (conforme al Art. 75 - Inc. 27 C.N.).

Delito militar es toda infracción prevista por esta ley especial, que afecta en
forma exclusiva la existencia de la institución militar.

Sus sanciones encuentran fundamento en la necesidad de mantener el orden y la

disciplina militar, por lo que el Código de Justicia Militar en algunos casos

excede su ámbito propio, refiriéndose a delitos comunes. A ello, debe sumársele

que para su aplicación, se ha establecido la jurisdicción militar, que aunque sujeta

a las garantías constitucionales referidas, tiene serias objeciones por parte de

alguna doctrina.
Entre sus disposiciones, distingue entre falta y delito, y entre
sanción disciplinaria y pena: la falta es configurada por un decreto
del Poder Ejecutivo y la sanción disciplinaria impuesta por el
Presidente de la Nación en su carácter de Comandante en Jefe de
las Fuerzas Armadas (Art. 99 - Inc. 12 C.N.); en cambio, para los
delitos se atiene al principio "Nulla Poena Sine Lege" (Art. 18 C.N.) y
las penas las imponen los tribunales militares. 

La circunstancia de que los tribunales militares no formen parte del Poder


Judicial de la Nación no es suficiente para desconocer su esencia de función
jurisdiccional reconocida por al Art. 26 C.P.P.N.; Pero actualmente gran parte de
los delitos comunes han sido transferidos al Código Penal de la Nación y su
juzgamiento se lleva a cabo por parte de la justicia federal. Pero además, a partir
de la sanción de la ley 23.049, los fallos definitivos de la jurisdicción militar son
apelables ante las Cámaras Federales con competencia en los lugares donde se
cometieren los delitos.

Derecho Penal Económico o Fiscal

Es la rama del derecho penal que ampara de manera específica los intereses de
la hacienda pública. Sus ramas destacadas, son el derecho penal tributario,
previsional, aduanero y cambiario. Las infracciones pueden constituir delitos o
contravenciones. La pena fiscal puede ser de prisión, multa, inhabilitación y otras
semejantes a las de derecho penal común o contravencional, pero en todos los
casos, poseen un marcado interés recaudador para el estado.

Con respecto al bien jurídico violado: el delito fiscal supone un daño


jurídico, sin que necesariamente se cause un daño de derecho
subjetivo. Esta joven rama penal tiene grandes objeciones (y
vacilaciones) en materia de responsabilidad, legalidad y otros
principios y garantías que informan a las otras ramas del derecho
penal. Prevé tipos en blanco, que pueden conducir a graves
arbitrariedades por parte de los organismos recaudadores.
Contempla la responsabilidad de las personas jurídicas o la indirecta
en razón de que la obligación fiscal vincula más al patrimonio que a
la persona. Las penas son redimibles por el pago del impuesto que
determinan órganos no judiciales. 

El delito financiero se encuentra legislado en disposiciones que no constituyen


un cuerpo orgánico y sistematizado, conforme a los principios generales del
derecho penal y en muchos casos, se desvirtúa el principio "nullum crimen sine
praevia lege poenali".
Lección 7 de 27

El derecho penal como ciencia: objeto y método

Evolución de la ciencia penal. Con la concentración del poder en


manos de los reyes, y la consiguiente pérdida del mismo por parte de
los señores feudales, en la baja Edad Media se comienzan a sentar las
bases de los Estados modernos. 
Se produce un verdadero renacimiento del derecho romano y en las
universidades italianas (principalmente) se estudia el derecho penal, como
también las instituciones que desarrolló en el derecho canónico y en el derecho
germano.

Los glosadores avanzan sobre el derecho romano a través del “Corpus Iuris de


Justiniano”, recibiendo su nombre por los comentarios (glosas) que incluían en
los textos originales.

Los postglosadores ampliaron el campo de estudio, rescatando e incluyendo


también las costumbres (derecho penal consuetudinario) que se habían
impuesto desde las invasiones bárbaras, cuyos pueblos trajeron reglas o
disposiciones jurídico-penales diferentes, muchas de ellas contrapuestas a los
principios del derecho del imperio romano.

A partir de la sanción de “Las Carolinas” de 1532, se fortalece el


estudio del derecho penal en Alemania, España, Países Bajos, Reino
de Nápoles y demás dominios donde imperaba su autor o impulsor
(Carlos V de Alemania y I de España), quien extendió su reinado
durante 30 años (suficientes para dar cohesión y difusión a su obra).
Esta influencia se extendió hasta 1870 aproximadamente (sanción
del primer C.P. alemán) y dio nombre muy conocidos como
Carpsovio (S. XV). 
Con Beccaría vienen de la mano las ideas liberales propias del Iluminismo (las de
Montesquieu, Marat, Rousseau y Voltaire), extendiendo su influencia a toda
Europa que fueron admiradas e imitadas por los monarcas más progresistas de
aquél momento (y en adelante). Resulta sorprendente constatar que monarquías
como la alemana y la rusa, asimilaran los principios liberales del derecho penal
que proclamaba “De los delitos y de las penas” .

Producto de esa época de oro (del desarrollo de las ideas de la Ilustración)


surge la Escuela Toscana, también llamada Escuela Clásica (que fue
especialmente desarrollada al impulso de los pensadores iluministas y
posteriores de los siglos XVIII y XIX[1]), y que tuvo   como referentes
indiscutidos en Italia a Rossi, Carmignani y Carrara entre otros.

Sobre fines del S. XIX, la Psicología generó aportes inevitables y enriquecedores

a través de los estudios de Carl Gustav Jung[2] y Sigmund Freud[3]. Este último,

deja claramente sentadas varias cuestiones que son necesarias reproducir,

porque quiérase o no dan respuestas a muchas preguntas que el penalista se

hace desde la iusfilosofía y no encuentran fácil respuesta en el derecho mismo,

pero sin embargo, tiñeron muchos de sus conceptos. 


A la escuela filosófica positivista también la llamaban "causalista", porque éste
era el único criterio racional que se aplicaba a las ciencias normativas[4].
Finalmente, destaca que es innegable el valor del “orden” y “la justicia” como
valores preponderantes. Remata que un rasgo esencial de la cultura, es la forma
en que son reguladas las relaciones de los hombres entre sí, es decir, las
relaciones sociales que conciernen al hombre en tanto que vecino (ciudadano) y
que están en inevitable tensión con cada uno individualmente (porque esa vida en
sociedad, supone que el “yo”, renuncie atributos ilimitados, condicionados por el
“súper yo” social. Entonces, “la comunidad debe ser más poderosa que cada uno
de sus individuos y ese poderío se manifiesta como “Derecho” (contra el poderío
del individuo que se tacha como “fuerza bruta”) y debe prevalecer[5]. Esta
sustitución de poderío representa el paso decisivo hacia la cultura, siendo
esencial para ello que los individuos restrinjan sus niveles de satisfacción  Así, “el
primer requisito cultural es la justicia, o sea, que la seguridad del orden jurídico,
una vez establecido ya no será violado a favor de un individuo, sin que esto
acarree un pronunciamiento sobre el valor ético de semejante derecho….El
resultado final de este enfrentamiento, ha de ser el establecimiento de un
derecho al que todos los individuos aptos para la vida en comunidad, hayan
contribuido con el sacrificio de sus instintos y no deje a ninguno a merced de la
fuerza bruta”. La libertad individual no es un bien de la cultura, pues ya era
máxima antes de toda cultura, pero entonces carecía de valor, porque el individuo
era apenas capaz de defenderla. El desarrollo cultural le impone restricciones y
la justicia exige que nadie escape de ellas[6].

Pero desde finales del siglo XIX y comienzos del XX (1905), también
se abría paso en Europa la concepción filosófica del Positivismo
criminológico (de la mano de Lombroso y otros). Esta corriente de
pensadores (positivistas), se caracterizaba por dar predominio o
vigencia a las ciencias exactas, naturales y materiales (biología,
matemática, física, etc.) y excluía todo lo que hace al mundo de la
cultura o ciencias del humanismo, quitándole importancia a la
filosofía, metafísica, teología, etc. 

En verdad, el Positivismo criminológico, nació de los avances de la ciencia y el


afán por superar el Estado liberal no intervencionista. Se proponían afrontar su
supuesta “ineficacia” respecto al crecimiento de la criminalidad (discurso que se
reitera en nuestros días). Su idea central era que la lucha contra la criminalidad
debía hacerse de una forma integral permitiendo la intervención directa del
Estado. Las mayores críticas contra los autores positivistas radican en el olvido
de las garantías individuales, ya que su foco es la peligrosidad social del
delincuente.

En Italia su fundador fue César Lombroso quien cambió el enfoque del delito
como ente jurídico para dirigirlo hacia el delincuente como “hecho observable”.
Lombroso (médico), escribió ‘L’ Uomo delinquente’ (en 1876), y colocó al
delincuente como fenómeno patológico, respecto del cual sostiene la existencia
de una predisposición anatómica para delinquir, por lo que afirma la existencia de
un delincuente nato por una malformación en el occipital izquierdo. Para este
autor, el que delinque es un ser que no ha terminado su desarrollo embriofetal.
Enrico Ferri le dio trascendencia jurídica a las teorías de Lombroso, rotulando
como ‘delincuente nato’ al ‘uomo delinquente’ de Lombroso. El punto central de
Ferri es que para su positivismo el delito no es la conducta de un hombre, sino el
síntoma de un mecanismo descompuesto. El delito es síntoma de peligrosidad,
por ello la medida de la pena está dada por la medida de la peligrosidad y no del
acto ilícito.
Con el ‘estado peligroso sin delito’ se quiso limpiar la sociedad de todo aquél

que demostrara “peligrosidad predelictual”. Con Rafael Garófalo se completa el

trío positivista italiano, y con él queda demarcada la tesis de ‘guerra al

delincuente’. Surge la idea de un ‘delito natural’, ya que las culturas que no

compartían las pautas valorativas europeas eran tribus degeneradas que se

apartaban de la recta razón de los pueblos superiores, y que eran a la humanidad

lo que el delincuente a la sociedad. El delito natural sería el que lesione los

sentimientos de piedad y justicia, que eran los pilares de la civilización

occidental.

Como previsible consecuencia, el derecho también era relativizado a causa de


este exagerado determinismo materialista. Sus estudios naturalistas (en un
comienzo) y posterior conceptualización sociológica determinista (en la que se
destacaron Durkheim y Comte), alcanzaron un desarrollo de cierta concepción
científica, que llegó a sostener que el autor o cómplice de una conducta
delictuosa no respondía por su propia decisión delictiva sino que era delincuente
por otras causas ajenas a su individualidad (como el hambre, la educación, la
vida social, la ausencia de oportunidades en su vida). Con esta concepción, se
trasladaba la responsabilidad penal a los demás y era culpable el sistema social,
no el autor del delito.

En las ciencias jurídicas se produjo entonces una situación caótica en el campo


de la teoría del conocimiento (es decir en la relación del “objeto‑sujeto” de la
investigación), que provocaría la irrupción definitiva de la llamada Escuela
dogmática positiva, que ya había comenzado a pergeñarse a comienzos del siglo
XIX, tratando de ordenar y estudiar al derecho penal, inspirándose en la
concepción o pensamiento de Immanuel Kant en su obra "Teoría de la Razón
Pura" (1750). Esto luego avanzó decididamente de la mano de Hegel. También se
destacaba a principios del 1800 -entre otros- Anselm Ritter (Feuerbach), quien
fundamentó una nueva teoría del Derecho Penal con bases rigurosamente
científicas, conforme al método empleado en la teoría del conocimiento lo que
hizo que gran parte de la doctrina, se identificara con el “maestro de Baviera”, y
se lo considerara como el fundador de la Ciencia Moderna del Derecho Penal,
porque creó las bases del método dogmático para estudiar al Derecho Penal
vigente en un tiempo determinado, en un territorio determinado y para regir a un
pueblo determinado. Así surgen en Alemania/España: Franz Von Liszt, Ernst
Beling, Karl Stübel (muy influenciado por Feuerbach), Heinrich Luden, Max Ernst
Mayer, Karl Binding, Pedro Dorado Montero -en España-, Gustav Radbruch, Von
Ihering y otros.
El peso de los italianos (clásicos) era no obstante innegable y ambas
escuelas, proyectaban su influencia en nuestro País, por sobre el
apenas adoptado positivismo criminológico (en Peco, Coll Gómez y
otros). Soler será la voz más fuerte del positivismo científico liberal
(o positivismo neoclásico) y dejará dos discípulos de igual prestigio:
Ricardo Núñez en Córdoba y Roberto Fontán Balestra en Bs. As. 

Objeto

El objeto de conocimiento de la dogmática penal es el particular derecho vigente


de un país, interpretado y expuesto sistemáticamente, con arreglo a sus propias
características.

Según Soler la tarea de la dogmática debe consistir en reducir el material


normativo que inorgánicamente produce el legislador, a un sistema coherente
que funcione sin indeseables contradicciones.

Por su parte, Von Liszt sostenía que la Ciencia del Derecho era y debía ser una
ciencia propiamente sistemática, pues solo la ordenación de los conocimientos
en forma de sistema garantizaba aquel dominio seguro y diligente sobre todas
las particularidades, sin el cual la aplicación del Derecho entregada al arbitrio o al
azar no pasaría de ser un eterno diletantismo. Y para no dejar dudas, agregaba
“Este Tratado, se limita a la exposición del derecho Penal vigente en Alemania en
primer término…El derecho penal vigente fuera de Alemania y el derecho penal de
cada uno de los estados alemanes, quedan fuera de su estudio”[7].

Sin embargo, modernamente autores como Mercedes Suárez[8],


advierten que este objeto de estudio del derecho penal (como
ciencia), ya no se mira en su situación estática (legislación vigente)
sino dinámica (como voluntad estatal actuante). Destacan la
intervención de una concepción sociológica-dinámica creciente (por
sobre la puramente dogmática-estática). Y agregan que la injerencia
de la interpretación sociológica de la norma, puede conducir a
negarla, restándole pureza asimismo a las ciencias causal-
explicativas. 

En resumen y Para distinguir: 

D E RE C H O PE N A L C I E N C I A D E L D E RE C H O PE N A L

Producido por el legislador, tiene como objetivo: Prescribir consecuencias


jurídicas (penas y medidas de seguridad) a determinadas acciones mediante la
creación de los tipos penales. Se traduce o manifiesta en: Leyes.
D E RE C H O PE N A L C I E N C I A D E L D E RE C H O PE N A L

Sujeto que la produce: El jurista. Su objetivo es explicar la naturaleza de las


normas penales, describiéndolas, analizándolas y creando categorías jurídicas
universales. Se traduce en: Conceptos jurídicos.

Dicho de otra forma: “El derecho penal establece cuáles son las
acciones delictivas, las penas o medidas de seguridad mediante las
cuales readaptar al delincuente (objeto); y la ciencia jurídico-penal
estudia de manera sistemática estos conceptos construyendo
abstracciones de validez universal”. 

Método

El derecho penal es un “saber científico” con método y objeto propio. El derecho


en general es un instrumento de regulación social y el derecho penal es parte del
mismo. Como tal, tiene un fundamento y fin práctico en el campo social, pero su
capacidad de solución es limitada, ya que no puede solucionar los fenómenos
criminales sino prevenirlos o sancionarlos (para lograr su limitación).

Para estudiar el derecho penal vigente en un tiempo determinado, para un pueblo


determinado y en un territorio determinado, se debe utilizar el método racional
deductivo (dogmático), que se basa en la lógica abstracta y se realiza desde lo
general o lo particular:

1 Conociendo la norma vigente respecto de su sentido y alcance


(intelección).

2 Descubriendo la voluntad de la ley más que la del legislador.

3 Aplicando la ley que realiza el juez al hecho judiciable concreto.

Sin embargo, se plantea una segunda cuestión: ¿Cómo lograr armonía? Se


responde:  Partiendo del derecho penal de ese País, se divide su estudio entre la
‘parte general’ (principios, concepto, contenidos y normas generales de
aplicación) y la ‘parte especial’ (catálogo de delitos y sus penas), describiendo en
forma individual y aislando cada figura penal o descripción de la conducta
punible. Luego se las compara, jerarquiza y agrupa basándose en ciertos
parámetros conforme a aquella parte general. Con ello, habrá una constante
remisión de la parte especial a la general.

De la parte general, se extraen los principios generales sistemáticos y


coherentes, tratando de evitar la arbitrariedad de los juzgadores o del Estado en
la función de interpretar la ley y aplicarla posteriormente a cada caso concreto
(administrar justicia).
Lección 8 de 27

La Misión del Derecho Penal

Como Ordenamiento Jurídico 

Este es un tema que se desarrolla escasamente en los estudios elementales de


nuestra materia y más bien se lo trata al momento de estudiar el fundamento y
fines de la pena. Pero por razones didácticas lo incluiremos en este tópico -tal
como lo hace Jescheck-[26], sin perjuicio de remarcar que ontológicamente, no
es lo mismo fundamentar la existencia del derecho penal que la de la pena.

El derecho penal como ordenamiento jurídico tiene por fin la protección de la


pacífica y armónica convivencia humana, o dicho de otro modo: la paz social y la
seguridad general y particular que pueden sufrir menoscabo a causa de
conductas o agresiones y que se llaman vulgarmente infracciones, delitos o
crímenes que atentan contra bienes jurídicamente protegidos, sean individuales
o sociales, violando las normas que protegen esos valores esenciales. La ley
reprimirá las conductas que conducen a un resultado de lesión o de peligro; por
lo que Stratenwerth, concluye que lo primario no es la calidad de la acción, sino
del resultado. “El delito es antijurídico, porque produce una antijuridicidad”[27].

En definitiva, el Derecho penal es un ordenamiento esencialmente


destinado a la paz y la seguridad de los individuos (individual) y de
toda la sociedad (social) (Preámbulo de la C.N.). Desde el punto de
vista individual, es así porque la ley penal provee a la protección de
los derechos y libertades personales (individuales) esenciales, tales
como la vida, la salud,   la libertad, la propiedad, la intimidad, el
honor, la integridad sexual, etc. En cambio desde el punto de vista
general o social, porque provee a la protección de valores de interés
común, como la seguridad general, la tranquilidad general, la
seguridad común, el orden institucional y el normal funcionamiento
de los poderes del Estado.
Esta necesidad de proteger determinados valores individual o socialmente
relevantes - que la ley eleva al rango de bienes jurídicamente amparados -, es la
que justifica la existencia de normas penales que por tal motivo tienen a su vez
un doble carácter:

a) Preventivo:

Se sostiene que, al conminar amenazas de pena (a través de la ley o código
penal), el derecho pretende -mediante la amenaza de sanción en abstracto- que la
comunidad y sus individuos componentes se abstengan de cometer delitos (por
temor a la pena). Esa actividad preventiva (para evitar que se produzca el delito)
se concreta a través de la ley penal escrita y publicada, pero también a través de
algunos modernos institutos alternativos a la pena. En el caso de delitos graves
(como el homicidio), la ley penal puede articular tipos penales previos
(preventivos), castigando conductas más leves que pretenden impedir que se
escale hasta delitos más graves (abuso de armas, lesiones, portación ilegal de
armas, etc.) Entonces, también a partir de la aplicación efectiva de la pena por
esos delitos “menores”, se trata de prevenir en general y en particular la comisión
de delitos futuros más graves.

b) Represivo:

Este es el aspecto más identificable por el común de la sociedad, ya que


cuando las conductas vulneran o ponen en peligro a los bienes jurídicamente
relevantes acarrean una sanción (o una medida de seguridad).
Sin embargo, este ordenamiento punitivo no puede ser empleado o ejercido
por el estado de modo arbitrario e ilegal, sino que bajo la directa dependencia
y apego a las normas constitucionales, debe garantizar la aplicación de la ley
represiva en condiciones racionales, adecuadas, legítimas y equitativas.

En gran medida, el estudio de esta materia, debe servir para aportar los
principios y reglas que permitan la aplicación de la ley penal en el modo
indicado.

Ya lo reiteraremos en el capítulo sobre la pena (fundamentación de la pena):


debe entenderse que el orden jurídico, omnipresente en toda sociedad
civilizada, se enfoca en la generalidad de la ciudadanía que observa las
normas y vive y se desarrolla apegada a derecho. Esa es la regla.

El derecho penal interviene por excepción, para casos excepcionales


(delitos), por la necesidad de reafirmar el orden jurídico, su vigencia y su
efectiva aplicación a quien atenta contra aquel orden normal de las cosas en
el que se debe desenvolver la sociedad[28].

La Dogmática Jurídico‑Penal

El estudio del derecho como ordenamiento de preceptos, se completa con el


estudio como ordenamiento sistematizado y científico de conceptos, es decir: la
ciencia penal (G. Maggiore - D. Penal, parte general - T. I – Ed. Temis, Bogotá)

Debe distinguirse el derecho penal como "sistema de normas" (en el presente


caso, el derecho penal argentino, constituido por el Código Penal, las leyes y
demás disposiciones represivas que lo complementan), de la dogmática penal
propiamente dicha (ciencia penal). Como  sistema de normas  es el objeto de
estudio de la respectiva ciencia dogmática. Y  dogmática  es la ciencia de las
verdades ciertas e indiscutibles. Este proceso lógico deductivo que aplicamos al
derecho penal es posible de utilizarse en todas las ramas del orden jurídico.

La virtud o función primordial de la dogmática es que, a través de la


generalización de ciertos conceptos, puede extenderse el conocimiento integral
de una ciencia en particular, abstrayéndonos de la historicidad de cada
ordenamiento, pero sin perder de vista sus caracteres especialísimos[29]. La
materia constitutiva del Derecho Penal es el objeto del estudio de la dogmática,
que, como bien señala Soler, no es una escuela, sino un estudio emprendido,
dando por sentada la existencia de un derecho determinado.

La ley debe ser estudiada no dentro del campo del ser, sino del
deber ser. No debe confundirse por lo tanto tampoco la dogmática
que recién describimos con la exégesis (interpretación) de la ley, que
significa desentrañar y comprender su sentido y alcance.

Ciencias Auxiliares y Afines

En el vasto campo del conocimiento, otras ciencias y disciplinas concurren al


estudio de la ciencia penal, otorgando al estudioso valiosas herramientas
para la mejor comprensión del fenómeno delictivo, sus causas y
consecuencias. Se logra así avanzar en el campo del conocimiento práctico.
1

Criminología

Von Liszt es para muchos el “padre de la criminología”[30], aquél sostiene que es


la ciencia que estudia las causas del "crimen" y su ente biopsicosocial pregona
remedios del comportamiento antisocial del hombre.

La criminología es una ciencia interdisciplinaria que basa sus fundamentos en


conocimientos propios de la sociología, psicología y la antropología, tomando
para ello el marco teórico de la medicina y el derecho penal. Las áreas de
investigación criminológicas incluyen la incidencia y las formas de crimen así
como sus causas y consecuencias. También reúnen las reacciones sociales y las
regulaciones gubernamentales respecto al crimen.

Estudia al delito (los factores que lo provocan, favorecen y en el


modo en que se desenvuelven), al delincuente (sus caracteres,
antecedentes y particular comportamiento), y los factores
generadores y consecuencias que en la sociedad se producen a
consecuencia del delito (temor, intranquilidad, daño físico o psíquico
etc).
A partir de mediados del siglo XX, se presenta un cambio de paradigma en la
ciencia criminológica fijando su atención en los procesos de criminalización y en
el ambiente social, pero estudia también a la víctima.  Hay dos disciplinas
científicas invalorables para la Criminología y ellas son:

La Psicología criminal: Es el conjunto de conocimientos que emergen del


estudio de las conductas criminales, estableciendo las causas del delito
(etiología criminal), sus manifestaciones (clínica criminológica) y los medios
para combatir la criminalidad (terapéutica criminal).

La Antropología criminal: Estudia al delincuente en su individualidad, tomando


en consideración tanto los factores internos como los externos,
especialmente el medio circundante; estudia la delincuencia como
fenómeno social.

El auxilio de la criminología al derecho penal no se traduce en valoraciones de los


fenómenos individuales o sociales únicamente, sino en su determinación causal,
descriptiva y funcional, quedando a cargo del legislador penal su valoración
jurídico‑criminal.

Victimología
La Victimología, es una rama de conocimientos especiales que se abre paso
desde mediados del siglo XX de la mano de Mendhelson[31] y Von Hentig[32] en
abierta preocupación por las víctimas (grandes olvidadas de las ciencias
penales), pero en gran medida como reacción a la Criminología.

Tiene como objeto de estudios a la víctima, el estudio de las causas por las que

determinadas personas son víctimas de un delito o agresión, cómo su forma o

circunstancias de vida conducen una mayor o menor probabilidad de que una

determinada persona sea víctima de los procesos damnificantes (victimales o

victimizantes) y las consecuencias físicas, psicológicas y materiales del delito en

quienes lo sufren. 
El campo de la victimología incluye o puede incluir, en función de los
distintos autores, un gran número de disciplinas o materias, tales
como: sociología, psicología, derecho penal y criminología.

Se sostiene que la Victimología es una ciencia que estudia


científicamente a la víctima y su papel en el hecho delictivo.

Política Criminal

Esta disciplina (o si se quiere actividad regulada), tiene por finalidad adecuar la


legislación penal como mejor respuesta a las necesidades de la defensa de la
sociedad frente a la criminalidad, sea mediante la configuración del elenco de los
delitos, las penas y las medidas de seguridad y corrección, o a través de
procedimientos de respuesta estatal necesarios para proveer a esa mejor
defensa social.

La política criminal, haciendo un examen crítico de la legislación


vigente, trata de mejorarla con los datos de la criminología, la
penología y otros aportes como la jurisprudencia, doctrina penal,
experiencia carcelaria, política social, técnica legislativa,
consideradas útiles para cumplir su misión. 

La sanción de tipos penales o criminalización de determinadas


conductas, es una grave responsabilidad del Congreso de la Nación y
más ampliamente aún, de la Política Criminal de un Estado. Los
parámetros que rigen esa actividad estatal, imponen adoptar criterios
que trascienden el campo de las ideas meramente penales, a las que
se suman elementos psicológicos, sociológicos, filosóficos y políticos,
de innegable necesidad al momento de su integración a la labor
legisferante y que también reproduciremos en este trabajo[33]. 

Sociología Criminal

Esta disciplina efectúa estudios de la sociedad y sus distintos componentes a


partir de un método causal explicativo que contribuye a la comprensión del
fenómeno criminal, ya sea explicando sus causas, los elementos que favorecen
su desarrollo o crecimiento en la sociedad, los costados vulnerables que
presenta la organización social y los elementos de contención y rechazo que le
opone al fenómeno delincuencial. Toma a su cargo el estudio científico del delito
y el delincuente, pero considerados como el producto de factores individuales y
sociales (endógenos y exógenos), estudio que se realiza para sistematizar la
defensa social contra el delito

Psicología Forense

Esta verdadera especialización de la Psicología Criminal (o de la general)


desenvuelve sus estudios e indagaciones alrededor de las personalidades de los
sujetos que intervienen en el delito, tratando de explicar las causas o
motivaciones o desviaciones de personalidad que contribuyen o favorecen la
comisión de delitos, sea por parte del criminal, la víctima u otros sujetos
involucrados.

Estudia y diagnostica también el elenco de secuelas que puede dejar


el delito a título de daño psicológico, mensurable y resarcible
civilmente, pero que además debe tener en cuenta el juez penal,
para graduar la pena (extensión del daño causado). 
Lección 9 de 27

Disciplinas técnicas auxiliares de la actividad judicial

Existen otras disciplinas, autónomas o especialidades de otras


ciencias, que contribuyen desde el punto de vista técnico a la
persecución, investigación y esclarecimiento de los delitos cometidos.
Estas sí son ciencias auxiliares propiamente dichas de la Justicia: 
A) CRIMINALÍSTICA

La criminalística es una disciplina que usa un conjunto de técnicas y
procedimientos de investigación cuyo objetivo es el descubrimiento, explicación y
prueba de los delitos, así como la verificación de sus autores y víctimas. La
criminalística se vale de los conocimientos científicos para reconstruir los
hechos. El conjunto de disciplinas auxiliares que la componen se denominan
ciencias forenses.

B) MEDICINA LEGAL O FORENSE



Es la especialidad médica que aplica todos los conocimientos de la medicina
para el auxilio a jueces y tribunales de la administración de justicia; es decir, es el
vínculo que une al derecho y a la medicina.
La medicina legal es el conjunto de conocimientos médicos y biológicos
necesarios para la resolución de problemas que plantea el Derecho. Además
proporciona esos conocimientos para el asesoramiento, perfeccionamiento y
evolución de las leyes y tiene un profundo compromiso con valores ético-
deontológicos, básicos del ejercicio profesional.
Los médicos legistas están capacitados para realizar múltiples diligencias entre
las que destacan:

Dictámenes sobre responsabilidad profesional, es decir, determinar si sus


colegas médicos actuaron o no con la responsabilidad debida.

Determinación de las causas, mecanismo y manera de la muerte, cuando


éstas son de origen violento.

Más reciente es la llamada “autopsia psicológica”, desarrollada por Teresita


García Pérez (Cuba)
C) PSIQUIATRÍA FORENSE

A través del estudio de la psiquis del delincuente o la víctima de un delito,
determina el grado de aptitud o comprensión que tuvo respecto al hecho delictivo
cometido y sus consecuencias; o cuestiones sustanciales como el grado de
imputabilidad o inimputabilidad.

Dentro de la Psiquiatría Forense existen dos grandes áreas de actuación: por un


lado está la Psiquiatría y Ley en la Práctica Clínica que se encarga de analizar las
implicaciones legales que tiene la práctica clínica, y por otro lado, tenemos la
Psiquiatría Forense propiamente dicha, que se ocupa de la tarea pericial, esto es,
realizar evaluaciones clínicas con el fin de orientar a los jueces o jurados.

 1. Psiquiatría y Ley en la Práctica Clínica. La práctica clínica de la Psiquiatría tiene


innumerables connotaciones legales. Hay situaciones, donde las actuaciones de
un psiquiatra tienen relación directa con los derechos fundamentales del paciente
(Ejemplo de ello son el internamiento involuntario, derecho de acceso a la propia
historia clínica, confidencialidad y protección de datos sanitarios, autonomía del
paciente, consentimiento informado, etc.)
2. Psiquiatría pericial. El papel del Psiquiatra en los tribunales también tiene una
gran relevancia. Empezando por lo penal, a la ya clásica tarea de la evaluación en
casos donde se cuestiona la imputabilidad del acusado, se suma ahora la
valoración de las secuelas en las víctimas.

D) QUÍMICA LEGAL

Parte de los conocimientos de la Química se aplican al análisis de la existencia y
composición de sustancias objeto de una investigación o de rastros susceptibles
de ser analizados o determinación de la existencia de sustancias vinculadas a la
investigación criminal. Es definida como la rama de la química que estudia las
interacciones entre compuestos de naturaleza orgánica e inorgánica existentes
en la escena de un crimen (como pigmentos, trozos de tela, vidrio, restos de
objetos de arte, pólvora, sangre y tejidos, entre otros) con el objetivo de contribuir,
desde el punto de vista científico, al esclarecimiento de hechos delictivos,
proporcionando pruebas científicas y basadas en estudios empíricos, para
aportar información en casos judiciales.

E) ESTADÍSTICA CRIMINAL

Es una herramienta importante para determinar la política criminal del Estado.
Recoge los números de delitos cometidos. Con la creación de las oficinas
estadísticas a finales del siglo XIX fue surgiendo la necesidad de contar con un
organismo de alcance nacional especializado en estadística criminal. El Registro
Nacional de Reincidencia vino a ocupar ese lugar convirtiéndose, además, en
auxiliar de la justicia penal, al llevar el registro de las condenas y otras
resoluciones judiciales dictadas en todo el país y asistiendo así a los
magistrados en su labor jurisdiccional.
En la actualidad, los informes estadísticos resultan de vital importancia para
confeccionar el “mapa del delito”, estableciendo una serie de datos
indispensables para las políticas de seguridad, estudios criminológicos y auxilio
de la política criminal.

F) PENOLOGÍA

Etimológicamente “la ciencia de la pena”; es el estudio de las finalidades que debe
cumplir la pena y de los medios de su aplicación más eficaz que atiende a la faz
teórica‑práctica en la que está acordada la importancia de los establecimientos
carcelarios.
La penología se ocupa de la aplicación y ejecución de las penas y, en forma
general, del castigo y tratamiento del delincuente.
Estructura básica del derecho penal

Para una mejor comprensión de la estructura del derecho penal deberá ver el video .

Estructura básica del derecho penal

Zaffaroni,E (2012) "Estructura básica del derecho penal" Recuperado el 14 de febrero de 2020
de: https://www.youtube.com/watch?v=tGyacx_Ag4Y
Lección 10 de 27

Referencias

[1] Winfried Hassemer “Fundamentos del derecho penal”. P. 390. Ed. Bosch,
Barcelona; 1984.

[2]  Reproducimos las opiniones de ambos autores, porque se


complementan claramente y son necesarias desde estas perspectivas, para
mejor entender la materia que nos ocupa.
[3] "Sinopsis de D. Penal" ‑ Ed. Zeus.

[4] "Tratado de Derecho Penal"‑  Ed. Lerner - T. I, pág. 9.

[5] "Derecho Penal" - T. I. -  pág. 3 ‑ Nota 1 - Ed. Temis.

[6] Más recientemente lo reafirma Carlos A. Chiara Díaz -entre otros-, en "Ley
Penal Tributaria y Previsional",  pág. 13 – Ed. Rubinzal Culzoni. 1990, sostiene
que el progreso de la civilización en la lucha contra la delincuencia y los
medios de defensa, ha superado la estrecha idea de que la pena representa
el único caudal con que cuenta una sociedad para prevenir las actividades
indeseables de sus miembros.

[7]  "Nuevo Código Penal", opiniones y comentarios. CEPPRO, 1999.


Paraguay.

[8]  Buena prueba de ello, son los modernos códigos de Alemania, España,
Bolivia y Paraguay.

[9]  No compartimos esta ideología, porque desnaturaliza a esta rama del


ordenamiento penal. Son los complejos que hace medio siglo vienen
manifestándose entre algunos penalistas, que entienden al delito como
“conflicto de intereses sociales”, postulan la abolición de la pena y su
reemplazo “por medidas curativas o tratamentales”, dejan de ver en el
delincuente como un hombre libre que toma decisiones equivocadas o
infractoras de las normas y lo presentan como un “enfermo social o
minusválido antropológico”, producto de alguna enfermedad o de los
condicionamientos sociales o externos. Desresponsabilizando al individuo y
culpabilizando a la sociedad por sus actos terminan por excederse (y se
exceden) en una especie de “paternalismo estatal” intolerable (porque es el
germen de los autoritarismos) e impropio de las ideologías liberales que
fundaron nuestras naciones.

[10] Un ejemplo concreto lo constituye en la actualidad el caso de Alemania,


donde se estudia y propugnan tratamientos de carácter psiquiátrico o
psicológico a favor del imputado, con el fin de sustituir la imposición de
penas. Ello es tanto como sostener, que el delito ya no es una acción
consecuencia de una libre decisión del autor del hecho ilícito, sino una
especie de enfermedad que padece y lo inclina a cometer acciones
disvaliosas, reprobadas por la ley penal. La posición es verdaderamente
criticable.

[11] Este autor, conceptualiza al derecho penal como el mecanismo formal


más fuerte de control social, distinguiendo a las normas penales
propiamente dichas y otras disposiciones jurídicas también contenidas en
él, que por un lado regulan el poder estatal sancionador y preventivo de
delitos y por otro establece los delitos y las penas finalistas (finalidad de
prevención especial respecto al delincuente y la prevención general respecto
a la sociedad). Pero también las medidas de seguridad (para los
inimputables), que se aplicarán a los autores de dichas infracciones.

[12] Marcos Terragni critica esta concepción “subjetiva” del derecho penal.

[13] El 27 de septiembre de 2009 falleció, a la edad de 94 años, el profesor


Dr. Hans-Heinrich Jescheck, fundador y ex director del Instituto Max Planck
para el Derecho Penal Extranjero e Internacional de Friburgo, profesor
emérito de la Universidad Albert Ludwig de Friburgo y ex juez del Trib.
Superior de Justicia de Karlsruhe. Desde la postguerra era de los penalistas
sobresalientes en el mundo y fue presidente de la mayor asociación de
penalistas mundial: la Asociación International de Derecho Penal (AIDP).
Nació el 10 de enero de 1915 en Liegnitz (Baja Silesia) —hoy Legnica -
Polonia—. Entre 1933 y 1936 estudió Ciencias del Derecho en las
Universidades de Friburgo de Brisgovia, Múnich y Gotinga.   Se doctoró en
Tubinga en 1939, al tiempo que cumplía el servicio militar que había iniciado
en 1937. En 1949 –luego de la segunda guerra mundial-, se habilitó en la
misma Universidad junto con el ejercicio de la magistratura en los juzgados
badenses, con Eduard Kern. Su trabajo sobre “La responsabilidad de los
órganos del Estado en el Derecho penal internacional” es sobresaliente. En
1954 fue llamado a la Universidad de Friburgo de Brisgovia, donde fue
Decano de la Facultad de Derecho (1962-63) y Rector (1965-66). Su
“Desarrollo, cometidos y métodos del Derecho penal comparado” -1954-,
como los   trabajos para Gran Comisión de Derecho Penal que desarrolló
entre 1954 y 1959, lo consagraron como el principal referente alemán de
Derecho comparado. Al mismo tiempo, se desempeñaba como juez en el
Tribunal Superior de Justicia de Karlsruhe. Tras la Segunda Guerra Mundial,
integró la Ciencia penal alemana en la comunidad internacional. Luego de
ingresar su Instituto a la Sociedad Max Planck para el Avance de la Ciencia
en el año 1966, Jescheck amplió sus trabajos de Derecho penal y de
Derecho penal comparado gracias a la creación, en el año 1970, de una
sección de Criminología junto a Günther Kaiser. Su concepto de “Derecho
penal y Criminología bajo un mismo techo” lo explicó con la ilustrativa frase:
“el Derecho penal sin la Criminología es ciego, mientras que la Criminología
sin el Derecho penal no tiene límites”. Su Instituto friburgués se dedicó a las
investigaciones político-criminales, que en la actualidad se desarrolla en
“International Max Planck Research Schools” creados en el 2007(cuestiones
de terrorismo y criminalidad organizada, así como de criminalidad
económica y cibercriminalidad).Publicó más de 600 obras. Autor del Tratado
de Derecho penal alemán fue traducido a varios idiomas. El prestigio del
Instituto Max Planck para el Derecho Penal Extranjero e Internacional lo
consolidó con investigaciones de Derecho penal comparado y estudios
interdisciplinarios. A comienzos de la década de los 50 reconoció la
importancia que tendrían en el futuro el Derecho penal comparado, el
Derecho penal internacional y el Derecho penal europeo y trabajó cuestiones
que todavía hoy se cuentan entre los principales desafíos que enfrentan a la
ciencia del Derecho penal. Sentó nuevos modelos a seguir en la investigación
internacional.

[14] Rocco, Manzini, Carrara, Antolisei, etc.

[15]  Eduardo Juan Couture Etcheverry  (Montevideo, 24 de mayo de 1904 -


11 de mayo de 1956) Prestigioso abogado y profesor uruguayo. En 1947 la
Academia Nacional de Uruguay le nombró académico de número. En 1950 el
Ministerio de Instrucción Pública del Uruguay le otorgó la Medalla de Oro,
máxima recompensa oficial a la cultura. Ese mismo año la República de los
Estados Unidos del Brasil le confirió el grado de Comendador de la Ordem
Nacional do Cruzeiro do Sul. En 1951 la República francesa le nombró
Caballero de la Legión de Honor. Obras más conocidas: Fundamentos de
derecho procesal civil. Estudios de derecho procesal civil. Vocabulario de
derecho procesal civil. Proyecto del Código de procedimiento civil del
Uruguay. Introducción al estudio del proceso civil. Los mandamientos del
Abogado (más conocido como el Decálogo del Abogado)-
[16]  “Escritos sobre Derecho Penal” Tomo 1 y 2 – Ed. Hammurabi. Bs. As.
2014

[17] Pero en rigor, es esencialmente en el derecho procesal penal, donde se


materializan o cristalizan las garantías constitucionales del delincuente, de la
víctima y de la sociedad. Y también, donde se establecen las obligaciones de
todos estos sujetos privados y los del Estado mismo y sus órganos.

[18] como Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau, Voltaire y otros

[19]  Psicopatología, Enfermedades mentales, El hombre arcaico, El


problema anímico del hombre, El significado de la psicología para el
presente, La consciencia desde un punto de vista psicológico, Psico-génesis
de la esquizofrenia, La histeria, Sobre psicoanálisis, El significado para el
destino del individuo, Desarrollo de la personalidad, El significado de la
constitución y la herencia, Determinantes psicológicos del comportamiento
humano, Psicología analítica y cosmovisión, El arquetipo colectivo, Diversos
estudios y títulos sobre religiones, etc.

[20]  También en esa época comienzan a publicar sus trabajos Sigmund


Freud (médico psiquiatra y neurólogo) quien aportará no pocos conceptos a
nuestra materia, especialmente a través de la Criminología y en particular a
la Psicología criminal. Nacido en 1856, escribió sobre arte, filosofía,
literatura, medicina, mitología, neurología, psicoanálisis, psicología,
psicoterapia y psiquiatría. Entre sus obras destacamos: “Informe sobre mis
estudios en París y Berlín” (1886); “Histeria” (1888); “Hipnosis y Sugestión”
(1888-1892); “Estudios sobre la Histeria” (1893/1895); “Primeras
publicaciones psicoanalíticas” (1893/1899); “Obsesiones y Fobias” (1895);
“Etiología de la histeria” (1896); “La interpretación de los sueños” (1900);
“Psicopatología de la vida cotidiana” (1901); “Tres ensayos de teoría sexual”
(1905); “El método psicoanalítico de Freud” (1904); “El chiste y su relación
con lo inconsciente” (1905); “El delirio y los sueños” (1907); “La indagatoria
forense y el psicoanálisis” (1906); “La moral sexual cultural y la nerviosidad
moderna” (1908); “La novela familiar de los neuróticos” (1909); “El uso de la
interpretación de los sueños en el psicoanálisis” (1911); “Tótem y Tabú”
(1913-1914); “El Moisés de Miguel Ángel” (1914); “Nuevos consejos sobre
técnicas de psicoanálisis” (1914); “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915);
“Lo Inconsciente (1915)“Más allá del principio del placer” (1920);
“Psicología de las Masas y análisis del Yo” (1921); “El yo y el ello” (1923/25);
“El malestar en la cultura” (1930);“Análisis terminable e interminable”
(1937).  Las obras remarcadas en negrita (de ambos autores) resultan
indispensables para la formación del jurista –a nuestro entender-.

[21]  En efecto, Freud postula en “El malestar de la Cultura”, que el hombre


cuyo fin es la obtención de su felicidad, encuentra varios obstáculos para
alcanzarla y entre ellos la cultura. Concibe al término cultura, como la suma
de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de
nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines: “proteger al hombre
contra la naturaleza” y “regular las relaciones de los hombres entre sí”. Esto
incluye todas las actividades, descubrimientos y satisfacción de
necesidades que cada vez con mayor grado se alcanza (adelantos técnicos,
mecánicos, productivos, científicos, grandes inventos logrados y los por
venir; en fin su desarrollo constante). Pero agrega: “Reconocemos el elevado
nivel cultural de un País (sociedad), cuando en él se realiza con perfección y
eficacia su explotación de recursos, la protección de su población, los ríos
corriendo por sus cauces sin desbordes, sus cultivos diligentes y bien
regados, sus riquezas explotadas razonablemente, medios de transportes
rápidos, adecuados y eficaces; animales dañinos exterminados, riquezas
convertidas en bienestar, prevención de enfermedades y cuidado de la salud,
cuidado de parques y espacios públicos, la limpieza y el orden, sus
producciones científicas y artísticas como directrices de vida humana según
sus ideas; o, en suma, cuando todo está dispuesto para la mayor utilidad de
sus habitantes.

[22] Véase la coincidencia con Hegel y décadas después con Jakobs, Roxin,


No en vano esta línea de pensamiento germánica, que eleva al ordenamiento
jurídico a la máxima expresión dentro de la regulación social, proviene de
pueblos que eran verdaderos imperios y poderosos en aquél tiempo (el
alemán y el austro-húngaro). Estaban construidos sobre la idea de la
necesidad de “sometimiento al orden que imponía el derecho”. Para ellos, fue
y sigue siendo “impensable”, el estado caótico de transgresión constante
(legal e institucional) en que vivieron por décadas nuestras jóvenes naciones
hispanoamericanas y que en gran medida debemos a muchos factores,
entre los que se destaca la inexperiencia como naciones organizadas, la
consolidación de los sistemas políticos, la nefasta herencia caudillesca, la
falta de consciencia de la legalidad y el peso y valor de los sistemas
políticos organizados en la cúspide del poder, en lugar del sometimiento a la
voluntad de líderes mesiánicos de turno. Pero claro, son siglos de evolución
y dolorosas experiencias las que separan nuestra joven historia de la de las
antiguas naciones europeas. Sin embargo, esto no es excusa, ni remedia la
situación. Debemos aprender de los sistemas político-jurídico exitosos o
estables para prodigar la felicidad a nuestros pueblos. Con reconocer el
error y disculparnos no alcanza para nada. Y menos seguir recayendo una y
otra vez, en el desorden, la anarquía, el populismo, el mesianismo, la
corrupción y el desgobierno.

[23]  Sostiene Freud, que si la cultura le impone tan pesados sacrificios


(inclusive a sus tendencias agresivas), es fácil entender porque nunca
alcanza la felicidad plena. Es que la vida en sociedad, siempre le impondrá
condicionamientos, ya que se vio obligado a trocar felicidad por seguridad
(idea que va de la mano de la filosofía contractualista que encierra el “pacto
social” de Rousseau y las propias enseñanzas de Beccaría.

[24] Von Liszt, “Tratado de Derecho Penal” – Ed. Valetta – 2014, p. 12.

[25] Op. Cit.‑ pág. 60

[26] "Tratado de Derecho Penal – parte general-". 4ª edición. Ed. Comares.

[27][27] Günter Stratenwerth “Disvalor de acción y disvalor de resultado”. Ed.


Hammurabi – 2da. edición; Bs. As. 2006.

[28] No podemos dejar de citar a Freud, quien en “El malestar de la cultura”,


ya dejaba claro que el hombre atávicamente prefirió vivir aislado y libre de
condicionamientos. Cuando entendió la necesidad de asociarse para facilitar
la vida, no le fue sencillo convivir. Y desde aquel remoto y oscuro comienzo
de los tiempos, nunca dejó de ser “agresivo” con su semejante. Freud, parte
de la convicción de que “el hombre es lobo del hombre” y allí donde puede,
trata de explotar o sacar ventaja de su semejante. Considera (y con cierta
razón), que la máxima cristiana “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, es
una utopía inalcanzable. Es interesante leer a Silvia Ons en su trabajo
“Violencia/s”, que hemos citado en nuestro reciente trabajo sobre “Trata de
personas y relación con otro delitos conexos”, donde enfocamos junto con
la prestigiosa psicoanalista argentina, la importancia de la Violencia y la
Agresión en el nudo de muchos de estos conflictos y graves delitos. Más
aún, sostiene Freud, que si la cultura le impone tan pesados sacrificios
(inclusive a sus tendencias agresivas), es fácil entender porque nunca
alcanza la felicidad plena. La vida en sociedad siempre le impondrá
condicionamientos, ya que ha trocado felicidad por seguridad.

[29] Maggiore, T.1‑ Op. Cit., pág. 58.

[30] Franz Ritter von Liszt (Viena (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un


sitio externo., 2 de marzo (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio
externo. de 1851 (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo. -
Seeheim-Jugenheim (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo.,
21 de junio (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo. de 1919
(Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo.), jurista (Enlaces a un
sitio externo.)Enlaces a un sitio externo. y político (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo. alemán (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo. de origen austríaco (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo., conocido por sus aportes en el campo
del Derecho Penal (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo. y
del Derecho Internacional Público. Von Liszt integra la corriente "causalista
naturalista" en la teoría del delito (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un
sitio externo., a la que también pertenece Ernst von Beling (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo., quienes consideraban que  la acción es
una causación o no evitación de una modificación (de un resultado) del
mundo exterior mediante una conducta voluntaria. En 1889 fundó la Unión
Internacional de Derecho Penal junto con Gérard Van Hamel y Adolphe
Prinsz, organización que en 1924 se transformaría en la Asociación
Internacional de Derecho Penal. Militó en el Partido Progresista Popular
alemán (Fortschrittliche Volkspartei), y fue electo diputado de la Dieta
Prusiana en 1908 y diputado del Reichstag en 1912. En su rol como
diputado, protagonizó las discusiones parlamentarias durante la Crisis de
Zabern, ocurrida entre 1913 y 1914. Escribió entre otras obras, Tratado de
derecho penal alemán (1881); La idea de fin en el derecho penal (1882);
también conocida como "El programa de Marburgo".

[31]  Benjamín Mendelsohn, nacido el  23 de abril  (Enlaces a un sitio


externo.)Enlaces a un sitio externo.  de  1900  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo. y fallecido el 25 de enero (Enlaces a un
sitio externo.)Enlaces a un sitio externo.  de  1998  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo., fue un  criminólogo  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo.  rumano  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo.  posteriormente
nacionalizado israelí (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo.,
considerado junto conHans von Hentig (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a
un sitio externo. como los padres del estudio de la victimología (Enlaces a
un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo. en el Derecho Penal (Enlaces a un
sitio externo.)Enlaces a un sitio externo..

[32]  Hans Von Hentig, criminólogo alemán, nació en Berlín el 9/06/1887 y


falleció el 6/07/1974 en Bad Tölz, considerado junto con Benjamín
Mendelsohn (Bucarest 1900-Jerusalem 1998) los padres del estudio de la
victimología en el Derecho Penal. Era el segundo de los hijos del jurista
alemán Otto Von Hentig (1852-1934), persona de origen humilde que en
1901 ascendió a la nobleza alemana. estudió en París con Émile Garçon, en
Berlín con Franz von Liszt y en Múnich con Karl von Amira y Karl von
Birkmeyer. Su formación militar tiene lugar entre los años 1906 und 1907 en
Posen. En 1914 fue llamado a filas y enviado al frente este, Hans von Hentig
con su Regimiento se dirige a los Balcanes y después a Palestina. Sus
impresiones y vivencias durante la primera guerra mundial las escribe en su
autobiografía Mi Guerra aparecida en 1919. Posicionado en la defensa de
los derechos políticos el caos político de Alemania tras la Guerra lo
convierte en activista bolchevique. En los años 1927 a 1933 von Hentig
colaboró con la revista mensual de Gustav Aschaffenburg sobre Psicología
criminal y reforma del Derecho Penal (Kriminalpsychologie und
Strafrechtsreform (MKS) Fue doctor de la Universidad de Kansas.

[33]  Especialmente, porque como bien lo postulaba Carrara y en la


actualidad el propio Funcionalismo de Jakobs, o el finalismo de Bacigalupo,
el derecho penal responde a la “expectativa social de un País determinado”-

[1] como Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau, Voltaire y otros

[2] Psicopatología, Enfermedades mentales, El hombre arcaico, El problema


anímico del hombre, El significado de la psicología para el presente, La
consciencia desde un punto de vista psicológico, Psico-génesis de la
esquizofrenia, La histeria, Sobre psicoanálisis, El significado para el destino
del individuo, Desarrollo de la personalidad, El significado de la constitución
y la herencia, Determinantes psicológicos del comportamiento humano,
Psicología analítica y cosmovisión, El arquetipo colectivo, Diversos estudios
y títulos sobre religiones, etc.

[3] También en esa época comienzan a publicar sus trabajos Sigmund Freud


(médico psiquiatra y neurólogo) quien aportará no pocos conceptos a
nuestra materia, especialmente a través de la Criminología y en particular a
la Psicología criminal. Nacido en 1856, escribió sobre arte, filosofía,
literatura, medicina, mitología, neurología, psicoanálisis, psicología,
psicoterapia y psiquiatría. Entre sus obras destacamos: “Informe sobre mis
estudios en París y Berlín” (1886); “Histeria” (1888); “Hipnosis y Sugestión”
(1888-1892); “Estudios sobre la Histeria” (1893/1895); “Primeras
publicaciones psicoanalíticas” (1893/1899); “Obsesiones y Fobias” (1895);
“Etiología de la histeria” (1896); “La interpretación de los sueños” (1900);
“Psicopatología de la vida cotidiana” (1901); “Tres ensayos de teoría sexual”
(1905); “El método psicoanalítico de Freud” (1904); “El chiste y su relación
con lo inconsciente” (1905); “El delirio y los sueños” (1907); “La indagatoria
forense y el psicoanálisis” (1906); “La moral sexual cultural y la nerviosidad
moderna” (1908); “La novela familiar de los neuróticos” (1909); “El uso de la
interpretación de los sueños en el psicoanálisis” (1911); “Tótem y Tabú”
(1913-1914); “El Moisés de Miguel Ángel” (1914); “Nuevos consejos sobre
técnicas de psicoanálisis” (1914); “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915);
“Lo Inconsciente (1915)“Más allá del principio del placer” (1920);
“Psicología de las Masas y análisis del Yo” (1921); “El yo y el ello” (1923/25);
“El malestar en la cultura” (1930);“Análisis terminable e interminable”
(1937).  Las obras remarcadas en negrita (de ambos autores) resultan
indispensables para la formación del jurista –a nuestro entender-.

[4]  En efecto, Freud postula en “El malestar de la Cultura”, que el hombre


cuyo fin es la obtención de su felicidad, encuentra varios obstáculos para
alcanzarla y entre ellos la cultura. Concibe al término cultura, como la suma
de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de
nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines: “proteger al hombre
contra la naturaleza” y “regular las relaciones de los hombres entre sí”. Esto
incluye todas las actividades, descubrimientos y satisfacción de
necesidades que cada vez con mayor grado se alcanza (adelantos técnicos,
mecánicos, productivos, científicos, grandes inventos logrados y los por
venir; en fin su desarrollo constante). Pero agrega: “Reconocemos el elevado
nivel cultural de un País (sociedad), cuando en él se realiza con perfección y
eficacia su explotación de recursos, la protección de su población, los ríos
corriendo por sus cauces sin desbordes, sus cultivos diligentes y bien
regados, sus riquezas explotadas razonablemente, medios de transportes
rápidos, adecuados y eficaces; animales dañinos exterminados, riquezas
convertidas en bienestar, prevención de enfermedades y cuidado de la salud,
cuidado de parques y espacios públicos, la limpieza y el orden, sus
producciones científicas y artísticas como directrices de vida humana según
sus ideas; o, en suma, cuando todo está dispuesto para la mayor utilidad de
sus habitantes.

[5] Véase la coincidencia con Hegel y décadas después con Jakobs, Roxin,


No en vano esta línea de pensamiento germánica, que eleva al ordenamiento
jurídico a la máxima expresión dentro de la regulación social, proviene de
pueblos que eran verdaderos imperios y poderosos en aquél tiempo (el
alemán y el austro-húngaro). Estaban construidos sobre la idea de la
necesidad de “sometimiento al orden que imponía el derecho”. Para ellos, fue
y sigue siendo “impensable”, el estado caótico de transgresión constante
(legal e institucional) en que vivieron por décadas nuestras jóvenes naciones
hispanoamericanas y que en gran medida debemos a muchos factores,
entre los que se destaca la inexperiencia como naciones organizadas, la
consolidación de los sistemas políticos, la nefasta herencia caudillesca, la
falta de consciencia de la legalidad y el peso y valor de los sistemas
políticos organizados en la cúspide del poder, en lugar del sometimiento a la
voluntad de líderes mesiánicos de turno. Pero claro, son siglos de evolución
y dolorosas experiencias las que separan nuestra joven historia de la de las
antiguas naciones europeas. Sin embargo, esto no es excusa, ni remedia la
situación. Debemos aprender de los sistemas político-jurídico exitosos o
estables para prodigar la felicidad a nuestros pueblos. Con reconocer el
error y disculparnos no alcanza para nada. Y menos seguir recayendo una y
otra vez, en el desorden, la anarquía, el populismo, el mesianismo, la
corrupción y el desgobierno.
[6]  Sostiene Freud, que si la cultura le impone tan pesados sacrificios
(inclusive a sus tendencias agresivas), es fácil entender porque nunca
alcanza la felicidad plena. Es que la vida en sociedad, siempre le impondrá
condicionamientos, ya que se vio obligado a trocar felicidad por seguridad
(idea que va de la mano de la filosofía contractualista que encierra el “pacto
social” de Rousseau y las propias enseñanzas de Beccaría.

[7] Von Liszt, “Tratado de Derecho Penal” – Ed. Valetta – 2014, p. 12.

[8] Op. Cit.‑ pág. 60


Lección 11 de 27

Introducción a la unidad

Escuelas Penales

Bajo este título se estudian diversas formas de evolución del


pensamiento que predominaron en nuestra materia, a las que se
denomina comúnmente escuelas penales y que se desarrollaron a lo
largo de la reciente historia científica del derecho penal, para
continuar con los precursores de la teoría jurídica del delito y
aspectos de la dogmática penal argentina y su evolución a la fecha.

Recordemos que la principal preocupación de los precursores de la


Teoría Jurídica del Delito fue determinar las razones de la
imposición de una pena (o medida de seguridad) y que ellas se
ajusten a lo justo en el caso concreto.

Contenidos de la Unidad

1 La Escuela Clásica.

2 Positivismo científico. La Escuela Dogmática.

3 Modernas tendencias.

4 Referencias

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Lección 12 de 27

La Escuela Clásica

La “Escuela Clásica del Derecho Penal” engloba a un grupo importante


de pensadores (especialmente italianos y alemanes) que sustentaban
su teoría pura del delito en los principios de razón, justicia y libre
albedrío. 
En Italia se destacaron Romagnosi (1761 1835) y Rossi (1787 1848). De este
último, Maggiore ha dicho que fue para Italia, lo que Kant para Alemania un siglo
antes.

Desde ya se destacó el Marqués de Beccaria (Cesare Bonesana), quien con su


libro “De los delitos y de las penas” fue el impulsor del pensamiento, poniendo de
relieve los atropellos en los procesos penales y sentando los principios de
legalidad, prohibición de interpretación de la ley por parte de los jueces –pues es
tarea del legislador. Propugnaba la separación de los delitos y los pecados,
sostenía que la pena debía ser proporcional al delito cometido, y que su fin era
ejemplificador. Solo en determinados casos admite la pena de muerte. También
planteaba la igualdad ante la ley, la publicidad de los procesos. En cuanto a la ley
sostenía la necesidad de que se elaboren racionalmente, en forma clara y
precisa, evitando la posibilidad de admitir más de una interpretación, su origen
debe ser únicamente estatal y debe ser necesariamente escrita.

Específicamente en Pisa, al impulso de Giovanni Carmignani (1768‑1847) y su


continuador Francesco Carrara (1805‑1888) surge la llamada "Escuela Toscana",
que desarrollan una Teoría Pura del delito con ambiciones de que tuviera validez
universal y atemporal. También se la llama escuela ontológica iusnaturalista,
sobre todo porque le acuerdan su fundamento a la pena en la tutela de valores
socialmente relevantes y no en la defensa social. La pena es un mal que retribuye
otro mal (el delito).
Propugnaban que la ley definiera claramente los delitos y las penas,
y demandaban del legislador que procediera inspirado en el valor
justicia, excluyendo la arbitrariedad. Se valieron de un método
racional‑deductivo, que a partir de axiomas generales o abstractos
se aplicaban o descendían en cada caso a la realidad. 

Sostenían la existencia de una ley moral superior y anterior a las leyes positivas y
afirmaron la existencia de un derecho natural que estaba por encima de la
organización política, que reconoce el principio de causalidad y concibe al ser
humano como alguien libre y capaz de decidir libremente sus acciones positivas
o negativas (libre albedrío). Sin embargo, la pena no es una pura necesidad de
justicia que exija la expiación del mal moral.

Sobre la base de la teoría de las fuerzas, esta escuela sistematizó al delito

como un ente jurídico, entendiendo al delito como la contradicción a la ley y,

contrariamente, si no hay contradicción al derecho no hay delito. Aquí aparece

el mayor mérito de Carrara, quien en 1859 definía al delito como (un ente

jurídico) consistente en la infracción a la ley del estado (ley previa)

sancionada para la protección de los ciudadanos (legitimación racional del

derecho de punir), consistente en una acción externa (alteridad) y humana

(fuerza física subjetiva –acción-), contraria al derecho antijuridicidad) (fuerza

física objetiva -antijuridicidad-), moralmente imputable (fuerza moral


subjetiva o culpabilidad) y políticamente dañosa (fuerza moral objetiva –bien

jurídicamente protegido-).
El Positivismo Criminológico

A partir de mediados del siglo XIX, las ciencias naturales en plena expansión
repercuten en el derecho penal a través de lo que se conoció como la escuela
positiva, que adopta el método inductivo y experimental propio de aquellas
ciencias.

Esta fue una concepción opuesta a los postulados abstractos de la Escuela


Toscana, pues aquí el delito aparece como un ente de hecho, no atribuible al libre
albedrío del hombre, sino a las cualidades personales del delincuente y la
influencia del ambiente que lo determinan fatalmente a cometerlo. Por ello,
desembocan en la nefasta conclusión del estado peligroso con la excusa de
“prevenir el delito”.

El delito como ente jurídico deja de ser el centro de atención, objeto de estudio y
principal preocupación del derecho penal, ocupando su lugar (científicamente) el
delincuente y su personalidad anormal o desviada, pasándose así a la
concepción del delito natural.

El primer representante y abanderado de estas ideas fue Césare


Lombroso (1836‑1909), expone en su obra “El hombre delincuente”
(1876) una concepción denominada Antropología Criminal. La idea
fuerza de la nueva teoría era la existencia de un "tipo criminal", de
una especie de hombre que, por sus datos somáticos (morfológicos
y fisiológicos) inconfundibles, se distingue de todos los demás
constituyendo un tipo especial, anormal por completo. Era el
"delincuente nato" considerado como una reversión atávica al
hombre primitivo, a causa de degeneración.

Enrico Ferri (1856‑1929) refuerza filosóficamente la nueva doctrina. En su obra la


“Sociología Criminal” compartía el principio de Lombroso en cuanto que el
delincuente es un ser anormal, y por esta anormalidad, orgánica o psíquica,
hereditaria o adquirida, constituye una clase especial, una variedad del género
humano. Pero multiplicaba las categorías del hombre delincuente en cinco
clases: locos, natos, habituales, ocasionales y pasionales. Además, completaba
el estudio del delincuente, dando importancia no sólo a los datos somáticos,
sino a los sociológicos del mismo (no tenidos en cuenta por Lombroso) y a los
factores sociales de la delincuencia, suministrados por la estadística criminal. La
antropología se convertía así en sociología criminal.

Rafael Garófalo aportó el concepto de peligrosidad del delincuente y su


pronóstico como futuro autor de delitos, que exigían que fuera neutralizado con
medidas que importaban la vulneración de sus derechos, aunque no hubiera
cometido ningún hecho tipificado como delito por la ley, dando lugar al estado
peligroso sin delito.
Esta ideas nunca tuvieron comprobación científica, pues no existen
métodos para demostrar que cierto individuo esté predestinado a
cometer delitos en razón de sus características sicosomáticas o de
sus condicionamientos económicos, sociales, familiares o culturales,
aunque puedan tener influencia en los comportamientos ilícitos (así
los receptan los Arts. 41, 44 y 53 de nuestro Código Penal) que
refieren en su texto: “al mayor o menor grado de peligrosidad”. 

El positivismo criminológico tuvo influencia en el pensamiento penal de la


segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, especialmente
dando verdadero impulso a la Criminología.

La Tercera Escuela

Surge entonces y para conciliar las posiciones antagónicas suscitadas entre las
anteriores, una nueva postura más ecléctica.
Se destacan en esta llamada “Terza Squola”: Impallomeni, Colajanni, Nicéforo y
Patrizzi (seguidor de Lombroso) y De Sanctis. Pero especialmente Alimena,
quien define al delito como fenómeno jurídico, destacando como elementos del
mismo al delincuente y la pena. Construye el concepto de imputabilidad como
dirigibilidad e intimidabilidad, para superar la disyuntiva entre el libre albedrío
(que propugnaba la escuela toscana) y el determinismo absoluto de Ferri.

La finalidad de la pena se basó en la defensa social, pero debiendo aplicársela en


su mínimo necesario, de modo que actuara mediante coacción psicológica para
evitar o acotar el delito (conforme con Feuerbach, Carmignani y Romagnosi).
Positivistas en el método de observación y experimentación, pero conformados
a un método lógico‑abstracto de la dogmática, se distinguieron Florián, Grispigni,
Altavilla, Sabatini y Ranieri entre otros. Estos autores en apretada síntesis,
aceptan el principio de causalidad pero no el de necesidad del derecho penal,
rechazando así el determinismo absoluto de Ferri[1].

Podemos resumir su postulado principal en que el hombre, si bien actúa


predeterminado por una causalidad, lo hace con libertad, pues, aun cuando haya
circunstancias externas que dominan la ocurrencia delictiva, no importa que el
hombre esté necesariamente determinado porque es libre. Entendían así al delito
como un fenómeno jurídico.

La Escuela Sociológica (o de política criminal)

En Alemania desarrollan estas ideas Franz von Liszt quien funda la "Joven
Escuela Criminal Alemana" y junto a Van Hamel y Prinsz, la "Unión Internacional de
Derecho Penal." Maggiore hace también referencia a Binding de alguna manera.

Esta escuela (al decir de Terán Lomas) discrimina correctamente el campo de


investigación y aplicación del Derecho Penal del de la Criminología. Reserva para
el primero el método jurídico, considerando al delito como ente jurídico y en tal
sentido, acto contrario al derecho. Reserva para el campo criminológico el
estudio del delito como fenómeno de la realidad, de la vida social y del
delincuente, estudiando a ambos por vía del método causal explicativo (propio
de las ciencias naturales). Pero además, demuestra que el estudio desde la
doble perspectiva, contribuía grandemente a elaborar una más adecuada
legislación criminal (Política Criminal).

Distingue las penas de las medidas de seguridad (ya no sanciones,


como el positivismo puro), definiendo a las primeras como medios
para obtener la adaptación de los delincuentes a la sociedad y a las
segundas como formas de eliminación de los inadaptados fundadas
en la peligrosidad de tales individuos. 
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Positivismo científico. La Escuela Dogmática

Siguiendo a R. C. Núñez, el objeto de estudio de la Escuela Dogmática


es “el particular derecho vigente de un país, interpretado y expuesto
sistemáticamente, con arreglo a sus propias características”. 
Las ideas de las escuelas hasta aquí estudiadas ‑según Núñez‑, no cubrían las
necesidades conceptuales y de sistematización que exigía el saber científico en
materia penal. No se lograba ordenar analíticamente un sistema penal y los
principios que fundamentaran la imputación delictiva y la represión, ya que solo
se realizaba un trabajo de exégesis de cada institución penal, aisladamente[2].

La labor del dogmatismo fue precisamente la de elaborar una teoría, una


conceptualización dogmática de los diversos institutos que conforman nuestra
ciencia, dándole organicidad y sistematización sobre la base de principios y
dogmas.

La dogmática o teoría del derecho penal positivo, especialmente a partir de


Feuerbach (unánimemente reconocido como su gran propulsor por la doctrina
mayoritaria), consigue construir y ordenar analíticamente los principios que
fundamentan en él, la imputación delictiva y la represión precisamente sobre la
base de los principios derivados de ese ordenamiento vigente. Con ello, según
postulaba el maestro de Baviera, el Juez debía sujetarse a la ley pero
interpretándola científicamente.

Se señalan como precursores de la teoría jurídica del delito a un


número reducido de autores (Berner, R. V. Ihering, Binding, Merkel,
Beling, Mayer, Mezger, Maggiore, Carrara,  Carmignani, entre otros)
 que llevaron a cabo una labor evolutiva constante en el desarrollo
de la ciencia penal que permitió a la evolución de la teoría del delito
hasta el estadio contemporáneo que conocemos. 
Postulados Salientes de la Escuela
Dogmática

Núñez señalaba bien que la teoría jurídica del delito (o la teoría de la imputación
delictiva) pasó de una etapa descriptiva a una conceptual, logrando una
enunciación de los sistemas legales positivos.

Para esta escuela (y aún hasta la actualidad), existen cuatro conceptos


fundamentales referidos a la imputación delictiva y que Jescheck llama el
moderno  concepto cuatripartito  del delito (acción, tipicidad, antijuridicidad y
culpabilidad).

Núñez agrega su teoría sobre las condiciones de punibilidad, respecto a las


cuales, hay autores que las ven como una consecuencia del delito, negándose a
incluirlas en la definición del delito. En definitiva, para Núñez los elementos son:

1 El Hecho

2 La Tipicidad

3 La Antijuricidad (ilicitud)

4 La Culpabilidad
5 Las Condiciones de Punibilidad

Sin embargo, en su desarrollo, esta postura observó distintas etapas o formas


de evolución, según fuera el método científico adoptado y que Lascano (h)
clasifica correctamente en: naturalista, neokantiano, finalista y teleológico.

a.- La teoría Causalista


Que se conoció como el positivismo jurídico (no confundir con los positivistas o
escuela positiva) en relación al hecho, define la acción como movimiento
corporal voluntario de causar o de no impedir un cambio en el mundo exterior
(Beling y Von Liszt). Así entendida, la acción es impulso de la voluntad (y esta
última solo es la causa de la acción). Ambos elementos se relacionan entre sí
por el vínculo de causalidad que se trató de explicar a través de la teoría de la
equivalencia de las condiciones (luego de la causa próxima y de la causa
eficiente). Siguen esta escuela, Núñez, Fontán Balestra, Creus y Terán Lomas,
entre otros.

El tipo era considerado en forma objetiva o meramente descriptiva y


como un indicio de antijuridicidad y ésta era la oposición objetiva
con el ordenamiento jurídico pero de un modo formal (solamente lo
contrario al derecho). Y por fin las causas de justificación, excluían
la antijuridicidad de la conducta.
La antijuridicidad es entendida como un dato objeto, como la mera
contradicción del hecho con el derecho.

La imputabilidad, es tomada como un presupuesto o aptitud de ser


culpable. Y la culpabilidad, era una categoría subjetiva y psicológica
que se desarrollaba internamente en el autor y que estaba integrada
por el dolo o la culpa.

El gran mérito de esta escuela clásica o naturalista (al decir de Jescheck[3]), es


que legó a la ciencia penal un concepto de delito sencillo, fácil de abarcar y
didácticamente ventajoso. Beling sintetiza el concepto de delito plenamente
desarrollado cuando lo define como: "toda acción típica, antijurídica y culpable,
sometida a una conminación penal adecuada a la misma y ajustada a las
condiciones de dicha conminación penal".

ACCIÓN T I PI C I D A D A N T I J U RU C I D A D C U LPA BI LI D A D

Conducta humana valorizada.


Objetiva.

ACCIÓN T I PI C I D A D A N T I J U RU C I D A D C U LPA BI LI D A D
Compuesta por elementos subjetivos y normativos.

ACCIÓN T I PI C I D A D A N T I J U RU C I D A D C U LPA BI LI D A D

Material
Objetiva

ACCIÓN T I PI C I D A D A N T I J U RU C I D A D C U LPA BI LI D A D

Sentido valorativo
Dolo, Culpa e Imputabilidad, más la no exigibilidad de otra conducta.
Juicio de Reproche

b.- El Normativismo Penal o


Teleologismo[4]
Es equiparado por la doctrina mayoritaria con el trabajo del neokantismo surgido
especialmente en Alemania, que tuvo como mayor exponente a Edmund Mezger,
quien influyó decididamente en la construcción teórica de Ricardo Núñez (a
nuestro modo de ver).

Esta corriente de opinión intenta estructurar el concepto de delito según los


fines (posición teleológica) del derecho penal. Mantiene las categorías ya
enunciadas por la escuela anterior pero dotándolas de un contenido valorativo,
pues al decir de Binding: "acción es la que jurídicamente se le puede atribuir a un
sujeto, pero con significación para el derecho penal" (es un concepto‑valor, según
Creus).

En definitiva para esta postura, hay acción valorada (no ya en su


concepto puramente material o puramente natural, sino que la
acción en sentido penal es la "acción imputable"). 

En su "Teoría de las Normas", Binding (1841-1920), separó el concepto de


antijuridicidad dándole un significado autónomo al sostener que la acción
punible no lesiona en realidad la ley penal (ya que ésta solo se limita a establecer
una sanción), sino que ofende los mandatos y prohibiciones del ordenamiento
jurídico (las normas) que conceptualmente preceden a la ley. Se habla entonces
de tipo de injusto (ya no como un mero indicio de antijuridicidad, según sostenía
el causalismo), y se le incorporan los elementos subjetivos (o anímicos si se
quiere, como la intención de apropiarse en el delito de hurto) y normativos (o
valoraciones de situaciones de hecho, como la ajenidad de la cosa).

Por su parte la antijuridicidad pasa a considerarse desde un punto de vista

material (abandonándose su significación formal), como la contradicción de la

conducta con los bienes jurídicos o valores socialmente relevantes o por resultar

socialmente dañosa, incorporándose así las causas supralegales de justificación

(que están por fuera del ordenamiento penal).

Según Binding, se distingue una primera función de valoración ejercida por la


norma como juicio de disvalor objetivo (el hecho en contradicción material con el
fin de la norma) y una función de determinación que consiste en un disvalor
personal sobre el comportamiento del autor (un reproche personal al autor por
su desobediencia). Así, tomó postura intermedia entre Merkel y los hegelianos.

En torno a este tema, señala acertadamente Jescheck[5], que "la antijuricidad


material, ofrece enorme importancia desde el punto de vista práctico, ya que le
señala al legislador los bienes a proteger y de ese modo establecer
adecuadamente los tipos penales, pero además otorga la idea rectora a los
órganos dedicados a la persecución penal, cuando tienen que buscar el precepto
penal aplicable al caso concreto. Permite escalonar el injusto según su gravedad
y graduar correctamente la pena".

En cuanto a la culpabilidad, se la dota de un sentido valorativo que


incluye entre otros elementos el juicio de reprochabilidad (Frank). La
concepción normativa, aunque admite el proceso psicológico al que
hacía alusión el positivismo penal, solo le otorga el carácter de base
de hecho constitutiva del objeto del juicio de reprochabilidad. Merkel
sin abandonar la doctrina tradicional de la imputación, unía el
concepto de dolo y de culpa bajo la denominación genérica de la
determinación de la voluntad contraria al deber. 

c.- El Finalismo
Surge en gran medida gracias a las teorías esbozadas por Von Ihering[6], pero
alcanzan su culminación alrededor de 1930 en adelante (especialmente gracias a
los trabajos de Hans Welzel), conociéndoselo como teoría de la acción finalista,
que tuvo gran adhesión y desarrollo en nuestro país en la obra de Eugenio
Zaffaroni.

Sostienen que la acción no puede ser un mero obrar ciego, sino que está
causalmente orientada en forma consciente, por el saber del agente desde la
finalidad que se ha propuesto al obrar. Entonces, la acción humana es el ejercicio
de una actividad final, dirigida conscientemente hacia un fin pre-determinado por
el sujeto, en el cual operan las facultades del hombre para prever las
consecuencias de su conducta y sobre esta idea se estructura el concepto del
delito (punto de vista ontológico). Se vacía de tal contenido la culpabilidad.

La tipicidad se limita a describir conductas (objetiva) sumando un


criterio subjetivo de valoración. Se incorporan al dolo y la culpa en el
tipo, ahora llamado “subjetivo”, el que “junto al tipo “objetivo” dan
lugar al tipo complejo o mixto, quedando reducido el concepto
normativo de la culpabilidad –al ser depurada de los elementos de
contenido psicológico- a la pura reprochabilidad, cuyos elementos
son la imputabilidad, la posibilidad de conocimiento de la
antijuridicidad y la ausencia de causas de exclusión de la
culpabilidad.”[7] 

En cuanto a la antijuricidad (o antijuridicidad), se la concibe de una manera


subjetiva (ligado a la culpabilidad del autor) y como consecuencia, este elemento
desaparece como elemento autónomo del delito, llegándose a sostener que las
acciones jurídicamente perjudiciales ejecutadas sin culpa no serán antijurídicas a
pesar de lesionar el derecho de terceros.

La teoría finalista, en la culpabilidad no ve otra cosa que la reprobación del


proceso psicológico consistente en la decisión de cometer el hecho, en el caso
de las acciones dolosas (disvalor de la acción), y de no haber evitado el hecho
mediante una actividad finalista en el de las acciones culposas, dejando para la
culpabilidad sólo el elemento normativo.

Pero además se agregó (conforme al finalismo) el llamado error de tipo que


excluye al dolo y consecuentemente la punibilidad del hecho y, por otro lado, el
error de prohibición -puede ser vencible o evitable (en cuyo caso se responde a
título de culpa) o inevitable o invencible (en este último caso desaparece el juicio
de reprochabilidad)-.

En relación con la participación, el finalismo solo la considera en relación con un


hecho principal doloso, ya que sin dolo no puede darse el tipo del hecho principal
y tampoco la necesaria convergencia intencional que demanda además de la
comunidad de hecho la complicidad (sea primaria o secundaria).

El delito de omisión, para el finalismo, es una forma especial de hecho punible,


que solo se explica efectuando una inversión absoluta de los principios
sistemáticos desarrollados para el delito de comisión.

d.- El funcionalismo.
Refiere Lascano (h), que esta corriente de pensamiento se abre a paso a partir de
1970 y a partir de dos factores esenciales:

el cansancio que produjeron los irreconciliables enfrentamientos entre


causalistas y finalistas, y

la mayor relevancia que se comienza a dar en materia penal a la solución del


caso concreto, donde prevalecen las consideraciones
teleológico‑normativas en el sistema jurídico, sustituyendo el modelo
ontológico de Welzel y sus seguidores por los paradigmas funcionalistas de
Roxin y Jakobs"[8].

Gûnter Jakobs (“Derecho Penal Parte General. Fundamentos y Teoría de la


Imputación”) concibe al derecho penal como protector de funciones sociales. El
delito pasa a ser un comportamiento (humano) defraudador de expectativas y el
símbolo de la infidelidad con el derecho. Solo refiere como relevante que el
sujeto infractor pueda ser competente para ello. Importa más el hecho
disfuncional exteriorizado y su adecuación al tipo normativo que sus causas.
Luego, ante esta defraudación o disfunción se debe restaurar la confianza a
través de la pena, que actúa como prevención integradora.

A su vez, Claus Roxin (“Política Criminal y Sistema de Derecho


Penal” y “Derecho Penal Parte General) propone que el derecho
penal debe estar necesariamente vinculado, o subordinado más
bien, a la política criminal. No elimina los elementos del delito pero
considera que ellos deben ser gobernados por la política criminal. 

La acción resulta ser una exteriorización o manifestación de la personalidad del


hombre como centro espiritual de acción. El tipo cumple un rol motivador, el
hombre tiene la posibilidad de motivarse en la norma y de actuar en
consecuencia. Plantea al injusto como la realización de un riesgo no permitido y
sostiene que el injusto penal es el término apropiado y específico pues la
antijuridicidad resulta aplicable a todo el derecho. Amplia la idea de culpabilidad
sosteniendo que esta es un presupuesto de la responsabilidad.   A la pena le
asigna finalidad preventiva general y especial y considera que si para el sujeto
fue imposible evitar su conducta contraria no es posible castigarlo.
El funcionalismo, abandona la idea monista del sistema sancionatorio (a través
de la pena), postulando la necesidad de un sistema de "doble vía" o dualista para
oponer al fenómeno delictivo. La pena será la sanción natural para el delito en
tanto conducta culpable, libremente admitida por el autor e intolerable para la
sociedad; y la medida de seguridad se reserva para la contención de la
criminalidad de actos dañosos que no pueden ser imputados sin embargo como
delitos propiamente dichos, o para personalidades en las que la pena en nada
influiría o resultaría insuficiente.

Además plantea la necesidad de que el Derecho Penal, ante la impotencia


creciente de dar respuestas adecuadas al fenómeno de la criminalidad, debe
avanzar hacia la resolución de conflictos por otros métodos que los
tradicionales y realizando efectivas acciones de prevención general y especial
hasta ahora no logradas debidamente con la simple aplicación de penas por
parte del aparato judicial estatal. Con ello, toman mayor vigor las llamadas penas
alternativas o mejor aún “alternativas a la pena”, para supuesto de delitos
menores o casos de delincuentes primarios, con el fin de evitar su
estigmatización social, dándoles la oportunidad de reivindicarse ante la sociedad
mediante otras actividades alternativas al encierro.
Lección 14 de 27

Modernas tendencias

Hay nuevas propuestas en nuestra materia que no pueden dejar de


mencionarse, aunque por ahora son minoritarias, o han concitado
insuficientes adherentes, pero que en los próximos años pueden
calar con mayor profundidad en los sistemas penales
(especialmente en países “colonizables ideológicamente”, como
Argentina y algunos otros latinoamericanos, por descuido de
escuelas de pensamiento propio, situación que debemos modificar
en los próximos años. 

Hay demasiados juristas en esta parte del mundo, capaces de


construir una teoría superadora penal, sin necesidad de incorporar
institutos que nos resultan extraños o al menos divorciados de nuestra
idiosincrasia e ideología liberal-constitucional. 

El Derecho Penal del Enemigo.


Propugnado o al menos descrito por
Günther Jakobs
La base del derecho penal del enemigo implica una especie de “desplazamiento
del ciudadano hacia afuera del entramado social, entendiéndolo como enemigo
en virtud de que el sujeto transgresor de la norma, con su conducta rechaza el
“contrato social” en el cual se encuentra inserto”. De este modo, no es el Estado
quien lo expulsa, sino que con su propio accionar el delincuente se autoexcluye y
con ello se produce pierde o renuncia a los derechos y garantías de ciudadano.
La implicancia de tal idea, tiene como fin una flexibilización en la aplicación de las
garantías y derechos del agente, quien una vez inserto en el proceso penal
justificaría un tratamiento diferenciado respecto del ciudadano no-transgresor,
ya que, como se dijo, el delincuente ha dejado de ser ciudadano.

Bajo la justificación esencial de los ataques terroristas


internacionales (de dudosa etiología), o las luchas contra mafias,
organizaciones criminales, narcocriminalidad,  pedofilia, y otros
similares, se justifica un sistema penal paralelo, al que le está
permitido apartarse de la rigidez del principio de legalidad y de las
garantías constitucionales generales, llegándose a tolerar la tortura
como método permisible en alguna clase de delitos en EEUU
(Guantánamo), alguna prisión de la OTAN en Europa y en Israel. Es
como retronar a las Carolinas de 1530, que justamente fueron
legisladas por un emperador alemán. 

Abolicionismo Penal
En el otro extremo de las deformaciones de nuestra cultura posmoderna, se
viene postulando la inutilidad del sistema penal “retribucionista” tal como está
concebido desde hace siglos. Centralmente esta corriente criminológica (para
nada dogmática), empírica, ataca el modo en que se estructuran los sistemas
penales desde el pensamiento normativista y su consecuencia natural: la pena.

En su origen, el abolicionismo es una posición que propugna la anulación de


leyes, preceptos o costumbres que se consideran atentatorios para principios
éticos y morales. Uno de sus máximos referentes, es Thomas Mathiesen -doctor
en Filosofía y profesor de Sociología del Derecho en el Instituto de Sociología del
Derecho-, plantea que mientras más tiempo se pasa en prisión, el delincuente
menos será re-educado y se tornará más delincuente.
Con lo dicho se demuestra la inutilidad del sistema de las prisiones
por su manifiesta improductividad y por lo tanto debieran
desaparecer. Sin embargo permanecen y continúan existiendo
porque nadie sabe cómo reemplazarlas. La explicación a este
fenómeno es bien simple: las cárceles producen delincuentes y la
delincuencia tiene una cierta utilidad económica-política en las
sociedades que conocemos. La utilidad mencionada se revela así: 1)
cuanto más delincuentes existan más crímenes existirán, 2) cuanto
más crímenes haya más miedo tendrá la población y  3) cuanto más
miedo haya en la población más aceptable y deseable se vuelve el
sistema de control social (especialmente político-policial).

Esta corriente de pensamiento propone un sistema penal alternativo que


contempla una justicia popular (en lugar de la Justicia penal) civil, compensatoria
y conciliadora, colectiva. Se debe reducir el derecho penal más que abolirlo,
mediante instrumentos de reducción y de control de la violencia punitiva estatal
usando medios de sustitución de la pena privativa de libertad, por otras de
contenido social. Despenalizar significa desnaturalizar la sanción penal, a través
de propuestas alternativas más eficaces y menos onerosas, que resulten en la
viabilidad práctica de los objetivos reales de la pena privativa de libertad

Enfocan al delito como “conflicto social entre individuos” en lugar de conductas


disvaliosas que atacan a los demás y a la sociedad. Propugnan la abolición de
las cárceles, en especial como forma de castigo para todos los delitos sin
víctimas y para aquéllos que no sean delitos contra las personas, junto con   la
anulación del sistema de castigos carcelarios y por ende, un retorno a las
peligrosas “medidas de seguridad” o “tratamentales” u otras “alternativas a la
pena”, que ya había propuesto (y fracasado en su intento) el positivismo
criminológico de Lombroso, Garófalo, Ferri, Lacassagne y otros, entre finales del
siglo XIX y comienzos del XX.

Otros Matices de la Dogmática Penal


Argentina

En lo que respecta a los presupuestos para la imposición de una pena, la


metodología dogmática es susceptible de desenvolverse de dos formas. 

A) La Teoría Jurídica del Delito


Esta posición hasta ahora prevaleciente o predominante, entiende la aplicación
del delito como institución jurídica.

Se parte de la base de que el delito constituye un objeto compuesto por


distintos elementos, que se definen como: el hecho o acción, la antijuricidad del
hecho y la culpabilidad del autor. Los mismos no están aislados, sino que, como
presupuestos de la pena, funcionan sistemáticamente y en orden sucesivo, de
modo que la inexistencia del precedente excluye la consideración de los
siguientes.
B) La Teoría de la Imputación Jurídico-
Delictiva
El objeto de su conocimiento está constituido por las condiciones jurídicas que
la ley establece como presupuesto de la pena. A las condiciones consistentes en
el hecho típico, la antijuridicidad y la culpabilidad, consideradas como elementos
constitutivos del delito, la teoría de la imputación jurídico‑delictiva les agrega la
de la punibilidad del hecho. El delito es entendido como una institución jurídica
compuesto por la acción (hecho), la antijuridicidad y la culpabilidad, todos en
funcionamiento sistemático y sucesivo.

La punibilidad del hecho por no ser una condición para que exista el hecho, ni
para que  ese hecho viole la ley, ni para que esa violación se le reproche al autor,
no puede ser considerada como un componente del delito, pero sin embargo,
resulta un presupuesto esencial para que al autor de un hecho antijurídico y
culpable (delito) se le pueda imputar una conducta que la ley castiga en el caso
concreto.

El autor de un hecho definido y castigado por la ley (típico) que ha


obrado antijurídica y culpablemente, puede beneficiarse porque la
acción penal está extinguida (como ocurre con la prescripción) o
respecto de la cual concurre una excusa absolutoria. Entonces ha
cometido un delito pero está libre de pena por una razón legal que
no elimina el delito en sí misma, ni tampoco su antijuridicidad, con lo
que quedan en pie otras responsabilidades que le cupieren
(disciplinaria, civil resarcitoria, etc.) 

C) La Teoría de la Imputación Objetiva


Sostiene esta teoría que la imputación de un delito a un sujeto provienen del
riesgo creado y del desvalor jurídico, causando un resultado típico inherente a la
conducta. Resulta necesario, entonces, determinar criterio generales y establecer
cuáles son los riesgos permitidos.

Así, el resultado típico causado por un peligro creado, no cubierto por el riesgo
permitido, resultará imputable al autor.

Su mayor expositor es Claus Roxin quien para que el sujeto se vincule con el
hecho delictivo debe haber causalidad y la realización de un riesgo no permitido.

Escuelas del Derecho Penal

Para comprender las "Escuelas del Derecho Penal" en forma de resumen ver video:

Escuelas del derecho penal. Curso 2017 - 3.


Derecho Penal General UNAM, (2017), Escuelas del derecho penal Recuperado el 14 de Febrero de
2020 de: https://www.youtube.com/watch?v=R19swfOKUew
Lección 15 de 27

Referencias

[1] Véase en: Roberto Terán Lomas – “D. Penal Parte General”, T.1; pág. 86.

[2] R. Núñez. "Tratado..."‑ T.1, pág 59 y 60.

[3] "Tratado de Derecho Penal Parte General" ‑ Ed. Comares. Pág. 182.

[4] al que Jescheck llama concepto neoclásico del delito ‑ Op. Cit. pág. 184.
[5] Op. Cit. pág. 211.

[6] R. Von Ihering, partiendo de la teoría de la “razón suficiente” según la cual


no existe la “causa sui”, adopta de pleno la ley de la causalidad y la aplica
también a la voluntad de la persona. Según este razonamiento, la voluntad
obra debido a una motivación, presentándose siempre una causa, una «razón
suficiente». Pero distingue además las dos caras de la causalidad: a) por un
lado, la «causa mecánica», es aquella que físicamente es causa eficiente de
un determinado suceso (la piedra cae a causa de la gravedad) y b) por otro
lado, habla de una «causa psicológica», que sería aquella que Ihering
identifica con la «causa final», afirmando que es la razón única que mueve a la
voluntad a actuar.

[7]  Carlos Lascano (h), Director, “Derecho Penal - Parte General”, Editorial
Advocatus, año 2005, Córdoba, pág. 82.

[8] Carlos Lascano (h). "Lecciones..." - pág. 87.

[9] Extractado de Luis Ferrajoli. Op. cit.; T. 2 – pág. 153 y ss.


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Introducción a la unidad

Teoria de la Ley Penal

Se define a la ley penal como la regla imperativa, escrita, previa,


general y publicada, emanada del órgano legislativo
correspondiente, sancionada y promulgada conforme a las reglas
constitucionales. 
Contenidos de la Unidad

1 Concepto

2 Clases

3 Principio de Reserva

4 Validez de la Aplicación de la Ley Penal en el Tiempo

5 Referencias

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Lección 17 de 27

Concepto

Se define a la ley penal como la regla imperativa, escrita, previa,


general y publicada, emanada del órgano legislativo correspondiente,
sancionada y promulgada conforme a las reglas constitucionales[1]. 
El órgano legislativo correspondiente por excelencia en el mundo occidental (al
igual que en Argentina) es el Congreso de la Nación para delitos comunes, leyes
complementarias del C.P., el Derecho Penal Fiscal, el Militar y las contravenciones
federales.

Por otra parte, las Legislaturas provinciales y algunos Concejos Deliberantes


Municipales, son los órganos que generan Derecho Penal Contravencional y
Faltas locales, respectivamente.

En esos órganos legislativos descansa la soberanía o voluntad de la sociedad (a


través de sus Representantes), y por ende, es esa sociedad quien se da sus
propias leyes, estableciendo el catálogo de infracciones y penas que considera
necesarias. Quede claro: es la sociedad a través de sus representantes legales,
quien decide qué conductas son reprochables jurídico-penalmente (delitos) y
con qué clase y monto de pena las castiga.

Lo que en doctrina se denomina genéricamente "La teoría de la ley


penal", es el estudio tradicional de al menos seis aspectos
fundamentales: 

1 2 3 4

La ley penal propiamente dicha, donde se estudia qué y cómo es la ley penal, sus
caracteres, concepto; distinguiéndola del resto del orden jurídico en sus
particularidades y consecuencias.

1 2 3 4

Las fuentes de derecho penal, en las cuales se explica cómo nace la ley penal y
los órganos de los que emana.

1 2 3 4

Los principios que rigen la aplicación de la ley penal (legalidad y reserva) y sus
consecuencias.

1 2 3 4

El ámbito de validez de la ley penal, que se reitere a su aplicación en el tiempo y en


el espacio. Hasta dónde alcanza la vigencia del ordenamiento, ley penal de un País
determinado.

1 2 3 4
La interpretación de la ley penal. Los principios mediante los cuales se efectúa el
proceso de intelección o se desentraña el significado de la misma, para lograr una
mejor aplicación del derecho penal.

1 2 3 4

Las condiciones de punibilidad. Son la suma de condiciones finales que se


verifican antes de imponer una pena.

En suma, implica el análisis de los presupuestos básicos previos a la aplicación


de la pena, que, con independencia de que sea la consecuencia natural del
derecho penal (por pena), es la razón de ser esencial en un estado de derecho,
pues justifica la imposición del castigo estatal.

La Norma Jurídico Penal

Modernamente, se le asigna a la norma jurídico penal, un doble carácter: Por un


lado expresa una valoración previa del bien tutelado y la definición de las
conductas que lo pueden afectar (función motivadora), pero por otra parte es
imperativa porque manda o prohíbe actuar de determinada forma a los
ciudadanos. Para ello, amenaza y eventualmente sanciona en caso de que se dé
un comportamiento disvalioso (porque es “no querido” o “indeseable” o
“reprochable individual y socialmente”)[2].

La norma en definitiva, trata de:

1 Motivar la abstención o la realización de conductas relevantes para


garantizar una convivencia pacífica y libre.

2 Impone una forma de vida o de conducta humana, cuya desadaptación


será sancionada.

Es motivadora y determinante de conductas humanas.

 La ley y norma penal: Von Ihering[3], explicaba que la norma constituye el lado

interno del derecho, consistente en una disposición que regula las relaciones y

conductas humanas. Pero como bien observa Terán Lomas, no hay antítesis

entre ley y norma, sino que en realidad dentro del precepto (ley) está contenida a

contrario sensu (implícita o elípticamente) la norma[4]. En efecto, cuando la ley

castiga al que matare a otro, contiene en sí misma la norma prohibitiva de quitar

la vida.
La Ley Penal

a) Contenido y Ámbito Funcional


Modernamente la ley penal realiza las siguientes funciones, a través de las cuales
se constituye su contenido:

1 La creación de delitos: que se materializa por medio de la descripción


de conductas o acciones (comisivas u omisivas) que se determinan
como prohibidas por medio de la asignación de una pena para el caso
que se realicen.
2 Imposición de penas: la pena, con su carácter retributivo, en relación
con la culpabilidad del autor ‑sin perjuicio de las finalidades relativas
de la misma ‑ es una sanción de carácter único en el derecho y resulta,
por consiguiente, nota distintiva fundamental de la ley penal.

3 Determinación de medidas de seguridad: la amplitud ganada en el


derecho penal moderno por las medidas de seguridad y sus relaciones
con la peligrosidad delictual de los autores de delitos, hace que ya no
pueda seguir conceptualizando a la ley penal sólo en función de la
pena, como si ésta fuera la única consecuencia jurídica de la
realización de la acción prohibida. Debe considerarse seriamente la
determinación de medidas de seguridad adecuadas al campo
funcional propio de la ley penal, si es que admitimos la crisis del
sistema penal ante el fenómeno creciente de la delincuencia.

b) Concepto
Teniendo ese contenido podemos definir a la ley penal de modo general, como la
disposición, declarada por el órgano autorizado a crear derecho dentro del
Estado, que describe acciones prohibiéndolas por medio de la imposición de una
pena o determina la aplicación de medidas de seguridad ante situaciones de
hecho de personas que también describe.

Además y como bien dice Núñez, toda ley que no reúna las condiciones
sustanciales de escritura y generalidad o que no haya sido objeto de la debida
sanción y promulgación por los órganos legislativos de un país, no puede ser
reconocida válidamente como ley penal[5].
Por su parte Terán Lomas, define descriptiva y acabadamente a la
ley penal, como “aquélla que tiene por objeto establecer los
principios generales que deben gobernar el derecho penal (parte
general) y definir los delitos e imponer a sus autores las
consecuencias jurídicas (parte especial) propias de este
ordenamiento jurídico". 

Estructura de la Ley Penal 

Como toda ley represiva o punitiva, la penal está compuesta de precepto y


sanción.

El precepto  está constituido por la descripción de la conducta (de comisión u


omisión) que constituye delito (modernamente llamada  norma primaria).
Siempre se trata de acciones indebidas o reprochables, pues la ley penal nunca
describe conductas debidas (lícitas) como ocurre en otras leyes.

La sanción (llamada modernamente norma secundaria) es un concepto genérico


que puede consistir en una pena (generalmente), o en una medida de seguridad
(excepcionales en nuestra legislación positiva). La sanción es la consecuencia
jurídica impuesta al autor de un hecho delictivo.
Caracteres
La ley penal es:

A B C D

Exclusiva. Es el carácter que surge de los principios de legalidad y reserva: sólo la


ley penal puede establecer delitos disponiendo sanciones de carácter penal para
la realización de ciertas acciones y, por otro lado, toda acción no prevista por la
ley como delito es lícita. 

A B C D

Obligatoria. La obligatoriedad de la ley penal puede ser mirada desde un doble


punto de vista:

Con respecto a los individuos que deben abstenerse de llevar a cabo la acción
prohibida, en cuyo caso la obligatoriedad es absoluta ‑ a diferencia de lo que
ocurre en la ley civil donde numerosas disposiciones que no son
consideradas de "orden público" pueden ser dejadas de lado por las partes ‑, y
sólo está limitada, al menos en nuestro derecho, por razones funcionales
estrictas, según veremos.

Con respecto a los órganos represivos que deben necesariamente aplicar la


sanción en todos aquellos casos en que se haya realizado la acción
prohibida. Sin embargo, en este sentido, la obligatoriedad puede estar
"condicionada" por la actividad de ciertos particulares (como ocurre por
ejemplo en los delitos dependientes de instancia privada y de acción privada).

A B C D

Irrefragable. La ley penal no puede ser derogada ni modificada sino por otra ley
posterior de igual jerarquía, o por el transcurso del tiempo de vigencia establecido
o fijado en la propia ley (temporales), o por la designación de las circunstancias
que motivaron su dictado cuando la vigencia de la ley se determina expresamente
por la existencia de dichas circunstancias (excepcionales). En nuestro sistema es
un carácter absoluto, pues aún la "suspensión" que importa la amnistía requiere
una ley de igual jerarquía que la ley penal suspendida. 

A B C D

Igualitaria. El principio de igualdad importa que todos aquellos que caen bajo el
ámbito de vigencia de la ley penal, deben soportar su aplicación obligadamente
(Art. 16 C.N.). La ley penal que individualice sus destinatarios por medio de una
enunciación concreta de los mismos resultará inconstitucional. Si este carácter
reconoce alguna limitación, ella radica exclusivamente en que, con respecto a la
ley penal, igualdad no quiere decir identidad, sino en el sentido de que no pueden
mediar consideraciones de carácter personal que permitan fundamentar un
distinto tratamiento en la aplicación de la ley penal, sin embargo, debe realizarse
de modo más adecuado al particular delito de que se trate y al particular autor que
lo convirtió (Art. 40 C.P.) 

A B C D

Constitucional. La ley penal, como todo ordenamiento inferior, debe ajustarse


inexorablemente a la letra y al espíritu de la Constitución Nacional, especialmente
por imperio de las garantías expresamente consagradas por la Ley Fundamental y
por el principio de supremacía de la Constitución y leyes nacionales, consagrado
en el Art. 31 de la Carta Magna.

A B C D

Conformada a un sistema discontinuo de ilicitudes. Esta característica


esbozada por Soler y reiterada por Terán Lomas, refiere a que no hay
comunicación alguna entre las figuras delictivas (autónomas) salvo aquella que
expresamente establezca la propia ley (Arts. 79 y 80; o 162 y 163 etc.)
Lección 18 de 27

Clases

En cuanto a su extensión o particularidades, las leyes penales pueden


ser subdivididas en:

Generales, cuando son válidas en todo el territorio de la Nación.


1
2 Comunes, cuando resultan aplicables a todos sus habitantes.

3 Ordinarias, cuando son promulgadas por las formas naturales y


ordinarias previstas al efecto por la constitución.

4 Excepcionales, cuando se dictan por razones de emergencia o


extraordinarias que justifican el acto legislativo (hipótesis de guerra).

5 Abiertas, son aquellas a las que les falta el precepto o la sanción, que
debe ser llenado en uno u otro caso, por otro acto legislativo o por una
autoridad distinta a la que le dio origen.

6 Complementarias, son las leyes dictadas con posterioridad al Código


Penal, y que vienen a completar la protección penal respecto de
cuestiones no previstas anteriormente.

7 Modificatorias, son aquellas que como su nombre lo indica, modifican


o cambian alguna o varias de las disposiciones ya contempladas por
la ley penal (disminuyendo o aumentando la pena, eliminando algunos
requisitos contenidos en los tipos penales o modificando otros
elementos descriptos en la ley anterior vigente hasta entonces).

8 De fe de erratas, son aquellas por las que el propio órgano legislativo


aclara un error u omisión existente en la ley sancionada y vigente.

9 Interpretativas, también tienen origen en el propio órgano legisferante


y tienden a aclarar conceptos contenidos en la ley anterior vigente,
para su mejor intelección, comprensión y aplicación (Arts. 77 y 78 del
C.P.)
Fuentes del Derecho Penal 

La mayoría de la doctrina distingue entre fuentes en sentido sustancial (referida


al origen de los preceptos represivos) y fuentes en sentido formal (que son las
fuentes de conocimiento que es la ley penal misma o de producción de la ley
penal que corresponde al órgano legislativo). Creus distingue las fuentes de
producción de las fuentes de conocimiento:

Fuentes de Producción

En un orden general se mencionan como fuentes de producción a la "autoridad
que declara el derecho", es decir, a aquella que tiene el "poder de dictar normas
jurídicas". En el derecho moderno sólo el Estado es fuente de producción del
derecho penal.
En nuestro derecho positivo las facultades represivas constitucionalmente se
reparten entre el Estado Nacional, que tiene la facultad de dictar normas de
derecho penal común (Art. 75 - inc. 12° C.N.) y las referidas a ciertos fueros
funcionales especiales (derecho penal militar).
Por su parte, los Estados provinciales conservan el poder de dictar normas
locales contravencionales (art. 104 C.A.) y en fin, los órganos municipales a los
cuales se ha reconocido la facultad de dictar normas prohibitivas de ciertas
conductas u obligatorias de otras; se les reconoce tal facultad en diversas
constituciones locales y por jurisprudencia de la S. C. N.

Fuentes de Conocimiento

Fuente de conocimiento es la forma o el modo en que se manifiesta la voluntad
de la autoridad que dicta la norma jurídica, es decir, el instrumento por medio el
cual se expresa o se traduce esa voluntad.
Dentro de las fuentes de conocimiento en derecho penal se distinguen las
inmediatas o primarias, que son las que tienen vigencia obligatoria por sí mismas
y las mediatas o secundarias: son aquellas cuya vigencia obligatoria deviene de
su inserción en una fuente inmediata (es decir, la fuente inmediata se refiere o se
remite a la mediata).
En el derecho penal, según veremos, la única fuente inmediata de conocimiento
es la ley penal, sin perjuicio de reconocer que en otras épocas se reconoció
también como fuente a la costumbre, la labor de los comentaristas y doctrinarios
(solo es un instrumento para mejor comprender y aplicar la ley), la jurisprudencia
(cuya función es "ius dicere", consistente en interpretar y desentrañar a través de
sus fallos constantes el sentido y mejor aplicación de la ley) y los fallos
pretorianos que se conocieron en Roma (Los Pretores, ante la ausencia de leyes
específicas creaban derecho para cada caso, fundados en los principios
generales del derecho romano).
Hoy por hoy y desde la vigencia casi absoluta del principio de legalidad, sólo se
reconoce a la propia ley penal como fuente exclusiva de conocimiento.

Principios Que Rigen la Aplicación de la


Ley Penal (Clases y consecuencias)

El principio de legalidad 

Antecedentes históricos
Dice bien Núñez[6], que este principio nació como una garantía política con
sentido de un resguardo individual frente al poder del estado y encontró su
efectividad en la teoría de la división de los poderes.

Para gran parte de la doctrina, los antecedentes de este principio se hallan en el


derecho inglés y norteamericano (a través de la Constitución de Filadelfia, que
prohibía la aplicación de penas ex post facto). También, habríamos heredado
este principio de la Revolución Francesa, en la "Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano" (Art. 8) y su postulado de que el individuo solo está
obligado a hacer lo que la ley manda y a no hacer lo que ella no tolera (adoptado
por el 19 de nuestra Constitución Nacional en su última parte.

Finalmente, es insoslayable mencionar la fórmula empleada por


Feuerbach ("nullum crimen, nulla poena sine previa lege poenali”),
que se plasmó en el Código de Baviera, fuente de inspiración de
nuestro proyecto Tejedor, pero que ya era conocido por los
constituyentes de 1853. 

Formulación legal y doctrinaria

El principio de legalidad está expresamente consagrado en el Art. 18 de la

Constitución Nacional y sus derivados que alcanzan también al Art. 19. Pero

además rige respecto de todas las normas represivas inferiores (leyes


nacionales y provinciales), como así también en las constituciones de cada

estado provincial.

Como bien enseña Maggiore, el proceso de codificación que se propagó


rápidamente en occidente, hizo que se proclamara a la ley y solo la ley, como
fuente del derecho penal.

La fórmula empleada por el constituyente


en la primera parte del Art. 18 coincide
con el principio nullum crimen, nulla
poena sine praevia lege poenali que se le
atribuye a Feuerbach.

a) Formulación Legal de Ambos Principios


(legalidad y reserva)
El principio de legalidad está formulado en el Art. 18 C.N.: "Ningún habitante de la
Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del
proceso", y el de reserva en el Art. 19 C.N.: "Ningún habitante de la Nación será
obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe"

A su vez, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Nueva York


1966) aprobado por nuestro País en 1986 conforme a la ley 23.313, dispone en
su Art. 15: "Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de
cometerse no fueran delictivos según el derecho nacional o internacional.
Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la
comisión del delito. Si con posterioridad a la comisión del delito la ley dispone la
imposición de una pena más leve, el delincuente se beneficiará de ello".  

El Art. 7, inc. 2° de la Convención Americana sobre Derechos


Humanos, (Naciones Unidas 1948, incorporado por la reforma de
1994) establece: "Nadie puede ser privado de su libertad, física,
salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano por
las constituciones políticas de los estados parte o por las leyes
dictadas conforme a ellas". 

Por su lado, la Declaración Americana de los derechos y deberes del


hombre (Bogotá 1948), adoptada por la reforma constitucional de
1994, dispone en su Art. XXV: "Nadie puede ser privado de su libertad
sino en los casos y según las formas establecidas por leyes
preexistentes" (aunque de contenido más afín al Derecho Procesal, se
consagra la exigencia de ley previa). 

b) Formulación Doctrinaria
La acción o conducta penalmente prohibida es solamente aquella que ha sido
descripta y sancionada por la ley antes de su realización. Es decir, sólo es delito
aquella conducta que ha sido prevista legislativamente como tal. La formulación
moderna del principio es: no hay delito sin tipo (Beling) y sin pena.

b-1) Contenido. El principio de legalidad exige, como presupuesto de punición,


que exista una ley anterior (escrita y vigente) al hecho juzgado, que establezca
una acción positiva (comisión) o negativa (omisión), la que en caso de
materializarse conduce a la aplicación de una pena prevista también por la
misma ley.
b-2) Finalidad. Con este principio de la legalidad de la represión penal, se aspira
a limitar la potestad represiva del estado, para que se desenvuelva al margen del
arbitrio circunstancial del Poder Ejecutivo (Núñez).

De este modo, solo el Poder Legislativo


(en cuanto representantes de la soberanía
del pueblo), establece la ley penal y solo el
Poder Judicial (establecido a tal fin) la
aplica. Pero además tiene un carácter de
garantía individual en cuanto asegura al
individuo que la actividad represiva del
Estado no se va a desarrollar más allá de
los límites especificados por la ley.

El principio importa limitar, dentro del estado, las fuentes de producción, puesto
que sólo el Poder Legislativo puede actuar como tal. Limita las fuentes de
conocimiento del derecho penal a la ley, como veremos.
b-3) Extensión. En cuanto se trata de un principio de superior orden
constitucional abarca todas las manifestaciones del derecho penal.

Entonces la función limitativa del principio de legalidad en cuanto a las fuentes


de conocimiento importa que las fuentes inmediatas o primarias del derecho
penal se reducen a la ley, quedando excluidos como tales la doctrina, los
principios generales del derecho, la costumbre y la jurisprudencia, que en otras
épocas operaron con aquel carácter.

La costumbre integrativa puede, sin embargo, funcionar como fuente mediata o


secundaria de derecho penal cuando es receptada en algunas ramas del derecho
a cuyas normas se remiten los tipos penales en virtud, generalmente, de
elementos normativos. Así ocurre, por ejemplo, cuando el tipo penal se remite al
derecho comercial, el cual acepta la costumbre como fuente; ello puede pasar,
entre otros, en el caso del Art. 173 inc. 2° del C.P., al tenerse que fijar el término
de la consignación o de la rendición de cuentas en actos de comercio.

Efectividad de las garantías penales. El derecho penal en su misión


trascendente de protección de valores jurídicamente
preponderantes, requiere para realizarse libremente y aplicarse en
plenitud, de las limitaciones establecidas por las garantías
constitucionales respecto de la actuación del estado en su
implementación efectiva. 
El concepto de garantías limitadoras de la potestad represiva, no debe ser

enfocado entonces como un obstáculo al accionar estatal (como lo presentan

las doctrinas totalitarias), sino como el marco dentro del cual puede desarrollar

libremente y sin complejos la actividad represiva que le ha sido encomendada,

respecto de las conductas que vulneran los derechos sociales e individuales

comprometidos por el delito.

Establecidas por la Constitución Nacional, la efectividad de las garantías, son al


decir de Núñez, seguridades que la Carta Magna otorga a los ciudadanos de un
País y que deben hacerse valer por medio del Poder Judicial.
Pero además de la letra constitucional propiamente dicha, se encuentran
expresamente consagrados los Tratados y Concordatos Internacionales, que han
sido incorporados por la reforma constitucional de 1994 y expresamente
consagrados en el Art. 75 - Inc. 22 de la C.N., mencionándose entre otros la
"Convención Americana sobre Derechos Humanos"[7], a la que adhirió la
República Argentina por ley 23.054 en el año 1984, en su art. 9º dispone: “Nadie
puede ser condenado por acciones u omisiones que en el momento de
cometerse no fueran delictivos según el derecho aplicable”.

Con igual redacción se expide en su Art. 15 el "Pacto Internacional de


Derechos Civiles y Políticos"[8], aprobado por la R. Argentina mediante
ley 23.313 en 1986. 

Este poder esencial del estado, tiene a su cargo en cada caso concreto, velar por
el apego a la letra constitucional (y los tratados con rango constitucional) y su
efectiva vigencia, frente a todo acto de autoridad, leyes, decretos o reglamentos
que eventualmente contraríen los derechos o garantías consagrados o entren en
conflicto con ellos.

A esto se agrega que el Art. 116, en el capítulo 11 sobre "Atribuciones del Poder
Judicial" que establece la competencia exclusiva del Poder judicial para dilucidar
cualquier tipo de cuestiones referidas a la aplicación y vigencia de la
Constitución Nacional cuando dice: "Corresponde a la Corte Suprema y a los
tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas
que versen sobre puntos regidos por la Constitución y por las leyes de la
Nación... ".
Lección 19 de 27

Principio de reserva

Consecuencia del anterior, surge el principio de reserva penal, que


complementando y completando al principio de legalidad de la
represión (o aplicación de la ley penal), determina el por su especial
redacción, el ámbito de libertad de las personas.
Esta garantía determina que, excepto las situaciones expresamente previstas
por el ordenamiento represivo (en forma excepcional y exclusiva), todo lo demás
conforma el ancho campo de la libertad humana en nuestra Nación.

Formulación Doctrinaria y Legislativa


No hay punibilidad para las acciones que no sean externas o que se hayan
exteriorizado, y no hayan sido previamente descriptas y sancionadas por la ley.

El Art. 19 de la Constitución Nacional establece en su última parte:  "Ningún


habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de
lo que ella no prohíbe".

Las acciones no prohibidas, de esta forma, integran una esfera de actividad


reservada a la libre determinación de los hombres, en la cual el Estado no puede
penetrar con actuaciones  punitivas.

Pero además el Art. 19, contiene otra enunciación propia del derecho penal, y es
que las acciones punibles como tales, deben ser exteriorizadas (trascendiendo la
intimidad del sujeto), por lo que las ideas quedan al margen de la punibilidad
penal.
Establece imperativamente el Art. 19, primer párrafo y primera
parte: "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo
ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero,
están solo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los
magistrados". Se consagra así la libertad absoluta e irrestricta de
pensamiento y de las propias ideas no sometidas a ley ni autoridad
alguna. 

El Principio de Reserva Penal, reconoce como finalidad inmediata lograr que


tanto los individuos como los órganos públicos de la actividad represiva
conozcan con toda precisión cuáles son las acciones prohibidas.

Pero por otra parte (lo recalcamos) tiene carácter de garantía individual en
cuanto protege la libre actividad de los seres humanos que habitan la Nación,
dentro de la esfera de reserva.

Consecuencias de los Principios de


Legalidad y Reserva
Ambos principios, aunque formulados separadamente, vienen a formar una única
y completa limitación del derecho de punición estatal. Sólo puede ser pasible de
pena lo que se encuentra prefijado como delito en la ley penal (anterior al hecho
que se pretende penar). Esa limitación mira el principio de legalidad desde el
punto de vista de los órganos de represión y el principio de reserva desde el
punto de vista de los individuos.

3
Características de la Ley Penal
Para el funcionamiento de estas garantías, la ley penal debe revestir las
siguientes características como mínimo:

Que sea escrita y publicada, ya que es el único modo de conocer con


certidumbre lo prohibido y lo permitido.

Que sea previa al hecho que se juzga; es decir, que ya se encuentre en


vigencia ‑según las disposiciones legales que reglamentan esa
vigencia según el C.C.‑ cuando aquel hecho se realizó.

Que sea general, es decir, aplicable a todos aquellos que están bajo la
potestad del estado, sin perjuicio de reducidas limitaciones
funcionales que luego estudiaremos.

Que sea estricta, es decir, que tanto el tipo, en cuánto descripción de la


acción prohibida, cuanto la sanción aplicable en caso de realización de
dicha acción, se encuentren predeterminados en la ley sin
ambigüedades que impidan su preciso conocimiento previo.

Tipos Penales No Admitidos en Nuestro


Derecho Penal
La vigencia constitucional de tales principios y la última exigencia que hemos
visto tienen para la ley penal, importan excluir en nuestro derecho penal tanto:

Los tipos penales de autor o dicho de otro modo, que importen la


punición de una determinada personalidad o calidad personal y no
definan mediante los verbos núcleo una concreta acción positiva
(comisión) ni una acción negativa o abstención (omisión); o sea una
determinada conducta.

Los tipos en los cuales los límites entre lo prohibido y permitido


quedan librados a la determinación judicial (así serían los tipos
meramente ejemplificativos); algunos autores, para referirse a estos
últimos tipos, los denominan "tipo penal en blanco"; los que no se
deben confundir con el tipo penal abierto: norma que se remiten a otra
regulación para configurar el tipo penal (por ejemplo, los delitos
culposos).

Prohibición de Aplicar Obligatoriamente


los Acuerdos Plenarios
Algunas leyes nacionales (11924, 12327) y ciertos códigos procesales
provinciales consagran la obligatoriedad de la doctrina legal sentada en los
acuerdos plenarios, por lo menos para los tribunales que los han dictado. Para
muchos no se trata más que de una interpretación de la ley ‑por más obligatoria
que tal interpretación resulte para tribunales inferiores‑. Para otros, se trataría de
una verdadera creación de normas por vía jurisprudencial que ofrece profundos
reparos constitucionales, en cuanto resultaría violatoria del orden establecido en
el Art. 31 C.N., además que serían “obligatorias” sin cumplir los requisitos
necesarios que toda ley penal exige para ser obligatoria (por ejemplo, publicidad,
generalidad, emanada de órganos predispuestos, etc.)

La Norma General Supletoria del Art. 4°


del C.P.
Este artículo (cuyo texto se reproduce) estatuye: "Las disposiciones generales
del presente código se aplicarán a todos los delitos previstos por leyes
especiales, en cuanto éstas no dispusieren lo contrario". Tal enunciación (y
mandato) tiene como misión mantener la unidad de criterio en cuanto a
interpretación y aplicación del ordenamiento jurídico penal visto como un todo.
La norma abarca expresamente las leyes penales, es decir, las dictadas por el
mismo Congreso de la Nación (sea la parte general como especial del Código y
las disposiciones consecuentes que contengan las leyes especiales o
complementarias)[9].

Tampoco plantea duda alguna la aplicación de las disposiciones de la parte


general del código penal a las leyes punitivas provinciales cuando las mismas
expresamente se remiten a ellas[10]. Tampoco existen problemas ya que,
expresamente las leyes provinciales disponen la no aplicación de esas
disposiciones o se limitan a modificarlas, con lo que en ese caso, prevalece la ley
provincial.

Las dos cuestiones principalmente debatidas se suscitan respecto a


la última parte de esta disposición y ello ocurre (hasta ahora) en los
siguientes casos: 

1 Cuando la ley provincial guarda silencio sobre el tema; ¿se entiende


entonces que el silencio importa la posibilidad de aplicarlas o todo lo
contrario? Algunos entienden que el Art. 4° C.P., en conjunción con el
Art. 31 C.N., han creado "un sistema común de legislación penal" por lo
cual la parte de las disposiciones de la parte general del código penal
se aplican a todas las leyes provinciales punitivas en cuanto las
mismas no las hubieren derogado o modificado expresamente; es la
posición de Soler y Jiménez de Asúa. Otros autores, partiendo de una
distinción esencial entre delitos (propios de las creaciones legislativas
nacionales) y contravenciones (propias de las creaciones legislativas
provinciales), rechazan la aplicación de aquellas disposiciones frente
al silencio de la ley provincial, advirtiendo que se trataría de una
aplicación analógica de la ley penal; es, por ejemplo, la postura de
Núñez, que compartimos.

2 Cuando la ley complementaria (como ocurre con la ley penal


tributaria), contiene principios que hasta se contraponen o
contravienen los principios contenidos en la parte general del Código.
A pesar de los reiterados planteos de inconstitucionalidad, la Corte
Suprema de la Nación ha dicho expresamente, que por el principio
general del derecho "Ley especial deroga ley general", y estando
expresamente autorizados por el Art. 4° con la fórmula "salvo que
éstas dispongan lo contrario", la aplicación de excepciones a la parte
general por cuenta de la ley complementaria o especial, resultan
perfectamente posibles de aplicar, salvo que efectivamente importen
una contradicción insalvable con la Constitución Nacional.

Indelegabilidad de la Función Legislativa


Los llamados Derecho Penal Común, Fiscal, Militar, Administrativo Nacional y
Disciplinario Nacional, sólo pueden emanar de su órgano natural, conforme al Art.
75 - incisos: 12, 30 y 32 de la Constitución Nacional (Congreso de la Nación
Argentina) y conforme al procedimiento reglado a tal efecto por la misma Ley
Fundamental (Arts. 77 y siguientes). Mientras que el Derecho Penal
Administrativo y Disciplinario provincial o municipal solo pueden emanar sus
disposiciones punitivas locales de las Legislaturas provinciales o municipales,
conforme a sus propias constituciones (Arts. 121 y ss. de la C.N.).

Por otra parte, a nivel nacional, el Art. 76 (introducido por la reforma


constitucional de 1994) se establece la prohibición de la delegación de la
función legislativa en el poder ejecutivo, salvo en materias determinadas de
administración o de emergencia pública, con plazo fijado y dentro de las bases
de la delegación que el Congreso establezca.
Este criterio restrictivo y estrictamente jurídico que enunciamos con
anterioridad, se complementa con un fundamento político, propio de
nuestra organización institucional, que expresamente se asienta
sobre la división y autonomía de los tres poderes esenciales del
estado, conforme al Art. 1 de la Constitución Nacional, que también
impide la delegación de facultades de uno a otro poder. 

Determinación Legal de los Hechos


Punibles
Esta regla, implica que la ley penal defina (previamente), en forma escrita y con
claridad absoluta, una conducta humana y externa que constituya el delito
(precepto). Este mandato, emerge simultáneamente de la primera parte del Art.
18 y la última del 19 de la C.N., como así también de los Tratados que
reprodujimos al comienzo[11].
La llamada garantía de tipicidad,
precisamente preserva a los habitantes de
la Nación de cualquier aplicación de la ley
penal, que no se halle expresamente
prevista en el catálogo de delitos que
contiene el C. Penal en su parte especial o
en sus leyes especiales. La conducta que
no se adecua exactamente (tipificación) al
precepto definido por la ley, es indiferente
para el derecho penal sin perjuicio de que
otras ramas del orden jurídico le atribuyan
consecuencias a tales conductas
(comisivas u omisivas).

9
Determinación Legal de la Pena
Al igual que en el caso anterior, la pena que el Juez o Tribunal seleccione, debe
estar previamente definida en la ley escrita y anterior al hecho, para ser
válidamente aplicada, lo que surge primigeniamente de la Constitución Nacional
y en el enunciado inicial del Art. 18 de la "Convención Americana sobre Derechos
Humanos": "Tampoco se puede imponer pena más grave que la aplicable en el
momento de la comisión del delito". Con igual redacción se expide en su Art. 15
el "Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos". Ambos tratados, tienen
desde 1994 rango constitucional.

Pero no termina allí la cuestión, puesto que ante el caso concreto, se entiende
por pena legal la que el Juez dicta conforme a las previsiones que para ese delito
se efectúan y sobre la base de las pautas de mensuración que en los Arts. 40 y
41, establece el propio Código Penal.

Y como si todo lo dicho fuera insuficiente, se le exige además al


Juez, que funde debidamente la imposición de la pena en cada caso
concreto. 

10
Prohibición de la Aplicación Analógica de
la Ley (In Malam Partem) 
Bien dice Núñez, que a partir del principio "Nullum crimen, nulla poena, sine
praevia lege poenali", la prohibición de aplicación de la analogía en materia penal
es ineludible. Esta regla prohibitiva, tuvo su origen en los excesos pretorianos
cometidos por los jueces en la aplicación del Derecho Penal.

a) Concepto de analogía. Según Manzini la analogía es el procedimiento que


consiste en "asignar regulación jurídica a un caso no regulado ni explícita ni
implícitamente por la ley confrontándolo con otro similar objeto de una
norma de la ley, fundándose sobre el elemento de semejanza que sirvió de
base al legislador para establecer la norma misma"; pero también se habla
de analogía cuando el juez crea la misma norma para el caso no regulado,
extrayéndola de los principios generales del derecho positivo que aplica.

b) Diferencia con la interpretación extensiva. La interpretación extensiva


funciona siempre dentro de la ley o sea que su aplicación exige la existencia
de una ley que haya regulado el caso en cuestión (aunque implícitamente),
mientras que la analogía funciona siempre fuera de la ley o sea que el caso ni
de modo implícito, ha sido contemplado por ella. En la interpretación
extensiva se aplica la ley; en la analogía se la "crea".

c) Especies. Según las dos situaciones diversas que pueden darse en la


aplicación analógica se distinguen:

A B C D

La analogía legis, en la cual al caso que no está contemplado por la ley, se le


aplica la ley que regula un caso similar. O sea que en realidad, aquel caso no
queda incluido en la "ratio legis" de la punición de este último, pero sí se puede
llegar a la conclusión de que el caso no previsto es merecedor del mismo castigo
que el previsto, o sea que, de haberla previsto, el legislador le hubiera adjuntado la
misma sanción que al que previó; en la analogía "legis", por tanto, se "crea" una ley
copiando otra existente, ampliándose el derecho existente hasta donde lo permite
la similitud jurídica de los casos. 

A B C D

La analogía juris, es aquella en que al caso que no está contemplado, se lo


resuelve mediante la creación de una norma que el juez conforma o extrae a partir
de los principios generales del derecho existente (basado en un peligroso criterio
de defensa social) o por resoluciones contenidas en leyes distintas. Se "crea" una
ley sin copiarla, deduciéndola de los principios generales con lo que se pretende
suplementar al derecho vigente mediante reglas de derecho no formulado
expresamente. 

A B C D

La prohibición de la aplicación analógica de la ley penal en el derecho argentino es


entonces una consecuencia ineludible de los principios de legalidad y reserva. La
punibilidad no puede extenderse a los hechos no previstos por la ley como delito,
pues las acciones no previstas como prohibidas, resultan lícitas, resultando
indiferente el grado de reprobación valorativa, moral o social que ellas importen.
A B C D

Aplicación analógica de las disposiciones relativas a la exclusión de la punibilidad


("in bonam partem') en el derecho penal argentino. Según algunos autores, la
aplicación "in bonam partem" de la ley penal (disposiciones que excluyen o limitan
la punibilidad a favor del reo) sería posible en el derecho argentino, desde que los
principios de legalidad y de reserva (que son los que se oponen a la aplicación
analógica de la ley penal) son puras garantías individuales de libertad. Conforme
con ello, si bien cumplen dicha función cuando por analogía se trata de ampliar la
zona de restricción de la libertad, no restringiría su aplicación en favor del reo,
cuando de lo que se trata es, precisamente, de ampliar la zona misma de libertad.
Para otros, por el contrario, si bien el principio de reserva es una garantía de la
libertad individual, el de legalidad cumple, además (con la señalización de tipos
penales), fines de defensa social, que no se pueden desconocer ampliando
analógicamente las zonas de libertad. Nuestro derecho, por consiguiente,
tampoco aceptaría la aplicación analógica de la ley penal "in bonam partem"
(Creus).

11

Derecho al Debido Proceso y a la Defensa


en Juicio
Del propio texto del artículo 18, se desprende la exigencia de realización de un
juicio previo para imponer eventualmente una pena. Coincidiendo con Zaffaroni y
otros, el principio de ley más benigna, incluye a las leyes procesales. 

  “Debido proceso” implica genéricamente el derecho a ser oído por las


autoridades pertinentes. En materia penal, se exige que exista una acusación
concreta (que generalmente materializa el Ministerio Público Fiscal), respaldada
en la existencia de pruebas de cargo lícitas y regularmente obtenidas, la
existencia de un Juez natural (designado anteriormente al caso, y mediante
procedimientos constitucionales regulares), que el imputado sea
permanentemente asistido por un abogado defensor (particular u oficial) y
finalmente el derecho a una sentencia condenatoria firme, legal, justa y fundada
(en los hechos, el derecho y especialmente la prueba rendida en la causa).
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Validez de la aplicación de la ley penal en el tiempo

1. Principio de Irretroactividad de la Ley


Penal
Este tema, puede encontrarse en otros trabajos como bien lo denomina Maggiore:
"Eficacia de la ley penal en el tiempo"[12]. 

La regla que funciona como una verdadera garantía, es consecuencia directa del
principio de legalidad, en cuanto que el Art. 18 de la C.N. exige ley previa al hecho
motivo del proceso. Por lo tanto, la regla es que la ley rige los hechos cometidos
a partir de su entrada en vigencia y en adelante ("tempus regit actum").

La conducta que se pretende punible, debe hallarse prevista como delito en la ley
penal, antes de la comisión del hecho. A su vez y consonantemente, con el C. Civil
dispone: A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplicarán aún a las
consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes. No tienen
efecto retroactivo, sean o no de orden público, salvo disposición en contrario. La
retroactividad establecida por la ley en ningún caso podrá afectar derechos
amparados por garantías constitucionales.

La excepción a esta regla que siempre se consideró absoluta y


cerrada, la constituyen los delitos de lesa humanidad y los crímenes
de guerra, que se sostiene que por ofender la naturaleza humana
misma y pertenecer al Ius Cogens, tienen preeminencia sobre los
derechos positivos, que nunca pueden derogar el castigo de esa
clase de crímenes. Sin embargo, tal excepcionalidad es debatida en
la actualidad. 
A lo largo del tiempo, la ley puede ser expresamente derogada (o reemplazada o
modificada total o parcialmente por otra ley) o crearse una nueva y allí, se puede
presentar el problema de cuál es la ley aplicable al caso concreto, sea que se
acrimine un hecho que antes no se consideraba delito o cuando la nueva ley
modifica la anterior aplicable. La abrogación es la abolición absoluta de la ley,
mientras que la derogación es la extinción parcial de la misma.

La doctrina unánimemente (y especialmente la nacional representada por Terán


Lomas, Núñez, Soler y Creus entre otros) sostiene que del juego de los Arts. 18 y
19 de la C. N., se determina que las leyes penales sólo pueden ser derogadas por
otras leyes, ya sea derogación total o parcial, expresa o tácita.

Lo concreto, es que en la práctica una ley penal puede ser sucedida por otra ley, y
aquí es donde entra a jugar otro rol del principio enunciado, ya que la sanción de
sucesivas leyes penales en el tiempo puede dar lugar a las siguientes hipótesis:

1 Incriminación de un hecho no previsto anteriormente como delito.

2 Desincriminación de un hecho que se hallaba anteriormente tipificado.

3 Agravación de las condiciones de la figura delictiva o de la pena.

4 Atenuación de las penas (circunstancias atenuantes o disminución del


monto máximo o del mínimo, por razones de política criminal).

5 Creación de una causa de justificación.


6 Aplicación de una condición de punibilidad.

Reiteramos que por su carácter (y exigencia constitucional -Art. 18, 1ª parte-) de


ley previa, la ley penal no puede regular hechos cometidos antes de su entrada en
vigor, de lo que deviene el principio general de que la ley penal rige para lo futuro,
o expresado de otro modo: Se prohíbe la aplicación de la ley ex post facto (en
consonancia con la Constitución Norteamericana, que es una de las fuentes de
nuestro principio de legalidad).

Sin embargo, la garantía de irretroactividad admite expresas excepciones


consagradas en el Art. 2° del C.P. que dice: "Si la ley vigente al tiempo de
cometerse el delito fuere distinta de la que exista al pronunciarse el fallo o en el
tiempo intermedio, se aplicará siempre la más benigna”. Conforme a este
párrafo, si desde el momento de comisión del hecho hasta que quede firme la
condena rigieran esa situación fáctica dos o más leyes diversas, se aplicará al
momento de la sentencia la más benigna.

Pero hay otra excepción que se contempla en el mismo Art. 2°, y que rige a partir
del momento de la condena firme y hasta el cumplimiento de la misma: "Si
durante la condena se dictare una ley más benigna, la pena se limitará a la
establecida por esa ley”.

Por su parte también la "Convención Americana sobre Derechos Humanos" en su


Art. 9 y el "Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos" en su Art. 15 (que
tienen rango constitucional) disponen en el tercer y último párrafo: "Si con
posterioridad a la comisión del delito la ley dispone la imposición de una pena
más leve, el delincuente se beneficiará con ello".

Asimismo, el propio Art. 2° en su último párrafo prescribe: "En todos


los casos del presente artículo, los efectos de la nueva ley se
operarán de pleno derecho". De este modo se establece la
operatividad inmediata y automática del beneficio. Ello implica que
la aplicación de la ley más benigna se realiza aún de oficio por parte
del Tribunal (de sentencia o de ejecución), aunque también puede
ocurrir a pedido de parte (defensa o del fiscal). Siendo cuestión de
pleno derecho, es por ende indisponible para el Tribunal o para las
partes.

2. Consecuencias

La irretroactividad de la ley penal más gravosa entonces, tiene el carácter de una


garantía constitucional, con expresa consagración además, en el código penal
(ley inferior dictada en consecuencia).

La ley penal más benigna puede serlo por reforma de sus condiciones de
punibilidad o por reducción del monto de pena o por incremento de las
exigencias para la imputación perfecta[13].

Una ley penal es más gravosa, no sólo cuando castiga un hecho antes impune, o
al hecho ya punible le impone una pena más grave, sino siempre que de alguna
manera, desfavorezca al reo, respecto de las consecuencias del delito, o de su
situación jurídico‑penal.

La pena más gravosa a su vez, puede


tener un doble sentido como mínimo:
1. En cuanto a su grado o quantum, se considera más grave la pena que
incrementa el mínimo o el máximo, o ambas cosas a la vez.

2. Perotambién puede ser más grave en cuanto a su calidad o carácter, yendo


de mayor a menor en nuestro actual ordenamiento: la reclusión, la prisión, la
multa y la inhabilitación.

A veces la cuestión no resulta tan sencilla de resolver, pues puede presentarse el


caso de la confrontación de leyes aplicables al caso, por la que en una de ellas se
reduzca la pena mientras que en otra se facilite la concesión de beneficios, se
abrevie el término de la prescripción, o resulte aplicable una causa de
inculpabilidad.

Puede asimismo ocurrir, que conforme a una de ellas se reduzca el mínimo de


pena aplicable, pero a la vez se aumente el máximo. También es posible, que la
aplicación de la ley penal, remita (en cuanto a condiciones de su aplicación) a
otro ordenamiento jurídico que ha modificado en beneficio del acusado, las
condiciones de aplicación de la propia ley penal.

Entonces, a pesar de que el Juez (según dice Terán Lomas), no


puede en estas condiciones convertirse en legislador, debe
considerar sin embargo, cual es la ley que resulta más benigna para
el reo. Y puede resultar más favorable una ley que imponga una
pena mayor, pero que permita la concesión del beneficio de la
condena de ejecución condicional de un modo más favorable. 
Pero además, en los casos enunciados, la solución debe ajustarse a la siguiente
regla: La ley más benigna es aquella que del contexto de su formulación
abstracta y condiciones de aplicación, resulte en definitiva la más favorable al
reo. Para ello, debe recordarse que ley, es un concepto que comprende la
totalidad del ordenamiento jurídico vigente aplicable. El examen realizado por el
magistrado debe servir para la elección de una ley que se aplicará íntegramente,
no pudiendo tomar las disposiciones más favorables de una y de otra, ya que de
ese modo el juez estaría creando una “nueva” norma y ello se encuentra vedado
(labor pretoriana prohibida).

Ámbito de validez espacial de la ley

Para extender la lectura sobre el tema leer:  "Ámbito de validez espacial de la ley penal"

ACCEDER A WEB

J,Baclini. (2019)  "ÁMBITO DE VALIDEZ ESPACIAL DE LA LEY PENAL" Recuperado el 14 de Febrero


de 2020 de: https://www.studocu.com/es-ar/document/universidad-nacional-de-rosario/derecho-
penal-i/apuntes/unidad-7-ambito-espacial-de-la-ley-penal-2/2342767/view
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Referencias

[1] Cfr.: Núñez y Terán Lomas, Op., Cit. pág. 119.

[2] Coinciden Roxin, Jakobs y otros.

[3]  Caspar Rudolf von Ihering. Nacido en  Aurich  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo.,  22/08  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo./1818  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo., murió en  Gotinga  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo., el 17 de septiembre (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo.  de  1892  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo.. Conocido como  Caspar Rudolf von
Jhering, fue un ilustre  jurista  (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio
externo.  alemán  (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio externo.  así
como uno de los mayores  filósofos del Derecho  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo. y de la historia jurídica europea. Maestro,
en un primer momento, de la dogmática  pandectística  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo.  estudiando en las universidades de
Heidelberg, Múnich, Göttingen y Berlín. Su obra se centra en monografías
que muestran su pertenencia a la pandectística, destacando especialmente
su “Abhandlungen aus dem römischen Recht2 (1844). Fundador y autor
eminente de la  Sociología  (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un sitio
externo.  del derecho, sus teorías tuvieron trascendencia e influencia en la
doctrina jurídica moderna, en el  Derecho civil  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo.,  penal  (Enlaces a un sitio
externo.)Enlaces a un sitio externo. y constitucional. El espíritu del Derecho
romano en sus diferentes etapas de desarrollo (Geist des römischen Rechts
auf den verschiedenen Stufen seiner Entwicklung, vol.I 1852, vol. II 1865):
Define el derecho subjetivo como interés jurídicamente protegido. En “Cartas
confidenciales” (Vertraulichen Briefen über die heutige Jurisprudenz. Von
einem Unbekannten, 1861-1866): planteaba: ¿Es la jurisprudencia una
ciencia? (Ist die Jurisprudenz eine Wissenschaft?, 1868). En “La lucha por el
Derecho” (Der Kampf ums Recht, 1872), desarrolla la teoría de que la norma
jurídica viene a ser una imposición que se consigue mediante la lucha. «El
Derecho se impone a través de la lucha». El fin en el Derecho (Der Zweck im
Recht, vol.I 1877): Afirma que el aspecto de las conductas a las que debe
prestar atención el Derecho debe ser el objetivo que tales conductas
persigan. «La finalidad es el elemento configurador de los institutos
jurídicos». Lessings Erziehung des Menschengeschlechts (1881). El fin en el
Derecho (Der Zweck im Recht, vol. II 1883). Das Trinkgeld (1882). Bromas y
veras en la ciencia jurídica (Scherz und Ernst in der Jurisprudenz. Eine
Weihnachtsgabe für das juristische Publikum, 1884). Die Entstehung des
Rechtsgefühles (1884): Conferencia en la que participaría Ihering, y de cuya
intervención se extractaría un libro. La última edición realizada data de 1986,
de Neapel. La Voluntad en la Posesión. Crítica del método jurídico reinante
(Der Besitzwille. Zugleich eine Kritik der herreschenden juristischen Methode
1889). El Derecho de la vida cotidiana (Die Jurisprudenz des täglichen
Lebens 1891).

[4] Op. Cit. ‑ pág. 142.

[5] "Tratado..." ‑ TA, pág. 96

[6] Op. Cit. pág. 93; T I

[7] San José de Costa Rica, 22/11/69.

[8] Suscrito en Nueva York en 1966.

[9] Un buen ejemplo de la ley penal especial, que se aparta de los principios
rectores del C.P., es el Código Aduanero.

[10] Por ejemplo, art. 4° Código de Faltas Santa Fe

[11] Art. 9 de la "Convención Americana sobre derechos Humanos" y art. 15


del "Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos".

[12] Op. Cit., T. l ‑ Pág. 189 y ss

[13] Es más benigna por ejemplo, la ley que reduce la pena o la reemplaza
por otra de menor gravedad (multa en lugar de prisión), la que introduce
nuevas causas de justificación, inimputabilidad o inculpabilidad, o nuevas
excusas absolutorias o causas de extinción de la acción o de la pena, la que
reduce el plazo de la prescripción; la que hace menos gravosa la situación
del reincidente; la que modifica la calificación de un hecho delictivo.
Lección 22 de 27

Introducción a la unidad

Aplicación de la Ley Penal en el Espacio y


Validez Personal

En el capítulo anterior y bajo el título "Validez temporal de la ley


penal”, nos referimos al problema de la irretroactividad de la ley
penal y analizamos mínimamente los problemas que plantea en tal
sentido. Ahora se analizará dónde rige la ley penal, o sea: su alcance
territorial. Cuál es el ámbito de soberanía y dominio de los órganos
estatales para imponer coactivamente sus disposiciones y cuáles
excepciones se presentan en su caso. 

Contenidos de la Unidad

1 Validez espacial de la ley penal

2 Validez personal de la ley penal

3 Métodos de Interpretación

4 Referencias

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Lección 23 de 27

Validez espacial de la ley penal

Principios Según los que se Rige

En el capítulo anterior y bajo el título "Validez temporal de la ley penal”, nos


referimos al problema de la irretroactividad de la ley penal y analizamos
mínimamente los problemas que plantea en tal sentido. Ahora se analizará
dónde rige la ley penal, o sea: su alcance territorial. Cuál es el ámbito de
soberanía y dominio de los órganos estatales para imponer coactivamente sus
disposiciones y cuáles excepciones se presentan en su caso.

Para D’Alessio – Divito: “Bajo la expresión "aplicación de la ley penal en el


espacio", u otras similares, se estudian las normas o reglas que delimitan la
aplicación espacial del poder punitivo estatal, y que, de ordinario, resuelven las
cuestiones sobre la base de los principios de territorialidad, real o de defensa,
nacionalidad, de justicia universal y de justicia supletoria o subsidiaria”…
“corresponde dejar aclarado que nuestro país, según el art. 1º del Código Penal,
se vale, esencialmente de dos de ellos: el de territorialidad, que cumple un rol
relevante y se transforma en la clave de bóveda de todo el sistema y, en forma
subsidiaria, el llamado principio real, de protección o de defensa. Por lo demás,
en el ámbito convencional en ocasiones se da paso a los demás principios
mencionados anteriormente”.

La ley penal, por ser de carácter público y por ende estatal, está
sujeta a priori al principio de territorialidad (opuesto al de
extraterritorialidad o universalidad de la ley penal, sustentado para
la persecución internacional de algunos delitos), seguido por la
mayoría de las naciones -especialmente latinoamericanas-, que
reclaman con razón su soberanía y potestad para juzgar los delitos
cometidos dentro de sus fronteras o en los lugares sometidos a su
jurisdicción. 
Sin embargo, en los tiempos que corren, surge con mayor vigor la necesidad de
acordar un sistema de persecución penal de carácter transnacional respecto de
determinados delitos, que no pueden ser individualizados en un solo lugar y
tiempo, sino que por su compleja trama y por las diversas conductas
involucradas, puede considerárselo ejecutado o en su caso consumado, en
diferentes países simultánea o sucesivamente.

Ello reclama la necesidad de un derecho penal internacional y de tribunales


supranacionales con competencia para determinados delitos (contrabando,
trata de personas, tráfico ilegal de armas,  tráfico de estupefacientes, genocidios,
crímenes de guerra y otros que afectan a la humanidad toda o a regiones del
orbe). Este fenómeno al que solo resisten las naciones jurídicamente más
retrógradas o atrasadas en su desarrollo, avanza sin embargo en su concreción a
corto plazo y tiene sus antecedentes en los tribunales de Núremberg y Tokio.

Ahora bien, por regla cada estado fija un ordenamiento penal interno. Ello solo tiene
validez dentro de los límites de su soberanía; y solo trasciende las fronteras
cuando, mediante acuerdos o tratados internacionales, dos o más países se ponen
de acuerdo respecto a la aplicación de la ley penal en ambos estados.

Sin embargo, en doctrina se ha logrado sistematizar una serie de principios sobre


la aplicación de la ley penal en cada caso y respecto de los que ya adelantamos un
juicio de valor pero que ahora pasamos a describir separadamente para su mejor
comprensión.
1° Principio de Territorialidad

Este principio de territorialidad, además de sostenerse sobre la soberanía de los


estados reflejada en la potestad y el derecho exclusivo de perseguir y castigar
los delitos que interesan a sus respectivas sociedades, tiene un fundamento
jurídico-dogmático: la investigación y persecución del delincuente, recolección
de pruebas, labor de la acusación, defensa y juicio, se llevarán a cabo siempre
con mayor eficacia, cuanto más próxima sea la sede judicial del lugar en que se
cometió el hecho (Coinciden, Soler, Núñez, Fontán Balestra, Terán lomas y
Quintano Ripollés).
“La formulación "lex loci delicti " define este principio como el criterio que
establece la exclusiva aplicación de la ley penal del territorio a todos los hechos
delictivos que ocurren en su ámbito, con prescindencia de la nacionalidad de los
sujetos activos y/o pasivos del delito como así también de la nacionalidad de los
bienes jurídicos lesionados o puestos en peligro” (D´Alessio, C.P. comentado - La
Ley).

A su respecto el C.P. en su Art. 1° establece: 

"Este Código se aplicará:

1. 1°)Por delitos cometidos o cuyos efectos deban producirse en el territorio


de la Nación Argentina, o en los lugares sometidos a su jurisdicción.

2.   2°)
Por delitos cometidos en el extranjero por agentes o empleados de
autoridades argentinas en desempeño de su cargo".

La disposición contiene el principio de territorialidad, pero agrega el principio


real o de defensa, cuando refiere a que el delito produzca sus efectos en el País.

a. Cometidos en el Territorio
Implica aclarar, en primer lugar, que se tienen en cuenta los actos ejecutivos
constitutivos del delito o, en su defecto, el momento consumativo del delito, que
se lleven a cabo en el espacio físico existente dentro de nuestras fronteras.
Este concepto de territorio se extiende tanto al espacio aéreo que se
halla por encima de la superficie terrestre (hasta el límite de la
atmósfera) y el subsuelo, como también a los ríos y lagos existentes
en el interior. Pero además involucra al mar argentino (porción del
océano que baña nuestras costas hasta las 200 millas marinas con
excepción de los Golfos San Matías, Nuevo y San Jorge, aunque el
Art. 2° de la ley 17.094 establece también la medida de hasta donde
el mar alcanza los doscientos metros de profundidad) y sobre el cual
nuestra Nación ejerce soberanía y por cierto las islas que en él se
encuentran, como también la Antártida Argentina. 

b. En Lugares Sometidos a su Jurisdicción


Comprende además de los lugares nombrados, los delitos cometidos en las
naves y aeronaves (sean de carácter público o privado) que esgrimen la bandera
nacional o extranjera mientras se desplacen por territorio, aguas o espacio aéreo
nacional y en caso de hacerlo fuera de él por los delitos cometidos en perjuicio
del estado o de sus habitantes en naves y aeronaves de bandera argentina. Por
fin, este concepto incluye a las embajadas existentes en otros países del mundo.
El principio de territorialidad, surge en definitiva de la soberanía que
ejerce el Estado respecto del territorio sometido a su potestad y
resulta, en principio, intolerable para cualquier País admitir la
aplicación de la ley extranjera por delitos cometidos o consumados
en él[1]. 

2°. Principio Real o de Defensa

Según el presente principio, el delito cometido debe ser penado por aquel
Estado cuyos intereses hayan sido afectados o vulnerados por causa del delito
cometido (o sea, en el lugar dónde produjo sus efectos reprochables o
dañosos).

Se basa en la necesidad de proteger los bienes jurídicamente valiosos en el


propio estado. Resulta una excepción al principio absoluto de la territorialidad, ya
que en este supuesto el delito fue cometido en una nación distinta y produce sus
efectos dañosos en la que pretende el juzgamiento (como bien lo ejemplifica
señala Terán Lomas: llevar a cabo actos de Traición en un país vecino, en
perjuicio de nuestro País, o la falsificación de moneda argentina efectuada en
otro País. Aunque el mejor ejemplo lo da Maggiore, cuando plantea que una
persona sea herida en otro País y muera en el propio. Vale esta última
comparación porque nuestro Código penal sigue al Código Italiano comentado
por Maggiore).
El fundamento de la extensión de jurisdicción extraterritorial que impone este
principio, surge de que un Estado tiene no solo la potestad exclusiva y excluyente,
sino además el deber de mantener el orden público en los límites del interés
nacional, sobre su propio territorio y respecto de sus intereses públicos
comprometidos, sea donde fuera el lugar en que se haya cometido el delito. Por
ello, se sostiene en definitiva que la manifestación del principio real o de defensa
recogida por el inc. 1º del art. 1º del Cód. Penal se refiere a los "delitos que hacen al
orden jurídico nacional de manera amplia —como la falsificación de moneda—, pero
no a los que afectan intereses particulares".
Para Soler (igual que Carrara) es preciso distinguir entre delito
consumado y delito agotado. El resultado se produce al consumarse
el hecho en el exterior; los efectos posteriores producidos en la
República corresponderían a la fase del agotamiento. 

Para D´Alessio-Divito, “el art. 1º, en su inc. 1º admite en forma subsidiaria y con
carácter restrictivo, el principio real, de protección o de defensa. Esta afirmación
recibe sustento del propio texto legal, en cuanto expresa "...o cuyos efectos
deban producirse en el territorio de la Nación Argentina, o en lugares sometidos
a su jurisdicción...". “El criterio de la aplicación del principio real o de defensa
aparece corroborado por la situación descripta en el inc. 2º, cuando alude a
“delitos cometidos en el extranjero"... “por agentes o empleados de autoridades
argentinas en desempeño de su cargo"….la base de la teoría reclama la existencia
de intereses estatales, colectivos o comunitarios como causa que provoca la
extraterritorialidad en la aplicación de la ley penal, consecuencia que no podría
predicarse surgida de la violación a los bienes o intereses jurídicos individuales.
Es decir que el principio real, de protección o de defensa, atiende
primordialmente a la naturaleza e importancia del bien jurídico agredido por el
delito y otorga competencia para aplicar la ley nacional, sin que importe el lugar
donde fue ejecutado el hecho ni la nacionalidad de sus autores. Su
funcionamiento es siempre subsidiario y presupone conceptualmente que el
principio territorial no sea aplicable pues, en caso de serlo, desplazará al
principio real” (“C.P.  comentado...” - LL - comentario al Art. 1°).
3°. Principio de la Personalidad Activa o
Personal

Este principio constituye una especie de contraposición (para otros una


excepción) al de territorialidad, consagrado en el ordenamiento argentino, y se
refiere al juzgamiento de un delito según la ley de la nacionalidad del delincuente.

También se lo puede visualizar en la extradición, la cual no puede concederse


(salvo determinadas excepciones establecidas en tratados) respecto del
ciudadano argentino que haya delinquido en el exterior, si aquélla conducta no
resulta ilícita para nuestro ordenamiento o está dentro de los delitos prohibidos
de perseguir y reprimir por nuestra Constitución Nacional (como delitos
políticos) o a causa de haberse hecho uso del derecho de asilo. En este caso
debe ser juzgado de acuerdo con la ley argentina (salvo que ésta no prevea esa
conducta como delito). Un ejemplo claro, lo era el ciudadano argentino que era
perseguido por la República de Ecuador, por el delito de “concubinato” (que ese
País castigaba en su forma encubierta (tipo básico) o manifiesta (agravante). En
nuestro país esa conducta no solo es impune sino que hasta merece
reconocimiento parcial de la legislación en materia previsional, algunas normas
penales y prontamente en la civil (nuevo CC argentino desde 2016).

El principio de la personalidad activa, se basa en la necesidad de que


el delito cometido por un sujeto conforme a la ley de su país, no
quede impune. 

4°. Principio de Personalidad Pasiva

El principio de la personalidad o nacionalidad de la ley se funda en la idea de que


el súbdito está siempre ligado a la ley de su país y protegido por la misma. Este
principio (según la mayoría de la doctrina, está dirigido a la protección de las
víctimas connacionales). De acuerdo a este principio, la extraterritorialidad de la
ley penal nacional se funda en la idea de la protección del nacional. Aquí no se
mira al nacional vinculado por el precepto penal, sino al nacional protegido por
este precepto.

En definitiva, la ley penal del Estado es aplicable por sus jueces al nacional o
extranjero, que, después de haber violado dicha ley en el extranjero, ofendiendo
penalmente a un ciudadano del Estado, se encuentra en su territorio. El principio
mira, como criterio fundamental, la nacionalidad del ofendido por el delito. Está
hoy aceptado por un buen número de códigos. A veces aparece combinado con
el principio de la personalidad activa.

5°. Principio Universal

Para Jescheck, el “principio de justicia universal” está justificado nacional e


internacionalmente cuando el hecho se dirige contra bienes jurídicos de carácter
supranacional en cuya protección existe un interés común a todos los Estados.
Se trata, de la solidaridad del mundo cultural frente al delito y de la lucha contra
la criminalidad internacional peligrosa.

Este principio se manifiesta en el Derecho argentino en el instituto de la


extradición, en la obligación de prestar auxilio en la persecución y represión de
los llamados delitos internacionales, en el reconocimiento de la sentencia
extranjera, en el cómputo de la reincidencia y en la aplicación excepcional de la
ley extranjera.
La Constitución Nacional, en su Art. 118, prevé el juzgamiento por
los tribunales argentinos de delitos internacionales, que no son otros
que los cometidos “fuera de los límites de la Nación contra el
derecho de gentes”. La redacción de este artículo es de valor
inapreciable para la aplicación de la ley nacional en tales casos[2]. 

6°. La Extradición (Ley 24.767/97)

La Extradición es un instituto de colaboración punitiva internacional, para que un


reo que se haya refugiado en otro País, pueda ser entregado al Estado que lo
reclama para su juzgamiento y sanción, a raíz de la comisión de un delito. Con
ello ambos estados proveen recíprocamente a la seguridad jurídica. Es un acto
judicial derivado del poder represivo de los estados[3].

Von Liszt, la definía así: “Es objetivamente, un acto de cooperación internacional,


una inteligencia de los estados en la lucha contra el delito. Pero idealmente, es la
muestra de un orden jurídico universal, promesa de una futura justicia mundial,
como los tribunales internacionales de presas o de límites, unión penal universal
futura.”[4] Inspirado en Grocio, Cocejo y Budere, sostenía: “los estados que se
niegan a la extradición, son cómplices del criminal”.
En su Art. 8, 2° párrafo, la Constitución Nacional establece la
Extradición entre provincias del siguiente modo: "La extradición de
los criminales es de obligación recíproca entre todas las provincias".
Cada provincia a su vez, dispone los procedimientos a llevarse a
cabo, para materializar y posibilitar la aplicación del poder punitivo
estatal. Nuestra legislación la regula en la ley 24.767/97 a lo largo
de 123 artículos, donde se ocupa de la extradición activa, la pasiva,
procedimientos a seguir para cada caso, arresto provisorio, re-
extradición, extradición en tránsito, asistencia en la investigación y
juzgamiento, cumplimiento de condenas, etc. 

Hay extradición activa, cuando se requiere al reo para someterlo al debido


proceso, mientras que la extradición pasiva, consiste en la entrega por parte del
estado requerido.

Pero además, la Argentina ha celebrado, diversos tratados (bi o multilaterales),


para posibilitar la extradición recíproca de criminales. Tales son entre otros: el de
Montevideo en 1889, el Interamericano de 1933, con España, Bélgica, Gran
Bretaña, Países Bajos, Estados Unidos, Italia, Suiza, el de Montreal en 1971.

A su vez, la Ley de Cooperación Internacional en Materia Penal (ley 24.767 de


1997) establece que para determinar la competencia del país requirente
respecto del delito que motiva la ayuda, se estará a su propia legislación -
adoptando así el método de la unilateralidad simple-, agregando que no
constituirá obstáculo para conceder la extradición que el delito cayere también
bajo la jurisdicción argentina.
Cada tratado y aún la ley de cooperación, presentan modalidades
propias y diversas para cada caso. Pero genéricamente, se debe
tratar de un delito común (los delitos políticos dan derecho a asilo),
penado por la legislación ordinaria y no prescripto para la ley del
país requirente. 

6-b. Aplicación de la Ley Extranjera


El derecho nacional no es hermético respecto al derecho extranjero y menos aún
en épocas de la globalización. No se trata de que el orden jurídico de un país
tenga vigencia en otro, sino sólo de que el derecho nacional (interno o emergente
de un tratado o convención), reconoce algunos de sus efectos a las leyes de
otras naciones, lo que posibilita las mejores relaciones entre connacionales y
estados mismos.

Basta señalar que a los fines de la extradición el juez argentino debe tener en
cuenta si la acción o pena han prescripto en el país requirente.

El Tratado de Montevideo de 1889 remite a la pena establecida por una ley


extranjera en el caso del autor de un delito que afecta varios Estados y que es
capturado en el nuestro.
Lección 24 de 27

Validez personal de la ley penal

Principio de Igualdad 

La regla es que la ley penal argentina se aplica obligatoria e igualitariamente a


todas las personas nacionales o extranjeras, habitantes o no, transeúntes o con
domicilio en el país que incurran en violación a sus disposiciones. Es una
consecuencia del principio de igualdad ante la ley consagrado en el Art.16 de la
C.N.: "La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento:
no hay en ellas fueros personales, ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son
iguales ante la ley y admisibles en los empleos sin otra condición que la
idoneidad...".

La exclusión de los fueros personales y títulos de nobleza da el sentido exacto


del principio de igualdad ante la ley. Se trata de la supresión de discriminaciones
que disminuyan los valores supremos de la personalidad y la dignidad del
hombre.

La configuración de delitos especiales, en los cuales el sujeto activo tiene que


revestir una determinada condición jurídica o profesional o funcional, o de sexo,
o hallarse vinculado por el parentesco con el sujeto pasivo, no resulta una
excepción al principio de igualdad. En todos estos casos se trata de situaciones
en las cuales se consideran las especiales modalidades de la acción delictuosa
que se comete en ejercicio de una función o profesión, que asume particular
relevancia por las relaciones existentes entre el autor y la víctima.

Las verdaderas excepciones a este principio general de la


obligatoriedad general de la ley penal, son aquellas fundadas
también en razones jurídicas, pero mediante normas
constitucionales[5], por las que algunas personas están liberadas de
responder con arreglo a aquellas disposiciones, o deben responder
ante la ley, superados ciertos requisitos u obstáculos. 

Excepciones

a) Entre las excepciones relativas pueden


encuadrarse:
El Presidente, el Vicepresidente, los Ministros, los miembros de la Corte Suprema,
los Jueces y los Legisladores.

Estas inmunidades tienen carácter funcional, además de tratarse de una garantía


constitucional. Sin embargo, hay algunas inmunidades de carácter absoluto
como la prevista en el Art. 68 de la Constitución Nacional: "Ninguno de los
miembros del Congreso puede ser acusado, interrogado judicialmente, ni
molestado por opiniones o discursos que emita desempeñando su mandato de
legislador ". Esta es una inmunidad (indemnidad para Zaffaroni)   de carácter
absoluto, pues por dichas causales jamás la ley penal puede someter al
legislador a juzgamiento alguno. Algunos autores sostienen que en realidad el
Art. 68, constituye una excusa absolutoria extrapenal.

Preferimos llamarlas inmunidades relativas, porque el fundamento de este


privilegio refiere a la incolumidad de determinados actos funcionales (no es la
protección de la investidura legislativa) y solo en cuanto se manifiesten en
opiniones o discursos emitidos en ejercicio dé su cargo.
Entonces, entiéndase que no todo lo que un legislador hace está
excluido del ámbito represivo sino exclusivamente sus votos,
manifestaciones verbales o escritas, y sus actitudes que expresen
juicios, pensamientos o calificaciones en las sesiones
parlamentarias o en las comisiones de Cámara así como todo acto
comprensivo en la función de legislar (Creus y Núñez). 

Esta inmunidad parlamentaria dura a lo largo de todo el mandato y después de


terminada la función ejercida; es irrenunciable por el legislador, no solo porque
no reviste carácter personal o de privilegio funcional sino que está fundada en la
preservación de la actividad legislativa como columna esencial del estado de
derecho. Sin embargo, el privilegio tiene a su vez una excepción (no funciona la
inmunidad parlamentaria) y esto es en casos de Traición a la Patria del Art. 29 de
la C. N.

b) Otros supuestos de inmunidad:


En los que la ley penal alcanza a determinados individuos sometiéndolos a sus
efectos pero sólo después de cumplidos ciertos requisitos de naturaleza
procesal; ellos son la inmunidad de arresto y la necesidad del desafuero de los
legisladores (Arts. 69 y 70 C.N.), el juicio político (Arts. 53, 59 y 60 C.N.) y el
enjuiciamiento de los miembros del Poder Judicial.
Alguna doctrina sin embargo, postula que estos no son verdaderos
casos de inmunidad, sino obstáculos (que deben ser salvados) para
actuar la ley penal, pero se olvida que si la Cámara (de Senadores),
no suspende o desafuera al legislador, la causa debe archivarse por
no poder proceder[6].

c) Las inmunidades diplomáticas tampoco


revisten carácter de privilegios de índole
penal
Sino que sólo la Corte Suprema de Justicia de la Nación conoce originariamente
(Arts. 116 y 117 C.N.) en los casos de causas criminales concernientes a
Embajadores, Ministros y Cónsules extranjeros.

Si el delito del diplomático se vinculase con la función, la jurisdicción será de


nuestro país, de conformidad con el principio real, en concordancia con la
solución del hecho similar ejecutado por el personal diplomático argentino en el
exterior (Art. l, ENC.2°.C.P.). La inmunidad está fundada en el resguardo de las
funciones diplomáticas.

Si la infracción constituyese un delito común, deberá ser juzgado por los


tribunales de su país, declarando en consecuencia la Corte Suprema su
incompetencia. Sin embargo, el País de origen (acreditarte) podrá ceder el
juzgamiento al País receptor (donde se desempeña el funcionario extranjero),
conforme al Art. 32 de la Convención de Viena (1961).

Ésta es -en realidad- una práctica diplomática fundada en la cortesía


internacional, que fue recogida por la Convención de Viena y   no significa -en
modo alguno- extraterritorialidad de la sede. En realidad son obstáculos para el
ejercicio de la acción penal ordinaria, pero como hemos visto pueden ser
superados por decisión de los estados.
La inmunidad del diplomático extranjero,
se extiende a su familia, salvo que sean
connacionales (del país receptor).

Interpretación de la Ley Penal

Concepto

Autores como Núñez, Soler, Mezger, Lascano (h) y Creus entienden por
interpretación a la operación lógico-jurídica destinada a establecer el significado
abstracto de la ley y su significación concreta frente a los casos a resolver.

La primera que se realiza en abstracto o proceso de intelección de la ley significa


averiguar su sentido determinante; esto es, qué quiere decir la ley, cuales son los
elementos que la componen y adaptar su significación al tiempo que se realiza
dicha interpretación.

La segunda consiste en la adaptación de la ley frente a cada caso concreto en


que se la deba aplicar, con lo que se denomina subsunción al proceso de
aplicación de la premisa mayor (ley) al caso concreto (premisa menor) y del que
resultará la sentencia o decisión judicial al respecto (adecuada o no a aquella
ley).

Necesidad de la Interpretación
(Límites a los Abusos de la Ley)

En este tópico debemos resaltar la importancia y necesidad de establecer


limitaciones muy precisas en materia de interpretación de la ley penal, por la
gravedad de los efectos que derivan de su aplicación en la vida, la dignidad, la
libertad y demás aspectos del ser humano sometido a ella. Pero por otra parte
para evitar todo tipo de excesos por parte del legislador y muy particularmente
del juez al momento de aplicarla.

Unánimemente todos los autores coinciden en que la ley siempre requiere ser
interpretada al momento de su aplicación efectiva al caso concreto, porque es
esencial determinar el sentido actual de la ley, ya que la misma no se modifica en
forma dinámica y cambiante como cada una de las realidades y la dinámica
social misma que rige.

Hay acuerdo mayoritario en que se debe interpretar la voluntad y el sentido de la


ley y no del legislador. Alimena enseñaba que el juez que pretendía encontrar en
la ley aquello que no estaba en la misma, pasando sus límites, o corrigiéndola,
erraba.
Kelsen decía que una sentencia judicial fundada en ley, significaba que se
mantenía dentro del marco que dicha regla representaba, lo que no significaba
que era la norma individual sino una de las tantas posibles dentro del marco de la
norma general.

El intérprete no debe indagar lo que el legislador quiso sino el querer actual de


la ley. Es una máxima unánimemente conocida entonces que cuando la ley
entra en vigencia se independiza de su creador y de sus antecedentes. Tiene
su propio contenido, su propio sentido y su propia voluntad que deberá ser
interpretada en el contexto normativo en el que fue insertada.
Bacigalupo sostiene que “el sistema de la teoría del delito”, es un
instrumento conceptual que tiene la finalidad de permitir una
aplicación racional de la ley penal a cada caso concreto. Con ello, se
trata de establecer un orden para el planteamiento y la resolución de
los problemas que implica la aplicación de esa ley, valiéndose[7] de
un método analítico…” 

Clases de Interpretación

(Según los sujetos que la realizan)

Según quienes realizan la labor de interpretación, se hace una primera


clasificación de esta labor y de la mayor importancia. Estos sujetos pueden ser
el legislador, el doctrinario y el juez a cuya tarea respectivamente se denomina
interpretación auténtica, doctrinaria o jurisprudencial. Pero también a las dos
últimas Maggiore las llama estrictamente forenses, mientras que a la primera le
dice legislativa.

a) Interpretación Auténtica o Legislativa 


Es la que realiza el propio legislador mediante una nueva ley, qua aclara, corrige,
explica o fija el concepto o alcance legal que corresponde al texto de  otra ley,
sea que lo haga en un acto legislativo posterior o dentro del mismo texto de la
ley sancionada (llamado contextual).
La ley posterior generalmente lleva el título de complementarias o de reformas y
cuando corrigen un error legislativo contenido en la ley anterior se llaman “ley de
fe de erratas”.

La característica principal de esta clase de interpretación es que


resulta obligatoria para el intérprete porque su texto emana de una
ley. Respecto a su naturalezacoinciden Grispigni y Jiménez de Asúa
que cuando la ley posterior o contextual, aclara, fija límites, alcance
o corrige son meras normas interpretativas, mientras que cuando
reforma con posterioridad es ley modificatoria y en este aspecto,
señala correctamente Núñez, que mientras la interpretativa es
absolutamente obligatoria, la modificatoria no, ya que puede
resultar ley más benigna o más rigurosa y en tal caso se impone el
Art. 2 del C.P. (debe aplicarse la ley más benigna para el reo). 

b) Interpretación Doctrinaria 
Es la que está a cargo de los autores o estudiosos o juristas. Si bien esta labor
no es obligatoria para el juez, resulta de la mayor importancia para la correcta
intelección de la ley en sí misma o sea en su formulación abstracta. Ayuda y
orienta en gran medida la interpretación judicial y tuvo gran auge a partir de la
aparición de los códigos según la mayoría de la doctrina. A nuestro entender sin
embargo, fue de la mayor riqueza antes de la etapa codificadora, no solo
interpretando la aplicación de las leyes a cada caso concreto sino generando
criterios y principios que luego adoptó la política criminal o la legislación de cada
país[8]. Pero además es de singular importancia el estudio e interpretación del
derecho comparado; o sea de una misma rama jurídica (como el derecho penal)
según el tratamiento que le dan las legislaciones de distintos países y que
enriquecen la comprensión más profunda de las propias normas o derecho
positivo vigente en un país determinado.

c) Interpretación Judicial 
Es la que realiza el juez al resolver cada caso concreto sometido a su
conocimiento y decisión. La interpretación uniforme y soluciones similares frente
a casos jurídicos idénticos, constituye lo que se llama jurisprudencia, que puede
resultar de la labor de los distintos tribunales o de una instancia superior
obligatoria. En la mayoría de las ramas del derecho los acuerdos plenarios
(decisiones que se adoptan por mayoría o unanimidad en los tribunales de
alzada o superiores para unificar criterios respecto a cuestiones determinadas y
debatidas) deben aplicarse frente a casos idénticos, por parte de los jueces
inferiores. En materia penal esto resulta inconstitucional. Las decisiones,
acuerdos plenarios o fallos de tribunales superiores, sólo obligan a los jueces
inferiores cuando interpretan disposiciones de carácter constitucional o
tratados internacionales. Pero, en la aplicación de la ley penal al caso concreto,
los jueces tienen libertad para interpretar, decidir y aplicar la ley conforme a las
características de cada caso en particular.
Esta posición no es unánime ya que se argumenta en su contra que
de ese modo se produce un inútil desgaste jurisdiccional, ya que la
decisión del juez una vez recurrida a instancias superiores terminará
sometida al criterio del Superior (Cámaras de Casación, Tribunales
Superiores, Cortes, etc.)[9]. En cambio, no se discute la validez de
estos acuerdos plenarios o decisión de los máximos tribunales en la
mayoría de las cuestiones de interpretación procesal sometidas a su
decisión y cuando sus fallos (por apelación, casación o queja)
obligan necesariamente al tribunal “a quo” del que procede la
causa. 

Los límites de la interpretación judicial quedan entonces fijados por el ámbito del
caso concreto (Cfr.: Terán Lomas, Núñez, Maggiore, etc.). En su labor -bueno es
destacar junto a Mezger y Jiménez de Asúa entre otros-, que el Juez partiendo de
una premisa mayor (la ley), debe subsumirla en ella del modo más perfecto la
premisa menor que es variable y diversa en cada caso (el caso concreto) y al que
según su leal saber y entender, sus conocimientos, racionalidad, su lógica y
experiencia resolverá al dictar la sentencia (resultante). La labor del juez
entonces, no solo se limita a la interpretación de la ley aplicable sino que además
debe interpretar los hechos, circunstancias, caracteres personales y demás
extremos traídos a su conocimiento y decisión
Lección 25 de 27

Métodos de Interpretación

Respecto a este tema, la mayoría de los autores hablan de clases o


tipos de interpretación; pero le asiste razón a Maggiore[10], quien
sostiene que la interpretación es una y tiende a un único fin que es el
de desentrañar el sentido de la ley para su aplicación al caso concreto,
valiéndose de un procedimiento lógico consistente en la inducción y
deducción. 

Lo que existe son diferentes medios para mejor interpretar la ley y que en el caso
del maestro italiano se clasifican del siguiente modo:

1 Por las fuentes en las que incluye a la doctrinal, judicial y legislativa.

2 Por los medios a la que divide en gramatical: se atiene al significado


léxico, gráfico y gramatical de las palabras, y a la lógica que atiende a
la ratio legis (por el motivo lógico).

3 Por los resultados en los que comprende la de carácter restrictivo o


extensivo: cuando el lenguaje de la ley peca por exceso o por defecto,
la interpretación restablece el equilibrio colocándola en su justo lugar.

4 Por el fin, efectúa una disquisición respecto al significado de ratio


legis (que trata de descubrir la razón o mente de la ley), la occasio
legis (que es el motivo histórico que dio ocasión a la ley) y por último
la mens legis (que es el alma de la ley, la razón de la norma objetivada
en ella).

Jescheck[11], por su lado distingue cuatro clases o métodos


tradicionales, que son: 
1 El Gramatical  (busca el significado de la ley conforme a su sentido
lingüístico atendiendo a la terminología jurídica que tiene significado
propio).

2 El Sistemático  (que viene a complementar el anterior, ya que le da


sentido a la ley conforme a la posición que ocupa en el conjunto del
sistema de preceptos en que se encuentra. Junto con el anterior
otorgan precisión jurídica a la redacción literal y ordenamiento
sistemático del precepto que se desea interpretar).

3   El Histórico  (esta forma de interpretación ayuda a determinar el


sentido legal en el contexto histórico en que la ley se enmarca, pero a
la vez, la particular historia de su génesis, sean proyectos,
fundamentos, acta de comisión parlamentaria, etc. Suele conducir a
entender qué se pretendía con la ley por lo que se complementa con el
teleológico).

4 El Teleológico (se esfuerza en descubrir los fines e ideas valorativas


de la ley para desde allí, captar el significado que encierra el precepto.
En este método resulta importante determinar el bien jurídico cuya
protección pretendió el legislador, además de los valores éticos
sociales de la acción que contribuyeron a la creación del precepto
penal y la Constitución a la que deben ajustarse los criterios
interpretativos.

Para este autor, el método teleológico se halla en la cumbre del


proceso exegético, porque es el único que se orienta a revelar la
finalidad y los criterios valorativos de los que se deducen de un
modo vinculante, el sentido legal normativo. 

Respecto a la discusión entre atender a la voluntad del legislador (teoría


subjetiva) o a la voluntad de la ley (teoría objetiva), Jescheck no descarta de
plano a la primera, sino que alienta una especie de síntesis entre ambas,
otorgándole a la voluntad del legislador histórica, aunque sea un contenido
indiciario porque como bien sostiene el maestro alemán puede haber lagunas en
el texto de la ley que obligan a recurrir necesariamente a la voluntad histórica que
se tuvo en cuenta cuando se la creó. No son pocos los casos en que el intérprete
en su afán de desentrañar la ley cree investigar, cuando en realidad lo que está
haciendo es inventar.

Ya en el orden nacional coinciden Terán Lomas, Lascano (h) y Creus en una


clasificación tradicional en nuestros textos de estudio:

a) Método Exegético o Gramatical:



Busca desentrañar la real voluntad de la ley a través de sus palabras, atendiendo
al significado idiomático que encierra una determinada fórmula legal.   Núñez
critica la insuficiencia de esta modalidad, entendiendo que desconoce la
verdadera naturaleza objetiva de la ley y porque trasunta de alguna forma la
voluntad del legislador[12] posición a la que deben oponerse serias objeciones y
diferenciar tal como lo hacen Creus, Terán Lomas, el propio Mezger, Jescheck y
Maggiore cuando afirman que una vez sancionada, la ley tiene voluntad propia y
se independiza de la voluntad, de la intención y la ideología de su creador. Nada
más peligroso en derecho penal, que apoyar argumentos interpretativos o la
solución de casos concretos en la voluntad del legislador. No por desconfianza al
sistema legislativo, sino por los cambios de opinión producidos en el tiempo.  Sin
embargo, es destacable el trabajo de Gustavo Arocena sobre el particular, quien a
pesar de no desconocer el valor de los demás métodos de interpretación, resalta
la importancia del gramatical, por los desafíos que enfrenta el lenguaje jurídico
penal en nuestros días, para satisfacer las exigencias de la legalidad (y nos
atrevemos a agregar, la garantía de tipicidad).   Pero, además, agrega que si
concebimos que las normas jurídico-penales procuran motivar a los ciudadanos
para que se comporten de una manera determinada, lo hacen a través de una
concreta formulación lingüística, con lo que el alcance de la regla legal (del
imperativo que ella contiene), debe partir de la interpretación de las palabras de la
ley[13].

b) Método Histórico:

Contribuye a la interpretación de la ley revelando los hechos y valoraciones que
motivaron su creación, los fines de política criminal que se pretendían alcanzar
con ellas y en caso de existir, la evolución que sufrió a lo largo del tiempo en sus
diversas formulaciones (proyectos, discusiones parlamentarias, antecedentes
nacionales o extranjeros). Este método revela en gran medida la voluntad del
legislador como lo sostiene Núñez.

c) Método Teleológico:

Esta forma o modalidad interpretativa, está dirigido a esclarecer la ratio legis, o lo
que se llama el telos (esto es el fin que persigue o se propone la ley en el
momento actual). Es lo que la ley tiene en mira como valioso en el respectivo
precepto (según Núñez y Jescheck).
d) Método sistemático:

Aquí sí le damos la razón a Núñez respecto a que ninguno de los anteriores puede
agotar la actividad interpretativa en los casos dudosos y en la investigación que
trata de establecer la voluntad objetivada de la ley. El presente, considera al
derecho vigente como una totalidad que se basta a sí mismo (integrada). Busca el
significado de la ley considerando la jerarquía y vinculación recíproca que tiene
con todo el ordenamiento jurídico y sus instituciones. Por este procedimiento
lógico adquiere particular relevancia el valor idiomático de los términos
empleados por la ley en sus fórmulas legales.

Aquí el maestro cordobés destaca cinco argumentos de los que debe


valerse el intérprete: 

1 Argumentum a simile (lo que es aplicable a un principio o concepto, lo


es a otro semejante);

2 Argumentum a contrario (la inexistencia de determinados


presupuestos implica la inexistencia de determinada consecuencia);

3 Argumentum a maiores ad minus (lo que es válido para un concepto


general, vale para los casos especiales subordinados a aquel. Para
Maggiore, con más sencillez significa quien está obligado o autorizado
a lo más, está obligado o autorizado a lo menos. Viceversa ad minoris
ad maius implica que a quien se le prohíbe lo menos, también se le
prohíbe lo más y lo que se requiere para lo menos, se requiere para lo
más);

4 Argumentum a fortiori (un principio válido para lo menos grave, lo es


para lo más grave. Para Maggiore estos medios son idóneos para la
interpretación extensiva porque el sentido de la ley se extiende de un
caso expreso a uno no expreso porque la razón de la ley se manifiesta
con mayor energía);

5 Argumentum ad absurdum (la hipótesis incorrecta conduce a


reafirmar por vía del absurdo la aplicación de la que es correcta y
corresponde al caso).

Límites y Alcance de la Interpretación de


la Ley 

Advierte bien Terán Lomas en consonancia con Jiménez de Asúa y Soler, que la
interpretación puede tener tres resultados posibles (también lo advertía
Maggiore). Estos son:

A B C
La declarativa que es aquella en la que el Juez o el Intérprete precisan el alcance y
sentido de la ley que contiene fallas o vaguedades en el lenguaje. En tal caso la
interpretación declarativa implica una exacta correspondencia entre la letra y el
espíritu de la ley sin extenderse ni restringirse su alcance.

A B C

La interpretación extensiva, sin renunciar al marco de la ley, extiende el sentido de


la misma al máximo de sus posibilidades, no debatiéndose cuando es en favor del
imputado, pero se presentan problemas cuando son en contra del mismo -“in
malam partem”-)[14].
A riesgo de ser reiterativos, remarcamos que existiendo esta clase de
interpretación,  suele confundirse (como se ve en muchos fallos) la interpretación
extensiva “in malam partem” con la analogía -que son cosas bien distintas-, porque
como ya indicamos, en esta última se sale de los supuestos contemplados por la
ley o se aplica una ley no prevista, mientras en aquélla nunca se abandona el
marco legal propio, de modo que para nada contradice las garantías
constitucionales[15]. 
Tampoco se le debe oponer (porque no es antitética) el principio "in dubio pro reo",
ya que este impone aplicar el criterio más favorable al reo cuando se tienen
dudas sobre los hechos y su perfecta adecuación al derecho.
En la interpretación de la ley no juega este principio, porque el Juez no puede
dudar al respecto del contenido de la ley. En cambio parcialmente y en muy
determinados casos la propia ley penal puede poner límites a las normas
represivas, con normas específicas como aquellas de carácter procesal que
establecen que toda disposición legal que coarte la libertad personal, limite el
ejercicio de un derecho o establezca sanciones procesales deberá ser
interpretada restrictivamente. Arocena cita a Gimbernat Ordeig, quien  advierte: "El
sentido de las palabras empleadas por el legislador tienen una decisiva función y
la letra de la ley no debe ser sobrepasada nunca, cuando está en juego la
imposición de una pena: nullum crimen sine lege"[16].

A B C

La interpretación restrictiva. Según Núñez la interpretación no debe extender las


secuelas represivas del delito más allá del límite del hecho punible en particular y
de su pena respectiva.
Lo que se puede extender es el telos o el alcance de la protección que se pretende
en un sistema legal, dándole de tal forma a la fórmula, un mayor alcance
conforme a su texto. En general la doctrina y la jurisprudencia son pacíficas en
cuanto a  la aplicación restrictiva de la ley penal  en virtud del principio de
intervención mínima y de la aplicación de la ley más favorable al reo, pero no es
necesariamente siempre una posición correcta (en el ejemplo del Art. 163, inc. 6º
que dimos anteriormente,  nuestra interpretación  restrictiva, sostiene que las
bicicletas no están incluidas en el término “vehículos”, que solo alcanza a los que
se pueden propulsar mediante motor).
Una cuestión bien distinta a las tres que hemos tratado es la llamada
interpretación progresiva que implica actualizar el sentido de la ley, cuya literalidad
se debe adaptar a las transformaciones en el tiempo que se producen en la
sociedad[17].

Intelección y Subsunción
Al inicio del desarrollo de este tema, hemos referido a los conceptos de
subsunción e intelección. Nos extenderemos brevemente respecto al tema de la
subsunciónestableciendo conforme al pensamiento de Bacigalupo que es esta la
relación entre un hecho y un tipo penal que permite afirmar la tipicidad de dicho
hecho, lo que dicho de otra forma implica que un hecho se subsume bajo un
hecho penal cuando reúne todos los elementos que este contiene, operación que
se verifica comprobando si cada uno de esos elementos descriptos por la ley
concuerdan con el factum bajo juzgamiento.

Los elementos a verificar son los de carácter objetivo, subjetivo, esencialmente


el verbo núcleo y los caracteres que debe revestir el autor en su caso. En los
delitos culposos no basta comprobar la existencia de alguna de las formas de
culpa sino además la producción del resultado merecedor de punibilidad y el
nexo causal objetivo y subjetivo existente entre la conducta y aquel resultado.
Lección 26 de 27

Referencias

[1] C.S.J.N. - Fallos: 311:2571 - C. N. Cas. Pen., Sala I,   D. J. 2000-2-28:


Fuente: Edgardo Donna y otros. "Código Penal y su Interpretación en la
Jurisprudencia" - Ed. Rubinzal Culzoni. 2003.

[2] Cfr.: Núñez y Soler ‑ Tratados, T. I.

[3] Maggiore. op. cit. - T.1, pág. 236.


[4]  El maestro se adelantaba un siglo en la necesidad de tribunales
supranacionales para juzgar delitos universales, en busca de una justicia
también universal. Tratado, pág 326.

[5] Cfr.: Zaffaroni, Manual – pág. 184.

[6] Pero según la ley 25320/00, se puede seguir investigando la causa hasta


donde se pueda proseguir e inclusive procesar a los funcionarios o
legislador (luego de indagarlo). Para juzgarlo, se requerirá quitarle los fueros.

[7] Enrique Bacigalupo “Lineamientos de la teoría del delito”. Ed. Hammurabi,


3ª  edición; p. 26 y ss – Bs. As. 2007.

[8]  Véase la labor invalorable de Ulpiano, Gayo, Papiniano y otros grandes


juristas de la antigüedad que influyeron en el Digesto de Justiniano. Más
cerca y en nuestra realidad son invalorables las citas y referencias que Vélez
Sarsfield realiza en las notas al C.C. de Ihering, Savigny, Troplong, Durantón,
Cheveaux y otros grandes juristas de la época.

[9] Uno de los  casos puntuales fue el llamado “Tarifeño” en el que la C.S.J.N.
estableció que si el fiscal de juicio no acusaba, la Cámara del Crimen no
podía condenar. Esta absurda jurisprudencia que se mantuvo por diez años
en nuestro país y afortunadamente no fue respetada, terminó siendo
modificada por la propia Corte Suprema en fallos recientes “Marcilese”. Es
que los criterios de los máximos tribunales suelen ser tan cambiantes como
sus propias conformaciones, de modo que el valor de la jurisprudencia es
relativo y el de los acuerdos plenarios también. En 204 y con   un nueva
constitución (desde la “purga Kirchner” y el ingreso de Zaffaroni, nuevamente
se retornó al criterio de que si el Fiscal no acusa, el tribunal no puede
condenar. A su vez, el S. T. J. de Córdoba, viene resistiendo esta
interpretación irracional desde la época de “Tarifeño”.

[10] Op. Cit., T. I - pág. 167/175.

[11] Op. Cit., página 137.

[12] Manual, pág. 75.

[13] Ver el muy buen trabajo de Arocena: "Interpretación Gramatical de la Ley


Penal", Advocatus. Córdoba, 2003.
[14] Un ejemplo concreto, ocurre en el Art. 163, inciso 6º del C.P., que castiga
más severamente, el hurto de “vehículos” dejados en la vía pública. La
interpretación mayoritaria en la jurisprudencia argentina actual, es que
“vehículos” incluye todo tipo de rodados inclusive las bicicletas y hasta
vehículos de tracción a sangre. La “in bonam partem” considera que solo
alcanza automóviles, camiones, camionetas, y hasta motocicletas, o sea
todos los que son impulsados a motor. Si nos atenemos a la pena -1 a 6
años de prisión-, pareciera una enormidad que el hurto de una bicicleta
merezca tal sanción. Pero esta interpretación no es necesariamente
inconstitucional.

[15] Sin embargo el Proyecto de reforma procesal penal de la Nación, prevé


en su Artículo 14:  Regla de interpretación. “Las disposiciones legales que
coarten la libertad personal o limiten un derecho deberán interpretarse
restrictivamente. Se prohíbe la interpretación extensiva y la analogía de
dichas normas”. Este un caso concreto o puntual, de errónea confusión entre
dos institutos penales diversos.

[16] G Arocena. Op. Cit. Pág. 37.

[17] El delito de exhibiciones obscenas: ¿Qué se entiende 80 años después


de sancionado el C. P. por “obsceno”?
Lección 27 de 27

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