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Todo lo que pensaba me hacía sentir mal. Vine a beber con la idea de olvidarlo todo y no sirvió.

El
año pasado murió mi madre, le dió un infarto cuando intentaba alcanzar la caja de galletas que
estaba sobre el refrigerador. Debía cuidarla, pero estaba fuera, bebiendo.
Ayer murió mi padre, trabajaba como taxista para mantenernos y, de paso, pagat mis borracheras.
Siguió ruleteando hasta tarde para poder pagar la renta y lo asaltaron, al parecer se negó, pues le
dieron un tiro en la cabeza. Tal vez si yo trabajara para ayudarle con los gastos no se habría tenido
que quedar hasta tarde.
Mis padres eran muy religiosos, eran muy buenas personas, tal vez ahora esten en el cielo.
Me levante de la barra y me dirigí a la salida, tenía que ir por mi hermana, la había dejado con la
abuela y ahora debía hacerme responsable de ella.
Choqué con un hombre y le pedí disculpas. Al igual que yo, estaba ebrio, pero también enojado.
Me agarró del hombro y me giro hacia él. Antes de que pudiera hacer nada comenzó a golpearme.
Estaba tan ebrio que no sentía nada, ni siquiera me di cuenta en qué momento comenzó a
apuñalarme.
Ahora estoy tirado, con el vientre ensangrentado. Pienso en mi hermana y que tal vez le vaya
mejor viviendo con la abuela. Pienso en mis padres, si el cielo de verdad existe tal vez los vea y
pueda pedirles perdón. Cuando mi visión se tornaba negra y mis labios formaban una sonrisa,
escuche un voz gutural que me hacía una pregunta. Se me borró la sonrisa.
-¿Estás seguro de que irás al cielo?

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