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ABASTECER, RACIONAR...

y PASAR
HAMBRE. FRANQUISMO Y CONTROL
SOCIAL EN LA POSGUERRA
Alejandro P ÉREZ-ÜLIVARES
Sciences Po Lyon

«El hambre es el primero de los conocimientos: tener


hambre es la cosa primera que se aprende».
Miguel H ERNANDEZ «El hambre».

Fue el hambre, y no otra cosa, lo primero que vieron las uni-


dades militares que ocuparon Madrid el 28 de marzo de 1939.
Junto a la curiosidad de los niños, que revoloteaban alrededor de
los soldados en busca de algo de chocolate, quizás un cigarrillo,
junto a la alegría, la resignación y el disimulo de las personas
más mayores, el hambre se hizo presente momentos antes de que
la gutrra terminase de manera oficial. Traspasó, incluso, a las
imágenes que rodaron los servicios de propaganda para inmor-
talizar la ocupación, quizá para equipararla a la «liberación» que
pensaban traían consigo. Madrid, al final, liberada del hambre,
liberada de buscar «en las basuras sin descanso, para encontrar
algún residuo que comer», al menos durante las horas en que
los camiones del Auxilio Social circularon por las calles de la
ciudad cumpliendo «la promesa del Caudillo de devolverles
el hogar, el pan y el trabajo para todos». La voz del narrador
apenas añadía algo más que consignas oficiales a unas escenas
de por sí suficientemente expresivas. En la céntrica ~uer~a d~l
Sol, la gente arremolinada entre los camiones, solo deJaba intuir
su silueta. De fondo, una variación del pasodoble «Suspiros de

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174
AleJand
ro P·
E spana» conf un d.1en
~ , d ose con una march ..
erez-o¡-1
vares
los nuevos tiempos • 1
ª rnihtar. El .
Ochenta años después de aquellas . , signo de
toriográfica entre el hambre y la dictadimagfenes, la relac· .
.
d efi n1rse f ura ran . ion h.
como ructífera. En los últim _ quista solo 1s-
. .
1as con d 1e1ones d b . os anos p Pued
e su s1stencia de una gr ' reguntar e
~ 1 . d an Parte d 1 se Po
es pano a a part1r e 193 9 ha llevado a analiz l e a Pob1 ., r
. . ., . 1 . ar os cuad ªCJon
m1mstrac10n, su art1cu ación jurídica y su de . ros de la Ad
1
1.am b"1en,
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es e m1ra as mzcro la historiogr f'
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tanto por 1as actltu es cotidianas de la gent . Preguntad·
.. d , . e corr1ent o
e1 perfil punitivo e1 reg1men con relación al h b e cotno Por
r d·r am re3 y
en1oques tan 11erentes como la historia econ , . · desde
, . d d om1ca o la h.
po11t1ca, pasan o ca a vez por mayores híbrida • istoria
. . u1 1 1
1a h istona soc10_c tura , a preocupación fundamental h v~s, de
. c1ones a tra
en torno a las diversas causas por las que el hambr ª g~~ado
. f f d
sus consecuencias ueron un amen tales en 1a estabili . , n Y e, su gest10
dictadura durante los años cuarenta. zacton de la
Aun así, todavía es posible volver la vista al hambre d
. f . . l urante e]
pnmer ranqmsmo para exp1icar a construcción del régime d
de nuevas preocupaciones. . A 11 . n es-
e o contnbuye el diálogo con otr
latitudes, en las que regímenes autoritarios y totalitarios de divers~
tipo también tuvieron una relación específica con la escasez. En
este sentido, uno de los debates más interesantes se ha planteado
acerca de la intencionalidad política que subyace a toda gestión de
los recursos, con la hambruna generalizada entre los campesinos
ucranianos durante el Holodomor (1932-1933) como ejemplo te-
rrible4. Una gestión de la escasez que se generalizó a lo largo del
continente europeo durante la Segunda Guerra Mundial, cuando
los diferentes regímenes de ocupación se enfrentaron a 1a extensión
del hambre en las poblaciones bajo su control5. Intereses que no

1 «La liberación de Madrid» edición extraordinaria del Noticiario Españ 1, Dei; °


' · 'bl https·11\V\\I\ •
partamento Nacional de Cinematografía, min. 1:46-13 :50. D1spom e _en bre d~ 2019).
youtube.com/watch?v=w6o5Sdeh_3E&t=444s (consultado el 15 de sepuem
2
Miguel Ángel DEL ARCO BLANCO (2005 y 2007). M' uel Angel
3
Óscar RoDRfGUEZ BARREIRA (2008 y 2010), Miguel GóMEZ ÜLIVER Y tg
DEL ARCO BLANCO (2005) y Gloria RoMAN Rurz (2015).
4
Stephen WHEATCROFT (2004) y Nicolas WERTH (2014).
5
Ludivine BONNET (2005) y Sophie DE ScHAEPDRIJVER (2012).

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·onar... y pasar hambre. Franquismo y control social
,Abastecer, raet ··· 175

an expresado a través de enfoques «desde arri'b .


50 }o se h d 'd ., a», sino
mbién han toma o en consi eracion la capacidad de .
que ta . d' 'd l . agencia
demostrada por m 1v1 uos y gr~pos para e udir al mismo tiempo
la escasez como el control impuesto por las autoridades A ,
tan to h .d .fi d 1 . si,
,a1gu nos estudios ya lan i. entl lca . o e especial impacto del ham _
bre sobre algunos co ectlvos y a i?1portancia de tener en cuenta
algunos espacios al margen del racionamiento y el abastecimiento
oficiales 6.
El presente capítulo tiene por objetivo analizar el funciona-
miento del sistema de abastecimiento franquista, las consecuencias
de adoptar el racionamiento y la persistente realidad del hambre
en la posguerra. Un triángulo ubicado, como estudio de caso en el
contexto de la ocupación de Madrid al final de la guerra ci~il y la
apuesta por un modelo económico autárquico. Para ello, pretendo
evaluar cómo, a través del control de la distribución y el consumo
de los productos más básicos, la dictadura afirmó su perfil punitivo
al tiempo que consolidó su legitimidad. Es decir, profundizó en la
construcción de un régimen que tuvo en la gestión del hambre uno
de sus grandes retos. Las siguientes páginas están encaminadas a
mostrar cómo las autoridades identificaron con el delito determi-
nados comportamientos que pretendían escapar del hambre. Fue
tan solo el primer paso de una amplia política de control por parte
de la dictadura, entendiendo por control la erradicación de com-
portamientos perseguidos por el poder, pero también la forma en
que los comportamientos normativos son modelados y asegurados.
La posguerra de Madrid es el contexto elegido para identificar
algunos dispositivos de control claves, como el bando de guerra,
las declaraciones juradas o el aval de la comunidad más cercana,
y comprobar su utilización en el Nuevo Estado franquista c~n re-
lación al hambre 7 Situar esta realidad en el marco de una cmdad
ocupada me per~itirá preguntarme, junto con Eric Carlton, ~i las
·
ocupaciones son momentos propicios a 1a 1mpos1cwn · · , 1·deo_ ~gica
. y r
de qué formas se llevan a cabo, qué importancia tiene el eJercito Y
8
cómo se relaciona con los elementos civiles ,

6
IngridJ. J. DE Z wARTE (2016) y Christophe CAPUANO (20l?).
7
Giorgio A GAMBEN (2007).
8
Eric CARLTON (1992).

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, --
Alejandro p ,
erez-O¿-
176 1vares

. . i· las intenciones de las autoridades de la d'


Para ca116ta tctadu
, ' cum Iieron (o no) sus deseos y proyectos considero tan , ~a y
com~ se p úblicos como los informes internos de la Adrn. ~bles
sus discursos P ,. l d tntstra
., p uesto analizare as estructuras crea as para ge . ·
cton or sup ' . J j C . Sttonar
.' . 1.0,,n y el consumo, en part1cu ar a om1sarfa Gener 1d
la distri6 uc 1 . . a e
. . tos y Transportes y e rac1onam1ento a partir de cartill
Abastec1m1en . d d 1. as,
y me deten dr é en algunos e1emplos
,, . e su esp
. ,, l 1egue en la prácr·tea.
. . recuperaré las cr1t1cas que suscito a puesta en marchad
As1m1smo, b d ,, . e
las leyes relacionadas con el ham re e posguerra, c:1t1cas vertidas
tanto desde dentro del régimen como desd~ la propia c~lle. Solo a
partir de esta pluralidad de fu~?tes se pod:a valorar al m1s~,º tiern.
l persecución y la regulac1on, el conflicto y la aprobac1on, que
p:o;pañaron al hambre por las calles de Madrid 9. Las mismas que la
:añana del 28 de marzo estaban repletas de gente ansiosa por olvidar
que conocían el hambre desde hacía demasiado tiempo.

Abastecimiento

Cuando Alberto Alcocer, alcalde de Madrid, tomó la palabra,


habían pasado ya algunas horas de la mañana del 30 de marzo de
1939. Desde la sede recuperada del Ayuntamiento, en la céntrica
plaza de la Villa, prometió

«un~ ~o!untad firme, un espíritu de trabajo inagotable, un esfuer-


zo tttamco, un esfuerzo sin límites desde este momento en que
e~pe~a~os nuestra función, aquí, en Madrid, para restablecer lo
mas ra~tdamente posible todos los servicios de la Ciudad, para re-
. , de horas 1os problemas que mas
solver s1 puede ser en cuest10n , me
preocupan que so 1 bl d
el P bl ' . ~ e pro ema el abastecimiento de la ciudad y
ro ema sanitario» 10_
. La gestión del abastecí .
hzar en unas hora Al miento de posguerra no se iba a norma-
s, Y cocer 10 sa b"ta b'ten, sobre todo porque ya

M 9 Dos tipos d
ELoss, (1992) e control, uno en «neg t'
10 A • a 1vo» y otr0 .. . . .
. rchiv0 de¡ v ·¡¡ en «pos1t1vo», s1gmendo a Dario
nana 30 d a t ad M
, e rnarzo de 1939 e adrid (AVM) A .
• ' etas 746, R. 860/ 86, Sesión extraord1-

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- -...-.,.-~· ··

donar. .. y pasar hambre. Franquismo y control social...


Abastecer, ra 177

ba parte de sus preocupaciones cuando presidía la comí •;


forma de Madrid desde la distancia, en Valladolid. Allí dos sesIOn
estora l . ld , ma-
~as antes de entrar en a cap1ta el Nuevo Estado, hizo memoria
cordó la fecha en que fue nombrado alcalde en octubre de
Y re cuando parecia ; 1nm1nente
· · 1a cai;da de 1a capital
· republicana.
1936
E to~ces, el abastecimiento ya estaba identificado como uno de los
~os fundamentales cuando la ocupación fuera efectiva. Según su
re . ; ; 'd 1
testimonio, orgamzo «rap1 amente» una co umna de abastecimiento
con la colaboración del teniente coronel Villalonga, jefe militar de
esa columna. Dos años y medio después, en marzo de 1939, Alco-
cer juzgaba bien planteada esta cuestión: Madrid contaba con una
«Columna de Abastecimiento especial» y el propio alcalde estaba
en contacto con el comisario general de Abastecimiento, Fernando
Moreno Calderón, quien le había prometido que «todas las facili-
dades le han de ser dadas» 11 •
El discurso de Alcacer, ya en el recién ocupado Madrid, era
altamente simbólico. En primer lugar, porque demostraba el grado
de preocupación que las autoridades tenían sobre el abastecimiento
de la capital del Nuevo Estado. Y, en segundo lugar, porque en esa
preocupación había participado de manera recurrente el ejército.
No era casual, pues, que Alcocer hablase después de Eugenio Es-
pinosa de los Monteros, presidente del Ayuntamiento y gobernador
militar y civil de Madrid como jefe del Primer Cuerpo de Ejército.
Su bando, publicado en la prensa el mismo día del discurso de
Alcocer, llevaba presente dos noches en las esquinas de las calles
de la ciudad, y asimilaba «la perturbación, por cualquier medio,
del abastecimiento general de la población» al delito de rebelión
militar 12 • El ejército fue capital en la gestión del abastecimiento de
Madrid a partir de marzo de 193 9, pero no solo por ser el encar-
gado de perseguir cualquier posible desestabilización del mismo,
sino por su preeminencia frente a las autoridades civiles. En efecto,
fue la Columna de Orden y Policía de Ocupación, responsabl_e _de
llevar a término la ocupación de la ciudad, la encargada de servicios

basicos como el agua, la electricidad, el gas y e1ab astecimien
· · to ' este

AV 11 1 l'b ión de la Villa, Sesión


M, Actas 746 Sesiones celebradas antes de a 1 erac
extraord'lnana,
· 15 de marzo
' de 1939.
12
Bando de 29 de marzo de 1939, ABC, 30 de marzo de 1939·

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17H llll'/andro />~
r1:✓,.( J/¡,
. ~~
{,/timo bajo c.:/ mando Je.:/ tc:nic.:ntc.: .corone:! .Juan c.k Víll,
1
mc:ncíonado por c:I alcalde_ c;n s,u discurso. El ab,H;Lc:cím~.<mga, Ya
l 'lnlO no era sino un eslabon mas Jt: la cadc.:na por la ic:nto, Por
' ' . . • J 1 1J que: la ,·
quedaba mdllal'JZél. : • , CllJdau
'J'rns /a ocupac.:1on'. fo Columna asc.:guró e;J Jornínío <l
d ',1d ',1 tnivés dc:I espacio urbano y JcnLro de un c.:~,,u . e la cíu.
-~ -i c.:ma u.
público, con el bando de guerra como principal gara <=, 0 _rdc:n

IJrotección quedó encuadrado cJ abastecimiento ' la p rimcra


~te. baJo su
de control que dcsarro 11 aron 1as autoridades. El prín ,· , I 10 rrna
. , . f ue la eJa b orac1on
dmiento d el eJercJto . , d e un censoctpa ..rcq lle:.
de fo población, que pudo acceder a los recursos a t pr~v•s•onaJ
· . . ravcs <le
ríos centros de a b astec1m1ento, uno por distrito y m d' va.
14
cartilla • Las autoridades también confiaban en' Ja
. A , ,
entre organismos. s1 es como e e interpretarse la rn tnac1on
d b . or
tda~tc ~?ª
.,
ci
Alcacer a la Comisaría General de Abastecimientos y Trenci.on de
ansportes
(CGAT), a cargo d e1 genera1Moreno Calderón desde po
·
d e termmar 1 fl · 15 c co antes
e cond1cto d., ofmo ya apuntaron algunos autores
la C~AT, aunqu~ epen 1a o~malmente del Ministerio de In~
dustria y Comercio, estuvo regida por personal militar dura
más de dos décadas, desde su fundación en 1938 hasta el final~:
la autarquía en 1959, lo que vinculó al ejército con la dirección
económica del país 16•
A pesar de la preparación y la coordinación, las necesidades de
la población desbordaron el sistema previsto por las autoridades,
incapaz de reaccionar a corto plazo. El l O de mayo de 1940, más de
un año después del final de la guerra, la CGAT envió una circular
dirigida a los jefes de los servicios provinciales de abastecimiento
para regular la distribución de un bien tan básico como el pan. En
los pueblos debía organizarse una junta integrada por el alcalde, el
cura párroco y el jefe local de Falange, mientras que en las gra~des
ciudades la escala elegida era el distrito. El objetivo era «esumar
los vecinos a quienes, en virtud de la índole de su trabajo Yrec.~r-
sos con que cuenten, se les debe considerar con derecho ª racion

13
Archivo General Militar de Ávila (AGMAV), 2552, 45.
14
ABC, 1 de abril de 193 9. 1442,
11
Boletín Oficial del Estado (BOE)1 núm. 71 12 de marzo de 1939, ~-(1981).
16
Miguel Ángel DEL ARCO BLANco (2005) y Francisco ALBURQUERQU

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. y pasar hambre. Franquismo y control social... 179
,ac1011ar. ..
¡,bastecer,
. ia de pan». Lo llamativo de la iniciativa, más allá de
dmar
extr b tecimiento empeza b a a d'b
aor .
1 uJarse b aJo. criterios de afi-
e e1a as d d 1 . ., d 1
q~ d recompensa», a a a compos1c10n e as juntas, era la
O
n1da d «estructurar el serv1c10
· · de abaJo· arn'ba: era desde lo local
llama a a . . d l
d donde debía ponerse «en conoc1m1ento e a Delegación
des ~ 1·aI de Abastecimientos y Transportes el total de raciones
dProvine
n a consumir en ca d a cm
. d a d o puebl o» 17 • La preocupación
fa:
d: autoridades era real. Tres días antes, el delegado nacional de
vincias, José María del Rey, pedía conocer «con toda precisión
p::actitud» los problemas del abastecimiento de pan. Para ello los
~esponsables provinciales debían elevar una memoria semanal que
expresara la periodicidad del reparto, tanto en la capital como en
los pueblos, su cal1.da d y cuantla
,, 1s.
Las autoridades eran conscientes del mal funcionamiento del
abastecimiento ya en el primer año de posguerra, del que se cul-
paba a Falange como instancia más visible de la dictadura 19• Pero
es importante insistir en el hecho de que la identificación de un
problema en uno de los aspectos del sistema autárquico nunca puso
en entredicho al sistema mismo. El Estado no solo controlaba el
abastecimiento, también intervenía la producción y el consumo. La
Jefatura de Abastecimientos, órganicamente dentro de la Comisaría
de Recursos de la CGAT, recibía cada semana listas de precios en
función de las provincias y la categoría del producto 20 • Junto al pan,
allí comparecían las frutas, las verduras, el aceite o la carne, todos
productos de primera necesidad y, podría decirse, también de pri-
mera escasez. Numerosos estudios, y desde perspectivas diferentes,
ya han puesto de manifiesto cómo para muchas familias la elección
se situaba entre los artículos más básicos de su alimentación y los
artículos del bando de guerra que penaban cualquier transgresión
del orden impuesto en 1939 21 •

17
• Archivo General de la Administración (AGA), Delegación Nacional de Provin-
Clas (DNP), 51/20510, 120. .
18
AGA, DNP, 5 1/20510, 114.
;: AGA, DNP, 51/ 20570, 101.
21 A(!,A, CGAT, 63/ 351. . RooRf-
M1guel GóMEZ ÜLIVER y Miguel Ángel DEL ARCO BLANCO (2005), Óscar ( )
2017
GUEZBARREIRA (2008)· Gloria ROMÁN Rmz (2015) y Alejandro PÉREZ-ÜLIVARES '
pp, 239-283. ' · '

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180 Alejandro p ,
erez.O¡¡
Est~ asimetría se ofi.,c iali:ó .en los espacios del ab . vares
st
a la Administ . ,ª ecirnie
Privilegiado, aquellos mas prox1mos • d rac1on d nt 0
disfrutaba d e pro d uctos muy al eJa os de la dieta 'd• Y onde
. ., . d . . coti tan L se
blacion era muy consciente e esta s1tuac1ón per l d' ª· a p
., f ' o a Ist o.
pecto a esos l ugares se me d la en unción de los cont ancia re
. . e
que se pu d 1eran reuntr. ontactos que a Vicente 't . . ersonales
actos p s.
de oficio, le ayudaron a vender 600 kilos de tocino oimi1'. carnicero
sar?inas en ~u p~~sto de~ mercado, procedentes ~;:~as lat~s de
de intendencia mihtar 22 • Vicente fue detenido por< m l deposito
"bl' < a versa . ,
recursos pu 1cos» en una trama de venta clandesti ~Ion de
dos puntos más, repartidos por la ciudad, y que aseen~~ que Incluía
1
tidad total de 15.500 kilos de carne y 10.000 latas de ªª
una can.
.
d es d e 1as pnmeras 1 1genc1as pen la sobre él un delito d b ·.,yª
d 'l' . d " conserva
militar, de acuerdo con el artículo cuarto del bando de g e re elion
. uerra pe
al final su condena fue impuesta por la Ley de 26 de oct b, ro
193 9, que castiga · ba con penas d e pns1on • . ., mayor y multas du1dre blde
0
al quíntuple del valor incautado. En caso de productos de ep . e
neces1'd a d , 1a mu1tapo d"ta mu l ttp · 1·1car por d.1ez el valor y la condrunera
. 1 . r b
ser a muerte s1 e acaparamiento se e1ectua a «con ánimo de pertur-
ena
bar el normal desarrollo de la economía nacional». Aunque hacía
referencia al Código Penal Civil, esta ley hacía de los tribunales
militares el «instrumento punitivo de referencia» 23 •
Esos instrumentos punitivos son los que utilizó la dictadura
para gobernar la posguerra, pero esta también puede ser recons-
truida a través de las fuentes internas del régimen, como los partes
mensuales dirigidos por las delegaciones provinciales del partido
único a la Delegación Nacional de Provincias. Los informes de la
delegación de Madrid muestran que el abastecimiento era má~ in~u-
ficiente en aquellos espacios con importantes problemas santt~no~
y una pobreza estructural. Dificultades que el régimen idenufi~o
como una oportunidad: en octubre de 1940, mientras se afirf~ ª
que se repartían 118.613 raciones diarias en los comedoresfde -~-
·1· . ,, 11
x110 Social, se reconoc1a que en e os se eJerc1a.~no 5
. , olo la unc10n
d de las
de asistencia física sino también una educac1on satura ª
'
. 106.583,
22 GHD) sumario
Archivo General e Histórico de la Defensa (A '
.
1egaJo 3.274. 75 61 77.
d 1939, PP· 61 .
23 Los entrecomillados en BOE, núm. 307, 26 de octubre e

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Abastecer, racionar... y pasar hambre. Franquismo y control socza• l...
181

·¿eas, espíritu y estilo


.
de nuestra Falange»24. No era
h . . raro, entonces
1
el régimen intentara acer coincidir una buena 1· ., '
que . . ., d l a imentacion
la interiorizacion e sus va ores. Así al asistenci·a1i· l
con . l ' smo se e
. , el encuadramiento en os entornos del abastecimi·ent ..
un10 o pnvi1e-
. ado. En los «campamentos volantes» del verano de 19 .
gl . A 'b 43 , mientras
se realizaban consignas ~
como« ~rn .a escuadras a vencer>>, «Reivm- •.
dicaciones de Espana» o «Espana libre», las centurias de M d .d
disfrutaron de más de 2.000 kilogramos de azúcar, 700 de choª ln
. . d co ate
y chorizo, 687 d e b onito ~ casi 400 e sardinas25.
Sin embargo, en ocasiones . esta continua asimetría también se
proyectaba sob re 1os propios centros de la Administración. En
enero de 1941 fue necesario recurrir a «socorros especiales» en
los albergues del Auxilio Social situados «en los barrios extremos
de Madrid», donde se repartieron 14.902 kilos de víveres y 1.450
botes de leche condensada 26. En esos barrios «extremos», donde
confluían la pobreza, el paro, una alta destrucción del parque de
viviendas y la mayor parte de los inmigrantes en la capital, el abas-
tecimiento era por fuerza incompleto: en los primeros cinco años
de posguerra, la población creció más allá del triple en Vallecas,
Carabanc,hel y Fuencarral, se multiplicó por seis en Chamartín y
Vicálvaro, y por siete en Canillas. La beneficencia franquista no
podía solventar la deficiencia estructural del abastecimiento. Es
más, se veía afectada también por ella. El análisis de una fuente
tan fragmentaria como las raciones repartidas cada mes en los
locales del Auxilio Social de la provincia de Madrid revela una
tendencia claramente descendente entre el otoño de 1940 y la pri-
mavera de 1941 y una gran inestabilidad entre el otoño de 1_943 Y
el comienzo de 1944 27 . Las propias autoridades eran conscientes
de ello: durante el mes de abril de ese año, la delegación provin-
cial de Madrid publicó una circular para que en todos los di st ritos
se recogiera el «ambiente popular con relación al estado a~tual
de 1as cosas, especialmente con el problema de abas t os>>28 · Cmco

:: AGA, DNP, 51/20535, 41.


26
AGA, DNP, 51/20617, 161.
27
AGA, DNP, 51/20535, 70. . Ale'andro (2015).
28
Sofía DIÉGUEZ PATAO (1991), p. 153, y PÉREZ-ÜLIVA~S, J
AGA, DNP, 51/20570, 89.

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Alejandro p ,
182 erez.o¡-zvares

_ d pués de terminar la guerra, la dictadura seguía t .


anos es l ll ern1end
perder el pulso de a ca e. o

Racionamiento

Los días sin cartilla duraron poco en el Madrid ocupado s·


semanas después de que el alcalde de Madrid declarase a~t iete
/ 1o d e prtmera
. 1
medios que «un arttcu necesi.d ad como es el p e os
. . d. 1 . an» se
ondría «a la libre venta inme iatamente», as autoridades de
P . d l . . creta-
ban de manera ofi cía1e1comienzo e racionamiento para «aseg
· ·
el normal abastecim~ento d e 1a po_61acion».
· / Sin · emb argo, antesurar
de
ser oficializado mediante dos cartillas a nombre de los cabezas de
familia, «una para carnes y o/t~a para_ los demá~ comestibles», el
racionamiento ya era una poltttca oficiosa. Rabia estado present
incluso en la prensa mediante eufemismos como la forma que adop~
tó la distribución «en la España anteriormente liberada», conocida
asimismo en el Madrid republicano desde noviembre de 193629.
Dentro del sistema autárquico franquista, el control de la
distribución era inseparable del control del consumo mediante el
racionamiento. Algunos meses después de aquella circular de la
CGAT regulando el abastecimiento de pan mediante juntas, el 19 de
noviembre de 1940, la Comisaría envió otra acerca de la confección
de las cartillas de racionamiento 30 • Se trataba de un documento ex-
tenso, de ocho páginas más un informe anexo, en el que el sistema
de racionamiento por cartillas se hacía depender de la declaración
jurada que el propio titular de la cartilla debía aportar a la junta
de abastecimiento. El racionamiento no solo iba a depender del
control de la distribución, para lo que los ayuntamientos .debían
imprimir un número de cartillas y declaraciones acorde al cen~o
de habitantes, sino que se iba a estructurar a partir del mismo dis-
positivo de control que estaba protagonizando.la definición de los
delitos y las responsabilidades «políticas» 31•

i1l dos en ABC,


29
Matilde VALERO y Javier VAZQUEZ (1978), p. 208. Los entrecoro ª
1 de abril de 1939, y BOE, núm. 137 17 de mayo de 1939, p. 2691. . . se indica
30
AGA, DNP, 51/20535 , 48, y <;Sin Numerar». Sigo esta refereocta 51 no
lo contrario.
31
Daniel ÜVIEDO SILVAy Alejandro PÉREZ-ÜLIVARES (2016).

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,,cionar. .. y pasar hambre. Franquismo y control social
Abastecer, r.. ... 183

La sospecha alim~ntó, desde entonces, el control del consumo


de la población m,ediante un proceso que ya conocían: los por-
teros de finca debian asegurarse ~e que sus vecinos rellenasen la
declaración jurada_sobre sus necesidades familiares O individuales.
Los alcaldes y tenientes de alcalde debían organizar las juntas en
los municipios (pueblos) o en los distritos (grandes ciudades) con
el apoyo de los jefes locales de FET-JONS o de la Central Nacio-
nal Sindicalista, presentes en el momento de clasificación de las
cartillas, cuando el titular debía aportar la suya propia junto con
su declaración jurada. Según la circular, el presidente debía decir
en voz alta el número de personas a cargo del titular de la cartilla
que se anotarían en lápiz rojo o azul en la declaración. El acto
de clasificación, público, representaba una forma de control que
comenzaba con el propio acto de rellenar la declaración jurada.
El propio anexo de la circular, titulado «Informe sobre el nuevo
proyecto de distribución del pan», lo dejaba claro: «La base de
la clasificación de las cartillas debe ser la declaración jurada del
titular, [. .. ] que ha de servir de comprobación en el acto de la
verdad de lo declarado».
La circular de la CGAT hacía referencia a una orden de Pre-
sidencia del Gobierno publicada el mismo día 32 • Año y medio
después de acabada la guerra, ya no se culpaba de las dificultades a
los «dirigentes rojos», sino a la «deficiente cosecha del año agrícola
actual» y a las «dificultades inherentes a la importación». El texto,
que hacía pública la organización propuesta por la Comisaría, avi-
saba de la obligación de «dictar medidas restrictivas, que han de
imponer un nuevo sacrificio», aunque las autoridades eran cons-
cientes de que ese sacrificio no podía publicitarse en contra d~ «las
personas más humildes, para las que .el pan no es solo un articulo
de primera necesidad sino básico para su vida». Aunque la parte
dispositiva de la ord¡n desarrollaba la circular de la CGAT para
«beneficiar, en lo posible» a la población que sufría más los eS t ra-
' · ento
gos del hambre, también puede interpretarse como un 10strum .
de contro. 1 Ya en el preambulo
, · b a a d enu nci· ar «cualquier
se anima
fal sed ad en las declaraciones jurad as que· por 1os interesados se

---
.
)2

SI no
B
• OE, núm. 324, 19 de noviembre de 1940, PP· 7964 ·
se Ind"tea 1o contrario.
7967 Sigo esta referencia
·

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184
lllcJandro p ,
. d . d 1 <:rez.Otiuare
formu 1en», sanc10na as a partir e a ley que c b 1

1 . 1b 1 rea a la p·
Tasas, ~ ordgantsm? q ue ve a . a pofir .a compra-venta del "Iscalía de
tos rac10na os segun 1os precios o cia1es, y que a . os Produ
operó de acuerdo con una lógica policial en coplªrtir de entonce.
' a6ora ·, es
Dirección General de Seguridad y los tribunales l cion con ¡
adelante, los artículos 13 y 14 ratificaban esta volmi Itares 33, Má:
dora: cua1quier . d ato falso en l a declaración jurada untad . controla.
delitos de ocultación y adquisición clandestina d:q~ivaldría alos
.
vez interpuesta cua1quier . post'bl e denuncia esta irígeneras Y, una
de 1a propia . d ec1aracion. , para prob ar documentalment
' a acornpañ d
ªa
sabilidad. e 1ª respon.
La insistencia en que la población permaneciera 1 ,
d 1 . . . d . en os rnar
g~~fs ~ JªYonamie~~o,drec~rnen o incluso a la amenaza y a 1;
vig1 ancia . e a comuni a l ~as ce~c~?ª, en los pueblos, los barrios
y 1as propias casas, revea 1 a 1mposic1on de una forma de ec ,
,, . l ,, l. l onorn1a
po11t1ca, a autarquia, y e importante pape que desempeñaba 1 .
cionamiento de productos dentro de ella. Pero, ¿es posible cal~:ª
el racionamiento como una política deliberada de control polític:;
A pesar de la afirmación que hace tiempo sostuvo Francisco Albur-
querque, no es posible documentar, al menos para Madrid, el fun-
cionamiento cotidiano de las mesas de clasificación que estableció la
Comisaría General de Abastecimientos y Transportes. Tampoco que
porteros y jefes de casa, claves en el reparto de los formularios de
declaración jurada, tuvieran una iniciativa denunciatoria o que sus
testimonios fueran determinantes en la asignación de recursos de
manera preventiva 34• Sí puede probarse, sin embargo, la progresiva
incorporación de dispositivos de control para asegurar el funciona-
miento del racionamiento dentro de los cauces establecidos Ycas-
tigar a quien no los siguiera. En este sentido, los jefes de ca~a, cte
y barrio es decir la estructura de control adaptada a las cmda es
y diseñada por ei' ejército a partir del ecuador de la guerra, fueron

. d ¡940,
33 ., . , , 277 30 de sepuembre e 05)
La creac1on de la F1scaha en BOE, num. , BLANCO (20 '
pp. 6851 -6854. Su funcionamiento en Miguel Ángel DEL _Adco PÉREz-OLJVAJlES
pp. 269-280, y su inclusión en una lógica policial en AleJan ro cGAf
(2017), pp. 251-267. d cumentacióndela 1957,
34
Francisco ALBURQUERQUE (1981). Gran parte de_ la l
fue destruida, por decreto, en plena dictadura. Por eJemp o, en
diciembre de

julio de 1959 o mayo de 1960.

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.: ··, ~ ..,,.'::
··-.-
-- .· ...

. •onar. .. y pasar hambre. Franquismo y control social...


A.bastecer, ,act 185

entales en el proyecto de creación de un «fichero indi id 1


fun dam·onamiento». Este proyecto, 11eva do a 1a práctica en el vot ua
~
de ract reten d"ia 1mp . Iantar una taqeta
. m . dividual como el ,, ono
·
de 1941 , P . I h f . l . unico
ento oficia para acer e ecttvo e racionamiento De n
docum . l . .. · uevo
fue necesario qued ols 1n~~11I?os,dcomo cabe:as de familia, cum-
plimentaran ~na ec arac1on Jura a, que debia contar con el visto
bueno de los Jefes de ca~a o, _en _s~ defecto, de calle y barrio35_
El proyecto de cartillas md1v1duales fue recogido sobre todo
en Madrid, donde el jef~ provinci~l, Luis García Nuche, defen-
dió un proyecto de ca,,rt!llas gratmtas llamado «Ayuda nacional-
sindicalista»36. Su propos1to estaba puesto por escrito ya en octubre
de 1940, es decir, que desde algunas instancias del partido único
se compartía la preocupación de la CGAT sobre el mal funciona-
miento del racionamiento. Sin embargo, el informe que García
Nuche pudo defender como alta jerarquía un año después tenía un
objetivo mucho más ambicioso: permitir «a todos los habitantes de
Madrid, incluso a aquellos que careciesen de medios económicos,
la adquisición de los artículos que fuesen distribuidos en raciona-
miento». A partir de un mismo diagnóstico de la situación («Dios
ha querido poner a prueba, una vez más, nuestra fortaleza y ha
hecho escasas nuestra cosechas»), el análisis de la realidad era más
riguroso, implacable incluso:

«Los cálculos del presente proyecto se basan sobre el pesimismo


supuesto de que en Madrid existía un diez por ciento de población
indigente. Para mayor facilidad en los cálculos se cifra en un millón
quinientas mil el número de raciones "muy aproximado" que existe
en la capital.
TAL VEZ PAREZCA AUDAZ ALGUNA DE LAS MEDIDAS
PROPUESTAS; LA GRAVEDAD DEL ASUNTO TRATADO
BASTA PARA JUSTIFICARLA».

A la altura de noviembre de 1941, dos años y medio después


de que el hambre se manifestara ante las autoridades franquistas,
las ~ecesidades de la población seguían expresándose más allá de
las Intervenciones urbanísticas, las misas de campaña Y los desfiles

-- :: El proyecto en Francisco ALBURQUERQUE (1981). . io


AGA, DNP, 51/20571, 180. Sigo esta referencia si no se indica lo contrar ·

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186
Alejandro P.
erez.o¡-1
. d uare
militares con 1os que 1a d1cta ura pretendía re s
,. d . constru· 1
España». El numero e raciones repartidas a,. ir a <<Nu
. d" d . ,. un era tn . eva
al de los primeros tas e ocupac1on, pero el • f uy s1111u
· · 1 de1 Mov1m1ento
provincia · · se d1stanciaba
· de 1in °rrn l e. del iefar
de1 «enemigo . roJo» . para exp1·1car una hambruna cu pab111zación · e
~ener,. fin y solía presag~a~ la enfermedad 37 . El ca;b:~ P~recía no
1nclu1a una mayor facilidad para acceder a los e Intención
recurso
que los cupones d e 1as nuevas cartillas daban der h s, ?Uesto
forma gratuita los artículos. El nuevo sistema erae~ ~ re_tirar de
0

la forma en que se ponía en práctica la distribución ontinu~sta con


.
d e1egac1o_nes . .1 d b
prov~n~1a e~ e a astecimientos, y con el a e as
' a traves d 1
desempenaba la vigilancia en su articulación: en ca pd pel que
. . . 1 so e que 1
benefi etano estuviera en paro, «e Delegado Político d 1n· .e
· · 1 a que correspon de e1 d om1c110
Mun1c1pa · ·1· del peticionar· e istntod b'
. h to» e ta
comprob ar que efectlvamente se allaba sin medios económ'
. b . l ,. l leos,10
que 1e autonza a a retirar os artlcu os. Las Comisarías de Inv t'
.,. v· il . ,. d 1
c1on y 1g ancia se encarganan e os casos de indigencia «que
. . es tga-
se supongan verídicos», es decir, se volvía a apostar por el cont~~
policial en los espacios más íntimos de convivencia: los barrios. Y,
además, el proyecto mostraba cómo las autoridades identificaban
los lugares más desfavorecidos con el desborde de los cauces lega-
les del racionamiento: el número de policías podía «ser reforzado
en las comisarías de barrios populares a costa de disminuir en los
barrios céntricos».
Desde el verano de ese mismo año, el proyecto de «ayuda
nacional-sindicalista» había repartido más de 35.000 raciones en
la capital donde funcionaba a modo de ensayo. Según los cálcu~os
de García' Nu che para ser oficializado necesita · ba de una oficma .
.' .
formada por «cinco o sets emp ea os», prest ª
l d ·¿·1¿ por él mismo
. al-
. f . . 1 d 1 Central Nac1on
como jefe provincial y con e1Je e provincia e ª al 'dea era
• d 1 ¡· ,. o voc es. 1a 1
Sindicalista y el jefe superior e a Pº teta com . ,. puesto
.1 d ,. . n construcc1on,
ensanchar las bases socia es e un regimen e ,. llo su entu·
. d ,. mentaran con e ¡
que «sanos y adictos compren eran Y au . fin. Pero e
,. d · t ma eficiente por las
siasmo», y hacerlo a traves e un sis e . ,. d l dictadura a
proyecto demostraba, sobre todo, la reaccwn e ª

, . A el DEL AP,.co BLANCO (2006).


37 Sobre esta cuestión, vease Miguel ng

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. nar. .. y pasar hambre. Franquismo y control social
AbasteCer., racto ... 187

ncias de un racionamiento ineficaz a través de la b , d


00 secue . . 'd d U . . usque a
e mayor leg1t1m1 a . n reconoc1m1ento que camin b
de dun_ad de la mano de una sólida estructura de control
~n
ª ª por .

Reflexiones finales: pasar hambre en la posguerra franquista

«¡ Ya podían haber entrado en noviembre del 36. Si lo hubieran


hecho, se habría ahorr~do tanta sangre y tanta hambre!». Las pala-
bras parecían brotar sinceras de la garganta de aquel madrileño a
medio camino entre el alivio presente y el reproche al pasado. Las
recogió Luis Halcón, periodista de ABC que cubrió los instantes
iniciales de la ocupación, en una manifestación al calor de la «li-
beración» de la ciudad. En la edición del «Día de la Victoria», el
autor se preguntaba por el sentido del comentario, si había sido
azaroso o intencionado. «Una persona inteligente que lo oyó detuvo
a quien lo decía. Y este, en efecto, resultó ser un rojo» 38 • Cierto o
no, el episodio muestra a la perfección lo que rodeó al hambre a
partir de 1939, pero también su continuidad con el hambre de la
guerra. Contra él se conjuraron las autoridades del nuevo régimen
en los primeros días, y con él nunca pudieron acabar. La primera
estrategia fue culpar al enemigo derrotado. El mismo periódico se
lamentó de la muerte de cuatro personas por inanición durante los
primeros días de paz: «Que asuman su responsabilidad los que han
contribuido a prolongar la guerra y con ella el martirio de millones
de españoles» 39•
Este discurso no fue solo tinta sobre papel en las páginas de
los diarios, las propias autoridades lo hicieron suyo desde los
espacios oficiales. Para el general Espinosa de los Monteros, la
población había sufrido «los horrores del hambre y de la tiranía
ignominiosa» hasta hacer desaparecer «la característica aleg~e del
pueblo de Madrid». Para el alcalde Alberto Alcacer, la ciu~ad
había sufrido «tremendas heridas en su alma Y cuerpo. A reSranar
Yª curar las unas y las otras debemos dedicar nueSrros mayores

---:: ABC, 1 de abril de 1939.


ABC, 4 de abril de 1939.

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188 lllcJandro p .
erez•Ofiv
esfuerzos» 40 • A partir del día siguiente, esos esf ares
,, uerzos
ron a expresarse en forma d e numeras. 25 vagones d co111enza.
37 .000 kilos de pescado llegaron a una ciudad d de naranjas
repartido ya 860.000 raciones de comida tan solo ~n ~ se había~
ocupación. A lo largo del mes de abril, la cifra ase prdi~er día de
Bones, puesto que 1a cantt'd a d d'tarta . d e comidas dient to
'b a. 19 mi.
descendió de las 700.000 41 • s rt uidas no
Al tiempo que el hambre se convertía en una pre .
diana en las calles y desaparecía de los periódicos, ba:~~cia coti.
censura, distintas autoridades civiles y militares diseñabn ~Jor la
tes formas de encauzarlo mediante el racionamiento deapn deren.
y 1a garantta" d e su ab astec1m1ento.
· · Optar por la autarquíaro Uctos
. d 1 . ., 1 , . una vez
termina a a guerra perm1t10 a reg1men controlar todo el p
d e ad qu1s1c1on ,, 1os, d es d e 1a prod ucción al consumroceso
. . . ,, de artlcu .
cluyendo, por supuesto, la distribución. Sin embargo, desdeº~tn-
pronto las autoridades fueron conscientes de las deficiencias du~
sistema, incapaz de integrar las necesidades de la población. Di:.
tintos partes internos de Falange recogieron, de una forma u otra
la dramática situación de posguerra. Pero ninguno de ellos alcanzó
la crudeza de los informes recibidos por la diplomacia británica,
que para el otoño de 1940 planteaban la constancia del hambre
en Madrid, donde «las condiciones se han deteriorado visible y
continuamente» 42 • La mirada «a pie de calle» permite sostener que
las asimetrías provocadas por el sistema autárquico se mostraron
desde fecha muy temprana:

«Es posible comprar huevos, carne, leche, pollo y otros artículos


en los pueblos alrededor de la ciudad por menos de la mitad dd
precio de Madrid, asumiendo que se pudieran encontrar en Ma-
. (algo que muy raramente ocurre) y traficar con ello dentro
dr1d
de la ciudad. Este mercado de "estraperlo" ha alcanzado gravles
· entre as
proporciones en España y ha causado una a1arma sena do
. h n aumenta
autoridades. Las multas por estas transacciones ª

dinaria,
6 Sesión extraor
Los entrecomillados en AVM, Actas 746, R. 860/ 8 •
40

30 de marzo de 1939. e
41
ABC, 2 de abril de 1939, y P edro MoNTOLIÚ (2005), P· ~2 · ¡24509, lnfoflll
42 371
The National Archives (TNA), Foreign O ffice (FO), ca¡a
de 29 de octubre de 1940.

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Abastecer., racionar. .. y pasar hambre. Franquismo y control social•·· 189

recientemente, con algún efecto; pero el estraperlo Eorm


. - l 43
de la vida espano a» .
a parte ya

Una situación, seguía el informe, que las clases más favorecidas


podían soportar, pero no las «clases trabajadoras», que no estaban
en condiciones de hacer frente a los precios del mercado negro
Eso les condenaba a unas cond~c!o?es «de hambruna». Según lo~
informadores _del consu_Iado bntani~o en !v1adrid, era el riesgo a
que se produ1eran motines de subsistencia lo que explicaba «la
intervención de los militares». Las autoridades respondieron a esta
realidad desde la defensa del orden, pero la nota diplomática se
quedaba corta: la propia arquitectura del sistema incluyó desde el
comienzo medidas específicas en caso de que la población desviara
su atención del mercado intervenido hacia un mercado paralelo,
en busca de una dieta algo más nutrida. La inclusión de la pertur-
bación del abastecimiento entre los delitos tipificados en el bando
de guerra era prueba de ello. Más allá de la legislación militar, las
multas se unieron a otros dispositivos como las declaraciones jura-
das, que no hacían sino recordar la amenaza latente del castigo. La
sospecha se instaló por defecto en los métodos de abastecimiento
y racionamiento. Y su gestión de proximidad, mediante juntas que
tomaron los barrios y distritos como bases de actuación, aumentó
la brecha social de posguerra entre quienes podían recurrir a algún
contacto con la Administración y quienes no.
Esta fue la lógica dominante durante los años del hambre, que
fomentó otras formas de control, como la identificación con los
valores del régimen. El «Viva Franco, ¡Arriba España!» con el que
Celia López terminó su carta dirigida al comisario general de Abas-
tecimientos y Transportes era algo más que una fórmula de rigor.
Hacía patente el universo de valores y las relaciones personales que
había que compartir para adquirir, en su caso, tres botes de l_eche
condensada a la semana. Su cartilla de tercera clase no era suficiente
para tratar su enfermedad, la misma que, meses despué~, -~ar~en
Valverde hizo constar en otra carta al comisario, que remitto al Jefe
de abast~cimientos provinciales «a los efectos pertinentes, ya queª

43
• !NA, FO, caja 3 71/ 24509 Informe de 5 de noviembre de 1940. Sigo e5 ra refe-
. d'tea lo contrario.'
rencia s1 no se tn

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Alejandro Pérez-0['
190 zvares

. A 'd d corresponde la solicitud del asunto que inter


dicha utort a . . ,, l . . d esa»44
.bir desde una pos1c1on eg1t1ma a, pero tamb·, ·
El acto d e ese rl b . . y 1 len el
rrir al favor para so revivir. e acto de leer int
hecho d e recu 1 . , 11 .d . uyen.
'bilidad de que la pob ac1on egara a i enttficarse co
d0 1a post . . ,, b . . n e1
,, · d bi· do a su propio interes por so revivir.
reg1men e ~ l f
El hambre de la posgue:r_a ~~pan~ a ue,. en g~an medida, un
fenom ,, eno político, que se dinmio segun la distancia respecto a l
Administración franquista, a 1a post'b'l.d i i a d d e recurrir · a sus favoresª

0
gozar de contactos en su interior. El mal funcionamiento de un
mercado intervenido provocó que muchos elementos básicos mul-
tiplicaran sus precios en el ~nico espacio donde pod~an ser encon-
trados: el mercado clandestino. A pesar de protagonizar la década
posterior a la «Victoria», para la mayor parte de la población el
«mercado negro» era imposible de alcanzar. Por eso, lo primero
que aprendieron los madrileños, junto a muchos españoles, fue que
el final de la guerra no iba a significar el final de su hambre, que
aunque las autoridades y los periódicos hablasen de «liberación»,
la ocupación de la ciudad a finales de marzo de 193 9 no les iba a
absolver de esa angustia cotidiana. Todo al contrario, apenas había
libertad en el sistema de abastecimiento y racionamiento ideado por
la dictadura, y la que existía debía ser comprada a un alto precio
en forma de habitar la clandestinidad, pagar una multa o visitar la
cárcel.
La gestión del abastecimiento y el racionamiento fue una
nueva oportunidad para que la dictadura reforzara su prevención
ante cualquier desorden. Las fuentes de carácter interno permiten
delinear las preocupaciones de las autoridades, pero también po-
?erl~s en perspectiva. A pesar de que las jerarquías se mostraran
inquietas por el panorama de subsistencia que encontraban en
much?s. pueblos y ciudades, y de que la autarquía fuera un ~i ste·
ma eficiente en la construcción de nuevas fidelidades mediante
una. acum u1acion ·,, pnvi· ·1egia
· d a, existieron
· otras real'd i ad es 45 · Por
eJempl~, el despliegue de una maquinaria de control de los corn·
~or:amie?tos, suprimiendo aquellos que se expresaban al margen
e O eSt1pulado Y promocionando otros a través de diferentes

44
AGA CG
4, Carm' AT, 63/234. 4-1. 2009),
e MOLINERO Y Pere YsAs (2003) y Miguel Ángel DEL ARCO BLANCO (

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Abastecer, racionar. .. y pasar hambre. Franquismo y control social...
191

iniciativas. Esa
. maquinaria
b operó . .en el triángulo
. form a do por un
hambre .persistente,
. un a astec1miento insuficiente y un raciona-

miento ineficaz.
Por eso, cierta o no, la detención de aquel madrileño
. . l ll que ex-
presó sus sentimientos en a ca e es tan ilustrativa: aun consciente
de las necesidades de la población, el régimen nunca iba a tolerar
otra alternativa al sistema impuesto en 1939. Ocho décadas des-
pués, ese pasado nos alerta de algún modo sobre un presente que
también significa, cada día, «inseguridad alimentaria grave» para
más de 600.000 personas 46 • Por ello es necesario seguir volviendo
la mirada sobre aquellas personas que fueron conscientes de que
«tener hambre es la cosa primera que se aprende», como escribió y
sufrió Miguel Hernández. Y tratar de comprender por qué apenas
pudieron escapar de ese aprendizaje trágicamente cotidiano.

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