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CAPÍTULO TERCERO
conductores. Es un sendero humilde que se sigue con paciencia y nos regala diversas
posibilidades para recorrerlo. Los historiadores somos simples arrieros que buscamos
llegar a un lugar previsto, si bien desconocido. La sorpresa es parte del recorrido y quien
no esté dispuesto a la aventura, mejor que se busque otra actividad. Nuestro oficio es
tratar de modo adecuado nuestras fuentes y, muy importante, alimentar una imaginación
creativa bien sustentada en estos dos elementos. De ello depende el adecuado proceso
de nuestra interpretación.
principalmente con textos, cuya condición podemos extender a cualquier testimonio del
ambiente por la acción humana, etc. Los textos nos pueden decir algo sólo y únicamente
cuando los tratamos por lo que realmente son y dentro del contexto que les da vida. Este
los hombres y mujeres del pasado, lo que constituye la máxima aspiración del historiador
sin duda alguna. El resultado es la reconstrucción crítica del pasado, lo que nos abre un
La relación con las fuentes es el asunto más delicado de nuestro oficio. Debemos
tratarlas en verdad con elegancia y cortesía. Me gusta representarla como quien desea
ganará su confianza. No es forzando las cosas pues a la fuerza ni los calcetines entran,
más preciados secretos y, lo más importante, a tratarlos con respeto. Por el contrario, si
1
La literatura es vasta en este particular. Sin embargo, por afinidad con el enfoque específico
que mantenemos en la presente obra, debo referir a: Luis González y González, El oficio de
historiar, México, Clío, El Colegio Nacional, 1998. Marc Bloch, Introducción a la historia, México,
Fondo de Cultura Económica, 1984. Y, de manera muy especial Mauricio Beuchot, por razones
que explicaremos más adelante.
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le imponemos nuestra visión del mundo, si la intimidamos con nuestras exigencias,
cuando le urgimos a hablar, nos dirá solamente aquello que queremos escuchar.
Podremos quedar satisfechos por habernos visto en el espejo y poco más; pero no
prospera cuando somos capaces de establecer vínculos de amistad, nutridos del respeto
en diversos medios, que la mayor parte de los problemas de nuestro oficio derivan de la
falta de definición de un objeto de estudio y del mal manejo de las fuentes, de manera
muy especial cuando se abordan problemas asociados a los tribunales de justicia. Por lo
importantes con que contamos, ni son los tribunales genéricamente llamados foros de
Entendemos por acción social, siguiendo a Max Weber, actos humanos referidos
sentido orienta el desarrollo de la acción2. La acción social sólo puede ser comprendida
desarrolla. Puesto que son actos cargados de significado conllevan ciertas formas de
racionalidad que el investigador debe considerar para lograr una comprensión adecuada
que estamos ante foros de justicia que ejercen autoridad y aplican sanciones vinculantes
que afectan no sólo a los involucrados en el conflicto específico que se resuelve, sino al
conjunto de la sociedad.
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Weber, Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, México, Fondo de Cultura
Económica, 1964, p. 5-20.
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Del enfoque judicial
ámbitos institucionales, es decir, en algún foro de justicia cualquiera que sea su forma.
específico de ambiente, con las acciones judiciales que de suyo conllevan un modo
cruzar la calle es una acción justa que no requiere de ningún orden institucional, pero
meter a la cárcel al desalmado que de todos modos la atropelló sin duda lo requiere.
mejor de cara a cuatro elementos básicos. Primero, que una institución es un conjunto
normativos que al mismo tiempo sean rígidos y flexibles para darles forma, capacidad de
permanencia, cambio y adaptación, a los cuales podemos llamar sin equívocos Derecho.
Tercero, que el Derecho se produce por cuatro vías como son la costumbre; las
Rey y/o el Papa; las reflexiones de los juristas en ocasiones relacionados estrechamente
con los tribunales y; las decisiones de los jueces. Cuarto, que en un orden jurídico plural
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Estas figuras jurídicas, tan importantes para comprender nuestra documentación, las explica
con gran claridad Paolo Grossi, El orden jurídico medieval, Cap. VI, p. 166-197. Más adelante
volveremos sobre estos asuntos.
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cuerpo en los diversos foros de justicia, por lo que éstos resultan definitivos en la
conformación de las relaciones sociales de quienes ahí son convocados, al crear las
consideradas justas.
De la acción y su racionalidad
a sus acciones y se pone por encima de las formas que sin duda comparten con otros
foros de justicia. Esta afirmación parece una obviedad. No obstante, suele pasar
que a una de carácter formal. Quien olvide esta sencilla afirmación corre el riesgo de
orientadas. No es que siempre sean razonables, sino que la razón tiene que ver con
ellas. Para explicar esta particularidad elaboró una tipología en la cual diferenció cuatro
chamán. Por lo que respecta a las dos últimas, si bien están presentes en cualquier
ordena los medios y los fines por la simple eficacia, como en las grandes burocracias, la
Derecho; la racionalidad sustantiva (también llamada material) orienta los medios y los
fines a valores éticos, por lo que ha de encontrarse de manera especial en las religiones,
de entre las cuales Weber destaca el calvinismo y el catolicismo romano4. No olvidar que
estamos ante una tipología y que ésta siempre funciona como un instrumento de trabajo
principalmente por una racionalidad sustantiva, es decir, alineadas a fines éticos. Así,
nadie debe llamarse a sorpresa al constatar que los foros estén orientados al cuidado de
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Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Idea presente también en, “Sociología
de la religión”, Economía y Sociedad, p. 328-493, y, en la misma obra, “Sociología del Derecho”,
p. 498-648. Para una idea integral y expedita sobre la centralidad del concepto de racionalidad
en Weber tenemos el excelente ensayo de George Ritzer, “Max Weber”, Teoría Sociológica
Clásica, México, p. 263-317.
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administración de los sacramentos, las prácticas devocionales o la dimensión estética.
No está por demás recordar que estamos ante foros de justicia ordenados por el
Derecho canónico, en donde los cánones operan como marcos normativos dentro de los
De la dominación y la legitimidad
Una decisión judicial vincula de manera directa a aquel sobre quien recae la
acción, tanto como al conjunto de la sociedad que le hace valer por sus acciones o por
sus omisiones. Por ejemplo, una sentencia de destierro, muy socorridas en aquel
entonces, afecta al desterrado y también obliga a la ciudad que se hacía responsable del
mandato6. En nuestro caso sería el juez que opera dentro del orden judicial eclesiástico.
Esto es que, un mandamiento legítimo se supone que será obedecido por el conjunto de
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Alvaro D´Ors, Alvaro. “Derecho y Ley en la experiencia europea desde una perspectiva
romana”, en Philosophiejuridique européenne: les institutions, Roma, Ed. J.M. Trigeaud, 1988, p.
33 y ss. La elasticidad del derecho canónico es explicada por Grossi, El orden jurídico medieval,
en su capítulo séptimo.
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Max Weber, Economía y sociedad, p. 43-46.
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autoridad legítima es justificada por un conjunto de acciones de quienes reciben el
representaciones colectivas, en este caso de tipo judicial religioso, que se imponen de tal
forma a los individuos que la simple voluntad de alguno de ellos no les puede modificar.
Entonces, la legitimidad también puede ser entendida como un hecho social, muy en
especial en materia judicial7. Esto quiere decir que estamos ante un fenómeno de
en que los mandatos de los jueces (autos se llaman) sean obedecidos porque están
referidos a los valores, ideas y creencias que dan sentido así a la vida de los individuos,
como al orden social en su conjunto. En otras palabras, existe una relación directamente
7
Los conceptos “acción social” -que nosotros aplicamos a la acción judicial- y “dominación”, tan
propios de la sociología de Weber resultan complementarios, para el caso que aquí estudiamos,
con el concepto de “hecho social” de Emilio Durkheim. Una acción judicial ordenada a la
dominación sólo puede ser tal en la medida en que esa dominación se transforme en un hecho
social. Weber desarrolla los conceptos de “acción social” y “dominación” en Economía y
Sociedad. Por su parte Emilio Durkeheim desarrolla el concepto de hecho social en, Las reglas
de método sociológico, Buenos Aires, La Pléyade, 1974, Capítulo primer. Reflexiones sobre el
proceso por el cual los hechos sociales dan pie y se transforman en formas de dominación al
grado de adquirir formas normativas de carácter jurídico lo desarrolla Durkheim en, La división
del trabajo social, Madrid, Akal Editor, 1982, sobre en su libro primero que, en más de un sentido
puede considerarse un tratado de sociología del Derecho.
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hecho social que hunde profundas raíces en las corrientes sociales y de representación
simbólica, así como entender que los foros de justicia en su íntima vinculación con la
nos encontremos con uno o varios asuntos chocantes para nuestras personales ideas y
creencias pues, cualquiera que éstas sean, vivimos en pleno siglo XXI. Nuestra
obligación es abrir puertas de comunicación con nuestros antepasados y para eso sirve
el método como ya hemos indicado. Estamos para comprender a los hombres y mujeres
del pasado, antes que para juzgarlos por no ser como nosotros. Siempre será
creían; pero sin duda la tenemos el deber de comprender que ellos sí lo creían. Lo mejor
fuentes.
Si bien las fuentes para investigar la historia que nos interesa son múltiples, como
porque en éste queda constancia de lo sucedido en los tribunales. Seamos claros. Las
de que un derecho es tal sólo en la medida en que resulte judiciable. Por ejemplo, es
importante consultar un manual para párrocos y una teología moral, con el fin de
entender la dimensión del matrimonio y sus problemas; pero sólo de cara al expediente
diversos actores sociales con los profesionales del Derecho –jueces, fiscales,
procuradores, abogados, notarios, juristas, etc.-, así como los procesos a través de los
cuales estos especialistas pretendieron hacer justicia, es decir, determinar y otorgar los
estos expedientes quedaron escritas las formas en que se regularon y tomaron cauce
relaciones sociales de índole diversa, con distinto grado de conflictividad y con intención
de justicia. El expediente nos abre la puerta a la vida de los tribunales, vale decir, de los
eclesiásticos da cuenta de tres realidades básicas, a las cuales revierten los distintos
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Ana de Zaballa y Pilar Latasa están explorando en esta dirección. Zaballa, “Promesas y
engaños: el matrimonio entre indios en la Nueva España, siglos XVII y XVIII”. Latasa, “Si sólo se
quedasen en palabras: Trento, matrimonio y libertad en el virreinato del Perú, siglos XVI - XVIII”.
Promanuscritos.
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criminal y los problemas de tipo civil. Casi cualquier problema a tratar en los foros estará
tiempo, las relaciones de los tribunales eclesiásticos con la potestad temporal y las
distintas corporaciones, que son más de colaboración que de conflicto, así como la
espectacular que puedan resultar, veremos conductas que no era tan comunes en la
solucionar estos conflictos, en ocasiones, extremos. En la materia civil, con ser más
vasta y menos rimbombante que la criminal, apreciaremos con más claridad la vida
matrimonial por ser su materia casi exclusiva9, en menor medida las sucesiones
que incluyen los muy diversos tipos de contratos. En estos asuntos observamos la
9
El “casi” se debe a que la materia matrimonial es considerada de “fuero mixto”, es decir, que
podía conocerse por igual ante los tribunales de la jurisdicción ordinaria del rey, los municipales y
los eclesiásticos. No obstante, los eclesiásticos fueron, por su propia materia, los más
importantes. Hacen falta estudios comparativos al respecto.
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forma en que los foros de justicia eclesiástica actuaban, con frecuencia, de mediadores,
esclavo en litigio por su libertad, requiriera apoyo. Por lo demás, es de hacer notar cómo
Ahora bien, es muy importante darnos cuenta que, del estudio de estos
pendiente de la justicia hasta quedar en manos de los jueces, ciertamente resultan poco
comunes.
delito o mayor preocupación de la autoridad sobre un problema específico. Por otro lado,
alcanzar cierto grado de generalidad, sin por ello renunciar a la particularidad de cada
la fuente. Veamos.
las declaraciones de los querellantes y los testigos, en donde cada una de ellas tiene la
pretensión de ser verdadera. Este conjunto de versiones se presentan ante una persona
emitir un juicio, es decir, establecer una verdad jurídica acorde a valores de época
Esta forma tan previsible de hacer las cosas es lo que llamamos proceso judicial,
interesantes de averiguar.
verdad de los hechos de cara a criterios jurídicos, es decir, de hacer coincidir la verdad
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factual con la jurídica. Es el corazón de la justicia foral y sin éste nada puede lograrse.
beneficio, ya se trate de vengarse contra el criminal –con intención justa o vil-, limpiar la
del paso lo antes posible. Las declaraciones siempre son sobre hechos muy concretos y
investigación en los cuales el entrevistado argumenta con alto grado de libertad. Nada de
necesario tener muy claro que no se trata de un defecto sino de su característica, que los
consideran que es conveniente que digan. Si tales dichos pueden hacer coincidir la
verdad factual con la jurídica, tanto mejor. Por lo mismo, no podemos cometer la
ingenuidad de creer que esas palabras son materialmente verdad, como tampoco caer
muestra como una historia particular a su vez formada por pequeños pedacitos de
historias que ganan coherencia gracias al proceso. Cuando, por otro lado, tomamos los
expedientes en su conjunto nos revelan múltiples historias sin relación factual entre ellas.
Cada caso es, literalmente, todo un caso en sí mismo. Sin embargo, al revisar series
constantes que podemos identificar como patrones de conducta. Esta es una razón muy
poderosa por la cual no es posible construir una historia propiamente judicial a partir de
los documentos. Para lograrlo necesitamos tanto los estudios de caso sin los cuales no
mejor del caso es que ésta es precisamente la que usaban los jueces eclesiásticos
analogía. Buscaban lo que una conducta tenía de común con otras, al mismo tiempo de
ubicar las particularidades que le hacían diferente. Debían tomar en cuenta lo que hoy
cara a los criterios comunes a todas las formas jurídicas (legal, consuetudinaria, doctrinal,
jurisprudencial), es decir, al Derecho común. Sólo de esta manera podían los jueces
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determinar, por ejemplo, la criminalidad de una acción, con sus atenuantes o agravantes,
a fin de dar a cada quien lo que por derecho le correspondía que tal era, como bien
gracias a la racionalidad del proceso un juez podía ordenar y orientar sus acciones
versiones encontradas y parciales, en virtud del proceso, forma un todo más o menos
análisis de los expedientes nos permite, por su propia lógica, construir tipologías y éstas
nos posibilitan adentrarnos en cada uno de estos instrumentos con el fin de entenderlos
en su especificidad, como en lo que tienen de común con los demás. Es así como
podremos lograr cierto grado de generalidad en nuestra interpretación de suerte que nos
caer en falacias.
con la que trabajamos estamos ciertos que es el modo de proceder que más nos
conviene.
Por cierto, cuando se usan los expedientes para fines distintos a la historia judicial
Nueva España, no por ello dejan de ser lo que son: expedientes judiciales. Nada excusa
la crítica de las fuentes por lo que son y dentro de sus propios contextos, si queremos
comprender el sentido de las acciones del los hombres y mujeres que nos precedieron
10
Mauricio Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica. Hacia un nuevo modelo de
interpretación, México, Itaca, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de
México, 2000.