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Steven Hawthorne
Copyright © 2022 Steven Hawthorne
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permission of the publisher.
ISBN-13: 9781234567890
ISBN-10: 1477123456
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Índice.
Introducción.
¿Qué es un trastorno mental?
Trastorno o enfermedad.
Trastornos mentales.
Clasificación del DSM-5.
Psicopatología infantil y adolescente.
Clasificación de los trastornos infantiles y juveniles.
Trastornos del espectro autista.
TEA. Criterios diagnósticos del DSM-5.
Diagnóstico diferencial.
Factores de riesgo.
Tratamiento y pronóstico.
Bibliografía.
Trastornos del espectro autista (TEA)
Apuntes, resumen y cuadros conceptuales
Steven Hawthorne
Copyright © 2022 Steven Hawthorne.
1. Introducción.
En los casos más graves el espectro del autismo afecta a las capacidades
de comunicación y de interacción social, así como de imaginación, el
infante presenta patrones restringidos y repetitivos de conductas e
intereses.
¿Qué es un trastorno mental?
Según la décima edición de la Clasificación Internacional de las
Enfermedades (CIE-10) el concepto “trastorno mental” se asocia a un
comportamiento o grupo de síntomas que causan malestar o interfieren con
la actividad del individuo. La delimitación de trastorno psíquico o mental no
está clara, a lo largo de la historia ha ido cambiando en función de la cultura,
por ejemplo, la homosexualidad se consideró un trastorno mental hasta 1973
y actualmente se consideran comportamientos patológicos otros que no
habían sido considerados anteriormente: los que fueron llamados vicios
(juegos patológicos, exhibicionismo), los considerados productos de la
maldad humana (cleptomanía, pedofilia, piromanía) o aquellos que resultaban
normales (trastornos del deseo sexual, trastornos orgásmicos).
Las relaciones sociales se consideran de significativa importancia en los
trastornos mentales, es más, el periodo histórico y el grupo cultural del
individuo tienen una enorme relevancia en la enfermedad mental. Por tanto,
la delimitación de trastorno mental es compleja, y actualmente se evalúa
desde diferentes puntos de vista: biológico, psicológico y socio-cultural. Un
trastorno mental puede ser definido desde el terreno de la medicina y la
biología o bien desde el contexto social y el tipo de circunstancias
ambientales del individuo. La perspectiva que se sitúa en el terreno de la
medicina y la biología considera el trastorno mental como resultado de una
lesión o disfunción fisiológica y lo considera una enfermedad en sentido
médico estricto -al margen de consideraciones sociales o psicológicas-.
La perspectiva que considera el trastorno mental en el marco del contexto
social y el tipo de circunstancias ambientales del individuo afirma que el
individuo se enfrenta a conflictos psicológicos causados bien por la alteración
de relaciones interpersonales o por la desintegración en grandes
estructuras sociales. La postura más extrema reduce la enfermedad psíquica
a una enfermedad de la sociedad (sociosis).
Sección I:
Conceptos básicos del DSM-5.
Sección II: Criterios y códigos diagnósticos.
Se propone una nueva categoría para el espectro del trastorno autista que
comparten déficits en la interacción social y patrones conductuales
restringidos y repetitivos: el trastorno autista, el trastorno desintegrativo
infantil, el trastorno de Asperger. Otras categorías son el trastorno por déficit
de atención e hiperactividad, el trastorno específico del aprendizaje, los
trastornos otores y otros trastornos del neurodesarrollo.
Jorge Luis Tizón señala que la psicopatología del desarrollo está influida
por una serie de factores:
1. Causas genéticas.
2. Influencias intrauterinas y perinatales.
3. Relaciones interpersonales originarias de la primaria infancia.
4. Relaciones interpersonales propias de la cultura y de la
sociedad del infante.
1. Discapacidades intelectuales.
2. Trastorno de la comunicación.
3. Trastorno del espectro del autismo.
4. Trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
5. Trastorno específico del aprendizaje.
6. Trastornos motores.
7. Trastorno de tics.
En los casos más graves el espectro del autismo afecta a las capacidades
de comunicación y de interacción social, así como de imaginación, el
infante presenta patrones restringidos y repetitivos de conductas e
intereses.
Trastornos de la relación social.
El niño autista muestra una ausencia parcial o absoluta de reciprocidad
social y respuesta emocional:
- No suele establecer vínculos socioafectivos significativos.
- El contacto ocular es huidizo o no existe.
- Muestra una falta de interés evidente por la voz humana, la sonrisa
social, la gesticulación, etc. Por ejemplo, no adopta posturas
anticipatorias de querer ser cogido en brazos.
- Puede existir aversión al contacto físico con otras personas, lo que le
conduce al aislamiento.
- Carece de empatía.
- No comparte intereses ni actividades.
Vallejo Niagara señala que un biomarcador potencial precoz de autismo
puede ser no mirar a los ojos y sí a la boca de los demás cuando tienen 2
años.
Relación con el mundo físico.
La relación con el mundo físico está también alterada. El niño pequeño
manipula los objetos de forma muy simple, no funcional y estereotipada. Se
manifiesta la incapacidad de un juego simbólico con representación de
papeles.
El autista suele agitar, girar o golpear los objetos. Tiene tendencia al
rebuscamiento excesivo empleando manierismos rápidos con los dedos o con
las manos, aparentemente con la intención de estimulación. Suele mantener
las cosas que le rodean ordenadas, manteniendo un estilo de juego de carácter
ritualista e inflexible. Y cuando estas rutinas físicas se alteran suele
desencadenarse una crisis de ansiedad aguda.
- En la infancia hiperactividad.
- En la adolescencia y edad adulta hipoactividad.
- Labilidad emocional.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Alteraciones del sueño.
- Impulsividad.
- Autoagresividad.
- Heteroagresividad (menos frecuente).
- Estereotipias.
- Trastornos de la alimentación, selección según colores, texturas, sin
reflejo de succión, pica, etc.
- Hiperreactividad o hiporreactividad sensorial, o interés inusual en
aspectos sensoriales del entorno. Por ejemplo, indiferencia aparente
al dolor, a la temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas
específicas, oler o tocar objetos en exceso, fascinación por los
objetos que giran o por las luces.
Se distingue al niño retrasado mental del niño autista por estos déficits de
la comunicación no verbal. El retrasado suele carecer de habla, mientras el
autista cuando la tiene ésta es arrítmica y carente de inflexiones de tal modo
que no es posible vincular lo que dice con estados emocionales.
Circunstancias perinatales:
Niños prematuros, posmaturos. Sufrimiento fetal. Nacidos con
malformaciones o defectos.
Hospitalizaciones prolongadas durante el primer año de edad.
Separación prolongada entre la madre y el hijo durante el primero año.
Temperamento.
Temperamento difícil ya observado en recién nacidos.
Niños problemáticos o complicados desde las primeras semanas de vida.
Humor negativo: irritable, colérico o triste.
Arrítmico: alimentación, eliminación, sueño o vigilia.
Dificultad para controlarlo o apaciguarlo.
Reacciones desmesuradas o intensas.
Tendencia a la inhibición social o al retraimiento.
Adaptación muy lenta a nuevas situaciones: alimentos, objetos o
personas.
Factores familiares:
Padre o madre con problemas de adicción.
Familia con historia de violencia (física o verbal) o bien maltrato infantil.
Padres menores de edad, muy jóvenes o muy mayores.
Familias monoparentales o ruptura familiar.
Padre o madre con enfermedad orgánica crónica.
Padre o madre con minusvalía.
Padre o madre con historia de enfermedad mental.
Madre con depresión posparto prolongada o intensa.
Madre con psicosis puerperal.
Pérdida de un familiar significativo.
Niño adoptado o en acogimiento familiar.
Interrelación padres-hijos:
Separación de la madre en el período neonatal precoz impidiendo
contacto físico entre ambos.
Escasas visitas al niño cuando está ingresado o desinterés o rechazo hacia
el recién nacido.
Maltrato físico o sexual al infante.
Padres indiferentes, ansiosos o con actitudes incoherentes.
Comportamientos llamativos del padre o de la madre: excitación, gran
tristeza, llanto, incomunicación, contradicción, ocultamientos, negativa a
hablar con profesionales o continuas preguntas.
Los cuidados parentales son discontinuos.
Ausencia del padre en el cuidado del bebé.
Factores socioeconómicos:
Familias con problemas económicos: ausencia de domicilio, precariedad
económica.
Aislamiento social: falta de apoyos familiares y sociales, emigración.
Otros hijos con medidas de protección: tutela o guarda.
Dificultad social: delincuencia, narcotráfico, mendicidad, privacidad de
libertad, prostitución.
Los niños que han sido sometidos a condiciones extremas de crianza o de
dificultades en la vida y no han desarrollado deterioro de su salud mental, ha
llevado al concepto de resiliencia.
En los casos más graves los niños necesitan centros especiales, aunque la
intervención psicológica es recomendable cerca de los padres. Se proporciona
a la familia herramientas y especialmente apoyo emocional y social (si es
necesario también psiquiátrico). Actualmente se considera imprescindible una
terapia en la que no se culpe a la madre (como acostumbraba a hacerse).
Según van creciendo parecen mostrar más interés por los demás y un
deseo de tener amigos, aunque siguen teniendo dificultades para expresar
emociones y ser recíprocos socialmente debido a la ausencia de empatía.
Los datos actuales son que entre un 5% y un 17% de los autistas llegan a
alcanzar una vida escolar, social y laboral normales o casi normales. Sólo
entre el 1 y el 2% llegan a una normalidad plena. Los predictores de un buen
pronóstico son la ausencia de retraso mental, una aparición del trastorno
tardía o menos severa y la aparición del lenguaje antes de los 5 años.