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RESUMEN
Escrito en 2011.
Plantea que la violencia cambia de lo visible a lo invisible; de frontal a vial; de violencia real a
virtual; de directa a mediada; de física a psíquica; de negativa a positiva. En ese cambio, la
violencia muta hasta desaparecer junto a la libertad que poseemos.
La violencia antigua (negatividad) que tiene lugar en lo exterior, pasa al interior de cada sujeto
de manera positiva, volviéndose más psíquica, por ello, invisible/interno. Es asi como el
“adversario” deja de estar afuera para posicionarse en uno mismo.
La violencia de la lengua es una de las formas que adopta la violencia actual, suplantando a la
violencia corporal o física. Es una forma denigratoria, difamatoria, desacreditadora, positiva.
La mitología griega estaba llena de sangre y luto, porque para los dioses la violencia era una
herramienta natural para lograr sus objetivos. La violencia pre moderna estaba en todas
partes: era omnipresente y cotidiana, podía observarse a simple vista como un teatro de la
crueldad, una puesta en escena del poder, ya que la puesta en escena de la violencia es parte
esencial del ejercicio del poder.
En la posmodernidad aparece el sujeto de rendimiento, que no está sometido a nadie más que
a sí mismo. Incluso deja de ser sujeto ya que no hay sujeción; se positiviza, pero en lugar de la
coacción externa aparece la coacción interna a la que se nombra como “Libertad”.
En la nueva economía del siglo XXI la autoexplotación se expresa como la forma más eficiente
de dominio, la superación de los mecanismos de superación porque la exigencia es de uno
mismo y porque se hace ver como libertad. La sociedad de rendimiento es una sociedad de
autoexplotacion. La violencia va dirigida a uno mismo.
La violencia ha sido la primera experiencia religiosa, por eso, el trauma y el temor que para las
primeras poblaciones debe haber tenido el efecto destructor de la naturaleza o la violencia
letal de los animales. Por eso tanto naturaleza como animales se transforman en deidades; en
este plano toda muerte es violenta hasta la enfermedad remite una violencia extrema. No
existe muerte natural. La religión arcaica era un complejo de interacciones con la violencia
externalizada como sagrada, porque el pensamiento religioso lo que pretende es calmar la
violencia, aun por medio de otra violencia, como por ejemplo el sacrificio.
Cuando llega la modernidad, esa economía arcaica de la violencia no desaparece ya que sigue
vigente la idea de que el aumento de la capacidad de matar ahuyenta la muerte. Cuanto más
mato menos muerte me acecha. La modernidad no suspende la magia de combatir la muerte
matando. En lugar de sangre, el dinero. El MANA moderno.
El sujeto posmoderno no trabaja por obligación o por deber, sino porque puede, se somete a
la libertad y al entretenimiento (se obedece solo a si mismo).
La positividad de la sociedad del rendimiento no acaba en violencia porque existe una violencia
de consenso que conserva y adapta. Dejamos de lado la violencia transformadora del conflicto,
estamos en presencia de una violencia del consenso.
Para Carl Schmith la esencia de lo político se basa en la distinción entre amigo y enemigo, de
eso se trata el pensamiento político. La comunidad se convierte en política solo cuando se
siente amenazada por el enemigo y necesita afirmarse por eso a si mismo. Ese es el momento
de la guerra. Según este pensamiento, el “yo” se constituye en otro frente a otro enemigo,
pero si los enemigos son plurales, el “yo” pierde consistencia. Se manifiesta con claridad frente
a UN SOLO enemigo.
El momento de la alta política no se da con la conciliación con el enemigo, sino cuando el
enemigo se muestra claramente frente a uno. Los políticos no se construyen en el dialogo, sino
en la discordia. Lo que decide es solo y siempre el caso de conflicto. Los políticos deben luchar
por la decisión. Decidir es interrumpir al otro.