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El componente semántico

…Y UTILIZAMOS ESOS MECANISMOS


PARA CONSTRUIR SIGNIFICADOS
Estructuras, mecanismos, fonemas, categorías, reglas; y, a final
de cuentas, ¿para qué tenemos todo esto?, ¿cuál es su función? Por
lo menos desde una perspectiva, con la lengua nos construimos a
nosotros mismos y nos expresamos. Como seres humanos, lo que
somos se debe a nuestra manera de concebir el mundo… y sólo
podemos concebirlo estructurándolo como una de las caras de
nuestra lengua. Por esto es que con la lengua nos construimos. Y
con la lengua también expresamos lo que somos, lo que deseamos,
lo que pensamos, lo que sentimos. Con la lengua establecemos un
puente hacia el otro.
Todo eso que expresamos con la lengua son las distintas
significaciones. Éstas son de diferentes tipos, como intentaré
ejemplificar, sin pretender agotarlos.
En primer lugar, con la lengua construimos un tipo de
significación que nos permite identificar las cosas del mundo a las
cuales nos referimos. Así, por ejemplo, al enunciar en un contexto
determinado la expresión:
1. Los árboles florecieron muy pronto este año.
logro referirme a un hecho del mundo real o imaginario.
Con una sola estructura sintáctica, sin términos léxicos que
resulten ambiguos (es decir, sin ambigüedad sintáctica ni léxica),
es posible crear dos significaciones que, en potencia, pudieran
referirse, cada una a un hecho distinto:
2. Los jóvenes quedaron incomunicados.
Con esta oración, por lo menos sin más datos del contexto,
podríamos referirnos al hecho de que cada joven quedó incomu-
nicado, solo, o al hecho de que el conjunto de jóvenes quedó
incomunicado con respecto al resto de la gente. La oración, por
tanto, es ambigua. Por supuesto que con la misma oración
podríamos referirnos a distintos hechos particulares, por ejemplo,
al hecho de que los jóvenes sean dos, tres, cuatro, etc.; pero la
distinción entre ellos no se desprende de lo dicho en la oración,
mientras que la distinción entre los hechos mencionados antes sí se
desprende necesariamente de la oración, puesto que corresponden
a interpretaciones que ocurren al relacionarse el predicado con el
sujeto; se relaciona de dos formas: con cada individuo referido en
el sujeto (así, interpretamos que cada joven quedó incomunicado)
y con el conjunto de ellos (de donde interpretamos que el conjunto
de jóvenes quedó incomunicado del resto de la gente). Y no es
posible que dejen de relacionarse el predicado y el sujeto, a menos
de que los interpretásemos como dos frases independientes y no
como oración; por lo que, entre todos los posibles hechos
particulares en los que podría utilizarse la oración, esta distinción
entre dos interpretaciones resulta de las conformaciones
estructurales de la lengua.
Con la significación podemos expresar nuestro juicio como
locutores, como en la expresión siguiente, mediante el adjetivo
buenas que, en esta construcción no está funcionando para
identificar al referente:
3. Quisiera que organizaran un ciclo con las buenas películas
de Ettore Scola.
a diferencia de su función en la siguiente oración, en la que sí
delimita las películas a las que se refiere la frase:
4. Quisiera que organizaran un ciclo con las películas buenas
de Ettore Scola.
Por lo menos sin ninguna entonación ni pausa especial, con la
oración 4 no nos referimos a todas las películas de Ettore Scola,
sino a las que, en opinión del locutor, resultan sor las buenas:
buenas aquí delimita la referencia. En la oración 3, en cambio, el
adjetivo sólo expresa el juicio del hablante; en esta construcción sí
nos referimos (potencialmente) a todas las películas de Ettore Scola
y de ellas expresamos que nos parecen buenas (por supuesto que al
utilizar buenas en 4, se expresaría otro juicio del locutor: "sólo
algunas de esas películas son buenas"; lo que quiero resaltar es
que en 3 buenas sólo expresaría el juicio del locutor sin funcionar
como delimitador referencial).
No sólo expresamos el contenido de las palabras. Al hacer una
enunciación, afirmamos, preguntamos, ordenamos, prometemos;
en fin, realizamos una serie de actos lingüísticos que forman parte
de lo que interpretamos de las expresiones. Entender una expresión
lingüística implica interpretar el contenido de las palabras y
entender el acto lingüístico que se realiza con ella, además de otras
significaciones. Podríamos imaginar las situaciones que surgirían
si, como hablantes de español, no entendiésemos los actos de habla
de las expresiones:
5. Su licencia de conducir.
6. ¿Podría alcanzarme ese libro?
7. Te espero a las siete.
8.Quisiera saber cómo llegar a Ciudad Universitaria.
Si yo sólo entendiera el significado que proviene del contenido
de las palabras y de la manera como están estructuradas, resultaría
que al conducir un coche, si un policía de tránsito me detuviera y
me dijese la frase 5, me parecería que el policía simplemente estaría
mencionando un objeto: mi licencia. Con la oración 6, quizá
pensaría que me estaban preguntando (aunque esto ya sería
entender actos de habla hasta cierto nivel), por mi capacidad física
para alcanzar el libro en cuestión. Con la oración 7, entendería que
el locutor estaba refiriéndose a una actitud que va a tener a una
determinada hora, y no la propuesta de un compromiso de cita. Si
alguien por la calle se me acercara y me expresara la oración 8, al
no entender el acto de habla, tal vez le respondería "¡Ah!, qué
bueno que me lo comunica, yo también quisiera saber muchas
cosas, aunque no ésa, porque yo sí sé cómo llegar a Ciudad
Universitaria; ¿le gustaría que yo le explicara?, por si alguna vez lo
necesita…"
Además de ese significado que se desprende del contenido
léxico y la estructura de las expresiones, y de la significación del
acto de habla, hay otras interpretaciones que se desprenden de los
enunciados.
9. La vía de acceso al noroeste de la ciudad se congestionó.
Con esta oración, podemos entender no sólo que una vía deter-
minada se congestionó, sino además que esa zona de la ciudad sólo
tiene una vía, aunque esto último no esté dicho de manera explícita
en la oración. Lo entendemos debido a que el locutor utiliza la y no
una. Una información semejante obtenemos de la respuesta del
siguiente diálogo:
10 -Señora, me urge encontrar a un dentista.
-Huy, señorita, al dentista del pueblo se lo llevaron ayer al
hospital.
Con esta respuesta, la señorita del diálogo no sólo se entera de
que hospitalizaron a un dentista, sino también de que ése es el
único dentista del pueblo.
11. Pedro no sabe que está lloviendo.
12. Pedro acusó a Juanita de pertenecer al partido x.
13. El fin de semana fuimos a la cabaña de Héctor.
14. ¿Dejó usted de pegarle a su esposa?.
Aunque no esté dicho explícitamente, interpretamos de las
oraciones anteriores que, por lo menos para el locutor: Está
lloviendo (de 11), pertenecer al partido x es reprensible (de 12),
Héctor tiene una cabaña (de 13), el destinatario le pega(ba) a su
esposa (de 14).
Existen distintos tipos de significaciones que, aunque no estén
dichas explícitamente, se interpretan de lo dicho en una situación
determinada. Cotidianamente actuamos conforme estos diversos
tipos de significaciones. Consideremos algunos más:
15. -Anoche llegaste muy tarde.
-Quisiera cambiar el horario de mis clases.
Si normalmente, en la conversación cotidiana, sólo
entendiésemos lo que está dicho de manera explícita en las
oraciones, interpretaríamos la respuesta del diálogo anterior como
la expresión de un deseo cuyo contenido no tiene ninguna
pertinencia para el reclamo de la tardanza.
16. ANGELES: -¿Quién va a sacar las copias y a compaginarlas?
JOSEFINA: -YO voy a sacarlas.
Con la respuesta, Ángeles comprenderá muy bien que Josefina
no pretende compaginar las copias.
Imagínese usted el siguiente texto en una carta de
recomendación de un candidato a investigador:
17. "Apreciado... el señor x es una persona muy puntual y
amable.
Atentamente…"
¡Pobre del señor x! Puede muy bien entenderse que el que
suscribe la carta no tiene una buena opinión de él como
investigador.
18. Traté de terminar un artículo ayer.
Si el locutor no da más información, entendemos que no
terminó su artículo.
19. Si el viento no hubiese limpiado la atmósfera, no se
verían los volcanes.
Con esta expresión, entendemos que sin la acción del viento no
habría visibilidad de los volcanes; que sí se ven los volcanes, que
el viento sí limpió la atmósfera y, además, que la causa de que se
vean los volcanes es el viento. Explícitamente, sólo lo primero está
dicho.
20. Hasta Pedro podría resolver este problema.
Con esta oración entendemos que el locutor opina que Pedro
sería capaz de resolver el problema en cuestión; pero lo que está
expresando va más allá: también entendemos que el locutor opina
que Pedro es el menos apto para resolver los problemas, y además
que para resolver éste no se necesita tener muchas aptitudes.
21. No sólo las publicaciones para turismo masivo se deben
apoyar, sino también las de difusión científica e incluso las de
investigación básica.
Con esta expresión entendemos no sólo que se debe apoyar lo
que allí se menciona, sino también que el apoyo a las publicaciones
de difusión científica no es tan evidente como el que se tiene por
las de turismo masivo; y que el apoyo a las publicaciones de
investigación básica es menos evidente que el de difusión científica.
22. Pedro pertenece al partido x, pero él sí es democrático.
El locutor opina que quienes pertenecen al partido x, por lo
regular, no son democráticos.
23. Carlos cree que Eloísa fue a buscarlo.
Con esta construcción podemos entender que Carlos no está
seguro de lo expresado en el complemento de creer, o bien que él
sí está seguro, pero que el locutor de la construcción no se
compromete con la veracidad de lo expresado en ese complemento.
24. Es que yo sí estoy pendiente de ti (En un contento en el
que no se ha dicho lo contrario).
El locutor opina que el destinatario no está pendiente del
locutor.
Después de una afirmación hecha por una persona, su
interlocutor responde:
25. Y si mi abuelita tuviera ruedas, sería bicicleta.
El antecedente de este condicional se refiere a una situación que
no puede corresponder a nuestro mundo, tal como lo conocemos;
así, sin decirlo de manera explícita, se expresa que lo que había
afirmado anteriormente la otra persona resulta increíble.
26. No sé de dónde le salen esas ideas a Elena. Ella no fue
educada de ese modo.
CARLOS FUENTES, Las dos Elenas
Con el demostrativo esas se expresa la distancia afectiva del
locutor con respecto a las ideas de Elena; por supuesto, si se tratara
de las ideas que el locutor públicamente reconoce como propias del
paradigma de su educación, hablaría de "estas ideas".
En la obra literaria las significaciones producen efectos
especiales en el lector:
27. El taco hizo un último vaivén sobre el paño verde, picó al
mingo y lo restalló sobre la bola quince.
PEDRO JUAN SOTO, Campeones
Las líneas anteriores constituyen el inicio do un cuento. Las
frases de artículo definido parecen hablar de algo previamente
conocido o de algo que debe buscarse en la situación del acto de
habla. Al sor un inicio de texto no hay antecedentes previos por lo
que la indicación de buscar en la situación del acto de había
desprendida del significado de los artículos definidos, conduce al
lector abruptamente a la escena de un billar, quedando inmerso en
ella, sin previo aviso.
28. Mi primera mujer, la primera que desnuda conocí,
llamábase Faustina [...]
JUAN DE LA CABADA, Mi primera mujer
El significado del posesivo mi indica que aquello a lo que se
refiere la frase se encuentra en relación directa con su locutor. Al
tratarse de un inicio de texto, tiene el efecto de presentar el lugar
del narrador (hacia donde apunta la relación que surge del
posesivo) y de anunciar que desde la perspectiva de ese lugar se
van a relatar los hechos.
Podríamos considerar la serie de ejemplos anteriores como un
muestrario incompleto y simplificado de los diferentes tipos de
significación que surgen cuando hablamos. ¿Cómo surgen?
¿Mediante qué mecanismos llegamos a su interpretación? ¿Cómo
describir éstos y otros tipos de significación? ¿Cómo explicarlos?
Éste es el tipo de cuestionamientos que se plantea el investigador
en semántica. Ahora bien, las aplicaciones de los conocimientos
sobre la diversidad de significaciones y los mecanismos por los que
surgen pueden tomar infinidad de senderos; como lograr una cierta
finura en la descripción de una lengua o analizar los distintos
niveles de significación de un discurso.
La concepción del componente semántico, así como de su
interrelación con los otros componentes de la lengua, constituye un
primer intento para acercarnos a una manera de responder a los
cuestionamientos semánticos.
¿QUÉ CONTIENE EL COMPONENTE SEMÁNTICO?
Si el componente fonológico nos permite relacionar unidades
lingüísticas con sonidos y el componente sintáctico nos permite
estructurar las expresiones lingüísticas, mediante el componente
semántico relacionamos las expresiones con significados y
combinamos estos últimos.
El registro de los significados léxicos nos sirve para comprender
las expresiones lingüísticas y estructura nuestra concepción del
mundo.
De acuerdo con las reflexiones que hicimos en el primer
capítulo, podemos darnos cuenta de que cada persona conoce el
significado de los elementos léxicos de su propio vocabulario. A la
unión de cada elemento léxico con su significado la hemos llamado
signo lingüístico. Consideramos que los elementos léxicos se
encuentran registrados en el componente sintáctico y que sus
significados constituyen los elementos del componente semántico.
El hecho de que cada elemento del componente sintáctico esté
relacionado con su respectiva contraparte del componente
semántico es lo que nos permite entender el significado de los
elementos léxicos.
En los significados de los elementos léxicos encontramos los
conceptos; por ejemplo, al elemento léxico flor le corresponde el
concepto 'flor'. Cada uno de nosotros tiene registrado su propio
concepto de flor. Entre una persona y otra hay diferencias con
respecto a sus significaciones de flor, debidas a sus propias
experiencias; pero existen aspectos importantes en común entre las
conceptualizaciones de flor de todos los hispanohablantes que
tenemos registrado el signo lingüístico correspondiente. Los
aspectos conceptuales compartidos son los que nos permiten
reconocer ciertos objetos como flores, y nos permiten entendernos
-aunque sea parcialmente- al hablar de las flores. El concepto de
cada elemento léxico no parece tratarse de un elemento atómico,
indivisible, sino de una cadena de propiedades. Es esta formación
en cadena lo que permite realizar distintas asociaciones entre
significados; y permite también que dos elementos léxicos se
combinen semánticamente de manera imprevisible en cada acto de
habla.
Existen elementos léxicos que contienen otro tipo de
significados; por ejemplo, la preposición en, que expresa un tipo
de relación entre dos conceptos; el posesivo mi, que expresa una
relación personal con el locutor; el demostrativo este, que expresa
una relación de cercanía (espacial o temporal, en el contexto
situacional o en el lingüístico) con quien realiza la función de
locutor de la enunciación, etc. Este otro tipo de significado no nos
remite -directamente- a lo que comúnmente conocemos como
objetos -a menos que reconozcamos las relaciones como objetos.
Hemos visto que las caras de los signos lingüísticos llamadas
"imágenes conceptuales" -es decir, los conceptos- son los
elementos del componente semántico. Pero (tal como observábamos
en el capítulo 1) si sólo tuviésemos registrados en el componente
semántico los significados de los elementos léxicos, entenderíamos
conceptos aislados; no sería posible entender el significado de las
estructuras que construimos al hablar. Si fuese así, no
entenderíamos ni media línea de este texto ni de ningún otro; ni las
secuencias completas de sonidos del habla, pues únicamente
estaríamos entendiendo el significado de cada elemento léxico sin
poder relacionarlo con el significado de otro elemento léxico de la
misma cadena, ni con el contexto situacional. Pero esto no ocurre
así. En la realidad, en condiciones normales, cada hablante de una
lengua obtiene de cada oración su significado mediante la
combinación de los significados léxicos. Ya hemos constatado (en
los capítulos 1 y 5) que el significado que se obtiene de una oración
no sólo depende de los elementos léxicos que la componen, sino
también de la forma como éstos están estructurados en la oración.
Las reglas semánticas nos permiten combinar los conceptos de
acuerdo con la estructura que están formando sus respectivos
elementos léxicos en las cadenas de habla.
En otras palabras, las reglas semánticas nos permiten relacionar
las marcaciones sintácticas -de morfemas y orden en las es-
tructuras- con los significados de las estructuras completas.
Consideremos la siguiente expresión:
1. Los tamirones dalaron al absequidor.
Con ella podemos suponer que varios individuos llamados "los
tamirones" realizaron algo que recibe el nombre de "dalar", y que
esto tuvo un efecto sobre un individuo llamado "el absequidor".
He inventado los lexemas sustantivos y el verbal; de manera que si
está usted de acuerdo con la suposición que he hecho sobre el
significado de la expresión, sin contar con los significados léxicos,
tenemos que reconocer que, independientemente del significado
léxico, hay otro tipo de significado que se basa en las
interpretaciones realizadas por nuestras reglas semánticas, a partir
de las marcaciones sintácticas. La interpretación de que dalaron
significa que realizaron algo se debe a que este término contiene
un gramema propio de verbos. La interpretación de que los
tamirones es el agente se debe a que concuerda en persona y
número con el gramema del verbo, y la estructura tiene la forma
de voz activa. La interpretación de que el efecto de "dalar" recae
sobre el individuo llamado "el absequidor" se debe a que este
término está introducido por la preposición a y tiene la terminación
-dor, propia de cierta clase de sustantivos derivados. Así es que, sin
conocer los significados léxicos de los núcleos de las frases que
constituyen la ora ción, podemos obtener un tipo de significado de
la estructura, debido a que nuestras reglas semánticas interpretan
las marcaciones sintácticas. El reconocimiento y la interpretación
de las marcaciones sintácticas, durante el uso normal de la lengua,
los realizamos de manera inconsciente.
Si no fuera por las reglas semánticas, entenderíamos conceptos
aislados; no entenderíamos el significado completo de una frase ni
de una oración. Sin las reglas semánticas no tendrían sentido las
marcaciones sintácticas, pues no podríamos interpretarlas.
Con mi conceptualización de 'yo', de 'flor', de 'poner', de
'agua' de 'en', de 'la', más mi conceptualización del tiempo y con
mis elementos léxicos relacionados con dichos conceptos, puedo
querer expresar que yo puse en agua una flor determinada. Mis
reglas semánticas me permiten saber que 'yo' debo expresarlo
como agente; 'poner', como acción; 'flor', como objeto que sufre
la acción realizada por mí, etc. Y las reglas sintácticas me permiten
saber cómo marcar los elementos léxicos correspondientes para
lograr expresar dichas funciones semánticas mediante marcaciones
sintácticas. De esta manera, expreso poner en primera persona del
singular, y no en tercera; es decir, no necesito que concuerde en
persona y número con flor, porque el agente de la acción es el
propio hablante; así voy marcando los elementos léxicos, hasta
estructurar puse la flor en agua. Al decir esta expresión -o al
escribirla-, mis oyentes -o lectores- inconscientemente, a través de
sus reglas sintácticas, detectan la función sintáctica de cada
elemento léxico, con base en las marcas de orden y de morfemas; y
sus reglas semánticas les permiten saber que el agente de la oración
es la persona que la expresó; quien sufre la acción es la flor, etc.,
de tal manera que relacionan los distintos conceptos contenidos en
la oración, de acuerdo con la estructura de la misma, obteniendo
así el significado completo de ella.
De acuerdo con nuestras reflexiones realizadas hasta el
momento, los significados de nuestras producciones adultas pueden
interpretarse mediante el registro de los conceptos y de las reglas
semánticas.
Además de esos dos factores interviene otro en nuestra
interpretación de las estructuras: los significados categoriales. Por
ejemplo, existen frases sustantivas definidas y frases sustantivas
indefinidas; las primeras originan en las oraciones estructuras
semánticas dobles, por lo que ocasionan que las oraciones sean
ambiguas -aunque no tengan ningún elemento léxico con doble
significado ni tengan más de un análisis sintáctico-. Las frases
sustantivas indefinidas, en cambio, no originan más que una
estructura semántica, por lo que no producen ambigüedad.
Contraste usted el doble significado que puede tener la oración 2,
con el único de la oración 3:
2. Los alumnos van a traer una botella de vino.
3. Todo alumno va a traer una botella de vino.
Estará usted de acuerdo en que con la oración 2 puede
interpretarse que cada alumno va a traer una botella o que entre
todos van a traer una; mientras que con la oración 3, en cambio
sólo puede hacerse la primera interpretación. Puede usted
imaginarse las estructuras semánticas de la oración 2
representándose varios alumnos y botellas de vino. En una
estructura tendríamos al conjunto de alumnos relacionado con una
sola botella; en la otra estructura estaría cada alumno relacionado
con una botella distinta.
No existe en la oración 2 la posibilidad de analizarla
sintácticamente de dos maneras distintas, a diferencia de las
oraciones con ambigüedad sintáctica, analizadas en el capítulo
anterior. En dicha oración encontramos una sola estructura
sintáctica; sin embargo, se originan en ella dos estructuras
semánticas —las descritas en el párrafo anterior—, debido al
sentido de conjunto que tienen las frases sustantivas definidas. En
el caso concreto del ejemplo, el sentido de conjunto surge del
significado del determinante definido los, así como en otros casos
surge de los otros determinantes que se encuentran dentro de la
categoría de los definidos, como mi y este, tal como podemos
constatar en el siguiente par de ejemplos:
4. Mi mango pesó más que el de mi compadre.
5. Este mango pesó más que el de mi compadre.
Consideremos, para ambos ejemplos, que nos referimos a toda
una cosecha de mango y no a un solo mango. En cada caso podría
entenderse que lo que pesó más fue la cosecha completa, sin
considerar lo que pesaría cada mango (quizá cada uno fue menos
pesado); o, por el contrario, que lo que pesó más fue cada mango
de la cosecha, sin considerar el peso de la cosecha completa (quizá
todo el conjunto fue menos pesado).
La ambigüedad del ejemplo 2 del apartado anterior -y que abajo
reproduzco como 6- surge del mismo mecanismo: por el artículo
definido.
6. Los jóvenes quedaron incomunicados.
El sentido de conjunto que el artículo definido genera en la frase
sustantiva de sujeto ocasiona que el predicado pueda relacionarse
con el conjunto como unidad, dando una interpretación, o con cada
miembro del conjunto (con cada joven), dando otra interpretación.
Así, además de los conceptos que constituyen los significados
particulares de cada elemento léxico, existen significados que
corresponden a categorías sintácticas (como el caso de los
determinantes definidos). En resumen, el significado de las
estructuras complejas (de frases y oraciones) se obtiene a partir de:
Cadena conceptual de cada elemento
particular.
a) El significado léxico
El significado categorial: lo comparten
todos los elementos de la misma
categoría; algunas categorías
contienen instrucciones para
combinar los significados de otros
constituyentes de una frase.
b) Las reglas semánticas, que se correlacionan con las
marcaciones sintácticas para combinar los significados léxicos.
Por lo menos éstos son los tipos de registro que constituyen el
componente semántico.
Desde el primer capítulo hemos concebido que a cada elemento
sintáctico le corresponde un elemento semántico y a cada regla
sintáctica, una regla semántica. Es evidente que, si cada elemento
léxico no estuviera relacionado con un concepto, no podríamos
entender a qué se refiere en cada situación distinta en que se usa.
Ahora bien, con respecto a la correspondencia entre reglas
sintácticas y semánticas, para cada estructura construida mediante
una regla sintáctica, se requiere una regla semántica que interprete
su significado. Si esta afirmación es adecuada a la realidad del
sistema de la lengua, la consecuencia será que, cada vez que al
analizar una oración encontremos que tiene más de una posible
estructura sintáctica, encontraremos también que tiene más de un
posible significado. Esta consecuencia de la afirmación se cumple:
tal es el caso de las oraciones sintácticamente ambiguas (como las
que consideramos en el capítulo anterior).
Como observamos en el apartado anterior de este capítulo,
además de ese significado explícito de las oraciones, expresamos
muchas otras significaciones al utilizarlas. El significado de algunos
elementos léxicos como saber, acusar, también, incluso, o frases:
dejar de, además de aportar alguna información para interpretar el
significado explícito, aportan otras informaciones; éstas resultan
ser las bases a partir de las cuales se generan significaciones no
explícitas. Los significados de elementos como hasta, pero, en
algunos usos, remiten directamente a significaciones no explícitas.
Y, en general, el significado concreto de una expresión enunciada,
se delimita y se alimenta mediante las relaciones que establece con
distintos factores de la situación de uso. Un elemento
aparentemente redundante puede generar otra significación;
también la genera la ausencia o el silencio de algo que se espera.
El estudio de las interacciones entre lo que se propone como
modelo del sistema de la lengua y los factores contextúales de uso,
además de encaminarse a explicar la creatividad del significado en
sus distintos niveles —y precisamente por esto—, constituye una
vía de investigación de lo que es peculiar del ser humano, lo que lo
distingue de la máquina autómata y de otras especies animales.
Ante una expresión como:
7. Los niños llegaron solos.
podríamos preguntarnos: ¿Cada uno por separado o en conjunto sin
ninguna otra compañía? Así, reconocemos dos posibles
interpretaciones formales de la oración. Si nos preguntamos si en
su contexto de uso la expresión es informativa, o es un reclamo,
entonces estamos indagando el valor funcional del enunciado.
LA ADQUISICIÓN DEL COMPONENTE SEMÁNTICO.
Antes de que aparezcan las primeras evidencias de que el niño
ha comenzado a registrar sus elementos lingüísticos, encontramos
manifestaciones de actos comunicativos, mediante sonidos —no
diferenciados sistemáticamente— algunos de ellos; otros,
gestuales. Con estas manifestaciones previas a la adquisición de los
componentes de la lengua, aparecen las primeras acciones sociales.
Mediante la observación y el análisis de las expresiones pueden
reconocerse en ellas funciones como petición, información, muestra
de afecto, etc. Estas funciones, posteriormente, se podrán realizar
mediante expresiones basadas en los componentes de la lengua.
La lengua se adquiere y, con ella, la capacidad de expresar
significados precisos, así como de interpretarlos a partir de las
expresiones de los demás. Con el descubrimiento que hace el niño
de que a un cambio de sonido le corresponde un cambio de
significado se inicia la adquisición de los componentes de la lengua.
Los primeros signos lingüísticos de los niños difieren de los del
sistema adulto, no sólo porque se pronuncian de forma distinta,
sino también porque corresponden a una conceptualización
diferente. Por ejemplo, resulta común que una palabra como papá
(o algo semejante que produce el niño) se relacione con un conjunto
de posibles referentes delimitado con criterios distintos al del
adulto. Puede ser que el niño se refiera con esa palabra, no sólo a
su papá, sino también a cualquier varón adulto. Puede suceder que
el niño relacione el nombre de un objeto con todos los objetos del
mismo color. En fin, que al relacionar un término con su referente,
puede hacerlo con base en unas características distintas de aquellas
en las que se basa la relación en el sistema adulto. Esto quiere decir
que el concepto que se forma como significado de ese término es
distinto al del adulto y, por consiguiente, se aplicará a un conjunto
de posibles referentes de los cuales algunos coincidirán con los del
adulto. Conforme va teniendo nuevas experiencias sociales de uso,
se van modificando los conceptos del niño hasta adquirir rasgos
compartidos por su comunidad lingüística.
En el capítulo anterior mencionamos que las primeras
producciones lingüísticas de los niños consisten en elementos
léxicos aislados. El significado de estas expresiones está constituido
por conceptos individuales relacionados con el contexto situacional
y el acto lingüístico producido. Así, el niño puede expresar su
concepto de papá, mediante la forma léxica con la que lo tiene
relacionado. La intención del niño, al expresarlo, puede ser que
corresponda al deseo de salir con su papá a caminar; o puede ser
que quiere informar que su papá llegó; o quiere expresarle afecto a
su papá. Para poder interpretar la intención del niño en cada una
de sus producciones, es necesario considerar, además de la
entonación, los gestos que tal vez realice, así como algunos
aspectos de la situación en que ocurre la enunciación.
Todo esto pone en evidencia dos cosas. En primer lugar, para la
interpretación del contenido lingüístico es necesario considerar
ciertos factores del contexto extralingüístico con el que se
relaciona. Esto no es exclusivo de la producción infantil, sino que
también vale para el sistema adulto. En segundo lugar, la diferencia
entre las dos producciones, en este punto, radica en el contenido
conceptual de cada enunciación: en el sistema adulto es el resultado
de la combinación de significados léxicos, de acuerdo con la
estructura sintáctica, mientras que en esta etapa del niño, cada
concepto expresado es individual y sólo se delimita y complementa
con la información del contexto.
Cuando los enunciados del niño consisten ya en cadenas de dos
elementos léxicos, nos encontramos ante la siguiente situación
semántica. Aparecen evidencias de que en las expresiones están
surgiendo las primeras relaciones sintagmáticas entre conceptos.
En esas relaciones se basan las cadenas de dos elementos; y en ellas
también se basan sus posibles interpretaciones. La relación entre
conceptos, en esta etapa, no se especifica, queda abierta para ser
concretada por el contexto. No existen todavía evidencias de que
cada uno de los dos elementos exprese, sistemáticamente, alguna
función semántica distinta de la del otro. El sistema del niño aún
no dispone de marcaciones sintácticas que evidencien que cada
elemento tiene una función específica determinable por la misma
expresión.
Posteriormente, en las producciones infantiles, pueden
identificarse lugares especializados, dentro de las estructuras, para
expresar funciones semánticas determinadas. Es decir, cada niño
comienza a expresar, mediante marcas perceptibles -en este caso,
lugares definidos dentro de las estructuras-, funciones semánticas.
El hecho de manejar funciones semánticas es una evidencia de que
el niño ya establece relaciones sintagmáticas específicas entre
conceptos; y esto, a su vez, constituye una evidencia de que ha
registrado sus primeras reglas semánticas.
Una vez que empieza a manejar funciones semánticas el niño,
empieza a adquirir significados categoriales (esa parte del
significado léxico que comparten todos los elementos de una misma
categoría). Los significados categoriales y las reglas semánticas
terminan de adquirirse, probablemente, cerca de la adolescencia.
No existen, hasta el momento investigaciones que confirmen que
esa época marque el final. De los significados particulares de los
elementos léxicos, en cambio, no puede decirse que terminen de
adquirirse: junto con los elementos léxicos se siguen adquiriendo a
lo largo de toda la vida. Esto significa que, en el sistema de la
lengua, una vez adquirido el componente fonológico, y las reglas y
categorías de los componentes sintáctico y semántico, todo esto se
mantiene estable (en condiciones normales), pero no rígido, ya que
al interior de las categorías sintácticas y semánticas, en los
elementos que las conforman existen cambios. Y la estructura
conceptual se mantiene abierta a experimentar modificaciones.
Amable lector, amable lectora, muchas gracias por permitirme
compartir con usted este texto. Quisiera hacerle la invitación para
que seleccione otras lecturas, de las sugeridas en el Apéndice.

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