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“La contactó uno de los hijos por WhatsApp para preguntarle si sabía
por qué el papá no contestaba. Esto fue el 3 de septiembre. La
respuesta fue terrible. Le dijo que había fallecido justo esa misma
mañana de COVID. Nadie lo podía creer”, cuentan desde la familia.
"Lo que ocurre es que el día siguiente, cuando llegan otras chicas al piso, se la
encuentran fallecida en la cama", ha explicado la periodista Teresa Domínguez. La
víctima es una chica de 26 años, Lady Marcela Vargas, colombiana que lleva unos
meses viviendo en España. Tenía dos niños en Colombia de uno y 3 años que
había dejado a cargo de la abuela. "Todo lo que ella hacia en España era para
reunir dinero para sus hijos en Colombia", ha añadido.
El caso Marta Calvo hace referencia a la desaparición y muerte de una mujer de 25 años,
Marta Calvo Burón. La desaparición se produjo el 7 de noviembre de 2019 en Manuel
(Valencia, España) tras mantener una cita con un hombre al que conoció en una plataforma de
contactos por internet, Jorge Ignacio Palma, autor confeso de su desaparición.
Índice
• 1La desaparición
• 2Investigación y búsqueda
• 3Precedentes y juicio
• 4Referencias
La desaparición[editar]
Durante la madrugada del 7 de noviembre, la joven como tenía por costumbre comunicó a su
madre la ubicación del lugar donde se hallaba, el número 9 de la calle San Juan Bautista, en
la localidad valenciana de Manuel (comarca de la Ribera Alta) y éste fue su último rastro. Ante
la ausencia de noticias, la madre decidió ir hasta el lugar desde donde su hija había enviado
su último whatsapp para averiguar su paradero. Llegó a hablar con Jorge I.P., quien dijo
desconocer a Marta, y que huiría tras esta entrevista. Tras dos días sin noticias, su madre
denunció la desaparición de Marta el 9 de noviembre, a las 21:15 horas en la comisaría de
policía.1
Investigación y búsqueda[editar]
El grupo de homicidios de la Guardia Civil se encargó del caso temiéndose lo peor, mientras el
hombre con el que había quedado estaba desaparecido. El 25 de noviembre los
investigadores fueron reforzados por la sección de Homicidios, Secuestros y Extorsiones de la
Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que se desplazó desde Madrid a
Valencia.
Tras las primeras indagaciones en la vivienda alquilada, que había sido limpiada a conciencia
con lejía, su inquilino pasó a ser el principal sospechoso. El intento de deshacerse de su
vehículo en un desguace de El Puig, añadió más razones para su búsqueda.1
Inicialmente el operativo de búsqueda se desarrolló en el río Albaida, en cuevas y pozos, con
apoyo del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) y con la pretensión de hallar el
cadáver de Marta.2
El principal sospechoso, Jorge Ignacio Palma, colombiano en libertad condicional por tráfico
de drogas,3 se entregó el miércoles 4 de diciembre en el cuartel de la Guardia Civil
en Carcagente (Valencia). En su declaración afirmó que la muerte fue accidental tras practicar
sexo mezclado con alcohol y cocaína. Cuando se despertó y encontró a la joven sin vida no
sabía qué hacer; pensó en el suicidio y finalmente optó por deshacerse del cadáver. Para ello
adquirió en distintos establecimientos dos serruchos, bolsas de plástico, lejía y ácido. Al día
siguiente se deshizo del cuerpo, descuartizándolo en trozos que metió en bolsas de plástico y
distribuyó en diferentes contenedores de las localidades de Alcira y Silla. Ese mismo día la
policía ordenó la paralización de la Planta de Reciclaje de Guadassuar para intentar encontrar
restos del cadáver.4
Tras su comparecencia el 10 de diciembre ante el Juzgado n.º 6 de Alzira, la juez ratificó la
prisión provisional, comunicada y sin fianza del detenido.
Acompañados por el presunto homicida y por perros adiestrados para la detección de restos
biológicos, la Guardia Civil hizo de nuevo una inspección exhaustiva de las tuberías del cuarto
de baño de la vivienda de Manuel, tras haber sido levantado el suelo con una picota y una
radial por operarios del Ayuntamiento. Los investigadores, agentes del Equipo Central del
Inspecciones Oculares (ECIO) de la Guardia Civil y del laboratorio de criminalística de la
Comandancia de Valencia, encontraron restos de piel y algunos pelos en las cañerías. 5 Dichas
muestras fueron enviadas al laboratorio del Servicio de Criminalística madrileño para ver si
coincidían con el ADN de Marta Calvo.
Precedentes y juicio[editar]
El 13 de junio de 2022 comenzó el juicio a Jorge Ignacio Palma, de 40 años, presunto agresor
sexual en serie tras haberse revelado su modus operandi, acusado del asesinato de tres
mujeres y agresión sexual a otras ocho, todas prostitutas, a lo largo de quince meses, entre el
25 de julio de 2018 y el 7 de noviembre de 2019.6 Contrataba los servicios de la víctima, y
durante las relaciones sexuales, les introducía sin su consentimiento cocaína de gran pureza
por vía vaginal y anal, provocando una rápida sobredosis con convulsiones, lo que provocó su
fallecimiento en el caso de la brasileña Arliene Ramos (32 años) el 24 de marzo, fallecida en el
hospital tras una semana en coma, la colombiana Lady Marcela Vargas (26 años) el 14 de
junio de 2019, quien tenía dos hijos pequeños en su país natal, y la española Marta Calvo el
25 de noviembre.7
El informe pericial criminológico expuso su condición de asesino en serie, que actuaba
conociendo la peligrosidad de su acción, buscando placer sádico en la contemplación de la
agonía de la víctima.8
No quería verle y, aunque lo intentó, no pudo aguantar las lágrimas. La primera víctima del
asesino confeso de Marta Calvo fue la última en denunciarle. M., colombiana de 44 años,
vio su fotografía en toda las noticias tras la desapareción de la joven valenciana y reconoció
a Jorge Ignacio Palma como el hombre con el que estuvo en junio de 2018 y que casi la
mata. La mujer describió al detalle -de hecho la juez se lo agradeció- cómo fue su
encuentro, que acabó con ella en el hospital Arnau de Vilanova de Valencia por un dolor
abdominal por síncope y cocaína en sangre. "Me drogó para matarme. No hay más", dijo
con rotundidad.
El relato lo hizo sin ver a Jorge Ignacio, tras un parabán y acompañada por una
representante en la oficina de atención a víctimas del delito. Estaba asustada. El acusado, a
través de su abogada, sí quiso verla, "para saber si estuvo con él", pero la juez se negó. No
fue la única vez que reprendió a la letrada por sus preguntas impertinentes. El talante de
Jorge Ignacio, con camisa morada, fue algo menos impasible. Negó con la cabeza varias
veces e hizo anotaciones a su defensa.
M. atendió a Jorge Ignacio porque otra de sus compañeras de piso donde ejercía la
prostitución se negó a la 'fiesta blanca'. "Para los del gremio es acompañar al cliente a
esnifar, pero las que sabemos llevar el truco, no lo hacemos. Como están tan locos, no se
dan cuenta de si la tomas o no", relató. Para cuando entró en el cuarto, según relató, el
acusado tenía una bolsa negra con droga , "con un olor impresionante y la cantidad
también. Lo tenía preparado ya, cuatro rayas en un azulejo negro», recordó la víctima, que
se negó a consumir. "Después me propuso hacerme un masaje con aceite, le vi que llevaba
la mano cerrada... a medida que iban pasando los minutos sentía calor, el corazón rápido,
sudores fríos...". En un primer momento pensó que se debía a que había apagado el aire
acondicionado, pero sus sospechas se confirmaron cuando, al encontrarse mal, fue al baño.
Le "ardían" sus partes íntimas y en la ducha, "empezaron a salir rocas de cocaína del
tamaño de un garbanzo, cinco o seis. Entonces le dije, ¿tú que estas haciendo?, ¿por qué
me metes droga en mis partes íntimas?". Además, la invitó a beber y sintió "como arena".
"Le dije que me estaba matando", relató. No se inmutó. «Él era una persona muy tranquila,
sabía lo que estaba haciendo. Tratamos todos los días con hombres drogados, ebrios... Y
ese hombre en ningún momento se drogó, no tenía las pupilas dilatadas, no tenía ninguno
de los síntomas que sabemos. Para probarle, le dije que pusiera droga en mi pecho, para ver
si la consumía o no. Y escupía. Empecé a tener mucho miedo".
Ella sobrevivió, pero quedó marcada. "Me arruinó la vida. No puedo tener relación con
ningún hombre porque les tengo pánico", confesó, como también que había intentado
suicidarse.
Tampoco tienen explicación a cómo creaba las piedras el acusado, porque la cocaína es
hidrosoluble, pero en este caso se mantenían sin deshacerse al contacto con las mucosas
genitales, zonas húmedas del cuerpo, por lo que sospechan que pudo usar un apelmazante.
"No hemos dicho que ese apelmazante sea el responsable de esas reacciones distintas a las
de la cocaína. Lo que queremos explicar es que se tuvo que usar una sustancia apelmazante
para aglomerar la cocaína, pero no sabemos cuál podría ser».
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Los dos expertos contestaron a las preguntas, también por primera vez del jurado, que quiso
saber si se puede detectar la cocaína siempre. "No importa por dónde entra en la sangre.
Una vez llegue allí, se distribuye, se alcanza una concentración y se tarda en eliminar unos
3 o 4 días. En las pruebas de hospital solo dicen que hay o no hay cocaína", matizaron los
expertos.
Además, ambos destacaron que en las autopsias realizadas a las dos víctimas mortales,
especialmente a Lady Marcela, porque Arliene donó sus órganos y quedaron menos
evidencias, se detectó el consumo de cocaína,. Han situado el nivel de "dosis letal" a partir
de 5 miligramos y que en el caso de Lady Marcela, el examen toxicológico arrojó valores
de 9,31 miligramos.
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La sentencia, que puede ser recurrida ante la Sala de lo Civil y Penal del
TSJCV, absuelve al procesado del delito contra la integridad moral del que
también estaba acusado y le impone el pago de indemnizaciones a seis
víctimas y a los familiares de otras tres que fallecieron.
El pasado 22 de julio, un jurado popular formado por siete mujeres y dos
hombres consideraron a Jorge Ignacio Palma, colombiano y de 40 años de
edad, culpable de la muerte de la joven valenciana a la que descuartizó así
como de Arliene Ramos (homicidio) y Lady Marcela (asesinato machista).
Báez hizo subir a las dos mujeres a la planta alta de la casa. Las hizo
acostarse sobre el excremento de los perros. Durante esos minutos
el hombre sacó su teléfono celular en varias oportunidades y grabó
varios videos de la situación mientras repetía: “Ahora van a
aprender a no meterse conmigo”.
Ariel Báez: foto clandestina en el penal de Marcos Paz.
“Nos hizo sacar la ropa, quedando las dos en ropa interior. Nos obligó
primero a tocarnos entre nosotras y después nos arrancó lo que nos
quedaba puesto. Quedamos totalmente desnudas. Como Emma trató
de defenderse, este tipo le ató las manos con un cinturón con tachas y
los pies con un pullover mío y la amordazó con una remera. Me
obligaba a mí, a punta de pistola, a tocarla a ella”, contó Ana Laura.
Así, Báez hizo que las dos chicas se subieran a la cama matrimonial de
la habitación y continuó con las vejaciones. Ya en la cama, comenzó a
violarlas. Orinó sobre ellas.
Luego del abuso sexual, Báez las hizo sentar espalda con espalda y
las ató con un cable. Se dirigió al baño, tomó un aerosol y con la ayuda
de un encendedor generó una llama que le quemó parte de un brazo a
Ana Laura. Después incendió una frazada que estaba sobre la cama y
bajó las escaleras.
Luego del fuego, Báez tomó una pala. Se ensañó con Emma,
particularmente. Vació sobre ellas una botella de licor de melón para
usar de combustible e intentó encender nuevamente el fuego. Con las
llamas en alto, Báez se fue: cerró la puerta con llave antes de irse.
Báez fue detenido esa misma noche, cuando Ana Laura logró
describirlo minutos después del hecho.