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De 25 años a esta parte se ha corrido el rumor mundial con cierta insistencia que peca a
veces de superficial, de que el más grave problema de la Iglesia latinoamericana es la
ausencia de sacerdotes con la consiguiente falta de vocaciones locales.
Aunque es cierto que los números nos indican de que la cantidad de sacerdotes que
trabajamos en latinoamérica es ridículo, sin embargo yo no opino que éste sea el problema
más grave en latinoamérica, por lo menos en lo que respecta a la zona andina (1)
Si bien en América Latina la ausencia de sacerdotes es un problema álgido y secular, es en
mi concepto sólo un agravante del verdadero y más profundo problema que existe en los
Andes. Aún más, a mi modo de ver, el creer que el gran problema de las parroquias
andinas es sólo numérico y vocacional, ha traído graves consecuencias, principalmente en
la mentalidad de los responsables de la pastoral andina, y a la larga en el futuro de la Iglesia
latinoamericana.
La Iglesia latinoamericana está organizada según un patrón europeo y presenta una visión
de estructura de "Iglesia adulta", siendo en realidad - particularmente en lo que atañe a los
Andes - una Iglesia en estado "incoativo", sin infieles es verdad, pero de ninguna manera
"adulta, ni tampoco "estabilizada". Es decir, si bien de derecho los Andes latinoamericanos
no pertenecen al campo de las Misiones tal como Propaganda Fide lo entiende, de hecho es
un campo real de misión, y es un absurdo que en ella se sigan las leyes comunes de la
Iglesia, cuando en realidad la praxis misional es la que se acomodaría mejor a su pastoral.
Hay parroquias andinas por ejemplo, que tienen hasta 3,000 Km2 , lo que impide que
realmente sea una comunidad. Por otra parte lo abrupto y original de la geografía andina
hace que el territorio cause una desintegración de los pueblos porque aísla a los fieles y les
impide tener conciencia de comunidad eclesial. Las extensiones son enormes, y la medida
de las parroquias es de 1,161.23 km2, - las distancias deben entenderse en forma vertical
(1)
América Latina está formada por 21 países en donde viven más del 33% de los católicos del mundo. Sin
embargo para una población de 210'000,000 de católicos sólo hay 41,000 sacerdotes. Es decir que habría
necesidad de al menos unos 175,000 sacerdotes más.
porque la gente vive entre los 2,000 y 5,000 metros de altura sobre el nivel del mar -, lo
cual es irracional sea por las dificultades climáticas como por lo difícil del transporte.
El pueblo vive pues disperso e incomunicado: desconoce en realidad a su propio pastor, y
por el hecho de su movilización constante difícilmente se topan con él en la vida diaria. Es
de una psicología y cultura atávica, y por su misma situación la Iglesia no puede brindarle
el apoyo intelectual y espiritual que necesitan. Su participación en la vida cristiana no
puede ser normal, y sus manifestaciones de fe son primitivas, ignorantes y con
yuxtaposiciones y mezclas supersticiosas. Hay pueblos que no han visto al sacerdote por
casi 80 años, y continúan bautizándose entre sí pero sin un adelanto en la fe ni en su vida
cristiana. La distribución de la cantidad de gente en cada pueblo o parroquia es
desproporcionada, lo cual motiva una mayor fatiga pastoral de los encargados.
Ya se ve pues que a causa del territorio y de la realidad infrahumana y estructural de estos
pueblos, la labor pastoral de la Iglesia, mientras subsista esta estructura, no será nunca
funcional. Esta inestabilidad pastoral se ve agravada (no causada) por el fenómeno de la
ausencia sacerdotal que pone en evidente zozobra la solidez y continuidad de la Iglesia en
esas regiones. La pastoral se presenta más bien como un "formalidad", un cumplimiento ,
antes que como una realización. No olvidemos que estas dificultades tienen ya 400 años de
existencia.
La causa de la estática actual de estas regiones andinas no parece pues que estriba en el solo
territorio, o sólo en la condición civil y religiosa del pueblo, ni únicamente en la escasez o
inadaptación del sacerdote, sino más bien en la misma organización de la Iglesia andina
tomada en su conjunto estructural, es decir que en consecuencia la solución no vendrá sino
a través de una adaptación de la estructura eclesial a la realidad de los Andes, porque el
cariz que ha tomado la Iglesia en los pueblos andinos a través de los siglos del cristianismo
que tiene, la ha dislocado mucho de la realidad del territorio, de las condiciones del pueblo
y de las limitadas fuerzas del sacerdote.
Es más un problema de estructura que vocacional y numérico como se suele afirmar. Ya se
ve pues, cómo andan muy errados aquellos que creen que toda la solución vendrá tan sólo
con tener un número equis de sacerdotes, o usando métodos pastorales comunes, como si
para esta realidad andina se pudiera aplicar los criterios urbanos o europeos, sin tener en
cuenta todas las anomalías que existen y que no son ocasionales sino que provienen de su
estructura, y prevalecerán aún en el caso de una abundancia de sacerdotes, si no se
modificase la forma cómo opera la Iglesia en los Andes.
5. PISTAS DE SOLUCIÓN
(2)
Por "Líderes espirituales" se entiende el laico o el religioso o religiosa comprometidos en la realización de
una nueva estructura eclesial para los Andes Latinoamericanos. Su campo de acción debe estar enmarcado en
la realidad del territorio abrupto,vertical y desintegrante, y dentro del verdadero mundo de la comunidad
andina a la que debe integrarse sin espíritu de aventura ni psicología de evasión. Debe tener una
espiritualidad de comunión que supere los problemas de la soledad; debe ser eficiente y maduro.
Por "agentes de pastoral" se entiende que a la par que "humaniza" es el responsable de la evangelización de la
comunidad en todas las dimensiones propias de la pastoral (doctrina, sacramentos, culto, y obras de
realización de la caridad). Trabaja sin sacerdotes en una comunidad de laicos o religiosos, integrados todos a
la gran comunidad eucarística de los pueblos que se le confíe. Su trabajo es coordinado, responsable y de
conjunto,utilizando todas las fuerzas vivas de la comunidad y en colaboración directa con el equipo de
sacerdotes volantes que periódicamente los visitan.
Corea fue un ejemplo: cian años sin sacerdotes no hizo decaer en nada la vitalidad de la Iglesia; los laicos se
responsabilizaron de ella.
Centros. Sólo así dispondremos de auténticos agentes de pastoral y de la actualización de
la caridad que son indispensables para una auténtica pastoral. Los sacerdotes están
organizados en equipos volantes que visitan los pueblos con periodicidad estilo San Pablo,
y están en continua comunicación radial con todas las comunidades, pero la base de todo
este progreso eclesial depende de la formación eclesiológica que da el Centro de Pastoral,
que llega hasta la re - estructuración de las bases del mundo socio religioso andino.
Sirve por tanto a hacer que la pastoral en medio de los Andes sea una realidad funcional;
es una organización de acción y de formación. El agente de pastoral se forma para ser
"hombre de la fe, de la palabra evangélica, de la pobreza; hombre llamado y enviado,
hombre de oración y de acción, hombre que da culto a la verdad, da sentido y respeto a la
persona, hombre constante, de colaboración, de diálogo, hombre que está pronto a los
fracasos.
6. S. O. S.
El reducido espacio de este artículo me impide dar mayor extensión pero creo que es
suficiente como motivación para que aquellos hermanos y hermanas de ol s Estados Unidos
tanto laicos como religiosos que andan fatigados ante el trabajo tradicional de una pastoral
en América, se decidan a venir con nosotros a colaborar como agentes de pastoral; es un
trabajo arduo, pero auténticamente misionero y lleno de ideales fabulosos. Nuestro pueblo
es sencillo y necesita de este entusiasmo que traen los que vienen de afuera con tanto
empeño y decisión.
El pueblo nos quiere, nos acepta, y nosotros nos sentimos cada vez más realizados.
La crisis actual de identificación del sacerdote, hace que aquí nos sintamos más
realísticamente sacerdotes, prologándonos a través del ministerio de los agentes de pastoral.
Gracias,
Eusebio E. Ménard
Superior General MSA
Vicario Episcopal de Huarochirí