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El origen pagano de la navidad

En primer lugar, debemos entender que la Navidad tiene su origen en el


paganismo de Babilonia aproximadamente 2600 años a.C.
La antigua historia relata que en aquel entonces existía una reina
llamada SEMIRAMIS en cuyo vientre crecía su hijo TAMUZ, que según la
tradición popular de aquellas religiones paganas, Semiramis habría concebido
virginalmente. Este hijo era la encarnación del dios SOL (RA para los egipcios
y BAAL para los Cananaeos) y su alumbramiento se celebraba con fiestas,
orgías y en particular se adornaban árboles con cerezas rojas y bolas
brillantes en representación del Sol. La costumbre del árbol surgió de una
creencia babilónica que decía que Semiramis, la madre de Tamuz, afirmaba que
durante una noche, un árbol se desarrolló de un tronco muerto. El tronco
supuestamente representaba a su esposo muerto, Nimrod (Génesis 10:9), ¡y el
árbol de pino llegó a ser el símbolo de que Nimrod había revivido en la persona
de Tamuz!”
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También ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los santuarios
paganos, en las colinas y bajo todo árbol frondoso. 2 reyes 16-4
“Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque
cortaron, obra de manos de artífice con buril. Con plata y oro lo adornan;
con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. Derechos están
como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No
tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien
tienen poder” Jeremías 10:3-5

Más tarde, cuando fue establecido el catolicismo romano bajo las falsas
pretensiones religiosas de Constantino, aproximadamente por el año 325 d. C.,
todo la mezcla del paganismo babilónico y romano, fue introducido
deliberadamente al cristianismo mediante el sincretismo religioso. En otras
palabras, se tomó los cultos y costumbres abiertamente paganos y se adaptaron
con el presunto cristianismo validado por el imperio. De esta manera, la antigua
Semiramis (astarot, venus, Isis, etc.) pasó a llamarse “virgen María” y a la
encarnación del dios sol Tamuz (Baal, Saturno, etc.), se le llamó “Jesús”.
El antiguo árbol que la religión de Babilonia adornaba en celebración del
nacimiento de Tamuz, pasó a llamarse “el árbol de Navidad”
Los romanos celebraron su festival de invierno de siete días, Saturnalia, a partir
del 17 de diciembre. Fue algo completamente pagano lleno de libertinaje y
adoración al dios Saturno. Para marcar el final del solsticio de invierno, el
emperador romano estableció el 25 de diciembre como una fiesta para Sol
Invictus (el Sol Invicto). Tratando de hacer que el cristianismo fuera más
agradable para los romanos y más popular entre la gente, la iglesia aceptó estas
fiestas paganas y puso la celebración del nacimiento de su Salvador el 25 de
diciembre.
La celebración de la Navidad el 25 de diciembre es la cristianización de las
fiestas paganas que conmemoraban el solsticio de invierno en el
hemisferio norte; como es el caso del Yule, de los celtas y nórdicos, una
fiesta invernal del norte de Europa que celebraba el nuevo ciclo quemando
troncos adornados con cintas. En el Yule o Jul se celebraba la Rueda del Año,
el comienzo del nuevo año. La rueda es un símbolo solar al que se pedía que
alejara el invierno, la muerte y trajera el sol, la vida.

El nacimiento de Jesús y la fiesta de los tabernáculos


La tradición nos ha enseñado que la fecha del nacimiento de Jesús es el 25 de
diciembre. Pero si Jesús hubiera nacido en diciembre, pleno invierno en
Israel, los pastores no habrían estado con sus ovejas en los campos aquella
noche como dice la Biblia (Lucas 2:8). Esta fecha, por tanto, no tendría mucho
respaldo bíblico. Pero entonces, ¿cuándo nació Jesús? Aunque la Biblia no
especifica una fecha, sí nos entrega algunas pistas para aproximarnos a una
época del año.
La anunciación del nacimiento de Juan el Bautista habría ocurrido en la
undécima semana del año, en el mes de Tammuz (Junio). La Biblia nos dice que
después de oficiar en el templo, Zacarías regresó a casa, y su esposa Elisabeth
quedó inmediatamente embarazada (Lucas 1:23-24). Podemos concluir
entonces que la anunciación y concepción de Juan el Bautista habría ocurrido
muy cerca del mes de Tamuz (Junio).
Ahora, si contamos los nueve meses de embarazo de Elisabeth a partir de esta
fecha, entonces el nacimiento de Juan el Bautista habría ocurrido en el mes de
Nisán (Marzo/Abril), justo cuando los judíos celebraban la "fiesta de la Pascua"
("Pesaj"). Esto tendría un gran trasfondo profético. Las profecías anunciaban
que la venida del Mesías estaría precedida por la aparición del profeta Elías
(Malaquías 4:5). Por ello, los judíos esperaban ansiosamente el regreso de Elías,
porque era una señal inequívoca de la llegada del Mesías. Tradicionalmente, los
judíos creían que Elías aparecería en la Pascua. De hecho, durante la comida de
Pascua los judíos tenían la costumbre de beber una copa especial por Elías.
Entonces, se levantaban a abrir la puerta con la esperanza de ver entrar a Elías.
Sin embargo, Jesús dijo que Juan el Bautista había cumplido esta profecía, pues
"él era aquel Elías que había de venir" (Mateo 13:14). Por esto también el ángel
había profetizado a Zacarías que su hijo Juan tendría “el poder y el espíritu de
Elías” (Lucas 1:17). Por lo tanto, la pascua judía era la fecha profética propicia
para el nacimiento de Juan el Bautista.

Cuando Elisabeth tenía seis meses de embarazo, el ángel Gabriel anuncia a


María el nacimiento de Jesús (Lucas 1:26-31). En este exacto momento, María
concibe por obra del Espíritu Santo. Dado que Elisabeth habría concebido a
Juan el Bautista en el mes de Tamuz (Junio), entonces la anunciación del
nacimiento de Jesús ocurrió seis meses después, en el mes de Kislev
(Diciembre), justo cuando los judíos celebraban la “fiesta de la dedicación”
(“Hanukah”), o también llamada la “fiesta de las luces”. Esta sería la fecha
profética propicia para que “la luz del mundo” (Juan 8:12) llegase al mundo.

Esta fecha cae muy cerca del 25 de diciembre cuando celebramos Navidad. Si
fuera así, Navidad debiera celebrarse como la fecha de la concepción de Jesús,
y no de su nacimiento. Precisamente, cuando los judíos estaban celebrando la
fiesta de la dedicación (Juan 10:22-23), encontramos a Jesús diciendo “Yo y mi
Padre uno somos” (Juan 10:30), como si fuera una referencia a su concepción
divina en aquella fecha. Entonces, desde este punto podemos calcular una fecha.
Si la concepción de Jesús se produjo en el mes de Kislev (Diciembre),
entonces su nacimiento tuvo que haber sido “nueve meses después”, en el
mes de Tishri (Septiembre). Esta fecha coincide con tres fiestas judías: "la
fiesta de las trompetas" ("Yom Teruah"), "la fiesta de la expiación"
("Yom Kippur"), y "la fiesta de los tabernáculos" (“Sukot”). Sin embargo,
desde el punto de vista profético, la fiesta de los tabernáculos como la fecha
del nacimiento de Jesús parece tener mayor apoyo bíblico.

En la Biblia leemos que Dios siempre quiso habitar en medio de nosotros


(Éxodo 25:8), y la fiesta de los tabernáculos era una manera de decirnos que él
habitaría algún día en medio de su pueblo. El profeta Isaías, más tarde, profetizó
que el Mesías sería llamado “Emanuel”, que significa “Dios con
nosotros” (Isaías 7:14). Por tanto, habría varios indicios en la Biblia que
relacionarían el nacimiento de Jesús con la fiesta de los tabernáculos.
El primero de ellos se encuentra en las palabras de los ángeles cuando
anunciaron el nacimiento de Jesús a los pastores de Belén. La Biblia dice:

"Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran
gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de
David, un Salvador, que es CRISTO el Señor." (Lucas 2:10-11)

Los ángeles hablaron de “nuevas de gran gozo” y que serían “para todo el
pueblo”. Estas palabras se escuchaban comúnmente en la fiesta de los
tabernáculos. Los judíos se referían a esta fiesta como “la época de nuestro
gozo” y “la fiesta de las naciones”. En esta fiesta, los sacerdotes celebraban con
un ritual en el cual daban vueltas alrededor del altar en el Templo de Jerusalén
rogando por “la salvación”. Asimismo, los ángeles dijeron que esta “salvación”
había llegado, pues había “nacido un Salvador”. Dado que los ángeles usaron
expresiones comunes de la fiesta de los tabernáculos, se piensa que el
nacimiento de Jesús habría ocurrido en la semana de la fiesta de los
tabernáculos. Estas mismas palabras encontramos en el evangelio de Juan:

"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria,
gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad." (Juan
1:14)

Juan escribe que aquel Verbo “habitó” entre nosotros. La palabra “habitó” se
traduce del griego “skenóo”, que significa “hacer un tabernáculo”. Las
versiones más antiguas de este pasaje la traducen como “tabernaculizar”. Pero
lo más interesante es que la raíz de esta misma palabra también es usada por
Juan para referirse a la fiesta de los tabernáculos: “Estaba cerca la fiesta de los
judíos, la de los tabernáculos [skēnopēgia]” (Juan 7:2). Para el apóstol Juan, la
fiesta de los tabernáculos fue el tiempo en que Jesús “vino a habitar entre
nosotros”.

La fiesta de los tabernáculos en la semana del nacimiento también explicaría


por qué José y María no encontraron un lugar en Belén (Lucas 2:7). Por una
parte, habría una gran cantidad de peregrinos en Jerusalén, lugar donde
celebraba la fiesta (Deuteronomio 16:16). Algunos estiman que se juntaban
alrededor de dos millones de personas en Jerusalén y sus alrededores (como
Belén).

Por otra parte, María se encontraba en los días de su alumbramiento (Lucas 2:6),
lo que habría hecho difícil encontrar un lugar para el parto durante una semana
de fiesta sagrada. Tradicionalmente se cree que José y María buscaron una
habitación en un mesón comercial, como un hotel con muchas habitaciones,
pero que habrían estado completamente ocupadas. La palabra griega para
"mesón comercial" era "pandocheion", como la que se usa en la parábola del
buen samaritano, donde el hombre herido fue llevado a
un “mesón” (“pandocheion”). Sin embargo, esta palabra no aparece aquí. El
texto indica simplemente que José y María no encontraron “un lugar donde
estar” (“katalyma”)

Sin lugares disponibles, se ha sugerido que María habría tenido el parto en una
sukah en medio de la fiesta de los tabernáculos. Algunos investigadores
sostienen que la palabra “pesebre” también podría significar “sukah”. En el
Nuevo Testamento, la palabra griega “phatne” (“pesebre”) hacía referencia al
lugar donde se guardaban los animales (Lucas 13:15). Asimismo, la primera vez
que se menciona la palabra hebrea “sukah” en el Antiguo Testamento hace
referencia a las cabañas que Jacob construyó para su ganado (Génesis 33:17).
Si tanto la palabra griega “phatne” como la palabra hebrea “sukah” describen
el lugar donde se guardan animales, entonces el “pesebre” donde Jesús nació
podría haber sido realmente una “sukah”, como las que se construían en la fiesta
de los tabernáculos.

Sin embargo, esta posibilidad no está permitida en la ley judía. Una mujer que
daba a luz se consideraba ritualmente inmunda (Levítico 12:1). Por ello, el
alumbramiento se debía dar en un lugar retirado, lejos de la familia, para así
evitar contaminar ritualmente la casa y sus moradores con la sangre del parto.
En esta condición, María no tenía permitido entrar a una sukah, ni tocar cosa
santa alguna. Debía estar completamente separada (Levítico 12:3). Por esta
razón, la gran multitud de personas en la fiesta de los tabernáculos y las
exigencias de la Torá para el parto hicieron que José y María no pudieran
encontrar “un lugar donde estar” (“katalyma”).

Para finalizar, la fiesta de los tabernáculos duraba ocho días. Sabiendo que las
profecías bíblicas son exactas, Jesús tuvo que haber nacido el primer día de la
fiesta, el día 15 de Tishri. Pero el octavo y último día de la fiesta también era
importante. Cada siete años los judíos debían leer la Torá durante la fiesta de
los tabernáculos (Deuteronomio 31:10-12). Con el tiempo (y después de la
época de Jesús), el ciclo anual de la lectura de la Torá finalizaba el octavo y
último día de la fiesta de los tabernáculos. En este día, los judíos creían que la
Torá cobraba vida. Esta tradición tiene un importante mensaje profético. Si
Jesús nació el primer día de la fiesta, y fue circuncidado al octavo día (Lucas
2:21), entonces Jesús fue presentado ante los hombres el octavo día de la fiesta
de los tabernáculos, el mismo día en que la Torá cobraba vida. Este mismo
mensaje encontramos en el evangelio de Juan, cuando se nos dice que Jesús era
el Verbo [la Torá], y aquel “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan
1:14).

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