IGLESIA PRESBITERIANA REFORMADA “SINAÍ”
“El levita y su concuvina”
Jueces 19:1-30
Sermón de día del Señor
Domingo 06 de novimbre
El texto bíblico nos cuenta la historia
de un levita, que un tiempo vivió al
sur de Belén y allí había conocido a
una mujer con la que se casó. Ella no
era, en el sentido estricto de la
palabra, su esposa sino más bien su
concubina; pero lo cierto es que él
consideraba a los parientes de su
mujer como su familia.
Al leer el texto con mucho cuidado,
podemos darnos cuenta que pocas
historias en la Biblia están construidas
con tanta “finura literaria” como esta.
Hay una razón para ello. Cada etapa
en la historia está llena de drama y
significado, por tanto, la intención del
escritor es: provocar en nosotros un
sentimiento de indignación.
Si leemos el texto, como si nunca
hubiésemos escuchado esta historia,
vamos a encontrar un constante
aumento de la tensión en el drama. La
narración se presenta ante nuestros
ojos como una pesadilla. Donde cada
uno de los eventos que construyen la
historia nos va llevando a que en cada
uno de ellos nuestra indignación vaya
en aumento.
“El levita retrasa su viaje hasta tarde
en el día. A medida que se pone el sol,
nos preocupamos por lo que pueda
suceder. A medida que la escena se
oscurece, aumenta nuestra sensación
de aprensión. Nadie invita al levita ni
a su familia a pasar la noche. El
anciano que finalmente los acoge les
insta a no pasar la noche en la plaza.
Efectivamente, una banda de
sodomitas rodea la casa en la que se
alojan. Y luego viene la sorpresa: el
levita echa a su esposa de la casa para
que la violen y la asesinen. Cuando el
día comienza a despuntar, los
sodomitas la dejan en paz y ella se
arrastra hacia la puerta. Cuando sale
el sol, ella muere”. [Jordan, Jueces]
I. La infidelidad de la
concubina (vv 19:1-3)
La historia inicia con la venta de una
niña de una familia pobre de Belen
[Rut 1:1]; para convertirse en la
esposa de un levita que ministra en
un lugar muy remoto del monte de
Efraín. La dote es para el padre, por
eso ella es una esposa sin privilegios o
como el texto le llama: una concubina
(amante).
En algún momento de la historia, esta
“concubina” comete adulterio.
Cuando es sorprendida, huye
avergonzada de regreso a la casa de
su padre, que vive en Belen de Judá.
Podemos notar que, el levita no aplica
la ley que castiga el adulterio con la
pena de muerte (Lv. 20:10). Debido al
amor que le tiene a su mujer,
emprende un largo viaje y va en
busca de ella a casa de su padre.
“Y su concubina le fue infiel, y se fue de
él a casa de su padre, a Belén de Judá, y
estuvo allá durante cuatro meses. 19:3 Y
se levantó su marido y la siguió, para
hablarle amorosamente y hacerla
volver…”
Notamos claramente que el hombre
cuando llega a la casa del padre de la
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concubina él le habla con ternura a su
corazón para atraerla hacia él, y tiene
éxito. Ella responde a las palabras de
amor que el le habla.
La analogía es tan clara como el agua.
Israel es la esposa que no tiene
ninguna propiedad, así como la
concubina. Se ha prostituido, pero el
Señor Dios la busca de nuevo. Le
habla al corazón. Él usa a sus siervos
los levitas para hablar al corazón del
pueblo por medio de Su Palabra. El
pueblo está ingobernable, cada uno
hace lo que bien le parece, porque no
tiene rey. Pero el Señor Dios sigue
haciéndose presente en el pueblo por
medio de Su Palabra.
II. En la casa del suegro (19:3-
9)
El papá de la joven recibe con gozo en
su casa al levita. Al fin, él era la pareja
de su hijita. Por tanto, lo detiene para
que pase unos días con él. Así que,
comieron y bebieron y el levita se
alojó allí.
Aconteció que al cuarto día se
levantaron temprano por la mañana
para emprender el viaje de regreso a
casa; y al padre de la joven le dijo a su
yerno: “Conforta tu corazón con un
bocado de pan, y después os iréis” (v5).
No podemos dejar de notar el énfasis
del texto en la insistencia del suegro
de tratar de retener al levita en su
casa. Tomemos muy en cuenta que el
levita era un hombre con un llamado,
una tarea. Se suponía que él era el
pastor de una congregación local en la
parte remota de Efraín. Para él estar
fuera demasiado tiempo resultaría en
un descuido de su tarea. Así, después
de tres días, quiere partir. El padre de
la niña, sin embargo, lo detiene. En
total, se muestra al suegro tratando de
que el levita se quede cinco veces (v.
4, 5, 6-7, 8, 9).
Lo que había sido una estancia
agradable se está convirtiendo en una
molestia. El énfasis está en “comer y
beber” con el suegro (vv. 4, 5, 6, 8).
No está mal moralmente hablando,
sin embargo, el mensaje del texto es
señalarnos una advertencia de no
estar demasiado familiarizado con el
desagradable pasado de uno. Belén en
Judá se presenta de una manera
bastante desagradable en Jueces y Rut
1. Aquí, el pan de Belén se muestra
seduciendo e impidiendo que este
levita regrese a sus tareas designadas.
El levita realmente tiene que irse
ahora. Necesita volver a casa, donde
pertenece. Se ha retrasado demasiado
en su santa vocación.
Hay otro asunto a tener en cuenta en
esta sección, que tiene que ver con su
numerología. La niña se quedó con su
padre 4 meses (v. 2), y luego se fueron
al quinto día (v.8). No se nos ocurrió
sumar 4 y 5, pero al lector antiguo se
le habría ocurrido hacerlo.
Terminamos con 9. En algunos
contextos esto puede no tener ningún
significado, pero aquí sí lo tiene. La
niña ha jugado a la ramera.
Exactamente nueve períodos de
tiempo después, ella es asesinada,
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violada hasta la muerte. Esta es una
horrible inversión de lo que debería
haber ocurrido. Debería haber sido
fiel a su marido, y después de nueve
meses le dio un hijo. Esta es una
imagen para Israel de las
consecuencias del pecado. El fruto de
la fidelidad es vida, pero el fruto de la
infidelidad es muerte.
III. La tragedia en Gabbaa (vv
10-26)
Aquí están pasando dos cosas. En
primer lugar, el levita no quiere pasar
la noche con los paganos. Más bien,
confia que sus hermanos israelitas le
honrarán por su posición como
sacerdote de Dios.
“Y estando ya junto a Jebús, el día había
declinado mucho; y dijo el criado a su
señor: Ven ahora, y vámonos a esta
ciudad de los jebuseos, para que pasemos
en ella la noche. Y su señor le respondió:
No iremos a ninguna ciudad de
extranjeros, que no sea de los hijos de
Israel, sino que pasaremos hasta Gabaa. Y
dijo a su criado: Ven, sigamos hasta uno
de esos lugares, para pasar la noche en
Gabaa o en Ramá”. (vv. 11-13)
Ellos llegan a Ramá. Aquí el autor
quiere llevarnos a un acontecimiento
muy significativo para el pueblo de
Israel, y que tiene su evento en el
libro de Génesis.
En Ramá es donde Raquel murió
dando a luz a Benjamín. Esto ayuda a
aclarar y reforzar los “matices
simbólicos/alegóricos” en esta
narración. Raquel y Jacob se habían
retrasado en casa. Se habían
escapado, con sus sirvientes y su
familia. Escapaban de la casa de su
Padre Laban. En Ramá, a cierta
distancia de Belén, Raquel se puso de
parto y dio a luz a Benjamín, y luego
murió.
La historia que tenemos ante nosotros
es paralela e invertida a la historia de
Jacob y Raquel. Aquí también una
mujer sale de la casa de su padre, con
su marido, después de haber sido
detenida, y muere cerca de de Ramá.
Ella muere después de nueve
períodos de tiempo, pero no nace un
Benjamita. Más bien, la consecuencia
de su muerte es una muerte para toda
la tribu de Benjamín. De hecho, los
paralelos que el narrador ha creado le
permiten señalar con el dedo a
Benjamín y decir: “Al matar a esta
pobre mujer, que representaba a la
novia del Señor, violaste y asesinaste
a tu madre”. El narrador también
puede señalar con el dedo al levita y
decir: “Ciertamente no amaste a tu
mujer como amó Jacob a Raquel, y
como ama el Señor a Israel”.
“Pasando, pues, caminaron, y se les puso
el sol junto a Gabaa que era de Benjamín.
Y se apartaron del camino para entrar a
pasar allí la noche en Gabaa; y entrando,
se sentaron en la plaza de la ciudad,
porque no hubo quien los acogiese en casa
para pasar la noche”. (vv. 15-16).
El ocaso los obligó a desviarse hacia
Gabaa. Acamparon en la plaza abierta
de la ciudad, pero tenemos una
sensación ominosa cuando leemos
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que nadie los acogió. Tan importante
es la hospitalidad como una
característica del creyente que es una
de las cosas explícitamente
mencionadas para el juicio final.
(Mateo 25:35).
Pero hay más: si esta ciudad hubiera
amado al Señor, la gente habría
competido entre sí para tener
hospedado a este levita en su casa. El
levita llama la atención sobre esto en
el versículo 18, cuando dice: “Pasamos
de Belén de Judá a la parte más remota
del monte de Efraín, de donde soy; y
había ido a Belén de Judá; mas ahora voy
a la casa de Jehová, y no hay quien me
reciba en casa”.
Sin embargo, un hombre, que
habitaba en la ciudad, pero no
originario de ella, le ofrece hospedaje:
“Y he aquí un hombre viejo que venía de
su trabajo del campo al anochecer, el cual
era del monte de Efraín, y moraba como
forastero en Gabaa; pero los moradores de
aquel lugar eran hijos de Benjamín. Y
alzando el viejo los ojos, vio a aquel
caminante en la plaza de la ciudad, y le
dijo: ¿A dónde vas, y de dónde vienes? V
19 Nosotros tenemos paja y forraje para
nuestros asnos, y también tenemos pan y
vino para mí y para tu sierva, y para el
criado que está con tu siervo; no nos hace
falta nada. Y el hombre anciano dijo: Paz
sea contigo; tu necesidad toda quede
solamente a mi cargo, con tal que no
pases la noche en la plaza.  Y los trajo a
su casa, y dio de comer a sus asnos; y se
lavaron los pies, y comieron y bebieron”.
Hasta este punto de la historia, no
hemos visto nada negativo sobre el
levita. Ha representado al Señor
correctamente al buscar a su esposa
descarriada. Ha tratado de volver a su
ministerio lo antes posible. Ha
evitado quedarse con los paganos y
ha buscado tener compañerismo con
los justos. Lo que sucede a
continuación es, en términos de la
narración, un giro inesperado e
increíblemente impactante de los
acontecimientos.
Pero cuando estaban gozosos, he aquí que
los hombres de aquella ciudad, hombres
perversos, rodearon la casa, golpeando a
la puerta; y hablaron al anciano, dueño de
la casa, diciendo: Saca al hombre que ha
entrado en tu casa, para que lo
conozcamos.
Jue 19:23  Y salió a ellos el dueño de la
casa y les dijo: No, hermanos míos, os
ruego que no cometáis este mal; ya que
este hombre ha entrado en mi casa, no
hagáis esta maldad.
Jue 19:24  He aquí mi hija virgen, y la
concubina de él; yo os las sacaré ahora;
humilladlas y haced con ellas como os
parezca, y no hagáis a este hombre cosa
tan infame.
Jue 19:25   Mas aquellos hombres no le
quisieron oír; por lo que tomando aquel
hombre a su concubina, la sacó; y
entraron a ella, y abusaron de ella toda la
noche hasta la mañana, y la dejaron
cuando apuntaba el alba.
Jue 19:26  Y cuando ya amanecía, vino
la mujer, y cayó delante de la puerta de la
casa de aquel hombre donde su señor
estaba, hasta que fue de día.
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Jue 19:27   Y se levantó por la mañana su
señor, y abrió las puertas de la casa, y
salió para seguir su camino; y he aquí la
mujer su concubina estaba tendida
delante de la puerta de la casa, con las
manos sobre el umbral.
Jue 19:28   El le dijo: Levántate, y
vámonos; pero ella no respondió.
Entonces la levantó el varón, y echándola
sobre su asno, se levantó y se fue a su
lugar.
Jue 19:29  Y llegando a su casa, tomó un
cuchillo, y echó mano de su concubina, y
la partió por sus huesos en doce partes, y
la envió por todo el territorio de Israel.
Jue 19:30   Y todo el que veía aquello,
decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa,
desde el tiempo en que los hijos de Israel
subieron de la tierra de Egipto hasta hoy.
Considerad esto, tomad consejo, y hablad.
Hay varias cosas que notar aquí.
Primero vemos la crueldad de este
levita. Ciertamente no ama a su
esposa como Cristo ama a la Iglesia
(Efesios 5:25). Ciertamente no
representa la imagen del Señor. No
hay amor por su esposa. O él mismo
la echa, o se queda al margen y deja
que su anfitrión se la entregue a los
sodomitas. Vemos esta crueldad
también en el versículo 28, donde
grita (en hebreo): “¡Levántate!
¡Vamos!" Es aún más corto en hebreo
que en español. El narrador nos
revela así que este levita nunca ha
perdonado realmente a su esposa
descarriada. Él la quería de vuelta, sí,
pero cuando las cosas estaban
dificiles, ¡ciertamente no iba a morir
por ella! Después de todo, ella era una
adultera. Déjala salir y hacer sus
trucos. Y por la mañana, “Está bien,
vamos. Te has divertido. Sin simpatía.
Ella lo había engañado, por lo que
fácilmente podía racionalizar tratarla
con dureza.
En segundo lugar, notamos que la
muerte es el fin al que llega esta
joven. Es un final triste. Esperábamos
que ella sería salvada por un esposo
amoroso, como Oseas salvó a Gomer
y como el Señor salvó a Israel. Esto no
iba a ser. La paga del pecado es
muerte, y así fue para ella.
Aquí todo está invertido. Ella muere
en el umbral cuando sale el sol. Y
como hemos señalado, esto es
después de nueve períodos de
tiempo, cuando ella podría haber
estado dando a luz. El narrador
retrata esta escena con un patetismo
desgarrador y una habilidad
consumada. Podemos verla
arrastrándose desangrándose hacia el
hombre que debería haberla
protegido, y muriendo sin volver a
ver su rostro ni escuchar su voz. Su
súplica muda de ayuda y protección
nos prepara para el lenguaje agudo
del versículo 28: “¡Levántate! ¡Vamos!
Así que el mensaje es claro para
Israel. Deberían haber estado dando a
luz todo tipo de buenas obras para
Dios, pero en lugar de eso, se habían
estado prostituyendo y se estaban
muriendo. De manera similar, los
levitas deberían haber estado
protegiéndolos, pero debido a que no
lo hicieron, el resultado fue un
desastre social.
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Podríamos sentir lástima por este en que los hijos de Israel subieron de la
levita, pero el hecho es que Hablando tierra de Egipto hasta hoy. Considerad
bíblicamente, lo que sucedió fue su esto, tomad consejo, y hablad”.
propia culpa y la culpa de sus
hermanos. Si hubieran proclamado la Cortar el cuerpo de la mujer en doce
ley de Dios claramente en todo lugar, pedazos nos parece grotesco, pero fue
Gabaa habría sido una ciudad limpia un acto simbólico. Esta es la misma
y hospitalaria. Esta pesadilla resultó terminología usada, en hebreo, para
precisamente del fracaso de los levitas cortar sacrificios. Desgarrar y
en predicar y proteger a Israel del desgarrar animales, o la ropa de uno,
pecado. Lo que le sucedió al levita era una señal del desgarro del Pacto.
fue, en cierto sentido, un ejemplo más El asesinato de esta mujer fue una
de la irónica justicia del “ojo por ojo” brecha en el Pacto, y significó que la
de Dios. tierra fue arrancada. Para simbolizar
esto, el levita envió los pedazos del
Finalmente, el ataque de los matones cuerpo de esta mujer a las doce tribus
de Gabaa no fue solo contra un de Israel. Esta mujer muerta ahora
hombre, fue particularmente contra simbolizaba a la nación, hecha
un levita. Inicialmente rechazaron a pedazos por el pecado. Era necesaria
las dos mujeres, una de las cuales era una acción para restablecer el orden.
virgen, en su lujuria por este hombre El levita, que no había demostrado ser
(v. 25). (No se nos dice por qué protector, al menos resultó ser un
aceptaron a la concubina al final.) Al vengador.
hacerlo, atacaron al ungido del Señor.
Como Efraín haciendo la guerra a Para Nuestra Espiritualidad…
Jefté, asaltaron a alguien que
simbolizaba al Señor en medio de
ellos. Esto simplemente se sumó a la
enormidad de su pecado. Cuando los
hombres de Sodoma atacaron a los
ángeles, pensaron que eran meros
hombres. Los hombres de Gabaa eran
peores, porque sabían que este
hombre era un levita, un símbolo del
Señor en medio de ellos.

“Y llegando a su casa, tomó un cuchillo,

y echó mano de su concubina, y la partió
por sus huesos en doce partes, y la envió
por todo el territorio de Israel. Jue 19:30
Y todo el que veía aquello, decía: Jamás se
ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo
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