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Comenzaremos con una corta cronología de los registros que hemos hallado de este
topónimo:
1) En Introducción y descripción de las provincias pertenecientes al Arzobispado de Lima
(1764) de Cosme Bueno, éste escribe: “Entre [Carhuaz y Yungay] hubo otro [pueblo]
nombrado Ancash, que tenía cerca de 1,500 habitantes, los cuales perecieron todos,
arruinándose repentinamente el Pueblo con una inundación causada de haberse desplomado
un grande cerro de nieve en el Temblor del día seis de Enero de 1725, quedando toda la
quebrada llena de montones de piedra”;
2) En el Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales o América... (1786),
de Antonio de Alcedo, leemos que: “Ancas [es] una nación de indios, que da nombre a un
pueblo grande de la provincia de Huailas, en el Perú, entre la de Curuay y la de Yungay, no
ha quedado de él más que la memoria por haberlo sepultado bajo de sus ruinas un monte
vecino, que se desgajó con un terremoto en 6 de enero de 1725, dejando enterrado su
vecindario, que era de 1500 almas”;
3) En Geografía del Perú (1862), de Mateo Paz Soldán, nuestro departamento es llamado
Ancachs y no Ancash;
4) Antonio Raimondi, en Pérou... (1903), también la denomina Ancachs, y en El
Departamento de Ancachs y sus riquezas minerales (1873) él mismo escribe: “el riachuelo
de Ancachs, que pasa al pie del Morro llamado Pan de Azúcar, [es] célebre por haber dado
el nombre al Departamento, en recuerdo de la batalla que tuvo lugar en sus inmediaciones”;
5) Alberto Gridilla, en su libro Ancahs y sus antiguos corregimientos (1937) escribe
Ancahs, es decir con el segmento final –hs;
6) En el Diccionario geográfico estadístico del Perú... (1877), de Mariano Paz Soldán, se
anota que el departamento se llama “Ancachs”;
7) Germán Stiglich, en su Diccionario geográfico del Perú. Segunda Parte: A-G. (1922),
escribe “Ancash”; y
8) Jesús Rodríguez, en Pueblos y parroquias del Perú (1950), cuenta que “entre Carhuas y
Yungay hubo otro pueblo nombrado Ancash”.
Como acabamos de leer, no siempre se escribía “Anca-sh” tal como se hace ahora. ¿Por
qué? El sufijo quechua –§ es un atributivo, que expresa “calidad de, propensión hacia,
abundante en”, donde el atributo es el referente del radical (Cerrón-Palomino, 2002). Este
sufijo –§ es representado por “–sh”, “–chs” y “–hs” dependiendo de quién hace la
transcripción. Así, si asumimos que “anqa” significa “azul”, entonces “anqa-sh” significa
“abundante en color azul”, es decir “azulado o azulenco”. Cosme Bueno escribió “Anca-
sh”; mientras que Antonio de Alcedo anotó “Anca-s”, simplemente con la –s final, lo que
indicaría que estamos ante la pronunciación españolizada de la –§. Mateo y Mariano Paz
Soldán, y Raimondi escriben “Anca-chs” porque ellos querían reflejar el sonido de una
sibilante palatal quechua (–§) que era totalmente diferente a la “–s” castellana. Como
sabemos, el castellano no utiliza sonidos del tipo “–sh” ni “–chs”, de modo que los
españoles, cuando oían a los nativos pronunciar “anca-§”, notaban que el sufijo “–§” no
era la sibilante española “–s”, sino un sonido sibilante palatal que los oyentes españoles
transcribían a su manera. Por eso, los autores señalados usaban “–sh” o “–chs”, dándose el
caso extremo del padre Gridilla quien utiliza el sufijo “–hs” que refleja pobremente al sufijo
quechua. Cuando en 1922 Stiglich escribe “Anca-sh”, ya estamos ante la grafía y el sonido
definitivo de Ancash, lo que se confirma leyendo al padre Jesús Rodríguez.
¿Pero es cierto que el topónimo “Ancash” adopta su grafía y fonética definitivas en 1922
según leemos en Stiglich? Este asunto no es tan simple porque cuando hay dudas para
escribir y pronunciar un topónimo (como fue el caso de Ancash), entonces lo normal es que
durante un tiempo coexistan dos variantes de ese topónimo. Podemos confirmar esta
suposición al revisar numerosas normas legales sobre Ancash que están archivadas en el
Congreso del Perú:
a) el uso de la palabra “Ancachs” es frecuente desde la formación de la república, pero en el
año 1950 se encuentra la última norma legal que alude a la palabra “Ancachs” (Decreto Ley
11326 promulgado el 14/04/1950) y luego de esta fecha jamás se vuelve a usar “Ancachs”;
y
b) pero la palabra “Ancash” era usada simultáneamente con la palabra “Ancachs”: así lo
verificamos en el año 1912 (Ley 1634 promulgada el 20/11/1912) que alude a “Ancash”.
Entonces podemos afirmar que hasta el año 1950 se usaban ambas variantes: “Ancachs” y
“Ancash”, pero a partir de 1951 no se vuelve a utilizar “Ancachs” y vence la variante
“Ancash” que es la que perdura hasta hoy.
Con respecto al significado del topónimo Ancash se han dado varias propuestas:
1) Mariano Paz Soldán (1877) dice que la palabra “anccas” significa “azul” en Quechua;
2) Stiglich (1922) anota que “ancash” significa “livianos, fáciles”;
3) César Guardia, en su Diccionario Kechwa-Castellano... (1967), escribe que “ancash”
tiene su origen en “anqas” que significa “azul”;
4) En su Diccionario Quechua Ancash-Huaylas (1976), Gary Parker reseña que “ankash”
significa “liviano, de poco peso”;
5) Teófilo Maguiña, en su Guía de turismo Ancash... (198-) dice: “el nombre de este
departamento significa ´azul´, color de su cielo, que allí, junto a los nevados, no sólo sirve
como telón de fondo a la belleza cambiante de sus escenarios naturales, sino que, por
contraste, parece más intenso y diáfano”;
6) Gustavo Solís, en El topónimo Ancash...(1984), señala que, en el idioma quechua,
“ankash” significa “liviano”, “hanka-“ es “nevado o hielo”, “ankash” es “azul”, y que la
palabra “ancaSi” puede significar “azul” ya que Bertonio (1612) reporta la expresión
“larama ancaSi” con un significado que se aproxima al de “azul del cielo”;
7) El escritor y embajador caracino Carlos Eduardo Zavaleta, en su libro de relatos titulado
Pueblo azul (2002), escribe en el prólogo: “mirando el cielo de las provincias, distritos y
caseríos del Callejón de Huaylas, uno sabe que todos forman un solo pueblo azul, hermoso
y radiante por las mañanas”. Zavaleta le atribuye el calificativo de azul (anqash) al Callejón
porque asume que éste tiene el cielo más azulado de entre todos los pueblos peruanos, y
que éste constituye un rasgo distintivo;
8) Cerrón-Palomino, en “Sufijos arcaicos quechuas en la toponimia andina” (2002), afirma
que el topónimo Anca-sh (que significa “azulenco o azulado”) originariamente designaba al
río Anqash-mayu (río azulado) que pasa cerca de Yungay, y que luego fue tomado como
nombre del departamento, y que este nombre fue tomado por decreto del 28 de febrero de
1839 para inmortalizar la batalla de Yungay, que dio término a la Confederación Peruano-
Boliviana. También dice que Anca-sh ~ Anga-sh ~ Anca-s ~ Anga-s es un topónimo
recurrente en el territorio peruano, y a menudo aparece modificando a “mayu” = río;
9) En el Atlas Departamental del Perú-Ancash/Huánuco (2003) se señala: “Anccas, ´azul´,
dicen en quechua los habitantes de esta región de montañas altísimas y límpidos cielos. El
nombre le fue dado luego al departamento en su conjunto, haciendo honor a la belleza
indiscutible de sus celajes [conjunto de nubes]”; y
10) Según varios websites de internet, el nombre de nuestro departamento tendría su origen
en “la palabra quechua ´ancas´ que significa ´azul´, color del cielo andino en las épocas de
sequía y que contrasta con el blanco de los nevados que cubren las cumbres de la Cordillera
Blanca”.
Resumiendo, podemos notar que respecto al origen lingüístico del topónimo Ancash hay
dos propuestas:
a) podría ser palabra quechua, y
b) ser palabra aimara.
De la lectura anterior podemos darnos cuenta que existió, desde tiempos inmemoriales
hasta 1725, un antiguo pueblo indígena, ubicado entre Carhuaz y Yungay, llamado Ancash.
Éste, en 1725, desaparece sepultado por un aluvión. Junto a este pueblo corría (y corre) un
río cuyo nombre es, también, Ancash. A pesar de la desaparición del pueblo, el nombre del
lugar persistió. Además, debemos señalar que, cuando se inicia la conquista española en la
zona andina de nuestro departamento, las etnias más importantes eran los Huailas y los
Conchucos. En la época incaica, el camino principal pasaba por Conchucos, lo cual
indicaba su importancia; pero los españoles abandonan la vía conchucana y crean otra ruta
por el Callejón de Huaylas debido a su geografía menos agreste y a su clima más benigno.
Incluso Francisco Pizarro se casó con Inés Huailas (hija del curaca local) a fin de soldar una
alianza importante con los nativos. Los españoles crean el partido (provincia) de Huailas
que, naturalmente, se convierte en el eje de esta zona. En 1821, Huailas se separó de la
Intendencia de Tarma y se le asignó como capital Huaraz, e incluía Conchucos, pero no la
provincia de Santa. En 1836, Santa Cruz vuelve a delimitar Huailas y designa a Huaraz
como capital, e incluyendo a Conchucos y Santa, lo cual constituye una demarcación casi
definitiva.
En esta sección analizaremos las seis propuestas que presentamos en la primera parte.
Comenzaremos por el origen lingüístico: “Ancash” es, sin duda, palabra de origen quechua
por sus características y porque existen referencias en el Manuscrito de Huarochirí de
Francisco de Ávila donde se reseña la palabra quechua “anqas” (azul), y Saldías y Zupán
(1979) señalan que el añil (azul oscuro) es llamado en quechua “angaschi”. Sin embargo, en
el quechua actual, no se emplea “anqash" para referirse al color azul: simplemente se dice
“asul”. Para explicar este fenómeno, Solís (1984) argumenta que en los antiquísimos ritos
funerarios andinos se utilizaba una piedra azul, el lapislázuli, razón por la que este color
(anqash) se asociaba fuertemente a este mineral; y que, ante la prohibición de utilizar esta
piedra, por parte de los extirpadores de idolatrías, se fue perdiendo el uso de la palabra
“anqash", de modo que ahora nadie la recuerda.
Ante algunas afirmaciones de que el término “Ancash” proviene del aimara, Gustavo
Solís (1984) explica que esta creencia se basa en la existencia de la expresión “larama
ancaSi” que, según Bertonio (1612), significa “lo más profundo del ... río; y lo más alto
del ... cielo” y que según algunas personas connota el color “azul”. Es inútil discutir esta
connotación porque, en el aimara, la palabra equivalente a “azul” es “larama”, siendo
“ancaSi” sólo un modificador. Esto descarta el origen aimara de “Ancash”.
Stiglich propone que "Ancash” se origina del adjetivo quechua “ankash” que quiere decir
“liviano, fáciles”. Esta explicación tiene un problema insalvable: es imposible nombrar
como “liviano” a un pueblo, a menos que Stiglich (y un articulista de La Industria) hayan
creído que los habitantes del antiquísimo poblado de Ancash pesaron al pueblo utilizando
un artefacto parecido a la balanza. Que provenga del adjetivo “fácil” es todavía más
descabellado: ¿el pueblo era fácil?, ¿en qué sentido?, y ¿los habitantes quisieron llamarse a
sí mismo “fáciles”? Además, esta explicación (liviano, fácil) no cumple una regla
fundamental de la ciencia toponímica: sólo los sustantivos, o los adjetivos que hayan
formado parte de una expresión sustantivada pueden ser topónimos, y de ninguna manera
pueden serlo los adjetivos puros.
Gustavo Solís (1984) expone la posibilidad de que “Ancash” provenga de la voz “hanka-”
que significa “nevado”. Como sabemos, el antiguo pueblo de Ancash estaba rodeado de
nevados (montañas cubiertas de nieves); por ello, “hanka-sh”, que significa “(lugar) con
nevados”, podría, fácilmente, ser tomada como la explicación buscada. Incluso, por un
proceso de cambio lingüístico, es posible que “hankash” haya perdido la “h” inicial y se
haya convertido en “ankash”. Pero, hay una dificultad que no se puede superar: ¿por qué el
río también se llama Ancash?; se puede aceptar que el pueblo sea un “lugar con nevados”,
pero, llamar “Ancash” al río es absurdo: ¿acaso un río puede albergar nevados o montañas
cubiertas de nieve? Por tanto, esta explicación debe desecharse por su falta de racionalidad.
Que ciertos websites argumenten que el azul de su cielo es el origen de “Ancash” puede
entenderse porque abundan los sitios web que son elaborados por personas sin formación
suficiente. Si aceptamos esta última posición, entonces casi todos los pueblos del Callejón
deberían llamarse “Ancash” porque todos tienen cielos azules, lo que es desmentido por la
realidad. Entonces no se puede aceptar la propuesta del azul del cielo porque: 1) no existen
referencias sobre palabras de estos tipos: “anqash-sielu” (cielo azul) o “anqash-pukutay”
(nube azul); 2) si la traducción de la palabra “Ancash”, vinculado a su cielo, es: “(lugar)
con cielo azul”, ¡ello implica creer el disparate de que sólo el antiguo pueblo de Ancash
tenía un cielo azul, y que los pueblos vecinos tenían cielos de otros colores!