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LEVES, AZULES Y HELADAS

SOBRE EL ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LA PALABRA ANCASH

Leonardo Garay Montañez

Como ya señalamos en un artículo anterior, se llama topónimo al nombre propio de un


lugar. Son topónimos los nombres de ciudades, pueblos, ríos, cerros, calles, parques, etc. El
topónimo Ancash ha sido bastante examinado y se han propuesto numerosas explicaciones
sobre su origen y significado. Algunas son razonables, mientras que otras no lo son. En este
artículo vamos a repasar las posibles explicaciones y fijaremos nuestra posición sobre la
base de criterios científicos (lingüísticos, geográficos e históricos) y los estudios realizados
por los especialistas. La falta de datos y el facilismo favorecen la proliferación de
explicaciones poco consistentes; pero, hoy ya podemos señalar, con gran probabilidad, el
origen y el significado del topónimo Ancash.

Comenzaremos con una corta cronología de los registros que hemos hallado de este
topónimo:
1) En Introducción y descripción de las provincias pertenecientes al Arzobispado de Lima
(1764) de Cosme Bueno, éste escribe: “Entre [Carhuaz y Yungay] hubo otro [pueblo]
nombrado Ancash, que tenía cerca de 1,500 habitantes, los cuales perecieron todos,
arruinándose repentinamente el Pueblo con una inundación causada de haberse desplomado
un grande cerro de nieve en el Temblor del día seis de Enero de 1725, quedando toda la
quebrada llena de montones de piedra”;
2) En el Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales o América... (1786),
de Antonio de Alcedo, leemos que: “Ancas [es] una nación de indios, que da nombre a un
pueblo grande de la provincia de Huailas, en el Perú, entre la de Curuay y la de Yungay, no
ha quedado de él más que la memoria por haberlo sepultado bajo de sus ruinas un monte
vecino, que se desgajó con un terremoto en 6 de enero de 1725, dejando enterrado su
vecindario, que era de 1500 almas”;
3) En Geografía del Perú (1862), de Mateo Paz Soldán, nuestro departamento es llamado
Ancachs y no Ancash;
4) Antonio Raimondi, en Pérou... (1903), también la denomina Ancachs, y en El
Departamento de Ancachs y sus riquezas minerales (1873) él mismo escribe: “el riachuelo
de Ancachs, que pasa al pie del Morro llamado Pan de Azúcar, [es] célebre por haber dado
el nombre al Departamento, en recuerdo de la batalla que tuvo lugar en sus inmediaciones”;
5) Alberto Gridilla, en su libro Ancahs y sus antiguos corregimientos (1937) escribe
Ancahs, es decir con el segmento final –hs;
6) En el Diccionario geográfico estadístico del Perú... (1877), de Mariano Paz Soldán, se
anota que el departamento se llama “Ancachs”;
7) Germán Stiglich, en su Diccionario geográfico del Perú. Segunda Parte: A-G. (1922),
escribe “Ancash”; y
8) Jesús Rodríguez, en Pueblos y parroquias del Perú (1950), cuenta que “entre Carhuas y
Yungay hubo otro pueblo nombrado Ancash”.
Como acabamos de leer, no siempre se escribía “Anca-sh” tal como se hace ahora. ¿Por
qué? El sufijo quechua –§ es un atributivo, que expresa “calidad de, propensión hacia,
abundante en”, donde el atributo es el referente del radical (Cerrón-Palomino, 2002). Este
sufijo –§ es representado por “–sh”, “–chs” y “–hs” dependiendo de quién hace la
transcripción. Así, si asumimos que “anqa” significa “azul”, entonces “anqa-sh” significa
“abundante en color azul”, es decir “azulado o azulenco”. Cosme Bueno escribió “Anca-
sh”; mientras que Antonio de Alcedo anotó “Anca-s”, simplemente con la –s final, lo que
indicaría que estamos ante la pronunciación españolizada de la –§. Mateo y Mariano Paz
Soldán, y Raimondi escriben “Anca-chs” porque ellos querían reflejar el sonido de una
sibilante palatal quechua (–§) que era totalmente diferente a la “–s” castellana. Como
sabemos, el castellano no utiliza sonidos del tipo “–sh” ni “–chs”, de modo que los
españoles, cuando oían a los nativos pronunciar “anca-§”, notaban que el sufijo “–§” no
era la sibilante española “–s”, sino un sonido sibilante palatal que los oyentes españoles
transcribían a su manera. Por eso, los autores señalados usaban “–sh” o “–chs”, dándose el
caso extremo del padre Gridilla quien utiliza el sufijo “–hs” que refleja pobremente al sufijo
quechua. Cuando en 1922 Stiglich escribe “Anca-sh”, ya estamos ante la grafía y el sonido
definitivo de Ancash, lo que se confirma leyendo al padre Jesús Rodríguez.

¿Pero es cierto que el topónimo “Ancash” adopta su grafía y fonética definitivas en 1922
según leemos en Stiglich? Este asunto no es tan simple porque cuando hay dudas para
escribir y pronunciar un topónimo (como fue el caso de Ancash), entonces lo normal es que
durante un tiempo coexistan dos variantes de ese topónimo. Podemos confirmar esta
suposición al revisar numerosas normas legales sobre Ancash que están archivadas en el
Congreso del Perú:
a) el uso de la palabra “Ancachs” es frecuente desde la formación de la república, pero en el
año 1950 se encuentra la última norma legal que alude a la palabra “Ancachs” (Decreto Ley
11326 promulgado el 14/04/1950) y luego de esta fecha jamás se vuelve a usar “Ancachs”;
y
b) pero la palabra “Ancash” era usada simultáneamente con la palabra “Ancachs”: así lo
verificamos en el año 1912 (Ley 1634 promulgada el 20/11/1912) que alude a “Ancash”.

Entonces podemos afirmar que hasta el año 1950 se usaban ambas variantes: “Ancachs” y
“Ancash”, pero a partir de 1951 no se vuelve a utilizar “Ancachs” y vence la variante
“Ancash” que es la que perdura hasta hoy.

Con respecto al significado del topónimo Ancash se han dado varias propuestas:
1) Mariano Paz Soldán (1877) dice que la palabra “anccas” significa “azul” en Quechua;
2) Stiglich (1922) anota que “ancash” significa “livianos, fáciles”;
3) César Guardia, en su Diccionario Kechwa-Castellano... (1967), escribe que “ancash”
tiene su origen en “anqas” que significa “azul”;
4) En su Diccionario Quechua Ancash-Huaylas (1976), Gary Parker reseña que “ankash”
significa “liviano, de poco peso”;
5) Teófilo Maguiña, en su Guía de turismo Ancash... (198-) dice: “el nombre de este
departamento significa ´azul´, color de su cielo, que allí, junto a los nevados, no sólo sirve
como telón de fondo a la belleza cambiante de sus escenarios naturales, sino que, por
contraste, parece más intenso y diáfano”;
6) Gustavo Solís, en El topónimo Ancash...(1984), señala que, en el idioma quechua,
“ankash” significa “liviano”, “hanka-“ es “nevado o hielo”, “ankash” es “azul”, y que la
palabra “ancaSi” puede significar “azul” ya que Bertonio (1612) reporta la expresión
“larama ancaSi” con un significado que se aproxima al de “azul del cielo”;
7) El escritor y embajador caracino Carlos Eduardo Zavaleta, en su libro de relatos titulado
Pueblo azul (2002), escribe en el prólogo: “mirando el cielo de las provincias, distritos y
caseríos del Callejón de Huaylas, uno sabe que todos forman un solo pueblo azul, hermoso
y radiante por las mañanas”. Zavaleta le atribuye el calificativo de azul (anqash) al Callejón
porque asume que éste tiene el cielo más azulado de entre todos los pueblos peruanos, y
que éste constituye un rasgo distintivo;
8) Cerrón-Palomino, en “Sufijos arcaicos quechuas en la toponimia andina” (2002), afirma
que el topónimo Anca-sh (que significa “azulenco o azulado”) originariamente designaba al
río Anqash-mayu (río azulado) que pasa cerca de Yungay, y que luego fue tomado como
nombre del departamento, y que este nombre fue tomado por decreto del 28 de febrero de
1839 para inmortalizar la batalla de Yungay, que dio término a la Confederación Peruano-
Boliviana. También dice que Anca-sh ~ Anga-sh ~ Anca-s ~ Anga-s es un topónimo
recurrente en el territorio peruano, y a menudo aparece modificando a “mayu” = río;
9) En el Atlas Departamental del Perú-Ancash/Huánuco (2003) se señala: “Anccas, ´azul´,
dicen en quechua los habitantes de esta región de montañas altísimas y límpidos cielos. El
nombre le fue dado luego al departamento en su conjunto, haciendo honor a la belleza
indiscutible de sus celajes [conjunto de nubes]”; y
10) Según varios websites de internet, el nombre de nuestro departamento tendría su origen
en “la palabra quechua ´ancas´ que significa ´azul´, color del cielo andino en las épocas de
sequía y que contrasta con el blanco de los nevados que cubren las cumbres de la Cordillera
Blanca”.

Resumiendo, podemos notar que respecto al origen lingüístico del topónimo Ancash hay
dos propuestas:
a) podría ser palabra quechua, y
b) ser palabra aimara.

Y que, en relación a su significado, también existen varias alternativas:


a) podría significar “azul”, pero refiriéndose al cielo;
b) “azul”, pero refiriéndose a un río;
c) “liviano, fácil”; y
d) nevado.

De la lectura anterior podemos darnos cuenta que existió, desde tiempos inmemoriales
hasta 1725, un antiguo pueblo indígena, ubicado entre Carhuaz y Yungay, llamado Ancash.
Éste, en 1725, desaparece sepultado por un aluvión. Junto a este pueblo corría (y corre) un
río cuyo nombre es, también, Ancash. A pesar de la desaparición del pueblo, el nombre del
lugar persistió. Además, debemos señalar que, cuando se inicia la conquista española en la
zona andina de nuestro departamento, las etnias más importantes eran los Huailas y los
Conchucos. En la época incaica, el camino principal pasaba por Conchucos, lo cual
indicaba su importancia; pero los españoles abandonan la vía conchucana y crean otra ruta
por el Callejón de Huaylas debido a su geografía menos agreste y a su clima más benigno.
Incluso Francisco Pizarro se casó con Inés Huailas (hija del curaca local) a fin de soldar una
alianza importante con los nativos. Los españoles crean el partido (provincia) de Huailas
que, naturalmente, se convierte en el eje de esta zona. En 1821, Huailas se separó de la
Intendencia de Tarma y se le asignó como capital Huaraz, e incluía Conchucos, pero no la
provincia de Santa. En 1836, Santa Cruz vuelve a delimitar Huailas y designa a Huaraz
como capital, e incluyendo a Conchucos y Santa, lo cual constituye una demarcación casi
definitiva.
En esta sección analizaremos las seis propuestas que presentamos en la primera parte.
Comenzaremos por el origen lingüístico: “Ancash” es, sin duda, palabra de origen quechua
por sus características y porque existen referencias en el Manuscrito de Huarochirí de
Francisco de Ávila donde se reseña la palabra quechua “anqas” (azul), y Saldías y Zupán
(1979) señalan que el añil (azul oscuro) es llamado en quechua “angaschi”. Sin embargo, en
el quechua actual, no se emplea “anqash" para referirse al color azul: simplemente se dice
“asul”. Para explicar este fenómeno, Solís (1984) argumenta que en los antiquísimos ritos
funerarios andinos se utilizaba una piedra azul, el lapislázuli, razón por la que este color
(anqash) se asociaba fuertemente a este mineral; y que, ante la prohibición de utilizar esta
piedra, por parte de los extirpadores de idolatrías, se fue perdiendo el uso de la palabra
“anqash", de modo que ahora nadie la recuerda.

Ante algunas afirmaciones de que el término “Ancash” proviene del aimara, Gustavo
Solís (1984) explica que esta creencia se basa en la existencia de la expresión “larama
ancaSi” que, según Bertonio (1612), significa “lo más profundo del ... río; y lo más alto
del ... cielo” y que según algunas personas connota el color “azul”. Es inútil discutir esta
connotación porque, en el aimara, la palabra equivalente a “azul” es “larama”, siendo
“ancaSi” sólo un modificador. Esto descarta el origen aimara de “Ancash”.

Antes de analizar el significado del topónimo Ancash no olvidemos que:


1) existió un antiguo pueblo y un río adyacente llamados ambos Ancash (ubicados entre
Carhuaz y Yungay);
2) nuestro departamento se crea con el nombre de Huailas;
3) se desarrolló una batalla en el cerro Pan de Azúcar, que está localizado junto al río
Ancash, entre el Presidente Gamarra, del ejército Restaurador, y el General Santa Cruz, del
ejército Confederado; siendo Gamarra el vencedor; y
4) el Presidente Gamarra cambió el nombre del departamento de Huailas por el de Ancash,
en homenaje al paraje donde él venció a Santa Cruz.

Stiglich propone que "Ancash” se origina del adjetivo quechua “ankash” que quiere decir
“liviano, fáciles”. Esta explicación tiene un problema insalvable: es imposible nombrar
como “liviano” a un pueblo, a menos que Stiglich (y un articulista de La Industria) hayan
creído que los habitantes del antiquísimo poblado de Ancash pesaron al pueblo utilizando
un artefacto parecido a la balanza. Que provenga del adjetivo “fácil” es todavía más
descabellado: ¿el pueblo era fácil?, ¿en qué sentido?, y ¿los habitantes quisieron llamarse a
sí mismo “fáciles”? Además, esta explicación (liviano, fácil) no cumple una regla
fundamental de la ciencia toponímica: sólo los sustantivos, o los adjetivos que hayan
formado parte de una expresión sustantivada pueden ser topónimos, y de ninguna manera
pueden serlo los adjetivos puros.
Gustavo Solís (1984) expone la posibilidad de que “Ancash” provenga de la voz “hanka-”
que significa “nevado”. Como sabemos, el antiguo pueblo de Ancash estaba rodeado de
nevados (montañas cubiertas de nieves); por ello, “hanka-sh”, que significa “(lugar) con
nevados”, podría, fácilmente, ser tomada como la explicación buscada. Incluso, por un
proceso de cambio lingüístico, es posible que “hankash” haya perdido la “h” inicial y se
haya convertido en “ankash”. Pero, hay una dificultad que no se puede superar: ¿por qué el
río también se llama Ancash?; se puede aceptar que el pueblo sea un “lugar con nevados”,
pero, llamar “Ancash” al río es absurdo: ¿acaso un río puede albergar nevados o montañas
cubiertas de nieve? Por tanto, esta explicación debe desecharse por su falta de racionalidad.

Con respecto a la propuesta de Maguiña, Zavaleta, el Atlas...Ancash/Huánuco y varios


websites que apoyan la idea de que “Ancash” se refiere al color azul del cielo del Callejón,
podemos decir que no existen pruebas para demostrarlo. Maguiña, contraponiéndose a su
posición de experto en turismo, fija su posición en un texto poético que no aporta pruebas y
que sólo se apoya en su subjetivismo. Zavaleta, reconocido creador de ficciones, también
vincula el cielo azulado de los pueblos del Callejón con el “pueblo azul”: otra vez el
subjetivismo, tan útil en la elaboración poética, adopta un disfraz de racionalidad para
proponer una etimología. El Atlas.., referido antes, también dice que “Ancash” alude al azul
del cielo, pero sin dar evidencias sobre su afirmación; lo cual es mucho más grave ya que,
en la elaboración de éste, participaron los reconocidos literatos Marcos Yauri Montero y
Carlos Garayar, quienes en otros trabajos han demostrado rigor científico.

Que ciertos websites argumenten que el azul de su cielo es el origen de “Ancash” puede
entenderse porque abundan los sitios web que son elaborados por personas sin formación
suficiente. Si aceptamos esta última posición, entonces casi todos los pueblos del Callejón
deberían llamarse “Ancash” porque todos tienen cielos azules, lo que es desmentido por la
realidad. Entonces no se puede aceptar la propuesta del azul del cielo porque: 1) no existen
referencias sobre palabras de estos tipos: “anqash-sielu” (cielo azul) o “anqash-pukutay”
(nube azul); 2) si la traducción de la palabra “Ancash”, vinculado a su cielo, es: “(lugar)
con cielo azul”, ¡ello implica creer el disparate de que sólo el antiguo pueblo de Ancash
tenía un cielo azul, y que los pueblos vecinos tenían cielos de otros colores!

Finalmente, la posición de Cerrón-Palomino, que apoya la teoría de que “Ancash”


proviene de “Anqash-mayu” (río azulado), es decir que se origina en el nombre del río que
pasa junto al lugar donde estaba el antiguo pueblo de Ancash, se revela como racional y
plausible ya que hay referencias inobjetables sobre el nombre de este río: Raimondi, en
1873, escribe: “el riachuelo de Ancachs”. Veamos, en épocas prehispánicas, el referido río
tenía que llamarse, necesariamente, “Anqashmayu” (éste es, gramaticalmente, un
sustantivo); y con el paso del tiempo perdió el núcleo “–mayu”, quedándose sólo como
“Anqash" (adjetivo). Ahora, es evidente que las aguas de un río son, generalmente,
azuladas, claro que en épocas de lluvias se tornan más oscuras, pero el resto del año tienen
ese color. ¿Es posible que este río sea más azulado que otros? Tengamos en cuenta que este
río tiene poco caudal, incluso Raimondi lo llama riachuelo, y que los cauces muy
pedregosos o pétreos tienden a evitar que las aguas se oscurezcan. De allí el nombre “río
azul” porque tiene un aspecto más azulenco. Así, en primera instancia, Ancashmayu, o
Ancash sin el núcleo –mayu, significó (y significa) “río azul” y nominaba a este río;
mientras que Ancash, como nombre del antiguo pueblo, fue adoptado posteriormente. Por
ello, no es lógico sostener que “anqash” podría significar “lugar con río azul” porque le
falta el equivalente quechua de la preposición “con”, lo cual prueba que el nombre
originario aludía al río y no al pueblo. Por tanto, es plausible sostener que el nombre
Ancash proviene de Anqashmayu y que, en el transcurso del tiempo, aquel perdió el núcleo
–mayu y se convirtió posteriormente en nombre del pueblo. Entonces toda explicación
sobre el origen del topónimo Ancash debe remitirse al antiguo pueblo y al río llamados
Ancash (y no al departamento, porque éste recibió el nombre tardíamente).

Aunque ya lo hemos anticipado, Santa Cruz, que deseaba formar la Confederación


Peruana Boliviana, y Gamarra, presidente del Perú y opositor de la Confederación, trabaron
una batalla decisiva, el 20/1/1839, frente a un desfiladero llamado Ancash en recuerdo al
pueblo que estuvo allí y que fue arrasado por un huayco en 1725. Esta batalla es conocida
como la de Yungay y resultó decisiva para la suerte de la Confederación. Hacia las cuatro
de la tarde de ese día, Santa Cruz fue vencido. Un mes después, mediante decreto del
27/2/1839, el presidente Gamarra rebautizó el departamento de Huailas (creado
precisamente por Santa Cruz el 10/10/1835), llamándolo Ancash, en honor a dicha batalla.

Por tanto, concluyamos diciendo, con bastante certeza, que:


1) El topónimo Ancash proviene del antiguo nombre del río, llamado en quechua,
Anqasmayu (río azulado) y que corre al pie del cerro Pan de Azúcar o Buin, ubicado entre
Carhuaz y Yungay; siendo además el nombre de un pueblo muy antiguo que estaba
asentado en las cercanías de este río;
2) Nuestro departamento, llamado desde su fundación Huailas, tomó el nombre de Ancash
por decisión personal de Gamarra, y no porque, históricamente, debiera llamarse así. El
pueblo llamado Ancash se denominaba así desde tiempos preincaicos, pero nuestro
departamento ostenta este nombre sólo desde 1839; y
3) Las otras explicaciones son infundadas, carecen de racionalidad toponímica o son,
sencillamente, disparatadas.

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