Tanto el lugar como las palabras pronunciadas por el
Libertador en ese momento no son totalmente exactas. Por anotaciones personales de Simón Rodríguez se sabe que fue en una de las colinas que conforman el paisaje de Roma, la cual él mismo describe como el Monte Sacro, aseveración refrendada por buena parte de los expertos en el tema. Otras fuentes aseguran que podría haber sido el Monte Palatino, de mayor altura o el Monte Aventino, tal vez por su mayor significación histórica. La veracidad de este hecho histórico está documentada en primer lugar por una carta del 19 de enero de 1824 en Pativilca, Perú, enviada por Bolívar a su maestro Rodríguez, en la cual el Libertador se refiere a este hecho, aunque sin profundizar en detalles exactos y, por otra parte, de un extracto de la conversación sostenida entre Simón Rodríguez y el doctor Manuel Uribe Ángel en Quito, en 1850. Del sentido del juramento se desprende que el futuro Libertador quería conferir a sus palabras el concepto de las ideas de libertad, igualdad y fraternidad aprendidas de la Ilustración, toda vez que la contemplación del paisaje repleto de ruinas de lo que fue el Imperio Romano le hizo evocar la tiranía y opresión que caracterizaron a varios de sus gobernantes. Aquella cita le avizoró un camino inimaginable de luchas, batallas, aciertos y desaciertos a los que Bolívar, sin saberlo en el Monte Sacro, ataría su destino a la lucha por la libertad de Venezuela, por la liberación de 300 años de vasallaje extranjero que bien explicitó manifestó en su juramento cuando pronunció que no daría reposo a su alma “hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español”. Bolívar no solamente cumplió el juramento de liberar a su patria 16 años después, con la victoria definitiva en la Batalla de Carabobo, sino que remató su gesta heroica dando libertad a Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, como un sueño de la unidad e independencia de los pueblos del Sur. Aquella tierra quizás extraña para él, lo recibió para, sin saberlo, guardar por siempre uno de los actos más sublimes declarado la tarde del 15 de agosto de 1805 por el Libertador en un hecho sencillo, que ha entrado en la historiografía con calidad sublime y que iba a ser la impronta de toda su vida. Para ese entonces, Simón Bolívar contaba con 22 años de edad. Y no solo fue por el fragor de la juventud que hizo ese juramento, sino porque así lo sentía. Bolívar de la cuna al Monte ¨humano¨
Decreto Guerra a Muerte El Decreto de Guerra a Muerte fue una declaración hecha por el general venezolano Simón Bolívar el 15 de junio de 1813 en la ciudad venezolana de Trujillo durante el desarrollo de la Campaña A