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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior


Universidad Bolivariana de Venezuela

Unid
ad Curricular: NUCLEO GENERADOR PENSAMIENTO
BOLIVARIANO

EL JURAMENTO DEL MONTE SACRO

Nombre y Apellido: ANGGIE VISLEIDY TOVAR HERNANDEZ

Cédula: 15.573.762
DESARROLLO

Para ese entonces, Simón Bolívar contaba con 22 años de edad. Y no solo
fue por el fragor de la juventud que hizo ese juramento, sino porque así lo
sentía, fue uno de sus primeros pasos para llegar a ser Libertador de América.

El Juramento del Monte Sacro es un legado de más de dos siglos enunciado


por un joven de ideas revolucionarias que maduraron hasta forjar un proyecto
de libertad continental, con alcance social y moral para todos sus
conciudadanos.

Este hecho, fue un reto fundamental que permitió iniciar una gesta
independentista y así convertir los pueblos de América Latina y el Caribe en un
territorio libre, superando el despotismo para que las repúblicas de la región
pudieran proteger los derechos de la gente.

El significado del Juramento del Libertador Simón Bolívar en el monte Sacro es


que los pueblos que luchan por la independencia, la libertad, la justicia, la
igualdad y la paz sobrepasan las fuerzas de los imperialistas, sin importar el
poder. Eran los tiempos de la confortación de los imperios de Europa en la que
España representa el poderío mundial mercantil decadente, frente a la
expansión de las potencias de Francia e Inglaterra, que configuran las fuerzas
en desarrollo del capitalismo, junto con el naciente imperio de los Estados
Unidos, destacó el catedrático.

“Venezuela y nuestra América constituían las riquezas en medio del mercado y


del reparto del mundo soportado por la ideología liberal que instauraba la
maximización de las ganancias desde la contradicción antagónica entre
opresores y oprimidos”, indicó el especialista.

En ese momento estaban surgiendo los procesos que harían nacer las
repúblicas en la América anteriormente española, donde pocos años atrás, en
1795, 96, 97 se había producido ya el levantamiento de José Leonardo Chirino
y en Caracas la conspiración de Gual, España y Picornel, de tal modo que se
venían acumulando los movimientos internos, explicó.

El Libertador Simón Bolívar, que bebió del pensamiento de la Ilustración, del


ideario liberal de Europa, fue fortaleciendo los propósitos fundamentados en los
principios de libertad, igualdad, fraternidad y por supuesto, del abolicionismo
contra el esclavismo y contra el proceso de dominación del Imperio de España

Hace 215 años, el Libertador Simón Bolívar en compañía de su profesor Simón


Rodríguez ascendió al Monte Sacro, y  juró luchar sin tregua por la libertad de
la Patria, manifestando en voz alta: “Juro delante de usted, juro por el Dios de
mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por la Patria, que no daré
descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que
nos oprimen por voluntad del poder español. Bolívar llegaría al monte Sacro
empujado por una serie de acontecimientos que dieron un inesperado giro a su
vida. La mayoría de estudios y escritos coinciden en que la repentina muerte de
su esposa traería un cambio radical en su destino. Años después, el caraqueño
lo confesaría a Perú de Lacroix, quien lo incluiría en su Diario de Bucaramanga:
“Miren ustedes lo que son las cosas; si no hubiera enviudado quizás mi vida
hubiera sido otra cosa; no sería el general Bolívar, ni el Libertador, aunque
convengo que mi genio no era para ser alcalde de San Mateo… La muerte de
mi mujer me puso muy temprano sobre el camino de la política; me hizo seguir
después el carro de Marte en lugar del arado de Ceres”.

A finales de 1803, luego de la muerte de su esposa, María Teresa Rodríguez y


Alaiza, el 22 de enero de ese año, Bolívar decide viajar por segunda vez a
Europa. Llega al puerto de Cádiz y de allí parte para Madrid, “cubierto de luto y
de tristeza”, apunta Felipe Larrazábal en su biografía sobre Bolívar (Vida y
escritos del Libertador), a llevar a don Bernardo Rodríguez del Toro, padre de
la malograda Teresa, las reliquias que había conservado de ella.

Cuando Bolívar la vio en París, en una de las elegantes reuniones de su salón,


tuvo que confesarse que ante esa mujer se había olvidado por primera vez de
sus penas. A su lado y bailando con ella, mientras Fanny sonreía
coquetamente, tal vez por su entusiasmo, tal vez por su típica pronunciación
francesa, Bolívar sintió de nuevo el encanto de vivir. Desde ese día, y para
cortejarla, se convirtió en el más asiduo de los concurrentes a la casa de
Madame de Villars”, narra Aguirre. Entre ambos nace un tórrido romance.

En la casa de Fanny, Bolívar encontró un día al barón de Humboldt, quien


acababa de regresar de América. En las tertulias con el ilustre científico se
abordaba la cuestión del triste destino de América, tierra que agonizaba en el
oscurantismo de la España, sombría, reaccionaria y medieval. Bolívar exclamó
entonces: “Brillante destino el del Nuevo Mundo si sus pueblos se vieran libres
del yugo y qué empresa tan sublime”. A lo cual el varón respondió un poco
desdeñosamente, de acuerdo con Liévano Aguirre, “…que aunque en América
las circunstancias eran favorables para tal empresa, allí faltaban hombres
capaces de realizarla”. Humboldt no simpatizaba con Bolívar y de allí su
hiriente respuesta. Nunca imaginó que al frente tenía al hombre que haría
realidad aquella empresa.

“El mismo Humboldt, en 1853, le dejó conocer con sinceridad a O´Leary, en


una carta, cuán profundas fueron sus dudas sobre las capacidades de Simón
Bolívar. Jamás, -le decía en ella- le creí llamado a ser el jefe de la cruzada
americana. Lo que más me asombró fue la brillante carrera de Bolívar a poco
de habernos separado”, señala Liévano Aguirre.

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