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P b r o . D r . Jo r g e A .

P a l m a El pec ad o O r ig in a l , 1

EL PECADO ORIGINAL

1- El dato revelado.

La serpiente era el m ás astuto de todos los animales del campo


que Yahveh D ios había hecho. Y dijo a la mujer: "¿Cómo es que
D ios os ha dicho: N o comáis de ninguno de los árboles del ja rd ín ? "
Respondió la mujer a la serpiente: "Podemos comer del fru to de los
árboles del jardín. M as del fru to del árbol que está en m edio del
jardín, ha dicho Dios: N o comáis de él, ni lo toquéis, so pena de
m uerte". Replicó la serpiente a la mujer: "De ninguna manera
moriréis. E s que D ios sabe m uy bien que el día en que comiereis de
él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y
del mal". Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer,
apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su
fru to y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió.
Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de
que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos
ceñidores. Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahveh D ios que se
paseaba p o r el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se
ocultaron de la vista de Yahveh D ios p o r entre los árboles del jardín.
Yahveh D ios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?" Este
contestó: "Te oí andar p o r el ja rd ín y tuve miedo, porque estoy
desnudo; p o r eso me escondí". E l replicó: "¿Quién te ha hecho ver
que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te
prohibí com er?" D ijo el hombre: "La mujer que me diste p o r
compañera me dio del árbol y comí". Dijo, pues, Yahveh D ios a la
mujer: "¿Porqué, lo has hecho?" Y contestó la mujer: "La serpiente
me sedujo, y comí". (Gen 3,1-13)
Este texto pertenece en casi su totalidad a la tradición jahvista (a excepción quizásde los
vv.10-14), por lo que tiene un fuerte sabor popular y metafórico. La acción transcurre en el
Paraíso, que consiste más en un estado (de gracia) que en un lugar geográfico.
* v.1: La astucia de la serpiente era proverbial en Israel. Pero, concretamente en el Génesis, se
le adjudica una inteligencia superior, calculadora y pérfida, hábil en su dialéctica, experta en el
juego delas palabras con doble sentido, conocedora del corazón humano y del modo deexplotar
las circunstancias. Las palabras de la serpiente señalan al portavoz de un ser muy hábil, enemigo
de Dios y envidioso de los hombres. Hay una lucha entre un ser malo e inteligente y el hombre.
Tanto la misma Escritura como toda la tradición cristiana antigua identifican a la serpiente con
Satanás. Así, p.ej.:
Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la
experimentan los que le pertenecen. (Sab 2,24)
(Cfr. en el NT: Jn 8,24; Ap 12,9; 20,2). Otro tanto hará la Comisión Bíblica (30/6/1909).
* v.2: La serpiente hace una pregunta insidiosa que denota una ignorancia afectada y una
exageración mentirosa.
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* v.3: La respuesta de Eva es buena y deshace la exageración del demonio. Pero habló más de
lo debido al mencionar el castigo, etc., entrando así en diálogo con Satanás.
* vv.4-5: De la locuacidad de Eva se aprovecha la serpiente y repentinamente pasa de su
"ignorancia" a ser "ángel de luz".
* v.6: En Eva se observa una mezcla de curiosidad y vanidad. A partir de allí considera
detenidamente y con complacencia las propiedades del fruto del árbol. Pueden observarse dos
elementos en la consideración (tentación) de Eva, que en el caso de admitirse se convierten en
raíces de todo pecado: la sensualidad (apetecible a la vista ) y la soberbia (excelente para lograr
sabiduría ).
Hay dos opiniones en lo que se refiere al sujeto de la tentación:
* Adán habría comido al mismo tiempo que Eva, siendo copartícipe, en primera instancia, de
la tentación y el pecado (algunos códices dicen comieron ).
* La serpiente habría seducido a Eva e, indirectamente, a Adán. Esta es la opinión de S.
Agustín, citando a 1 Tim 2,14. (Pero, a tenor de Rom 5, está clara la plena responsabilidad de
Adán).
* v.7: Según la promesa de la serpiente, se abrieron los ojos de ambos, pero en un sentido
muy distinto al preconizado. No obtuvieron la ciencia prometida, pero sí la conciencia de su
culpabilidad (apercepción de la propia desnudez).1
La concupiscencia (inclinación al mal) aparece como consecuencia del pecado y no como
causa (la desnudez es un inconveniente desde ahora, porque se despertó la concupiscencia).

a) Contenido esencial del relato.


1) Hombre y mujer, constituidos o elevados a un estado de felicidad perfecta. Gracia.
Inmortalidad. Equilibrio. Armonía.
2) Este estado estaba unido a la estancia en el Paraíso, o sea, a su amistad con Dios, y
subordinado a la obediencia al precepto divino que les fue impuesto, simbolizado en el árbol de la
ciencia.
3) Seducidos por el diablo quebraron conscientemente el precepto divino y entró así el pecado
en el mundo, con la pérdida de los bienes preternaturales y sobrenaturales y comenzaron todos los
males que aquejan hoy día a la humanidad.

b) El árbol de la ciencia del bien y del mal.


* Su fruto otorgaba el conocimiento del bien y del mal.
* Este conocimiento era un privilegio que Dios se reservaba.
* Al comer de él, Adán usurpó esta ciencia contra la voluntad de Dios.
* Consecuencia: pérdida de la inmortalidad como privilegio.
* Con la "ciencia del bien y del mal" entraron en el mundo el pecado y la muerte (Cfr. Rom
5,12).
¿Qué es la ciencia del bien y del mal?

1
"El árbol de la ciencia se convirtió en el árbol de la conciencia", Heinisch.
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Según De Vaux, se trata de un conocimiento privilegiado que es propio de Dios en tanto que
reservado a El. Consiste en la facultad de decidir por sí mismo lo que es el bien y el maly obrar
en consecuencia. Al usurparlo, el hombre, reivindica su autonomía moral, negando así su
condición de criatura y derribando el orden establecido por Dios.
El Catecismo de la Iglesia Católica da una interpretación precisa del árbol:
Dios creó al hombre a su imagen y lo estableció en su amistad.
Criatura espiritual, el hombre no puede vivir esta amistad más que en la
forma de libre sumisión a Dios. Esto es lo que expresa la prohibición
hecha al hombre de comer del árbol del conocimiento del bien y del
mal, porque el día que comieres de él, morirás (Gen 2, 17). El árbol
del conocimiento del bien y del mal evoca simbólicamente el límite
infranqueable que el hombre en cuanto criatura debe reconocer
libremente y respetar con confianza. El hombre depende del Creador,
está sometido a las leyes de la Creación y a las normas morales que
regulan el uso de la libertad. (Cat n.396)

2- La caída de los ángeles.

Todos los ángeles fueron elevados al orden sobrenatural. Después, Dios los sometió a una
prueba para que pudieran merecer el cielo ejercitando su libertad. Sin embargo, hubo algunos
que, por soberbia, quisieron hacerse semejantes a Dios por sí mismos, y cayeron en el pecado
para siempre. A pesar de todo, hubo muchos que permanecieron fieles; éstos fueron confirmados
en gracia y premiados con la gloria.
“Tras la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla
una voz seductora, opuesta a Dios (cf Gn 3,1-5) que, por envidia, los
hace caer en la muerte (cf Sb 2,24). La Escritura y la Tradición de la
Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf Jn
8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno,
creado por Dios. D iabolus enim et alii daemones a D eo quidem
natura creati sunt boni, sed ipsi p er se fa c ti sunt mali (“El diablo y los
otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena,
pero ellos se hicieron a sí mismos malos”), Cc. De Letrán n IV, año
1215: DS 800)”. (Cat 391)
“La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2P 2,4). Esta
“caída” consiste en la elección libre de estos espíritus creados que
rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encontramos
un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros
primeros padres: Seréis como dioses (Gn 3,5). El diablo es pecador
desde el principio (1Jn 3,8), padre de la mentira (Jn 8,44)” . (Cat 392)
“Es el carácter irrevocable de su elección, y no un defecto de la
infinita misericordia divina lo que hace que el pecado de los ángeles no
pueda ser perdonado. ‘No hay arrepentimiento para ellos después de la
caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la
muerte’ (S. Juan Damasceno, f.o. 2,4: PG 94, 877C)”. (Cat 393)
“La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jesús
llama homicida desde el principio (Jn 8,44) y que incluso intentó
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apartarlo de la misión recibida del Padre (cf Mt 4,1-11). E l Hijo de


D ios se manifestó para deshacer las obras del diablo (1Jn 3,8). La
más grave en consecuencias de estas obras ha sido la seducción
mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios” . (Cat 394)
“Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una
criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre
criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque
Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo,
y aunque su acción cause graves daños de naturaleza espiritual e
indirectamente incluso — de naturaleza física— en cada hombre y en la
sociedad, esta acción es permitida por la divina providencia que con
fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios
permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero nosotros
sabemos que en todas las cosas interviene D ios para bien de los que
le aman (Rm 8,28)”. (Cat 395)

3- El primer pecado del hombre.

Aquí tratamos de lo que se llama el “pecado original originante”, es decir, del pecado cometido
personalmente por el primer hombre y la primera mujer.
Según S.Agustín y Sto.Tomás el pecado de Adán consiste en un atentado contra la sabiduría
divina; es, por tanto, un pecado de orgullo.2
Esta doctrina es expresada en el texto bíblico como la transgresión de un precepto puesto por
Dios y representado bajo la imagen de un fruto prohibido.
Se trata de una manifestación de la hybris, el crimen propiamente religioso, el pecado
fundamental. El jahwista describe después otras manifestaciones cada vez más claras en otros
capítulos. Cfr. también Is 14,13-14 y Ez 26,6-9.
Junto a este pecado ¿cabe otra transgresión más material? Parece también estar implicada en
este pecado la sensualidad, como segunda raíz de todo pecado. En efecto, la mujer vio que el
fruto era excelente para lograr sabiduría (soberbia), pero también que era bueno para comer y
apetecible a la vista.
El Catecismo de la Iglesia Católica describe este pecado como de desconfianza, desobediencia
y soberbia:
El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la
confianza hacia su creador (cfr. Gen 3,1-11) y, abusando de su libertad,
desobedeció al mandamiento de Dios. En esto consistió el primer
pecado del hombre (cfr. Rm 5,19). En adelante, todo pecado será una
desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad.
En este pecado, el hombre se prefirió a sí mismo en lugar de Dios,
y por ello despreció a Dios: hizo elección de sí mismo contra Dios,
contra las exigencias de su estado de criatura y, por tanto, contra su

2
S.Th. II-II, q. 163, a. 1; q. 143, a. 2.
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propio bien. El hombre, creado en un estado de santidad, estaba


destinado a ser plenamente “divinizado” por Dios en la gloria. Por la
seducción del diablo quiso ser como D ios (cfr. Gen 3,5), pero sin Dios,
antes que D ios y no según D ios (S. Máximo Confesor, ambig.). (Cat
nn. 397-398)

4- Consecuencias para el género humano.

Aquí se trata del llamado “pecado original originado” y sus consecuencias.


Según S.Pablo (Rom 5), todos los hombres, por descender de Adán, son esclavos del pecado,
son solidarios con el pecado de Adán. Aunque no con tanta claridad como en S.Pablo, esta doc­
trina está ya en el Génesis. Los sabios de Israel, meditando el Génesis, así lo vieron:
Por la mujer fu e el comienzo del pecado, y p o r causa de ella
morimos todos. (Sir 25,24)
Porque D ios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo
imagen de su misma naturaleza; mas p o r envidia del diablo entró la
muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen. (Sab
2,23-24)
Además aparece claro en el libro del Génesis que los descendientes de Adán pagan las
consecuencias de su pecado:
> La enemistad que se ha iniciado entre la serpiente y la mujer se perpetuará a través de sus
respectivas descendencias. El acceso al árbol de la vida será imposible en adelante.
> En la tradición jahvista, principalmente, domina la idea según la cual la conducta de un
antepasado determina la suerte de sus descendientes.
> En los capítulos que siguen a los de la caída hace ver el autor que ha habido una decadencia
religiosa real, decadencia colectiva y hereditaria, más bien que producto de faltas estrictamente
individuales.
Pero, aunque el autor sagrado afirme la realidad de una herencia física y moral, no examina,
sin embargo, detalladamente, el mecanismo de esta transmisión.
Aunque en todo el Antiguo Testamento no exista una fórmula que corresponda al dogma
cristiano del pecado original, se ve el sentimiento profundo de pertenecer a una raza de pecadores:
M ira que en culpa y a nací, pecador me concibió m i madre. (S
51,7)
¿Cómo un hombre será ju sto ante D ios? ¿cómo puro el nacido de
mujer? Si ni la luna misma tiene brillo, ni las estrellas son puras a
sus ojos, ¡cuánto menos un hombre, esa gusanera, un hijo de hombre,
ese gusano! (Job 25,4-6)
El Catecismo de la Iglesia Católica resume así las consecuencias del pecado original:
La Escritura muestra las consecuencias dramáticas de esta primera
desobediencia. Adán y Eva pierden inmediatamente la gracia de la
santidad original (cfr. Rm 3,23). Tienen miedo de Dios (cfr. Gen 3,9-
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10) de quien han concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso de


sus prerrogativas (cfr. Gen 3,5).
La armonía en la que se encontraban, establecida gracias a la justicia
original, queda destruida; el dominio de las facultades espirituales del
alma sobre el cuerpo se quiebra (cfr. Gen 3,7); la unión entre el hombre
y la mujer es sometida a tensiones (cfr. Gen 3,11-13); sus relaciones
estarán marcadas por el deseo y el dominio (cfr. Gen 3,16). La armonía
con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre
extraña y hostil (cfr. Gen 3,17.19). A causa del hombre, la creación es
sometida a la servidumbre de la corrupción (Rm 8,21). Por fin, la
consecuencia explícitamente anunciada para el caso de desobediencia
(cfr. Gen 2,17), se realizar: el hombre volverá al polvo del que fu e
fo rm a d o (Gen 3,19). La muerte hace su entrada en la historia de la
humanidad (cfr. Rm 5,12). (Cat. nn. 399-400)
Por otra parte, el mismo catecismo hace notar cómo este pecado se transmite a los
descendientes de Adán y Eva:
¿Cómo el pecado de Adán vino a ser el pecado de todos sus
descendientes? Todo el género humano es en Adán sicut unum corpus
unius hominis (Como el cuerpo único de un único hom bre, S. Tomás
de A., mal. 4,1). Por esta unidad del género hum ano, todos los
hombres están implicados en el pecado de Adán, como todos están
implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisión del
pecado original es un misterio que no podemos comprender
plenamente. Pero sabemos por la Revelación que Adán había recibido
la santidad y la justicia originales no para él solo sino para toda la
naturaleza humana: cediendo al tentador, Adán y Eva cometen un
pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana,
que transmitirán en un estado caído (cfr. C. de Trento: DS 1511­
1512). Es un pecado que será transmitido por propagación a toda la
humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana
privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado
original es llamado “pecado” de manera análoga: es un pecado
“contraído”, “no cometido”, un estado y no un acto.
Aunque propio de cada uno (cfr. C. de Trento: DS 1513), el pecado
original no tiene, en ningún descendiente de Adán, un carácter de falta
personal. Es la privación de la santidad y de la justicia originales, pero la
naturaleza humana no está totalmente corrompida: está herida en sus
propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al
imperio de la muerte e inclinada al pecado (esta inclinación al mal es
llamada concupiscencia). El Bautismo, dando la vida de la gracia de
Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las
consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten
en el hombre y lo llaman al combate espiritual.
La doctrina de la Iglesia sobre la transmisión del pecado original fue
precisada sobre todo en el siglo V, en particular bajo el impulso de la
reflexión de S. Agustín contra el pelagianismo, y en el siglo XVI, en
oposición a la Reforma protestante. Pelagio sostenía que el hombre
podía, por la fuerza natural de su voluntad libre, sin la ayuda necesaria
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de la gracia de Dios, llevar una vida moralmente buena: as¡ reducía la


influencia de la falta de Adán a la de un mal ejemplo. Los primeros
reformadores protestantes, por el contrario, enseñaban que el hombre
estaba radicalmente pervertido y su libertad anulada por el pecado de
los orígenes; identificaban el pecado heredado por cada hombre con la
tendencia al mal (concupiscencia), que sería insuperable. La Iglesia se
pronunció especialmente sobre el sentido del dato revelado respecto al
pecado original en el II Concilio de Orange en el año 529 (cfr. DS 371­
372) y en el Concilio de Trento, en el año 1546 (cfr. DS 1510-1516).
(Cat nn. 404-406)

5- Promesa de redención.

El texto que aquí analizamos es el llamado “Protoevangelio”, por constituir el primer anuncio
de la salvación.
Enem istad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje:
él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar. (Gen 3,15)
El contexto es el de los castigos: a la serpiente, a la mujer y al hombre. En las tres sentencias,
los castigos son concebidos de manera que los culpables son castigados a la vez por Dios y por
sus víctimas. El hombre y la mujer son castigados en sus actividades esenciales: la mujer, como
madre y esposa; el hombre, como trabajador (por supuesto, el castigo no está en ser madre o en
ser trabajador, sino en parir, educar, etc. con dolor y trabajar con dificultad).
“Quien olvidara el carácter escatológico, profético y mesiánico del versículo, caería en una
interpretación trivial del mismo y no apreciaría en todo su valor el sentido profundo teológico del
mismo que le da el autor sagrado, y que, una vez en posesión de la realidad de la profecía, ha sido
puesto de relieve por los santos Padres y gran número de los escritores eclesiásticos."(Arnaldich,
p.310)
Sentido escatológico: Se vislumbra un éxito de la mujer en el combate. Si esto se suma a las
perspectivas escatológicas del autor jahvista, que hace concebir una esperanza para la humanidad,
aún después del pecado, nos permiten afirmar que en este versículo se trata de una humillación
del demonio por parte de la mujer; de una especie de venganza que la mujer toma sobre su
seductor que, en adelante, será hollado y confundido por el sexo débil. (Cfr. Arnaldich, pp.301-
302).
Sentido mesiánico: ¿qué significa la expresión linaje de la serpiente?: todos los que están
bajo sus órdenes (cfr. Sab 2,24 y, por contraste, Ap 12,17).
La pelea no terminará con la muerte de Eva, sino que seguirá con su descendencia. Como se
ve en v.15b, el pronombre él se refiere a la posteridad de la mujer, pero el complemento de
aplastar y el sujeto de alcanzar, en segunda persona, no se refieren a la descendencia, sino a la
serpiente misma. Por tanto, el autor no anuncia la victoria de una raza sobre la otra, sino de la
posteridad de la mujer sobre la serpiente misma.
Sentido de zeraj (descendencia de la mujer): algunos le dan un sentido colectivo, lo cual daría
lugar, en último término, a una interpretación eclesiológica del texto (descendencia de la mujer =
Iglesia); otros le dan un sentido individual y, por tanto, a una interpretación cristológica (el
descendiente = Cristo). Según Ceuppens, no es posible resolver la ambigüedad del término por las
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reglas de la gramática. Hay que ver el contexto y, en último término, hacer una interpretación. En
el contexto, no sólo literario, sino también histórico y doctrinal habría que inclinarse por el sentido
individual.
Versión de los LXX : él (autós) te aplastará la cabeza. Autós es masculino, mientras que
spérma (descendencia), a la que dicho pronombre se refiere, es neutro y, por lo tanto, requeriría
un pronombre neutro. Esta traducción da a entender que los LXX veían en el linaje de la mujer a
un sólo hombre, un combatiente individual. Interpretación individual y cristológica.
Sentido mariológico: la libertad que lleva a los LXX a traducir como vimos, lleva a S.
Jerónimo, en la Vulgata a traducir ipsa conteret caput tuum (ella te aplastará la cabeza), aquí,
ipsa (ella) es femenino, mientras que semen (descendencia) es neutro. Por tanto, se alude a que
el vencedor de la serpiente es María, madre del Salvador.
Algunos exégetas dicen que ipsa, en la Vulgata, se refiere a Eva y a la humanidad en general
como linaje suyo. Otros creen que es María, en sentido típico o espiritual, en sentido literal o en
sentido pleno.
Pesa mucho para el sentido mariológico la conexión de este texto con el del Apocalipsis
(Capítulo 12). La Iglesia no ha definido dogmáticamente el carácter mariológico de Gen 3,15 a
pesar de que figura en varios documentos:
Pío IX, bula Ineffabilis D eus (8/12/1854)
Pío XII, Enc. Fulgens corona (8/9/1953)
C.Vaticano II, Const. Lumen Gentium, n.55
Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater.
En todo caso, las interpretaciones cristológica, eclesiológica y mariológica del texto, no se
contradicen en absoluto.

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