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En este trabajo quisiera no sólo ilustrar el contenido de un libro: Canto del cisne, sino
también mostrar con claridad el poder formativo de un hombre: Juan Enrique Pestalozzi.
Con la lectura de esta genial obra ratifico que todo llega a su debido tiempo. Ahora creo
estar listo para comprender con arraigo las ideas educadoras de Pestalozzi. En verdad,
han llegado a mí en el preciso momento que me siento hinchado por mi campo de
desarrollo próximo. Me siento ansioso para hacer germinar nuevas experiencias
educativas. Es mi deseo alcanzar la altura de este gran pedagogo suizo.
Mi trabajo, obviamente, podrá constituir una minúscula chispa entre las cenizas.
Pues, lo que personalmente alcanzo a pensar y lo poco que hasta ahora he hecho en mi
labor educativa, no se compara en nada con lo que aquel hombre hizo por su país y por la
pedagogía. Pocas veces, sin embargo, me he sentido tan tocado por los temas que aborda
un autor en sus libros. A mi juicio, Pestalozzi comprendió a fondo el punto fundamental
de la formación humana y fue quien lo expresó sintéticamente con la expresión: aprender
a enseñar mediante la vida y lo describió con rasgos de profundidad teorética y de lucidez
conceptual notables.
José Manuel Villalpando resumió la esencia del legado de Pestalozzi en sentido global, en
un bello párrafo de su estudio preliminar. Vale la pena transcribirlo para poder procesarlo
en forma detallada:
[UNILA: MAESTRÍA EN DOCENCIA] Didáctica
Aunque la obra didáctica más importante de Pestalozzi es: Cómo enseña Gertrudis
a sus hijos, su testamento pedagógico, concluido en 1826, escrito a la edad de 80 años es:
Canto del cisne. Lo que quiero decir es que lo redactó ya en el ocaso de su vida. Entonces,
es la obra que compuso su autor cuando presintió el fin de su vida. Que no significa que la
haya redactado disminuido en su lucidez intelectual. Con toda seguridad, el lector podrá
encontrar respuestas ejemplares a preocupaciones de un mentor contemporáneo
nuestro. Y pienso que se imponen, incluso, fuera de las posiciones teóricas que en gran
medida las sostienen. Piénsese, por principio, que fue un incorregible fundador de
establecimientos para educar a niños pobres. A los que acudían gentes inquietas por la
enseñanza que allí impartía. Bastará un vistazo a alguna de sus biografías para darse
cuenta de la atracción que ejercía en otros formadores.
Pero, ¿cuál es el contenido del Canto del cisne? Al estudio preliminar que ya he
mencionado, le siguen: un prólogo y cuatro partes: 1) Idea de la educación elemental. 2)
Métodos de la educación elemental. 3) Recuerdos autobiográficos y 4) Consejos para el
porvenir. De las cuatro, la más extensa es la segunda, en donde su autor resume de
manera perfecta los conceptos básicos que caracterizaron su método de instrucción. Para
aclarar esta idea, conviene citar una página que habría que leer con mucha atención
porque, a mi juicio, llega al fondo del problema:
[UNILA: MAESTRÍA EN DOCENCIA] Didáctica
“Todavía no voy a tocar las muchas consecuencias que se desprenden de esto. Antes de ir
adelante vamos a preguntarnos: ¿No será un sueño la idea de la educación elemental, será
verdaderamente un objetivo realizable? Oigo el tono de la pregunta que se me hace por todas
partes: ¿Dónde está esa idea en la realidad?
Es justamente sobre la idea de la educación elemental que está construido este libro.
En nuestros días, tal pretensión es una realidad pero, para el siglo XVIII era eso: una idea.
Me encanta que Pestalozzi tenga en frente suyo a sus detractores: Oigo el tono de la
pregunta que se me hace por todas partes, es como si su espíritu se desdoblara hacia
afuera para contemplar su realidad: incrédula, exigente y ruda y, luego, volviera a su
interior para hablarles desde el corazón: Yo contesto. ¡Qué genialidad! ¿Sí o no? En
Pestalozzi, la pedagogía adquiere individualidad. Y es eso, precisamente, lo que se
requiere para alcanzar un sueño: que alguien se arriesgue y lo arriesgue todo para realizar
su visión: en ninguna parte está como método comprobado y organizado en sus medios y
en su alcance. Vamos, si todo nos fuera dado ya realizado y acabado, ¿qué sabría el
hombre de creatividad, de fantasía y de imaginación? Hombre: si no está hecho, hazlo tú.
Tal vez no existe ninguna escuela organizada elementalmente según sus principios; no
existe un instituto que la desarrolle totalmente, pero aquí está mi labor. Hazla tuya y haz
tú tu parte. ¡Involúcrate en una tarea de la que tú mismo eres responsable! A mi
entender, en eso se cifra lo mejor y más elevado de nuestra cultura: volver la educación en
un imperativo. Que la naturaleza humana tiene infranqueables obstáculos, cierto, y qué.
Que las debilidades humanas de nuestro espíritu y de nuestro corazón,… no permiten a
nuestra especie,… una perfección absoluta. También es cierto. Sin embargo, no podemos
escondernos detrás de esto para vivir eternamente acobardados. Cuando un individuo no
puede solo, ahí está la colectividad, Y si la colectividad no puede, ahí está la fe. Aunque
se contase con medios materiales y morales de todo orden, sin la participación de la
esencia divina interna [que] bulle bajo la cubierta de nuestra perecedera carne vana es
nuestra fe. En suma, no sé si exagero un poco, pero en Pestalozzi encuentro a un hombre
obstinado en realizar su sueño, lleno de ilusión y de entusiasmo.
[UNILA: MAESTRÍA EN DOCENCIA] Didáctica
En el siguiente apartado señalo, para interés del lector, algunos de los principios que
normaron la actividad docente de Juan Enrique Pestalozzi.
El texto base que nos introduce en esta problemática es, según mi parecer, el fragmento
siguiente: la vida educa. Teniendo a la vista este gran principio fundamental de toda la
enseñanza pestalozziana se pueden entender los siguientes consecuentes:
“El [aprendiz] ama y cree antes de que pueda actuar”. (p. 27) En términos
didácticos, puedo decir que lo que es natural puede dirigirse debida y
conscientemente a propósitos específicos. Por tanto, toda técnica de la educación
debe ponerse para cada aprendiz al servicio de la verdadera vida. Es más “en
ninguno de los medios se han de presentar obstáculos para la dicha y tranquilidad
del individuo” (p. 38). Las personas no sólo venimos al mundo a estudiar, sino que
nuestro actuar está referido a un abanico de ilimitadas posibilidades. Y de entre
esas, amar y creer están muy por encima de leer o calcular.
El aprendiz enseñando a otros aprendices (cfr. p. 72). Las personas nos prestamos
animosas a ser enseñadas por otras personas. En consecuencia, el aprendizaje
entre iguales, la formación de comunidades de aprendizaje y el trabajo
colaborativo ya eran formas reconocidas, aunque no con esos nombres claro está,
por Pestalozzi. Y no es de sorprender, alguien que fundó instituciones educativas
en favor de la infancia de su país, pronto se dio cuenta que tal empresa es
imposible para una persona aislada. La educación requiere el esfuerzo sumativo
de muchas voluntades
3. Comentario crítico
“Estoy intentando persuadirlos […], oh jóvenes y ancianos: no debéis tener cuidado de vuestros
cuerpos, ni de las riquezas, ni de ninguna otra cosa con mayor empeño que de vuestra alma, de
modo que se vuelva buena lo más posible, insistiendo en que la virtud no nace de las riquezas,
sino que de la misma virtud nacen las riquezas y todos los demás bienes para los hombres, sea en
lo privado o en lo público.” (Apología de Sócrates)