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Pennypacker, Sara
L a talentosa C l e m e n t i n a / Sara P e n n y p a c k e r ; traducción María d e l M a r Ravas-
sa; i l u s t r a d o r a M a r í a Frazee. Editor A n a María González Sanz. Bogotá: G r u p o
Editorial N o r m a . 2009.
150 p. : i l . ; 20 c m . - - ( C o l e c c i ó n torre d e p a p e l . T o r r e roja)
I S B N 978-958-45-1676-3
Título original: T h e Talented Clementine
I. C u e n t o s i n f a n t i l e s e s t a d o u n i d e n s e s 2. H u m o r i s m o - C u e n t o s i n f a n t i l e s
l . R a v a s s a , M a r i a d e l M a r , t r . II. Frazee, M a r í a , i l . III. G o n z á l e z S a n z , A n a
María, ed. I V . Tít. V . Serie.
1813.5 c d 21 e d .
A l 196995
C E P - B a n c o de la República-Biblioteca Luis A r a n g o
—S.P.
—M.F.
Capítulo 1
A
JL 1. la mañana siguiente, Marga-
rita se sentó a mi lado en el autobús,
como siempre. Nunca lo había nota-
do antes, pero tenía mucho talento
para sentarse: el vestido se le queda-
ba en su lugar, como si estuviera pin-
tado, y ni una hoja de papel se le sa-
lía de la mochila.
Esto me hizo recordar que debía
arrastrarme por debajo del asiento,
antes de llegar a la escuela, para re-
coger lo que se me había caído. Esto Y era verdad. Margarita siempre
se llama Ser Organizada. estaba tomando clases: de clarinete,
Los mellizos Maya se subieron en de francés, de ballet, de natación...
la siguiente parada y se sentaron ade- de lo que a uno se le pudiera ocurrir,
lante de nosotros. Se llaman Tutu ella tomaba clases.
y Lulú. La primera vez que oí esto, —¿Por qué no los exhibes todos a
traté de que mis papas le cambiaran la vez? —le sugerí, lo cual se suponía
el nombre a mi hermano para que ri- que era un chiste, aunque admito
mara con el mío. Les pregunté cómo que uno nada amable.
les sonaba Blementino, Frementino Pero Margarita no tenía el talento
o Solmentino, pero no dijeron nada, para reconocer un chiste.
así que yo seguí llamándolo por nom- —¡Maravillosa idea, Clementina!
bres de vegetales, que son los únicos ¡Gracias!
peores que el de una fruta, como el Después de eso los mellizos Maya y
que me tocó a mí. yo tuvimos que aguantarnos durante
Lulú se dio la vuelta. cien horas mientras Margarita deci-
—Margarita, ¿qué vas a hacer en día qué talentos podrían acoplarse.
la demostración de talentos? —pre- Patinar en el hielo y tocar el acor-
guntó. deón probablemente no funcionaría;
—Tengo demasiados talentos pero bailar zapateado y cantar sería
—gruñó Margarita, y agitó las ma- fácil, y simultáneamente podría ha-
nos alrededor de la cabeza como si cer el ula-ula. Además, podría tocar
sus talentos fueran moscas que de- el tambor, si se lo colgaba del cue-
bía espantar—.¡Cientos de talentos! llo. Y podría, también, dar un par de
¡Me es imposible decidir! volteretas.
— Y ¡oigan esto! —gritó dándose zatalentos", que pensé que se tra-
una palmadita en la cabeza ante la taba de una nueva última parte del
maravillosa idea que acaba de ocu- juramento a la bandera.
rrírsele—. ¿¡Qué tal si entro al esce- — . . . c o n libertad y justicia para
nario montando a caballo!? todos, y yo sé que todos tenemos
—Pues yo sólo tengo un talento, mucha ilusión de comenzar nuestro
pero es estupendo —dijo Tutu, y le- gran proyecto —dijo. Así que no
vantó su lonchera—. Todo mi al- pude llevar a cabo mi plan secreto
muerzo, en la boca, a la vez. de hipnotizarlo para que se olvidara
—Eso lo haces todos los días —le del asunto.
recordé. Afortunadamente, enseguida se
—Pero no lo he hecho en un es- me ocurrió otro plan realmente bue-
cenario —me contestó. no. Levanté la mano.
Después me preguntó qué iba a —¿Sí, Clementina? ¿Quieres pro-
hacer yo. ponerte como ayudante de grupo?
—Es una sorpresa —contestó mi —Quisiera decirle algo a usted
boca sin que yo siquiera se lo dijera. —contesté, e hice una P mayúscula
Y no era mentira, porque si yo ha- con los dedos, que quiere decir "en
cía algo en ese escenario el próximo privado".
fin de semana, desde luego que sería M i profesor asintió, así que me
una sorpresa bastante grande. acerqué a su escritorio. Rápidamen-
Luego apreté firmemente la boca te miré en secreto por todos lados
por el resto del viaje para que no para ver si había rastros de la pizza
fuera a hablar de más sorpresas. y las rosquillas que todo el mundo
Ya en la escuela, el profesor co- sabe que los profesores comen cuan-
menzó a hablar tan rápido del " C a - do los niños no los están mirando,
pero no encontré nada. Luego le dije vergüenza de presentarse en una de-
lo que estaba pensando. mostración de talentos?
—¿Qué pasa si hay algún niño —¡Eres muy considerada! —dijo
que no tiene ningún talento? N o yo, mi profesor—, pero...
porque yo tengo C A N - T I - D A - D E S , —Sí, sí —dije—, soy muy consi-
cantidades. Pero, ¿si otro no tiene derada. Así que supongo que debe-
ninguno? mos olvidarnos de esta idea del Ca-
—Todo el mun- zatalentos.
do tiene algún ta- — A h , no, no lo creo, pero para
lento, Clementi- asegurarnos, le preguntaré a la clase.
na —contestó Luego se puso de pie, y dijo:
mi profesor—. —Niños, levantenlamano.¿* Cuán-
Todo el mun- tos de ustedes van a presentarse en
do tiene algo la demostración de talentos?
en lo cual es Todo el mundo levantó la mano.
especialmente —Bueno, ya con esto, no nos que-
bueno. da duda —dijo mi profesor—. De
—Pero, todas maneras, mil gracias, Clemen-
¿qué tal si al- tina.
guien se que- Muy bien. Lo admito. N o fue una
dó por fuera? idea tan buena.
¿Qué pasa si Pero, justo en ese momento, se me
a quien sea que estaba encargado ocurrió una aun mejor. En ese senti-
se le olvidó darle a ese niño o a esa do tengo suerte: siempre me surgen
niña un talento? ¿No pasaría que en la cabeza ideas increíbles, y ni si-
esa persona, que no soy yo, sentiría
quiera tengo que hacer que mi cere- —¿Vas a mudarte esta semana?
bro las mande allí. Rápidamente metí la palabra po-
La puse en práctica en clase de re- siblemente entre yo y tengo que mu-
dacción. Cuando terminé de escri- darme esta semana. Posiblemente es
bir, tapé la frase con la mano, como una palabra útil cuando uno no está
si fuera algo demasiado privado para diciendo exactamente la verdad.
compartirlo. Esta es la manera de —¿Posiblemente tienes que mu-
hacer que un profesor venga y mire darte?
lo que uno ha escrito. Asentí con la cabeza. Asentir con
Efectivamente, el profesor vino y la cabeza no es exactamente decir
miró. Frunció el ceño y se agachó un una mentira.
poco más para leerlo de nuevo.
— A papá—le dije—. Posiblemen-
te le den un nuevo puesto.
Papá es administrador de edificios.
Su oficio es asegurarse de que todo
marche bien en el nuestro, que es
un edificio que tiene cantidades de
apartamentos. El año pasado, nues-
tro edificio se convirtió en un con-
—¿Posiblemente adonde vas a mu- d e Esto quiere decir que ahora los
darte? apartamentos se llaman condomi-
Se me había olvidado pensar en nios y que la gente es dueña en vez
esto. de arrendataria. Papá dice que a ve-
— U m m m m m . . . —mientras um- ces se confunden un poquito y creen
mmmeaba, miré alrededor del salón que son dueños de él. A él no es que
por si encontraba alguna respuesta le guste mucho que los edificios se
por allí. Y ¡bingo! Señalé hacia la conviertan en condominios.
cartelera de estudios sociales que —¡Posiblemente tenga que encar-
habíamos hecho la semana pasada. garse de una pirámide! —dije yo.
—¿Vas a mudarte a Egipto! —pre- Señalé la pirámide que Tutu Maya
guntó mi profesor. había hecho. Si yo la hubiera dibu-
Volví a asentir. Uno nunca sabe. jado, tendría el número correcto de
—¿Por qué? —preguntó mi pro- lados, pero a mí me tocó dibujar la
fesor—.¿A alguno de tus padres lo esfinge, porque siempre que cual-
van a trasladar? quier otra persona trataba de hacer-
Me alegré de que hubiera pensado la, le salía algo parecido a un salta-
en esta buena razón. montes.
Cuando soy yo la que dibujo, todo —¿A tu padre lo van a trasladar
el mundo sabe de qué se trata. Inclu- a una pirámide? ¿El es arqueólogo,
so los adultos. Esto se debe a que Clementina?
prácticamente soy una artista famo- —Es administrador de un ediñcio.
sa. Si organizaran un concurso de 1 )ice que hoy en día todo se está con-
dibujo, probablemente me ganaría virtiendo en condominios. Dice que
todos los premios. Y no haría dibujos nada es seguro. La Gran Pirámide
bobos, como individuales para mesa tiene 146.6 metros de altura. Es tan
de comedor o frascos de cera para alta como un edificio de cincuenta
automóviles. pisos. Serían cantidades de condo-
—¿No le parece injusto que en los minios.
concursos no se den buenos premios, —¿Y tu padre va a ir allá a admi-
por ejemplo gorilas o submarinos? —le nistrarlos?
pregunté a mi profesor. Pero no me —Posiblemente. —-le recordé—. Es
estaba poniendo atención. mucho trabajo. Tendría que hacerse
cargo de cosas como contratar a los
porteros y asegurarse de que los as-
censores funcionen, así que supongo
que no estaré aquí para...
-¿Ascensores? ¿En la Gran Pirá-
mide?
—Pues sí. Y decirles a las personas
que ¡no pongan parrillas en el techo!
Eso también es parte de su oficio. De
lodos modos, es una lástima que no
pueda estar en el Cazata...
—¿Qué no pongan parrillas en el
techo de la Gran Pirámide?
—Correcto. ¡Y que por favor sa-
quen la basura los jueves! Así que
estoy realmente triste porque...
Pero mi profesor sólo me dio unos
Capítulo 3
golpecitos en la cabeza.
—Eres única, Clementina, única.
Y como ya no tenía nada más que
hacer frente a mi escritorio, se fue,
riéndose.
Debería haber una norma para los
profesores. Prohibido reírse.
L.
puntiagudos, y comencé a ayudarle
a podar la hiedra.
Después de un ratito, me dijo:
—Estabas un poco callada ano-
che, a la hora de la comida. ¿Te pasa
algo?
Yo quería decirle que no tenía nin-
gún talento para la demostración de
talentos, pero justo en ese momento
llegó el autobús de los de secunda-
ria, y Miguel se bajó. Se acercó y nos
preguntó qué estábamos haciendo.
—Tengo que tener cuidado con
esta hiedra —dijo mi papá—. Crece
tan rápido que podría cubrir la ven-
tana y extenderse por la acera si no
la mantengo podada.
Miguel dejó a un lado su mo-
chila.
—¡Hey! —dijo—.¿Quieres decir
que si uno de los Medias Rojas estu-
viera pasando por aquí, y la hiedra
no estuviera recortada, podría ha-
cerlo caer?
—Bueno, esa no es exactamente
la razón que dieron los socios del
vez en las ligas menores. Es algo de
condominio —dijo mi papá—, pero
una belleza increíble.
la tuya me gusta más: estamos de-
—¿Qué es un juego de strikes per-
sempeñando un papel importante en
fectos? —pregunté yo.
los resultados de la liga de béisbol.
—Es cuando un jugador hace lan-
¿Quieres ayudar? —le preguntó mos-
zamientos perfectos durante todo el
trándole las tijeras.
juego, sin un solo bateo del equipo
—¡Hey! —volvió a decir Miguel
contrario —me contestó Miguel.
levantando el pulgar—. Gracias, ami-
—¡Caramba! —dije yo—.¡Son 81
go.
strikes seguidos!
Miguel empezó a podar la hiedra
y mi papá se sentó a descansar en el
muro de ladrillo. Comenzaron a ha-
blar de béisbol.
Vivimos en Boston, y Miguel está
obsesionado con los Medias Rojas.
V a a hacer parte de ese equipo cuan-
do sea mayor. Si algún día llego a
casarme, que no lo voy a hacer, me
gustaría casarme con un jugador de
las Medias Rojas, pero no con M i -
guel, porque él no es mi novio. Así le
salen a uno gratis todos esos perros
calientes que venden en el parque.
—¿Alguna vez has visto un juego
de strikes perfectos? —le preguntó
mi papá a Miguel—. Yo sí. Fue una
Miguel se quedó mirándome, y se Definitivamente no me van a tras-
veía que estaba tratando de multi- ladar a Egipto el viernes. De hecho,
plicar strikes y salidas y entradas en no tenemos ningún plan de mudar-
su cabeza. nos a ninguna parte, en ningún mo-
—Olvídalo —le dijo mi papá—. mento.
Ella es un genio en matemáticas. Seguí podando la hiedra y luego
—¡Hey! —repitió Miguel por ter- se me ocurrió una buena idea.
cera vez—. ¡Es increíble! —luego se M i papá dice que soy especialista
alejó moviendo la cabeza. Probable- en observar cosas interesantes. Dice
mente iba a verificarlo en la calcu- que él sólo está aprendiendo de una
ladora. maestra, pero yo creo que él es bas-
Papá recogió las tijeras y comenzó tante bueno también. Especialmen-
a trabajar de nuevo. te tratándose de un adulto.
—Entonces, ¿todo va bien, cam- Por eso le pregunté si había nota-
peona? —volvió a preguntar. do algún buen talento últimamente.
—Pues... quería saber si habría —¿Qué quieres decir?
posibilidad de que nos mudemos. — N o me refiero a talentos nor-
—¿De que nos mudemos? males, como cantar o bailar o tocar
—Exacto —contesté—. De que un instrumento. Esos son aburridos.
te vayan a trasladar. A Egipto. Quería saber si habías visto algo más
—¿Pensaste que me iban a trasla- espectacular.
dar a Egipto? —Pues..., déjame pensar. Esta
Asentí. mañana vi un grupo de personas que
— E l viernes. elevaban cometas con cañas de pes-
—¡Qué cosa tan extraña! N o . N o car. Eran realmente buenas... real-
tienes que preocuparte más por eso. mente talentosas.
Eso sería un poco difícil de hacer mismo tiempo. Y antes de que yo
en un escenario. comenzara a Jiacer malabares y a
—¿No has visto nada más? hablar por teléfono, Humectante
—Bueno, camino a casa, iba detrás vio un pájaro afuera de la ventana.
de una mujer que llevaba un perro, Saltó de mis brazos y todo lo demás
una cartera y un vaso de café, y esta- se estrelló contra el piso.
ba hablando por un celular. Era una
experta en hacer malabarismos. N o
me explico cómo se las arreglaba.
Hacer malabarismos era un buen
talento.
—¡Gracias, papá!
Luego me fui al apartamento. Afor-
tunadamente encontré todo de inme-
diato. La cartera de mi mamá estaba
sobre su mesa de dibujo, y al lado
había media taza de café. E l teléfono
estaba debajo de la cama... proba-
blemente mi hermano Habichuela
lo había dejado allí, porque estoy
segura de que no fui yo. Después en-
contré a Humectante y lo levanté.
Bueno, de acuerdo, un garito no
es lo mismo que un perro. Esto se
llama Arreglárselas con lo que hay.
Permítanme decirles que es bas-
tante difícil sostener todo esto al
Entonces entendí la diferencia en- — N o exactamente —dije—. Es-
tre estrellarse y destrozarse. Lo que se toy tratando de pensar en cualquier
estrella es más fácil de limpiar. Tam- cosa. N o tengo ningún talento.
bién aprendí que el café se puede lim- —Clementina, ¿estás bromean-
piar más fácilmente cuando se riega do? ¡Eres la persona más talentosa
sobre una alfombra color marrón. que conozco!
¡Casi no hay que hacerle nada! Claro, él tiene que decir eso: es mi
Volví a salir y le pregunté a mi papá papá. Sin embargo, por un instante
si se le ocurría algún otro talento. comencé a pensar que tal vez él y
Puso a un lado las tijeras y me Miguel tenían razón. Que tal vez yo
dijo: i enía un gran talento que todavía no
—Campeona, ¿por qué tanto in- había descubierto. Luego él comenzó
terés en el talento tan de repente? a hablar de nuevo y lo arruinó todo.
Saqué del bolsillo el estúpido fo- —Piensa por ejemplo en la poda-
lleto y se lo pasé. da de la hiedra —dijo señalando mi
—"Cazatalentos, Noche de estre- pared—. Tienes un talento natural.
llas" —leyó él—. ¡Vaya título! Lo has hecho una vez, campeona,
Señalé el quinto piso. y ya eres una de las mejores en ese
—¡Ah!, Margarita —dijo. campo.
Asentí. —¡Papá! — m i papá piensa que es
— Y Margarita tiene cientos de ta- gracioso. Yo también pienso que la
lentos. V a a hacer algo espectacular mayor parte del tiempo lo es.
en la demostración. — O cuando se te ocurren cosas
—Así que estás tratando de pen- para poner encima de las tostadas.
sar en algo espectacular también, ¿Recuerdas la gelatina de lima? To-
¿verdad?
davía no lo puedo creer, i Fue abso- pacio al lado de él. Yo también me
lutamente genial! senté.
—Papá. Esto es en serio. —Sentir empatia es algo maravi-
—Bueno, hablando en serio. Vea- lloso. Es saber cómo se sienten los
mos. Eres buena en matemáticas, demás. A ti eso te importa.
obviamente. Eres una artista increí- Y de repente sentí empatia. M e
ble. Y eres realmente buena en ver di cuenta de que mi papá estaba co-
las cosas desde ángulos diferentes, menzando a preocuparse por mí. Y
en tener nuevas ideas. ¿Recuerdas que se iba a sentir triste si no me po-
cómo ganaste por mí La Gran Bata- día ayudar.
lla de las Palomas? Y nadie te supera
en observar cosas. Eres curiosa y ha-
ces las preguntas más interesantes.
Tú...
Lo paré y le dije:
—¡Papá! ¡Eso no lo puedo hacer
en el escenario!
Pero no estaba poniendo aten-
ción.
— Y muestras empatia. ¿Sabes qué
es eso?
Negué con la cabeza. T a l vez era
algo como "ser bueno para algún
instrumento musical que nadie co-
noce".
M i papá se volvió a sentar en el
muro y le dio un toquecito a un es-
Entonces me levanté de un salto
y le dije:
—Gracias, papá. ¡Ya me siento
mejor!
Lo miré con una gran sonrisa y me
entré, por si acaso él también sen- Capítulo 4
tía empatia. Por si acaso podía ver lo
que yo realmente estaba sintiendo.
t
Capítulo 6
i
—Por nada del mundo —contes- — S i tú la llevas, cocinaré todas
tó mi papá. las noches durante una semana
—¿Estás diciendo...? —comenzó —ofreció mi papá.
a decir m i mamá. — Y o cocinaré todas las noches
Después los dos se miraron y dije- por dos semanas, y lavaré los platos
—dijo m i mamá.
ron a la vez:
—¡Yo no! Mis papas siempre tratan de sobor-
— Y o la llevé el mes pasado —dijo narse el uno al otro para no tener
mi mamá. que llevarme de compras, lo cual
—Esta vez no lo haré —les dije—. no me parece gracioso. Mis padres
creen que me cuesta trabajo elegir,
Me portaré como una persona nor-
pero no se trata de eso. Soy perfecta-
mal.
mente capaz de elegir. E l problema
M i mamá y mi papá simplemente
es que cada vez que uno tiene que
me miraron como si yo hubiera ha- elegir algo, quiere decir que tiene
blado en marciano, idioma que voy que dejar de elegir cientos de otras
a aprender. Después comenzaron a cosas..., y esto no es fácil.
hablarse entre ellos.
Como sucede en la tienda de ca-
—Verdaderamente creo que debo
ramelos. Si uno elige dulces de café,
quedarme aquí —dijo mi papá—. no puede escoger mentas ni chocola-
¿Qué tal si el ascensor vuelve a da- tines n i chicles, ni trufas n i turrones.
ñarse y toca llamar al técnico? Y no importa lo que haya elegido,
—Pero ¿qué tal si alguien necesi- apenas lo prueba, inmediatamente se
ta una ilustración de verdadera ur- da cuenta de que quería otra cosa.
gencia... una obra de arte de afán? Sin embargo, esta vez podía ensa-
—dijo mi mamá—. N o , yo tengo yar.
que quedarme en casa.
— H o y lo haré verdaderamente
rápido —les prometí.
Mis papas simplemente se mira-
ron como diciendo: "¡Chiste viejo y
mal contado!". Luego mi mamá me
envió a mi habitación para que me
cambiara el overol. Cuando regresé,
todavía estaban discutiendo.
—Haré la comida y lavaré los pla-
tos durante tres semanas —dijo mi
papá.
—Durante un mes —dijo mi Luego mi papá agregó:
mamá. —Además, te invitaré a comer,
Me dejé caer en el sofá y me puse para que puedas estrenártelos.
a esperar. Cuando comienzan a ha- M i mamá extendió la mano y des-
blar así, pueden tardar largo rato. pués se detuvo.
Finalmente, mi papá sacó todo — N o estarás hablando de pizza o
el dinero que tenía en la billetera y hamburguesas, ¿verdad?
alargó la mano. — E n absoluto —prometió mi
— S i la llevas, también podrías papá—. Estoy hablando de un restau-
comprarte un par de zapatos, yo te rante formal, con velas y todo.
los regalo. —¿Podría ser e l . . . Ritz? —sugirió
—Pues... —dijo mi mamá, y me di mi mamá.
cuenta de que lo estaba pensando. El Ritz es el restaurante más ele-
gante de Boston, y es carísimo.
—Trato hecho —dijo mi papá.
Mis papas sonrieron y después se —Esos son los de la vitrina, Cle-
besaron. Y ahora les voy a contar un mentina. Tenemos que buscar un
secreto del cual nunca le he hablado vendedor.
ni a Margarita n i a Miguel. M e en- Y corrimos con mucha suerte,
canta cuando mis papas se besan. In- i porque inmediatamente encontré
cluso cuando lo hacen en público. uno que llegó corriendo detrás de
Camino a la tienda de zapatos, mí!
cuando caminábamos más despacio, —¿Puedo mostrarte algo? —pre-
la gente que pasaba por la acera me guntó con una mirada nerviosa.
olía y arrugaba la nariz. Señalé los zapatos verdes y mi
— N o es lo que parece —decía mi mamá dijo:
mamá cada vez. Y entonces me ha- —Talla tres y medio.
cía caminar más rápido, lo cual no es —Magnífico. Esos son los verdes
fácil cuando uno tiene veinticuatro lima de nuestra nueva línea "Pirule-
tapas de botella pegadas en las sue- ta". También vienen en color...
las de los zapatos. —íNo! —dijo mi mamá tratando
Apenas llegamos de detenerlo—. Así está bien, no
a la tienda, v i un par queremos ver los otros...
de zapatos verdes Demasiado tarde.
sensacionales en la —Verde limón, naranja, coco,
vitrina principal. C o - uva, morado, amarillo y rosa. H a n
rrí y me subí a alcanzar- tenido mucho éxito.
los, pero mi mamá nie \\\ M i mamá se llevó las manos a la
agarró del overol y /Jp^ 1j cabeza y después se desplomó en
me hizo bajar. _ ^ ^ ^ ^ A ^
J una silla.
—Tráigalos todos, y tráigalos tam-
bien en talla cuatro. Estaremos aquí
mucho tiempo —dijo.
El vendedor se fue y regresó con
un montón de cajas. Las abrió y des-
pués desplegó los zapatos en un arco
iris frente a mí. Luego me olfateó y
miró a mi mamá como si no pudiera
creer lo que su nariz le acababa de
decir.
— N o es lo que usted cree —dijo
mi mamá hundiéndose más en la
silla, y después agregó suspirando—:
A h , íqué caray!, tal vez sí es lo que
usted cree.
Me probé todos los zapatos de la
línea "Piruleta".
El vendedor me preguntó si real-
mente tenía que probarme cada co-
lor, y correr de un lado al otro de la
tienda subiéndome y bajándome de
la silla. Supongo que era nuevo en la
tienda.
El color más intenso era el mora-
do, y el rosa, el más alegre, así que
me puse un zapato de cada color en
cada pie para probarlos. La combi-
nación era perfecta de adultos y comenzó a mirar zapa-
y se veían estu- tos.
pendos, pero Apenas se alejó, le pregunté al
el vendedor vendedor si tenía un tatuaje en al-
dijo que él guna parte. Hoy día uno nunca sabe
no estaba de qué adulto tiene uno.
acuerdo. — N o —dijo el vendedor—. ¿Tú
Pero no me importó, por- sí?
que justo en ese momento v i el par —Todavía no, pero muy pronto
de zapatos más precioso del mundo tendré uno —le contesté.
en un estante cerca de la vitrina: Luego se fue a traerme más zapa-
eran color violeta, tenían tacones tos, ¡y no se imaginan la cantidad
altos y delgaditos, y unas libélulas de zapatos que había en esa tienda!
brillantes en la parte de adelante. Tenía los pies agotados de tantas
Señalándonos, pregunté: pruebas y la cabeza me dolía de tan-
—¿Qué tal...? —pero antes de to pensar en qué no elegir.
que pudiera terminar, tanto el ven- Finalmente, el vendedor me mos-
dedor como mi mamá dijeron al mis- tró un par de zapatos de baloncesto
mo tiempo: " N o estoy de acuerdo". con rayas.
—Bueno, está bien —dije yo—. —Estos son los que te van a gus-
¿Qué otro tipo de zapatos tienen en tar —dijo—. Son los últimos que
la tienda? nos quedan.
— N o resisto ver esto —dijo mi Cuando él me los estaba amarran-
mamá—. Sólo asegúrese de que elija do, vi algo increíble, y le pregunté:
algo práctico. —Oye, ¿sabías que encima de la
Se levantó y le susurró algo al ven- cabeza tienes un círculo donde no
dedor. Luego se dirigió a la sección tienes pelo?
—Sí, lo sé, gracias. Nos detuvimos y simplemente nos
— Y ¿tú sabías que hueles a cer- quedamos mirando esa maravilla de
vecería? zapatos. Los tacones parecían aun
—Sí, lo sé, gracias. Y me voy a más altos y delgados, y las libélulas
llevar los zapatos verdes lima de la brillaban en el sol como esmeraldas.
línea "Piruleta". Eran tan bellos que súbitamente dejé
El vendedor suspiró. de tenerles temor a las cosas puntia-
—También lo sé. Ya están en gudas.
una bolsa en la caja registradora. T u — N a d a prácticos —dije.
mamá me dijo que terminarías eli- — N o , definitivamente nada prác-
giendo esos. ticos —admitió mi mamá—. De he-
Caminé hacia la caja donde mi cho, son probablemente los zapatos
mamá estaba esperándome, y apreté menos prácticos de la tienda. ¡Es
los labios, furiosa porque ella supiera una de las ventajas de ser adulto!
lo que yo iba hacer antes de que yo lo —¿Puedo probármelos?
supiera. Jamás volvería a hablarle. —Claro que sí —dijo ella. Lue-
—¿Quieres ver lo que compré? go se inclinó y sonriendo me dio un
—me preguntó fuera de la tienda. gran abrazo, ¡a pesar de que yo olía
Mantuve los labios apretados, a cervecería!
pero asentí con la cabeza y abrí la —Después de que te des un baño.
bolsa.
Y después se me olvidó la furia.
—íHuuy! —exclamé.
—Exactamente —dijo ella—.
iHuuy!
Capítulo 7
Capítulo 10
D
JL-Se regreso a casa, mi mama no
hizo más que negar con la cabeza,
tan sorprendida estaba.
—¡No puedo creer que hayas
guardado esto en secreto toda la se-
mana, querida! ¡Estuviste increíble!
M i papá me miró por el espejo y
me guiñó el ojo.
—Es más increíble de lo que crees
—le dijo a mi mamá—. Sí, conta-
mos con una hija muy talentosa.
Campeona, estamos muy orgullosos
de ti.
Luego miró a mi mamá y arqueó
las cejas. Ella asintió y sonrió.
—¿Clementina, estás cansada?
—preguntó ella—. ¿Crees que po-
drías quedarte levantada un poco
más tiempo de lo usual?
— N o estoy cansada —contesté.
¿Necesitan que espíe a la niñera?
¿Qué me asegure de que no fuma ci-
garros, o hace compras por internet?
¿Creen que está haciendo llamadas
a Australia?
Cuando crezca es posible que sea
detective privada.
— N o . N o tenemos problemas con
la niñera. Queríamos saber si te gus-
taría venir a comer con nosotros al
Ritz —dijo mi papá.
—¿De verdad? —pregunté—. ¿Y
el maní?
Generalmente, cuando mis papas
salen de noche, debo velar porque la
niñera no traiga maní y lo dejé por
allí. Brócoli es alérgico y si se come
sólo un grano de maní, es probable
que la nuca se le infle o le pase algo —Tenemos una reservación...
y haya que llevarlo al hospital. — y entonces nos despedimos.
—Hablaremos con la niñera — d i - Pero cuando llegamos al vestíbu-
jo mi papá. lo, sentí que no podía irme.
— N o sé —dije. —Espérenme aquí —dije.
M i hermano nunca se había que- Me devolví al apartamento, tomé 143
dado con la niñera sin que yo estu- uno de los marcadores permanentes
viera allí para salvarle la vida. de mi mamá, y le escribí a mi herma-
— N o te preocupes, Clementina no en la frente, en letras mayúsculas
—dijo mi mamá—. Estamos seguros azules: " ¡ N O M E D E N M A N Í ! "
de que la niñera tendrá cuidado. De Después me sentí bien.
verdad queremos que vengas. Des- Camino al res-
pués de todo, ni siquiera iríamos si taurante, mis pa-
no fuera por ti. pas me pregunta-
Así que dije que bueno, y fuimos a ron qué quería
casa y mis papas se pusieron aun más comer. Siempre
elegantes. Yo no, porque yo ya me lo hacen para que
veía estupenda. M i mamá se puso yo no tenga que
sus zapatos nuevos, y yo creí que mi mirar el menú y
papá se iba a hacer daño en la cabe- así evitar el pro-
za de tanto agitarla y decir "¡Caram- blema de no po-
ba!". der decidir.
Cuando la niñera llegó, mis papas — U n a hamburguesa y puré de
le dijeron y le repitieron del maní. Y papa —dije.
yo también se lo dije y se lo repetí. — D e acuerdo —dijo mi papá.
Luego mi papá miró su reloj y dijo: Y así fue. Mis papas pidieron una
comida de la cual yo jamás había
oído. Luego el mesero dijo:
—¿Y para la señorita?
(Esa era yo).
M i papá pidió otra comida de la
144 cual yo tampoco había oído, pero
cuando esta llegó, ¡era una hambur-
guesa y puré de papa!
— U m , por favor —dije muy cor-
tésmente. ¿Podría ordenar unas ga-
lletas saladas?
El mesero negó con la cabeza.
—Lamentablemente, no tenemos
galletas Ritz en el Ritz. Este es uno de
los mayores misterios del universo.
N o quería que se sintiera avergon-
zado al respecto, así que le dije que
de todos modos su restaurante me
gustaba mucho. Y también le dije
que era un muy buen mesero, y que
tenía mucha empatia.
Esto era cierto, porque toda la no-
che adivinó todo lo que yo quería y
nunca tuve que levantarme a pedir
nada, ni siquiera la salsa de tomate.
Por ejemplo: justo cuando termi- — L a clementina es una fruta dul-
nábamos la comida y yo estaba pen- císima, ¿no es así? —dijo el mesero.
sando en el postre, apareció por arte —¡Siempre he pensado eso! — d i -
de magia. jo mi mamá sonriendo y mirándome.
—Tengo tres postres para ofrecer- Luego tomó un bocado de su postre
146 les —dijo—. La torta de crema, la y dijo: 147
créme brüíé y el pastel de chocolate — N o puedo más. ¡Estoy más que
aterciopelado. satisfecha!
Me imaginaba a mis papas pen- M i papá también tomó un bocado
sando: " A y no, ahora comienza el y dijo:
problema de escoger". — L o mismo yo. ¡He comido sufi-
Pero mientras el mesero describía ciente!
los postres, se me acercó y con su ¡Luego ambos pusieron sus platos
lápiz señaló en mi menú uno de los enfrente de mí! Y allí estaba yo, en
postres. Yo lo miré y le guiñé el ojo. el restaurante Ritz que no tiene ga-
— Y o quiero el pastel de chocola- lletas Ritz, con tres postres delante
te aterciopelado —dije. de mí.
Mis papas se miraron con cara de
"no lo creemos". Luego pidieron los
otros dos postres.
M i papá pidió la créme brülé, nom-
bre que en francés se le da a un flan
de vainilla al que le ponen caramelo
con un soplete. Les juro que así es.
La torta de crema de mi mamá es-
taba decorada con rebanadas de cle-
mentina.
—Creo que este es el día más
suertudo de mi vida —les dije a mis
papas.
Después mi mamá me susurró al
oído:
—Quítate los zapatos.
Así lo hice, y entonces, en secre-
to, se quitó sus zapatos color violeta
tan poco prácticos y con libélulas, y
me los deslizó por debajo de la mesa.
Y yo los tuve puestos durante el res-
to de la comida, pero nadie se dio
cuenta porque los mantuve bajo el
mantel, incluso cuando el mesero
vino a traerme más crema batida.
Bueno, tengo que admitir que es
posible que cuando el mesero vino
con la crema batida, una de las libé-
lulas se viera un poquito.