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Universidad de Guadalajara

Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades


Licenciatura en Letras Hispánicas
Metodología de la investigación literaria
Actividad: “Borrador del ensayo final”
Profesora: Luz Eugenia Aguilar González.
Alumno: Emmanuel Santana Guzmán.
Código: 215630124.
Correo: emmanuel.santana@alumnos.udg.mx
Quinto semestre, turno matutino.
“El análisis de La morfología del cuento aplicado en los Cuentos de la
Selva de Horacio Quiroga: mismo género, diferentes tramas y acciones”
El formalismo ruso fue un movimiento intelectual de suma importancia en los
estudios teóricos de la literatura. Surgido durante la primera mitad del siglo XX,
autores como Jakobson, Shklovski, Tyniánov, Bajtín y Propp realizaron
importantes aportaciones al campo literario a través de la observación de la
literatura como un sistema divisible dentro de su propia estructura, dejando de
lado cualquier tipo de influencia externa. El texto literario se convirtió en el
elemento más importante a estudiar y el lenguaje definió los principales
conceptos teóricos formulados durante esta época. En el caso del género
literario del cuento, en su subdivisión como cuento maravilloso o fantástico, los
estudios del lingüista y antropólogo ruso Vladimir Propp resultan de gran utilidad
para llegar a la definición de qué es el cuento fantástico.
Para lograr la elaboración de su trabajo, Propp rechazó la división o clasificación
del cuento de acuerdo con el sujeto (tema) debido a que consideró que este tipo
de clasificaciones no obedecían a criterios objetivos; donde un investigador ve
un sujeto nuevo, otro puede observar un tema ya visto, y viceversa. En lo que
refiere al tema de lo maravilloso, este tipo de cuentos tienen la cualidad de ser
permutables, es decir, cambiar de uno a otro, por lo que es posible analizarlos
de acuerdo con una serie de características generales que se obtienen a partir
del análisis del corpus elaborado por Propp en el que se incluyen 100 cuentos
maravillosos del folclorista ruso Aleksandr Afanásiev.
Los resultados que obtuvo Propp después del proceso de investigación descrito
se recopilaron y publicaron en su libro Morfología del cuento (1928) que fue

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considerado como una de las obras más importantes y representativas del
movimiento formalista ruso. Dentro de este libro, destacan los conceptos
particulares de situación inicial, función y secuencia que fueron los conceptos
más importantes de la teoría y que serán parte fundamental de este trabajo de
investigación.
En primer lugar, la situación inicial marca el inicio habitual de un cuento; es la
parte en la que se enumeran y presentan a los personajes (incluidos el
protagonista) y marca el punto de partida para la concatenación de las funciones
(Propp, 1987). En segundo lugar, Propp describe la función como “(…) la acción
del personaje definida del punto de vista de su significación en el desarrollo de
la intriga” (Id., 1987: 31). En otras palabras, la función hace referencia a una
acción representada por un sustantivo (prohibición, interrogación, huida,
transgresión, etc.) que tiene un significado en el desarrollo de la intriga y
además posee la característica de no estar influenciada por ningún personaje;
Propp identificó 31 funciones distintas y todas ellas giran en torno al nudo de
acción de la trama, dejando de lado el tema y el personaje como ya se ha
mencionado.
Por su parte, la secuencia es otro elemento que se encuentra presente dentro
del cuento fantástico y se define como el desarrollo de funciones que van desde
la aparición de una nueva fechoría, perjuicio o carencia hasta su resolución.
Como el mismo Propp (1987) lo señala:
Un cuento puede comprender varias secuencias, y cuando se analiza un texto
hay que determinar de cuántas secuencias se compone. Una secuencia puede ir
inmediatamente después de otra, pero también pueden aparecer entrelazadas,
como si se detuvieran para permitir que se intercale otra secuencia (Id., 1987:
96).

Gracias a estos conceptos proporcionados por el lingüista ruso ha sido posible


la realización de investigaciones literarias que giran en torno al cuento
maravilloso sin importar su origen etnológico o los elementos culturales,
históricos y geográficos que cada uno de ellos puede contener. Casi de manera
simultánea al desarrollo intelectual europeo de la primera mitad del siglo XX, en
la región de Sudamérica, el ascenso económico y político impulsado por “las
inversiones extranjeras, la reactivación del comercio cada vez más
estrechamente unido a Inglaterra y las aspiraciones argentinas de ejercer el
liderazgo en América Latina (Girbal-Blacha, 1998: 12) provocó una etapa de
crecimiento que alcanzó el ámbito cultural y literario especialmente en el
territorio argentino.
Con la presencia de figuras literarias como el poeta, narrador y ensayista
Leopoldo Lugones, poetas como Rubén Darío, Baldomero Fernández Moreno,
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Evaristo Carriego y el escritor y político Gustavo Adolfo Martínez Zuviría (el
famoso Hugo Wast), Argentina se convirtió en el epicentro literario
sudamericano entre los años de 1910 y 1930. Además de estas figuras literarias
que resaltaron en Argentina, otro escritor de origen extranjero que figuró fue el
cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo Horacio Quiroga, nacido en la ciudad de
Salto, Uruguay, en 1878.
A pesar de que provenía de una ciudad acomodada en la sociedad uruguaya,
Quiroga siempre fue perseguido por la figura de la muerte; su padre, su padrastro,
su mujer y una de sus hijas se suicidaron por razones distintas y estos
acontecimientos marcaron no solo la vida del escritor, sino también su obra
literaria, en especial sus cuentos. Influenciado por Lugones en la poesía y por
Kipling, Conrad y especialmente Poe en el cuento, Horacio se incursionó en la
creación literaria; colaboró en revistas como La Revista y La Reforma y fundó, en
1899, la Revista de Salto. Tras una serie de fracasos económicos y un viaje
soñado a Europa en donde conoció a Rubén Darío, Quiroga se mudó a Argentina
para vivir con su hermana María. Años después, su estadía en la Selva de
Misiones fue fundamental para la escritura de su famosa antología de cuentos
titulada Cuentos de la Selva que fue publicada en 1918 en la ciudad de Buenos
Aires.
Retomando su obra, Quiroga publicó 16 obras, entre las que se encuentran, en su
mayoría, antologías de cuentos, además de poemas, dramaturgia y una novela:
Pasado Amor (1929). Una de las obras más conocidas de Quiroga, por su
trascendencia y por su positiva aceptación en la sociedad y en la crítica, es la ya
mencionada antología de Cuentos de la Selva (1918), donde el tema recurrente es
la complicidad entre hombres y animales en un ambiente salvaje y natural como lo
es la selva (Escritores, 2021). La colección de los Cuentos de la selva se compone
de siete cuentos: La tortuga gigante, El fondo de los flamencos, El loro pelado, La
guerra de los yacarés, La cierva ciega, Dos crías y El paso del Yabebirí, de los
cuales seleccionaremos La tortuga gigante y La guerra de los yacarés para ser
analizados desde la postura formalista.
A pesar de la popularidad de los Cuentos de la selva, la crítica literaria no ha
mostrado mucho interés en rescatar aspectos relacionados con estos cuentos; so
existen algunos estudios que se centran en la ecología y otros en el rescate de los
aislados mensajes implícitos en toda la colección. Lamentablemente, la mayoría
de los estudios abarcan a toda la obra, de forma general, por lo que el verdadero
valor de cada uno de los cuentos queda relegado por el análisis en conjunto. Ante
este vacío de conocimiento presente en un tipo de literatura con tanto potencial
analítico, cualquier teoría literaria es capaz de aportar nuevo material de utilidad
para la comprensión de la obra de Horacio Quiroga.

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Debido al ausente material que existe en cuanto a las investigaciones de los
Cuentos de la selva desde cualquier postura teórica, esta investigación se
proyecta como un trabajo innovador que busca desglosar a La tortuga gigante y
La guerra de los Yacarés, con base en los conceptos de Propp (situación inicial,
función y secuencia) para encontrar los elementos que les otorgan la cualidad de
cuentos fantásticos, ya que como la mayoría de los cuentos presentados en
Cuentos de la selva son cuentos fantásticos, esto quiere decir que pueden ser
analizados bajo la teoría de la Morfología del cuento.
Así pues, de manera concreta, el objetivo de este trabajo será evaluar la teoría de
Propp a partir del análisis de dos cuentos que no pertenecen al folclor, como lo
plantea Propp en su teoría, con el propósito de identificar las unidades mínimas de
acción en los cuentos. Dicho lo anterior, el método de trabajo de este análisis
consistirá en la presentación de la situación inicial y, posteriormente, la descripción
individual de las funciones de Propp que aparecen en cada uno de los cuentos
que componen a este corpus de estudio, para finalmente señalar el número de
secuencias que incluyen, con lo que el trabajo será mucho más claro y las
ejemplificaciones textuales permitirán una comprensión clara de lo que se expresa
en La morfología del cuento:
- Situación inicial: En el caso del cuento de La tortuga gigante, la situación
inicial se presenta de la siguiente manera: “Había una vez un hombre que
vivía en Buenos Aires, y estaba muy contento porque era un hombre sano y
trabajador” (Quiroga, 2012: 3). Por su parte, en La guerra de los yacarés, al
tratarse de un protagonista colectivo, la situación inicial se extiende un
poco:
En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el
hombre, vivían muchos yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían
pescados, bichos que iban a tomar agua al río, pero sobre todo pescados.
(Quiroga, 2012: 11).

Con las bases de ambas historias fantásticas asentadas en las situaciones


iniciales, la siguiente etapa del trabajo consistirá en la señalización de las 31
funciones de Propp y la mención de las funciones que aparecen en cada uno de
los cuentos a analizar:

I. Alejamiento (β): Esta función señala el momento en el que uno de los


miembros de la familia tiene que alejarse de la casa o el espacio
geográfico de la situación inicial (Propp, 1987). Solo se presenta en el
cuento de La guerra de los yacarés (“El segundo yacaré oyó el ruido a
su vez, y en un momento despertaron a los otros. Todos se asustaron y
corrían de un lado para otro con la cola levantada” [Quiroga, 2012: 11]),
mientras que en La tortuga gigante esta función no aparece.

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II. Prohibición (γ): La prohibición se caracteriza por la imposición de una
orden que se tiene que cumplir o evitar (como no tomar una fruta del
cesto o ir al bosque a cortar una fruta) (Propp, 1987: 38), puesto que es
la parte que comienza a moldear la presentación de la carencia en la
historia y se complementa con la función que le sigue. Ambos cuentos
presentan esta función
a. La tortuga gigante: “―Ahora ―se dijo el hombre― voy a comer
tortuga, que es una carne muy rica” (Quiroga, 2012: 3).
b. La guerra de los yacarés se puede observar en el siguiente
fragmento: “―¡Saquen el dique!” (Quiroga, 2012: 13).
III. Trasgresión de la prohibición (δ): Al no cumplirse con la orden asignada,
en este punto del cuento fantástico aparece el personaje agresor, quien
será el rival del protagonista y tratará de impedir que este satisfaga la
carencia que originó el problema en la historia. Como en ambos cuentos
existe un agresor, esta función aparece de la siguiente manera:
a. En La tortuga gigante: “A pesar del hambre que tenía, el hombre tuvo
lástima de la pobre tortuga, y la llevó arrastrando con una soga hasta
su ramada” (Quiroga, 2012: 4).
b. En La guerra de los yacarés: “[Respondiendo a la orden de sacar el
dique del agua] ―¡No lo sacamos!” (Quiroga, 2012: 13).
IV. Interrogatorio (ε): Después de haber aparecido por primera vez el
agresor en el cuento, una de las acciones que realiza comúnmente es
interrogar a otros personajes (e incluso al mismo héroe) con el objetivo
de obtener información sobre su víctima (Propp, 1987: 40). Al no ser
posible dilucidar con claridad un agresor en la historia de La tortuga
gigante, esta función solo se puede apreciar en La guerra de los
yacarés, en donde el agresor pregunta directamente la información que
necesita conocer: “El nuevo buque, como el otro, se detuvo lejos, y
también como el otro bajó un bote que se acercó al dique … ―¿No
sacan el dique?” (Quiroga, 2012: 13).
V. Información (ξ): Complementaria a la función anterior, esta función se
cumple en el momento en el que el agresor obtiene la información de su
víctima. Debido a los motivos ya señalados, solo es posible encontrarla
realizada en La guerra de los yacarés: “―No [como respuesta a la
pregunta: ¿no sacan el dique?]” (Quiroga, 2012: 13).
VI. Engaño (η): Esta función, que ocurre en el momento en el que el
agresor logra engañar a su víctima, no aparece en ninguno de los dos
cuentos.
VII. Complicidad (θ): Esta función, que ocurre cuando la víctima se deja
engañar por su agresor, tampoco aparece en los dos cuentos
fantásticos analizados.

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VIII. Fechoría (A): A partir de este punto se comienza con el desarrollo de la
historia. Ocurre cuando el agresor daña al héroe o a alguno de sus
aliados (Propp, 1987: 42). En el caso de La tortuga gigante, la fechoría
se manifiesta de la siguiente manera: “[El hombre] vio a la orilla de una
gran laguna un tigre enorme que quería comer una tortuga, y la ponía
parada de canto para meter dentro una pata y sacar la carne con las
uñas” (Quiroga, 2012: 3). Por su parte, en La guerra de los yacarés
también es posible encontrar la fechoría en el siguiente fragmento: “En
ese mismo momento, del buque salió una gran nuble blanca de humo,
sonó un terrible estampido, y una enorme bala de cañón cayó en pleno
dique, justo en el medio … hasta que no quedó nada del dique”
(Quiroga, 2012: 14).
IX. Momento de transición (B): Esta función señala el momento en el que se
le llama al héroe para darle una orden que tiene que cumplir de forma
obligatoria y sin tomar en cuenta su opinión y voluntad (Propp, 1987:
47). A partir de este momento, en los cuentos fantásticos es posible
distinguir a 3 tipos de héroes: el héroe buscador, el héroe víctima y una
combinación entre los dos primeros tipos de héroe. En el caso de La
tortuga gigante, el héroe se puede clasificar en el tercer tipo, dado que
se le obliga a partir de su ciudad en la siguiente parte: “―Usted es
amigo mío … Por eso quiero que se vaya a vivir al monte, a hacer
mucho ejercicio al aire libre para curarse” (Quiroga, 2012: 3), mientras
que en La guerra de los yacarés esta función no aparece.
X. Principio de la acción contraria (C): Como en esta función se especifica
que el realizador únicamente es el héroe buscador, dado que él toma la
decisión de actuar, sin mediar en él ningún otro personaje u orden, el
héroe de La tortuga gigante no puede estar presente en este caso.
XI. Partida ( ): En este momento de la historia, el héroe parte de su lugar de
inicio con el objetivo de cumplir con un propósito que le ha sido
asignado (Propp, 1987: 49). Como ya se mencionó en la función IX, en
La tortuga gigante esta función se manifiesta con la partida del hombre
en “El hombre enfermo aceptó, y se fue a vivir al monte” (Quiroga, 2012:
3), mientras que, en el caso de La guerra de los yacarés, los elementos
no presentan los suficientes argumentos como para considerarlos dentro
de esta función.
XII. Primera función del donante (D): El héroe tiene que enfrentarse a una
prueba que lo preparará para la recepción del objeto mágico que lo
ayudará a reparar la fechoría inicial (Propp, 1987: 50). En el caso de La
tortuga gigante, la prueba para el héroe (el hombre) es el rescate de
quien, precisamente, se convierte en su benefactor: “La había llevado

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arrastrando porque la tortuga era inmensa, tan alta como una silla, y
pesaba como un hombre” (Quiroga, 2012: 4).
Por su parte, en La guerra de los yacarés la prueba a la que se somete
el héroe colectivo es un cuestionario de convencimiento al surubí para
obtener el objeto mágico (el torpedo) que los ayudará a enfrentarse a
sus agresores: “―¿Quién me llama? ―contestó el surubí. ―¡Somos
nosotros, los yacarés! ―No tengo ni quiero tener relación con ustedes
―respondió el surubí, de mal humor” (Quiroga, 2012: 15).
XIII. Reacción del héroe (E): La reacción del héroe ante la prueba que se le
ha realizado puede ser positiva o negativa. En el caso de los cuentos
fantásticos que se están analizando, es necesario señalar que ambos
presentan una reacción positiva; en La tortuga gigante el hombre logra
curar a la tortuga “El hombre la curaba todos los días, y después le daba
golpecitos con la mano sobre el lomo. La tortuga sanó por fin” (Quiroga,
2012: 4) con lo que se apodera de quien será su auxiliar para el resto de
la historia. La situación que se presenta en La guerra de los yacarés es
un poco más compleja de explicar, dado que se trata de una
reconciliación con la que se pone fin a la prueba: “―¡Soy yo, surubí!
¡Soy tu amigo el yacaré que hizo contigo el viaje hasta el mar! … ―¡Ah,
no te había conocido! ―le dijo cariñosamente a su viejo amigo―. ¿Qué
quieres?” (Quiroga, 2012: 15).
XIV. Recepción del objeto mágico (F): Con la superación de la prueba, el
héroe del cuento recibe el objeto mágico que le ayudará a reparar la
fechoría inicial. Dado que el objeto mágico puede ser también un animal
(Propp, 1987), el cuento de La tortuga gigante permite ejemplificar
claramente este tipo de objeto mágico: “Pero la tortuga lo había oído, y
entendió lo que el cazador decía. Y ella pensó entonces: ―El hombre
no me comió la otra vez, aunque tenía mucha hambre, y me curó. Yo lo
voy a curar a él” (Quiroga, 2012: 4).
En el caso particular de La guerra de los yacarés, resulta evidente que
el objeto mágico es el torpedo que se les ha otorgado después de la
labor de convencimiento que ha realizado el viejo yacaré “―Está bien;
les prestaré el torpedo” (Quiroga, 2012: 15).
XV. Desplazamiento (G): Para continuar con la descripción de las historias
con base en las funciones de Propp es necesario destacar los dos
objetos que se buscan en ambos cuentos; en La tortuga gigante, el
héroe busca regresar a su ciudad (Buenos Aires), puesto que se
encuentra en un muy mal estado de salud, por lo que el objeto mágico
se encargará de emprender esta tarea: “(…) y al fin consiguió lo que
quería [la tortuga], sin molestar al cazador, y emprendió entonces el
viaje” (Quiroga, 2012: 5). En el caso de La guerra de los yacarés, como

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ellos necesitan alejar a los humanos de su río, necesitan la ayuda del
torpedo (objeto mágico) para poder lograrlo, por lo que requieren la
ayuda de alguien que sepa disparar el torpedo: “―Está bien ―dijo el
surubí, con orgullo―, yo lo haré reventar [el torpedo]. Yo sé hacer eso”
(Quiroga, 2012: 15)
XVI. Combate (H): Catalogado como el clímax de la historia, esta función
engloba el enfrentamiento que se da entre el agresor y el héroe (Propp,
1987). Debido a que en La tortuga gigante ya se ha señalado la
dificultad para encontrar al agresor, solo es posible encontrar en La
guerra de los yacarés al agresor contra quien se enfrentarán los
yacarés, y la batalla se narra de la siguiente manera, dando como
resultado la victoria del héroe sobre el agresor:
De repente el buque de guerra se llenó de humo y lanzó el primer
cañonazo contra el dique. La granada reventó justo en el centro del dique,
e hizo volar en mil pedazos diez o doce troncos. Pero el surubí estaba
alerta, y, apenas quedó abierto el agujero en el dique, gritó a los yacarés
que estaban bajo el agua sujetando el torpedo: ―¡Suelten el torpedo,
ligero, suelten! (Quiroga, 2012: 16).
XVII. Marca (I): Durante la batalla con el agresor el héroe recibe una marca,
pero, en este caso particular, al no existir ninguna marca, esta función
no se encuentra en las historias analizadas.
XVIII. Victoria (J): Aquí culmina el combate final del cuento fantástico donde
finalmente se logra vencer al agresor; como solo en La guerra de los
yacarés ocurre este enfrentamiento, solo en esta historia es posible
encontrar a esta función: “Los yacarés dieron un grito de triunfo y
corrieron como locos al dique. Desde allí vieron pasar por el agujero
abierto por la granada a los hombres muertos, heridos y algunos vivos
que la corriente del río arrastraba” (Quiroga, 2012: 17).
XIX. Reparación (K): Con la derrota del agresor la fechoría inicial se repara y
termina la parte de mayor tensión en la historia fantástica. Esta
reparación es muy evidente en La guerra de los yacarés con “Los peces
volvieron también [al río]” (Quiroga, 2012: 17), puesto que el principal
problema de la aparición de los navíos de guerra (utilizados por el
agresor) provocó que, durante toda la historia, los peces dejaran de
pasar por el río. Como ya se ha mencionado, al solo haber un
enfrentamiento en el segundo cuento, el cuento de La tortuga gigante no
presenta esta función.
XX. Regreso ( ): Como en ambas historias los héroes se encuentran en
lugares lejanos de donde fueron presentados al inicio, su regreso
victorioso marca el final de la parte más emocionante de los cuentos; en
La tortuga gigante el cazador, con la ayuda de la tortuga, logra volver a

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su ciudad natal: “¡Si ya has llegado a Buenos Aires! Esa luz que ves
allá, es Buenos Aires” (Quiroga, 2012: 6) mientras que, en La guerra de
los yacarés, los yacarés regresan a su terreno habitual: “[los yacarés]
Volvieron después a su paraje” (Quiroga, 2012: 17).
XXI. Persecución (Pr): Como los agresores ya han sido vencidos en
momentos anteriores de las historias, no existen otros personajes que
puedan llegar a perseguir a los protagonistas.
XXII. Socorro (Rs): Puesto que el héroe de La tortuga gigante se inclina más
por el héroe víctima, su llegada a Buenos Aires en la espalda de la
tortuga permite que pueda ser socorrido por alguien más que intentará
reanimarlo: “Y cuando era de madrugada todavía, el director del jardín
zoológico vio llegar a una tortuga embarrada y sumamente flaca”
(Quiroga, 2012: 6).
XXIII. Llegada de incógnito (O): Esta función indica la llegada del héroe a su
tierra natal con una apariencia diferente (Propp, 1987: 68). No obstante,
como en el caso de La tortuga gigante el héroe no llega por voluntad
propia y adquiere otra apariencia, la función no puede ser considerada
dentro del cuento.
XXIV. Pretensiones engañosas (L): El engaño y el robo de identidad implican
la aparición de un falso héroe, pero como en ninguna de las dos
historias analizadas se encuentra este personaje no es posible que se
presente esta función.
XXV. Tarea difícil (M): Esta función, dadas las circunstancias de los cuentos
fantásticos de Quiroga, tampoco aparece dentro de ninguna de ellas.
XXVI. Tarea cumplida (N): Al tratarse de una función que complementa a la
anterior, y al no estar presente la primera, tampoco aparece esta
función.
XXVII. Reconocimiento (O): En esta función “El héroe es reconocido por un
objeto, una marca, después de una larga separación, etc.” (Propp, 1987:
70). En el caso de La tortuga gigante, la larga separación es la que
provoca este reconocimiento que se explicita incluso en la obra misma:
“El doctor reconoció a su amigo, y él mismo fue corriendo a buscar
remedios con los que el cazador se curó en seguida” (Quiroga, 2012: 6).
Como los yacarés son un héroe colectivo y todos han viajado a reparar
la fechoría, esta función no aparece en la historia.
XXVIII. Descubrimiento (Ex): El falso héroe es descubierto. Como no
aparece ningún falso héroe en los cuentos analizados, esta función se
descarta en automático.
XXIX. Transfiguración (T): Como ninguno de los héroes de los cuentos
analizados recibe una nueva apariencia, tampoco se presenta esta
función.

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XXX. Castigo (U): El falso héroe es castigado (Propp, 1987: 72). Si bien es
cierto que en ambas historias hay agresores y en ambas historias son
castigados estos agresores, esta función en específico se destina al
personaje del falso héroe que, al no estar presente, no puede ser
aplicado.
XXXI. Matrimonio (W): A pesar de que ambas historias tienen un final feliz que
se manifiesta con la reparación de la fechoría inicial, en ninguno de los
cuentos hay una boda entre los personajes (que es la acción que
caracteriza a esta función), por lo que no puede ser considerada esta
función para ninguno de los dos casos.
- Sucesión de funciones en el cuento La tortuga gigante:
Situación inicial + γ δ A B D E F G Rs O
- Sucesión de funciones en el cuento La guerra de los yacarés:
Situación inicial + β γ δ ε ξ A D E F G H J K

Como se puede observar, de las 31 funciones señaladas por Propp en su


Morfología del cuento, en los dos cuentos analizados es posible identificar 19
funciones diferentes que no aparecen repetidas (dividiéndose el número de
funciones para tener 12 en La tortuga gigante y 14 en La guerra de los yacarés),
con lo que se refuerza la teoría de que no se necesita cumplir con todas las
funciones para que un cuento sea catalogado como fantástico, dado que lo que
determina a este género de cuentos es la reparación de la fechoría inicial por parte
del personaje principal de las historias, situación que se cumple tanto en La
tortuga gigante como en La guerra de los yacarés.

Por último, en lo que respecta al número de secuencias que aparecen en cada


uno de los cuentos, en el caso del cuento de La tortuga gigante existen tres
secuencias bien definidas a partir de la aparición del tigre como intento de agresor,
dado que, en primer lugar, la fechoría que se le presenta al hombre es su
enfermedad, pero con el ataque del tigre a la tortuga, la siguiente fechoría que se
tiene que reparar es la salud de la tortuga; después de sanar, ahora la siguiente
fechoría que se busca reparar es la enfermedad del hombre, quien en su rol de
héroe víctima tendrá que recibir la ayuda de la tortuga para reparar la fechoría y
ser llevado en la espalda del objeto mágico para salvar su vida.

La guerra de los yacarés es una historia que se desarrolla a partir de un par de


secuencias que resultan un poco más complejas de identificar. La primer fechoría
satisfecha que marca el final de la primera secuencia aparece en el momento en el
que los yacarés descubren qué es todo lo que provoca los ruidos y rompe sus
diques en el agua durante el inicio de la historia, mientras que, de manera
instantánea, se presenta la segunda fechoría como el conflicto que enfrenta a los

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yacarés con los humanos que pasan con sus buques de guerra y que culmina con
la batalla final, la victoria de los yacarés y la reparación de esta segunda fechoría
existente en el cuento. A pesar de que se trata de un par de historias con un
desarrollo simple de sus personajes y que ambas presentan una forma narrativa
fluida y fácil de seguir, lo cierto es que la identificación de cada una de las partes
que las componen resulta una tarea ardua de realizar.

En conclusión, el género fantástico del cuento es el principal y el más importante a


lo largo de toda la historia, dado que su aparición remite al origen mismo de la
raza humana hace miles de años; este género siempre ha sido un elemento
presente no solo en la literatura, sino también en la mitología y en otros aspectos
étnicos y antropológicos que han resultado de gran ayuda para la construcción de
las sociedades. Aunado a lo anterior, los estudios formalistas fueron
fundamentales para traer de vuelta al plano de los estudios literarios a este género
tan importante y que en los últimos años había quedado fuera del radar.
Entre todas las ventajas que se pueden enumerar a partir de los postulados
teóricos de Propp en su obra más conocida de teoría literaria, considero que lo
más importante a rescatar es el hecho de que logró establecer una serie de
criterios medianamente objetivos para clasificar un tipo de cuento en específico sin
divagar ni caer en el plano de la subjetividad. El hecho de que haya centrado sus
investigaciones en las acciones como tal (y no en los temas ni en los personajes
como ya se había hecho anteriormente) provocó que los ojos de los investigadores
se enfocaran en aspectos menos modificables y que se estableciera una de las
clasificaciones más útiles y conocidas de toda la corriente rusa de pensamiento
formalista.
El estudio de la literatura de Horacio Quiroga, en particular de su obra más
conocida, nos ayuda a conocer la forma que utilizó el autor de origen uruguayo
para construir dos de los cuentos que componen a Los cuentos de la selva, con lo
que se puede resumir que, sin importar que todas las historias manejen una
misma temática con animales y hechos fantásticos, lo cierto es que estas
semejanzas se difuminan en un análisis estructural que permite observar a una
mecanismos narrativos diferentes que logran que estas historias no se conviertan
en una misma variante y sus personajes tomen otro tipo de decisiones a partir de
la presentación de temáticas distintas. Así pues, si bien es cierto que esta teoría
está realizada con base en un corpus de cuentos fantásticos y en este trabajo se
ha utilizado para analizar dos cuentos del mismo género, valdría la pena
preguntarse si es posible utilizar La morfología del cuento para el estudio de otros
géneros cuentísticos que resultan más difíciles de clasificar dadas sus temáticas y
sus formas narrativas.

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Bibliografía:
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