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Sociología Clásica: El proyecto científico del positivismo

Actividad 2
Maite Soleno

Las revoluciones burguesas a partir del siglo XVII se llevaron a cabo por
medio de ideas burguesas, apoyadas de manera seminal por las masas de
trabajadores que también portaban pensamientos anti-feudalistas dada su obvia
explotación dentro de ese sistema. La revolución francesa inspiró gran parte de las
emancipaciones alrededor del mundo: los burgueses, siendo en su mayoría
profesionistas interesados en el “progreso”, en la modernización, e interesados en
acceder a las esferas políticas que les eran negadas por no ser aristocracia,
instigaron las autonomías nacionales y empujaron las revoluciones industriales,
fenómenos que lideraron en varios países de Europa y Estados Unidos, entre otros.

Tales cambios crearon el espacio para grandes avances tecnológicos y


económicos, y las revoluciones industriales eran alentadas en su mayoría por
descubrimientos científicos que permitían encontrar nuevas maneras de expandir
mercados y agilizar procesos, dejando así el terreno preparado para la competencia
feroz de un sistema-promesa llamado capitalismo.

Después de la revolución industrial de 1780 en Inglaterra, la industrialización


se aceleró de un modo impresionante alrededor del mundo, asegurando el modo de
producción capitalista. Casi 40 años después, al comienzo de la 1ra guerra mundial,
Estados Unidos ya era la mayor potencia industrial en el mundo. Esto es debido a
varias cosas. Una de ellas es el aumento de población acelerado, producto de la
inmigración y la alta fecundidad de la población en un país nuevo, otra es la
explotación de grandes reservas de recursos naturales como el petróleo, gas
natural, potencia hidráulica etc. El tercer elemento, y aquí podemos empezar a ver
un esbozo de las ciencias sociales, es el giro hacia el taylorismo, la dirección
científica de las empresas, y por encima de todo el interés por el conocimiento y la
ciencia pura y su aplicación a lo material, otra causa es la política de aranceles
protectores. Por último, pero no menos importante, el mito del estado nación tan
cohesivo que existe en Estados Unidos, basado completamente en los conceptos de
libertad y el progreso material.

En Alemania el proceso de industrialización se llevó a cabo por medio de


políticas como la unificación de Alemania como una zona libre de comercio, la
construcción de vías ferroviarias etc., pero mayormente estuvo basado en que el
gobierno alemán entendió que la mayor inversión era en la educación y el
conocimiento científico. Esto comenzó a dar frutos en el desarrollo de nuevas
maneras de producción y de modernización del complejo industrial. Por otro lado, se
enfocaron también en programas de seguridad y organización social obligatoria para
todos sus trabajadores.

En Japón la industrialización comenzó en 1868 con la restauración de la


dinastía Meiji. Se otorgó la libertad a las personas para tener su propio negocio u
ocupación, comenzó la propiedad privada, nuevos impuestos y la abolición de
algunos de ellos, y el establecimiento de un sistema monetario y bancario nacional.
También se estableció la igualdad social de las diferentes clases sociales, y la
vacunación masiva. En el caso de Japón, el gobierno formó una parte
importantísima, al invertir directamente en todas estos programas de política
pública.

En cuanto a la tecnología, Japón se vio súbitamente expuesto al rápido


desarrollo tecnológico del oeste y se abrió a la posibilidad de absorber ideas, por lo
que se crearon instituciones de investigación. Tampoco se puede dejar de notar que
en Japón el mito nación también es muy fuerte y colaboró profundamente para las
metas nacionales.

Con el cambio del feudalismo al individualismo romántico viene también un


cambio de cosmovisión en el que el hombre puede ahora afectar la materialidad del
mundo y esto se vuelve prioritario. Por medio de la institución del desarrollo de
diferentes conocimientos científicos, el hombre puede avanzar sus ideas de
progreso de una manera mucho más eficaz y exacta, y fácilmente disponible al
estado por medio de la institución de la academia. Desde la física, la química, la
medicina, hasta lo ahora denominado como ciencias sociales, la búsqueda de
exactitud y eficiencia en nombre del progreso ha sido lo que ha llevado a distintos
intereses por consolidar e institucionalizar los procesos de investigación científica
para el beneficio del capitalismo y del Estado.

Por naturaleza la historia fue de las primeras ciencias sociales en desarrollar


un nuevo camino: ahora se hablaba de que pasó empíricamente, en contraposición
a una construcción histórica ensalzada y mágica, reificada para construir mitos de
reyes y guerras, más ahora enfocada en los “naciones” y sus “ pueblos”. Por medio
del arduo trabajo de investigación y de archivación, se puede llegar a algo más
cercano a la verdad material que tanto buscan el individuo fuera de sí.

Se puede decir que la institucionalización de las ciencias sociales como un


medio para medir más cercanamente los fenómenos de las civilizaciones fue algo
en lo que el Estado tenía mucho interés, porque le facilitaba la cohesión social por
medio de conocimientos sociales con base científica, apoyados en la observación y
la obsesión empírica. Entre 1500 y 1800 diversos estados ya estaban
acostumbrados a pedir el consejo de especialistas científicos para tomar decisiones
de política pública, un proyecto que se había llevado a cabo con alevosía y ventaja
desde la creación de los nuevos ámbitos académicos en las universidades.

Para inicios de la guerra mundial, la institucionalización de las ciencias


sociales como defensoras y constructoras del Estado estaba en la mayoría de las
universidades más importantes del mundo. La relación entre los cambios sociales, la
necesidad burguesa-administrativa de estructurar el nuevo orden del cosmos, y la
institucionalización de las ciencias sociales es evidente. El desarrollo del
conocimiento científico, tanto natural como social, era seminal para que el Estado se
apropiara de nuevas y mejores maneras de racionalizar los procesos de producción
capitalista que sostenían las nuevas economías a lo largo del globo: el proyecto
positivista llegó pisando fuerte y a un paso acelerado.

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