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Virgen de Tlaltenango
Virgen de Tlaltenango
Fray Pedro de Arana era Párroco y guardián del convento Franciscano de la Asunción de María
(hoy Catedral de Cuernavaca). Doña Agustina y varios vecinos de Tlaltenango fueron a verlo
para explicarle lo sucedido. Fray Pedro no les creyó y doña Agustina le pidió que fuera a su
casa. Al caer la tarde, fue a Tlaltenango y al llegar a casa de Dona Agustina, Fray Pedro pidió
que se apagara la luz y se empezó a escuchar más claramente la música y se veía que de la
cajita salía la bella luz, y se pudo percibir un rico aroma que salía del arcón. Emocionado abrió
la tapa de la caja y ante la vista de todos apareció la Bella María en acojinada felpa y nivea seda
con ribete buriel y azul.
Toda Ella despedía una celestial luz que llenaba la estancia, sus manos suplicantes y su
vestido también despedían esa hermosa luz. Todos se hincaron, y Fray Pedro se bajó su
capucha y beso con ternura las delicadas manos de la Bella María. De la misma manera, doña
Agustina, su familia y las personas lo hicieron.
Iglesia de Tlaltenango
El 30 de agosto de 1720 la sacro santa imagen fue llevada al antiguo Templo dedicado a San
José. Fray Pedro aprovecho ese momento para anunciar la feliz llegada de la Virgen de
Tlaltenango que aquí quiso manifestarse y dijo que volvería al día siguiente para celebrar una
Misa y empezar el Novenario que terminaría el 8 de septiembre, día en que se celebra la
Natividad de la Bella María.