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Virgen de Tlaltenango

Cuenta la leyenda en 1720, un par de jóvenes provenientes


del Puerto de Acapulco se hospedaron en una
Posada de Tlaltenango propiedad de Doña Agustina
Andrade. Llevaban un cofre con ellos. Al amanecer, se
despidieron de Doña Agustina, encargándole que les
guadara el cofre, pues era muy pesado, indicándole
que volverían por él unos días después. Doña
Agustina guardó la caja en una habitación y le echó
llave. Pasaron varias semanas y no aparecían los jóvenes,
una noche Doña Agustina oyó una música celestial y al
acercarse a la habitación donde se encontraba el cofre,
pudo ver un resplandor que salía de él. Avisó a sus
familiares, quienes convinieron en no avisar a nadie del suceso, que se repitió muchas noches.
Finalmente unos vecinos se dieron cuenta también y esparcieron la noticia por todo el
poblado.

Fray Pedro de Arana era Párroco y guardián del convento Franciscano de la Asunción de María
(hoy Catedral de Cuernavaca). Doña Agustina y varios vecinos de Tlaltenango fueron a verlo
para explicarle lo sucedido. Fray Pedro no les creyó y doña Agustina le pidió que fuera a su
casa. Al caer la tarde, fue a Tlaltenango y al llegar a casa de Dona Agustina, Fray Pedro pidió
que se apagara la luz y se empezó a escuchar más claramente la música y se veía que de la
cajita salía la bella luz, y se pudo percibir un rico aroma que salía del arcón. Emocionado abrió
la tapa de la caja y ante la vista de todos apareció la Bella María en acojinada felpa y nivea seda
con ribete buriel y azul.
Toda Ella despedía una celestial luz que llenaba la estancia, sus manos suplicantes y su
vestido también despedían esa hermosa luz. Todos se hincaron, y Fray Pedro se bajó su
capucha y beso con ternura las delicadas manos de la Bella María. De la misma manera, doña
Agustina, su familia y las personas lo hicieron.

Iglesia de Tlaltenango
El 30 de agosto de 1720 la sacro santa imagen fue llevada al antiguo Templo dedicado a San
José. Fray Pedro aprovecho ese momento para anunciar la feliz llegada de la Virgen de
Tlaltenango que aquí quiso manifestarse y dijo que volvería al día siguiente para celebrar una
Misa y empezar el Novenario que terminaría el 8 de septiembre, día en que se celebra la
Natividad de la Bella María.

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