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En los últimos cien años se han ido realizando importantes descubrimientos en el campo de la

biología que han permitido entender cómo nuestras características físicas y psicológicas son más
similares a las de nuestros padres que a la de otras personas.

La genética ha ido extendiendo su campo de conocimiento, especialmente desde que Mendel hizo
sus primeros experimentos sobre cómo se heredaban los caracteres y, también, cuando Rosalind
Franklin y compañía descubrieron que el ADN era la molécula que contenía los genes.

Partiendo de la idea de que somos lo que hemos heredado, fueron muchos, tanto científicos como
políticos, quienes defendieron la idea de que nuestro comportamiento y características físicas
dependen completamente de nuestros genes. Esto es lo que se ha denominado determinismo
genético. Se llegó a defender que no había forma posible de cambiar estas características, porque
los genes estaban por encima de prácticamente cualquier factor ambiental. Esto fue lo que
propició a la larga que ocurrieran algunos de los peores episodios de la historia moderna.

Veamos más a fondo cual es la creencia detrás del determinismo genético y cómo ha sido aplicada
a lo largo del siglo XXI.

El determinismo genético, también llamado determinismo biológico, es el conjunto de creencias


cuya idea común es la defensa de que el comportamiento humano depende en su mayor parte a
los genes que se ha heredado. Esta opinión también defiende la idea de que el entorno apenas
ejerce alguna influencia sobre el comportamiento o la forma de ser de la persona.

Así pues, si una persona es hija de unos padres altos e inteligentes, al heredar los genes detrás de
estas características las presentará indiscutiblemente. A su vez, en el caso de tener padres con
algún tipo de enfermedad o trastorno mental, se correrá el riesgo de heredar los genes que
puedan estar detrás de estos males y, de acuerdo con el determinismo genético, se manifestará de
forma inevitable estos problemas.

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