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Promover
Promover la vida
Traducción:
Loreto Rodríguez Méndez
PROM0VER LA VIDA
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electrónico, mecánico. por fotocopia, por registro u otros métodos. sin el permiso
previo y por escrito de los titulares del Copyright.
Derechos reservados 1993. Respecto a la primera edición en español por
M. F. COLLIERE
Mc GRAW'-HILL./INTERAMERICANA DE ESPAÑA, S. A.U.
Edificio Valrnealty
c/ Basauri. 17. 1a planta
28023 Aravaca (Madrid)
ISBN: 84-486-0029-0
Depósito legal: M. 39.588-1997
Primera edición: 1993
Primera reimpresión: 1997
Traducido de la primera edición en francés de la obra
PROMOVOIR LA VIE. de M. F. Colliere
Promover la vida
Ferro M., Comment o racont l’ Histoire aux enfants a travers le monde entier, París
Payot,1981.
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Chauvenet A. “ L’ infirmiere hospitaliere, technicienne ou travaileus sociale”PROJET, N°90,
decembre 1974, p. 1139.
Promover la vida
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Enfrentarse a la muerte
Asegurar el mantenimiento, la continuidad de la vida, no es cosa
fácil. «Las precarias condiciones de vida hacen a la muerte
omnipresente y siempre terrorífica. Para manejar este
desconocimiento, nacen entonces los primeros discursos sobre el
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hechizos y de sacrificios. Pero por su poder de mediación, es él
también quien denuncia el mal y quien, al mismo tiempo, adquiere
poco a poco el derecho de designar y de eliminar del grupo a todo
sospechoso de ser portador del mal: bien sea por tener marcas de
signos tangibles (leprosos) o bien, sin tener signos aparentes,
algunos se vuelven cabeza de turco de una perturbación
económica y social del orden establecido, poniendo así en relieve
un mal pernicioso oculto (gitanos, judíos, herejes, brujas,
vagabundos, mendigos, locos...).
• Este papel mediador entre el orden físico y el del más allá
del universo visible, el metafísico, se ha transformado
conforme al avance de la historia de la humanidad, a un
ritmo excesivamente lento, durante mi les de años7, para dar
lugar ulteriormente al nacimiento de nuevos descriptores del
mal, los médicos.
•
Con el nacimiento de la clínica, el médico, descendiente de
sacerdotes y clérigos, aparece como un especialista, mediador de
los signos y síntomas indicadores de un mal determinado, del que
el enfermo es el portador. La interpretación del BIEN y del MAL
que causa la muerte, ya no se hace tanto por la naturaleza de las
buenas o malas relaciones que el hombre tiene con el universo en
que vive, sino aislando el mal del que es portador, intentando
reducirlo y tratándolo como tal. Sin embargo, hasta finales del
7
Esta transformación no se ha realizado, por otra parte, de una forma demasiado localizada,
y aún actualmente, sólo atañe a la sociedad occidental y a los grupos culturiza- dos por ella.
No es posible desarrollar las distintas etapas que han servido de preludio a la medicina
moderna, me remitiré a la obra de Michel Foucault, a la obra de Attali mencionada
anteriormente, y a la bibliografía que ellos mismos han consultado
Promover la vida
Zeldin Th., L 'Haleine des Faubourgs, «Les Médecins Fran~ais». Recherches, décembre
1977, p. 277.
9
Foucault M., Naissance de la clinique, Paris, PUF, 1975, p. 111. «Structure collective du
sujet de l'expérience médica le; caractere de colletion du champ hospitalier, la clinique se
situe a la recontre des deux ensembles»
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todas las religiones retoman la imagen simbiótica de la Biblia bajo otras formas: la caja de
Pandora, por ejemplo
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Sin embargo, no puede bastar con alejar el mal, con separar del
grupo a aquel que es juzgado como portador del mal, de la falta o
del pecado. Cercar y circunscribir el foco del mal será la principal
preocupación del médico y dará lugar al nacimiento de la clínica.
Esta nueva orientación sólo podrá aparecer y empezar a
desarrollarse tímidamente unos seis mil años después del
comienzo de la era de la agricultura para posteriormente extender
la utilización de la aplicación durante toda la revolución urbana
hasta la llegada de la revolución industrial. La finalidad del médico
es, entonces, librar un singular combate con el mal y vencerlo. Es
posible producir «una separación física del mal», e intentar tratarlo
para erradicar todo aquello que puede matar, con el riesgo de no
poner atención en lo que aún vive, en lo que puede hacer vivir, en
lo que da sentido a la vida.
Como veremos posteriormente, los cuidados médicos, los únicos
reconocidos como científicos, sustituyen a los cuidados para el
mantenimiento de la vida y a los cuidados curativos nacidos de los
descubrimientos empíricos sobre dichos cuidados. A finales del
siglo XIX, con la llegada de tecnologías muy elaboradas, los
cuidados médicos se orientan hacia un restablecimiento complejo
de la salud, que se convertirá cada vez más en campo de
especialistas. Con la aceleración de la dimensión el tiempo, el
campo especial de los cuidados se estrecha cada vez más. Hay
una desaparición, incluso una negación de los lazos entre- tejidos
entre el hombre y su universo, su entorno, su grupo social. El
propio campo de la persona enferma está obliterado. Hay un foco
en el espacio tisular e incluso en el espacio celular portador de
signos del mal. El campo de los cuidados se queda aislado,
parcelado, fisurado, se sustrae de las dimensiones sociales y
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Verdier Y., Fat;ons de dire, fat;ons de faire, Paris, Ed. Gallimard, 1980