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Jeremías 44:17
En el año 2021, el señor me
permitió salir de mi país por un
tiempo, y en mi estancia en dicho
país, me di cuenta que la cultura de
la idolatría que había visto en mi
país, era mínima en comparación a
la que estaba percibiendo en ese
momento, Recuerdo que una de las
señoras que me ayudó mucho
mientras estuve por fuera de mi país
tenía en su brazo tatuado a un
hombre, yo curiosamente le
pregunte que si quien era, y me dijo
que era santo, me mostro varias
estampas de dicho santo y me
mostro también el fondo de pantalla
de su teléfono, el cual era un altar
que tenía en su casa y yo quedé
sorprendido porque ni siquiera a
José Gregorio le levantaban un altar
de esa manera. Yo vine y le
pregunte a la señora, que si creía en
Dios y ella me respondió…
…Que sí, pero que con su santo sus
peticiones fueron más efectivas, por
eso le rendía tanta devoción, porque
para ella, indirectamente su santo
era más poderoso que Dios, puesto
que cuando oro a Dios este no les
respondió, pero cuando empezó a
“venerar” a su santo, ella fue
sanada. Claramente yo estaba al
frente a un caso de idolatría
extrema, que hoy lo traigo a este
escribo, porque justo hay un pasaje
en las Escrituras que habla
literalmente de esto que les acabo de
comentar, que yo sé que así como
esa señora hay millones y millones
de personas que hacen lo mismo, lo
triste para esas personas idolatras es
que este pasaje de las Escrituras que
hoy estaremos abordando,
pronostica un final terrible para
ellos.
En el Norte de Egipto vivian unos
judíos, al cual el Señor mando a su
profeta a declararles juicio por un
pecado que ya lo había llevado a las
ruinas, el profeta Jeremías les dice a
estos hombre y mujeres que miren a
Jerusalén y a todas las ciudades
Judá, que miren como están en
ruinas por causa de la destrucción
que llego a ellos por culpa del
pecado de la idolatría. “A causa de
la maldad que ellos cometieron para
enojarme, yendo a ofrecer incienso,
honrando a dioses ajenos que ellos
no habían conocido, ni vosotros ni
vuestros padres.” (Jer. 44:3) Dios
así como envió a Jeremías a Egipto,
también antes había mandado a los
profetas para que advirtieran a su
pueblo del mal que llegaría, si estos
no dejaba de idolatrar a esos dioses,
pero ellos no hicieron caso y juicio
de Dios cayó sobre ellos,
lastimosamente estos Judíos a los
cuales Jeremías les estaba
advirtiendo tenían el mismo corazón
duro que sus antepasados. (44:4-14)
Lastimosamente en mi pueblo natal,
me he topado con gente sobre todo
ya mayor, que son como estos
Judíos a los cuales el profeta les fue
a predicar. Son personas que viven
mal, porque hasta en su estilo de
vida se les nota como hay una
maldición sobre ellos, pero siguen
creyendo en esos dioses como por
inercia, y hay algo que caracteriza a
este tipo de idolatras, lo vi con la
señora de aquel país, y también lo
he visto con algunos idolatras en mi
país, y es que estas personas son
obstinadas, porque por mucho que
Bíblicamente les expliques e incluso
usando el sentido común, nunca
dejaran de hacer esas cosas
abominables, te buscaran un montón
de excusas para justificar su
idolatría y al final te ignoraran e
incluso se enojaran contigo, y esto
es algo Bíblicamente Normal porque
a Jeremías le paso con los judíos de
Egipto.
“Entonces todos los que sabían que
sus mujeres habían ofrecido
incienso a dioses ajenos, y todas las
mujeres que estaban presentes, una
gran concurrencia, y todo el pueblo
que habitaba en tierra de Egipto, en
Patros, respondieron a Jeremías,
diciendo: La palabra que nos has
hablado en nombre de Jehová, no la
oiremos de ti;” (Jer. 44:15-15)
Tan ciegos y sordos estaban estas
personas, que aun cuando Jeremías
les mostraba evidencias verídicas de
que la idolatría solo les traería
ruinas y destrucción, ellos
simplemente dijeron, “—No vamos
a hacerle caso al mensaje que nos
has dado de parte del SEÑOR.”
Pero estas personas no rechazaron el
mensaje del señor por rechazarlo,
ellos tenían un justificante para
hacerlo, y este justificante fue el que
les hable al principio del post en mi
anécdota.
“Sino que ciertamente pondremos
por obra toda palabra que ha salido
de nuestra boca, para ofrecer
incienso a la reina del cielo,
derramándole libaciones, como
hemos hecho nosotros y nuestros
padres, nuestros reyes y nuestros
príncipes, en las ciudades de Judá y
en las plazas de Jerusalén, y tuvimos
abundancia de pan, y estuvimos
alegres, y no vimos mal alguno.”
(Jer. 44:17)
Estos rebeldes les importaba un
comino la Palabra de Dios, ellos
adorarían a esa diosa, a la supuesta
reina del cielo, porque cuando ellos
la adoraban, entonces milagros y
prosperidad había en sus vidas, algo
de lo cual carecían cuando no la
adoraban (44:18) y era lo que les
mencionaba al principio, millones
de personas hoy adoran a ídolos por
supuestos milagros y abundancia
que ellos traen, pero como dijo Juan
Calvino y la Biblia ahora lo afirma:
“Hay que recordar que el diablo
también tiene sus milagros”