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Resumen
Bilbo Bolsón es un pacífico y hogareño hobbit que ama vivir en su
“agujero”, su cómoda casa bajo tierra. Su vida es ideal para los
estándares hobbits, lo que significa que no tiene nada fuera de lo
común y sí muchas comidas a lo largo del día. Bilbo es el hijo único
de Belladona Tuk. Los Tuk son una familia acaudalada y de prestigio,
pero Belladona y algunos otros de ellos tuvieron arrebatos aventureros
que les quitaron fama entre los hobbits, y definitivamente se ganaron
el repudio de los Bolsón.
Uno de los viejos amigos de Belladona es un mago que se hace
llamar Gandalf y que, aunque no tiene nada que hacer en Hobbiton, un
día aparece en la casa de Bilbo. Al principio, no parecen llevarse bien,
ya que Gandalf es un extranjero y los extranjeros no son respetados,
puesto que pueden empujar a la gente respetable a cometer locuras.
Cuando Gandalf revela su identidad, Bilbo se muestra más educado y lo
invita a tomar el té: recuerda a Gandalf haciendo fuegos artificiales
durante las fiestas y esto le genera cierta simpatía.
Gandalf siempre se trae algo entre manos, y por lo general sabe más
que lo que deja entrever. Biblo planea tomar el té con él el miércoles,
pero Gandalf transforma esa invitación en una reunión para planificar
una aventura en la que Bilbo jugará un papel central como ladrón
profesional. Por supuesto, el hobbit no está interesado en esto e indica
que no tiene ninguna experiencia, pero Gandalf ya ha llevado a doce
enanos a tomar el té, y nadie en el grupo presta atención a las quejas
de Bilbo, sino que solo se dedican a comer hasta dejar la casa sin
reservas.
Elrond también les cuenta las historias que puede leer en las runas de
las espadas que han encontrado en las cavernas de los trolls. La espada
de Thorin es Orcrist, la hendedora de trasgos; la de Gandalf es
Glamdring, Martillo de enemigos, y perteneció al rey elfo de Gondolin,
la antigua capital de los altos elfos en la Tierra Media. A su vez, Elrond
observa el mapa de los enanos a la luz de la luna, y revela una serie de
inscripciones hechas en runas lunares, diferentes a las runas que
pueden leerse a simple vista. Estas palabras indican que la entrada
secreta a la Montaña Solitaria puede abrirse el día de Durin, que es el
primer día del año para los enanos, entre el otoño y el invierno.
Con esta valiosa información, el grupo se prepara para abandonar el
valle la mañana del solsticio de verano y cruzar las Montañas Nubladas.
Esto alerta a los trasgos, que llenan los pasillos y custodian la puerta de
salida hacia la superficie. Pero Bilbo es invisible, por lo que puede
escurrirse entre ellos y gana la puerta entornada. Así, consigue escapar
y se encuentra de pronto del otro lado de las Montañas Nubladas.
No sabe cuánto tiempo pasa así, pero despierta para descubrir que una
enorme araña ha comenzado a envolverlo en su tela. Gracias a su
espada, logra cortarla y dar muerte a esa espantosa criatura.
Sintiéndose valiente, comienza entonces a buscar a sus amigos, y
descubre finalmente una zona del bosque en la que las arañas tienen a
los enanos envueltos totalmente en sus telas y colgando de los árboles.
Aquellas desmesuradas criaturas se comunican entre sí, y Bilbo
comprende que los enanos aún están vivos. Invisible gracias al anillo,
comienza a arrojar piedras contra ellas para llamar su atención y
alejarlas de sus presas. También, canta y se burla de las arañas, lo que
despierta su furia. Cuando las ha alejado lo suficiente de sus amigos,
vuelve y comienza a cortar las telas que los aprisionan.
Los enanos son llevados frente al rey elfo, quien les hace las mismas
preguntas que le ha hecho a Thorin. Al obtener las mismas respuestas,
encierra a cada enano en una celda diferente y en partes aisladas de los
subterráneos del palacio. Allí se quedarán hasta que alguno de ellos
decida hablar, les dice. En los siguientes días, Bilbo se dedica a
merodear por el reino elfo, a robar comida y tratar de obtener
información que le permita idear un plan para rescatar a sus amigos.
Así descubre que Thorin está recluido en una celda, en lo más
profundo de los calabozos, y logra hablar con él. Esto devuelve las
esperanzas al líder enano, quien envía con Bilbo un mensaje al resto de
sus compañeros.
Bilbo se comunica con los otros doce enanos y los insta a tolerar el
encierro hasta que se le ocurra un plan. Días después descubre que las
puertas mágicas no son el único acceso al reino elfo, sino que existe
una compuerta que da al río, por la que suelen ingresar y enviar
barriles con mercancías y comida hacia la ciudad del lago. Bilbo
comienza a fraguar un plan: si tan solo pudieran alcanzar esa
compuerta y escapar por el río, el peligro sería grande, pero menor a
salir por la puerta principal (lo que sería francamente imposible).
Sin perder tiempo, Bilbo los guía a las bodegas y los hace entrar en
trece barriles vacíos. Para evitar los golpes, trata de rellenarlos también
con paja por dentro, aunque no está muy convencido de que vaya a
dar resultado. Cuando está por cerrar el último barril,
con Balin adentro, llegan otros elfos a realizar la tarea de hacer rodar
los barriles hasta que caigan al túnel y la compuerta que da al río. Estos
encuentran al mayordomo y al carcelero dormidos y pronto desean
también probar el vino. Afectados por aquella poderosa bebida, no
prestan demasiada atención al peso inusual de los barrilles y los
arrojan. En el último momento, Bilbo, que no llegó a esconderse pero
que sigue invisible gracias al anillo, salta hacia el túnel y cae al río justo
antes de que se cierre la compuerta.
Las aguas turbulentas están heladas y el hobbit lucha por encaramarse
a un barril y no ahogarse. La carga gira a la deriva por el río, y desde la
orilla algunos elfos utilizan pértigas para empujar a los barriles que se
bloquean contra la costa. Al desembocar el río contra el lago, un grupo
se encarga de atar los barrilles todos juntos y empujarlos para que
lleguen a Esgaroth, la Ciudad del Lago. Bilbo aprovecha ese rato para
obtener comida y dormir en un lecho de hojas, a pesar de estar mojado
y sentir el frío del otoño. Así, al día siguiente, el grupo sigue su viaje
dentro de los barriles con Bilbo –siempre con el anillo puesto– aferrado
a ellos y flotando sobre el agua.
A partir de allí, el grupo avanza por aquellas tierras que dan cuenta de
la capacidad destructiva del dragón. A estas tierras se las conoce como
La desolación de Smaug, puesto que el dragón ha destruido toda la
vida que crecía en ellas, incluso el antiguo pueblo de Valle, del que solo
quedan las ruinas grises de las casas y los torreones. Balin, el enano
más viejo, recuerda las historias de sus abuelos, quienes escaparon por
poco de la destrucción del dragón. Estas anécdotas reviven en los
enanos el deseo de reclamar todos los bienes que el dragón les ha
robado.
Cuando llegan a la falda de la montaña está claro que Smaug sigue con
vida, ya que hay humo y vapores asfixiantes por todas partes.
Nuevamente, Bilbo es el héroe en este episodio, ya que logra encontrar
el paso bajo la montaña que los lleva a la entrada secreta, tal como
figura en el mapa que Thorin lleva consigo. Sin embargo, la entrada
secreta está sellada de forma tal que ni siquiera puede reconocerse la
cerradura para la cual tienen la llave.
Una vez reunido con los enanos, Bilbo les cuenta su descubrimiento. El
zorzal que ayudó antes a Bilbo a descubrir la cerradura mágica escucha
atentamente lo que el hobbit explica y luego se aleja volando hacia el
lago. Al terminar su historia, el hobbit, ahora convertido en líder,
ordena a los enanos refugiarse en el pasillo, bien lejos de la entrada, y
mantener esta cerrada, porque presiente que el dragón podría
atacarlos allí fuera. Momentos después, la montaña se sacude cuando
Smaug desciende sobre la ladera, en la que se encuentra la entrada
secreta y la destruye con su aliento y su potente cola. Ahora, el grupo
se encuentra atrapado en el interior de la montaña.
Capítulo 13: Nadie en casa
Resumen
Bilbo y los enanos no se pueden quedar esperando indefinidamente en
aquel pasillo sin luz y con poco aire hasta que Smaug los encuentre.
Por eso, deciden descender hasta el gran salón donde el dragón ha
acumulado el tesoro. Bilbo, como saqueador, ingresa primero, asistido
por una antorcha, y contempla las grandes pilas de riqueza. Una piedra
blanca en extremo brillante le llama la atención; se trata de la Piedra
del Arca, una joya tallada para el Rey de la Montaña, y la reliquia
familiar más preciada que Thorin quiere recuperar. Bilbo queda
fascinado por su brillo y se la guarda en uno de sus bolsillos. Por el
momento, no piensa compartir su descubrimiento con los enanos.
Sin embargo, nada de ello sirve contra Smaug, quien incendia la ciudad
con su aliento y destruye los edificios con su cola mientras se burla de
las flechas con que intentan herirlo. Desesperados, los habitantes de la
ciudad comienzan a abandonarla en botes. Entre ellos, el mismo
gobernador se da a la fuga, y en la ciudad ardiente solo quedan
algunos guerreros valientes que todavía resisten el ataque del dragón.