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Es por ello que este autor señala que nos encontramos en el “centro de una revolución
cultural” que aún se mantiene abierta, con contornos difíciles de identificar, pero que sin
embargo atraviesa nuestras prácticas institucionales. Focaliza específicamente en la
tensión entre Control y Autonomía respecto de la vida, los saberes y las prácticas de las
y los jóvenes señalando que mientras que los medios masivos, las redes digitales y las
industrias culturales promueven la autonomía y, en ocasiones, una “aparente” libertad y
capacidad de decidir y elegir; la escuela promueve el control en tanto orientación hacia
un tipo de sujeto deseado. Al respecto dice: “Creo que estamos frente a un doble
movimiento que muestra el desconcierto en nuestras sociedades: la autonomía y el
control no pueden estar juntos ni separados, no hay justo medio que los equilibre ni
hemos encontrado la esquina exacta en la que se sentarán a dialogar; es, tal vez, una
de las aporías que mejor refleja los cambios culturales de nuestra época” (Quevedo,
2010: 29).
Es en este sentido que aún transitan por un camino complejo las propuestas de
transformación de ambas instituciones, de manera que las mismas se dejen atravesar
por las reconfiguraciones culturales actuales y por las prácticas que las infancias y
juventudes desarrollan en la “sociedad de la información”.
Señala entonces que “en un ambiente cada vez más dominado por la proliferación de
medios electrónicos y las demandas y los imperativos de la cultura del consumo,
tenemos que definir urgentemente para la escuela un papel mucho más proactivo como
institución clave de la esfera pública. (…) la escuela podría y debería desempeñar un
papel mucho más positivo en cuanto a proveer tanto perspectivas críticas sobre la
tecnología como oportunidades creativas de usarla. En última instancia, esto quiere
decir que tenemos simplemente que dejar de pensar meramente en términos de
tecnología, y empezar a pensar de nuevo en el aprendizaje, la comunicación y la cultura”
(Buckingham, 2006: 8).
¡IMPORTANTE!
La centralidad de la cultura popular, infantil y juvenil debe ser una premisa en los
espacios de formación ciudadana. En este sentido “si nos proponemos reconquistar
alumnos indiferentes, o reconectarnos con las culturas extraescolares de los niños,
la respuesta no está en adornar los materiales de enseñanza con campanitas y
silbatos computarizados –‘maquillar’ el plan de estudios con un barniz superficial de
cultura digital atractiva-para-los-chicos-. Tampoco se trata de adoptar la tecnología
digital para ponerla al servicio de formas estrechamente instrumentales de
aprendizaje, en un intento por hacerlas más aceptables. Disfrazar los exámenes o
las tablas de multiplicación con una delgada capa superficial de ‘diversión’ es una
estrategia por la que muy pronto la mayoría de los niños no se dejará engañar. Lo
que se requiere es un compromiso mucho más minucioso, y más crítico, con las
culturas digitales de los niños” (Buckingham, 2006: 5).
Nos referimos a algunos saberes del campo comunicacional que pueden aportar a la
formación de lxs sujetxs, en tanto favorecen la construcción de la ciudadanía, al
promover la asunción de capacidades de análisis, crítica y producción de discursos
comprometidos con una sociedad en la que se democratice la palabra. Esto
implicaría propiciar la capacidad de escuchar, de debatir, de generar acuerdos, de
establecer relaciones en las que emerja la diversidad, la heterogeneidad. En
definitiva, aprendizajes que aportan a la construcción de una "democracia radical",
en palabras de Henry Giroux, es decir, una democracia ampliada en términos de
justicia social, libertades y relaciones sociales igualitarias en los distintos contextos.
En este sentido, Giroux plantea la necesidad de abrir espacios en los procesos
educativos para el reconocimiento de las voces de los sectores que han sido
excluidos, reprimidos e invisibilizados. En otras palabras, "...el término ‘voz’ se refiere
a los principios del diálogo según son enunciados y actuados dentro de situaciones
sociales particulares. El concepto de voz representa las instancias peculiares de la
autoexpresión a través de las cuáles los estudiantes afirman su propia identidad de
clase, cultura, raza y género" (Giroux y Mc Laren, 1998: 125).
Algunos de los saberes del campo comunicacional que potencian estas posibilidades
son: la apropiación de herramientas de producción comunicacional para la expresión
en múltiples lenguajes, el derecho a la comunicación en relación con la
hegemonización de la producción y circulación comunicacional en los grandes
medios y multimedios, los distintos modos de participación en asuntos que involucren
a lxs educandxs y que suponen el desarrollo de capacidades y saberes para la
investigación, el debate, la negociación, el establecimiento de acuerdos, la
organización colectiva, entre otros aspectos.
Estos sentidos posibles que recién detallamos suponen también problemas, interrogantes,
prácticas y procesos sobre los que se ha investigado y construido saberes en el campo
comunicacional. En las semanas próximas nos detendremos en profundizar en algunos
aportes que el campo de la comunicación puede hacer a la formación de sujetos.
¿Cumpliré las
¿Piensan lxs chicxs ¿Quién me orienta
expectativas que pide
en la comunicación? sobre los temas a dar
el programa? ¿Qué
¿Como la entienden? en clase?
sucedería si no?
¿Cuánto puede un
¿Cómo abordar la ¿Llevo a clase el
docente desviarse del
comunicación en una diseño curricular de
programa de
clase de secundaria? la materia?
estudio?
En ellos aparecen varias cuestiones, pero hay una que se presenta una y otra vez: el lugar
de los diseños curriculares en nuestras prácticas: ¿Debemos incluir “obligatoriamente” los
contenidos que se incluyen en los diseños curriculares de las diferentes materias? ¿Qué
relaciones se establecen entre lo prescripto oficialmente y los emergentes de las situaciones
educativas? ¿Puedo “reescribir”, darle un a forma propia a los contenidos de los programas
curriculares? En definitiva: ¿quién define lo que se debe enseñar en una clase de
comunicación?
Acá llegamos a un punto importante: no hay una sola persona o actor social que lo define,
pero sí existen prescripciones estatales al respecto. ¿Por qué?
Porque en un país democrático, que aspira a promover mayores niveles de justicia social,
es importante que todxs lxs adolescentes y jóvenes se apropien de saberes significativos
para su intervención crítica en el mundo. Por eso, se dice que los diseños curriculares (al
menos en la Educación Secundaria) son prescriptivos, porque es el Estado quien define
cuáles son esos saberes que todxs lxs jóvenes -no importan dónde hayan nacido ni donde
vivan- deben conocer.
En el Marco General de Política Curricular se expresa esta idea de la siguiente forma: “El
carácter prescriptivo marca una diferencia con el discurso de autonomía institucional en lo
referente a las decisiones curriculares, promovido durante la década de 1990, que tuvo su
origen en la desresponsabilización del Estado como garante de lo común. Esta política
produjo como consecuencia una alta fragmentación de las prácticas de enseñanza,
reforzando las desigualdades en el acceso y en la apropiación de los conocimientos y, por
lo tanto, las desigualdades sociales. De esta forma, se desvirtuaron las potencialidades que
podrían haber desarrollado las instituciones educativas en cuanto a su capacidad de
participación, de decisión, de mirar reflexivamente sus propias realidades y contextos y de
distribuir con justicia los conocimientos como bienes simbólicos comunes” (DGCyE, 2006:
18). El Estado garantiza, entonces, un “piso” común a todxs lxs jóvenxs y ciudadanxs.
Ahora bien, ¿qué pasa si lxs docentxs no estamos de acuerdo con esos diseños
curriculares? ¿Debemos “reproducirlos” sin más? ¿Esos contenidos seleccionados son
“naturalmente” válidos?
Por supuesto, ese recorte que realiza el Estado siempre supone un determinado proyecto
político-pedagógico (como vimos en el Núcleo 1). Pero nunca es un proyecto monolítico.
Siempre se dan enfrentamientos por definir cuáles son esos saberes relevantes para la
formación de la ciudadanía. Y en ese proceso participan -con mayor o menor posibilidad de
incidencia- diferentes actores: sindicatos docentes, organizaciones empresariales de la
educación, organizaciones religiosas y diferentes sectores dentro del mismo Estado.
Sin embargo, para posicionarnos críticamente frente al diseño curricular debemos conocer
y analizar sus implicancias, las perspectivas y los temas comunicacionales que se
seleccionan para su estudio.
En las páginas que siguen vamos a describir muy brevemente cuáles son los
principales ejes, temas o problemas del campo de la comunicación que se recortan
en los diseños curriculares de la Educación Secundaria y de la Formación Docente
para los Niveles Inicial y Primario.
a. La Educación Secundaria
En este Nivel obligatorio de la Educación existen, desde el año 2006, asignaturas que
incluyen saberes del campo de la comunicación en el Ciclo básico (que es común a todas
las orientaciones) y en dos orientaciones específicas: Ciencias Sociales y Comunicación.
Estos espacios curriculares son:
En la Orientación de Comunicación
En la formación docente inicial de los niveles Inicial y primario -es decir, aquella en la que
se forman maestrxs de jardines de infantes y maestrxs de escuelas primarias- existen dos
espacios curriculares que recortan saberes comunicacionales:
Cuando avancen en la lectura del Diseño Curricular de Formación Docente van a notar que
es bastante diferente a los de Educación Secundaria. Estos últimos son muy prescriptivos:
desarrollan en detalle un marco referencial desde donde se posicionan conceptualmente en
cada materia, propósitos de enseñanza y de aprendizaje, contenidos, orientaciones
didácticas para el/la docente y bibliografía y recursos audiovisuales sugeridos.
Los dos espacios curriculares que incluye son idénticos para la formación de docentxs de
los niveles Inicial y Primario, es decir, que cada profesor o profesora a cargo de esas
materias debería repensar sua propuesta para dirigirla a un perfil u otro.
Veamos cuáles son los ejes o temas del campo comunicacional que se destacan en ese
Diseño:
Estos son algunos de los temas/problemas del campo comunicacional que aparecen con
mayor relevancia en los Diseños Curriculares, en otras palabras, estos parecerían ser los
saberes que las políticas educativas definen como centrales para la formación de jóvenxs y
de docentxs.
¿Qué opinan ustedes? ¿Les parecen relevantes? ¿Hay otros que no aparecen y que
ustedes consideran que deberían incluirse? ¿Cuáles?
La clase próxima veremos cuáles son los aportes del campo comunicacional que, desde
nuestra perspectiva, son estratégicos recuperar en los procesos de formación de sujetxs.
Hasta aquí llegamos hoy. Con las últimas preguntas en mente, les proponemos mirar un
video en el que profundizamos el análisis sobre estos diseños curriculares y leer la
consigna del Trabajo de Producción Integrador del Núcleo 2. Este último consiste en la
elaboración de un informe de análisis grupal sobre uno de los Diseños Curriculares.
¡Seguimos intercambiando!
Bibliografía citada
Buckingham, David (2006) “La educación para los medios en la era de la tecnología digital”,
Ponencia para el Congreso del décimo aniversario de MED “La sapienza di comunicare”,
Roma, 3-4 de Marzo 2006.
Dussel, Inés y Southwell, Myriam (2007) “Lenguajes en plural. La escuela y las nuevas
alfabetizaciones”, en Revista El Monitor de la educación – Nº 13.
Giroux, Henry y Mc Laren, Peter (1998) Sociedad, cultura y educación, Miño y Dávila,
Madrid.
Quevedo, Luis Alberto (2010) “En el centro de una explosión cultural”, en Revista El Monitor
de la educación - Nº 24, 5ta época, Marzo de 2010.
Bibliografía obligatoria