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Urban y la UNESCO
Urban.brussels es el órgano administrativo encargado del desarrollo
territorial de la Región de Bruselas-Capital. Esta entidad ejecuta la política
del gobierno regional en materia de urbanismo, patrimonio cultural
(inmueble, mueble e inmaterial), de revitalización urbana y busca
sensibilizar al público para los múltiples aspectos de estos temas de vital
importancia.

En diciembre de 2019, presentó con éxito la candidatura del Ommegang


para su inscripción en Lista Representativa del Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.

Al mostrarnos lo que ocurre detrás de los bastidores del Ommegang, su


contexto, sus trajes y artefactos, esta exposición creada por Urban, es un
homenaje al trabajo, el empeño y la creatividad de las comunidades y
grupos que llevan sosteniendo este evento desde generaciones. Es
gracias a esta comunidad tan comprometida con el patrimonio que la
procesión histórica ha logrado el reconocimiento mundial como
patrimonio inmaterial de la humanidad.
1. El Sablon, corazón del Ommegang
La iglesia de Nuestra Señora del Sablon es el corazón histórico del
Ommegang y tiene un vínculo estrecho con el origen y la evolución de
este evento tan querido por los bruselenses, cuyos orígenes remontan al
siglo XIII y que empezó como un procesión religiosa de la Cofradía de los
ballesteros.
De hecho, originalmente, al umbral del siglo XV, en el lugar donde ahora
se encuentra la iglesia actual, en una parcela llamada Saedemwech o
camino de arena, el Gran Gremio de ballesteros había levantado una
capilla en honor a Nuestra Señora. Siguiendo fieles a la tradición
ancestral, aún hoy, los ballesteros celebran su misa anual en la iglesia, y
es aquí donde nombran a sus aspirantes, miembros jurados y reyes. De
hecho, antes de que inicie la procesión, la plaza del Sablon también funge
como lugar de reunión y escenario para el torneo de tiro inaugural de los
ballesteros. De esta manera, se perpetúan los ritos de las cofradías y el
uso de armas antiguas.

Asimismo, el edifico de la iglesia acoge la ceremonia de apertura en


presencia de Carlos Quinto y su corte, de los gremios y del pueblo
bruselense. Desde aquí, el emperador se dirige a la Grand-Place
acompañado de su escolta a caballo. No sin antes de saludar a la estatua
de Nuestra Señora, que después de haber sido bendecida, es llevada en
volandas alrededor de la iglesia por los gremios de ballesteros, arqueros,
esgrimistas y arcabuceros.

Nada más entrar a la iglesia, a la derecha, a la altura de la antigua capilla


de San Eloy, se puede observar la lápida de Claude Bouton, señor de
Corbaron en Bourgogne, y de su esposa, Jacqueline de Lannoy. Este
caballero borgoñón, fallecido en 1556, dedicó toda su vida al servicio de
los Habsburgo. Fue diplomático y chambelán de Carlos Quinto, y gran
escudero del archiduque Fernando y de la reina María de Hungría, el
hermano y la hermana del emperador. El funcionario tenía una preciosa
mansión en la plaza del Sablon y cuando la iglesia aún estaba en obras,
mandó construir una capilla funeraria con abundantes ornamentos y de la
cual solo queda la lápida. El aspecto lúgubre de la pareja demacrada no
evoca precisamente jolgorio y fiesta. Esto no significa que este fiel
servidor del emperador no participara en muchas celebraciones de la
corte. Por ejemplo, fue uno de los principales protagonistas de las fiestas
de Binche, interpretando el papel del mago Norabroc, el personaje que
aparece en la escena final del Ommegang moderno. Los festejos de
Binche se celebraron poco después de la presentación del príncipe Felipe
en Bruselas en junio de 1549.
2. Los 4 Gremios: los ballesteros
Los gremios de Bruselas -durante el Antiguo Régimen eran cinco, hoy
son cuatro- son los garantes de los ritos y tradiciones de las antiguas
cofradías militares que defendían la Ciudad de Bruselas. Según algunos,
desde el siglo XVI, perpetúan y transmiten las prácticas y los
conocimientos relacionados con el manejo de armas antiguas: el tiro a la
ballesta, la esgrima y el tiro al arco.

Estas cofradías mantienen un vínculo estrecho con las corporaciones de


los oficios, que les encargaban la vigilancia de las murallas o el resguardo
del Ayuntamiento y del palacio ducal. A partir de 1381 había dos cofradías
en Bruselas, después tres y a finales del siglo XV, cuando empezaron a
cumplir la función de guardia municipal, policía comunitaria y cuerpo de
bomberos, ya eran cinco.
Su inquietud por la presencia en su territorio de milicias armadas que no
estaban bajo su autoridad, llevó al poder ducal a exigirles a las cofradías
militares que sus compañeros prestasen un juramento [“prêter serment”
en francés] de lealtad a su soberano. De allí el nombre «les serments»,
con el que se designaba en francés a estas cofradías.

En orden cronológico, la primera de estas cofradías militares fue el Gran


Gremio Real y Noble de los Ballesteros de Nuestra Señora del Sablon,
que se habría fundado por el año 1213. Los estatutos de 1231 establecen
el funcionamiento y los derechos del Gran Gremio; algunos años más
tarde, se creó el Pequeño Gremio de San Jorge. Los dos gremios
actuales, por una parte, el antiguo Gran Gremio Real y Noble de los
Ballesteros de Nuestra Señora del Sablon, y por la otra, el Gran Gremio
Real y de San Jorge de los Ballesteros de Bruselas, son los herederos de
estas cofradías.
El uso de la ballesta, como arma defensiva pero también de caza,
persistió hasta la llegada de las armas de fuego. Después de que la
ballesta abandonase los campos de batalla, los Compañeros y los
miembros de la Cofradía empezaron a practicar el tiro deportivo. Sin
embargo, el arma conservó un papel ritual importante en la ciudad. Cada
año, el domingo después de la Ascensión, los Compañeros medían su
puntería intentando derribar el papegay colgado del pináculo de su
iglesia; se trata de una tradición similar al torneo de tiro que se celebra en
la plaza del Gran Sablon y que inaugura el Ommegang. Después de la
ceremonia de apertura que se realiza dentro de la iglesia, los ballesteros
realizan una primera procesión alrededor de la iglesia del Sablon. A
continuación, los ballesteros se colocan a la cabeza del desfile, detrás de
la carroza con la efigie de la Virgen del Sablon. Acompañados por las
otras Cofradías armadas, las corporaciones y los miembros del clero,
inician el recorrido de la procesión por las calles del casco histórico de
Bruselas para terminar en la Grand-Place.

Los ballesteros continuaron desempeñando tareas de vigilancia dentro de


la ciudad hasta la Revolución francesa. Después, conservaron
numerosos privilegios y se obligaron a si mismos seguir practicando el
tiro a la ballesta secular como actividad deportiva. Esta participación en
competiciones deportivas de tiro a nivel local, nacional e internacional aún
se perpetúa en nuestros días. Las Cofradías estuvieron prohibidas
durante el período francés y en cuanto fuera posible, empezaron a
reconstituirse. Realizaron una importante labor de valorización histórica y
unificadora en el naciente estado belga. Las autoridades más altas, no
solo de la ciudad, sino también del Estado, entre los cuales el mismísimo
rey, apoyaron su renacimiento. De hecho, fueron las primeras entidades
en poder lucir el calificativo «real».

Las Cofradías organizadas en asociaciones congregan a miembros,


hombres y mujeres, quienes practican con frecuencia el manejo de
armas, se interesan por la historia y las tradiciones bruselense y se
reúnen en torneos donde reina un espíritu de fraternidad y
compañerismo. Por su contribución a la recreación del Ommegang en
1930, son elementos fundadores del desfile actual.

La vestimenta de los ballesteros del Gran Gremio Real y de San Jorge


cambia en función de las circunstancias. El hábito que llevan en el
Ommegang está inspirado en las crónicas de 1549: de estilo renacentista,
color burdeos, rojo y viejo oro en las extremidades. Los ballesteros del
Gran Gremio Real y Noble del Sablon, por su parte, lucen un traje de
terciopelo negro.
3. Los 4 Gremios: los demás gremios armados
Además del Gran Gremio Real y de San Jorge de los Ballesteros de
Bruselas y el Antiguo Gran Gremio Real y Noble de los Ballesteros de
Nuestra Señora del Sablon, existen otras dos cofradías militares de
defensa de la ciudad: el Gran Gremio Real de los Arqueros de San
Sebastián de Bruselas y el Gremio Real de San Miguel y Santa Gúdula o
de los Esgrimistas de Bruselas.

El primero se creó cuando los duques de Brabante firmaron los Estatutos


de 1381 que establecen el funcionamiento y los derechos del Gran
Gremio del que formó parte hasta 1389, fecha en la que formó un gremio
de arqueros autónomo después de la escisión del Gran Gremio de los
ballesteros. El segundo tardó más en crearse; data de 1480.

El quinto gremio, el de los Ballesteros de Bruselas o Gremio de San


Cristóbal se fundó en 1476. Después de su prohibición durante el régimen
francés a instancias de los demás gremios, ya no fue reconstituido. En
1853, el rey Leopoldo I confió sus tradiciones al Gran Gremio de la
Ballesta, que sigue siendo su titular moral.

El paréntesis que supuso la Revolución francesa en la historia de los


gremios (supresión, dispersión y pillaje de sus bienes) tuvo distintas
repercusiones en las cofradías. Mientras los ballesteros se recuperaron
muy pronto de este período, no fue el caso para los esgrimistas, quienes
apenas recuperarían su legado, confiado al Antiguo Gran Gremio Real y
Noble de Nuestra Señora del Sablon, en 1948.

Igual que los ballesteros, los arqueros y los esgrimistas llevan un uniforme
distintivo para el Ommegang: blanco y azul cielo en el caso de los
arqueros y un jubón ocre y verde sobre una camisa blanco para los
esgrimistas.
4. Cuento legendario, espejo de la historia
Según la leyenda, el origen de la procesión del Ommegang [del verbo
“omgaan”, en neerlandés, que significa “caminar alrededor”] remonta al
año 1348.Se trata de una celebración por la llegada de una virgen
milagrosa que fue traída de Amberes en barca y depositada en la capilla
de la plaza del Sablon, bajo los cuidados de los ballesteros. Cada año, el
domingo antes de Pentecosta, el Ommegang veneraba a una estatua que
se había convertido en protectora de la ciudad.

Este cuento legendario, contado casi 150 años más tarde por un canónigo
del priorato del Claustro Rojo, narra el periplo de Beatriz Soetkens, una
mujer devota oriunda de Amberes que en una aparición mariana, recibe
el encargo de llevar a Bruselas un estatua en madera con el rostro de la
Virgen, Onze Lieve Vrouw op Stoksten [Nuestra Señora en el palillo], una
imagen muy venerada en aquella época en el puerto. Beatriz se dirige a
la Colegiata de Amberes para hurtar la estatua y darse a la fuga hacia
Bruselas por vía fluvial, subiendo los ríos Escalda, Rupel y después el
Senne. Durante todo el viaje, cuenta con la ayuda divina que paraliza todo
asaltante potencial y proporciona el viento necesario para que la
embarcación llegue a buen puerto. Una vez en Bruselas, Beatriz es
recibida por el Duque de Brabante, quien además de encargarles la
custodia de la Virgen a los ballesteros, les pide que le construyan una
capilla a la altura de su valor.

¿Qué vínculos se pueden establecer con los hechos históricos? Es en el


año 1348 cuando se celebran las nupcias de Margarita, hija de Juan III,
duque de Brabante, con Luis de Maele, conde de Flandes. Las cláusulas
del contrato matrimonial hacían peligrar los intereses del ducado, a saber
el libre tránsito sobre el eje Escalda-Senne, el mismo que habría seguido
Beatriz y su preciado cargamento. En 1356, en el marco de la guerra de
sucesión por el ducado de Brabante donde se enfrentaban el ducado de
Brabante y el condado de Flandes, los ejércitos de Luis de Maele
asediaron Bruselas a partir del barrio Scheut, al norte de Anderlecht. Es
en este contexto cuando sacan por primera vez la estatua de la Virgen
del Sablon por las calles de Bruselas. El primer Ommegang aparenta ser
una oración colectiva que pretende colocar a la población y a los
ballesteros por debajo del manto de protección de la Virgen ante un
peligro inminente para la ciudad.

En la Edad Media, la devoción a la Virgen formaba parte de la vida


cotidiana de la población. Por lo tanto, no es de extrañar que la estatua
del Sablon empiece a atraer cada vez más peregrinos, quienes, a través
de sus donativos, contribuyen a que el lugar y la procesión se conviertan
en uno de los principales polos de atracción de la ciudad. Mientras en su
origen era la procesión anual de los ballesteros, a lo largo de los años, el
Ommegang terminaría siendo el desfile de la propia ciudad, en el que
participan todos sus componentes políticos, económicos y militares. La
mayor parte de los cuerpos constituidos de la ciudad, las órdenes
religiosas, los ediles comunales, las familias importantes querían un lugar
en un cortejo que iba tomando dimensiones extraordinarias y ya era el
más importante de la ciudad.

El Ommegang actual perpetúa la tradición de las procesiones urbanas: el


desfile sigue un recorrido de unos 2 km muy similar al itinerario original
que inicia en la plaza del Sablon y termina en la Grand-Place. Si bien su
carácter laico predomino sobre el aspecto religioso, tanto hoy como en el
pasado, el Ommegang forma parte de la vida social y cultural de Bruselas
y de su región. Junto con otras manifestaciones culturales, el Ommegang
perpetúa una tradición secular que genera y regenera el tejido identitario
de los habitantes de la ciudad.

La iglesia del Sablon alberga muchas representaciones de la leyenda de


Beatriz Soetkens: en el conjunto estatuario, en las vidrieras, grabada en
la placa de un exvoto, en un bajorrelieve encima del altar la Virgen del
palillo... Sin embargo, la más importante corresponde al grupo escultórico
de la barca de Beatriz que data del siglo XVII y que se encuentra por
debajo del rosetón del transepto sur de la iglesia. Se trataría de un
donativo del cirujano de los archiduques Alberto e Isabela, fallecido en
1625. En la nave colateral sur se encuentra otra barca, más pequeña. Al
exterior de la iglesia, durante los festejos, el desfile también incluye un
carroza de 1930 tirada por un caballo de tiro que lleva una barca alusiva
a la leyenda. Esta carroza abre el desfile y baja del Sablon hasta llegar a
la Grand-Place.
5. Un Ommegang cada vez más espectacular
El origen de las procesiones es ancestral. Si bien no son patrimonio
exclusivo de la religión cristiana, este tipo de procesiones son las más
conocidas de las que nos han llegado a través de distintas crónicas. En
la Edad Media, son muy comunes en las ciudades y se distinguen por sus
distintas funciones. Pueden tener fines penitenciales, festivos,
suplicatorios, de agradecimiento por un beneficio recibido, etc. También
van variando según el tamaño y su evolución en el tiempo.

En Bruselas, la procesión anual de los ballesteros del Sablon termina


creciendo de forma tan extraordinaria que llega a tomar el lugar de la
procesión de la colegiata de San Miguel y Santa Gúdula. Esta última apenas
se convertirá en catedral en 1961. El Ommegang toma aires cada vez más
festivos y fastuosos y acoge en su desfile a todo el cuerpo social de la
ciudad, que marcha en un orden bien establecido: los miembros del
magistrado, el grupo de las naciones y de los decanos de las corporaciones,
la corte de la regenta María de Hungría, los caballeros de la Orden del
Toisón de Oro que anteceden la corte de Carlos Quinto, las cámaras de
retórica, los miembros del clero y los gremios. Es con toda seguridad a partir
de mediados del siglo XV cuando el desfile empieza a incluir gigantes,
animales fantásticos (unicornios y dragones), exóticos (camellos) o
simbólicos (pelícanos y cigüeñas).

La puesta en escena del Ommegang no deja de crecer a lo largo del


tiempo. Por ejemplo, en 1379, la duquesa Juana de Brabante les regala
a los niños trajes de diablo. En 1412, el gremio de los ballesteros les
obliga a sus miembros desfilar uniformados. El teatro se incorpora a la
fiesta: una ordenanza de 1448 obligó a las corporaciones a representar a
los duques de Brabante, formando distintos grupos donde cada uno
evocaba a un príncipe y su séquito. La misma ordenanza de 1448 también
contempla que cada año se representará en la Grand-Place una de las
Siete Alegrías de la Virgen María en un estrado construido por la Ciudad.

El evento alcanza tal magnitud que, cuando en el 1549 el emperador


Carlos Quinto viene a Bruselas para presentar a su hijo y sucesor, el
futuro Felipe II, las autoridades de la Ciudad deciden organizar un
Ommegang extraordinario para exhibir todo el poderío económico y
militar de la Ciudad. Mucho de lo que sabemos de este evento se lo
debemos a la riqueza de la información en las narraciones del cronista
español Juan Cristóbal Calvete de Estrella, quien acompañaba al
emperador y su hijo.

Otra edición de la que más sabemos mucho, es la del año 1615; en este
caso por otro medio: la pintura. Estas seis pinturas monumentales que
ilustran con harto detalle las etapas del Ommegang de 1615 celebrado
en homenaje a la infanta Isabel de Habsburgo (la entonces soberana,
junto con su esposo el archiduque Alberto, de los Países Bajos) son obra
de Denis Van Alsloot y forman parte de un conjunto de 8 cuadros (los
últimos dos representan a Isabela tirando con la ballesta al pájaro artificial
que hace de diana en el torneo del Gran Gremio el 15 de mayo de 1615
y la Fiesta en el Estanque de los Patos en presencia de los Archiduques).

Sin embargo, entre estas dos ediciones, el Ommegang vivió momentos


delicados relacionados con conflictos de índole religioso que enfrentaron
a católicos y protestantes durante el siglo XVI. Al tomar el poder en 1570,
los protestantes suspendieron la procesión. No hubo Ommegang hasta
1585, cuando los católicos volvieron a quedarse con el control
administrativo de Bruselas. Así las cosas, el apogeo del Ommegang, con
puestas en escena y el uso de parafernalia compleja muy complejas, se
puede situar a mediados del siglo XVI.

En el siglo XVII se empieza a observar una participación activa de los


jesuitas. Después de un período de declive en el siglo XVIII y con apenas
2 representaciones en el siglo XIX, el Ommegang conoce su verdadero
renacimiento en el 1930, cuando es incorporado a los festejos del
centenario de Bélgica. En este año, Albert Marinus, bajo los auspicios del
alcalde Adolphe Max y con el impulso del Gran Gremio real de San Jorge
y el abad François Desmet, recrear el desfile al que había asistido Carlos
Quinto en 1549 a partir de las crónicas antiguas que describían el cortejo,
y en la ausencia de fuentes escritas, basándose en los cuadros de Van
Alsloot.

Después de una nueva interrupción debida a la Segunda Guerra Mundial,


y ya convertido en un evento anual a partir de 1957, el Ommegang actual
continua inspirándose fundamentalmente en la edición de 1930. Esto no
impide que siga evolucionando en cuanto a forma y objetivos, siempre
acompañando los cambios en la sociedad. Actualmente, el desfile sale
dos noches a principios de julio.
6. El Ommegang moderno
A finales de los años 1920, cuando Bélgica inicia los preparativos de su
centenario, empieza a tomar forma un proyecto ambicioso: resucitar el
desfile tradicional del Ommegang, una manifestación que simbolizaba
toda la gloria y riqueza de Bruselas.

Para llevar a cabo este proyecto se juntan las voluntades del Gremio de
los Ballesteros, -que a su vez está a punto de celebrar el 550 aniversario
de su fundación-, del historiador Albert Marinus y de las autoridades
políticas y religiosas bruselenses. El comité organizador renuncia a un
desfile histórico que abarca y evoca un amplio espacio de siglos y elige
para esta ocasión una época específica. Se plantea como objetivo
reconstituir esta época con la mayor fidelidad posible (dejando fuera
elementos que puedan incomodar las ideas políticas o religiosas de
principios del siglo XX). Al final se opta por el siglo XVI, y de manera más
específica, el Ommegang que se organizó el 2 de junio de 1549 por la
llegada de Carlos Quinto. Existe información detallada sobre este evento
gracias a los escritos del cronista Juan Cristóbal Calvete de Estrella.

El evento toca los grandes temas: los oficios, los gigantes, las carrozas,
los Gremios, los linajes y el magistrado de Bruselas. Sin embargo, los
elementos de índole religioso quedan fuera, mientras sí se incluye a las
cámaras de Retórica, con el fin de evocar todas las características de la
vida social en el siglo XVI. Asimismo, en el marco de los festejos por el
centenario de Bélgica, también se incluyen grupos que representan otras
tradiciones procedentes del resto del país que tienen un vínculo con el
período representado en el evento.

Actualmente, el Ommegang es ante todo un evento festivo relacionado


con el patrimonio. Continua inspirándose fundamentalmente en la edición
de 1930, pero al acompañar los cambios en la sociedad, no deja de
evolucionar. Funge como punto de referencia identitario, tanto para
quienes participan como para quienes viven en la ciudad y en la región
de Bruselas. El Ommegang sigue siendo un vehículo para los valores de
la comunidad urbana en sus vertientes sociales, económicas, políticas y
policiales.

La asociación Ommegang Oppidi Bruxellensis, que desde 1928 es


responsable por el evento, creó otra asociación, Ommegang Brussels
Event, que se encarga de la organización, la producción y la realización
del desfile y del espectáculo. Gracias a estas dos asociaciones, se da
continuidad a la gestión del Ommegang. Entre tradición y modernidad, el
guión del Ommegang, patrimonio vivo, es objeto de numerosos debates
y proyectos que se negocian de manera conjunta.

El Ommegang del siglo XX son más de 1.200 participantes, hombres,


mujeres, niños y niñas procedentes de Bruselas, Flandes y Valonia,
quienes, la mayor parte de manera voluntaria, se reúnen durante cuatro
horas de representación, para crear un evento festivo unificador.
7. Los monstruos y los gigantes
El Ommegang es, junto con el Meyboom, el heredero de los personajes
gigantescos de la ciudad. Además de 20 gigantes y animales de desfile,
el Ommegang cuenta con muchas carrozas que también requieren
conocimientos y medios especializados para su mantenimiento y
restauración. Los portadores de gigantes de Ath comparten su
conocimiento y experiencia para el manejo de este patrimonio
excepcional. También las banderas, los estandartes, los cascos y otros
accesorios son tratados con cuidados específicos.

Aunque la primera mención escrita documentada de la presencia de un


gigante en el Ommegang -el caballo Bayardo por no mencionarlo-
remonta a 1529, es muy probable que ya participaron en el desfile en
épocas anteriores. Sin duda, desde el siglo XV, como en otras ciudades
de los antiguos Países Bajos.

En 1549, el cronista español don Juan Cristóbal Calvete de Estrella, quien


describe el Ommegang con ocasión de la visita de Carlos Quinto, hace
referencia a la presencia de un pareja de gigantes «de espantosa y gran
estatura bailando al son de una gaita que algunos tenían delante, y otra,
que gritaba y llevaba en brazos un niño feroz en gestos y tamaño». Es
decir, en el Ommegang de 1549 desfilaba una verdadera familia de
gigantes, con descendencia (¡y nodriza incluida!). Esta humanización del
gigante -que se desvincula de una función religiosa- continuará a lo largo
de los siglos siguientes. Así, en el siglo XVIII, el Ommegang cuenta con
once figuras humanas que incluye abuelos, padres, hermanos y también
un sultán y una sultana, Santa Gúdula, San Miguel y San Jorge.

El número de gigantes y animales del zoológico va aumentando a lo largo


del tiempo. Así observamos cómo se integran al cortejo camellos
relacionados con el tema de los Reyes Magos, águilas, un dragón, un
unicornio como símbolo de la pureza y un león (símbolo de la grandeza
del alma) rodeado de una cigüeña (símbolo de la constancia) y de un
pelícano (símbolo del amor y de la abnegación).

La región de Bruselas es el hogar de otros gigantes creados por iniciativa


de asociaciones de comerciantes, sociedades folclóricas, grupos de
animación locales, escuelas, muchas veces con el apoyo de las
administraciones municipales.
Las técnicas de construcción evolucionan. Aunque sigan prefiriendo el
mimbre para el armazón y el papel maché para las cabezas, los artesanos
de nuestros días utilizan materiales modernos como el aluminio y o el
poliestireno.
8. Los Linajes de Bruselas
La expresión «Linajes de Bruselas», se refiere a las siete familias patricias
que, al menos a partir del siglo XIII se beneficiaron de importantes
privilegios que fueron confirmados por el duque de Brabante Juan II, y
que les garantizaban el monopolio de varios aspectos fundamentales de
la función pública (civil, judicial, militar, económica) para la organización
y el funcionamiento de la ciudad. El famoso Éverard t’Serclaes era
miembro de uno de estos linajes de Bruselas.

Después de más de un siglo de poder absoluto, conformando el


magistrado de Bruselas, a partir de 1421, los linajes empiezan a compartir
su poder con las corporaciones de los oficios, agrupadas en nueve
«Naciones» (compuestas por burgueses nativos). Sin embargo, hasta la
llegada de la Revolución francesa conservarán el monopolio de los
cargos de regidor, es decir, de jueces y administradores de la ciudad, y
de capitán de las milicias urbanas. También mantienen la mayoría en la
composición del magistrado: una vez designados, son los alcaldes y
regidores de los linajes quienes eligen, entre los 49 candidatos
propuestos por las corporaciones, al alcalde y a los magistrados de las
naciones, cuyo número sigue siendo inferior al de los linajes.

La pertenencia a los linajes pueden ser transmitida tanto por mujeres


como por hombres, pero solo estos ultimos pueden acceder a cargos
públicos.

Aunque los linajes desaparecieron junto con el Antiguo Régimen, los


descendientes de estas familias siguen presentes para dar testimonio de
la importancia de este grupo para la historia de la Bruselas. Con el fin de
reunir a estos herederos en el marco de sus actividades, en 1948, la
sociedad del Ommegang decidió crear una sección llamada «Asociación
de descendientes de los linajes de Bruselas», que fue constituida como
asociación sin ánimo de lucro en 1961. Aún hoy, algunos de los papeles
de dignatarios de la ciudad y de la corte son interpretados por
descendientes de los linajes que en su momento recibieron al emperador.
Los otros papeles corresponden a los ediles municipales.
9. Las Naciones (Oficios)
En 1306, en Bruselas se contaban 30 oficios, incluyendo a artesanos y
comerciantes de productos alimentarios. En 1421, su número casi
alcanzaba los 50.

Los oficios no tardaron en agruparse en corporaciones que a su vez


formaron las «nueve naciones», colocadas bajo la protección de un santo
(San Gil, San Gaugerico, San Juan, etc.) para prestarse ayuda mutua,
imponer sus derechos, organizar el trabajo y garantizar su defensa
común. En algunos casos, las asociaciones de comerciantes de varias
ciudades se juntaban para formar hansas. Estas ligas comerciales tenían
monopolios y se hacían con poderío militar.

En el siglo XV, la mayor parte de las corporaciones de oficios tenían


domicilio en la Grand-Place y participaban en el gobierno de la Ciudad.
Por lo tanto no debe sorprendernos verlos desfilar en el Ommegang
enarbolando sus estandartes y signos distintivos.
El alcalde de las nueve naciones, quien representaba las corporaciones,
también fungía como autoridad de mando de los gremios y sus
competencias incluían la gestión de las finanzas, la dirección de la policía
y de las obras públicas. En el Ommegang, es él quien lleva el pequeño
cofre que contiene los principales estatutos que regulan los poderes y
privilegios concedidos a la Ciudad.

Cada corporación tenía su Keerse, un hasta cuya extremidad está


adornada con sus emblemas: estos motivos tallados pueden representar
el santo patrón de la corporación o el escudo del oficio. De estas
imágenes se colgaban los utensilios de la profesión o productos
elaborados.
Los estandartes de las Naciones llevan imágenes que evocan las puertas
y las torres que debían defender la ciudad en casa de guerras.
En su origen, las «Cámaras de retórica» eran lugares de intercambio de
ideas y de debate donde se generaba una cierta curiosidad intelectual a
través de grupos de la palabra hablada o de expresión. A lo largo del
tiempo, se fueron constituyendo como corporaciones, de manera similar
a las de los oficios. Sus actividades incluyen la formación de novicios que
acceden a la profesión, la recaudación de donaciones y otras. Su período
de apogeo se sitúa en el siglo XV. Bruselas contaba con cinco cámaras
de retórica, de las cuales la más antigua, Den Boeck, fue fundada en
1401. Todas tenían representación en el consejo de la ciudad.
En el Ommegang, las cámaras de retórica desfilaban sobre carrozas
decoradas en las que hacían juegos teatrales y pinturas vivientes. De
hecho, los retóricos eran muy duchos en el arte teatral. Entre 1148 y 1566
se organizaba cada año una representación de uno de los cuadros de las
Siete Alegrías de la Virgen María (la Anunciación, la Natividad, la
Adoración de los Reyes Magos, la Resurrección de Cristo, la Ascensión,
la Pentecosta y la Coronación de la Virgen).

La square du Petit Sablon, creada por Henri Beyaert en la plaza del


mismo nombre a un lado de la Iglesia de Nuestra Señora, fue adornada
con una serie de estatuas que evocan el siglo XVI y sus personajes
ilustres. La cerca que rodea la plazuela está formada por una reja de
hierro forjado intercalada con 48 columnas de piedra caliza coronadas por
una estatua de bronce que personifica cada uno de los oficios.
10. El Magistrado de Bruselas
Se le llama «Magistrado de Bruselas», al consejo encargado del gobierno
de la ciudad. Inicialmente estaba exclusivamente formado por
representantes de los siete «Linajes» a los cuales se sumaron a partir de
1421, más o menos en la misma proporción, los representantes de las
«Naciones». Sus competencias abarcaban la administración de la
Ciudad, la cobranza y repartición de los impuestos, la defensa militar y el
control judicial.

Inicialmente, había siete regidores procedentes de los linajes que


quedaban sujetos a la autoridad del amman, un «jefe-justiciero»
nombrado por el duque. A lo largo del tiempo se fueron sumando otros
cargos:

los receptores, encargados de la gestión de las ingresos y de los gastos;


los apaciguadores, una suerte de conciliadores en disputadas privadas
que terminarían evolucionando a la función de jueces;
los consejeros, quienes formaban el consejo asesor de los regidores;
los dirigentes de la cofradía de pañeros, con dos decanos y ocho
asesores
los alcaldes: un alcalde de los linajes y otro de las naciones;
les jefes de tutelas, encargados del control de las tutelas;
los maestros de la suprema caridad, quienes controlaban las instituciones
caritativas;
creado a mediados del siglo XVI, cuando se llevan a cabo las obras del
canal de Bruselas, el superintendente del canal, trabajando en la
explotación del canal.

En aquel momento, el magistrado cuenta con diez delegados de los


linajes y nuevo delegados de las naciones.
En el desfile del Ommegang, el magistrado inicia la ceremonia sobre el
escenario de la Grand-Place, dirigida por el amman, reconocible por su
hábito rojo con cauda larga.
11. Los trajes de los invitados reales
En su deseo de revivir los festejos presentados en 1549 a Carlos Quinto,
el comité organizador del Ommegang de 1930 prestó mucha importancia
a la exactitud histórica de los trajes que lucirían los participantes del
desfile.
La fabricación de estos trajes fue encomendada en 1929 al taller de
James Thiriar, quien contaba con la ayuda de la talentosa Marie Patteet,
la antigua directora del taller de confección del Teatro Real de la Moneda.
El taller, donde trabajaba un centenar de costureras, se inspiró en las
pinturas y grabados del siglo XVI para confeccionar más de 2.000 trajes,
además de armas, tocados, calzado y monturas.

Estas creaciones de gran valor artístico e histórico se han conservado y


algunas de ellas siguen siendo usadas por los figurantes del Ommegang
moderno.

La transmisión del conocimiento relacionado con el mantenimiento y la


creación de trajes y accesorios siempre es un foco de atención. Durante
todo el año, un reducido equipo de costureras desempeña esta tarea, con
la ayuda de pasantes que vienen a tomar capacitaciones en el taller.
Algunos trajes, como los que corresponden a la corte del emperador,
requieren cuidados específicos y destacan por su delicadeza y elegancia.
En esta actividad, las técnicas antiguas y modernas van de la mano para
lograr un resultado satisfactorio tanto en lo que se refiere al aspecto
estético como la durabilidad.
Con sus casi 2.500 trajes, el guardarropa del Ommegang representa un
patrimonio considerable. La administración y la conservación de esta
colección requieren buenas condiciones de almacenamiento. De ser
necesario, los trajes pasan por procesos de retoque y restauración,
siempre a partir de grabados o de dibujos de archivo cuidadosamente
conservados.
El siglo XVI se caracteriza por la creciente velocidad de los cambios en la
vestimenta. Las novedades en las formas se van sucediendo con
regularidad, sobre todo por la influencia de tendencias procedentes del
extranjero. A principios del siglo XVI, Erasmo de Róterdam, quien era un
hombre de su tiempo, solía decir: “la ropa hace al hombre”. Con esta
frase, quería decir que la indumentaria atestigua el lugar del individuo en
la sociedad y el poder que ostenta. Mientras que el pueblo lleva prendas
sencillas muchas veces hechas de una sola pieza, los príncipes y nobles
visten de manera suntuosa y a veces extravagante y muestran su rango
y riqueza a través de su gusto personal.

A partir del segundo cuarto del siglo XVI, la influencia de las tendencias
de moda españolas crece a la medida del poder de sus soberanos, sobre
todo de Carlos Quinto y su entorno, como por ejemplo su hermana
Leonor. Esta última, quien en 1530 contrajo matrimonio con Francisco I,
contribuyó al creciente interés de la corte francesa por la moda
indumentaria española. Esta se caracteriza por cierta geometrización de
las formas y una tendencia hacia la sobriedad en los colores de las telas,
que lejos de ser menos esplendorosas, son realzadas con suntuosas
joyas. La gorguera, que nace de la rucha (tela fruncida o plisada), es
usada tanto por hombres como por mujeres y empieza a evolucionar y
adaptar formas más voluminosas en las décadas siguientes.

Durante este período, la silueta femenina presenta forma de X. La talla


fina es acentuada por dos nuevos piezas de ropa interior: el cuerpo y el
verdugado. El primero es una pieza rígida que cubre el busto y se lleva
por debajo de la camisa; encierra el pecho como si fuera una armadura
que garantiza la buena moral de la dama. El segundo, de alguna manera
el ancestro de la crinolina del siglo XIX, correspondía originalmente a
enaguas rígidas que se iban ampliando y que le daban a la falda un forma
acampanada. Para completar el traje, las mangas abullonadas llevan un
recorte que resalta los dobladillos contrastantes.

La vestimenta masculina evoluciona hacia formas más geométricas. Los


jubones se hacen más ajustados y acolchados para que queden pegados
al cuerpo. Los tejidos son de colores sombríos pero se realzan con hilos
de oro.
El traje se complementa con una chamarra, un saco abierto con volados
en las mangas, o una casaca, un tipo de chaleco sin cintura que llega
hasta las rodillas, provisto de mangas largas con aberturas.
12. «Plus Oultre» (más lejos)
No cabe duda de que los organizadores del Ommegang han hecho suya
la devisa elegida en 1516 por Carlos Quinto como metáfora de su
ambición por superar los límites de lo factible y lo imaginable. Igual que
le pasó al emperador, su ambición de convertir esta tradición bruselense
en un evento unificador y reconocido en todo el mundo fue coronado con
éxito.

El 11 de diciembre de 2019, durante su 14a sesión en Bogotá, el comité


intergubernamental para la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial
de la UNESCO inscribió el Ommegang en la Lista Representativa del
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Por patrimonio cultural inmaterial se entienden «tradiciones o expresiones


vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros
descendientes, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos
sociales, rituales y actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la
naturaleza y el universo o los y saberes y técnicas vinculados a la
artesanía tradicional». La Lista representativa de este tipo de patrimonio
muy especial fue creada para «garantizarle una mejor visibilidad» y
«lograr que se cobre más conciencia de su importancia y propiciar el
diálogo contribuyendo así a tener en cuenta la diversidad cultural».

Con su decisión de diciembre de 2019, el Comité intergubernamental


reconoció que el Ommegang «fortalece la identidad local y los vínculos
sociales y comunitarios entre los habitantes de la ciudad, creando un
espíritu de solidaridad y de fraternidad entre los participantes y los
espectadores». Resalta «la riqueza del tejido humano de la ciudad
histórica y cosmopolita de Bruselas» subrayando el vínculo directo «con
un bien del el patrimonio mundial, la Grand-Place de Bruselas», que
desde 1998 está inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la
UNESCO.
La inscripción del Ommegang garantiza «la visibilidad del patrimonio
cultural inmaterial a nivel local, nacional e internacional» y contribuye «a
sensibilizar al público sobre la importancia del patrimonio cultural
inmaterial en el medio urbano, llamando la atención sobre el vínculo entre
el patrimonio inmaterial y el patrimonio monumental». El Comité subraya
«el trabajo incesante realizado por la asociación Ommegang Oppidi
Bruxellensis y por los numerosos grupos de personas involucradas»
destinado a garantizar, con el fiel apoyo de la Ciudad de Bruselas, la
salvaguarda del evento a lo largo de los años.

La inscripción en la Lista representativa da testimonio de la importancia


que el elemento inscrito tiene para las comunidades que lo viven y
trabajan, y de su voluntad de darlo a (re)conocer en el mundo entero. Sin
embargo, para proteger este elemento contra eventuales amenazas o
riesgos (sobreexplotación comercial, descontextualización, pérdida del
sentido original) resulta necesario crear un plan de salvaguarda que
señala las medidas tomadas o por tomar destinadas a fortalecer la
viabilidad del elemento. Estas medidas, elaboradas con la participación
de las comunidades, deberán presentarse cada seis años al Comité
intergubernamental mediante un informe detallado.

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