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Camaradas:
Esta es una Conferencia del frente obrero del Partido, convocada por el Comité
Ejecutivo Central para presentar los criterios fundamentales de la política del
MOIR en la actual etapa. La presiden los miembros del Comité Ejecutivo y el
camarada Jorge Santos. El orden del día está constituido por la presentación del
informe y su consiguiente discusi6n. La hemos iniciado guardando un minuto de
silencio en homenaje a nuestro desaparecido líder Francisco Mosquera y hemos
cantado La Internacional.
Las naciones de América Latina, situadas en el patio trasero del imperio, son las
que se hallan más a mano para la recolonización. Su toma puede ser más
expedita. Estados Unidos busca fortalecerse en el continente con el fin de
enfrentarse a sus enemigos en mejores condiciones y se empeña en saquear a
estos países para atenuar sus problemas económicos intemos. De suerte que, en
la perspectiva de la batalla de los pueblos contra el imperialismo, los de América
Latina están en la primera línea del fuego.
Nunca hemos enfrentado una época semejante, lo cual entraña aspectos nuevos,
cardinales, que debemos evaluar a cabalidad para adoptar frente a ellos una
actitud correcta. Marx afirmaba: todo desarrollo de las fuerzas productivas trae
consigo nuevas divisiones del trabajo. Siempre ha sido así. Pero lo que aparece
hoy constituye, tanto por la calidad del desarrollo como por la escala de la división,
una novísima forma de la división internacional del trabajo. Se realiza ahora entre
naciones lo que antes se operaba dentro de cada país. Ya el fenómeno es de
naciones enteras especializadas, no de simples especializaciones dentro de la
producción fabril nacional. Esto da lugar a que, bajo un mismo poder imperial, a
las naciones se, les asignen diferentes ramas y aspectos de la producción, lo cual
hace parte de la recolonización imperialista.
Éste es el enemigo que tienen ante sí los pueblos y, en particular, la clase obrera.
La cuestión clave es quién puede enfrentarlo y cómo, pues un enemigo de esta
envergadura requiere un rival con la capacidad necesaria para vencerlo, un rival
de determinada calidad. Por su naturaleza, por lo que revela la actual situación de
lucha de clases en el planeta, sólo el proletariado es el rival capaz de hacerlo.
¿Qué deben hacer los partidos comunistas ante tan aleccionadora experiencia? Si
hay alguna enseñanza importante en el siglo XX es la que ella arroja: saber que el
proletariado pierde el poder si deja que su ideología se resquebraje y, con ella, sus
posiciones políticas de clase. Ahora bien, esa pérdida parece ser la gran tragedia.
Pero no, aun cuando es una cuestión negativa, mirada históricamente es un
traspiés, no una tragedia. Ante lo nefasto de estos acontecimientos hay sectores
obreros tocados con pesimismo. A ellos basta recordarles lo que con profundidad
señalaba Mao: el pesimismo es un error político. Comprender este aserto guarda
íntima relación con el enfoque histórico de la lucha de clases; no se trata de
endulzar los reveses y las derrotas, ni de quitarles su valor negativo, sino de
situarlos en la perspectiva histórica de la lucha de clases para saber a qué
corresponden. Hacerlo así es vital para la conservación de nuestra ideología.
Camarada que en política no posea un enfoque histórico de clase, no tendrá cómo
entender estos problemas y se plagará de confusiones.
Hace casi siglo y medio que Marx hablaba de los diferentes problemas e
incidencias que han de afrontar las revoluciones proletarias. Decía que éstas se
autocritican constantemente; se interrumpen en su marcha; cuando creen haber
terminado algo, vuelven a comenzarlo. Se burlan concienzuda y cruelmente de
sus propias inconsistencias y mezquindades, de lo pequeño de sus conquistas.
Pareciera que derriban a su enemigo únicamente para que al poco tiempo éste no
sólo se levante sino que luzca aún más poderoso. Esas revoluciones se aterran
ante lo grandioso de sus fines. Se trata de un proceso de altibajos y el
proletariado, entendiéndolo, es capaz de someterlo a crítica, de señalar sus
falencias, de reírse de sus propias niñerías políticas. Vamos a aprender de estas
revoluciones y de sus altibajos, pues llegará el día en que, como agrega Marx, ya
no tendrán vuelta atrás, un momento en que el proletariado librará en pleno su
lucha y consolidará su poder. Hacia ese momento marchamos con toda nuestra
carga de fracasos y éxitos históricos, plenamente inspirados en los versos de La
Internacional que acabamos de cantar.
Dicha táctica implica labores políticas que permitan determinar quiénes son los
amigos y quiénes los enemigos. Exige examinar las manifestaciones de las
diferentes clases para tratar de acercarlas a una posición contra el imperialismo y
contra Samper. Con esa táctica como eje revolucionario, adelantaremos todos los
pasos, conversaciones y acuerdos que sean necesarios. Algo sabemos de política
de alianzas. Nuestro desarrollo ha estado tan acompañado de alianzas, que sin
ellas no se entiende el MOIR
CONTRA SAMPER
Con Samper tenemos una pelea que se ha centrado en el pacto social, meollo del
Salto Social. Abrimos una primera confrontación respecto a la firma del pacto, ya
que hacerlo equivale al colaboracionismo con la política imperialista y a la
conciliación de clases con la burguesía en Colombia. Adoptamos una táctica para
ese caso concreto y la aplicamos en el movimiento obrero sin timideces ni
temeridades. Consistió en una labor de aglutinar fuerzas alrededor de nuestra
posición, una labor paciente para explicarles lo correcto de esa línea. El primer
escenario fue la CGTD. Existe allí una pluralidad de posiciones políticas y,
obviamente, ideológicas, que precisaba un análisis persuasivo sobre el contenido
del pacto social. Nuestra labor contribuyó a que la CGTD se convirtiera en la
organización sindical que abanderó la contienda contra esa política samperista. La
importancia de este resultado resalta si lo miramos desde otro ángulo: si no
hubiéramos aplicado una táctica correcta y la CGTD hubiera terminado firmando el
pacto, esto habría sido un golpe de dañina contundencia, asestado al movimiento
obrero. En esa firma se condensaba el problema de la lucha de clases en la hora
actual. No era una cuestión formal. Lo que estaba involucrado allí era si el
movimiento obrero organizado. se entregaba, mansamente a Samper y al
imperialismo. Logramos que la CGTD y la mitad de la CUT asumieran una
posición de rechazo. Y lograrlo no fue sencillo. Los camaradas que vivieron ese
proceso de aplicación de la táctica correcta saben que no es fácil. Se necesita
posición política correcta, se requiere método de persuasión, propaganda, y
también paciencia y flexibilidad en el trato, todo con miras a poner en juego lo
positivo de los aliados y amigos. Pero de ello no cabe deducir que lo méritos han
de abonársele solamente al MOIR. En primera instancia es de quienes adoptaron
la posición de rechazo. Lo que subrayamos es que el MOIR aplicó una táctica que
permitió afirmar una posición política latente en los aliados, una táctica que recoge
los criterios siempre esgrimidos por nosotros respecto a las alianzas y que puede
resumirse así: dado que entre los potenciales aliados existen condiciones
económicas, sociales y políticas para que sean consecuentes, nosotros
trabajamos sobre esas condiciones para que entre ellos predominen las
posiciones correctas. Es una brega que siempre debemos emprender.
Los miembros del Partido en el frente obrero son comunistas que hacen un trabajo
especializado, el sindical. Su actividad es centralmente política, ya que el trabajo
sindical es una forma o una parte de su trabajo político. Pero no pocas veces este
criterio se olvida, se desprecia o se descuida. Y cuando los cuadros y militantes se
ocupan de lo sindical divorciándolo de lo político, aparecen más como sindicalistas
que como revolucionarios. Allí donde surjan estas manifestaciones hemos de
hacer rectificaciones. En el Informe del Comité Ejecutivo Central de agosto pasado
se dijo que los organismos del Partido presentes en los sindicatos debían
funcionar, pues son organismos de dirección. Se expresó que había muestras de
liberalismo en lo organizativo; entre ellas, confundir las reuniones de las juntas
directivas con las de los organismos del Partido. ¿A qué obedece esta confusión?
Hay una respuesta inicial: la vida y la mente de algunos compañeros están
ocupadas principalmente por lo sindical. La política queda relegada. Sólo andan
en labores gremiales. Aun presumiendo que ellas sean correctas, el error surge de
suplantar la política o de hacerla depender de las cuestiones sindicales. Esto
recibe un nombre: gremialismo. Si éste, con todos sus vicios, nos invade, si
prolifera entre nosotros, ¿estaremos en capacidad de enfrentar a Samper y al
imperialismo?
Si éste, con todos sus vicios, nos invade, si prolifera entre nosotros, ¿estaremos
en capacidad de enfrentar a Samper y al imperialismo? Si eso ocurre, las
organizaciones sindicales tendrán sólo la consistencia de la gelatina en la lucha de
clases. Y los miembros de los sindicatos, sean del Partido o no, sometidos a esa
práctica gremialista y tomándola como ejemplo, ¿qué clase de trabajadores,
activistas y dirigentes, o revolucionarios, van a ser? Aquí cabe una pregunta: ¿cuál
es la misión de cada uno de ustedes en los sindicatos y, en general, entre la clase
obrera? Y retoña una respuesta: ser dirigentes ideológicos del proletariado. Ésa es
la posición leninista sobre el problema. Mosquera lo expresaba con una frase:
"Debemos sobrepasar las fronteras de los ajetreos sindicales y poner los afanes
ingentes de nuestra lucha a favor de la emancipación de los desposeidos".
Hago pues un llamado a iniciar una campaña contra todas las formas de
burocratismo en los sindicatos. No puede ser que la mayor parte del tiempo se
ocupe en el ajetreo sindical. Un gran número de conflictos y discusiones que se
presentan están referidos a cuestiones gremialistas y burocráticas. A quién se le
da el permiso o la comisión, quién se queda con el fuero, y similares codicias. Es
decir, afanes de funcionarios, no de revolucionarios. Para enfrentar estos vicios, lo
primero es acrecentar y consolidar la fuerza partidaria en cada frente. Ustedes
deben hacer que el Partido y sus organismos funcionen. Para esa tarea han de
asumir correctamente el papel de ser los mayores educadores del Partido. Más si
no se corrigen las fallas señaladas, no habrá manera, y entonces los educadores
tendrán primero que ser educados.
De esta reunión debe salir una orientación que no es nueva: ir a los sectores
estratégicos de la producción; una necesidad que ya a finales de los años sesenta
formulaba Mosquera. Lo que hoy agregamos es que dicha necesidad es cada día
más apremiante. Nuestra fuerza actual en los sindicatos debe aprovecharse para
integrarnos a esos otros sectores a los que todavía no hemos llegado, y que son
estratégicos. Estamos señalando un camino. No podemos contentarnos con el
trabajo en el sector bancario o en el magisterio. Nos toca ir a otros sectores, y ya
mismo. No basta con estar en la Unión Sindical Obrera. El potencial de los
cuadros que hemos formado en la USO debe traducirse en un mayor aporte a la
expansión de nuestra política en los demás frentes obreros. El trabajo de nuestros
camaradas en la USO es corno la niña de nuestros ojos, según la expresión de
Mosquera. A esa niña de nuestros ojos le corresponde hoy una tarea concreta,
trascendente: aprovechar su prestigio, el respeto que se ha ganado, para salir a
abrir trincheras moiristas en otros importantes sectores de la producción.
Lo anterior implica una cuestión ideológica que nos lleva a tratar el asunto de los
dirigentes que viven amañados dentro de su sector. En ese su ámbito,
indudablemente saben mucho de su ramo y de su sindicato. Conocimiento que de
por sí es bueno y meritorio, ya que lo necesitan para cumplir con sus
responsabilidades. El mal está en que se contentan con eso, viven amañados. Es
decir, aunque el trabajo sindical se realice bien, limitarse a ello ¿no es una
anomalía? Preguntémoslo más crudamente: ¿no es ésta otra forma sofisticada de
actitud gremialista? Nos corresponde regar cl Partido en toda la clase obrera,
principalmente en sus sectores claves. Hemos conquistado espacios en algunos
sindicatos como fruto de muchos esfuerzos y arduas luchas. Pero lo conquistado
en ellos es apenas la base que nos sirve de apoyo para proyectarnos hacia el
resto del movimiento sindical.
Aquí surge un tema que hace parte de las claridades que contiene el leninisrno y
que nosotros debemos asimilar. Los enemigos de clase nos dicen ahora que el
sector organizado de los trabajadores es una minoría y que por lo tanto ni
sindicatos ni dirigentes representan a la mayoría. Revelan cifras para demostrar
que los sindicalizados son muy pocos y al mando de unos oligarcas de overol.
Pues bien, dejemos una primera cosa en claro: bajo las condiciones del
capitalismo y, en particular, del imperialismo, lo lógico y natural es que el sector
organizado de los trabajadores sea una minoría. Y, con Lenin, una segunda: el
problema no es que sea una minoría, el problema es tener las posiciones
revolucionarias y lograr que sean seguidas por el resto de los asalariados. Para
los trabajadores sindicalizados, ésta no es una cuestión de cantidad. Ni para el
MOIR. Somos vanguardia, siempre seremos minoría. Solamente las masas son
mayoría.
¿De qué van a hablar los moiristas? ¿Qué es lo que van a propagar? Porque lo
que hablamos no se identifica con lo que hablan los miembros de las demás
clases, los otros partidos o nuestros amigos en los sindicatos. La diferencia que
establecemos nos permite ser educadores entre la clase obrera. Las protestas del
MOIR ante las miserias y males que padece la sociedad, tienen un contenido que
las diferencia de las protestas de las otras clases. Nuestro enfoque respecto a la
moral, tan mencionada hoy en Colombia, también es absolutamente distinto.
Comentamos sobre la situación y rajamos de muchas cosas, empezando por las
medidas del gobierno y la conducta de los gobernantes, pero muchos liberales
radicales también rajan de esos males. Para no confundirse con ellos, los
compañeros deben cuidar la posición desde la cual critican. El asunto no es de
quejas, ni nosotros somos liberales radicales. Ejercemos una crítica revolucionaria
que, dirigida contra los males sociales, extrae consignas de lucha, no quejumbres.
Cualquier situación que el MOIR someta a su análisis crítico debe arrojar su
correspondiente consigna de lucha. La cuestión no es lamentarse de la pobreza,
degeneración y miseria que azotan a la sociedad, sino qué acciones políticas
proponemos para eliminarlas.
El otro órgano con que contamos para propagar es Deslinde. Es una revista que
ilustra, da información sobre problemas centrales de la política, la economía y la
situación internacional. Cumple una función que no la puede realizar el periódico.
Debemos velar porque ésta sea la revista teórica del Partido. Hasta ahora su
contenido es amplio, pues no responde a la exigencia de que todos sus artículos
contengan la línea exacta del Partido, ya que es desde sus origenes la revista de
Cedetrabajo. Pero Deslinde alumbra muchas cuestiones fundamentales que
precisamos saber para hacer la política. Y el tercer instrumento de difusión,
aunque en un ámbito más restringido, es Agricultura Tropical. Démosle
importancia a estas publicaciones. Es lo que tenemos y si ellas nos ofrecen la
única manera de difundir nuestra política, ¿por qué no las cuidamos para que sean
eficaces herramientas del trabajo político?
En el marco de utilizar todos los medios para propagar nuestra verdad, el aspecto
de la denuncia es sustancial. El MOIR tiene cientos de hechos y situaciones en
Colombia para denunciar todos los días. De material, pues, no estamos escasos,
salvo que nos volvamos cegatones en política. Nuestras denuncias deben ser
recias y contundentes Para ello debemos utilizar el lenguaje apropiado. Un
lenguaje que ya tenernos. No somos alocados miembros de la pequeña burguesía
dedicados a lanzar adjetivos sin ton ni son. Lo recio de la denuncia radica en que
realmente captemos la aberración reaccionaria o la inconsecuencia oportunista.
Es de anotar que, en cuanto a la reciedumbre de las expresiones, algunos
camaradas se quejan de la manera como calificarnos algunos errores o males
dentro del Partido, se lamentan de que no guardamos la compostura al usar
algunos adjetivos duros. Esos camaradas caen en una forma de liberalismo.
¿Quién ha hablado más fuerte que Marx, Lenin o Mao? Hablaron realmente fuerte,
a veces haciendo uso de palabras consideradas groseras, palabras no apropiadas
para clubes de señoras recatadas. Los camaradas no deben extrañarse ante
alguna palabra dura. Vamos a denunciar con fortaleza en Colombia.
Asumiendo que los organismos funcionen, se deben tener presente los dos
aspectos sustanciales: la democracia y el centralismo. A veces se insinúan por ahí
reparos al centralismo democrático o se pretende su negación. Cada vez que esto
surja, hay que salir a darle la batalla, pues implica una lucha interna indispensable.
En la reunión del Comité Ejecutivo de agosto pasado, como se consigna en el
informe respectivo, ya hablamos de este tema. Mas seguimos mostrando
deficiencias en cuanto a la democracia y al centralismo.
Dentro del Partido los militantes deben tener en cuenta dos métodos: utilizar la
crítica contra las posiciones e ideas incorrectas que surjan y utilizar la autocrítica
cuando hayan cometido errores. Crítica y autocrítica constituyen el arma única del
proletariado para resolver sus contradicciones internas. Pero no la utilizamos
eficazmente. La crítica debe adelantarse para que no pelechen posiciones
liberales y burguesas dentro del Partido. La autocrítica debe ser una costumbre de
todos los compañeros cuando cometan errores. Pero aquí nadie volvió a hablar de
autocrítica, ni a hacerla. Si no hay autocrítica entonces lo por presumir es que todo
mundo acierta en todos los casos. Pero no es que no haya errores, sino que no se
señalan autocríticamente. Se les prueba a algunos camaradas las barbaridades y
las equivocaciones políticas, y no tienen la honestidad de autocriticarse. Sin crítica
y autocrítica pelecha el oportunismo en el Partido y proliferan los charlatanes.
Es justo señalar que el Comité Ejecutivo les hizo una crítica a los compañeros que
forman parte del organismo nacional de ACEB por haber violado el centralismo
democrático al emitir un comunicado público sobre el pacto social. Y los
compañeros tuvieron el valor de autocriticarse. Ese es un buen ejemplo, un patrón
de conducta para todo el Partido. Ellos no perdieron entidad revolucionaria por
reconocer el error cometido. Hagamos un llamado a observar actitudes similares.
Por otro lado, reiteremos que todos los organismos deben funcionar, y funcionar
bien. Resolvamos este problema de una vez por todas a fin de que la política
pueda marchar. La reunión de los organismos es una necesidad objetiva, no
depende de que quienes los presiden gusten o no de convocarlos. Efectuar o no
reuniones de organismos no puede ser objeto de maniobras. Estas son materias
internas, démosles solución.
Lo que hasta ahora hemos hecho en este campo constituye un ejemplo para el
Partido. El camarada Santos ha fijado en el establo parlamentario las posiciones
que corresponden a los intereses de la clase obrera y el pueblo. Y ha ido a los
diferentes sectores de masas, prioritariamente a los sindicatos, a apoyar sus
luchas y explayar las denuncias. El trabajo parlamentario del MOIR es diferente al
de cualquier otro partido. Nos corresponde demostrar en Colombia cómo se
realiza una labor revolucionaria en las corporaciones públicas. Lo estamos
haciendo. Y, dada su importancia, estamos informando sobre las posiciones
tomadas en el Congreso a través de un boletín que enviamos regularmente a los
regionales. Anotemos que éstos deben difundir más ampliamente esa publicación,
pues allí se tratan problemas centrales del país y se transcriben nuestros
pronunciamientos sobre ellos. El boletín informa y orienta. Hay que lograr que la
mayoría del Partido lo conozca, no sólo los dirigentes. Y aprovechar la actividad
parlamentaria del camarada Santos para que siga estando presente en los
diversos frentes de masas.
La actual es una situación óptima para el crecimiento del MOIR. Es algo similar a
lo que pasa con las situaciones revolucionarias: si se deja pasar su momento,
pueden transcurrir décadas y décadas para que se vuelvan a presentar.
Enfrentamos grandes desafíos. Voy a señalar las tareas concretas que tenemos al
frente, ya que todo lo que hoy hemos expuesto se debe llevar a la práctica y ha de
manifestarse en la forma como abordemos los conflictos en que estamos
inmersos.
Todos los sindicatos deben pronunciarse sobre el contenido de la lucha que libra
la USO y acompañarla. Propongámonos cambiar el repugnante estilo, fruto de, la
influencia de enemigos de las causas obreras, de considerar cada sindicato como
un compartimiento extraño a los otros sindicatos. El combate en defensa de
Ecopetrol es un combate de todos los sindicatos, de todos los colombianos. Tal
como está planteado, este combate es decisivo para los intereses nacionales. En
la USO, junto al MOIR, confluyen otras fuerzas. Necesitarnos respaldar las
posiciones de la USO para reforzar las posiciones del MOIR.
Por lo demás, las noticias que ellos publican sobre estas conversaciones y, en
general, sobre nosotros o nuestras políticas, deben corroborarse a través de la
información que suministren los organismos del MOIR. Nos evitaremos así
discusiones vanas.
CONCLUSIONES
En los conflictos que he mencionado, que son los del futuro inmediato, el Partido
se va a poner a prueba. Todos ellos hacen parte de la lucha de clase contra el
imperialismo. Recordemos la referencia de Marx: Aquí está Rodas, salta aquí.
Reunimos las dos condiciones para cumplir con éxito la tarea: la posición correcta
y la combatividad indeclinable. Un aspecto central de estos conflictos es que ya
hay lucha, manifestaciones de que nuestro pueblo no! acepta la política imperial.
De hecho, lo que hemos llamado Resistencia Civil se ha venido concretando. Es
natural que la resistencia surja primero en estos sectores, por ser los más
apetecidos por el imperialismo y por los cuatro o cinco grupos financieros que
dominan este país. Asiste la razón a Mosquera al decir que la pelea de los
trabajadores ante esta situación va a acompañar el paso de un milenio a otro.
La lucha obrera se pondrá cada vez más al orden del día. Por eso todo lo que
hemos expresado hoy aquí, la necesidad de preservar y reafirmar nuestra
ideología, afinar nuestro estilo de trabajo y corregir errores, tiene como objetivo
que este Partido libre con madurez, eficacia y tenacidad las batallas. Sabemos
que hacerlo así redundará en su fortalecimiento organizativo, aunque no es esto lo
que buscamos prioritariamente. Eso viene de contera si combatimos bien. Los
criterios y directrices formulados hoy se consolidarán en medio de la participación
del MOIR en los combates que se avecinan. La primera consideración que
obtendrá plena vigencia es que éstas son tareas para comunistas, luchas a las
que estamos llamados. Camaradas: nuestro firme propósito es ganarnos la
dirección de la revolución en Colombia. Y para ello necesitamos fuerza, la que
sólo adquiriremos participando en estas luchas. Para lograr sus objetivos, nuestro
destacamento partidario ha de estar compacto en lo ideológico y en lo político.
Quiero reafirmar lo que he expuesto en algunas reuniones regionales: somos una
minoría -como lo es siempre toda vanguardia-, somos el equipo de cuadros más
capaz que hay en Colombia y tenernos una verdad, las ideas de Francisco
Mosquera. Con este equipo y con estas ideas, la revolución de Colombia está en
nuestras manos. Ése es nuestro destino, llevarla a cabo.