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CONFERENCIA NACIONAL OBRERA

Héctor Valencia H.; secretario general del MOIR

Ediciones Tribuna Roja, Bogotá, abril de 1996

Camaradas:

Esta es una Conferencia del frente obrero del Partido, convocada por el Comité
Ejecutivo Central para presentar los criterios fundamentales de la política del
MOIR en la actual etapa. La presiden los miembros del Comité Ejecutivo y el
camarada Jorge Santos. El orden del día está constituido por la presentación del
informe y su consiguiente discusi6n. La hemos iniciado guardando un minuto de
silencio en homenaje a nuestro desaparecido líder Francisco Mosquera y hemos
cantado La Internacional.

La presencia en esta reunión de camaradas procedentes de los cuatro puntos


cardinales del país es un hecho que indica el desarrollo del MOIR. Que ellos sean
del frente obrero es aún más significativo: aquí se encuentra presente el corazón
del Partido.

Lo que se va a tratar en el siguiente informe parte de una base y sobre ella se


hace especial hincapié: el carácter comunista de nuestra organización partidaria.
En lo escrito por el camarada Mosquera existen dos artículos, uno que abre y otro
que cierra su vida politica. El primero se titula Hagamos del MOEC un partido
marxista-leninista, encuadrado dentro de la concepción comunista del mundo. Y el
último, Hagamos de la campaña un cursillo que eduque a las masas, versa sobre
la educación que ha de impartirse al pueblo. El contenido de ambos textos
fundamenta lo que vamos a desarrollar en la Conferencia.

Dos hechos caracterizan la situación actual de nuestro Partido. Primero, la


ausencia del camarada Mosquera y, segundo, la embestida del imperialismo en
una forma que no conoce precedentes. El Partido debe asumir entonces, sin su
jefe, la consolidación de su ideología, su política y su táctica, para enfrentarse a un
enemigo como no lo ha visto jamás la historia. Ante el problema nuevo que
plantea este hecho, ¿Qué papel le corresponde jugar al MOIR? ¿Cuál es nuestra
situación interna, con qué contamos, qué solidez organizativa tenemos, qué nivel
de conocimiento teórico, cuánta firmeza ideológica?

Cuando el Comité Ejecutivo examinó estos interrogantes, sacó una conclusión:


dentro del Partido, son los cuadros y militantes del sector obrero quienes pueden
solucionar problemas de tal envergadura. El mayor número de cuadros
destacados del Partido se encuentra en ese frente, como resultado de décadas de
batallar bajo la dirección de Mosquera. Lo confirma la calidad y cantidad de
quienes asisten a la presente reunión. Estamos convencidos de que el equipo
político de clase reunido hoy aquí puede y debe garantizar la revolución en
Colombia. , Ahora bien, lo que a continuación vamos a exponer es la política para
todo el Partido, que ha de ser impulsada desde el sector obrero. Los criterios que
de aquí salgan regirán para el resto de frentes.

EL ENEMIGO PRINCIPAL ES EL IMPERIALISMO

Al analizar la situación mundial, aparece una superpotencia que ha logrado


consolidar su hegemonía en el planeta, el imperialismo norteamericano. Resuelto
el litigio que mantenía con la extinta Unión Soviética, Estados Unidos se convierte
en el supremo dominador de pueblos y naciones. No obstante, es una
superpotencia en forcejeo con otras potencias, con naciones que le oponen
resistencia y principalmente, en forcejeo permanente con los pueblos del mundo.
Presenta además contradicciones internas, las propias del capitalismo, de las
cuales no puede deshacerse. Por su naturaleza, está llamada históricamente a ir
en declive, y ahora mismo vive ese proceso. Debido a esa situación, a las
contradicciones internas y a los retos externos que ha de afrontar, este
imperialismo agudiza su empresa de expoliación e intenta una nueva colonización
del mundo. Y lo hace en una forma cada vez más intensa y bárbara.

Las naciones de América Latina, situadas en el patio trasero del imperio, son las
que se hallan más a mano para la recolonización. Su toma puede ser más
expedita. Estados Unidos busca fortalecerse en el continente con el fin de
enfrentarse a sus enemigos en mejores condiciones y se empeña en saquear a
estos países para atenuar sus problemas económicos intemos. De suerte que, en
la perspectiva de la batalla de los pueblos contra el imperialismo, los de América
Latina están en la primera línea del fuego.

Observamos en la actualidad dos características del poderío norteamericano. La


primera, el volumen y la calidad destructiva de su armamento. En este aspecto no
tropieza con rival alguno. Al examinar la política de opresión de las naciones
siempre se deben tener en cuenta los elementos de destrucción corno recurso
propio del imperialismo. No sólo por la utilización que éste les ha dado en los
últimos años, sino porque, acosado, puede utilizarlos con intensidad todavía
mayor. Y la segunda, el enorme desarrollo de las fuerzas productivas que trae
consigo este imperialismo.

Mirado históricamente, es un avance vertiginoso que, en lo que respecta a la


ciencia y la tecnología, ha alcanzado en las últimas décadas ritmos sin
precedentes. Aquí el aspecto que nos interesa subrayar es que en manos del
imperialismo ese enorme adelanto sirve como arma de dominio. Los progresos en
comunicaciones y cibernética, por ejemplo, los ha puesto directamente al servicio
de su dominación económica, política, militar e ideológica. Un mundo así, signado
con estas dos características, nunca le había tocado vivirlo al proletariado.

Nunca hemos enfrentado una época semejante, lo cual entraña aspectos nuevos,
cardinales, que debemos evaluar a cabalidad para adoptar frente a ellos una
actitud correcta. Marx afirmaba: todo desarrollo de las fuerzas productivas trae
consigo nuevas divisiones del trabajo. Siempre ha sido así. Pero lo que aparece
hoy constituye, tanto por la calidad del desarrollo como por la escala de la división,
una novísima forma de la división internacional del trabajo. Se realiza ahora entre
naciones lo que antes se operaba dentro de cada país. Ya el fenómeno es de
naciones enteras especializadas, no de simples especializaciones dentro de la
producción fabril nacional. Esto da lugar a que, bajo un mismo poder imperial, a
las naciones se, les asignen diferentes ramas y aspectos de la producción, lo cual
hace parte de la recolonización imperialista.

El mencionado desarrollo de las fuerzas productivas es utilizado plenamente aun


en el mismo dominio del capital financiero que acompaña al imperialismo. Ya
cuentan con tremendos avances en las comunicaciones y también con la
informática suficiente para unir los distintos centros financieros. En esencia se
trata de una política actual del imperialismo: enlazar, las diversas bolsas de
valores, los mercados de capital, para conectarlos a los grandes centros
financieros. Se monta así una especie de bingo planetario en donde los linces de
las finanzas juegan con la economía mundial especulan y maniobran, manejan y
modifican los valores y los precios, muñequean todo el sistema monetario mundial.
Dicen con ostentosidad: ¡poseemos la tecnología suficiente para que nuestro
capital financiero consiga controlar los capitales en cualquier parte de la tierra!
Buscan un dominio económico supeditado al sector más parasitario, que es el
financiero, y cuentan con las armas necesarias para respaldarlo.

LA CLASE OBRERA ES EL RIVAL QUE VENCERÁ AL IMPERIALISMO

Éste es el enemigo que tienen ante sí los pueblos y, en particular, la clase obrera.
La cuestión clave es quién puede enfrentarlo y cómo, pues un enemigo de esta
envergadura requiere un rival con la capacidad necesaria para vencerlo, un rival
de determinada calidad. Por su naturaleza, por lo que revela la actual situación de
lucha de clases en el planeta, sólo el proletariado es el rival capaz de hacerlo.

La contradicción de nuestra época entre el trabajo y el capital, entre la burguesía y


el proletariado, contradicción básica toma formas particulares. ¿Cómo va a
enfrentar el proletariado mundial a este imperialismo? He aquí una pregunta que
nos pertenece y que debernos responder. Empecemos por indagar cómo se
encuentra la clase obrera tanto en Colombia como en el mundo, pues hacemos
parte de ella y somos uno de sus destacamentos de vanguardia. La respuesta a
tan urgente interrogante la hemos venido dando. Está sintetizada en los escritos
de Francisco Mosquera. Y es preciso continuar respondiendo.

¿Cuál es la situación de la clase obrera? A lo largo del presente siglo, el


proletariado conquistó el poder en algunos países. Luego de haber realizado en
Rusia la Revolución Bolchevique, desencadenó sucesivas tomas del Poder, entre
las cuales se destaca la sucedida en China en 1949. Esto lo conocemos todos.
Pero luego de ingentes luchas, en esos dos países y en otros, el poder se perdió.
De allí que hoy día el imperialismo, aprovechando tales incidentes históricos
intente hacer creer que la ideología que fundamentó y guió esas batallas está
muerta, o en desuso. Sentencia bastamente: "El marxismo murió, las propuestas
del proletariado para el desarrollo económico y político de la sociedad han
probado ser un fracaso". Y eso nos lo tratan de enrostrar en el mundo entero.
Agregan: "Ustedes, obreros, tuvieron una oportunidad, ya ensayaron y lo que vino
fue la bancarrota. Por el contrario, lo que se mantiene válido y verdadero es lo
burgués y el capitalismo". Hasta tratan de negar nuestra existencia como clase. Y
si de pronto admiten que existimos, se cuidan de negar en seguida el destino
histórico de nuestra lucha de clase, pues juzgan que librarla es asunto vano. Tales
son los enunciados que sirven de base a las elucubraciones y propaganda
reaccionaria de la burguesía, y que de hecho ambientan la actual campaña
imperialista de dominación global.

LA LUCHA IDEOLÓGICA, CLAVE EN LA LUCHA DE CLASES

Hay aquí un ataque ideológico de fondo inherente a la embestida de


recolonización en el planeta y, particularmente, a la que soportan América Latina y
Colombia. Aún más, ese ataque ha preparado la presente embestida. Desde hace
ya muchos años los pueblos, y en particular los obreros, reciben, escuchan y ven
en miles de formas todos esos ataques en el terreno ideológico. ¿Será que a la
clase obrera no la alcanza a tocar la ideología del enemigo? ¿Será que en un
Partido como el nuestro, atravesado por la lucha de clases, no hace presencia esa
ideología? Cuando aparecen entre nosotros posiciones burguesas y
pequeñoburguesas, ¿no obedece a la misma embestida imperialista?

El proletariado perdió el poder político en diversas naciones y, en cada una de


ellas, antes de que esto sucediera, se había perdido la batalla por preservar su
ideología de clase. La experiencia señala que las filas de los partidos comunistas
se inficionaron con ideas burguesas, que la pequeña burguesía pelechó dentro de
los destacamentos proletarios. Como decía Mao: el revisionismo es la presencia
de las ideas burguesas dentro de la clase obrera. Si analizarnos lo que les ocurrió
a los destacamentos de nuestra clase en esos países, esa observación es la
primera enseñanza. Se aflojó la vigilancia ideológica y se olvidó que la lucha de
clases proseguía, aún más aguda, después de la toma revolucionaria del poder.
Mao llamó constantemente la atención sobre este problema. Una vez llega la clase
obrera al poder, la lucha continúa, pues siguen existiendo clases enemigas que
quieren restaurar lo reaccionario. Ante esto lo único correcto es librar una lucha
interna. La batalla de los maoístas dentro del Partido Comunista de China y en el
país entero se inició desde el mismo momento en que llegaron al poder. Jamás
halló una tregua la dirección revolucionaria del Partido. La Revolución Cultural
Proletaria, en los años sesenta, no brota espontáneamente; hace parte de esa lid
prolongada, su contenido, la continuación de la revolución, llevaba lustros de
discusión, largos lustros de lucha de clases. Más preciso aún: cuando arribaron al
poder los comunistas chinos, lo hicieron combatiendo contra las ideas de
burgueses infiltrados en sus filas, los que posteriormente Mao llamaría "seguidores
del camino capitalista".

¿Qué deben hacer los partidos comunistas ante tan aleccionadora experiencia? Si
hay alguna enseñanza importante en el siglo XX es la que ella arroja: saber que el
proletariado pierde el poder si deja que su ideología se resquebraje y, con ella, sus
posiciones políticas de clase. Ahora bien, esa pérdida parece ser la gran tragedia.
Pero no, aun cuando es una cuestión negativa, mirada históricamente es un
traspiés, no una tragedia. Ante lo nefasto de estos acontecimientos hay sectores
obreros tocados con pesimismo. A ellos basta recordarles lo que con profundidad
señalaba Mao: el pesimismo es un error político. Comprender este aserto guarda
íntima relación con el enfoque histórico de la lucha de clases; no se trata de
endulzar los reveses y las derrotas, ni de quitarles su valor negativo, sino de
situarlos en la perspectiva histórica de la lucha de clases para saber a qué
corresponden. Hacerlo así es vital para la conservación de nuestra ideología.
Camarada que en política no posea un enfoque histórico de clase, no tendrá cómo
entender estos problemas y se plagará de confusiones.

EL PAPEL DEL MOIR Y LOS "ASALTOS AL CIELO"

Hace casi siglo y medio que Marx hablaba de los diferentes problemas e
incidencias que han de afrontar las revoluciones proletarias. Decía que éstas se
autocritican constantemente; se interrumpen en su marcha; cuando creen haber
terminado algo, vuelven a comenzarlo. Se burlan concienzuda y cruelmente de
sus propias inconsistencias y mezquindades, de lo pequeño de sus conquistas.
Pareciera que derriban a su enemigo únicamente para que al poco tiempo éste no
sólo se levante sino que luzca aún más poderoso. Esas revoluciones se aterran
ante lo grandioso de sus fines. Se trata de un proceso de altibajos y el
proletariado, entendiéndolo, es capaz de someterlo a crítica, de señalar sus
falencias, de reírse de sus propias niñerías políticas. Vamos a aprender de estas
revoluciones y de sus altibajos, pues llegará el día en que, como agrega Marx, ya
no tendrán vuelta atrás, un momento en que el proletariado librará en pleno su
lucha y consolidará su poder. Hacia ese momento marchamos con toda nuestra
carga de fracasos y éxitos históricos, plenamente inspirados en los versos de La
Internacional que acabamos de cantar.

A propósito, Mao Tsetung decía que en el Partido Comunista sé entonaba La


Intemacional, pero que había un sector que no se atenía a lo que estaba
cantando. Esto no debe ocurrir en el MOIR. Nuestra clase va hacia más firmes
tomas del poder político. La historia de las revoluciones proletarias está llena de
hazañas. Son diferentes "asaltos al cielo", desde la Comuna de París hasta hoy:
batallas gloriosas.

En lo que corresponde al MOIR, hemos librado combates correctos, ejemplares,


en los que hemos puesto a prueba nuestras, posiciones revolucionarias. Pero
tanto para el proletariado mundial como para nosotros aquí, lo realizado es apenas
una preparación con miras a las tareas aún más complejas que hemos de
acometer. ¡Cómo no alegrarse al repasar las lides de los obreros en todo el
mundo, o de mirar en este mismo escenario a un conjunto de cuadros que
encarnan las múltiples batallas que el MOIR ha librado en Colombia, cuadros
inmersos en el proceso de la lucha! Pero junto a esa alegría, camaradas, guarda
validez plena -y por eso estamos celebrando esta reunión- la referencia de Marx a
la fábula de aquel hombre que afirmaba ante una multitud haber dado un gran
salto en la isla de Rodas. La gente que lo escuchaba le dijo: Rodas es aquí, salte
aquí, baile aquí, Hoy es al proletariado al que le toca saltar en el mundo y al MOIR
al que le toca bailar aquí. No basta lo bueno que hasta ahora se haya hecho. Lo
mejor y más grande está aún por delante. ¿Qué condiciones debemos reunir para
hacerlo realidad? Es lo que vamos a analizar en seguida en esta Conferencia.

Desde el punto de vista del Partido, la mayoría de los cuadros podemos


consideramos veteranos. Pero advertía Lenin, sin pretender desconocer los
méritos de los aquí presentes, que resulta ridículo sentirse veterano en política.
Existen camaradas que piensan que ya han hecho mucho por la revolución y que
acumulan grandes conocimientos. Esa actitud es incorrecta. Una cosa es apreciar
en su justa medida lo adquirido en medio de la lucha y otra distinta convertirlo, por
una concepción errónea, en un factor de autosuficiencia, paralizante.

Si se entiende el problema, lo primero que debe consolidar el MOIR -para


recuperar lo perdido, para retomar lo embolatado- es su posición ideológica.
Creemos que una gran proporción de las fallas y debilidades que tenemos
obedece a un aflojamiento de la cuestión ideológica. ¿Cómo está planteado el
problema? Estamos ante una embestida sin precedentes del imperialismo en la
esfera de la ideología. El enemigo aprovecha los reveses de la revolución mundial
como arma ideológica, con la pretensión de aniquilar las ideas del proletariado.
Este embate lo vivimos a diario en mil formas, y si no contamos con solidez
ideológica para rechazado, no habrá batalla que podamos ganar. Hemos llamado
a que los militantes estudien. Nos asiste una ideología que en el plano universal
corresponde a la ciencia del marxismo, del leninismo y el maoismo, y ahora
contamos con las ideas de Francisco Mosquera. Son armas suficientes. El
problema es si las asimos o no.

EL LEGADO FUNDAMENTAL DE MOSQUERA ES SU POSICIÓN DE CLASE

¿Qué debemos tomar de Marx, de Lenin, de Mao, de Mosquera? Su posición.


Primero, la ideológica. Los textos de estudio en la campaña de educación que
estamos emprendiendo son básicamente los escritos del camarada Mosquera.
¿Qué es lo que vamos a tomar de él? Esto tiene dos aspectos. Primero, por lo
reciente de su desaparición, hay pautas políticas suyas que todavía guardan plena
validez y cuya vigencia se prolongará durante un tiempo. Segundo, su posición
político-ideológica. Es el aspecto principal y lo perdurable. El camarada Mosquera
ya no nos brindará respuestas para los pasos tácticos concretos de nuestra lucha;
eso lo tendremos que solucionar nosotros. Pero nos seguirá dando la posición. La
que guía esta Conferencia.

En el discurso pronunciado en los fimerales del camarada Mosquera, expresé que


se había muerto un comunista. No era un vano elogio ni una lisonja ante la tumba.
Era el testimonio ante su realidad ideológica y política.
Sus herederos serán quienes asimilen su posición de clase. No es cuestión de
charlatanería, no es mera hablada, ya que será sólo en la lucha práctica donde los
herederos probarán que tienen esa posición. Mejor dicho, es únicamente con su
práctica revolucionaria como los militantes y cuadros se ganarán el título de
herederos de Francisco Mosquera; este honor nadie puede concederselo a priori,
hay que conquistarlo. Afirmar las auténticas posiciones mosqueristas implica una
lucha dentro del Partido.

Respecto a si asimos y continuamos el legado del camarada Mosquera, el Partido


debe acoger el criterio que, por la negativa, cabe sacar del personaje de Borges
que se autocalificaba diciendo: "Somos boca y atropellada no más". Los
verdaderos moiristas no pueden tener ese carácter. Mosquera exige que se le
considere seriamente -en primera instancia su posición de clase-, si es que se
quiere seguir su legado.

COMBATIR PRIMORDIALMENTE AL IMPERIALISMO PARA ACERTAR EN LA


TÁCTICA

La presente batalla contra el imperialismo le plantea unos desafíos concretos al


Partido, cuya comprensión hace parte de lo que el marxismo denomina conciencia
de clase. Lo primero que ha de entenderse es el criterio expuesto por el camarada
Mosquera: "La táctica marxista no se circunscribe, para delinear sus derroteros, a
las peculiaridades, a las características del país respectivo, ni siquiera de un grupo
de países, sino que ha de sopesar la situación mundial en su conjunto, medir la
distribución de fuerzas que opera periódicamente a la más amplia escala y percibir
el sello y el rumbo de la época de que se trate". Cualquier paso táctico del MOIR
en Colombia ha de tomar como punto de partida el conjunto de la correlación de
fuerzas en el mundo. Someter al análisis la lucha de clases en el plano
internacional a fin de poder determinar qué pasos dar en la nación. Algunos
camaradas creen que lo internacional es una cuestión alejada de la política
concreta nuestra. El hecho es que se derrumbó la Unión Soviética, el hecho es
que hay un imperialismo con supremacía. Ese haz de hechos incide en nuestra
situación política y crea el marco general para nuestra actividad.

La dominación imperialista ha adoptado diversas formas en el país. En estos


tiempos, la de la apertura. Presumo, por el nivel político de esta reunión, que todos
los compañeros han asimilado los análisis del Partido y la síntesis del camarada
Mosquera sobre el tema. La forma que toma hoy la política imperialista de
apertura es la política del Salto Social. En la situación nacional presenciarnos a un
gobierno, el de Samper, que sigue fielmente los dictámenes del imperialismo para
la dominación, y a unas clases sociales afectadas gravemente por esa política: en
primera instancia las clases populares, la clase obrera, la pequeña burguesía y
también la burguesía nacional. Estas clases tienen contradicciones con el
imperialismo y por lo tanto son las llamadas a aglutinarse y conformar un frente
contra el sojuzgamiento imperialista. De esta apreciación deducimos nuestra
táctica: en nombre de la clase obrera buscaremos aliados en esas clases a fin de
llevarlas a posiciones antimperialistas, aglutinaremos todo lo aglutinable en contra
del imperialismo. Aún más: si la contradicción con el imperialismo conduce a que
otros segmentos de clase, hasta ahora no propiamente caracterizados como
patrióticos y democráticos, asuman una actitud de defensa de los intereses
nacionales, nos uniremos con ellos, sean los que sean.

Dicha táctica implica labores políticas que permitan determinar quiénes son los
amigos y quiénes los enemigos. Exige examinar las manifestaciones de las
diferentes clases para tratar de acercarlas a una posición contra el imperialismo y
contra Samper. Con esa táctica como eje revolucionario, adelantaremos todos los
pasos, conversaciones y acuerdos que sean necesarios. Algo sabemos de política
de alianzas. Nuestro desarrollo ha estado tan acompañado de alianzas, que sin
ellas no se entiende el MOIR

Existe un problema: si bien esas clases tienen condiciones económicas y políticas


que las convierten en objeto del llamado a la amplia lucha antimperialista, también
muestran vacilaciones. Y éstas se reflejan en las agrupaciones que las
representan. Lo único firme o lo más firme está en la clase obrera y, sin embargo
existen enemigos incrustados dentro de nuestra clase, como también
organizaciones que, aun cuando lo simulen, no responden a los intereses del
proletariado. Si miramos los hechos, de todas las organizaciones políticas que en
una u otra forma representan a esas diversas clases populares, la única firme en
la posición antimperialista es el MOIR. De allí que el trabajo con ellas, con sus
expresiones políticas, debe partir de un presupuesto: que nuestras posiciones
tengan inquebrantable firmeza, empezando por las posiciones ideológicas. Tratar
con clases y organizaciones vacilantes, llevarlas hacia un objetivo revolucionario,
precisa de una condición ineludible: que quien las trate no vacile. Cuestión tanto
más necesaria ante el problema que nos plantea el hecho de que la política de
Samper goza de alguna influencia en las filas obreras. La única fuerza sindical que
ha logrado mantener una actitud consecuente y firme es la que se halla al lado del
MOIR.

Característica central de la apertura y el Salto Social, como políticas al servicio,


del imperialismo, es que apuntan a un blanco preferido: el proletariado. De allí que
Samper ponga énfasis en el pacto social, pues el meollo de toda la dominación
imperialista radica en el recorte o supresión de las reivindicaciones obreras. Lo
que se apetece es una mayor plusvalía del trabajo. Debe recordarse que las
ganancias de miles de millones de dólares que se registran en las bolsas, de
Nueva York salen de la plusvalía. El problema de los salarios, es decir, de cómo
pagan menos, o mejor, de cómo roban más, es fundamental para la explotación
imperialista y es con ese propósito en la mente como quieren barrer con las
organizaciones sindicales. Así se explica la proliferación de leyes, decretos y
disposiciones dirigidos a desconocer derechos conquistados por los trabajadores,
a debilitar sus organizaciones y a suprimir sus posibilidades de lucha. Como en el
vórtice de la dominación se encuentran los asalariados, la táctica del imperialismo
es la de enfrentarse en forma directa, inmediata, con el proletariado. La
contradicción, en lo económico, aquí y en todo mundo, se expresa en explotar
cada vez más a la clase obrera, y para ello se intenta arrasar con todas sus
conquistas, pues el imperialismo sabe que allí, en los destacamentos obreros, es
donde reside su más firme y segura contra.

El problema que afrontamos se ha vuelto entonces universal: son los obreros de


todo el mundo el blanco preferido de la dominación imperialista. Ya el camarada
Mosquera señalaba que ante un enemigo común, surgía una lucha común y un
lenguaje común. Los moiristas han de entender que están inmersos en la lucha de
clases en el plano internacional. Estamos hablando en nombre de la clase obrera
de todo el mundo. Afirmarlo no es caer en el autobombo, sino reconocer el aporte
que nos corresponde, y ello exige mantenernos al tanto de los acontecimientos en
todas las latitudes, estudiarlos y analizarlos. Algunos camaradas preguntan si nos
ha llegado información sobre la existencia de otros partidos como el nuestro o que
presenten semejanzas políticas con nosotros. No los conocemos, pero eso no
quiere decir que no existan. Lo que sí podemos afirmar es que si no los hay, se
están gestando.

Ya no tenemos la esclarecedora ayuda político-ideológica de Mao Tsetung. En él


tenía el proletariado mundial una garantía por sus criterios orientadores de clase.
Ahora se nos plantea una seria tarea: la de darle pautas al proletariado. Al
respecto quiero expresar una opinión. La obra del camarada Mosquera parte de la
comprensión de esta necesidad. No esperemos a que los criterios y análisis
provengan de otras partes; produzcámoslos nosotros mismos en el seno de este
Partido. Los cuadros del MOIR, en particular los del Frente Obrero, ¿están
asumiendo de verdad esta tarea? ¿comprenden o no su necesidad? Los cuadros
moiristas deben asumir la una y comprender la otra, a fin de trazar criterios de
lucha para nuestra clase en todo el mundo, no sólo en Colombia. Es un reto.
Tenemos bases para encararlo. Tenemos el pensamiento de Mosquera.
¡Aprovechemos esas bases y ese pensamiento para comenzar a dar las
respuestas eficaces que exige el proletariado!

CONTRA SAMPER

Con Samper tenemos una pelea que se ha centrado en el pacto social, meollo del
Salto Social. Abrimos una primera confrontación respecto a la firma del pacto, ya
que hacerlo equivale al colaboracionismo con la política imperialista y a la
conciliación de clases con la burguesía en Colombia. Adoptamos una táctica para
ese caso concreto y la aplicamos en el movimiento obrero sin timideces ni
temeridades. Consistió en una labor de aglutinar fuerzas alrededor de nuestra
posición, una labor paciente para explicarles lo correcto de esa línea. El primer
escenario fue la CGTD. Existe allí una pluralidad de posiciones políticas y,
obviamente, ideológicas, que precisaba un análisis persuasivo sobre el contenido
del pacto social. Nuestra labor contribuyó a que la CGTD se convirtiera en la
organización sindical que abanderó la contienda contra esa política samperista. La
importancia de este resultado resalta si lo miramos desde otro ángulo: si no
hubiéramos aplicado una táctica correcta y la CGTD hubiera terminado firmando el
pacto, esto habría sido un golpe de dañina contundencia, asestado al movimiento
obrero. En esa firma se condensaba el problema de la lucha de clases en la hora
actual. No era una cuestión formal. Lo que estaba involucrado allí era si el
movimiento obrero organizado. se entregaba, mansamente a Samper y al
imperialismo. Logramos que la CGTD y la mitad de la CUT asumieran una
posición de rechazo. Y lograrlo no fue sencillo. Los camaradas que vivieron ese
proceso de aplicación de la táctica correcta saben que no es fácil. Se necesita
posición política correcta, se requiere método de persuasión, propaganda, y
también paciencia y flexibilidad en el trato, todo con miras a poner en juego lo
positivo de los aliados y amigos. Pero de ello no cabe deducir que lo méritos han
de abonársele solamente al MOIR. En primera instancia es de quienes adoptaron
la posición de rechazo. Lo que subrayamos es que el MOIR aplicó una táctica que
permitió afirmar una posición política latente en los aliados, una táctica que recoge
los criterios siempre esgrimidos por nosotros respecto a las alianzas y que puede
resumirse así: dado que entre los potenciales aliados existen condiciones
económicas, sociales y políticas para que sean consecuentes, nosotros
trabajamos sobre esas condiciones para que entre ellos predominen las
posiciones correctas. Es una brega que siempre debemos emprender.

Desde agosto pasado, en los días posteriores a la muerte del camarada


Mosquera, el Comité Ejecutivo Central fijó criterios para todo el Partido: oposición
radical a Samper y a su política. El énfasis se puso en que fuese radical, es decir,
revolucionaria, de raíz. No es oposición liberal, ni rebuscando entre los matices
buenos y malos de Samper. Es oposición a todo lo largo y lo ancho de la política
samperista. Por lo que se ha visto durante los siete meses del nuevo gobierno, tal
oposición sólo la adelanta el MOIR. Lo prioritario es consolidarla. Lo segundo es
responder al interrogante: ¿cómo aglutinamos gente en tomo a ella? Debemos
recoger nuestras más preciosas experiencias, recurrir a nuestros mejores métodos
y tratar los asuntos con la más alta flexibilidad.

Únicamente quien es radical en las posiciones de clase que adopta puede


demostrar la mayor flexibilidad en el tratamiento de los aliados. La flexibilidad no
es hacer gala de buena conducta, ni es virtud atinente a la urbanidad, sino una
cualidad que parte de comprender la situación política. No responde al mero
deseo subjetivo de ser amables y mostrar buenas maneras, sino a la necesidad de
sacar avante con métodos adecuados la política que sostenemos con firmeza. Y
esto no se puede volver al revés. Existen compañeros que no son muy firmes en
la posición política, pero sí muy radicales en el método. El Partido ya atesora
alguna experiencia para saber distinguir a quienes se esfuerzan por enmascarar
posiciones blandengues tras manifestaciones de radicalismo en el método.
Contrarrestamos un intento en tal sentido cuando nos correspondió enfrentar la
primera arremetida de Samper con su pacto social, al que nosotros no adherimos.
Y vamos a seguir haciéndolo cuando pongamos nuestras fuerzas, los sindicatos
que orientamos, en pugna contra un pacto que el gobierno y quienes lo firmaron
tratarán de aplicar para hacer que la clase obrera caiga en el garlito de la
conciliación de clase.

LA POLÍTICA MOIRISTA DEBE TENER PRIMACIA EN LOS SINDICATOS


La última consideración nos hace arribar a un problema que podemos definir
preguntando: ¿cómo están las fuerzas del Partido en los sindicatos? ¿qué
tenemos para librar esta batalla? ¿cómo se realiza en concreto nuestro trabajo
obrero? Quizás la primera pregunta sea: ¿estarnos convirtiendo los
destacamentos sindicales en armas afiladas contra Samper y el imperialismo, o
no? Para dar respuesta a estos interrogantes me propongo considerar inicialmente
algunas cuestiones aparecidas en el Partido.

Los miembros del Partido en el frente obrero son comunistas que hacen un trabajo
especializado, el sindical. Su actividad es centralmente política, ya que el trabajo
sindical es una forma o una parte de su trabajo político. Pero no pocas veces este
criterio se olvida, se desprecia o se descuida. Y cuando los cuadros y militantes se
ocupan de lo sindical divorciándolo de lo político, aparecen más como sindicalistas
que como revolucionarios. Allí donde surjan estas manifestaciones hemos de
hacer rectificaciones. En el Informe del Comité Ejecutivo Central de agosto pasado
se dijo que los organismos del Partido presentes en los sindicatos debían
funcionar, pues son organismos de dirección. Se expresó que había muestras de
liberalismo en lo organizativo; entre ellas, confundir las reuniones de las juntas
directivas con las de los organismos del Partido. ¿A qué obedece esta confusión?
Hay una respuesta inicial: la vida y la mente de algunos compañeros están
ocupadas principalmente por lo sindical. La política queda relegada. Sólo andan
en labores gremiales. Aun presumiendo que ellas sean correctas, el error surge de
suplantar la política o de hacerla depender de las cuestiones sindicales. Esto
recibe un nombre: gremialismo. Si éste, con todos sus vicios, nos invade, si
prolifera entre nosotros, ¿estaremos en capacidad de enfrentar a Samper y al
imperialismo?

Si éste, con todos sus vicios, nos invade, si prolifera entre nosotros, ¿estaremos
en capacidad de enfrentar a Samper y al imperialismo? Si eso ocurre, las
organizaciones sindicales tendrán sólo la consistencia de la gelatina en la lucha de
clases. Y los miembros de los sindicatos, sean del Partido o no, sometidos a esa
práctica gremialista y tomándola como ejemplo, ¿qué clase de trabajadores,
activistas y dirigentes, o revolucionarios, van a ser? Aquí cabe una pregunta: ¿cuál
es la misión de cada uno de ustedes en los sindicatos y, en general, entre la clase
obrera? Y retoña una respuesta: ser dirigentes ideológicos del proletariado. Ésa es
la posición leninista sobre el problema. Mosquera lo expresaba con una frase:
"Debemos sobrepasar las fronteras de los ajetreos sindicales y poner los afanes
ingentes de nuestra lucha a favor de la emancipación de los desposeidos".

La esencia del problema es que si no se sobrepasan los ajetreos sindicales, se


desgrana una serie de anomalías en el funcionamiento del Partido. Contra las
manifestaciones de gremialismo debemos hacer que la política informe toda la
actividad sindical, debemos crecer y ganar militancia en el movimiento obrero.
Esto último lo venimos reiterando desde la Conferencia de Villeta; sin embargo no
crecemos lo suficiente o, simplemente, no crecernos. ¿Por qué sucede eso?
Porque la política de construcción partidaria no está al mando y porque no hay
preocupación ante el problema, lo cual se hace evidente cuando se libran batallas
y a los activistas que participan en ellas no se les crean canales para que
engrosen las filas del Partido. Parece que la cuestión se dejara a nivel sindical,
pero lo más seguro es que ni siquiera a ese nivel se aprovecha. Sea como sea, lo
cierto es que el Partido no crece, cuando la política, y más en este momento,
requieren fuerza.

Como rnencioné al inicio, un aspecto importante de esta reunión es el buen


número de cuadros del frente obrero. Pero si avistamos las tareas que nos
esperan, el déficit de cuadros y militantes es protuberante. No contamos con
sangre nueva en los destacamentos obreros. Ésta es una cuestión crucial: si no
tenemos precisamente allí en esos destacamentos la cantidad suficiente de
militantes, ¿cómo librar las batallas que se avecinan? Serio es este problema. El
rumbo político del Partido tiene su garantía máxima en la fuerza obrera que
ustedes representan. Si es débil, si no se acrecienta, si no afirma con solidez las
posiciones políticos y esclarece con lucidez los principios ideológicos, ¿qué
garantías le quedan al MOIR y a la revolución? Camaradas, a ustedes les
compete resolver cl problema que vengo planteando. Para ello cuentan con el
pensamiento del camarada Mosquera y con experiencia política propia ¿Por qué
no habrían de hacerlo?

LUCHEMOS CONTRA EL BUROCRATISMO

Hago pues un llamado a iniciar una campaña contra todas las formas de
burocratismo en los sindicatos. No puede ser que la mayor parte del tiempo se
ocupe en el ajetreo sindical. Un gran número de conflictos y discusiones que se
presentan están referidos a cuestiones gremialistas y burocráticas. A quién se le
da el permiso o la comisión, quién se queda con el fuero, y similares codicias. Es
decir, afanes de funcionarios, no de revolucionarios. Para enfrentar estos vicios, lo
primero es acrecentar y consolidar la fuerza partidaria en cada frente. Ustedes
deben hacer que el Partido y sus organismos funcionen. Para esa tarea han de
asumir correctamente el papel de ser los mayores educadores del Partido. Más si
no se corrigen las fallas señaladas, no habrá manera, y entonces los educadores
tendrán primero que ser educados.

Se ha hablado de la necesidad de librar la lucha de clases, la cual se da


objetivamente en la vida real. Pero refirámonos a un asunto concreto y prioritario.
La letra de La Internacional y cl Programa del MOIR, los aceptamos, somos
comunistas, somos moiristas. La pregunta es: ¿somos consecuentes con lo que
aceptamos, con lo que decimos ser, o esa aceptación y ese ser son una mera
formalidad? Si en nuestra práctica política no somos consecuentes, entonces nos
alejamos de una sencilla y decisiva norma del proletariado: cumplir lo que se dice.
Similares preceptos proletarios han de guiar nuestra práctica. Para que esto sea
un hecho real, cada acto nuestro debe guardar esa unidad íntima con las ideas
revolucionarias que profesamos. Partimos de esas ideas y las corroboramos con
nuestra actividad. Un episodio político viene al caso y puede darle cierta forma
diplomática al criterio que estamos exponiendo: cuando asesinaron al camarada
Raúl Ramírez me dirigí con Mosquera hacia Cali, a enterrarlo. En el camino
hablamos del mellizo, como llamaban al compañero Ramírez, el muerto, y
recordamos cómo había sido su vida en el Partido. Mosquera pronunció las
palabras en la tumba y allí, en una síntesis del significado político de la vida del
camarada asesinado, dijo: "Nadie es más respetable que quien respalda sus ideas
con sus actos". Aunque revista una forma menos diplomática, démosle un giro a
esta frase y digamos: ¿qué respeto se puede profesar por aquel que no respalda
sus ideas con sus actos?

ABRIR TRINCHERAS POLÍTICAS EN SECTORES ESTRATÉGICOS

Lo primero es consolidarnos allí donde ya estamos. Para lograrlo debemos


corregir las fallas, inundar los sindicatos con nuestra política y hacer que los
camaradas sean allí dirigentes ideológicos que propaguen la política moirista, todo
lo cual debe traducirse en crecimiento del Partido. Esto es lo primordial. Pero
surge otro problema, puesto que, con todo y ser importantes los sectores donde
ahora desarrollamos el trabajo, si miramos al conjunto de la clase obrera, al resto
del movimiento sindical, constatamos una gran carencia: existen sectores obreros
de real importancia a los que ni siquiera hemos entrado. En sectores claves de la
producción llamados a enfrentarse con el imperialismo y con la política de Samper,
o no estamos, o nuestra presencia es escasa. De esto pueden exceptuarse
algunos como los de Cerromatoso y Ecopetrol, aunque es de anotar que del sector
energético sólo estamos en el del petróleo. Pero, por ejemplo, en el Valle del
Cauca somos débiles o no tenemos presencia en el sector azucarero. Allí hay 32
empresas de capital imperialista. Y en ninguna hemos asentado trabajo. Es obvio
que si no hemos ingresado con nuestra política en los sectores claves, ¿con qué
capacidad vamos a librar las batallas que se avecinan?

De esta reunión debe salir una orientación que no es nueva: ir a los sectores
estratégicos de la producción; una necesidad que ya a finales de los años sesenta
formulaba Mosquera. Lo que hoy agregamos es que dicha necesidad es cada día
más apremiante. Nuestra fuerza actual en los sindicatos debe aprovecharse para
integrarnos a esos otros sectores a los que todavía no hemos llegado, y que son
estratégicos. Estamos señalando un camino. No podemos contentarnos con el
trabajo en el sector bancario o en el magisterio. Nos toca ir a otros sectores, y ya
mismo. No basta con estar en la Unión Sindical Obrera. El potencial de los
cuadros que hemos formado en la USO debe traducirse en un mayor aporte a la
expansión de nuestra política en los demás frentes obreros. El trabajo de nuestros
camaradas en la USO es corno la niña de nuestros ojos, según la expresión de
Mosquera. A esa niña de nuestros ojos le corresponde hoy una tarea concreta,
trascendente: aprovechar su prestigio, el respeto que se ha ganado, para salir a
abrir trincheras moiristas en otros importantes sectores de la producción.

Lo anterior implica una cuestión ideológica que nos lleva a tratar el asunto de los
dirigentes que viven amañados dentro de su sector. En ese su ámbito,
indudablemente saben mucho de su ramo y de su sindicato. Conocimiento que de
por sí es bueno y meritorio, ya que lo necesitan para cumplir con sus
responsabilidades. El mal está en que se contentan con eso, viven amañados. Es
decir, aunque el trabajo sindical se realice bien, limitarse a ello ¿no es una
anomalía? Preguntémoslo más crudamente: ¿no es ésta otra forma sofisticada de
actitud gremialista? Nos corresponde regar cl Partido en toda la clase obrera,
principalmente en sus sectores claves. Hemos conquistado espacios en algunos
sindicatos como fruto de muchos esfuerzos y arduas luchas. Pero lo conquistado
en ellos es apenas la base que nos sirve de apoyo para proyectarnos hacia el
resto del movimiento sindical.

Aquí surge un tema que hace parte de las claridades que contiene el leninisrno y
que nosotros debemos asimilar. Los enemigos de clase nos dicen ahora que el
sector organizado de los trabajadores es una minoría y que por lo tanto ni
sindicatos ni dirigentes representan a la mayoría. Revelan cifras para demostrar
que los sindicalizados son muy pocos y al mando de unos oligarcas de overol.
Pues bien, dejemos una primera cosa en claro: bajo las condiciones del
capitalismo y, en particular, del imperialismo, lo lógico y natural es que el sector
organizado de los trabajadores sea una minoría. Y, con Lenin, una segunda: el
problema no es que sea una minoría, el problema es tener las posiciones
revolucionarias y lograr que sean seguidas por el resto de los asalariados. Para
los trabajadores sindicalizados, ésta no es una cuestión de cantidad. Ni para el
MOIR. Somos vanguardia, siempre seremos minoría. Solamente las masas son
mayoría.

Lo que estamos precisando es que la actual situación de la lucha de clases nos


exige mirar hacia los demás sectores obreros e ir a ellos. Un camarada de nuestra
dirección central manifestó este criterio: ir en busca de otros frentes para hacer
trabajo político es algo que demanda un espíritu de pies descalzos. Ése es un
criterio correcto. Necesitamos cuadros ligeros de equipaje, similares a los
descalzos de la década del setenta. Los hemos buscado, pero los compañeros
cargan demasiado equipaje sobre sus espaldas, muchos compromisos y
obligaciones de todo tipo que les impiden movilizarse. Camaradas: "¡Boten las
alforjas!" Sólo así podremos iniciar una marcha hacia el resto de los sectores
obreros.

ESTUDIO, PROPAGANDA, ORGANIZACIÓN

Propaganda viene de propagar. Pero no vamos a hablar sólo de lo que difundimos


mediante la chapola o la octavilla, sino de la propagación de la teoría, de la
política. Empezando porque todo moirista cuando actúa y habla debe estar
siempre propagando una posición, una ideología. Pero si, como ocurre en muchas
esferas del sector obrero, dejamos a un lado la política, ¿qué vamos a propagar?

¿De qué van a hablar los moiristas? ¿Qué es lo que van a propagar? Porque lo
que hablamos no se identifica con lo que hablan los miembros de las demás
clases, los otros partidos o nuestros amigos en los sindicatos. La diferencia que
establecemos nos permite ser educadores entre la clase obrera. Las protestas del
MOIR ante las miserias y males que padece la sociedad, tienen un contenido que
las diferencia de las protestas de las otras clases. Nuestro enfoque respecto a la
moral, tan mencionada hoy en Colombia, también es absolutamente distinto.
Comentamos sobre la situación y rajamos de muchas cosas, empezando por las
medidas del gobierno y la conducta de los gobernantes, pero muchos liberales
radicales también rajan de esos males. Para no confundirse con ellos, los
compañeros deben cuidar la posición desde la cual critican. El asunto no es de
quejas, ni nosotros somos liberales radicales. Ejercemos una crítica revolucionaria
que, dirigida contra los males sociales, extrae consignas de lucha, no quejumbres.
Cualquier situación que el MOIR someta a su análisis crítico debe arrojar su
correspondiente consigna de lucha. La cuestión no es lamentarse de la pobreza,
degeneración y miseria que azotan a la sociedad, sino qué acciones políticas
proponemos para eliminarlas.

Si el MOIR no tiene la actitud señalada, no solo no dirige ni orienta, sino que


maleduca a las masas. La actitud nuestra frente a las ideas que predominan en la
sociedad -ideas de todo tipo, no únicamente las políticas- es la misma que exigía
Marx: la subversión de todas las ideas. No nos sirve nada de lo que predomina en
Colombia, aparte de lo que pertenece a la clase obrera. No estamos de acuerdo
con lo que en el presente rige y determina la vida social. Nos revienta vivir esta,
mierda. Por eso estamos tratando de hacer la revolución, para sacar a nuestra
clase y a nuestro pueblo de esta pesadilla. Pero si aceptamos las ideas
reaccionarias, que aparecen en mil y una formas, si nos acostumbramos a ellas y
las anidamos en nuestra mente, ¿cómo vamos a salir de la actual situación y
ayudar a salir a los otros? Repito, nuestro deber es subvertir todas las ideas que
nacen en las relaciones de producción concretas que existen en Colombia. Este
es un problema ideológico de trascendencia. Debemos afrontarlo, pues a veces se
escucha a camaradas hablando casi igual a los liberales, como en complicidad
con los peores rasgos de la sociedad en la que les ha tocado vivir.

No, camaradas. Hay que vivir con un gran malestar de conciencia y no


acomodarnos a los rasgos predominantes. Traslademos este talante a la
propaganda y que ésta tenga las mismas características: rechazo a lo dominante
en política, convertir la crítica en lemas de lucha y no en quejas. Es necesario
reiterar que en los sindicatos se producen quejas de tipo gremial, justas, pero la
labor nuestra no puede confinarse en ese nivel. Debemos propagar nuestra
política y utilizar para ello todos los recursos. Mediante nuestra conversación
propagamos a diario nuestras ideas. Por carentes de recursos que estemos,
podemos empezar la propaganda utilizando el habla. Lo por resolver es: ¿qué les
decimos a los trabajadores, a la base? Y en los boletines, ¿qué escribimos?

Tenernos otros medios para propagar. El más importante es nuestro periódico, el


cual sale "cada vez que podemos". Hoy es nuestra principal herramienta para
orientar y, además, nos permite abrir trabajo político. Pero existe un relajamiento
generalizado en el Partido con respecto a Tribuna Roja. Esto obedece, como
hemos repetido durante tanto tiempo, a una falta de comprensión política sobre la
necesidad del periódico. No
contamos con más medios; los otros, prensa, radio y televisión, los detenta el
enemigo. Con gran esfuerzo logramos apuntar y difundir nuestras cuatro verdades
en Tribuna y, sin embargo, no se comprende la responsabilidad de venderlo y de
retornar el dinero para que siga apareciendo. Esto no es correcto, camaradas. Hay
que prestar plata para pagar la edición del Tribuna Roja que salió hoy. Del que se
sacó en homenaje a Mosquera apenas ha ingresado la mitad del dinero. Les
encarecemos a ustedes que contribuyan a solucionar este problema: pugnar
porque se entienda en las direcciones regionales y en los frentes que es menester
vender el periódico y entregar cumplidamente en su totalidad los valores
recogidos. Lo que se presenta al no hacer esto, es casi un robo. Tomar un cierto
número de ejemplares y no volver a dar cuenta de ellos es .como un raponazo.
Tribuna debe aparecer regularmente a fin de sacar adelante la política. En cada
regional debe encontrarse una directiva al respecto emitida por el camarada
Mosquera. Cuando lleguen a sus sedes regionales soliciten esa directiva, léanla y
ayuden a que lo dicho aquí se cumpla.

El otro órgano con que contamos para propagar es Deslinde. Es una revista que
ilustra, da información sobre problemas centrales de la política, la economía y la
situación internacional. Cumple una función que no la puede realizar el periódico.
Debemos velar porque ésta sea la revista teórica del Partido. Hasta ahora su
contenido es amplio, pues no responde a la exigencia de que todos sus artículos
contengan la línea exacta del Partido, ya que es desde sus origenes la revista de
Cedetrabajo. Pero Deslinde alumbra muchas cuestiones fundamentales que
precisamos saber para hacer la política. Y el tercer instrumento de difusión,
aunque en un ámbito más restringido, es Agricultura Tropical. Démosle
importancia a estas publicaciones. Es lo que tenemos y si ellas nos ofrecen la
única manera de difundir nuestra política, ¿por qué no las cuidamos para que sean
eficaces herramientas del trabajo político?

Existen otras formas de la propaganda que van surgiendo de la misma lucha,


sobre todo de la obrera, como boletines, chapolas, etc. Hay una cuestión qué
viene al caso y a la cual se refería ayer el compañero Yesid. Necesitamos abrir
trabajo en Paz de Río, un sitio clave de la producción.

Nuestros camaradas querían hacer conocer de¡ resto de la población las


condiciones de explotación, aberrantes, que padecen allí los trabajadores. Se les
dijo: si no hay otra forma, cojan brocha y pinten con denuncias las paredes de
Sogamoso y Duitama. Esa es una forma de agitación que debernos utilizar de
manera eficaz. Dijeron ellos: si salimos a pintar es posible que nos cojan presos,
es un peligro. Se les respondió: si los cogen y los encierran unos cuatro días, no
estaría del todo mal, ya que hace muchos años que no ponen preso a un moirista.
Espero que esta aseveración no se tome como una insinuación de extrema
izquierda. Recuerden cómo se creó el MOIR. Por lo demás, ese sería un riesgo
muy pequeño. A todos alguna vez nos han metido presos por hacer propaganda.
Pero se ha perdido ése espíritu. Hay gente que ya no arriesga nada, ni siquiera un
parte de tránsito. Recurramos con osadía a todos los medios que estén a la mano
para difundir nuestras ideas.
Entre tantos problemas que guardan relación con la propaganda, existe uno que
merece atención: la denuncia de los vendeobreros incrustados entre los
trabajadores. Me refiero a los Obregón y compañía, quienes, como lo decimos en
el editorial del último Tribuna, deben ser señalados. No son gente que la clase
obrera haya de soportar en sus filas, cual si fuese gente equivocada con la que
adelantamos una discusión más. No. Esta gente, que firmó el pacto social, está en
la orilla opuesta de la clase obrera. Son traidores de clase con mando burocrático
y presentados por el gobierno como dirigentes obreros. Debemos iniciar contra
ellos una lucha radical que incluya la denuncia de su traición, pues firmar el pacto
social es aprobar el hambre para millones de colombianos. Éste no es un asunto
de unidad sindical ni pasa por criterios sobre las relaciones dentro de la CUT. Se
trata de un problema de principios.

El oportunismo, en palabras de Stalin, consiste en querer borrar las


contradicciones de clase. Este concepto es válido dentro y fuera del Partido. Con
oportunistas peleamos a diario en el movimiento sindical, pero estos que estamos
mencionando tienen una calidad negativa especial: son traidores. No puede ser
que en Colombia se respalde la política central del imperialismo, de la que el pacto
social es un meollo, y no haya quien lo denuncie. Esa denuncia la asume el MOIR
como un deben No somos mansos. Y no serio establece una diferencia.
Cuestiones que atañen a ese deber, camaradas, están por encima de otros
intereses tácticos. Si nos acostumbramos a que esto suceda en el movimiento
sindical sin que suija una voz acusadora, si no cumplimos con la propagación de la
denuncia, nos convertiremos en cómplices de algo que degenera nuestra propia
clase. Hay aberraciones que, si se dejan pasar una y otra vez, terminan
instaurándose en el movimiento sindical y convirtiéndose en costumbre.

En el marco de utilizar todos los medios para propagar nuestra verdad, el aspecto
de la denuncia es sustancial. El MOIR tiene cientos de hechos y situaciones en
Colombia para denunciar todos los días. De material, pues, no estamos escasos,
salvo que nos volvamos cegatones en política. Nuestras denuncias deben ser
recias y contundentes Para ello debemos utilizar el lenguaje apropiado. Un
lenguaje que ya tenernos. No somos alocados miembros de la pequeña burguesía
dedicados a lanzar adjetivos sin ton ni son. Lo recio de la denuncia radica en que
realmente captemos la aberración reaccionaria o la inconsecuencia oportunista.
Es de anotar que, en cuanto a la reciedumbre de las expresiones, algunos
camaradas se quejan de la manera como calificarnos algunos errores o males
dentro del Partido, se lamentan de que no guardamos la compostura al usar
algunos adjetivos duros. Esos camaradas caen en una forma de liberalismo.
¿Quién ha hablado más fuerte que Marx, Lenin o Mao? Hablaron realmente fuerte,
a veces haciendo uso de palabras consideradas groseras, palabras no apropiadas
para clubes de señoras recatadas. Los camaradas no deben extrañarse ante
alguna palabra dura. Vamos a denunciar con fortaleza en Colombia.

ESTUDIO, PROPAGANDA, ORGANIZACIÓN


Un criterio hemos repetido últimamente: sin organización el proletariado no tiene
nada. Es imperioso afinar nuestra organización. La única manera de sacar
adelante la política es contando con una buena organización. No somos una masa
dispersa. Tenemos unas formas de organización y unos organismos. Lo primero
que debemos anotar es que para cada trabajo, en cada frente, debe tenerse un
organismo de Partido. Una vez creados los organismos,. lo esencial es que
funcionen, cuestión que en muchos casos no ocurre. Existen organismos de
dirección en sindicatos y en regionales que no funcionan. Algo grave puesto que
son cabezas para la orientación política y el, cumplimiento de las tareas. Es
imposible acertar en política sin el funcionamiento correcto del Partido, por lo que
otra tarea para ustedes, camaradas, es contribuir a la organización del Partido y
mantener vigilancia sobre su buen funcionamiento.

Asumiendo que los organismos funcionen, se deben tener presente los dos
aspectos sustanciales: la democracia y el centralismo. A veces se insinúan por ahí
reparos al centralismo democrático o se pretende su negación. Cada vez que esto
surja, hay que salir a darle la batalla, pues implica una lucha interna indispensable.
En la reunión del Comité Ejecutivo de agosto pasado, como se consigna en el
informe respectivo, ya hablamos de este tema. Mas seguimos mostrando
deficiencias en cuanto a la democracia y al centralismo.

Al Partido lo atraviesan diferentes posiciones de clase. Es natural, entonces, que


surjan discusiones en su interior, a las cuales se les debe dar un curso
democrático. Es decir, hacer funcionar y acatar las reglas de juego que tenemos.
No voy a repetir los criterios que defendemos sobre la democracia y las
discusiones internas. Quiero, sí, destacar un punto: las contradicciones dentro del
Partido no son antagónicas. Es bueno que este criterio se discuta. Reafirmarnos
que es incorrecto darles a las diferencias internas el carácter de antagónicas. En
los debates que planteamos para hacer frente a los camaradas que cometen
errores, el estilo, en expresión de Mao, es "tratar la enfermedad para salvar al
paciente". Lo que sucede es que muchas veces, cuando las discusiones se
intensifican, se agudizan, algunos compañeros tienden a echar por la borda este
estilo. Es un error.

Dentro del Partido los militantes deben tener en cuenta dos métodos: utilizar la
crítica contra las posiciones e ideas incorrectas que surjan y utilizar la autocrítica
cuando hayan cometido errores. Crítica y autocrítica constituyen el arma única del
proletariado para resolver sus contradicciones internas. Pero no la utilizamos
eficazmente. La crítica debe adelantarse para que no pelechen posiciones
liberales y burguesas dentro del Partido. La autocrítica debe ser una costumbre de
todos los compañeros cuando cometan errores. Pero aquí nadie volvió a hablar de
autocrítica, ni a hacerla. Si no hay autocrítica entonces lo por presumir es que todo
mundo acierta en todos los casos. Pero no es que no haya errores, sino que no se
señalan autocríticamente. Se les prueba a algunos camaradas las barbaridades y
las equivocaciones políticas, y no tienen la honestidad de autocriticarse. Sin crítica
y autocrítica pelecha el oportunismo en el Partido y proliferan los charlatanes.
Es justo señalar que el Comité Ejecutivo les hizo una crítica a los compañeros que
forman parte del organismo nacional de ACEB por haber violado el centralismo
democrático al emitir un comunicado público sobre el pacto social. Y los
compañeros tuvieron el valor de autocriticarse. Ese es un buen ejemplo, un patrón
de conducta para todo el Partido. Ellos no perdieron entidad revolucionaria por
reconocer el error cometido. Hagamos un llamado a observar actitudes similares.
Por otro lado, reiteremos que todos los organismos deben funcionar, y funcionar
bien. Resolvamos este problema de una vez por todas a fin de que la política
pueda marchar. La reunión de los organismos es una necesidad objetiva, no
depende de que quienes los presiden gusten o no de convocarlos. Efectuar o no
reuniones de organismos no puede ser objeto de maniobras. Estas son materias
internas, démosles solución.

Consideremos la organización en sectores de masas, la organización de los


sindicatos, cuyo funcionamiento es una responsabilidad nuestra. Sindicato que
esté en nuestras manos debe ser un modelo para el movimiento sindical. Si recibe
nuestra orientación, ¿cómo va a ser igual en cuanto a organización y
funcionamiento a los otros sindicatos que se hallan bajo una política incorrecta o
no consecuente? En este punto aparece una verdad: así como hacemos, así nos
organizamos. La organización viene después de formular la política, sigue a la
formulación de la tarea. Para hacer la revolución, una gran tarea, nos organizamos
como partido. Otras actividades exigen un tipo distinto de organización; según lo
que se propongan, así se organizan. Ésta es una verdad general que en la
sociedad adopta diversas formas. No es exclusiva de la clase obrera. Lo cierto es
que, dado que el fin político de las luchas de la clase obrera es particular, reviste
formas de organización exclusivas, distintas de las, organizaciones de las otras
clases. Casi que se les podría decir a las organizaciones de masas: "Dame tu
funcionamiento organizativo y te diré que política te guía."

REVOLUCIONARIOS EN EL TRABAJO PARLAMENTARIO

Debimos antes mencionar que también la cuestión de la propaganda cobija el


trabajo parlamentario de los camaradas que han llegado a las corporaciones
públicas, a concejos y asambleas y, por supuesto, al Senado. Uno de los aspectos
de esa tarea es el de la denuncia. Hemos señalado que el trabajo allí debe estar
ligado a las luchas de las masas y que por lo tanto su aspecto principal no se
desarrolla en los recintos de las corporaciones sino en la calle. Mejor dicho, este
trabajo presenta dos aspectos: uno, la labor que se realiza en las corporaciones
denunciando y presentando constancias, adelantando debates y fijando posiciones
revolucionarias. Dos, la labor que cumplen nuestros representantes en las
corporaciones junto a las luchas de las masas. En ambos la cuestión central es
denunciar lo reaccionario y propagar la política del MOIR.

Lo que hasta ahora hemos hecho en este campo constituye un ejemplo para el
Partido. El camarada Santos ha fijado en el establo parlamentario las posiciones
que corresponden a los intereses de la clase obrera y el pueblo. Y ha ido a los
diferentes sectores de masas, prioritariamente a los sindicatos, a apoyar sus
luchas y explayar las denuncias. El trabajo parlamentario del MOIR es diferente al
de cualquier otro partido. Nos corresponde demostrar en Colombia cómo se
realiza una labor revolucionaria en las corporaciones públicas. Lo estamos
haciendo. Y, dada su importancia, estamos informando sobre las posiciones
tomadas en el Congreso a través de un boletín que enviamos regularmente a los
regionales. Anotemos que éstos deben difundir más ampliamente esa publicación,
pues allí se tratan problemas centrales del país y se transcriben nuestros
pronunciamientos sobre ellos. El boletín informa y orienta. Hay que lograr que la
mayoría del Partido lo conozca, no sólo los dirigentes. Y aprovechar la actividad
parlamentaria del camarada Santos para que siga estando presente en los
diversos frentes de masas.

Son escasos nuestros hombres públicos y necesitamos muchos compañeros que


desempeñen ese papel. Sólo contamos con una veintena de concejales, tres
diputados y el senador. A ellos se suma el puñado de compañeros que no salieron
elegidos, pues el carácter de tribuno u hombre público no depende de que se
alcance una curul, sino de si se representa o no un sector de masas o a una parte
determinada de la población. Hombres públicos son, de hecho, los dirigentes
sindicales, ya que así los reconocen sus bases. Pero lo que necesitamos es que
no se limiten a ser hombres públicos en su sindicato o en su frente masas, sino
que extiendan su influencia. Que los reconozcan como dirigentes públicos en
mayor número de sindicatos, en más amplios sectores de masas.

Las condiciones actuales para que progresemos en el sentido anotado son


excelentes, como se manifiesta en el hecho de que dirigentes obreros nuestros
van a cualquier terreno del movimiento sindical y son escuchados. Esta es una
condición nueva en el Partido, que debe aprovecharse al máximo. Ahora, en
particular, podemos ir a denunciar el contenido del pacto social, podemos entrar a
sindicatos bajo influencia de miembros del Partido Comunista -tal como lo hemos
hecho y como debemos seguir haciéndolo, en acuerdo con, ellos, por supuesto- y
a otros frentes sindicales. Mas eso exige que nuestros dirigentes salgan a difundir
nuestras verdades políticas más allá de su sindicato o frente habitual. No haberlo
hecho quizá obedezca, más que a un desenfoque, a cierta timidez para volcarnos
a otros sindicatos a orientar y ganar influencia.

Con la advertencia de que hemos de guardamos de la vanagloria y la soberbia,


podemos agregar que en el movimiento obrero de Colombia nadie sabe tanto
como los moiristas de política y sindicalismo, y, cuando es necesario, de
maniobrar. Ustedes son cuadros con capacidad suficiente para batir a cualquier
otro cuadro sindical de cualquier corriente política no revolucionaria.
Reivindiquemos aquí el concepto de Lenin sobre la necesidad que tiene la clase
obrera de contar con altos maniobreros políticos. Por lo que nos ha arrojado
nuestra propia experiencia, por el bagaje teórico que nos proporcionó Mosquera,
por nuestra posición políticay claridad ideológica, estamos realmente en capacidad
de batir a los dirigentes inconsecuentes en el movimiento sindical.
Ahora es necesario que nuestros cuadros, poniendo en juego su madurez política
para evitar desatinos, desplieguen toda su osadía. La oportunidad que se le
presenta hoy al MOIR de incidir más en el movimiento obrero, ganar más fuerza y
construir más Partido, es excelente. Si los camaradas son preclaros políticamente,
que lo sean no sólo dentro del MOIR, que mayor cantidad de personas, en primer
lugar las pertenecientes a la clase obrera, les reconozcan esa cualidad, los
escuchen y los acaten.

Una de las razones para celebrar la presente Conferencia es precisamente la de


aprovechar esta oportunidad. En la lucha de clases las situaciones sufren cambios
constantes. Algunas no permiten mayor iniciativa y otras ofrecen un margen de
acción amplio. Si cuando surgen estas últimas no las aprovechamos, sería un
serio y grave error, sería conspirar contra la afirmación de nuestra fuerza y nuestra
política. Compañeros, ya pasamos el túnel, esa época que todos nosotros vivimos,
cuando era poca la iniciativa que podíamos tomar debido al peso abrumador de la
corriente oportunista en el país. Cuando lo principal residía en conservar nuestras
fuerzas, en sobrevivir. Ahora es otra la situación. Si no tomar la iniciativa y no
atreverse se nos ha quedado como un tic correspondiente al período pasado,
debemos eliminar de inmediato el tic.

La actual es una situación óptima para el crecimiento del MOIR. Es algo similar a
lo que pasa con las situaciones revolucionarias: si se deja pasar su momento,
pueden transcurrir décadas y décadas para que se vuelvan a presentar.

Es comprensible entonces nuestra reiteración acerca de no dejar pasar la


oportunidad. Tenemos las condiciones. Pensemos en los intereses de la clase
obrera, tomemos conciencia de la necesidad que la lucha de clases le presenta al
MOIR. Discutamos sobre esta cuestión y no sobre minucias accesorias,
debatamos sobre cómo aprovechar las condiciones favorables. Aunque les
daremos su debido tratamiento y su discusión, no perdamos tiempo en cuestiones
mezquinas que nos desvíen de lo principal.

LOS CONFLICTOS OBREROS. SIGNIFICADO Y PERSPECTIVAS

Enfrentamos grandes desafíos. Voy a señalar las tareas concretas que tenemos al
frente, ya que todo lo que hoy hemos expuesto se debe llevar a la práctica y ha de
manifestarse en la forma como abordemos los conflictos en que estamos
inmersos.

(A continuación se transcribe una síntesis de los criterios que se esbozaron


respecto a luchas sindicales que se desarrollaban en el momento de celebrarse la
Conferencia):

1. En el conflicto que afronta la Unión Sindical Obrera, lo que está en juego es la


soberanía económica, en pro de la cual hemos levantado la consigna de
Resistencia Civil. El gobierno intenta privatizar la empresa y aplicarles a los
trabajadores elpacto social. Constituye entonces una batalla de gran calibre que
es seguida con atención en los centros financieros neoyorquinos y londinenses.
Una primera cosa es clara: Colombia no es México, ni la USO está bajo la
dirección de un Velázquez, vendeobreros mejicano. A México ya le estaban
robando el petróleo. Lo único que no habían logrado privatizar era Petróleos
Mexicanos, pero con la crisis encontraron otra forma de saqueo: hipotecar en
Nueva York los rendimientos de la producción petrolera corno garantía de los
préstamos imperialistas.

Todos los sindicatos deben pronunciarse sobre el contenido de la lucha que libra
la USO y acompañarla. Propongámonos cambiar el repugnante estilo, fruto de, la
influencia de enemigos de las causas obreras, de considerar cada sindicato como
un compartimiento extraño a los otros sindicatos. El combate en defensa de
Ecopetrol es un combate de todos los sindicatos, de todos los colombianos. Tal
como está planteado, este combate es decisivo para los intereses nacionales. En
la USO, junto al MOIR, confluyen otras fuerzas. Necesitarnos respaldar las
posiciones de la USO para reforzar las posiciones del MOIR.

2. Telecom es una empresa pública nacional en proceso de privatización. Ya


entregaron parte de sus servicios al capital privado. Ahora se disponen a hacerlo
con el de larga distancia nacional e internacional, que es realmente lo más
rentable. Obedece a la política imperialista de tomarse las telecomunicaciones en
el mundo. La batalla que contra esa política libró el sindicato se convirtió en un
ejemplo reconocido por los trabajadores de América Latina. Mas esa batalla no
bastó. Ahora, en una segunda y decisiva confrontación, los compañeros de
Sittelecom han planteado de nuevo el paro nacional si se intenta privatizar la
empresa. Allí los moiristas, sin que nadie quede exento ni al margen, deben jugar
su papel, son sus batallas.

3. Estamos en conversaciones con el Partido Comunista, en particular con el


sector sindical de ese partido, con sus dirigentes obreros. Ellos están en la CUT y
allí tenemos a Jesús Bernal. Nos han propuesto una especie de unidad de acción
en algunos sindicatos. Creernos que eso puede ser viable. A raíz de la
implantación del pacto social logramos que estos y otros dirigentes de la CUT
adoptaran una posición de rechazo y que dieran reversa respecto a su actitud
anterior. El criterio de la CGTD es que toda reunión o encuentro para tratar
cuestiones de la lucha sindical debe comprender el ataque al pacto social.

La búsqueda de acuerdos tiene altibajos. Estamos dispuestos a hacer esfuerzos


para llegar a entendimientos con ellos en el movimiento sindical y, si es posible, a
nivel político con el Partido Comunista. Pero esta posibilidad tiene un eje: todo
acuerdo ha de ser contra el imperialismo y contra la política de Samper. Las
relaciones y estas negociaciones con el Partido Comunista han suscitado
inquietudes y discusiones. Para nosotros esto pertenece al ámbito de la táctica
respecto al objetivo de aglutinar todas las fuerzas contra el imperialismo y la
política samperista. Si ellos, ya destetados de la Unión Soviética por sustracción
de materia, adoptan una posición consecuente en defensa de la nación y de los
intereses de los trabajadores, llegaremos a acuerdos. Pero si aparecen
perturbados y entrabados, si no adoptan esa posición -la única posible tanto para
una fuerza revolucionaria como para una fuerza democrática y patriota- no habrá
forma de que lleguemos a acuerdos.

Por lo demás, las noticias que ellos publican sobre estas conversaciones y, en
general, sobre nosotros o nuestras políticas, deben corroborarse a través de la
información que suministren los organismos del MOIR. Nos evitaremos así
discusiones vanas.

4. En el SENA se libró una lucha que impidió la privatización de la entidad por


parte del gobierno de Gaviria. Ahora Samper insiste en lo mismo, continuando con
la política de apertura. La pelea anterior pertenece a ese tipo de luchas que
llamamos ineludibles y uno de sus costos fue la destitución de cuatro compañeros.
Debemos reivindicar esa lucha y la labor de nuestros camaradas como un ejemplo
para todo el Partido. No les importó ser destituidos. Son momentos en que los
dirigentes y cuadros del Partido no pueden temblar. Nuestra historia está llena de
esta clase de ejemplos, los cuales se deben mantener vivos. No tener miedo a la
persecución o la destitución cuando se tengan que librar batallas.

CONCLUSIONES

En los conflictos que he mencionado, que son los del futuro inmediato, el Partido
se va a poner a prueba. Todos ellos hacen parte de la lucha de clase contra el
imperialismo. Recordemos la referencia de Marx: Aquí está Rodas, salta aquí.
Reunimos las dos condiciones para cumplir con éxito la tarea: la posición correcta
y la combatividad indeclinable. Un aspecto central de estos conflictos es que ya
hay lucha, manifestaciones de que nuestro pueblo no! acepta la política imperial.
De hecho, lo que hemos llamado Resistencia Civil se ha venido concretando. Es
natural que la resistencia surja primero en estos sectores, por ser los más
apetecidos por el imperialismo y por los cuatro o cinco grupos financieros que
dominan este país. Asiste la razón a Mosquera al decir que la pelea de los
trabajadores ante esta situación va a acompañar el paso de un milenio a otro.

La lucha obrera se pondrá cada vez más al orden del día. Por eso todo lo que
hemos expresado hoy aquí, la necesidad de preservar y reafirmar nuestra
ideología, afinar nuestro estilo de trabajo y corregir errores, tiene como objetivo
que este Partido libre con madurez, eficacia y tenacidad las batallas. Sabemos
que hacerlo así redundará en su fortalecimiento organizativo, aunque no es esto lo
que buscamos prioritariamente. Eso viene de contera si combatimos bien. Los
criterios y directrices formulados hoy se consolidarán en medio de la participación
del MOIR en los combates que se avecinan. La primera consideración que
obtendrá plena vigencia es que éstas son tareas para comunistas, luchas a las
que estamos llamados. Camaradas: nuestro firme propósito es ganarnos la
dirección de la revolución en Colombia. Y para ello necesitamos fuerza, la que
sólo adquiriremos participando en estas luchas. Para lograr sus objetivos, nuestro
destacamento partidario ha de estar compacto en lo ideológico y en lo político.
Quiero reafirmar lo que he expuesto en algunas reuniones regionales: somos una
minoría -como lo es siempre toda vanguardia-, somos el equipo de cuadros más
capaz que hay en Colombia y tenernos una verdad, las ideas de Francisco
Mosquera. Con este equipo y con estas ideas, la revolución de Colombia está en
nuestras manos. Ése es nuestro destino, llevarla a cabo.

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