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D/TAPA-AGUJEROS PROVIDENCIA:
La doctrina sobre el Espíritu Santo que acabamos de exponer nos va a permitir además
dar una solución satisfactoria a un problema de gran actualidad, que frecuentemente
ha sido piedra de tropiezo para que muchos de nuestros contemporáneos puedan
aceptar a Dios.
Para adivinar de qué estoy hablando bastaría leer "La Santa Cruz de Caravaca", un
sorprendente libro de oraciones y conjuros reeditado infinidad de veces en el pasado.
He aquí, como muestra, el sistema que propone para curar la erisipela:
Háganse, sobre la parte del paciente en que haya aparecido la erisipela, las cruces que
se señalan, y récense tres padrenuestros a la Beatísima Trinidad. 1
No he podido encontrar mejor exponente de la religión del hombre primitivo, que para
suplir sus carencias necesita echar mano de un dios grande. (Amigo linotipista: No
corrijas la minúscula, que es intencionada. Dios es otra cosa.) De esos hombres
escribió Péguy que "oraban como ocas gruñonas que esperan la comida" 2.
ORAS/OCAS-GRUÑONAS
Cada vez que esos hombres no entienden o no pueden algo, levantan los ojos a su
dios: ¿quién sostiene los astros en el cielo?. ¿cuál es el origen del hombre y del
mundo?, ¿cómo conseguir que llueva?, ¿quién me dará una buena cosecha?, ¿quién
evitará que muera mi hijo^... Son preguntas que tienen siempre la misma respuesta:
"dios"; un dios que es mejor médico que nuestros médicos, mejor ingeniero que
nuestros ingenieros... Freud lo expresó así:
"El hombre gravemente amenazado, demanda consuelo (...) A los dioses se atribuye
una triple función: espantar los terrores de la naturaleza, conciliar al hombre con la
crueldad del destino, especialmente tal y como se manifiesta en la muerte, y
compensarle de los dolores y privaciones que la vida civilizada en común le impone." 3
No es difícil deducir que. a medida que el hombre vaya bastándose por sí mismo,
podrá ir prescindiendo de un dios semejante. Un reciente estudio sociológico nos hacía
saber que en Galicia "los santuarios que estaban especializados en dolencias que hoy
domina la medicina, han visto descender sus devotos; mientras que los que se buscan
como remedio a enfermedades, como las psiquiátricas, que aún no están dominadas
por los médicos, continúan atrayendo multitud de romeros" 4.
He aquí otro ejemplo: Como es sabido, el hombre primitivo necesitaba a dios para
mantener a cada astro en su órbita sin "caerse hacia abajo". Newton, tras un avance
científico gigantesco, logró explicar "casi" totalmente las órbitas de los planetas por
causas naturales, pero necesitaba todavía a dios para devolver periódicamente a
Saturno y Júpiter a sus órbitas, porque, según sus cálculos, tenían unas pequeñas
desviaciones.
Bonhoeffer, teólogo luterano ejecutado por los S.S. en 1945, decía con lucidez un año
antes de morir:
"Veo de nuevo con toda claridad que no debemos utilizar a Dios como tapa-agujeros
de nuestro conocimiento imperfecto. Porque entonces, si los límites del conocimiento
van retrocediendo cada vez más -lo cual, objetivamente, es inevitable-, Dios es
desplazado continuamente junto con ellos y por consiguiente se halla en una
constante retirada. Hemos de hallar a Dios en las cosas que conocemos, y no en las
que ignoramos." 5
En el fondo, ese dios tapa-agujeros es enemigo del hombre: Cuanto más débil es el
hombre, mayor es dios; y esa ha sido la queja permanente de los humanismos ateos:
"Para enriquecer a dios, debe empobrecerse el hombre; para que dios sea todo, el
hombre debe ser nada." 8
Por eso para Nietzsche había una condición necesaria para que pueda nacer el
superhombre: Matar antes a dios.
"Sólo ahora está de parto la montaña del porvenir humano. Dios ha muerto; viva el
superhombre." 9
Y llevaba razón. Sólo que ese dios tan protector no es el Dios cristiano. El Dios de la
Biblia no es el "seno materno" que protege a los hombres de los peligros de la vida,
sino que, tras la creación, Dios corta inmediatamente el "cordón umbilical" y dice a los
hombre: Ahora sed adultos, llevad el mundo hacia su meta y sed señores de la tierra
(cfr. /Gn/01/26).
"Nosotros no podemos ser honestos sin reconocer que hemos de vivir en el mundo
etsi deus non daretur. Y eso es precisamente lo que reconocemos. . . ¡ante Dios!; es el
mismo Dios quien nos obliga a dicho reconocimiento. Así nuestro acceso a la mayoría
de edad nos lleva a un veraz reconocimiento de nuestra situación ante Dios. Dios nos
hace saber que hemos de vivir como hombres que logran vivir sin Dios. ¡El Dios que
está con nosotros es el Dios que nos abandona (Mc 15, 34)! El Dios que nos hace vivir
en el mundo sin la hipótesis de trabajo Dios, es el Dios ante el cual nos hallamos
constantemente. Ante Dios y con Dios vivimos sin Dios. Dios, clavado en la cruz,
permite que lo echen del mundo. Dios es impotente y débil en el mundo, y
precisamente sólo así está Dios con nosotros y nos ayuda. Mt 8, 17 indica claramente
que Cristo no nos ayuda por su omnipotencia, sino por su debilidad y por sus
sufrimientos.
Esta es la diferencia decisiva con respecto a todas las demás religiones. La religiosidad
humana remite al hombre, en su necesidad, al poder de Dios en el mundo: así Dios es
el deus ex machina. Pero la Biblia lo remite a la debilidad y al sufrimiento de Dios; sólo
el Dios sufriente puede ayudarnos." 10
No hay excepciones: Todo tiene que hacerlo el hombre. El Dios que se manifestó en el
Calvario es un Dios "in-útil".
Y, sin embargo, Jesús afirmó tajantemente: "Sin mí nada podéis hacer" (Jn 15, 5).
"No digas en tu corazón: 'Mi propia fuerza y el poder de mi mano me han creado esta
prosperidad', sino acuérdate de Yahveh tu Dios, que es el que te da la fuerza para crear
la prosperidad" (Dt 8, 17-18).
"El Dios de la paz aplastará bien pronto a Satanás bajo vuestros pies" (Rom 1ó, 20).
"Tan grande es la bondad de Dios para con los hombres, que ha querido que sean
méritos nuestros sus mismos dones." 13
Por eso se ha dicho, con mucha broma también, que hay que ser teológicamente
predestinaciano y pastoralmente pelagiano. O, como decía san Ignacio de Loyola:
"Actuar como si todo dependiera del hombre, confiar como si todo dependiera de
Dios." El cristiano sabe que todo es gratuito, pero nada parece serlo.
Por tanto, el bien aparece como fruto de la colaboración entre el hombre y Dios
(aunque en planos distintos, como ya hemos dicho), mientras que el mal es
únicamente obra del hombre (que se niega a secundar a Dios). Esto queda bien
afirmado en un canon del Concilio de Quiersy (año 853):
"Que algunos se salven, es don del que salva; pero que algunos se pierdan, es
merecimiento de los que se pierden." 16
Respondemos, pues, con santo Tomás: "No hay que esperar de Dios algo menor que él
mismo." 17 Las cosas menores que Dios debe conseguirlas el hombre con la fuerza que
Dios le ha dado. Solamente así estaremos todos en nuestro lugar. Como dijo Ernst
Bloch: "Sed vosotros hombres, y Dios será Dios." 18
LUIS GONZÁLEZ-CARVAJAL
ESTA ES NUESTRA FE
TEOLOGIA PARA UNIVERSITARIOS
Sal Terrae, Santander-1985. Págs. 101-109
...................
6 HENRI DE LUBAC, Por los caminos de Dios, Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1962, p. 141.
7 JEAN PAUL SARTRE, El diablo y el buen Dios; en Obras completas, Aguilar, Madrid,
1974, p. 541.
16 DZ 623 (318)