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TEXTO PRINCIPAL
DESARROLLO
I. La causa de nuestros problemas matrimoniales es nuestra naturaleza
caída y pecaminosa, incapaz de someterse. Cristo nos ofrece un camino
mejor.
Luego del mandato revolucionario de “someternos unos a otros” y “amar a sus esposas”
(nadie en esa época se casaba por amor), Pablo procede a explicar lo que significa la
sumisión en el caso de la mujer. Al hombre se le pide que someta todo por ella, amándola
como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella ¡Qué gran ejemplo de sumisión por
amor! A las mujeres se les pide algo semejante.
Desde el Edén la lucha por el poder en el hogar y las relaciones de pareja quedó muy
clara:
“Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que
sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así
vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que
dirige, como el que sirve. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa,
o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre
vosotros como el que sirve.” (Lucas 22:25-27)
II. La sumisión es un principio bíblico, pero ¿qué significa en el caso de la
mujer?
¿Qué pide Dios de la mujer cristiana? En primer lugar, debemos aclarar lo que no pide
de la mujer:
1. La sumisión no es poner la voluntad del marido antes de la voluntad de Cristo.
Es posible ser sumisa y negarse a pensar en lo que su marido dice que usted
debe pensar, este texto no tendría sentido sin eso.
4. No implica sumisión al mal, sino “en el temor de Dios” (V. 1). El mandamiento es
que la mujer muestre una actitud sumisa y de respeto hacia su propio marido, con
el propósito de servir a su Señor. ¿Qué pasa si tu esposo te pide pecar o dejar al
Señor? La mujer no debe seguir a su marido en todo lo que el demanda, sin solo
en lo justo y bíblico.
5. Este mandamiento no implica que la mujer sea inferior al hombre o que ella posea
menos inteligencia o que sea incompetente. Hay mujeres mucho más inteligentes
que su marido, sin duda. Tenemos el ejemplo de Abigail, que estaba casada con
un necio, hay mujeres que saben más teología que su marido (Manoa, su esposo
y el ángel). No se trata de inferioridad. Jesucristo no era inferior a María y a
José y, sin embargo, las Escrituras nos dicen que cuando era niño «estaba
sujeto a ellos» (Lc 2.51). Jesucristo en ninguna manera era inferior a Dios el
Padre. Era y es en todo sentido total y completamente Dios. Sin embargo, las
Escrituras afirman que hay un orden y una estructura en la Trinidad. Jesús dijo:
«No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo así juzgo… no busco
mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (Jn 5.30), y Pablo declaró:
«Quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la
cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo» (1 Co 11.3). Esto no implica
que Cristo sea inferior a Dios el Padre; más bien, enseña que hay una división de
las tareas y responsabilidades en la Trinidad. Del mismo modo, la sumisión de la
esposa en ninguna manera implica inferioridad, al contrario, enseña la necesidad
de orden y estructura, de compartir la responsabilidad en el hogar. Mujeres y
Hombres somos iguales y dignos delante de Dios: “No hay judío ni griego; no
hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en
Cristo Jesús.” (Gálatas 3.28, LBLA)
7. Este texto tampoco enseña que la mujer no pueda ser una influencia para su
marido como ayuda idónea y que ella no pueda esforzarse por dirigirlo a Cristo.
Pedro ordena: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros
maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra,
puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres al
observar vuestra conducta casta y respetuosa.” (1 Pedro 3.1–2).
CONCLUSION
¿Qué es entonces la sumisión bíblica de la mujer? La sumisión es la vocación definida
de una esposa a honrar y afirmar el liderazgo de su marido, y así ayudar a llevarlo
a cabo de acuerdo con sus dones.
Nota estas tres funciones:
✓ HONRAR
✓ AFIRMAR
✓ DESARROLLAR SUS DONES
En otras palabras ¡Dios te está ordenando no solo respetar a tu marido, sino pastorearlo!
Eres llamada a cuidar su corazón, ayudarlo a crecer, porque la gloria de tu marido es
tuya, pues no se trata de una competencia para ver quien es mejor como nos lo plantea
el mundo, sino de ser equipo.
La misión de la esposa cristiana es la misma que la de la iglesia hacia su Señor: lo alaba,
hace todo por agradarle, se somete por amor, lo honra públicamente, etc.