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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

SEMINARIO: “Animalidad y posthumanidad en Así habló Zarathustra”

PROFESORA: Prof. Dra. Monica B. Cragnolini

ALUMNOS: Elena V. Lopez


Carlos Fuentes
En las Islas afortunadas

“Sólo un naufragio lo arroja a su tierra prometida.

1
El mayor peligro está a nuestras espaldas allí donde están las Islas Bienanventuradas” 17[16]

El mito de las “Islas afortunadas”

El libro I de nuestro texto culmina con el discurso “De la virtud que hace regalos”, allí
Zarathustra dice lo siguiente “Mil senderos existen que aún no han sido nunca recorridos; mil
formas de salud y mil ocultas islas de la vida”2. Así Nietzsche, creemos, nos abre paso al
segundo discurso del libro II, titulado “En las islas afortunadas”, a fin de verificar esta
relación entre los dos discursos nos preguntamos ¿hay un vínculo a establecerse entre esas
“ocultas islas de la vida” y estas otras motivo del título? Sánchez Pascual en la nota N 149 de
su traducción dirá que Nietzsche no se refiere a ningún archipiélago concretamente pero que
en una carta a su amigo Peter Gast fechada el 12 de agosto de 1883 le expresa lo siguiente:
“Esta isla (Ischia) me obsesiona; cuando usted haya leído Así habló Zarathustra II hasta el
final comprenderá con claridad dónde he situado yo mis ‘islas afortunadas'''3.
Haciendo un poco de genealogía podemos decir que la expresión griega μακάρων
νῆσοι, que en un momento dado los latinos tradujeron por fortunatorum insulae, de donde
posteriormente derivaría la designación geográfica fortunatae Insulae “Islas Afortunadas”,ha
dado nombre a uno de los más célebres mitos de la cultura occidental que cuenta con casi
treinta siglos de historia. ”Islas de los felices”, “Islas de los dioses” e, incluso, “Islas de los
muertos”, son también posibles denominaciones dependiendo de la semántica del adjetivo
griego μακάριος para esa mitología que las establece como región dónde residen las almas. El
rastreo de este mito inagotable nos lleva desde Hesíodo y Homero a Píndaro junto con la
tradición latina que lo recoge, así cómo a Platón y a Aristóteles en textos políticos
fundamentales.
Platón dirá en República L.VII lo siguiente:

1
F. Nietzsche, Escritos Póstumos Volúmen III, Tr. D. Sánchez Meca y J. Conill, Tecnos, Madrid, 2010,
[17.N VI 6. OTOÑO de 1883] p.373.
2
F.Nietzsche, Así habló Zarathustra, A.Sánchez Pascual, Edit. Alianza, Bs.As.2020, p. 144.
3
Ibid., p. 524.
“(...) ¿Y no es también probable, repliqué, o, mejor, necesaria consecuencia de cuanto hemos
dicho acerca de que no son aptos para el gobierno de la ciudad los hombres que no han recibido
educación y no tienen conocimiento alguno de la verdad, ni tampoco aquellos que se han pasado toda
la vida en el estudio? Los primeros porque no tienen en la vida un determinado objetivo al que puedan
dirigir todos sus actos, tanto públicos como privados; los segundos porque no consentirán nunca que
se eche sobre ellos semejante carga, creyéndose ya en vida en las islas de los bienaventurados”4.
Y en Aristóteles podemos encontrar en Política la mención a las Islas en estos
términos:
“Por tanto, los que parecen más prósperos y disfrutan de todas las venturas necesitan mucha
justicia y mucha templanza, por ejemplo, los habitantes (si, como afirman los poetas, los hay) de las
Islas de los Bienaventurados. Estos tendrán más necesidad de filosofía, de templanza y de justicia en
la medida en que disfrutan de más ocio y tienen mayor abundancia de los bienes de esa clase. Es
evidente, por tanto, que la ciudad que se proponga ser feliz y cabal tiene que participar de esas
virtudes”5.
Estas islas como puede apreciarse en estos dos relatos y en muchos otros forman parte
de un mito fundacional de la cultura occidental, es lo que luego en la religión cristiana va a
tomar el nombre del paraíso. Es un no-lugar ubicado en un más allá prometido a héroes o
aquellos griegos con cierta areté que podría ser adquirida a través de la educación. Para estas
almas, felicidad y bienestar eterno son metas que de ser posible la ciudad ideal debe poder
alcanzar.

La Isla del entendimiento

En la segunda parte de la Crítica de la razón pura, libro segundo, capítulo tercero


llamado “Del fundamento de la distinción de todos los objetos en general entre phaenomena
y noumena” dice Kant en el párrafo introductorio:
“No solamente hemos recorrido ya la tierra del entendimiento puro, y examinado
cuidadosamente cada parte de ella, sino que además la hemos medido, y hemos determinado su lugar
a cada cosa [de las que hay] en ella. Pero esta tierra es una isla, y está encerrada por la naturaleza
misma en límites inalterables. Es la tierra de la verdad (un nombre encantador) [B295] rodeada de un
océano vasto y tempestuoso, que es el propio asiento de la apariencia ilusoria, en el que mucho banco
de niebla, y mucho hielo que pronto se derrite, fingen nuevas tierras (...)”6.

4
Platón, República, tr. A. Camarero, EUdeBA, Bs.As. 1977, .Libro VII, p.387, 519 b-c.
5
Aristóteles, Política, tr. Julián Marías, Aristóteles. Clásicos Políticos, Madrid, 1970, p.
141, 1334 A.
6
I. Kant, Crítica de la razón pura, tr. M.Caimi, Edic. Colihue, Bs.As., 2007, p.329
A esta isla, donde de acuerdo a la Estética Trascendental los objetos nos son dados en
la experiencia posible gracias a las formas puras de la sensibilidad (espacio y tiempo) y según
la Analitica Trascendental estos pueden ser pensados a través de las categorías puras del
entendimiento, Kant opone el mar como el lugar de las apariencias ilusorias donde la razon
gusta en extraviarse e ir más allá de la experiencia, tema que va ser tratado en la Dialéctica
Trascendental. Pero donde Kant ve a Dios como una ficción reguladora que sistematiza el
conocimiento de los fenómenos, Nietzsche,en cambio, postula al ultrahombre, no como
fundamento trascendental del conocimiento puesto que sería volver a una estructura arjica
típica de la metafísica occidental, sino como una suposición que se podría volver realidad
“¡Vuestros propios sentidos debéis pensarlos hasta el final!”7. Llevar la sensibilidad hasta el
final es despojar conceptualmente el espacio y tiempo como estructuras anquilosadas del
sujeto moderno, y dotarlas de una movilidad vital donde las fuerzas disgregantes van a tomar
las riendas del devenir. Esta sensibilidad entonces, deja sin efecto la apercepción
trascendental kantiana como punto de referencia de toda experiencia y multiplicidad de
sensaciones -este no es mas que puro efecto- y plantea un ello impersonal que no sea un
espacio de dominio de las representación del mundo como al parpadear lo hace el último
hombre sino que asuma la pluralidad de fuerzas que alberga y permita pensarse desde la
diferencia y la desidentificación. Dios es una ficción que vuelve torcido el tiempo ¿por qué
abolir el devenir y censurar al creador? De Kant en su Crítica destacamos en este fragmento
categorías que junto con “la propiedad” y “lo propio” tienen un peso fundamental, la
“medida”, los “límites inalterables”, la “verdad”, la “finalidad”, y la “utilidad”. Esta, dirá
Nietzsche, en Crepúsculo de los ídolos es la historia de un error, en el que el mundo
verdadero se convirtió en fábula, la fábula de las islas afortunadas, islas de los muertos, isla
del entendimiento:
“(...) inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso («al pecador que
hace penitencia»). (Progreso de la Idea: ésta se vuelve más sutil, más capciosa, más inaprensible, -se
convierte en una mujer, se hace cristiana...). El mundo verdadero, inasequible, indemostrable,
imprometible, pero ya en cuanto pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo. (En el fondo, el
viejo sol, pero visto a través de la niebla y el escepticismo; la Idea, sublimizada, pálida, nórdica,
königsburguense)”8.
Al tú debes Nietzsche le opone la imagen del león que dice “yo quiero”. Es preciso
abrirse paso con un “santo no” para crear otro sentido de la tierra, otro vínculo con los

7
F.Nietzsche, Así habló Zarathustra, A.Sánchez Pascual, Edit. Alianza, Bs.As.2020, p. 154.
8
F.Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos, cómo se filosofa con el martillo, tr. A. Sánchez
Pascual, Alianza, 2013, p.51
animales y las plantas. Los conceptos vuelven pálidas las cosas, y no tenemos más que una
“naturaleza” muerta al servicio del ser humano, el extractivismo es la prueba cabal del
tratamiento cruel sobre el que se ha erigido este modo de ser. El martillo no solo sirve para
destruir sino también para crear ¿es posible que de la piedra nazca el ultrahombre? si es el
caso es necesario que primero esta sea hecha pedazos.
En este sentido Platón, por su parte, insta a los hombres de conocimiento a no ser
“idiotas” en el sentido etimológico del término griego para el que el adjetivo ῖδιον remite
tanto a lo separado, privado como a lo propio incluso lo “de propiedad” de alguien; moraleja
del texto después de haber visto el mundo inteligible de las Ideas y la solar Idea del Bien, hay
que volver a la caverna y a sus imágenes erróneas para redimirlas. Tal como Zarathustra lleva
sus cenizas a la montaña para transformarse con cada enseñanza ya que no puede querer mas
que su propio ocaso. Kant hizo del mito una tierra segura para que el hombre y su conciencia
puedan conocer un mundo hecho a su medida. Nietzsche por su parte hizo de ella una
promesa profundamente material, afortunadas por la sobreabundancia del ultrahombre.

De las islas afortunadas como islas de la vida

A esta perfecta isla del entendimiento, dónde todo queda develado e iluminado y por
tanto dominable y apropiable, a esa isla que es del sujeto moderno para quien el mundo ha
devenido objeto de representación en los límites inalterables de su conciencia, este mundo
que es sólo concepto muerto, Nietzsche le opone las “mil ocultas islas de la vida”. “Auf den
glückseligen Inseln” será en alemán el título de este segundo discurso de la II parte, “das
Glück” fortuna, suerte y felicidad, “die Seligkeit” bienaventuranza en el sentido de
invulnerabilidad, seguridad.
En un sólo gesto Nietzsche transforma tanto el mito de occidente que instala el mundo
verdadero y feliz en un más allá de éste, al que pasaremos después de una vida virtuosa,
como a este otro, königsburguense, en el que mundo y conciencia coinciden. Occidente es la
tierra del ocaso que debe hundirse junto con la subjetividad que le corresponde. Dirá
Zarathustra: “¡Ved qué plenitud hay en torno a nosotros! Y es bello mirar, desde la
sobreabundancia, hacia mares lejanos”9. Asi le roba el potencial creador al Sol para navegar a
las profundidades del hombre y buscar tal vez en él un indicio del ultrahombre, al mismo
tiempo que hundirse en el ocaso. Estas tierras ilusorias tientan, según Kant, al “marino”,

9
F.Nietzsche, Así habló Zarathustra, A.Sánchez Pascual, Edit. Alianza, Bs.As.2020, p.153.
“aventurero” a realizar aventuras que ni puede abandonar ni puede llevar a término, promesas
que nunca tendrán su cumplimiento, aventuras “inútiles” cuando ya se ha obtenido para “la
verdad”, a través del derrotero de la Crítica, un título de propiedad. Pero el marinero que
Nietzsche propugna no se contenta con esas tierras “seguras” donde la vida ha quedado
estancada, este se lanza como una flecha al naufragio sin un destino determinado, es un
peligro a afrontar si lo que se persigue es la transformación de aquel modo de ser propietario
y conservador.
La bienaventuranza ya no es la seguridad y la invulnerabilidad sino la
sobreabundancia de la vida, el derroche frente a la conservación y el cálculo que reduce lo
múltiple a lo uno sacrificando la pluralidad. Es el pensamiento enfermo deteniendo el devenir
el que genera conceptos de conservación, una existencia sana es una existencia de
transformación. Zarathustra llamará malvadas y enemigas del hombre a las doctrinas de lo
Uno y lo Lleno y lo Inmóvil y lo Saciado y lo Imperecedero. Por eso las islas afortunadas no
serán “una” isla sino un archipiélago donde la sobreabundancia excede los límites claros y
distintos hacia mares lejanos, mares que no serán motivo de aventuras “inútiles” sino de
creaciones “útiles” para la vida.
“La agitación del Mar es inmanente a las ciudades del Archipiélago; el mar no se
queda en sus orillas, sino que resuena en las voces del ágora”10 dirá Cacciari, el archipiélago
es la metáfora del problema entre la identidad y la relaciòn, allí el mar es un puente donde la
identidad es fantasmática y la esencia entra en su ocaso y así mismo es la posibilidad de
pensar una existencia donde lo otro no sea reducido a lo mismo, en el archipiélago el ser con
otros no es rebaño y el sí mismo no es un centro hegemónico. Este mar entonces como lo
advierte Kant es peligroso pues uno puede perderse tratando de cruzarlo y correr la suerte del
volatinero. Pero también puede encontrar nuevas islas, llevado por la corriente sin rumbo fijo
hacia otras orillas, otras relaciones, otras verdades, no ya inalterables sino de límites móviles.
Archipiélago son las cien almas que ha recorrido Zarathustra, las cien cunas y los cien
dolores de partos en los cuales ha tenido su ocaso y su aurora en sus muchas
transformaciones. Frente a una thanatopolítica donde lo vital muere (Islas de los muertos), el
maestro del eterno retorno proclama la voluntad de creación, el perspectivismo y la
hospitalidad a la alteridad que nos habita.

10
M.Cacciari, El archipiélago, Figuras del otro Occidente, tr.M.Cragnolini, EUdeBA, Bs.As.
1999, p. 24.

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