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LAS CIENCIAS SOCIALES, SU DEBATE, SUS INTERESES Y SUS

POSIBILIDADES METODOLÓGICAS Y DE TRASNFORMACIÓN

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Por: Francisco Javier Villamarín M

Introducción

El documento que se presenta a continuación tiene dos objetivos: primero, presentar los
aspectos más destacados del debate entre el pensamiento descolonial y las visiones
tradicionales de la ciencia occidental, en dicho debate me ubico principalmente en la
primera corriente destacando su novedad, sus propuestas y sus perspectivas de
transformación y emancipación. En el segundo se rescatan algunas enseñanzas teóricas y
metodológicas de las lecturas realizadas, y se estudian sus implicaciones en la idea de
investigación que pretendo realizar durante el doctorado.

Es una exploración que hago a un tema que considero novedoso, por esto antes de asumir
posiciones críticas prefiero dar cuenta de lo aprendido, y aprovechar esta oportunidad para
abrir mis horizontes de conocimiento y empezar a derrumbar algunos paradigmas
arraigados en mi mente. El texto contiene cuatro partes, las dos primeras se estructuran
alrededor de los objetivos del trabajo, la tercera sesión corresponde a las conclusiones y la
cuarta a la bibliografía revisada para la elaboración de este documento.

Estado de las ciencias sociales y posibilidades de transformación

Las ciencias sociales se han caracterizado desde sus orígenes porque la discusión ha sido su
principal motor de desarrollo. Posiciones epistemológicas, filosóficas, científicas y políticas
generalmente contrapuestas sobre el conocimiento, el método y sobre el dominio y control
de la naturaleza y la sociedad han trabado una polémica incesante y con matices, en algunos
momentos, más políticos que científicos. La lucha por la hegemonía y el reconocimiento
científico entre las ciencias nomotéticas, ideográficas e históricas, y su interés por
*
Estudiante. Primer Semestre del Doctorado en Estudios Sociales. Facultad de Ciencias Sociales y Humanas.
Universidad Externado de Colombia
convertirse en los paradigmas universales de la ciencia, son hechos que han marcado la
historia lejana y reciente de estas ciencias.

Aunque los enfoques recientes de la filosofía de la ciencia de occidente muestran que se


han alcanzado algunos consensos de tipo epistemológico y metodológico, como la
integración de los enfoques cuantitativos y cualitativos para reducir la incertidumbre de la
complejidad, y la conciencia de que los desarrollos científicos no están desligados de las
condiciones sociales e históricas del contexto, algunas corrientes epistemológicas y de
pensamiento del mundo que históricamente se ha considerado subalterno, como África,
Asía, América Latina, han recuperado la polémica basándose en los marcos de referencia
del marxismo y del pensamiento descolonial.

No se trata de una polémica regional, como la que tuvo lugar en el siglo XIX en Europa
entre positivistas y hermeneutas, sino de una tensión de alcance mundial donde la principal
consigna no es la dominación y la hegemonía de los más avanzados y racionales sino el
deseo futuro de emancipación de aquellas sociedades y culturas que fueron sometidas por el
discurso de la modernidad colonial y sus modelos impositivos de conocimiento. La meta es
reivindicar los patrones interculurales de los indígenas, de los caribeños, de los africanos y
de los orientales que han sido subvalorados o se los ha catalogado como no validos desde el
universalismo eurocéntrico.

Esta nueva propuesta no solo se centra en las críticas que, desde el mundo no europeo y el
mundo no estadounidense, es decir, desde las culturas que están fuera de los centros de
poder, se dirigen a la modernidad colonial, también se busca transformar dicha realidad
para que, como dice Wallerstain, en el futuro se abran las ciencias sociales con el objeto de
descolonizarlas de los discursos hegemónicos y regularizadores de occidente, y de ese
modo alcanzar un universalismo más plural e incluyente (Wallerstein, 1996: 63). El estado
actual de las discusiones que giran en torno a las ciencias sociales es un poco de
inconformidad pero al mismo tiempo acompañado de propuestas en acción y movimiento
para salir de ella.

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Las criticas de estas corrientes descoloniales se orienta principalmente al modelo de
modernidad colonial del conocimiento que impuso occidente por fuera de su centro de
poder, y que se caracteriza por el descontento con el modelo de ciencia eurocéntrico que
impera en las regiones que están fuera del eje Europa – Estados Unidos, la concentración de
presupuestos para la investigación y su consecuente diferenciación colonial y la pérdida de
legitimidad y confianza en los modelos tradicionales de la ciencia por parte de espíritus que
empiezan a tener la certeza de que éstos no son aplicables en sus realidades particulares.

Lo rescatable de este estado de la discusión es que las alternativas de transformación


descolonial son mayores que las críticas a la modernidad europea. Dentro de estos intentos
de transformación se puede mencionar, entre otros, la necesidad de superar las fronteras
que separan las ciencias sociales en especialidades a través de homogenización de los
objetos de estudio, para que tanto las ciencias que tienen una orientación nomotética, como
la sociología, la ciencia política y la economía, así como las humanidades y la historia
puedan participar de forma más abierta y democrática en su análisis y conocimiento.

Por otra parte, también se ve la necesidad que la historia y los hechos de la sociedad no
sean narrados de forma rígida, lineal y asilada así como lo dictan los cánones de las
ciencias nomotéticas. Por esta razón, las visiones descoloniales proponen categorías como
el sistema mundo moderno como una estrategia metodológica útil para estudiar el cambio
social a largo plazo y en relación con los conflictos, situaciones, transformaciones y
discontinuidades del sistema histórico social. Bajo esta perspectiva los objetos que se
estudian no son ni estados, ni países, sino estructuras, coyunturas, sucesos interrelacionados
de forma discontinua y conflictiva en el mundo moderno colonialista.

De igual manera, la revisión y la resignificación de las teorías y los conceptos impuestos


por las ciencias sociales eurocéntricas es otra de las alternativas de emancipación. La idea
con esto es acabar con los mitos de la historia y construir conceptos propios sobre la base
de realidades sustentadas en proyectos y prácticas sociales propias, como dice Zemelman.
O como lo sostiene Mignolo, las vivencias y el existencialismo europeos necesitan ser

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reformulados a partir de la experiencia del hombre y la mujer negros o de color, y a partir
de la historia colonial de Asia, África, América Latina y el Caribe. (Mignolo, 2000: 217).

Otras propuestas para la superación de los modelos tradicionales de la ciencia son la


importancia que cobra en esta fase de la polémica el sujeto en el análisis sociohistórico y la
relevancia de la producción y la finalidad del conocimiento. Desde esta la perspectiva
descolonial y alternativa es muy interesante el rol dinámico del sujeto en la construcción de
la realidad, desde una perspectiva histórica y una racionalidad en movimiento que le
permite elegir, desde su subjetividad, la mejor opción para el direccionamiento futuro de
sus proyectos y utopías (Zemelman, 2011: 100). Esto guarda relación con la idea de
producir un conocimiento abierto que le dé apertura a horizontes que se acerquen a la
apropiación e intervención de futuros posibles, y que se alejen de la reconstrucción de lo
devenido como lo impone la tradición nomotética de occidente. En síntesis, las nuevas
discusiones de la ciencia social invitan a pensar el conocimiento y la investigación de otra
manera, no tanto como una teoría del conocimiento sino como una teoría de la conciencia
histórica y política; sobre todo a la hora de explorar las particularidades de realidades como
la latinoamericana.

Finalmente, es necesario mencionar que estas perspectivas descoloniales y críticas llevan


implícitas diferencias que tornan compleja la discusión. Hay unos autores que orientan sus
propuestas a los cambios y transformaciones de las grandes estructuras históricas, mientras
que otros se concentran en la subjetividad y el sentido de los sujetos. En cambio, otros
abogan por la unificación de estas dos dimensiones del análisis social e histórico. De igual
manera, se ven diferencias en lo que a la dualidad teoría y praxis se refiere, y de esta
dicotomía se desprenden posiciones que defienden su integración. También son evidentes
las formas diversas de transformación y cambio por las que propenden. Aquí la variedad de
puntos de vista vuelve dinámica la discusión.

En lo referente a la dualidad estructura y acción, es claro que Immanuel Wallerstein orienta


sus intereses de conocimiento a la perspectiva teórica y metodológica del sistema mundo
moderno, estrategia que abarca los cambios en las estructuras, coyunturas y
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acontecimientos en el tiempo estructural (en el tiempo de la larga duración). Entretanto
autores como Hugo Zemelman, le otorgan un papel central al sujeto en movimiento que
produce conocimiento y le da sentido en un horizonte de futuro para la transformación. En
cambio, propuestas descoloniales provenientes de América Latina, como la de Aníbal
Quijano y Walter Mignolo, apuestan por una integración de estas dos esferas de la realidad
social, lo cual no significa desorden o anarquía, sino que los sujetos y las estructuras se
articulen en un eje en común, lo que permite que todo cambie en conjunto (Quijano, 2000).
Lo interesante es que no se trata de posiciones epistemológicas extremas y excluyentes,
donde lo más general no omite las excepciones, o, en otras palabras, allí donde son más
preponderantes las estructuras no se desconoce el rol de los actores, y allí donde la
integración es el objetivo, la unidad puede inclinarse en cualquier momento a cualquiera de
las dos dimensiones, sin perder su sentido.

Lo mismo sucede con las diferencias y articulaciones relativas a la dualidad teoría y praxis.
Las lecturas dejan ver que Wallerstein ubica sus aplicaciones e ilustraciones del sistema
mundo moderno en la en la historia y en los hechos de la experiencia, mientras que
Zemelman, sin desconocer la importancia de la hechos concretos, desarrolla una
epistemología más cercana al plano teórico y conceptual. Desde las propuestas
descoloniales se parte de la historia de dominación y explotación de los pueblos para
justificar la pertinencia de los estudios de frontera en perspectiva indígena y local, estudios
que sin duda son una propuesta teórica. Como en el caso anterior, no se trata de posiciones
extremas, simplemente son apreciaciones que pueden ser objeto de debate intelectual y
político.

Por último, la variedad de propuestas de transformación y de intervención también son una


característica del estado de las discusiones y la diversidad de posiciones de las ciencias
sociales y su posición crítica. En el caso de Wallerstein, las propuestas de cambio son
teóricas y metodológicas para hacer de las ciencias sociales un campo más incluyente con
estructuras, regiones y momentos históricos que han optado por el parroquialismo †;


Es una posición crítica en contra de las pretensiones del universalismo occidental. Por esto hoy se demanda “abrir las
ciencias sociales”, ya que es necesario descolonizar las ciencias sociales y humanas (Wallerstein, 2000: 63)
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propuestas como la estrategia de investigación del sistema mundo moderno para estudiar la
historia y las ciencias sociales en contexto, así como el sustento y las nuevas posibilidades
que brindan las teorías de la complejidad y los estudios culturales son elementos
fundamentales para superar el descontento con la modernidad colonial.

Los proyectos de transformación de Zemelman concuerdan con los de Wallerstein en que


tienen lugar en el plano teórico, pero se diferencian de él porque el actor central de estos
procesos es el sujeto. El autor nos hace una invitación a crear un conocimiento liberador e
inclusivo, donde las constantes del conocimiento científico no sean las estructuras y los
hechos previsibles, sino el sujeto y su dinamismo cognitivo y propositivo. Un sujeto abierto
a las transformaciones de la realidad, capaz de ampliar sus contenidos con nuevas
necesidades, objetos y horizontes, un sujeto que se resista a reproducir las estructuras de
dominación y reificación que existen en la sociedad.

Otro elemento sustantivo de su propuesta epistémica y metodológica es el carácter


transformador e intervencionista del conocimiento, el cual se materializa en la acción
política. Para el autor las cuestiones científicas y del conocimiento son cuestiones de
intervención. Esto implica pensar el conocimiento y la ciencia de otra manera, no tanto
como una teoría del conocimiento sino como una teoría de la conciencia histórica y
política. Con esto, el autor, en lugar de acudir a una teoría general, busca poner en marcha
una forma de razonar cuyo fundamento esté en el límite de lo incierto.

En las teorías y estudios descoloniales los proyectos de transformación están dotados de un


espíritu crítico, destinado a la búsqueda de la emancipación. Algunas de estas alternativas,
como los casos anteriores, no van más allá de la teoría, y en otros casos se plantean planes
con acciones concretas para tal propósito. En el caso de Aníbal Quijano, se destaca su
interés por generar categorías como la “Colonialidad del poder” para entender que las
relaciones de dominación entre Europa y América Latina no solo se expresan en los
dominios económicos, políticos y legales, sino que también en el sometimiento
epistemológico y cultural. Lo que consecuentemente da lugar a una “Colonialidad del
saber”.
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Para Walter Mignolo la emancipación se puede alcanzar, entre otros caminos, a través de
una epistemología de frontera donde converjan la interculturalidad y el pensamiento crítico.
En este sentido, una tarea clave para que estos aspectos se puedan institucionalizar es el rol
que puedan desarrollar las universidades para construir programas académicos o estudios
de posgrados fundados en un conocimiento propio donde la diferencia colonial sea la base
de la transformación y del reconocimiento social (Mignolo, 2000: 25-26).

Por último, en Mariátegui, Trouillot y Rivera las transformaciones tienen que ver con
actividades concretas. En el caso de Mariátegui el elemento fundamental es el papel de la
enseñanza y las reformas educativas para acercar a la academia a las realidades que se están
viviendo a nivel local. Para alcanzar este objetivo propone sistemas educativos inclusivos
con cátedras abiertas no solo coordinadas por expertos.

Para Trouillot, la propuesta crítica consiste en que la historia y los hechos reales hay que
buscarlos en el plano local, en las mismas comunidades. A través de los testimonios y
relatos de la personas hay silencios que esconden verdades que son fundamentales para
construir una historia y una epistemología propias. Para alcanzar este fin es necesario
desarrollar una “antropología antisistémica”.

Rivera sostiene que no es posible el cambio si no se llevan a cabo prácticas


descolonizadoras. Por esto plantea desmantelar las instituciones, prácticas y discursos
patriarcales heredados por el colonialismo interno y la discriminación social (Rivera, 2010:
14). De igual manera, la descolonización debe llegar a nuestra vida cotidiana, a nuestros
gestos, y a la lengua con que nos referimos al mundo, siempre rescatando los elementos
más trascendentales de las culturas locales.

Teorías descoloniales, centros de interés y consecuencias metodológicas


Las teorías descoloniales tienen muchos elementos novedosos para la formación de los
investigadores en el área de los estudios sociales, que demorarían mucho espacio para
argumentarlas en este informe. Sin embargo, hay dos aspectos que llamaron mi atención, y
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que los he seleccionado no solamente por sus repercusiones teóricas y metodológicas en las
ciencias sociales en general, y en el pensamiento descolonial en particular, sino por sus
contribuciones a la idea de trabajo de grado que pretendo desarrollar durante mis estudios
de doctorado. No quiero decir con esto que propuestas como la colonialidad del poder, la
epistemología de frontera, la antropología antisistémica y el pensamiento crítico, entre
otros, no tengan interés, sino que por el momento no quiero perder la oportunidad de
aprovechar este ejercicio de revisión bibliográfica para ponerlo al servicio de mis intereses
de conocimiento.

El primero de ellos tiene que ver con la propuesta de totalidad formulada por Aníbal
Quijano, la cual tiene implicaciones de tipo metodológico y analítico para la idea de
investigación que tengo en mente, y que por el momento estoy precisando. La segunda no
sé si ubicarla propiamente en la línea de las critica del descolonialismo, pues, en mi
opinión, es un legado que este pensamiento ha recibido de Immanuel Wallerstein, y que
consiste en la reconceptualiación y la aplicación novedosa de la relación “EspacioTiempo”
en los sistemas mundo. Aspecto que desde ya me deja ver que mi objeto de estudio tiene
tiempos y espacios que es necesario precisar y articular.

El centro de interés de mi proyecto de tesis gira en torno al estudio de las tendencias que
describe la dinámica demográfica del departamento de Nariño en el periodo 1951-2014, así
como su relación con los procesos de modernización y modernidad que viene
experimentando la región desde la segunda mitad del siglo XX hasta el presente. Una
primera hipótesis de trabajo que manejo es que a pesar de que este departamento ocupe los
primeros lugares de pobreza, violencia, desplazamiento, inseguridad y desigualdad social a
nivel nacional, y que esté profundamente colonizado por un marcado tradicionalismo que
se puede observar en algunas prácticas políticas clientelistas alejadas de una cultura
democrática moderna, los cambios en algunos patrones demográficos como la natalidad, la
mortalidad, las migraciones y la estructura de la población dejan ver, de acuerdo a la teoría
consultada, que éstos son el resultado de cambios sociales importantes que guardan una
estrecha relación con el cambio de mentalidad y con el cambio de las condiciones

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materiales de vida, transformaciones que, entre otros aspectos, tienen unos ritmos y una
dinámica muy particulares que es preciso conocer mediante este ejercicio.

La idea de totalidad que desarrolla Aníbal Quijano tiene su inspiración en el materialismo


histórico de Marx, y la plantea como una crítica al mecanicismo y la lógica científica de
occidente por su rigidez y por la separación de las partes del todo. En su opinión, siguiendo
el método de Marx, el todo hay que verlo en relación con sus partes, y, a su vez, las partes
hay que verlas en relación con el todo.

De esta lógica se desprende un aspecto importante de la colonialidad del poder: todo


fenómeno social es histórico y expresa una red de relaciones sociales en cuya dinámica
dicho proceso puede encontrar su explicación. Así las cosas, los procesos de cambio y
transformación reales no ocurren en totalidades homogéneas, por el contrario, según
Quijano, el cambio afecta de modo diferenciado a una totalidad compuesta por partes
heterogéneas y que se relacionan entre sí de modo conflictivo y discontinuo, y es en la
heterogeneidad y la discontinuidad donde se encuentra las causas de los fenómenos sociales
(Quijano, 2000: 10).

Ver la totalidad en relación con la diversidad y el conflicto entre sus partes, y al contrario,
estudiar la articulación de partes diferenciadas unidas formando un todo por medio de
vínculos caóticos y complejos es de gran utilidad, especialmente para ubicar lo que
buscamos estudiar en un plano real; donde la historia está compuesta por gente concreta.

Por su parte, Wallerstein trata de darle respuesta a uno de los aspectos más problemáticos
de la investigación como es el tiempo y el espacio, dimensiones que determinan el carácter
empírico de cualquier estudio sociohistórico. Por lo general, estas dos dimensiones se
presentan divorciadas en la ciencias sociales, y, principalmente, como variables físicas y
objetivas que son dadas por la realidad. Sin embargo, para el autor, y este es uno de sus
grandes legados, dichas dimensiones no se encuentran separadas en el sistema moderno,
sino que forman una unidad heurística y social que permite comprender los fenómenos
históricos por fuera de las geopolíticas tradicionales y las fechas cronológicas, es decir por
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fuera de la rigidez de los enfoques nomotéticos de conocimiento inspirados en el
funcionamiento de la naturaleza.

Los límites territoriales según la perspectiva de los sistemas históricos, no son eternos sino
transitorios, además las identidades y la cultura de dicho sistema no están circunscritas a un
espacio en particular, la espacialidad está determinada por cambios estructurales que son el
resultado de procesos históricos prolongados o estructurales, como los denomina el autor.

De igual manera, dentro de la lógica de los sistemas históricos no hay un solo tiempo hay
varios tiempos (Wallerstein, 1999:150). Una de las preocupaciones de Wallerstein es que
no tenemos conciencia de esta diversidad debido a que carecemos de educación y
conocimiento en este sentido. El tiempo del sistema mundo es social, e inspirado en los
legados de Braudel propone una clasificación del mismo, basada en la dinámica de las
estructuras y su duración (episódico, coyuntural, estructural y de los sabios).

En el esquema de análisis de Wallerstein las dos variables forman una unidad o un sistema
histórico que puede cambiar de forma inesperada e impredecible, trascendiendo o otros
sistemas históricos o desapareciendo como tal. El comportamiento de esta unidad en la
historia no se puede prever, ya que los cambios y transformaciones sociales están
determinados por la acción humana; como lo sostiene el autor “(…) el EspacioTiempo
transformacional no puede evitar la elección moral” (Wallerstein, 1999:162). El objetivo
de esta propuesta es cuestionar las certidumbres que tenemos sobre el tiempo y el espacio,
donde “al final del camino no se encuentra la simplicidad sino la complejidad”.

Los aportes de los dos autores dejan ver el problema de investigación que he propuesto de
un modo diferente, y, al mismo tiempo, me dan mayor claridad frente a lo que quiero
investigar. Lo veo desde una perspectiva diferente porque ahora entiendo que la dinámica
demográfica y los procesos de modernización en Nariño son sistemas interrelacionados
cuya historia se remonta más allá del periodo que he establecido para estudiarlos. Con
certeza, no es una relación que involucre solamente a la región y al país sino a todo el
sistema moderno y a su economía mundo capitalista en su etapa globalizada. Además,
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comprendo que no es una relación aparente que por sí sola puede alcanzar una explicación
satisfactoria, sino que es el resultado de complejidades, articulaciones, conflictos y sucesos
que se esconden detrás de ella, que involucran tanto a los sistemas históricos como a las
personas concretas.

No es una tarea fácil estudiar esta relación en el contexto del sistema mundo moderno, pues
hay “TiemposEspacios” variados que tornan más compleja su aproximación; especialmente
cuando estamos hablando de una sociedad y una cultura tan diversa, heterogénea y desigual
como Nariño, donde el “TiempoEspacio” de la violencia, quizá sea diferente del
“TiempoEspacio” de la pobreza, y su vez esta diferencia influya el “TiempoEspacio” de los
patrones poblacionales, tornando conflictivo el sistema mundo moderno en el que se
inscribe la relación. Por esta razón, más que certezas estos dos aspectos le agregan más
incertidumbre al problema que deseo investigar, pero al mismo tiempo considero que me
extienden una invitación para nutrirme más de estas teorías y repensar esta idea de
investigación más allá de los límites tradicionales de las ciencias sociales.

Conclusiones

Este ejercicio permitió abordar de cerca algunos aspectos importantes de las ciencias
sociales como el deseo de emancipación de las teorías descolonales de los modelos
epistemológicos impuestos por la modernidad eurocéntrica, las diversas perspectivas de
transformación que ofrecen estas perspectivas alternativas, sus estrategias metodológicas y
sus consecuencias en un proyecto futuro de investigación.

Más que concentrarse en el espíritu crítico y el inconformismo de los teóricos


descoloniales, en este informe se rescato sus propuestas, proyectos y planes de acción para
desarrollar un conocimiento propio producido a partir de la experiencia los sistemas mundo
de sus localidades y regiones. Se pudo evidenciar que algunas de estas propuestas son más
cercanas a la utopía y la teorización y otras, en cambio, parten de acciones concretas para
alcanzar en el futuro su deseo de liberación del conocimiento.

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Debido a la novedad que para mí significo el estudio de las teorías descoloniales o
poscoloniales durante este primer semestre del doctorado, en este ejercicio, más que una
valoración de sus críticas y propuestas de transformación, presento una descripción o, si se
quiere, una síntesis de los aspectos que más me llamaron la atención de las lecturas
realizadas, sin desconocer, claro está, otros aspectos que pase por alto, y que quizá revistan
mayor importancia para las ciencias sociales del nuevo milenio y sus correlativos campos
de investigación e intervención. Considero que esta primera exploración no me brinda
todavía los elementos para cuestionar, rebatir o reflexionar en profundidad estas teorías, por
lo que este documento simplemente reporta las experiencias de un primer contacto con
estos temas.

Sin embargo, en el desarrollo de esta actividad nunca perdí de vista la idea de investigación
que quiero trabajar durante mi paso por el doctorado, por esta razón quise aprovechar las
enseñanzas de autores como Immanuel Wallerstein y Aníbal Quijano para darle mayor
precisión a lo que busco estudiar valiéndome del contexto de las ciencias sociales que
ofrecen sus teorías. De sus aportes concluyo que tengo una visión muy occidentalista y
nomotética de la investigación, y que me enfrento a una realidad que no es tan simple como
aparenta, pues más allá de lo que simplemente se observa o se percibe están latentes
estructuras, determinaciones, decisiones morales, relaciones conflictivas y discontinuidades
que es preciso develar para avivar desde los estudios regionales las discusiones candentes e
incesantes de las ciencias sociales.

Las transformaciones por las que abogan estos autores también pasan los sujetos y sus
paradigmas arraigados en su mente los cuales son muy difíciles de derrumbar, pero con un
primer contacto con estas teorías empiezo a poner en crisis lo que he aprendido a lo largo
de mi formación en ciencias sociales, por lo que las perspectivas de cambio que vislumbro
en la corta duración, pasan primero por mi propia transformación, modificación que como
las grandes revoluciones de la sociedad y la economía también comportan un poco de
dolor, crisis, inconformidad, temor y, principalmente, incertidumbre.

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