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Por: Francisco Javier Villamarín M
Introducción
El documento que se presenta a continuación tiene dos objetivos: primero, presentar los
aspectos más destacados del debate entre el pensamiento descolonial y las visiones
tradicionales de la ciencia occidental, en dicho debate me ubico principalmente en la
primera corriente destacando su novedad, sus propuestas y sus perspectivas de
transformación y emancipación. En el segundo se rescatan algunas enseñanzas teóricas y
metodológicas de las lecturas realizadas, y se estudian sus implicaciones en la idea de
investigación que pretendo realizar durante el doctorado.
Es una exploración que hago a un tema que considero novedoso, por esto antes de asumir
posiciones críticas prefiero dar cuenta de lo aprendido, y aprovechar esta oportunidad para
abrir mis horizontes de conocimiento y empezar a derrumbar algunos paradigmas
arraigados en mi mente. El texto contiene cuatro partes, las dos primeras se estructuran
alrededor de los objetivos del trabajo, la tercera sesión corresponde a las conclusiones y la
cuarta a la bibliografía revisada para la elaboración de este documento.
Las ciencias sociales se han caracterizado desde sus orígenes porque la discusión ha sido su
principal motor de desarrollo. Posiciones epistemológicas, filosóficas, científicas y políticas
generalmente contrapuestas sobre el conocimiento, el método y sobre el dominio y control
de la naturaleza y la sociedad han trabado una polémica incesante y con matices, en algunos
momentos, más políticos que científicos. La lucha por la hegemonía y el reconocimiento
científico entre las ciencias nomotéticas, ideográficas e históricas, y su interés por
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Estudiante. Primer Semestre del Doctorado en Estudios Sociales. Facultad de Ciencias Sociales y Humanas.
Universidad Externado de Colombia
convertirse en los paradigmas universales de la ciencia, son hechos que han marcado la
historia lejana y reciente de estas ciencias.
No se trata de una polémica regional, como la que tuvo lugar en el siglo XIX en Europa
entre positivistas y hermeneutas, sino de una tensión de alcance mundial donde la principal
consigna no es la dominación y la hegemonía de los más avanzados y racionales sino el
deseo futuro de emancipación de aquellas sociedades y culturas que fueron sometidas por el
discurso de la modernidad colonial y sus modelos impositivos de conocimiento. La meta es
reivindicar los patrones interculurales de los indígenas, de los caribeños, de los africanos y
de los orientales que han sido subvalorados o se los ha catalogado como no validos desde el
universalismo eurocéntrico.
Esta nueva propuesta no solo se centra en las críticas que, desde el mundo no europeo y el
mundo no estadounidense, es decir, desde las culturas que están fuera de los centros de
poder, se dirigen a la modernidad colonial, también se busca transformar dicha realidad
para que, como dice Wallerstain, en el futuro se abran las ciencias sociales con el objeto de
descolonizarlas de los discursos hegemónicos y regularizadores de occidente, y de ese
modo alcanzar un universalismo más plural e incluyente (Wallerstein, 1996: 63). El estado
actual de las discusiones que giran en torno a las ciencias sociales es un poco de
inconformidad pero al mismo tiempo acompañado de propuestas en acción y movimiento
para salir de ella.
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Las criticas de estas corrientes descoloniales se orienta principalmente al modelo de
modernidad colonial del conocimiento que impuso occidente por fuera de su centro de
poder, y que se caracteriza por el descontento con el modelo de ciencia eurocéntrico que
impera en las regiones que están fuera del eje Europa – Estados Unidos, la concentración de
presupuestos para la investigación y su consecuente diferenciación colonial y la pérdida de
legitimidad y confianza en los modelos tradicionales de la ciencia por parte de espíritus que
empiezan a tener la certeza de que éstos no son aplicables en sus realidades particulares.
Por otra parte, también se ve la necesidad que la historia y los hechos de la sociedad no
sean narrados de forma rígida, lineal y asilada así como lo dictan los cánones de las
ciencias nomotéticas. Por esta razón, las visiones descoloniales proponen categorías como
el sistema mundo moderno como una estrategia metodológica útil para estudiar el cambio
social a largo plazo y en relación con los conflictos, situaciones, transformaciones y
discontinuidades del sistema histórico social. Bajo esta perspectiva los objetos que se
estudian no son ni estados, ni países, sino estructuras, coyunturas, sucesos interrelacionados
de forma discontinua y conflictiva en el mundo moderno colonialista.
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reformulados a partir de la experiencia del hombre y la mujer negros o de color, y a partir
de la historia colonial de Asia, África, América Latina y el Caribe. (Mignolo, 2000: 217).
Lo mismo sucede con las diferencias y articulaciones relativas a la dualidad teoría y praxis.
Las lecturas dejan ver que Wallerstein ubica sus aplicaciones e ilustraciones del sistema
mundo moderno en la en la historia y en los hechos de la experiencia, mientras que
Zemelman, sin desconocer la importancia de la hechos concretos, desarrolla una
epistemología más cercana al plano teórico y conceptual. Desde las propuestas
descoloniales se parte de la historia de dominación y explotación de los pueblos para
justificar la pertinencia de los estudios de frontera en perspectiva indígena y local, estudios
que sin duda son una propuesta teórica. Como en el caso anterior, no se trata de posiciones
extremas, simplemente son apreciaciones que pueden ser objeto de debate intelectual y
político.
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Es una posición crítica en contra de las pretensiones del universalismo occidental. Por esto hoy se demanda “abrir las
ciencias sociales”, ya que es necesario descolonizar las ciencias sociales y humanas (Wallerstein, 2000: 63)
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propuestas como la estrategia de investigación del sistema mundo moderno para estudiar la
historia y las ciencias sociales en contexto, así como el sustento y las nuevas posibilidades
que brindan las teorías de la complejidad y los estudios culturales son elementos
fundamentales para superar el descontento con la modernidad colonial.
Por último, en Mariátegui, Trouillot y Rivera las transformaciones tienen que ver con
actividades concretas. En el caso de Mariátegui el elemento fundamental es el papel de la
enseñanza y las reformas educativas para acercar a la academia a las realidades que se están
viviendo a nivel local. Para alcanzar este objetivo propone sistemas educativos inclusivos
con cátedras abiertas no solo coordinadas por expertos.
Para Trouillot, la propuesta crítica consiste en que la historia y los hechos reales hay que
buscarlos en el plano local, en las mismas comunidades. A través de los testimonios y
relatos de la personas hay silencios que esconden verdades que son fundamentales para
construir una historia y una epistemología propias. Para alcanzar este fin es necesario
desarrollar una “antropología antisistémica”.
El primero de ellos tiene que ver con la propuesta de totalidad formulada por Aníbal
Quijano, la cual tiene implicaciones de tipo metodológico y analítico para la idea de
investigación que tengo en mente, y que por el momento estoy precisando. La segunda no
sé si ubicarla propiamente en la línea de las critica del descolonialismo, pues, en mi
opinión, es un legado que este pensamiento ha recibido de Immanuel Wallerstein, y que
consiste en la reconceptualiación y la aplicación novedosa de la relación “EspacioTiempo”
en los sistemas mundo. Aspecto que desde ya me deja ver que mi objeto de estudio tiene
tiempos y espacios que es necesario precisar y articular.
El centro de interés de mi proyecto de tesis gira en torno al estudio de las tendencias que
describe la dinámica demográfica del departamento de Nariño en el periodo 1951-2014, así
como su relación con los procesos de modernización y modernidad que viene
experimentando la región desde la segunda mitad del siglo XX hasta el presente. Una
primera hipótesis de trabajo que manejo es que a pesar de que este departamento ocupe los
primeros lugares de pobreza, violencia, desplazamiento, inseguridad y desigualdad social a
nivel nacional, y que esté profundamente colonizado por un marcado tradicionalismo que
se puede observar en algunas prácticas políticas clientelistas alejadas de una cultura
democrática moderna, los cambios en algunos patrones demográficos como la natalidad, la
mortalidad, las migraciones y la estructura de la población dejan ver, de acuerdo a la teoría
consultada, que éstos son el resultado de cambios sociales importantes que guardan una
estrecha relación con el cambio de mentalidad y con el cambio de las condiciones
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materiales de vida, transformaciones que, entre otros aspectos, tienen unos ritmos y una
dinámica muy particulares que es preciso conocer mediante este ejercicio.
Ver la totalidad en relación con la diversidad y el conflicto entre sus partes, y al contrario,
estudiar la articulación de partes diferenciadas unidas formando un todo por medio de
vínculos caóticos y complejos es de gran utilidad, especialmente para ubicar lo que
buscamos estudiar en un plano real; donde la historia está compuesta por gente concreta.
Por su parte, Wallerstein trata de darle respuesta a uno de los aspectos más problemáticos
de la investigación como es el tiempo y el espacio, dimensiones que determinan el carácter
empírico de cualquier estudio sociohistórico. Por lo general, estas dos dimensiones se
presentan divorciadas en la ciencias sociales, y, principalmente, como variables físicas y
objetivas que son dadas por la realidad. Sin embargo, para el autor, y este es uno de sus
grandes legados, dichas dimensiones no se encuentran separadas en el sistema moderno,
sino que forman una unidad heurística y social que permite comprender los fenómenos
históricos por fuera de las geopolíticas tradicionales y las fechas cronológicas, es decir por
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fuera de la rigidez de los enfoques nomotéticos de conocimiento inspirados en el
funcionamiento de la naturaleza.
Los límites territoriales según la perspectiva de los sistemas históricos, no son eternos sino
transitorios, además las identidades y la cultura de dicho sistema no están circunscritas a un
espacio en particular, la espacialidad está determinada por cambios estructurales que son el
resultado de procesos históricos prolongados o estructurales, como los denomina el autor.
De igual manera, dentro de la lógica de los sistemas históricos no hay un solo tiempo hay
varios tiempos (Wallerstein, 1999:150). Una de las preocupaciones de Wallerstein es que
no tenemos conciencia de esta diversidad debido a que carecemos de educación y
conocimiento en este sentido. El tiempo del sistema mundo es social, e inspirado en los
legados de Braudel propone una clasificación del mismo, basada en la dinámica de las
estructuras y su duración (episódico, coyuntural, estructural y de los sabios).
En el esquema de análisis de Wallerstein las dos variables forman una unidad o un sistema
histórico que puede cambiar de forma inesperada e impredecible, trascendiendo o otros
sistemas históricos o desapareciendo como tal. El comportamiento de esta unidad en la
historia no se puede prever, ya que los cambios y transformaciones sociales están
determinados por la acción humana; como lo sostiene el autor “(…) el EspacioTiempo
transformacional no puede evitar la elección moral” (Wallerstein, 1999:162). El objetivo
de esta propuesta es cuestionar las certidumbres que tenemos sobre el tiempo y el espacio,
donde “al final del camino no se encuentra la simplicidad sino la complejidad”.
Los aportes de los dos autores dejan ver el problema de investigación que he propuesto de
un modo diferente, y, al mismo tiempo, me dan mayor claridad frente a lo que quiero
investigar. Lo veo desde una perspectiva diferente porque ahora entiendo que la dinámica
demográfica y los procesos de modernización en Nariño son sistemas interrelacionados
cuya historia se remonta más allá del periodo que he establecido para estudiarlos. Con
certeza, no es una relación que involucre solamente a la región y al país sino a todo el
sistema moderno y a su economía mundo capitalista en su etapa globalizada. Además,
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comprendo que no es una relación aparente que por sí sola puede alcanzar una explicación
satisfactoria, sino que es el resultado de complejidades, articulaciones, conflictos y sucesos
que se esconden detrás de ella, que involucran tanto a los sistemas históricos como a las
personas concretas.
No es una tarea fácil estudiar esta relación en el contexto del sistema mundo moderno, pues
hay “TiemposEspacios” variados que tornan más compleja su aproximación; especialmente
cuando estamos hablando de una sociedad y una cultura tan diversa, heterogénea y desigual
como Nariño, donde el “TiempoEspacio” de la violencia, quizá sea diferente del
“TiempoEspacio” de la pobreza, y su vez esta diferencia influya el “TiempoEspacio” de los
patrones poblacionales, tornando conflictivo el sistema mundo moderno en el que se
inscribe la relación. Por esta razón, más que certezas estos dos aspectos le agregan más
incertidumbre al problema que deseo investigar, pero al mismo tiempo considero que me
extienden una invitación para nutrirme más de estas teorías y repensar esta idea de
investigación más allá de los límites tradicionales de las ciencias sociales.
Conclusiones
Este ejercicio permitió abordar de cerca algunos aspectos importantes de las ciencias
sociales como el deseo de emancipación de las teorías descolonales de los modelos
epistemológicos impuestos por la modernidad eurocéntrica, las diversas perspectivas de
transformación que ofrecen estas perspectivas alternativas, sus estrategias metodológicas y
sus consecuencias en un proyecto futuro de investigación.
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Debido a la novedad que para mí significo el estudio de las teorías descoloniales o
poscoloniales durante este primer semestre del doctorado, en este ejercicio, más que una
valoración de sus críticas y propuestas de transformación, presento una descripción o, si se
quiere, una síntesis de los aspectos que más me llamaron la atención de las lecturas
realizadas, sin desconocer, claro está, otros aspectos que pase por alto, y que quizá revistan
mayor importancia para las ciencias sociales del nuevo milenio y sus correlativos campos
de investigación e intervención. Considero que esta primera exploración no me brinda
todavía los elementos para cuestionar, rebatir o reflexionar en profundidad estas teorías, por
lo que este documento simplemente reporta las experiencias de un primer contacto con
estos temas.
Sin embargo, en el desarrollo de esta actividad nunca perdí de vista la idea de investigación
que quiero trabajar durante mi paso por el doctorado, por esta razón quise aprovechar las
enseñanzas de autores como Immanuel Wallerstein y Aníbal Quijano para darle mayor
precisión a lo que busco estudiar valiéndome del contexto de las ciencias sociales que
ofrecen sus teorías. De sus aportes concluyo que tengo una visión muy occidentalista y
nomotética de la investigación, y que me enfrento a una realidad que no es tan simple como
aparenta, pues más allá de lo que simplemente se observa o se percibe están latentes
estructuras, determinaciones, decisiones morales, relaciones conflictivas y discontinuidades
que es preciso develar para avivar desde los estudios regionales las discusiones candentes e
incesantes de las ciencias sociales.
Las transformaciones por las que abogan estos autores también pasan los sujetos y sus
paradigmas arraigados en su mente los cuales son muy difíciles de derrumbar, pero con un
primer contacto con estas teorías empiezo a poner en crisis lo que he aprendido a lo largo
de mi formación en ciencias sociales, por lo que las perspectivas de cambio que vislumbro
en la corta duración, pasan primero por mi propia transformación, modificación que como
las grandes revoluciones de la sociedad y la economía también comportan un poco de
dolor, crisis, inconformidad, temor y, principalmente, incertidumbre.
Bibliografía
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