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Vamos a comenzar con el estudio de los compuestos ternarios, es decir, aquellos que están
formados por tres elementos distintos. En general, podemos distinguir tres grandes grupos de
compuestos que se ajustan a esta descripción: los hidróxidos, los oxoácidos y las
oxisales. Abordaremos, en primer lugar, los hidróxidos pues, como se verá, su formulación y
nomenclatura guardan una gran similitud con los compuestos binarios.
El ion hidróxido
El nombre de estos compuestos se debe a que en ellos siempre aparece el ion hidróxido:
OH–. Este es un anión heteropoliatómico, derivado de una molécula de agua, por pérdida de
un protón (H+), por lo que su estructura es:
Debido a la pérdida del protón (en rigor, se debería denominar hidrón), el oxígeno
adquiere una carga negativa (pues se queda con el electrón del hidrógeno saliente). Por
ello, sería más lógico representarlo como HO–, para indicar que la carga recae sobre el
oxígeno, y no sobre el hidrógeno. Además, de esta manera se respetaría el orden de la
secuencia de elementos que hemos empleado en otras ocasiones (el oxígeno, más
electronegativo, debería situarse después del hidrógeno). Sin embargo, la costumbre de
escribir OH– está tan arraigada que es de uso habitual, y en pocas ocasiones nos
encontraremos con la otra opción (al menos en este tipo de compuestos).
Así, cuando el anión hidróxido se asocia con el cobre, este puede participar con dos números
de oxidación distintos: con el número de oxidación I, el hidróxido sería CuOH o Cu(OH); con
el número de oxidación II, el hidróxido sería Cu(OH)2. Téngase en cuenta que si en este
segundo caso obviáramos el paréntesis, la fórmula CuOH2 parecería indicar que hay dos
átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, y no dos de cada elemento agrupados en sendos
aniones como realmente ocurre.
Nomenclatura de hidróxidos
Como decíamos, los hidróxidos se nombran de manera similar a los compuestos binarios,
pues al considerar el anión como un grupo que tiene un nombre propio y posee una carga
determinada, podemos leer fácilmente la fórmula de derecha a izquierda como en anteriores
ocasiones:
Se indica mediante un pre jo multiplicador (di–, tri–, tetra–, etc.) el número de iones hidróxido
que aparecen en la molécula.
Puede indicarse el número de oxidación del metal, inmediatamente después de nombrarlo (sin
espacio), entre paréntesis y en números romanos.
También puede señalarse el número de carga del metal, a continuación de su nombre (sin
espacios), entre paréntesis y en números arábigos (añadiendo el signo).
Los siguientes ejemplos aclararán lo anterior:
Aunque no son nombres oficiales, los hidróxidos de sodio y potasio son muy conocidos por
sus nombres comunes o comerciales: sosa (cáustica) y potasa (cáustica), respectivamente.
A veces nos podemos encontrar con algún hidróxido de cierta complejidad. Por ejemplo, el
mercurio, cuando actúa con número de oxidación I, forma un hidróxido de fórmula
Hg2(OH)2, y no HgOH. ¿Por qué no se simplifica su fórmula? Porque, en realidad, en su
molécula se unen entre sí dos átomos de mercurio, formando un catión diatómico que se
enlaca a dos aniones hidróxido: HO-Hg-Hg-OH. Pero esto, aunque pueda sorprendernos, por
ser desconocido, no nos impide nombrarlo, pues nos limitamos a dar nombres de
composición para los cuales la distribución de átomos es indiferente. En estos
casos recomiendo usar los prefijos multiplicadores, pues nunca nos harán dudar, con los que
el nombre del Hg2(OH)2 sería dihidróxido de dimercurio. También podríamos optar por el
número de oxidación, en cuyo caso el nombre sería hidróxido de mercurio(I), aunque
también hidróxido de dimercurio(I), pues con esto quedaría claro que aparecen dos átomos
de mercurio, y no uno. Sin embargo, al usar el número de carga debemos tener cuidado, pues
no olvidemos que el catión diatómico Hg22+ tiene dos cargas positivas, por lo que en el
nombre habría que decir hidróxido de dimercurio(2+).
Otro compuesto ternario que puede generarnos dudas es el hidróxido de amonio, NH4OH,
que se representa así precisamente para remarcar la existencia del catión amonio (NH4+) y
del anión hidróxido (OH–) en su estructura. Podría, incluso, insistirse en ello mediante el uso
de paréntesis (NH4)(OH), aunque son grupos iónicos tan comunes que estos no suelen
emplearse.
El anión hidróxido es, por definición, un compuesto básico. Por tanto, los hidróxidos, al
disolverse en agua, disminuyen la acidez del medio. Los hidróxidos de los metales
alcalinos (Na, K, Rb…) son bases fuertes, pues son muy solubles en agua. Los hidróxidos de los
metales alcalinotérreos (Mg, Ca, Sr…) son bastante menos solubles, por lo que su basicidad es
menor. Mientras que los hidróxidos de los demás metales (Zn, Al…), son más o menos
insolubles en agua, y pueden actuar, en según qué condiciones, como bases o como ácidos
(son anfóteros). También pueden existir hidróxidos ácidos formados por no metales (como el
boro), aunque este comportamiento no es habitual y son poco numerosos.
Evidentemente, en ellos el número de oxidación del metal debe ser III, como mínimo,
para poder igualar los de los aniones óxido (–II) e hidróxido (–I). Si el número de oxidación
del metal fuese mayor, serían necesarios más aniones:
CrO2(OH)2: dihidróxido dióxido de cromo(VI).
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17 mundiales entre
amigos
Cuervo Tradicional
llui
28/07/2020 a las 23:06
no me ayudo
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